Neurodidactica Septiembre 9-2019

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NEURODIDACTICA: UNA NUEVA FORMA DE HACER EDUCACIÓN

RESUMEN Las Neurociencias están aportando al cambio de paradigmas en muchas disciplinas y la educación no es la excepción. Mediante sus aportes se crea una nueva forma de ver la educación. Es a través de la Neurodidáctica, que analiza las competencias que el cerebro tiene, que se llega a la comprensión de la diversidad personal en el proceso del aprendizaje. Aunque todas las personas contamos con la misma estructura orgánica, no existen dos personas que piensen, decidan o actúen de la misma forma. Esta nueva comprensión de la diversidad basada en el conocimiento del funcionamiento cerebral, debe llevarnos a un cambio paradigmático en el campo educativo, que influirá en todos los aspectos de la educación, inclusive en los curriculares. El cambio fundamental dentro de la educación, es que el educador, asuma un nuevo rol y se prepare para accionar desde esta nueva postura. Desde el enfoque de la Neurodidáctica, el educadores un modificador cerebral, que puede cambiar con su práctica, la estructura, la química y la actividad eléctrica del cerebro. PALABRAS CLAVE Neurodidáctica, modificador cerebral

1. INTRODUCCIÓN Gracias a los avances de las neurociencias, alrededor del año 1990, se inicia una nueva forma de ver la educación, que se basa en el análisis de las competencias que el cerebro tiene. Cerebro y educación, "son como dos caras de la misma moneda", es decir que estos avances a nivel del conocimiento del cerebro, deben influir directamente en la forma de hacer educación. Esta nueva forma, explica cómo se produce el aprendizaje dentro del cerebro a través del estudio de las funciones cognitivas implicadas en todo proceso de aprendizaje. Las tecnologías de neuro-imagen, no solamente muestran la estructura del cerebro, su actividad eléctrica, y su composición química, además, muestran el cerebro en la plenitud de sus funciones. Hoy en día se puede observar cerebros, en plena actividad cognitiva, cerebros de personas que se encuentran escribiendo, leyendo, cantando o pensando. Sin embargo, aunque se estudia la similitud del cerebro humano, es necesario considerar la individualización de cada cerebro, aspecto que hace a la diversidad individual, a la cual debe responder la educación, atendiendo a las experiencias que cada persona ha tenido durante su desarrollo y que determinan sus características únicas e individuales. Todos estos avances, son válidos para explicar la organización y el funcionamiento cerebral, pero no ofrecen respuestas de intervención y es en este sentido que proponemos un enfoque neuropsicopedagógico de abordaje de la educación. Este enfoque es el que más se acerca a la atención a la diversidad relacionando las habilidades académicas del estudiante con el cerebro y su funcionamiento, con el objetivo de poder brindar respuestas desde la práctica educativa diaria en el aula. Este enfoque también promueve la inclusión y desarrollo de otras competencias académicas, como el arte, la música o la pintura, que desarrollan grandes áreas cerebrales. Este enfoque además orienta a implementar nuevas maneras de enseñar, que estarán basadas en las competencias cerebrales (neurodidáctica)

Mediante este enfoque, podemos entender la organización cerebral, es decir interpretar, qué ocurre a nivel cerebral, cuando un alumno no entiende, o cuando presenta lapsos breves de atención o cuando se distrae. Entenderemos también la diversidad en la organización cerebral de cada estudiante, así como comprenderemos la interacción que existe entre el hemisferio derecho y el hemisferio izquierdo, en cada una de nuestras acciones. Luego de este estudio lograremos comprender que en el aula pueden existir alumnos con diferentes maneras de respuestas debido a la organización funcional de su cerebro. Así como entenderemos a los alumnos, lógicos, simbólicos analíticos, a los que manejan procesos, y a los estudiantes que manejan la información de manera global, que no manejan el detalle, que no pueden corregir sus errores, que son más hábiles en la síntesis, y que presentan grandes dificultades en el análisis.

2. DESARROLLO En los últimos 20 años, las neurociencias han alcanzado gran importancia y su popularización, ha permitido su interrelación con otras ramas del saber, por ejemplo, la robótica, la computación, la psicología y la pedagogía. La corteza cerebral es modificada por la experiencia y la educación (Punset, 2009) La educación influencia en la organización del cerebro, la educación modifica la corteza cerebral, la educación desarrolla competencias en el cerebro. Una vez desarrolladas estas competencias, éstas son estables y afectan a casi todo lo que hacemos. Educar es modificar al cerebro. Para influenciar en el cerebro, la educación debe conocer las características y las competencias cerebrales. Es la Neurodidáctica, una disciplina nueva, la que aportará para promover cambios grandes y significativos, que podrían originar una verdadera revolución en el arte de enseñar. Neurodidáctica La Neurodidáctica es una rama de la pedagogía basada en las neurociencias, que otorga una nueva orientación a la educación. Es la unión de las ciencias cognitivas y las neurociencias con la educación, que tiene como objetivo diseñar estrategias didácticas y metodológicas más eficientes, que no solo aseguren un marco teórico y filosófico, sino que promuevan un mayor desarrollo cerebral, (mayor aprendizaje) en términos que los educadores puedan interpretar. Objetivo de la Neurodidáctica El objetivo de la Neurodidáctica es, otorgar respuestas a la diversidad del alumnado, desde la educación, desde el aula, es decir desde un sistema inclusivo, creando sinapsis, enriqueciendo el número de conexiones neurales, su calidad y capacidades funcionales, mediante interacciones, desde edades muy tempranas y durante toda la vida, que determinen el cableado neuronal y promuevan la mayor cantidad de interconexiones del cerebro Alcances y límites de la Neurodidáctica La neurodidáctica es una disciplina que promete grandes cambios, en todas las áreas de la educación, incluyendo las estrategias de enseñanza, las políticas de disciplina, las artes, la educación especial, el currículo, la tecnología, el bilingüismo, la música, los entornos de aprendizaje, la formación y perfeccionamiento del profesorado, la evaluación e incluso el cambio en la organización pedagógica y curricular. Sin embargo, la neurodidáctica tiene algunos límites, entre los cuales podemos citar que: debido al acceso a la tecnología de imágenes, los estudios se

