Educacion en La Edad Moderna

INTRODUCCIÓN Edad Moderna se emplea también con mucha frecuencia para designar una época histórica concreta y como tal e

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INTRODUCCIÓN Edad Moderna se emplea también con mucha frecuencia para designar una época histórica concreta y como tal extinguida, superada e irrecuperable, claramente diferenciada de la edad media y la edad contemporánea. Así entendida, la Edad Moderna abarcaría tres siglos de la historia de occidente el XVI, el VII y el XVIII, y se correspondería con una sociedad y una cultura de perfiles bien definidos, opuestos con frecuencia a los rasgos básicos del mundo actual.Las fechas del comienzo y del final de la Edad Moderna son difíciles de fijar y varían ligeramente de unos países europeos a otros. Habitualmente se sitúa el inicio de los tiempos modernos en la conquista de Constantinopla por parte de los turcos (1453) o bien en el descubrimiento de América en (1492). La Edad Moderna puede considerarse como un periodo de transición, en el que se acentúa y fortalecen tendencias presente ya en los últimos siglos de la edad media. La culminación de dicho proceso tendrá a lugar a finales del siglo XVIII y significara la ruptura definitiva con el orden hasta entonces imperante en occidente, que había sido heredado de la edad media. Estrechamente al proceso de modernización de la sociedad europea se encuentra la burguesía, un grupo social en ascenso ya durante la baja edad media, llamada a desempañar un papel de singular importancia en la historia de occidente. Este ultimo supone debilitar uno de los principios básicos de la orden política, en el cual el status social ya no se hereda y se conserva de modo automático sino que es necesario adquirirlo y en su caso mantenerlo. La educación se convierte por eso, cada vez mas en una vía e instrumento de ascenso social. Otro fenómeno característico de la Edad Moderna es la fragmentación y la perdida de la identidad colectiva de las diversas ordenes o estamentos en los que se dividía la sociedad medieval.

DESARROLLO CONTEXTO HISTÓRICO El sentido de la expresión Edad Moderna guarda relación con la idea de los humanistas, quienes se consideraban portadores y difusores de una nueva mentalidad, lo moderno, lo actual, opuesta y enfrentada con la mentalidad medieval, a la que juzgaban caduca y deseaban sustituir. Sin embargo, la expresión Edad Moderna se emplea también con mucha frecuencia para designar una época histórica concreta y claramente diferenciada de la edad media y la edad contemporánea. Así entendida, la Edad Moderna abarca tres siglos de la historia de occidente el XVI, el XVII y el XVIII, y se corresponde con una sociedad y una cultura de perfiles bien definidos, opuestos con frecuencia a los rasgos básicos del mundo actual. La Edad Moderna puede considerarse como un periodo en el que se acentúa y fortalecen tendencias presentes ya en los últimos siglos de la edad media. La culminación de dicho proceso tendrá a lugar a finales del siglo XVIII y significará la ruptura definitiva con el orden hasta entonces imperante en occidente, que había sido heredado de la edad media. La Edad Moderna se encuentra estrechamente ligada al proceso de modernización de la sociedad europea bajo la influencia de la burguesía, un grupo social en ascenso ya durante la baja edad media, llamado a desesempañar un papel de singular importancia en la historia de occidente. Esto ultimo supone debilitar uno de los principios básicos del orden político, en el cual el status social ya no se hereda y se conserva de modo automático sino que es necesario adquirirlo y mantenerlo. La educación se convierte, por eso, cada vez más en una vía e instrumento de ascenso social.

Otro fenómeno característico de la Edad Moderna es la fragmentación y la pérdida de la identidad colectiva de las diversas ordenes o estamentos en los que se dividía la sociedad medieval. En el terreno económico, en la Edad Moderna tiene lugar el definitivo despegue del comercio y de la producción industrial, anteriormente muy poco desarrollados. Los circuitos y los intercambios comerciales se expanden enormemente, gracias sobre todo a los descubrimientos geográficos. En el terreno político, la Edad Moderna se caracteriza por la consolidación de las monarquías estrechamente asociadas a la afirmación de los diversos estados nacionales. El Fortalecimiento del Sentimiento de Identidad nacional es otros de los cambios que tienen lugar durante la Edad Moderna. Esta es una de las raíces fundamentales de las reformas protestantes y de la anglicana, que aspiran a construir iglesias de carácter nacional, cuya cabeza son los propios monarcas. Otro fenómeno característico de la Edad Moderna es el desarrollo de la burocracia y de la administración pública. A partir del siglo XVI las principales monarquías europeas intentan y consiguen controlar, cada vez en mayor medida, la vida publica. El hombre medieval colocaba sus esperanzas casi exclusivamente en la salvación eterna, en la beatitud, que contrastaba poderosamente con las precarias condiciones en que se desenvolvía su vida cotidiana. Ello supone un replanteamiento de las relaciones y del equilibrio entre dos tipos de formación, que se enderezan a la consecución de dos objetivos, aunque no necesariamente contrapuestoa ni fácilmente disociables: la Formación Religiosa que aspira a conducir el hombre a la plenitud de tipo sobrenatural y la formación humana, relacionada con la plenitud de este en tanto que ser humano.

