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1 TEMA 17.- LA PENÍNSULA IBÉRICA: RELIEVE, CLIMA Y VEGETACIÓN. DIVERSIDAD REGIONAL DE LA ESPAÑA PENINSULAR E INSULAR. 1

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TEMA 17.- LA PENÍNSULA IBÉRICA: RELIEVE, CLIMA Y VEGETACIÓN. DIVERSIDAD REGIONAL DE LA ESPAÑA PENINSULAR E INSULAR. 1. RELIEVE. 1.1. CARACTERÍSTICAS GENERALES. 1.2. RASGOS GEOLÓGICOS. 1.3. UNIDADES MORFOLÓGICAS DE LA PENÍNSULA IBÉRICA. 2. CLIMA. 2.1. INTRODUCCIÓN. CARACTERÍSTICAS CLIMÁTICAS DE LA PENÍNSULA. 2.2. DINÁMICA ATMOSFÉRICA SOBRE LA PENÍNSULA IBÉRICA. 2.3. TIPOS BÁSICOS DE LA CIRCULACIÓN GENERAL. 2.4. ELEMENTOS DEL CLIMA. 2.5. TIPOS DE CLIMAS PENINSULARES. 3. VEGETACIÓN. 3.1. GENERALIDADES. FACTORES FÍSICOS DE LA DISTRIBUCIÓN DE LA VEGETACIÓN. 3.2. FORMACIONES VEGETALES PENINSULARES. 4. DIVERSIDAD REGIONAL DE LA ESPAÑA PENINSULAR E INSULAR. 4.1. ESTRUCTURA REGIONAL DE ESPAÑA. 4.2. CARACTERÍSTICAS GENERALES DE LAS GRANDES REGIONES ESPAÑOLAS. 5. BIBLIOGRAFÍA. 1. RELIEVE. 1.1. CARACTERÍSTICAS GENERALES. Forma: aquí hay que destacar que a pesar del amplio litoral costero de la que ha sido llamada por su perfil “piel de toro” la falta de entrantes profundos dificulta la penetración de las influencias marinas. Altitud media elevada: alrededor de los 660 metros sobre el nivel del mar, sólo superada en el continente por Suiza (1300 m.). Disposición periférica del relieve: la Meseta central queda rodeada por una muralla montañosa, que supone la necesidad de salvar un importante desnivel, la dificultad de acceso a las altiplanicies centrales, tanto para las comunicaciones como para las brisas marinas, y el carácter peculiar de la red hidrográfica, pues los ríos nacidos en estos rebordes montañosos gozan de una gran fuerza erosiva. 1.2. RASGOS GEOLÓGICOS. La evolución geológica de la Península nos muestra como elementos más antiguos a los denominados escudos o núcleos precámbricos, basamentos sobre los que se disponen los terrenos primarios, y de los que se encuentran restos en el roquedal de la España silícea, formando una banda arqueada en sentido NW-SE desde Galicia a Sierra Morena. Posteriormente, el Plegamiento Caledoniano afectó con poca intensidad a un área muy limitada, correspondientes con zonas TEMA 17.- La Península Ibérica: relieve, clima y vegetación. Diversidad regional de la España peninsular e insular. Antonio M. Capdevila Gómez

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gallegas; a partir de aquí, Cámbrico, Silúrico y Devónico son etapas sedimentarias, previas a una nueva orogenia, la Herciniana, que originaría una cadena montañosa de Galicia al valle del Guadalquivir, dirección NW-SE y adosada a los viejos núcleos precámbricos. Este plegamiento estuvo acompañado de una intensa actividad magmática, que dio lugar a la erupción de rocas plutónicas, sobre todo granitos, y a la formación de importantes filones metálicos de pirita, mercurio, minerales de plomo,… El Secundario y los comienzos del Terciario son períodos de calma orogénica relativa; se arrasan las cordilleras formadas en la época anterior y se producen movimientos epirogénicos, de elevación y descenso, que motivan la invasión por las aguas marinas de tierras emergidas (fenómenos de transgresión y regresión); los sedimentos acumulados son generalmente materiales muy finos. La sedimentación mesozoica se inicia con los depósitos continentales del Triásico, comenzando en el Jurásico y Cretácico los depósitos de calizas y margas; estos sedimentos se comprimirán posteriormente por los esfuerzos orogénicos terciarios, formando las cordilleras alpinas. El Plegamiento Alpino será el responsable de la conformación actual del relieve peninsular; su primera fase, la pirenaica, transcurre al final del Eoceno, originándose en este paroxismo la cordillera que le da nombre; poco más tarde, durante el Mioceno, se produce la fase estírica, conformándose las Cordilleras Béticas y definiéndose el conjunto balear. Simultáneamente a estos hechos se forman las prefosas alpinas, la Depresión del Ebro frente al Pirineo y la del Guadalquivir frente a los Sistemas Béticos; en principio, las dos están ocupadas por el mar, pero pronto, sobre todo en la del Ebro, la sedimentación marina es sustituida por depósitos lacustres o continentales. Los movimientos alpinos actuaron de modo distinto según los tipos de materiales a los que afectaron, plegando los de sedimentación más reciente y fracturando los terrenos más antiguos, dando lugar a un sistema de bloques elevados y hundidos (horsts). Hasta llegar a la conformación actual de la Península ocurren nuevas transformaciones en las postrimerías del Terciario y durante el Cuaternario, que podemos resumir en: a) La deformación del bloque meseteño, que bascula hacia el Atlántico, orientando en esa dirección sus cursos fluviales. b) La elevación de los relieves interiores de la Meseta (Sistema Central y Montes de Toledo). c) La formación de algunos golfos costeros amplios, como el de Valencia. d) Manifestaciones volcánicas –Olot, Almería, Columbretes, Ampurdán, Campo de Calatrava- y de aguas termales, a través de las fallas ocasionadas por las póstumas tensiones alpinas. TEMA 17.- La Península Ibérica: relieve, clima y vegetación. Diversidad regional de la España peninsular e insular. Antonio M. Capdevila Gómez

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e) El establecimiento de la actual red fluvial, cuya gran actividad erosiva determina la colmatación de las depresiones interiores de la Meseta, los golfos costeros y las Depresiones del Ebro y del Guadalquivir. f) La aparición del glaciarismo en los relieves más elevados (Pirineos, Montes Cantábricos, Sistema Central y Sierra Nevada), así como la formación de terrazas fluviales, modelados de glacis de erosión y depósitos de costras de caliche, debido a efectos climáticos. g) Oscilaciones de la línea del litoral como consecuencia de los períodos glaciares cuaternarios, originándose terrazas costeras y plataformas de abrasión en costas como las del Cantábrico. 1.3. UNIDADES MORFOLÓGICAS DE LA PENÍNSULA IBÉRICA. LA MESETA CENTRAL. Podemos definirla como un antiguo macizo arrasado, en su mayor parte inclinado hacia el Atlántico; su interior aparece accidentado por relieves formados como consecuencia del Plegamiento Alpino: Sistema Central y Montes de Toledo. Aunque es el conjunto alrededor del que se articula la morfología peninsular, sólo fue individualizada en el siglo XVIII, cuando Alejandro Humboldt atraviesa la Península barómetro en mano, y aún así su noción no se incorporó a la literatura científica española hasta fines del XIX. Sus rasgos más originales son: a) la existencia de un gran zócalo antiguo erosionado y, en parte, cubierto por sedimentos terciarios, primero arrasados y después afectados por los movimientos alpinos que constituyen sus relieves interiores; b) la presencia de las Sierras que la accidentan por el centro, los ya citados Sistema Central y Montes de Toledo; c) las depresiones interiores, formadas durante el Plegamiento Alpino y colmatadas por los aluviones del Duero, el Tajo y el Guadiana; las componen espesores de margas miocenas no muy potentes, depositándose sobre ellas allí donde llegan las aguas de las sierras calcáreas calizas travertínicas, denominadas asimismo calizas pontienses o de los páramos. a) Evolución morfológica. Objeto de numerosos estudios, merecen el calificativo de clásicos los realizados por Jesús García Fernández o, sobre todo, los de Luis Solé Sabarís en los primeros 50. Su elemento original fue un zócalo antiguo inclinado hacia el Este, formado por macizos graníticos, unidades precámbricas y formaciones hercinianas; durante el Mesozoico y los albores del Terciario asistió a un período estable, con gran sedimentación en los mares costeros que la rodeaban y en el que se modela la penillanura fundamental, entre el Petriásico y el Eoceno. Con los movimientos alpinos la penillanura soportó abombamientos, surgiendo fosas tectónicas que generarían las dos Submesetas y las alineaciones interiores; después, la sedimentación miocena depositó TEMA 17.- La Península Ibérica: relieve, clima y vegetación. Diversidad regional de la España peninsular e insular. Antonio M. Capdevila Gómez

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arcillas y margas en ambas Submesetas, a la vez que las antecitadas calizas travertínicas. Ya con los movimientos alpinos póstumos, el conjunto basculó hacia el Atlántico, provocándose durante la fase rodánica fenómenos de vulcanismo (Campo de Calatrava) y fracturas tectónicas. Por último, en el Plioceno quedó organizada la red fluvial, formándose en el Cuaternario rampas de erosión (pedimentos y glacis), sobre las que se depositaron montes-isla y canturrales de rañas, al tiempo que se desarrollaba la morfología glaciar en las sierras de Guadarrama, Gredos y la Estrella. b) Unidades. Estudiaremos en primer lugar sus dos sistemas montañosos (Cordillera Central y Montes de Toledo) y a continuación los dos llanos, las Submesetas Norte y Sur. - Cordillera Central. Conjunto de bloques elevados y hundidos, originados en el Plegamiento Alpino, que cruza diagonalmente la Meseta, dividiéndola en la Submeseta Norte y la Sur. Al estar constituida por materiales antiguos (gneiss, pizarras metamórficas, granitos) de resistencia similar a la erosión, presenta diferencias litológicas poco acusadas; la cobertura mesozoica sólo existió en su mitad oriental y con espesores tan delgados que facilitaron su denudación. En el interior de la Cordillera existen fallas longitudinales alineadas en sentido E-W, que originan cubetas como el alto valle del Lozoya, la del Tiétar o el valle de Amblés. Sus cumbres fueron ligeramente retocadas por los hielos cuaternarios, que dieron lugar a glaciares de circo que, una vez fundidos, ocasionaron pequeñas lagunas como la de Peñalara; sólo en Gredos, por su mayor altitud, aparecieron glaciares de tipo alpino. Las Sierras que constituyen el Sistema llegan a elevarse hasta los 2500 metros y están separadas por corredores estrechos, como el de Béjar, que facilitan el tránsito entre las dos Submesetas. De E-W hallamos las Sierras de: Ayllón (máximo, 1691 m.), Somosierra (2250 m.), Guadarrama (2406 m.), Gredos (2592 m.), Béjar (2401 m.), Peña de Francia (1723 m.) y La Estrella (1991 m.). - Montes de Toledo. Situados en la parte media de la Submeseta Sur, la dividen en dos cuencas hidrográficas, la septentrional regada por el Tajo y la meridional por el Guadiana; presentan una altura entre los 1200 y los 1600 m., que se alcanzan en la Sierra de Guadalupe. De Este a Oeste podemos distinguir tres grandes tramos: a) los Montes de Toledo propiamente dichos, alargados sobre unos 100 km. y con altura máxima en torno a los 1450 m., que son el segmento más compacto de la unidad que analizamos; b) las Sierras de Guadalupe, en el que las máximas alturas forman un núcleo reducido con dirección NW-SE, como se aprecia en la TEMA 17.- La Península Ibérica: relieve, clima y vegetación. Diversidad regional de la España peninsular e insular. Antonio M. Capdevila Gómez

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Sierra de Altamira; y c) la Penillanura Extremeña, con los cordales cuarcíticos de las Sierras de San Mamés y San Pedro. - Submeseta Norte. Con una altura media alrededor de los 800 m., coincide con la cuenca hidrográfica del Duero; presenta depósitos de materiales horizontales dada su edad posterior al Plegamiento Alpino, limitándose los únicos relieves a formas tabulares resaltadas por la acción erosiva fluvial, y que para Solé Sabarís son las siguientes: a) los páramos pontienses, elemento esencial de la Meseta, formados a partir de la sedimentación miocena, sobre la que se depositaron los materiales travertínicos, y que aparecen en la mitad oriental. Morfogenéticamente, los páramos se definen como superficies tabulares duras y rígidas, que, donde no ha actuado la erosión, aparecen como llanuras perfectas; tras el basculamiento meseteño hacia el Oeste, el encajamiento de los ríos sobre estas superficies originó tanto valles de fondo plano y vertientes escarpadas en forma de artesa como los cerros-testigo (oteros, tesos o motas); b) los conglomerados, relieves amesetados generados por agentes erosivos a expensas de detritos marginales; al pie de formaciones elevadas se depositaron materiales groseramente detríticos, origen de estos conglomerados de color rojizo; c) las campiñas, llanuras poco onduladas originadas a partir de materiales blandos como arena, arcillas y margas, formando valles muy amplios; d) la penillanura fundamental, que aflora especialmente en la parte occidental, despojada de su cobertera sedimentaria terciaria; es una superficie poligénica, labrada a lo largo del Mesozoico y parte del Terciario, que alcanza la menor carencia de sedimentos desde la parte occidental de Extremadura hasta los límites con Galicia; e) la penillanura pontiense; f) el pedimento villafranquiense, con montes-isla y rañas, originado por la actuación de los mantos de agua (sheet-flood), presente en los aledaños de los Montes de Toledo y al sur de la Sierra de Guadarrama; y g) el glacis de erosión, constituido a partir de los materiales blandos de las terrazas fluviales en las fases áridas de los períodos interglaciares; el Duero tiene tres niveles de glacis, a los 10, 30 y 70 metros sobre el actual, que llegan hasta ocho en su desembocadura, enlazando con las respectivas playas. - Submeseta Sur. Con una altura media entre los 600 y 700 m., por lo tanto inferior a la Norte, a diferencia de ésta sólo presenta rebordes montañosos importantes al Noreste, reduciéndose el resto a un escalón, como el que la separa del Levante o Andalucía; la articulan los colectores del Tajo y del Guadiana y en ella la Meseta extremeña marca el umbral entre la depresión terciaria de La Mancha y la penillanura portuguesa. En ella el TEMA 17.- La Península Ibérica: relieve, clima y vegetación. Diversidad regional de la España peninsular e insular. Antonio M. Capdevila Gómez

