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EVALUADOR PAR 2018

Ya hemos revisado las preguntas de la Evaluación Par del año pasado en un texto anterior. Ahora corresponde estudiar al detalle las nuevas preguntas que nos trae esta edición 2018 de la Evaluación Docente. Las primeras 2 son nuevas, basadas respectivamente en los Dominios y Descriptores B.2 y C.2 del MBE. La tercera pregunta, acerca de la inclusión y el decreto 83, es la misma que el año pasado. Comencemos:

1. ¿Qué hace cuando a algunos de sus estudiantes no les interesa algún contenido de su asignatura? Piense en una situación específica.

Bueno, a decir verdad, un verdadero profesor MBE tiene clarísimo, sabe y asume hidalga y perfectamente, que a nadie en toda la sala le interesa un pinche comino lo que está hablando. Tal como dijera Jesús, “los médicos son para los enfermos” y un niño que tenga abiertas sus ventanas al aprendizaje gracias a una correcta estimulación temprana y una emocionalidad y alimentación saludables, va a aprender dónde sea y cómo sea, pues la verdad es que este tipo de niños no nos necesitan para seguir completándose como personas. Al menos no al nivel en que lo podemos asistir en nuestro sistema escolar, dado que tenemos que hacerlo también con otros 44 estudiantes por curso. Si fuera estudiante único, sería el estudiante y la clase perfectas.

Esta es una pregunta capciosa que está mirando el concepto de “educación de calidad” mientras se formula. Resulta que, a estas alturas, ya para nadie es novedad que los liceos y colegios de “excelencia” no son excelentes por sus procedimientos y metodologías, ni mucho menos por sus planes y programas originales, innovadores y vanguardistas, sino por el simple y evidente hecho de que seleccionan y discriminan el tipo de estudiantes que pueden ingresar y cuáles no. El “Marco para la buena Dirección y liderazgo escolar” asegura que es el cambio de prácticas y formas de gestión aquello que marca la diferencia en las comunidades de aprendizaje, sin embargo, las conclusiones de tal documento están basadas en experiencias extranjeras que en nada se asimilan a la realidad que tenemos aquí en Chile. De hecho, de las 38 fuentes citadas para la construcción del documento, sólo 5 son chilenas y son estudios diagnósticos sobre nuestra situación (Weinstein, Volante, Muñoz y Marfán). Sólo UNO contiene propuestas (“Formación y entrenamiento de los directores escolares en Chile”), más un estudio del CIDE de la UAH sobre estándares de dirección.

Existen en Chile varios liceos y colegios que han pasado de puntajes SIMCE y PSU mediocres a sobresalientes, sin embargo, son casos excepcionales que no sirven de ejemplo para cualquier otro establecimiento, sino solo para aquellos con quienes compartan características en común. Otros, los “emblemáticos” o similares, esos que cuentan con sendos laboratorios de ciencias y computación bien equipados, instalaciones, bibliotecas de lujo, orquestas sinfónicas, etc, son fruto de inyecciones de dinero tal por parte de las municipalidades, que, si intentáramos replicar el formato para todo el país, quedaríamos en bancarrota sin haber cubierto ni siquiera una décima parte del total de establecimientos.

O sea, la forma en que por ley entendemos y organizamos nuestras escuelas está basada en experiencias de país que de ninguna forma responden a nuestra realidad nacional. Para qué hablar acerca del currículum, ese que hace 30 años denunciaban ya Los Prisioneros como esos “12 juegos” que de no ser entendidos o de no interesarnos desde la infancia temprana, nos dejaría de por vida pateando piedras. Nuestra realidad en cambio, dice que nuestro país es culturalmente tan diverso, geográfica y económicamente tan dividido y segregado, políticamente tan polarizado, que cualquier intento por uniformar la educación desde la “forma” está completamente destinado al fracaso. País con características únicas en el mundo, por tanto, imposible de homologar a otro con su respectivo sistema escolar. Nuestros ejemplos de vida, los países de los estudios según los cuales basamos nuestra forma de enseñar, dirigir y estructurar nuestras escuelas son Canadá, Escocia, Inglaterra, Australia, Nueva Zelandia, EEUU y Perú. Ejemplos mundiales sobre cómo educar efectivamente… a una población escolar totalmente diferente y muchas veces diametralmente opuesta a nuestra realidad.

Según esta forma de enfocar la educación, obviamente los que triunfarán serán aquellos que compartan rasgos culturales similares a los de los países de donde sacamos los ejemplos (revise los resultados SIMCE y PSU de este año y vea a qué estratos sociales corresponden esos puntajes de 310 ó 320 hacia arriba). La opción B, es que hagamos triunfar a nuestros estudiantes “culturalmente” diferentes, equiparándolos a la cultura en que esperamos que triunfen.

