TEMA 5 Autonomia Edu Infantil

TEMA 5: HABITOS A DESARROLLAR DE 0-6 AÑOS 1. PROCESO DE ADQUISICION DE HABITOS: La observación es una técnica fundamenta

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TEMA 5: HABITOS A DESARROLLAR DE 0-6 AÑOS 1. PROCESO DE ADQUISICION DE HABITOS: La observación es una técnica fundamental en la evaluación de la adquisición de hábitos y las pautas de observación un valioso instrumento. La adquisición de hábitos constituye un proceso educativo en el que se parte de unos requisitos previos y que se realiza a lo largo de una serie de fases, teniendo siempre en cuenta la individualidad y singularidad de cada niño o niña. Como en toda intervención educativa, se evaluarán el proceso y los resultados. 1.1. CONCEPTOS FUNDAMENTALES: El concepto de hábito se relaciona estrechamente con el de autonomía. En el desarrollo evolutivo del niño o de la niña se progresa desde una total dependencia de las personas adultas, que paulatinamente va disminuyendo, hasta ser capaces de realizar sin ayuda tareas relacionadas con la satisfacción de sus necesidades: comer solos, vestirse solos, lavarse solos, controlar esfínteres, etc. Comenzaremos definiendo diversos conceptos relacionados con el proceso de adquisición de la autonomía personal de niñas y niños, como son el concepto de hábito, el de habilidad, el concepto derutina y el de autonomía. ¿Qué es un hábito? Tal y como señala M.J. Comellas, decimos que "existe un hábito cuando el individuo lleva a cabo unaconducta, que ha aprendido previamente, en el momento oportuno, de forma adecuada y sin necesidad de control externo." Las dos características principales de los hábitos son la constancia y la flexibilidad. La constancia viene dada por el establecimiento de un patrón general de respuesta a las situaciones que se nos presentan y la flexibilidad por la capacidad de adaptación a las características peculiares de cada situación concreta. Un hábito supone automatizar una respuesta a una determinada situación en función de unos aprendizajes previos. ¿Qué es una habilidad? La habilidad es una destreza en la realización de tareas, se relaciona con las capacidades cognitivas, físicas y motrices que posee el niño o la niña. ¿Cuáles son las diferencias entre hábito y habilidad? Mientras que las habilidades tienen que ver más con la eficacia en realizar una cierta conducta, los hábitos suponen saber determinar y poner en práctica en el momento adecuado la habilidad o habilidades necesarias. El niño o niña puede poseer una determinada habilidad pero no tener todavía adquirido el hábito con el que dicha habilidad se relaciona. En el apartado anterior hemos definido hábito y habilidad y hemos visto sus diferencias. También en el glosario has podido ver la definición de conducta. En este apartado continuamos con la definición de conceptos fundamentales, en este caso rutina y autonomía personal, y a través del glosario definimos automatización, aprendizaje y objetivo. Vamos a ello. ¿Qué entendemos por rutina? El concepto de rutina tiene que ver con la automatización de las respuestas y con el concepto de hábito. Los hábitos se adquieren a través de un proceso de aprendizaje caracterizado por la repetición sistemática y cotidiana de determinadas acciones.

A esta repetición sistemática de determinadas acciones con un propósito educativo le denominamos rutina. ¿Cómo definiremos la autonomía personal? La autonomía personal constituye la meta, el objetivo final del proceso de adquisición de hábitos. Entendemos por autonomía la capacidad para resolver situaciones cotidianas sin la ayuda de otras personas. 1.2. PROCESOS DE ADQUISICION DE HABITOS. 1.2.1. ASPECTOS DETERMINANTES ¿Cuándo podemos empezar este proceso? Antes de llevar a cabo la enseñanza de un determinado hábito han de tenerse en cuenta unos requisitos previos. El niño o niña ha de estar en el momento de desarrollo adecuado para la adquisición del hábito y debe poseer las habilidades necesarias para llevarlo a cabo. o Aspectos determinantes: Para el aprendizaje de los hábitos básicos es necesario que el niño o la niña posean unas determinadas habilidades. Dentro de ellas vamos a distinguir dos tipos: habilidades de ejecución y habilidades de planificación. o Habilidades de ejecución: Dentro de las habilidades de ejecución son especialmente importantes lasconductas motoras básicas necesarias para desarrollar el hábito en el ámbito físico: la motricidad gruesa y la motricidad fina y el dominio de los instrumentos necesarios para realizar una tarea. o Habilidades de planificación: En la intervención de la persona adulta que pretende inculcar el hábito se hace necesario descomponer la actividad que realiza el niño o la niña en diferentes pasos. Como los siguientes: o Comprensión de la tarea. o Comprensión de los diferentes momentos o acciones intermedias de la tarea. o Secuencia -pasos- de su ejecución. o Aprendizaje de los movimientos específicos necesarios. Toda esta secuencia supone para la niña o el niño disminuir la complejidad de la tarea a realizar, ayudándole a comprender que cada acción simple que logra realizar es necesaria para la siguiente. Junto con la temporalización de las acciones es necesario tener en cuenta la importancia que los elementos ambientales y los materiales de que se dispone tienen en el aprendizaje del hábito. 1.2.2. REQUISITOS: En el apartado anterior hemos visto los aspectos determinantes en el proceso de adquisición de hábitos. En este apartado vamos a hablar de los requisitos necesarios para que se adquiera un hábito. o Requisitos para la adquisición de hábitos: El comportamiento del niño o niña está condicionado en gran medida por el ambiente y las interacciones que tienen lugar en el medio que les rodea. La calidad de éstas y lasistematización del proceso de enseñanza son aspectos fundamentales para la adquisición del hábito. Estos son los requisitos del proceso de adquisición de hábitos:

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Relaciones afectivas. Constituyen un elemento fundamental de la convivencia y proporcionan al niño o niña la seguridad y confianza necesarias para enfrentarse al reto de los nuevos aprendizajes. Equilibrio y estabilidad de la persona adulta. Durante el proceso de adquisición del hábito las conductas han de repetirse siempre de la misma manera, procurando neutralizar el efecto que en las mismas pudiera tener el estado de ánimo de la persona adulta que enseña. Autoridad. La autoridad de la persona adulta, ejercida siempre de manera adecuada, aporta estabilidad a la situación de enseñanzaaprendizaje y proporciona seguridad al niño o niña. Comunicación. Es fundamental que el niño o niña conozca lo que tiene que hacer y su propósito. Constancia y sistematización. El niño o niña debe tener conciencia de que existen unas normas estables que no se van a variar por su posible oposición a las mismas.

1.2.3. SUS FASES: ¿En qué consiste este proceso? Una vez que el niño o la niña poseen los requisitos previos tendremos que respetar una serie de pasos o fases en el proceso de enseñanza del hábito. La adquisición de hábitos constituye un aprendizaje de tipo funcional. Es imprescindible secuenciar el proceso de aprendizaje teniendo como referente de la secuenciaciónla madurez psicológica del niño o de la niña. Dicha madurez es una exigencia necesaria para iniciar la adquisición del hábito. Hay que tener en cuenta que en relación a la madurez pueden existir diferencias entre niños o niñas de una misma edad, lo que debe ser tenido en cuenta individualizando los procesos de enseñanza. Veamos las diferentes fases en la adquisición de hábitos: 1. Preparación: En primer lugar debemos tener en cuenta si tiene adquiridas las habilidades y destrezas necesarias para iniciar el proceso. A partir de una comunicación afectiva debemos motivar al niño o niña hacia los nuevos aprendizajes. 2. Aprendizaje propiamente dicho: Exige la participación activa del niño o la niña y la supervisión de la persona adulta para dirigirle, acompañarle y apoyarle ante las dificultades que pueden ir surgiendo a lo largo del proceso. 3. Automatización: Como consecuencia de la repetición por parte del niño o niña se alcanza la capacidad de realizar la conducta sin la supervisión adulta. 4. Consolidación: Una vez alcanzada la generalización de las acciones, que implica la adquisición de las competencias y las pautas de autocontrol necesarias para ejecutar la conducta, podemos considerar que el hábito se ha consolidado. 1.3. PROGRAMACION DE HABITOS: Cualquier proceso de aprendizaje conlleva una planificación previa, una programación ¿Cómo ha de programarse la adquisición de hábitos? El proceso de enseñanza y aprendizaje de los hábitos necesita una programación que supone: 1. Determinar cuáles son los objetivos de la intervención educativa. 2. Seleccionar unos contenidos conceptuales, procedimentales y actitudinales relacionados con el hábito a desarrollar. 3. Aplicar unas adecuadas estrategias metodológicas.