El sabio moderno persigue, sin embargo, una finalidad adicional, que con cierta frecuencia oscurece a la primera: le interesa conocer, pero con el objetivo de dominar el mundo y aprovechar sus recursos. Ello suponen, sin embargo, la progresiva pérdida de la unidad del saber científico y a más largo plazo su definida fragmentación, cuyos efectos se harán sentir con claridad a partir del siglo XVIII. La enseñanza y el cultivo de la ciencia ya no son un asunto del que se ocupen casi en exclusiva los eclesiásticos, como en la edad media. Durante la Edad Moderna se asiste también al progreso desarrollo del individualismo, cuyos orígenes podrían situarse en la última etapa de la edad media. Mientras el hombre medieval vivía inmerso en una comunidad rural de tamaño reducido en la cual se integraba de un modo casi natural, el hombre moderno forma parte de estructuras políticas y sociales más complejas, que reclaman el establecimiento de vínculos más sutiles y menos directos. Por otro lado, el conjunto de transformaciones de todo tipo que hemos descrito y la nueva mentalidad imperante proporcionan a las personas el tiempo y las condiciones adecuadas para la introspección y generan en ellas el deseo de autoconocimiento. Con el tiempo todos estos pequeños cambios acabarán transformando por completo la vida diaria de los europeos. Aún constituyendo una unidad de fondo, es posible dividir la Edad Moderna en tres fases históricas de características bien diferenciadas: la época del humanismo, estrechamente asociada al Renacimiento, el periodo de las reformas religiosas, que en el terreno cultural coincidirían con el Barroco y la era de la ilustración. No obstante, de modo general, puede decirse que el Humanismo comienza a imponerse como movimiento cultural a partir de la segunda mitad del siglo XV.

La transición del Renacimiento al Barroco tendría lugar durante la segunda mitad del siglo XVI, que podría tener como fecha de referencia la celebración del concilio de Trento (1545-1563), si bien las ideas del humanismo permanecen aún vivas en la primera mitad de la nueva Centuria. Desde el punto de estrictamente pedagógico es posible delinear tres grandes concepciones educativas que se corresponden con los tres movimientos culturales reseñados y cuya vigencia viene a coincidir, a grosso modo con la de estos. La pedagogía del humanismo sirve de transición entre la educación medieval y la moderna, y anima la educación europea desde finales del siglo XV hasta finales del siglo XVI, aunque es su última etapa. Convive con las nuevas concepciones pedagógicas de inspiración religiosa. LAS DOCTRINAS PEDAGÓGICAS DEL HUMANISMO El Humanismo Histórico es el movimiento cultural que marca la transición entre la edad media y la Edad Moderna, alcanza su plenitud en los siglos XV y XVI y comienza a declinar en el siglo XVII. Los humanistas no buscan solamente una renovación intelectual. Lo que preconizan realmente es una reforma de la vida y de las costumbres. Esta dimensión ética es la verdadera clave del humanismo y la que le confiere un neto carácter pedagógico. Si algo caracteriza al humanismo desde sus orígenes, es el deseo de volver a las fuentes de la cultura occidental en busca de la verdadera filosofía y de una piedad más sencilla y autentica. Pero sobre todo el humanismo asume la responsabilidad de invocar el espíritu de una cultura antigua, pre-cristiana o no, pero en todo caso pagana.

Concepto humanista de Educación No hay una diferencia radical respecto a la concepción cristiana del hombre y del mundo. Lo que cambia es el enfoque que se da ahora: el antropológico. El nuevo tratamiento antropológico tiene su más clara manifestación en los tratados sobre la dignidad del hombre y en los múltiples pasajes de las obras en la que se describen las perfecciones con que Dios le ha dotado. En estos textos, el principal sentimiento es la admiración por la obra de Dios, todo lo que ha salido de sus manos, tanto la creación visible, como la invisible, es digno de asombro. El alma se considera dividida en dos partes, una parte superior por la que somos semejantes a Dios, donde se encuentra la razón y el juicio, y una parte inferior. El humanismo concibe la educación como formación en el sentido exacto del término. Educar es formar, moldear al hombre de acuerdo con todas las perfecciones que hay implícitas en su naturaleza. Educarse es recorrer nuevamente este camino asimilando los frutos del esfuerzo colectivo; es formarse de acuerdo con la cultura que ha producido la razón humana. El hombre puede, por tanto, educarse porque posee la razón, pero también porque es un ser social capaz de comunicarse con otros hombres y compartir sus conocimientos. La educación se concibe como un proceso de asimilación de la cultura que incorpora al hombre a la humanidad, que la humaniza. La cultura es la que, desbastando toda su rudeza, afirma el entendimiento y le hace más apto para guiar a la voluntad al ejercicio de la virtud.

