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• Edinson Perez

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Desde sus inicios en la década de 1890, la industria automotriz ha sido una industria de gran competitividad, en la cual Estados Unidos consiguió imponerse como su mayor exponente durante casi un siglo, ya que sólo es en 1980 cuando Japón, ,consiguió arrebatarle la corona manteniendo el liderazgo mundial hasta el año 1994 cuando Estados Unidos retomó el liderato por un margen muy estrecho. La batalla entre estas dos grandes potencias se mantendría hasta 2009, cuando un nuevo competidor que venía rápidamente escalando posiciones irrumpe en escena haciendo temblar y desplazando a ambos países. Desde ese año China mantiene la primera posición en la producción mundial de automóviles, y lo hace con holgura, llegando el año 2012 a la abismante cifra de 19,3 millones de unidades, casi la misma cantidad que Estados Unidos y Japón juntos1 (con 10 millones y 9,9 millones respectivamente). la crisis que ha enfrentado la industria automotriz de USA durante la crisis que vio su apogeo con la bullada quiebra de General Motors y el polémico rescate posterior, mientras GM vuelve a calentar motores (y a desempolvar los planos de su primer auto eléctrico, el EV1, desarrollado hace ya 17 años) para competir en este nuevo mundo, otra empresa americana, comienza a llamar la atención de la industria, no sólo por sus vehículos de gran diseño, que atraen las miradas y alabanzas de críticos y diseñadores de todo el mundo2, sino que al mismo tiempo presenta un nuevo modelo de negocios para la industria automotriz. Tesla Motors, fundada por Elon Musk y JB Straubel, inició su negocio en 2003 con la propuesta de desarrollo de un vehículo eléctrico deportivo de lujo buscando no competir con los vehículos eléctricos de otras compañías sino que directamente con autos deportivos convencionales. Con esta propuesta con la empresa consiguió levantar cerca de U$700MM en distintas etapas5. El objetivo de Tesla Motors fue medianamente alcanzado con su primer vehículo, el Tesla Roaster