Entre Projimos - Trabajo Final

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Alejandro Villanueva Gutiérrez

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Trabajo Final Entre prójimos – Kimberly Theidon  Breve resumen del libro, su estructura y contenido

Antes de empezar con el resumen del libro, considero importante hablar del título. Este, según lo mostrado en el contenido, refiere a las declaraciones dadas por los diferentes comuneros y comuneras. Esta frase, “Entre Prójimos”, significa que la violencia tanto las situaciones de los “traumas” como la reconciliación (temas centrales del texto) ocurrieron en un contexto en el cual tanto victimas como victimarios eran comuneros de sus propias comunidades en muchos casos, eran “humanos” igual que ellos. Entrando ya al contenido del libro, este refiere principalmente al trabajo etnográfico realizado por la autora a partir de 1995 en Ayacucho. La ubicación fue en siete comunidades. De la zona norte fueron las comunidades de Carhuahurán, Huaychao y Uchuraccay, de la provincia de Huanta. De la zona centro-sur fueron las comunidades de Accomarcarca y Tiquihua, de Vilcashuaman, y Cayara y Hualla, de Víctor Fajardo. En tanto a la estructura del libro, esta consta de dos partes principales, como mencioné previamente. La primera parte consiste en lo que la autora considera como “traumas” y la segunda de la reconciliación. Respecto a la primera parte del libro, lo primero que hace el autor es contextualizar. Describe brevemente el desarrollo del conflicto armado en las regiones que va a estudiar, remarcando de esa manera las diferencias en el desarrollo del conflicto dentro de esas dos zonas mencionadas. Asimismo, inserta a los actores, que serían las comunidades, Sendero Luminoso y las Fuerzas Armadas. Consiguiente con lo anterior, menciona al estrés postraumático, algo que es de diagnóstico de la medicina moderna, como insuficiente para poder entender las dinámicas del trauma dentro de tales comunidades enfatizando en que no consideras el propio contexto histórico así como las estructuras económicas, políticas y sociales en las que se encuentran.

Ya de lleno en el desarrollo del primer capítulo y primer subtema del libro. Menciona que la finalidad principal de este subtema es establecer la relación entre la guerra y la memoria, desde una perspectiva antropológica lograda por la etnografía. Esta relación entre guerra y memoria permitirá entender de mejor manera los diferentes traumas que existen aún entre los comuneros, producto de la violencia de esas épocas. Entre los “males de campo” que menciona, que vendrían a ser la manifestación de los traumas, se encuentran los “llakis”, “iquyasqa”, el luto, el “alcanzo”, la “teta asustada”, la “locura”, como principales. Varios de ellos podrían considerarse como traumas emocionales, pero llegarían a repercutirles físicamente. De estos “males de campo”, muestra una de las consecuencias en tanto a prácticas, que es la ingesta de alcohol y que trae a su vez más violencia como consecuencia. Otro tema sensible sobre el que habla la autora es sobre las violaciones. Destaca aquí el rol de las mujeres en tanto a como ellas llevaban la situación y el uso que se podía hacer de estas, como “trocar” el sexo para así salvar familiares, pero que pese a esto no eran reconocidas, puesto que el tener sexo para ellas implicaba un estigma social. Dentro de las consecuencias de la violencia también surgía un nuevo actor social: las warmisapas. Estas eran viudas que ocupaban un espacio liminal escapando así de los roles de género femeninos convencionales. Por último, se habla de los diferentes espacios recuperativos como las iglesias evangélicas, el trabajo comunal, los curanderos y las asambleas comunales. En el segundo subtema del libro, que es la reconciliación, se habla de cómo, de manera consecuente con el nombre del capítulo, se desarrollaba una “micropolítica de la reconciliación”. Y es importante resaltar ese término de micropolítica porque esta escapaba de los procesos de reconciliación “oficiales” impuesto por el Estado a través del CVR o las Fuerzas Armadas. Se tenía consideraciones ambiguas sobre la violencia, se decía que se buscaba el castigo evitando el asesinato; sin embargo, estaba permitido matar a través de hechicería. Por esto, se busca realizar una distinción entre la violencia “mediada” de la violencia “directa”. La violencia por envidia seguía persistiendo a falta de instituciones que pusieran orden. De todos modos, la relación con las instituciones durante el conflicto