En definitiva, según comenta Maravall, la clave de la educación está en la libertad y en el uso que de ella se haga. Porque ni la razón ni la cultura bastan para hacer del hombre una obra de arte, aunque le facilite el camino. Aunque la formación depende en última instancia de la libertad, el humanismo concibe grandes esperanzas en el poder de la educación intelectual como base y fermento de la educación moral. La educación se concibe en definitiva como un proceso en el que cada ser va desplegando todos los recursos de sus naturaleza y en el que con la ayuda de Dios, de otros hombres y de sus determinación, se moldea de acuerdo con su propia humanidad. La educación debe pues adaptarse a las capacidades y tendencias individuales, lo que exige un buen conocimiento y seguimiento personal. La pedagogía del humanismo no solo reconoce las diferencias, sino que incluso acentúa la necesidad de orientar de acuerdo a las inclinaciones personales. El Sujeto de la Educación La educación consiste, por tanto, en un largo proceso que de acuerdo con la importancia que le concede el humanismo, debe comenzar cuanto antes. Incluso antes del nacimiento, los padres ya deben tomar las precauciones necesarias para que la generación del hijo se realice en las mejores condiciones posibles. Estos consejos se resumen en la elección de esposas y en una serie de cuidados perinatales entre los que sobresale por el énfasis y la reiteración con que es tratado el tema de la lactancia. Pero con todo, la verdadera educación comienza en la infancia. Al igual que la edad media, se concibe como un periodo difícil porque el niño cuya razón es aún muy rudimentaria, puede ser presa de sus malas inclinaciones.

Lo que aporta el humanismo, fiel a su creencia en el poder de la cultura, es una mayor perspectiva de la naturaleza infantil a la que se considera ahora capaz también de una educación intelectual y de una formación cristiana mucho más sólida. Así, entre los tres y cinco años, según dice el humanista Italiano Alessandro Piccolimini, se cuidará de que el niño aprenda correctamente la lengua nativa para que sea "pura, propia, dulce y lejana de la del vulgo y en definitiva que sea de tal manera, según la autoridad de Aristóteles en el tercer libro de la retórica, que entre la ciudadanía más honorable sea tenida como propia y en ningún modo forastera, áspera o difícil". El niño es por tanto concebido ahora como sujeto de educación y no solo de adiestramiento porque no es un ser humano en potencia, a la espera de que nazca en él, como una segunda naturaleza, el uso de la razón. Es un apersona completa, como dirá el P. Bonifacio, el primer pedagogo de los Jesuitas, la infancia es un valor en si misma, solo hace falta que los educadores lo comprendan así. Pensamos además que los niños pueden llegar a la perfección en todos los órdenes, pero no llegarán si no los fortalecemos bien si no los conocemos bien, como realmente son, con sus buenas y malas cualidades y no trabajamos con ellos con la constancia y solicitud que pide de nosotros este ministerio del que depende el porvenir de la sociedad. En esta edad, por otra parte, los agentes de la educación son, en primer lugar, los padres. A ellos van a ir destinados muchos de los tratados humanistas en los que se les exhorta a considerar la formación de los hijos como la más importante de sus obligaciones. Los educadores de esta primera etapa de la vida son las nodrizas, es decir ama de cría y los pedagogos. En resumen, se exige a los padres que no deleguen sus obligaciones, pero que si lo tienen que hacer, escojan las personas más

adecuadas, ya que lo que está en juego es la educación de sus hijos y que no escatimen el salario. La educación es sin duda moldear al nuevo ser, pero también adaptarse a su naturaleza, seguir su proceso evolutivo. Y en este proceso, lo que sigue educativamente a la crianza o educación, propiamente dicha, son los estudios. Sin duda, no se trata de la única vía para alcanzar la virtud, pero es la más segura y la más sólida. Si hay algo claro y contundente en el pensamiento del humanismo es su confianza en el poder de los estudios como principio del perfeccionamiento humano. El humanismo, en su afán pedagógico también llega a los pobres. También, dentro de la línea abierta por los antiguos y especialmente por Quintiliano, se recomienda que el niño cuanto antes acuda a la escuela. A medida que avanza el siglo XVI, ésta se va viendo como la mejor garantía de una buena educación y como un elemento clave de la reforma de la vida social que debe ser supervisado y controlado por instancias superiores. Lo que sigue a esta formación básica es la cultura. Prosiga o no estudios superiores, la persona ya ha adquirido los principios de las artes y de las ciencias y con ello un amor por el saber que le permite continuar su propia educación. El Fin de la Educación Al seguir el desarrollo del concepto de educación que forja el humanismo se advierte que el paradigma que propone es el del sabio, la persona cultivada y virtuosa, que hace de su vida una obra de arte. El fin de la educación es, por tanto, alcanzar la virtud. Por eso importa saber qué significa exactamente este término. La virtud es, como diría Alberti en un pasaje, "Alegre graciosa y amena, siempre te contenta nunca te duele, jamás te sacia, cada vez es más grata y útil".

