Repaso Psicología Del Desarrollo II

REPASO PSICOLOGÍA DEL DESARROLLO II -Aspectos emocionales, sociales y cognitivos de las siguientes etapas: PUBERTAD Y AD

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REPASO PSICOLOGÍA DEL DESARROLLO II -Aspectos emocionales, sociales y cognitivos de las siguientes etapas: PUBERTAD Y ADOLESCENCIA 

Desarrollo físico:

Durante la adolescencia se producen notables cambios físicos.

Un cambio físico

importante es el inicio de la pubertad, el proceso que lleva a la madurez sexual o fertilidad, es decir, la capacidad para reproducirse. Tradicionalmente se creía que la adolescencia y la pubertad empezaban al mismo tiempo, alrededor de los 13 años, pero en algunas sociedades occidentales los médicos han comprobado que los cambios puberales tienen lugar mucho antes de los 10 años. Según la definición que presentan Papalia,

Sally

Wendkos

y

Ruth

Duskin

Feldman,

la

adolescencia

abarca

aproximadamente el lapso entre los 11 y 19 o 20 años. La pubertad implica cambios biológicos notables. Esos cambios forman parte de un largo y complejo proceso de maduración que empezó antes del nacimiento, y sus ramificaciones psicológicas continúan en la adultez. La pubertad es resultado de la producción de varias hormonas. El incremento en el hipotálamo de la hormona liberadora de gonadotropina (GnRH) da lugar al aumento en dos hormonas reproductivas clave: la hormona luteinizante (LH) y la hormona folículo estimulante (FSH). En las niñas, los mayores niveles de la hormona folículo estimulante dan inicio a la menstruación. La pubertad está marcada por dos etapas. 1) la activación de las glándulas suprarrenales y 2) la maduración de los órganos sexuales unos cuantos años más tarde. La primera etapa discurre entre los seis u ocho años. Durante esta etapa, las glándulas suprarrenales, localizadas sobre los riñones, secretan niveles gradualmente crecientes de andrógenos, sobre todo dehidroepiandrosterona (DHEA) (Susman y Rogol, 2004). A los 10 años, los niveles de DHEA son 10 veces mayores de lo que eran entre las edades de uno y cuatro años. La DHEA influye en el crecimiento del vello púbico, axilar y facial, así como en un crecimiento corporal más rápido, mayor grasa en la piel y en el desarrollo del olor corporal.

La maduración de los órganos sexuales desencadena una segunda explosión en la producción de dehidroepiandrosterona (DHEA), que luego se eleva a niveles adultos. En esta segunda etapa, los ovarios de las niñas aumentan su producción de estrógeno, lo que estimula el crecimiento de los genitales femeninos y el desarrollo de los senos y del vello púbico y axilar. En los varones, los testículos incrementan la producción de andrógenos, en particular testosterona, que estimula el crecimiento de los genitales masculinos, la masa muscular y el vello corporal. Niños y niñas poseen ambos tipos de hormonas, pero en las mujeres son mayores los niveles de estrógeno mientras que en los varones los niveles de andrógenos son más elevados. En las niñas la testosterona influye en el crecimiento del clítoris, los huesos y el vello púbico y axilar. El momento preciso en que empieza esta importante actividad hormonal parece depender de que se alcance la cantidad crítica de grasa corporal que se necesita para la reproducción exitosa. En la actualidad, los cambios que anuncian la pubertad suelen empezar a los ocho años en las niñas y a los nueve en los varones, pero existe un amplio rango de edades en las cuales se manifiestan diversos cambios. El proceso puberal por lo general dura de tres a cuatro años en ambos sexos. Los primeros signos externos de la pubertad suelen ser el tejido de los senos y el vello púbico en las niñas y el aumento de tamaño de los testículos en los niños. Los pezones de la niña crecen y sobresalen, las areolas (las zonas pigmentadas que rodean a los pezones) se agrandan y los senos adoptan primero una forma cónica y luego una redondeada. Algunos varones observan con preocupación un crecimiento temporal del tejido mamario, un desarrollo normal que puede durar hasta 18 meses. El vello púbico, al principio lacio y sedoso, con el tiempo se vuelve grueso, oscuro y rizado. Aparece en patrones diferentes en hombres y mujeres. A los muchachos suele alegrarles ver el vello en el rostro y el pecho, pero las niñas, por lo general, se sienten consternadas ante la aparición de incluso una pequeña cantidad de vello en el rostro o alrededor de los pezones, aunque también esto es normal. La voz se hace más profunda, en especial en los niños, lo que en parte es una respuesta al crecimiento de la laringe y en parte a la producción de las hormonas masculinas. La piel se vuelve más gruesa y grasosa. La mayor actividad de las glándulas sebáceas puede

producir espinillas y puntos negros. El acné es más común en los varones y parece relacionarse con las mayores cantidades de testosterona. Uno de los cambios físicos que más destacan en la adolescencia es el estirón del crecimiento, el cual implica un aumento rápido de la estatura, peso y crecimiento muscular y óseo que ocurre durante la pubertad; en las niñas por lo general empieza entre las edades de nueve años y medio y 14 años y medio (usualmente alrededor de los 10) y en los niños entre los 10 y medio y los 16 (por lo general a los 12 o 13). Suele durar alrededor de dos años; poco después de que termina, el joven alcanza la madurez sexual. Tanto la hormona del crecimiento como las hormonas sexuales (andrógenos y estrógeno) contribuyen a este patrón normal del crecimiento puberal. Como el estirón de crecimiento de las niñas ocurre por lo regular dos años antes que el de los varones, las que tienen entre 11 y 13 años suelen ser más altas, pesadas y fuertes que los niños de la misma edad. Después de su estirón del crecimiento los niños son de nuevo más grandes. Las niñas por lo general alcanzan su estatura máxima a los 15 años y los varones a los 17. La tasa del crecimiento muscular llega a su punto más alto a los 12 y medio años en las niñas y a los 14 y medio en los muchachos. El crecimiento de niños y niñas es diferente, lo cual se manifiesta no solo en las tasas de crecimiento sino también en la forma en que se produce. Un niño se hace más grande en general: sus hombros son más anchos, sus piernas más largas en relación al tronco y sus antebrazos son más largos en relación a la parte superior del brazo y a su estatura. La pelvis de la niña se ensancha para facilitar la maternidad y bajo su piel se acumulan capas de grasa, lo que le da una apariencia más redondeada. En ellas, la grasa se acumula dos veces más rápido que en los varones. La maduración de los órganos reproductivos genera el inicio de la menstruación en las niñas y la producción de esperma en los niños. El principal signo de la madurez sexual en los muchachos es la producción de esperma. La primera eyaculación, o espermarquia, ocurre en promedio a los 13 años. Un niño puede despertar y encontrar una mancha húmeda o seca y endurecida en las sábanas: el resultado de una emisión nocturna, es decir, una eyaculación involuntaria de semen (conocida como sueño húmedo). La mayoría de los adolescentes tienen esas emisiones, en ocasiones en conexión con un sueno erótico.