Recordemos que, en nuestro sistema escolar, el verdadero respeto a la diversidad, aquel que se hace cargo de ella y la valora en sus propios términos, no existe. Basta con argumentar que la individualidad es el antónimo extremo de la uniformidad, justamente la forma de educar que nos rige y marca la pauta a través de las pruebas, evaluaciones y test

estandarizados (revise también el art2 de la LGE y compárelo con los planes y programas del MINEDUC, a ver cómo se las ingenia para justificar ambas cosas a la vez). “Estándar” que tampoco es nuestro, sino de experiencias de países ajenos y extraños de personas con quienes solo compartimos el ser Sapiens Sapiens, lo que nos lleva al origen y centro de esta primera pregunta que nos guía en esta evaluación par: “¿Qué hace cuando a alguien no le interesa lo que usted dice?”, que para efectos del portafolio cambiaremos por “asumiendo que a nadie le importa un carajo lo que usted balbucea junto al pizarrón frente a la clase, pues son conocimientos y habilidades totalmente ajenos a la experiencia vital de sus estudiantes, ¿qué hace para captar su atención sobre su “increíblemente” interesante, pertinente y necesario Objetivo de Aprendizaje (eso fue sarcasmo)?”

Pues bien, ¡hago de todo! Esta pregunta asume que usted hace clases no parado frente al curso, con una aburrida pizarra o con un escuálido ppt, hablando como si se fuera a quedar dormido o quisiera empapelar a groserías al simpático joven que tiene el regetón a todo volumen en su celular y aún no saca ni un lápiz del estuche, sino que parece mono sumergido en falopa saltando de un lado a otro de la sala, atento a la más mínima petición de atención o duda que surja, e ingeniando mil formas (por estudiante) para hacerles entender aquello que pretendo enseñar. ¿Recuerdan a Roberto Poblete, con toda la paciencia y pedagogía del mundo, intentando enseñarle de mil formas diferentes un chiste a su amigo Humbertito? Bueno, lo mismo, pero con la sala llena y la cara llena de energía y felicidad durante 90 minutos. Sin perder nunca la compostura.

Así que cuando un estudiante no muestra interés en lo que enseño, se lo presento y explico de tal manera que al final de la clase me termina pidiendo bibliografía y documentales adicionales para poder seguir investigando en su casa (“¡Mamá, bota mi PS4 y teléfono celular a la basura, que nada impedirá que investigue hasta la madrugada lo que mi profesor me enseñó hoy!”. De ese toque). Su estudiante se llama Humberto, su hobbie favorito es no escucharlo a usted y la materia que debe aprender para la prueba requiere nervios y temple de acero, además de una mente aguda como bisturí de obsidiana para poder asimilarla efectivamente. ¿Qué hago?

Opción 1: Me doy de cabezazos contra el pizarrón mientras me pregunto “¿por qué estudié pedagogía y no Derecho como me dijo mi papá?”. Opción 2: Levanto al estudiante de la solapa, lo zamarreo y le doy cachetadas mientras le vuelvo a explicar, hasta que por fin entienda la materia.

Opción 3: Me siento a su lado con toda la paciencia del cosmos y le enseño exactamente lo mismo, pero desde otra perspectiva.

Si eligió la Opción 1, lo siento por usted; si eligió la opción 2, puedo recomendarle un buen abogado; la respuesta correcta según el MBE, es la 3 (ahora, si tuvo que leer esto para saber que era la 3, debería cambiar de profesión). En esta pregunta, la rúbrica seguramente contiene indicadores acerca de cómo usted individualiza sus prácticas pedagógicas, a la vez que las utiliza para el provecho de toda la clase. O sea, cada vez que se encarga de una dificultad de aprendizaje específica, es capaz de utilizarla de forma positiva para el provecho de todos.

La pregunta dice “Cuando a algunos de sus estudiantes”, o sea, no uno (no es “alumno PIE”), ni muchos (el problema no soy yo), sino algunos. O sea, un grupo. Cuando un pequeño grupo no entiende lo que le digo, según la ley vigente y el decreto 83, es porque no estoy enseñando de acuerdo a su modo o estilo específico de aprendizaje. Yendo a lo literal, esta pregunta nos pide que respondamos que cuando un “grupo” no entiende, lo que hacemos es cambiar la “forma”, el “estilo”, la “perspectiva”. Si el grupo no entendió con un ppt, les muestro una canción, un video, los saco al patio, pero ojo, eso es lo que haría cualquier profesor competente. El indicador “Destacado” requiere que después de hacer lo usual, hagamos lo extraordinario. Al que le resultó fácil, le doy bibliografía extra y lo ayudo a ligar lo aprendido con otras asignaturas; al que le resultó difícil, le explico con peras y manzanas, desvelándome y gastando tiempo extra de mis horas libres para generar instrumentos que apliquen a su estilo de aprendizaje.