Los Contenidos de la Educación 1. La educación intelectual que propone el humanismo se basa, desde el principio en las buenas letras, expresión, llena de significado que designa lo mejor de una tradición escrita y que ha perdurado durante siglos pese a la incuria de los tiempos. "No creo, dice Guarino Veronese, que alguien pueda ser una persona sólida si no aprecia las letras, las ama, se dedica a ellas y las asimila, si no profundiza en ellas". Pero aunque llenas de significados, estas expresiones necesitan concretarse aun más para configurar un ciclo formativo, un currículo que ofrecer a los estudiantes. Sobre esta base se van a diseñar los planes de estudios que con cierta flexibilidad y a veces con variaciones sustanciales, mantiene constante un orden en la enseñanza de las disciplinas. Sin embargo no hay un criterio unitario en lo que se refiere a la lengua. Aunque el hombre nace con el don de la palabra, ésta es arbitraria. Así en unos países, entre ellos España, se piensa, con bastante lógica, que el niño debe aprender primero la lengua materna y poco a poco irlo introduciendo en el latín. En otros países, como Francia e Italia, sin embargo estos primeros estudios se realizan ya directamente en latín. También para Erasmo deben aprenderse las dos lenguas conjuntamente: "La Precedencia (del conocimiento) reclama la gramática para sí y ella, desde el primer momento debe ser enseñada a los niños en ambas ramas: griega y latina”. Al estudio de la gramática sobre los textos de los clásicos seguirá el del arte oratorio, que en el humanismo se basa en dos disciplinas: la dialéctica y la retórica.

En efecto, los estudios gramaticales acababan con la retórica, la culminación de todo el edificio lingüístico. En la práctica, el arte del bien decir, cuyo fin es el de mover la voluntad al bien y a la virtud. La retórica comienza con el estudio de los grandes modelos de la oratoria, en especial de Cicerón, el autor más admirado, pero no para copiarlo al pie de la letra, según se insiste, sino para captar el espíritu de la verdadera elocuencia. En

general,

el

Quadrivium

sigue

manteniendo

su

orden

tradicional.

Fundamentalmente consiste en las matemáticas que además de la aritmética comprende la geometría, en la que se incluyen la geografía y la cosmografía, la astronomía y la música, así como los principios de la filosofía natural, es decir, la ciencia que versa sobre el conocimiento de los metales, las plantas, la naturaleza animal y finalmente la composición de la naturaleza humana. La obra más recomendada para iniciar estos estudios son los tratados morales de los filósofos clásicos, sobre todo de Platón y Aristóteles. Aunque sin duda la obra fundamental es la ética de Aristóteles. "Una obra perfecta en lo que cabe, según Juan Gines de Sepúlveda, y muy superior a toda otra obra sobre esta materia de los demás filósofos que laboraron en el mismo campo y con los mismos medios que él". El humanismo, en definitiva, propone un plan de estudios sistemático y coherente, en el que se trazan las líneas básicas de la educación secundaria, pero sobre todo delinea un proyecto de vida capaz de llevar al ser humano a su plena realización. Este es el deseo y la aspiración de la pedagogía humanista que se resume perfectamente en estas palabras de Juan Luis Vives: " En el estudio de la sabiduría no se ha de poner término en la vida; con la vida se ha de acabar. Siempre serán tres los puntos que debe meditar el hombre mientras viva: cómo sabrá bien, cómo hablará bien y cómo obrará bien.

EL PENSAMIENTO PEDAGÓGICO DE JUAN LUIS VIVES Juan Luis Vives es un hombre de encrucijada. Por su circunstancia histórica, Vives es un hombre de transición, está entre un siglo que muere y otro que nace. Pero la razón que motiva este escrito y el interés por este personaje es su gran labor en el ámbito de la pedagogía. Ante el espectáculo de una sociedad cristiana que se desintegra política y socialmente, su sensibilidad de intelectual cristiano reacciona en dos sentidos: uno: se expresa en la denuncia de las estructuras que él estima viciadas y en su conveniente depuración; el otro está presidido por una intención inequívocamente restauradora. El recurso a la pedagogía expresa sobre todo su intención restauradora. Toda la obra de Vives está penetrada y presidida por esta doble finalidad: crítica y pedagógica; la primera tiene un sentido diagnóstico e instrumental; la segunda presenta un carácter sustantivo. Juan Luis Vives March nace en Valencia en 1492. En 1509 marcha a estudiar a París para realizar los estudios de Artes. Pronto rechaza la orientación marcadamente dialéctica y las disputas de escuela de esta universidad y se adhiere a las nuevas doctrinas del Humanismo.