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zócalo paleozoico aflora con más claridad que en la superior. Morfológicamente, está integrada por: - la Depresión terciaria del Tajo; - la Depresión terciaria del Guadiana. Este río, nacido en las inmediaciones del Campo de Montiel, presenta el paraje singular de las Lagunas de Ruidera, ejemplo de las denominadas fuentes vauclusianas; este Campo de Montiel es la parte más oriental de la Depresión, elevándose de oeste a este, lo que provoca, junto a la aridez y el riego, la desaparición del río en Argamasilla de Alba y su reaparición en Villarrubia de los Ojos, ya en la llanura manchega. También destaca en esta unidad la zona pantanosa de las Tablas de Daimiel, consecuencia de la afloración del manto freático a medida que disminuye hacia el oeste el espesor de los materiales miocénicos; - la Meseta Extremeña, dividida en una parte oriental, el Campo de Calatrava, y otra occidental, la Penillanura extremeña; el primero es un umbral elevado sobre La Mancha en el que aparecen fenómenos volcánicos, hervideros –fuentes termales de agua carbónica- y restos erosionados de antiguos volcanes, ricos en lapilli, y que reciben nombres diferentes, como negrizales, cabezos o castillejos; en cuanto a la Penillanura extremeña, destaca su extensión y la escasa erosión, conservándose la cobertera terciaria en zonas muy ricas desde la perspectiva agrícola, como la Serena y la Tierra de Barros. LOS REBORDES MONTAÑOSOS DE LA MESETA. a) Fachada septentrional. Presenta un conjunto continuo de altas serranías que van desde el Macizo Galaico hasta el País Vasco, limitado al norte por la costa cantábrica y al sur por la llanura del Duero. Podemos distinguir dos grandes unidades, el Macizo Galaico y la Cordillera Cantábrica. En cuanto al primero, lo forman rocas precámbricas y paleozoicas, con predominio del granito, en un paisaje de lomas, superficies onduladas y escasas llanuras, con una altitud media que apenas alcanza los 500 m.; la naturaleza del roquedo determina las alineaciones estructurales, convertidas por la erosión en un conjunto de penillanuras encajadas unas en otras y cortadas por fracturas que las desnivelan en bloques de diversa altitud: Sierra Segundera –bloque granítico sobre cuyas cimas se extiende una penillanura perfecta-, la fosa tectónica comprendida entre Puentes de García Rodríguez, Lugo y Monforte de Lemos –colmatada de materiales miocénicos y lignitos-, la denominada Superficie de Chantada, sobre la que sobresalen sierras arrasadas, como Cabeza de Manzaneda, la fosa extendida entre Tuy, Verín y Vigo y, por último, el más bajo bloque costero. En resumen, este relieve responde, pues, a una tectónica de bloques elevados y hundidos, con grandes líneas de TEMA 17.- La Península Ibérica: relieve, clima y vegetación. Diversidad regional de la España peninsular e insular. Antonio M. Capdevila Gómez

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fractura orientadas N-S o NW-SE. Las grandes unidades morfológicas de Galicia pueden sintetizarse en: - Montañas galaicas medias, divisibles en cuatro áreas: el escalón de Santiago, conjunto de relieves poco vigorosos al oeste de La Coruña, sobre una banda costera y con altitudes máximas en torno a los 500 m.; las Sierras dispuestas al oeste del valle del Miño, relieves aplanados cuyo límite oriental es el propio río y el occidental la fosa que se alarga de Tuy a Carballo; la Meseta de Lugo, los llamados chaos, conjunto de tierras llanas con una altitud entre los 300 y los 500 m.; y el reborde oriental del Miño, que se eleva entre los 500 y los 1000 m., formando el escalón de las altas montañas galaico-leonesas. - Montañas galaico-leonesas, integradas por las Sierras de Meira y otras menores que señalan la divisoria entre el Eo y el Navia, las constituyen materiales paleozoicos de dirección herciniana, distinguiéndose la Sierra de Cabrera, limítrofe de las provincias de León y Zamora, las de Caurel, Ancares y Segundera, fruto de la tectónica alpina, y las orensanas de Queija y Gerez. La Cordillera Cantábrica se extiende de Asturias a Euskadi y aísla a la Meseta del Cantábrico; muy uniforme desde el punto de vista orográfico, con clara alineación E-W, sin embargo, su constitución geológica y las formas de relieve determinadas por ésta son muy diferentes. Se advierten tres sectores fundamentales: a) el Macizo asturiano, que se prolonga hasta Llanes, integrándolo materiales paleozoicos plegados y accidentados por fosas tectónicas de Este a Oeste; b) la Montaña de Santander, de tipo alpino y constituida por calizas mesozoicas con formas estructurales plegadas con suavidad; y c) el Umbral del País Vasco, que también responde a terrenos mesozoicos muy plegados. Todos los sectores presentan gran disimetría de Norte a Sur; es decir, mientras que la ascensión a cualquiera de los puertos apenas son unos cientos de metros desde la Meseta, el descenso hasta el mar supone salvar en muy pocos kilómetros más de mil metros, lo que motiva la torrencialidad y el encajamiento de sus cursos fluviales. En cuanto a la estructura geológica y la evolución del modelado, distinguimos: a) en el sector asturiano se repite la morfología gallega, aunque aquí las superficies erosivas de las cumbres se desarrollan sobre una sucesión de pliegues regulares, con presencia notable de cuarcitas y pizarras; b) en los Picos de Europa, los afloramientos calizos del Carbonífero Inferior originan macizos kársticos, surcados por lapiaces y salpicados de dolinas y algún poljé; c) en el litoral el relieve está influido por fallas longitudinales, que provocan el hundimiento de sectores determinados, como el sudeste de Cantabria. b) Fachadas oriental y meridional. TEMA 17.- La Península Ibérica: relieve, clima y vegetación. Diversidad regional de la España peninsular e insular. Antonio M. Capdevila Gómez

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Sistema Ibérico: No es una cordillera compacta, ya que la surcan amplias depresiones longitudinales y pequeñas cuencas que la dividen en diversas unidades. De Norte a Sur podemos observar sectores muy definidos; la mitad septentrional sigue la dirección NW-SE, impuesta por pliegues y fallas que afectan a terrenos primarios y secundarios; a partir de Teruel, desde el nudo del Maestrazgo, la segunda mitad toma rumbo N-S, al que se adapta el trazado del litoral mediterráneo de Benicarló a Denia. En cuanto a las Sierras, el tercio noroeste muestra alienaciones robustas como Cebollera, Demanda o los Picos de Urbión; en el medio, desde el sudeste de Soria, la cordillera pierde vigor, surcándola la Depresión Longitudinal Ibérica (Corredor de Calatayud-Teruel), tapizada por sedimentos terciarios; el último tercio se divide en dos ramales paralelos, uno interior, con las Sierras de la Paramera de Molina, Santa Cruz y Albarracín, y otro que linda con la Depresión del Ebro, con las Sierras de Moncayo, donde se alcanzan las cimas más elevadas, Maestrazgo, Javalambre y Peñagolosa. Estructuralmente, constituye el Sistema una cobertera mesozoica que va del Triásico al Cretácico, depositada por los mares que durante el Secundario bordeaban la Meseta y que descansa sobre un zócalo paleozoico plegado; el espesor de la cobertera no es muy importante, aumentando a medida que se llega al Este. En cuanto a la evolución morfológica, tras el Plegamiento Alpino el Sistema fue atacado por la erosión, quedando sus zonas más deprimidas bajo un manto de derrubios miocénicos asentado sobre las estructuras plegadas; el sector mejor conservado de la Penillanura fundamental corresponde a las inmediaciones de Soria, sólo alterada por macizos aislados, como el Pico de Frentes; donde aquélla desaparece, hallamos plegamientos y actuaciones erosivas sobre un roquedo de pizarras paleozoicas, arcillas yesíferas y calizas jurásicas, con macizos calcáreos en los que encontramos ejemplos de modelado kárstico como Las Torcas o la Ciudad Encantada, ambas en Cuenca. Finalmente, el glaciarismo cuaternario afectó a picos como el Moncayo o Urbión, con glaciares de circo y alguna laguna glaciar; ejemplos de modelado periglaciar son los derrubios estratificados –“grêzes litées”- de los alrededores de Albarracín. Sierra Morena: es un escalón entre el valle del Guadalquivir y la Meseta que constituye el límite meridional de ésta. Es un gran conjunto de relieve apalachiense, en el que la repercusión de los plegamientos de los Sistemas Béticos frunció y basculó su borde meridional, sobre el que se desencadenó una intensa erosión, que dejó al descubierto la estructura paleozoica de pizarras y cuarcitas de dirección NW-SE; sus principales accidentes son las Sierras de Madrona (1323 m.), Almadén (1107 m.) y Aracena (912 m.). DEPRESIONES EXTERIORES A LA MESETA. TEMA 17.- La Península Ibérica: relieve, clima y vegetación. Diversidad regional de la España peninsular e insular. Antonio M. Capdevila Gómez

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Se originan cuando el Plegamiento Alpino falla los materiales paleozoicos, provocando la fracturación en bloques y el hundimiento de algunos de ellos, como las Depresiones del Ebro y del Guadalquivir, que junto a la portuguesa del Tajo-Sado componen los tres grandes ejemplos ibéricos de este tipo de unidades. Depresión del Ebro: ubicada entre el Pirineo y el Sistema Ibérico, comenzó el Terciario ocupada por un brazo de mar, convertido en lago por el Plegamiento Alpino, cerrándose las salidas a Navarra y Cataluña durante el Oligoceno y el Mioceno. Los sedimentos, primero marinos y después continentales, llegaron a los dos mil metros de espesor antes de comenzar a ser erosionados; los de origen marino son margas eocenas de tono azulado, visibles en los sectores oriental y occidental, mientras que los lacustres y continentales son detritos, arenas y conglomerados dispuestos en el borde de la cuenca y al pie de los Pirineos, apareciendo intercalados con evaporitas de las que se derivan yacimientos de sal como los de Cardona, Surià o Remolinos. Las formas del relieve dependen de la estructura geológica y las distintas durezas del roquedo, pudiéndose distinguir: a) Los tormos y relieves montserratinos, que aparecen en las áreas de contacto de la cuenca del Ebro con el Pirineo, los Montes Costero-Catalanes y en algunos casos en las cercanías de la Ibérica. Formados por conglomerados transportados por ríos torrenciales durante el Terciario, provocan unidades de cierta dureza, como los Mallos de Riglos oscenses o los tormos catalanes, redondeados por la erosión, como Montserrat, Sant Llorenç de Munt y Montsant; b) relieves de plegamiento y diapiros, ondulaciones de las capas terciarias en el borde pirenaico que en algún caso forman sierras como Sierra Larga; c) relieves “en comba” y diapiros salinos, derivados de anticlinales con un núcleo de yeso que, al vaciarse por la erosión dada su solubilidad, originan el relieve en comba, en ocasiones atravesados por masas de sal que pueden asomar al exterior, como la Montaña de Sal de Cardona; d) plataformas tabulares, muelas y relieves en cuestas, que se corresponden con las capas terciarias interiores atacadas por la erosión, más respetuosa con las de mayor dureza, que forman plataformas tabulares cuyos flancos se resuelven en una gradería que alterna materiales duros y blandos, originando las “muelas” aragonesas, como la Sierra del mismo nombre o la de Alcubierre; si las capas están ligeramente inclinadas –centro de Cataluña- originan “cuestas” de perfil disimétrico; e) “bad-lands” y paisajes margosos, propios del abarrancamiento e inestabilidad de relieves en los que predominan las margas, como los Monegros o la Plana de Vich. Además de estas formas estructurales existen otras de erosión y depósitos aluviales, como las hoyas excavadas por la acción fluvial, los derrubios de piedemonte originados por los arrastres de los TEMA 17.- La Península Ibérica: relieve, clima y vegetación. Diversidad regional de la España peninsular e insular. Antonio M. Capdevila Gómez

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ríos pirenaicos o los glacis de erosión, que cortan materiales terciarios blandos. Depresión del Guadalquivir: si la del Ebro es la antefosa de los Pirineos, ésta lo es de los Sistemas Béticos. Las principales diferencias entre ambas son el carácter más fino de los materiales sedimentarios en la Bética, el carácter abierto de ésta –de cara al Atlántico, mientras que la del Ebro está cerrada por el Sistema Costero-Catalán-, y, lógicamente, los diferentes paisajes y aprovechamientos del suelo. Geológicamente, la Depresión del Guadalquivir fue durante el Secundario una plataforma continental entre la cuenca sedimentaria alpina y Sierra Morena; el levantamiento de las Cordilleras Subbéticas formó un brazo de mar entre el Atlántico y el Mediterráneo, relleno por sedimentación marina durante el Mioceno y el Plioceno, determinando posteriormente los movimientos postalpídicos cierto levantamiento y la retirada de las aguas. Así queda conformada como una amplia llanura triangular, más alta al Noreste y más estrecha cuanto más cerca de Sierra Morena, cuyas principales formas son: a) el valle medio, marcado por la excavación de los materiales blandos mipliocénicos, quedando resaltados los duros en forma de alcores o cerros-testigo; b) las marismas, dispuestas a partir de la parte más sudoccidental de la provincia de Sevilla y originadas por la acumulación de fangos y limos cuaternarios; y c) el cordón de dunas aledaño al Océano, fijas gracias a la repoblación forestal. Depresión del Tajo-Sado: la pérdida de altitud del borde occidental de la Meseta prosigue hasta desaparecer bajo los materiales de la mayor cuenca sedimentaria portuguesa, atravesada en su sector norte por el Tajo y por los cursos que discurren hacia su valle bajo, el Ribatejo, y su estero, el Mar de la Paja, mientras que el sector meridional corresponde a la cuenca hidrográfica del Sado y los valles que vierten hacia la bahía de Setúbal. Los materiales que la tapizan muestran las transgresiones oceánicas: margas miocenas de origen marino, arcillas y calizas continentales del Mioceno superior y materiales diversos, asimismo marinos, propios del Plioceno. En la margen izquierda, más ancha y llana que la derecha, influida por las cercanas estribaciones de las serranías de la Extremadura lusitana, se acumulan aluviones cuaternarios en forma de terrazas fluviales. CORDILLERAS ALPINAS PERIFÉRICAS Sistemas Béticos: Aparecen marcadamente disimétricos al quedar interrumpidos por el hundimiento del Macizo Bético-Rifeño, que formaba un arco al que pertenecía, por ejemplo, la isla de Alborán, por lo que la continuidad del Sistema se halla en el norteafricano Rif; por otra parte, no asoman con frecuencia las formas bravías de las montañas alpinas –si acaso en sus puntos más elevados, como el Veleta TEMA 17.- La Península Ibérica: relieve, clima y vegetación. Diversidad regional de la España peninsular e insular. Antonio M. Capdevila Gómez

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o el Mulhacén, la máxima altura peninsular-, al tiempo que la alineación se ofrece como una serie de macizos aislados, sin el papel directriz que desempeña en los Pirineos la zona axial. Su tectónica ha sido objeto de discusión entre los especialistas, que se debaten entre la afirmación de su autoctonía, o sea, plegamiento “in situ”, o de su aloctonía, es decir, cordillera de pliegues corridos que integran mantos de corrimiento. Para los primeros, con Carandel a la cabeza, Penibética y Subbética serían anticlinales separados por el surco intrabético, mientras que para los segundos, como Doubille o Fallot, los Sistemas se dividirían en tres sectores de Sur a Norte: a) Penibético –denominado por ellos Bético-, formando por los mantos de corrimiento de Sierra Nevada, las Alpujarras, la Serranía de Ronda y el Manto de Málaga; b) Subbético, formado por materiales plegados “in situ” y cabalgados hacia el Guadalquivir; y c) Prebético, con materiales mesozoicos y terciarios, sobre los que el Subbético cabalga en algunos sectores. En cuanto a la morfología, podemos distinguir: a) formas estructurales antiguas, generalmente veladas por los materiales terciarios que las recubren, que en los sectores interiores del Sistema, sobre todo entre el Genil y el Guadiana Menor, conforman un estilo jurásico de pliegues regulares y simétricos; b) relieve kárstico, generado por predominio de procesos erosivos de disolución, con el ejemplo fundamental del Torcal de Antequera: c) retoque glaciar, limitado a los puntos más altos de las cordilleras debido a la latitud tan meridional; d) formas de acumulación, entre las que sobresale la Depresión Penibética o Surco intrabético, formado por un conjunto de hoyas y depresiones como las de Antequera, Guadix y Baza. Respecto a la morfología actual hallamos “bad-lands” muy desarrollados en la cuenca del Guadiana Menor, el Almanzora y la Depresión prelitoral murciana, y glacis en el contacto de las montañas con el fondo de la depresión. Los Pirineos: es la más vigorosa de las Cordilleras alpinas, con crestas agudas, picos escarpados y valles profundos. Se extienden desde el golfo de Vizcaya al cabo de Creus a lo largo de 435 km.; su pico más elevado, el Aneto (3404 m.), se halla en la zona central –macizo de la Maladeta-, disponiéndose a sus lados relieves entre los 2000 y los 3000 metros. Por el oeste, el Sistema desciende suavemente hasta enlazar con las sierras del País Vasco, mientras que al este el descenso es mucho más acusado. También es disimétrico su corte transversal, pues de los 150 km. del Pirineo Central dos tercios corresponden al sector meridional y sólo uno al septentrional; en los extremos la cordillera se reduce a sólo 25-30 km. en el área de Navarra y 10 km. en la de Cataluña. Los constituyen dos unidades geológicas de naturaleza y edad diferentes: a) la parte central o zona axial, resto de un antiguo macizo herciniano formado por pizarras y granitos; es el Pirineo TEMA 17.- La Península Ibérica: relieve, clima y vegetación. Diversidad regional de la España peninsular e insular. Antonio M. Capdevila Gómez

