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EL ABRAZO DE LA SERPIENTE Ciro Guerra. Colombia / Venezuela / Argentina, 2015. Esta bella película ha recibido un impor

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EL ABRAZO DE LA SERPIENTE Ciro Guerra. Colombia / Venezuela / Argentina, 2015.

Esta bella película ha recibido un importante reconocimiento en el reciente Festival de Cannes, donde ha ganado el Art Cinema Award de la Quincena de Realizadores. Es una buena noticia para el cine colombiano y latinoamericano, que dará origen a un renovado entusiasmo por el cine en el medio local. Ciro Guerra sigue su brillante carrera como director de largometrajes, iniciada con La sombra del caminante(2004) y con Los viajes del viento (2009), que junto con El abrazo de la serpiente constituyen una trilogía de filmes centrados en el viaje como jornada de transformación personal.

En El abrazo de la serpiente, el personaje fundamental es el río, representado en el nombre mismo del filme, como la serpiente, un ser mítico que abraza con su energía cíclica, que acompaña al hombre amazónico en su vida entera. En esta tierra de selvas impenetrables, los ríos son los caminos y cualquier viaje de carretera es una jornada que se desliza en largas canoas, a punta de remos y de paciencia. En esta película, filmada en blanco y negro, se hace un homenaje a los caminos de la selva amazónica y a los hombres de raza tikuna, kubeo, huitoto y ocaina, que antaño surcaron esas aguas y que de alguna forma todavía sobreviven. El camino de la selva Son el uno para el otro, los ricos verdes que colman

los espacios de la selva y los ríos que los honran. Son el uno para el otro, como el caminante y el camino o la vía láctea y la noche, como el hombre y su destino. Son el uno para el otro, como la vida y la muerte. Son el uno para el otro, como la sangre y las venas.

La película intenta mirar la realidad de los ríos y de las selvas del Amazonas colombiano desde el punto de vista de los habitantes nativos de la región. En ella se da importancia a personajes singulares, que a modo de chamanes encantan, sueñan, ensueñan, sanan y enseñan, hablando en sus lenguas nativas, con palabras que nos suenan misteriosas, orgullosas y mágicas, dando testimonio de una sabiduría que en esencia se ha perdido o que está a punto de perderse. Por ello vale la pena comentar algo sobre estos antiguos pueblos. El pueblo Kubeo habita en la cuenca del río Vaupés. Son cerca de siete mil personas, en su mayoría habitantes en un resguardo indígena del departamento del Vaupés, otros en los departamentos de Guaviare y Guainía y en Brasil. El pueblo ticuna está conformado por unas 63 mil personas, que habita territorios de Perú, Brasil y Colombia, entre los ríos Putumayo, Amazonas y Caquetá; hace algún tiempo se vieron obligados a replegarse al interior de la selva, pero hoy en día han regresado a las riberas de los grandes ríos. El pueblo huitoto habita zonas de la Amazonía colombiana y peruana y está conformado por cerca de 9 mil personas. Los ocainas comparten historia y características culturales con los huitotos y han sido llevados casi a la extinción, siendo cerca de un centenar.

Se narran en El abrazo de la serpiente, a base de poderosas imágenes más que de palabras, las historias paralelas de dos científicos y exploradores extranjeros, que recorrieron esos ríos y esas selvas con la ayuda de sus habitantes, con ánimo de revelar al mundo sus misterios y de acercarse a su cultura y a sus prácticas de sanación y de chamanismo, basadas en el

empleo de sustancias alucinógenas, derivadas de las plantas de la región. Uno de ellos es el etnógrafo alemán Theodor Koch-Grünberg, (llamado en el filme Theodor Von Martius), 1872-1924, quien desde 1899 estuvo estudiando los pueblos nativos de Sudamérica y explorando los ríos de la región en Brasil y en los países amazónicos limítrofes. Fue un pionero de la fotografía antropológica y sus descripciones son de interés actual para los etnólogos. Koch-Grünberg murió de malaria en 1924, en Brasil. El otro científico fue el biólogo estadounidense Richard Evans Schultes (en el filme Evans), 1915 – 2001, destacado por el estudio de las propiedades farmacológicas de muchas plantas y hongos de uso ritual. Desarrolló extensos trabajos de campo, desde 1941, con los pueblos nativos, principalmente en la Amazonía colombiana, que lo llevaron a convertirse en autor y autoridad en la materia. Hay que señalar que fue una de las primeras personas en crear conciencia sobre la potencial destrucción de la selva amazónica y el creciente exterminio de los aborígenes.

En cierta forma la película busca eso mismo, con un mensaje de diversidad cultural que mezcla dos extremos de las culturas enfrentadas: Por un lado, la visión científica, exploradora, bien intencionada, curiosa, del establecimiento del culto occidental, obsesionado no solo por la riqueza cultural y natural de la región, sino también por los misterios encerrados en sus planta únicas, de poder sanador y mágico. Del otro lado, la visión mágicoiluminada-chamánica, igualmente culta, desarrollada, respetuosa y temerosa, del indígena que es maestro y guía. Ambas visiones se comunican y se complementan con el pretexto de viajes paralelos por los ríos de la selva, en busca de una mítica planta alucinógena, viajes desfasados cuarenta años en el tiempo, en los cuales los dos exploradores extranjeros se hacen acompañar de indígenas, personificados por actores nativos, en actuaciones de gran nivel. En el viaje, poderosamente acompañados por fotografías de impacto, los espectadores sentimos a los ríos, en verdad, como serpientes míticas que nos abrazan y nos hacen especular y soñar con una diversidad cultural respetuosa, con una sostenibilidad que admire y aprecie, sin destruir, esas impenetrables selvas y esos ríos que las surcan.