Teleología pedagógica

La primera de las opciones que se le plantean era la del sabio puro, teorético o contemplativo, cuya característica peculiar consiste en proponer como supuesto que el saber tiene su finalidad en sí mismo; saber por saber. Frente a esta opción, Vives afirma inequívocamente la finalidad práctica del saber.

La otra opción que se le ofrecía a Vives era la encarnada históricamente por los sofistas. En la Grecia clásica, el sofista es un sabio práctico que se coloca en los antípodas del sabio contemplativo. El sofista, solicitado por urgencias vitales

inmediatas, enfoca el saber en un sentido instrumental y pragmático; reivindica la dimensión práctica del saber, pero la reduce al campo del hacer teórico-artístico. Vives reacciona también frente a este ideal del sabio eficaz, que contrae la verdad al plano de un subjetivismo relativista y declina la responsabilidad ética del saber que profesa.

Para Vives, el fin último de la educación es Cristo; nos enseña que todo lo hemos de referir a Cristo y todo a él se ha de enderezar; y tres van a ser los puntos que debe meditar el hombre mientras viva: saber bien, hablar bien y obrar bien. Psicología pedagógica

No sólo su obra más importante y original, el Tratado de las disciplinas, es de carácter estrictamente pedagógico, sino que, además, su segunda obra en importancia y valor de actualidad, el Tratado del alma, constituyen el fundamento psicológico de su pedagogía.

La crítica moderna coincide sustancialmente en señalar que lo más valioso y actual de la producción de Vives es su obra psicológica y, de modo particular, el valor y atención a la intuición (de lo particular a lo general).

El reconocimiento y empleo consciente de la inducción como método de investigación, aplicado especialmente a los problemas psicológicos, hacen de Vives un verdadero precursor de la psicología actual, pudiéndosele adjudicar, tal vez, la consideración de padre de la psicología pedagógica. Para conocer adecuadamente el proceso de aprendizaje de la persona, Vives va a establecer lo que denomina “el examen de ingenios”, que constituye la base de la orientación escolar y profesional.

En tal sentido, propone que el niño se quede en el colegio uno o dos meses para que sean exploradas sus dotes intelectuales y morales. Propone también que los maestros se reúnan en secreto cuatro veces al año para cambiar impresiones acerca de las posibilidades de sus alumnos. Vive afirma que el juego y las operaciones matemáticas son ejemplos de magníficos reactivos (hoy les llamaríamos ‘test’) para explorar el ingenio y destaca con énfasis el papel decisivo del docente en la educación del discente.

La importancia que Luis Vives concede a la práctica en la adquisición de conocimientos y de hábitos se patentiza en estas palabras: “No tanto se sabe lo que recibimos por una callada contemplación como lo que se nos trasmite por el ejercicio y el uso”. Pedagogía diferencial

Los sectores diferenciales a los que dedica especial atención son dos: la formación del gobernante y la educación femenina.

La formación del gobernante tenía ya una rica tradición pedagógica en los abundantes tratados sobre la educación de príncipes. Vives no dedica un tratado especial a este tema, pero sí abundantes observaciones y sugerencias dispersas en sus obras de carácter moral y político-social, como la Escolta del alma, la Introducción a la sabiduría, Sobre la concordia y discordia, etc. A todo esto hay que añadir que la preocupación de Vives no se agota en el tradicional planteamiento de la formación personal del gobernante, sino que apunta a una educación popular, planeada, dirigida y realizada por una política pedagógica de largo alcance y de moderno estilo.

La pedagogía femenina le mereció a Vives una atención destacada. Le dedicó dos tratados: La educación de la mujer cristiana y Los deberes del marido, aunque en

su concepción del papel y la educación de la mujer, Vives se mueve sustancialmente en la línea de la tradición cristiana.

En síntesis, él se propone formarla para la vida; la vida de entonces. En esta formación entran tres ingredientes fundamentales: la virtud y las costumbres, la preparación profesional específica de la mujer (profesional del hogar) y la cultura.

A Vives no le parece bien que la mujer ejerza actividades públicas, como dirigir escuelas y hablar en público, pero sí le parece conveniente y provechoso un moderado conocimiento de la naturaleza y de las primeras letras, que ella deberá enseñar a sus propios hijos pequeños. Metodología heurística y didáctica

Uno de los saludables efectos que siguen a la profunda crisis que se producirá en la Europa del s. XVI es la viva conciencia de la necesidad de una renovación de los métodos de investigación y de enseñanza. Anunciando esa crisis y preludiando esta preocupación es donde radica el mérito de Juan Luis Vives.

En efecto; Vives busca para la restauración del método un apoyo firme en la realidad: la inteligencia no debe trabajar en el vacío, debe aplicarse a los contenidos y no quedarse en el formalismo de las palabras, que no son sino un vehículo que debe transportarnos hasta la realidad. Los puntos clave de referencia han de ser las cosas y las necesidades vitales, a las que, lógicamente, deben ordenarse las artes y disciplinas. En este sentido, puede decirse que Vives es el primer representante del realismo pedagógico moderno.

