Psicopatologia de La Atencion

Psicopatología de la atención Asignatura: Estructuras y Psicopatología NRC 21387 Presenta: Diana Catalina Montalvo Sán

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Psicopatología de la atención

Asignatura: Estructuras y Psicopatología NRC 21387

Presenta: Diana Catalina Montalvo Sánchez ID: 659039 Vivian Nicol García López ID: 662501 Anderson Camilo Galindo ID 598500 Cristian Felipe Andrade Garzón Id: 671930 Diego Mauricio Roa Rozo ID 541367 Ancizar Augusto Sánchez Campuzano ID: 530131

Docente: Mario Iván Vásquez

Ibagué, Colombia

Agosto, 28 del 2020

Psicopatología de la atención

Para hablar de Psicopatología de la atención debemos empezar por saber que no ha sido unos de los temas más llamativos de la psicopatología, pues no era considerado un motivo de preocupación el hecho de que alguien tenga un tiempo de más lento de reacción que otros, o el hecho de que alguien se demore más leyendo el color de una palabra, pero con el pasar del tiempo las alteraciones atencionales han ido cobrando, gradualmente, una importancia extraordinaria a la hora de explicar muchos trastornos psicológicos. ¿Qué es la atención? como señalan Johnston y Dark (1986), una de las primeras observaciones con las que uno se encuentra al revisar la literatura sobre la atención es la amplia renuencia que ha existido a la hora de definir el término, Dixon (1981) señalaba ¿es un proceso, un mecanismo, una volición, un estado particular de la mente, o una inferencia que surge del hecho de que sólo uno de los muchos preceptos y memoria posibles puede ocupar la mente en un momento dado?, ¿es necesariamente consciente o la atención selectiva puede ocurrir inconscientemente?, Pero, además, las diferentes definiciones existentes a lo largo de la historia. No es sorprendente que el enfoque de la psicopatología de la atención varíe principalmente en función de cómo entendemos el significado del término. No es lo mismo entender la atención como el foco de la conciencia, que, como capacidad de procesamiento de la información, por poner sólo dos ejemplos extremos. Lo que se logra establecer es que el concepto de atención no es un concepto unitario, sino que puede indicar a distintas características y/o propiedades, y en este sentido es explicable tanto por sus modalidades como por los efectos que produce en el procesamiento de la información. Por todo esto, no es extraño que encontrar diferentes modelos que intenten explicar qué es la atención. Y estas diferencias no sólo surgen del énfasis que se ponga en una u otra de las propiedades de la atención ya sea la de selectividad, la de capacidad, la de concentración o la de alerta, entre otras, sino que además guardan una estrecha relación con el mismo acontecer temporal que ha tenido el concepto de atención dentro de la historia de la psicología. Se puede de decir entonces que existen dos grupos o tipos de modelos de atención: los modelos de filtro, a veces llamados también como estructurales, los cuales se enfatizan

sobre todo en la característica de selección que se atribuye a la atención, característica que es, además, la más utilizada históricamente y a la que William James hacía referencia en su definición de atención y tenemos los modelos de capacidad o de recursos limitados (De Vega, 1984), los cuales hacen énfasis en los límites de la atención a la hora de realizar tareas, fundamentalmente tareas que requieren una distribución de los recursos atencionales, esto es, las denominadas tareas de atención dividida o de doble tarea. En la década de los setenta surgieron nuevos puntos sobre la atención que contribuyeron a originar un cambio de rumbo en su investigación: el énfasis dejó de ponerse en la localización de la atención y su función selectiva, y se comienza a plantear el estudio de la capacidad y límites de la atención, con lo que surgen los modelos de capacidad o de recursos limitados en los cuales se apuesta por concepciones funcionales de la atención mucho más flexibles y basadas en conceptos económicos. El énfasis en el estudio de la atención se desvía de la selectividad y se centra en el estudio de la atención como capacidad y, desde aquí, como concentración para atender y resaltando, de paso, la limitación de la capacidad para mantener la atención. La teoría de Shiffrin y Schneider (1977) y Schneider y Shiffrin (1977) se basa precisamente en este hecho. Establecen una distinción fundamental entre procesos controlados y procesos automáticos en el sentido siguiente: los primeros requieren atención consciente y por tanto consumen capacidad y recursos atencionales, son relativamente lentos y bastante flexibles, en el sentido de que se pueden adaptar a las demandas cambiantes de la situación o mundo estimular. Sin embargo, los procesos automáticos no presentan problemas para la capacidad atencional, es decir, no consumen recursos atencionales, son difíciles de modificar una vez que se han instaurado, son rápidos, difícilmente accesibles a la consciencia y resulta también difícil evitar su puesta en marcha cuando el sujeto se encuentra ante el estímulo adecuado, incluso aunque ese estímulo se encuentre aparentemente fuera del campo atencional (Logan, 1988; Shiffrin, Dumais y Schneider, 1981).