4. Establecer las actividades, los recursos necesarios y la temporalización del proceso de enseñanza. Además es necesario: o Dedicarle un tiempo diario, semanal y mensual. o Alternar el aprendizaje de los hábitos con otras actividades lúdicas. o Respetar los ritmos de actividad del niño o niña. o Tener en cuenta las características individuales de cada cual. El aprendizaje de los hábitos se va a llevar a cabo a lo largo de toda la educación infantil. Durante el primer ciclo se pasará de satisfacer exclusivamente las necesidades del bebé a enseñar al niño o a la niña la adquisición del hábito. Para ello es necesario tener en cuenta algunos aspectos: 1. Conocer el grado de dificultad del aprendizaje. 2. Saber en qué acciones se descompone. 3. Cuantificar el tiempo necesario para su ejecución completa. 4. Identificar los instrumentos o recursos necesarios. La programación debe adecuarse a las diferentes fases por las que pasa el aprendizaje de un hábito. Por eso es importante recordar que algunos hábitos requerirán de períodos de aprendizaje largos, que en ciertos casos supondrán más de un curso escolar. 1.4. PROCESO DE EVALUACION La evaluación constituye un aspecto fundamental en el aprendizaje de los hábitos, tanto para valorar los logros del niño o niña como para reorientar el proceso de enseñanza-aprendizaje a lo largo del mismo. Por lo tanto, la evaluación no es algo que se realiza al final de este proceso, sino a lo largo del mismo. En la evaluación de la programación de hábitos ha de tenerse en cuenta una doble vertiente: o La evaluación de los resultados. o La evaluación de la propia programación. ¿Qué instrumentos podemos emplear? La técnica más utilizada en la evaluación de los hábitos es la observación y el instrumento más empleado, la pauta de observación. La pauta de observación puede ser individual o grupal: cuando observamos en un niño o niña mayores dificultades que en el resto podemos elaborar una pauta individualizada para el alumno o la alumna con dificultades. ¿Qué evaluar? Se deben evaluar los logros de cada niña y niño en función de dos referentes, el individualizado y el relativo a los criterios. o El referente individualizado considera sus avances con respecto a sí mismo, partiendo de su nivel de desarrollo. o El referente criterial supone tener en cuenta el grado de éxito que alcanza en sus realizaciones relacionadas con el hábito. El aprendizaje de hábitos debe realizarse desde una estrecha colaboración entre la familia y la escuela, el diálogo frecuente y las entrevistas más específicas acompañarán un proceso en el que los padres y las madres deben recibir asesoramiento de la escuela. 2. ADQUISICION DE HABITOS RELACIONADOS CON LA ALIMENTACION

La alimentación tiene un claro carácter social, por ello los niños y niñas deben aprender las reglas establecidas por la sociedad en la que viven. Estas reglas tienen que ver tanto con las necesidades de salud del niño o niña -comer equilibradamente, de una determinada forma, masticar correctamente, etc.-, como con los criterios sociales establecidos relacionados, por ejemplo, con la correcta utilización de los cubiertos en vez de comer con las manos, y comer sentado en vez de hacerlo de pie. Elisa sabe que el papel de los educadores y educadoras es fundamental en este proceso de aprendizaje, ya que los hábitos relacionados con la alimentación se adquieren poco a poco, e implantarlos es un proceso costoso que depende de la dificultad del hábito, la forma de enseñarlo de las personas adultas, el interés del niño o niña en aprenderlo y la mayor o menor facilidad para integrarlo en su repertorio. Para que el niño o la niña adquiera estos hábitos, se necesita una programación sistemática, conocer el grado de madurez de cada niño o niña y el nivel que debe alcanzar en cada edad, así como la colaboración entre familia y escuela.

2.1. OBJETIVOS POR EDADES RELACIONADOS CON LA ALIMENTACION RECUERDA... El primer paso en la programación de hábitos es determinar cuáles son los objetivos de la intervención educativa. ¿Cómo seleccionamos los objetivos que queremos lograr? En la escuela infantil deberemos elaborar una programación que tenga en cuenta el momento evolutivo de la niña o el niño, es decir, las destrezas y habilidades manuales adquiridas, el grado de movilidad y desplazamiento que tiene, así como su capacidad para la relación con los demás, para establecer qué es lo que tiene que aprender en cada momento. Los objetivos relacionados con la alimentación son: o Comportarse correctamente en la mesa sin control de ninguna persona adulta. o Manejar los cubiertos adecuados para cada alimento. o Beber por sí mismos cuando lo necesiten. o Controlar la calidad y la cantidad de líquido a ingerir. o Colaborar en la preparación de alimentos sencillos. ¿Qué objetivos nos podemos marcar en cada edad? A continuación concretamos los objetivos que se deben alcanzar al finalizar cada uno de los ciclos de Educación Infantil. o Primer ciclo (0-3 años): En este ciclo no se podrá iniciar el programa para la adquisición de hábitos relacionados con la alimentación hasta cumplir el primer año, dado que se requieren, como decíamos antes, unas habilidades y destrezas mínimas que no se tienen adquiridas hasta esa edad. o Comer sentados. o Utilizar con cierta precisión el tenedor, y la cuchara con alguna dificultad. o Beber de un vaso utilizando ambas manos. o No manchar la mesa demasiado. o Masticar con la boca cerrada.



o Comer de todo. o Ayudar a traer o llevar algún vaso o plato vacío. o Esperar su turno para que le sirvan la comida. Segundo ciclo (3-6 años) o Permanecer sentado toda la comida. o Comer solos y sin ayuda. o Usar correctamente el tenedor y la cuchara. o Coordinar, con alguna dificultad, el tenedor y el cuchillo. o Beber sin mojarse. o Dejar la mesa limpia. o Controlar los trozos que se lleva a la boca. o Poner y quitar la mesa. o Usar la servilleta. 2.2. PAUTAS DE ACTUACION PARA ADQUISICION DE HABITOS ALIMENTICIOS ¿Qué aspectos han de tenerse en cuenta a la hora de poner en marcha la programación? Para llevar a cabo esta programación para la adquisición de los hábitos de la alimentación, es necesario seguir unas pautas que son: o Hay que actuar con paciencia, ya que como hemos señalado anteriormente, la automatización de las conductas requieren tiempo, y no podemos pretender la introducción de una nueva conducta y su adquisición automática. Al mismo tiempo, también debemos ser pacientes con el niño o niña cuando está realizando una tarea, y no terminarla en su lugar para ganar tiempo, pues de esta manera el niño o la niña tardarán más en hacerse autónomos. o Respetar el ritmo de cada niño o niña durante las comidas, aunque tiene que saber que hay un tiempo limitado para las mismas, teniendo en cuenta además que demasiado tiempo delante del plato no ayuda a hacer más atractiva la comida. o Motivar a los niños hacia la actividad de comer, mediante juegos utilizando los cubiertos, las servilletas, canciones, frases, etc. o Cuando aparezcan conductas inadecuadas a lo largo del proceso, como pueden ser escupir la comida, hacer ruidos con la boca, no masticar, pedir con frecuencia de beber o golpear con los cubiertos, es conveniente corregirlas paulatinamente. Las conductas inadecuadas en la comida pueden ser vistas al principio como molestias o inconvenientes, pero más adelante pueden constituirse en un problema que requiera otro tipo de intervención. o Tanto si aparecen este tipo de conductas como si el niño o la niña tienen dificultad para ir adquiriendo logros, es importante utilizar refuerzos sistemáticos y proporcionadosa los progresos que vayan realizando. Tiene que haber contigüidad temporal entre la conducta del niño o niña y el refuerzo que utilicemos. La elección de la frecuencia y el momento adecuados pueden asegurar la eficacia de las recompensas. Durante las fases iniciales del entrenamiento o del desarrollo de las destrezas, las respuestas deseables deberían reforzarse a menudo, siguiendo un programa continuo, donde cada respuesta correcta será premiada. Esta forma proporciona motivación y además información al niño o a la niña sobre lo que está haciendo correctamente y lo que no. La elección de conductas apropiadas a recompensar también es decisiva. Es evidente que no