Si se analiza con cierto detenimiento el contenido de la formación propuesta por Vives, se descubre que responde a una síntesis de tres elementos: el filológico,

el científico y el filosófico-teológico, de donde se desprende que la formación y la dialéctica son instrumentos al servicio de las disciplinas reales.

Además del contenido de la enseñanza, también se va a preocupar de la función docente y las didácticas especiales.

Las tres condiciones básicas que Vives reclama para la figura del maestro son las mismas que se exigen hoy: competencia científica (conocimientos claros y profundos), capacidad pedagógica (saber enseñar) y pureza de costumbres (persona de vida normal).

De la personalidad y la competencia del maestro espera muchas cosas: capacidad para adaptarse y adaptar la enseñanza al nivel y al ritmo del aprendizaje del alumnos, tacto y ponderación necesarios para la motivación y especialmente para la administración de los premios y castigos, y el mantenimiento de la disciplina. Organización pedagógica

Hay también en el Tratado de las disciplinas un libro dedicado al estudio de una serie de cuestiones relativas a la organización escolar y política docente. Estas cuestiones pueden agruparse en torno a tres temas principales: - la escuela: emplazamiento y condiciones materiales, - organización interna de la escuela: régimen escolar, - relación de la escuela con la comunidad.

Sin entrar en una descripción pormenorizada conviene destacar algunos puntos. Son los relativos al planteamiento público de la enseñanza y los problemas que atañen a la organización pública de la misma: el establecimiento racional de

centros docentes en toda la geografía del país, la preparación y selección de los maestros, el carácter temporal de la cátedra, etcétera.

EL PENSAMIENTO PEDAGÓGICO DE JUAN AMÓS COMENIUS

Comenius nació en 1592 y murió en 1670. Para entender su existencia y su obra es necesario conocer que vivió una época convulsa, en una Europa en guerra, la de los 30 años, una serie de conflictos, generalmente entre católicos y protestantes. El panorama ideológico, político, religioso y económico de Europa era muy complejo debido a los terribles y sangrientos movimientos de reforma y contrarreforma, cuando los credos religiosos dirigían las políticas, el mundo se explicaba según la Biblia y cualquier desviación de los preceptos equivalía a una herejía que se pagaba a veces con la vida.

Aprendió el latín, le gustaba leer a los poetas, Virgilio, Ovidio, Cicerón, y con la misma atención leía la Biblia. Con entereza y valentía expresaba sus desacuerdos sobre algunos textos ante sus profesores, acostumbrados a que los alumnos obedientemente repitieran las doctrinas preestablecidas. Sus preguntas los desconcertaban, pues veían que era directo y pensaba libremente. Su espíritu crítico le hizo merecer que lo enviaran a la Universidad de Herborn -escuela de gran prestigio- donde enseñaban los mejores profesores. Criticaba el método memorístico con el cual los maestros le obligaban a aprender pasajes bíblicos, cánticos religiosos y preguntas de catecismo, relegando a segundo plano la lectura, la escritura y el cálculo. Esto le llevó a redactar manuales para aprender lenguas de una forma natural, como se aprende la propia en la infancia, basándose en frases y no en reglas, que debían ser redactas después por el aprendiz, tras dominar la lengua aprendida.

En la Universidad de Heidelberg, (entre 1611 y 1614) se introdujo en el mundo de las ciencias naturales, que giraban alrededor de la teología y comenzó a planificar,

siguiendo a Ratke, pedagogo alemán que proponía nuevos métodos de enseñar (inventor del término didáctica), la sistematización de la pedagogía. Las ideas de Copérnico, que demostraba que el sol, y no la tierra, era el centro de nuestro sistema planetario, las comparaba Comenius analógicamente con su idea de que el centro del sistema escolar no era el maestro, considerado así en ese entonces, sino el alumno. Comenius, en su etapa de juventud, criticó con dureza a la religión católica por los muchos crímenes que realizaba por debilidad, venganza o ceguera. Se hizo muy crítico ante cualquier religión o ideología e intentó la reconciliación y unidad de todas las religiones protestantes. A su vuelta de la Universidad de Heidelberg, ya en su tierra, entre Prevov y Fulnek, desarrolló su actividad de maestro. Fue cuando reaccionó contra el sistema de enseñanza utilizado en las escuelas y propuso nuevas ideas en relación a la forma de enseñar, para que los alumnos aprendan por gusto, que sientan la alegría de aprender y que estudien, no por obligación sino por deseo, convencido de que los alumnos tomarían interés por la enseñanza sin necesidad de gritos ni amenazas, «una sonrisa en lugar de una vara». El sistema de Comenius se basaba en tres pasos: comprender, retener y practicar.

