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UNIVERSIDAD ABIERTA PARA ADULTOS (UAPA)

Nombre Katty Tejada Matricula 16-3462 Asignatura Historia Dominicana II Tema Trabajo Final Profesor Luis Daniel Vidal Fecha: 12-08-19

LA PRIMERA REPUBLICA (1844-1861) Diferencias entre Santana y Báez: La Española, como comúnmente se llamaba ante de su nacimiento a la Republica Dominicana en 1844, se inició con ideas liberales. Ideas que el patricio Juan Pablo Duarte inculcó al grupo de jóvenes llamados “Los Trinitarios”, “para la separación definitiva del Gobierno haitiano o se hunde la isla”, tal y como rezaba el juramento de los nueve que conformaban la sociedad secreta. Esas ideas la encontramos en el Manifiesto Trinitario proclamado el 16 de enero de 1844 (sin la presencia de Duarte) a poco menos de un mes de la Gesta Independentista la idea que tenían los Trinitarios y por los peligros que corría la misma Independencia, pues días antes, el 1 de enero de 1844, un grupo de afrancesados comandados por Buenaventura Báez y Manuel María Valencia, tenían las firmes pretensiones de anexarnos a Francia (Grullon, 2010). Las ideas Independentistas proclamadas en el Manifiesto se expresa en el siguiente párrafo: “Esa es la razón por la cual los habitantes de la parte del Este de la isla, antes Española o de Santo Domingo, valiéndose de sus derechos, impulsados como lo fueron por veintidós años de opresión y oyendo de todas partes las lamentaciones de la patria, han tomado la firme resolución de separarse para siempre de la República haitiana y de constituir un Estado libre y soberano

Hace veintidós años que el pueblo dominicano, por una fatalidad de la suerte, sufre la más infame opresión: ya sea que ese estado de degradación haya dependido de su verdadero interés, ya sea que se haya dejado arrastrar por el torrente de las pasiones individuales, el hecho es que se le ha impuesto un yugo más pesado y más degradante que el de la antigua metrópoli, hace veintidós años que el pueblo, privado de todos sus derechos, se ha visto violentamente despojado

de todos los beneficios en los cuales hubiera debido participar si se lo hubiese considerado parte integrante de la República. Y poco faltó para que se le quitara hasta el deseo de sustraerse a tan humillante esclavitud” (Dominicana, 2008). Estas ideas cobraron fuerza el 27 de febrero de 1844, en la Puerta de La Misericordia, cuando Matías Ramón Mella dispara su trabuco, anunciándole al mundo el nacimiento de una nueva República “libre y soberana de toda dominación extranjera”. Los gobiernos que le sucedieron a esa noche histórica del 27 de febrero fueron variopintos, con constituciones hecha a la medida del gobernante de turno, cortes entreguista o anexionista, con un profundo sentimiento por los empréstitos sin razones lógica o por el simple hecho de beneficiar a los amigos del presidente de ese momento. SITUACIÓN POLÍTICA En este periodo de 17 años la situación política era cambiante, catorces presidentes, los golpes de estado eran frecuentes y esa lucha nacionalista por la libertad y la independencia que esbozaron los trinitarios se fueron perdiendo por los movimientos anexionista encabezados por el Marqués de las Carreras o Jefe Supremo, Pedro Santana. Esas ideas liberadoras que tenían los trinitarios y la de anexión que poseían Santana a España y Báez a Francia culminó muchas veces en cambios de gobiernos, o golpes de estados. Así lo explica el siguiente párrafo: “Las diferentes concepciones ideológicas de uno u otro bando no se hicieron esperar después de proclamada la Independencia, como se puso de manifiesto en el primer gobierno nacional o Juntas Gubernativa, al chocar los trinitarios y santanitas, provocó el primer golpe de estado en la historia dominicana, así como el contragolpe” (Beras, 1984). Cabe destacar que, de esos 17 años, Pedro Santana gobernó cuatro veces diferente para un total de nueve años y once meses. Mientras que Báez, también gobernó cuatro veces, pero totalizo doce años y cinco meses (Beras, 1984) En este periodo los términos presidenciales variaban, unos duraban cuatro años, otros duraban dos, pero pocos presidentes cumplieron a su totalidad su mandato. Las características del Gobierno de Santana en todas sus gestiones fue la de desarrollar políticas centralizadas en el poder como: 1. Condiciones escasas de manejo político 2. Tendencia dictatorial 3.Militarismo 4.Rechazo del texto Constitucional 5. Inclusión del artículo 210

