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“AÑO DEL DIALOGO Y LA RECONCILIACIÓN NACIONAL INDICE: I. II. INTRODUCCIÓN CUERPO 1. CAPÍTULO I: “LA RIQUEZA ÉTICA DE

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“AÑO DEL DIALOGO Y LA RECONCILIACIÓN NACIONAL

INDICE: I. II.

INTRODUCCIÓN CUERPO 1. CAPÍTULO I: “LA RIQUEZA ÉTICA DE LAS PROFESIONES” 1.1. ¿QUÉ SIGNIFICA SER UN PROFESIONAL EXCELENTE? 1.2. LA ÉTICA PERSONAL EN LA PROFESIÓN 2. CAPÍTULO II: “¿PARA QUÉ SIRVE REALMENTE LA ÉTICA?” 2.1. ABARATAR COSTES Y CREAR RIQUEZA 2.2. LABRARSE UN BUEN CARÁCTER 2.3. QUERER CUIDAR 2.4. TRANSITAR DEL EGOÍSMO A LA COOPERACIÓN INTELIGENTE 2.5. CONQUISTAR SOLIDARIAMENTE LA LIBERTAD 2.6. LA FELICIDAD HUMANA 2.7. SER PROFESIONALES NO SOLO TÉCNICOS 2.8. CONJUGAR JUSTICIA Y FELICIDAD

III. IV.

3. CAPITULO III: IMPORTANCIA DE LA ÉTICA EN LA INGENIERÍA CIVIL 3.1. DEFNICÓN 3.2. ÉTICA Y LA LEY CIVIL 3.3. LA ÉTICA PROFESIONAL Y LA INGENIERÍA CIVIL 3.4. CÓDIGO DE ÉTICA COCNLUSIONES REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

I.

INTRODUCCIÓN Durante la vida, el hombre ha adquirido un cumulo de valores morales que le sirven de orientación y de guía. Tener un conjunto de valores y virtudes humanas orientan a la persona a tener un buen comportamiento ético, moral y social. Nosotros como estudiantes de la carrera de ingeniería civil, próximos a ser profesionales debemos comprender la responsabilidad moral y la ética mayor que las del simple ciudadano, por la cantidad de conocimientos que hemos adquirido y recibido. Debemos de mantener en alto nuestra dignidad y desarrollo como estudiante y tener cuidado con las decisiones que tomamos en el transcurso de nuestra vida. El universitario ya profesional tiene que estar consciente de que no solo depende de el sino de un grupo de compañeros, trabajadores o subordinados a los cuales tendrá que tratar como igual ya que no son inferior a él, este trabajo nos muestra como deberíamos actuar como profesionales y la forma correcta de desenvolvernos moral, ética y socialmente en nuestro campo de construcción e infraestructura civil con eficiencia y honradez para mantener una relación armónica entre el contratante y el contratista. Les daremos a conocer algunos aspectos importantes que les servirá de guía para emprender por el habito profesional de la ética.

II.

CUERPO: 1. CAPÍTULO I: “LA RIQUEZS ÉTICA DE LAS PROFESIONES” La ética del ejercicio profesional tiene una larga historia, puesto que las profesiones mismas la tienen, y desde sus inicios se han caracterizado por atender a los aspectos éticos de un modo especial. En esa historia se han producido grandes cambios en cuanto al modo de entender lo que es una profesión y lo que ha de ser el correcto ejercicio profesional desde el punto de vista ético. Esos cambios han conducido en nuestros días a un cierto descrédito y en torno a la noción misma de profesión y de ética profesional. Antes de hablar sobre la ética en las profesiones se tiene que tener claro el concepto de una profesión por ello Freidson (2001) citado en Martínez & Mauricio (2010) nos brinda una conceptualización acerca de esto en su libro “Professionalism. The Third Logic” diciendo que una profesión es “Una actividad humana social mediante la cual se presta un servicio específico a la sociedad, y se presta de forma institucionalizada, de modo que los respectivos profesionales reclaman el derecho de prestar su servicio en exclusiva, en virtud de que se trata de un ámbito que tiene cierta complejidad, en el que se precisa un saber experto porque las decisiones que se tomen van a comportar determinados riesgos y han de ser tomadas con conocimiento y precaución. Por ello, los profesionales se organizan y se comprometen a preservar y actualizar dicho saber experto y a ponerlo al servicio del bien común” pero, a su vez, también es contemplada en parte como una vocación, y por eso se espera del profesional que se entregue a ella y se sacrifique cuanto sea necesario para cumplir bien la tarea que le está encomendada. Este «sacrificio» ligado a la vocación se puede manifestar en detalles como estar dispuesto a ayudar profesionalmente en casos de emergencia, dedicar parte del tiempo libre a ponerse al día en los últimos adelantos de la profesión, mantener la confidencialidad en la relación con los usuarios, aunque ello pueda acarrear molestias y sufrimientos, etc. Los profesionales ejercen la profesión de forma estable y obtienen a través de ella su medio de vida. Viven de su profesión y dedican la mayor parte de su tiempo a ejercerla. Una ética de las profesiones que pretenda estar a la altura de la conciencia moral alcanzada por nuestra época ha de ser un discurso coherente y capaz de orientar la acción de las personas interesadas en ser buenos profesionales en el sentido completo de la palabra, esto es, profesionales técnicamente capaces y moralmente íntegros en el desempeño de su labor profesional en cualquier contexto en el que se encuentre, es decir, a pesar de encontrarse en uno corrupto, el buen profesional actuará de forma íntegra y moral. Por ello para ir construyendo una buena ética profesional es necesario hacer una revisión crítica de toda la profesión, en la que deben participar, además de los propios profesionales, los demás afectados por el ejercicio profesional (usuarios, beneficiarios, comunidades locales, autoridades, otras profesiones, etc.); por ello, cualquier código ético concreto al que lleguemos en este proceso será necesariamente un documento revisable a través del debate público llevado a cabo en diversas instancias, como los comités éticos y la opinión pública. La ética de las profesiones, en síntesis, pretende orientar la acción de los

