El Zorro de Arriba y El Zorro de Abajo

EL ZORRO DE ARRIBA Y EL ZORRO DE ABAJO Para revisar la lectura de Arguedas es imprescindible mencionar que no se puede d

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EL ZORRO DE ARRIBA Y EL ZORRO DE ABAJO Para revisar la lectura de Arguedas es imprescindible mencionar que no se puede desprender de ninguno de sus aspectos, ni políticos, económicos, sociales, literarios, ni mucho menos históricos. El zorro es una novela que se diferencia del resto de la obra arguediana por los temas que aborda desde testimonios, transculturación, globalización, crítica al imperialismo, al poderes hegemónico, migración, entre otros, mediante su diario personal, relatos, poesía, canciones, etc., es así que podríamos aseverar que es el último producto literario narrativo del indigenismo, pero no un indigenismo paternalista, sino más bien un indigenismo que rompe con las convenciones vigentes de fondo (por su referente andino – costeño, y su visión serrana), y forma (por las citas quechuas, y las estructuras literarias no tradicionales). Cabe mencionar que la obra se desarrolla bajo el contexto del Boom pesquero en los 60s, la concentración de capitales nacionales y extranjeros, lo cual según Denis Sulmont provocó una ola inmensa de inmigración, formalización acelerada de sindicatos, movimientos sociales, etc., se podría advertir también el proceso de transculturación, recreación e influjo de la cultura andina en el escenario chimbotano, donde encontramos múltiples discursos y lenguajes, la cultura oral y la escrita, el idioma autóctono y el importado, el arriba y el abajo.

Análisis concreto El zorro y su sema Es vital partir de la interpretación de lo que significaron Los zorros en la obra; como bien sabemos Arguedas fue quien tradujo al español el texto Dioses y hombres de Huarochirí (XVI-XVII), menciona esto ya que podríamos encontrar un paralelo, y una articulación intertextual entre dicho relato y la obra en análisis. Es importante recordar que este texto es fundamentalmente mitológico, producido por una formación social que piensa su vida social en términos de mito; en este relato se narra la historia de dos zorros, en la que cada uno de ellos está cargado de diversidad de actitudes y situaciones. El meollo del conflicto narrado por el zorro de arriba es la sensualidad de una mujer, graficado en el acto de ofrecer a un hombre un grano de maíz entrado accidentalmente en su propio sexo, así la que la esposa de Tamtañamca demuestra su deseo sexual, alegoría de una transgresión simulada, es decir “pecaminosa”; en cuanto a la alusión un tanto elíptica en el zorro de abajo en otro acontecimiento similar, se puede colegir que la esposa es culpable, entonces Los zorros se limitan a evocar la sexualidad femenina, como sinónimo de transgresora.

Cada uno de los zorros representa una de las dos zonas en que se divide el territorio geográfico considerado: la de arriba y la de abajo, conciencias totalizadoras de sus zonas respectivas, como si los zorros conocieran lo oculto y lo visible, el presente y el pasado, lo simple y lo complejo, lo individual, y lo conjunto. En Diarios y Relato vemos mucho ésta polaridad, en casos como la sexualidad, la prostitución, la producción industrial acelerada, la explotación del hombre por el hombre, los cuales aparecen como conceptos un tanto ambiguos, ambivalentes, positivos/ negativos. Como ejemplo a analizar podríamos tomar el tema del lenguaje, el lenguaje que expone Arguedas, el lenguaje de los pescadores, de los vendedores de mercado, del pueblo, un lenguaje marginal, revelador, golpeado, alienado. -“¡Padrazo, padrenuestro!”, me rogabas anoche, mocoseando en el callejón del burdel. Putamadre, maricón Mudo; aquí ti’hago hombre. -Yo soy hijo de puta, patrón. Tú sabes. -No güevón. Aquí, carajo, a bordo, todos son putamadres menos el patrón. Individualidades colectivas Aproximadamente cuarenta años después de creada esta novela, y la desaparición física de Arguedas, vemos que el Perú se ha convertido en un gigantesco Chimbote, se ha andinizado, somos partícipes del predominio del mestizaje cultural; nos encontramos en proceso de ir forjando nuestra identidad nacional, en la que lo provinciano y lo andino han impuesto un sello inquebrantable y propio sobre el conjunto de la sociedad peruana. “…Las cascadas del agua del Perú, como las de San Miguel, que resbalaban sobre abismos, centenares de metros en salto casi perpendicular, y regando andenes donde florecen plantas alimenticias…Ellas retratan el mundo para los que sabemos cantar en quechua…” Esta confidencia inicial es prueba no sólo de la nostalgia arguediana, sino también de la contradicción que penetra cada rincón de la novela, en la cual Arguedas se vale del castellano- del idioma occidental-, para expresar lo que concibe, tarea nada fácil ya que el quechua o el mundo andino (como significante), está lleno de simbolismo, en la que cada palabra alude a un mundo complejo (como significado), en otras palabras “traducir” la cosmovisión quechua, no es como traducir el castellano, al italiano o al ruso, sino más bien es “traducir” un sistema cultural a otro, no sólo diferente, sino históricamente opuesto. A pesar de esta dificultad, su trabajo como literato y antropólogo sirvió de mucho, como intento de recuperar el terreno cultural indígena, que se va perdiendo mediante el ametrallamiento cultural occidental, proyecto que no definió ni Garcilaso de la Vega, ni Huamán Poma, uno por su discurso