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se puede premiar a una persona cada vez que haga algo bien. Hay que escoger las conductas más importantes y adecuadas y concentrar en ellas las recompensas. No sólo han de centrarse en el rendimiento sino también en otras conductas, como las aproximaciones al éxito, al rendimiento y al esfuerzo. Preparar el lugar idóneo para las comidas (de tal manera que si se derrama comida, no tenga graves consecuencias) y con buenas condiciones ambientales. Debemos eliminar del lugar de la comida cualquier estímulo que distraiga al niño o niña como juguetes, televisión, etc. Debemos procurar que la ropa del niño o niña esté protegida con un babero amplio, porque si pretendemos que se vayan haciendo autónomos, lo normal es que se manchen. Por último, debemos tener en cuenta que durante el período de la primera infancia se producen cambios bruscos relacionados con la alimentación como: El paso de la alimentación líquida a la ingesta de papillas y alimentos triturados, llegando a los alimentos sólidos. Introducción de nuevos sabores a los que tiene que ir adaptándose. La postura a la hora de comer irá experimentando una evolución, de comer sentado sobre la persona adulta, pasa a comer sentado en una silla especial, y termina comiendo sentado en la mesa. El grado de autonomía ante la comida evoluciona desde una dependencia absoluta de las personas adultas, a comer de manera autónoma.

2.3. COMPORTAMIENTO EN LA MESA Comer con las manos, jugar con la comida, levantarse,... Son algunos de los comportamientos inadecuados que pueden tener los niños y niñas a la hora de comer ¿Cómo podemos conseguir instaurar unos hábitos correctos en la mesa? La meta que queremos lograr relacionada con este aspecto es que el niño o la niña se comporte correctamente en la mesa, de manera espontánea y sin ningún tipo de control de las personas adultas. Para enseñarles a que tengan un comportamiento correcto en la mesa hay que respetar las siguientes pautas: o En primer lugar, antes de que se sienten en la mesa deben ir al lavabo, para evitar tener que levantarse durante la comida. El hecho de levantarse en mitad de la comida se procurará evitar en las primeras edades, y se evitará absolutamente a partir de cierta edad. o El niño o niña debe tener una posición cómoda, debe llegar perfectamente a la mesa y hacer un uso de los cubiertos sin forzar ninguna postura. Cuando su tamaño lo aconseje, pueden utilizar una silla alta. o Deben centrar su atención en la actividad de la comida, por lo que deberemos evitar el uso de juguetes u otros elementos que les distraigan, como la televisión. o Dado que el ritmo del niño o niña es más lento y necesita la atención de la persona adulta, es aconsejable que coma antes que éstos y cuando son un poco más mayores y han adquirido cierta autonomía, pueden empezar un poco antes. Se irá integrando al ritmo de todos cuando vaya siendo posible pero sin forzarle.

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El niño o la niña debe tener cuidado en que no se le caigan los alimentos fuera del plato y si esto ocurre, deberemos proceder a su limpieza cuanto antes para que el niño o la niña no lo vea como normal y empiece a apreciar la higiene durante la comida. Hay que procurar que el niño o la niña no se manche, pero de hacerlo, le cambiaremos en cuanto finalice la comida. Si se ha manchado las manos, deberá lavárselas después de comer.

Este comportamiento que queremos conseguir está muy relacionado con el comportamiento que tenga el niño en otros momentos, lugares o situaciones diferentes. Como exponíamos al principio, la alimentación está asociada tanto a criterios de salud como acriterios sociales, por lo que debemos concienciarles de que un comportamiento incorrecto en la mesa, puede ser causa de momentos desagradables y de tensión para quienes comparten con él la hora de la comida, y que puede repercutir en las relaciones sociales. El niño o la niña, además, debe ser consciente de la necesidad que tiene de generalizar este comportamiento a otros entornos diferentes a los habituales (familia y escuela), como muestra de educación y civismo. ¿Cómo ha de comportarse el niño o la niña según la edad? A medida que el niño va creciendo, también lo hace el nivel de exigencia de las personas adultas. Cuando pensemos que un niño o niña, en función de su desarrollo, debe tener adquiridos determinados hábitos, hay que exigirle que lleve a cabo correctamente la actividad, y caso de no ser así, las personas adultas deberán actuar. Exponemos a continuación una tabla resumen con las conductas que cabe esperar según cada edad:

Edad

Conductas     

Comen alimentos variados. Comen solos. Necesitan ayuda para finalizar. Les cuesta comer lo que no les gusta. Requieren uso de babero.

  

Aguantan con dificultad sin levantarse de la mesa, pedirán ir al baño. Habitualmente comen solos Se manchan cada vez menos.

De 4 a 5 años

 

Comen todo lo que se les pone. Empiezan a utilizar la servilleta.

De 5 a 6 años

 

Aguantan la comida entera sin ir al baño. No juegan con la comida.

De 1 a 3 años

De 3 a 4 años

¿Cómo actuaremos ante las conductas inadecuadas?

Las respuestas que dé la persona adulta ante la conducta incorrecta del niño o niña irán determinadas por la dinámica, horarios y organización tanto de la escuela como de la familia. Algún ejemplo de conductas que se suelen manifestar en todo este proceso con bastante frecuencia, y ante las que la persona adulta podría responder: o El niño o niña come muy despacio. Tendrá que terminar de comer en otro sitio porque hay que limpiar la mesa. o El niño deja la mesa muy sucia. Deberá ayudar a limpiarla para que tome conciencia que no debe mancharla tanto. o No le gusta la comida. Como ni en casa ni en la escuela se pueden hacer varios menús para los gustos individuales, se podrá reducir un poco la ingesta de ese alimento, pero nunca suprimirlo de su dieta. o El niño o niña se levanta de la mesa. Podemos hacerle ver que creemos que ha terminado y por tanto le retiramos el planto de la mesa, deberá terminar en otro sitio. 2.4. AUTOEVALUACION SOBRE COMPORTAMIENTOS EN LA MESA Ahora es el momento de que compruebes qué tal has asimilado lo que te hemos contado sobre el comportamiento en la mesa y la adquisición de hábitos relacionados con la comida, respondiendo a un par de preguntas. 2.5. UTILIZACION DE LOS CUBIERTOS El uso de los cubiertos es más importante desde el punto de vista social y poco importante desde el punto de vista de la salud del niño o niña, siempre y cuando el hecho de no saber utilizar los cubiertos no sea debido a que sigue tomando alimentos de una forma que es más correcta en edades más tempranas. Cuando programamos este aspecto pretendemos que la niña o niño maneje los cubiertos adecuados para cada alimento con corrección, sin riesgo posible. Es importante que para que lleguen a ser autónomos, utilicen los cubiertos para todos los alimentos, pero esto en ocasiones preocupa a padres, madres, educadoras y educadores por el posible riesgo que puede entrañar el uso del cuchillo o tenedor. Tendremos que tener en cuenta la edad del niño o niña, que haya adquirido un dominio motorque le permita el uso de los cubiertos, haciéndole autónomo y ofreciéndole una mayor seguridad en sus posibilidades. No obstante, hay que hacer conscientes a niños y niñas de la responsabilidad que exige la utilización de los cubiertos y la importancia de su uso. El primer paso que seguiremos será enseñarles cómo deben coger los cubiertos y para qué alimentos son adecuados. Al principio sólo valoraremos la intención y el hecho de que intenten su uso más que los resultados obtenidos. Se le ayudará en muchas ocasiones, ya que siempre estaremos condicionados por su dominio motor, y se les permitirá que utilicen como ayuda su otra mano. En muchas ocasiones, el niño o la niña se hacen cómodos y solicitan ayuda a las personas adultas aunque sepan manejar los utensilios, pero la persona adulta no debe hacerlo. Sólo cuando les presentemos un alimento que les resulta desconocido, podremos ayudarles para enseñarles cómo lo deben hacer. Veamos a continuación las conductas que cabe esperar según cada edad: Edad

Conductas

De 1 a 3 años

 

Utilizan con cierta precisión el tenedor. Utilizan la cuchara para alimentos pastosos.