El principal signo de madurez sexual en las niñas es la menstruación, el desprendimiento mensual del tejido del revestimiento del útero. La primera menstruación, llamada menarquia, ocurre bastante tarde en la secuencia del desarrollo femenino; su momento normal de aparición puede variar entre los 10 años y los 16 y medio años. 

Desarrollo cognoscitivo:

Los adolescentes no solo tienen una apariencia diferente de los niños más pequeños, sino que también piensan y hablan de manera distinta. La velocidad con que procesan la información sigue aumentando. Aunque en ciertos sentidos su pensamiento aún es inmaduro, muchos son capaces de adentrarse en el razonamiento abstracto y elaborar juicios morales complejos, además de poder hacer planes más realistas para el futuro. Los adolescentes entran en lo que Piaget denominó el nivel más alto del desarrollo cognoscitivo —las operaciones formales— cuando perfeccionan la capacidad de pensamiento abstracto. Esta capacidad, por lo regular alrededor de los 11 años, les proporciona una forma nueva y más flexible de manipular la información. Ya no están restringidos al aquí y ahora, sino que pueden entender el tiempo histórico y el espacio extraterrestre. Pueden utilizar símbolos para representar otros símbolos (por ejemplo, hacer que la letra x represente un número desconocido) y por consiguiente pueden aprender algebra y cálculo. Pueden apreciar mejor las metáforas y alegorías y por ende encuentran más significados en la literatura. Pueden pensar en términos de lo que podría ser y no solo de lo que es. Pueden imaginar posibilidades y formar y probar hipótesis. Los adolescentes son capaces de aplicar el razonamiento hipotético-deductivo: pueden desarrollar una hipótesis y diseñar un experimento para ponerla a prueba. Consideran todas las relaciones que puedan imaginar y las prueban de manera sistemática, una a una, para eliminar las falsas y llegar a la verdadera. El razonamiento hipotético deductivo les da una herramienta para resolver problemas, desde la reparación del automóvil de la familia hasta la construcción de una teoría política. Durante la adolescencia también se producen cambios en el procesamiento de la información. Los investigadores del procesamiento de la información han identificado dos categorías de cambio mensurable en la cognición adolescente: cambio estructural y cambio funcional.

Los cambios estructurales en la adolescencia incluyen 1) cambios en la capacidad de la memoria de trabajo y 2) la cantidad creciente de conocimiento almacenado en la memoria de largo plazo. Los procesos para obtener, manejar y retener la información son aspectos funcionales de la cognición. Entre ellos se encuentran el aprendizaje, el recuerdo y el razonamiento, todos los cuales mejoran durante la adolescencia. Entre los cambios funcionales más importantes se pueden mencionar 1) el incremento continuo de la velocidad del procesamiento y 2) un mayor desarrollo de la función ejecutiva, la cual incluye habilidades como atención selectiva, toma de decisiones, control inhibitorio de respuestas impulsivas y control de la memoria de trabajo. En cuanto al lenguaje, el vocabulario y otros aspectos del desarrollo del lenguaje, en especial los relacionados con el pensamiento abstracto, como la toma de la perspectiva social, mejoran en la adolescencia. Los adolescentes disfrutan con los juegos de palabras y crean su propio dialecto. Otro aspecto importante es el relativo al juicio moral. De acuerdo con Kohlberg, el razonamiento moral se basa en un sentido incipiente de justicia y en las crecientes habilidades cognoscitivas. Kohlberg propuso que el desarrollo moral progresa del control externo a los estándares sociales internalizados a los códigos personales de principios morales. 

Desarrollo psicosocial:

Durante los años de la adolescencia aparece en escena la búsqueda de la identidad, definida por Erikson como una concepción coherente del yo, compuesta por metas, valores y creencias con las que la persona establece un compromiso sólido. Durante la niñez media, los niños adquieren las habilidades necesarias para tener éxito en su cultura. En la adolescencia deben encontrar maneras de utilizarlas. Cuando los jóvenes tienen dificultades para decidirse por una identidad ocupacional —o cuando sus oportunidades se ven artificialmente limitadas— están en riesgo de presentar conductas con graves consecuencias negativas, como la actividad delictiva.

Los adolescentes que resuelven satisfactoriamente la crisis de identidad desarrollan la virtud de la fidelidad, es decir, lealtad, fe, o un sentido de pertenencia a un ser querido o a los amigos o compañeros. La fidelidad también puede ser una identificación con un conjunto de valores, una ideología, una religión, un movimiento político, una empresa creativa o un grupo étnico. Muchas investigaciones apoyan la opinión de Erikson de que, para las mujeres, la identidad y la intimidad se desarrollan juntas. No obstante, en lugar de considerar que este patrón es una desviación de una norma masculina, algunos investigadores consideran que señala una debilidad de la teoría de Erikson, la cual, afirman, se basa en los conceptos occidentales de individualidad, autonomía y competitividad centrados en el hombre. De acuerdo con Carol Gilligan, el sentido del yo femenino se desarrolla no tanto mediante la adquisición de una identidad separada sino por medio del establecimiento de relaciones. Las niñas y las mujeres, dice Gilligan, se juzgan a sí mismas por su manejo de las responsabilidades y por su habilidad para cuidar de otros y de sí mismas. Algunos científicos del desarrollo cuestionan cuál es el grado de diferencia que en realidad existe entre las trayectorias masculina y femenina hacia la identidad, en especial en la actualidad, y sugieren que las diferencias individuales pueden ser más importantes que las de género. La autoestima masculina tiende a estar vinculada con los esfuerzos por el logro individual, mientras que la femenina depende más de las conexiones con otros. La evidencia predominante sugiere que las adolescentes tienen menor autoestima, en promedio, que los muchachos, aunque este hallazgo ha sido polémico. Varios estudios recientes han revelado que la autoestima disminuye durante la adolescencia, con más rapidez en el caso de las muchachas que en el de los varones, y luego se eleva de manera gradual en la adultez. Esos cambios pueden deberse en parte a la imagen corporal y a otras preocupaciones vinculadas con la pubertad y la transición de la secundaria a la preparatoria.