político-religioso, el otro por su monoteísmo casi cristiano, caso contrario Arguedas sí supo llevar a la palabra la materia de las cosas, y nos invitó a participar de un proyecto esperanzador como bien él decía, que anima nuestras pasiones, pero sobre todo nuestra decisión de trabajar por la liberación de las limitaciones artificiales que impiden aún el libre vuelo de la capacidad humana, especialmente la del hombre peruano. Textualmente: “Un pueblo no es mortal, y el Perú es un cuerpo cargado de poderosa sabia ardiente de vida, impaciente por realizarse”.

Lo que deberíamos hacer para tomar como ejemplo resaltante de la Antropología peruana, a José María Arguedas, es en primera instancia, conocer su vida y obra, por muy fuerte que nos arrastre la corriente de mitificar a seres humanos, y hacerlos íconos, porque al fin y al cabo, debemos buscar como científicos sociales, una visión objetiva de las cosas; para llamarnos o no, arguedianos, debemos conocer a Arguedas, tanto para valorarlo, como para criticarlo, si eso deseamos. Para revisar la lectura de Arguedas es imprescindible mencionar que no se puede desprender de ninguno de sus aspectos, ni políticos, económicos, sociales, literarios, ni mucho menos históricos. El zorro es una novela que se diferencia del resto de la obra arguediana por los temas que aborda desde testimonios, transculturación, globalización, crítica al imperialismo, al poderes hegemónico, migración, entre otros, mediante su diario personal, relatos, poesía, canciones, etc., es así que podríamos aseverar que es el último producto literario narrativo del indigenismo, pero no un indigenismo paternalista, sino más bien un indigenismo que rompe con las convenciones vigentes de fondo (por su referente andino – costeño, y su visión serrana), y forma (por las citas quechuas, y las estructuras literarias no tradicionales). Cabe mencionar que la obra se desarrolla bajo el contexto del Boom pesquero en los 60s, la concentración de capitales nacionales y extranjeros, lo cual según Denis Sulmont provocó una ola inmensa de inmigración, formalización acelerada de sindicatos, movimientos sociales, etc., se podría advertir también el proceso de transculturación, recreación e influjo de la cultura andina en el escenario chimbotano, donde encontramos múltiples discursos y lenguajes, la cultura oral y la escrita, el idioma autóctono y el importado, el arriba y el abajo.