De 3 a 4 años

 

Usan correctamente el tenedor. Usan aceptablemente la cuchara.

 

Usan correctamente la cuchara. Empiezan a utilizar el cuchillo para alimentos blandos.

 

Controlan el uso de todos los cubiertos. Coordinan con dificultad el uso del tenedor y el cuchillo.

De 4 a 5 años De 5 a 6 años

La práctica del uso de los cubiertos es lo que logrará que el niño los utilice correctamente, por ello deberemos dejar que el niño actúe y le iremos corrigiendo sólo cuando los utilice de manera inadecuada. 2.6. CORRECCION CON LA BEBIDA: Los niños y niñas adquieren el hábito de beber solos con relativa facilidad. Pero no sólo trataremos de procurar que beban solos cuando lo necesiten, sino que controlen la cantidad de bebida que toman, así como la clase de bebida.Deberemos enseñarles las bebidas que son más beneficiosas para ellos, y las consecuencias que tiene la ingesta de las que no debe consumir. Es necesario por tanto enseñarles que deben actuar en muchas ocasiones sin tener en cuenta sus gustos o caprichos, argumentándoles que puede ser perjudicial para ellos, ya que a estas edades los niños y niñas no son capaces por sí mismos de saber lo que les resulta conveniente y lo que no. Desarrollaremos nuestro programa en función de tres aspectos fundamentales: o El control para beber solos y servirse la bebida cuando tengan sed. Primero enseñaremos al niño o niña cómo tiene que coger el vaso. Al principio utilizará un vaso especial -generalmente con dos asas para que lo pueda coger con facilidad y con las dos manos-, después pasará a coger el vaso normal con las dos manos para finalizar cogiéndolo con una sola. El recipiente que utilicemos para contener la bebida debe ser asequible al tamaño de su mano y debe estar situado a una altura adecuada, para evitar incidentes innecesarios, como el derrame de líquido o caída de la botella, jarra o cartón. Es importante también que al principio no se llene el vaso,porque pesaría demasiado y podría derramarse la bebida. Si una vez que ha bebido el contenido del vaso sigue teniendo sed, puede servirse otra vez. o El control de la cantidad de bebida. Hay que tratar que el niño o niña entiendan que es importante ingerir líquidos pero que tienen que controlar el momento y la cantidad de los mismos. Deberemos darles pautas para que aprendan a controlarlo solos, que deberán servirse poca cantidad y que cuando beban no deben vaciar el vaso, deben beber a sorbos, poco a poco. No es conveniente que beban antes de comer, ni mucha cantidad durante las comidas, pues les quedaría la sensación de estar llenos, lo que les llevaría a comer peor. o Tipo de bebida más beneficiosa para el niño o la niña. Las bebidas necesarias para cubrir las necesidades nutricionales del niño o niña son:

la leche, los zumos de fruta y el agua (mejor sin gas). La ingesta de otro tipo de bebidas comercializadas debe hacerse de manera esporádica y controladamente. Durante las comidas la bebida que debe ingerir el niño o la niña es agua. No debemos dejar que ingieran bebidas perjudiciales para ellos, como bebidas estimulantes o bebidas con un alto componente químico artificial. o o o

Veamos a continuación las conductas que cabe esperar según cada edad: Edad

Conductas

 

Pueden utilizar el biberón de noche o de forma esporádica. Beben al principio con un vaso especial y luego con uno normal. Utilizan las dos manos para agarrar el vaso. Se mojarán en ocasiones.

  

No utilizan el biberón. Cogen el vaso con una mano. Beben sin mojarse.

De 4 a 5 años



Se sirven la bebida de un recipiente que no pese demasiado aunque con dificultades.

De 5 a 6 años



Saben servirse líquido de botellas y jarras, aunque en ocasiones tiene accidentes.



De 1 a 3 años

De 3 a 4 años

2.7.



PREPARACION DE LAS COMIDAS

Ayudar a poner y quitar la mesa es una de las principales responsabilidades que niños y niñas pueden asumir en edades tempranas. ¿Cómo podemos hacer que los niños y niñas participen en la preparación de comidas? Con este aspecto pretendemos conseguir dos objetivos claros: o en primer lugar, que el niño y la niña logren ser autónomos y o en segundo lugar, potenciar su sentido de responsabilidad hacia los demás -educadores, educadoras, compañeras y compañeros en la escuela y miembros de la familia en casa-, haciendo que sean capaz de valerse por sí mismos a la vez que colaboran con determinadas tareas. Este proceso no se iniciará hasta que el niño o niña cumpla los 2-3 años, y no finalizará hasta los 15 o 16, aunque en este tema trataremos sólo la edad que nos ocupa (0-6 años). Debemos hacer ver al niño o niña que se le ayudará mientras solos no puedan resolver una necesidad, pero que deberán colaborar en la medida de sus posibilidades cuando vayan dominando las habilidades que se requieren. No debemos exigirles que colaboren, pero sí deberemos procurar que vayan participando de manera espontánea. Podemos ir dándoles alguna pequeña responsabilidad, tanto en casa como en la escuela, para que vean que pueden ayudar y ser necesarios. En el supuesto de que el niño o niña se nieguen a

colaborar, es importante que nadie resuelva la tarea por ellos y que se den cuenta que los demás se resienten con su actitud. Veamos a continuación las conductas que cabe esperar según cada edad: Edad De 1 a3 años

Conductas 

No deben entrar en la cocina, aunque empiezan a coger alimentos que estén a su alcance y comérselos.

De 3 a 4 años



Toman cosas sencillas cuando tengan hambre (galletas, pan, agua...)

De 4 a5 años



Toman la merienda si no la tienen que preparar.



Pueden untarse el pan o galletas con alimentos pastosos para el desayuno o la merienda (habrá que ayudarles a cortarse el pan). Ayuda a la persona adulta a la preparación de alimentos sencillos.

De 5 a 6 años



3. ADQUISICION DE HABITOS RELACIONADOS CON EL SUEÑO Con relación a los hábitos de sueño, un objetivo importante es ir reduciendo la dependencia de las personas adultas al despertarse y al acostarse. Sin embargo estos dos momentos y las condiciones ambientales que les rodean requieren en estos años una preparación por parte de las personas adultas. En la escuela infantil, dormir y despertarse implica aprender una serie de conductas que requieren mucha paciencia, y donde la coordinación entre la escuela y los padres y madres juega un papel muy importante. RECUERDA... El sueño del niño y la niña evoluciona a medida que va creciendo, y por tanto sus horarios de sueño se deben ir modificando. Un niño o niña recién nacido duerme aproximadamente unas 16 horas diarias, más tarde desaparecen las siestas y por tanto se tienen que desplazar las horas de acostarse y levantarse, llegando aproximadamente a la edad de 3-4 años a adaptarse al horario de las personas adultas, aunque deben dormir durante la noche alrededor de 10-12 horas. 3.1. OBJETIVOS POR EDADES RELACIONADOS CON EL DESCANSO Para que el acto de dormir y despertarse se convierta en un hábito, en la escuela y en la familia deberemos establecer unas condiciones idóneas, tanto espaciales como temporales y establecer un programa que se ajuste a cada momento evolutivo, para que al finalizar la etapa de educación infantil, el niño o niña sean capaces de: o Comprender la necesidad de descanso. o Dormir solos. o Despertarse sin llorar respetando el sueño de los demás. o Colaborar en la preparación y recogida de su ropa y del espacio donde duerme. ¿Qué objetivos nos podemos marcar en cada edad? Concretamos los objetivos anteriores para cada uno de los ciclos de Educación Infantil.