6.Caudillismo militar 7. Campañas de persecución contra sus enemigos políticos 8. Modificación antojadiza de la Constitución 9. Búsqueda de préstamos 10. Conflictos con la Iglesia. 11.Búsqueda de protección económica. El general Pedro Santana además gestionó la Anexión a España, la cual se llevaría a cabo en su tercer mandato (Ortiz, 2012). En lo que concierne al punto número 3 sobre el militarismo, Santana no tuvo reparo en mostrar sus apetencias personales de quedarse en el poder por medio de la fuerza. Al respecto, Juan I. Jiménez nos expresa: “una hojeada a la ley de Gastos Públicos que se publicó en 1845, nos da una perspectiva de cómo el militarismo tomó auge: solo al Departamento de Guerra y Marina se le asignó el 80% de los recursos del Estado, para un total de un millón de pesos” (Jiménez, 1974). LAS IDEAS POLITICAS En torno a las ideas políticas que dominaban en ese entonces podemos encontrar las ideas liberales cuyos patrones se expresaban en Europa y Estados Unidos, traídas al país por Duarte y las que realmente teníamos aquí, por más de veintidós años de dominación francesa. Estábamos entre lo real y lo posible, tal y como lo expresa Julio Cross: “la lucha política en la Republica dominicana del siglo XIX se caracterizaba por reconocer estas ideologías, mientras una trataba de cambiar la realidad existente, la otra trataba de manipularla” (Beras, 1984).

Anexión y Guerra Restauradora (1861- 1865) La Guerra de la Restauración fue una guerra llevada a cabo en Santo Domingo desde 1863 hasta 1865 entre los dominicanos y España, que el conservadurismo dominicano había invitado de nuevo a tomar posesión del país 17 años después de la Guerra de Independencia contra la República de Haití y 42 años después de que los habitantes de la parte oriental se declararan independientes de España. El conflicto terminó con una victoria dominicana debido a la retirada de las tropas españolas tras las Cortes ordenar su repliegue, debido a que los costes de la guerra eran muy altos y no necesitaban el territorio.

El terrateniente y caudillo Pedro Santana fue el promotor de la anexión del país a España en 1861. En 1861, el general Pedro Santana había arrebatado la presidencia a Buenaventura Báez, quien había quebrado la Tesorería de la Nación con grandes ganancias para sí mismo. Frente a una

crisis económica, así como la posibilidad de un nuevo ataque de Haití, Santana pidió a España que retomara el control de su antigua posesión bajo la categoría de provincia, con tan solo 17 años de independencia. Al principio, la monarquía española estaba preocupada, pero con los Estados Unidos ocupados con su propia guerra civil e incapaces de imponer la Doctrina Monroe, consideraba que había una oportunidad para reafirmar el control en América Latina. El 18 de marzo de 1861, se anunció la anexión, y Santana se convirtió en gobernador general de la recién creada jurisdicción. Sin embargo, este acto no fue bien recibido por todos. El 2 de mayo, el general José Contreras lideró una fallida rebelión, y Francisco del Rosario Sánchez encabezó una invasión desde Haití (cuyo gobierno aunque oficialmente neutral, le preocupaba que España afianzase su poder en la zona), pero fue capturado y ejecutado el 4 de julio de 1861. Eventualmente Santana renunciaría a su cargo en enero de 1862 tras sostener diferencias con las autoridades españolas en Cuba que limitaron su poder y que destituyeron a sus amistades para colocar a peninsulares en los cargos de poder; la reina Isabel II le confirió el marquesado de las Carreras como compensación por sus servicios al Reino. Las autoridades españolas comenzaron a alienar a la población en general mediante el establecimiento de una política conocida como “bagajes”, que requería que los ciudadanos entregaran cualquier animal de trabajo a los militares españoles sin ningún tipo de garantía de indemnización. Esto fue especialmente problemático en la región del Cibao en el norte, donde los agricultores dependían de sus animales para su sustento. Un segundo factor fue cultural: el nuevo arzobispo de España se horrorizó al descubrir que un gran número de parejas dominicanas no estaban casadas bajo la Iglesia Católica. Esta situación se produjo debido al pequeño número de sacerdotes en el país, así como la pobreza y la falta de caminos y transporte para llegar a una iglesia para casarse. Con las mejores intenciones, el arzobispo Bienvenido Monzón quería poner remedio a esta situación en un corto tiempo, pero sus demandas solo irritaban a la población local que había llegado a aceptar el estado actual de los nacimientos "ilegítimos" de forma normal. Económicamente, el nuevo gobierno también impuso aranceles más altos para los productos no españoles y los buques y trató de establecer un monopolio sobre el tabaco, contrariando a las clases comerciantes también. A finales de 1862, los funcionarios españoles estaban empezando a temer la posibilidad de una rebelión en la región del Cibao (el sentimiento anti-español no era tan fuerte en el sur). Por último, había rumores de que España volvería a imponer la esclavitud y enviar a los dominicanos negros a Cuba y Puerto Rico. Mientras tanto, España había emitido una orden real en enero de 1862 declarando su intención de recuperar los territorios que Toussaint Louverture había tomado por Haití en 1794. En un intento de sofocar los disturbios en la región dominicana, las tropas españolas habían desalojado a los haitianos que vivían en estas áreas a lo largo de la frontera haitiano-dominicana. El presidente haitiano, Fabre Geffrard renunció a su posición de neutralidad y empezó a ayudar a los rebeldes dominicanos. El 16 de agosto de 1863, un nuevo grupo de 14 hombres bajo el liderazgo de Santiago Rodríguez hizo una audaz incursión en el cerro de Capotillo (Dajabón) e izaron el pabellón dominicano.