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propiamente dicho, con picos como el citado Aneto, el Canigó, el Puigmal o el Posets; b) el Prepirineo, extendido al norte y sur de la zona axial, formado por terrenos secundarios y primiterciarios depositados en dos surcos sedimentarios paralelos, separados por el umbral de la zona axial; a finales del Eoceno se plegaron con el movimiento alpino, formando una alineación paralela en dirección E-W adosada a la zona central. Sus montañas, con alturas escalonadas hasta las depresiones, superan frecuentemente los dos mil metros (Sierras de Cadí, Pedraforca, Leyre, Guara y Montsec). Los principales factores de la morfología pirenaica son la naturaleza del roquedo y la estructura geológica; la condiciona la dirección e importancia de los pliegues dispuestos E-W, que determina la ausencia de valles longitudinales, limitados al Canal de Verdún y a la Depresión de la Cerdaña; los principales valles transversales son perpendiculares al eje de la Cordillera, como los de Ansó, Canfranc o Roncesvalles. Por último, el retoque glaciar se manifiesta de modo importante, pues las glaciaciones influyen en gran medida en la morfología pirenaica, excavando en las cabeceras de los valles circos de paredes escarpadas y modelando valles en forma de "U"; asimismo originan cubetas de embudo que, al fundirse su hielo, dieron lugar a lagos como los Ibones aragoneses –cerca de un millar-, que en ocasiones alcanzan profundidades próximas a los mil metros. Las Cordilleras Costero-Catalanas: límite oriental de la Depresión del Ebro, no son un relieve demasiado destacado ni sólido, pues las surcan buen número de depresiones transversales y longitudinales; las componen de N-E a S-W tres grandes unidades: a) Cordillera litoral o costera, que, con altitudes modestas, va de Gerona a Vilanova i la Geltrú, con elementos como el Macizo de Garraf, la Sierra del Tibidabo, la del Montnegre o Les Gabarres, que dominan la Costra Brava gerundense; b) Depresión prelitoral, territorio de colinas suaves de entre 100 y 250 m., bien cultivadas (La Selva, el Vallés, el Penedés y el Campo de Tarragona); c) Cordillera prelitoral, alineación más importante y compleja del Sistema, con elementos como el Macizo del Montseny, Montserrat, las Montañas de Prades y las Sierras de los Puertos de Beceit y Tortosa. Geológicamente integran estas Cordilleras terrenos paleozoicos y mesozoicos bastante plegados; la parte norte procede de un antiguo macizo herciniano, mientras que la mitad meridional –desde Barcelona hasta pasado el delta del Ebro- se compone ante todo de materiales calizos triásicos, jurásicos y cretácicos; en cuanto a su evolución morfológica, el modelado de la parte septentrional responde a la gran estabilidad de unas tierras que tras emerger permanecieron mucho tiempo sin sufrir movimientos, modelando la erosión una penillanura similar a la meseteña, sobre la que posteriormente la presión alpina configuraría un relieve de bloques TEMA 17.- La Península Ibérica: relieve, clima y vegetación. Diversidad regional de la España peninsular e insular. Antonio M. Capdevila Gómez

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hundidos y elevados; en el resto, donde se alternaban rocas blandas y duras, se formaron pliegues suaves y fallas hacia el Noreste, y un menor número de éstas, a cambio de un plegado más vigoroso, hacia el Suroeste; muy característica es la disposición de la Depresión Prelitoral, en la que sobre los materiales blandos que la rellenan se origina un depósito de piedemonte sobre el que los cursos fluviales han excavado amplios cauces y un sistema de terrazas cuaternarias. 2. CLIMA. 2.1. INTRODUCCIÓN. CARACTERÍSTICAS CLIMÁTICAS DE LA PENÍNSULA. La situación de España la coloca dentro de la zona templada, en el dominio de la circulación general del Oeste, pero en el límite con las altas presiones subtropicales, y muy influida por el Atlántico; la afectan los desplazamientos estacionales en latitud y las ondulaciones de la corriente superior del oeste, el vaivén de las distintas masas de aire, la actuación del Frente Polar y el comportamiento de los centros de acción atlánticos, todo lo cual se traduce en un tiempo muy cambiante según las situaciones predominantes. Como rasgos modificadores destacan su posición en el suroeste europeo, su forma maciza y su relieve variado, con diferencias entre costas e interior y sierras y llanos, lo que matiza a escala más regional o local los hechos generales. En los últimos cincuenta años se ha avanzado notablemente en el conocimiento de la dinámica atmosférica sobre la Península Ibérica, a partir de investigaciones como las de Lautensach, Lorente o García Fernández. Para explicarla debemos tener en cuenta: a) la ubicación en la faja meridional de la gran área de circulación zonal del oeste, limitando con el cinturón de altas presiones subtropicales (anticiclón de las Azores); b) los efectos motivados por las alteraciones en los centros de acción y de las masas de aire de distintas características, predominantes unas u otras en distintos momentos del años; c) rasgos peculiares como la sequía estival bastante generalizada, la variabilidad del tiempo invernal y la importancia de las situaciones ciclónicas de primavera y otoño. 2.2. DINÁMICA ATMOSFÉRICA SOBRE LA PENÍNSULA. a) Circulación en altura. Corriente superior zonal: si es rápida lleva una dirección según los paralelos con ondas de mucha amplitud y alcanzando el Jet Stream alta velocidad, de modo que el chorro se señala bien en el mapa de 300 mb.; dirige el Frente Polar y sus depresiones asociadas, originándose en superficie un típico régimen del Oeste, con paso sucesivo de borrascas frontales y un tiempo inestable y lluvioso; en años normales, la situación es propia de la primavera y del otoño, y parcialmente del invierno, mientras que en verano se produce mucho más al norte del ámbito peninsular. Si la velocidad de la corriente en chorro se reduce, ésta se ondula, adquiriendo el flujo del aire una dirección meridiana, con TEMA 17.- La Península Ibérica: relieve, clima y vegetación. Diversidad regional de la España peninsular e insular. Antonio M. Capdevila Gómez

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profundas vaguadas hacia el sur de tendencia ciclónica y cuñas hacia el norte de tendencia anticiclónica. En dirección NW-SE se produce una convergencia en altura –descenso del aire- y una divergencia en la superficie, sin que se adviertan precipitaciones; en la parte SuroesteNoreste la situación es la inversa, originándose lluvias. El predominio de vaguadas o cuñas sobre la Península se traduce en tipos de tiempo determinados: si dominan las vaguadas, acceden masas de aire polar o ártico marítimo, generalizándose las precipitaciones, aunque estas vaguadas puede ser que sólo afecten a determinado sector peninsular; en ocasiones se acentúan tanto que las bolsas de aire frío acaban por estrangularse, quedando aisladas, situación que de coincidir con circunstancias favorables en superficie degenera en fenómenos de gota fría, con intensas lluvias en el litoral mediterráneo. Por otra parte, si predominan las dorsales bloquean al Jet Stream y desvían las depresiones del Frente Polar; según supongan penetraciones de aire frío o caliente condicionarán las temperaturas, aunque la ausencia de precipitaciones siempre será una constante. Si la dorsal se sitúa al oeste, motiva el acceso de aire polar continental, frío y seco, caracterizando a los meses más fríos del año; si se ubica sobre la Península, coincidiendo con la cercanía del Anticiclón de las Azores, aporta aire tropical marítimo del suroeste, cálido pero estable, tal como sucede en la mayor parte del verano; por último, si hay una dorsal muy acentuada desde África, llega aire cálido continental, acompañado de polvo sahariano, que provoca las olas estivales de calor. b) Circulación en superficie. Masas de aire. Se caracterizan por sus condiciones específicas de temperatura, humedad y estabilidad, derivadas de su lugar de origen, aunque modificadas en las translaciones que realizan. Sobre la Península actúan: - Masas de aire Ártico, formadas en la cuenca ártica, con temperaturas muy bajas y humedad relativamente alta, que sólo alcanzan la Península de modo excepcional en virtud de un rápido movimiento N-S, penetrando a través del valle del Ródano o del golfo de Génova. - Masas de aire Polar marítimo, nacidas por encima de los 50ºN en el Atlántico Norte y que entran en la Península por el área noroccidental o el golfo de León. Son húmedas y relativamente frías. - Masas de aire Polar continental, originadas en áreas centrales y norteñas de Europa oriental, frescas y secas. Si su área de procedencia se ubica más al sur se desnaturalizan, ganado en temperatura. - Masas de aire Tropical marítimo, generadas por el anticiclón de las Azores, más al norte en el verano y en una latitud más baja en el TEMA 17.- La Península Ibérica: relieve, clima y vegetación. Diversidad regional de la España peninsular e insular. Antonio M. Capdevila Gómez

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invierno; son cálidas y no tan húmedas como su nombre pudiera indicar, dada su estabilidad, que las mantiene en torno a los 15º. - Masas de aire Tropical continental, procedentes del norte de África, muy cálidas y secas, vinculándose a ellas los rigores máximos del estío. - Masas de aire Mediterráneo, con un radio de acción mucho menos amplio que las ya recogidas; Jansá lo define como un aire subtropical o, más frecuentemente, polar, modificado en sus características originarias en contacto con la cuenca mediterránea occidental; en el caso del polar las alteraciones que sufre son el aumento del calentamiento y temperatura y de humedad relativa. Centros de acción. Son núcleos isobáricos bien caracterizados, de tamaño y duración suficientes, que pueden ser anticiclónicos (A) o depresionarios (B). - Centros de Acción Anticiclónicos: el de mayor proyección es el Anticiclón de las Azores, una alta subtropical de origen dinámico que se mueve según un balanceo estacional con máxima latitud en verano, cuando, ubicado al noroeste peninsular, alcanza su mayor influencia. Menos importancia tienen otros anticiclones, como el centroeuropeo, los escandinavos o el ruso, todos de origen térmico y carácter menos permanente o, por mejor decir, estacional. - Centros de Acción Depresionarios: ninguno de ellos es permanente, pudiéndose señalar por su relevancia fundamentalmente tres: la Baja ligur, la Baja balear y la Baja autónoma peninsular. Las borrascas (depresiones) del Frente Polar llegan en numerosas ocasiones a punto de oclusión, destacando las que atraviesan la Península por el norte, por la cuenca del Duero o las sudatlánticas, que penetran por la Depresión del Guadalquivir; las del Frente Mediterráneo suponen una discontinuidad entre aire cálido y el más o menos frío continentalizado procedente del interior continental. 2.3. TIPOS BÁSICOS DE LA CIRCULACIÓN GENERAL. Pueden ser convectivos o advectivos, según predominen movimientos verticales u horizontales respectivamente. a) Situaciones convectivas. Se producen cuando los niveles báricos permanecen con cierta estabilidad, originando centros de acción en los que se desarrollan ascendencias (bajas presiones), subsidencias (altas presiones) o ausencia de gradiente de presión (pantano barométrico). Las más frecuentes son: Alta Centrada: origina tipos de tiempo de notable estabilidad, cielos despejados y fuerte insolación; el riesgo de heladas es muy alto. Puede tener lugar en cualquier época del año, pero las mayores TEMA 17.- La Península Ibérica: relieve, clima y vegetación. Diversidad regional de la España peninsular e insular. Antonio M. Capdevila Gómez

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probabilidades corresponden a los meses invernales, siendo muy poco frecuente en verano. Baja Centrada: es una depresión extendida por la Península y estancada sobre ella y que origina tipos de tiempo caracterizados por lluvias generalizadas y descenso térmico; se da sobre todo en las estaciones equinocciales. Pantano barométrico: en la Península se establecen presiones ligeramente superiores a los 1012 mb., con ausencia de estancamiento de presión y estancamiento de aire, propiciado por el bloqueo que ejerce el Anticiclón de las Azores, estabilizado en una posición occidental. El aire es muy estable, las temperaturas superiores a las normales y las calimas frecuentes, no siendo extrañas las tormentas locales en núcleos montañosos; es una situación propia de los meses más cálidos. b) Situaciones advectivas. Son tan variadas como las direcciones y procedencias que pueden adoptar los flujos de aire; las más frecuentes son: Advección septentrional: con un Anticiclón en el Atlántico, próximo a la costa europea, y una Baja Presión en el Mediterráneo occidental, detectándose en altura la ondulación de la corriente en chorro; el aire ártico impone sus características de frialdad y sequedad, con cielos despejados, elevada insolación, heladas y chubascos de nieve en puntos altos. Su presencia es más habitual en los meses centrales del invierno, imponiéndose sólo breves días. Advección del Nordeste: Anticiclón sobre las Islas Británicas, abarcando bajo su acción la mayor parte de Europa occidental y una depresión en el Mediterráneo central; el aire polar continental provoca bajas temperaturas y las más intensas heladas, siendo frecuentes las nevadas; la situación se da sobre todo en invierno. Advección del Este: Anticiclón extenso sobre Europa, combinado con una Baja en el norte de África, con división de la corriente en chorro en dos ramales, que originan alta presión al Oeste y una baja fría en el Sur; su efecto se aprecia especialmente en la fachada mediterránea, provocándose momentos de gota fría; su período de mayor frecuencia es el otoño. Advección del Sur: Altas presiones sobre el Mediterráneo central u oriental y depresión sobre Europa sudoccidental o el norte de África, desplazándose entre ambos centros aire del Sahara, tropical y seco; el tiempo es de altas temperaturas, con olas de calor y posibles lluvias de barro; su momento de mayor presencia es el verano, sobre todo julio. Advección del Sudoeste: Anticiclón de las Azores en posición submeridiana y debilitamiento de la corriente en chorro, canalizándose hacia el Sudoeste peninsular una masa de aire tropical marítimo por el borde septentrional del Anticiclón; la situación es frecuente en invierno. TEMA 17.- La Península Ibérica: relieve, clima y vegetación. Diversidad regional de la España peninsular e insular. Antonio M. Capdevila Gómez

