El Oficio Del Trabajador Social

El oficio del trabajador social en el marco de la construcción disciplinar Haydali Teresa Rodríguez Lombana Nos servimo

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El oficio del trabajador social en el marco de la construcción disciplinar Haydali Teresa Rodríguez Lombana Nos servimos de la ciencia para objetivar a otros, pero nunca para ponernos en tela de juicio. Bourdieu (2003 p. 85) Resumen En el presente artículo se propone reflexionar sobre la necesidad de superar dualismos en la construcción del conocimiento disciplinar en trabajo social, donde se contemple que la producción social del conocimiento es el resultado de las relaciones sociales y del mundo social, a través de la comprensión de las prácticas disciplinares y científicas en que se enmarcan las ciencias sociales; por lo tanto, el estudio de la intervención profesional en trabajo social se constituye en el eje fundante de la comprensión del oficio disciplinar e interdisciplinar de los acervos epistemológicos, teóricos y metodológicos. Palabras clave: campo disciplinar, construcción disciplinar, intervención profesional, oficio de trabajo social, reflexividad. Introducción Se empezará por pensar de manera analógica la palabra oficio, con la cual se refiere Bourdieu (2003) a los sociólogos y científicos, pues “el oficio es un capital (científico) que resulta de la combinación de varios capitales. Con este capital (que también es simbólico) se posicionan



Trabajadora Social por la Universidad de La Salle; especialista en Gerencia Integral de Proyectos por la Universidad Militar Nueva Granada; magíster en Desarrollo Educativo y Social; doctorada en Trabajo Social por la Universidad Nacional de La Plata; docente del programa de Trabajo Social de la Universidad de La Salle. Correo electrónico: [email protected]

y toman posiciones, pero también son posicionados (los agentes científicos y las disciplinas) [cursivas agregadas]” (Bourdieu, 2003 p. 10). En tal sentido, el autor plantea el campo científico en el cual se posicionan y son posicionados las instituciones y los agentes que internalizan las estructuras a través de los habitus, sentidos con los que se ejerce la práctica científica, en los que se entra en disposiciones con otros mediante luchas de capitales culturales, simbólicos, políticos y económicos, reflejando las diferentes conquistas históricas por la dominación y la legitimidad en dicho espacio social. Entre tanto, según Bourdieu y Wasquant (2014), “el oficio” plantea una teoría de la construcción sociológica convertida en habitus, que consiste en “un conjunto de relaciones históricas depositadas dentro de los cuerpos de los individuos bajo la forma de esquemas mentales y corporales de percepción, apreciación y acción” (p. 42). De este modo, los acervos culturales y disciplinares son disposiciones históricas que se van incorporando en el cuerpo de los agentes, desde donde se estructuran y son estructurantes de las prácticas, las disposiciones de pensar y actuar, al igual que organizadores de la experiencia. Dichos planteamientos disciplinares implican ejercicios de reflexividad de las prácticas científicas que se relacionan con la construcción del objeto, la reflexión metodológica en el interior de los procesos de investigación, la vigilancia epistemológica desde la coherencia teórica, metodológica y de pensamiento, los procesos de ruptura epistemológica respecto a la tradición disciplinar, la relación del objeto y el sujeto, entre otras. Ahora bien, en el campo científico, a partir del siglo XIX, se establecen dominios con los cuales se realizan distinciones, concentración de capitales y relaciones de poder entre las ciencias y las disciplinas; una de estas disposiciones tiene que ver con el monismo

metodológico a través del método científico y, a su vez, con el paradigma hegemónico positivista en las ciencias sociales. En palabras de Belvedere (2012): Se pensaba que, compartiendo un mismo paradigma, las principales disciplinas sociales podrían comenzar a producir ciencia normal por decirlo en sintonía con Kuhn. Por fin sería posible reunir un cuerpo de conocimiento científico acumulable, hacer progresos, avanzar, pues ya estarían saldadas las cuestiones teóricas fundamentales. (p. 18)