Esta acción, conocida como el Grito de Capotillo, fue el comienzo de la guerra. Entre los integrantes se encontraban Benito Monción, Juan Antonio Polanco, hermano mayor del general Gaspar Polanco, Pedro Antonio Pimentel, entre otros. El experimentado guerrero Gaspar Polanco esta vez se coloca a su lado y llega con ellos a las afueras de la ciudad de Santiago, la cual fue sitiada por miles de hombres. La Batalla de Santiago Una ciudad tras otra en el Cibao se unieron a la rebelión, y el 13 de septiembre, un ejército de 6000 dominicanos lidereados por el Comandante en Jefe de la guerra restauradora, el General Gaspar Polanco, se atrincheró en la Fortaleza San Luis, en Santiago. Polanco fue proclamado Comandante en Jefe de las fuerzas restauradoras, por todos los caudillos revolucionarios de la región. Fue aceptado por sus condiciones de valeroso y competente guerrero, por haber sido el único general de las campañas de la Independencia que tomaba parte hasta ese momento en el movimiento, por su peso social, su prestigio y su autoridad. Tomó la decisión de incendiar parte del pueblo de Santiago, rodeando a la Fortaleza de San Luis en un torrente de llamas y humo.

El General Gregorio Luperón encabezó la guerra en las provincias del Sur y el Este.La estrategia surtió el efecto esperado, ya que cuando la ciudad quedó en cenizas, perdió valor estratégico para los

españoles que no tenían de donde abastecerse, ni donde guarecerse. Cuando los sitiados en la Fortaleza San Luis decidieron salir hacia Puerto Plata, les persiguió tenazmente, emboscándoles en El Carril, y El Limón, provocando numerosas pérdidas para los españoles. En Gurabito venció a Hungría, Alfau y al brigadier español Manuel Buceta. En Puerto Plata, también venció a los españoles. Libró otras batallas importantes para la gesta restauradora.

Polanco alcanzó el grado de Generalísimo por su eficiencia y valor en la Batalla de Santiago.10

Provincias del Sur y el Este Cuando se supo que Pedro Santana pretendía invadir el Cibao, se designa a Gregorio Luperón, quien fue entrenado por Polanco en el arte de la guerra y la estrategia, como Jefe Superior de Operaciones en las provincias del sur y del este. Debido al mal estado administrativo y tecnológico del ejército español, existía una gran ausencia de mandos terrestres, y muy poca inexperiencia en el resto. José Luis Ceacero Inguanzo, oficial naval, recibió la orden de dirigir a una sección de tropas desde La Romana e Higüey, sin ninguna estrategia sino la de eliminar toda resistencia en dicho camino. Estas tropas fueron igualmente derrotadas, y Ceacero dio la orden de retirarse, en contra de varios mandos. En Santo Domingo, se bate de frente al ejército español, que era comandado por Pedro Santana, por entonces Marqués de Las Carreras. Pese a ser poderoso y disciplinado, el ejército español fue derrotado por Luperón en una estrategia de guerra de guerrillas, debido esto a la inferioridad en número y en calidad de medios por parte de los rebeldes. Luperón luego reforzó las operaciones de Baní y San Cristóbal donde expulsó a los anexionistas.