han realizado, solamente con los estudiantes, y no en los profesores, por lo tanto los principios que aborda la neurodidáctica, para los educadores, son solamente inferencias. Considerar que la conformación cerebral, es influenciada solamente por la escolaridad, es otra limitación. Pues en la conformación cerebral, influyen otras dimensiones como el sistema social, la alimentación y nutrición y el tiempo histórico en que esta conformación se desarrolla. Otra limitación de la neurodidáctica es que ésta, como disciplina, no incluye a la familia dentro de sus estudios. En educación conocemos la influencia familiar en el estudiante, y en su proceso de aprendizaje. El Rol Del Educador: Modificador Cerebral El desarrollo del cerebro y el aprendizaje están intrínsecamente unidos, (Saavedra, Universidad de Chile, 2009). Toda experiencia de aprendizaje que es significativa en la vida de las personas, literalmente conduce hacia nuevas conexiones neuronales, y a la secreción de componentes químicos. Siendo el aprendizaje un proceso que modifica el cerebro, la función del educador es primordial, en esta nueva manera de abordarla educación. Considerando los avances de las neurociencias podemos afirmar que todo educador es modificador del cerebro, con posibilidades de cambiar la estructura, la composición química y la actividad eléctrica del cerebro. El educador, desde el enfoque de la Neurodidáctica se convierte en modificador de la estructura cerebral, de la composición química del cerebro y de la actividad eléctrica cerebral. La acción del educador puede modificar la estructura del cerebro creando sinapsis, mediante la enseñanza de contenidos novedosos, e interesantes. Las acciones del educador también pueden cambiar, la actividad eléctrica del cerebro por ejemplo, un debate en el aula la resolución de un problema, que promueven una actividad eléctrica de entre 12.5. Y 25 ciclos por segundo, o por el contrario, puede ocasionar cansancio o fatiga, mediante actividades repetitivas, que cambian la actividad eléctrica del cerebro a 7 ciclos por segundo, provocando somnolencia en los estudiantes. La química cerebral, también puede ser modificada desde la acción del educador pudiendo activar la liberación de componentes químicos en el cerebro. Por ejemplo: Una actitud de burla, amenaza o sarcasmo activa la liberación de cortisol y adrenalina, neurotransmisores relacionados con el stress; y una actitud positiva en un entorno de aprendizaje significativo, activa la liberación de serotonina, dopamina y endorfinas, neurotransmisores encargados de los estados afectivos positivos. De la misma forma una estrategia didáctica de aula, con competencias por un tiempo determinado puede activar la producción de noradrenalina que es "el acelerador" pero períodos largos de trabajos de aula con competencia pueden elevar los niveles de noradrenalina y generar conductas violentas y agresivas en el aula. Si el educador tiene conocimiento de la química del cerebro, inmediatamente, puede cambiar de estrategia y promover una actividad de aprendizaje significativo que activa la producción de serotonina que actúa como freno, o inhibidor de la conducta agresiva y violenta. Los avances de las neurociencias, constantemente van aportando conocimientos en relación al aprendizaje, que deben utilizarse para mejorar la educación, en sus diferentes componentes. A través de estos conocimientos, todo educador, revaloriza su rol y además se compromete a actualizarse en el área de la neurociencias, consciente de los cambios que su práctica educativa genera a nivel cerebral