Cuando un “grupo” no entiende, llego la otra clase con una explicación específica para ellos, pero válida para todos los compañeros. Tomo esa aparente dificultad y la utilizo como ejemplo para que toda la clase vea que no hay solo una forma de aprender. Tomo la “dificultad” y la transformo en una “oportunidad”.

Los descriptores del indicador B.2 del MBE requieren que a cada niño le ajuste una dificultad específica para su estilo y nivel de aprendizaje (lea la taxonomía de Bloom revisada y póngase creativo); que los motive de tal forma que mi rol sea como cuando jugábamos con autitos a fricción: al estudiante le doy solo el impulso y él continúa solo su camino, “motivado” o movido por mí consejo y guía. El último descriptor habla de “clima de esfuerzo y perseverancia”, por tanto, nunca jamás le resuelvo una dificultad solamente a quien me la preguntó, sino que la abordo de tal forma

que mientras más dudas tengan, más inteligentes los hago sentir, más seguros de sí mismos y todos quedan con ganas de alcanzar la excelencia. Después de esa “acción pedagógica” que le contaré a mi evaluador par de hecho, el estudiante en cuestión logró incluso descubrir un nuevo hobbie, una nueva comprensión del mundo, de la vida, le sirvió para fortalecer su autoestima o cualquier rasgo de superación personal, grupal y social que desee evocar (o inventar. Para efectos del portafolio es irrelevante). Les dije que hicieran “algo normal” y se motivaron tanto que me llegaron con algo extraordinario, superior a aquello que normal y “competentemente” le pediría o exigiría a alguien. Lo mismo que haría cualquier docente, pero con un “extra”. Ese es el Destacado.

2. Cuénteme de alguna actividad que usted realizó con sus estudiantes que fue desafiante para ellos, para lograr un aprendizaje de su asignatura.

Si en el caso anterior la pregunta era acerca de un grupo de estudiantes que no entendía la materia, en este caso todos entienden y están por sobre el promedio. Ahora, lo que debe explicar es cómo fue capaz de motivar a todo un curso repleto de buenos elementos, a superarse aún más de lo que ellos mismos pensaban que podrían. Los descriptores del indicador C.2 asumen que usted será capaz de, primero, diagnosticar el estilo aprendizaje, el nivel de habilidades y los intereses personales de sus estudiantes para lograr el OA propuesto; segundo, tener un panorama general de lo que pretende enseñar y ser capaz de dividirlo, de seccionarlo en partes donde se aprecie claramente cuándo enseña, cuándo trabajan ellos y cuándo los retroalimenta (esto no es exclusivo de este descriptor, es simplemente cómo hay que estructurar una clase); tercero, involucrar a los estudiantes con lo que están aprendiendo (tampoco es exclusivo de este descriptor, sino cómo deberíamos enfocar cualquier tipo de aprendizaje); y por último, el descriptor que sí es exclusivo de este indicador: variar y ajustar la complejidad de los contenidos y actividades, a fin de que la actividad sea “desafiante”.

Como se podrá dar cuenta, el criterio de este domino se contradice a sí mismo: si admitimos que existen diferentes estilos de aprendizaje, aprendiendo cada persona de una forma particular; y asumiendo que nuestro trabajo es presentar al estudiante un desafío “ni tan fácil que se desinterese ni tan difícil que se frustre”, podemos concluir que este criterio pretende que en 90 minutos, hagamos 45 clases con procedimientos específicos, a 45 niños, con 45 desafíos ajustados a la sensibilidad emocional de cada uno, cosa que ni se frustren ni se desinteresen.

O sea, si Francisco, María y Brayan pintan, deben aprender mi contenido pintando. Pero Juanito pinta con cera, María con grafito y Brayan con témpera, pero con los dedos, sin pincel, o sino se frustra. Luego Diego, Deyanira y Maicol aprenden bailando y cantando, así que les enseñaré de ese modo. Pero Diego baila freestyle, Deyanira salsa y Maicol recita la materia al ritmo del trap, pero tiene que ser con mesa de sonido y micrófono, o sino se desinteresa. También está Jaimito, Rosalinda y Desiderio: Jaimito aprende con mapas mentales hechos con lápices scripto (los de palo lo frustran); Rosalinda con lenguaje de señas (pero en kurdo y chino mandarín, o sino se desinteresa, es muy fácil); y Desiderio aprende haciendo maquetas y monitos de plastilina (pero tiene que estar solo sin que nadie haga ruido, o sino se desespera y se frustra).