Gobierno Restaurador José Antonio 'Pepillo' Salcedo, quien se había autoproclamado presidente de la República sin la aprobación de la mayoría de los restauradores, inmediatamente calificó a Santana, que ahora era líder de las fuerzas españolas, como traidor. Salcedo intentó pedir ayuda a los Estados Unidos, pero fue rechazada. España tuvo un momento difícil luchando contra los rebeldes. En el transcurso de la guerra, perderían más de 33 millones de pesos y sufrirían más de 10 000 víctimas (en gran parte debido a la fiebre amarilla). Santana, quien había sido venerado como un excelente estratega militar, se vio incapaz de romper la resistencia dominicana. En marzo de 1864, desobedeció deliberadamente las órdenes de concentrar sus fuerzas en torno a Santo Domingo y fue reprendido y relevado de su cargo por el Gobernador General José de la Gándara quien mandó a Santana a Cuba para hacer frente a una corte marcial. Sin embargo, Santana murió repentinamente antes de que esto ocurriera.

y De la Gándara trató de negociar un alto el fuego con los rebeldes. Él y Salcedo aceptaron discutir los términos de paz, pero en medio de las negociaciones, Salcedo fue derrocado y asesinado por órdenes de Gaspar Polanco y con la aprobación de la mayoría de los restauradores. Polanco, que estaba ya disgustado por los errores militares que Salcedo había cometido durante la guerra, no aprobó la actitud vacilante de Salcedo frente a las autoridades españolas, además de su preocupación de que Salcedo tuviera la intención de retornar al expresidente anexionista Buenaventura Báez, a quien los rebeldes odiaban tanto como odiaban a los españoles por sus acciones antes del golpe de Estado a Santana en julio de 1857. A pesar de que Báez se había opuesto inicialmente a la anexión española, una vez vivió en España con un subsidio del gobierno y tuvo el grado honorario de mariscal de campo en el ejército español. No fue sino hasta el final de la guerra que él volvió a la República Dominicana. A pesar de haber tomado medidas positivas en el área económica y educativa, Polanco fue acusado de establecer un monopolio del tabaco en nombre de sus amigos y relacionados. Por esta acción arbitraria fue derrocado de la presidencia por un movimiento que su hermano Juan Antonio apoyó encabezado por Pimentel, Monción y García, quienes no aprobaron algunas de sus decisiones. Fue sustituido por Benigno Filomeno de Rojas y Gregorio Luperón, en enero de 1865. Dándole tregua a la lucha, la junta provisional organizó una nueva constitución, y cuando se aprobó, el general Pedro Antonio Pimentel se convirtió en el nuevo presidente el 25 de marzo de 1865.

Segunda República 1865-1916 Por el momento los españoles salieron, la mayoría de las principales ciudades en ruinas y la isla se dividió entre varias decenas de caudillos. José María Cabral controlaba la mayor parte de Barahona y el suroeste con el apoyo de los socios exportadores de caoba de Báez, mientras que el ganadero Cesáreo Guillermo reunió a una coalición de ex generalesSantanista en el

sureste, y Gregorio Luperón controlaba la costa norte. Desde la retirada española en 1879, hubo veintiún cambios de gobierno y por lo menos cincuenta levantamientos militares.10 En el curso de estos conflictos, surgieron dos partidos. El Partido Rojo representado por el ganadero del sur exportador de caoba, Buenaventura Báez, quien continuó buscando la anexión por una potencia extranjera. El Partido Azul, dirigido por Gregorio Luperón, representado a los agricultores de tabaco y comerciantes del Cibao y Puerto Plata y fue nacionalista y liberal en su orientación. Durante estas guerras, el pequeño y corrupto ejército nacional fue superado en número por las milicias organizadas y mantenidas por los caudillos locales quienes se autoproclamaban gobernadores provinciales. Estas milicias fueron llenadas por agricultores pobres o trabajadores de las plantaciones sin tierras inculcados en el servicio quienes por lo general se dedicaban al bandolerismo cuando no había ninguna revolución.

