Ciclo Vital Individual- Florenzano

ETAPAS DEL DESARROLLO HUMANO Tomado desde el Texto Por El Camino de la Vida Autor: Ramón Florenzano, Psq. Chileno IN

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ETAPAS

DEL

DESARROLLO

HUMANO

Tomado desde el Texto Por El Camino de la Vida Autor: Ramón Florenzano, Psq. Chileno INTRODUCCIÓN Por largos periodos y hasta avanzados tiempos modernos el conocimiento del mundo se restringió a Europa y al Mediterráneo. Los mapamundis se centraban en una representación muy detallada de una reducida área geográfica. Solo entre los siglos XVII y XIX se amplía el conocimiento cartográfico para englobar las Américas, Asia, África y finalmente Oceanía. De modo semejante la psicología evolutiva, por un periodo prolongado, se centro en los estadios infantiles del desarrollo, los cuales fueron explorados cuidadosamente y desde múltiples puntos de vista. Solo en las ultimas décadas se ha superado esa barrera relativa representada por la adolescencia para explorar nuevos continentes psicológicos y hemos presenciado el mapeo cuidadoso de los periodos juveniles, primero, adultos luego, y del envejecimiento, finalmente. La idea de que la vida humana esta conformada por etapas que se suceden por fases existe desde antiguo, tanto en la tradición occidental como en Oriente. El cristianismo la ha consagrado en su visión de la vida como un camino o un peregrinaje. En el hinduismo se han descrito etapas del desarrollo humano que se suceden inexorablemente unas a otras, en una concepción fatalista del destino. Las descripciones anteriores alcanzaron status científico con los estudios de Eric Erikson acerca de las edades del hombre, que se despliegan siguiendo una secuencia determinada por el denominado “principio epigenetico”. Este principio plantea que cada etapa del desarrollo humano se halla guiada por un “orden natural interno”, que actúa como una reprogramación biológica que interactúa con el medio ambiente tanto físico como ambiental. En cada cultura tales serán atravesadas en forma diferente, así como dentro de la misma cultura en un momento histórico dado cada individuo tendrá una biografía diferente. Un segundo aporte importante de Erikson es su idea de la “crisis vital normativa”, que se refiere a los desafíos o tareas propios de cada etapa. Cada crisis lleva a un desenlace exitoso, posibilitando nuevos desarrollos. Ahora bien, si en vez de ser exitosos resultan negativos, se producirían detenciones pudiendo generar enfermedades físicas o 1

psicológicas. La aparición de patologías es entendida como un fracaso en esta espiral o escala del desarrollo. Resumiremos en estas páginas las características esenciales de las mencionadas subetapas: a) ETAPA DE LA LACTANCIA El niño al nacer pasa desde el medio intrauterino, en el que esta directamente conectado al organismo materno a través de la placenta, a otro en el cual pierde la cercanía y calidez de esta proximidad. Sin embargo, sigue dependiendo directamente de la madre para sobrevivir biológicamente. La indefensión absoluta en la cual nace el ser humano es suplida por la cercanía de una figura materna que lo alimenta y que vela por sus necesidades, por un padre que complementa el rol de la madre, y por una estructura familiar que rodea y sustenta a ambos. La familia es, a su vez sostenida por sistemas de apoyo social y estructuras socioculturales que dan continuidad y estabilizan los sistemas de crianza infantil. El vinculo madre-hijo requiere, por lo tanto, un equilibrio delicado. Cuando este se obtiene, en la conceptualización de Erikson, el niño adquiere una “confianza básica” en su medio circundante, y una actitud esperanzada y optimista con respecto a su vida. En el caso de discontinuidades o dificultades de una u otra índole (como por ejemplo alejamiento o depresión maternas), se puede crear en el niño una actitud básica de desconfianza, suspicacia o pesimismo en relación al medio ambiente, y aparecer tendencias o tornarse vulnerables para futuras enfermedades de la psique. Tal relación inicial del niño con su medio ambiente tiene, como foco anatómico, la boca, a través de la cual se incorporan los alimentos proporcionados por la madre o sustitutos maternos. Esto ha hecho que Freud denomine al primer periodo etapa oral, y que Erikson hable de una etapa incorporativa. Desde un ángulo diferente, autores tales como Chess y Thomas han estudiado las diferencias temperamentales o innatas que existen entre los recién nacidos. Hablan dichos autores de que los niños “fáciles” que tienen reacciones estables y animo parejo y los diferencian de los “difíciles”, que tienden a irritarse fácilmente y a presentar cambios bruscos de estados de animo. Una tercera variedad descrita por ellos es el niño “lento en adaptarse” que, después de una reacción negativa inicial, se calma si es manejado adecuadamente por la madre. La psicoanalista Margaret Mahler, ha señalado como en este periodo se produce el denominado “nacimiento psicológico” de la persona. Este, a diferencia del nacimiento biológico, es un proceso lento en el cual se avanza desde una simbiosis inicial con la madre, a través de un proceso de separación / individuación, hasta 2