5 propuestas de la neurociencia para mejorar tus clases 15 DICIEMBRE 2016 En los últimos tiempos ha habido un enorme desarrollo de las tecnologías de visualización cerebral que nos están permitiendo mejorar el conocimiento del cerebro para optimizar el aprendizaje. Y sumar este conocimiento de las neurociencias a los conocimientos pedagógicos, psicológicos, etc. ya existentes para seguir mejorando la educación. En el aprendizaje desde la neuroeducación destacamos tres factores directamente relacionados que resultan imprescindibles: la emoción, la atención y la memoria. Emoción A diferencia de lo que se creía antaño, las investigaciones en neurociencia revelan que no podemos separar lo cognitivo de lo emocional. Así, por ejemplo, en experimentos que han utilizado neuroimágenes, se ha comprobado que somos capaces de recordar mejor en contextos emocionales positivos. En estas situaciones se activa el hipocampo, una región imprescindible en los procesos de memoria y aprendizaje (Erk et al., 2003). Y ello sugiere la importancia de generar climas emocionales positivos en los entornos educativos en los que se asume con naturalidad el error, se coopera, se participa activamente en el proceso de aprendizaje y en donde las expectativas -tanto de profesores como de alumnos- son siempre positivas. Fortalecer el vínculo entre toda la comunidad educativa debería ser una auténtica prioridad. Porque, desde el nacimiento, estamos programados para aprender a través de la interacción social. Los bebés, al poco de nacer, ya son capaces de imitar determinados gestos de los padres. Y también disponemos de un sistema de recompensa cerebral asociado al neurotransmisor dopamina que nos facilita aprender a través de todo aquello que nos produce placer. Este sistema que nos permite estar motivados de forma intrínseca y que está directamente vinculado con regiones del cerebro imprescindibles para el aprendizaje, se activa mucho cuando algo nos suscita la curiosidad, cuando cooperamos o cuando jugamos. En el caso concreto del juego, se ha visto que el reto asociado al mismo y el feedback suministrado al jugar son dos elementos esenciales que garantizan una mayor atención hacia los sucesos externos y, en definitiva, un mayor aprendizaje (Howard-Jones et al., 2016). Complementando las investigaciones que utilizan neuroimágenes, los estudios longitudinales demuestran que la implementación de programas de educación social y emocional en cualquier etapa educativa permite a los alumnos adquirir competencias emocionales imprescindibles para su buen desarrollo personal. Pero, además, tienen una incidencia positiva en su rendimiento académico (Durlak et al., 2011). Es decir, cognición y emoción forman un binomio indisoluble.

Atención Las emociones son imprescindibles para facilitar la atención. Pero la atención constituye un constructo más complicado de lo que se creía. Se han identificado redes atencionales (de alerta, orientativa y ejecutiva) que activan regiones concretas del cerebro en las que intervienen neurotransmisores específicos. En concreto, resulta especialmente relevante en educación la atención ejecutiva, aquella que nos permite estar concentrados

durante una tarea inhibiendo estímulos que consideramos irrelevantes. Las investigaciones en neurociencia han demostrado que esta importante atención ejecutiva puede mejorarse con programas específicos de entrenamiento cognitivo. Pero también a través del ejercicio físico y del mindfulness (Posner et al., 2015). Durante el ejercicio físico se libera BDNF, una molécula que interviene en procesos neuronales básicos para el aprendizaje, como la plasticidad sináptica o la neurogénesis. Y el mindfulness, especialmente cuando se integra en los programas de educación emocional y social, constituye una estupenda forma de entrenamiento mental que mejora la atención ejecutiva y que ayuda a combatir el tan temido estrés crónico. La atención constituye un recurso limitado y, como consecuencia de ello, no podemos mantenerla de forma focalizada durante periodos de tiempo prolongados. Ello sugiere la necesidad de realizar parones durante la jornada escolar, o incluso laboral, para mejorar la eficiencia cognitiva. En experimentos con niños de edades entre 9 y 11 años, se ha visto que un simple parón de 4 minutos para que puedan moverse y realizar unos ejercicios de cierta intensidad es suficiente para mejorar su concentración durante las tareas posteriores (Ma et al., 2015). Y en el caso de los niños y adolescentes con TDAH, se ha comprobado que los programas de artes marciales -como los de taekwondo- inciden de forma muy positiva sobre su autorregulación (Lakes y Hoyt, 2004). Memoria La memoria y el aprendizaje son dos caras de la misma moneda. No podemos aprender sin memoria ya que consolidamos la información adquirida para recuperarla cuando es necesario. Aunque existen distintos tipos de memoria que activan regiones cerebrales concretas que debemos conocer para aplicar las estrategias educativas adecuadas. Sabemos que somos capaces de recordar mejor situaciones asociadas a un alto impacto emocional, lo cual tienen un alto valor adaptativo. Pero ¿qué ocurre en situaciones más normales o no tan emotivas? En ese caso, hacemos uso de distintos tipos de memoria. Por un lado, disponemos de una memoria implícita asociada a los hábitos cognitivos y motores, inconsciente y que no podemos verbalizar, en la que intervienen regiones subcorticales del cerebro. A través de la práctica y de la repetición es como aprendemos a escribir, a tocar un instrumento musical o las operaciones aritméticas básicas. Por otra parte, disponemos de una memoria explícita que origina recuerdos conscientes sobre nuestro conocimiento del mundo y experiencias personales en la que intervienen otras regiones cerebrales: los recuerdos conscientes a corto plazo se almacenan en la corteza prefrontal y el hipocampo permite convertirlos en recuerdos duraderos que se irán almacenando en las distintas regiones corticales. Este tipo de memorias son más flexibles y necesitan un enfoque más asociativo en el que la reflexión, la comparación y el análisis adquieren un gran protagonismo. Los estudios demuestran que una buena consolidación de la información requiere el sueño, una auténtica necesidad cerebral en la que se da una especie de regeneración neuronal que facilita la consolidación de lo estudiado durante la vigilia (Tononi y Cirelli, 2014). También se ha comprobado que el sueño facilita la aparición de ideas creativas. Y nada mejor para desarrollar un pensamiento creativo, analítico y crítico que el que desarrolla la educación artística. Competencias del neuroeducador/a Afortunadamente, el puente entre la neurociencia y la educación es cada vez más cercano. Pero para que la información se transmita de forma adecuada y no caigamos en neuromitos o falsas verdades, necesitamos personas que sean capaces de transferir la información entre estas dos disciplinas tan dispares que utilizan lenguajes distintos. Y ahí es donde aparece la figura de lo que llamamos neuroeducador, una persona capaz de enseñar