De la misma manera, se instituyen diferenciaciones entre las disciplinas que solo pueden ser entendidas en relación con las referencias asignadas y posicionadas a partir de las otras. Una de estas distinciones la indica Martínez (1981): “Una amplia gama de profesiones clasificadas como ciencias puras y aplicadas, las primeras dedicadas al conocimiento global de la sociedad, las segundas especializadas en la ejecución técnica y particular” (p. 10). Esto evidencia de manera explícita la división científica del trabajo, por una parte, y la división entre la teoría y la práctica, por otra, que permeó por muchos años las disciplinas de las ciencias sociales, incluyendo el trabajo social. Desde luego, los trabajadores sociales saben que la concepción binaria de la teoría y la práctica heredada de la modernidad continúan como un pensamiento usual: en la actualidad, en muchas de las acciones profesionales no se cumple con el ideal ilustrado que exige hacer eficaz la práctica iluminándola con la teoría (Iturrieta, 2014, citado en Cifuentes, 2015, p. 5). La concepción binaria fue agudizada y contribuyó a los argumentos de descalificación y confrontación en las ciencias sociales, más específicamente en el interior del colectivo del trabajo social, teniendo en cuenta que los “procesos de cambio progresivo o de retroceso en las disciplinas no son un producto meramente endógeno de cada profesión; se generan y

articulan con la dinámica social y política (también científica) específica que se registra en un momento histórico determinado [cursivas agregadas]” (Alayón, 2004, p. 9). Dichas posiciones binarias y dualistas en trabajo social se relacionan con exageraciones o superlativos nombrados con “ismos”, como teoricismo, metodologicismo, practicismo, asistencialismo, eclecticismo, activismo, ideologismo, entre otros, que asimismo evidencian posiciones dualistas que se establecen durante el siglo XX en las ciencias sociales: “[Se] contraponía individualismo y colectivismo, teoría de la acción y teoría de sistemas, teoría del instinto y teoría del aprendizaje, positivismo e idealismo, racionalismo y antintelectualismo, intelectualismo y voluntarismo, realismo e idealismo, empirismo y voluntarismo” (Belvedere, 2012, p. 10). De este modo, se reflejan las dicotomías del pensamiento disyuntor que se instituyó desde el dualismo subjetivismo/objetivismo en la construcción del conocimiento en las ciencias sociales, que radica en la separación entre el sujeto y el objeto. A este respecto, señala Morin (1996): No hay objeto si no es con respecto a un sujeto que observa, aísla, define, piensa y no hay sujeto si no es con respecto a un ambiente objetivo (que le permite reconocerse, definirse, pensarse, etc.). Es una gran paradoja: sujeto y objeto son indisociables, pero nuestro modo de pensar excluye a uno o a otro. (p. 67)

Se separan los objetos de conocimiento referidos a lo social, lo humano, la realidad, las estructuras, entre otros aspectos, de los sujetos que les prescriben, producen, recrean y dan significaciones-sentidos a través de las prácticas sociales, lo cual incluye a investigadores y científicos. Bourdieu (2003) expresa: “He pasado toda mi vida demoliendo los dualismos. Uno de los puntos en los cuales insistiría más fuertemente [es] que el oficio […] es la

necesidad de superar las parejas de opuestos que son frecuentemente expresados en ismo” (p. 46) En contraposición, una postura implicativa de cualquier disciplina social es aquella que pone dentro de los objetos de conocimiento sus propias prácticas sociales en la construcción y producción de conocimiento; aquella que incluye la reflexividad teórica, epistemológica, metodológica desde una relación subjetiva de las estructuras objetivadas en el agente social y una relación dialéctica con el mundo social, entendido como un espacio de relaciones, fuerzas y capitales. En tal sentido, sostiene Torres (2008): Las ciencias sociales, por el hecho de tener el mundo social por objeto y de pretender una representación veraz del mismo, deben competir con otros campos de producción simbólica y, en general, con todos los agentes sociales que buscan imponer su visión de la vida social. (p. 52)