armado permitió un restablecimiento progresivo del orden además de un nuevo sentido de ciudadanía. Durante la reconciliación, se buscó también la “limpieza” de la comunidad y por eso se mataban en algunos casos a senderistas, puesto que se les había deshumanizado. Pero también esta reconciliación implicaba procesos externos como el entendimiento de las leyes, como lo que ocurrió por la Ley de impunidad, para concebir si realmente se había retribuido en base al daño causado. Después, se menciona también la aplicación de justicia popular, con la cual se permitía un proceso de reinserción dentro de la “humanidad”, con disculpas públicas, por parte de los senderistas para lograr una reconciliación local. Aunque en algunos casos, esta reconciliación no pudo existir porque, como en un caso, las Fuerzas Armadas impusieron la “pacificación”, pero los perjuicios cometidos por senderistas nunca fueron ni públicamente disculpados y quedaron impunes. Finaliza el libro haciendo una crítica al mismo término de reconciliación, ya que fue impuesto por las elites criollas y no buscan entender los procesos locales de las comunidades directamente afectadas ni qué ellos consideran como reconciliación.

 Análisis de las influencias teóricas que presenta el libro

Para empezar el análisis de influencias teóricas, podemos resaltar la propuesta de Ingold, con la cual propone explícitamente que se “tome a los ‘otros’ seriamente”, que esta ha sido una práctica considerada en todo momento por la autora en el libro. Este “tomar en serio” está ligado a la idea propuesta por tal autor que parte de que las etnografías no se deben realizar a las personas, sino con las personas, enfatizando en que la realidad está en constante construcción con las prácticas mismas y que además implican un involucramiento con las personas. “A través de sus palabras, los comuneros y comuneras de estos siete pueblos nos han permitido involucrarnos en sus vidas, y este involucrarse no termina cuando una apaga la grabadora o entrega sus notas de campo (p. 39).”

Este involucrarse implica también el tomar postura respecto a las situaciones, lo cual Theidon hace sobre todo al final del libro, cuando genera una crítica directa a la indiferencia de las personas, principalmente a quienes ocupan cargos de alta relevancia en el Estado.

Algo que resulta muy resaltante a lo largo de todo el texto, y que incluso la misma autora enfatiza, es la importancia y las voces de los subalternos que son oídas. Citando a la misma Theidon: “Uno de los términos de la dicotomía es la categoría "memoria oficial". Aparece bajo varios nombres y adjetivos: "estado", "grupos dominantes", "memoria hegemónica", en fin, "memoria mala o represiva". El otro término es la "memoria popular". En este caso los nombres y adjetivos son: "grupos subalternos" o "marginados", "sociedad civil", "memoria contrahegemónica", en suma, la "memoria buena o emancipadora" (p. 144.).

Esto se puede relacionar con lo que menciona Chakrabarty sobre que los sujetos subalternos, en este caso las diferentes comunidades etnografiadas, tenían que ser vistos como sujetos de su propia historia, lo cual implica precisamente la crítica a la “reconciliación” que hace Theidon: la reconciliación era impuesta y pensada desde quienes tenían el poder y no consideraban la perspectiva de los mismas personas que intervenían directamente en el conflicto.

