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Paisajes y voces de Mojos

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La publicación del presente libro fue posible gracias al apoyo del Centre d’Estudis Amazònics (ceam) y el Centro de Estudios Hoya Amazónica-Mojos (hoyam-Mojos), a través del proyecto “Creación del Museo Comunitario Etnohistórico y Natural de Moxos” financiado por el Ajuntament de Barcelona. Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de los autores, y no expresan necesariamente los criterios y políticas institucionales de ceam y hoyam-Mojos, ni del Ajuntament de Barcelona

Autores: Josep Barba, Emir Iskenderian, Antoni Madueño, Jordi Pascual y Silvia Ten Coordinador y editor: Antoni Madueño Fotografías: Josep Barba, Ricardo Bottega, Andoni Canela, Maitane García, Emir Iskenderian, Cristina López, Antoni Madueño, David Madueño, Archivo y Biblioteca Nacionales de Bolivia Corrección: Claudia Ortego Diseño gráfico: María Ivanova y Antoni Madueño © Centro de Estudios Hoya Amazónica-Mojos (hoyam-Mojos), 2009 Con la colaboración de: Centre d’Estudis Amazonics (ceam) Con el apoyo de: Ajuntament de Barcelona Primera edición: julio de 2009 D.L.: 4-1-1101-09 ISBN: 978-99954-1-217-3 Producción: Plural editores Av. Ecuador 2337 esq. calle Rosendo Gutiérrez Teléfono: (2) 2411018 / Casilla 5097 / La Paz, Bolivia E-mail: [email protected] / www.plural.bo Impreso en Bolivia

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Paisajes y voces de Mojos

Centro de Estudios Hoya Amazónica

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Presentación

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a presente publicación es el primer fruto editorial del Museo de Mojos. Consolidamos este logro gracias al esfuerzo de numerosas personalidades y organizaciones y el auspicio de Barcelona Solidària. El Beni es una región boliviana con un pasado y un presente especialmente ricos, que evoluciona a un ritmo muy rápido, ocupando un lugar creciente en la vida del país. Su desarrollo comparte la problemática general del desarrollo de la Amazonía, cuyo futuro polariza un debate mundial sobre las mejores maneras de ocupación de nuestro planeta. En los llanos benianos conviven el mundo mágico y la lucha contra las adversidades: la gran gesta ha sido sobrevivir en un medio adverso; un escenario donde conviven estrategias distintas, a veces convergentes, a menudo enfrentadas, entre las visiones indígena/criolla y andina/amazónica de gestión del territorio, producto de las progresivas oleadas de colonización de las tierras bajas del norte de Bolivia. Paisajes y voces de Mojos se compone de cuatro partes que nos aproximan a dos temas: el medio natural y la acción humana sobre el mismo. El primer capítulo está centrado en el medio natural y los tres siguientes corresponden a los periodos precolonial, colonial y republicano. Son escritos independientes y con enfoques distintos. Intentan ser miradas próximas al pasado y al presente, a fin de aportar elementos que acerquen al lector al escenario beniano y a la comprensión del proceso de ocupación humana y sus consecuencias. Queremos hacer constar que las opiniones expresadas por los diferentes autores no comprometen a las instituciones que han colaborado en este proyecto. Agradecemos las colaboraciones, imposibles de agotar en nuestros reconocimientos, y en especial la del pueblo mojeño y beniano, al que se dedica este libro. Tenemos la esperanza de que sea de utilidad a este maravilloso “pueblo de leyenda”.

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Un paisaje llano y vacío, cargado de vida Jordi Pascual

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a primera vez que tuve conocimiento de los Llanos de Mojos fue a través de un libro. Su autor contaba asombrado el aterrizaje en un terraplén de arcilla, bogando solitario en un mar de agua dulce que todo lo cubría, a excepción de unas islitas: las casetas de la Estación Biológica del Beni, adonde se dirigía. Seguidamente relataba un paseo montado con el agua hasta las espuelas, el lodo que todo lo impregnaba, el sabor refrescante del maracuyá (y la belleza de sus flores), la pequeña cabañita decadente, que al ser de mara (la famosa caoba), en otro lugar valdría una fortuna. Mucho tiempo después, poco antes de mi primer viaje a esta región, pude leer sobre sus dieciséis pueblos indígenas, y en especial sobre quienes le dan nombre, los mojeños, de la familia arawak. También leí sobre sus interminables pampas, sus estrechos y tupidos bosques de galería, sus ríos serpenteantes. Poco antes de llegar a Trinidad, viajando en la flota nocturna de Santa Cruz, empezó a clarear el día y pude atisbar los primeros paisajes de Mojos con mis propios ojos. Estaba en una zona de bosque, y sentí decepción al ver el perfil, todavía oscuro, de un monte bajo y claro, lejos de las selvas de mis recuerdos del río San Juan. Sin embargo, al rato empecé a observar cientos de aves excitadas por el amanecer, y entre ellas pude distinguir emocionado las parabas y los tucanes, tan difíciles de ver en otras regiones. Enseguida pude ver garzas, caraos, gavilanes come-turos…, animales de humedales en medio de un barbecho seco y requemado, en un paisaje lúgubre sin más agua que la de pozas excavadas para levantar de nivel la carretera. El corto camino hasta Trinidad me dejó sorprendido. Yo me esperaba una tierra de humedales, y estaba en una sabana medio forestada, con árboles chicos y resecos, con pampas quemadas por doquier salpicadas de palmas verde pálido ennegrecidas, y sin embargo repletas de aves acuáticas y forestales. El árbol más abundante, desconocido para mí, y en esos momentos profusamente florecido, resultó ser el palo diablo, famoso por estar maravillosamente protegido por un ejército de hormigas de veneno temible, que lo defienden de vertebrados herbívoros y también de motosierras, usado antaño para torturar a maleantes mal entretenidos. La llegada a la ciudad fue chocante, a pesar de estar acostumbrado a los sinsabores y ajetreos de las poblaciones del trópico húmedo americano. Pompeya, barrio-mercado de casas-tiendas de arquitectura alteña-inexisten-

te, reverberante de motos como moscas, de calles-mercado repletas de todo lo imaginable, desde pasta de dientes a pescado, sin olvidar los quintales de verdura venida de los valles, apilada y marchita por el clima, y en los costados peluquerías, oficinas de transporte, puestos de llamadas y hospedajes. El desayuno en las comiderías del mercado no fue para menos. Un masaco pastoso y salado (nada que ver con el que más tarde disfrutaría en las comunidades), con un café aguado en un ambiente cargado de moscas y olores y gente correteando y gritando alrededor, ciertamente lejos de lo que uno soñara al despertar de un viaje de más de diez horas al Gran Paitití. El camino a San Ignacio. Primero, un corto trayecto asfaltado en un terraplén de más de tres metros de altura, como navegar por encima de una pampa interminable, en una llanura sin fin. Campos repletos de pozas, camiones topo sacando tierra para levantar la ciudad para quién sabe qué. Después, un río casi seco hundido siete metros por debajo del nivel de unas casas de altillo, levantadas ¿por qué? A continuación, el fin del asfalto y el inicio de una polvareda apocalíptica en una senda paralela a una cuenca ancha y casi seca hasta llegar a una laguna estrecha y repleta de patos cuervo atiborrándose de pescado, donde nos esperaba el primer pontón, algo así como una balsa empujada por una canoa con un motor fuera de borda, casi tan ancha como el paso de agua. Al otro lado, más polvo y más senda, ahora a través de un bosque de galería repleto de bibosis gigantes y ambaibos blanquecinos, hasta llegar al segundo pontón y, ahora sí, a un río ancho con agua corriendo, encajonado entre barrancos de más de 10 metros de altura contra los que deben luchar, día a día, los pobres pontoneros armados de palas, lampas y carretillas, para hacer del descenso algo, si no fácil, por lo menos posible a camionetas, camiones, flotas y hasta tráileres, que más de una vez quedaron encajados en el paso o, lo que es peor, acabaron sumidos para siempre en las aguas del río. Más allá, pampas y más pampas, secas todas ellas, y otro río casi seco y encajonado que uno quisiera cruzar de un salto. Y de repente, surgidos como por arte de magia de unas aguas coloradas y turbias, como clamando por agua, los bufeos, legendarias sirenas rosadas y casi ciegas de agua dulce. Y después más pampas, con pequeñas pozas de greda tan pobres en agua como repletas de lagartos, bentones y bucheres, campo de pesca seguro y fácil de miles de garzas, guairones, batos, espátulas, ibis, gallaretas, gavilanes y chuvis. Un paisaje llano y vacío cargado de vida. Luego, de vuelta, un bosque, esta vez más alto y tupido. De tramo en tramo, pampas quemadas y montes chaqueados, cementerios de palos de blanco hueso caídos en tierras de negros y grises ceniza, soldados muertos en el campo de batalla, derrotados en el frente de la frontera agrícola, canjeados por potreros engorda cebú para proveer a restaurantes y friales. Y al final de una recta interminable, en medio del polvo y del humo, San

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Ignacio de Moxos, pueblo de casas de tacuara y motacú en calles rojizas de arcilla cocida. ¿Ése era el Mojos legendario? ¿De dónde salían las aves acuáticas? ¿Por qué tantos terraplenes? Preguntas que sólo después de los tres primeros meses de lluvias, después de que millones de mariposas esmeralda y rubí sorbieran con sus trompas las turbias aguas de los primeros charcos, de que el llanto de las ranas ensordeciera en las noches, de que las hormigas invadieran las casas, de que batallones de mosquitos reventaran recubriendo paredes y toallas, sólo después de las grandes tormentas con sus relámpagos iluminando las entrañas de las nubes-torres que trepan hasta estrellarse en el cielo con sus yunques, sólo entonces, cuando los ríos empezaron a subir imparables arrastrando árboles y tierra y derrumbando barrancos, cuando las pampas se llenaron y empezaron a mostrar imperceptibles desniveles con sus corrientes de aguas color coca-cola (según las describen los caboclos del río Negro), cuando la senda al primer pontón se sumió debajo de la laguna de codo y ésta volvió a conectar con su río madre, cuando los canales fueron canales y las islas, islas, cuando las aguas chocolate del Tijamuchí se tiñeron de negro, cuando su cauce desapareció y sus aguas se confundieron con las de la pampa circundante, cuando las soltaduras emergieron y empezaron a tragarse el camino, sólo entonces empecé a comprender el sentido de las casas de altillo, de los terraplenes, de la ciudad levantada, de los montones de hoyos testigos del movimiento de tierras, mordidas en el monte que cobraron vida con la inundación. Pero el sentido último no se me ofreció sino dos años después, cuando el río madredelasaguas que drena las lluvias de medio país y que configura el paisaje de Mojos, que lo recorre de sur a norte serpenteando en línea recta, cambiando caprichosamente de cauce y dejando miríadas de lagunas testimonio en su contorno, se soltó, y con él sus aguas color chicha se salieron del cauce, inundaron todo a su alrededor, trancaron el paso de los afluentes y las aguas de éstos emergieron generando un solo lago inmenso que se tragó lagunas, canales, pampas, sabanas, bosques galería, potreros, vacas, caminos, carreteras, casas, pueblos y hasta barrios enteros de Trinidad (llamados proféticamente Venecia y Pantanal) desprevenidamente construidos fuera de la milagrosa muralla de arcilla que evitó el desastre. Mojos es todo esto: un desierto quemado, reseco, lúgubre, en una atmósfera lechosa irrespirable repleta de polvo y ceniza, con un sol rojizo y casi imperceptible, y también una laguna inmensa de aguas negras cruzada por una línea color chicha del Mamoré, con un cielo de un azul casi marino, un sol que quema en un aire nítido cargado de humedad, cubierto en parte por bosques inundados y pampas donde la vegetación palustre casi se ve crecer. Mojos es un charco de cien mil kilómetros cuadrados. El Mojos de ayer es todavía un misterio. Millones de metros cúbicos de tierras arcillosas movidas por generaciones de brazos indios (¿con palas de chonta?), inmensamente más de lo que millares de litros de combustible

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fósil y ejércitos de palas goliatescas de los gigantes metálicos modernos son capaces de emular. Interminables terraplenes y canales rectos y largos como el horizonte de los Llanos, dibujando una maraña incomprensible que los sabios criollos y extraños, discípulos del profético gringo Kenneth Lee, se empeñan en comprender. Miles de hectáreas de camellones donde avanza el monte (¿que fueron algún día campos de cultivo con agua en sus canales abonados con tarope y repletos de gualusa, yuca y maíz?). Y las lagunas, moteando de azul y de blanco la estera violeta y naranja de Mojos en la imagen satelital (país de paisaje que sólo desde el aire se puede comprender), rectangulares y pandas como estanques para cría de pacú, o en “pie de pato” como canchas de béisbol, orientadas todas como mirando a Belém, el destino final de sus aguas. ¿Artificiales? Otro misterio que pronto, quizá, se pueda desvelar. Si lo son, bajíos hechos laguna de cientos de hectáreas cada una, reservorios gigantes de agua para la estación seca, ¿para criar pescado e irrigar camellones? Misterios y más misterios de un tiempo y de una gente que sólo nos legó cúmulos de greda, cerámica y huesos en esta tierra sin piedras, depósito de sedimentos andinos de varios kilómetros de espesor decantados por milenios, testigos de antiguos lagos interiores. El mejor legado de los antepasados, las lomas de tierras negras de cultivos y carnes podridas, repletas de entierros, cántaros y vasijas quebradas. Muñecos y ruecas de arcilla, morteros, collares y flautas. Ni señales de casas… Lomas-pueblo y cementerio, lomas-isla, montañas levantadas a puño, rodeadas de fosas, conectadas por canales. Y Mojos después son Misiones. Tropas de curas venidos de Europa en busca de almas. Padres como showmans semidioses reduciendo infieles con brillantes y espejos. Burlando creencias, mitos, cultos y chamanes, e imponiendo credos, rosarios, sotanas, altares, trinidades y profesiones de fe. Levantando pueblos, trayendo ganado, vistiendo a los indios. Enseñando música, arquitectura, tallado, medicina, urbanismo. Padres paternalistas omnipotentes educando a sus desdichados hijos gentiles, torpes, tontos, incapaces, mentirosos, flojos, falsos y crueles, según su decir. ¿O tal vez no fue así? Quizás ingenuos curas manipulados por hábiles caciques que vieron en los Siervos del Señor el camino de la salvación, pero no la de otro mundo. Por las amenazas de tribus salvajes, soldados españoles y bandeirantes paulistas. O tal vez vieron en ellos el camino fácil al hierro y al ganado, curas proveedores de todo a cambio de la conversión. Falso sincretismo de disfraz, paganismo devoto. En fin, pueblos de Dios azotados por él con inundaciones, epidemias, mamelucos…, abandonados a menudo por sus hijos por la atracción irresistible del monte (y la libertad). Padres al fin expulsados por el Rey por la osadía de los Soldados de Jesús de querer crear un estado ihs en tierras del Imperio. Y con la salida de los hijos de Dios, la gran piñata-orgía de los Soldados del Monarca, católicos, apostólicos y romanos. Curas contrabandistas y mujeriegos creando harenes de indias como ramos de flores, expoliando

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la riqueza de los pueblos, negociando la producción de los indios. Ribera queriendo implantar un sistema capitalista eficiente en medio de las pampas, canjeando autosubsistencia por exportación. Y los indígenas diciendo que no, levantándose una y otra vez, apresando gobernadores, amenazando curas, lanzando gritos de libertad, guardándose empero del asesinato por el miedo a la represión. Sistema reduccional vigente hasta la llegada de campesinos y soldados venidos de Santa Cruz de la Sierra tomando tierras y esclavos, robando madera, goma, cascarilla y ganado en nombre de Dios y del Rey, y más tarde en nombre de Bolivia y de la noble, civilizada y castiza cruceñidad republicana, americana y libertaria. Creando imperios con el expolio del monte “conquistado”, levantando palacios de cristal francés y mármol de Carrara pagados con la sangre y el sudor de los “enganchados” con el engaño y la espada. Miserables mestizos e indios encadenados con el fierro y el alcohol, cunumis y cambas viviendo en el monte rodeados de tigres, duendes, pucararas y jichis, canjeando su libertad a cambio de una noche de orgías en los burdeles y cantinas del patrón. Nobles criollos perdidos por delirios de grandeza, derrochando sus fortunas en las calles, burdeles y tiendas de Londres y París. Y los trinitarios buscando la Loma Santa, un lugar sin blancos, donde volver a empezar. Y después de la orgía y la piñata, exprimida hasta la última gota de hule, gastado hasta el último centavo, criollos expoliadores, cruceños y turcos, sirios y europeos (españoles, croatas, alemanes…), asentados en los pueblos misioneros y convertidos en benianos prohombres, creando estancias con las vacas “de nadie” en pasturas “sin dueño” con vaqueros “invisibles”, hasta la Marcha por la Tierra y la Dignidad. Estancieros devorando pampas y montes, y Lomas Santas, y empujando a los mojeños a un vía crucis sin fin, siempre más adentro, a montes de yuras y tigres, chimanes y antas, hasta topar con campesinos quechuas y aymaras, predadores voraces de la selva con sus Volvos, cultivos de coca y pozas de maceración. Y después las madereras, funcionarios paceños vendiendo el Bosque de Chimanes desde la árida puna, “empresarios” extranjeros y criollos extrayendo mara con buldózers como cobre o estaño, para mantener en pie el parasitismo de Estado, comprando dirigentes, engordando senadores. Y después la Repsol abriendo líneas sísmicas con machete y dinamita. País extractivista sin fin, sorbiendo insaciable la dizque respetada Pachamama a cambio de ch’allarle un trago de singani o de chicha. Mojos hoy son las tco y las haciendas, las Chapequene Fiestas de los pueblos, las moperitas y mises, los rodeos de ganado, los tractores, las montaderas y los palos encebados. Son también las flotas plantadas en los caminos, las polvaredas de septiembre y las inundaciones de siempre. Son las máquinas levantando ciudades y terraplenes, excavando pozas y canales, como los antiguos mojeños hicieron a puño, aún no sabemos cómo. Son también los arqueólogos sacando cerámica y huesos de las lomas, los mochileros greñudos vendiendo collares en las plazas a colegialas sonrientes

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en minifalda, los Padres en las iglesias cada vez más vacías, los predicadores recorriendo las calles abrasadoras en sus inmaculados sacos, las oenegés recitando su propio credo ante indiferentes audiencias, y los políticos repartiendo promesas, empleos y engaños entre amenazas y apremios. Mojos es también su gente, tan diversa como su paisaje. Mojos son los mojeños, movimas, canichanas, cayubabas, baures, sirionós, tsimanes, itonamas, yuracarés, o lo que queda de ellos, en sus comunidades de pampa y de monte, con sus salones y sus arcos, en sus canoas y callapos, chaqueando y arreando carretones de bueyes con sus ruedas de palo, pero también los vaqueros mestizos con sus sombreros anchos de alas caídas, mascando coca mientras arrean ganado por los caminos del Beni, y los ganaderos charlando sosegadamente de política y chismeo en los corredores de sus casas, y sus retoños dando vueltas en las plazas, pavoneándose con sus cuatro-tracks último grito. Ah, y también son los collitas de los mercados, las cholas de pollera y los cholos en sus Volvos, ellas vendiendo helados, relojes, fajas, verduras, refrescos, coca; ellos acarreando madera, ganado, tejas, latas de sebo y de guaro, pollos congelados y manzanas podridas. Y claro, también son los macheteros, con su espléndido plumaje del alba y con sus bailes antaño de combate, reciclados por los jesuitas en adoradores de ¿Dios?, y los ciervos y toritos con sus bailes centenarios, y los angelitos asexuados, hombres en tipoy, alitas en la espalda y máscara en la frente, y los achus mofándose del vulgo y repartiendo chispas como chistes con sus temibles chasqueros, ancestros burlistas que bajo su máscara imponen tradición y orden en el pueblo; y el japutuqui, legendario caranegra, espíritu del monte, que con su chee-ji corretea a las muchachas en la selva. Mojos son sus cabildos, en las comunidades auténticos gobiernos del territorio, con sus corregidores semialcaldes, semijueces, peritos, consejeros. Cabildos de poder tradicional y real avasallados por el poder legal, burlados por el peso de la plata y del Estado. Subcentrales y centrales luchando en la arena legal por el poder, los recursos y la tierra, con dinero, asesores y objetivos made in Europa y La Paz. Dirigentes portavoces buscándose la vida en los pueblos y ciudades, trabados entre la política y el derecho, debatiéndose a diario entre la rectitud y la necesidad, cada vez más arriba y cada día más lejos de su gente. Y los políticos criollos de hoy y de siempre resistiendo el asalto a “sus” instituciones mediante influencias, mentiras, abusos y cheques, con consignas y panfletos made in Santa Cruz de la Sierra (o made in usa). Y también son los cabildos indigenales de los pueblos, auténticos guardianes de la cultura y la tradición. Ancianos que organizan y arman procesiones y fiestas, auténticos dueños de iglesias y santos, devotos de imágenes, incansables, ejércitos de hombres-hormiga que le dan vida al pueblo, que le cambian la faz en cada celebración, que guían al cura en la puesta en escena, que cargan las andas, que envuelven al Dios hombre en sus paños

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y custodian la platería reduccional de ladrones y obispos. Y también son las abadesas, más conservadoras aún, vigilantes del escándalo igual que de la tradición, más idiomistas, más firmes, trabajadoras sin fin, limpiando la iglesia, vistiendo a los santos, fabricando velas, tejiendo en telar, preparando la chicha (y peleando en sus chismes). Fiestas devotas que acaban, irremisiblemente, en soberanas borracheras. ¿Devoción a santos o a imágenes? ¿Fervor religioso o festivo? Rezos y rosarios como cantos rituales. Templos junto a bebederos. Judas con pinta de carayana para atraversarlo con flechas. Santos-imágenes. Jichis y espíritus (japutuqui, ichini, sol y luna, Juan y Juana Tacora) rodeando al Señor. Jesús hecho indígena, iglesias sin blancos excepto en el púlpito, como en el siglo xviii, curas revolucionarios defensores del indio, metidos en política y empresas, propietarios de barrios, ong, escuelas, institutos, edificios y estancias. Para crear el Reino de Dios en la Tierra. Juego centenario de equilibrios, intercambio de bienes y servicios, pactos de fe y de poder. Y Mojos son los jichis de lagunas y lomas, las sicurís, los caimanes, las antas, los tigres, los piyus caídos del cielo, los arco iris come tierra y creadores de lagunas, el sol y la luna que procrean estrellas en el eclipse. Mojos es todo esto y mucho más, y este libro mostrará algo de ello, como en retratos. No es un libro de texto, tampoco una historia novelada. Es como un álbum de fotos borrosas y gastadas del pasado, y también una colección de instantáneas del presente. Del viaje por unos Llanos que, siéndolo todo, no acaban de ser nada, que son mil cosas a la vez, cambiantes como las estaciones, difíciles de encasillar, imposibles de describir con plenitud, pero, sin lugar a dudas, absolutamente, indiscutiblemente únicos y extraordinarios. Y por ello, inolvidables.

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Agradecimientos

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ay obras cuyos autores están en deuda con las personas e instituciones que les han apoyado. La nuestra es mucho más que eso. Gran parte de ella no es más que un esqueleto relleno de las voces, los músculos y la carne del pueblo mojeño. Hablan sus habitantes, sus artistas, sus dirigentes, los hombres y mujeres anónimos que pueblan los montes, las pampas y los pueblos y ciudades. Hemos intentado que nuestro reconocimiento hacia todos ellos quede reflejado a continuación, aunque seguramente alguno quedará lamentablemente perdido entre los papeles archivados o en algún rincón de la computadora, pero nunca en la memoria. Ha habido, además, numerosos benefactores que nos han mostrado con gran generosidad el camino para descubrir otras voces, siendo ellos mismos voces, o a veces no. E instituciones que han hecho posible, con su apoyo económico, imprescindible, y con la confianza depositada en la ongd de hoyam-Mojos, la realización de este libro. Adán Bravo Mendoza (padre Tory). Loreto. Adolfo Yónima. Ex presidente del tim. San Ignacio de Moxos. Ajuntament de Barcelona-Barcelona Solidària. Albert Callejo. Barcelona. Alcaldía de San Ignacio de Moxos. Alcaldía de Trinidad. Alcides Parejas. Historiador. Santa Cruz de la Sierra. Alfonso Guasebe. Trinidacito. Ana María Ruiz. Constituyente por el mnr (Beni). Andoni Canela. Fotógrafo. Barcelona. Ángela Roca. San Pablo del Isiboro. Antonio Puerta. Gerente de la Escuela de Música de San Ignacio de Moxos. Antonio Soto Guatara. Secretario de Cultura de la cpib. San Pedro de Moxos. apac (Asociación Pro Arte y Cultura). Archivo-Biblioteca Arquidiocesanos. Sucre. Archivo de Indias. Sevilla. Archivo y Biblioteca Nacionales de Bolivia. Sucre. Arminda Vaca Vídez. Alcaldía municipal de Trinidad.

Arnaldo Lijerón. Profesor e intelectual beniano. Trinidad. Arturo Ricard. Antiguo propietario de barraca gomera, comerciante y buscador de oro. Guayaramerín. Asociación de Ganaderos de San Ignacio de Moxos. Asunta Parada. San Pablo del Isiboro. Avelino. Trinidacito. Belarmino Cascales. Loreto. Bismarck Torres Aramallo. Oficial mayor de la alcaldía de Cachuela Esperanza. Cabildo Indigenal de San Ignacio de Moxos. Cabildo Indigenal de Trinidad. Carlos Múgica. La Paz. Carlos Navia. ciddebeni. Trinidad. Carmelo Yuco. San Antonio del Imose. Carmen Monasterio. hoyam-Mojos. Trinidad. Carmiña García. San Ignacio de Moxos. Carola Barthelemy. Archivera. Trinidad. Casa de la Cultura del Beni. Trinidad. Cecilia Kenning. Celestino Nuni. Primer cacique del Gran Cabildo Indigenal de San Ignacio de Moxos. Cenobia Mendoza h.c. Hermanas de la Caridad de San Vicente de Paul. eparu. Trinidad. cepoim (Consejo Educativo del Pueblo Originario Indígena Mojeño). ciddebeni (Centro de Documentación e Investigación para el Desarrollo del Beni). Trinidad. cidob (Confederación de Pueblos Indígenas de Bolivia). cipca (Centro de Investigación y Promoción del Campesinado). San Ignacio de Moxos. Ciudad de Guayaramerín. Ciudad de Trinidad. Clark Erickson. Arqueólogo y antropólogo. Club de Madres de San Ignacio de Moxos. Comunidad de Ibiato. Comunidad de Mercedes del Apere. Comunidad de San Antonio del Imose. Comunidad de San José del Cabito. Comunidad de San Pedro de Moxos. Comunidad de Santa Rosa del Apere. Corina García. Archivo y Biblioteca Nacionales de Bolivia. Sucre. Coro Musical de San Ignacio de Moxos. Corpus Malale. Director del cepoim. cpem-b (Central de Pueblos Étnicos Mojeños del Beni). cpib (Central de Pueblos Indígenas del Beni).

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Crescencio Maldonado. San Pablo del Isiboro. Cristina López. Fotógrafa. Cruz Tamo. Secretario de Tierra y Territorio del tim. San Ignacio de Moxos. David Madueño. Barcelona. Deidy Perrogón Rodríguez. Artesana en cuero. San Ignacio de Moxos. Desiderio Cunai. Curandero. Manguito. Diego Cruz. Propietario de la loma Cachipere, cerca de Trinidad. Edgar Burgos. Escultor. Trinidad. Edson Angulo Alcón. hoyam-Mojos. San Ignacio de Moxos. Eduardo Cortez León. Eduardo Sánchez. Subcentral del tipnis. Trinidad. Eduvina Flores. San Pablo del Isiboro. Efrén Hinojosa Hieber. Empresario turístico, propietario de la loma Chuchini. Elisenda Pastó. ceam. Barcelona. Elva Espíndola Notu. Artesana. San Pedro de Moxos. Enric Jordà s.i. Ex párroco de San Ignacio de Moxos y teólogo. eparu (Equipo Pastoral Rural). Erasmo Yuyo. Presidente del timi. San Ignacio de Moxos. Erland. San Ignacio de Moxos. Ernesto Sánchez. cpem-b. Trinidad. Ernesto Sánchez. Pintor. Trinidad. Ernesto Suárez Sattori. Prefecto del departamento del Beni. Trinidad. Escuela de Música de San Ignacio de Moxos. Esteban Tamo. Presidente del tim. San Ignacio de Moxos. Eufronio Ramallo González. Motorista de Nicolás Suárez. Cachuela Esperanza-Guayaramerín. Eugenio Hilagachi. San Pedro de Moxos. Eugenio Semo. Maestro. San Pablo del Isiboro. Fanny Vilardebó. ceam. Barcelona. Fátima Zelada. cipca. San Ignacio de Moxos. Félix Melgar. Pintor. Trinidad. Francisca Lara Jiménez. Alcaldesa de Ibiato. Francisco Noe. Comunario. Santa Rosa del Apere. Franz Bejarano s.j. Parroquia de San Ignacio de Moxos. Geralda McCloskey h.c. Directora de eparu. Hermanas de la Caridad de San Vicente de Paul. Trinidad. Gery Dubracic. Propietario de La Cabaña Taj Majal. Trinidad. Gran Consejo Chimán. San Borja. Guillermo. Bibliotecario de la Casa de Cultura del Beni. Trinidad. Guillermo Calvo Ayauiri. Archivo-Biblioteca Arquidiocesanos. Sucre. Gustavo Rivero Céspedes. Historiador. Santa Cruz de la Sierra. Gustavo Sucubono. Maestro. San Antonio del Imose. Hermanas de la Caridad de San Vicente de Paul.

