Estudio Del Salmo 6

SALMO 6 Introducción Aunque el Sal 1:3 declara que la persona que vive de acuerdo a la voluntad de Dios será prosperada,

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SALMO 6 Introducción Aunque el Sal 1:3 declara que la persona que vive de acuerdo a la voluntad de Dios será prosperada, eso no significa que nunca tendrá problemas o dificultades en la vida. La fe cristiana no nos exime de las dificultades, sino que nos ayuda a reaccionar correctamente frente a ellas. En este salmo, tenemos un ejemplo de ello. David estaba confrontando una serie de circunstancias difíciles; la manera en que reaccionó frente a ellas, nos enseña mucho acerca de la vida cristiana. 1. LAS DIFICULATES DE DAVID Al momento de redactar el Salmo 6, David estaba enfrentando varias situaciones difíciles. ¿Cuáles eran? a. Estaba Enfermo David no menciona cuál era la enfermedad que estaba sufriendo, pero podemos notar dos detalles importantes:

i.

Era una enfermedad bastante seria. Sabemos eso porque afirma, “mis huesos se estremecen” (v.2b). Esto indica que todo su cuerpo estaba descompuesto. Tan seria era la enfermedad, que David percibía que su vida estaba en peligro (v.5).

ii.

Sentía que la enfermedad era una disciplina de Dios, por algún pecado en su vida (v.1). Dios lo estaba reprendiendo, y castigando. Esto no era nada agradable (ver Heb 12:5-6, 11). NOTA: Aunque David exclama, “No me castigues con tu ira” (v.1b), hay que reconocer que el creyente ya no está bajo la ira de Dios; tampoco es castigado por el pecado – Cristo fue castigado en su lugar. Sin embargo, Dios es justo, y a veces tiene que disciplinar a Sus hijos, especialmente cuando estos rehúsan reconocer su pecado.

b. Dios No Contestaba Sus Oraciones Al percatarse de su enfermedad, David se puso a orar. Estaba muy ‘turbado’ (v.3), y expresó su oración a Dios con gemidos y lágrimas (v.6a). Lloró tanto, que inundó su cama (v.6b). Sus ojos estaban gastados de tanto llorar (v.7a); su cuerpo estaba tan “consumido” (v.6a), que se sentía viejo (v.7b). Sin embargo, a pesar de todo eso, Dios no contestó sus oraciones, y David seguía enfermo. Por eso exclama, “Jehová, ¿hasta cuándo?” (v.3b). c. Sus Enemigos lo Fastidiaban El colmo, para David, era que en ese momento estaba rodeado de personas a quienes describe como, “mis enemigos” (v.10). Eran hombres malvados; “hacedores de iniquidad” (v.8a). Ellos estaban fastidiando a David, seguramente dando a entender que Dios no lo iba a ayudar (comparar Sal 42:3b, 10). Por eso David los cataloga como “mis angustiadores” (v.7b).

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Aplicación: Dios nos ama, y promete cuidarnos. Pero si damos lugar al pecado en nuestras vidas, entonces podemos experimentar la disciplina de Dios. Hasta que nos arrepintamos de nuestros pecados, no podemos esperar que Dios escuche nuestras oraciones. 2. LA REACCIÓN DE DAVID Cuando pasamos por momentos difíciles en la vida cristiana, es importante saber cómo reaccionar. Veamos el ejemplo de David. En este momento David hizo dos cosas que todo creyente debe hacer en circunstancias semejantes: a. Clamó a Dios Aunque ya había orado, David se dispuso a seguir orando. Todo el salmo da testimonio de ello; es la oración de un creyente, sufriendo la disciplina de Dios, pero insistiendo en confiar en Él, y clamar hasta que Dios lo escuche. David aprendió la importancia de la perseverancia (ver Lucas 18:1-7). Pero, ¿qué pide a Dios? Tres cosas centrales:

i.

Misericordia (v.2a, 4b). En el v.2a, la palabra en hebreo para “misericordia” es ‘kjanan’, que indica la actitud de una persona que se inclina (literal o metafóricamente) para atender las necesidades de una persona inferior. David reconoce que no merece la ayuda de Dios, pero apela a Su compasión y misericordia. El término en hebreo, en el v.4b, es ‘jesed’, que significa el amor leal, relacionado con el pacto. En este verso, David pide a Dios que lo sane. Sustenta su pedido, no sobre la base de su fidelidad a Dios, sino sobre la base de la fidelidad de Dios hacia él. Por eso dice, “Sálvame por TU misericordia” (v.4b).

ii.

Sanidad (v.2b). Estando enfermo, David suplica a Dios por la sanidad que necesita. El verbo en hebreo es ‘rafa’, y nos hace recordar el pasaje en Éx 15:26, donde Dios se revela como “Jehová tu sanador” (‘Jehová rafa’). David aprendió que Dios es el que nos aflige, pero también el que nos sana (Oseas 6:1). Por eso apelamos a Su sanidad.

iii.

Salvación de la muerte (v.4). Como la situación de David era tan crítica, él también pide a Dios que lo salve de la muerte. David habla del “Seol” (el lugar de los muertos; aquí, es sinónimo del sepulcro) como un lugar donde el ser humano se vuelve inactivo. ‘Un cadáver’, dice David, ‘no se acordará de Dios; tampoco podrá alabarlo. Por lo tanto, no me dejes llegar a ese estado. Sálvame mientras haya esperanza’.