basándose en los conocimientos reales que disponemos sobre el funcionamiento de nuestro cerebro. Un cerebro muy plástico que nos permite aprender durante toda la vida y que es único y singular, lo cual abre las puertas de una educación más justa e inclusiva. Todos podemos ser neuroeducadores en nuestras aulas. Y entre las múltiples aportaciones de la neurociencia que nos pueden ayudar a mejorar las clases, señalamos estas cinco propuestas de Francisco Mora (2013): 1. Empieza con algo provocador. Una frase, una imagen o una reflexión que no les deje indiferentes. 2. Conecta con la vida de tus alumnos. Presenta problemas que les afecten y hazlo de forma que lo vean interesante. 3. Haz que quieran y puedan hablar. Crea un clima en el que no exista el miedo a expresarse y deja espacio para que construyan sus argumentos. 4. Introduce incongruencias. El mundo está lleno de ellas. Usa la contradicción, novedad, sorpresa, desconcierto o incertidumbre. 5. Evita la ansiedad. Reduce la presión y no pongas en evidencia a tus alumnos. Nadie aprende así. La neuroeducación no es una moda pasajera, es una realidad que ha venido para quedarse. Conocer cómo funciona nuestro cerebro, puedes permitir mejorar la educación y nos hace personas más íntegras y felices. La fusión de la neurociencia, la educación y la psicología dio paso a la neurodidáctica. Su objetivo es la aplicación de metodologías de enseñanza basadas en el funcionamiento cerebral. Qué es, para qué sirve y cómo aplicarla son aspectos básicos que conviene conocer. ¿Qué es la neurodidáctica? La neurodidáctica, neurociencia o neuroeducación define estrategias con base en cómo el cerebro aprende y qué estimula su desarrollo en el ámbito escolar. La meta de esta disciplina es sacarle el mejor provecho al funcionamiento cerebral en el momento de adquirir nuevos conocimientos. La emoción, la curiosidad y la atención serán las bases del proceso, a través de las aulas inclusivas. También interviene la ludificación —que proviene del inglés gamification—, que consiste en el uso de juegos en el aula. Se prioriza un modelo basado en el respeto y en el esfuerzo dentro del salón de clases. Cuando un educador entiende cómo el cerebro aprende, procesa y almacena la información, puede adaptar su estilo de enseñanza. En simultáneo, podrá estructurar sus clases, palabras, actitudes y emociones. Así, logrará influir en el desarrollo cerebral de sus alumnos y en la manera en la que aprenden.

La neurodidáctica es una nueva forma de enseñar que fusiona la educación y la neurología. Asimismo, otorga a la psicología educativa un papel fundamental en el desarrollo de los infantes. A los maestros se les recomienda buscar estrategias que optimicen el funcionamiento de las neuronas del alumno. Algunas de estas estrategias consisten en aprovecharse de las percepciones sensoriales, trabajar la memoria y captar los estímulos y la atención de los estudiantes. Las claves de la neurodidáctica La capacidad de adaptación del cerebro, definida como plasticidad cerebral, es un hecho de gran relevancia para la neurodidáctica. Además, se sabe que, con la estimulación adecuada, el cerebro puede crear permanentemente nuevas neuronas y conexiones entre ellas.

Por otra parte, las neuronas espejo son vitales para las estrategias neuroeducativas. Se trata de células que se activan cuando vemos a alguien hacer algo o cuando lo hacemos nosotros mismos. También lo hacen estimuladas por las emociones; se les atribuye una importancia central en el aprendizaje del lenguaje y en la empatía.

Además de esto, ya es un hecho comprobado la vinculación entre las emociones y el aprendizaje. Si los niños aprenden a tomar el control de sus emociones y conductas negativas, será más fácil enseñarles. Es indispensable, además, un ambiente libre de estrés y ansiedad. Aprendizaje significativo El aprendizaje significativo es la definición de ese proceso que involucra las emociones. Es de mejor calidad y más duradero. Cuando el docente logra que el alumno comprenda para qué le sirve lo aprendido, tendrá éxito. Una forma es aplicar sus conocimientos al mundo real, mediante experimentos, analogías o actividades artísticas. El razonamiento y la memoria Más allá de los elementos citados previamente, el entrenamiento mediante el razonamiento, la mejora y consolidación de la memoria y los tratamientos de los problemas de aprendizaje son protagonistas de la neurodidáctica en el aula. Estas capacidades logran también determinar las causas neurológicas vinculadas a los fracasos escolares. «Algunas de las estrategias de la neurodidáctica consisten en aprovecharse de las percepciones sensoriales, trabajar la memoria y captar los estímulos y la atención de los estudiantes» ¿Cómo aplicar la neurodidáctica en el aula? Para lograr que los alumnos reciban conocimientos, los manipulen y participen en sus procesos de enseñanza, hay que tomar en cuenta varias herramientas. Lo primero es crear un ambiente positivo en clase, pero también podemos considerar las siguientes cuestiones:    