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Hernán Ávila Montaño. cejis. Santa Cruz de la Sierra. Hernán Eato Asunta. Profesor. Ibiato. Hilda Casilima. Cachuela Esperanza. Huáscar Gutiérrez. hoyam-Mojos. San Ignacio de Moxos. Hugo Nava Chicaba. Escultor. Trinidad. icc (Institut Cartogràfic de Catalunya). Ignacio Apace. Corregidor del Gran Cabildo Indigenal de San Ignacio de Moxos. Inés Romero. ceam. Barcelona. Inocente Noe. Comunario. Santa Rosa del Apere. Ismael Guzmán. cipca. San Ignacio de Moxos. Javier Aguilera Vaca. Javier Kenott. hoyam. San Ignacio de Moxos. Jesús Dávalos. Responsable prefectural y estudioso del Beni. Trinidad. Joanita Campos h.c. Hermanas de la Caridad de San Vicente de Paul. Eparu. Trinidad. Joaquín Salvadó s.j. Párroco de San Ignacio de Moxos. Jordi Pascual. Biólogo y director de hoyam-Mojos. San Ignacio de Moxos. Jorge Cayami Chapi. Machetero. San Ignacio de Moxos. Jorge Noza. Curtidor. San Ignacio de Moxos. Jorge Suárez. Ganadero. San Ignacio de Moxos. Jorge Villalpando s.j. Párroco de San Ignacio de Moxos. José Luis Asencio. Trinidad. José Luis Maese. Alcaldía de Trinidad. José Mamani León. hoyam-Mojos. San Ignacio de Moxos. José Nuni. Curandero. Santa Rosa del Apere. Josep Barba. Sociólogo y presidente de ceam. Barcelona. Juan Abularach. Presidente de la Asociación de Ganaderos de San Ignacio de Moxos. Juan Tube. Parroquia de San Ignacio de Moxos. Julio Ribera. Director de la Pastoral Indígena, sociólogo y autor de diversas publicaciones sobre los yuracaré. Trinidad. Justa Suárez. Casa de la Cultura. Trinidad. Karen. Trinidad. kava. Alemania. Kenneth Lee †. Leonor Ferrufino. Archivo y Biblioteca Nacionales de Bolivia. Sucre. Leonor Zabala Churuca. San Pedro de Moxos. Lorenza Yaca Cayuba. Líder indígena. San Ignacio de Moxos. Lotta Riemer. Barcelona. Lucio Iván Matareco. San Ignacio de Moxos. Luis Barrios Claure. hoyam-Mojos. San Ignacio de Moxos. Luis Rivero Parada. Historiador. San Ignacio de Moxos. Luis Sánchez Zelada. Gran Consejo Chimán. San Borja.

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Maitane García. San Ignacio de Moxos. Manuel Eguiguren. Obispo auxiliar del Beni. Trinidad. Marcela Inch Calvimonte. Biblioteca y Archivo Nacionales de Bolivia. Sucre. Marcial Fabricano Noe. Líder indigenal. Trinidad. Marcial Jare. Maestro de capilla. San Ignacio de Moxos. Marcos Recolons s.j. María Luisa Leigue. Maestra. San Pablo del Isiboro. María René Malale. Maestra. Mercedes del Apere. Mariano Gómez Barthelemy. Almirante de la Fuerza Naval y candidato a constituyente por el Beni. Trinidad-Loreto. Mariano Matene Maija. Profesor y lingüista mojeño. San Ignacio de Moxos. Mario González. abc. Trinidad. Mario Villca †. Maritza García h.c. Hermanas de la Caridad de San Vicente de Paul. eparu. Trinidad. Marta Xicota. Barcelona. Máximo Flores. San Pedro del Isiboro. Mercedes Deromedis. Prefectura del Beni. Trinidad. Mercedes Muiba Vargas. San Antonio del Imose. Miguel Peña. Constituyente por el mas. cpem-b. Miguel Uche. Luthier. San Ignacio de Moxos. Moisés Shriqui Vejarano. General y alcalde de Trinidad. Nataniel Jacinto Ortiz. Profesor. Ibiato. Nemesio Guaji. Violinista. San Antonio del Imose. Olber Vaca. cipca. San Ignacio de Moxos. Olga Nuni Yaca. Indígena mojeño-ignaciana. hoyam-Mojos. San Ignacio de Moxos. Óscar Hurtado. Trinidad. Óscar Hurtado. Archivo y Biblioteca Nacionales de Bolivia. Sucre. Pablo Espíndola Notu. San Pedro de Moxos. Palmiro Soria. Representante presidencial en el Beni. Paola Ríos Ahenke. Parroquia de San Ignacio de Moxos. Pastor Iba. tipnis. Pastoral Indígena. Trinidad. Pedro Nuni. Vicepresidente de la cidob. Piotr Nawrot s.v.d. Musicólogo. San Ignacio de Moxos-La Paz. Prefectura del Beni. Pueblo de Cachuela Esperanza. Pueblo de Loreto. Pueblo de San Ignacio de Moxos. Pueblo de San Pedro de Moxos. Raquel Maldonado. Directora de la Escuela de Música de San Ignacio de Moxos.

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Raúl Sánchez. Pintor. Trinidad. Ricardo Bottega. Estudioso de las estructuras prehispánicas de Mojos. Trinidad. Robin Cuéllar. San Ignacio de Moxos. Rodolfo Pinto Parada. Ingeniero y estudioso de la historia de Mojos. Trinidad. Rosa Mano Llave. Comunaria. Ibiato. Rosario Cunavi. Dirigente indígena del timi. Secretario general de la Prefectura del Beni. Selvia Salvatierra. Trinidad. Sixto Roca. Dibujante y pintor. Trinidad. Soledad González. Ex coordinadora de ceam en Bolivia. Subcentral de Cabildos Indigenales del tim (Territorio Indígena Multiétnico). Subcentral de Cabildos Indigenales del timi (Territorio Indígena MojeñoIgnaciano). Subcentral de Mujeres Indígenas de San Ignacio de Moxos. Subcentral del Territorio Indígena Parque Nacional Isiboro Sécure (tipnis). Tania Melgar. ciddebeni. Teniente Quino. Fuerza Naval. San Ignacio de Moxos. Umberto Lombardo. Ex director de hoyam-Mojos. San Ignacio de MoxosBarcelona. Vicariato Apostólico del Beni. Trinidad. Vicente Noe. Comunario. Vicente Yubánure. Violinista. Trinidacito. Víctor Eamara. Secretario de Tierra y Territorio de la cpib. Trinidad. Walther Rocha Carvallo. Ex alcalde de Cachuela Esperanza. Wilman Pache. Maestro chimán. San Ignacio de Moxos. Zulema Lehm. Socióloga experta en el tema indígena. Trinidad. Y a todo el pueblo beniano, disperso por las pampas mojeñas en ciudades, pueblos y comunidades, a quien dedicamos este libro.

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Paisajes de Mojos Silvia Ten Ferrer

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En las fronteras del mito (… y del bosque) El Gran Paitití, Tierra Rica, Candiré o Gran Moxo, nombres que recibió uno de los “Dorados” menos conocidos pero más buscados: los Llanos de Mojos. Legendarios e impenetrables, Pedro de Candía logra llegar a sus límites en el siglo xvi1. Tras él, algunos exploradores se internarán en Mojos, pero la “tierra infestada de pantanos, mosquitos y… indios salvajes”2 que describen no les permite alcanzar ese Dorado que ambicionan. Es Mojos en pocas voces: unas pampas pantanosas, unas aguas cenagosas. Unos padres vice-dioses, unos caimanes feroces, dos telares de algodón, tal cual caballo rabón, una maligna terciana, unas indias con sotana, y unos indios sin calzón. Es una región sin trigo, es un perenne hormiguero, es un terrible tigrero, el Sur cruel enemigo, es la muerte, poco digo, es un infierno a los ojos, es murciélago con piojos, y si bien lo he de decir, cuanto mal puede venir, es definición de Mojos.3

Habrá que esperar otros dos siglos para que comience una búsqueda diferente, la científica, encabezada por los naturalistas Haenke (siglo xviii) y D’Orbigny (siglo xix). Sus descripciones mostrarán otra región: El Beni maravilloso, verde, que se lanza hacia allá con fuerza torrencial. (…) A la derecha se levantaba el monte, que se espesaba en árboles imponentes, formaba un muro macizo de verdor y ramaje, de lianas que colgaban hasta el agua, de raíces enmadejadas del grosor del brazo, nudosas, que se hundían en el agua. Detrás de la pared, lo desconocido, lo inexplorado, el misterio seductor, el espacio libre de la fantasía.4

“El país de los tres ríos”, el Beni, el Guaporé y el Mamoré5, que atraviesan “una colección de Llanos sobre los cuales, aquí y allí, pueden observarse bosques aislados, ocupando las partes más altas, donde las aguas de la inundación anual no llegan”6. Una vez despejado el camino, se irán sucediendo nuevos trabajos de investigación, que aportarán información sobre esta singular región

todavía poco estudiada, en la que las búsquedas del Reino de Enín aún perviven. Los Andes al oeste y el Escudo Brasileño al este delimitan, junto con los menos marcados límites norte (bosque amazónico de Pando) y sur (región chaqueña), los históricos Llanos de Mojos. Una llanura casi perfecta de pampas y humedales que abarca ciento veinte mil kilómetros cuadrados de la parte central y sur del Beni7. Aunque los Llanos conforman, junto con las del Pantanal, las sabanas inundables de Bolivia8, esta región presenta unas características físicas, culturales y biogeográficas9;10 únicas que la diferencian del paisaje de sabanas que se extiende más allá del río Beni, ya en el departamento de La Paz, y sigue hacia el norte hasta Perú, donde se encuentran las Pampas de Heath. Pero ¿qué hizo inaccesible a los exploradores estos llanos sin laderas escarpadas ni grandes selvas húmedas? ¿Por qué encontraron un paisaje dorado, y no verde, en la región amazónica, zona de bosques tropicales?

Aparente monotonía Una llanura cubierta de enormes pastizales situada por debajo de los doscientos metros sobre el nivel del mar: una rápida descripción para los Llanos de Mojos que podría evocar un paisaje uniforme y estático. Sin embargo, numerosas lagunas de variadas formas según su origen –regulares, irregulares o parecidas a herraduras, que a veces se confunden con pantanos, bajíos y yomomos– destacan en un espacio atravesado por múltiples arroyos, canales de drenaje y ríos meandriformes, lineales o con islas en su interior, de aguas blancas, negras o cristalinas. Ríos que anualmente favorecen la inundación de grandes extensiones de estos llanos, conectando los cuerpos de agua y transformando radicalmente el paisaje. Ni siquiera el área de pampas constituye un continuo. Un mosaico de sabanas diferenciadas en su aspecto y composición comparten las zonas temporalmente libres de agua con bosques que asemejan islas y otros que ocupan las riberas de los ríos. Nos encontramos ante una llanura de inundación de la que el agua forma parte inseparable y en la que los ciclos anuales climáticos rigen su funcionamiento. Un “paisaje cambiante”11 con múltiples variaciones en el espacio y en el tiempo. Unos Llanos de Mojos complejos, heterogéneos y dinámicos, que constituyen el tercer mayor complejo de sabanas de Sudamérica12 y forman parte de la gran llanura central, inundada más de cuatro meses al año, que caracteriza la Amazonía boliviana. Para esta variedad de ecosistemas, la región donde se enclavan los Llanos de Mojos ha mantenido un mosaico ambiental que ha variado en extensión y localización, pero que ha permanecido disponible en continuidad. La escasa red caminera y la baja población de esta llanura han facilitado que mantenga todavía gran parte de sus características naturales.

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Formas de superficie “Las pequeñas prominencias que normalmente separan cursos de agua son completamente extrañas a la región.”13 Eminentemente plana, “alturas”, “semialturas” y “bajuras” son los términos que localmente describen las pequeñas variaciones de relieve en Mojos, cuyo desnivel medio es de seis centímetros por kilómetro14. Orillas elevadas de sistemas fluviales abandonados, algunas islas de bosque y construcciones artificiales de épocas pasadas que nunca se inundan, o sólo en años de inundaciones extremas, conforman las “alturas”. Las “semialturas”, algo más bajas, quedan cubiertas por las aguas de dos a tres meses al año. En cambio, las depresiones extensas de poca profundidad, anegadas durante gran parte del año, constituyen las “bajuras” o “bajíos”15. Entre ellas, una amplia gama de posibles matices. Casi única responsable de la enorme variabilidad de los Llanos de Mojos, la relación de agua y tierra determina la organización de la vida en la llanura, y las pequeñas variaciones en el relieve condicionan la distribución de sus formaciones vegetales. La comprensión del origen de estas formas de superficie y de la propia llanura de inundación es un camino de descubrimientos no concluido.

Tierra, agua y… fuego Una intensa dinámica fluvial –caracterizada por el frecuente desplazamiento del curso de ríos y arroyos–, los procesos de sedimentación y erosión y unos grandes cambios climáticos son parte de los factores que contribuyeron a generar las formas de superficie de la llanura de inundación beniana. Una historia hidrológica y geológica matizada por la presencia continua de fuegos estacionales, naturales o de origen humano, más modeladores de ciertas comunidades vegetales que de su propio origen. Historia geológica El emplazamiento de los grandes cratones (Escudo Precámbrico y Guaranense) y el relleno de la cuenca intracratónica que formó la extensa cubierta aluvial de la llanura amazónica son dos de los acontecimientos continentales más importantes que dieron lugar al panorama geomorfológico de toda la región. En la llanura de inundación, “los movimientos de las placas tectónicas y las múltiples fases de progresión y regresión marinas en la zona de los Andes, asociadas a las grandes épocas climatológicas de la historia del planeta”16, forman parte de su historia, aún no completamente descifrada. Desde final del Terciario hasta el Cuaternario, la llanura acumula sedimentos aluviales arrastrados de los Andes, sedimentación acentuada

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por la formación de grandes lagos en la región subandina17. Se cree que uno de éstos, el antiguo lago Mojos o Beni, fue responsable de la formación de la actual llanura del Beni hace unos diez mil años, cuando se vació a la Amazonía por el desarrollo del río Madeira. Esto explicaría la capa de sedimentos que cubre estos llanos, una capa que es fina al noreste y este –aflorando cachuelas18 del Escudo Precámbrico en los cursos inferiores de los ríos Beni y Mamoré– y se hace más profunda conforme se acerca a los Andes. Si así fuera, las “sabanas del Beni se podrían interpretar como fondos de lagos que existían dentro de un ‘complejo de deltas’ ”19. Un espacio enmarcado entre dos escudos que formó, en otros tiempos geológicos, una sola unidad. Con posterioridad, los empujes tectónicos la rompieron y deformaron. La parte ocupada hoy por la llanura se hundió ligeramente, ganando profundidad hacia el interior, hacia los Andes. Esta superficie hundida no sería una plataforma perfecta, y como el hundimiento general no fue muy profundo, la topografía irregular preexistente debió dar lugar a los pequeños relieves que hoy observamos en la llanura. Alternancias La llanura así conformada, al igual que el resto de la llanura amazónica, presenta un clima tropical, no sólo por su situación latitudinal entre ambos trópicos, sino también por el marcado aumento de las precipitaciones en la época más cálida del año, el verano austral. Mientras que del sesenta al ochenta por ciento de las lluvias se producen entre diciembre y marzo, y los niveles de agua más altos se alcanzan entre enero y marzo, de julio a agosto prácticamente deja de llover y las aguas bajan. Esta marcada estacionalidad o sucesión de estaciones secas y húmedas, de aguas bajas y altas, en una llanura con microrrelieves tiene importantes implicaciones ecológicas. El patrón meteorológico de distribución de las lluvias depende en gran medida del movimiento de las masas de aire. Durante el verano, los vientos proceden generalmente del noreste, vientos cálidos de origen atlántico que traen las lluvias de la época húmeda. Las espesas nubes que se forman durante esta trayectoria son desviadas o bloqueadas por los relieves andinos y dan lugar a las intensas lluvias de los Andes y la llanura, y a los vientos dominantes norteños del Oriente boliviano. Durante el invierno, los vientos del norte son menos intensos y, a veces, son superados por vientos polares procedentes del sur del continente y canalizados por los Andes. Estos vientos fríos y habitualmente secos generan los “surazos”, fenómenos caracterizados por su corta duración, una brusca disminución de la temperatura y una intensa nubosidad. Su origen: las interacciones entre los anticiclones del Pacífico sur y del Atlántico sur, que promueven

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la formación de movimientos de masas de aire frío desde el sur del continente hacia el norte, desplazando el aire húmedo tropical. El ingreso de los vientos del sur es más pronunciado en la llanura aluvial, donde no existen barreras físicas. La temperatura puede cambiar de un día a otro unos diez o quince grados centígrados20. Intensidad anual de lluvias, vientos y temperatura también influenciados por los fenómenos de El Niño y de La Niña. Cicatrices de agua Una red hidrográfica de grandes ríos y numerosos arroyos atraviesa los Llanos de Mojos. Los primeros se originan a partir de las corrientes de agua formadas por las precipitaciones caídas sobre los Andes y el Escudo Brasileño, mientras que los segundos drenan las lluvias locales que caen sobre la llanura. En el caso de los Andes, de esas corrientes de agua proceden los ríos Beni, drenando el oeste de la cordillera, y Mamoré, fluyendo centralmente a partir de los cursos de agua del resto de los Andes. El río Iténez, que con el nombre de Guaporé nace al este de Brasil, en el Escudo Precámbrico, constituye el tercer gran sistema fluvial de los Llanos de Mojos. Llanos que desaguan al norte, en el río Madeira, mayor tributario al suroeste del Amazonas, por el que alcanzan el océano Atlántico. Sólo el sistema fluvial Beni-Mamoré, una de las redes de agua más extensas de la cuenca amazónica, aporta al río Amazonas cerca del diez por ciento de su caudal. Las características geológicas del espacio que atraviesan, junto con las condiciones climatológicas de la llanura, originan importantes diferencias en la forma de estos ríos y determinan las propiedades físico-químicas de sus aguas21. Los ríos que transportan aguas andinas son sumamente dinámicos. Huellas de eventos de abandono de canales y migraciones laterales de sus cauces meandriformes marcan el paisaje. El desnivel extremadamente suave de la llanura favorece el proceso, permitiendo que los ríos divaguen por la planicie. Así, por ejemplo, el río Mamoré, durante parte de su recorrido en las cercanías de Trinidad, llega a presentar una pendiente negativa22. Se conforma así una red hidrológica antigua (abandonada o en proceso de envejecimiento) diferenciada, por su forma y sus propiedades, de la red activa. Cinturones de bosques de galería y meandros abandonados permiten una primera diferenciación entre ellas. Las aguas de estos “ríos sin cauce” son turbias, cargadas de materia en suspensión y nutrientes procedentes de la erosión de los Andes. Ríos de aguas blancas cuando su carga de sedimentos es máxima, pardas cuando aumenta el caudal y oscuras cuando el nivel es máximo y la carga en suspensión mínima23. Unos cursos de agua que contrastan con el río Iténez, de cauce menos sinuoso y de aguas claras, libres de sedimentos, al atravesar rocas cristalinas menos susceptibles a la erosión; y con los arroyos que drenan la llanura, cargados de ácidos húmicos.

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Agua que no fluye Además de los medios acuáticos que fluyen, o “lóticos”, la llanura de inundación presenta muchos y muy variados cuerpos de agua sin corriente, o “lénticos”. Temporales o permanentes, con el espejo de agua libre o colonizado por diferentes tipos de vegetación, de numerosas formas y diversos tamaños: una completa sucesión de lagunas de múltiples condiciones ambientales. Lagunas de herradura por su aspecto o fluviales por su procedencia: cerca e íntimamente relacionadas con los cursos de agua principales, corresponden a antiguos cauces abandonados o meandros recortados. En contraste con ellas, destacan en la llanura cientos de lagos orientados en dirección noreste-suroeste; lagos de diversas extensiones con una serie de características comunes que han hecho especular sobre su origen. Una orientación predominante que no coincide con la noroeste-sureste de los lineamientos del Escudo Brasileño, formas cuadrangulares de bordes regulares, poca profundidad (con un metro o metro y medio como promedio) y fondos planos. Denominadas lagunas de sabana por su localización, o tectónicas por su origen, sus características llevaron a suponer que en su formación no sólo intervinieron causas geológicas, sino también humanas. También se mencionan los vientos dominantes en la llanura, coincidentes con su orientación, como posibles partícipes en la conformación de su particular morfología, un desgaste por oleaje que explicaría sus fondos planos y bordes regulares orientados. En cualquier caso, la presencia de estos lagos en Mojos es única en el trópico de Sudamérica, tan sólo compartida con el Escudo Brasileño. Aunque no todas las lagunas de sabana siguen este patrón, algunas, como el lago Rogaguado (530 km2), presentan bordes completamente irregulares. Lagunas fluviales, tectónicas y… lagunas de depresión: lagunas, lagunetas, pozas…, toda una gradación de cuerpos de agua, originados por variaciones en la acumulación de sedimentos en el bosque de galería24, completan estas aguas que no fluyen pero que, al igual que las de los ríos, no son estáticas. Sometidas a la dinámica y características estacionales que rigen la llanura de inundación, presentan importantes variaciones anuales, en especial aquellas anexadas a los cauces principales, evolucionando constantemente en relación con el nivel del agua. Su subida produce la inundación de grandes áreas, interrelacionando muchos de estos cuerpos de agua. En el lento desagüe, una parte del agua “queda estancada en depresiones, una amplia superficie de aguas poco profundas que evoluciona en el tiempo, hasta desecarse completamente”25 en espera de la siguiente época de lluvias. Inundaciones, dinámica fluvial y hábitats acuáticos26 Fisiografía, clima y agua, bloques que se ensamblan en la llanura de inundación iniciando la construcción de los ecosistemas.

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Las inundaciones anuales son parte del ciclo natural anual de la región, marcan la ecología de la llanura y afectan a casi todos los aspectos del paisaje físico y cultural: drenaje, suelos, vegetación, vida silvestre, uso de la tierra y comunicación27. “Es tan jeneral [sic] la inundación en la estación de lluvias, que para transportarse de un pueblo a otro son necesarias canoas.”28 Un régimen muy irregular sujeto a frecuentes, cortas y bruscas crecidas. Una llanura ni terrestre ni acuática29. La altura de la inundación, su extensión y duración son de difícil generalización debido a la gran variabilidad entre un año y otro. Como observó el padre Marbán en el siglo xvii: “Cuando el río se entra en los pueblos, que no es todos los años, levantan las hamacas mucho más de lo ordinario y en ellas duermen”30. Normalmente, las grandes inundaciones de algunos años las provocan extensos rebalses de los ríos principales, mientras que las inundaciones menores son el resultado del rebalse de los afluentes y de la acumulación de agua de lluvia en lugares de drenaje defectuoso. Cada año, ambos procesos, exógeno y endógeno, permiten interpretar el fenómeno de inundación en los Llanos de Mojos. Proceso exógeno, porque la crecida del nivel de agua se produce por eventos que acontecen lejos de ella, en los Andes. Las lluvias en esta serranía y su piedemonte originan un aumento del caudal en los cursos de agua que la drenan, parte de los cuales dan origen a los ríos Mamoré y Beni. Aguas cargadas de sedimentos andinos que proceden de la erosión de las montañas llegan hasta la llanura, difundiéndose en el sistema de lagunas y afluentes del río y sobre la propia llanura. Una inundación de origen externo que llega “con retraso”, ya que los niveles máximos de los ríos en la llanura se producen uno o dos meses después de las precipitaciones más intensas en los Andes. Pero también llueve sobre Mojos, una lluvia que provoca saturación por agua, desbordamientos e inundaciones de hasta dos metros: es el proceso endógeno. Ambos procesos afectan al ciclo hidrológico de los Llanos, y pueden desarrollarse simultáneamente o no: todo dependerá de la intensidad de las lluvias en ambos lugares. Añadamos dos piezas más a nuestro ensamblaje –cinética hidráulica y sedimentación– y veamos cómo influyen en la conformación del paisaje de Mojos. Lázaro de Ribera se refería al río Chapari, en el que naufragó el 14 de julio de 1786, del siguiente modo: “Este río que baja de la cordillera de Yuracarés y se junta con el Mamoré, corre con mucha velocidad y arrastra muchos y corpulentos árboles, que hacen su navegación muy difícil y peligrosa”31. Durante su recorrido desde la cordillera andina, la velocidad de las aguas de los ríos que allí nacen se va reduciendo y los elementos en suspensión van aumentando. En este avance, las aguas erosionan la orilla cóncava del curso del río, la interna del meandro, produciéndose en su parte externa la mayor sedimentación, origen de las playas observables en la época seca. En cada crecida el proceso se repite, y el río va “migrando” lateralmente al aumentar la convexidad de la parte externa. La cinética hidráulica se convierte en el

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principal motor de la dinámica de los ríos, y los principales cambios que produce son la erosión y la sedimentación, que modifican su trazado. Estas divagaciones naturales anuales, que afectan en mayor medida al río Mamoré que al Beni, ocasionan numerosos cortes de meandros, profundas lagunas fluviales en forma de herradura. Múltiples lechos acuáticos que bordean el curso principal y presentan una notable diversidad de hábitats. En cuanto a la segunda pieza, los sedimentos arrastrados desde los Andes, son igualmente depositados sobre la llanura durante la inundación, formando una capa de consistencia débil. La acción estacional del agua sobre ellos crea “una serie de microvariaciones de relieve (barranco, laguna, canales de drenaje y playa de sedimentación entre otros). Se genera así la base para el desarrollo de la diversidad biológica vegetal y animal”32. El resultado, una llanura palpitante. Pulsos de inundación anuales de varios meses de duración que trazan sus ecosistemas, modelan su geomorfología33, regulan la vida de plantas y animales y, también, ejercen control sobre la ocupación y uso de la tierra. Como anotara D’Orbigny: (…) en la estación lluviosa la mayor parte de las aguas de la provincia de Chiquitos, del centro de Bolivia y de la vertiente oriental de la cordillera oriental descienden a la vez, con más o menos fuerza, hasta el fondo de la hoya formada por la provincia de Moxos en donde, no encontrando fácil salida, se desparraman por la llanura y causan las inundaciones periódicas de las que muy pocos puntos están libres. De donde resulta que en esta estación se puede recorrer en piragua toda la provincia, pasando a través de las líneas divisorias de las aguas que separan a los ríos. Sin embargo, si en la estación de las lluvias sólo quedan pequeñas partes aisladas, al abrigo de las inundaciones periódicas y permitiendo la cría de ganados o los cultivos agrícolas, en la estación seca todo cambia de aspecto; los ríos vuelven a entrar en sus lechos, praderas magníficas reemplazan a los pantanos y entonces la provincia ofrece por doquier un suelo virgen para la agricultura.34

Cambios cíclicos en “la llanura de inundación que se convierte en un sistema altamente dinámico con una vegetación heterogénea y cambiante, controlada por la dinámica hidrológica del río. Un mosaico de hábitats estructurado en el espacio y en el tiempo, que otorga a los organismos el marco de su desarrollo”35. Un apunte: al contrario de lo que en el siglo xix se publicara (“Las inundaciones, y las aguas turvias y salobres, hacen el pais enfermiso, y que fuera de los males endémicos, haya otros epidémicos que causan mortandades espantosas, y hacen que la población sea retrógrada, o al menos estacionaria”)36, los nutrientes de la llanura, y del resto de la cuenca amazónica, provienen únicamente de la erosión de los sedimentos en los Andes. Para hacernos una idea de los volúmenes arrastrados, se ha estimado, para un tramo de unos ciento setenta y cuatro kilómetros del río Mamoré, un volumen de sedimentos depositados anualmente de ciento cincuenta millones de toneladas37. Las inundaciones son un factor clave, y la base de la diversidad de la productividad biológica de la llanura de inundación38.