Presidente Báez, quien estaba a favor de la anexión de República Dominicana a los Estados Unidos, recibiendo los comisionados enviados por el congreso estadounidense en 1871. Alrededor de un mes de la victoria nacionalista, Cabral, cuyas tropas fueron los primeros en entrar en Santo Domingo, derrocó a Pimentel, pero unas semanas después, el general Guillermo encabezó una rebelión en apoyo a Báez, forzando a Cabral a dimitir y permitir a Báez volver a tomar la presidencia en octubre. Báez fue derrocado por los agricultores del Cibao bajo el mando de Luperón, líder del Partido de Azul, en la primavera siguiente, pero los aliados de Luperón se volvieron el uno contra el otro y Cabral se reinstaló a sí mismo como presidente con un golpe de Estado en 1867. Después de llevarse varios Azulitas a su gabinete los Rojos se rebelaron, volviendo Báez al poder. En 1869, Báez, negoció un anexión con

los Estados Unidos.11 Con el apoyo del Secretario de Estado de los Estados Unidos, William H. Seward, quien esperaba establecer una Armada en Samaná, en 1871 el tratado fue anulado en el Senado de los Estados Unidos a través de los esfuerzos del senador abolicionista Charles Sumner. En 1874, el gobernador de Puerto Plata y miembro del Partido Rojo Ignacio María González Santín, organizó un golpe de Estado en apoyo de una rebelión del Partido Azul, pero fue depuesto por los Azules dos años después. En febrero de 1876, Ulises Espaillat, respaldado por Luperón, fue nombrado presidente, pero diez meses más tarde las tropas leales a Báez lo retornaron al poder. Después de un año una nueva rebelión le permitió a González Santíntomar el poder, solo para ser depuesto por Cesáreo Guillermo en septiembre de 1878, que a su vez fue derrocado por Luperón, en diciembre de 1879. Gobernando el país desde su ciudad natal Puerto Plata, disfrutando de un auge económico debido a las exportaciones de tabaco hacia Alemania, Luperón promulgó una nueva Constitución estableciendo un límite de dos años de mandato presidencial mediante elecciones directas, suspendió el sistema semi-formal de sobornos e inició la construcción del primer ferrocarril del país, que une la ciudad de La Vega con el puerto de Sánchez en la Bahía de Samaná. La Guerra de los Diez Años en Cuba trajo plantadores de azúcar cubanos para el país en busca de nuevas tierras y seguridad de la insurrección que liberó a sus esclavos y destruyó sus propiedades. La mayoría se estableció en la llanura costera del sureste, y, con la asistencia del gobierno de Luperón, construyendo los primeros molinos de azúcar mecanizado de la nación. A ellos se unieron más tarde los italianos, los alemanes, los puertorriqueños y los estadounidenses en la formación del núcleo de la burguesía azucarera dominicana, casarse y formar familias prominentes para consolidar su posición social. Las interrupciones de la producción mundial causada por la Guerra de los Diez Años, la Guerra Civil Estadounidense y la Guerra Franco-Prusiana permitió a la República Dominicana convertirse en un importante exportador de azúcar. Durante las dos décadas siguientes, el azúcar superó al tabaco como el principal producto de exportación, mientras que los antiguos caseríos de pesca de San Pedro de Macorís y La Romana se transformaron en prósperos puertos. Para satisfacer su necesidad de un mejor transporte, más de 300 kilómetros de líneas privadas de ferrocarril-fueron construidos por y para servir a las plantaciones de azúcar en 1897.13 Una caída de los precios en 1884 llevó a la congelación salarial, y una posterior escasez de mano de obra fue ocupada por inmigrantes trabajadores de la Islas de Sotavento, las Islas Vírgenes, Saint Kitts y Nevis, Anguila y Antigua (referido por los dominicanos como cocolos).14 Estos negros de habla inglesa fueron a menudo víctimas de racismo, pero muchos permanecieron en el país,

encontrando trabajo como estibadores y en las construcciones de ferrocarriles y en las refinerías de azúcar.