Si bien está presente en los niños más jóvenes, la orientación sexual por lo general se convierte en un asunto apremiante en la adolescencia. Buena parte de la investigación sobre la orientación sexual se ha enfocado en los esfuerzos por explicar la homosexualidad. Aunque alguna vez se consideró una enfermedad mental, varias décadas de investigación no han encontrado asociación entre la orientación homosexual y los problemas emocionales o sociales. La orientación sexual parece ser al menos en parte genética. Sin embargo, como los gemelos idénticos no presentan una concordancia perfecta de su orientación sexual, es posible que también participen factores no genéticos. Relaciones con la familia, los iguales y la sociedad adulta La edad se convierte en un poderoso agente de vinculación en la adolescencia. Los adolescentes pasan más tiempo con los compañeros y menos con la familia. Sin embargo, los valores fundamentales de la mayoría de ellos permanecen más cercanos a los de sus padres de lo que en general se da uno cuenta. Los adolescentes más seguros tienen fuertes relaciones de apoyo con los padres que están en sintonía con la forma en que los jóvenes se ven a sí mismos, permiten y estimulan sus esfuerzos por lograr la independencia y ofrecen un puerto seguro en tiempos de estrés emocional. Los anos de la adolescencia se han considerado un tiempo de rebeldía adolescente que involucra confusión emocional, conflictos con la familia, alejamiento de la sociedad adulta, comportamiento temerario y rechazo de los valores adultos. Sin embargo, la rebelión plena parece ser relativamente poco común incluso en las sociedades occidentales, al menos entre los adolescentes de clase media que asisten a la escuela. La mayoría de los jóvenes experimentan cercanía y sentimientos positivos hacia sus padres, comparten con ellos opiniones similares acerca de temas importantes y valoran su aprobación. Además, contrario a la creencia popular, al parecer los adolescentes bien adaptados no son bombas de tiempo en marcha, listas para explotar sin previo aviso más adelante en la vida.

No obstante, la adolescencia puede ser una etapa difícil para algunos jóvenes y sus padres. El conflicto familiar, la depresión y la conducta de riesgo son más comunes que en otros momentos del ciclo vital. Una forma de medir los cambios en las relaciones de los adolescentes con las personas importantes en sus vidas es observar como aprovechan su tiempo libre. Adolescentes y padres La mayoría de los adolescentes informan de buenas relaciones con sus padres. No obstante, la adolescencia trae consigo desafíos especiales. Así como los adolescentes sienten cierta ambivalencia ante la dependencia de sus padres y la necesidad de desprenderse de ellos, los padres quieren que sus hijos sean independientes pero les resulta difícil dejarlos ir. La individuación es una batalla del adolescente por su autonomía y diferenciación o identidad personal. Un aspecto importante de la individuación es forjar los límites de control entre el yo y los padres. Los padres de los jóvenes adolescentes deben encontrar el equilibrio entre el exceso de libertad y el exceso de intromisión. La crianza autoritativa continua fomentando un desarrollo psicosocial sano. Los padres que muestran decepción por la mala conducta de los adolescentes motivan de manera más eficaz la conducta responsable que los que imponen castigos severos. La crianza autoritaria demasiado estricta puede llevar al adolescente a rechazar la influencia de los padres y a buscar el apoyo y aprobación de los compañeros con todos los costos que ello implica. Los padres autoritativos insisten en las reglas, normas y valores importantes, pero están dispuestos a escuchar, explicar y negociar. Ejercen un control adecuado sobre la conducta del niño (control conductual), pero no sobre sus sentimientos, creencias y sentido del yo (control psicológico). El control psicológico, cuando se ejerce mediante técnicas de manipulación emocional como el retiro del afecto, puede dañar el desarrollo psicosocial y la salud mental de los adolescentes.

Los padres psicológicamente controladores tienden a no ser sensibles a la necesidad cada vez mayor de sus hijos de autonomía psicológica, el derecho a sus propios pensamientos y sentimientos. En contraste, es más probable que los padres que muestran apertura a nuevas experiencias den mayor libertad a sus adolescentes. Adolescentes y hermanos A medida que los adolescentes pasan más tiempo con los compañeros, tienen menos tiempo y menos necesidad de la gratificación emocional que solían recibir del vínculo fraterno. A esta edad son menos cercanos a sus hermanos que a los padres o amigos, son menos influenciados por ellos, y se distancian aún más a medida que avanzan en la adolescencia. Adolescentes e iguales Una fuente importante de apoyo emocional durante la compleja transición de la adolescencia, así como una fuente de presión para desarrollar comportamientos que los padres reprueban, es el grupo de iguales. El grupo de iguales es una fuente de afecto, solidaridad, comprensión y orientación moral; un lugar para la experimentación y un escenario para convertirse en seres autónomos e independientes de los padres. Es un lugar para formar relaciones íntimas que sirven como ensayo para la intimidad adulta. EDAD ADULTA TEMPRANA 

Desarrollo físico:

Las habilidades físicas y sensoriales por lo general son excelentes en la adultez emergente y la adultez temprana. En este grupo de edad, los accidentes son la causa principal de muerte. El mapeo del genoma humano ha permitido el descubrimiento de las bases genéticas de ciertos trastornos. Factores del estilo de vida, como la dieta, obesidad, ejercicio, sueño, tabaquismo y consumo o abuso de sustancias pueden afectar la salud, la supervivencia y pueden tener consecuencias epigenéticas para la regulación del momento en que se activan y desactivan los genes.

La buena salud se relaciona con mayor ingreso y educación. Los afroamericanos y algunas otras minorías tienden a ser menos saludables que otros estadounidenses. Aunque buena parte de esto se debe a la posición socioeconómica, también existen indicadores de que las personas de diferentes orígenes étnicos pueden responder de manera distinta a algunas influencias medioambientales sobre la salud. Las relaciones sociales, en especial el matrimonio, suelen asociarse con la salud física y mental. La salud mental por lo general es buena en la adultez temprana, pero ciertas condiciones, como la depresión, se vuelven más comunes. El abuso de alcohol y el alcoholismo son los trastornos por consumo de sustancias más comunes. Cuestiones sexuales y reproductivas Casi todos los adultos jóvenes estadounidenses tienen relaciones sexuales antes del matrimonio. Las infecciones de transmisión sexual, los trastornos menstruales y la infertilidad pueden ser motivo de preocupación durante la adultez temprana. Las tasas más altas de infecciones de transmisión sexual (ITS) en Estados Unidos se encuentran entre los adultos emergentes, en particular entre las mujeres jóvenes. La causa más común de infertilidad en los hombres es un bajo conteo espermático; en las mujeres, la causa más común es el bloqueo de las trompas de Falopio. En la actualidad, las parejas infértiles disponen de varias opciones de reproducción asistida. Esas técnicas involucran problemas éticos y prácticos. 

Desarrollo cognoscitivo:

De acuerdo con Jean Piaget, el estadio de las operaciones formales (pensamiento formal) es el estadio final del desarrollo. El desarrollo psicológico como tal “finaliza en la edad adulta” con el pensamiento formal, aunque es posible todavía algún progreso.