profesionales para que se mantengan «altos de moral», y no «desmoralizados». De ahí que el verdadero carácter profesional se oponga frontalmente a ese ethos burocrático que se conforma con cubrir los mínimos legales o contractuales. La burocratización de las profesiones, y el corporativismo que a menudo manifiestan los profesionales, están minando la confianza que la sociedad deposita en estas instituciones. Por ello es necesario revitalizar la ética de las profesiones recordando a los profesionales que su compromiso principal no ha de ser el de mantener su poder y su estatus social a toda costa, sino el de prestar un servicio de calidad a las personas concretas del modo más excelente posible. Y esta revitalización puede venir, como veremos a continuación, reformulando la noción de profesión como síntesis de compromiso personal y compromiso ciudadano. 1.1. ¿Qué significa ser un profesional excelente? Para expresar en pocas palabras en qué consiste ser un excelente profesional puede ser útil inspirarse en la noción de bondad humana que expone Félix García Moriyón (2008) citado en Martínez & Mauricio (2010) y tratar de trasponer aquellos rasgos generales al caso del ejercicio profesional. Allí, el autor mantiene que una buena persona ha de reunir en equilibrio armonioso tres rasgos principales: 1) Estar bien informado. 2) Estar capacitado para tomar decisiones razonables. Y 3) mostrar sentimientos morales como la empatía, el coraje y el amor. Por su parte Martínez & Mauricio (2010) consideran que un buen profesional ha de reunir los rasgos 1 y 2 para ser técnicamente competente (por ejemplo, un profesor que sabe y que sabe enseñar ha de estar bien informado y ha de saber tomar las decisiones pedagógicas y didácticas pertinentes), y que al mismo tiempo ha de reunir los rasgos 2 y 3 para ser un profesional éticamente íntegro (por ejemplo, un profesor que sabe cómo debe tratar a sus alumnos en el aula, cómo ser justo en sus evaluaciones, etc., y que al mismo tiempo muestra sentimientos morales como la empatía, el coraje y el amor). En síntesis: ser un profesional excelente significa ser al mismo tiempo competente e íntegro, y para ello es preciso reunir tres requisitos básicos: estar bien informado en el ámbito de su profesión, tomar decisiones sensatas en el ejercicio de esta, y mostrar los sentimientos morales congruentes con la actividad de que se trate. El profesional excelente posee una madurez ética que no siempre presenta el profesional competente. Pongamos un ejemplo: un padre está preocupado porque su hijo corre el riesgo de obtener una baja calificación en las pruebas de acceso a la universidad y decide buscar ayuda contratando a profesor particular que sea lo más competente posible para el objetivo de que su hijo supere con éxito dichas pruebas; para ello pone a prueba a dos candidatos y descubre que uno de ellos es muy competente como profesor, pero al mismo tiempo enseña a su hijo algunas maneras de hacer trampas en los exámenes , mientras que el otro también resulta ser un buen docente, pero aconseja a su hijo que nunca haga trampas de ningún tipo. Se entiende que aquí estamos considerando como excelente al segundo, y como meramente competente al primero. Comprendo que se puede hacer objeciones a esta distinción alegando que el profesional verdaderamente competente ha de ser