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Primer ciclo (0-3 años) o Colaborar en el desvestido. o Desprenderse de alguna prenda sencilla como zapatillas o calcetines. o Despedirse cuando se vayan a dormir. o Dormir solos. o Despertarse sin llorar. o Saludar cuando se levantan. Segundo ciclo (3-6 años) o Prepararse para ir a dormir: desnudarse, organizar la cama o la colchoneta. o Ir a dormir solos. o Al despertarse, respetar el descanso de los demás. o Recoger u ordenar la zona de descanso con supervisión de las personas adultas.

3.2. PAUTAS DE ACTUACION RELACIONADAS CON EL SUEÑO El sueño está influido por una serie de conductas y factores ambientales que se asocian con unos buenos o malos hábitos de sueño. La adquisición de estos hábitos nos lleva a enseñar al niño o niña a controlar su dormir y su despertar. Para ello es recomendable que sigamos unas pautas tanto por parte de los educadores y educadoras como de la familia que faciliten el aprendizaje de los mismos. o Debemos hacer ver al niño o la niña que el descanso es necesario para ellos, puesto que han gastado muchas energías y tienen que recuperarse. o Las actividades que lleve a cabo el niño o niña antes de acostarse deben ser relajadas, para que el paso de la vigilia al sueño sea más fácil. Algunas de las actividades que se pueden realizar, tanto en casa como en la escuela, son las de aseo y limpieza personal -lavado de dientes-, mirar un libro, escuchar algún cuento, etc. Estas actividades las pueden realizar primero con una persona adulta y posteriormente solos. o Debemos enseñarles a identificar cuándo están cansados y deben descansar. El niño o la niña deben ir reconociendo poco a poco el momento de irse a dormir, o bien porque se están realizando actividades de relajamiento, o porque se está preparando el espacio de sueño, con la bajada de persianas y la preparación de cama o colchoneta. De esta manera le vamos predisponiendo para el momento de acostarse. o Durante el proceso de aprendizaje debemos invitarles a que colaboren con la persona adulta en la preparación del espacio de sueño -colocar la colchoneta, destapar la cama, ... o Deben ir al baño a hacer pis antes de irse a la cama para evitar cualquier pequeño incidente durante la noche. Antes de acostarse no es aconsejable que el niño ingieran mucha cantidad de líquido, y menos si son excitantes, porque esto puede motivar que se interrumpa el sueño o bien que tarden más tiempo en dormirse. o Hay que acostumbrarles para que duerman sin compañía. No debemos quedarnos con ellos hasta que se queden dormidos, se les debe acompañar, tapar, hacerles gestos cariñosos y después dejarlos para que se duerman solos. Al principio, se

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o o

pueden utilizar objetos o elementos de su preferencia que le aporten seguridad, como muñecos de peluche, sabanitas, etc. Es necesario que ayudemos al niño o a la niña a vencer el miedo a la oscuridad. Es importante que sepa que no todas las personas deben hacer lo mismo en el mismo horario, en este caso, que no todos van a ir a dormir a la misma hora. Hay que enseñarle que antes de acostarse tiene que despedirse y después de levantarse tiene que saludar. Es importante que se acostumbren a no llorar cuando se despiertan. Si lo hacen, habrá que calmarles y hacerles entender que no tienen que llorar, hasta que consigamos que respeten el sueño de los demás, quedándose en la cama permaneciendo despiertos al principio y, posteriormente, levantándose sin molestar.

Padres, madres, educadoras y educadores debemos procurar hacer del sueño una actividad placentera, sin incomodidades. Tenemos que adaptarnos a todas las necesidades individuales y también podemos tener en cuenta cuáles son las preferencias para irse a descansar, así como el momento o incluso la época del año en que nos encontramos. 3.3. EL HABITO DE DORMIR Hay que destacar en primer lugar la importancia que tiene respetar los ritmos de sueño que, como decíamos al principio de la unidad, evolucionan con la edad. Hay que hacerlo atendiendo a las necesidades individuales de cada niño o niña, dado que hay algunos que necesitan más horas de sueño que otros, o necesitan acostarse antes y otros al contrario. Es necesario que el niño o la niña comprendan la necesidad de descanso, que vayan conociendo su propio ritmo, cuándo están cansados, cuándo necesitan dormir, y si la actividad que van a realizar no les va a suponer fatigarse. La falta de sueño afecta tanto al rendimiento del niño o la niña en los períodos de actividad como a su relación con las demás personas, pues un niño o niña cansados pueden tener conductas inestables e irritables que no se darían si estuvieran descansados. Se deberán organizar los horarios de la escuela y de la familia para equilibrar adecuadamente los momentos de actividad y descanso, deberemos dejar tiempo para que se relajen, puedan tener un rato de convivencia con las personas adultas, y puedan realizar alguna actividad, que como decíamos antes debe ser relajada, pues induce al sueño. Es muy importante que estos horarios sean fijos y se respeten en todo momento y lugar. Las condiciones ambientales, que desarrollamos en otra unidad, deben responder a criterios de tranquilidad y relajación. Debemos evitar ruidos excesivos cuando el niño o la niña ya están acostados, porque puede provocar que no concilien el sueño o que se les interrumpa. Veamos a continuación las conductas que cabe esperar según cada edad: Edad De 1 a 2 años

Conductas    

Duermen 12-14 horas diarias. A partir de los 6-8 meses deben dormir en una habitación diferente a la del padre y la madre. Pueden utilizar chupete para dormir. Se les puede ayudar a relajarse antes de dormir con cuentos.

De 2 a 3 años



Debe evitarse la luz.

  

Duermen 12-13 horas diarias. Debe retirarse paulatinamente el chupete. Continúan demandando la atención de alguna persona adulta. Necesita ayuda para dormirse.



De 3 a 4 años

De 4 a 5 años

  

Duermen unas 12 horas diarias. Van dejando de dormir siesta. Si duermen en algún sitio poco habitual, sienten extrañeza.

 

Duermen unas 11-12 horas diarias. Aceptan dormir fuera de casa, pero necesita tener puntos de referencia del sitio. Empiezan a controlar las estrategias para dormirse. Todavía les cuesta trabajo aceptar que su padre y su madre pueden salir por la noche.

   

De 5 a 6 años

  

Duermen 10-12 horas diarias. Saben prepararse para ir a dormir: desnudarse, organizar la cama, ... Si están cansados, pueden dejar una actividad aunque sea interesante, para irse a dormir. No les importa dormir fuera de casa. Comprenden que su padre y su madre salgan por la noche.

3.4. EL HABITO DE DESPERTAR El despertar, aunque no tanto como el dormir, es importante para niños y niñas, pues por una parte condiciona la actividad que vayan a llevar a cabo a lo largo del día, y por otra incide en la relación con las personas que conviven con ellos -un mal despertar o despertar temprano les condiciona-. Tan importante es que el niño o niña comprenda que tiene una hora para irse a dormir, como que tiene que tener una hora adecuada para despertarse. Pero hay que tener en cuenta que cada niño o niña tiene un ritmo de sueño diferente, y que hay por tanto unos niños y niñas más madrugadores que otros, y que una vez has satisfecho su necesidad de sueño, se despiertan y quieren levantarse. Cuando el niño o la niña son menores de un año es normal que lloren, pues puede tener necesidades -hambre, pañal sucio, molestias- cuya respuesta es llorar para que la persona adulta satisfaga esas necesidades, pero poco a poco tendremos que procurar que no lo haga. El niño o niña deberán ir acostumbrándose a estar solos cuando se despiertan y a ser autónomos para levantarse, deberán no necesitar la presencia inmediata de la persona adulta. Cuando al niño o niña le cueste levantarse tendremos que hacerles comprender que tienen sueño y que están cansados porque la noche anterior se acostaron más tarde de lo debido. Si remolonean en la cama o se ponen de mal humor, podremos dejarles en la cama un rato, pero es preciso que entiendan que deben levantarse. Para evitar que luego se

realicen las otras actividades como el aseo, vestido o desayuno de manera acelerada, se les puede avisar antes de la hora necesaria. Veamos a continuación las conductas que cabe esperar según cada edad: Edad