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El problema del fuego o de la sabana Como ya debatieran geógrafos y ecólogos durante largo tiempo, queda por descifrar la existencia de sabanas en los trópicos húmedos, donde tradicionalmente se consideró que los bosques debían constituir la vegetación “normal” o zonal39. Por este motivo le dedicamos un espacio al fuego, componente que también hace su aparición anual en la llanura. Quizá más determinante de algunas características de la vegetación que de la propia génesis del paisaje de Mojos, en la que se interrelacionan múltiples factores pasados y recientes, el fuego fue y sigue siendo considerado por algunos autores como responsable del proceso de sabanización. Cada año, durante la época seca, casi todas las áreas de sabanas y gran parte de las semialturas de estos llanos sufren quemas como parte del manejo ganadero. Esta práctica, introducida por los misioneros, tiene como objetivo principal proporcionar pastos tiernos, constituyéndose además en la principal “herramienta” de desbosque. Aunque en muchos ecosistemas de sabanas, y también de bosques, el fuego representa un factor ecológico natural, su frecuencia e intensidad se ha visto fuertemente incrementada por la intervención humana. Ahora bien, la existencia de la sabana, y de los fuegos periódicos, podría ser más antigua. Estudios de polen parecen indicar la presencia de sabanas antes de que llegaran los primeros humanos40. A esto se une que, si bien las sabanas en general presentan una menor biodiversidad que los bosques húmedos, en las sabanas tropicales la riqueza de especies de plantas es mayor que en cualquier ecosistema de sabanas del planeta. Tanto por el número de especies herbáceas como por el de leñosas, estas sabanas ocupan un primer lugar. Una gran biodiversidad que sugiere una evolución durante varios milenios antes de la llegada de los humanos, y unas sabanas tan únicas e inherentes a los neotrópicos como los bosques húmedos41. Sin olvidar la presencia de numerosas adaptaciones en las plantas en respuesta al fuego, que deben de haberse desarrollado a lo largo de diez mil años o más. Podemos decir que las sabanas arbustivas son pirofíticas: se observa no sólo una tolerancia al fuego, sino en ocasiones una dependencia de éste42;43. Algunos comportamientos reproductivos de las plantas parecen estar adaptados a los cambios físicos y químicos inducidos por el fuego. La mayoría de las especies leñosas en áreas sometidas a quemas estacionales tienen cortezas gruesas y suberosas y forma sinuosa, normalmente atribuida a su patrón de quema y crecimiento periódico, protectores en las yemas apicales y otras muchas adaptaciones. Es cierto que, junto a estas adaptaciones, los efectos del fuego han tenido y tienen influencia en el paisaje que hoy observamos. Efectos que se incrementan al menos desde los primeros asentamientos humanos, hasta convertirse incluso en una amenaza a partir del desarrollo del manejo ganadero extensivo en la llanura, pero que no explican la presencia de sabanas en los Llanos de Mojos. “Impacto humano no equivale a origen antropogénico.”44

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Seguimos sin responder a por qué los primeros exploradores encontraron un paisaje dorado y no verde en la región amazónica, zona de selvas y bosques tropicales. Los cambios latitudinales no permiten una explicación convincente, si consideramos la presencia de bosques húmedos a igual latitud. Si bien el fuego puede reducir la presencia arbórea en sabanas, al contrario de lo que se pensó, ni es necesario para el mantenimiento de todos los tipos de sabana ni está siempre relacionado con los orígenes de ésta. Repasemos el resto de factores que, de manera independiente, fueron propuestos como responsables del origen de las sabanas45. ¿El clima, ya que se reconoce que una marcada estacionalidad en las precipitaciones favorece el predominio de vegetación no forestada? Puesto que amplias formaciones de bosques tropicales deciduos se desarrollan en las mismas áreas climáticas, ni la cantidad de agua que cae ni su distribución temporal parecen determinar la vegetación. El motivo, básicamente, es que además del clima regional, la cantidad de agua que las plantas tengan disponible en un área determinada dependerá de las características del sustrato y de su posición topográfica. ¿El suelo, dado que en la sabana presenta normalmente toxicidad por aluminio y una baja disponibilidad de nutrientes? Podríamos suponer que éstos son los factores que han favorecido el desarrollo de sabanas frente a bosques. Pero, también, que los mejores suelos observados en las áreas boscosas de sabana son producto de los propios árboles, o que la variabilidad espacial de los suelos se debe a la vegetación46. En cualquier caso, en los paisajes amazónicos lo habitual son los suelos pobres, y más que determinantes del desarrollo de sabanas o bosques, parecen tener un importante papel en la composición de especies. De hecho, se observa el desarrollo de bosques cuyas especies presentan estrategias adaptativas a estas condiciones del suelo. Cuando los nutrientes aumentan, estas especies son desplazadas. Un ejemplo común en las pampas del Beni es el chaaco, árbol presente en sabanas de suelos pobres, pero ausente en áreas ricas. ¿El grado de inundación, directamente relacionado con el clima, los suelos y la topografía, factores indudablemente importantes en la distribución de bosques y sabanas? Sabemos que no produce el mismo efecto si las abundantes lluvias caen sobre sustratos arenosos o bien arcillosos. Tampoco si lo hacen sobre zonas elevadas o en depresiones. Sin embargo, a diferencia de lo que pudiera parecer, tampoco la presencia de estas áreas inundadas es en sí misma un factor determinante de la existencia de sabanas. Así, se localizan varios tipos de bosques inundados en la llanura de inundación, pudiendo llegar el nivel de agua hasta los diez metros durante más de seis meses. Esta correlación entre áreas sujetas a inundación y sabana ya fue observada en 1845 por Alcide d’Orbigny, quien comenta que la vegetación de Mojos es menos variada que en otras regiones debido a la extensión de bañados estacionalmente inundados dominados por gramíneas, y describe

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una vegetación dependiente de la topografía y el grado de inundación47. Observación reforzada por el agrónomo Otto Braun en 1961, que rechazó el fuego como primer agente responsable de la existencia de las sabanas de Mojos y propuso el pobre drenaje en los suelos arcillosos como principal factor causal. Algunos autores siguieron esta línea, concluyendo que la topografía es el principal determinante de los patrones del suelo y la vegetación en las sabanas de la Amazonía boliviana; otros mantuvieron que el factor esencial era el fuego, y muchos sus dudas. Pero todavía quedan por analizar dos factores: el contenido en oxígeno y la temperatura de las aguas de inundación. Las aguas frescas bien oxigenadas son mucho más favorables al desarrollo de la vegetación que las aguas más calientes y poco oxigenadas. Estas últimas son típicas de las áreas de sabanas inundadas estacionalmente, mientras que las primeras lo son de bosques inundados. Llegados a este punto, parece claro que este “problema ecológico fundamental”48, el origen y mantenimiento de los paisajes de sabana, no puede ser explicado a través de un único factor. Es necesaria una aproximación holística, eso que algunos autores han denominado “el equilibrio existente en los componentes del sistema”49. La ocurrencia o no de inundaciones y su duración, relacionadas con los factores topoclimáticos. El fuego, que unido a la disponibilidad o exceso de agua, afectaría a la composición y estructura vegetal, determinando diferentes comunidades de sabana y afectando al predominio de comunidades leñosas sobre herbáceas. El resultado de una compleja interacción entre numerosos factores a lo largo de miles de años que han conformado los paisajes de los actuales Llanos de Mojos, una relación dinámica entre bosques y sabanas. Y entonces sí: “si la vegetación no se adecua a los determinantes de la topografía/régimen de agua, pueden sugerirse causas antropogénicas”50.

Biodiversidad en los Llanos de Mojos Infierno verde, pero también cornucopia de la vida: esto era Moxos (…). Por sus planicies pacían manadas de vacas y caballos salvajes; en sus selvas crecían maderas preciosas, crecían materias primas, valiosas para la industria y la medicina; proliferaba, se criaba y se multiplicaba una enorme flora, una fauna de mil especies. (…) región intacta, apenas investigada (…)51

Una biodiversidad única se ensambla mediante la creación de ecosistemas52 en los Llanos de Mojos. Única porque esta llanura recibe la influencia de tres regiones biogeográficas –la Amazónica, el Chaco y el Cerrado-Pantanal–, cuyas especies características coexisten, aunque con ciertas tendencias de distribución: el sur con mayor afinidad con el Pantanal, el norte con el Cerrado y, dispersándose por los bosques de galería, las especies amazónicas.

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Cómo se organizan estas especies y cómo predecir qué grupo de organismos podemos esperar encontrar en cada comunidad animal o vegetal es una tarea ardua que todavía no ha sido completamente resuelta, pero que se convierte en un atrayente juego de relaciones para todos los que visitaron este espacio. Los paisajes de Mojos La vegetación constituye uno de los rasgos más distintivos del paisaje. El grado de cobertura, la morfología, composición florística y estructura de las comunidades vegetales lo caracterizan. Un paisaje vegetal cuya heterogeneidad refleja la variación en el espacio de los factores geomorfológicos e hidrológicos. Completemos estas relaciones. La geomorfología, reciente y antigua, es responsable de las diferencias de relieve entre áreas dentro de los Llanos, de las distintas texturas en los sustratos y de las diversas conexiones entre los ríos y su llanura de inundación. Estos factores, a su vez, condicionan los ritmos y niveles de la inundación estacional y el grado de confinamiento de las aguas de inundación. La conexión está completa: el clima hiperestacional que rige las sabanas del Beni explica el flujo y disponibilidad de nutrientes, junto con la tasa de renovación del sistema, la diferenciación y evolución de los suelos y el reparto en el espacio de los distintos tipos de vegetación, que a su vez influyen en los suelos53. Como consecuencia de ello, los diferentes tipos de vegetación prosperan en relación con el mosaico de tierras emergentes e inundadas, conformando un paisaje característico de series de bosques, sabanas y vegetación acuática íntimamente relacionados y de elevada diversidad biológica. Y esa dependencia se refleja con detalle en el habla local. Bosques-isla, islas de bosque o isla-pampa: unidades de bosque aisladas en alturas y semialturas de la llanura. Alturas que también recogen los bordes de ríos y arroyos inundados entre dos y tres meses al año, donde predominan los bosques de galería. Pampa alta, pampa-monte, arboleda, cuando la relación entre bosques y pastizales es más o menos igual o si dominan los bosques, en semialturas inundadas ocasionalmente, entre dos y tres meses. Tajibales, alcornocales, palmares, bordes de semialturas inundadas entre uno y cinco meses, dependiendo del microrrelieve. De pampas hasta pampas-bajío, llanos ricos en pastizales y pobres en árboles y arbustos, sometidos a inundación estacional de cuatro a diez meses. Pantanos (bajíos, curiches, yomomos), lugares donde el agua permanece casi constantemente a expensas de zonas deprimidas, desarrollándose vegetación acuática y pastos altos. Taropales, junquillares, tajibillares, según la vegetación acuática dominante54. Un “orden natural” matizado por la acción humana que genera discontinuidades en puntos localizados. Incendios, naturales o provo-

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cados, y ganado vacuno, introducido hace unos trescientos años, que deben de haber influido sobre la composición florística de pastizales y bosques. Complejo de sabanas Sabana o tierras “no forestadas” es una equivalencia no válida en los Llanos de Mojos. Múltiples comunidades vegetales diferentes se distinguen en esta macroformación. Los mojeños se refieren a ella con numerosos términos (pampa alta, pampa-monte, pampa-bajío) que describen matices sutiles. Nosotros usaremos el término “sabana” para definir un mosaico continuo y cam­bian­ te de vegetación herbácea terrestre, que a veces incluye árboles y arbustos en menor porcentaje. Y diferenciaremos los diversos tipos de sabana por la porción de plantas leñosas, por la duración y profundidad de las inundaciones y por la composición florística. Si observáramos este mosaico desde el aire podríamos intuir las variables climáticas y ambientales, reflejadas en la estructura y fisionomía de las comunidades vegetales. Se trata de una vegetación que ha desarrollado adaptaciones a las lluvias estacionales, los suelos ácidos y la toxicidad por aluminio, sin olvidar las llamativas características de protección en defensa del fuego, y cuya distribución se encuentra determinada por la presencia o no de inundaciones, su duración y la forma de utilización de la zona. Islas de bosque En las semialturas dispersas de la sabana se desarrollan unidades boscosas de varios órdenes de escala. Entidades de bosque aisladas en un paisaje abierto visibles como unidades discretas, aunque para reconocer algunas islas de gran tamaño es necesario caminar a través o alrededor de ellas, o bien observarlas desde el aire. ¿Por qué aparecen estas masas arbóreas en la sabana? ¿Son remanentes de grandes bosques que en otro tiempo ocuparon la llanura? Después de todo, ¿no se encontrará el origen de las pampas de Mojos en la pérdida del bosque tropical que debió de cubrir sus tierras? Algunos investigadores también se hicieron estas preguntas. Sus trabajos, al igual que en el caso de las sabanas, sugieren numerosos factores que pueden haber influido en la formación de bosques-isla, existiendo varios, a menudo interactuantes, determinantes posibles. El resultado de la historia y condiciones abióticas únicas en los Llanos de Mojos55. Ya que la mayoría de árboles de casi todas las islas de bosque se han mantenido aislados o incluso descendientes de árboles de un bosque de galería formador, la fragmentación y erosión naturales de diques de canales abandonados se constituye en el primer factor determinante de su génesis. La interacción de numerosos procesos de posfragmentación/ais-

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lamiento/insularización habría alterado la composición de los remanentes del bosque de ribera. Se explica así su composición actual y se confirma que, aunque otros procesos como la fragmentación natural de bosques, la colonización de termiteros o de la sabana por especies boscosas son comunes, no son los responsables de la creación de islas de bosque. Pero no todos los bosques-isla siguen este patrón, y la composición de algunas islas sugiere orígenes diferentes: fragmentación humana, deforestación de terraplenes e, incluso, su conformación por habitantes prehispánicos. Islas de diez a cincuenta metros de largo y entre uno y dos metros de alto podrían ser reconocidas como artificiales56. Se amplía entonces la definición de isla de bosque a estructuras de terreno en las pampas de los Llanos de Mojos originadas, probablemente, a partir de formaciones de diques naturales antiguos. Muchas, si no todas, fueron utilizadas como sitios de ocupación (y posiblemente campos de cultivo) por pobladores prehispánicos del Beni, que fueron aumentando su extensión a lo largo de los años como resultado de actividades culturales57. Heterogéneas y complejas, su composición florística y su estructura varían en función de diversos factores: vegetación que rodea al bosqueisla, origen, uso pasado y actual, nivel de influencia humana, tamaño, localización y grado de inundación. Los pequeños montículos dedicados a agricultura presentan una escasa diversidad y una vegetación antropogénica dominada por los frutales, mientras que los grandes montículos que cubren varias hectáreas y extensos fragmentos de bosque de cientos de metros de largo muestran una diversidad mayor. Es común observar influencia de la vegetación circundante en la composición florística. La situación de estos bosques, rodeados de sabanas de inundación y/o sometidos a quemas periódicas, determina la presencia de un cinturón de vegetación con características especiales: una banda circular resistente a las inundaciones y adaptada a las quemas, con chaaco, tajibo, alcornoque o picanas, además de arbustos y algunas herbáceas. En cambio, las zonas de inundación que rodean las islas pueden estar formadas por bandas de palma real y marfilares. Los bosques-isla desempeñan un importante papel ecológico, al concentrar lugares de nidificación y tierra seca durante las inundaciones y al ofrecer el único refugio frente a los incendios en la sabana a la fauna salvaje y al ganado, que se benefician de sus suelos no inundables, su sombra y sus frutos. De hecho, “durante las inundaciones un sistema mojo de caza era rodear una isla en la que los animales se habían refugiado”58. Más árboles en la sabana En las áreas de sabana sólo ocasional o estacionalmente inundadas, árboles aislados salpican la llanura, arboledas más o menos abiertas entre las pampas inundadas y los bordes de las alturas. Un bosque abierto mayormente

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deciduo dominado por árboles y arbustos de corteza gruesa y mediano tamaño, que pierden sus hojas durante la época de sequía y florecen por lo general antes de volver a renovarlas59. En muchas ocasiones transformados en campos arbolados, se encuentran sabanizados en diferente grado debido a la intervención humana (fuego y ganadería). Bosques abiertos que resisten las quemas frecuentes gracias a las adaptaciones de la corteza de sus árboles y la humedad remanente del suelo. Tajibales y alcornocales constituyen ejemplos llamativos. Los primeros se caracterizan por la presencia de tajibo morado, al que se pueden unir tajibos de flores rojo magenta o blancas. En los segundos predominan árboles de corteza gruesa y corchosa y flores amarillas: los alcornoques. Además, otras especies comunes son habitualmente fuente de recursos para la población local. El guayabochi y su fruta. El tusequi, con cuya ceniza se obtiene jabón al cocerla con sebo de buey60. El cambará y el aliso, fuente de madera. El bi, cuyo fruto inmaduro proporciona un líquido blanco amarillento que pronto se transforma en azul oscuro y es usado por algunos grupos locales para teñir telas61. El chaaco, que se emplea como leña o para curtir pieles gracias al tanino de su corteza. Según el grado de abundancia de estas especies, las formaciones recibirán el nombre de tusecales, espinales esparcidos en los pastizales como manchas o islas; cambarasales, alisales o chaacales (este último término normalmente se refiere a áreas de bosque matorraloso, de mayor grado de inundación). Existe una variante, la pampa-termitero, que se caracteriza por la presencia de numerosos montículos dispersos originados por la superposición de restos de termiteros. Los árboles tienden a disponerse sobre estos montículos. Palmares de sabana Cuando la llanura de semialturas presenta bajos niveles de inundación, las palmeras dominan, lo que sucede en sectores alrededor de áreas inundadas y en zonas bajas y borde de semialturas sometidas a inundaciones periódicas más o menos prolongadas, con suelos permanentemente saturados aunque no inundados. Suelos, drenaje, periodicidad de la inundación y alteración humana: los principales factores que determinan las especies características y sus cantidades relativas. Los palmares de palma blanca son frecuentes en la llanura del río Mamoré. En cambio, en las sabanas al oeste del río Beni domina la palma real. Otras especies comunes son el totaí, que proporciona aceite y alimento para el ganado, y el asaí, una elegante y esbelta palmera cuyos frutos se emplean para preparar un zumo con sabor a almendra. Esta palmera, más abundante en áreas inundadas, fue llamada “palma de rosario” por los jesuitas, ya que con sus semillas fabricaban rosarios que comercializaban62. Pero no son las únicas: también se encuentran motacusillos, pachiubas y sumuqués, además de motacús, abundantes en áreas de mayor intervención, donde el pastoreo

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produce la aparición de especies de hojas endurecidas; y chontas, comunes en las cercanías de núcleos habitados63, con preferencia por suelos bien drenados. Si su fruto, de alto valor nutricional, se ha considerado uno de los más importantes en la alimentación de los pueblos nativos de América y de su cogollo se extrae un palmito de gran calidad64, con su duro corazón los pueblos indígenas de Mojos se construyen armas, arcos y puntas de flecha. Ritmos espaciales Desde las alturas y semialturas, se suceden diversidad de ambientes ecológicos diferenciados en estructura y composición, numerosas discontinuidades de apretado ritmo espacial en las que el protagonismo leñoso desaparece temporalmente y los herbazales se hacen dueños de la llanura. La combinación de la deficiencia de agua durante la época seca y la inundación durante la época húmeda, unida al lento drenaje del suelo y los frecuentes incendios, favorece los pastizales y restringe el crecimiento del bosque. Cambios sorprendentemente rápidos o transiciones casi imperceptibles según la exigencia o versatilidad de las piezas que tejen la vida de la llanura. Una sabana arbustiva en bordes de islas y bosques constituye la transición hasta la sabana abierta inundada. Especies pirofíticas de amplia distribución conforman matas de arbustos de hasta dos metros de altura en un espacio dominado por cojines de pastizal cespitoso duro que acumulan gran cantidad de materia orgánica. A veces no son condicionantes naturales los que inducen la transición. La destrucción de los bosques provoca su invasión por arbustos y subarbustos. También los bajíos dominados por comunidades herbáceas pueden dar paso a esta formación. Con el sobrepastoreo o en ausencia de inundaciones prolongadas, la densa cobertura vegetal se destruye parcialmente y se establecen arbustos agresivos pioneros, que ya no son comidos por el ganado65. Gradualmente, pastizales matizados por el grado de inundación y las propias características de las semialturas de aguas estacionalmente fluctuantes ocupan la llanura. Una sabana abierta inundada sobre la que se extienden pajonales y bajíos con una alta diversidad de gramíneas y ciperáceas66. Un modelo repetitivo de distribución de tipos de pastos se ordena en el paisaje en función de los gradientes de humedad y confinamiento del agua. Un modelo con variantes locales, con predominio de uno u otro tipo de pasto según las características de drenaje de cada zona67. Pondremos tres ejemplos de fácil caracterización: las pampas de paja toruna, de amplia distribución tanto en áreas de sabana arbolada como formando extensos pajonales, cuando el agua de inundación no supera los ochenta centímetros, fluctúa dentro de la época de lluvias y desaparece en la época seca; las pampas de camalote, céspedes altos que alcanzan un metro y medio de altura68, inundados anualmente hasta un metro de profundidad, sin llegar a secarse por completo; y los bremurales, prados densos que constituyen

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la etapa final de evolución por acción del ganado de las pampas de semialtura, particularmente de las pampas de paja toruna; la intensa acción de pastoreo requerida para su formación y mantenimiento condiciona su aparición a las inmediaciones de puestos ganaderos y comunidades69. Una vegetación de semialtura rápidamente sustituida por cañuelares, patujusales y junquillares en las depresiones más profundas de la llanura. Curichis y yomomos de inundación prolongada a permanente que conforman los humedales de sabana, un… Mundo vegetal anfibio “Yonomoji”: término mojeño que designa la numerosa vegetación palustre casi impenetrable que caracteriza el paisaje beniano70. Amplias depresiones mal drenadas que acumulan agua en la época húmeda, donde permanece todo el año, o casi, al carecer de vías de escape. Se generan las condiciones para el establecimiento de pastizales flotantes o vegetación acuática con especies arraigadas: curichis, yomomos, junquillares, patujusales. Yomomos o pantanos que se diferencian de los bajíos, depresiones de menor profundidad que permanecen sin agua parte del año71. Las características de la inundación varían, la vegetación cambia. Los bajíos albergan especies deciduas a sempervirentes, y están dominados por paichanés y varias especies de Mimosa, como la llamada “cerrate puta”, que obedece con tan sólo acariciar sus hojas. En áreas más húmedas y depresiones al borde de ríos y lagunas, dominan los tararaquizales, con la espinosa “párate ahí”. Y cuando la inundación es casi permanente, se abren paso microbosques abiertos con abundante cosorió del bajío. Comunidades vegetales herbáceas y leñosas adaptadas a las características del medio, asociándose en el paisaje de forma característica y reiterativa72. Si es así, áreas de similares características compartirán esta vegetación. Paleocauces que llegan a cubrir originando “lagunas tapadas”, bordes de lagunas más profundas y márgenes de arroyos de curso lento, donde pueden bloquear el tráfico fluvial por su capacidad de expansión. Incluso los ríos cuentan con asociaciones vegetales similares en estructura a los pantanos de sabana, situadas detrás de los diques naturales que delimitan el cauce y las bahías. Lugares a los que llega la influencia de las aguas ricas en nutrientes, pero sometidos a niveles de agua cambiantes y suelos no muy estables. Al finalizar la época seca, yomomos y bajíos pueden llegar a ser transitables para el ganado. Un continuo pisoteo que deseca la depresión. Las especies originales van desapareciendo y son sustituidas por otras adaptadas a la nueva situación ecológica, normalmente gramíneas, como el arrocillo73. Antes de la sucesión, este ecosistema de poco valor para el ganado era muy importante para la fauna silvestre: un lugar de refugio y alimentación para aves y animales acuáticos.

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Junquillares Con el nombre de “cricheji” los mojeños se refieren a este tipo de yomomo considerado el de mayor extensión en el Oriente boliviano74. En las depresiones de elevada inundación estacional y con importantes oscilaciones de nivel por depender del aporte de las lluvias locales, con aguas estancadas y pobres en nutrientes, pocas especies pueden propagarse. Prácticamente sólo el junquillo desarrolla sus tallos cilíndricos, duros y resistentes, forma una maraña impenetrable de hasta tres metros de altura. Si observamos con detenimiento, podremos encontrar patujusillo, un pequeño helecho flotante, pochi, y un tarope de hoja chica, pero no pastos. Si alguna especie nos falta, mejor no remover la masa del junquillar, pues su suelo fangoso con materia vegetal en descomposición sin oxígeno desprenderá olores fétidos. En lugares menos inundados pueden aparecer nuevas especies, totora, cañuelas o trébol de agua, al igual que en los bordes del junquillar, donde empiezan a brotar hierbas trepadoras, herbáceas, taropes de hoja grande y cortaderas. En conjunto, un espacio de gran importancia ecológica para algunos herbívoros salvajes que allí se refugian, crían y alimentan, como el amenazado ciervo de los pantanos75. Patujusales En la época de lluvias, entre los junquillares y bosques pantanosos, en el borde de lagunas y pantanos, y en las franjas externas de vegetación acuática, en contacto con los bosques de inundación estacional, destacan las hojas del patujusillo, que puede alcanzar hasta cuatro metro de alto, formando verdaderos cinturones de difícil acceso. Al igual que los junquillares, con los que forma mosaicos, los patujusales se desarrollan en aguas estancadas de sustrato fangoso sujetas a fluctuaciones estacionales y, aunque puedan llegar a secarse en la época seca, el suelo permanece anegado o cenagoso. La flor del “patujú bandera” (Heliconia rostrata), representativa de la región de los Llanos, muestra los tres colores de la bandera boliviana y fue declarada en 1922 “flor nacional de Bolivia”, “debiendo representárselas cruzadas una rama de la ‘Khantuta Tricolor’ con la inclinación hacia la derecha y una espadaña del ‘Patujú Bandera’ con la inclinación a la izquierda, como símbolo entrelazado de la unión de todas las regiones, etnias y culturas y riquezas naturales de la República”76. Cañuelares Se trata de una formación muy común en ambientes ribereños cuyas aguas algo oxigenadas permiten su desarrollo. Las cañuelas enraízan en las már-

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genes de arroyos y ríos extendiéndose horizontalmente sobre el agua gracias a sus vainas foliares esponjosas y a sus entrenudos huecos, hasta dar lugar a entramados o colchas flotantes que pueden fragmentarse por acción de la corriente y ser arrastrados aguas abajo77. Y más… Los tipos descritos no son los únicos yomomales presentes, pero sí los más abundantes y característicos. Como todo en la llanura, estas formaciones no escapan a la dinámica y continua sucesión. Si la profundidad del pantano aumenta, manteniendo su carácter aislado, permanente y pobre en nutrientes, es posible encontrar puquiales o aguajales (yomomos de cortaderas) y, como estos ambientes también son los apropiados para el desarrollo de los palmares permanentemente inundados de palma real, es frecuente que constituyan su estrato herbáceo inferior. Si una de las características mencionadas para los yomomos es su difícil transitabilidad, los yomomos de cortadera son los que la cumplen con mayor rigor. Colchas flotantes inestables dominadas por plantas con hojas cortantes y bordes afilados. La presencia de plantas carnívoras demuestra el carácter extremadamente pobre en nutrientes de este tipo de pantanos78. Pero cuando se trata de un pantano de aguas enriquecidas por la cercanía a poblaciones o el aporte de los ríos durante la crecida, los matarales se desarrollan. Arrocillares y taraquizales son también comunes en los Llanos de Mojos y, aunque no constituyen verdaderos yomomos, junquillares y cañuelares alterados por el ganado y los fuegos tempranos forman habitualmente parte de su origen79. Vegetación acuática En nuestro recorrido desde las alturas llegamos a las zonas más bajas: las áreas de inundación permanente. Comunidades vegetales estrictamente dependientes del agua se desarrollan en lagunas, remansos de ríos y encharcamientos semipermanentes. Especies acuáticas de naturaleza efímera sujetas a los cambios estacionales del nivel de agua. Durante las crecidas las condiciones ecológicas favorecen el desarrollo de la vegetación flotante. Al reducirse el nivel de agua, las plantas flotantes mueren y especies terrestres invaden esos lugares. Cuando el nivel de agua vuelva a subir, las plantas acuáticas comenzarán a desarrollarse de nuevo a partir de semillas o individuos que sobrevivieron a la época seca80. Una variedad de comunidades de plantas de hojas flotantes pero tallo arraigado, de hojas sumergidas y arraigadas, o ligeramente flotantes pero sin arraigar81.

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Relaciones de fondo En aguas quietas o escasamente fluyentes es típico encontrar plantas acuáticas que flotan libremente gracias al aire de sus peciolos y que, cuando baja el nivel del agua, se arraigan al fondo lodoso. Los taropales grandes se caracterizan por la presencia de Eicchornia crassipes, un tarope que forma conjuntos puros, aunque también puede presentarse con pequeñas plantas flotantes y, en ocasiones, especies de cañuelas moradas. Aprovechados como alimento por tapires y capibaras, estos taropales llegan a constituir grandes colchas flotantes que atrapan restos orgánicos y sedimentos entre sus raíces, consolidando una plataforma que facilita la instalación de gramíneas y ciperáceas, lo que lleva a la transformación en yomomos o pantanos a lo largo de lentos procesos de sucesión ecológica82. Los taropales chicos son asociaciones de pequeñas plantas acuáticas siempre flotantes, o bien suspendidas entre el fondo y la superficie, entre las cuales encontraremos nenúfares. Capaces de cubrir considerables extensiones de aguas tranquilas, pueden llegar a formar una capa que impide ver la superficie83. En ocasiones, las plantas acuáticas se encuentran siempre enraizadas en el fondo, aunque permanezcan sumergidas o con hojas flotantes: son los sicuanales. Las sicuanas, nombre con que los mojeños designan todas las plantas de hojas flotantes sobre la superficie del agua, pueden dar origen a poblaciones considerables que se multiplican con rapidez en tiempo de lluvias, extendiéndose por bajíos de inundación estacional, adaptando su ciclo vital al ritmo anual de las inundaciones84. Y los tajibillares o bosquecillos de tajibillos, árboles de hasta cinco metros de altura con raíces zancudas. Una formación extrema del bosque cerrado de poca altura que se encuentra bajo agua estancada casi permanentemente, en bordes de lagunas y el interior de algunos pantanos. Un ecosistema de alta importancia para aves, un lugar de reproducción de cigüeñas y garzas, anfibios y caimanes85. Quién lo diría… Eicchornia crassipes es la más temida invasora acuática, capaz de duplicar su biomasa cada dos semanas. Esta especie de tarope es, asimismo, la acuática más estudiada, con más de dos mil trabajos86. La gran capacidad para la reproducción vegetativa de estos jacintos de agua y su tolerancia a las fluctuaciones en el nivel de agua hacen que se los considere como malas hierbas neotropicales hasta pantropicales. Para hacernos una idea, se ha estimado que en menos de ocho meses, en condiciones adecuadas, diez plantas de este tarope pueden producir otras seiscientas mil, cubriendo más de cuatro mil kilómetros cuadrados de agua87.