Dicha producción simbólica refleja los modos de acción y las prácticas científicas e investigativas de las ciencias, las disciplinas y otros estudios investigativos al margen o liminales, referencia a los estudios culturales, decoloniales, de género y alternos. En estos últimos, se refleja la redefinición de fronteras del campo científico, y entre los campos vinculados, la irrupción de nuevos recursos y capitales. En una disciplina como trabajo social, que se encuentra en consolidación de sus acervos culturales y simbólicos en la producción del conocimiento social, a partir de la objetivación de sus propias prácticas investigativas y científicas, es necesario avanzar hacia la comprensión de los sistemas teóricos, de las matrices de pensamiento epistemológico que sustentan o han sustentado múltiples sentidos de la intervención profesional, más cuando en las ciencias sociales “la teoría social contemporánea ha perdido el sentido de unidad de su

propia disciplina” (Belvedere, 2012, p. 11). Lo anterior implica posicionar la construcción de categorías y conceptos en trabajo social, que se han instaurado en el rompimiento de fronteras con las otras disciplinas: sus apuestas de comprensión y construcción han sido interdisciplinarias. Cabe agregar que retomar analógicamente la idea de “oficio” de trabajo social se enmarca en ese saber práctico desde el que adquiere sentido cómo se construye conocimiento en el mundo social; lo anterior, a través de la relación disciplinar de la profesión, es decir, de ese saber situado, contextual, dinámico, contradictorio de la intervención social y desde el cual se comprende la relación epistemológica, teórica y metodológica del conocimiento disciplinar e interdisciplinar: El debate sobre lo disciplinar es de reciente desarrollo y […] tal vez constituya uno de los referentes para interpretar la historia del trabajo social latinoamericano y colombiano. Sin embargo, una vez apareció, tomó la forma de hipótesis desafortunada, según la cual esta transición implicaría una supuesta desaparición de la profesión en aras del desarrollo disciplinar, considerándolo superior. (Leal y Malagón, 2006, p. 2)

Sin embargo, la construcción disciplinar solo es posible en trabajo social a partir de una “relación dialógica del pensar-hacer y del conocer-hacer”: [Tal relación] cobra sentido la intervención profesional, como característica fundante del Trabajo Social y, por consiguiente, como objeto principal de debate en el contexto académico y en el proceso de configuración de éste como campo disciplinar. (Vargas y Muñoz, 2015, p. 82)

De aquí que una apuesta colectiva desde la línea de investigación Construcción Disciplinar, del programa de Trabajo Social de la Universidad de La Salle, desde 1999, sea esta: Contribuir a la formación de profesionales y generación de la construcción disciplinar en interacción con el contexto cultural, sociopolítico, económico y ambiental del país.

Su desarrollo se justifica por realizar un balance sistemático sobre diferentes formas de intervención profesional construidas en la práctica para atender nuevos contextos, retos y responder a la falta de sistematización de las experiencias que se desarrollan, así como para consolidar la construcción conceptual como aporte para la formación en las unidades académicas de Trabajo Social a nivel nacional e internacional. (Universidad de La Salle, 2008, citado en Cifuentes, 2015, p. 2)

La producción del conocimiento en esta línea se ha realizado desde la revisión, comprensión y explicación de trabajo social desde cuatro sublíneas o campos problemáticos que se mencionan a continuación:  Epistemología y trabajo social. La epistemología aporta a la producción y legitimación de conocimiento en trabajo social, fundamentos, conceptos y procesos que contribuyen al saber disciplinar en el marco de las ciencias sociales. Los objetos de conocimiento implican relaciones entre teoría y práctica en el trabajo social, contextualizar discusiones sobre sistemas teóricos, aportar a fundamentar la investigación e intervención profesional, así como opciones éticas, ideológicas y políticas que se documentan en investigaciones.  Intervención profesional, propuestas metodológicas.

La

reflexión

y

construcción metodológica es un pilar fundamental del desarrollo de la profesión y disciplina de trabajo social; conviene comprender sus desarrollos, formalizarlos y comunicarlos con claridad. 