Sin embargo, la narrativa con énfasis en la subalternidad no era el único recurso usado por la autora. Se destaca del texto también las diferentes relaciones de poder, basadas en Foucault, desde diferentes actores: tanto del mismo Estado como de Sendero Luminoso. Para ejemplificar esto tomaré dos hechos mencionados en el texto. El primero es acerca de la “justicia popular”. El Estado ejerció su gubernamentalidad sobre las mismas comunidades puesto que el derecho estatal era en cierto modo válido dentro de la comunidad. De hecho, la “justicia popular” estaba basada en gran medida en ese tipo de derecho. Esta definición de gubernamentalidad podemos considerarla como ha sido planteada por Ferguson y Gupta, extrapolándola a este contexto, el Estado ejerció “abarcamiento vertical” al imponer su tipo de jurisdicción sobre todo el territorio

de las comunidades configurando así a las mismas comunidades. Otra manifestación de la gubernamentalidad desarrollada por el Estado fue la creación de comités de autodefensa y la legitimidad otorgada por el Estado mismo a las rondas campesinas a modo de defensa de las comunidades.

De todos modos, existía una pugna por el poder ejercido sobre las comunidades entre Sendero Luminoso y las Fuerzas Armadas en diferentes momentos. Por lo cual, ese poder se dio a través del disciplinamiento de los cuerpos de los comuneros y comuneras de diferentes formas. Por ejemplo, a través de los asesinatos cometidos o amenazas por las dos partes, se pudieron propiciar las diferentes violaciones, el reclutamiento de comuneros tanto para el lado de las FFAA o de SL, así como también se pudo manipular y obligar al silencio de las comunidades.

Se hace referencias a la ontología política también en el siguiente fragmento: “Si uno escuchara las preocupaciones y prioridades de los sobrevivientes en estas comunidades ayacuchanas, tendría que centrarse en trastornos sociales, dioses enrabiados, hechicería, confusión espiritual y moral. En fin, tendría que tomarse en serio un mundo social capaz de producir el malestar.”

Esto resulta importante puesto que permite dar a entender que no se puede entender el sufrimiento de los comuneros separado de su concepción del mundo. Es decir, no es que estén separadas las condiciones materiales de las condiciones culturales de ellos. Sino que estas están entremezcladas y de esa manera constituyen el mundo en el que se desenvuelven. Implican relaciones no solo entre personas sino con diferentes seres que también tienen agencia dentro de su vida cotidiana.

 Conclusiones o reflexiones finales Para finalizar, son merecidas las felicitaciones a la autora del libro por la investigación realizada. Estos temas han sido relegados a segundo plano por mucho tiempo y, como

se pudo comprobar, hay muchas heridas que no cierran entre las comunidades y muchas voces que han sido silenciadas por la violencia de diferentes maneras.

Otro punto a resaltar es que Theidon ha evitado generalizaciones al hacer las investigaciones y esto lo hizo explicando las diferentes situaciones surgidas en los diferentes contextos e incluso realizó, aunque breve, una explicación de la historia de las comunidades que permitió contextualizar de forma correcta cómo entender el antes, durante y el después de la guerra.

Por otro lado, en relación al desarrollo de la etnografía resultó muy importante e interesante la inclusión de muchas voces con citas casi exactas de las diferentes personas entrevistadas. Sin embargo, algo que, desde mi punto de vista, me pareció no del todo correcto, es que algunas de la citas tenían contenido muy sensible en conjunto con los nombres de las y los informantes. Esto, considero yo, hubiera sido mejor incluirlo dentro de la investigación pero solo a modo de citas más no con la inclusión de nombres. Aunque no tengo la certeza de que los informantes de tales citas sensibles hayan aceptado incluir sus nombres.

Por último, me parece importante formular una crítica a partir del texto analizado. Es notorio a lo largo del texto, como mencioné antes, la indiferencia de las autoridades estatales en el proceso de reconciliación a nivel local; sin embargo, esto no queda ahí. Buena parte de la población peruana ha sido influenciada por estos discursos y si bien muchos consideran que ya no hay más rezagos de la violencia armada de tales épocas, las consecuencias no solo repercuten en situaciones superficiales como las deslegitimación de la política como espacio de cambio, sino que también existe parte de la población, precisamente estas comunidades, con heridas que aún no sanan por cómo han sido llevadas las situaciones de reconciliación.