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Confinados hace años a ciertos puntos de las cuencas fluviales de América ecuatorial, se han difundido por paisajes acuáticos de todo el mundo, colonizando de manera invasora, cubriendo lagos y lagunas y perjudicando el tráfico acuático. Su facilidad para adherirse con alguna pequeña parte de sus raíces a los cascos de las embarcaciones ha permitido su traslado a otros lugares, donde se reproducen con suma facilidad y rapidez88. Conocida en Mojos con los nombres mojeños de “ichebe” (hierba de la sal) o “chevijí” (tallo tierno de sal), “posee una capacidad asombrosa para absorber y almacenar en sus hojas y raíces nutrientes del agua y por ello es muy efectiva como agente depurador, lo que, por otra parte, es un hecho bien conocido por la población del lugar”89. Utilizada con estos fines no sólo por los mojeños, ha servido como sistema de depuración de aguas residuales en ciertos proyectos. “Un sistema sencillo y adecuado para pequeñas comunidades, que no requiere grandes inversiones económicas para su aplicación. Es además un sistema sostenible, al no necesitar ningún tipo de suministro energético para su funcionamiento ni para su mantenimiento.”90 Atravesando la llanura91 El paisaje ribereño no sólo atraviesa la mayoría de los demás paisajes, sino que se encuentra íntimamente relacionado con ellos. Ocupando las márgenes y áreas de inundación de ríos, arroyos y cañadas, con una amplitud proporcional al tamaño del curso de agua, su estructura vegetal es bastante común, pero su composición de especies varía según su ubicación concreta. Un paisaje que cambia constantemente en el tiempo y el espacio. En el tiempo, la marcada estacionalidad. Niveles de agua que fluctúan de cinco a seis metros entre la estación lluviosa y la seca determinan en gran medida la estructura y el grado de caducifolia. En la época seca el agua queda retenida en los cauces principales y las bahías, y la vegetación se vuelve esencialmente seca, mientras que en la época de aguas altas gran parte de la llanura fluvial queda inundada (várzea). En el espacio, la dinámica fluvial. El patrón característico de erosión y sedimentación de los ríos promueve el desarrollo de barrancos adyacentes y bajíos encharcados detrás. Los barrancos presentan condiciones adecuadas para el crecimiento de vegetación leñosa. En algunas ocasiones aparece por detrás un bosque alto inundado capaz de sujetar con sus raíces las deposiciones. En otras, existen poblaciones densas de asaí o palma real. Las zonas entre barrancos, tramos rectos del río, mantienen una variedad de comunidades sujetas a inundaciones más profundas que fluctúan entre pantanos abiertos y bosques bajos. Un paisaje altamente heterogéneo al que se le suman árboles caídos o enfangados, obstáculos al flujo del agua que se convierten en refugios hidráulicos favorables para los organismos. Hábitats temporales que se crean

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o desaparecen y evolucionan continuamente en función del nivel del agua y la fuerza de la corriente. Sucesiones a orillas del río Procesos erosivos y de deposición, asociados a la migración de los cursos de ríos meándricos, crean lugares abiertos para la colonización y la sucesión, que junto con la influencia de la inundación, tienden a conservar o destruir la vegetación ribereña en todas sus etapas. Se conforma un mosaico de parches de herbazales y bosques de distintas edades y estados sucesionales determinado por la erosión de las riberas y la formación de playas aptas para la sucesión primaria. Tomaremos como ejemplo los últimos trabajos realizados en el Mamoré92, que por su detalle y la particular inestabilidad de este río, con un desplazamiento superior a los quinientos metros durante los últimos años, resultan sumamente ilustrativos. Estas investigaciones permitieron identificar el patrón con que aparecen los diferentes ambientes de la ribera del río y las especies vegetales que caracterizan un ambiente determinado. Cinco comunidades sucesionales repartidas en tres etapas. 1. Etapa pionera La más cercana al río. Con especies que crecen en las playas, cubiertas de agua en los meses de noviembre a mayo y que se secan lentamente durante los meses restantes. Plantas que deben resistir tanto las inundaciones temporales como el depósito de arena sobre ellas. Estas condiciones de crecimiento extremas limitan la diversidad de especies, normalmente colonizadoras herbáceas, y determinan la formación de comunidades homogéneas dominadas en general por una sola especie. Comunidades similares a las vistas en zonas pantanosas. Y es que las condiciones ambientales son sumamente limitantes, sólo aptas para estas conquistadoras. Un pajonal de cañuela blanca con gramíneas se desarrolla en las zonas de deposición de partículas gruesas, playas de las riberas del río o depresiones en la parte cóncava de los meandros. Zonas de frecuentes inundaciones donde llegan a formar cinturones de treinta metros de amplitud gracias a su crecimiento extensivo, tanto durante el periodo de aguas altas en que florece como durante las aguas bajas, de máximo crecimiento vegetativo. Cuando la superficie del terreno se encuentra libre de inundación, sus tallos de más de cinco metros se secan, brotando posteriormente nuevos retoños de sus nudos y creándose un nuevo estrato. El sustrato queda siempre cubierto por una densa capa de cañas y hojas secas, que llegan a formar colchas de hasta sesenta centímetros, en las que también hacen su aparición ciertas lianas.

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A continuación de la cañuela blanca, todavía sobre las playas, aparecen árboles delgados de pequeñas copas cubiertos de trepadoras, “parajobobales” acompañados ocasionalmente de algunos sauces. Un bosquecillo que verá limitado su crecimiento por la práctica ausencia de nutrientes y las inundaciones periódicas. 2. Etapa intermedia Aumenta la estabilidad, y el estrato arbóreo se desarrollará más y será más denso, aunque todavía se producirán cambios en la composición de las especies. Franjas estrechas de “chuchiales” se desarrollan a veces intercaladas con comunidades de cañuela blanca y lianas. Presentes en la mayoría de meandros del río Mamoré, también se desarrollan desde la orilla del río hasta partes muy internas del bosque en las etapas sucesionales más viejas de los meandros, donde se ha producido algún disturbio como la entrada temporal de un cauce que dejó depresiones y cañadas. Por detrás de estos cañaverales, a unos cincuenta hasta ciento cincuenta metros de la orilla, aparecen “ambaibales” que, junto a algunas especies de las etapas pioneras, constituyen la siguiente etapa sucesional. 3. Etapa madura Más estable que las anteriores, la diversidad de especies, sobre todo las arbóreas, aumenta considerablemente. La mayor distancia al agua reduce la probabilidad de inundación. Un bosque maduro que sufre inundaciones sólo casuales se desarrolla. Dominado por un tipo de ficus o bibosi, ochoó y varias especies de pacay, junto a cosorió, ambaibo y algunas otras. La presencia de lianas leñosas y palmeras como el motacú facilita la diferenciación del bosque maduro. Este bosque se caracteriza por una mayor complejidad y heterogeneidad, un dosel de veinticinco a treinta metros de altura y, en el caso del río Mamoré, una amplitud de diez kilómetros. Algunos homenajes botánicos A la reina Victoria El lago era un jardín con flores. Flores blancas, rosadas, grandes como cocos, y enormes hojas redondas, platos planos con bordes arremangados cubrían en torno a las flores la superficie del charco. [Haenke] Cogió una hoja, la palpó, calculó su diámetro en la longitud de dos brazos, pasó la mano sobre la cara acanalada, se arremangó las mangas y se metió en el agua, hacia el tronco del grosor de un bastón. Respirando penosamente por la excitación, se apoyó en el árbol cercano, dibujó, describió. Una verdadera reina de las flores, ¡qué maravilloso descubrimiento! Regina haenkeliana, dijo riéndose, como si así fuera a llamarse. Un don divino al final de un día melancólico.93

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D’Orbigny, en su descripción, recogió este momento: (…) una de las plantas más hermosas de América. Sus hojas circulares, de dos metros de diámetro, de bordes levantados como una bandeja, verdes encima y de un bello rojo debajo, están extendidas en la superficie del agua, como las hojas de nenúfar de nuestros pantanos; sus magníficas flores, rosadas o blancas, de un tercio de metro de largo, presentan un conjunto realmente maravilloso, digno de la vegetación grandiosa de esas regiones. El padre Lacueva y uno de mis intérpretes me contaron que cuando el naturalista Haenke vio por primera vez esta planta, se puso de rodillas para agradecer a la Providencia por una creación tan notable. Nada, en efecto, es comparable a la alta idea que da de la fuerza creadora de la vegetación.94

La llamativa Victoria amazonica, reina de los lagos, recibió el nombre de Victoria regia en homenaje a esta reina. Inconfundible por sus inmensas hojas flotantes, presenta, además de las que impresionaron a Haenke y D’Orbigny, numerosas características interesantes. Por una parte, su velocidad de crecimiento, con una hoja que puede aumentar entre veinte y cincuenta centímetros al día, “aplastando” a otras plantas presentes, ya que sus nervaduras son como vigas, lo que les permite soportar pesos superiores a los veinticinco kilogramos. Sus llamativas flores, de treinta a cuarenta centímetros de diámetro, presentan una biología igualmente curiosa. La parte femenina y masculina de la flor maduran en noches consecutivas: una flor blanca se abre de noche, atrayendo a su polinizador, que queda atrapado durante el día. La segunda noche, se abre una flor rosada de estambres maduros, liberando al polinizador cargado de polen. Una vez polinizada la flor, el pedúnculo gira para fructificar bajo el agua, enterrándose en el fondo y permaneciendo en el lodo seco hasta la siguiente estación lluviosa95. A los dioses “Todos los que tienen inteligencia y gusto convienen en que el cacao de esta provincia es muy bueno”96: así se refirió Lázaro de Ribera a las semillas de Theobroma cacao a S. M. el Sr. D. Carlos iv; de hecho, “alimento de los dioses” es la traducción de su nombre científico. Este árbol, utilizado comercialmente para la extracción de cacao y la fabricación de chocolate, tiene también una serie de usos en la medicina popular: antiséptico, antiparasitario y diurético, siendo este último el principal, debido a la estimulación del epitelio renal, lo que lo hace especialmente útil cuando existe una acumulación de líquido en el cuerpo debido a un fallo cardíaco. También puede usarse en casos de presión sanguínea elevada, ya que dilata los vasos sanguíneos. Las semillas de cacao contienen cerca de un dos por ciento de teobromina, alcaloide similar a la cafeína de acción más débil sobre el sistema nervioso central, pero más potente sobre los riñones, músculos y corazón.

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Apuntes zoológicos Comprender Mojos no es sólo conocer sus condiciones ambientales, sino también abarcar el inmenso tiempo geológico. En el caso de la fauna, la dimensión del tiempo revela una historia extraordinariamente compleja de relaciones físicas y biológicas. Un contexto geológico dividido y dinámico para la fauna amazónica97. Al recorrer los Llanos de Mojos algo es diferente. En estas extensas sabanas no aparecen rebaños de grandes mamíferos como ocurre en otros continentes. En las áreas boscosas, la abundancia de colas prensiles es única: la comparten primates, roedores, osos hormigueros y carnívoros. Y en los ríos y las lagunas, hay rayas y delfines de agua dulce. Un espacio compartido por diseños arcaicos y modernos mamíferos, ocelotes, monos araña, ciervos, junto a perezosos, osos hormigueros y mamíferos acorazados. Un ensamblaje único de biota98, que no se es posible encontrar junta en ninguna otra parte de la tierra99. Su riqueza y diversidad de hábitats son insuficientes para explicar la complejidad de esta fauna. Encuentros en el tiempo El factor más trascendente que ha determinado qué mamíferos viven en América del Sur ha sido su historia de conexiones con otros continentes. Una historia de radiaciones evolutivas y convergencias adaptativas condicionada por las derivas continentales. Ya en la masa continental de Pangea los primeros mamíferos ancestrales evolucionaron y se dispersaron; poco después, la deriva continental empezó a separar los continentes. Primero, el supercontinente Gondwana, del que Sudamérica formaba parte hasta hace unos cien millones de años. La fragmentación avanza; treinta millones de años después, Sudamérica sigue comunicada con el Continente Mundial100. En ese “momento”, empieza la primera gran oleada de antiguos mamíferos endémicos, que culminó durante los cuarenta millones de años siguientes. Los antecesores de los más primitivos animales sudamericanos, incapaces de nadar o volar, penetraron en América del Sur. Después, el puente de unión se hundió y Sudamérica quedó aislada. Un gran brazo de mar impidió la colonización de la inmensa isla y los afortunados que habían entrado prosiguieron su evolución aislados del resto del mundo. “Antiguos inmigrantes” en los que, curiosamente, marsupiales y placentarios explotaron nichos ecológicos diferenciados. Todos los carnívoros eran marsupiales, y los herbívoros placentarios101. Hace unos treinta millones de años, en el amplio brazo de mar que todavía separaba Sudamérica de Norteamérica, algunas islas dispersas permitieron a unas pocas especies de mamíferos expandir su área de distribución hacia el sur. Una segunda oleada, larga y lenta, se abrió paso en

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Sudamérica atravesando el canal Bolívar. “Viejos saltadores de islas” entre los que se encontraban un primate, que proliferaría para dar monos aulladores, monos araña, titíes y otros habitantes de los árboles, muchos de ellos con una cola prensil, la marca distintiva del Nuevo Mundo (“si un mono puede colgarse de la cola, es de los trópicos americanos”); algunos roedores primitivos, puercoespines y capibaras102. Se estaba conformando un conjunto faunístico único. Varios órdenes endémicos de mamíferos se diseminaron en diversos grupos que contenían animales totalmente diferentes de aquellos que estaban evolucionando en otros continentes. La mayoría de esos órdenes están ahora extintos, pero los últimos remanentes de los edentados (osos hormigueros, perezosos, armadillos) aún perviven. La separación de los continentes fue un proceso lento, y mientras tanto los mamíferos evolucionaban. Mamíferos completamente diferentes de los del resto del mundo, pero que obtuvieron relativamente el mismo efecto, una convergencia103 exacta con la fauna del Continente Mundial. Grandes perezosos, aves corredoras carnívoras, felinos marsupiales dientes de sable, rinoceroides toxodontes, especies similares pero mucho menos conocidas. Todas desaparecieron aproximadamente hace menos de tres millones de años, cuando el puente continental de Panamá se levantó, un evento que cambió de forma drástica la historia de América del Sur. Por primera vez en unos setenta millones de años, elementos de la fauna del Continente Mundial afluyeron libremente a Sudamérica. Muchos de los mamíferos del Continente Mundial, que durante millones de años habían estado bloqueados por el estrecho de Bolívar, ahora simplemente entraban andando en el continente. Cánidos, félidos y mustélidos atravesaron el istmo de Panamá. La mayoría viajaron a lo largo de los corredores de praderas, que por aquel tiempo se extendían hacia el sur, a lo largo de las vertientes orientales de los Andes, sin interrupción hasta Argentina104. Esta última oleada de mamíferos, los “últimos inmigrantes”, se extendió rápidamente por Sudamérica105. Todos estos carnívoros sustituyeron a sus equivalentes marsupiales, exceptuando los más primitivos e insignificantes, zarigüeyas y marmosas. Los toxodontes dieron paso a cérvidos y tapires. Los modernos roedores se diversificaron de tal manera que conquistaron la vida arbórea, acuática y rupestre. Los omnívoros pecaríes, capaces de adaptarse a las estepas o a las selvas tropicales, prosperaron. Otros disfrutaron de las tierras recién conquistadas de forma efímera, como los mastodontes y caballos salvajes. Algunos ungulados, como los bóvidos, jamás llegaron a colonizar la región106; sus actuales representantes fueron introducidos por los humanos. Aun así, algunos especialistas pudieron persistir. Osos hormigueros, perezosos arborícolas y monos continúan progresando en Sudamérica, mientras que una especie de los abundantes armadillos ha logrado extender su área de distribución por todos los Estados Unidos meridionales. Esta incursión tuvo tanto éxito

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que cerca de la mitad de los mamíferos de Sudamérica más familiares en la actualidad son de origen geológicamente reciente, pues pertenecen a contingentes que inmigraron de Norteamérica durante los últimos dos millones y medio de años (jaguares, ocelotes, pécaris, tapires, zorros, coatíes, nutrias gigantes…). Los escasos representantes de la fauna sudamericana que lograron sobrevivir no consiguieron diversificarse al mismo ritmo que los invasores del norte107. Durante un tiempo, este Gran Intercambio Americano dio como resultado un notable aumento de la diversidad de mamíferos de ambos continentes. El número aumentó para luego reducirse de nuevo, restableciéndose aproximadamente el número de familias existente antes de la invasión, aunque la composición de la comunidad zoológica cambió radicalmente. En general, “allí donde equivalentes ecológicos cercanos se encontraron durante el intercambio, prevalecieron los elementos norteamericanos”108. Por qué prevalecieron los mamíferos del Continente Mundial es algo que nadie sabe con seguridad. Los mamíferos de origen norteamericano resultaron ser dominantes en su conjunto sobre los sudamericanos, y al final se mantuvieron más diversos. Después de más de dos millones de años, su dinastía prevalece. Una teoría, la fauna norteamericana no era insular y discreta como la de Sudamérica. Era, y sigue siendo, parte de la fauna del Continente Mundial, que se extiende más allá del Nuevo Mundo hasta Asia, Europa e incluso África. El Continente Mundial es, con mucho, la mayor de las dos masas continentales. “Ha comprobado más estirpes evolutivas, construido competidores más resistentes y perfeccionado más defensas contra los competidores y las enfermedades.” Estas ventajas han permitido que sus especies ganen mediante confrontación. También han ganado por insinuación: muchas de ellas fueron capaces de penetrar de forma más decisiva en nichos ocupados de manera más laxa, radiando y llenándolos rápidamente. “Mediante la confrontación y la insinuación combinadas, los mamíferos del Continente Mundial obtuvieron su ventaja.”109 Piezas móviles del presente Vegetación y fauna, una relación aceptada, aunque no es posible asignar a cada formación vegetal una comunidad animal característica y definitoria. Su movilidad y la existencia de especies generalistas son parte de los motivos. Pero estas piezas móviles del paisaje tienen preferencias, y ocuparán más los biotopos que las satisfagan. Usaremos estas predilecciones en la descripción de la fauna de los Llanos de Mojos, donde muchas de las especies pertenecen a una combinación de las ecorregiones que confluyen en ellos, y parte son de hábitats generalistas. La diversidad de cada unidad no será excluyente, compartirá estas especies. En consecuencia, las áreas de contacto donde convergen varias unidades se convertirán en las de mayor

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diversidad. Pero, además, el régimen de agua de la llanura, con sus especiales características, influirá en el uso de los diferentes hábitats por parte de las especies, y en las propias especies. En las épocas de inundación, con aguas altas, la fauna acuática se dispersa por bosques y sabanas inundadas, mientras que la terrestre se concentra en lugares elevados, como bosquesisla; en las épocas secas, la fauna dependiente se concentra en los escasos cuerpos de agua que permanecen, y en ocasiones queda confinada en lagunas aisladas. Paisajes abiertos La llanura aluvial, el mosaico de sabanas enriquecido por islas de bosque y bosques de galería, integra un grupo de especies heterogéneo: especialistas de sabana, generalistas de bosques, que ocupan este espacio de forma irregular, y las especies que frecuentan los humedales, con adaptaciones a las inundaciones estacionales. Ciervos, borochis, zorros y armadillos: mamíferos típicos de la sabana. Herbívoros que, hasta la introducción de especies para ganadería, destacan por su pequeño tamaño, dominando los roedores este escalón de la pirámide trófica110; una excepción en el tamaño la constituye el amenazado ciervo de los pantanos. Los carnívoros están representados mayormente por cánidos también de tamaños reducidos, salvo el patilargo lobo de crin o borochi. Y primitivos edentados: pejichis y tatús de nueve, siete, seis bandas, y el gigante tatú canasta, con cerca de sesenta kilos, pero más común en terrenos boscosos, a los que se une el solitario oso hormiguero gigante, el oso bandera. De este importante generalista espacial por su carácter trófico especializado, con casi tres metros de longitud, escribió Lázaro de Ribera111: No tiene dientes, y la lengua, que es muy larga, la introduce en los hormigueros para retirarla cuando está llena de hormigas las cuales acuden en tropel a la lengua. No tiene más defensa que las uñas como puñales. Cuando está acosado por el tigre, se sienta y lo espera de firme para abrazarse con él cuando le acomete. En este combate quedan por lo regular los dos muertos, porque mientras el tigre trabaja en hacer pedazos al oso, éste le mete las uñas en el corazón y entrañas.

Un suelo en la llanura que comparten con piyos, los avestruces americanos, socoris y perdices. Representantes de una avifauna en la que predominan semilleros y colúmbidos junto a rapaces y carroñeros: halcones, peroquís y suchas, los buitres del Nuevo Mundo. Fauna alada enriquecida por especies que frecuentan los humedales y sus transiciones. Garzas, cigüeñas, bandurrias, espátulas, batos, cuajitos, soldaditos y anátidas, una pequeña muestra en parte compartida con los cursos de agua. Y añadamos a los característicos tapacarés, aves de gran tamaño, fuertes y robustas, cuyo

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grito imita otro de los nombres que recibe: chajá. Provistas de un par de potentes espolones en el codo de cada ala, sociales y gritonas, en ocasiones son utilizadas en estancias ganaderas como defensa frente a intrusos. En las zonas arboladas cercanas son importantes las parabas, guacamayos que “cada mañana, entre las 6:10 y las 6:15, realizan un ronco ruido para saludar al día y empiezan a volar fuera de sus árboles”112. Dentro de este grupo destaca la insigne paraba barba azul, un especialista de bosques-isla que no se encuentra en ningún otro lugar de la tierra. Endemismo restringido cuyo hábitat se limita a algunas áreas arboladas aisladas de las sabanas estacionalmente inundadas de Mojos113, zonas caracterizadas por la presencia de motacú y totaí, en cuyos troncos se hallan los agujeros que más utilizan para la cría y de cuyos frutos se alimentan114. También hay otras parabas, roja, siete color o verde, aunque la más común de todas es la amarilla. Abundan asimismo los anfibios y reptiles. Los primeros encuentran en la llanura aluvial uno de sus hábitats preferidos, ensordeciendo las noches húmedas de Mojos con su llamada. Entre los segundos, inofensivos penis y la venenosa cascabel se ocultan entre los pastizales, mientras que patujusales y junquillares son hábitats para lagartos (nombre con que se conoce a los caimanes en Mojos) y caimanes negros. Si el primero no sobrepasa los dos metros y medio, el segundo puede llegar a medir seis. Temido por su agresividad, son comunes entre los habitantes de Mojos las historias de caimanes “porteros”: machos adultos que, como guardianes, permanecen en las entradas de curichis y bajíos, vigilando y apresando cualquier ser vivo que se acerque a su territorio. Ya en los manuscritos de Lázaro de Ribera puede leerse: (…) bien conocido con el nombre de Caimán o cocodrilo y en lengua Moxa con el de Heromero. Sus conchas son tan fuertes que no las pasa la bala: tiene dos carreras de grandes y agudos dientes; es corpulento, feroz, voraz y carnicero. Hace presa en los perros, caballos y hombres en el paso de los ríos, en donde es muy pronto y ligero. Sus embestidas en tierra no son tan seguras porque en este elemento no es tan ágil como se cree comúnmente. Yo le he visto correr muchas veces y no me queda duda en que el hombre corre más que él. Pone sus huevos en la arena y los indios, que los buscan con empeño para comerlos, atajan la multiplicación de este animal feroz y sanguinario.115

Este biotopo atrae predadores procedentes de otros circundantes, particularmente del forestal, constituyéndose en territorio de caza para jaguares y otros felinos. También algunos fitófagos frecuentan las zonas inundadizas, como tapires y troperos, siendo los taitetús, los huasos y las urinas menos habituales debido a sus diferentes adaptaciones frente a las inundaciones. Otras especies, como el perro de mont, parece que frecuentan más los márgenes entre bosque y pampa. Pero, en general, muchos de los grandes mamíferos de los bosques húmedos circundantes, incluidos los osos hormigueros gigantes, la mayoría de los carnívoros e, incluso, primates, utilizan tanto la vegetación del bosque alto como la sabana abierta.

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Además, las sabanas inundables cumplen una función importante en las primeras fases de reproducción de los peces, debido a que tanto la puesta como la etapa de alevines se desarrollan sobre todo en áreas de pampas inundadas, dirigiéndose posteriormente como juveniles a las cuencas principales. Puesta en común Estamos en la época seca, los pequeños bandos de piyos se agrupan. Machos adultos expulsan a los jóvenes y luchan con sus rivales, picándose, coceándose y enredando los cuellos. El vencedor reúne un grupo de tres a seis hembras116. Corre, se para delante de ella, estira el cuello y abre las alas emitiendo un fuerte graznido con el esófago inflado. Se ha iniciado la época de la reproducción para la mayor ave de las pampas de Mojos. Cerca de zonas arbustivas, el macho realiza pequeñas excavaciones o limpia depresiones existentes que protege junto a su territorio. El futuro nido es tapizado con vegetales secos y, después, a modo de cortafuegos de dos a tres metros de ancho, limpia la vegetación circundante, evitando sigilosos enemigos117. Una vez terminados estos trabajos, las hembras, una tras otra, inician la puesta en el mismo nido. Hembras de otro territorio pueden acercarse también, aumentando el volumen de la puesta. Cada ponedora deposita dos o tres huevos en el nido común. Una vez acumulado un cierto número de huevos, el macho decide empezar a incubar. Chasquea el pico, estira su cuello y lo mueve como una serpiente al tiempo que silba si cualquier amenaza perturba su incubación. Si las hembras quieren seguir poniendo en el nido, lo harán en las cercanías, y el macho rodará los huevos con el pico hasta el nido. Una hembra es capaz de poner de diez a dieciocho huevos en un solo periodo, con intervalos de dos días. Sin embargo, los últimos huevos de cada hembra son infértiles y algunos de los huevos permanecen alrededor del nido y se pudren. Esto permite al macho disponer de una fuente alimenticia durante la incubación, al ingerir los huevos que se quiebran y las moscas que son atraídas por los infértiles. Al final de todo el proceso, las puestas completas pueden contar con entre veinte y treinta huevos de diferentes tamaños. Antiguamente, cuando la población de piyos era más densa, en un nido podían acumularse sesenta o más huevos, lo que complicaba la incubación118. Pasados entre veintisiete y cuarenta y un días, concluye la incubación y los polluelos nacen todos el mismo día, a cortos intervalos, gracias a los cuidados del macho119. Poco después, alimentados por las moscas que atrajo la eclosión y conducidos por el macho, abandonan el nido. Si alguno se pierde, se reunirá con la primera familia que encuentre, por lo que es común observar machos guiando a pollos de tamaños muy distintos. Progresivamente, se van formando bandos mixtos de adultos y subadultos que, cuando llega la época de inundación, pueden conformar aglomeraciones en alturas y semialturas de hasta trescientos indviduos120.