adquirir la convicción psicológica de ser alguien aparte de la figura materna. Los procesos recién descritos tienen gran variabilidad no solo biológica sino cultural. Los estudios antropológicos de Margaret Mead y Ruth Benedict han demostrado como las costumbres de crianza temprana de diferentes tribus afectan en forma importante las estructuras caracterológicas y estilos de vida que adoptan posteriormente los individuos. Así, por ejemplo, cuando hay una lactancia prolongada se desarrolla un individuo más optimista y una actitud confiada en que el medio ambiente proveerá lo necesario para subsistir. b) ETAPA MUSCULAR O SEGUNDA INFANCIA Comprende el periodo de los dos a los cuatro años de edad, aproximadamente, cuando se produce la maduración neurológica rápida del niño. Surgen sus capacidades de movilización y transporte autónomos, de control de su musculatura, y su capacidad de vocalización va desarrollándose. En la concepción de Erikson, la adquisición de un sentido de autonomía personal es el logro central de dicha etapa. El niño siente que posee voluntad propia, que es capaz de autocontrolarse o autodominarse. La madre, a veces, no tolera la aparición de esta actitud independiente en su hijo, o bien tiende a sobreprotegerlo cuando emprende sus primeras andanzas a solas. Esta actitud de exceso de cuidado maternal es posible que produzca en el niño sentimientos de duda, vergüenza o inseguridades en sí mismo. Con frecuencia puede observarse en sujetos criados por padres excesivamente dominadores o impositivos. El control de esfínteres es el típico campo de batalla que, en nuestra cultura, enfrenta las voluntades de la madre y del niño: de allí el nombre de fase Anal de Freud. El desarrollo y uso del lenguaje da curso, en esta etapa, a la aparición de los primeros símbolos internos, y a la así denominada por Piaget “fase preoperacional del desarrollo cognitivo”. c) ETAPA PREESCOLAR O EDAD DEL JUEGO Entre los cuatro y cinco años el niño se ha independizado, en cierta medida, tanto psicológica como físicamente de la madre. Ello hace que se percate más claramente de su medio externo, y que descubra la presencia de terceras personas dentro de la familia: su padre y sus hermanos. Sus intentos de tomar la iniciativa para acercarse al progenitor del sexo opuesto fueron denominados por Freud fase Edípica del desarrollo. Cuando los padres u otros definen los intentos del niño para tomar iniciativas y 3

conseguir sus propios fines como algo negativo o malo, y son por lo tanto castigados, se pueden generar una reacción de culpa, que paraliza la consolidación de lo que para Erikson constituye el logro central de esta etapa: la adquisición de un sentido de finalidad. Generalmente esta adquisición se da paralelo con una identificación de las preferencias sexuales. Cuando aparece exceso de culpa, y no se concreta un sentido de finalidad claro, se abre la posibilidad de que en la vida adulta aparezcan cuadros neuróticos de un tipo u otro. Las así denominadas “neurosis clásicas” (histeria, neurosis obsesivo-compulsiva, fobias, etc.) pueden, en general, ligarse con problemas en el desarrollo infantil en este periodo. d) ETAPA ESCOLAR Entre los cinco y diez años de vida tenemos que el niño comienza a pasar periodos cada vez mas prolongados fuera del hogar y a dar cada vez mayor importancia al medio escolar. La capacidad de jugar con los hermanos se generaliza hacia sus compañeros, con quienes compite en rendimientos y se compara en forma abierta o encubierta. Al consolidarse esta capacidad surge el sentido de ser competente, estudioso, y la así denominada por Erikson industriosidad. Esta capacidad de lograr las metas que se propone alcanzar a través del estudio sienta las bases de la futura actitud con respecto al trabajo. Asimismo, se desarrolla la capacidad de interactuar socialmente, no solo en el interior de la familia sino en relación a sus pares. Los amigos, compañeros de curso o de barrio pasan a tener un papel cada vez más central en la vida del niño. El juego, los deportes competitivos y el rendimiento escolar son cruciales en la consolidación de un sentido de ser COMPETENTE, en la medida que el niño rinde bien y se relaciona adecuadamente con sus pares. Cuando esto no sucede, surge el sentimiento de inferioridad o de incompetencia. Dado el conjunto de cambios recién enunciados, es claro que el nombre de lactancia otorgado por Freud a esta etapa es insuficiente: alude solo al desinterés comparativo por el sexo opuesto caracteriza a los escolares en esta edad. El rol de la escuela es predominante tanto ahora como en la etapa que le sigue, y consiste en enseñarle al niño destrezas y habilidades para que llegue a ser un adulto autosuficiente en su desempeño social posterior. Junto con la familia, la escuela es el gran instrumento de socialización, introduciendo, además, en esta etapa una evaluación mas objetiva de las capacidades del escolar, al diferenciar a los niños mediante las calificaciones.