Piaget sostiene que aunque el desarrollo biológico subyace al desarrollo psicológico, el deterioro físico del cerebro no tiene por qué llevar necesariamente al deterioro mental en las funciones cognitivas. Perspectivas neopiagetianas Algunos investigadores proponen formas distintivamente adultas de cognición que van más allá de las operaciones formales. El pensamiento reflexivo otorga prioridad a la lógica compleja; el pensamiento posformal también involucra intuición y emoción. Si bien Piaget describió la etapa de las operaciones formales como el pináculo del logro cognoscitivo, algunos científicos del desarrollo sostienen que los cambios en la cognición se extienden más allá de ella. Una línea de teoría e investigación neo-Piagetana se concentra en los niveles superiores de pensamiento reflexivo o razonamiento abstracto. Otra se relaciona con el pensamiento posformal, que combina la lógica con la emoción y la experiencia práctica en la solución de problemas ambiguos. El pensamiento reflexivo es una forma compleja de cognición, definida por el filósofo y educador estadounidense John Dewey (1910-1991) como “la consideración activa, persistente y cuidadosa” de la información o las creencias a la luz de la evidencia que las apoya y de las conclusiones a las que dan lugar. Los pensadores reflexivos cuestionan de manera continua los hechos supuestos, sacan inferencias y establecen conexiones. Se basan en la etapa piagetiana de operaciones formales para crear sistemas intelectuales complejos que concilian ideas o consideraciones aparentemente contradictorias, por ejemplo, para integrar varias teorías de la física moderna o del desarrollo humano en una sola teoría de mayor alcance que explique muchos tipos diferentes de conducta. La capacidad para el pensamiento reflexivo parece surgir entre los 20 y 25 años de edad. Solo entonces las regiones completamente malignizadas de la corteza cerebral pueden manejar el pensamiento de nivel superior, al mismo tiempo que el cerebro forma nuevas neuronas, sinapsis y conexiones dendríticas. Un medio ambiente rico y estimulante puede estimular el desarrollo de conexiones corticales más gruesas y densas. Si bien casi todos los adultos desarrollan la capacidad para convertirse en pensadores reflexivos, pocos alcanzan la capacidad optima en esta habilidad menos aun pueden aplicarla de manera sistemática a diversos tipos de problemas. Para muchos de ellos, la educación universitaria estimula el progreso hacia el pensamiento reflexivo.

Desde la década de 1970, la investigación y el trabajo teórico sugieren que el pensamiento maduro es más rico y más complejo de lo que sugiere la descripción de Piaget. Se caracteriza por la capacidad para afrontar la incertidumbre, la inconsistencia, la contradicción, la imperfección y el compromiso. En cierto sentido es tanto un estilo de personalidad como un modo de pensamiento: las personas difieren en la comodidad con que pueden manejar la incertidumbre. Esta etapa superior de la cognición adulta se conoce como pensamiento posformal y por lo regular comienza en la adultez emergente, a menudo gracias a la exposición a la educación superior. El pensamiento posformal es flexible, abierto, adaptable e individualista. Recurre a la intuición y a la emoción así como a la lógica para ayudar a las personas a afrontar un mundo aparentemente caótico. Aplica los frutos de la experiencia a situaciones ambiguas. El pensamiento posformal es relativista. Igual que el pensamiento reflexivo, permite a los adultos trascender un solo sistema lógico y conciliar o elegir entre ideas o exigencias contradictorias (como las de los israelíes y los palestinos o las de los integrantes de una pareja romántica), cada una de las cuales, desde su punto de vista, tiene su parte de verdad. El pensamiento inmaduro considera las cosas en blanco y negro (el bien contra el mal, intelecto contra sentimiento, mente contra cuerpo), mientras que el pensamiento posformal percibe matices grises. Igual que el pensamiento reflexivo, a menudo se desarrolla en respuesta a sucesos e interacciones que establecen formas no acostumbradas de ver las cosas y cuestionan una visión simple y polarizada del mundo. Con frecuencia, el pensamiento posformal opera en un contexto social y emocional. A diferencia de los problemas estudiados por Piaget, que involucran fenómenos físicos y exigen observación y análisis desapasionados y objetivos, los dilemas sociales están estructurados con menos claridad y a menudo están cargados de emoción. En ese tipo de situaciones los adultos suelen apelar al pensamiento posformal. La investigación ha encontrado una progresión hacia el pensamiento posformal a lo largo de la adultez temprana y la media, en especial cuando están implicadas las emociones. En un estudio, se pidió a los participantes que juzgaran que había ocasionado los resultados de una serie de situaciones hipotéticas, como un conflicto marital. Los adolescentes y los adultos tempranos. Tendían a culpabilizar a individuos, mientras que

las personas de edad media eran más propensas a atribuir la conducta a la interacción entre los individuos y el entorno. Entre más ambigua fuese la situación, mayores eran las diferencias de edad en la interpretación. 

Desarrollo psicosocial:

La adultez emergente es una época de experimentación antes de asumir las funciones y responsabilidades adultas. Estas tareas tradicionales del desarrollo, como encontrar un trabajo estable y desarrollar relaciones románticas de largo plazo, llegan a posponerse hasta los treinta o aun después. Los caminos a la edad adulta sufren la influencia de factores como el género, habilidades académicas, primeras actitudes hacia la educación, expectativas al término de la adolescencia, clase social y desarrollo del yo. El desarrollo de la identidad en la adultez emergente puede adoptar la forma de un recentramiento, la aparición gradual de una identidad adulta estable. En el caso de las minorías raciales y étnicas, puede acelerarse la tarea de la formación de una identidad. La adultez emergente permite una moratoria, un periodo en que la gente joven se libera de las presiones de establecer compromisos duraderos. Una medida del buen tino con que los adultos emergentes manejan la tarea del desarrollo de abandonar el hogar familiar es su habilidad para mantener relaciones estrechas, pero autónomas, con sus padres. Cada vez es más común que los adultos tempranos y los adultos emergentes permanezcan en el hogar familiar, a menudo por razones financieras. Esto puede complicar el establecimiento de relaciones adultas con los padres. EDAD ADULTA INTERMEDIA 

Desarrollo físico:

Aunque algunos cambios fisiológicos son resultado del envejecimiento y la composición genética, la conducta y los estilos de vida influyen en su secuencia y magnitud. Casi todos los adultos de edad media compensan las reducciones graduales y menores de las capacidades sensoriales y psicomotrices. Es común la pérdida de densidad ósea y capacidad vital.

Los síntomas de la menopausia y las actitudes hacia ella dependen de factores culturales y cambios naturales que genera el envejecimiento. Los hombres pueden procrear hasta edades avanzadas, pero muchos de ellos de edad media son menos fértiles y experimentan menos orgasmos. Una proporción grande de hombres de edad media sufren disfunción eréctil. El padecimiento puede tener causas físicas, pero también se relaciona con la salud, hábitos de vida y bienestar emocional. La actividad sexual disminuye de manera gradual en la edad media. 