moralmente íntegro, con lo cual carecería de sentido distinguir entre competente y excelente. Pero hay que reconocer que hay profesionales los que nadie dudaría de su competencia y que, sin embargo, dejan mucho que desear desde el punto de vista ético. (Martínez & Mauricio, 2010). 1.2. La ética personal en la profesión Hay un sentido de la palabra «profesión» según el cual los profesionales son aquellas personas que saben hacer bien su labor y dedican la mayor parte de su tiempo a ella, convirtiéndola en su medio de vida, mientras que «aficionados» son aquellos que no se han especializado en la tarea de que se trate y sólo la practican esporádicamente. Desde este punto de vista, la profesión es, en general, la actividad principal de la vida adulta. Por ello parece lógico que toda persona sensata que esté a punto de ingresar en la vida adulta, que pretenda trazarse un proyecto de vida personal satisfactorio, capaz de llenar de sentido y plenitud una vida entera, se tome su tiempo para elegir una profesión que colme sus aspiraciones. Y para ello precisa criterios éticos. Conforme a lo que hemos expuesto en as apartados anteriores, algunos criterios éticos que podrían ser útiles en el proceso deliberativo personal son los siguientes: -

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No toda dedicación es una profesión. Mafiosos, pícaros, charlatanes, proxenetas, traficantes de narcóticos, etc., pueden ser unos profesionales del chantaje, de la extorsión, del engaño y del comercio ilegal, pero lo suyo no es propiamente una profesión, puesto que las metas de tales dedicaciones carecen de legitimidad y no proporcionan beneficio alguno a la sociedad en su conjunto, sino todo lo contrario. En consecuencia, al elegir profesión deberíamos descartar de entrada toda clase de dedicaciones que atentan claramente contra los derechos humanos. Este criterio ético podríamos formular lo comí “elegir una profesión digna”. Y para que los futuros profesionales sepan que están eligiendo una profesión digna se deben hacer esta pregunta ¿Estoy eligiendo una profesión propiamente dicha o más bien una dedicación injusta? Entre las profesiones dignas, hemos de seleccionar algunas que estén a nuestro alcance de acuerdo con nuestras capacidades y aptitudes psicofísicas. No todos tenemos habilidad manual para la microcirugía, ni capacidad intelectual para dedicarnos a ciertas tareas de investigación en tecnología de punta, pero seguro que existe una multitud de actividades profesionales en las que podríamos llegar a ser hábiles y expertos, con tal de hacer un esfuerzo razonable durante el período de formación. Sería moralmente incorrecto elegir una profesión que uno sabe de antemano que no va a poder desempeñar adecuadamente por falta de algunas capacidades que son esenciales para ejercerla, puesto que las consecuencias de una tal elección serían a la larga perjudiciales para las personas beneficiarias de la profesión (pacientes, alumnos, clientes, usuarios, etc.). Este criterio ético podríamos formularlo como «elegir una profesión razonablemente accesible para mis capacidades». Una posible pregunta guía sería: ¿Estoy eligiendo una profesión que voy

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a poder ejercer de modo competente, o por el contrario, sólo podré hacerlo de un modo torpe y chapucero? Sabemos que, entre las profesiones dignas que estén al alcance de las propias capacidades, no todas serán igualmente apetecibles desde el punto de vista de la realización de ciertos valores que uno aprecia por razón de la propia ideología filosófica, moral y, en su caso, religiosa. Seguramente algunas de las opciones de profesiones estarán en mayor sintonía que otras con las creencias y convicciones profundas de la persona que ha de elegir profesión. Por ejemplo, sería lógico que una persona que mantiene unas creencias religiosas determinadas se plantease la cuestión de qué profesiones pueden servir mejor para ayudar los más necesitados, o cuáles otras tienen un mayor respeto por los animales, o qué profesiones tienen mayor conexión con la construcción de un mundo más justo. Este criterio ético podríamos formularlo como «elegir una profesión compatible con las propias creencias y valores. La pregunta guía correspondiente es ¿Estoy eligiendo una profesión Que me va a permitir realizar más eficazmente los valores en los que creo, o por el contrario, estoy eligiendo alguna otra que me va alejar de mis aspiraciones éticas. Es obvio que entre las profesiones que reúnan los requisitos anteriores, habrá algunas que ofrezcan razonablemente mayores posibilidades de empleo (o de autoempleo) a corto y medio plazo y algunas otras que lamentablemente se encuentren saturadas, hasta el punto de que no permitan una perspectiva optimista en este sentido, al menos a corto y medio plazo. Esta cuestión no ha de ser determinante, puesto que las posibilidades de empleo (o de autoempleo) pueden variar mucho de un momento a otro y de un lugar a otro. Pero no estará de más aplicar algo de prudencia en este sentido: «elegir una profesión que razonablemente vamos a poder ejercer en un plazo razonable tras el período de formación». Una posible pregunta guía: ¿Estoy eligiendo una profesión que voy a poder ejercer en un plazo relativamente breve, o por el contrario, está tan saturada que difícilmente podré insertarme laboralmente a través de ella. Tenidas en cuenta las observaciones anteriores, cabe todavía preguntarse si la profesión que una persona va a elegir es suficientemente apta para mantener el interés y la motivación de la persona a lo largo de los años. Para no caer en la rutina del ejercicio profesional burocratizado, es necesario disponer de cierto grado de vocación o inclinación personal hacia el tipo de tareas propias de la profesión elegida. Para realizarse como persona y para mantener el esfuerzo que conduce a la excelencia profesional, es decisivo amar la propia profesión. El criterio ético puede ser formulado en términos de «elegir una profesión que sea congruente con la propia personalidad, de modo que se disponga de una reserva de ilusión y motivación que permitirá superar dificultades y alcanzar el mayor grado de excelencia que sea posible en el ejercicio de la misma». En consecuencia, una pregunta guía podría ser: ¿Estoy eligiendo una profesión que me ilusiona lo suficiente como para dedicarme a ella sin reservas y tratar de alcanzar