La cercanía y la empatía del docente con los alumnos marcará la diferencia. Si se logra contagiar de positivismo a los estudiantes, tendrá buena parte del camino andado. En las aulas no debe haber estrés en exceso, pues perjudica el rendimiento. En niveles bajos, el estrés estimula y motiva al estudiante, que también podrá ser capaz de manejarlo. Las emociones y la memoria están ligadas. Si se logra crear conexiones emocionales con los temas a explicar, se facilitará el aprendizaje. El uso de videos, imágenes, música o actividades vinculadas con sus experiencias es una herramienta de la neurodidáctica. Con esto, se estimulan los sentidos y se aprende de manera integral. Los padres y la neurodidáctica En casa, los padres pueden reforzar ese aprendizaje. En primer lugar, ellos pueden mantener alta la autoestima del niño, lo que favorecerá el trabajo en el aula. Asimismo, la creatividad es importante; la meta es fomentarla dentro del hogar. Si los padres ayudan a aplicar los conocimientos adquiridos, contribuirán decididamente con el proceso de aprendizaje. También deben vigilar que el niño descanse de manera correcta para incrementar su rendimiento en

clases. Nueve horas de sueño tranquilo y reparador son indispensables. Fomentar la actividad física para activar y oxigenar el cerebro es vital también. En definitiva, la neurodidáctica es una disciplina vinculada con el proceso de enseñanza muy efectiva. Sacarle provecho al funcionamiento cerebral es una estrategia que está dando excelentes resultados. Neuroeducación en las aulas Fernando Clementin · 24 marzo, 2018 El cerebro es tan maravilloso que no para de asombrarnos. Recientemente, se ha instalado con fuerza la neuroeducación, que plantea involucrar sus diferentes áreas para lograr un aprendizaje más efectivo, con mayor concentración y más duradero para el alumno. Los avances en cuanto al estudio del funcionamiento del cerebro han permitido desarrollar nuevas teorías en muchos ámbitos. Uno de ellos es la educación: la neuroeducación en las aulas gana cada vez más terreno. ¿De qué se trata? La neuroeducación o neurodidáctica es, básicamente, una perspectiva que plantea la inclusión de nuevas estrategias e incluso tecnologías educativas basadas en el funcionamiento del cerebro. Con el fin de lograr una educación superadora, en cuanto a contenido y procedimientos, intervienen en ella la neurociencia, la psicología y la ciencia cognitiva, entre otras especialidades. En otras palabras, se trata de una combinación de los estudios sobre la manera en la que el cerebro aprende, las conductas y las funciones de la mente humana y los procesos de aprendizaje. ¿Por qué es útil la neuroeducación en las aulas?

El aprendizaje es uno de los procesos más complejos que lleva a cabo el cerebro. El motivo es que no se ejecuta en un área en particular, sino que se basa en la conectividad de las neuronas; pueden ser nuevas o reacomodamientos de otras ya existentes. A esto, la neurociencia lo llamó plasticidad cerebral. Los expertos en neurociencia plantean que la educación debe ser capaz de involucrar la mayor cantidad de áreas posibles para hacer el aprendizaje más efectivo. Será necesario ejercitar, entonces: 

El raciocinio.



Las emociones.



La toma de decisiones.



La memoria a corto y largo plazo. David Bueno, investigador de genética y especialista en neurociencia de la Universidad de Barcelona, afirma que esto es de suma importancia durante la adolescencia. Es porque en esta etapa se crean más conexiones cerebrales nuevas.

Asimismo, como el estrés atenta contra estas funciones, la presión académica creciente afectará el rendimiento del estudiante y desestabilizará este mecanismo.

En su búsqueda por determinar una manera ideal de presentar el aprendizaje, la neurociencia ha logrado interesantes descubrimientos. Uno de ellos, por ejemplo, es que la parte ejecutiva —la que toma decisiones, nos hace concentrar y permite memorizar— está ligada al funcionamiento de otra parte del cerebro llamada amígdala. Esta última tiene que ver con las emociones. ¿Cómo se relacionan? Fácil: como la amígdala controla las emociones, es capaz de potenciar esta función ejecutiva. Cuando algo nos gusta, somos capaces de concentrarnos mucho más y lo recordamos mejor.

Otros planteos de la neuroeducación en la educación 1. La experiencia enseña más que la palabra Al igual que otros métodos de enseñanza, la neuroeducación sugiere que los estudiantes se benefician más de las actividades prácticas que de las teóricas. Cualquier actividad que implique relacionarse con la realidad práctica, sea dentro o fuera del aula, colaborará a mejorar el aprendizaje. 2. Las neuronas espejo son fundamentales Este tipo de neuronas son las que nos permiten imitar acciones y así aprender. Las usamos prácticamente cada vez que aprendemos algo. Lo hicimos cuando empezamos a caminar y también puedes haberlo hecho hoy mismo, al copiar un paso de baile que viste en un video. Los expertos en neurociencia plantean que la educación debe ser capaz de involucrar la mayor cantidad de áreas posibles para hacer el aprendizaje más efectivo. Las neuronas espejo permiten educar a través del ejemplo, así como también habilitan la empatía para con los demás. Como ser social, el ser humano se ve beneficiado por la educación colectiva y en colaboración. Se ratifica, asimismo, lo que comentamos en el punto 1: se puede extraer mucho más de aquello que vemos y presenciamos que de la lectura de un libro.

Durante muchos años, este aspecto de las capacidades ha sido dejado de lado poner el foco sobre las habilidades lógicas. No obstante, el uso de la neuroeducación en las aulas supone apelar a estas actividades para despertar el interés, la pasión y la motivación. Por ello, los especialistas desaconsejan el hecho de que el alumno permanezca sentado en el aula durante horas.