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Advección del Oeste: a la vez que el citado Anticiclón está desplazado, se encuentra una depresión hacia las Islas Británicas, canalizándose entre ambos centros aire marítimo hacia Europa occidental; el tiempo es lluvioso, con elevada nubosidad y temperaras más altas en la España oriental que en la occidental; su máximo es sobre todo invernal. Advección del Noroeste: se produce con el paso de un frente frío, asociado a una depresión en latitudes superiores y con el Anticiclón atlántico en posición oeste o sudoeste respecto a la Península; el aire frío produce descenso térmico y precipitaciones en la mitad norte peninsular. 2.4. ELEMENTOS DEL CLIMA. Con un sentido básicamente descriptivo, nos detenemos en elementos fundamentales, como son la temperatura, las presiones y vientos, las precipitaciones y la humedad/aridez. a) Temperatura: depende de factores como la altitud, la continentalidad, la latitud, etc.... En la Península Ibérica debemos distinguir dos grandes zonas: la aureola periférica abierta a la influencia marítima y el núcleo interior, de nítida tendencia continental. Normalmente aumenta de la costa al interior en verano y disminuye en invierno. b) Presiones y vientos: los mapas de isobaras a nivel del mar muestran el predominio de las altas presiones en el interior peninsular durante los meses invernales, mientras que hacia el litoral, sobre todo el septentrional, la presión disminuye, convirtiendo la cornisa norteña en lugar de paso de las depresiones; en pleno verano, la situación anticiclónica se consolida en el Noroeste (anticiclón de las Azores), apareciendo en el interior bajas presiones de origen térmico; en cuanto a las dos estaciones equinocciales, la inestabilidad del tiempo se justifica con la abundancia del paso de borrascas. En cuanto a los vientos, de modo muy general se puede afirmar el predominio de los del oeste en primavera y verano, excepto en las costas mediterráneas, donde proceden del este o del sur; en verano dominan los convergentes hacia el interior, y en invierno los divergentes, excepto en el norte, sometido a la acción de los del oeste o noroeste; en las costal el régimen general es el de brisas. Por otra parte, hallamos vientos locales como la Tramontana (Cataluña y norte de Baleares), Cierzo (Aragón), Galernas (área cantábrica), el Levante o el Poniente. c) Precipitaciones: su distribución es consecuencia directa de la dinámica general atmosférica, aunque la posición y el relieve acentúan las diferencias; a grandes rasgos podemos dividir la Península en tres grandes zonas pluviométricas: - Más de 800 mm., que abarca todo el Norte, de Galicia a Cataluña; la copiosidad de las lluvias se debe al TEMA 17.- La Península Ibérica: relieve, clima y vegetación. Diversidad regional de la España peninsular e insular. Antonio M. Capdevila Gómez

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frecuente paso de depresiones y a la influencia de la disposición del relieve; fuera de este ámbito se alcanzan valores similares en las altas serranías de los Sistemas Ibérico, Central y Bético, el extremo occidental de Sierra Morena, la Sierra de Guadalupe y la de Grazalema. - Entre 800 y 600 mm., precipitación propia de casi todas las montañas medias, el sur del Pirineo y de la Cordillera cantábrica y la Extremadura portuguesa. - Menos de 600 mm., valor que no se alcanza en las dos Submesetas, el Bajo Guadiana o el valle del Guadalquivir; en el Levante y el Mediodía hallamos zonas con menos de 300 mm. anuales, como la cuenca del Segura, encontrando las cantidades más bajas en los 122 mm. de media anual del área sudoriental (Gata). De modo muy general, podemos establecer el número anual de días de lluvia en unos 150 para el Norte peninsular, de 80 a 70 en la Meseta, unos 50 en el área del Mediterráneo y apenas 25 en buena parte de la Comunidad de Murcia. En lo que respecta al modo de producirse, es en la zona mediterránea donde se muestran más irregulares, fuertes y torrenciales. d) Humedad/Aridez: la humedad está en razón inversa a la temperatura; en el conjunto peninsular es mayor en invierno y menor en verano, creciendo de Sur a Norte y del centro a la periferia. La aridez, resultado de la combinación de temperaturas y precipitaciones, se traduce en el crecimiento de la necesidad de agua de Norte a Sur. Si nos fijamos en alguno de los índices válidos para su cálculo, v.gr., el de Dantin y Revenga expresado en la fórmula I = 100 T/P, siendo T la temperatura media anual en ºC y P la precipitación anual en mm., hallamos: a) con índice inferior a 2 (España Húmeda) todo el Norte, el Sistema Central y las Sierras del Alto Guadalquivir; b) con índice entre 2 y 3 (España Semiárida); c) con índice entre 3 y 6 (España Árida), que abarca los llanos de la Meseta, las depresiones del Ebro y del Guadalquivir y la costa del Mediterráneo, con la excepción del Sudeste, zona subdesértica con índice superior a 6. 2.5. TIPOS DE CLIMA PENINSULARES. La práctica totalidad de la Península se incluye dentro de distintas variedades de climas templados –de latitudes medias en la denominación de los climatólogos norteamericanos-, con apenas algunas zonas secas o esteparias y episodios de climas fríos en las cumbres montañosas más elevadas. Así, el clima templado-húmedo es propio de la parte septentrional de la Península, sometida la mayor parte del año a la acción de borrascas atlánticas; en el litoral la temperatura es moderada, con inviernos suaves y veranos frescos, para, a medida que se avanza hacia el interior, hacerse más fría la estación invernal e, incluso, hallar casos de cierta sequía estival, todo ello por la disminución del efecto TEMA 17.- La Península Ibérica: relieve, clima y vegetación. Diversidad regional de la España peninsular e insular. Antonio M. Capdevila Gómez

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moderador de las aguas marinas; en las alturas el clima es frío, apareciendo, especialmente en los Pirineos, áreas con tipos climáticos cercanos a la tundra y hasta a los hielos perpetuos, aunque podrían clasificarse simplemente como climas de alta montaña si aplicamos la terminología anglosajona. También hallamos el clima templado-húmedo con verano seco (mediterráneo), que podemos subdividir en dos variedades según la frialdad invernal. Así, el clima mediterráneo con invierno suave comprende toda la costa meridional y levantina, además de las Baleares y algunas zonas del interior andaluz; las temperaturas invernales son muy suaves y las medias veraniegas superan los 25º, siendo escasas las precipitaciones –que disminuyen de Norte a Sur-, en no pocas ocasiones torrenciales y con máximo otoñal. En el clima mediterráneo de invierno frío se mantiene el rasgo básico de la calurosidad térmica estival, pero la continentalidad origina el descenso de los valores invernales por debajo de los que se alcanzan en la variedad anterior; además, en las regiones más elevadas se encuentra un clima frío, con medias por debajo de los 0º y precipitaciones en forma de nieve. Otra de las características de la tipología que comentamos es la presencia de lluvias como consecuencia de la acción de borrascas atlánticas. La degradación del clima mediterráneo por la disminución de las precipitaciones origina el clima seco, tanto en su variedad esteparia como en la desértica. Las tres grandes comarcas esteparias peninsulares son la Mancha oriental, el este de Zamora y el Bajo Aragón (Los Monegros); mantienen las constantes típicas de la continentalidad mediterránea en lo atañente a sus valores térmicos, pero sus precipitaciones son sensiblemente inferiores. El tipo desértico se limita a la provincia de Almería, sobre todo en los aledaños del Cabo de Gata, con sequía generalizada y temperaturas invernales muy suaves. Rasgos propios adquiere el clima de las Islas Canarias, en función de su propia morfología y de la latitud en la que se hallan; mientras que las tierras bajas son esteparias y hasta desérticas, en las alturas medias se encuentra un clima templado, con nivel notable de precipitaciones, cuyos valores, sin embargo, descienden, igual que sucede con la temperatura, en los lugares más elevados. 3. VEGETACIÓN. 3.1 GENERALIDADES. FACTORES FÍSICOS DE LA DISTRIBUCIÓN DE LA VEGETACIÓN. La situación en la franja meridional de la zona templada y en el área occidental de Europa, frente al Océano Atlántico, son los factores fundamentales que condicionan la diversidad fitogeográfica de nuestra Península, a los que deben añadirse el clima, el relieve, la litología y las condiciones edafológicas, que matizan los hechos generales en cada TEMA 17.- La Península Ibérica: relieve, clima y vegetación. Diversidad regional de la España peninsular e insular. Antonio M. Capdevila Gómez

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lugar. De estos factores físicos, el más importante es el clima; en este sentido, las masas de aire atlántico aportan humedad y temperaturas suaves, contrastando con la mayor aridez de la vertiente mediterránea; por otra parte, la llegada de masas desde Centroeuropa se vincula a olas de frío y si son procedentes del norte de África motivan olas de calor, circunstancias ambas con nefastos efectos sobre la vegetación. Asimismo debemos consignar los efectos del relieve sobre el comportamiento de estas masas de aire, circunstancia que completa la diversidad climática peninsular y, con ella, la diferenciación vegetal, con extremos tan significativos como las verdes praderas norteñas y las áridas praderas sudorientales. En cuanto al relieve, la forma de la Península y la existencia de la Meseta central, rodeada de alineaciones montañosas, dificultan la extensión de la acción moderadora marítima, acentuando la continentalidad interior; asimismo debemos recoger la disposición paralela a la costa de distintas cadenas montañosas o la existencia de núcleos montañosos, como Sierra Nevada, que protegen zonas concretas, como la Vega motrileña, de las invasiones de aire frío. La variedad del relieve incide en el elevado número de ecosistemas en los que se desarrolla una compleja diversidad fitogeográfica. Por último, ésta se acentúa con los contrastes entre el roquedo y los suelos más feraces, o con la adaptación de especies diferenciadas entre la España silícea o la caliza; en cuanto a la edafología, la Península cuenta con tipos muy variados –podzoles, rendzinas, pardo rojizos, ...-, cada uno de ellos especialmente propicios para formas vegetales muy diversas. 3.2. FORMACIONES VEGETALES PENINSULARES. Atendiendo a las características climáticas podemos distinguir tres grandes conjuntos fitogeográficos, las áreas mediterránea, la eurosiberiana y la alta montaña. - Área mediterránea: es la más extensa, caracterizándose por la sequía estival, un mínimo secundario en invierno y lluvias equinocciales, con temperaturas elevadas en verano y más o menos suaves en invierno según las zonas. De todos modos, la gran extensión del área provoca importantes contrastes, con dos dominios fundamentales, el del encinar y el de maquis y los espinales. a) Dominio del encinar. En ella la especie más difundida es la encina (Quercus Ilex), y dentro de ella la variedad Smillax Ballota; este árbol de talla media proliferó por la mayor parte de la Península, pero en la actualidad está totalmente degradado por la acción antrópica, a la que se deben sumar condicionamientos climáticos negativos, como la dificultad reproductiva de la encina en caso de inviernos muy prolongados. Dentro del territorio dominado por el encinar encontramos tres áreas diferenciadas: TEMA 17.- La Península Ibérica: relieve, clima y vegetación. Diversidad regional de la España peninsular e insular. Antonio M. Capdevila Gómez

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1. El encinar provenzal, que se da en la zona costero catalana al norte del Llobregat, desde el nivel del mar a los 800 metros; lo domina la encina típica (Quercus Ilex Ilex), acompañada de un sotobosque a base de madroño, lentisco, durillo, brusco, coscoja, zarzaparrilla y madreselva. En terrenos silíceos con precipitaciones por encima de los 700 mm. la encina es reemplazada por el alcornoque (Quercus Suber); donde la encina ha desaparecido se desarrollan especies heliófilas, encabezadas por la coscoja (Quercus Coccifera), elemento básico de la garriga. En una situación de mayor degradación, los espacios se cubren de cistáceas, como la jara, o de ericáceas, como los brezos, que conforman el matorral claro sobre suelos silíceos, mientras que en terrenos calcáreos aparecen asimismo como elementos dominantes una variedad concreta de brezo, la Erica Multiflora, y el romero. La última fase de degradación la representan los herbazales de gramíneas. 2. El carrascal, propio de las Depresiones del Ebro y del Guadalquivir y de buena parte de la Meseta, excepto en el suroeste, además de algunas zonas concretas como, por ejemplo, pequeñas manchas en la Comunidad Valenciana (Carrascal de la Font Roja, en Alicante). La especie dominante es la carrasca (Quercus Ilex Rotundifoliae), más adaptada a las condiciones de aridez y continentalidad; el sotobosque es más pobre y con presencia de xerófilas. Su superficie ha soportado una fortísima acción antrópica, sustituyéndolo campos de cultivo o unas formaciones degradadas, que pueden ser las mal llamadas estepas –con hegemonía de las especies pertenecientes al género Halophitetum-, los tomillares –con predominio del tomillo (Thymus) y de la aulaga (Genista Scorpius)- y los espartizales, un estado de degradación en el que crecen el albardín (Lygeum Spartum) y el propio esparto (Stipa Tenacissima) que se ha conservado bien en el sudeste peninsular, parte de la Meseta meridional y en la Depresión del Ebro por el interés de su aprovechamiento económico. 3. El alcornocal, extendido por el sudoeste peninsular, y dominado por el alcornoque, especie más termófila que la encina y más exigente en precipitaciones, pues requiere valores mínimos alrededor de los 500 mm.; el sotobosque lo integra una densa formación de brezos, algunos de gran tamaño, como la Erica Arborea y la Scoparia, además de genista, aulaga negra, madroño o jara. b) Dominio del maquis y los espinales. Se da en zonas de tal aridez que impide el desarrollo de la encina, sustituida por la asociación denominada Oleo Ceratonion; se extiende por el litoral mediterráneo, desde el sur de la desembocadura del Llobregat hasta el Estrecho de Gibraltar, pasando a Portugal por el Algarve meridional, además de algunas áreas continentalizadas de la Meseta y la Depresión el Ebro. Las TEMA 17.- La Península Ibérica: relieve, clima y vegetación. Diversidad regional de la España peninsular e insular. Antonio M. Capdevila Gómez

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especies dominantes son xerófilas y raquíticas, formando manchas discontinuas, con árboles como el acebuche u olivo silvestre o el algarrobo, o, incluso, con el dominio de vegetales de menor tamaño, como la coscoja o el lentisco, sustituidos en las llanuras meridionales más áridas por el palmito, el espino negro o la esparraguera marina. La degradación del maquis por la acción antrópica motiva su sustitución por especies como el tomillo o el esparto y, en caso ya extremo, por la aparición de gramíneas frugales. En función de lo expuesto podemos distinguir las siguientes regiones: 1. La maquia oriental, sobre suelos calcáreos que van del Llobregat a Alicante; su vegetación natural la integrarían el acebuche (Olea Europaea), el algarrobo (Ceratonia Silicua) y el palmito (Chamaerops Humilis), apareciendo asimismo especies ya presentes en el sotobosque del encinar, como lentisco y coscoja; la degradación lleva a la aparición de una garriga rica en pinos halepensis y coscoja y, en caso más acusado, de matorrales xerófilos. 2. El espinar murciano-almeriense, con una vegetación subdesértica en función de la mayor aridez; extremadamente xerófila, se corresponde con la asociación Chamaeorpidetum Thamnetum (palmito, espino, cambrón y espárragos). Si las condiciones climáticas se extreman aún más, hallamos una vegetación de aire muy africano (Gymnosporia Senegalensis, Periploca Laevigata) y, en suelos arcillosos, el orto o azufaifo (Zizuphus Lotus). 3. La maquia meridional, comprendida entre Gibraltar y la Sierra de Arrábida; la temperatura elevada favorece el desarrollo del palmito – única palmera autóctona europea-, el helecho común, la Stipa Gigantea –variedad Marroccana- y jaras como el Cistur Crispus, el Hirsutus y el Ladaniferus; en terrenos calcáreos se enriquece con especies como el Rhamnus Oleoides o el Phlomis Purpurea. 4. La maquia continental, desarrollada en la zona de clima continental, árido y extremado, extendido por parte de la cuenca media del Ebro y determinadas llanuras de La Mancha y Albacete; constituye la vegetación clímax un maquis muy seco a base de coscoja, espino negro y sabinas (Juniperus Oxycedrus y Phoenicea), al que en el Aragón central se suma la Sabina Vera (Juniperus Thurifera). Muy atacada por la acción del hombre, la sustituyen tomillares y la xeroestepa mediterránea, de plantas halófilas; también menudean los espartales de Lygeum Spartum y las formaciones de ontina (Artemisa Herba-Alba). - Área eurosiberiana: no es una unidad uniforme, distinguiéndose en ella dos regiones diferenciadas, la Atlántica y la Submediterránea. a) Región atlántica. Comprende el Norte y Noroeste peninsulares, dominados durante el Pleistoceno por un bosque denso y TEMA 17.- La Península Ibérica: relieve, clima y vegetación. Diversidad regional de la España peninsular e insular. Antonio M. Capdevila Gómez