en ella el máximo grado de excelencia del que sea capaz, o por el contrario, me conformaré con acceder a una profesión que no me entusiasma y seré un profesional mediocre.

Estos criterios, y algunos otros que podrían añadirse, pueden ayudar en el proceso deliberativo que es conveniente llevar a cabo con las personas que se plantean la elección de una profesión. En algunos casos también servirán para revisar la elección que se hizo en el pasado y de ese modo confirmar la decisión tomada o proponerse rectificarla, si hay oportunidad de rectificación. La pregunta ética radical podría ser formulada en términos de ¿Qué estoy haciendo con mi vida? Y para responderla adecuadamente es preciso plantearse en serio las cuestiones que afectan a esa parte nuclear de la propia vida que es la dedicación profesional. Pero esa parte de la vida humana está íntimamente conectada con la vida social, puesto que la profesión es siempre una institución social que pretende ofrecer un servicio a la comunidad. En ese sentido, pensar las profesiones a estas alturas del devenir histórico nos conduce inexorablemente a plantear la relación entre profesión y ciudadanía. 2. CAPÍTULO II: ¿PARA QUE SIRVE REALMENTE LA ETICA? ¿Para qué sirve realmente la ética? es la última obra de la filósofa Adela Cortina, galardonada con el Premio Nacional de Ensayo 2014. Se trata de un trabajo en el que la reflexiona desde una perspectiva moral, sobre las acciones y las dinámicas que nos han llevado a la situación de crisis y desafección ciudadana actual. Al mismo tiempo que efectúa una cruzada por la recuperación de valores morales como la justicia y la igualdad, tan básicos para construir ciudadanos/as decentes, como instituciones justas y fiables. Al fin y al cabo, ambos son componentes centrales de las sociedades democráticas, en la que distintos proyectos de vida puedan convivir, a la vez que se tiene en cuenta a los más vulnerables. 2.1. ABARATAR COSTES Y CREAR RIQUEZA La obra da comienzo con el capítulo Abaratar costes y crear riqueza, partiendo de las condiciones económicas, políticas y sociales actuales, caracterizadas por la crisis económica y una desconfianza generalizada de la ciudadanía en los actores políticos, la autora pone de relieve que ahora más que nunca la ética es rentable. En el marco social, el establecimiento de compromisos y la confianza se convierten en el eje central de las relaciones, cuando ambos valores son vapuleados, se generan sociedades con grandes sufrimientos. Cultivar la confianza como uno de los recursos morales más importantes de nuestras comunidades, permitiría según Cortina, “que nuestro mundo sea más económico en dolor evitable y también en dinero” (p.14). Un principio importante para cumplir con esta tarea es reconocer que no todo es justificable, y los “vacíos éticos” (p.23) que han servido para que prolifere la corrupción en diferentes ámbitos profesionales, no se pueden seguir incentivando. Por tanto, se debe dejar atrás la idea de que “la economía