Por el contrario, la realización de actividades que despierten su interés —preferiblemente al aire libre— oxigena su cerebro y favorece el establecimiento de nuevas conexiones neuronales. Esto se hace mediante una hormona llamada irsina, que va desde los músculos hasta el cerebro. Ejercicios de neuroeducación en las aulas Ahora bien, ¿cómo es posible aplicar todo lo anterior en un salón repleto de pequeños? Existen muchas actividades; la mayoría de ellas se centran en el ‘aprender haciendo’ como método motivador y acelerador de la plasticidad neuronal. Los ejercicios de neuroeducación en las aulas buscan despertar diferentes áreas del cerebro y ponerlas a funcionar. Esto se logra despertando la curiosidad del niño o joven, planteando cuestiones que le interesan y sacarlo del ámbito de la ‘obligación’, que le resulta totalmente desmotivador. Estos ejercicios, además, se programa en periodos de tiempo dependientes de la edad del alumno. De esta manera, el docente se asegura que obtendrá el máximo de atención y motivación por su parte. También es necesario considerar lo que le gusta a cada uno, por lo que variar la temática (cocina, narración de historias, matemáticas, actividades físicas) es necesario. La neuroeducación en las aulas impulsa varios cambios con respecto a la metodología usada actualmente. Sus beneficios están a la vista: poner en funcionamientos las distintas áreas del cerebro involucrando las emociones y la imitación puede marcar la diferencia a favor del aprendizaje.

El aprendizaje por proyectos El aprendizaje por proyectos coloca al propio alumno en el centro del proceso de enseñanza. Mediante la concreción de iniciativas propias, se fomenta la incorporación de conocimientos junto con la independencia, el trabajo en equipo y la integración de contenidos.

Anteriormente, en Nueces y Neuronas ya hablamos sobre el concepto de neurodidáctica, así como de algunas aportaciones de la neurodidáctica al aula. En esta entrada queremos ofreceros 7 pasos que según esta ciencia multidisciplinar nos ayudarán a mantener la motivación de nuestros alumnos durante las clases. PRIMER PASO. Generar emoción. Cualquier niño es capaz de mostrar la motivación necesaria para realizar aquello que les despierta el interés; no obstante, los docentes nos encontramos muchas veces que en clase suele costarles. Los estudios realizados en nuerodidáctica nos dicen que el primer paso que debemos dar es estimular la amígdala de los alumnos. La amígdala forma parte del sistema límbico, y su papel principal es el procesamiento y almacenamiento de reacciones emocionales.

Para ello podemos presentarles al inicio de las unidades o sesiones, recursos como un tráiler, un debate, una pregunta, una imagen… algo que suscite la sorpresa o emoción en nuestros alumnos. Es importante que sepamos que cuando el estímulo presentado capta la atención del alumno o suponen un reto, el cerebro consigue prolongar su rendimiento, y además se activan diferentes regiones del cerebro directamente relacionadas con la motivación. SEGUNDO PASO. Despertar el interés. Para que los alumnos puedan mantener su motivación deben darse dos factores: por un lado es necesario que entiendan la tarea; por otro lado que encuentren el significado de lo que están haciendo. Para ello debemos asegurarnos de que la tarea conecta con sus conocimientos previos, y además ha sido perfectamente comprendida. También nos aseguraremos de que para ellos el fin de realizarla tiene un sentido. TERCER PASO. Proponer un reto. A nuestro cerebro le apasionan los retos. Las tareas rutinarias le aburren y disipan nuestro interés y motivación. Por este motivo debemos plantearle pequeños retos que despierten nuestra atención e implicación. Es esencial que el reto entrañe cierta dificultad, pero que no diste demasiado de sus conocimientos, ya que se frustrarían con facilidad y no se verían motivados. Una posible estrategia podría ser lanzar preguntas abiertas del tipo ¿Pesan las cosas que flotan en el agua? ¿Pueden hablar los animales? ¿Pensáis que podría haber vida en un planeta sin atmósfera? De este modo el cerebro comenzará a lanza hipótesis y reformula causas para resolver ese problema. También podemos plantear un reto que será el objetivo final a conseguir en esa unidad. Pero a la vez le iremos planteando retos más pequeños para que puedan apreciar su avance y puedan mantener su motivación. Por ejemplo el reto final de la unidad podría ser que fuesen capaces de realizar una clasificación de los animales entre todos los subgrupos de vertebrados o invertebrados. Pero en un inicio plantearemos otros más asequibles, y conforme avancemos iremos aumentando la dificultad. Ejemplo: Objetivo 1: Clasificar entre vertebrados e invertebrados. Objetivo 2: Diferenciar entre reptiles y anfibios. Objetivo 3: Clasificar animales vertebrados entre peces, aves, mamíferos, reptiles y anfibios. Objetivo 4: Clasificar animales invertebrados entre moluscos, gusanos y medusas. Objetivo 5: Identificar artrópodos. Objetivo 6: Clasificar artrópodos en crustáceos, arácnidos, miriápodos e insectos. Objetivo final: clasificación de los animales entre todos los subgrupos de vertebrados o invertebrados. CUATRO PASO. Propiciar la participación. En las clases magistrales, los alumnos no solo aprenden menos sino que también aprenden peor. Esto ocurre porque las conexiones neuronales que se establecen mediante este proceso, tienen menos consistencia que cuando aprenden de una forma activa. Se considera que un aprendizaje adquirido en una clase magistral y que nos parece poco relevante, tiende a perderse entre 48 y 72 horas. Por otro lado, cuando el alumno se involucra de forma activa en la tarea o el proceso realizado, estos aprendizajes suelen afianzarse con mayor facilidad, y además potenciaremos su creatividad y perseverancia.