La importancia de Comenius en la Pedagogía. Comenius es considerado el padre de la Pedagogía. Fue teólogo, filósofo y pedagogo, pero su fuerza está en su convencimiento de que la educación tiene un importante papel en el desarrollo de las personas, en el esfuerzo que hizo para que el conocimiento llegara a todos, hombres y mujeres por igual, sin malos tratos, buscando la alegría y motivación de los alumnos. El establecimiento de la pedagogía como ciencia autónoma y la inclusión en sus métodos de ilustraciones y objetos, hicieron de él pionero de las artes de la educación y de la didáctica posterior. Ideó las bases para la cooperación intelectual y política entre los estados, lo cual dio como resultado el concepto de «federación de los pueblos», idea que lo coloca como precursor del pensamiento moderno.

La publicación de Didactica magna (1632) y de Orbis pictus (1654) difundió por toda Europa su fama de humanista y pedagogo. Ya estaba trabajando en aquellos años en la ordenación en un único sistema de todos los conocimientos científicos (pansofía, Comenius sostenía que existía una única verdad «La luz de la razón debe someterse en obediencia a la voluntad Dios») en el convencimiento de que con una educación completa, integrada, bien dirigida, se haría posible lograr una humanidad pacífica que acabara con las persecución de las ideas y las guerras.

La propuesta pedagógica de Comenius

Comenius proclama claramente que todos los hombres tienen una aptitud innata hacia el conocimiento y no lo restringe solamente a una elite o para algunos iluminados, así crea la concepción de una escuela popular de gran cubrimiento y a la que todos tengan acceso. El fin es lograr la paz mundial ya que consideraba que la educación es el camino más rápido para llegar a ella.

Comenius definió la educación como el arte de hacer germinar las semillas interiores que se desarrollan no por incubación sino cuando se estimulan con oportunas experiencias, suficientemente variadas y ricas y sentidas siempre como nuevas, incluso por quién la enseña.

Su método pedagógico tenía como base los procesos naturales del aprendizaje: la inducción, la observación, los sentidos y la razón. Parte de su propuesta pedagógica era eliminar totalmente la violencia del proceso educativo. Exigió con firmeza que la educación primaria fuera obligatoria.

La educación debe ser comprensiva, no memorística, y un proceso para toda la vida, que integre las actividades creativas humanas y sus principios para una amplia reforma social basada en la unión de la teoría, la práctica y la crisis (estímulo para el pensamiento).

La educación como desarrollo integral permanente de la persona

De la misma forma que hay armonía en el macrocosmos Comenio dedujo que el hombre, igualmente, debe convertirse en un todo armónico si han de desarrollarse plenamente todas sus potencialidades y habilidades, y no simplemente la razón.

A los hombres se les ha dado una oportunidad para la perfectibilidad continua e interminable, para la creatividad, para la educación permanente y para la autoeducación. Todo el mundo tiene el deber de aprovechar esta oportunidad, un deber tanto filosófico, como político y religioso.

Función social de la educación

La reforma educativa que propuso estaba íntimamente ligada con la búsqueda de una renovación moral, política y cristiana de la humanidad. Defendió la idea de una escuela para todos, hombres y mujeres, señalando a las autoridades gubernamentales como responsables de su difusión y organización. Decía que «el aprendizaje debe comenzar en el hogar (siguiendo las ideas sustentadas a partir de la Reforma) siendo de esta manera que los padres serían los primeros educadores. Y esto significaba la inclusión de la madre. Entonces si las madres no fueran educadas, después no educarían a sus niños».

La instrucción ayudaba a aumentar el bienestar de un país, así como también sus buenos modales. Para los niños de escasos recursos pedía que recibieran ropa, libros y los materiales escolares, gratis a fin de que tuvieran las mismas oportunidades que los ricos.

Desempeño del docente Le costó un gran trabajo cambiar los métodos tradicionales basados en el uso de golpes y violencia. El maestro no sólo debe encarnar el método de enseñanza, sino él como modelo para sus alumnos. Comenius centra su esfuerzo en un modelo pedagógico para reglamentar y prescribir qué se debe, cómo y cuándo enseñar dando fundamental importancia al niño como objeto del acto educativo al que se le debe estimular positivamente para que ame el conocimiento, dando éste de manera metódica, sencilla y primordialmente que aprenda haciendo, es decir activando todos sus sentidos.

El maestro según Comenius debía conocer primero las cosas que enseñaba. Además, debe aprender que no debe avanzar mientras los conocimientos básicos no estén firmes en la mente del alumno La docencia para Comenius era el oficio más noble entre todos.

El método Para Comenius, enseñar se debe a una disposición de tres cosas: tiempo, objeto y método. Así como la naturaleza es única, igual que Dios, así también el método como imitación de la naturaleza debe ser único, desplegándose entre enseñaraprender, leer-escribir, palabras-cosas.