Análisis concreto El zorro y su sema Es vital partir de la interpretación de lo que significaron Los zorros en la obra; como bien sabemos Arguedas fue quien tradujo al español el texto Dioses y hombres de Huarochirí (XVI-XVII), menciona esto ya que podríamos encontrar un paralelo, y una articulación intertextual entre dicho relato y la obra en análisis. Es importante recordar que este texto es fundamentalmente mitológico, producido por una formación social que piensa su vida social en términos de mito; en este relato se narra la historia de dos zorros, en la que cada uno de ellos está cargado de diversidad de actitudes y situaciones. El meollo del conflicto narrado por el zorro de arriba es la sensualidad de una mujer, graficado en el acto de ofrecer a un hombre un grano de maíz entrado accidentalmente en su propio sexo, así la que la esposa de Tamtañamca demuestra su deseo sexual, alegoría de una transgresión simulada, es decir “pecaminosa”; en cuanto a la alusión un tanto elíptica en el zorro de abajo en otro acontecimiento similar, se puede colegir que la esposa es culpable, entonces Los zorros se limitan a evocar la sexualidad femenina, como sinónimo de transgresora. Cada uno de los zorros representa una de las dos zonas en que se divide el territorio geográfico considerado: la de arriba y la de abajo, conciencias totalizadoras de sus zonas respectivas, como si los zorros conocieran lo oculto y lo visible, el presente y el pasado, lo simple y lo complejo, lo individual, y lo conjunto. En Diarios y Relato vemos mucho ésta polaridad, en casos como la sexualidad, la prostitución, la producción industrial acelerada, la explotación del hombre por el hombre, los cuales aparecen como conceptos un tanto ambiguos, ambivalentes, positivos/ negativos. Como ejemplo a analizar podríamos tomar el tema del lenguaje, el lenguaje que expone Arguedas, el lenguaje de los pescadores, de los vendedores de mercado, del pueblo, un lenguaje marginal, revelador, golpeado, alienado. -“¡Padrazo, padrenuestro!”, me rogabas anoche, mocoseando en el callejón del burdel. Putamadre, maricón Mudo; aquí ti’hago hombre. -Yo soy hijo de puta, patrón. Tú sabes. -No güevón. Aquí, carajo, a bordo, todos son putamadres menos el patrón. Individualidades colectivas Aproximadamente cuarenta años después de creada esta novela, y la desaparición física de Arguedas, vemos que el Perú se ha convertido en un gigantesco Chimbote, se ha andinizado, somos partícipes del predominio del mestizaje cultural; nos encontramos en proceso de ir forjando

nuestra identidad nacional, en la que lo provinciano y lo andino han impuesto un sello inquebrantable y propio sobre el conjunto de la sociedad peruana. “…Las cascadas del agua del Perú, como las de San Miguel, que resbalaban sobre abismos, centenares de metros en salto casi perpendicular, y regando andenes donde florecen plantas alimenticias…Ellas retratan el mundo para los que sabemos cantar en quechua…” Esta confidencia inicial es prueba no sólo de la nostalgia arguediana, sino también de la contradicción que penetra cada rincón de la novela, en la cual Arguedas se vale del castellano- del idioma occidental-, para expresar lo que concibe, tarea nada fácil ya que el quechua o el mundo andino (como significante), está lleno de simbolismo, en la que cada palabra alude a un mundo complejo (como significado), en otras palabras “traducir” la cosmovisión quechua, no es como traducir el castellano, al italiano o al ruso, sino más bien es “traducir” un sistema cultural a otro, no sólo diferente, sino históricamente opuesto. A pesar de esta dificultad, su trabajo como literato y antropólogo sirvió de mucho, como intento de recuperar el terreno cultural indígena, que se va perdiendo mediante el ametrallamiento cultural occidental, proyecto que no definió ni Garcilaso de la Vega, ni Huamán Poma, uno por su discurso político-religioso, el otro por su monoteísmo casi cristiano, caso contrario Arguedas sí supo llevar a la palabra la materia de las cosas, y nos invitó a participar de un proyecto esperanzador como bien él decía, que anima nuestras pasiones, pero sobre todo nuestra decisión de trabajar por la liberación de las limitaciones artificiales que impiden aún el libre vuelo de la capacidad humana, especialmente la del hombre peruano. Textualmente: “Un pueblo no es mortal, y el Perú es un cuerpo cargado de poderosa sabia ardiente de vida, impaciente por realizarse”.

Lo que deberíamos hacer para tomar como ejemplo resaltante de la Antropología peruana, a José María Arguedas, es en primera instancia, conocer su vida y obra, por muy fuerte que nos arrastre la corriente de mitificar a seres humanos, y hacerlos íconos, porque al fin y al cabo, debemos buscar como científicos sociales, una visión objetiva de las cosas; para llamarnos o no, arguedianos, debemos conocer a Arguedas, tanto para valorarlo, como para criticarlo, si eso deseamos.