NOTA: Es interesante notar que no pidió perdón por sus pecados. ¿Será que ya lo había hecho?

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b. Puso Su Confianza en Dios No sólo oró, sino que reafirmó su confianza en Dios.

i.

Declaró que Dios había escuchado su oración (v.8b-9). Cuando estamos pasando por problemas, lo más difícil es sentir que Dios no está escuchando nuestras oraciones. Felizmente, David no tuvo ese problema. En su tiempo de comunión con Dios, sintió que Dios sí había escuchado su oración. Notemos la manera en que expresa esta confianza y seguridad:

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“Jehová ha oído la voz de mi lloro” (v.8b) Cuando estamos en problemas, muchas veces derramamos lágrimas delante del Señor (ver 1 Sam 1:7-10). Dios no se incomoda por ello; más bien, se alegra de que seamos honestos con Él. Las lágrimas son el lenguaje elocuente de la congoja. Es un idioma universal. Que hermoso saber que cuando no tenemos palabras que decir, Dios entiende el lenguaje del llanto. Las lágrimas, sumadas a nuestras palabras, suenan fuerte ante los oídos del Señor. David sabía eso, y tal conocimiento lo consoló en este tiempo difícil de su vida.

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“Jehová ha oído mi ruego” (v.9a) Entre sus lágrimas, David pudo expresar palabras – palabras de súplica. Logró expresar sus necesidades ante Dios, y sabía que Dios lo había escuchado. Que gran aliento para todo hijo de Dios, saber que nuestra súplica llegó a los oídos del Señor. El Señor Jesús experimentó esto (Juan 11:41).

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“Ha recibido Jehová mi oración” (v.9b) En esta tercera expresión de confianza, David indica que Dios no solo había oído, sino también recibido su oración. Una cosa es saber que alguien ha escuchado lo que pedimos; otra cosa muy diferente es saber que esa persona ha tomado en serio nuestro pedido – lo ha ‘recibido’ en su mente y corazón. David se alegra por ello. Decir que Dios había recibido su petición era sinónimo de decir que Dios iba a contestar su oración.

REFLEXIÓN: ¿Experimentamos esta clase de confianza cuando pedimos cosas de Dios?

ii.

Confió que Dios iba a actuar a su favor; cosa que resultaría en la vergüenza de sus enemigos, tapando sus bocas (v.10). Este es el resultado de saber que Dios había recibido su oración. David está seguro que iba a tratar con sus enemigos. David tuvo una triple confianza:

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Los enemigos de David serían avergonzados. Avergonzados, porque sus esperanzas, de que David iba a morir, serían frustradas. Todas las cosas que ellos estaban diciendo, quedarían en nada (ver Sal 41:5-6), y se sentirían muy avergonzados.

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Los enemigos de David serían “turbados”. Temblarían al ver la manera en que Dios iba a intervenir a favor de David, sanarlo y restaurarlo plenamente. Dicha acción por parte de Dios, iba a vindicar a David, y demostrar que Dios estaba a su favor. El resultado de esto sería que los enemigos de David serían MUY turbados (“se turbarán mucho…”).

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Los enemigos de David serían trastornados (“Se volverán…”). El verbo en hebreo significa ‘volver atrás’, ‘voltear’, ‘cambiar de rumbo’. Muchas veces se usa de la acción de ‘convertirse’, entendiendo eso como un cambio rotundo de pensamiento y de comportamiento. En el caso de los enemigos de David, el cambio no sería voluntario, sino forzado. Contra su propia voluntad, tendrían que cambiar (de actitud, pensamiento, etc.), porque Dios saldría a la defensa de David. ¡Qué alentador para David saber esto!

Hay dos detalles finales que debemos observar:

(1) La intervención de Dios sería absoluta – ni uno de los enemigos de David quedaría en pie. “Se avergonzarán y se turbarán mucho TODOS mis enemigos” (v.10a).

(2) La intervención de Dios sería rápida – “Se volverán y serán avergonzados DE REPENTE” (v.10b). La expresión, “de repente”, significa literalmente, ‘en un abrir y cerrar de ojos’. Esto nos hace pensar en cómo será la Segunda Venida del Señor (1 Cor 15:52) NOTA: En este Salmo, David está hablando de lo que va a pasar con sus enemigos. Proféticamente, el Salmo 6 describe lo que pasará con los enemigos del Hijo de David, el Señor Jesucristo. Conclusión Cuando estamos pasando por momentos difíciles, nuestro deseo es ser liberados de las circunstancias o personas que nos están afligiendo. Lamentablemente, muchas veces pedimos esto a Dios por razones egoístas – nosotros no queremos sufrir. Sin embargo, consideremos la motivación de David. ¿Por qué quería que Dios lo sanara?

i.

Para poder alabar a Dios (v.5b). De perder su vida, David no podrá seguir alabando a Dios en este mundo. Ese pensamiento lo afligía. Por lo tanto, pidió a Dios Su intervención, para que David tuviera la dicha de seguir alabando a Dios. David no vivía para sí mismo, sino para Dios.

ii.

Para glorificar a Dios, ante sus enemigos (v.10). Lo importante para David no era que sus enemigos sean avergonzados delante de él, sino delante de DIOS. David quería que Dios fuese honrado, en su salvación.

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