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frondoso, en el que destacaban el carballo (Quercus Robur Pedunculata), adedules, tejos, alisos, castaños, fresnos o sauces, con un sotobosque de brezos, tojos, retamas y helechos; actualmente se caracteriza por un bosque denso de especies caducas (robles, fresnos, avellanos), un sotobosque asimismo de cierta densidad, y la abundancia de prados. Se distinguen tres sectores fundamentales: cantábrico, gallego y transición a la región mediterránea continental. 1. Sector cantábrico, con un bosque caducifolio de robles y de hayas, en el que domina el carvallo, roble de gran porte, exigente en agua pero resistente al frío y a las heladas tardías, junto al que aparecen el roble sésil (Quercus Petraea), el serbal (Sorbus Aucuparia), el acebo (Ilex Aquifolium), brezos, tojos y cornejos (Cornus Sanguinea). Las carvalledas son hoy muy escasas, reemplazadas por campos de cultivo, prados artificiales o bosques de avellanos (Corylus Avellana) o de fresnos (Fraxinus Excelsior). La alta degradación origina un matorral de distintas retamas y helechos, reducido a mayor regresión a landales o brezales. También se hallan en este sector importantes hayedos, de hojas de disposición horizontal a cuya sombra se desarrolla un microclima característico que impide el desarrollo del sotobosque, reducido a anémonas o dentarias. Robledales y hayedos han sido modificados a lo largo de la historia por castaños (Castanea Stiva), cuya extensión se ha reducido asimismo en beneficio de los pinos (Pinus Pinaster e Insignis) y más recientemente por los eucaliptus, dominantes entre Santander y Oviedo. 2. Sector gallego, en el que las hayas desaparecen debido a la reducción de las precipitaciones estivales; la especie más característica es el roble en sus variedades de carvallo, tozo o marojo. La vegetación se divide en bosques (robles, pinos, castaños, eucaliptus), landas y prados herbáceos. 3. Transición a la región mediterránea continental, dominada por el roble rebollo (Quercus Pyrenaica), especie semicaduca y mesófila, que prospera en condiciones climáticas continentales subatlánticas y suelos silíceos y que integra poblamientos puros, distinguiéndose perfectamente sus límites de otras variedades arbóreas. - Región submediterránea, integrada por especies vegetales eurosiberianas y mediterráneas, aunque con predominio de las primeras, dominando la alianza Quercus Pubescenti-Petraea. Se extiende por la vertiente meridional del Pirineo y Prepirineo, sectores del Sistema Ibérico e, incluso, del Bético, distinguiéndose dos sectores según su pluviometría: 1. Área de dominio del roble (Quercus Pubescens) y del pino (Pinus Silvestris), con un sotobosque que en suelos carbonatados se decanta por el boj (Buxis Sempervirens); el robledal, en tierras más TEMA 17.- La Península Ibérica: relieve, clima y vegetación. Diversidad regional de la España peninsular e insular. Antonio M. Capdevila Gómez

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bajas, ha sido sustituido por campos de cultivo, subsistiendo mejor los pinares por ubicarse en zonas montañosas. 2. El quejigal, árbol relativamente pequeño, de hoja coriácea que se seca en otoño, que suele aparecer mezclado con la encina, que ocupa las solanas, con el alcornoque o, menos frecuentemente, con el roble tozo. El quejigo prefiere emplazamientos de piedemonte con suelos profundos, lo que justifica una acción antrópica muy destructiva en busca de suelos para cultivo. Esto lo convierte en una especie regresiva, que pierde terreno ante tipos de encina y alcornoque. El quejigo suele mezclarse asimismo con el pino negral (Pinus Nigra Salzmani). - Área de Alta Montaña: Según la altitud se distinguen en ella la Montaña Alpina, la de Transición y la Mediterránea. La montaña alpina, dominio que se reduce a los Pirineos, donde se distinguen un piso subalpino, entre 1200/2300 metros, de clima húmedo, con predominio del abeto y, a más altura, del pino negro, bajo el que se dispone un sotobosque arbustivo de rododendro y arándano. En los casos de máxima regresión aparece en suelos calizos un prado de festuca (Festuca Scoparia) y en ácidos de Nardus Stricta; un piso alpino, entre 2300/3000 metros, dominado por prados de Festuca Ovina Supina y plantas bulbáceas, gencianas, prímulas o campánulas, todas especies de ciclo vegetativo corto, dado la cubierta de nieve durante siete u ocho meses; y un piso nival, por encima de los 3000 metros, en el que, en zonas de fuerte pendiente donde la nieve desaparece fugazmente, se hallan pequeñas plantas rupícolas. La montaña de transición hacia el Mediterráneo, al sur de la cordillera cantábrica, con marcada sequía estival y frecuente aparición de especies mediterráneas, puede hallarse de igual modo en el Sistema Central, predominando en ella el enebro enano y, por encima de éste, los prados de festuca y de nardus stricta. La montaña mediterránea, reducida a Sierra Nevada y caracterizada por la acusada sequedad veraniega. En el piso montano aparecen la encina, el quejigo y, en zonas húmedas, el marojo, mientras que el piso supraforestal, a partir de los 2000 metros, se encuentra una almohadilla espinosa de especies mediterráneas orófilas. En los fondos de los valles y áreas de mayor humedad aparecen prados de Phleum Pratense, Holcus Lanatus, Carex, Pratensis o los prados de diente (de nardus stricta). 4. DIVERSIDAD REGIONAL DE LA ESPAÑA PENINSULAR E INSULAR. 4.1. ESTRUCTURA REGIONAL DE ESPAÑA. En primer lugar, el análisis de esta cuestión nos lleva a reflejar las distintas acepciones geográficas del término región. Así, hallamos la Región Natural, Física o Fisiográfica, aplicada a áreas homogéneas de la superficie terrestre caracterizadas por su clima, relieve y vegetación; TEMA 17.- La Península Ibérica: relieve, clima y vegetación. Diversidad regional de la España peninsular e insular. Antonio M. Capdevila Gómez

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desde este enfoque, los profesores Dantín Cereceda y Hernández Pacheco establecieron una división que hablaba de Meseta, Pirineos, Depresión del Ebro, del Guadalquivir, etc... Posteriormente, Vilá Valentí o Lautensach insistieron en la cuestión, sucediéndoles interpretaciones más modernas, que incorporaban al término región caracteres definitorios de orden histórico, social, económico o cultural. La actual división político-administrativa ha llevado a los geógrafos actuales a primar la base histórica del hecho regional, que, al margen de las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla, permite la siguiente regionalización: I. España Atlántica: Galicia, Asturias, Cantabria y País Vasco. II. Regiones del Ebro: Navarra, La Rioja y Aragón. III. Regiones de la Meseta: Castilla-León, Madrid, Castilla-La Mancha y Extremadura. IV. Fachada mediterránea oriental y Baleares: Cataluña, Valencia, Murcia y Baleares. V. Andalucía. VI. Canarias. Con un breve repaso de las características de cada una de ella, es decir, de la diversidad regional de la España peninsular e insular cerraremos nuestra exposición. 4.2 CARACTERÍSTICAS GENERALES DE LAS GRANDES REGIONES ESPAÑOLAS. A) ESPAÑA ATLÁNTICA. Agrupa de Oeste a Este a Galicia, Asturias, Cantabria y el País Vasco, regiones con personalidad propia, pero con rasgos climatológicos y orográficos comunes, entre los que descuellan la influencia del Atlántico, responsable de la suavización térmica, y las abundantes precipitaciones como consecuencia del paso de las borrascas del Frente Polar, características que provocan el verdor de la vegetación natural y la tipología de los cultivos. El bosque natural es el caducifolio y la especie más característica el roble; en cuanto a la agricultura, predominan el maíz, la patata y las plantas forrajeras. El hábitat rural lo componen viviendas dispersas y aldeas, con sus construcciones anejas, entre las que son típicos los hórreos; pero junto a este hábitat disperso, aparecen concentraciones industriales y demográficas a lo largo del litoral, en el triángulo GijónAvilés-Oviedo y en el País Vasco, lo que eleva a 124 habitantes por kilómetro cuadrado la densidad media de población del área que comentamos. Sin entrar en la obviedad de la división provincial –que no trataremos en ningún caso-, los datos de superficie y población más significativos son: REGIÓN EXTENSIÓN (KM2) POBLACIÓN GALICIA 29.434 2.750.000 HAB. PRINCIPADO DE 10.565 1.100.000 HAB. ASTURIAS CANTABRIA 5.290 525.000 HAB. PAÍS VASCO 7.261 2.075.000 HAB.

B)

LAS REGIONES DEL EBRO. TEMA 17.- La Península Ibérica: relieve, clima y vegetación. Diversidad regional de la España peninsular e insular. Antonio M. Capdevila Gómez

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La Depresión del Ebro y el curso de este mismo río son los elementos definitorios de esta cuenca cerrada semiárida, con abundancia de cursos fluviales que convergen en el centro de la Depresión; el clima es irregular, continental y con escasas precipitaciones. La población se concentra en los valles fluviales, al igual que la actividad económica; por otra parte, el territorio es una encrucijada de caminos entre Cataluña y la Meseta de una parte, y, de otra, las costas vasca y levantina. La gran unidad natural de la Depresión del Ebro se diversifica en vigorosos contrastes, al tiempo que la aridez se alivia con la altitud, provocando el aumento de precipitaciones una atenuación de las oscilaciones térmicas anuales y, por tanto, de la continentalidad, con las subsiguientes variaciones fitogeográficas. Mientras que Aragón y la Rioja coinciden en su extensión con la Depresión, ésta sólo abarca las zonas central y meridional de Navarra, coincidiendo la norteña con los Pirineos occidentales. Los datos de superficie y población son los siguientes: REGIÓN EXTENSIÓN (KM2) POBLACIÓN COMDAD. FORAL NAVARRA 10.421 525.000 HAB. LA RIOJA 5.034 265.000 HAB. ARAGÓN 47.669 1.190.000 HAB.

C)

LAS REGIONES DE LA MESETA.

Comprenden todo el centro peninsular, englobando no sólo el área que supone la propia Meseta, sino también sus Cordilleras interiores, vertientes y las tierras altas de alineaciones orográficas marginales como los Sistemas Cantábrico e Ibérico (Soria y Cuenca); la Meseta Norte coincide en la actual división autonómica de España con una unidad basada en criterios geográficos y socioeconómicos, Castilla y León; la Meseta meridional ofrece mayor diversidad, dada de un lado la consolidación del gran núcleo urbano de Madrid y, de otro, la existencia de la región de Castilla-La Mancha, con mayores diferencias políticas y administrativas que la Meseta Norte. En el Oeste se encuentra el área de Extremadura, individualizada por su personalidad histórica y sus rasgos humanos. Los datos que venimos recogiendo ofrecen el siguiente panorama: REGIÓN EXTENSIÓN (KM2) POBLACIÓN CASTILLA Y LEÓN 94.146 2.490.000 HAB. COMUNIDAD DE MADRID 7.995 5.100.000 HAB. CASTILLA-LA MANCHA 79.226 1.675.000 HAB. EXTREMADURA 41.602 1.050.000 HAB.

D)

FACHADA MEDITERRÁNEA ORIENTAL Y BALEARES.

Son tierras individualizadas por razones físicas y humanas; en las zonas costeras y llanuras cercanas el clima impone su unidad, aunque de Norte a Sur se observa una gradación en el aumento de las temperaturas y disminución de las precipitaciones, características climáticas que se reproducen en el archipiélago balear, y en el que las lluvias aumentan hacia el Este, de Ibiza a Menorca. El territorio se divide en tres Comunidades peninsulares –Cataluña, Valencia y Murcia- y las Baleares, en cuya insularidad radica la principal característica diferencial. REGIÓN EXTENSIÓN (KM2) POBLACIÓN CATALUÑA 31.930 4.675.000 HAB. COMUNIDAD VALENCIANA 23.305 3.950.000 HAB. REGIÓN DE MURCIA 11.317 1.085.000 HAB. BALEARES 5.014 750.000 HAB.

E)

ANDALUCÍA. Posee una singularidad fuera de toda duda, puesta de manifiesto desde las perspectivas física, humana y económica. Buena parte de su territorio se articula a lo largo del Guadalquivir, formando la llanura TEMA 17.- La Península Ibérica: relieve, clima y vegetación. Diversidad regional de la España peninsular e insular. Antonio M. Capdevila Gómez

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bética, de rica agricultura y notable densidad poblacional, con núcleos urbanos importantes que atraviesa el río; la zona meridional está organizada por los Sistemas Béticos, cuya complejidad de relieve no fractura la unidad histórica, económica y cultural del conjunto. La extensión de la Comunidad Autónoma de Andalucía es de 87.268 km 2 y su población de 7.400.000 habitantes. F) CANARIAS. Suponen un elemento “extraño” en el conjunto español, ya que no muestran vinculaciones ni climáticas ni geológicas con las tierras peninsulares, aunque sí un pasado histórico común desde el siglo XV. Lo expuesto individualiza con claridad a las Afortunadas, que suman en su conjunto 7.273 km2, poblados por casi 1.600.000 hab.

5. BIBLIOGRAFÍA. Al margen de estudios “clásicos”, como VV.AA., Geografía de España y Portugal, dirigida por Manuel de Terán, Montaner y Simón, Barcelona, 1954; LAUTENSACH, H., Geografía de España y Portugal, Vicens Vives, Barcelona, 1967; LÓPEZ GÓMEZ, J., El clima de España según la clasificación de Köppen, CSIC, Madrid, 1959; SOLÉ SABARÍS, L, Ideas modernas sobre la constitución geológica de España, en “Arbor”, 2, 1944; o CAPEL MOLINA, J.J., Los climas de España, Oikos-Tau, Barcelona, 1981, en las postrimerías de los 80 se dan a la imprenta un conjunto de obras de enorme interés, revisadas y aumentadas en ediciones posteriores en la última década del siglo XX, y entre las que nos permitimos distinguir tres títulos de 1989: BIELZA DE ORY, V., Territorio y Sociedad en España, Taurus, Madrid; TERÁN, M., SOLÉ, L., y VILÁ, J., Geografía General de España, Ariel, Barcelona, y VILÁ VALENTÍ, J., La Península Ibérica, Ariel, Col. Elcano, Barcelona. Las obras citadas en antepenúltimo lugar, en su edición corregida y aumentada de 1993, y la de Terán, M., y otros, en su edición de 1993, son los textos básicos por los que hemos elaborado el tema, en tanto que los datos sobre extensión y demografía, éstos redondeados, de las distintas regiones españolas los comprobamos en distintos Anuarios de amplia difusión, publicados entre 1998 y el 2000, y el Anuario Estadístico de España, INE, Madrid, 1999.