Para aprender y enseñar recomendó proceder de lo conocido a lo desconocido, desde lo simple a lo complejo, etc.

Criticó los métodos de enseñanza basados en el castigo y la amenaza, que solamente despertaban el terror de los muchachos para con el conocimiento e impedían la creatividad y el ingenio. Comenius plantea un método práctico de aprender en el que los conocimientos se infiltren suavemente en las almas, llevando al entendimiento la verdadera esencia de las cosas e instruir acerca de los fundamentos, razones y fines de las más importantes cosas que existen y se crean. Insta a formar primero el entendimiento de las cosas, después de la memoria y por último la lengua y las manos. Rompió con la práctica usual en las escuelas de basar el discurso del conocimiento en los clásicos, y situó al niño y al joven como observadores de la naturaleza, de la que aprendían, utilizando además su propia lengua materna y no el latín. Cuatro son, por tanto, las condiciones que se deben procurar en el adolescente que desea investigar los secretos de las ciencias: 1. Que tenga limpios los ojos del entendimiento. 2. Que se le presenten los objetos. 3. Que preste atención. 4. Que se le presenten unas cosas después de otras, con el debido método; así conocerá todas las cosas con certeza y expedición.

La importancia de la educación desde la primera infancia Da mucha importancia Comenius a la aptitud innata hacia el conocimiento, por lo que consideró imprescindible la educación en los primeros 6 años de vida Escribió una obra para este fin llamada «Escuela Materna» que concibe a la madre como una educadora e instaurando así lo que hoy conocemos con el nombre de jardines o preescolares.

«Solamente es firme lo que en la primera edad se aprende».

La concepción del alumno Concibe la educación como un sistema donde el niño y el sujeto del acto educativo en general es el centro de la atención. Su concepción paidocéntrica de la educación pone todos los componentes educativos al servicio del aprendiz, estableciendo un nuevo modelo, pues anteriormente al alumno no se le daba tal importancia, siendo considerado como simple receptor-pasivo del conocimiento. Los jóvenes son seres como la cera, por eso se puede educar mejor sin represión ni dureza. Todo cuanto el alumno ha de aprender debe escalonarse conforme a los grados de la edad, de tal manera que no se proponga nada que no este en condiciones de recibir.

La educación de mujeres y hombres Comenius decía, extraño para la época, que se debe reunir en las escuelas a toda la juventud de uno u otro sexo, plantea una igualdad de géneros y considera a la mujer igualmente dotada de entendimiento, ágil y capaz de la ciencia y lo mismo destinadas a elevadas misiones; y no entendía por qué razón se les apartaba del conocimiento y entendimiento de las ciencias. Exigía con firmeza que la educación primaria fuera obligatoria para todos.

Las escuelas Era necesario reformar las escuelas, para que fueran talleres de humanidad y punto de partida de la educación permanente para llegar a una cultura humana universal. Imaginó una escuela primaria en cada pueblo de Checoslovaquia y deseó que ésta llamara la atención de los alumnos: con árboles alrededor y flores en las

huertas. Las paredes de los salones debían ser adornados con cuadros. Cerca de ella debían estar los talleres y junto a las aulas los campos para los juegos de los alumnos. Diseñó una arquitectura de cómo debían ser construidas las escuelas: con patios, jardines, etc. En importante exaltación hacia la universalidad de la escuela, Comenius hizo un llamamiento en su favor a los padres, preceptores, eruditos, teólogos, pero en especial a los magistrados y políticos para apoyar la reforma de las escuelas sin reparar gasto alguno. De una u otra forma comprometió a toda la humanidad en esta obra.

Concepto de los valores Dado el contexto bélico en el cual vivió, uno de los ideales más importantes para Comenius era la paz. Desde su punto de vista, la paz era un valor que debía ser resguardado por un tribunal internacional encargado de evitar las causas de los conflictos bélicos. Su reforma educativa estaba íntimamente ligada a una renovación moral, política y cristiana de la humanidad.

La utilización de lo audiovisual Otro aporte de gran importancia, con una de sus obras «Orbis-Pictus», es la inclusión de ilustraciones para enseñar y la utilización del teatro y la interpretación teatral como un instrumento importante de motivación y estimulación del aprendizaje.

EN CONCLUSIÓN El progreso de la educación en la Edad Moderna es indudable, produciéndose una modernización del mismo. Para entender mejor los procesos hay que tener en cuenta cuatros aspectos: La educación avanzo porque el estado lo necesitaba, en cuanto a la formación de individuos especializados, necesarios para este; fueron pocos los que pudieron acceder a la educación; la mayoría de educadores procedían del clero, por lo que partían de unos ideales determinados, los medios e instrumentos eran muy rudimentarios y el tiempo destinado a la educación escaso e irregular. Pero pese a esto la educación tuvo un efecto democratizado, al consolidarse como medio de ascenso social.