Llevo 9 alumnos, siguiendo al pie de la letra el Dominio C del MBE, faltan 36 y llegamos a los 45. Ahí es cuando usted confirma que quienes escribieron el MBE jamás en su vida pisaron una sala de clases frente al pizarrón, menos en un Liceo público, y ni soñar con que los estudiantes estaban escuchando reguetón y jugando online en sus smartphones cuando ingeniaron los Dominios, sino que lo hicieron desde sus cómodos escritorios (berger de cuero, calefacción y tomando Juan Valdés), tal como estoy escribiendo yo esto ahora (pero en silla de palo y tomando té supremo), además de evidenciar el absurdo del documento cuando se pretende llevar a la realidad del día a día.

Bueno, esta pregunta entonces, requiere que usted haga justamente aquello que acabamos de describir. Aquí debe explicar el caso de cómo usted propuso una actividad al curso que fue tan perfectamente planificada, medida, organizada, supervisada y evaluada, que al finalizar todos saltaron y gritaron de euforia y alegría, como cuando Alexis Sánchez pateó el último penal el 2015 pero multiplicado por 10; como si acabaran de oír el estreno de la Novena Sinfonía de Beethoven en Viena; o como si en TV anunciaran que le subirán en un millón de pesos el sueldo a los profesores. De hecho, usted no salió caminando de esa clase, fueron sus propios estudiantes los que lo sacaron en sus hombros y llegó pisando pétalos de flores a la sala de profesores. De ese nivel, eso es lo que quiere escuchar esta pregunta. Yo les quería enseñar algo, pero fue tan fabuloso que todos se fueron de cabeza a investigar y profundizar lo aprendido, a ligarlo con otros contenidos, con otras asignaturas, desperté potencialidades dentro de ellos que estaban dormidas, que ni ellos sabían que existían. Nadie se frustró porque era muy difícil y nadie perdió el interés porque era muy fácil. Ellos eran verdaderos galgos de carrera y su actividad fue el conejo que todos seguían a la par a máxima velocidad y potencia.

En la entrevista par, el evaluador le preguntará muchas veces “pero cómo; qué hizo; cómo lo hizo; sea más específico”, pues antes existían “palabras clave” y ahora son “frases clave”, o “situaciones clave”. Así que ingenie una actividad donde todos se esforzaron a tope (sin pasarse ni quedarse atrás) y cuente lo fabuloso que resultó todo, ya fuera uniéndolo con otras asignaturas o generando trabajo extra (y voluntario), para beneficio de ellos mismos. Cuente también cómo esa experiencia los marcó e incluso usted tuvo que hacer una clase especial para poder profundizar lo que ellos mismos descubrieron. Para salir Destacado, debe generar que los estudiantes quieran o deseen “sacar” el contenido hacia afuera y mostrarlo al mundo, o que lo hayan utilizado de forma autónoma para mejorarse como personas y seres humanos.

La pregunta 3 la puede ver en el escrito anterior de EVALUADOR PAR, es la misma. El único alcance es recordar nombrar o citar algún estudio, libro o documento “oficial” o más o menos serio que hable del tema del género (parta por los oficiales del MINEDUC y luego póngase creativo) Recuerde, para todas las preguntas, no darse vueltas en la misma idea, simplemente sea concreto y mencione las situaciones, lo que su evaluador par necesita. Son esas frases clave para marcar sus indicadores en “Competente” o “Destacado”, nada más. Diga lo que hizo, el genial y “competente” resultado que logró, y finalmente qué fue lo “destacado” que logró hacer, bueno, no usted, sino hacer que los estudiantes hicieran.

Generalmente se le pide una situación específica por pregunta. Nombre dos, que funcionaron fabulosamente dentro de lo esperado y luego mágicamente recuerde una tercera oportunidad, donde logró lo que ningún otro profesor había logrado, donde alcanzó el cielo como profesor y todos sus estudiantes alcanzaron la iluminación.

Para inspirarse, vea “La Historia Sin Fin” y viaje al reino de Fantasía, mismo lugar donde fueron forjados el MBE y la Evaluación Docente, a buscar esas experiencias pedagógicas clave que “realizó” en algún momento y que transformaron su vida y la de quienes lo rodean, así no tiene cómo equivocarse ni dónde perderse.