Identidades profesionales, inter- y transdisciplinariedad en trabajo social. La identidad profesional es una categoría histórica, social y política (Martinelli, 1992 citado por Cifuentes, 2015); una construcción social que adquiere sentido individual y colectivo, posibilita construir identificación y sentido de pertenencia a la academia y al gremio. Documentar su consolidación positiva implica reconocer

opciones, saberes y haceres específicos para el diálogo, la interacción y las respuestas disciplinares, desde el aporte colectivo en contextos interdisciplinarios y transdisciplinarios, en ámbitos de investigación social y de intervención profesional.  Formación y profesionalización en trabajo social. Los procesos y productos de la formación profesional (enseñanza, aprendizajes) son objeto de reflexión para afianzar su pertinencia en las actuales condiciones y desafíos de la sociedad. La formación se constituye en el encuentro del ser, el conocer y el hacer, proceso en el que se aporta a configurar inéditos procesos de intervención, reconocer objetos y sujetos, proponer intencionalidades, conocimientos y propuestas para crear sentidos, rigurosidad y sistematicidad en la dinámica de investigación e intervención profesional, soportadas en claras posturas ético-políticas (Cifuentes, 2015, p. 6). Lo anterior implica ejercicios de reflexividad y objetivación de las prácticas profesionales y académicas desde el trabajo social, que reflejan la apropiación epistemológica, teórica y metodológica en la que construye la disciplina en la actualidad y da cuenta de relaciones interdisciplinares con las ciencias sociales, aspectos relevantes desde y para la formación profesional. Ahora bien, el campo de construcción de conocimiento en trabajo social es amplio, dinámico y complejo: la sociedad, las ciencias sociales y humanas, las tensiones y conflictividades sociales, los escenarios sociales… En este marco, los procesos de construcción son abiertos, permanentes, desafiantes. La producción de conocimientos es un imperativo ético y político para afianzar la jerarquía del trabajo social, porque las urgencias de este momento histórico

y los desgarramientos sociales a los que asistimos así lo exigen (Cazzaniga, 2007, citado en Cifuentes, 2015 p. 12). Los desgarramientos sociales no son ajenos a la construcción disciplinar de trabajo social, la cual se enmarca en los procesos de flexibilización laboral y desprofesionalización, en un mundo globalizado, profundamente desigual e inequitativo, donde se mercantilizan las relaciones y el conocimiento. De ahí la importancia de incluir nuestros habitus en los análisis y las reflexiones sobre los capitales culturales, simbólicos, económicos y sociales en los diferentes campos en que trabajo social es posicionado y se posiciona con sus acervos culturales y disciplinares, avanzando hacia la interpretación y apropiación de perspectivas epistemológicas y sistemas teóricos complejos, críticos y construccionistas, ecológicos y posestructurales en que se sustentan y fundamentan las prácticas de intervención profesional y los horizontes de los procesos disciplinares en trabajo social.

Referencias Alayón, N. (2004). Trabajo social latinoamericano. A 40 años de la reconceptualización. Buenos Aires: Espacio. Belvedere C. (2012). El discurso del dualismo en la teoría contemporánea. Una crítica fenomenológica. Buenos Aires: Universidad de Buenos Aires. Bourdieu, P. (2003). capital Cultural, escuela y espacio social. Buenos Aires: Siglo XXI. Bourdieu, P. y Wacquant, L. (2014). Una invitación a la sociología reflexiva. Buenos Aires: Siglo XXI.

Cifuentes, R. (2015). Documento de la línea de investigación e intervención construcción disciplinar en Trabajo Social. Tendencias y Retos, 20(1). Leal, G. y Malagón, E. (2006). Historia del trabajo social en Colombia: de la Doctrina Social de la Iglesia al pensamiento complejo. Bogotá: Universidad Nacional de Colombia. Martínez, M., López, M., Saboya, M. Rojas, R. y Poveda, A. (1981). Historia de Trabajo Social en Colombia 1990-1975. Bogotá: Tecnilibros. Morín, E. (1996). Introducción al pensamiento complejo. Barcelona: Gedisa Torres, A. (2008). Investigar en los márgenes de las ciencias sociales. Revista folios, 27. Vargas, P. y Muñoz, F. (2015). Memorias de un corpus bibliográfico para el estado del arte sobre la fundamentación de la intervención en trabajo social. Tendencias y Retos, 20(1), 81-92.