TEMA 17.- La Península Ibérica: relieve, clima y vegetación. Diversidad regional de la España peninsular e insular. Antonio M. Capdevila Gómez

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RESUMEN TEMA 17.- LA PENÍNSULA IBÉRICA: RELIEVE, CLIMA Y VEGETACIÓN. DIVERSIDAD REGIONAL DE LA ESPAÑA PENINSULAR E INSULAR. RELIEVE. RASGOS GEOLÓGICOS. La evolución geológica de la Península nos muestra como elementos más antiguos los escudos precámbricos, basamentos sobre los que se disponen los terrenos primarios que forman una banda arqueada en sentido NWSE desde Galicia a Sierra Morena. El Plegamiento Caledoniano sólo afectó algunas áreas gallegas; Cámbrico, Silúrico y Devónico son etapas sedimentarias previas a la orogenia herciniana, que originaría una cadena montañosa de Galicia al valle del Guadalquivir, dirección NW-SE y adosada a los núcleos precámbricos. Este plegamiento estuvo acompañado de una intensa actividad magmática, que dio lugar a la erupción de rocas plutónicas y a la formación de filones metálicos (pirita, mercurio, minerales de plomo). El Secundario y los comienzos del Terciario son períodos de calma orogénica relativa; se arrasan las cordilleras formadas en la época anterior y se producen movimientos epirogénicos que motivan la invasión por las aguas marinas de tierras emergidas, acumulándose sedimentos muy finos. La sedimentación mesozoica se inicia con los depósitos continentales del Triásico, comenzando en el Jurásico y Cretácico los depósitos de calizas y margas; estos sedimentos se comprimirán posteriormente por los esfuerzos orogénicos terciarios, formando las cordilleras alpinas. El Plegamiento Alpino será el responsable de la conformación actual del relieve peninsular; su primera fase, la pirenaica, transcurre al final del Eoceno, originándose en este paroxismo la cordillera que le da nombre; durante el Mioceno se produce la fase estírica (Cordilleras Béticas y las Baleares). Simultáneamente se forman las prefosas alpinas, las Depresiones del Ebro y del Guadalquivir; en principio las dos están ocupadas por el mar, pero pronto, sobre todo en la del Ebro, la sedimentación marina es sustituida por depósitos lacustres o continentales. Los movimientos alpinos actuaron de modo distinto según los tipos de materiales a los que afectaron, plegando los de sedimentación más reciente y fracturando los terrenos más antiguos, dando lugar a un sistema de bloques elevados y hundidos (horsts). Podemos resumir las transformaciones últimas del Terciario y del Cuaternario en: deformación del bloque meseteño, que bascula hacia el Atlántico, orientando sus cursos fluviales; elevación de los relieves interiores de la Meseta; formación de algunos golfos costeros como el de Valencia; manifestaciones volcánicas –Olot, Almería, Columbretes, Ampurdán, Campo de Calatrava- y de aguas termales, a través de las fallas ocasionadas por las póstumas tensiones alpinas; establecimiento de la actual red fluvial, cuya actividad erosiva colmata las depresiones interiores de la Meseta, los golfos costeros y las Depresiones del Ebro y del Guadalquivir; aparición del glaciarismo en los relieves más elevados (Pirineos, Montes Cantábricos, Sistema Central y Sierra Nevada), así como la formación de terrazas fluviales, modelados de glacis de erosión y depósitos de costras de caliche; oscilaciones de la línea del litoral como consecuencia de los períodos glaciares cuaternarios, originándose terrazas costeras y plataformas de abrasión en costas como la cantábrica. UNIDADES MORFOLÓGICAS DE LA PENÍNSULA IBÉRICA. LA MESETA CENTRAL . ES un antiguo macizo arrasado, en su mayor parte inclinado hacia el Atlántico; su interior aparece accidentado por relieves formados como consecuencia del Plegamiento Alpino: Sistema Central y Montes de Toledo. Conjunto articulador de la morfología peninsular, sus rasgos más originales son: la existencia de un gran zócalo antiguo erosionado y, en parte, cubierto por sedimentos terciarios, primero arrasados y después afectados por los movimientos alpinos que constituyen sus relieves interiores; depresiones interiores, formadas durante el Plegamiento Alpino y colmatadas por los TEMA 17.- La Península Ibérica: relieve, clima y vegetación. Diversidad regional de la España peninsular e insular. Antonio M. Capdevila Gómez

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aluviones del Duero, el Tajo y el Guadiana, compuestas por margas miocenas sobre las que se depositan, donde llegan las aguas de las sierras calcáreas, calizas travertínicas. Evolución morfológica. Su elemento original fue un zócalo antiguo inclinado hacia el Este, formado por macizos graníticos, unidades precámbricas y formaciones hercinianas; durante el Mesozoico y los albores del Terciario asistió a un período estable, modelándose la penillanura fundamental entre el Petriásico y el Eoceno. Con los movimientos alpinos la penillanura soportó abombamientos, surgiendo fosas tectónicas que generarían las dos Submesetas y las alineaciones interiores; después, la sedimentación miocena depositó arcillas y margas en ambas Submesetas. Ya con los movimientos alpinos póstumos el conjunto basculó hacia el Atlántico, provocándose durante la fase rodánica fenómenos de vulcanismo (Campo de Calatrava) y fracturas tectónicas. Por último, en el Plioceno quedó organizada la red fluvial, formándose en el Cuaternario rampas de erosión sobre las que se depositaron montes-isla y canturrales de rañas, al tiempo que se desarrollaba la morfología glaciar en las sierras de Guadarrama, Gredos y la Estrella. Unidades. Cordillera Central. Conjunto de bloques elevados y hundidos, originados en el Plegamiento Alpino, que cruza diagonalmente la Meseta, dividiéndola en la Submeseta Norte y la Sur. Al estar constituida por materiales antiguos presenta diferencias litológicas poco acusadas; la cobertura mesozoica sólo existió en su mitad oriental y con espesores tan delgados que facilitaron su denudación. En el interior de la Cordillera existen fallas longitudinales alineadas en sentido E-W, que originan cubetas como el alto valle del Lozoya o el de Amblés. Sus cumbres fueron ligeramente retocadas por los hielos cuaternarios, que dieron lugar a glaciares de circo que, una vez fundidos, ocasionaron pequeñas lagunas como la de Peñalara; sólo en Gredos aparecieron glaciares de tipo alpino. Las Sierras que constituyen el Sistema llegan a elevarse hasta los 2500 m. y están separadas por corredores estrechos que facilitan el tránsito entre las dos Submesetas. De E-W hallamos las Sierras de Ayllón, Somosierra, Guadarrama, Gredos, Béjar, Peña de Francia y La Estrella. Montes de Toledo. Situados en la parte media de la Submeseta Sur, la dividen en dos cuencas hidrográficas, la septentrional regada por el Tajo y la meridional por el Guadiana; con una altura entre los 1200 y los 1600 m., de E-W se distinguen: a) los Montes de Toledo propiamente dichos, alargados sobre unos 100 km. y con altura máxima en torno a los 1450 m.; b) las Sierras de Guadalupe, en el que las máximas alturas forman un núcleo reducido con dirección NW-SE, como se aprecia en la Sierra de Altamira; y c) la Penillanura Extremeña, con los cordales cuarcíticos de las Sierras de San Mamés y San Pedro. Submeseta Norte. Con una altura media alrededor de los 800 m., coincide con la cuenca hidrográfica del Duero; Solé Sabarís divide sus elementos en: a) páramos pontienses, elemento esencial de la Meseta, formados a partir de la sedimentación miocena, sobre la que se depositaron los materiales travertínicos, y que aparecen en la mitad oriental; b) conglomerados, relieves amesetados de color rojizo generados por agentes erosivos a expensas de detritos marginales; c) campiñas, llanuras poco onduladas originadas a partir de materiales blandos que forman valles muy amplios; d) penillanura fundamental, que aflora especialmente en la parte occidental, despojada de su cobertera sedimentaria terciaria; e) penillanura pontiense; f) pedimento villafranquiense, con montes-isla y rañas, originado por la actuación de los mantos de agua y presente en los aledaños de los Montes de Toledo y al sur de la Sierra de Guadarrama; y g) glacis de erosión, constituido a partir de los materiales blandos de las terrazas fluviales. Submeseta Sur. Con altura media entre 600-700 m., sólo presenta rebordes montañosos importantes al NE; la articulan los colectores del Tajo y del Guadiana y en ella la Meseta extremeña marca el umbral entre la depresión terciaria de La Mancha y la TEMA 17.- La Península Ibérica: relieve, clima y vegetación. Diversidad regional de la España peninsular e insular. Antonio M. Capdevila Gómez

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penillanura portuguesa. En ella el zócalo paleozoico aflora con más claridad que en la superior. Morfológicamente, está integrada por la Depresión terciaria del Tajo, la Depresión terciaria del Guadiana (aquí se hallan elementos como las Lagunas de Ruidera, ejemplo de fuentes vauclusianas, y la zona pantanosa de las Tablas de Daimiel, consecuencia de la afloración del manto freático a medida que disminuye el espesor de los materiales miocénicos), y la Meseta Extremeña, dividida en una parte oriental, el Campo de Calatrava, y otra occidental, la Penillanura extremeña. LOS REBORDES MONTAÑOSOS DE LA MESETA . a) Fachada septentrional. Conjunto continuo de altas serranías que van desde el Macizo Galaico hasta el País Vasco; sus grandes unidades son el Macizo Galaico y la Cordillera Cantábrica. El primero lo forman rocas precámbricas y paleozoicas, con predominio del granito, en un paisaje de lomas, superficies onduladas y escasas llanuras, con una altitud media que apenas alcanza los 500 m.; componentes del Macizo son Sierra Segundera, la fosa tectónica entre Puentes de García Rodríguez, Lugo y Monforte de Lemos, la Superficie de Chantada con Cabeza de Manzaneda, la fosa entre Tuy, Verín y Vigo y, por último, el más bajo bloque costero. Las grandes unidades morfológicas de Galicia son las Montañas galaicas medias, divisibles en el escalón de Santiago, las Sierras dispuestas al oeste del valle del Miño, la Meseta de Lugo -los chaos, tierras llanas con una altitud entre los 300 y los 500 m.- y el reborde oriental del Miño, que se eleva entre los 500 y los 1000 m., y las Montañas galaico-leonesas, de materiales paleozoicos de dirección herciniana e integradas por las Sierras de Meira y otras menores que señalan la divisoria entre el Eo y el Navia (Sierras de Cabrera, Caurel, Ancares, Segundera, Queija y Gerez). La Cordillera Cantábrica se extiende de Asturias a Euskadi y aísla a la Meseta del Cantábrico; muy uniforme desde el punto de vista orográfico, con clara alineación E-W, presenta tres sectores fundamentales: a) el Macizo asturiano, que se prolonga hasta Llanes, integrándolo materiales paleozoicos plegados y accidentados por fosas tectónicas de E-W; b) la Montaña de Santander, de tipo alpino y constituida por calizas mesozoicas con formas estructurales plegadas con suavidad; y c) el Umbral del País Vasco, que también responde a terrenos mesozoicos muy plegados. Todos los sectores presentan gran disimetría de Norte a Sur, con torrencialidad y encajamiento de sus cursos fluviales. En cuanto a la estructura geológica y la evolución del modelado, distinguimos: a) en el sector asturiano se repite la morfología gallega, aunque con presencia notable de cuarcitas y pizarras; b) en los Picos de Europa los afloramientos calizos del Carbonífero Inferior originan macizos kársticos, surcados por lapiaces y salpicados de dolinas; c) en el litoral el relieve está influido por fallas longitudinales, que provocan el hundimiento de sectores como el SE cántabro. b) Fachadas oriental y meridional. Sistema Ibérico: No es una cordillera compacta, ya que la surcan amplias depresiones longitudinales y pequeñas cuencas que la dividen en diversas unidades. La mitad septentrional sigue dirección NW-SE, impuesta por pliegues y fallas que afectan a terrenos primarios y secundarios; desde el nudo del Maestrazgo, la segunda mitad toma rumbo N-S, al que se adapta el trazado del litoral mediterráneo de Benicarló a Denia. En cuanto a las Sierras, el tercio noroeste muestra alienaciones robustas como Cebollera, Demanda o los Picos de Urbión; en el medio, desde el sudeste de Soria, la cordillera pierde vigor, surcándola la Depresión Longitudinal Ibérica; el último tercio se divide en dos ramales paralelos, uno interior, con las Sierras de la Paramera de Molina, Santa Cruz y Albarracín, y otro que linda con la Depresión del Ebro, con las Sierras de Moncayo, Maestrazgo, Javalambre y Peñagolosa. Sierra Morena: es un escalón entre el valle del Guadalquivir y la Meseta que constituye el límite meridional de ésta. Es un conjunto de relieve apalachiense, en el que la repercusión de los plegamientos de los Sistemas Béticos frunció y TEMA 17.- La Península Ibérica: relieve, clima y vegetación. Diversidad regional de la España peninsular e insular. Antonio M. Capdevila Gómez

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basculó su borde meridional; sus principales accidentes son las Sierras de Madrona (1323 m.), Almadén (1107 m.) y Aracena (912 m.). DEPRESIONES EXTERIORES A LA MESETA. Se originan cuando el plegamiento Alpino falla los materiales paleozoicos, provocando la fracturación en bloques y el hundimiento de algunos de ellos, como las Depresiones del Ebro y del Guadalquivir, que junto a la portuguesa del Tajo-Sado componen los tres grandes ejemplos ibéricos de este tipo de unidades. Depresión del Ebro: entre el Pirineo y el Sistema Ibérico, comenzó el Terciario ocupada por un brazo de mar, convertido en lago por el plegamiento Alpino, cerrándose las salidas a Navarra y Cataluña durante el Oligoceno y el Mioceno. Los sedimentos de origen marino son margas eocenas de tono azulado, mientras que los lacustres y continentales son detritos, arenas y conglomerados dispuestos en el borde de la cuenca y al pie de los Pirineos, apareciendo intercalados con evaporizas (yacimientos de sal de Cardona, Surià o Remolinos). Las formas del relieve dependen de la estructura geológica y las distintas durezas del roquedo, pudiéndose distinguir: a) Los tormos y relieves montserratinos, formados por conglomerados transportados por ríos torrenciales durante el Terciario, provocan unidades de cierta dureza, como los Mallos de Riglos oscenses o los tormos catalanes, redondeados por la erosión, como Montserrat, Sant Llorenç de Munt y Montsant; b) relieves de plegamiento y diapiros, ondulaciones de las capas terciarias en el borde pirenaico que en algún caso forman sierras como Sierra Larga; c) relieves “en comba” y diapiros salinos (Montaña de Sal de Cardona); d) plataformas tabulares, muelas y relieves en cuestas, que se corresponden con las capas terciarias interiores atacadas por la erosión (Sierras aragonesas de las Muelas y Alcubierre); e) “bad-lands” y paisajes margosos, propios del abarrancamiento e inestabilidad de relieves en los que predominan las margas, como los Monegros o la Plana de Vich. Además de estas formas estructurales existen otras de erosión y depósitos aluviales, como las hoyas excavadas por la acción fluvial, los derrubios de piedemonte originados por los arrastres de los ríos pirenaicos o los glacis de erosión. Depresión del Guadalquivir: es la antefosa de los Sistemas Béticos. Se diferencia de la del Ebro por el carácter más fino de sus materiales sedimentarios, su apertura al Atlántico y lógicamente, los diferentes paisajes y aprovechamientos del suelo. Geológicamente, la Depresión del Guadalquivir fue durante el Secundario una plataforma continental entre la cuenca sedimentaria alpina y Sierra Morena; el levantamiento de las Cordilleras Subbéticas formó un brazo de mar entre el Atlántico y el Mediterráneo, relleno por sedimentación marina durante el Mioceno y el Plioceno, determinando posteriormente los movimientos postalpídicos cierto levantamiento y la retirada de las aguas. Así queda conformada como una amplia llanura triangular, más alta al Noreste y más estrecha cuanto más cerca de Sierra Morena. Depresión del Tajo-Sado: la pérdida de altitud del borde occidental de la Meseta prosigue hasta desaparecer bajo los materiales de la mayor cuenca sedimentaria portuguesa, atravesada en su sector norte por el Tajo y por los cursos que discurren hacia su valle bajo, el Ribatejo, y su estero, el Mar de la Paja, mientras que el sector meridional corresponde a la cuenca hidrográfica del Sado y los valles que vierten hacia la bahía de Setúbal. Los materiales que la tapizan muestran las transgresiones oceánicas; en la margen izquierda, más ancha y llana que la derecha, influida por las cercanas estribaciones de las serranías de la Extremadura lusitana, se acumulan aluviones cuaternarios en forma de terrazas fluviales. CORDILLERAS ALPINAS PERIFÉRICAS. Sistemas Béticos: aparecen marcadamente disimétricos al quedar interrumpidos por el hundimiento del Macizo Bético-Rifeño; salvo en puntos de la Penibética como el Veleta o el Mulhacén no asoman con frecuencia las formas bravías de las montañas alpinas, siendo objeto de discusión su posible autoctonía o aloctonía. En cuanto a la TEMA 17.- La Península Ibérica: relieve, clima y vegetación. Diversidad regional de la España peninsular e insular. Antonio M. Capdevila Gómez