Desarrollo cognoscitivo:

El estado de las habilidades cognoscitivas en la edad media ha sido objeto de polémicas. Estudios con diferentes metodologías y que median distintas características han arrojado resultados diferentes. Estudios transversales de amplio espectro basados en la Escala de Wechsler de inteligencia de los adultos, un instrumento psicométrico, muestran un deterioro de las habilidades verbales y del desempeño desde el comienzo de la adultez temprana. Sin embargo, en otras dos líneas de investigación el Estudio Longitudinal de Seattle de K. Warner Schaie y los estudios de Horn y Cattell de la inteligencia fluida y cristalizada, han arrojado resultados más alentadores. Schaie: El estudio longitudinal de Seattle En términos cognoscitivos, en muchos aspectos las personas de edad media están en su cúspide. Este hecho quedó demostrado en el Estudio Longitudinal de Seattle de Inteligencia Adulta, realizado por K. Warner Schaie y sus colaboradores. El trabajo comenzó en 1956 con 500 participantes escogidos al azar: 25 hombres y 25 mujeres en cada grupo de cinco años, de los 22 a los 67. Los participantes resolvieron pruebas cronometradas de seis habilidades mentales primarias.

Cada siete años, se evaluaba nuevamente a los

participantes seleccionados y se agregaba una nueva cohorte. Los investigadores encontraron patrones no uniformes de cambios relacionados con la edad, ni entre individuos ni entre sus habilidades cognoscitivas (Schaie, 1994, 2005; Willis

y Schaie, 2006). De hecho, varias habilidades llegaron a su punto máximo durante la edad media y el significado verbal mejoro en la vejez. Solo 13 a 17% de los adultos redujeron sus puntuaciones en las tareas numéricas, de recuerdo y de fluidez verbal entre los 39 y los 53 años. La mayoría de los participantes mostro una notable estabilidad, aunque uno podría tener deterioros prematuros y otro revelar una gran plasticidad (Willis y Schaie, 2006). A pesar de las diferencias individuales tan marcadas, la mayoría de los participantes del estudio de Seattle no mostro ninguna reducción significativa en la mayoría de sus habilidades antes de los 60 años y aun así, no en todos los campos. Casi nadie mostro deterioros en todos los ámbitos y muchos incluso mejoraron en algunos de estos. Horn y Cattell: Inteligencia fluida y cristalizada Otra línea de investigación (Cattell, 1965; Horn, 1967, 1968, 1970, 1982a, 1982b; Horn y Hofer, 1992) distingue entre dos aspectos de la inteligencia: fluida y cristalizada. La inteligencia fluida es la habilidad para resolver problemas nuevos que requieren pocos conocimientos previos o ninguno, como el descubrimiento de un patrón en una sucesión de fi guras. Comprende percibir relaciones, formar conceptos y hacer inferencias, habilidades determinadas en buena medida por el estado neurológico. La inteligencia cristalizada es la habilidad de recordar y usar la información aprendida en la vida, como encontrar el sinónimo de una palabra. Se mide con pruebas de vocabulario, información general y respuestas a situaciones y disyuntivas sociales, habilidades que dependen sobre todo de la educación y la experiencia cultural. Estos dos tipos de inteligencia siguen rutas diferentes. Se ha visto que la inteligencia fluida alcanza su máximo nivel en la adultez temprana, mientras que la cristalizada mejora en la edad media y muchas veces hasta casi el final de la vida. Sin embargo, buena parte de esta investigación es transversal y, por eso, es posible que refleje en parte diferencias generacionales, más que cambios generados por la edad. Los resultados secuenciales del estudio de Seattle son algo diferentes. Aunque las habilidades fluidas menguan antes que las cristalizadas, las pérdidas que afectan a algunas de ellas.

Peculiaridades de la cognición adulta En lugar de medir las mismas habilidades cognoscitivas en diferentes edades, algunos científicos del desarrollo encuentran cualidades distintivas en el pensamiento de los adultos maduros. Algunos, que trabajan en la corriente psicométrica, afirman que los conocimientos acumulados cambian la manera en que opera la inteligencia fluida. Otros sostienen que el pensamiento maduro representa una nueva etapa del desarrollo cognoscitivo, una “forma especial de inteligencia” (Sinnott, 1996, p. 361), que es la base de las habilidades maduras de trato personal y contribuyen a lograr la solución de problemas prácticos. La pericia tiene un papel muy importante en la adultez intermedia. Los avances de la pericia continúan por lo menos durante toda la adultez media y son relativamente independientes de la inteligencia general y de los deterioros del sistema de procesamiento de la información. Por otro lado, el pensamiento posformal parece adecuado para llevar a cabo las tareas complejas,

desempeñar

múltiples

papeles

y

opciones

y

resolver

dificultades

desconcertantes de la mitad de la vida, como la necesidad de sintetizar y equilibrar las exigencias del trabajo y la familia. Una característica importante del pensamiento posformal es su naturaleza integrativa. Los adultos maduros integran la lógica con la intuición y la emoción, concilian ideas y hechos contradictorios y añaden nueva información a lo que ya se sabe. Interpretan lo que leen, ven o escuchan en términos de lo que significa para ellos. En lugar de aceptar algo por lo que parece, lo filtran a través de su experiencia y aprendizaje de toda la vida. Trabajo y desarrollo cognoscitivo Las personas con una forma de pensar flexible buscan trabajos con cierto grado de complejidad, que requieran reflexión y juicio independiente. Este tipo de trabajo, por su parte, estimula un pensamiento más flexible, flexibilidad que aumenta la capacidad para hacer trabajo complejo. De esta forma, las personas muy entregadas a este tipo de trabajo tienen un desempeño cognoscitivo más sólido que sus pares a medida que envejecen y es más probable que los adultos que obtienen altas puntuaciones en apertura a la experiencia (una variable de personalidad que influye en este estilo de pensamiento) mantengan altos niveles de desempeño cognoscitivo a lo largo del tiempo.



Desarrollo psicosocial:

En términos psicosociales, la adultez media alguna vez se consideró un periodo relativamente estable. Freud (1906/1942) creía que para esa edad la personalidad ya se había moldeado de manera permanente. En contraste, los teóricos humanistas como Abraham Maslow y Carl Rogers veían en la edad media una oportunidad de cambio positivo. De acuerdo con Maslow (1968), la plena realización del potencial humano, a la que llamo autorrealización, solo puede llevarse a cabo en la madurez. Rogers (1961) sostenía que el funcionamiento humano pleno requiere un proceso constante y permanente de armonización del yo con la experiencia. Modelo de los rasgos La investigación de los rasgos de Costa y McCrae (vea en especial, 2006), que originalmente proclamaba que después de los 30 años la personalidad muestra continuidad o consistencia en agrupamientos de rasgos llamados los “Cinco Grandes ” — neuroticismo (ansiedad, hostilidad, inestabilidad), extroversión , apertura a la experiencia , escrupulosidad y agradabilidad — ahora reconoce la existencia de un cambio más lento durante los años medios y la vejez. La escrupulosidad suele ser mayor en la adultez media (Donnellan y Lucas, 2008), lo que al parecer se relaciona con la experiencia laboral. La estabilidad emocional continúa el ascenso constante empezado en la adultez temprana. La gente tiende a volverse socialmente más madura —confiada, cálida, responsable y tranquila— a medida que pasa por la flor de la vida, y a su vez la madurez le permite hacer contribuciones más productivas al trabajo y a la sociedad y tener una vida más larga y saludable (Roberts y Mroczek, 2008). La jubilación también afecta este proceso. En comparación con las personas que continúan trabajando, los jubilados suelen mostrar incrementos en la agradabilidad y disminuciones en la actividad (Lockenhoff, Terracciano y Costa, 2009). Modelos de etapas normativas Carl G. Jung y Erik Erikson fueron dos de los primeros teóricos de etapas normativa s, cuyo trabajo es todavía marco de referencia para buena parte de la teoría del desarrollo y de la investigación sobre la adultez media.