sigue su curso sin que le perjudiquen la codicia o la insolidaridad” (p.19), y reivindicar el carácter moral de las instituciones económicas y políticas, porque solamente así dichas entidades reconocerán la responsabilidad social de sus acciones y decisiones. Y es que, personas, organizaciones y gobiernos, pueden estar altos o bajos de moral, como señalaba Ortega y Gasset (p.19), actividades como la inversión de fondos en la industria bélica, resultan un claro ejemplo de esto. Consecuentemente, estar altos de moral, debería ser el objetivo central de cualquier persona e institución social que se precie. 2.2. LABRARSE UN BUEN CARÁCTER Labrarse un buen carácter es el objetivo del capítulo dos, donde Cortina nos recuerda “que la moral tiene algo que ver con no dañar, pero no siempre y no sólo con eso; también con no defraudar la confianza” (p.31), porque el cumplimiento de las promesas se refiere también a ser moral. Las decisiones que tomamos a lo largo de nuestra vida nos permiten adquirir ciertos hábitos, que se tornan virtudes o vicios según su naturaleza. La palabra ética, nacida del griego “ethos”, se refiere pues al carácter que forjamos en nuestro madurar, para cumplir con el fin mismo de la vida humana. Mientras que la moral, del latín “mos-moris”, se refiere al carácter, costumbres y usos, pero también a la morada en que habita el individuo (p.34). De este modo, la ética trata de “la formación del carácter de las personas, de las instituciones y de los pueblos” (p.34). De esta manera, la ética tiene sentido porque nos permite ser conscientes de que tanto personas como instituciones tenemos la capacidad de cambiar (p.38), porque la ética nos transforma internamente mediante el obrar bien, por eso la cosmética que intenta maquillar los vicios, acaba mostrándose antes o después (p.45), desvelando los verdaderos motivos de nuestro actuar. Así, la ética sirve para forjarse un buen carácter, que cultive las virtudes y aleje los vicios, permitiéndonos ser felices y justos (p.46). 2.3. QUERER CUIDAR El capítulo tres titulado Querer cuidar, destaca un rasgo fundamental de los seres humanos, que a veces tendemos a olvidar: su vulnerabilidad. Como seres sociales, necesitamos irremediablemente de los otros para poder sobrevivir. Cuidar de los que nos rodean es una obligación moral que demuestra cuán interdependientes somos, un hecho que “destroza desde hace mucho tiempo la leyenda del individualismo egoísta” (p.51). De todas formas, el cuidar supone caminar hacia un mundo más humano, pero también más sostenible, porque cuidarnos entre nosotros, permite tomar conciencia de la necesidad de preservar el entorno en el que vivimos (p.57). Incorporar la ética del cuidado como una base irrenunciable de nuestra conducta y de nuestras sociedades es algo que conseguimos a través de nuestra capacidad para valorar lo bueno y disvalorar lo malo. La naturaleza y sus seres tienen “un valor que nos obliga a no dañarles y a tratarles con cuidado” (p.61). En resumen, nacemos como seres vulnerables y dependientes, por eso el cuidado y la compasión por los otros, es lo que nos permite

desarrollarnos en plenitud junto a las personas que estimamos y conservar el mundo en el que vivimos, porque tenemos la capacidad de extender el cuidado más allá de la línea de los hijos y del parentesco, la capacidad de llegar a los lejanos en el espacio e incluso a los extraños. 2.4. TRANSITAR DEL EGOÍSMO ESTÚPIDO A LA COOPERACIÓN INTELIGENTE Transitar del egoísmo estúpido a la cooperación inteligente, es la tarea que se nos propone en el cuarto capítulo, donde la cooperación se destaca como uno de los principios básicos de funcionamiento de la vida social. Debido a la racionalidad maximizadora heredada del mundo económico, “nos hemos acostumbrado a creer que actuar racionalmente significa tratar de maximizar el beneficio sin más, a cualquier precio” (p.78). Sin embargo, la figura del homo oeconomicus debe ser enfrentada a la del homo reciprocans, categoría con la que se subraya el carácter cooperativo de las personas. En este sentido, el altruismo, que supone para el individuo invertir parte de sus recursos para favorecer la adaptación de otro (p.81), implica una intención de recibir, por eso “cuando hacemos algo esperamos retorno, la reciprocación es la base de la cooperación” (p84). Al fin de cuentas, los grupos humanos que han sobrevivido lo han hecho gracias a su capacidad de crear lazos internos, “pactos de ayuda mutua con todos aquellos que nos son necesarios para sobrevivir y prosperar” (p. 86). Dichos pactos suponen el compromiso de cumplir las normas morales de la comunidad, pero hay que tener en cuenta que dicho cumplimiento debe venir del convencimiento y el compromiso personal. Más allá de recurrir a la vergüenza social (p.88) o a la mejora moral con tratamientos biomédicos (p.91), se deben promover las convicciones morales a través de la educación, mediante la búsqueda de unos mínimos morales que nos permitan construir sociedades justas, y esto pasa por no excluir del pacto a aquellos que no pueden devolver nada a cambio. Así, la ética nos sirve “para recordar que es más prudente cooperar que buscar el máximo beneficio individual” (p.93). 2.5. CONQUISTAR SOLIDARIAMENTE LA LIBERTAD Para Conquistar solidariamente la libertad debemos saber de qué tipo de libertad estamos hablando, no se trata de la libertad entendida como independencia, ya que ésta no atiende a responsabilidades, y porque “hacer sin mirar a quien se daña, no es libertad” (p.100). Por esta razón, no hay que confundir individualismo con egoísmo, porque la libertad como independencia se conquista y quien la reclama para sí, se compromete a reclamarla para los demás (p.103), de cualquier otro modo, este ser acabaría preso de su egoísmo. Poder decidir cómo vivir nuestra vida, o cómo utilizar/aprovechar los recursos que tenemos cerca para hacer nuestro camino, resulta esencial, porque aunque la libertad no garantice una vida buena, al menos nos otorga la posibilidad de intentarlo. Por esta razón, las libertades básicas tienen carácter irrenunciable y han de ser “reconocidas a todos sin excepción” (p.101). En este sentido, Cortina destaca la libertad entendida como participación,