Conductas 

De 1 a 2 años

  

De 2 a 3 años

  

De 3 a 4 años

 

 

De 4 a 5 años

  

De 5 a 6 años

   

Puede no gustarles encontrarse solos cuando se despiertan. Pueden ir a buscar la compañía de personas adultas. Si se despiertan en mitad de la noche puede costarles trabajo volver a dormirse. Cuando se despiertan pueden entretenerse solos sin la presencia de personas adultas. No les gusta estar solos mucho tiempo cuando se despiertan. Son sensibles a la falta de sueño y les cuesta empezar la actividad. Pueden estar más tiempo sin la presencia de personas adultas. Piden ayuda a las personas adultas. Si se despiertan por la noche reclaman la presencia de alguna persona adulta y les cuesta aceptar que les vuelvan a dejar solos. Se entretienen solos esperando la presencia de la persona adulta. Empiezan a resolver necesidades esperando a que se despierten las personas adultas. Después de un tiempo, reclaman la presencia de personas adultas. Todavía notan la falta de sueño, pero empiezan a controlarse. Si se despiertan por la noche, reclaman a la persona adulta, pero empiezan a aceptar que no esté junto a ellos. Saben organizar actividades de forma autónoma. Van a la cama del padre y la madre y les cuentan cosas. Si tienen falta de sueño son más lentos a la hora de realizar actividades. Comienzan a aceptar el hecho de no estar con la persona adulta e intentan controlar sus miedos.

3.5. AUTOEVALUACION SOBRE HABITOS AL DORMIR Y DESPERTAR A continuación te proponemos un par de preguntas para que compruebes si has asimilado bien los principales conceptos de los que hemos hablado en los apartados anteriores, relativos a hábitos relacionados con el sueño y el despertar. 4. ADQUISICION DE HABITOS RELACIONADOS CON LA HIGIENE

La adquisición de hábitos de higiene en el niño y la niña constituye uno de los aspectos principales en el desarrollo de su capacidad de autonomía. En relación con su propia higiene, vamos viendo como son progresivamente más autónomos empezando a ser capaces de controlar sus necesidades. Las necesidades que presenta el niño o la niña en sus primeros años serán resueltas por las personas adultas, que tendrán una doble tarea: satisfacer sus necesidades higiénicas y fomentar en ellos hábitos higiénicos. Las educadoras y educadores juegan este doble papel. Saben que los momentos dedicados a la higiene de niños y niñas constituyen un tiempo dotado de una gran carga relacional y afectiva entre el niño o niña y las personas adultas, con un gran potencial educativo. Alrededor de estos momentos los niños y niñas avanzan en la elaboración de su identidad personal y experimentan numerosas experiencias motoras, sensoriales y de relación con los demás. Estos momentos permiten observar los progresos, sus avances y sus dificultades y cuentan con un potencial motivador que debemos utilizar favoreciendo también sensaciones de seguridad y placer. 4.1. HIGIENE CORPORAL Una vez más, se hace necesario plantear qué objetivos pretendemos lograr con la programación a desarrollar Con relación a la higiene personal del niño o de la niña, nos proponemos que sean capaces de: o Comprender la necesidad de la higiene y del cuidado de su cuerpo. o Conocer las acciones y secuencias de acciones necesarias para una higiene adecuada. o Manifestar actitudes adecuadas y una disposición activa sobre su higiene y cuidado personal. Estos objetivos generales se concretan en cada uno de los ciclos educativos, para que los niños y niñas sean capaces de: Primer ciclo (0-3 años) o Lavarse y secarse las manos. o Lavarse y secarse la cara. o Disfrutar del baño. o Lavarse las distintas partes del cuerpo durante el baño. o Pedir ayuda cuando se sienten sucios. o Pedir que le laven o peinen para estar más guapos. o Pedir ayuda si tiene la nariz sucia. Segundo ciclo (3-6 años) o Lavarse bien la cara y las manos. o Secarse bien la cara y las manos. o Secarse después del baño. o Usar la toalla. o Controlar el uso del jabón. o Lavarse los dientes Para que los niños y niñas alcancen los objetivos propuestos en este ámbito, más que poseer unas habilidades deben desarrollar unas actitudes. Las pautas de actuación a tener en cuenta serían: o La intervención educativa en los hábitos de higiene debe comenzar por llamar la atención del niño o niña hacia su cuerpo y sus necesidades.

o

o

o

o o o o o o

La introducción de hábitos de higiene en el niño o niña ha de hacerse coincidir con las actividades cotidianasde la escuela: asamblea, talleres, trabajo por rincones, proyectos, centros de interés, etc. Debemos fomentar en los niños y niñas el gusto por el orden y la sensación de limpieza. El cambio de pañales y el control de esfínteres favorecen esa sensación de bienestar corporal. Procuraremos limitar la tendencia del niño o niña a llevarse objetos a la boca y al mismo tiempo cuidaremos la limpieza de todos los materiales. El cambio de actividad puede ser aprovechado para lavarse las manos y aprender a hacerlo adecuadamente, contando como aliado con el interés que las actividades relacionadas con el agua despiertan en los niños y niñas. Así, por ejemplo, en la asamblea puede ponerse en común esta actividad, pueden elaborarse carteles o utilizar fotos relacionadas con las fases de la limpieza de manos y colocarlas en el baño. De este modo podemos representar las manos sucias y la secuencia de acciones para su lavado: remangarse, abrir el grifo, poner las manos bajo el chorro de agua, enjabonarlas, aclararlas, escurrirlas, cerrar el grifo, secar las manos, bajarse las mangas y finalmente, manos limpias. En la época invernal se debe aprovechar para enseñar a los niños y niñas a limpiarse la nariz. Procurar el cuidado personal, el lavado y el peinado y colocarse bien la ropa después de la siesta. Acostumbrar al niño o niña a limpiarse cada vez que se ensucie. Usar vasos individuales para cada niño y niña. Debemos usar una metodología basada en la realización de acciones repetitivas, constantes y sistemáticas. Algunos ejemplos de introducción de hábitos de higiene podrían ser: o Aprovechar el cambio de actividades o la conclusión de tareas para lavarse las manos. o Higiene bucal al terminar de comer. o Introducir actividades lúdicas relacionadas con lavarse o peinarse.

Veamos a continuación las conductas relacionadas con la higiene corporal que cabe esperar según cada edad: Edad De 1 a 3 años

De 3 a 4 años De 4 a 5 años

Conductas   

Comienzan a lavarse las manos con ayuda. Ponen pegas a que les laven la cabeza. Se van iniciando en el aprendizaje de la higiene bucal.



Les cuesta que les corten las uñas, sobre todo las de los pies. Colaboran de forma activa en el baño. Se empiezan a lavar correctamente las manos aunque cometiendo errores, como no subirse las mangas

  

Son capaces de lavarse las manos sin control de personas adultas.

    

De 5 a 6 años

 

Se bañan aunque deben ser controlados y ayudados. Son conscientes de que deben lavarse las manos antes de comer aunque a veces necesitan que se lo recordemos. Saben que deben lavarse los dientes aunque pueden requerir alguna ayuda adulta. Toleran la higiene de las uñas. Aceptan el lavado de cabeza sin lloros ni quejas. Comienzan a peinarse. Se lavan los dientes aunque todavía deben perfeccionar su técnica.