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A diferencia de la familia, que acepta a los hijos por lo que son, la escuela tiende a enfatizar mas el aceptarlos cuando rinden en forma académicamente satisfactoria. e) ADOLESCENCIA El periodo entre los 10 y los 19 años de edad es el que, por lo demás, ha adquirido progresiva relevancia en nuestra sociedad. Los cambios biológicos de la pubertad dan origen a respuestas psicológicas: el adolescente se separa en forma progresiva de la familia y toma de su propia identidad. Esta última ha sido definida por Erikson como el sentido de continuidad y estabilidad de la persona a lo largo del tiempo. En la práctica, el sentido de la propia identidad se traduce en decisiones al final de la adolescencia con respecto a elecciones vocacionales y de pareja. Si esta consolidación no se logra, Erikson habla del síndrome de difusión de identidad. Es típico de los “estudiantes eternos” que pasan de una carrera universitaria a otra por periodos prolongados de tiempo, o en las personas que tienden a cambiar constantemente de actividad o de pareja. Los cambios de este periodo son profundos, y muy especialmente en culturas como la actual, que requieren que los hijos desarrollen adaptaciones sociales muy diferentes a las de sus progenitores. Quizá es por ello que las “crisis de adolescencia” y las “brechas generacionales” son más evidentes en sociedades en transformación rápida que en aquellas en las cuales se han mantenido las estructuras tradicionales. En las últimas, más frecuentemente, se espera que los hijos remplacen a los padres en las mismas actividades que estos desempeñaron. La expectativa paternal, implícita o explicita para que ello suceda, crea en estos casos diversas fricciones y dificultades familiares durante la adolescencia. f) ETAPA DEL ADULTO JOVEN Esta primera etapa fue descrita por Erikson y luego estudiada sistemáticamente por Levinson. Nemroo y Colarusso. El periodo entre los 20 y los 40 años constituye el de mayor capacidad física del individuo, y corresponde al de su inserción activa en el mundo laboral y social. Además, generalmente es el periodo de formación y consolidación de una relación de pareja, primero y de una familia, después. Para Erikson el logro central de ella es la capacidad de intimidad con el otro, y el riesgo más serio es el del aislamiento.

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La capacidad de amor heterosexual, que fuera explorada en la adolescencia, se concreta y estabiliza ahora a través de una vida sexual activa que lleva a la reproducción de la pareja y al nacimiento de los hijos. El hecho de formarse una situación en el plano material, sea directamente en lo económico o bien en lo laboral, tiende a transformarse en una preocupación importante ahora para los individuos. Este foco en lo ocupacional es más complejo, en nuestro presente contexto sociocultural, para la mujer que trabaja debe desarrollar un doble esfuerzo en los planos laboral y hogareño. La transición que va entre los periodos de adulto joven a maduro crea una nueva crisis o fase trasicional, que últimamente ha recibido tanta atención como la de la adolescencia. En esta crisis de la edad media de la vida se revisan las elecciones que, previamente, se hicieron tanto en el plano de pareja como en el laboral. El desenlace de esta revisión puede ser una preafirmación de las elecciones previas, o una búsqueda de nuevas opciones vocacionales o interpersonales. Tal periodo de la adultez pone generalmente a prueba todo el desarrollo del individuo hasta ese momento, así como su salud mental en el sentido de la definición clásica de Freud: la capacidad de amar y trabajar (lieben and Arbieten). Surgen, típicamente, en esta etapa, fuertes conflictos de pareja, estrés laboral o sicopatología franca de diferente índole. g) ETAPA MADURA O ADULTEZ MEDIA El periodo entre los 40 y los 65 años se caracteriza para Erikson por el desarrollo de la capacidad de generatividad: la de quienes saben cuidar el desarrollo de los demás, sean los propios hijos o las generaciones más jóvenes en un sentido amplio. Los adultos maduros, planea Erikson, necesitan cuidar a sus hijos tanto como estos requieren ser cuidados. El así llamado instinto maternal es, para él, otra expresión de su principio epigenetico. Los adultos maduros desarrollan esta capacidad no solo como padres sino como profesores y mentores o guías de juventud en un sentido u otro. El fracaso de dicha capacidad lleva al estancamiento y a la autoabsorcion, y puede observarse en el adulto que vive en forma egocéntrica y sin proyección hacia el futuro. (En su novela HISTORIA de NAVIDAD. Dickens muestra el caso de Mr. Scroggie, quien a través de los menores, es capaz de salir de un estado de este tipo).