que se refiere al “derecho a participar en los asuntos públicos” (p.108), que las decisiones que afectan a todos/as en una misma comunidad política no sean tomadas por unos pocos, sino por todos los afectados. Al mismo tiempo, nos remite al filósofo Kant y su «Reino de los fines», que nos recuerdan que la confusión entre valor y precio que se ha venido desarrollando en los últimos años, ha permitido que triunfe “la razón instrumental, que lo convierte todo en medio para otras cosas” (p.111). Recuperar la noción de un espacio en que cada ser humano sea entendido como fin en sí mismo, permitiría construir una “sociedad sin dominación y, por lo tanto, una sociedad sin humillación” (p.113). 2.6. LA FELICIDAD HUMANA La felicidad humana “no viene tanto del ejercicio de facultades portentosas como de una vida buena” (p.116), y esta vida buena implica saber Reconocer y estimar lo que vale por sí mismo. A través de la lectura del capítulo sexto, entendemos que reconocernos en los otros nos permite amar y construirnos como seres humanos, protegemos aquello que consideramos valioso, y buscamos el aprecio de los demás constantemente, porque sabemos que esto nos va a permitir vivir de forma plena. Por eso, desde bien pequeños “a través del lenguaje vamos aprendiendo ese juego de las normas con el que las sociedades buscan proteger aquellas cosas que consideran valiosas” (p.121), como por ejemplo el respeto por la dignidad de las personas, así como la compasión. Estos son sentimientos que fundamentan los Derechos Humanos y legitiman la exigencia de su cumplimiento en cualquier lugar del mundo. También nos permiten desarrollar la empatía, tan necesaria para poder comprender el sufrimiento de los demás, para sentirnos obligados moralmente a remediarlo y actuar frente a él. Desarrollando este tipo de sentimientos y promoviéndolos en nuestro entorno, 2.7. SER PROFESIONALES NO SOLO TÉCNICOS En el capítulo siete (Ser profesionales, no sólo técnicos), se profundiza en un rasgo central de nuestra sociedad: el predominio de una cultura científico-técnica que ha provocado que solamente se conciban las mejoras sociales a través de la investigación científico-técnica (p.130). A la larga, este tipo de cultura ha dificultado que diferenciemos entre lo que son buenos profesionales y lo que son simples técnicos, así, en estos tiempos de crisis “se ha echado en falta la presencia de buenos profesionales” (p.131), conscientes de que en el desarrollo de su actividad, no se están sirviendo a sí mismos, sino “a una tarea que les trasciende” (p.133). La distinción aristotélica entre acciones técnicas y prácticas nos permite diferenciar entre las acciones que solamente valen en relación con el fin que se busca con ellas; y las que son valiosas por sí mismas, porque “encierran un bien que deseamos alcanzar” (p.134). Cada actividad contiene su propio fin, el cual le otorga sentido, por ejemplo, el fin de la empresa sería un fin social y no solamente económico. Esto supone que aquellas personas que se incorporan a la actividad deben ser fieles a dicho propósito y no anteponer sus intereses

individuales, no anteponer las acciones técnicas a las prácticas, porque “los motivos individuales no son razones, no se convierten en argumentos si no tienen por base las exigencias de la meta profesional” (p.137). La búsqueda de la excelencia en el desarrollo profesional y en nuestro día a día, supondría un respiro en estos tiempos de desilusión, ya que la virtud ejercitada por los excelentes repercute en la vida social de su comunidad (p.140). 2.8. CAPITULO VIII En el último capítulo, titulado Conjugar justicia y felicidad, Cortina nos da las últimas claves para conseguir llevar una vida plena, para ser justos y felices. En primer lugar, ser justos supone dar a cada uno lo que le corresponde (p.161), esto implica exigirnos mutuamente que todas y cada una de las personas respetaremos nuestros derechos. En cuanto a la felicidad, “nadie puede exigir a otros que sean felices de una manera determinada, sino que cada persona es la que ha de optar por un camino u otro” (p. 163). Así pues, con el ejercicio de dichas virtudes, el sujeto podrá encaminar su consumo, para que contribuya a la felicidad propia y de los demás.

