Ensayo Veganismo

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PONTIFICIA UNIVERSIDAD CATÓLICA DE VALPARAÍSO FACULTAD DE FILOSOFÍA Y EDUCACIÓN ESCUELA DE PSICOLOGÍA PSICOLOGÍA SOCIAL 1

“Veganismo: Representaciones Sociales y su propuesta de un cambio social”

Integrantes: Belén Carvajal Macarena Fernández Macarena Lips Profesor: Vicente Sisto Colaboradores: Nicolás Ríos Víctor Zelaya

Jueves, 9 de Julio de 2009

Introducción Desde remotos tiempos de la historia de la humanidad, han existido nociones e inclinaciones en las personas que apuntaban a la empatía hacia los animales, respetando su vida, y protegiéndolos conjuntamente, transmitiendo en sus discursos la consideración hacia estos. El origen del vegetarianismo se atribuye al budismo y a las religiones primitivas de la India, y se relaciona con la prohibición de matar animales. Además, cabe destacar, que en la Grecia y Roma clásicas, se piensa que muchos de los grandes filósofos, como Sócrates, Platón y Pitágoras, pensaban que matar a las bestias para comer, contamina y brutaliza el espíritu humano. El vegetarianismo comenzó a difundirse a principios del siglo XIX, sobre todo en el continente europeo, y, para que pudiera verse legitimado a los ojos de la sociedad era necesario demostrar también su fundamentación científica. A partir de la mitad del siglo pasado fue ganándose una reputación general como dieta alternativa sana, sin embargo la posición moral respecto al vegetarianismo era más influyente y determinante en la adopción de este estilo de vida, que el simple hecho de seguir una dieta sana. En la actualidad, los tópicos y mitos existentes y el desconocimiento general de los argumentos científicos sobre sus beneficios para la salud humana -incluso entre los profesionales de la nutrición y la medicina- representan aún un impedimento importante para la difusión de la dieta vegetariana. Cabe mencionar, que con la llegada de la revolución industrial, hace más de 150 años, se transformó, para los propietarios, en objetivo económico el estudio de la ordenación de sus fábricas. Esto repercutió en la transformación del sector de los mataderos. La estructura de los mataderos se rige actualmente por razones económicas y al igual que la mayoría de las industrias agroalimentarias han pasado de ser establecimientos públicos a ser empresas privadas, con unos objetivos y unos beneficios a obtener. Los avances tecnológicos de la segunda mitad del siglo XX han incrementado notablemente la capacidad de rendimientos de los mataderos, lo que ha implicado una mayor concentración de los sacrificios y de explotación, ya que con el aprovechamiento al máximo de estos establecimientos se pueden recuperar los elevados costes de construcción y de mantención (Casp y López, 2004). Con el pasar de los años, se han pensado medidas para aumentar la producción de carne, leche, huevos y otros subproductos animales, tratando de ahorrar el máximo de espacio, empeorando las condiciones

en que viven los animales destinados a la explotación. Pensamos que es a causa de esta masificación de mataderos y de la concepción de los animales como meros productos para el beneficio humano, que sobre todo, estas últimas 2 o 3 décadas, ha surgido más conciencia sobre esto, lo que ha dado origen al rechazo por parte de un sector minoritario de la población hacia estas prácticas indiscriminadas. Si bien hay distintas corrientes ideológicas en cuanto a la protección y a la empatía animal, nos enfocaremos para este ensayo, en el veganismo, como la filosofía de vida más coherente con respecto a la consideración y respeto hacia la vida de los animales. El veganismo es un estilo de vida basado en el respeto y justicia hacia los animales. No tiene que ver con compasión, sino con considerar que los animales son individuos con intereses que merecen ser considerados. Cualquier producto de origen animal (huevos, lácteos, carne, etc.) implica considerar que los intereses de los humanos están por encima de los intereses de los demás animales que son utilizados para su beneficio. Además, el veganismo propone el evitar la utilización de los animales como vestimenta (pieles, cuero, etc.). Esta ideología también rechaza el uso de animales para el entretenimiento. Este es el caso de la tauromaquia, los circos, los zoológicos, los acuarios, las carreras de caballos, etc. El veganismo también está en contra de que sean usados como objeto de experimentación científica. Por ende, esta ideología rechaza el especismo. Este término fue acuñado en 1970 por el psicólogo Richard D. Ryder. El término especismo proviene de la palabra "especie", e indica la actitud humana según la cual la propia especie (humana, en este caso) es privilegiada por algún motivo respecto de todas las otras especies animales. La discriminación especista es una actitud bastante arraigada en todas las culturas, en especial, las occidentales. La consecuencia de este tipo de presunta discriminación, según sus teóricos, es la consideración de los animales no humanos como meras propiedades del hombre, y que el humano está en su pleno derecho de disponer de ellos para su provecho. Este supuesto “derecho” tiene, en parte, sus raíces en la Biblia cristiana. Las religiones occidentales en general, están colmadas de referencias al presunto “derecho divino” de los humanos de usar a los animales para nuestras propias necesidades, porque Dios supuestamente