LA PRIMERA INTERVENCION NORTEAMERICANA 1916-1924

Desde muy temprano los norteamericanos impusieron su orden al ocupar diversas zonas del país. La toma de la ciudad de Santo Domingo en mayo de 1916 obligó a las tropas dominicanas, acantonadas en la ciudad y dirigidas por el General Arias, a dirigirse a Santiago y otros puntos del Cibao con la intención de hacerse fuertes y resistir el avance norteamericano. Pero poco después se produjo el desembarco simultáneo de contingentes de la infantería de marina por las ciudades de Montecristi y Puerto Plata que, tras algunos combates con las fuerzas dominicanas dirigidas por Arias, se situaron en los alrededores de Santiago y obligaron al caudillo a capitular. Estos combates eran el escenificado en La Barranquita, bajo la dirección del General desiderata Carlitos Daniel, en el cual perecieron más de 20 integrantes de la fuerza dominicana, entre ellos Máximo Cabral. Con la toma del Cibao y de la ciudad de Santo Domingo ya las fuerzas norteamericanas controlaban lo fundamental de territorio y de la población del país, quedando algunas zonas no ocupadas como el Este, donde todavía se pensaba hacer residencia armada, pero sin reales consecuencias. Entre tanto, el poder legislativo del país designó un gobierno provisional bajo la presidencia del Dr. Francisco Henríquez Y Carvajal, a la sazón residente en Cuba y quien regresó rápidamente. Dicho gobierno se concibió como punto de consenso de las diversas fracciones políticas en torno a una personalidad de prestigio y que se consideraba abiertamente neutral en relación a las pugnas por el poder entre las fracciones caudillistas. Se tenía como objetivo evitar la pérdida de la soberanía dominicana y llegar a un entendido que posibilitara el reembarque de las fuerzas de la infantería de marina. Pero a este gobierno se le hicieron exigencias exorbitantes, mucho más inaceptables que las contenidas en la nota número 14, razón por la cual no se llegó a acuerdo con el gobierno norteamericano. A fin de presionar y obtener una aprobación que legalizara los designios imperialistas sobre nuestro país a los pocos días de su instalación el gobierno norteamericano a la Receptoría de Aduanas suspender la entrega correspondiente de fondos al gobierno dominicano por pretextos

jurídicos leguleyos; esta medida fue posteriormente ampliada cuando los marines se apoderaron de la administración de las rentas internas del país y pudo decir así Francisco J. Peynado, Ministro de Hacienda, que él era el único ministro del mundo encargado de los fondos del Estado que no manejaba un solo centavo. Todas esas presiones no dieron por resultado la aceptación de las diversas exigencias norteamericanas, lo cual se consideraba importante a fin de neutralizar plenamente el siguiente paso en la subyugación política y económica del pueblo dominicano. En consecuencia, el 29 de noviembre de 1916, el Contralmirante H. S. Knapp, leyó a bordo del vapor de guerra Olimpia la proclama que ponía a la República Dominicana bajo la soberanía del gobierno norteamericano, siendo el mismo Knapp gobernador militar, en tanto la autoridad política quedaba confiada en manos de la Secretaría de Marina de los Estados unidos.

Ocupación Militar Norteamericana

Los marines norteamericanos comenzaron a desembarcar en el país a partir del 4 de mayo, y el argumento que se utilizo fue similar al que uso su patria 49 años después para volver a intervenir militarmente la República Dominicana: "el salvar vida". Las tropas militares estadounidenses llegaron a los alrededores de la capital y el 13 de mayo el Almirante Caperton entrego al general Arias un ultimátum en el que le exigía abandonar la ciudad a más tardar el 15 de mayo y que debía entregar las armas que tenían sus hombres. El general Arias imposibilitado de hacer frente a los norteamericanos entraron en la capital el día 16 en horas de la mañana sin hacer ningún disparo quedando de esta manera iniciada la intervención militar. El general Desiderio Arias se dirigió hacia la Línea Noroeste con el propósito de combatir al invasor al que considero no debía enfrentar a campo abierto dada su superioridad bélica.