El alumno debe ser el centro del aprendizaje. La profesora Joan Freeman, en el año 2014 hizo un metaanálisis de 225 casos, y pudo comprobar que alumnos que estaban participando en metodologías activas, aprendían mucho más y mejor, e inferían esos contenidos que aprendían con otros diferentes. QUINTO PASO. De corto a largo plazo. Para conseguir que nuestros alumnos sean persistentes deben ir sintiendo que van integrando los contenidos que trabajan. El cerebro aprende a través de asociaciones. La información novedosa entra en nuestro cerebro y éste la vincula con la información que reside en el hipocampo. Eso puede consolidar las memorias. Los profesores deberíamos reforzar a los alumnos no por sus capacidades, sino por el esfuerzo que emplean, su implicación y su progreso. Para llevar a cabo este paso ya introduciremos metodologías más convencionales y mecánicas como la lectura o la profundización de contenidos. SEXTO PASO. El feedback. Para que la motivación siga vigente debemos utilizar la evaluación como un método de feedback (retroalimentación). Éste debe ser conciso, con la información muy clara y muchas veces inmediato. Esto es muy importante para la metacognición, que es el proceso de autorregulación del aprendizaje. Ésta nos permite ser conscientes de la manera en que aprendemos, manejando los conocimientos adquiridos y sabiendo qué nos falta por aprender. Un alumno es metacognitivo cuando regula su propio aprendizaje mediante la planificación de estrategias. Es importante generar estrategias de autoevaluación entre compañeros. Así todos se pueden evaluar durante todo el proceso. SÉPTIMO PASO. El sentido. Nuestro cerebro aprende a través de la imitación y la interacción con los demás. Aquí entran en juego las neuronas espejo, las cuales se alojan en el córtex prefrontal, muy importantes para la empatía y de la intencionalidad de las acciones. Con sujetos estudiados en laboratorio se ha podido comprobar a través de resonancias magnéticofuncionales que cuando están en tareas de cooperación, hay una activación de los circuitos de recompensa. Esto conecta nuestro cerebro emocional con el funcional. El permitirle a nuestro alumno trabajar en grupo y realizar aportaciones, le hará sentirse útil y será más fácil que encuentre un sentido a las tareas y procesos que deberá realizar. A continuación os dejamos un vídeo en el cual el neuropsicólogo infantil José Ramón Gamo profundiza en el concepto de neurodidáctica.

¿Qué se debe tener en cuenta para aplicar la neuroeducación en el proceso de aprendizaje? 

Analizar qué estrategias podemos llevar a cabo en el aula para optimizar la funcionalidad neuronal de nuestros alumnos.



Identificar varios preceptos que se basan en los mecanismos por los cuales el cerebro aprende: las percepciones sensoriales.



Captar los estímulos de nuestros alumnos, lograr que estén motivados hacia el aprendizaje, captar su atención y trabajar las memorias más significativas.



Si hay resonancias a través de las cuales podemos ver y entender cómo aprende nuestro cerebro, ¿por qué no usar esas mismas estrategias para aprender dentro del aula? Conocidos los beneficios, el centro educativo que quiera aplicar nociones de neurodidáctica en sus procesos de aprendizaje debe ser formado y contar con un acompañamiento serio en su aplicación por parte de equipos profesionales. Como referencias en España sobre neurodidáctica, cabe mencionar los estudios de Francisco Mora (Neuroeducación: lo que nos enseña el cerebro; Cuando el cerebro juega con las ideas), de Anna Forés (Descubrir la neurodidáctica) y las investigaciones de Clara Megías y María Acaso sobre el Art Thinking

La neuroeducación es una disciplina que estudia el papel que juega el cerebro en el proceso de enseñanza y aprendizaje de los estudiantes. En este sentido, las principales áreas sobre las cuales se asienta son dos: de un lado, las ciencias de la educación y, de otro, la neurociencia, que permite estudiar los fenómenos educativos desde varios enfoques. Conocimiento y emoción La principal conclusión de los científicos es que el cerebro asimila mejor los conocimientos si existe sorpresa, curiosidad e implicación emocional: “El cerebro sólo aprende si hay emoción”, afirma Francisco Mora, doctor en Neurociencia y catedrático de Fisiología Humana. Mora, que en su trayectoria se ha centrado sobre todo en cómo funciona el cerebro, cómo aprendemos y la influencia que tienen las emociones en este proceso, recuerda cómo la curiosidad lleva al ser humano a una búsqueda del conocimiento que no sólo es general sino que también se produce en otros contextos como “el colegio, las universidades o en la investigación científica”.