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http://ecosofia.org/2007/01/que_es_especismo.html).

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De este modo, si todos los seres son diferentes (en cuanto a su fisonomía, inteligencia, desarrollo psíquico, etc.) y cada uno cuenta con diversos intereses que lo determinen, entonces debemos buscar un punto de igualdad que los relacione, una característica que los determine a todos por igual. En cuanto al veganismo, la característica que se considera como relevante es la sensibilidad. De aquí que el sensocentrismo (extraído el 7 de Julio de 2009 desde http://es.wikipedia.org/wiki/Sensocentrismo) sea el planteamiento ético que sigue el veganismo. Éste afirma que todo ser sintiente merece respeto moral. El sensocentrismo supone una extensión de consideración moral a todos los individuos que son susceptibles de ser dañados, es decir aquellos que experimenten conscientemente (hasta donde se conoce sólo existen animales en este grupo). Sólo los seres conscientes presentan intereses, entonces el sensocentrismo implica valorar los intereses de un individuo de manera igualitaria respecto a los intereses de los demás seres conscientes. Se diferencia del antropocentrismo en que este último también valora intereses, pero en este caso el de los seres humanos únicamente. Pretendemos estudiar el cambio social propuesto por el animalismo y veganismo, y las dificultades para que este se establezca en la sociedad. Esta dificultad se debe a en gran parte a las representaciones sociales y la ideología imperante que existe en la sociedad, que considera a los animales como seres inferiores al ser humano. Este pensamiento imperante otorga una cierta validez al uso de los animales en beneficio del ser humano, menospreciando que estos también son seres sintientes y dignos de derecho. Esta es una idea social que se ha mantenido desde los inicios de la humanidad, y que se ha ido anclando, principalmente, en la cultura occidental. Existe una dependencia de los productos animales, los que se consideran prácticamente imprescindibles para la vida humana y se da por sentado que estos están disponibles para el uso humano. Desarrollo En el presente ensayo discutiremos acerca de esta ideología, del cambio que propone, la postura que toma frente a la mayoría y cuáles son las estructuras o normas sociales que no permiten que el veganismo sea más influyente. Finalmente propondremos, -desde nuestra perspectiva-, las distintas maneras en que podría darse el cambio. Para este ensayo, nos basaremos en la influencia de las minorías que propone Moscovici (como impulsora del cambio social) y en las representaciones sociales que se tienen sobre los movimientos animalistas (ayudándonos también en lo plasmado por Jodelet), cómo esto influye en la dificultad para el cambio, y cómo, las relaciones de poder afectan directamente sobre esta dificultad (idea planteado por Ibáñez).