La resistencia fue organizada por Arias y los enfrentamientos comenzaron a producirse en Montecristi y Puerto Plata. El gobernador de esta última población, Apolinar Rey se rehusó a entregar la ciudad y enfrentó a los intervencionistas en El Aguacate, donde el capitán Max Cabral murió con 90 hombres. Los invasores al vencer las resistencias armadas de Montecristi y Puerto Plata, se dirigieron hacia Santiago, ciudad que tomaron a sangre y fuego el 6 de julio luego de sufrir la perdida de tres soldados, mientras que dos oficiales y trece marines resultaron heridos. Los dominicanos decidieron enfrentar con las armas al invasor, y el primero que fue fiel a esa decisión fue el comandante de la plaza de San Francisco de Macorís, Nico Ventura, quien cayó en las calles de ese pueblo tratando de evitar inútilmente que los marines la ocuparan. En La Vega, la situación no fue similar, aunque el general Telo Patiño, trato de resistir a los invasores con el respaldo de unos 500 hombres instalados en lugares estratégicos. Sin embargo, sectores acaudalados de esa población, pensaron más en sus intereses personales que en los patrióticos y se dieron a la tarea de convencer a los que estaban dispuestos a enfrentar a los invasores, logrando finalmente sus propósitos, lo que permitió que los marines entraran en La Vega, sin oposición alguna. En Santo Domingo lo hicieron sin oposición ya que el general Arias se retiró de la ciudad para que los norteamericanos no cumplieran su amenaza de bombardearla si encontraban resistencia. El 16 de mayo de 1916 los intervencionistas tomaron la capital de la República para así quedar adueñados de la Republica de la situación y durante los meses de junio y julio fueron ocupando el territorio nacional, pese a la resistencia que encontraron en muchos lugares. La mayoría de los políticos criollos que buscaron asilo en misiones diplomáticas, salieron de sus refugios al consumarse la intervención para continuar sus rebatiñas en el Congreso tratando de escoger un Presidente, aunque los Estados Unidos pusieron bien en claro que no aceptarían a ningún mandatario que no fuese de su agrado.

Resistencia

La resistencia comenzó desde el momento mismo de la llegada de las primeras tropas de la marina estadounidense, cuando el adolescente, Gregorio Urbano Gilbert, armado apenas de un revolver, después de gritar a todo pulmón: ¡Viva la República Dominicana!, disparó su arma

contra un grupo de soldados estadounidenses que desembarcaba en el muelle de San Pedro de Macorís. Esta actitud cobró fuerza prácticamente de manera inmediata en toda la región Este. Allí, el campesinado, con el apoyo de los habitantes de los pequeños pueblos, inició un poderoso movimiento guerrillero, que mantuvo en jaque por varios años a las tropas del ejército norteamericano, obligándole a la permanente movilización, a su reforzamiento y hasta a la utilización, por primera vez en el mundo, al uso del avión para la persecución y bombardeo de las zonas insurrectas. El pueblo dominicano recuerda con fervor patriótico los nombres de los principales dirigentes de aquella resistencia heroica, a cuya cabeza marcharon: Vicente Evangelista, (a esa guerrilla se unió Gilbert), Salustiano Goicochea (Chacha), Ramón Nateras, Fidel Ferrer, maestro de escuela que abandonó el aula y tomó el fusil, y Pedro Celestino Rosario, alias Tolete. Las poderosas columnas del movimiento patriótico de resistencia (que los norteamericanos bautizaron despectivamente con el nombre de los “gavilleros”), alcanzó tal grado de eficiencia en el combate contra los invasores, que los oficiales yankees no encontraban explicación alguna a la gran cantidad de bajas que sufrían, y por eso, alarmados, llegaron a creer que los guerrilleros dominicanos estaban asesorados por expertos extranjeros. Aplicaron medida de encerrona contra cada uno de los miembros. Así, por ejemplo, en 1918, la magnitud de la expansión de la guerrilla de Este alcanzó niveles tales que el teniente coronel Thorpe, jefe militar de toda esa región, escribió un informe mentiroso a sus superiores que decía: “Los partidarios y consejeros alemanes de los insurrectos no han estado durmiendo y han realizado todos los esfuerzos para reforzar y mantener viva esta animada insurrección”. A finales del 1918, las acciones guerrilleras habían crecido en número y en efectividad en sus combates contra los interventores, lo que obligó a los invasores a incrementar aún más el número de sus tropas y establecer hospitales permanentes para atender a sus heridos en San Pedro de Macorís, El Seybo y La Romana. Asimismo, enviaron a la zona a un cuerpo de espías y ayudantes que trajeron de Puerto Rico (nación que habían convertido en colonia), y a algunos traidores dominicanos que ingresaron a su recién creada “Guardia Nacional”, entre los que se encontraba Rafael Leónidas Trujillo, donde este personaje inició su larga carrera delincuencial contra su patria. La rebelión contra los interventores en la región Este se mantuvo viva durante varios años y comenzó su declinación cuando se conocieron en nuestro país informaciones que indicaban que el gobierno norteamericano estaba dispuesto a iniciar conversaciones para establecer a corto plazo un plan de evacuación, propósito que finalmente se logró en 1924.