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morfología, podemos distinguir: a) formas estructurales antiguas, generalmente veladas por los materiales terciarios que las recubren, que en los sectores interiores del Sistema, sobre todo entre el Genil y el Guadiana Menor, conforman un estilo jurásico de pliegues regulares y simétricos; b) relieve kárstico en el área del Torcal de Antequera: c) retoque glaciar, limitado a los puntos más altos de las cordilleras; d) formas de acumulación, entre las que sobresale la Depresión Penibética o Surco intrabético, formado por un conjunto de hoyas y depresiones como las de Antequera, Guadix y Baza. Respecto a la morfología actual hallamos “bad-lands” muy desarrollados en la cuenca del Guadiana Menor, el Almanzora y la Depresión prelitoral murciana, y glacis en el contacto de las montañas con el fondo de la depresión. Los Pirineos: es la más vigorosa de las Cordilleras alpinas, con crestas agudas, picos escarpados y valles profundos. Se extienden desde el golfo de Vizcaya al cabo de Creus a lo largo de 435 km.; su pico más elevado, el Aneto (3404 m.), se halla en la zona central –macizo de la Maladeta-, disponiéndose a sus lados relieves entre los 2000 y los 3000 metros. Por el oeste, el Sistema desciende suavemente hasta enlazar con las sierras del País Vasco, mientras que al este el descenso es mucho más acusado. Los constituyen dos unidades geológicas de naturaleza y edad diferentes: a) la parte central o zona axial, resto de un antiguo macizo herciniano formado por pizarras y granitos; es el Pirineo propiamente dicho, con picos como el citado Aneto, el Canigó, el Puigmal o el Posets; b) el Prepirineo, extendido al norte y sur de la zona axial, formado por terrenos secundarios y primiterciarios depositados en dos surcos sedimentarios paralelos, separados por el umbral de la zona axial; a finales del Eoceno se plegaron con el movimiento alpino, formando una alineación paralela en dirección E-W adosada a la zona central. Sus montañas (Sierras de Cadí, Pedraforca, Leyre, Guara y Montsec) superan los dos mil metros. Los principales factores de la morfología pirenaica son la naturaleza del roquedo y la estructura geológica; la condiciona la dirección e importancia de los pliegues dispuestos EW, que determina la práctica ausencia de valles longitudinales; los principales valles transversales son perpendiculares al eje de la Cordillera, como los de Ansó, Canfranc o Roncesvalles. Por último, el retoque glaciar se manifiesta de modo importante, pues las glaciaciones influyen en gran medida en la morfología pirenaica, excavando en las cabeceras de los valles circos de paredes escarpadas y modelando valles en forma de "U". Las Cordilleras Costero-Catalanas: límite oriental de la Depresión del Ebro, no son un relieve demasiado destacado ni sólido, pues las surcan buen número de depresiones transversales y longitudinales; las componen de N-E a S-W tres grandes unidades: a) Cordillera litoral o costera, que, con altitudes modestas, va de Gerona a Vilanova i la Geltrú (Macizo de Garraf, Sierra del Tibidabo, la del Montnegre y Les Gabarres); b) Depresión prelitoral, territorio de colinas suaves de entre 100 y 250 m., bien cultivadas (La Selva, el Vallés, el Penedés y el Campo de Tarragona); c) Cordillera prelitoral, alineación más importante y compleja del Sistema, con elementos como el Macizo del Montseny, Montserrat, las Montañas de Prades y las Sierras de los Puertos de Beceit y Tortosa. Geológicamente integran estas Cordilleras terrenos paleozoicos y mesozoicos bastante plegados; la parte norte procede de un antiguo macizo herciniano, mientras que la mitad meridional se compone de materiales calizos triásicos, jurásicos y cretácicos. CLIMA. INTRODUCCIÓN. CARACTERÍSTICAS CLIMÁTICAS DE LA PENÍNSULA. La situación de España la coloca dentro de la zona templada, en el dominio de la circulación general del Oeste, pero en el límite con las altas presiones subtropicales, y muy influida por el Atlántico; la afectan los desplazamientos estacionales en latitud y las ondulaciones de la corriente superior del oeste, el vaivén de las distintas TEMA 17.- La Península Ibérica: relieve, clima y vegetación. Diversidad regional de la España peninsular e insular. Antonio M. Capdevila Gómez

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masas de aire, la actuación del Frente Polar y el comportamiento de los centros de acción atlánticos, todo lo cual se traduce en un tiempo muy cambiante según las situaciones predominantes. Como rasgos modificadores destacan su posición en el SW europeo, su forma maciza y su relieve variado, con diferencias entre costas e interior y sierras y llanos, lo que matiza a escala más regional o local los hechos generales. Dinámica atmosférica sobre la Península. a) Circulación en altura. Corriente superior zonal: si es rápida lleva una dirección según los paralelos con ondas de mucha amplitud y alcanzando el Jet Stream alta velocidad, de modo que el chorro se señala bien en el mapa de 300 mb.; dirige el Frente Polar y sus depresiones asociadas, originándose en superficie un típico régimen del Oeste, con paso sucesivo de borrascas frontales y un tiempo inestable y lluvioso; en años normales, la situación es propia de la primavera y del otoño, y parcialmente del invierno. El predominio de vaguadas o cuñas sobre la Península se traduce en tipos de tiempo determinados: si dominan las vaguadas, acceden masas de aire polar o ártico marítimo, generalizándose las precipitaciones; si predominan las dorsales bloquean al Jet Stream y desvían las depresiones del Frente Polar; según supongan penetraciones de aire frío o caliente condicionarán las temperaturas, aunque la ausencia de precipitaciones siempre será una constante. Si la dorsal se sitúa al oeste, motiva el acceso de aire polar continental, frío y seco, caracterizando a los meses más fríos del año; si se ubica sobre la Península, coincidiendo con la cercanía del Anticiclón de las Azores, aporta aire tropical marítimo del suroeste, cálido pero estable, tal como sucede en la mayor parte del verano; por último, si hay una dorsal muy acentuada desde África, llega aire cálido continental, acompañado de polvo sahariano, que provoca las olas estivales de calor. b) Circulación en superficie. Masas de aire. Se caracterizan por sus condiciones específicas de temperatura, humedad y estabilidad, derivadas de su lugar de origen, aunque modificadas en las translaciones que realizan. Sobre la Península actúan: - Masas de aire Ártico, formadas en la cuenca ártica, con temperaturas muy bajas y humedad relativamente alta, que sólo alcanzan la Península de modo excepcional en virtud de un rápido movimiento N-S, penetrando a través del valle del Ródano o del golfo de Génova. - Masas de aire Polar marítimo, nacidas por encima de los 50ºN en el Atlántico Norte y que entran en la Península por el área noroccidental o el golfo de León. Son húmedas y relativamente frías. - Masas de aire Polar continental, originadas en áreas centrales y norteñas de Europa oriental, frescas y secas. Si su área de procedencia se ubica más al sur se desnaturalizan, ganado en temperatura. - Masas de aire Tropical marítimo, generadas por el anticiclón de las Azores, más al norte en el verano y en una latitud más baja en el invierno; son cálidas y no tan húmedas como su nombre pudiera indicar, dada su estabilidad, que las mantiene en torno a los 15º. - Masas de aire Tropical continental, procedentes del norte de África, muy cálidas y secas, vinculándose a ellas los rigores máximos del estío. - Masas de aire Mediterráneo, con un radio de acción mucho menos amplio que las ya recogidas; Jansá lo define como un aire subtropical o, más frecuentemente, polar, modificado en sus características originarias en contacto con la cuenca mediterránea occidental; en el caso del polar las alteraciones que sufre son el aumento del calentamiento y temperatura y de humedad relativa. Centros de acción. Son núcleos isobáricos bien caracterizados, de tamaño y duración suficientes, que pueden ser anticiclónicos (A) o depresionarios (B). De los anticiclónicos el de mayor proyección es el Anticiclón de las Azores; menor es la importancia de otros anticiclones, como el centroeuropeo, los escandinavos o el ruso, todos de origen térmico y carácter estacional. Ninguno de los depresionarios es permanente, destacando la Baja ligur, la Baja balear y la Baja autónoma peninsular. TIPOS BÁSICOS DE LA TEMA 17.- La Península Ibérica: relieve, clima y vegetación. Diversidad regional de la España peninsular e insular. Antonio M. Capdevila Gómez

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Pueden ser convectivos o advectivos, según predominen movimientos verticales u horizontales respectivamente. a) Situaciones convectivas. Se producen cuando los niveles báricos permanecen con cierta estabilidad, originando centros de acción en los que se desarrollan ascendencias (bajas presiones), subsidencias (altas presiones) o ausencia de gradiente de presión (pantano barométrico). Las más frecuentes son la Alta Centrada, que origina tipos de tiempo de notable estabilidad, cielos despejados y fuerte insolación; la Baja Centrada, que origina tipos de tiempo caracterizados por lluvias generalizadas y descenso térmico; y el Pantano barométrico, que establece presiones ligeramente superiores a los 1012 mb., con aire es muy estable, temperaturas superiores a las normales y calimas frecuentes; b) Situaciones advectivas. Son tan variadas como las direcciones y procedencias que pueden adoptar los flujos de aire; las más frecuentes son las advecciones septentrional -con un Anticiclón en el Atlántico, próximo a la costa europea, y una Baja Presión en el Mediterráneo occidental, plasmada en frialdad y sequedad, con cielos despejados, elevada insolación, heladas y chubascos de nieve en puntos altos con presencia invernal-; la advección del Nordeste, con un anticiclón sobre las Islas Británicas y una depresión en el Mediterráneo central, provocando en invierno bajas temperaturas y las más intensas heladas; la advección del Este, con anticiclón sobre Europa y Baja en el norte de África, frecuente en otoño y responsable de las situaciones de gota fría en Levante; la advección del Sur, con altas presiones sobre el Mediterráneo central u oriental y depresión sobre Europa sudoccidental o el norte de África, desplazándose entre ambos centros aire del Sahara, tropical y seco, provocando altas temperaturas, con olas de calor, en verano; la advección del Sudoeste, con el anticiclón de las Azores en posición submeridiana y debilitamiento de la corriente en chorro, canalizándose hacia el Sudoeste peninsular una masa de aire tropical marítimo por el borde septentrional del Anticiclón; la advección del Oeste, con el anticiclón de Azores desplazado y una depresión hacia las Islas Británicas, canalizándose entre ambos centros aire marítimo hacia Europa occidental; el tiempo es lluvioso, con elevada nubosidad y temperaras más altas en la España oriental que en la occidental; advección del Noroeste, con aires fríos que producen descensos térmicos y precipitaciones en el norte peninsular. ELEMENTOS DEL CLIMA. Temperatura: depende de factores como la altitud, la continentalidad, la latitud, etc.... En la Península Ibérica debemos distinguir dos grandes zonas: la aureola periférica abierta a la influencia marítima y el núcleo interior, de nítida tendencia continental. Presiones y vientos: predominio de las altas presiones en el interior peninsular durante los meses invernales, mientras que hacia el litoral, sobre todo el septentrional, la presión disminuye; en pleno verano, la situación anticiclónica se consolida en el Noroeste (anticiclón de las Azores), apareciendo en el interior bajas presiones de origen térmico; en cuanto a las dos estaciones equinocciales, la inestabilidad del tiempo se justifica con la abundancia del paso de borrascas. Predominan los vientos del oeste en primavera y verano, excepto en las costas mediterráneas, donde proceden del este o del sur; en verano dominan los convergentes hacia el interior, y en invierno los divergentes, excepto en el norte, sometido a la acción de los del oeste o noroeste; en las costal el régimen general es el de brisas. Precipitaciones: zonas pluviométricas: Más de 800 mm., que abarca todo el Norte, de Galicia a Cataluña; Entre 800 y 600 mm., precipitación propia de casi todas las montañas medias, el sur del Pirineo y de la Cordillera cantábrica y la Extremadura portuguesa; menos de 600 mm., valor que no se alcanza en las dos Submesetas, el Bajo Guadiana o el valle del Guadalquivir. Humedad/Aridez: la humedad está en razón inversa a la temperatura; en el conjunto peninsular es mayor en invierno y menor en verano, creciendo de Sur a TEMA 17.- La Península Ibérica: relieve, clima y vegetación. Diversidad regional de la España peninsular e insular. Antonio M. Capdevila Gómez