En primer lugar, es importante recalcar que el problema principal que ve el veganismo en cuanto al maltrato animal y sus consecuencias, es la noción social enraizada del ser humano como superior, y con poder por sobre los otros animales. Por tanto, la decisión de llevar un estilo de vida vegano no radica en el simple hecho de dejar de usar o consumir productos animales, sino que propone un cambio profundo de la concepción social mencionada anteriormente. Esto implicaría un cambio en la relación del ser humano con los animales. Según Moscovici (1999) por grupo minoritario se entiende a un conjunto de individuos que comparten aspectos idiosincrásicos singulares característicos, que se niegan a reconocer la norma de la mayoría o la respuesta dominante. Existen dos tipos de subgrupos minoritarios: las nómicas y anómicas. Resulta pertinente para este ensayo referirnos a la minoría nómica, ya que este subgrupo rechaza, se desmarca o se opone a la norma de la mayoría, como consecuencia directa de la posición distinta que ha tomado. “Una minoría nómica, al contrario de una anómica, adopta y proclama una norma de recambio, una contra-respuesta que responde con mayor precisión que la norma dominante a sus creencias, sus necesidades o a la realidad efectiva.” (Doms y Moscovici, 1999; p.78). Pensamos que el cambio social propuesto por el veganismo no ocurre a causa de lo poco cómodo que resultaría para el grupo mayoritario asumir la postura minoritaria. En general, el grupo mayoritario se encamina hacia el conformismo y hacia condiciones estables para mantener las normas sociales. “Se supone la existencia de una realidad uniforme e idéntica para todos los individuos, los individuos cuyo comportamiento obedezca a la presión hacia la conformidad serán recompensados, siendo eficaces y estando adaptados al medio” (Doms y Moscovici, 1999; p.72). Esto conlleva el autosatisfacernos y a no perturbar el orden social, el cual prácticamente nos dice qué y cómo pensar, porqué alegar, porqué no, a sonreírle al poder, a aceptar casi inconscientemente lo que éste nos plantea, y con ello, en cierta medida, admitir y aceptarlo como la única verdad. La conformidad lleva a pensar a la mayoría, que la realidad no puede cambiar por un par de acciones particulares; se concibe como prácticamente inmutable. Es muy común escuchar "es que la vida es así, no hay otra opción". Y allí se relativizan los conceptos y los principios, y se crea una especie de "moral excluyente", que no concibe posible algún tipo de modificación de las normas establecidas. “Los individuos que no obedecen a esta presión hacia la conformidad, serán considerados desviados, ineficaces e inadaptados” (Doms y Moscovici, 1999; p.72). De aquí que a los grupos minoritarios les cueste tanto ser escuchados o tomados en cuenta por la mayoría.

Hay un pensamiento que creemos, está muy arraigado en la sociedad, y a pesar de que varias personas empatizan con la causa, no se adhieren a ella, por la creencia enraizada de que no es factible la modificación de las estructuras sociales que regulan, controlan y justifican el uso y abuso de animales. Además, se piensa que sin carne y productos animales no se podría llevar un estilo de vida óptimo, -y, que a razón de que el ser humano siempre ha sido omnívoro y ha usado a los animales indiscriminadamente para su beneficio-, se avala el maltrato, las matanzas y la producción industrial, conllevando esto a una nula empatía para con el sufrimiento animal. Un punto que ha incidido en que el cambio social no se dé, al menos en el caso de Chile, es que el hecho de ser vegetariano y/o vegano implica el no consumir y/o usar muchos productos; esto es visto como una dificultad o “problema”, lo que radica en el hecho de que en el caso particular de nuestro país no existen muchos conocimientos sobre las opciones viables que podrían fácilmente reemplazar la alimentación omnívora por una dieta y estilo de vida sin productos animales. Se piensa, a nivel generalizado, que es más factible conservar el status quo, y, sin mayor análisis o consideración, rechazar lo propuesto por el veganismo. Esto resulta en una alienación de las personas que congenian con dicha ideología, al ser considerada su forma de vida como prácticamente imposible de sobrellevar sin implicar necesariamente un esfuerzo enorme; razón que muchas veces conlleva el que los veganos sean vistos como grupos minoritarios cerrados y carentes de influencia (Doms y Moscovici, 1999). Asimismo, este grupo minoritario posee una característica particular respecto a las otras agrupaciones consideradas como minoritarias. Los intereses y fines últimos del veganismo no son para beneficio personal de quienes abogan por el cambio, sino que estos van dirigidos a otros: hacia la consideración de los derechos de los animales. Como el adoptar esta ideología no favorece directamente a la persona (pues la principal causa tiene un carácter empático hacia otras formas de vida) puede no resultar atractiva la idea del cambio ni causar una motivación suficiente a la sociedad. Por ende, se requiere de una transformación radical de los intereses y perspectivas personales, en pos de un respeto a la vida que abarque mucho más allá de la propia especie. El cambio de mentalidad pasa por una opción personal, no es una ideología que se pueda imponer, ya que esencialmente este cambio pasa por una identificación y toma de conciencia de los ideales propuestos. Es importante recalcar que, desde el concepto postulado por Ibáñez de la influencia de las relaciones de poder, se añadiría otra causa al poco arraigo que ha tenido la ideología vegana en la sociedad. De acuerdo a esto, podemos afirmar que “hacer caso omiso de la existencia del poder que constantemente