4.2. EL CONTROL DE ESFINTERES Con relación al control de esfínteres nos proponemos que niños y niñas sean capaces de alcanzar tres grandes objetivos: o Conocer el funcionamiento de su propio cuerpo, sus necesidades y la forma de satisfacerlas. o Adquirir el control para evacuar en el lugar adecuado. o Conseguir una actuación consciente con relación al acto fisiológico de la evacuación. Estos objetivos generales se concretan en cada uno de los ciclos en que los niños y niñas sean capaces de: o Primer ciclo (0-3 años) o Sentarse y levantarse de su orinal. o Pedir ayuda cuando necesiten hacer caca o pis. o Solicitar ayuda cuando se sientan manchados. o Valorar el buen olor corporal. o Segundo ciclo (3-6 años) o Limpiarse después de hacer caca y pis. o Tirar de la cadena del váter. o Lavarse las manos después de ir al váter. o Usar el papel higiénico. ¿Qué relación existe entre afectividad y control de esfínteres? El control de esfínteres no constituye un fenómeno aislado. Está en estrecha relación con los fenómenos físicos, mentales, emocionales y afectivos de las niñas y los niños. Por este motivo hay una serie de premisas que hay que tener en cuenta antes de iniciar el proceso de aprendizaje de hábitos relacionados con el control de esfínteres: o El aprendizaje del control de esfínteres sólo es posible cuando el bebé está en condiciones de reconocer que las señales que recibe del recto o la vejiga significan que necesita hacer pis o caca. Esto nunca sucede antes del año de edad. o Hacia los dos años y medio, el 90% de las niñas y el 75% de los niños poseen algún control sobre el pis. Esto es debido a que su sistema nervioso está relativamente preparado para ordenar a la vejiga que retenga la orina. Pero las estadísticas también nos indican que a esa edad más de la mitad de los niños y las niñas se siguen orinando por la noche, lo que demuestra que el control nocturno suele producirse después que el diurno. o Hacia los dos años se produce en el niño o niña el fenómeno conocido en psicología como "aparición del yo". Los niños y niñas se descubren como personas diferentes y empiezan a tomar

o o

conciencia de quiénes son. Esta afirmación se lleva a cabo haciendo valer sus deseos. Para el niño o niña defecar y orinar son una experiencia corporal acompañada de sensaciones placenteras y desagradables. El control de esfínteres depende en gran parte del deseo de la madre y por extensión de las personas adultas que establecen vínculos afectivos con el niño o niña. Por eso es muy importante actuar con gran cautela y procurar no anticiparse a sus posibilidades. La necesidad de complacer a la madre y las personas mayores se origina en el miedo a perder su afecto.

Por todo esto, cuando los niños y niñas no logran satisfacer las expectativas depositadas en ellos, pueden tener sentimientos defrustración, angustia y vergüenza. El pis y la caca son para el niño y la niña algo valioso que pueden convertir en obsequio o en agresión. Si la persona adulta interrumpe el juego infantil para poner al niño o la niña en el orinal, está favoreciendo en ellos reacciones negativas. No son extrañas reacciones en las que retienen las heces hasta llegar al estreñimiento o que hagan sus necesidades en lugares inadecuados. Si por el contrario, el aprendizaje del control de esfínteres se plantea sin prisas ni exageraciones, pueden esperarse resultados positivos que busquen complacer a la persona adulta. ¿Qué pautas de actuación hemos de tener en cuenta? Algunas pautas para abordar el aprendizaje del control de esfínteres pueden ser las siguientes: o Tener en cuenta que cada niño o niña es diferente y sigue un proceso distinto en su maduración. No debemos por lo tanto tratar de uniformar, comparar y exigir lo que no corresponde. o Tener en cuenta que hasta que se consolida el control de esfínteres se pasa por fases de avance y de retroceso. o La edad adecuada para comenzar este aprendizaje se encuentra entre los dos años y los dos años y medio. Estas edades de inicio se corresponden con los siguientes períodos escolares: o Aula 1-2 años: en el último trimestre. o Aula 2-3 años: en el primer trimestre, una vez superado el período de adaptación y sin olvidar los ritmos individuales. ¿Debemos prestar atención a los intereses del niño o niña y a sus manifestaciones verbales y no verbales a la hora de iniciar este aprendizaje? Por supuesto que sí. o No debemos resaltar los errores ni los posibles accidentes, que son completamente normales a estas edades. o No utilizaremos premios, simplemente mostraremos nuestra satisfacción al niño o niña por ir comportándose como las personas mayores. o Las personas adultas deben mantener una actitud serena y flexible en todo el proceso de adquisición del hábito. o Todo este proceso de aprendizaje debe llevarse a cabo manteniendo una estrecha colaboración familia-escuela. Veamos a continuación las conductas que cabe esperar según cada edad: Edad

Conductas

De 1 a 2 años

  

Aprendizaje del control de las heces. Pueden controlar el pis durante el día. Puede haber descuidos por distracción.

De 2 a 3 años

  

Controlan los esfínteres durante el día. Hay menos descuidos. Debe favorecerse que vayan periódicamente al WC.

De 3 a 4 años

    

Controlan el pis durante el día sin accidentes. Aprenden a controlar el pis por la noche. Saben aguantarse la caca. Van con frecuencia solos al WC. Empiezan a limpiarse con papel.



Comienzan a espabilarse solos por la noche para ir al baño. Pueden aguantarse cuando tienen necesidades. Los varones empiezan a hacer pis de pie.

De 4 a 5 años

  

De 5 a 6 años

 

Durante la noche ya se espabilan solos sin ayuda para ir al baño. Se limpian correctamente en el WC. Tiran de la cadena, pero es necesario supervisarles.

¿Existen diferencias entre el control diurno y nocturno? El control de esfínteres diurno se adquiere, como ya hemos señalado, antes que el nocturno. Tanto en uno como en otro podemos establecer unas recomendaciones diferenciadas que exponemos a continuación. CONTROL DIURNO

CONTROL NOCTURNO

El educador o educadora deben Empezamos a trabajar este estar atentos a los gestos o actitudes que aspecto una vez que esté puedan indicar que el niño o niña quieren adquirido el control diurno. hacer sus necesidades. Se deberá sentar al niño o a la niña en el orinal aunque ya se le hayan escapado las heces.

Se favorecerá el control sobre la vejiga espaciando las veces de hacer pis.

Las deposiciones deben tirarse al váter Se evitará ingerir en presencia del niño o niña, para que mucho líquido antes de se vaya comprendiendo qué es lo que acostarse. deberán aprender a hacer. Se recordará al niño o a la niña la necesidad de ir al lavabo periódicamente. Se recomienda vestir al niño o a la niña con ropa cómoda que le permita quitársela con facilidad.

Se irá al lavabo antes de irse a la cama. Cuando se vayan observando avances, se procederá a retirar el pañal por la noche, favoreciendo así su motivación.

5. ADQUISICION DE HABITOS RELACIONADOS CON EL VESTIR

Elisa y sus compañeras trabajarán para que los niños y niñas sean cada vez más autónomos en las actividades de vestirse y desvestirse y en el cuidado de su propia ropa. Esa autonomía es el resultado de un trabajo pedagógico planificado. Cuando trabajamos los hábitos del vestido llevamos a cabo una serie de actividades que permiten la comunicación entre la persona adulta y la niña o niño. En un primer momento éstos son pasivos y es la persona adulta la responsable de vestirles y desvestirles. Según van creciendo, van respondiendo a los contactos que reciben de las personas adultas y van colaborando en las tareas de vestido y desvestido en función de las destrezas que vayan adquiriendo, hasta llegar a ser autónomos. Cuando hablamos de hábitos relacionados con el vestido, hacemos referencia a tres aspectos:  desnudarse y vestirse,  el cuidado del aspecto general y  el cuidado de la propia ropa. 5.1. OBJETIVOS RELACIONADOS CON EL VESTIR Los objetivos que el niño o niña deberán alcanzar en relación con el hábito del vestido son: o Adoptar una actitud participativa para vestirse y desvestirse. o Vestirse y desvestirse sin ayuda. o Tomar conciencia de que debe cuidar el aspecto de su ropa: estética y corrección de lo que lleva -sin rotos, bien abrochado-. o Aprender a cuidar y organizar su ropa. En cada uno de los ciclos de educación infantil, el niño o la niña deberán ser capaces de: o Primer ciclo (0-3 años) o Quitarse los zapatos, zapatillas y calcetines. o Ponerse y quitarse el abrigo, chaqueta y babi. o Colaborar en el vestido y desvestido. o Colgar en el perchero el abrigo, la chaqueta, o el babi. o Diferenciar la derecha y la izquierda en zapatos, zapatillas y guantes. o Doblar y colocar, lo mejor que pueda, su ropa. o Dejar la ropa sucia en el lugar asignado para ello. o Proteger la ropa con un babero o babi. o Segundo ciclo (3-6 años) o Vestirse y desvestirse solos. o Abrochar y desabrochar prendas. o Ponerse los zapatos. o Hacer lazadas en los zapatos. o Doblar y guardar algunas prendas sencillas. o Relacionar la ropa que debe llevar según la actividad que vaya a realizar o el tiempo que haga. o Valorar la estética de la ropa, la combinación de los colores y los complementos. 5.2. PAUTAS RELACIONADOS CON EL VESTIR Para lograr que el niño o la niña pasen de una fase pasiva, donde la persona adulta realiza todas las tareas relacionadas con el vestido, hasta lograr que los niños y niñas sean capaces de vestirse y desvestirse