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Donde el agua domina Como en tantos otros aspectos, la hidrografía de la llanura también influye en cuántos, cuándo y qué animales utilizan las diferentes zonas, áreas de inundación, humedales, lagunas o ríos. Carismáticas y diurnas londras, más conocidas como nutrias gigantes del Amazonas, en cursos principales y bahías, nocturnos lobitos de río en arroyos menores, capibaras en las orillas, y bufeos o delfines de río en lagunas, arroyos y ríos. Algunos ejemplos de mamíferos ribereños acuáticos y semiacuáticos. Al contrario de lo que ocurre en las sabanas, pequeños mamíferos para extensas llanuras, en este caso destacan por sus grandes tamaños. Un roedor –la capibara– junto a un cetáceo de agua dulce –el bufeo–, considerados los mayores del mundo, comparten espacio con nutrias gigantes que alcanzan los dos metros de longitud. Todos están presentes en los Llanos de Mojos, pero con diferentes rangos de distribución. Mientras que lobitos de río y capibaras son abundantes en toda la región, las londras han desaparecido de la cuenca baja del río Mamoré y los bufeos no se encuentran en el río Beni. La caza excesiva destinada al comercio de piel durante los años cuarenta y cincuenta redujo drásticamente las poblaciones de londra, que llegó a considerarse extinta en el país121. Sus características (su gran tamaño, su condición gregaria y su comportamiento extremadamente conspicuo y diurno) facilitaron su rápida declinación, pues las convertían en presas fáciles para los cazadores. Tras la prohibición de su caza, sus poblaciones se están recuperando paulatinamente, aunque todavía son necesarios esfuerzos para que esta recolonización avance y el futuro de la especie esté garantizado122. Respecto a los bufeos, cuya región de propagación se cree que corresponde al Beni123, todavía se desconocen los motivos por los que no puede colonizar la cuenca del río Beni (ni la del Madre de Dios)124. Descrito por primera vez en 1832 por D’Orbigny, su nombre científico corresponde al que entonces usaban los indios guarayos: “Inia”. Este animal, con más de dos metros y medio de longitud y un color que varía con la edad, el hábitat y la actividad, presenta una serie de interesantes adaptaciones al medio que habita. Una protuberancia o “melón” en la cabeza por donde emite ondas ultrasonoras, un sistema de ecolocación que le permite orientarse en aguas turbias; unas vértebras cervicales, al contrario que sus parientes marinos, sin soldar, que lo dotan de gran movilidad y poder de desplazamiento entre los troncos inundados; unos ojos pequeños típicos de hábitats con poca visibilidad, las aguas con sedimentos. Una morfología general que, junto con algunos de sus peculiares comportamientos, ha generado numerosas leyendas a su alrededor. Su reproducción estacional, íntimamente relacionada con las fluctuaciones en los niveles de agua, permite que este animal acuático utilice en ocasiones las playas de los ríos para el aparea-

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miento. En esta época los bufeos se transforman en jóvenes bonitos, altos y fuertes al anochecer, buenos bailarines que enamoran y engañan a las jóvenes, llevándolas a las márgenes de los ríos para dejarlas embarazadas. De madrugada, retornan al río, donde recuperan su forma animal. Mamíferos que sorprenden a los visitantes actuales, como ya lo hicieran con los primeros exploradores. ¿Quién se hubiera esperado encontrar un roedor como la capibara, de cincuenta kilogramos de peso o más y una longitud que puede llegar al metro y medio?125 Su cuerpo ancho y robusto y sus adaptaciones a la vida acuática, con los ojos y orificios nasales situados en la parte superior de la cabeza, junto con sus pequeñas orejas y su hocico con los labios superiores hendidos, le han valido el calificativo de arrogante, o descripciones como la del padre Julián de Aller: Es ella animal que pace en tierra y se recoge al río, de el tamaño y cuerpo de un gran marrano; el pelo es algo alazán, raso y muy áspero el rostro y cara fierísima y la cabeza disforme; tiene dos dientes arriba y dos abajo, tan fuertes y tan grandes que parecen cuatro de caballo; las muelas y colmillos a proporción (…)126

Sin embargo, será la avifauna la que destaque por su abundancia y variedad: especies que viven en los hábitats creados por la vegetación acuática (jacanas, gallaretas, taracoés o el patito pum-pum), o más dependientes de cursos de agua, como gaviotas y rayadores. Una avifauna enriquecida por el “efecto borde” resultante del contacto entre el bosque y los cuerpos de agua. Este hábitat límite soporta importantes poblaciones de aves acuáticas, margullones, patos cuervo o cormoranes, rapaces, águilas pescadoras, aves lira, martines pescadores y todo un sinfín de aves, como el hoatzin, “un testigo de otros tiempos”. Conocida como “serere curichero”, esta ave inconfundible de cresta alta se encuentra restringida a la densa vegetación arbórea que cubre las orillas de los ríos de la Amazonía. Aunque el área que reúne estas condiciones es aparentemente inmensa, sólo aquellos lugares donde crecen las plantas de cuyos frutos y hojas se alimenta le sirven de hogar. Una vez allí, forma bandos de diez a veinte ruidosos individuos127, que también pueden precipitarse sobre el agua para cazar peces u otros animales que sean capaces de capturar. El hoatzin tiene un aspecto singular que evoca a las aves prehistóricas. Los ejemplares jóvenes cuentan con un par de fuertes uñas en las alas que, junto con el pico y las patas, les permiten trepar por el denso ramaje del bosque de ribera y retornar a su nido. Transcurridos los primeros días, el pollo inicia pequeñas excursiones entre el ramaje con ayuda de sus uñas. Si de repente se asusta, se deja caer al agua y escapa nadando o buceando y, cuando ha pasado el peligro, vuelve a trepar ágilmente. Una vez adultos, pierden las uñas y desarrollan las alas, aunque siguen trepando usando el pico y las extremidades posteriores.

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Esta ave presenta, además, peculiares adaptaciones de su tracto digestivo: es uno de los pocos pájaros que se alimentan de hojas (constituyen el ochenta por ciento de su dieta) y el único conocido que exhibe una fermentación análoga a la de las vacas, y un desagradable olor como resultado. Tiene un esófago exagerado y un buche –a diferencia de la tradicional molleja– donde unas bacterias facilitan ese proceso y permiten al ave sobrevivir con una dieta de plantas normalmente tóxicas128. Tras alimentarse, el buche lleno alcanza tales dimensiones que, para descansar, el desequilibrado pájaro ha de echarse sobre su esternón, cuya quilla está recubierta de una callosidad especial para esta finalidad. Los reptiles de humedales y cursos fluviales también son de gran importancia, tanto por su aprovechamiento como por su grado de amenaza. Hay cocodrilos como el caimán negro, en cursos mayores y lagos, y el lagarto, en ríos, arroyos y pantanos, aunque puede ocupar los hábitats del primero cuando éste declina. Y si el que sufre sobrecaza es el segundo, algunos arroyos pueden quedar tapados, al no haber quien remueva las colchas de tarope. Ambos animales tienen efectos positivos sobre su entorno como “especies clave” que mantienen la estructura del ecosistema y su funcionalidad gracias a sus actividades129, entre las que se incluyen la predación selectiva de algunas especies de peces, el reciclado de nutrientes y el mantenimiento de refugios húmedos en la época seca130. En general, los cocodrilos son uno de los componentes principales de los humedales en los aspectos ecológicos, como indicadoras de hábitat, debido a su posición en la cadena alimenticia y a sus características de uso del mismo131. Características que, para el más abundante de los dos, el lagarto, se resumen en su predación oportunista, pues va variando las presas que consume a medida que crece y de acuerdo con su disponibilidad según los cambios estacionales anuales, y una tendencia de los ejemplares juveniles a habitar cuerpos de agua poco profundos y densamente vegetados, donde la oferta de refugio y del tipo de alimento que consumen es elevada. Esta especie, desde hace ocho años, forma parte del Programa Nacional de Aprovechamiento Sostenible del Caiman yacare en Bolivia. Asimismo abundantes son las tortugas de agua, las petas y las tatarugas, que hacen de las playas su lugar de ovoposición, aunque en años de lentas bajadas del nivel del agua pueden usar los barrancos de los ríos. O las serpientes, como la inofensiva falsa cobra, que aplasta su cuerpo con objeto de nadar más rápidamente, o la protagonista amazónica, la sicurí, de la que los habitantes de Mojos no dudan en asegurar que existen ejemplares de más de doce metros de largo y gruesas como un barril, y sobre la que cada comunidad, pueblo o aldea tiene su historia. Y, cómo no, los peces, extremadamente abundantes y variados. Una completa ocupación horizontal y vertical del espacio de los cuerpos de agua también asociada a las variaciones hidrológicas estacionales, junto a aspectos biológicos, como la reproducción, las etapas de crecimiento y la ali-

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mentación. Peces generalmente insectívoros en la superficie, predadores o planctófagos en las profundidades intermedias y limnófagos en el fondo132. Además, varias especies se encuentran estacionalmente en los bosques de inundación, aprovechando la producción de frutos y semillas durante la época de aguas altas, como pacús y pirañas. Dentro de esta distribución general, las especies se repartirán los diferentes microhábitats a lo largo del tiempo según sus especializaciones, que en la cuenca amazónica son casi ilimitadas. Grandes nadadores o de hábitos bentónicos; especies herbívoras, carnívoras o parásitas de otros peces; desde muy pequeñas hasta gigantes (más de un metro); de distribución reducida o generalistas de amplio rango; sedentarias o migradoras. Con adaptaciones a la escasez de oxígeno, como el pacú, con capacidad respiratoria a través del intestino o que viven enterradas durante la estación seca, e incluso peces pulmonados, verdaderos fósiles vivientes. Estrategias particulares a la reproducción, incluyendo movimientos migratorios marcados por las subidas y bajadas de las aguas. La ocurrencia de pulsos de inundación con diferentes grados de predictibilidad es el factor primordial que ha influido en esta riqueza. Cualquier variación que nuestra imaginación sea capaz de concebir encontrará su correspondencia en la ictiofauna de la llanura de inundación, aunque a veces, como en el caso de las pirañas, quizá sea algo extrema. Estos temidos “asesinos” quedan convertidos en basureros de las aguas: durante las inundaciones, limpian de cadáveres las áreas encharcadas y, en periodos normales, devoran peces débiles o enfermos, posibles propagadores de epidemias, manteniendo la salubridad de las cuencas133. Áreas boscosas Las abundantes especies vegetales, tanto arbóreas como arbustivas y herbáceas, generan una amplia gama de recursos alimenticios. Los bosques no inundables constituyen refugios para numerosas especies durante la época de lluvias. Una comunidad animal relacionada con la complejidad estructural. Grandes mamíferos ocupan el piso del bosque, ungulados como las antas o tapires, principales dispersores de semillas, y troperos, mayores consumidores de éstas en áreas de baja diversidad, junto a taitetús, huasos y urinas. Entre los predadores figuran algunas de las especies más amenazadas en Bolivia: tigres y leones (jaguares y pumas), carnívoros con grandes áreas de campeo comunes en sabanas cercanas a áreas arboladas, tigrecillos u ocelotes, gatos monteses y gatos grises, propios de ambientes boscosos. Y un cánido, el perro de monte, otro habitante amenazado. De éstos, el jaguar cobra especial relevancia en la cultura local: Aramacoco o Cacique Supremo de todos los animales (arama), calificado así por los Baure, aunque el culto al jaguar, tan generalizado en toda Sudamérica, antes y después del descubrimiento, se explica por la ferocidad del animal y

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las víctimas tan abundantes que causaba en todas las poblaciones donde se presentaba.134

Cabe añadir que la categoría de arama o “cacique” no es exclusiva de los animales, también al arco iris se le considera como arama femenino. Siendo la esposa del Sol, venía a curar las tierras por su marido. En efecto, observando que sólo aparece cuando llueve, lo consideran “la fuente de las aguas” y como tal reside en los árboles más altos del bosque. Estratos arbóreos en los que el conjunto de especies se diversifica y aparecen consumidores de primer y segundo orden como los primates. En el nivel medio y bajo del bosque, son comunes los monos silbadores, mientras que marimonos y manechis (monos araña y aulladores) ocupan los niveles medios y altos de los árboles. Otras especies, como el chichilo (mono ardilla) y algunos manechis, son más abundantes en bosques bajos ribereños, que también frecuentan el resto de las especies, sobre todo en la época de aguas bajas. Junto a éstos, pericos y ositos oro (perezosos y osos hormigueros enanos) especialistas restringidos a ramajes elevados, y generalistas como meleros, tejones y monos michi. Y los únicos voladores, los murciélagos, que ocupan diversos nichos no sólo dentro del bosque, sino en el resto de hábitats. Especies frugívoras, insectívoras, carnívoras, nectarívoras y hematófagas se encuentran en diferentes tipos de vegetación, según la disponibilidad de sus alimentos. “En las pampas y en muchos otros lugares existen murciélagos que abren las venas del ganado y los caballos para chuparles y secarles las venas”, puede leerse en Drácula135. Murciélagos hematófagos que aprovechan el descanso de los mamíferos diurnos para obtener el alimento exclusivo de su dieta. Toman la sangre posándose silenciosamente sobre su víctima, por lo general ganado doméstico, eligen una región con poco pelo, abren una pequeña herida con sus incisivos y lamen la sangre que fluye136. Su saliva anticoagulante mantiene constante la hemorragia. Sus atracones son tan impresionantes que, en ocasiones, los quince o veinte mililitros de sangre ingeridos les impiden levantar el vuelo, y deben permanecer en el suelo haciendo la digestión. Una imagen alejada del vampiro descrito en Drácula. Su peligro real, más que la sangre ingerida, es la posible transmisión de enfermedades. Entre las aves, figuran numerosas especies de perdices y algunas pavas, insectívoros, picapinos, frugívoros tucanes y parabas, habitantes de bosques y sabanas arboladas. Propios también de ambientes boscosos son las auroras y los guajojojós. Los tiránidos, grupo de aves más importante por su diversificación en todo el Neotrópico, ocupan casi todos los ambientes, incluido el boscoso. A éstas se suman las especies asociadas a bosques inundables, martines pescadores, sereres curicheros, taracoés y aves lira. Sin olvidar a las rapaces, diurnas y nocturnas. “Hay gran variedad de aves. El verde de los bosques está siempre abigarrado de los colores preciosos

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con que están atizadas las aves; y su canto suave y melodioso parece haber inspirado a los mojeños su fuerte propención a la música.”137 Pero, si hubiera que elegir a la reina de las aves de estos bosques, ganaría la harpía138, la más grande de las águilas del Nuevo Mundo con casi un metro de longitud y seis kilos de peso. Así narró Alcide d’Orbigny su primer encuentro con esta ave, a la que los exploradores ya habían nombrado como a la figura mitológica con rostro de mujer y cuerpo de ave de rapiña: Al siguiente día se deslizaba tranquilamente nuestra canoa por entre islas guarnecidas de bosques, cuando se presentó de repente, posada sobre un árbol del ribazo, la más hermosa, la más corpulenta, la más noble de todas las aves de rapiña, una verdadera harpía, que levantaba su bello copete, mirándonos detenidamente sin parecer inquietarse de nuestra presencia. No pudiendo hacer uso de mi escopeta por falta de buena pólvora, dejé a la destreza de mis yuracarees, que saltaron inmediatamente a tierra, la gloria de capturar aquel soberbio animal. Uno de ellos le asestó desde luego un flechazo: á pesar de este golpe, echóse a volar el pájaro; pero embarazado con la flecha que llevaba clavada (la cual tenía como dos varas de largo), cayó bien pronto dentro del bosque á donde la siguieron mis cazadores. Me regocijaba ya con la idea de poder llevar á Francia esta rara presa, cuando ví regresar á mis indios trayendo el pájaro con la cola y las alas enteramente desplumadas y el cuerpo casi pelado. Los yuracarees estiman en mucho las plumas de este pájaro; ya para empenar sus flechas, ya para adornarse en los días de gala; así que sin perder tiempo se habían apoderado de ellas, dejando burladas mis esperanzas. Después de haberlos reñido ásperamente por esta conducta, ordené que me trajesen al animal, que creíamos muerto; y sentado en la canoa lo coloqué delante de mí. Aturdido solamente por los golpes que había recibido en la cabeza, volvió en sí poco a poco sin que nos apercibiésemos de ello, y cuando yo menos lo pensaba, se arrojó sobre mí, haciéndome de un solo golpe ocho heridas con sus enormes garras, una de las cuales, de más de tres pulgadas de largo, me atravesó el brazo de parte á parte, entre el cubitus y el radius, desgarrándome uno de los tendones. A los gritos que dí, acudieron mis compañeros de viage, y lograron con muchísimo trabajo quitarme de encima al furioso animal. Bañado en sangre y sin medicamentos para curar mis heridas, mi estado no dejaba de ser peligroso…139

Los reptiles están fundamentalmente representados por penis, algunos lacertilios y serpientes, entre las cuales destaca la pucarara. Este ofidio, el mayor vivíparo del mundo, con longitudes de hasta tres metros (e incluso existe un reporte que supera los cuatro metros), recibió el curioso nombre científico de “muerte muda” por su habilidad para atacar sin previo aviso, aunque habitualmente hace vibrar su cola e infla el cuello140. Para los habitantes de Mojos, esta serpiente es extremadamente agresiva, y cuentan que las persecuciones son habituales. Si llegara el caso, la recomendación local es desprenderse de la camiseta y echársela a la serpiente. Ranas arborícolas y sapos son los principales representantes de los anuros, entre los que tampoco faltan aquellos que llegaron a convertirse en invasores extranjeros. Muchos de estos anfibios presentan glándulas venenosas en la piel. Bufo marinus no es una excepción, y su introducción

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en Australia ha tenido graves consecuencias: el sapo invade el borde del bosque húmedo australiano, donde es ingerido por un carnívoro exclusivo del mismo, que muere a causa de la toxina letal de la piel del sapo141. Microcosmos gigantes Una gran parte de la diversidad de las especies no es tan perceptible. Los animales más abundantes desde hace más de trescientos millones de años siguen siendo los menos conocidos: los insectos. Tan importantes son los insectos y otros artrópodos terrestres que, si todos desaparecieran, probablemente la humanidad no podría durar más de unos pocos meses. La mayoría de anfibios, reptiles, aves y mamíferos se extinguirían aproximadamente al mismo tiempo. Después le seguiría la gran mayoría de las plantas con flores y, con ellas, la estructura física de los hábitats terrestres de las que forman parte142. Su diversidad ha supuesto la aparición de extraordinarias defensas entre las plantas, pero también de numerosas relaciones de beneficio mutuo. Muchas especies de plantas poseen glándulas que secretan néctar, como los ambaibos, u otras estructuras que atraen a las hormigas, podríamos llamarlas plantas-hormigas, o mirmecófitas. La mayoría de estas hormigas son agresivas: protegen a la planta, que las recompensa con el néctar. El “palo diablo” constituye otro ejemplo común en los Llanos de Mojos. A los responsables de grandes faltas los castigan amarrándolos a este árbol. Las elevadas concentraciones de veneno de sus hormigas simbiontes pueden llegar a matar a una persona, aunque en pequeñas dosis es usado también por los lugareños para curar problemas de artritis, dejándose picar regularmente por unas pocas. Nutritivamente, los insectos son ricos en proteínas y minerales, y muchos vertebrados los utilizan para complementar sus dietas de fruta o néctar, además de los abundantes insectívoros, algunos altamente especializados, y sin olvidar a las plantas que los atrapan. Y al revés, tampoco faltan los invertebrados que se alimentan de pequeños vertebrados, como las arañas cazadoras o tan temidas tarántulas, las pasancas. Sin embargo, los principales depredadores de invertebrados son los propios invertebrados. Junto a ellos, los insectos también desarrollan formidables defensas: ocultamiento, camuflaje, huida rápida y capacidad venenosa, espinosa o agresiva. Pueden aparentar ser venenosos cuando no lo son, o recurrir a sustancias químicas disuasorias y mordiscos dolorosos, como hormigas y termitas, las más abundantes entre los insectos y que representan casi el diez por ciento de la biomasa de todos los animales143. Hormigas en ocasiones solitarias, como las bunas, pero casi siempre convertidas en superorganismos. Grandes constructoras, las hormigas sociales y las termitas desempeñan un interesante papel en la formación de microrrelieves en la llanura. Hormigas como las zepes: imposible no encontrarse con ellas en un recorrido por Mojos, o con sus efectos. Más conocidas como cortadoras de

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hojas, estas alimentadoras de jardines de hongos edifican construcciones de varios metros cuadrados y de hasta más de un metro de altura, donde crean sus huertos. Los trozos de hojas introducidos para alimentar a los hongos enriquecen el suelo, que mejora su estructura gracias a los canales de ventilación. Para su incesante actividad, estas hormigas consumen la misma cantidad de hojas que el resto de vertebrados del bosque juntos. Las termitas son responsables de las típicas pampas termitero; en este caso, las construcciones pueden alcanzar hasta dos metros de altura144. Y también grandes depredadoras, las cazadoras, unas hormigas “armadas”, hacen su aparición periódica en la llanura. Sin morada fija, estas legionarias sólo se detienen el tiempo justo para realizar la puesta. Durante varios días consecutivos, las cazadoras se mueven incansablemente, vivaqueando cada noche en un lugar distinto. Al cabo de cierto tiempo de continua actividad, las columnas se detienen y permanecen estables un par de semanas. La alternancia de periodos nómadas y sedentarios está determinada por el ciclo reproductor de la especie y el desarrollo de los miembros de la colonia. Cuando las larvas nacidas de la última puesta, transportadas por las obreras durante el periodo nómada, se recluyen en el interior de su capullo, el resto de las hormigas se detienen y se hacen sedentarias. Un hormiguero compuesto por túneles, cámaras que albergan los capullos y una cámara central para la reina es su morada. Un hormiguero no excavado, sino viviente, formado por las propias hormigas que, ordenadamente, enlazan sus poderosas patas: el mismo sistema utilizado para vivaquear en el periodo nómada. Una vez salen de los capullos las nuevas obreras, la colonia reemprende sus desplazamientos, seguida por algunas especies de pájaros hormiga que cazan los insectos que escapan de los frentes de avance de las cazadoras145. También hay mariposas extremadamente variadas, aunque quizá la más espectacular sea la mariposa morfo, común cerca de cursos de agua: grande y brillante, de un intenso azul metalizado, se vuelve críptica al cerrar las alas. Y éstos no son los únicos invertebrados. Escarabajos diminutos, pequeños, medianos, grandes, extragrandes o gigantescos, presentes en todos los hábitats y estaciones, que salen de día, de noche, cuando atardece o cuando amanece, o incluso que brillan en la noche. Ciempiés, milpiés, arácnidos, gusanos, mariposas… Innumerables en cualquier lugar, momento o situación en los Llanos de Mojos.

Mitos del futuro Contrapuntos Los míticos Llanos de Mojos ¿son una región pobre o una región rica?, ¿bien conservada o amenazada? Recapitulemos el futuro.

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Todo país tiene tres formas de riqueza: material, cultural y biológica. Las dos primeras las comprendemos bien, la tercera no siempre, aunque también forma parte del patrimonio de la nación: el producto de millones de años de evolución centrados en aquel tiempo y en aquel lugar146. Las sabanas del Beni representan una ecorregión única y especial147. Una llanura de inundación de gran importancia ecológica que influye en la hidrografía de extensas partes de los llanos bolivianos, existiendo fuertes relaciones en la época de lluvias entre las sabanas, los ríos y los bosques de galería148. La temporalidad de estas inundaciones, unida a la conectividad hidráulica y la dinámica fluvial, convierte la llanura en ecosistemas muy complejos149, y al mismo tiempo frágiles. Además, las zonas de contacto entre sabanas y bosques son fundamentales en procesos biogeográficos y evolutivos de muchos taxa de plantas disyuntas y endémicas150. En la actualidad, las sabanas neotropicales se perciben como core areas de biodiversidad en términos de riqueza de especies. Su biodiversidad ha pasado de suponerse estructuralmente limitada, formada por un mosaico de unidades repetidas, a evidencias que revelan una gran diversidad de árboles, arbustos y plantas herbáceas en un patrón espacial continuamente cambiante. Los Mojos, una región biológicamente rica, fuente potencial de riqueza material, es una de las zonas más pobres desde el punto de vista económico y de desarrollo. Paradójicamente, la pobreza, la baja densidad demográfica y la falta de medios para acceder a los recursos naturales y explotarlos con rapidez han sido el factor clave para la conservación de esta riqueza biológica, al mismo tiempo que se constituye en el facilitador de su deterioro y pérdida. Un círculo vicioso: pobreza que provoca destrucción de la biodiversidad a escala local y regional generando más pobreza151, en una llanura de inundación de la que el hombre ha obtenido y puede obtener un alto beneficio152. Reflexiones Los ecosistemas de la llanura aluvial, frágiles y de gran importancia ecológica, contienen formaciones vegetales y especies más amenazadas en ocasiones que las de los bosques húmedos, peor conocidos y menos atendidos153. Áreas y especies de la llanura están siendo actualmente influenciadas “por la apertura de caminos, cambio del régimen hídrico, ampliación de la frontera agrícola y conversión de pastizales para ganadería, utilización inadecuada de los terrenos fértiles adyacentes a los ríos, como terrenos agrícolas, compactación de suelos, extracción maderera, agotamiento de recursos con valor económico, prácticas exhaustivas de explotación, sobrepastoreo y fuego”154. En esta situación, se consideró crítico preservar hábitats representativos de las sabanas inundables del Beni155 y se recomendó el mantenimien-

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to de gran parte de éstas156. El propio diagnóstico para la Estrategia Nacional de Conservación de la Biodiversidad157 menciona entre las prioridades para la conservación los ecosistemas “precarios” (“de reducida extensión, dependiendo de pulsos naturales y sumamente frágiles”), entre los cuales se incluyen humedales, “uno de los ecosistemas más amenazados”, y ecosistemas boscosos, entre los que se mencionan “las islas de bosque en medio de las sabanas”. Y, en ambos casos, entre sus amenazas figura la actividad ganadera. También en cuanto a las especies se priorizan muchas de las representadas en los Llanos de Mojos. Cabe señalar que, con anterioridad al establecimiento de estas políticas, en la región de los Llanos de Mojos ya habían sido declaradas todas las áreas protegidas actualmente existentes, con excepción del Parque Departamental y Área de Manejo Integrado Iténez. Trece áreas entre cuyos objetivos se encuentran promover la conservación y manejo adecuado de los recursos naturales de la llanura de inundación y sus transiciones, que en ocasiones se solapan con las diecisiete “tierras comunitarias de origen” del departamento. Áreas de manejo especial a las que se añade el reconocimiento de parte de los Llanos como “área de especial importancia para la conservación de las aves”, la eba b36 (endemic bird area) debido a la presencia de la paraba barba azul y otras dos especies de especial importancia. Sin embargo, “actualmente existen riesgos y amenazas, originados por causas naturales o por las actividades humanas, que producen el deterioro e inclusive causan la desaparición de especies y paisajes naturales”158. Quizá, pero sólo quizá, porque “virtualmente no hay áreas protegidas con gestión para la rica diversidad natural de los Llanos de Mojos”159, ya que la mayoría no han sido implementadas. Pero más interesante todavía es mencionar que, dos años después del diagnóstico presentado por la Estrategia Nacional de Conservación de la Biodiversidad, el Gobierno160 consideró que, “debido a las inundaciones, reducida profundidad o pobreza de los suelos”, estos hábitats presentan limitaciones para el uso del suelo, lo que implica menores amenazas frente a hábitats más productivos y diversos. En este contexto, y respecto a las sabanas de Bolivia, se establece que “su único uso sostenible es la ganadería que puede realizarse de una manera que permite la persistencia de la mayoría de los procesos ecológicos y especies. Por lo tanto, estos ecosistemas no pertenecen a las prioridades especiales a nivel de país”. ¿Es conservación sinónimo de protección? Unas sabanas sometidas en su mayoría a presión por el pastoreo del ganado, la mayor actividad económica de Mojos, y sujetas a intensas quemas estacionales para mantenimiento de los pastos. Quemas incontroladas que amenazan las comunidades vegetales y animales naturales, sobrepastoreo que degrada suelos y humedales, y ambos deterioran los bosques-isla. Islas de bosque utilizadas para la extracción de madera y leña y, en ocasiones, para la agricultura. Extracción maderera que también está afectando a las sabanas arboladas,

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sometidas a tala selectiva de tajibos, palmas y otros árboles empleados en la construcción de corrales, áreas que junto a los humedales de sabana albergan, desde el punto de vista de la conservación, varios taxones con mayor riesgo en la actualidad. Desmonte y agricultura de subsistencia: dos actividades que también afectan a los bosques de ribera, con un impacto global elevado en las proximidades de los núcleos poblados; y que también amenazan el patrimonio cultural del Beni, al encontrarse prácticamente en todas las islas vestigios de asentamientos humanos precolombinos. A la destrucción de hábitats se le suma un aumento de la presión de la caza local por el crecimiento de la población humana, que afecta a la fauna silvestre, sometida durante muchos años en Bolivia a un comercio no controlado que redujo fuertemente algunas poblaciones “e incluso ocasionó extinciones locales”161. En las últimas tres décadas, la presión sobre especies de fauna amenazada por el tráfico ilegal sigue siendo un problema, dada la ausencia de planes de manejo de especies y leyes, o lo incipiente de éstos. Originadas en actividades de subsistencia y en la que constituye la mayor actividad económica de Mojos, estas amenazas revelan la estrecha dependencia local de su disponibilidad de recursos en el tiempo. Su riqueza material. Una necesidad más allá del entorno inmediato. Si bien las sabanas inundadas presentan extensiones libres, bajo la creciente presión demográfica y la incertidumbre económica de la producción ganadera, la conversión de pastos para agricultura comercial es una amenaza presente. Unas sabanas cuya “importancia económica va aumentando año tras año”: “especialmente para la producción ganadera existen áreas de sabanas que tienen grandes posibilidades para ser aprovechadas, sin embargo muchas de ellas tienen grandes problemas de manejo ya que se trata de suelos poco fértiles o zonas con inundación extrema”162, en un espacio compartido. Equilibrios Los organismos que habitan los Llanos de Mojos se adaptaron a este medio ambiente variable generando un equilibro ecológico dinámico. Y en este medio ambiente se asentaron poblaciones y se desarrollaron actividades económicas, pero las inundaciones extremas afectan a ciudades, rubros y comunidades y provocan pérdidas de millares de cabezas de ganado. Una inundación anual de la que depende directamente la producción biológica de la llanura. “En consecuencia, se debe encontrar un equilibrio entre la necesidad de conservar la dinámica fluvial e hidráulica, para mantener el patrimonio y los recursos que provee la llanura, y la necesidad de proteger a la población de la consecuencia de las inundaciones, tomando en cuenta además la exigencia de habilitar nuevos terrenos para la agricultura. Este equilibrio es crucial para el desarrollo de las poblaciones humanas locales.”163

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Las consideradas “trabas” al desarrollo económico proporcionan la riqueza para este desarrollo. No se pueden cambiar sin perderlas. En esta situación, parece “evidente que la generación de conocimientos más detallados sober la dinámica física y biológica es primordial para el desarrollo sostenible de la región”164. La evaluación de esta situación debe ser la base para proponer los objetivos de gestión. Unos objetivos que han de dar respuesta a los problemas y necesidades a través de actividades respaldadas por el conocimiento científico, pero también por el local, su asunción y comprensión como componentes del equilibrio dinámico, responsables de conservar y gestionar los ecosistemas. La “integración del sistema para lograr una auto-regulación, imitando procesos de equilibrio existentes en sistemas naturales”165. Una vía que asegure la calidad de vida humana y garantice el funcionamiento y la integridad ecológica del sistema mediante la búsqueda de alternativas basadas en el conocimiento.