Psicopatología clásica de la atención

Se puede decir que, desde los planteamientos clásicos, la atención se caracteriza por estar íntimamente ligada a la concentración: la atención implica muy especialmente un proceso de focalización perceptiva que incrementa la conciencia clara y distinta de un núcleo de estímulos. Lo que definitivamente, origina que las psicopatologías de ambas no se diferencien. Por tanto, las psicopatologías atencionales se ubican en un continuo (normalmente cuantitativo) de la concentración. Junto a esto se dice que la vigilancia y la claridad de la conciencia son prerrequisitos necesarios para que la atención se ponga en marcha y/o funcione correctamente (Scharfetter, 1977). Scharfetter, en su Introducción a la Psicopatología General (1977), incluye un capítulo sobre Atención y concentración. En él define la atención como la orientación (activa o pasiva) de la consciencia hacia algo que se experimenta. Concentración es la persistencia concentrada de la atención. A partir de esta definición ofrece la siguiente clasificación de los trastornos atencionales: 

Falta de atención y trastorno de la concentración: Se define como incapacidad o capacidad disminuida para enfocar, concentrarse y orientarse hacia un objeto. Se trata de un trastorno de la capacidad de prestar atención persistentemente a una determinada actividad, objeto o vivencia. Lleva consigo una intensa distraibilidad y falta de concentración. El grado más intenso de distraibilidad y la ausencia completa de atención se denomina aprosexia.



Estrechamiento de la atención: Definida como concentración sobre unas pocas cosas. Por ejemplo, en la fijación sobre alucinaciones, en el vivenciar delirante intenso, etc.



Oscilaciones de la atención y de la concentración: Se refiere a alteraciones en cuanto a la duración de la atención. Esta oscila con arreglo al interés, a la participación personal de un sujeto en un objeto, etc. Por ejemplo, un maníaco lleno de ocurrencias, ideas e impulsos tiene dificultad para fijar y mantener su atención sobre algo determinado (atención fluctuante, distraibilidad, debilidad de concentración).

Otro enfoque similar a éste es el ofrecido por Higueras, Jiménez y López, que en su Compendio de Psicopatología (1979) incluyen un capítulo sobre Psicopatología de la atención y de la conciencia. En él afirman que la atención estaría tan relacionada con la conciencia que no sería posible separarla de ella. Si la conciencia es la luz que ilumina la escena, la atención es el foco que hace resaltar unos objetos del resto. En su clasificación de las psicopatologías atencionales distinguen entre anormalidades cuantitativas y anormalidades cualitativas. Dentro de las cuantitativas estarían las siguientes: 

Elevación del umbral de la atención: Aquí la atención no se despierta si no es con estímulos intensos (en depresiones, estados de agitación, etc.).



Indiferencia: Considerable falta de atención para interesarse por los acontecimientos, siendo ineficaces los estímulos que despiertan interés en situaciones normales.



Inestabilidad de la atención (distraibilidad o hiperprosexia): La atención se halla dirigida superficialmente a los estímulos de cada momento, siendo difícil concentrarla y mantenerla en un objeto, lo que viene a llamarse también distraibilidad o hiperprosexia.



Fatigabilidad de la atención: Modificación causada por el efecto de mantener la atención, que se acompaña de escasos rendimientos y abundancia de errores.

Dentro de las alteraciones cualitativas se ubica la perplejidad. El sujeto no logra la síntesis del contenido de la atención, careciendo de la significación concreta de los fenómenos y sus relaciones efectivas, de suerte que no acierta a comprender sus actos y las circunstancias que le rodean.