se da entre la fuente y el sujeto, nos lleva imperceptiblemente a tratar el conflicto social como si sólo se tratase de un conflicto cognitivo. O, más exactamente, a considerar sólo la vertiente cognitiva e individual de un fenómeno profundamente anclado en lo social” (Ibáñez en Moscovici, 1991; p. 274). El hecho de que no se tome mucho en cuenta lo propuesto por el veganismo, no sólo radica en que tal o cual persona no quiera adoptar dichas propuestas y cambiar su mentalidad, sino que hay un componente netamente social y mucho más macro. “La toma en consideración de la dimensión social del conflicto nos conduce a sostener que el sujeto no mantiene su opinión profunda porque su atención esté apartada del objeto, sino porque se movilizan poderosos mecanismos de resistencia, dadas las implicaciones sociales de la situación. Lo que diferencia la situación mayoritaria de la situación minoritaria es esencialmente la naturaleza de la presión social que se ejerce sobre el sujeto. Las normas sociales empujan al sujeto a ceder públicamente en el primer caso y a no ceder en el segundo” (Ibáñez, 1987; p. 278). El respeto a la vida animal como seres sintientes, implica potentes consecuencias tanto para de estos como para los seres humanos. La producción industrial capitalista y los costes que implicaría para la economía el cambio social al que invita el veganismo, es un enorme impedimento para poder llevar a cabo dicho cambio, puesto que, -y sobre todo en estas últimas décadas-, el capitalismo tiene un rol y poder fundamental en las sociedades y en la economía de los países. Respecto a esto, las personas como seres individuales no tiene una incidencia directa en la economía mundial, ni ningún tipo de poder sobre el capitalismo imperante y lo que éste ha implantado en las sociedades. El hecho de distinguir entre un grupo y otro radica en la representación social que se tiene de cada uno, lo que a su vez conlleva el hecho de categorizar entre uno y otro. Respecto a este ensayo y ateniéndonos a los conceptos de grupo minoritario y mayoritario, es de importancia mencionar, que las representaciones sociales, según Moscovici (1999), permiten ordenar la forma en que percibimos los fenómenos sociales. Creemos que es de acuerdo a la representación social que se tiene sobre lo propuesto por el veganismo como grupo minoritario, lo que en cierta forma, ha impedido que sea realmente considerada dicha ideología a nivel más macro. “El contacto entre la novedad y el sistema de representación preexistente se haya en el origen de dos órdenes de fenómenos, opuestos de cierta manera, que dan a las representaciones una dualidad en ocasiones sorprendente. Esta dualidad consiste en ser tanto innovadoras como rígidas, tanto movientes como permanentes, y en ocasiones, en el seno de un mismo sistema” (Jodelet en Moscovici, 1991; p. 490). El veganismo aún no ha causado un gran impacto, sin embargo el discurso que plantea, introduce

otra forma de ordenar el entorno, transformando sus ideales en elementos innovadores, que hacen cuestionable la norma imperante del grupo mayoritario. Esto causa efecto en el pensamiento de la colectividad, puesto que propone el cambio de los marcos habituales de representación de la realidad, buscando la modificación o reestructuración de la percepción social (Jodelet en Moscovici, 1991) en cuanto a la consideración de los animales y la forma en que se relaciona el ser humano con estos. Si bien lo que propone el veganismo es innovador, e incluso, puede que incite a mucha personas al menos a cuestionarse sus postulados, propone una transformación radical, rígida y permanente de las estructuras sociales que regulan y controlan el sistema, y en este caso, el maltrato y matanza de animales. Por último, es de relevancia añadir que, si es que esta ideología tomara más consistencia, protagonismo y por consiguiente, tuviera más adeptos, se consolidaría como una influencia real y como una ideología viable y sustentable en la actualidad. De esta forma, el cambio cultural podría incidir sobre los modelos de pensamiento y de conducta que modifican de manera profunda las experiencias por medio de las representaciones (Jodelet en Moscovici, 1991). Este tema se tratará y ahondará en la discusión final. Conclusión y Discusión Lo que pretendemos plantear en esta discusión es alguna solución o propuesta para que el cambio propuesto por el veganismo pueda ser llevado a cabo de forma efectiva y práctica. Quisiéramos exponer algunos de los factores que, a nuestro parecer, están íntimamente relacionados entre sí, y que se unen a esta especie de tradición ancestral de uso de productos de origen animal y prácticas crueles hacia estos, dificultando y en cierta forma, impidiendo el cambio social con respecto al animalismo y el veganismo. Existe una idea arraigada en el ser humano de que somos indiscutiblemente superiores a todos los seres vivos, lo que se ha prestado para que el ser humano crea que es el dueño del planeta y haga uso de su supuesta superioridad, dedicándose a matar y dañar a dichos animales no humanos para su uso y conveniencia personal. De acuerdo, quizás sí somos superiores en términos evolutivos y de conciencia, pero eso bajo ningún pretexto nos da el derecho de abusar de ellos como si fueran objetos de nuestra propiedad, sin darle siquiera la más mínima importancia al hecho de que son seres sintientes al igual que nosotros. Y más aún, quizás el mismo hecho de que seamos superiores intelectualmente debería bastar como argumento para crear una conciencia con respecto al tema, ya que –a diferencia del resto