La escritora y psicóloga Begoña Ibarrola afirma que “educar en las emociones es clave para favorecer el aprendizaje” y que, por tanto, los docentes necesitan comprender que “su función como educadores va mucho más allá que la de meros transmisores de información o conocimientos”. En este sentido, Anna Forés, profesora en la Facultad de Educación de la Universitat de Barcelona, hace hincapié en la necesidad de fomentar la ilusión y las ganas de ir al colegio de los alumnos a los que hay que proponer retos y aventuras de aprendizaje que resulten completamente nuevos para ellos. “Si realmente sabemos cómo aprendemos, podremos mejorar nuestra función y servir de ayuda para ser más efectivos y eficientes”. Neuroeducación en las aulas ¿A qué edad se aconseja que la neuroeducación sea llevada a las aulas? Forés es contundente: “Cuanto antes mejor. La neurociencia ratifica la importancia de los primeros años de nuestra vida y esto implica una buena

formación por parte de los maestros de los más pequeños, además de una más alta consideración por su labor educativa”. Para esta especialista, la neuroeducación es un “conocimiento de fondo que nos ayuda a pensar, repensar y tener una actitud crítica sobre la manera de enseñar y aprender de los alumnos”.

La aplicación de la neurociencia en el ámbito de la enseñanza puede realizarse de distintas formas, pero siempre atendiendo a la diversidad y a la singularidad de cada estudiante para trabajar con toda la riqueza que permita el aula. Forés lo explica de esta manera: “Cada cerebro es único y si un alumno sabe cómo aprende las investigaciones afirman que mejorará su rendimiento. Por eso, si las clases están diseñadas desde los principios de la neuroeducación, también mejorará su aprendizaje”.

Más allá de las aulas Los centros escolares tienen, por otro lado, la posibilidad de que la neuroeducación se pueda aplicar en las visitas culturales que los estudiantes realizan gracias a propuestas como la ofrecida por la página web de Aprendeaver. Su metodología potencia no sólo el aprendizaje sino también el entretenimiento, despertando la pasión y la emoción por aprender. Para ello, se les plantea a los chavales unas series de preguntas y retos que deberán deducir a partir de unos cuadernos especiales que se les entregan o la información que dé el guía.

A la hora de valorar la llegada de la neuroeducación a la enseñanza hay que pensar de manera detenida tanto en el cómo como en el por qué, al igual que ya sucediese con la introducción de los primeros portátiles o pizarras digitales. ¿La razón? “Tenemos muchas experiencias previas que nos demuestran que sólo por introducir un elemento en la educación ésta no va mejorar unilateralmente si no la acompañamos de buenas estrategias. Hay que tener claras las intenciones educativas y los recursos de acompañamiento al profesorado”, concluye Forés.

Además de esto, ya es un hecho comprobado la vinculación entre las emociones y el aprendizaje. Si los niños aprenden a tomar el control de sus emociones y conductas negativas, será más fácil enseñarles. Es indispensable, además, un ambiente libre de estrés y ansiedad. Aprendizaje significativo El aprendizaje significativo es la definición de ese proceso que involucra las emociones. Es de mejor calidad y más duradero. Cuando el docente logra que el alumno comprenda para qué le sirve lo aprendido, tendrá éxito. Una forma es aplicar sus conocimientos al mundo real, mediante experimentos, analogías o actividades artísticas. El razonamiento y la memoria

Más allá de los elementos citados previamente, el entrenamiento mediante el razonamiento, la mejora y consolidación de la memoria y los tratamientos de los problemas de aprendizaje son protagonistas de la neurodidáctica en el aula. Estas capacidades logran también determinar las causas neurológicas vinculadas a los fracasos escolares. «Algunas de las estrategias de la neurodidáctica consisten en aprovecharse de las percepciones sensoriales, trabajar la memoria y captar los estímulos y la atención de los estudiantes» ¿Cómo aplicar la neurodidáctica en el aula? Para lograr que los alumnos reciban conocimientos, los manipulen y participen en sus procesos de enseñanza, hay que tomar en cuenta varias herramientas. Lo primero es crear un ambiente positivo en clase, pero también podemos considerar las siguientes cuestiones:    

La cercanía y la empatía del docente con los alumnos marcará la diferencia. Si se logra contagiar de positivismo a los estudiantes, tendrá buena parte del camino andado. En las aulas no debe haber estrés en exceso, pues perjudica el rendimiento. En niveles bajos, el estrés estimula y motiva al estudiante, que también podrá ser capaz de manejarlo. Las emociones y la memoria están ligadas. Si se logra crear conexiones emocionales con los temas a explicar, se facilitará el aprendizaje. El uso de videos, imágenes, música o actividades vinculadas con sus experiencias es una herramienta de la neurodidáctica. Con esto, se estimulan los sentidos y se aprende de manera integral. Los padres y la neurodidáctica En casa, los padres pueden reforzar ese aprendizaje. En primer lugar, ellos pueden mantener alta la autoestima del niño, lo que favorecerá el trabajo en el aula. Asimismo, la creatividad es importante; la meta es fomentarla dentro del hogar. Si los padres ayudan a aplicar los conocimientos adquiridos, contribuirán decididamente con el proceso de aprendizaje. También deben vigilar que el niño descanse de manera correcta para incrementar su rendimiento en clases. Nueve horas de sueño tranquilo y reparador son indispensables. Fomentar la actividad física para activar y oxigenar el cerebro es vital también. En definitiva, la neurodidáctica es una disciplina vinculada con el proceso de enseñanza muy efectiva. Sacarle provecho al funcionamiento cerebral es una estrategia que está dando excelentes resultados.