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Jung ha descrito dicho periodo como uno de transición entre la primera mitad de la vida, en que se recibe e incorpora desde la sociedad, y la segunda, en que se entrega y retribuye a esta. La conciencia de la propia mortalidad, por otra parte, empieza a surgir en el horizonte en forma cada vez más real, ya sea a través de las señales físicas externas del paso del tiempo (canicie, calvicie, arrugas, etc.) o a través de los primeros signos de enfermedad crónicas del adulto (diabetes, hipertensión, problemas en las articulaciones, etc.. Cuando este periodo de los 40 a los 65 años no es enfrentado exitosamente, suelen surgir conflictos familiares, uso excesivo de alcohol o de otras sustancias químicas, o cuadros ansiosos o depresivos crónicos. Por otro lado, al llegar a un periodo de madurez estable y tranquila, muchas personas entran a su mayor productividad y creatividad. Es así como Ortega y Gasset llamó a este periodo el de la generación dominante, ya que en el se tiende a ocupar posiciones de mayor responsabilidad y poder sociales. h) SENESCENCIA O ADULTEZ TARDIA En la medida en que aumenta la expectativa promedio de vida, el periodo posterior a los 65 años constituye una etapa a la cual se le presta cada vez más atención. Para Erikson, se llega aquí al, tema final del ciclo vital, siempre que el individuo haya vivido plenamente y asegurado la sobrevida de la generación que le sigue. La crisis de la integridad se centra en la sensación de completar un ciclo que ha tenido un sentido. Este cierre se logra al aceptar la finitud de la vida biológica y la sucesión de las generaciones. La aceptación mencionada presume un grado de sabiduría y el sentido de la trascendencia. “los niños sanos no temerán la vida, si sus padres poseen suficiente integridad como para no temer la muerte”, dice Erikson. El desenlace negativo de este periodo se da con la sensación de fracaso o de no completar el propio proyecto vital. En este caso surge la desesperanza, muy frecuente en los cuadros depresivos de esta etapa de la vida. Las diferentes etapas recién descritas no deben tomarse en forma absoluta, ya que representan una esquematización didáctica de fenómenos de gran variabilidad, individual y cultural. Erikson ha insistido en la permanencia del cambio a través de la vida, cuando dice: “Un individuo nunca tiene una personalidad: siempre esta en el proceso de desarrollar su personalidad”. Dicho concepto calza con la tradición cristiana que describe la vida como un camino o peregrinación cuyo sentido cada persona debe descubrir. En muchos recodos de este camino hay crisis o “tentaciones” que deben ser superadas o ante las cuales se sucumbe. Así, tanto Erikson 7

como la concepción cristiana del destino humano se ven reflejadas en aquella definición de Pedro Laín Entralgo del hombre como ens itinerans: ser itinerante. Los temas recién enunciados parecieran excesivamente abstractos o filosóficos. En nuestra experiencia, sin embargo, son de extrema utilidad en la práctica clínica cotidiana, para atender frecuentes consultas de pacientes que están viviendo una crisis en algún momento de su ciclo vital. La técnica de la Intervención en Crisis, elaborada por numerosos autores en la última década es de extrema utilidad para intervenir en estos casos. Dicha técnica se basa en el hecho ya mencionado de que la crisis no implica necesariamente un desenlace negativo, sino que es, a la vez, una oportunidad para el crecimiento y desarrollo personal.

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