de los animales– nosotros sí somos capaces de sentir empatía y cuestionar nuestros propios actos. Por tanto, pensamos que es nuestra responsabilidad actuar humanamente hacia ellos. Porque ¿en qué momento “superioridad” se igualó a propiedad, explotación y matanza? No existe ningún argumento mínimamente coherente que pueda establecer que sus intereses deban ser infravalorados por nuestra especie, y es por esa misma razón por la que deberíamos modificar nuestra conducta –a través de un cambio de pensamiento– hacia ellos. Ahora bien, es cierto que es el sistema el que en cierta forma hace que sea aceptable esta falta de sentido, pero es la gente que consume y utiliza productos de origen animal y avala prácticas de maltrato, la que pasa por alto y acepta este hecho, ya sea por la tendencia al conformismo, por falta de información, interés y motivación; y/o, por miedo a salirse de las normas sociales (prejuicios y sesgos) que establece el grupo mayoritario. Durante todo el ensayo hemos defendido el veganismo como la opción de vida y perspectiva moral más respetuosa o empática hacia la vida, porque creemos que, como está la situación respecto a la producción, abuso, condiciones desfavorables y matanzas de los animales, es necesario crear conciencia e informar sobre los tratos crueles hacia estos, sobre lo que podemos hacer para revertir o evitar estas prácticas, y demostrar al grupo mayoritario que sí es factible el poder llevarlo [al veganismo] a la práctica en nuestra cotidianeidad. No podemos negar que uno de los argumentos más potentes que existen hacia el veganismo es el hecho de que la vitamina B12, importantísima para nuestro sistema nervioso, no se encuentra en las proporciones necesarias para nuestro organismo en los productos vegetales (es cierto, hay suplementos de esta vitamina, pero sería antinatural de todas maneras). De acuerdo a esto, sería bastante plausible el llevar un estilo de vida vegano, no en el sentido estricto de la palabra, esto es, consideramos que el problema de la B12 podría solucionarse consumiendo huevos. Pero, con una condición: que a esas gallinas se les considere y se les respete, siempre aceptando que tienen derechos, intereses y una tendencia a la vida que debemos tomar en cuenta. Esto implicaría vivir en armonía, sin explotar ni abusar de ellas. En cuanto al resto de los productos animales que se consumen o utilizan, y a los demás tipos de maltrato que existen (tauromaquia, circos, experimentación, entre otros), consideramos que bajo ningún punto de vista son justificables, porque simplemente no son necesarios ni imprescindibles; son crueles, caprichosos y antropocéntricos.

Referencias http://ecosofia.org/2007/01/que_es_especismo.html http://elfilosofovegano.blogspot.com http://es.wikipedia.org/wiki/Sensocentrismo http://es.wikipedia.org/wiki/Vegetarianismo http://gaiavegana.blogspot.com http://mx.geocities.com/gmontero2/Algas.htm http://respuestasveganas.blogspot.com/ http://www.ivu.org/ave/b12sheet.html http://www.ivu.org/ave/historia.html http://www.vegetarianismo.net Bibliografía Casp, A. y López, R. (2004): “Tecnología de mataderos”. Madrid: Mundi-Prensa. Ibáñez, T. (1987). “Poder, conversión y cambio social”. Barcelona: Anthropos. Moscovici, S. (1991): “Psicología social, II”. Barcelona: Paidós. Moscovici, S. (1999): “Psicología social, I”. Barcelona: Paidós.