III. CAPÍTULO 3: IMPORTANCIA DE LA ÉTICA EN LA INGENIERÍA CIVIL 3.1. DEFINICIÓN Estudia el comportamiento humano y la moral. Se considera parte de la filosofía relacionada con la naturaleza del juicio moral, que medita sobre lo que es correcto o incorrecto (lo bueno y lo malo) en nuestra sociedad y en nuestra conducta diaria. 3.2. ÉTICA Y LA LEY CIVIL Según los principios de la ética, todo ser humano es autónomo, o sea, tiene derecho a auto determinarse. Nadie puede inferir este derecho sin faltar a la ética; otro principio es el bien social, toda sociedad tiene un fin alrededor del cual los individuos se agrupan. Los actos del ser humano deben ser respetados por la sociedad hasta que hagan daño al bien común. Por eso la ética es ciencia social e individual, ya que rige actos humanos que en su origen son individuales y tiene muchas veces consecuencias sociales. Hay tres tipos de relación entre ética y ley civil:  



Ambas coinciden: porque buscan igual fin y propósito, pretenden normalizar las acciones del ser humano para su bien y el de la sociedad. Contraposición: en el individuo surge un conflicto, por un lado, tiene el precepto interior de la ética y por otro el mandato exterior de la ley civil. Lo recomendable es que el individuo obre por su criterio, o sea, sus normas éticas. A veces la ética supera a la ley civil: esto pasa cuando acaramos un imperativo que es dado por la ley civil; estamos acostumbrados a pensar en términos de la legalidad y olvidamos que la ética da la verdadera motivación a la conducta humana.

3.3. LA ÉTICA PROFESIONAL Y LA INGENIERÍA CIVIL El ingeniero realiza sus actividades dentro de un marco de Ética Profesional por lo cual es necesario recordar y comentar los conceptos básicos de lo que es el trabajo profesional. La Ética es una ciencia práctica y normativa que estudia racionalmente la maldad y la bondad de los actos humanos, orienta la conducta práctica, en resumen, es rectora de la conducta humana para ejecutar actos buenos acordes con la razón. La finalidad del trabajo profesional es el bien común; un profesionista debe ofrecer una preparación especial en el sentido de capacidad intelectual, moral y física.1 El ingeniero está consciente del puesto que le corresponde en el desarrollo del bienestar social de nuestro país y como tal, sus acciones deberán estar normadas por la moralidad. En este aspecto, las normas de derecho y no de hecho han permitido establecer reglas generales de conducta en relación con la actitud profesional y algunas sociedades de ingenieros cuenta con un código de ética, que no solo sirve de guía para la evaluación de la moralidad de los actos, sino que también, mediante el mismo, la profesión declara su intención de cumplir con la sociedad, de servir con lealtad y diligencia y de respetar la dignidad que la misma profesión merece. En tales códigos, entre otras normas, se exige que los ingenieros realicen un verdadero trabajo profesional, ajustándose a las normas de calidad, se reglamentan las relaciones de trabajo con quien ha patrocinado los servicios, se reconoce la necesidad de guardar el secreto profesional, se prohíbe realizar tareas que no cumplan con la moral, se recomienda dar crédito profesional a los compañeros de gremio y se prohíbe dañar la imagen de los asociados. 3.4. CÓDIGO DE ÉTICA Un Código de Ética es un conjunto de normas y deberes dirigidos a un colectivo de profesionales para guiar el ejercicio de su profesión desde una perspectiva ética. Sirve para regular las actuaciones de los profesionales y así proteger a las organizaciones y a sus representantes. En el Perú existe el “Código de Ética del Colegio de Ingenieros del Perú” aprobado en la 3ra sesión ordinaria del Congreso Nacional de Consejos Departamentales del periodo 1998-1999 en la ciudad de Tacna los días 22, 23 y 24 de abril 1999. Consta de 08 títulos y 60 artículos. Principios generales:  Autonomía institucional  Participación de los ingenieros en todas las instancias institucional  Capacitación permanente y la superación profesional  Dignidad, tolerancia e igualdad entre sus integrantes  La solidaridad con los ingenieros de la orden  El CIP no admite ninguna discriminación entre sus miembros ni desarrolla actividad proselitista.

1

Carrillo, B. J. (2009). La ingeniería y la ética profesional. Revista Digital Lámpsakos, No. 1, pp. 66-67.