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Poully M, Beck sg, Moraes M e Ibáñez C. Diversidad biológica en la llanura de inundación del río Mamoré. Importancia ecológica de la dinámica fluvial. Patiño, Santa Cruz: Centro de Ecología Simón I, 2004, 383 pp. Denevan W. La geografía cultural aborigen de los Llanos de Mojos. La Paz: Librería Editorial Juventud, 1980, p. 13. Alapide C. “Versos poco líricos sobre el Beni, que nos dejó un soldado español del tiempo de la colonización”. En: Bolivia. Con Dios o con el diablo. Buenos Aires: Fontis, 1977, pp. 7677. Markstein H. Tadeo Haenke. El conquistador naturalista. Cochabamba: Editorial “Los Amigos del Libro”, 1994, p. 89. Markstein, op. cit., p. 137. D’Orbigny A. Descripción geográfica, histórica y estadística de Bolivia (1845). Santa Cruz: Gobierno Municipal de Santa Cruz de la Sierra, 1992. Apud Langstroth rp. Forest islands in an Amazonian savannah of northeastern Bolivia. A dissertation submitted in partial fulfillment of the requirements for the degree of Doctor of Philosophy (Geography) at the University of Wisconsin-Madison, eeuu, 1996, p. 18. Hanagarth W. Acerca de la geoecología de las sabanas del Beni en el noreste de Bolivia. La Paz: Instituto de Ecología, 1993, 186 pp. Poully et al., op. cit., p. 36. Beck sg y Moraes M. “Los Llanos de Mojos región-Bolivia”. En: Davis SD, Heywood VH, Herrera-McBryde O, Villa-Lobos J y Hamilton AC, eds. Centres of Plant Diversity: a Guide and Strategy for their Conservation. Cambridge: wwf-uicn-Natural Museum of Natural History Smithsonian Institution, 1997, pp. 421-425. Biogeografía es el estudio científico de la distribución geográfica de los organismos. Estos estudios integran “la información de la presencia de la diversidad biológica respecto a un espacio geográfico y a una historia evolutiva pasada y presente” (Poully et al., op. cit.). Denevan, op. cit., p. 38. Furley PA. “The nature and diversity of neotropical savanna vegetation with particular reference to the Brazilian Cerrados”. Global Ecology and Biogeography, 1999, 8, pp. 223-241. D’Orbigny, op. cit., p. 18. “El declive en una extensión grande es mínimo. Entre San Borja y Espíritu, se calcularon aprox. 33 cm por km, entre San Borja y Trinidad 18 cm por km y a lo largo del río Mamoré entre San Borja y Guayaramerín incluso sólo 6 cm por km” (Hanagarth, op. cit., p. 9). Hanagarth W y Szwagrzak A. “Geoecology and biodiversity –Problems and perspectives for the management of the natural resources of Bolivia’s forest and savanna ecosystems”. En: Barthlott W y Winiger M, eds. Biodiversity –a challenge for development research and policy. Berlín-Heidelberg-Nueva York: Springer-Verlag, 1998, pp. 289-312. Poully et al., op. cit., p. 17. Poully et al., op. cit., p. 18. Nombre con el que localmente se conocen los afloramientos del Escudo Precámbrico a modo de grandes bloques de granito que pueden observarse en los ríos. Hanagarth, op. cit., p. 20. Killeen T. “Clima y paleoclima”. En: Killeen TJ y Schulenberg TS, eds. A Biological Assessment of the Parque Nacional de Noel Kempff Mercado, Bolivia. rap Working Papers 10. Washington DC: Conservation International, 1998, pp. 48-51. Poully et al., op. cit., p. 18. Un recorrido de 318 km con una pendiente de –1.64. 10-2 (Poully et al., op. cit., p. 87). Poully et al., op. cit., p. 123. Poully et al., op. cit., p. 120. Poully et al., ibídem. Para una información más detallada sobre aspectos de hidrología y dinámica fluvial del Mamoré, así como sobre la diversidad de hábitats acuáticos en la región central de este río, se recomienda consultar los trabajos de investigación presentados en el citado libro de Poully et al. (pp. 95-136), sobre los que se basa este apartado. Denevan, op. cit., p. 30.

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28 Carrasco M. Descripción sinóptica de Mojos. Cochabamba: Imprenta de Beeche y Compañía, 1843, p. 1. 29 “Más que referirnos a una llanura de inundación, debemos considerar el sistema río-llanura de inundación porque la permanencia de las llanuras de inundación está indudablemente ligada al aporte de aguas que provienen del río y más específicamente en base a aportes abruptos o graduales de agua que sobrepasan temporalmente la capacidad de transporte del río y generan las inundaciones. Según un aspecto estrictamente físico, la llanura de inundación es un reservorio de agua que, en su mayor parte y después del flujo masivo, se restituye al río” (Poully et al., op. cit., p. 5). 30 Marbán P. “Relación de la provincia de la Virgen del Pilar de Mojos” (1676). Boletín de la Sociedad Geográfica de La Paz, 1898. Apud Denevan, op. cit., p. 244 (capítulo V, nota 3). 31 Palau M y Sáiz B, eds. Moxos. Descripciones exactas e historia fiel de los indios, animales y plantas de la provincia de Moxos en el virreinato del Perú por Lázaro de Ribera. 1786-1794. Madrid: El Viso, 1989, p. 85. 32 Poully et al., op. cit., p. 24. 33 “Disciplina que estudia la evolución de las características de los relieves acuáticos o terrestres” (Poully et al., op. cit., p. 79). 34 Apud Alcina J y Sáinz H. “Los indios Moxo y sus vecinos”. En: Palau y Sáiz eds., op. cit., p. 11. 35 Poully et al., op. cit., p. 143. 36 Carrasco, op. cit., p. 1. 37 Poully et al., op. cit., p. 91. 38 Poully et al., op. cit., p. 97. 39 Langstroth, op. cit., p. 14. 40 Kricher J. A neotropical companion: an introduction to the animals, plants and ecosystems of the New World tropics. Princeton, NY: Princeton University Press, 1997. 41 Huber O. “Neotropical savannas: their flora and vegetation”. Tree, 1987, 2, pp. 67-71. Apud Kricher, op. cit., p. 235. 42 Braithwite RW. “Biodiversity and fire in the savanna landscape”. En: Solbrig OT, Medina E y Silva JF, eds. Biodiversity and savanna ecosystem processes. Berlín: Springer-Verlag, 1997, pp. 121-142. 43 Countinho LM. “Fire in the ecology of the Brazilian Cerrado”. En: Goldammer JG, ed. Fire in tropical biota. Berlín: Springer-Verlag, 1990, pp. 82-105. 44 Langstroth, op. cit., p. 10. 45 Langstroth, op. cit., pp. 14-20. 46 Haase R. “Community composition and soil properties in northern Bolivian savanna vegetation”. Jounal of Vegetation Science, 1990, 1, pp. 345-351. 47 Véase la nota 6. 48 Sarmiento G y Monasterio M. “A critical consideration of the environmental conditions associated with the occurrence of savanna ecosystems in tropical America”. En: Golley FB y Medina E, eds. Tropical ecological systems: trends in terrestrial and aquatic research. Nueva York: Springer-Verlag, 1975, p. 232. 49 Langstroth, op. cit., p. 19. 50 Langstroth, op. cit., p. 20. 51 Markstein, op. cit., p. 80. 52 Wilson EO. La diversidad de la vida. Barcelona: Crítica (Grijalbo Comercial), col. Drakontos, 1994. 53 Navarro G y Gutiérrez E. Tipificación, caracterización ecológica y valor ganadero del sector meridional de las pampas de Moxos (Beni, Bolivia). Documento de Consultoría para ciddebeni. Santa Cruz de la Sierra, 1995 (no publicado). 54 Hanagarth, op. cit. 55 Langstroth, op. cit., p. 28. 56 Denevan, op. cit. 57 Erickson CL, Esteves J, Winkler W, Michel M y Jacob J. Estudio preliminar de los sistemas agrícolas precolombinos en el Departamento del Beni. Universidad de Pensilvania e Instituto Nacional de Arqueología, 1991 (no publicado). 58 Eder FC. “Descripción de la Provincia de los Mojos en el Reino del Perú” (1888). Trad. de Nicolás Armentia de la edición latina de 1791. La Paz: Imprenta de El Siglo Industrial. Apud Denevan, op. cit., p. 182.

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59 Poully et al., op. cit. 60 Killeen TJ, García E y Beck S, eds. Guía de árboles de Bolivia. Herbario Nacional de Bolivia. La Paz: Missouri Botanical Garden. Quious srl, 1993. 61 Vásquez R y Coimbra G. Frutas silvestres comestibles de Santa Cruz. Santa Cruz: Gobierno Municipal, 1996. 62 Vásquez y Coimbra, ibídem. 63 Killeen, García y Beck, eds., op. cit. 64 Vásquez y Coimbra, op. cit. 65 Poully et al., op. cit. 66 Poully et al., op. cit. 67 Navarro y Gutiérrez, op. cit. 68 Poully et al., op. cit. 69 Navarro y Gutiérrez, op. cit. 70 Navarro y Gutiérrez, op. cit. 71 Hanagarth, op. cit. 72 Navarro y Gutiérrez, op. cit. 73 Navarro y Gutiérrez, ibídem. 74 Navarro y Gutiérrez, ibídem. 75 Navarro y Gutiérrez, ibídem. 76 Decreto Supremo nº 22.482, del 27 de abril de 1922. Bolivia. 77 Poully et al., op. cit. 78 Navarro y Gutiérrez, op. cit. 79 Navarro y Gutiérrez, ibídem. 80 Navarro y Gutiérrez, ibídem. 81 Poully et al., op. cit. 82 Navarro y Gutiérrez, op. cit. 83 Navarro y Gutiérrez, ibídem. 84 Navarro y Gutiérrez, ibídem. 85 Poully et al, op. cit. 86 Pott VJ y Pott A. Plantas acuáticas do Pantanal. Brasil: Ministério da Agricultura e do Abastecimento, embrapa, 2000. 87 Lewis C. “Water hyacinth –a world-wide weed”. Protect, otoño de 2002. 88 Rubio JM. El Amazonas: infierno verde. Madrid: Anaya, Biblioteca Iberoamericana, 1988. 89 Centro de Estudios Amazónicos (ceam). “Depuración de aguas residuales” (www.ceamong.org). 90 ceam, ibídem. 91 Este capítulo se basa en los trabajos desarrollados por Maldonado y recogidos en el libro de Poully et al. (op. cit., cap. vii: “Comunidades sucesionales a orillas del río Mamoré”, pp. 169-192). 92 Maldonado, op. cit. 93 Markstein, op. cit., pp. 176-177. 94 D’Orbigny A. Viaje a la América Meridional: Brasil-República del Uruguay-República ArgentinaLa Patagonia-República de Chile-República de Bolivia-República del Perú. Realizado de 1826 a 1833. Tomo iv. La Paz: Instituto Francés de Estudios Andinos, Plural Editores, 2002. 95 Pott y Pott, op. cit. 96 Apud Alcina y Sainz, op. cit., p. 212. 97 Eisenberg JF y Redford KH. Mammals of the Neotropics, vol. 3: The Central Neotropics: Ecuador, Perú, Bolivia, Brazil. Chicago: University of Chicago Press, 1992, pp. 13-42. 98 “El conjunto de la flora, la fauna y los microorganismos de una región determinada” (Wilson, op. cit., p. 354). 99 Emmons LH. Mamíferos de los bosques húmedos de América Tropical. Una guía de campo. Santa Cruz de la Sierra: Editorial fan, 1999, pp. 280-282. 100 Eisenberg y Redford, op. cit. 101 Rodríguez F. Enciclopedia Salvat de la Fauna, tomo 8: Sudamérica. Pamplona: Salvat, 1970. 102 Wilson, op. cit., pp. 128-136. 103 “En biología evolutiva: la similitud creciente durante la evolución de dos o más especies no emparentadas” (Wilson, op. cit., p. 354).

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Wilson, op. cit., pp. 128-136. Wilson, ibídem. Rodríguez, op. cit. Wilson, op. cit., pp. 128-136. Wilson, op. cit., p. 134. Wilson, op. cit, p. 135. Rodríguez, op. cit. Apud Palau y Sáiz eds., op. cit., lámima 52, p. 82. Williams G. Forest Islands Bolivia (Estación Biológica del Beni). Earthwatch, 22 de agosto-8 de septiembre de 1994. Bueno M. International Studbook for the Blue-throated macaw (“Ara glaucogularis”). Tenerife: Loro Parque Fundación, 2000, 8 pp. Del Hoyo J, Elliot A y Sargatal J, eds. Handbook of the Birds of the World. Vol. 4: Sandgrouse to Cuckoos. Barcelona: Lynx Edicions, 1997. Apud Palau y Sáiz eds., op. cit., lámina 62, p. 83. Sick H. Ornitologia Brasileira. Río de Janeiro: Editora Nova Fronteira, 1997. Sick, op. cit. Sick, op. cit. Sick, op. cit. Ergueta P y De Morales C. Libro rojo de los vertebrados de Bolivia. La Paz: Centro de Datos para la Conservación, cdc-Bolivia, 1996. Ribera MO. “Lista de animales considerados elementos especiales para la conservación en el Departamento del Beni”. Anexo X, 10 pp. En: Miranda C. Plan de manejo. Estación Biológica del Beni. Reserva de la Biosfera. ancb lidera, 1991. Van Damme PA, Ten S, Wallace R, Painter L, Taber A, González Jiménez R, Fraser A, Rumiz D, Tapia C, Michels H, Delaunoy Y, Saravia JI, Vargas J y Torres L. “Distribución y estado de las poblaciones de londra (Pteronura brasiliensis) en Bolivia”. Revista Boliviana de Ecología y Conservación Ambiental, 2002, 12, pp. 111-134. Hanagarth, op. cit. Poully et al., op. cit. Op. cit., p. 230. Tormo L, ed. “El Padre Julián de Aller y su Relación de Mojos” (1669). Missionalia Hispánica, Madrid, año xiii, 1956, pp. 371-380. Rodríguez, op. cit., pp. 123-130. Kricher, op. cit., pp. 211-213. Craighead FC, Sr. “The role of the alligator in shaping plant communities and maintaining wildlife in the Southern Everglades”. Florida Naturalist, 1968, 41(2-7), pp. 69-74. Ross P. “La importancia del uso sostenible para la conservación de los cocodrilianos”. En: Larriera A y Verdade LM, eds. La conservación y el manejo de caimanes y cocodrilos de América Latina, vol. 1, Santo Tomé, Santa Fe (Argentina): Fundación Banco Bica, 1995, pp. 19-32. Medem F. Los Crocodylia de Sur América, vol. 2, Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, 1983. Britski HA, Silimon K y Balzac L. Peixes do Pantanal. Manual de Identificação. Brasilia df, embrapa, 1999. Rodríguez, op. cit., pp. 36-37. Apud Palau y Sáiz eds., op. cit., p. 31. Rodríguez, op. cit., pp. 98-99. Collins M, redactor jefe. Las últimas selvas tropicales, Barcelona: Ediciones Folio, 1991, p. 85. Carrasco, op. cit., p. 3. Del griego ρπυια, Harpyia, ‘que vuela y saquea’. D’Orbigny. Descripción geográfica, histórica y estadística de Bolivia (Departamento del Beni-Provincia Caupolicán y Moxos). Edición del Gobierno Municipal de Santa Cruz de la Sierra en homenaje al sesquicentenario de la fundación del Departamento del Beni. París, Santa Cruz, 1845, pp. 237-238. Kricher, op. cit., p. 317. Collins, op. cit., p. 174. Wilson, op. cit., p. 139.

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Wilson, op. cit., p. 13. Hanagarth, op. cit., pp. 45-50. Kricher, op. cit. Wilson, op. cit. Furley, op. cit. Ibisch P y Gonzales R. “Procesos y funciones ecológicos”. En: Conservación basada en ecoregiones en el “Sudoeste de la Amazonía” (subdivisión Bolivia). Análisis biológico-socioeconómico de la situación de la biodiversidad y base para un Plan de Conservación Ecoregional. Santa Cruz, Bolivia: wwf-fan, 1999 (CD-rom). Poully et al., op. cit. fan Bolivia-wwf. Conservación basada en ecoregiones en el “Sudoeste de la Amazonía” (Subdivisión Bolivia). Análisis biológico-socioeconómico de la situación de la biodiversidad y base para un Plan de Conservación Ecoregional. wwf. fan. Santa Cruz, 1999 (cd-rom). Ibish P. “Bolivia is a megadiversity country and a developing country”. En: Barthlott W y Winiger M, eds. Biodiversity –a challenge for development research and policy. Berlín-HeidelbergNueva York: Springer-Verlag, 1998, pp. 213-241. Poully et al., op. cit., p. 4. Furley, op. cit. Poully et al., op. cit., p. 48. Beck y Moraes, op. cit. Hanagarth y Szwagrzak, op. cit. Ministerio de Desarrollo Sostenible y Planificación, 2001. Estrategia Nacional de Conservación y Uso Sostenible de la Biodiversidad. La Paz, Bolivia. Poully et al., op, cit., p. 29. Beck SG y Moraes M (www.nmnh.si.edu/botany/projects/cpd/sa/sa.htm). Ibish PL y Mérida G. Biodiversidad: La riqueza de Bolivia. Estado de conocimiento y conservación. Santa Cruz de la Sierra: Ministerio de Desarrollo Sostenible, Editorial fan, 2003, p. 446. Poully et al., op. cit. Gutiérrez E. Caracterización de la composición florística y estructural del sector meridional de las Pampas de Moxos (Beni, Bolivia). Documento de Consultoría para ciddebeni. Santa Cruz de la Sierra, 1996, p. 1. Poully et al., op. cit., p. 6. Poully et al., ibídem. Poully et al., p. 368.

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Gentiles de Moxitania. Cuando las aguas eran amigas Emir A. Iskenderian Aguilera

Un indio Moxo escribe los anales de su pueblo en una tabla ó pedazo de caña por medio de varios signos, cuya inteligencia y manejo pide mucha combinación y una memoria feliz. Viedma, 1787 Con frecuencia también he podido comprobar por mí mismo algunas muestras de memoria que entre nosotros causarían la admiración de todos. Así es: veo que cualquier indio está listo para contar sin ningún problema –aunque tenga más de cien años– cuanto le ha sucedido en la vida, sin olvidar compañero de cada viaje, cacería o banquete; cuántos peces y aves o animales mató cada uno; lo chistoso o desgraciado que le sucedió a cada uno; quién es más viejo que quién en la reducción; las novedades, cosas insólitas que le han sucedido a cada uno, y esto hasta tal punto que parecen tener grabada en la memoria la historia de todos los sucesos de cada época y los detalles más nimios. Eder, 1772

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Polémicas gentiles En este capítulo examinaremos aspectos de la vida de los habitantes originarios de la Moxitania prehispánica. Esta región de pampas llanas e inundables ha sido durante siglos morada de naciones indígenas con avanzadas formas de producir alimentos, crear lugares de habitación y transportarse a través de la selva. Quizá nada nuevo en la historia humana, salvo por las extraordinarias tecnologías y el tamaño de las obras desarrolladas y por el hecho de que se haya llegado a creer que ello no era posible en la Amazonía. Las culturas de estos llanos no suelen figurar en la mayor parte de los libros sobre América, ni siquiera en los de Bolivia. Su estudio está lleno de sorpresas y depara numerosos descubrimientos. Iniciado a principios del siglo pasado, es fruto del trabajo de investigadores académicos y estudiosos apasionados por el pasado de su tierra, que han ido aportando datos que sacan esta región de los dominios del mito y le van dado carta de ciudadanía en la historia de los pueblos. En las pampas mojeñas hay vestigios de vastas obras en tierra, como inmensas lomas y rectos terraplenes. Dichos vestigios son objeto de estudio por parte de la arqueología, y existen discusiones académicas al respecto. Veremos algunas de las polémicas que se han desarrollado en torno a esta antigua sociedad tribal. En cuanto a su estructura económica, se discute la posibilidad de que algunas obras en tierra, como las lagunas, sean resultado del trabajo humano. Asimismo, también constituyen motivo de polémica los múltiples usos que debieron de tener esas obras, como sucede con los terraplenes. Partimos de la premisa de que éstas son obras de ingeniería agrohidráulica. Las naciones de aquel Mojos modificaron intensamente el ecosistema para potenciar la producción de alimentos. Por ello, debe entenderse cada elemento (lomas, terraplenes, lagunas, camellones) como parte de un gran conjunto productivo, un sistema técnico de producción (un aparato hídrico productivo) que implicaba unos métodos y procesos de trabajo propios, junto con una organización política y unos sistemas de creencias y conocimientos. Sobre su estructura política poco se ha dicho. Se han hecho consideraciones sobre las condiciones necesarias para que una sociedad construya obras de ingeniería colosales: hablamos de ahorro e inversión a largo plazo. En este sentido, encontramos dos grandes corrientes de interpretación: la de quienes sostienen que estas obras “agrícolas y piscícolas” fueron construidas a fuerza de latigazos y con jerarquías marcadas, y por otro lado, la de quienes opinan que estructuras familiares y de orden cooperativo fueron capaces de forjar una sociedad técnicamente muy compleja y eficiente. De una u otra manera, eran capaces de defenderse, construir y gestionar las obras agrícolas. En cuanto al factor ideológico, se discute si hubo tal desarrollo que diese fruto a una religión compleja con sus representantes y respectivos

ritos. Lo cierto es que hay evidencias de que en las culturas mojeñas prehispánicas crearon lugares de culto y que había sujetos que hacían de intermediarios entre el mundo comunal y el de los espíritus. “Gentil”, en la época colonial, designaba a los no cristianos. Finalmente, presentamos un breve resumen de las investigaciones arqueológicas realizadas en el Beni, con la evolución de diversas lecturas del paisaje mojeño.

Entre aguas Mojos es una unidad geográfica bien determinada entre el Beni y el Iténez, con el Mamoré –el río madre– como eje central. La mayor parte de su territorio corresponde a unas pampas extraordinariamente llanas (el promedio de pendiente es de 10 cm/km). Su clima condiciona la vida de forma más decisiva que en la mayoría de lugares del mundo. Se trata de una extensa área de unos 200.000 km2 con un periodo de sequía que va de marzo a octubre, seguido de otro de lluvias que abarca el resto del año1. Los pobladores de estas llanuras se adaptaron a ese ciclo. Muestra de ello son algunas referencias jesuitas del periodo misional. Así, en 1676 Marbán escribía que “la mayor parte de los pueblos están sobre las barrancas de los ríos y tan vecinos á ellas, que á veces suelen llevarse los ríos los pueblos, comiéndose las barrancas las avenidas, las cuales suelen ser tan grandes que sobrepujan las barrancas y se entra el río en los pueblos; para entonces hacen los indios unas barbacoas altas sobre las cuales echan tierra y en ellas cocinan”2. Y una década más tarde Orellana dejaba el siguiente testimonio: (…) oí decir á un indio antiguo, que una sola vez se acordaba que hubiesen pasado cinco años sin que el río saliese de madre, de más de sesenta años. Lo ordinario era cada dos ó cada tres, y alguna vez repetía un año tras otro. (…) Estos avatares provocados por las aguas provocaban el traslado de los pueblos: más si las continuas mudanzas no nos hubieran detenido los pasos. Hácenlas éstas los indios muy ordinariamente de sus pueblos en varias ocasiones; la principal suele ser la inestabilidad del río, que ó se les aparta ó arrima demasiado, pues hay que en menos de seis años han estado en cuatro distintos puestos y ahora están mudándose á otro; y mientras duran estas mudanzas no hay quien pueda recogerlos á la doctrina, pues andan en continuo movimiento.3

Casi ochenta años después, otro soldado del Papa, venido desde Hungría, comentaba las ventajas del tiempo de aguas: ¿Qué provecho traen las inundaciones? Las hay de consideración: tanto los árboles destinados a la construcción de edificios en época veraniega, como la semilla y las embarcaciones fabricadas, que de otro modo nunca o sólo después de muchas semanas y con gran esfuerzo y peligro podrían ser transportadas a la reducción, gracias a estas inundaciones dos niños las pueden transportar en pocas horas.4

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Al igual que los humanos, la flora y fauna de Mojos han desarrollado mecanismos de adaptación a un ciclo climático extremo. Durante el periodo seco se van angostando las aguas, los humedales se van secando, los bucheres, anguillas y lagartos se entierran en el lodo a la espera de las lluvias. Los ríos menores se van secando, dejando pozas en las que se amontonan los supervivientes a la escasez del agua. Con la llegada de las lluvias, las pozas se llenan de agua y la vegetación acuática se apresura a invadir las aguadas. El mundo vegetal aprovecha la abundancia: el tajibo con sus hermosas flores amarillas surge como una llama en el monte, la Victoria regia aparece extendiendo sus inmensas hojas flotantes. Los peces migratorios, a punto para la freza, remontan las aguas para la puesta. Sicurís y patos acompasan sus ciclos con los del clima. Los ríos se hinchan y, con las aguas que bajan de los lomeríos de Baures, de Eva Eva y Mosetenes, se desbordan por una pampa demasiado llana para dar salida a esa avalancha líquida. El Mamoré se convierte en una ancha faja de más de veinte kilómetros de ancho, en la que los árboles que emergen marcan el antiguo curso. Las pampas se transforman en un lago inmenso de poca profundidad. Acabadas las lluvias, las aguas desaguadas a través de los pasos al Amazonas abandonarán las pampas sumiéndose de nuevo en los ríos. Las aguadas se irán secando a la espera de las nuevas lluvias y, finalmente, volverá todo al reposo, y cada animal y planta encontrará su acomodo en la nueva época seca a la espera de las lluvias5. La vida en Mojos palpita con las aguas.