El psicólogo suizo Carl Jung sostuvo que el desarrollo saludable a la mitad de la vida requiere de la individuación, esto es, el surgimiento del verdadero yo a través del equilibrio o integración de las partes contradictorias de la personalidad, entre ellas las que antes fueron descuidadas. Jung decía que hasta alrededor de los 40 años, los adultos se concentran en las obligaciones con la familia y la sociedad y desarrollan aspectos de la personalidad que los ayudaran a alcanzar las metas que se propongan. Las mujeres hacen más hincapié en la expresividad y el interés hacia los otros; los hombres se orientan principalmente hacia el logro. En la mitad de la vida, la gente desplaza su preocupación hacia su yo interno y espiritual. Tanto hombres como mujeres buscan la unión de los opuestos mediante la expresión de aspectos antes desconocidos. Dos tareas necesarias pero complejas de la mitad de la vida son la renuncia a la imagen juvenil y el reconocimiento de la mortalidad. De acuerdo con Jung (1966), la necesidad de reconocer la mortalidad requiere una búsqueda de significado dentro del yo. La gente que evita esta transición y no reorienta su vida de manera apropiada pierde la oportunidad de crecer psicológicamente. En contraste con Jung, que consideraba la mitad de la vida como el tiempo de mirar al interior, Erikson la describió como un giro al exterior. Afirmaba que los anos alrededor de los 40 constituían el momento en que la gente ingresa a su séptima etapa normativa, generatividad frente a estancamiento. La generatividad, según la definición de Erikson, es el interés de los adultos maduros por orientar y ayudar a la siguiente generación a que logre establecerse, la perpetuación de uno mismo por medio de la influencia que se ejerce en los más jóvenes. La gente que no encuentra una salida para la generatividad se ensimisma, se vuelve demasiado indulgente consigo misma o se estanca (se torna inactiva o apagada). La virtud de este periodo es el interés en los demás: “un compromiso cada vez mayor por hacerse cargo de las personas, los objetos y las ideas por las que se ha aprendido a interesarse”. Relaciones en la mitad de la vida Dos teorías sobre la importancia cambiante de las relaciones son la de la caravana social de Kahn y Antonucci y la de la selectividad socioemocional de Carstensen. De acuerdo con ambas teorías, el apoyo socioemocional es un elemento importante en la interacción social durante y después de la mitad de la vida.

Las relaciones en la mitad de la vida son importantes para la salud física y mental, pero también implican exigencias estresantes. Relaciones consensuales La investigación sobre la calidad del matrimonio sugiere una curva con forma de U: un descenso en la satisfacción marital durante los años de la crianza de los hijos seguido por una mejor relación después de que los hijos dejan el hogar. La cohabitación durante la mitad de la vida puede tener un efecto negativo en el bienestar de los hombres. El divorcio en la mitad de la vida puede ser estresante y cambiar la vida. El capital matrimonial suele disuadir el divorcio en la mitad de la vida. En la actualidad el divorcio puede ser menos amenazante para el bienestar en la edad media que en la adultez temprana. Las personas casadas suelen ser más felices durante la edad media que aquellas con cualquier otro estado civil. Debido a que algunos gays y lesbianas demoran el reconocimiento de su orientación sexual, es posible que en la mitad de la vida apenas estén en proceso de establecer relaciones íntimas. Las personas de edad media suelen dedicar menos tiempo a los amigos que los adultos tempranos, pero dependen de ellos para obtener apoyo emocional y orientación práctica. EDAD ADULTA TARDÍA 

Desarrollo físico:

Algunos cambios físicos que por lo general se asocian con el envejecimiento resultan evidentes para un observador casual, aunque afectan más a algunos ancianos que a otros. La piel envejecida tiende a palidecer y a perder elasticidad, y puede arrugarse a medida que se reducen la grasa y la masa muscular. Tal vez aparezcan venas varicosas en las piernas; el cabello de la cabeza se adelgaza y se torna gris y luego blanco, y el vello corporal comienza a escasear.

La estatura de los ancianos se reduce a medida que se atrofian los discos entre las vértebras espinales. En especial entre las mujeres con osteoporosis, el adelgazamiento de los huesos puede ocasionar cifosis, llamada comúnmente “joroba de la viuda”, una curvatura exagerada de la columna vertebral que por lo general ocurre entre los 50 y los 59 años. Además, la composición química de los huesos cambia, lo que crea un mayor riesgo de fracturas. Otros cambios, menos visibles pero igual e importantes, afectan a los órganos internos y los sistemas corporales, el cerebro y el funcionamiento sensorial, motor y sexual. Los cambios en el funcionamiento orgánico y sistémico son muy variables, entre los individuos y dentro de un individuo. Algunos sistemas corporales se deterioran con mucha rapidez mientras que otros permanecen intactos. El envejecimiento, aunado al estrés crónico, puede deprimir el funcionamiento inmunológico, lo que hace a los ancianos más susceptibles a las infecciones respiratorias y disminuye la probabilidad de prevenirlas. El estrés crónico en los adultos mayores también se relaciona con la inflamación crónica leve. Por otro lado, el sistema digestivo permanece relativamente eficiente aunque los adultos mayores tienen un riesgo mayor de desnutrición. El ritmo cardiaco suele hacerse más lento e irregular. Los depósitos de grasa se acumulan alrededor del corazón y pueden interferir con su funcionamiento, y a menudo se eleva la presión sanguínea. El funcionamiento sexual también es diferente en la adultez tardía. A los hombres por lo general les lleva más tiempo desarrollar una erección y eyacular, quizá necesiten más estimulación manual y pueden experimentar intervalos más largos entre erecciones. En las mujeres, la congestión mamaria y otras señales de excitación sexual son menos intensas que antes, y pueden experimentar problemas de lubricación. No obstante, un gran porcentaje de personas durante la adultez tardía continúa siendo sexualmente activo. El factor más importante para mantener el funcionamiento sexual es la actividad sexual continua a lo largo de los anos.