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Norte y del centro a la periferia. La aridez, resultado de la combinación de temperaturas y precipitaciones, se traduce en el crecimiento de la necesidad de agua de Norte a Sur. TIPOS DE CLIMA PENINSULARES. La práctica totalidad de la Península se incluye dentro de distintas variedades de climas templados, con apenas algunas zonas secas o esteparias y episodios de climas fríos en las cumbres montañosas más elevadas. Así, el clima templado-húmedo es propio de la parte septentrional de la Península, mientras que el mediterráneo con invierno suave comprende toda la costa meridional y levantina, además de las Baleares y algunas zonas del interior andaluz; en el clima mediterráneo de invierno frío se mantiene el rasgo básico de la calurosidad térmica estival, pero la continentalidad origina el descenso de los valores invernales por debajo de los que se alcanzan en la variedad anterior. Las tres grandes comarcas esteparias peninsulares son la Mancha oriental, el este de Zamora y el Bajo Aragón (Los Monegros); mantienen las constantes típicas de la continentalidad mediterránea en lo atañente a sus valores térmicos, pero sus precipitaciones son sensiblemente inferiores. El tipo desértico se limita a la provincia de Almería, sobre todo en los aledaños del Cabo de Gata. Rasgos propios adquiere el clima de las Islas Canarias, en función de su propia morfología y de la latitud en la que se hallan; mientras que las tierras bajas son esteparias y hasta desérticas, en las alturas medias se encuentra un clima templado. VEGETACIÓN. GENERALIDADES. FACTORES FÍSICOS DE LA DISTRIBUCIÓN DE LA VEGETACIÓN. La situación al sur de la zona templada y en el occidente europeo, frente al Atlántico, condicionan la diversidad fitogeográfica de nuestra Península, junto al clima, el relieve, la litología y las condiciones edafológicas. De estos factores físicos el más importante es el clima; en este sentido, las masas de aire atlántico aportan humedad y temperaturas suaves, contrastando con la mayor aridez de la vertiente mediterránea; por otra parte, la llegada de masas desde Centroeuropa se vincula a olas de frío y si son procedentes del norte de África motivan olas de calor, circunstancias ambas con nefastos efectos sobre la vegetación. Asimismo debemos consignar los efectos del relieve sobre el comportamiento de estas masas de aire, circunstancia que completa la diferenciación vegetal, con extremos como las verdes praderas norteñas y la aridez del área sudoriental. En cuanto al relieve, la forma de la Península y la existencia de la Meseta central, rodeada de alineaciones montañosas, dificultan la acción moderadora marítima, acentuando la continentalidad interior; asimismo debemos recoger la disposición paralela a la costa de distintas cadenas montañosas o la existencia de núcleos montañosos, como Sierra Nevada, que protegen zonas concretas, como la Vega motrileña, de las invasiones de aire frío. La variedad del relieve incide en el elevado número de ecosistemas en los que se desarrolla una compleja diversidad fitogeográfica. Por último, ésta se acentúa con los contrastes entre el roquedo y los suelos más feraces, o con la adaptación de especies diferenciadas entre la España silícea o la caliza; en cuanto a la edafología, la Península cuenta con tipos muy variados –podzoles, rendzinas, pardo rojizos, ...-, cada uno de ellos especialmente propicios para formas vegetales muy diversas. FORMACIONES VEGETALES PENINSULARES. Atendiendo a las características climáticas podemos distinguir tres grandes conjuntos fitogeográficos: A) Área mediterránea: es la más extensa, caracterizándose por la sequía estival, un mínimo secundario en invierno y lluvias equinocciales, con temperaturas elevadas en verano y suaves en invierno. Con importantes contrastes, los dominios fundamentales son el del encinar y el de los maquis y espinales. En el dominio del encinar predomina la encina (Quercus Ilex), y dentro de ella la variedad Smillax Ballota; este árbol de talla media está muy degradado por la acción antrópica y los condicionamientos TEMA 17.- La Península Ibérica: relieve, clima y vegetación. Diversidad regional de la España peninsular e insular. Antonio M. Capdevila Gómez

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climáticos negativos. Dentro de su territorio hallamos tres áreas diferenciadas: la primera es el encinar provenzal, que se da en la zona costero catalana al norte del Llobregat, desde el nivel del mar a los 800 metros, dominado por la encina típica y un sotobosque a base de madroño, lentisco, durillo y otras especies; en terrenos silíceos más lluviosos la encina es reemplazada por el alcornoque (Quercus Suber); cuando la encina desaparece se desarrolla la garriga, con presencia de la coscoja (Quercus Coccifera), y en situaciones más degradadas los espacios se cubren de cistáceas y ericáceas en suelos silíceos, mientras que en calcáreos aparecen la erica multiflora y el romero. La segunda es el carrascal, propio de las Depresiones del Ebro y del Guadalquivir y de buena parte de la Meseta, excepto en el suroeste; lo domina la carrasca (Quercus Ilex Rotundifoliae), más adaptada a las condiciones de continentalidad, con un sotobosque más pobre y con presencia de xerófilas. Su superficie ha soportado una fortísima acción antrópica, sustituyéndolo campos de cultivo o unas formaciones degradadas, que pueden ser las mal llamadas estepas, los tomillares y los espartizales. La tercera es el alcornocal, extendido por el SW y dominado por el alcornoque, especie más termófila que la encina y más exigente en precipitaciones; el sotobosque lo integra una densa formación de brezos, además de genista, aulaga negra, madroño o jara. En cuanto al dominio del maquis y los espinales, se da en zonas muy áridas, pobladas por la asociación Oleo Ceratonion; se extiende por el litoral mediterráneo, desde el sur de la desembocadura del Llobregat hasta el Estrecho de Gibraltar, pasando a Portugal por el Algarve meridional, además de algunas áreas continentalizadas de la Meseta y la Depresión el Ebro. Lo caracterizan manchas discontinuas de xerófilas y raquíticas (acebuche, algarrobo, coscoja y lentisco). La degradación del maquis por la acción antrópica motiva su sustitución por especies como el tomillo o el esparto; podemos distinguir las siguientes regiones: La maquia oriental, sobre suelos calcáreos que van del Llobregat a Alicante; su vegetación natural son acebuches (Olea Europaea), algarrobos (Ceratonia Silicua) y palmito; la degradación lleva a la aparición de una garriga rica en pinos halepensis y coscoja. El espinar murciano-almeriense, con una vegetación subdesértica en función de la mayor aridez; extremadamente xerófila, se corresponde con la asociación Chamaeorpidetum Thamnetum. Si las condiciones climáticas se extreman aún más hallamos una vegetación de aire muy africano y, en suelos arcillosos, el azufaifo. La maquia meridional, comprendida entre Gibraltar y la Sierra de Arrábida; la temperatura elevada favorece el desarrollo del palmito, el helecho común y las jaras; en terrenos calcáreos se enriquece con especies como el Rhamnus Oleoides. La maquia continental, desarrollada en la zona de clima continental, árido y extremado, extendido por parte de la cuenca media del Ebro y determinadas llanuras de La Mancha y Albacete; constituye la vegetación clímax un maquis muy seco a base de coscoja, espino negro y sabinas. Muy atacada por la acción del hombre, la sustituyen tomillares y la xeroestepa mediterránea. B) Área eurosiberiana: no es una unidad uniforme, distinguiéndose en ella dos regiones diferenciadas, la Atlántica y la Submediterránea. La región atlántica comprende el N y NW, dominados durante el Pleistoceno por un bosque denso y frondoso de carballos y adedules, con un sotobosque de brezos, tojos, retamas y helechos; actualmente se caracteriza por un bosque denso caduco, un espeso sotobosque y abundantes prados; en el sector cantábrico se extiende un bosque caducifolio de robles y de hayas. Las carvalledas son hoy muy escasas, reemplazadas por campos de cultivo, prados artificiales o bosques de avellanos. La alta degradación origina un matorral de distintas retamas y helechos. También se hallan en este sector importantes hayedos, aunque, al igual que los robledales, modificados a lo largo de la historia por castaños, pinos y eucaliptos. En el sector TEMA 17.- La Península Ibérica: relieve, clima y vegetación. Diversidad regional de la España peninsular e insular. Antonio M. Capdevila Gómez

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gallego la especie más característica es el roble en distintas variedades; la vegetación se divide en bosques (robles, pinos, castaños, eucaliptus), landas y prados herbáceos. Por último, la transición a la región mediterránea continental la domina el roble rebollo (Quercus Pyrenaica), especie semicaduca y mesófila, que prospera en condiciones climáticas continentales subatlánticas y suelos silíceos. La región submediterránea está integrada por especies vegetales eurosiberianas y mediterráneas, aunque con predominio de las primeras; se extiende por la vertiente meridional del Pirineo y Prepirineo, sectores del Sistema Ibérico e, incluso, del Bético, distinguiéndose dos áreas según la pluviometría, la de dominio del roble (Quercus Pubescens) y del pino (Pinus Silvestris) y el quejigal. C) Área de alta montaña: La montaña alpina se reduce a los Pirineos, donde se distinguen un piso subalpino, entre 1200/2300 metros, de clima húmedo, con predominio del abeto y, a más altura, la presencia del pino negro, bajo el que se dispone un sotobosque arbustivo de rododendro y arándano. En los casos de máxima regresión aparece en suelos calizos un prado de festuca (Festuca Scoparia) y en ácidos de Nardus Stricta; un piso alpino, entre 2300/3000 metros, dominado por prados de Festuca Ovina Supina y plantas bulbáceas o prímulas, y un piso nival, por encima de los 3000 metros, en el que, en zonas de fuerte pendiente donde la nieve desaparece fugazmente, se hallan pequeñas plantas rupícolas. La montaña de transición hacia el Mediterráneo, al sur de la cordillera cantábrica, con marcada sequía estival y frecuente aparición de especies mediterráneas, puede hallarse de igual modo en el Sistema Central, predominando en ella el enebro enano y, por encima de éste, los prados de festuca y de nardus stricta. La montaña mediterránea ocupa Sierra Nevada y la caracteriza la sequedad veraniega. En el piso montano aparecen la encina, el quejigo y, en zonas húmedas, el marojo, mientras que el piso supraforestal se encuentra una almohadilla de especies mediterráneas orófilas. DIVERSIDAD REGIONAL DE LA ESPAÑA PENINSULAR E INSULAR. ESTRUCTURA REGIONAL DE ESPAÑA. A la hora de su estudio, la actual división político-administrativa ha llevado a los geógrafos actuales a primar la base histórica del hecho regional, que, al margen de las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla, permite la siguiente regionalización: I. España Atlántica (Galicia, Asturias, Cantabria y País Vasco); II. Regiones del Ebro (Navarra, La Rioja y Aragón); III. Regiones de la Meseta (Castilla-León, Madrid, Castilla-La Mancha y Extremadura); IV. Fachada Mediterránea Oriental y Baleares (Cataluña, Valencia, Murcia, Baleares); V. Andalucía; VI. Canarias. CARACTERÍSTICAS GENERALES DE LAS GRANDES REGIONES ESPAÑOLAS. A) ESPAÑA ATLÁNTICA. Agrupa de Oeste a Este a Galicia, Asturias, Cantabria y el País Vasco, regiones con personalidad propia, pero con rasgos climatológicos y orográficos comunes, entre los que descuellan la influencia del Atlántico y las abundantes precipitaciones provocadas por el Frente Polar, características que motivan el verdor de la vegetación natural y la tipología de los cultivos. El bosque natural es el caducifolio y la especie más característica el roble; en cuanto a la agricultura, predominan el maíz, la patata y las plantas forrajeras. El hábitat rural lo componen viviendas dispersas y aldeas; junto a este hábitat disperso, aparecen concentraciones industriales y demográficas a lo largo del litoral, en el triángulo Gijón-Avilés-Oviedo y en el País Vasco, lo que eleva a 124 hab./km2 la densidad media. La región más extensa y poblada es Galicia (29.434 km2 y 2.750.000 hab.) y la menos Cantabria (5.290 km 2 y 525.000 hab). B) LAS REGIONES DEL EBRO. La Depresión del Ebro y el curso de este mismo río son los elementos definitorios de esta cuenca cerrada semiárida, con abundancia de cursos fluviales que convergen en el centro de la Depresión; el clima es irregular, continental y con escasas precipitaciones. La población se concentra en los valles fluviales, al igual que la actividad económica. La gran unidad natural de TEMA 17.- La Península Ibérica: relieve, clima y vegetación. Diversidad regional de la España peninsular e insular. Antonio M. Capdevila Gómez

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la Depresión del Ebro se diversifica en vigorosos contrastes, al tiempo que la aridez se alivia con la altitud, provocando el aumento de precipitaciones una atenuación de las oscilaciones térmicas anuales y, por tanto, de la continentalidad, con las subsiguientes variaciones fitogeográficas. Mientras que Aragón y la Rioja coinciden en su extensión con la Depresión, ésta sólo abarca las zonas central y meridional de Navarra, coincidiendo la norteña con los Pirineos occidentales. La región más extensa y poblada es Aragón (47.669 km 2 y 1.190.000 hab.) y la menos La Rioja (5.034 km2 y 265.000 hab). C) LAS REGIONES DE LA MESETA. Comprenden todo el centro peninsular, englobando no sólo el área que supone la propia Meseta, sino también sus Cordilleras interiores, vertientes y las tierras altas de alineaciones orográficas marginales como los Sistemas Cantábrico e Ibérico; la Meseta Norte coincide en la actual división autonómica de España con una unidad basada en criterios geográficos y socioeconómicos, Castilla y León; la Meseta meridional ofrece mayor diversidad, dada de un lado la consolidación del gran núcleo urbano de Madrid y, de otro, la existencia de la región de Castilla-La Mancha, con mayores diferencias políticas y administrativas que la Meseta Norte. En el Oeste se encuentra el área de Extremadura, individualizada por su personalidad histórica y sus rasgos humanos. La región más extensa es Castilla-León (94.146 km2 y 2.490.000 hab.); la más pequeña y, no obstante, la más poblada es la Comunidad de Madrid (7.995 km 2 y 5.100.000 hab.). D) FACHADA MEDITERRÁNEA ORIENTAL Y BALEARES. Son tierras individualizadas por razones físicas y humanas; en las zonas costeras y llanuras cercanas el clima impone su unidad, aunque de Norte a Sur se observa una gradación en el aumento de las temperaturas y disminución de las precipitaciones, características climáticas que se reproducen en el archipiélago balear, y en el que las lluvias aumentan hacia el Este, de Ibiza a Menorca. El territorio se divide en tres Comunidades peninsulares –Cataluña, Valencia y Murcia- y las Baleares, en cuya insularidad radica la principal característica diferencial. La región más extensa y poblada es Cataluña (31.930 km 2 y 4.675.000 hab.). E) ANDALUCÍA. Posee una singularidad fuera de toda duda, puesta de manifiesto desde las perspectivas física, humana y económica. Buena parte de su territorio se articula a lo largo del Guadalquivir, formando la llanura bética, de rica agricultura y notable densidad poblacional, con núcleos urbanos importantes que atraviesa el río; la zona meridional está organizada por los Sistemas Béticos, cuya complejidad de relieve no fractura la unidad histórica, económica y cultural del conjunto. La extensión es de 87.268 km 2 y su población de 7.400.000 habitantes. F) CANARIAS. Suponen un elemento “extraño” en el conjunto español, ya que no muestran vinculaciones ni climáticas ni geológicas con las tierras peninsulares, aunque sí un pasado histórico común desde el siglo XV. Su extensión es de 7.273 km2, poblados por casi 1.600.000 hab. Bibliografía BIELZA DE ORY, V., Territorio y Sociedad en España, Taurus, Madrid, 1989; CAPEL MOLINA, J.J., Los climas de España, Oikos-Tau, Barcelona, 1981; LAUTENSACH, H., Geografía de España y Portugal, Vicens Vives, Barcelona, 1967; LÓPEZ GÓMEZ, J., El clima de España según la clasificación de Köppen, CSIC, Madrid, 1959; SOLÉ SABARÍS, L, Ideas modernas sobre la constitución geológica de España, en “Arbor”, 2, 1944; TERÁN, M., SOLÉ, L., y VILÁ, J., Geografía General de España, Ariel, Barcelona, ed. 1993; VILÁ VALENTÍ, J., La Península Ibérica, Ariel, Col. Elcano, Barcelona, ed. 1993; VV.AA., Anuario Estadístico de España, INE, Madrid, 1999-2002; VV.AA., Geografía de España y Portugal, Montaner y Simón, Barcelona, 1954.

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