Mitos malsanos Antes de entrar en la historia de Mojos, para situarla mejor, veamos cómo era la situación cultural del continente. Laurette Séjourné, investigadora francesa de culturas mesoamericanas, plantea un par de cuestiones sobre la arqueología americana. “¿Para qué escrutar unos antecedentes que no desempeñan ya ningún papel en nuestra sociedad? ¿No es inútil y malsano plantear problemas olvidados, despertar querellas y suscitar antagonismos artificiales?”6 La autora, sin embargo, ya tiene su respuesta: “Estas consideraciones resultan inoperantes allí donde los vestigios imponen más y más vigorosamente la presencia muda del mundo inmolado: con su silencio, que ya no es definitivo, las obras emergen en tal profusión que el subsuelo de México, la América Central, del Perú o de Bolivia, las restituye abundantemente con la regularidad de los frutos naturales”7. Refiriéndose a las culturas americanas, añade que “a despecho de su extrema densidad demográfica, de la carencia de maquinaria y de animales de trabajo, los miembros de las sociedades precolombinas gozaban de una salud física, de una independencia individual, de una seguridad, de unos ocios, que im-

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plican un reparto de los recursos y una integración en la colectividad que en nuestros días parecería una utopía”8. La historia de Mojos se inscribe en el contexto amazónico, uno de los más desconocidos de toda América, y cuyo estudio está condicionado por apriorismos de una historia “oficial”, diríase, casi a favor del colonialismo sufrido. Existen unos prejuicios básicos que han condicionado de manera decisiva el quehacer de estos historiadores oficiales: el vacío demográfico americano, el primitivismo de sus gentes, y su escasa capacidad para el progreso y su adaptación a una vida civilizada. La colonización de los europeos se ha presentado como la ocupación de un lugar a través de una lucha legítima contra unos gentiles salvajes de escasísimo desarrollo. Este supuesto panorama de un territorio poco poblado por una gente prisionera de un maleficio ambiental que impide su evolución, hace suponer que son pueblos suspendidos en el tiempo, que tarde o temprano serán desplazados por otros de una evolución cultural más avanzada. Esta creencia de estar frente a pueblos cazadores-recolectores-desbrozadores desde tiempos inmemoriales también es compartida por algunos defensores de las naciones originarias. Buscan protegerlas del contacto con “Occidente” para preservarlas de una evolución que las alejaría de un modo de vida simple y auténtico. Un modo de vida que, por otra parte, no se sienten movidos a adoptar. Un modo de vida que responde a un estado de regresión cultural y de readaptación al entorno, pues estas naciones eran antaño mucho mayores en población y producción. Para la imposición de este “maleficio ambiental” se han negado las acciones genocidas; se prohibieron los libros sobre América que no pasasen la censura real e inquisitorial; se hicieron desaparecer las compilaciones más importantes sobre la cultura local. La magna compilación de Bernardino de Sahagún sobre ciencia y costumbres en Nueva España fue confiscada tres veces. Sahagún, conocedor del hecho, murió a los noventa años cuando redactaba de nuevo un resumen de sus trabajos. Las objeciones o denuncias sobre el maltrato de los nativos se calificaron de “leyenda negra” construida por los enemigos de España para calumniar su obra civilizadora. La bestia negra de los defensores de esta tesis fue fray Bartolomé de Las Casas. La Inquisición de la Iglesia católica llegó a prohibir su Brevísima relación de la destrucción de las Indias. Desde luego, Las Casas o Séjourné no son los únicos en reivindicar el pasado americano. También desde el periodismo de investigación se han hecho contribuciones. El periodista estadounidense de las revistas Science y Atlantic Monthly Charles C. Mann, autor de 1491. Una nueva historia de las Américas antes de Colón, hizo en este libro un resumen de las recientes investigaciones y los hallazgos científicos realizados por historiadores, geógrafos, antropólogos o arqueólogos respecto al pasado precolombino de América. El libro se

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ocupa de derrumbar una colección de mitos sobre la historia del Nuevo Mundo. Sobre la Amazonía puede leerse: Un número cada vez más grande de investigadores ha llegado a la conclusión de que la cuenca del Amazonas conserva la huella de sus habitantes primitivos. Lejos de ser la tierra virgen intemporal y con un millón de años de antigüedad que muestran las postales, estos científicos afirman que la jungla actual es el resultado de una interacción histórica entre el medio ambiente y el ser humano, concretamente las populosas y perdurables tribus indias descritas por Carvajal.9

En 2006, con motivo de la edición de un nuevo libro de Charles C. Mann sobre la “convulsión ecológica al juntar de nuevo las masas continentales”, consecuencia y contribución de Colón a la humanidad, se publicó en el periódico español El País una entrevista al autor. Al preguntársele si América evolucionó tan rápido como Eurasia, Mann aseguraba lo siguiente: (…) más abajo de las nieves perpetuas andinas se descuelgan manojos de aldeas y grandes y opulentas ciudades con más habitantes que Europa (…) Son tierras donde viven múltiples civilizaciones en armonía con la naturaleza a la que han explotado y moldeado sin caer en el desequilibrio. No lo saben, pero gozan de hallazgos intelectuales antes que ninguna otra cultura del mundo: han inventado el cero, son pioneros en matemáticas y astronomía; tienen una de las primeras hazañas de la ingeniería genética al inventar el maíz moderno; han desarrollado más de diez sistemas de escritura; han construido una red de agua corriente y alcantarillado y viviendas de hasta seis plantas; y la mayoría de sus pobladores depende de la agricultura y la ganadería.10

En esta entrevista, el autor se quejaba de que los libros de texto de historia solamente dedican a la memoria de América el 3% de sus páginas. Imagínese el lector qué porcentaje corresponde al Amazonas boliviano y a Mojos en particular. Los registros arqueológicos de la América tropical testimonian un desarrollo agrícola y de urbanización casi simultáneo al del Viejo Continente. Las primeras prácticas agrícolas documentadas datan de 7.000 años y los primeros poblados de 5.00011. La agricultura americana seleccionó las especies vegetales de mayor interés para la producción de alimentos, fibras y medicinas. Presentes en sus ecosistemas u obtenidas por intercambio, fueron mejorándolas en un proceso social de varios milenios, hasta el extremo de que hoy resulta difícil determinar las especies originales. Había una variedad de productos domesticados que se usaban en diversas partes del continente americano, como el cacao, el tabaco o la coca. Asimismo, la arqueología da cuenta de que las obras de ingeniería agrícola también estaban presentes en varias poblaciones prehispánicas del nuevo mundo12:

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Si comparamos la cultura aborigen de la América del Sur con la del Norte y América Central, encontramos que los indios sudamericanos conocían una cantidad de objetos que eran desconocidos (…) en el Antiguo Mundo y en la Oceanía en la misma época, lo que prueba que habían sido descubiertos o inventados en la misma América del Sur (…) (…) Cuando el europeo llegó a América, los indios conocían ya y hacían uso de todos los recursos que les ofrecía la naturaleza, de tal modo que no puede decirse hoy con certidumbre si han sido los blancos o los negros los descubridores de las plantas útiles bajo su aspecto económico o medicinal y desconocidas antes por los mismo indios.13

Las últimas décadas han sido fértiles en nuevos avances; las aportaciones de epidemiólogos, genetistas, botánicos, geógrafos y arqueólogos han reunido evidencias de que el hábitat amazónico no es un paraíso terrenal o ecológico intacto (un bosque prístino). De su geografía y pueblos se puede rescatar un pasado que figure como patrimonio de la humanidad y cuya investigación alumbre el camino para desarrollar tecnologías sostenibles. Aproximémonos a las obras que se encuentran tanto en Mojos como en el resto del continente americano. Explican Dougherty y Calandra: Pese a esas inundaciones anuales –o tal vez favorecidos por ellas–, los Llanos de Moxos fueron el asiento de los organizados señoríos de los Moxos y los Baure (…) conformados bajo la autoridad de jefes de prestigio, y coordinados en poblados interdependientes. El ambiente actual, que restringe la economía agrícola a los albardones ribereños y moderadas elevaciones libres de las aguas, cuyos suelos mólicos son sumamente propicios para la agricultura de roza y quema, no pareció conspirar contra el desarrollo de un nivel sociocultural como el de los Moxos y los Baure, caracterizados por cierta estratificación social, un complicado sistema religioso, una elaborada artesanía y una eficiente agricultura.14

Y en el Informe del Proyecto Mojos 2005 podemos leer lo siguiente: En primer lugar, es una cultura agrícola. Para realizar la actividad agrícola en los llanos inundables, los antiguos habitantes de esta zona crearon un extenso sistema hidráulico a fin de controlar el flujo de aguas. Entre esas construcciones se encuentran canales, lagunas, etc. También fueron construidos numerosos campos de cultivo especiales llamados “campos elevados” o “campos de camellones” para proteger las plantas e incrementar las cosechas. (…) Finalmente, la naturaleza de los llanos quedó transformada por la actividad humana. El paisaje actual de los Llanos de Mojos no es natural. Es fruto del trabajo de la sociedad, que trató de mejorar su entorno. Sin embargo, a pesar de sus gigantescas obras de ingeniería, esa sociedad maravillosamente era capaz de mantener su relación simbiótica con la naturaleza. (…) ¿Cómo se hizo posible este fenómeno? Según nuestra opinión, los creadores de la Cultura Mojeña habían alcanzado una tecnología avanzada para realizar sus obras sin destruir el equilibrio ecológico, gracias a un profundo conocimiento del medio amazónico. Como resultado, lograron mejorar sus condiciones de vida, lo cual les permitió formar una sociedad compleja.15

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Y ahora demos algunas cifras. “Se estima que no menos de 20 mil ‘lomas’ –como las denominan los actuales lugareños– existen y que casi todos los sitios habitables hoy en día a salvo de inundaciones se hallan encima de las mismas”, comenta Sanginés16. Sobre los campos de cultivo terraplenados, este mismo autor añade: “Hasta el presente se conoce que los predios en cuestión tienen una superficie de 150.000 hectáreas tan sólo en Mojos, suficientes para alimentar a una población de 5 millones de personas. Antaño predominaba la agricultura y hoy es incipiente en el Beni, habiéndose operado un retroceso con respecto al periodo precolombino y se ha tornado en ganadero”17. Y éstas son las estimaciones que se ofrecen en un informe del Proyecto Moxos: “Se observan 70 lagunas artificiales que cubren una superficie  de 290 km2 y embalsan 500.000 m3, para suministro de agua de una zona con una extensión de 18.000 km2. (…) Podemos ver que el análisis es extrapolable a todo el Beni, con lo que estas cifras que apuntamos se pueden multiplicar por 10 (…) Tenemos noticias de un par de canales de más de 100 km de longitud, pero no hemos podido seguirlo (…) No se han llevado a cabo intentos sistemáticos de evaluación de los kilómetros de terraplenes en Moxos; según Denevan sobrepasan los 1.500 km de longitud total, pero se muestra dispuesto a aceptar cifras mayores. Creemos que esa cantidad se puede multiplicar por 5 o 10 veces”18.

Crónicas atlánticas Son reveladores los primeros relatos de los españoles llegados a las islas y costas del Atlántico del Nuevo Mundo. Américo Vespucio, quien navegando por las costas de lo que hoy es Venezuela iba encontrando población tras población y de tanto en tanto, si se lo permitían, entraban tierra adentro un par de leguas, cuenta lo siguiente: Nos llevaron a una población suya, que se hallaba como dos leguas tierra adentro y nos dieron de almorzar y cualquier cosa que se les pedía en seguida lo daban (…) Vimos otra gran población a la orilla del mar: fuimos a tierra con el batel y nos encontramos que nos estaban esperando, y todos cargados con alimentos (…) y nos dieron de almorzar muy bien (…) vimos [otra] gran población que se hallaba cerca del mar; donde había tanta gente que era maravilla y todos estaban sin armas, y en son de paz; fuimos a tierra con los botes, y nos recibieron con gran amor, llevándonos a sus casas, donde tenían muy bien aparejadas cosas de comer. Aquí nos dieron de beber tres clases de vino, no de uvas, sino hecho con frutas como la cerveza, y era muy bueno; aquí comimos muchos mirabolanos frescos, que es una muy regia fruta, y nos dieron muchas otras frutas, todas diferentes de las nuestras, y de muy buen sabor, y todas de sabor y olor aromáticos.19

Vinos, comidas y también tabaco. Otro de los personajes que narró escenas de aquella “otra creación” fue Gonzalo Fernández de Oviedo, quien

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estando en la actual Nicaragua asistió a un festín ceremonial: “E así como comenzaron a beber, trujo el mesmo cacique un manojo de tabacos que son del tamaño de un jeme y delgados como un dedo, e son de una cierta hoja arrollada e atada con dos o tres hilos de cabuya delgados; la cual hoja e planta della crían con mucha diligencia para el efecto de estos tabacos y encendíanlas por el un cabo poca cosa, y entre sí se va quemando (…) hasta que se acaba de quemar en lo cual dura un día”20. Bartolomé de las Casas habla de esa otra planta, “que ellos tienen en más que el oro”, cuyo consumo desaltera, sacia y da fuerza, y que llaman “hado” en Venezuela, “yaat” en Nicaragua y “coca” en Perú. Las Casas señala su presencia en Cuba. Seca, pulverizada y mezclada con cal de nácar sacada de las conchas, se emplea en los trabajos que requieren gran esfuerzo. Los indígenas llevan este polvo en pequeñas calabazas colgadas del cuello o en la espalda: “no la mascan ni la tragan, y la sacan de la boca al comer o beber (…) entonces parece como espinacas cocidas”21. Las Casas no disimula su asco por esas bolas pegajosas continuamente masticadas. José de Acosta expone los diversos usos del cacao en Yucatán, que se toma caliente, frío, picante, con fines medicinales o para convidar: “usan echarle especias y mucho chili; también le hacen en pasta y dicen que es pectoral y para el estómago, y contra el catarro”22. Los relatos describen países muy poblados, grandes ciudades, gente vestida y abundancia que les causaba maravilla. Son concluyentes en cuanto al nivel de bienestar de las culturas americanas antes del arribo de Colón en 1492. El impacto de las epidemias y las matanzas perpetradas ocasionaron en pocas décadas el derrumbe de estos pueblos, la desaparición de sus ciudades y la pérdida del control de las obras productivas. Los primeros relatos resultan casi fantasiosos ante la realidad hallada pocas décadas después por nuevos colonizadores. Los millones de gentiles que encontraron al principio quedaron reducidos a unos centenares. Cuenta Oviedo, refiriéndose a Cuba: “falló el almirante, cuando estas islas descubrió, un millón de indios e indias o más, de todas edades, o entre chicos y grandes: de los cuales todos, e de los que después nascieron, no se cree que hay al presente en este año de mill e quinientos y cuarenta e ocho, quinientas personas, entre chicos e grandes, que sean naturales e de la progenie e estirpe de aquellos primeros”23. Sobre la gobernación de Castilla del Oro (Panamá), comenta: “había dos millones de indios, o eran incontables, es menester que se diga como se acabó tanta gente en tan poco tiempo”24. La acción de los invasores fue la causa directa o indirecta de lo que Las Casas llamó “la destrucción de las Indias”, ocasionando el hundimiento cultural y demográfico. Este proceso se consumó en unas pocas décadas después de 1492:

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La isla de Cuba es cuasi tan lengua como de Valladolid a Roma, está hoy cuasi toda despoblada. Las islas de Sant Juan y la de Jamaica, islas muy grandes y muy felices y graciosas, ambas están asoladas. Las islas de los Lucayos, que están comarcanas a la Española y a Cuba por la parte del Norte, que son más de sesenta con las que llamaban de Gigantes y otras islas grandes y chicas, y que la peor dellas es más fértil y graciosa que la huerta del Rey, de Sevilla, y la tierra más sana del mundo, en las cuales había más de quinientas mil ánimas, no hay una sola criatura. Todas las mataron trayéndolas y por traellas a la isla Española, después que veían que se les acababan los naturales della.25

Sobre lo acontecido en 1514, explica Las Casas: El año de mil quinientos y catorce pasó a Tierra Firme un infelice gobernador [Pedrarias Dávila], crudelísimo tirano, sin alguna piedad ni aún prudencia, como un instrumento del furor divino, muy de propósito para poblar en aquella tierra con mucha gente de españoles. Y aunque algunos tiranos habían ido a la Tierra Firme y habían robado y matado y escandalizado mucha gente, pero había sido a la costa de la mar, salteando y robando lo que podían. Mas éste excedió a todos los otros que antes dél habían ido, y a los de todas las islas, y sus hechos nefarios a todas las abominaciones pasadas; no sólo a costa de la mar, pero grandes tierras y reinos despobló y mató, echando inmensas gentes que en ellos había a los infiernos. Este despobló desde muchas leguas arriba del Darién [Panamá] hasta el reino y provincias de Nicaragua inclusive, que son más de quinientas leguas, y la mejor y la más felice y poblada tierra que se cree haber en el mundo; donde había muy muchos grandes señores, infinitas y grandes poblaciones, grandísimas riquezas de oro, porque hasta aquel tiempo en ninguna parte había parecido sobre la tierra tanto. Porque aunque de la isla Española se había henchido casi España de oro, y de más fino oro, pero había sido sacado con los indios de las entraña de la tierra, de las minas dichas, donde, como se dijo, murieron.26

Para el estudio de la prehistoria de Mojos es preciso tener en cuenta este proceso de destrucción que llevó a las culturas americanas al borde de su desaparición total (como mínimo el 95% de mortandad), y en especial las de la selva tropical.

Grandes señoríos Durante la colonización de América, cada nueva región conquistada tenía a sus cronistas, fuesen éstos historiadores de oficio de la Corona, los propios conquistadores que relataban sus hazañas y fracasos, o bien religiosos que informaban al superior de la Orden. Cada región recién descubierta por los esclavistas españoles era llevada a las letras y a los mapas. El avance organizado de la maquinaria colonial representaba fijar con crónicas de sus protagonistas y testigos cada paso dado en pos de conquistar una nueva provincia de indios. Gracias a esta dinámica de registro histórico, hoy podemos ver aquel paisaje desde la óptica de los invasores. No hace

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falta intentar leer entre líneas, porque los textos son claros al referirse a la gente, sus moradas y alimentos. Aunque en el caso de lo desconocido que había entre Perú y Brasil, aún se discutía la veracidad de unos relatos contradictorios: En la misma América, cuyos términos por todas partes se saben, no se sabe la mayor parte de ella, que es lo que cae entre el Pirú y Brasil, y hay diversas opiniones de unos que dicen que toda es tierra anegadiza, llena de lagunas y pantanos, y de otros que afirman haber allí grandes y floridos reinos, y fabrican allí el Paitití y el Dorado y los Césares, y dicen haber cosas maravillosas (…) Agora últimamente, por cartas de los nuestros que andan en Santa Cruz de la Sierra, se tiene por relación fresca que se van descubriendo grandes provincias y poblaciones en aquellas partes que caen entre el Pirú y Brasil.27

El pretendido primitivismo de las culturas tropicales ha llevado a ignorar las crónicas que contradicen esta imagen, o, incluso, a calificarlas de fantasiosas. Numerosos relatos sobre el trópico húmedo o tierras bajas han sido ignorados o atribuidos a la mente calenturienta de unos soldados enfebrecidos por el sueño del oro. ¿Por qué unas crónicas merecen más crédito, mientras que otras son tildadas de poco objetivas? Sobre el Amazonas, podemos estimar si eran o no “culturas primitivas” al observar las imágenes que impresionaron al primer cronista de esta región de ríos, bosques y llanos. Así como las costas centroamericanas tienen como cronistas a Oviedo, Vespucio o Acosta, el río Amazonas y sus poblados fueron descritos por Gaspar de Carvajal. Llegó en 1536 al Perú, cuatro años después de la caída de Atahualpa. En 1541 descendió desde Quito como capellán de una expedición a El Dorado, al mando de Gonzalo Pizarro. Tras separase en busca de alimentos, bajo las órdenes de Francisco de Orellana y siguiendo el caudaloso río Amazonas, llegaría hasta el Atlántico. Gaspar de Carvajal relata (desde el Río Negro en adelante): Pasamos adelante y siempre por poblado y una mañana, a hora de las ocho, vimos sobre un alto una hermosa población, que al parecer debía ser cabeza de un gran señorío (…), en doblando una punta que el río hacía, vimos la costa adelante muchos y muy grandes pueblos que estaban blanqueando (…) no discrepaba un pueblo de otro distancia de media legua y menos (…) Y aún más digo, que la tierra adentro, a dos leguas y más o menos parecían muy grandes ciudades que estaban blanqueando (…) Quiero que sepan que toda la gente que en este río hemos pasado (…) es de buena razón e muy vivos e ingeniosos; porque parece ansí por todas las obras que hacen, ansí de bultos como debujos y pinturas de todas colores, muy buenas, que es cosa maravillosa de ver.28

La “Relación” de Carvajal menciona el maíz desde el territorio de los machipero, al parecer ubicado por la desembocadura del río Putumayo, actual territorio brasilero:

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Así que nos era necesario comer nuestro acostumbrado manjar, que era yerbas y de cuando en cuando un poco de maíz tostado (…) Hallamos en este pasto [300 leguas abajo de Aparia] muy gran cantidad de bizcocho muy bueno, que los indios hacen de maíz y de yuca (…) Aquí se halló mucho maíz (…) de lo que los indios hacen pan (…) Comíamos el maíz por granos contados [en la boca del Amazonas] (…) Comíamos (…) unos a medio almuz de maíz tostado y otros a menos.29

Pero no todo fue bienestar y abundancia en el viaje. Al huir los españoles de los machiparo, disparan al capitán general de los indios y lo matan. Aunque así ganaron tiempo, fueron perseguidos por el río: Pero nos siguieron dos días y dos noches sin nos dejar reposar, que tanto tardamos en salir de la población deste gran señor llamado Machiparo, que al parecer de todos duró más de ochenta leguas, que era toda una lengua, estas todas pobladas, que no había de poblado a poblado un tiro de ballesta, y el que más lejos estaría a media legua, y hubo pueblo que duró cinco leguas sin restañar casa de casa, que era cosa maravillosa de ver: como íbamos de pasada e huyendo no tuvimos lugar de saber qué es lo que había en la tierra adentro; pero, según la disposición y parecer de ella, debe ser la más poblada que se ha visto, y así nos lo decían los indios de la provincia de Aparia, que había un grandísimo señor la tierra adentro hacia el sur, que se llamaba Ica, y que éste tenía muy gran riqueza de oro y plata, y esta noticia traímos muy buena y cierta.30

En ambos casos, cronistas del Amazonas y América, coinciden en sus descripciones. Sencillamente, se encontraron frente a sociedades que llevaban milenios de evolución.

Arqueología del paisaje De manera esquemática, podemos decir que la renovación de las concepciones del oriente precolombino, y más concretamente del Mojos antiguo, ha pasado por tres momentos: desde inicios del siglo xx hasta principios de los años sesenta; de mediados de los sesenta a comienzos de los ochenta, y desde principios de los ochenta hasta la fecha. Durante todo el siglo xix, así pues, dominó en la cultura boliviana la idea de un oriente precolonial protagonizado esencialmente por pueblos cazadores-recolectores o, a lo sumo, por pueblos hortícolas. Sin embargo, desde comienzos del siglo xx empiezan a reaparecer evidencias de que en el actual territorio beniano debió de haberse practicado la agricultura intensiva a gran escala. En 1906 se publica la monumental obra de Maurtúa, que incorporaba entre las páginas 121 y 216 de su noveno volumen las “Consultas hechas por S. M. el Rey, a Don Juan de Lizarazu, Presidente de Charcas, sobre el proyecto de realizar una entrada a los Moxos o Toros, entre los años

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1636-1638”. Estos informes venían del pasado con relaciones precisas que hablaban de los mojeños, aún no reducidos por aquellos años, como de una nación de “gente vestida de algodón y labradores”, de “muy grandes labradores”31. Tales términos empleaban estas relaciones de principios del siglo xvii, que describían con precisión a un pueblo mojo que tenía dos grandes sementeras, una con “más de setecientos percheles” y otra con cerca de “cuatrocientos percheles en comunidad”32. En 1913, Nordenskiöld inauguraba los estudios arqueológicos en el Beni al realizar excavaciones en tres grandes lomas cercanas a Trinidad. En los años siguientes, continuaría con el estudio de algunos camellones y en 1916 sería el primero en sostener públicamente la hipótesis de que en el actual territorio beniano se había practicado algún tipo de agricultura a gran escala en tiempos remotos. “En algunas partes de Mojos –escribió hacia 1916– la gente ha intentado hacer útiles los campos inundados estacionalmente mediante drenaje.”33 Vemos que, a partir de sus investigaciones de campo, el científico sueco, aunque de manera muy escueta, llegaba a conclusiones que, al igual que los textos de Lizarazu, modificaban sustancialmente la imagen del pasado sudamericano. Más tarde, en 1942, sería el francés Metraux quien insistiría de nuevo en la existencia de una agricultura de gran extensión durante la era precolombina: “En la región actualmente habitada por los indios Chimane, especialmente entre San Borja y San Ignacio, hay restos de grandes canales, diques y plataformas de tierra elevadas, construido todo para drenar las inmensas ciénagas y convertirlas en campos de cultivo”34.

El segundo periodo de la historia de las investigaciones sobre el Mojos antiguo se inicia en 1956. En rigor, entre finales de los años cuarenta y principios de los cincuenta del siglo xx, es todo un nuevo periodo de la historia boliviana lo que se inaugura. Con la firma del contrato suscrito en 1952 entre el gobierno y Glen McCarthy, nuevas empresas petroleras, sobre todo angloamericanas, empiezan a tomar posesión de sus propiedades recientemente adquiridas. “Fueron las compañías Bolivia California y Bolivian Shell las que, a finales de la década de los cincuenta, introdujeron el uso del avión en la Amazonía boliviana.”35 Las fotografías aéreas que la Shell realizó de sus concesiones revelaban una serie de elementos geográficos que fueron interpretados oficialmente por la compañía como fallas geológicas, si bien uno de los geólogos de la compañía, Plaffker, intentó demostrar el origen natural de las numerosas lagunas orientadas y de formas geométricas que abundan en las pampas. Sin embargo, en los vuelos y demás trabajos de prospección había participado el ingeniero petrolero Kenneth Lee, a quien la versión oficial

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no satisfacía en absoluto. Para él resultaba claro que lo que se había podido observar en los sobrevuelos eran restos de construcciones humanas. En un vuelo entre San Ignacio y San Borja, Lee descubrió la existencia de grandes extensiones de campos elevados precolombinos. Durante el curso de sus prospecciones petroleras para la empresa, había examinado campos similares en otros países del trópico de Sudamérica, pero el enigma que planteaban los camellones de Mojos es que evidenciaban la práctica de una agricultura intensiva en unos suelos que, por su pobreza, apenas podían sustentar pastos de muy baja calidad. La teoría de Lee era que había que encontrar un mecanismo de fertilización de aplicación a gran escala, algo que solamente podía hallarse en los nutrientes que aportaba el flujo de aguas de inundación. A partir de entonces, Lee será un investigador e impulsor de los estudios sobre el Mojos precolombino; se ocuparía de realizar gestiones para que Salomon Ross, periodista de la bbc, realizase una serie de reportajes poniendo en movimiento el oxidado engranaje de la arqueología boliviana, que parecía creer realmente que Tiahuanacu era “el centro del mundo”; también haría de “guía oficial” en los primeros levantamientos de datos que Kuljis y Bustos realizaron a mediados de los setenta; y sería un entusiasta y útil colaborador de las excavaciones posteriores, cuando el Museo Arqueológico de la Plata se sumó a la aventura de El Dorado guiado por su director, Bernardo Dougherty, y que culminaría con las primeras dataciones radiocarbónicas realizadas por la Smithsonian Institution a comienzos de los ochenta. Por supuesto, Lee contó con el poyo decisivo de un grupo de estudiosos bolivianos. Empezando por Ricardo Bottega, sin duda su más cercano colaborador, en una lista aproximada del núcleo duro del “leeísmo” boliviano deberían figurar Asín, Carvallo, Martha Lijerón, Arnaldo Lijerón y Rodolfo Pinto. Cada una de estas personas, en diferentes grados y de maneras diversas, contribuyó y contribuye consciente y entusiasmado a la apertura de ese nuevo espacio en la comprensión de la historia antigua de nuestro continente que tuvo a Lee como su tiharauqui principal. Porque es cierto que, con sus hipótesis y descubrimientos, el sistema técnico de las sociedades precolombinas del actual departamento del Beni quedaba desentrañado en sus rasgos esenciales, poniéndose en evidencia un portentoso sistema de producción. En este periodo se publicó el ya clásico The Aboriginal Cultural Geography of the Llanos de Mojos of Bolivia (1966), de William Denevan, que daría a conocer por primera vez a la comunidad científica internacional la existencia “de la que, acaso, fue la cultura indígena más avanzada de toda la cuenca amazónica”36. Desde principios de los ochenta, cuando finalmente se conocen las dataciones de la Smithsonian Institution, hasta el presente (2008), estamos viviendo un nuevo y tercer periodo de las investigaciones, en el que las hipótesis

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de Lee no han hecho sino confirmarse, en tanto que los alegatos geologistas se han hecho si cabe más pueriles. Así, frente a la posición casi inexplicable de una Betty Meggers, que aún sostiene aquello de que no es posible el desarrollo de grandes y prósperas culturas en el Amazonas, las investigaciones de la cultura mojeña no dejan de aportar datos sobre la poderosa inventiva de los mojeños antiguos para modificar su paisaje con fines productivos, igual o quizá más intensivamente que otros pueblos amazónicos. Tras las “investigaciones arqueológicas complementarias en territorios circundantes” a las lomas ya estudiadas, realizadas por Dougherty y Calandra entre 1984 y 1985, este periodo se inicia, en rigor, con la publicación en 1987 de Pueblo de leyenda, de Rodolfo Pinto. Este libro es, por una parte, un balance del periodo anterior y, además, pone de manifiesto que la cuestión en los ochenta ya no era atraer a arqueólogos de todo el mundo para la realización de excavaciones; los arqueólogos ya habían llegado, y otros se preparaban ya para su aventura paititiana. Lo fundamental ahora –es decir, en los ochenta– era definir cómo había que realizar las excavaciones. Este método de investigación estaba, claro, ligado al objeto de estudio. Porque es evidente que, si se está estudiando una loma creada por la naturaleza, no tendría por qué importar si al lado de esta loma hay una laguna también natural y a cientos de kilómetros de esta loma hay un “camino”. La cosa es muy distinta, por supuesto, si lo que se estudia es un complejo sistema técnico desarrollado para fertilizar campos de cultivo. Aquí deben buscarse, esencialmente, las relaciones entre los distintos elementos, aunque éstos se hallen separados por una enorme distancia. En otras palabras, las “investigaciones arqueológicas complementarias en territorios circundantes” debían extenderse varios cientos de kilómetros. Y esto es lo que, efectivamente, empieza a suceder desde inicios de los noventa. Por una parte, a partir de 1993 Clark Erickson realiza una serie de estudios arqueológicos y experimentales tratando de relacionar los distintos elementos para entender el complejo sistema agrícola de los mojos, con lo que llegó a enriquecer sustancialmente la comprensión del pasado mojeño y a plantear el concepto de “arqueología del paisaje”. Por otra parte, en 1991, Kenneth Lee y Josep Barba formularon el llamado Proyecto Moxos, cuyo fin era hacer una nueva aproximación al estudio de las obras precolombinas de Mojos, documentando la existencia de numerosas lomas e incorporando las lagunas a la geografía cultural de los Llanos. El proyecto planteaba que las obras de tierra de los Llanos de Mojos eran como módulos de un conjunto dedicado a la colonización productiva de las pampas de inundación. Participaron también en el Proyecto Moxos Ricardo Céspedes, Efraín Barbery, Ricardo Bottega, Rodolfo Pinto, Mario Villca, Victoria Solanilla, Mario Suárez, Jesús García y Antonio Vargas. Para ampliar estos trabajos, Lee y Barba fundaron en 1992 el Centro de Estudios Hoya Amazónica (hoyam), destinado a estudiar la relación

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entre el hombre y la naturaleza en Mojos a través de la historia, a fin de rescatar tecnologías ecológicamente integradas para el futuro desarrollo del país. Durante las campañas de 1993 a 1996, hoyam experimentó la fertilización de suelos con la adición de tarope. Para la validación del experimento, se eligió el maíz por sus altos requerimientos de nutrientes (la producción de una tonelada de maíz requiere unos 28 kilos de nutrientes por hectárea, mientras que una de tomate sólo requiere 4 kilos). A partir de los análisis de los suelos y el tarope, se calculó que con la adición de 60 kilos de tarope por metro cuadrado se podía conseguir una cosecha de 5.000 kilos por hectárea37. Para el experimento, en la Estación Experimental Mausa se construyeron cuatro camellones similares a los antiguos, que son comunes en la zona, y se les añadieron en superficie 15, 30 y 60 kilos de tarope, dejando uno de ellos sin fertilizar. Hay que tener en cuenta que 60 kilos de tarope por metro cuadrado es mucha biomasa para manejar, sobre todo si se pretende sembrar gran cantidad de hectáreas de tierra38. El diseño y la ejecución del experimento la llevó a cabo el Dr. Jaume Boixadera, especialista en evaluación de recursos y nuevas tecnologías: Uno de los problemas centrales de la existencia de los camellones es que éstos actúan como áreas de cultivo permanentes, donde las cosechas son exportadas y con ellas los fitonutrientes, y por tanto debía existir algún mecanismo de reposición de la fertilidad. Se ha hipotetizado que los antiguos pobladores de Moxos utilizaban una técnica similar a la utilizada en México con las chinampas: según esta idea se depositaría en el lomo de los caballones el lodo del fondo de los canales junto con las plantas acuáticas que crecerían en los mismos. Para comprobar esta hipótesis se realizaron dos ensayos de construcción de camellones (la Mausa y la Residencia). En la Mausa se aportaron las plantas acuáticas sobre el horizonte B, que se había puesto en superficie al construir los camellones, y se sembró maíz obteniéndose rendimientos entre 4 y 5 veces superiores a los chacos donde se practica la roza y quema (slash and burn); posteriormente se implantaron distintos cultivos hortícolas con un rendimiento plenamente aceptable. Resultados similares se obtuvieron en el caso del ensayo en la Residencia Arajuruana de San Ignacio de Moxos.39

A partir de lo expuesto, podría concluirse que la reposición de la fertilidad en las áreas de camellones podía efectuarse por un método similar al empleado en el experimento y que los Llanos de Mojos fueron en el pasado un área con una agricultura permanente. Habían descubierto una posible forma de fertilización del suelo de los camellones para el cultivo intensivo o semiintensivo en ellos40. Una hipótesis validada es una duda menos en el mar de preguntas y problemas que se nos presentan a la hora de entender el pasado. Céspedes, uno de los miembros del Proyecto Moxos 1992, da cuenta del problema arqueológico real que representan los vestigios del Beni: Cuando realizamos nuestros primeros trabajos arqueológicos en la región integrando la comisión multidisciplinaria del proyecto Ecosistema del Mamoré,

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no tuvimos una idea real del problema arqueológico de este territorio, manteniéndonos siempre con dudas acerca de la opinión de algunos investigadores como Lee y Pinto que nos habían transmitido siempre la magnitud y complejidad del problema arqueológico del Beni. (…) En 1989 integramos una comisión de la Academia Nacional de la Ciencia de Bolivia con el objeto de prospectar de una forma real estas extensas llanuras, previendo un recorrido especial a la zona de Baures, en esta oportunidad contamos con un helicóptero a disposición de la comisión (…) cubrimos con estos vuelos extensas áreas llegando a percatarnos de la verdadera grandeza de todos estos sistemas hidráulicos distribuidos a lo largo y ancho de las llanuras mojeñas. Diques, canales, camellones y terraplenes extremadamente similares a los del reino de Cinu al norte de la Amazonía.41

Los pueblos de Mojos se resisten a dar un último aliento. Como veremos, no puede hablarse de ellos como desaparecidos o colapsados. Mucho queda.