Desarrollo cognoscitivo:

El estudio longitudinal de Seattle reveló que el funcionamiento cognoscitivo en la adultez tardía es sumamente variable. Pocas personas muestran deterioro en todas o la mayoría de las áreas, mientras que muchas de ellas mejoran en algunas. La hipótesis de la participación trata de explicar esas diferencias. Los adultos mayores son más ef caces para resolver problemas prácticos que tienen relevancia emocional para ellos. El funcionamiento general más lento del sistema nervioso central puede afectar la velocidad del procesamiento de información. La inteligencia puede ser un predictor de la longevidad. La memoria sensorial, la semántica y la procedimental parecen ser casi tan eficientes en los adultos mayores como en los adultos más jóvenes. La capacidad de la memoria de trabajo y la capacidad para recordar eventos recientes o la información aprendida hace poco por lo regular son menos eficientes. Los adultos mayores tienen más problemas que los adultos más jóvenes con la recuperación oral y la ortografía de las palabras. Sufren un deterioro en la complejidad gramatical y el contenido del habla. Los cambios neurológicos y los problemas en la codificación, almacenamiento y recuperación pueden dar cuenta de buena parte del deterioro del funcionamiento de la memoria de los adultos mayores. Sin embargo, el cerebro puede compensar algunos detrimentos relacionados con la edad. Las personas mayores muestran una plasticidad considerable en el desempeño cognoscitivo y pueden beneficiarse del entrenamiento. De acuerdo con los estudios de Baltes, la sabiduría no se relaciona con la edad, pues personas de todas las edades dan respuestas sabias a los problemas que afectan a su propio grupo de edad.

Por desgracia, algunas personas no funcionan tan bien en la vejez en el aspecto cognoscitivo. Olvidan el nombre de sus hijos o son incapaces de encontrar el camino a casa desde la tienda. Algunos ni siquiera logran reconocer al compañero de toda su vida. Esas personas no están sufriendo las consecuencias normales del envejecimiento, sino que son víctimas de la enfermedad de Alzheimer. En la actualidad no se conoce cura para el Alzheimer, pero los avances en la investigación están ocurriendo con tanta rapidez que es factible que en el futuro cercano se desarrolle un medicamento que haga más lento el progreso del trastorno o que incluso se elabore una vacuna para prevenirlo. 

Desarrollo psicosocial:

Los rasgos de personalidad suelen permanecer bastante estables en la adultez tardía, según la manera en que se midan. La emocionalidad tiende a ser más positiva y menos negativa en la vejez, pero los rasgos de personalidad pueden modificar este patrón. Para muchos adultos mayores, la religión es una fuente importante de afrontamiento enfocado en la emoción. La conexión entre religión o espiritualidad y la salud, longevidad o bienestar es una nueva e importante área de estudio. Otro cambio importante que la mayoría de la gente experimenta en la vejez es la jubilación del empleo remunerado. Las reacciones de la gente a la jubilación difieren de manera considerable, en parte porque la sociedad no tiene idea clara de lo que se supone que deben hacer los jubilados. Por supuesto, la naturaleza y calidad de la vida en la jubilación depende en parte de la condición financiera. Si la jubilación significa un deterioro importante en el estándar de vida de una persona, ésta se mostrará menos dispuesta a jubilarse y llevará una vida más limitada después de la jubilación. Otro factor en las actitudes de la gente hacia la jubilación son sus sentimientos acerca del trabajo. La gente que se siente satisfecha en su trabajo por lo regular está menos interesada en jubilarse que las personas cuyos trabajos son poco gratificantes. De manera similar, las personas que tienen una personalidad muy ambiciosa y dinámica normalmente desean permanecer más tiempo en el trabajo que los que son más relajados.

Algunos adultos mayores continúan en el trabajo remunerado, pero la mayor parte de ellos ya se retiraron. Sin embargo, muchas personas retiradas inician nuevas carreras o realizan trabajo remunerado o voluntario de tiempo parcial. 

Aspectos emocionales:

La vejez está acompañada por retos que suponen importantes cambios emocionales. La vida afectiva del adulto mayor se caracteriza por un aumento de las pérdidas, entendiéndolas como vivencias por las cuales siente que ya no tiene algo que es significativo para él a nivel real y subjetivo. Como parte de las mismas se refieren la pérdida de la autonomía (valerse por sí mismo, hacer lo que desea) y las pérdidas referidas a la jubilación, muerte del cónyuge y de seres queridos, las cuales afectan a todos los ámbitos e implican para el adulto mayor un proceso de elaboración de duelo. Otro aspecto de suma preocupación en esta etapa de la vida es la representación de la muerte como evento próximo, la cual también debe tenerse en cuenta desde una concepción del desarrollo humano, ya que el adulto mayor comienza a pensar en la inminencia de su propia muerte, siendo presa de un miedo terrible con tan solo pensar en lo “poco que le queda de vida” y no en lo que puede hacer día a día para vivir de una mejor manera. Con respecto a la soledad, que según muchos autores constituye otro de los temores en esta etapa del desarrollo, se refiere que la percepción de la misma depende de la red de apoyo social de que disponga el individuo y de los propios recursos psicológicos que posea. Entonces no debe ser asociada como un patrimonio de la vejez, sino que esto está en dependencia de la red de influencias sociales y culturales que entretejen la vida del adulto mayor. Estas aristas de interés que muestran respecto al tema de la muerte y el sentimiento de soledad, reflejan dos de las principales preocupaciones que más aquejan al anciano en su cotidiano de vida, a las cuales se unen otras como los conflictos intergeneracionales, la jubilación, los problemas de salud y el empleo del tiempo libre. De los llamados “conflictos intergeneracionales” se tiene mucha tela por donde cortar, fundamentalmente porque los adultos mayores se ven expuestos a enfrentar la experiencia de los años vividos con diversos criterios y opiniones de la adolescencia y juventud. Por ello suelen verse inmersos en diversos conflictos matizados por barreras comunicativas, prejuicios y estereotipos que desencadenan sentimientos de malestar y