solos y de cuidar su ropa al finalizar el ciclo de educación infantil, debemos seguir una serie de pautas que permitan conseguir los objetivos establecidos: o Tanto los educadores y educadoras como las madres y los padres deben tener paciencia, ya que por comodidad y falta de tiempo, asumen las tareas que el niño o niña ya son capaces de hacer por sí mismos. Esto provoca en muchas ocasiones que el niño o la niña no se esfuercen para que la persona adulta se lo resuelva, no logrando el grado de autonomía que deberían alcanzar. Es necesario organizar los tiempos. Si el niño o la niña son lentos, se debe programar el inicio de la tarea con más tiempo para evitar que la termine haciendo la persona adulta. También se puede aprovechar el tiempo que dedican al vestido o desvestido para hacer otras actividades cerca de ellos, esto sirve para controlarles al mismo tiempo que se crea un clima afectivo y la comunicación con la persona adulta no se rompe. o Es importante que el niño o la niña comprendan lo que están haciendo, esto favorece que se interesen y motiven por colaborar en la tarea. o Las actividades que se lleven a cabo se pueden plantear como un juego, se pueden utilizar canciones y señalar o mirar dibujos de las partes del cuerpo cuando lo estemos vistiendo o desvistiendo. o Se deben iniciar todas las tareas al mismo tiempo tanto en el ámbito familiar como en la escuela, lo que requiere un trabajo de coordinación permanente. o Debemos procurar que valoren la corrección en el vestido, que adquieran unos criterios estéticos y una sensibilización por el respeto a los demás. o Es importante enseñarles estrategias para que resuelvan las actividades y su propia auto-evaluación, para corregir lo que no hayan resuelto correctamente.

5.3. DESNUDARSE Y DESVERTIRSE La tarea de desnudarse es más simple que la de vestirse, pues requiere menos habilidades de coordinación motriz. o Procuraremos que el niño y la niña adopten una actitud participativa, que no se dejen hacer. o Pediremos a los niños y niñas que tengan una actitud de superación, ya que cuando sean capaces de desvestirse y vestirse solos, adquirirán un nivel importante de autonomía con respecto a las personas adultas. o No podemos presionarles para que realicen las tareas en tiempos que convengan a la persona adulta, ya que es fácil que se distraigan con lo que tienen alrededor, que intenten que la persona adulta les ayude, o lo hagan por ellos, por tanto debemos plantear las actividades con tiempo suficiente. o Poco a poco, la niña o el niño irán adquiriendo soltura en las distintas actividades y podrán hacerlo mejor y más deprisa. Deberemos procurar que cojan el ritmo y no se distraigan para que terminen a tiempo. o Les enseñaremos el procedimiento para colocarse las prendas, empezando por las prendas más sencillas (abrigos, babis,

chaquetas) hasta conseguir que se pongan solos todas las prendas, distinguiendo el derecho y el revés. Eda

Conductas  

De 2 a 3 años

   

De 3 a 4 años

    

De 4 a 5 años

  

De 5 a 6 años

    

Colaboran en el vestido y desvestido. Se quitan prendas sencillas: zapatos, calcetines, bañador,... Empiezan a desabrocharse. Empiezan a bajarse y subirse los pantalones. Cuelgan prendas sencillas en percheros. Saben desnudarse aunque tienen dificultad con algunas prendas. Se ponen prendas sencillas. Acaban de ponerse prendas más complicadas cuando se les ayuda en el inicio. Abrochan cremalleras, botones grandes. Se desnudan solos si se les ayuda en el desabrochado más complicado. Tienen dificultad para quitarse algunas prendas más complicadas y requieren ayuda. Se colocan las prendas, pero debemos ayudarles en el abrochado de algunas. Todavía se colocan algunas prendas al revés. Son bastante autónomos. Se desnudan solos correctamente. Piden ayuda cuando tienen alguna dificultad. Se visten correctamente. Se abrochan y desabrochan todo tipo de cierres. Se hacen las lazadas de los zapatos aunque en ocasiones hay que ayudarles.

5.4. ASPECTO GENERAL DEL NIÑO Es el aspecto que menos habilidades requiere pero el que más repercusión social tiene. El aspecto general tiene que ver con la imagen que da el niño o la niña y repercute en sus relaciones con los demás. Veamos las pautas a tener en cuenta: o Debemos concienciar a la niña y al niño de que viven en una sociedad y su aspecto debe ser el adecuado, teniendo cuidado en que no se vean afectados por las presiones sociales, la moda o la publicidad. o Debemos enseñarles a ponerse la ropa adecuada, nueva, limpia y respetar unos mínimos criterios de estética. o Debemos procurar que sean conscientes de cuándo su ropa no está limpia o nueva y se cambien cuando sea preciso, pero lo que no debemos hacer es estar pendientes de que no se manchen y evitar que realicen alguna actividad que ensucie su ropa. o Es importante que aprendan a elegir la ropa en función de la actividad que vayan a realizar, pero nunca deben dejar de llevarla a cabo para evitar mancharse. Tampoco la persona adulta debe

o

presionarle con el trabajo que puede implicar en el ámbito doméstico que se ensucien. Al principio, la persona adulta será quien proporcione al niño o a la niña las condiciones adecuadas de su aspecto, para posteriormente ir enseñándole a ir limpio, a cambiarse de ropa cuando la tenga sucia o rota y a vestirse con un mínimo de estética.

Veamos a continuación las conductas que cabe esperar según cada edad, en relación al aspecto general: Edad De 3 a 4 años De 4 a 5 años

Conductas 

El niño y la niña toman conciencia de su aspecto.



Los niños y niñas comienzan a ser sensibles respecto a su aspecto. Saben que deben cambiarse de ropa interior aunque no se vea.

  

De 5 a 6 años

   

Solicitan ayuda si notan que no están bien arreglados. Giran las prendas y comprueban que están bien puestas. Saben elegir ropa para algunas actividades. Saben combinar prendas. Se cambian de ropa interior sin tener que decírselo. Valoran su imagen

5.5. CUIDADO DE LA ROPA Los niños y niñas deben aprender a cuidar la ropa que utilizan, por ello es importante que: o La persona adulta actúe como modelo, siempre dando las explicaciones necesarias y aportando la ayuda necesaria hasta que los niños y niñas adquieran autonomía. o El acceso a las prendas sea asequible para los niños y niñas, bien para facilitar la hora del vestido como para poder exigirles que guarden su ropa en los lugares asignados para ello. o El niño y la niña se den cuenta que cuando no se cuelga o dobla una ropa, se arruga y luego no se puede poner de esa manera. o Cuando el niño o la niña dejan las prendas fuera de su sitio no es conveniente que una persona adulta las coloque, sino que el niño o niña corrija su error y las cuelgue o doble, guardándolas en su sitio. Veamos a continuación las conductas que cabe esperar según cada edad: Edad

Conductas   

Cuelgan las prendas en un perchero situado a su alcance. Colocan la ropa sucia en el lugar asignado para ello cuando se les dice. Doblan como pueden alguna prenda sencilla.

De 4 a 5 años

  

Pueden empezar a ordenar su ropa. Colocan la ropa sucia en su lugar sin tener que decírselo. Al quitarse una prenda suelen doblarla.

De 5 a



Se visten de acuerdo a la actividad a realizar.

De 3 a 4 años

6 años

 

Doblan y guardan prendas sencillas. Pueden colaborar en la limpieza del calzado.