 TÍTULO I. LA RELACIÓN CON LA SOCIEDAD Los ingenieros están con la capacidad de desarrollar e innovar con proyectos que beneficien a la sociedad. Reconocer que la seguridad, la salud y el bienestar de la población y el desarrollo tecnológico del país, depende de los juicios y decisiones de sus miembros o su consejo.  TÍTULO II. LA RELACIÓN CON EL PÚBLICO Los informes objetivos que presenten los ingenieros deben ser sencillos y fáciles de comprender: Ser objetivos y veraces en sus informes, declaraciones y testimonios profesionales; y expresar opiniones en temas de ingeniería, basados en un adecuado análisis y conocimiento de los hechos. Deben ampliar el conocimiento del público acerca de la ingeniería y de los servicios que presta a la sociedad.  TÍTULO III. DE LA COMPETENCIA Y PERFECCIONAMIENTO DE PROFESIONALES Los ingenieros realizaran trabajos de ingeniería solamente cuando cuente con estudios o experiencia en el campo especifico de la ingeniería de que se trata; autorizaran planos, documentos o trabajos solo cuando hayan sido elaborados por ellos o ejecutados bajo su control. Deberán mantener actualizados en sus conocimientos.  TITULO IV. DEL EJERCICIO PROFESIONAL Capitulo I de la Promoción Y Publicidad: Los ingenieros podrán hacer uso de promoción de sus servicios sin contener lenguaje jactancioso o engañoso que denigre la profesión. Capitulo II de la Concertación de los Servicios: Los ingenieros formaran su reputación profesional en base a sus servicios sin competir de manera desleal o injusta. Capitulo III De la Prestación de Servicios: Los ingenieros servirán con fidelidad a sus empleadores y clientes. Capitulo IV De las relaciones con el personal: El ingeniero está obligado a cuidar y respetar al personal a su cargo, velando por la seguridad de sus vidas y salud.  TITULO V. DE LA RELACIÓN CON LOS COLEGAS Los ingenieros no opinaran el trabajo de otros ingenieros para el mismo cliente. Y no permitirán el uso de sus nombres o empresas en actividades comerciales.  TITULO VI. LOS DEBERES EN EL COLEGIO Los ingenieros deberán prestar dedicación a su concurso personal para el mejor éxito de fines del colegio cumpliendo con los encargos que le confiere el colegio al menos que haya una causa justificada. Deben estimular a sus colegas a colegiarse lo más pronto posible y no impedirlo. Las faltas contra los deberes asignados serán sancionados de acuerdo con los previsto TITULO I Y TITULO II.

 TITULO VII. DE LAS SANCIONES Las infracciones a este código serán conocidas por los órganos establecidos en el Título V de la Sección Cuarta de los Estatutos del CIP y serán procesadas y sancionadas por dichos organismos conforme a las normas contenidas en los Títulos I y III de la Sección Sexta de los Estatutos, y en el Reglamento de Faltas. Procedimientos y medidas disciplinarias del CIP.  TITULO VIII. ALCANCE Y CUMPLIMIENTO DEL CÓDIGO DE ÉTICA Las normas de este código rigen el ejercicio de la ingeniería en toda su extensión y en todo el territorio nacional y ninguna circunstancia puede impedir su incumplimiento. Las sanciones que se aplican a los miembros son: Amonestación: exhortar a la sancionado a cumplir con sus deberes profesionales y ceñírsela código de ética profesional) Suspensión: inhabilitar temporalmente como miembro del CIP) Expulsión: pena máxima del CIP. Solo aplicable por mandato judicial o por causas de extrema gravedad. Rehabilitación: Cuando la sanción de expulsión se aplicó por haber sido condenado el colegiado por la comisión de un delito, procederá su rehabilitación cuando ésta se concede en fuero respectivo.

IV.

CONCLUSIONES  Como ingenieros debemos de conocer todas las normas éticas que rigen tanto nuestra profesión como la de muchos profesionales ya que de esos conocimientos dotados de ética y profesionalismo depende nuestro futuro.  La ética empresarial es una forma de la ética aplicada, que consiste en el descubrimiento y la aplicación de los valores y normas compartidos al ámbito de la empresa como modelo comunitario.  La cultura ética empresarial se ha insertado en diferentes universidades enfrentando obstáculos y resistencias.

 El ingeniero civil no solo debe dominar las ciencias y técnicas que se le han entregado en una casa de estudios, sino también velar por la integridad y desarrollo del ser humano en su conjunto respetando el código de ética.

V.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS (Riquezas de las Profesiones) - Martínez & Mauricio, (2010) . "La Riqueza ética de las profesiones". Santiago, Chile: Ril editores (Para qué sirve la ética profesional) - http://www.thecult.es/libros/resena-para-que-sirve-realmente-laetica-de-adela-cortina.html - https://es.scribd.com/document/266687316/Adela-Cortina-ParaQue-Sirve-Realmente-La-Etica-pdf - http://www.revistadefilosofia.org/66-26.pdf (Ética profesional en la ingeniería civil) -

Carrillo, B. J. (2009). La ingeniería y la ética profesional