sufrimiento en todas direcciones; la convivencia se ve afectada en muchos casos por la falta de comunicación, de tolerancia y benevolencia. La jubilación también constituye un tema preocupante en este período, ya que muchas mujeres y hombres llegan a la edad establecida para la jubilación sintiéndose aún a plenitud para seguir desarrollándose dentro del ámbito laboral. Frecuentemente se encuentran personas de edad avanzada que están plenamente en forma, totalmente vigentes, lúcidas, llenas de iniciativas y planes de trabajo. A pesar de que ellos se aprecian bien a sí mismos, la sociedad les dice por medio de la jubilación o de otras señales, que ya deben dejar el puesto a gente más joven y nueva, y que deben retirarse. Este sentimiento en la mayoría de las ocasiones le trasfiere al anciano una gran frustración que muchas veces suele acompañarlo en su diario vivir, entorpeciendo su eficiente desenvolvimiento posterior a la jubilación. Cuando la persona está preparada para decir adiós a su vida laboral activa y dar la bienvenida a las nuevas situaciones, la afectación es menor, encuentra su nuevo espacio en el hogar y la comunidad y conserva su autonomía y autoestima. Los problemas de salud también configuran el marco de las principales preocupaciones de la adultez mayor, entrelazadas con el cierto deterioro físico al que se ven expuestos los ancianos y a través del cual vislumbran los últimos albores de su vida. La enfermedad es percibida como un freno, el dolor que puede ponerle fin a la existencia, de ahí que se preocupen constantemente por sus dolencias y malestares, abogando por la salud de otros tiempos Algunos adultos mayores suelen ponerle trabas a la intención de mantener un estilo de vida activo y productivo, propiciando el deterioro de sus capacidades físicas e intelectuales, por lo cual limitan el acceso al disfrute y recreación de su tiempo libre. En la Tercera Edad, la actividad física-intelectual y el interés por el entorno canalizadas a través de actividades de recreación y ocio productivo, favorecen el bienestar y la calidad de vida de los individuos

ETAPAS DEL DUELO La psiquiatra Elisabeth Kübler-Ross, en su trabajo pionero con personas agonizantes, después de hablar con unos 500 enfermos terminales, bosquejó cinco etapas en el proceso de aceptación de la muerte: 1) negación; 2) ira; 3) negociación; 4) depresión; y 5) aceptación. Si bien estas cinco etapas fueron utilizadas para describir el proceso por el que pasa una persona que está en una etapa terminal, Kübler también propuso una progresión similar en los sentimientos de las personas que enfrentan un duelo inminente. Primera etapa: Negación En la etapa de negación la persona rechaza la posibilidad de fallecer y busca otras opiniones y diagnósticos más favorables. La negación consiste en el rechazo consciente o inconsciente de los hechos o la realidad de la situación. Este mecanismo de defensa busca amortiguar el shock que produce la nueva realidad para solo dejar entrar en nosotros el dolor que estamos preparados para soportar. Si bien la negación es una parte normal del proceso de duelo, es importante destacar que si el doliente perdura durante mucho tiempo en ella puede llegar a ser perjudicial, ya que al no aceptar lo que les ha ocurrido, no son capaces de enfrentar esta pérdida y seguir adelante. Segunda etapa: Ira Una vez el individuo comprende que va a morir, siente cólera, resentimiento y envidia. La persona siente frustración por no poder realizar sus planes ni sus sueños. En el caso del duelo, si bien los sentimientos de enojo estarán presentes con distinta intensidad durante todo el proceso de duelo, es en esta etapa donde la ira toma el protagonismo, dirigiéndose este enojo al ser querido fallecido, a nosotros mismos, a amigos, familiares, objetos inanimados e inclusive a personas extrañas.

Tercera etapa: Negociación En esta etapa la persona busca formas de ganar tiempo, haciendo promesas y negociando con su Dios, con los médicos, las enfermeras u otras personas para alargar la vida, para aliviar el dolor y el sufrimiento. En la etapa de la negociación surge la esperanza de que se puede posponer o retrasar la muerte. Esta etapa puede ocurrir antes de la pérdida, en caso de tener a un familiar con enfermedad terminal, o bien después de la muerte, para intentar negociar el dolor que produce esta distancia. Esta fase del duelo suele ser la más breve de todas las etapas, ya que se trata del último esfuerzo para encontrar alguna manera de aliviar el dolor por lo que supone un trabajo agotador para la mente y el cuerpo, al tener que lidiar con pensamientos y fantasías que no coinciden con la realidad actual. Cuarta etapa: Depresión En esta etapa pueden sobrevenir la impotencia o la desesperación cuando fracasa la negociación o se acaba el tiempo. En la etapa de la depresión el paciente llora las pérdidas que ya ocurrieron, la muerte y la separación inminentes de su familia y de los amigos. En cuanto al doliente, en esta etapa este comienza a comprender la certeza de la muerte y expresa un aislamiento social e el que se rechaza la visita de seres queridos. Se siente tristeza, miedo e incertidumbre ante lo que vendrá. Además, la irritabilidad y la impotencia toman un gran protagonismo, ya que durante esta etapa se enfrenta la irreversibilidad de la muerte. Quinta etapa: Aceptación En esta etapa final la persona se resigna y espera la muerte con serenidad. Es el momento de hacer las paces con la pérdida.

El doliente llega a un acuerdo con este acontecimiento trágico gracias a la experiencia de la depresión. Esta etapa no significa que la persona esté de acuerdo con la muerte, sino que se asume la pérdida como una experiencia que siempre formará parte de ella. Estas etapas no son universales, pese a que caracterizan las reacciones comunes ante la inminencia de la muerte y, por lo mismo, nos ayudan a entender los sentimientos de quienes están a punto de morir. No todos pasan por ella y solo unos cuantos lo hacen en el orden señalado. Hay muchos factores que influyen en las reacciones de una persona: la cultura, la personalidad, la religión, la filosofía personal, así como la duración y la naturaleza de la enfermedad terminal. A algunos se les ve deprimidos y enojados hasta el final; otros acogen la muerte como una liberación del dolor. Por otro lado, existe también el modelo clásico de la aflicción. El patrón clásico de aflicción incluye tres etapas en que la persona doliente acepta la dolorosa realidad de la pérdida , de manera gradual rompe el vínculo con la persona muerta y se readapta a la vida desarrollando nuevos intereses y relaciones. Este proceso del trabajo de aflicción, la solución de los problemas psicológicos relacionados con la pena, a menudo adopta la siguiente trayectoria, aunque al igual que las etapas de KüblerRoss, puede variar. Estas etapas son las siguientes: 1. Choque e incredulidad. Inmediatamente después de una muerte, los supervivientes suelen sentirse perdidos y confundidos. A medida que toman conciencia de la perdida, el aturdimiento inicial cede el paso a sentimientos abrumadores de tristeza y llanto frecuente. Esta primera etapa puede durar varias semanas, sobre todo después de una muerte repentina o inesperada. 2. Preocupación por la memoria de la persona muerta. En la segunda etapa, que puede durar de seis meses a dos años o algo así, el superviviente trata de aceptar la muerte, pero no puede hacerlo todavía. Una viuda quizá reviva la muerte de su marido y toda su relación. De vez en cuando puede verse embargada por los sentimientos de que su difunto esposo está presente. Esas experiencias disminuyen con el tiempo, pero pueden

repetirse —tal vez durante años— en ocasiones como el aniversario de bodas o de la muerte. 3. Resolución. La última etapa habrá llegado cuando la persona doliente renueva el interés en las actividades cotidianas. Los recuerdos de la persona que falleció traen consigo sentimientos de cariño mezclados con tristeza en lugar del dolor agudo y la añoranza.