Génesis y colapso Abordar en el estado actual de las investigaciones una periodización previa al momento del contacto mojeño-castellano, que incluya el desarrollo de las culturas y la evolución del aparato hídrico productivo, resulta harto difícil. De las 20.000 lomas existentes, se han excavado menos de veinte. Pese a los cien años de estudios arqueológicos, la investigación de la historia precolombina es aún incipiente en Mojos42. Ahora bien, el colapso que pudo sufrir esta sociedad debió de producirse en el momento en que se abandonaron las grandes obras hídricas. Una nueva etapa en que se perdió el control de la gestión del agua y la cohesión social entre todas las tribus de la llanura beniana involucradas en la administración de los recursos. Estos antiguos pobladores tendrían que haber seguido un prolongado proceso de prueba-error, y adaptación a su entorno, para llegar a construir obras monumentales. En este sentido, tomaremos dos referencias: la periodización de Lee y la periodización de Bustos. Lee planteó que los mojeños tienen una antigüedad de 7.000 años antes del presente (a.p.) y que su origen se remonta a la llegada de primitivos cazadores y recolectores. Hacia el 6.000 a.p. aparecen la cerámica y obras de elevación artificial. Y hacia el 5.000 a.p. se produce el gran desarrollo agrícola, junto con la aparición de las grandes lomas43. El arqueólogo chileno Víctor Bustos sostiene una posición diferente, basándose en la evolución cíclica del clima mundial y su influencia sobre el régimen de lluvias de Mojos. En el 5.000 a.p. empieza a poblarse el llano húmedo, a consecuencia de la sequía circundante, y hacia el 4.500 a.p. aparecen técnicas de control de aguas. Las represas, lomas aterrazadas y los campos de cultivo vendrían unos 1.300 años más tarde44:

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Estudios sobre los cambios climáticos realizados en diversas regiones del mundo, señalan la recurrencia de una fase templado-fría, con disminución de la temperatura media y poca precipitación pluvial, acaecida entre los 5.100 y los 4.500 a.p., fechados coincidentes con las más tempranas manifestaciones agroalfareras de América ya que desde los 3.000 a.p. se encuentran pueblos de agricultores con cerámica. Es probable que esta fuerte presión ecológica, provocada por la falta de aguas, actuara fuertemente sobre la economía agroalfarera temprana, lo que haya permitido la dispersión de ésta, en épocas ligeramente más tardías, hacia sectores más húmedos y por lo mismo permitió su establecimiento en la zona de los llanos (…) los fechados radiocarbónicos disponibles a partir de nuestras excavaciones, ubican a los inicios de las primeras ocupaciones de las lomas, en fechas cercanas a los 3.000 a.p. (…) Tanto para el almacenaje de sus alimentos como para la preparación de los mismos, utilizaban la cerámica, cuyas técnicas de fabricación dominaban desde el inicio de la ocupación de las lomas, que los registros por carbono 14 las remontan por sobre los 2.800 años antes del presente (alrededor del 800 antes de Cristo). Si pensamos que la influencia hispánica se inicia en el área alrededor del 1600 d.c, nos encontramos con un proceso cultural que supera los 2.500 años y por lo mismo, el registro arqueológico refleja diversas formas y variados tipos de decoración, encontrándose en las capas más profundas una decoración grabada para luego ir apareciendo la decoración pintada.45

Hasta aquí, unas líneas generales sobre la génesis y el desarrollo de estas culturas. En cuanto a su colapso, J. H. Walker se pregunta: “¿Por qué entonces abandonaron los agricultores sus campos elevados? El cambio climático a escala continental ha sido propuesto como explicación para el cambio cultural en la cuenca amazónica en general, y en los Llanos de Moxos en particular (…) La segunda hipótesis para el abandono de los campos elevados está basada en las consecuencias biológicas y culturales de la conquista europea. Una tercera categoría de explicación para el abandono de los campos elevados es el cambio cultural prehispánico”46. En la línea de la primera hipótesis, el historiador beniano Rodolfo Pinto sostiene lo siguiente: “Si siguió lloviendo, rebalsó todo y se produjeron las guerras intestinas y desorganización total, ya nadie hizo caso a la jefatura. Unos migraron hacia las montañas, otros se quedaron en forma aislada, pero siempre manteniendo el idioma, que es el mojeño (…) Y está bien claro, todas las lomas que se han investigado, que tienen fechado radiocarbónico, que mueren, se acaban entre el 1200 y el 1300 d.c. ¿Por qué no siguieron haciéndolo? Porque ya no había gente que estaba trabajando organizadamente”47. El sistema productivo de Mojos aprovechaba la dramática oscilación del ciclo climático: La inundación que puede cubrir más de 100.000 km2 (…) La pluviometría de Moxos tiene variaciones importantes entre distintos lugares y oscila fuertemente de un año a otro, el promedio está entre los 2.200 y los 1.700 mm. La concentración de las lluvias entre los meses de octubre y abril ocasiona el desborde de los ríos y la inundación de la pampa. Para mantener el sistema

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productivo de Moxos, las lagunas al igual que los campos de cultivo precisaban del aporte anual de la inundación. Las obras de desvío de los ríos para irrigar la pampa tienen las limitaciones que impone su paisaje llano, no es posible, salvo en la zona de Baures, la construcción de represas altas, los ríos son impetuosos, de cursos cambiantes, y la inexistencia de terrenos rocosos impide la construcción de obras sólidas de represa y desvío. El aparato hídrico productivo tiene pues limitaciones importantes y una disminución de las lluvias a la mitad de su volumen no ocasiona el rebalse de los ríos y no permite la acumulación de agua en las lagunas que disminuyen de nivel por las altas tasas de evaporación, y el aporte anual de agua a los campos de cultivo es imprescindible para su manejo. Las oscilaciones anuales son a veces considerables, provocando eventos de sequía o inundación permanente (…) Esta dependencia tan inmediata de unos umbrales climáticos tan determinantes hace la producción de alimentos de los Llanos muy sensible a las oscilaciones climáticas. Con toda certeza los macro eventos de sequía o grandes lluvias dañaban gravemente el sistema productivo obligando gran parte de la población a emigrar y sumiendo la restante en un ciclo de desestructuración productiva, organizativa y seguramente social.48

En algún momento se abandonaron los campos elevados. Pudo ser por la inundación, nada raro en el Beni. Pero consideremos que eran una cultura hídrica, adaptada al ecosistema de inundación estacional y sus variaciones radicales. Las evidencias señalan que las culturas mojeñas prehispánicas construyeron y gestionaron la “limnoestructura productiva”, por lo menos entre el 2.500 a.p. y el 400 a.p. Poco más de 2.000 años. Hacia el 800 a.p., al parecer hubo un evento climático que modificó seriamente las condiciones locales. Sin embargo, no consideramos este momento como definitivo en la desarticulación de la gestión global del “aparato hídrico productivo”, pues existen testimonios contundentes de principios del siglo xvii sobre la vigencia de la “limnocultura” entre los mojeños, concretamente, la nación de los torococi (nombre guaraní)49. Ahora bien, parece que a finales del siglo xvii las tribus de la Moxitania probablemente habían perdido no sólo la gestión global de las aguas, sino también la capacidad política de defensa común. Invadidos por varios flancos, con una población drásticamente diezmada y con sus dioses indefensos ante la ira del Dios cristiano que castiga con plagas a los enemigos de su pueblo, la entrada jesuita sería la primera gran derrota de estos pueblos, que hasta ese momento habían detenido el avance quechua, guaraní y castellano. Una “derrota” que representó en su momento un grado de estabilidad importante, en medio de tanto acoso para la cacería de “piezas”, y que logró cierto tipo de pervivencia tribal durante cien años más. Los indígenas de Mojos supieron aprovechar la coyuntura y entender la necesidad de aliarse con el nuevo invasor. Eran ya conscientes de que debían conocer al otro, a costa de que continuase la mismísima destrucción de su antiguo mundo sagrado. Aunque no exento de fuertes contradicciones internas entre tribus, o entre caciques y chamanes, ello supuso un poco más de oxígeno para estas culturas que se resistían a dar un último aliento.

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Provincia Torococi Durante los primeros años de la época colonial, tanto para españoles como para quechuas y guaraníes, la Moxitania era una región aún por descubrir; todos se habían limitado únicamente a asomarse a sus fronteras, y allí habían sido detenidos en su avance. Si no fue la larguísima inundación, fueron las murallas de higuerones rodeando los poblados y las peligrosas armas de guerra en manos de miles de gentiles las que detuvieron durante siglos el avance invasor hacia el interior de aquella nueva “provincia” española. Sin embargo, de estas tres naciones –quechua, guaraní y castellana– que en un determinado momento (principios del siglo xvi) casi coinciden en su avance colonizador al “país del agua”, solamente el reino de Castilla perviviría para hacer su entrada definitiva a la región mojeña, y sería detrás de una cruz cristiana. Habiendo la corona de España sojuzgado a la nación de los quechuas y en plena guerra con los guaraníes, ninguna de estas dos naciones originarias del continente lograría adentrarse en aquel riquísimo país. La corriente colonizadora que partió de la costa atlántica se quedó a las puertas de Mojos y fundó la ciudad de Santa Cruz como base de operaciones para la colonización y ciudad de enlace entre las corrientes de conquista altoperuana y rioplatense. Una imagen novelada de la ceremonia de fundación de Santa Cruz “la Vieja” la ofrece Alcides Parejas, historiador que también supone que los cruceños estaban a las puertas de la Gran Noticia de El Dorado: Miércoles de Cenizas. 26 de febrero del año del Señor de 1561. El Padre Francisco Pérez, que hace tiempo acompaña a Ñuflo, dice al amanecer la primera misa en tierra de los indios chiquitos. Fue una misa seca, pues el vino que habían comprado en Chuquisaca se había corrompido. Don Ñuflo ha vestido sus mejores galas de conquistador; Risas fue el encargado de bruñir el metal de la armadura, el yelmo y la espada que lucen brillantes. Después de recibir la bendición del sacerdote y de encomendarse a Dios monta en su caballo, sosteniendo en el alto el pendón de Castilla, y recorre todo el espacio abierto de norte a sur, de este a oeste, una y otra vez, al grito de Castilla, Castilla. Se dirige al centro de lo que será la plaza de armas, baja del caballo y desenvaina su espada. Mientras tanto todos sus hombres se han situado en torno suyo, sus capitanes en primera fila; además, está presente un buen número de lugareños que miran atónitos la escena. Con la espada en el aire don Ñuflo hace ademán de atacar a un enemigo invisible que lo acecha por todas partes. Luego corta algunas ramas de árboles y algunas hierbas. En ese momento un indio chiquitano le acercó un cuenco con agua del Sutós que el fundador bebe con gusto y deja caer sobre su pecho; después de saciar la sed echa a los cuatro vientos el agua que quedaba. Mientras tanto el escribano Francisco Gallego se ha acomodado en el centro de la plaza donde toma nota de todo lo que estaba aconteciendo. También en el centro de la plaza se había levantado el tronco de justicia. Hacia él se dirige don Ñuflo; desenvaina el puñal que lleva en el cinto y le hace unas cuantas incisiones. Terminado este ceremonial que en verdad deja exhausto al fundador, se dirige al escribano y le pide que dé testimonio de que “en nombre de Dios Todo-

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poderoso, del Rey don Felipe II, nuestro señor, y de don García Hurtado de Mendoza, se funda la ciudad de Santa Cruz de la Sierra el dia 26 de febrero del año 1561”. Eran noventa los primeros pobladores de la nueva ciudad; todos estos nombres fueron consignados por el escribano. Entre ellos, de acuerdo a lo establecido, se nombró en ese momento las autoridades de la ciudad, a las que don Ñuflo tomó juramento. Más tarde a cada uno de ellos se les distribuirán en “encomiendas” las parcialiaddes de indígenas que habían sido empadronados hasta ese momento.50

Hacia 1600, la ciudad de Santa Cruz ya había pasado de estar a orillas del Sutós a los llanos de Grigotá (más cerca de Charcas y más lejos de los guaraníes), conocida también como San Lorenzo el Real de la Frontera51. Era gobernador de esta ciudad un tal Soliz, quien mandó recorrer la zona en busca de un camino a la Gran Noticia. Durante una de estas incursiones, separándose del grueso de una expedición de “pacificación” dirigida por Hernando de la Loma, el soldado Soleto Pernia, junto con Sánchez y otros soldados cruceños, subiendo siempre hacia el norte, había penetrado ya en los Torococi, tierra mojeña, y trajeron noticias52. Aclaramos este punto con el historiador Hernando Sanabria, quien, en una de sus notas a la crónica de Soleto, señala lo siguiente: Beltrán de Otazo y Guevara fue gobernador de Santa Cruz entre los años 1597 y 1602, salvando un interregno de más de un año en el que, suspendido de funciones por orden de la Audiencia, fue reemplazado interinamente por Solís Holguín. Apenas iniciado en el gobierno mandó a su lugarteniente Hernando de Loma Portocarrero a que explorara la región poblada de indios llamada parecíes, situada en el divortia aquarum del Iténes y el Paraguay o más ampliamente hablando, del Amazonas y del Plata. Durante meses discurrió por allí Loma Portocarrero, y si bien no hizo otra cosa que entrar en avenencias con los parecíes y de modo especial con su cacique, llamado Manedy, trajo a Santa Cruz noticias tan vehementes acerca del reino de Moxos, que ello dio nuevo brío a los ánimos para reemprender las jornadas en aquella dirección.53

Hacia 1617, los cruceños ya tenían una ruta hacia un nuevo El Dorado. La expedición de Soliz de Holguín partió –siempre al norte– desde San Lorenzo el Real de la Frontera hasta Santiago del Puerto; de allí pasaron a la provincia de los tapacuaras, hasta dar con el territorio de otra nación de indígenas, la provincia de los guiriticosis (Serranos). Desde allí, Soliz envió una cuadrilla de avanzada hacia los Toros. Estos soldados finalmente arribaron a la cima de un cerro desde donde se divisaba la pampa mojeña. Al descender encontraron caminos que les condujeron directamente a los pueblos de los torococis. Esta época correspondería a un Mojos aún independiente, aunque probablemente ya había sido alcanzado por epidemias que habían diezmado otros pueblos. Sobre las crónicas cruceñas del 1617, se sabe que fueron escritas hacia 1635 gracias a un hacendado de gran fortuna, el cruceño don Pedro de

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Iriarte, quien ofreció una donación a la Audiencia de Charcas de cincuenta mil pesos para que se realizase una nueva expedición a Mojos. La única condición era que el mismo presidente de la Audiencia, don Juan de Lizarazu, la comandase. Éste anunció su proyecto al cabildo de Santa Cruz y apoderó al rector de la comunidad jesuita de la ciudad, P. Juan Blanco, para las diligencias. El religioso hubo de consultar en especial a los veteranos que habían emprendido la última entrada a Mojos, al mando del que fuera gobernador de la ciudad, don Gonzalo Soliz de Holguín, fallecido en 1628. La consulta a los veteranos fue oficial y mediante declaración jurada ante escribano real. Estos expedicionarios de avanzada, veteranos conquistadores y nuevos invasores, y finalmente, historiadores de su propia gesta, darían testimonio escrito de una de las naciones de aquel territorio. Iban avanzando de provincia en provincia, descubriendo nuevos parajes a fuerza de seguir adelante a través de lugares desconocidos, a veces luchando con los nativos, a veces pactando para pasar por allí tranquilos, o ambas cosas, primero peleando y luego negociando. En estas primeras excursiones, los nuevos conquistadores de la alianza castellano-guaraní no pretendían quedarse, sino pasar adelante y descubrir la Gran Noticia. El avance del conquistador sobre la provincia de los torococi (la puerta al Gran Mojos) se llevó a cabo caminando y cabalgando sobre la infraestructura construida por los gentiles (y que hoy en día es objeto de estudio de la arqueología). Anduvieron estos soldados sobre “limpios caminos”, actualmente conocidos como terraplenes, y vieron las lomas, que actualmente se excavan en busca del pasado. El paisaje de Mojos, sus lomas, lagunas, cultivos y arroyos, a los que dedicamos la selección de citas de los cronistas cruceños, no son una mera parte de la tierra. Son más bien obras hidráulicas de tierra, propias de una colonización agrícola que duró cientos de años. Estos cruceños que vieron desde la sierra la pampa inmensa y sus lomas tendidas no imaginaron que estas islas fuesen hechas –a pulso– por los gentiles, aunque sí dieron fe de su indudable capacidad labradora y constructora de “caminos”. La lectura de estos primeros historiadores cruceños nos permite visualizar una sociedad quizá de las más sofisticadas del continente. La realidad superaba cualquier posible fantasía de los cronistas, incapaces en su momento de comprender la magnitud total y real de la inmensa obra agrícola presente en aquella nueva provincia, y que recién hoy, gracias, por ejemplo, al avión y a las imágenes satelitales, se empieza a vislumbrar. En resumen, puede establecerse que en 1617 la provincia Torococi (nombre guaraní) tenía unos 44 pueblos (Holguín) y 36 caciques en toda la provincia (Sánchez). El primer pueblo estaba habitado por unos 700 indios juntos (Holguín) y cerca había un pequeño barrio de unos 100 indios (Holguín). Vieron tinajas grandes (Soleto). Para llegar a él, pasaron un río (Soleto), un camino ancho (Justiniano), vieron ardiendo pajonales de una

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gran vega (Justiniano), hasta que llegaron a un pueblo grande (Caballero). Hallaron en una casa una cruz y muchas figuras de peces y pájaros pintados (Caballero); molían maíz en batanes a la manera del Perú (Caballero). Entre el camino del primero al segundo pueblo, vieron muchos percheles de maíz y casas al lado del camino (Caballero); 280 casas de vivienda más cocinas y casas para beber (Heredia); 400 casas y 90 cocinas (Limpias); 350 casas en el mayor pueblo, 50 cocinas y 20 bebederos (Sánchez). El primer pueblo era el mayor (Justiniano). Una chacra con más de 500 percheles de maíz (Holguín). En cuanto al segundo pueblo, se habla de una roca en el centro de la laguna (Soleto); de un pueblo sobre una laguna (Justiniano); de 5 o 6 pueblos a la orilla de una laguna grande y, en medio de la laguna, una piedra cuadrada que parece hecha a mano (Caballero); de una laguna grande que sería mayor que el Aquiaca, con sus rancherías y su peña en medio (Heredia); de 60 a 66 casas, 33 cocinas y 5 bebederos grandes (Limpias), de los demás pueblos junto a la laguna y cerca de tierra alta y fértil (Holguín)54. A los expedicionarios españoles que iban en pos de nuevas conquistas les interesaba “ver para creer”. Y lo que vieron en Mojos les impresionó, en particular la abundancia de percheles (graneros). Así, por ejemplo, Limpias ofrece el siguiente testimonio: “el Capitán Diego Hernández Bejarano, visto tan gran numero de percheles de maíz y demás legumbres, a mi y a otros soldados nos ordenó los contásemos, y en la cera que a mi me cupo conté más de setecientos percheles, al parecer de a veinte y de a treinta anegas de comida en cada perchel, cosa que nos dejó admirados, y el otro soldado contaría más de cuatrocientos percheles en comunidad, así labran la tierra y no de por sí”55. Un total de 1.100 percheles, cada uno con una media de 25 fanegas. Si cada fanega corresponde a 55,5 litros, en cada perchel cabía una cantidad de maíz equivalente a 1.387,5 litros. Si luego multiplicamos 1.387,5 por el total de percheles, tenemos que una sola “aldea moja” podía producir hacia comienzos del siglo xvii la cantidad equivalente a 1.526.250 litros. Redondeando, en cada perchel había una tonelada de maíz. Se necesitarían 200 hectáreas de cultivos para lograr tal acopio de grano56. Hacia 1698, en pleno periodo de misiones jesuitas, y mucho más adentro en la provincia de los Mojos, lejos del territorio Torococi (zona del actual tipnis), los soldados del Papa –la compañía de Jesús– aún encontraban prácticas agrícolas: (…) leguas de aguas, que duran desde noviembre hasta abril. En tiempo de seca siembran sus pegujales de yuca, maíz, camotes, ají, frijoles, en que las mujeres son las labradoras, divertidos los maridos en la caza, y en la pesca, que las más veces es con flecha.57

Más de medio siglo después, seguía practicándose la agricultura, se hacían surcos en la pampa y se mantenía vigente el sistema de roza y quema:

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La principal profesión de ellos era la agricultura, todos eran labradores. Hacían sus siembras en la pampa abriendo surcos y amontonando tierra. Algún otro tenía cuña de piedra y bronce para rozar el monte. También se aprovechaban de las macanas para golpear los árboles pequeños y después de secos ponían fuego y sembraban en lo quemado. Estimaban más el terreno de monte por criar menos maleza que la pampa, porque con el fuego se consumían las raíces y malezas de malas hierbas y la ceniza que dejaba servía de fecundar la tierra. Siembran maíz, algodón, yucas, plátanos, papas, frijoles, maní, camotes, papayas y zapallos y su fecundidad hace que se logre sin más trabajo que el arrancar las malas hierbas. No usan arar ni cavar la tierra, ni necesita de este beneficio tierra tan fértil para rendir mucho fruto.58

A pesar de las invasiones y la dominación colonial, aún mantenían vigentes en su alimentación una cantidad importante de cultivos domesticados.

Agroenigmas El estudio actual de la agricultura prehispánica de Mojos plantea varias preguntas. Un primer asunto: los relieves existentes en las pampas al oeste del Mamoré evidencian la existencia de una agricultura intensiva, pero no todas las regiones tienen los mismos tipos de agroestructuras. Había diferentes formas de producir a una y otra orilla del río Mamoré. En el margen oriental no existen este tipo de campos; la presencia de abundantes obras de canalización y contención de aguas revela que se aplicaba otro modelo agrícola. Hay quienes hablan de tres sectores: Las investigaciones realizadas demuestran la existencia en los Llanos de Mojos de diferentes variantes culturales tanto en espacio como en tiempo, conformando hoy un panorama más complejo que aquel que reconociera y diera a conocer Nordenskiöld. Las diferentes formas que emplearon los antiguos habitantes de la región respecto de la utilización del medio ambiente y de las modalidades de asentamiento se reflejan en su ergología, dejando entrever diferentes tendencias culturales. Los tres principales sectores ecológico-culturales de los Llanos de Mojos establecidos en concordancia con la información hasta ahora disponible son: 1) Oeste de Mojos (cuenca del río Beni), 2) Mojos central hacia el oeste del río Mamoré, 3) Este de Mojos (Iténez).59

Por su parte, un informe del Proyecto Moxos de principios de los años noventa describía áreas diferenciadas según el trío de estructuras predominantes: (…) parecen existir distintos patrones que marcan áreas con características especiales como 1) las de Baures con sus kilómetros de terraplenes o diques, 2) la zona sur de Rogaguado con sus grandes sectores de tablones para cultivo, 3) como también el área de San Ignacio y el río Apere con la enorme cantidad

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de camellones, características que marcan claramente zonas con distintas formas de utilización de la tierra y el agua que podrían estar correlacionadas con patrones distintos de asentamientos y diferenciaciones culturales.60

Agregamos la zona de Trinidad-Casarabe, con lomas, y la región entre San Ignacio y Santa Ana, llena de campos de montículos. Una segunda pregunta atañe a lo que sería el carácter más innovador del agro mojeño: la fertilización del suelo. Exponemos la teoría tentativa de Kenneth Lee sobre aquel sistema y, enseguida, el rol del conocido tarope en esta dinámica productiva: Agua de escurrimientos subterráneos derivados de terrenos fosilíferos marinos, con una gran cantidad de elementos minerales nutritivos en suspensión, fue conducida a través de canales que tienen su origen en las estribaciones de las serranías hasta campos de cultivo, previamente preparados con altos surcos y protegidos con muros de contención. Esta agua fue desviada de pequeños ríos y arroyos en el tiempo seco cuando su contenido en minerales era mayor. En el curso de su transporte o en los campos inundados, fueron introducidas plantas acuáticas seleccionadas, que al encontrarse en un ambiente favorable se desarrollaron con gran rapidez, hasta cubrir totalmente la superficie del agua. En simbiosis con las plantas acuáticas, crecían peces; regionalmente llamados cimbaos y bentones, y también gran cantidad de caracoles. Al alcanzar las plantas acuáticas su máxima expresión de crecimiento, fueron drenando los campos de cultivos a través de esclusas preparadas para evitar la salida de los peces y plantas. Parte de los pescados y caracoles fueron consumidos como alimento, y el saldo de las plantas acuáticas se incorporó a la tierra como abono encima de los surcos previamente construidos. Las plantas acuáticas son eficientes asimiladoras de elementos nutritivos y su análisis es similar a las algas marinas. El calcio de las conchas de los caracoles sirvió para reducir la acidez. Sobre los surcos ya ricamente abonados sembraban los cultivos. La altura y distancia entre sí de los surcos fueron ya precalculadas para acumular el agua de lluvia durante el tiempo de inundación, cuando no había drenaje hacia el río. Al fluctuar el nivel de los ríos, el agua de lluvia era drenada a través de las esclusas antes de llegar al nivel de los sembradíos. Al levantar las cosechas nuevamente se inicia el ciclo, de suerte que el cambio ecológico violento no permitió el crecimiento de malezas ni insectos.61

Sobre la función del tarope, Lee explica lo siguiente: La única fuente de nutrientes en Mojos es el agua de los ríos y para su incorporación a los suelos se necesita de un mecanismo de fijación que puede lograrse mediante el uso de plantas acuáticas. Estas plantas, la mayoría pontederiáceas, crecen en abundancia sobre las aguas ricas. La Eicchornia azurea y la Eicchornia crassipes, llamadas en la comarca tarope, son las abundantes y se usan tradicionalmente en la zona y en otras partes del mundo para la depuración de aguas residuales o de abrevaderos, aprovechando su gran capacidad de depuración y absorción (…) Su productividad por hectárea puede llegar a las 40 toneladas de

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materia seca al año (…) El tarope no es solamente un buen fijador de nitrógeno, sino de fósforo y otras sales minerales. En una cultura predominantemente agrícola, su uso primordial podría ser como compostador de suelos (…) Es adecuado para la compostación eficaz ya que contiene los hidratos de carbono necesarios para facilitar el proceso. Su adición a los suelos incorporaría nutrientes necesarios, rebajaría su acidez, le incrementaría la capacidad de absorción de agua y disminuiría el envenenamiento por alúmina (…) Las lagunas, al igual que los canales y surcos de los campos elevados, darían una buena cosecha de estas plantas mientras se asegurase la renovación de las aguas.62

Trabajando sobre las hipótesis de Lee, el Centro de Estudios Amazónicos (ceam) hizo varias experimentaciones. Al respecto, el responsable del proyecto comenta lo siguiente: En un área inundable como los Llanos de Moxos donde en la estación de lluvias más de 100.000 km pueden quedar sumergidos, los camellones proveen unas condiciones de drenaje y aireación favorables al crecimiento de los cultivos, mientras que en la estación seca pueden proveer humedad a las plantas a partir del agua de “riego” si ésta es aportada a los canales; las condiciones de temperatura también se ven favorecidas por el efecto regulador del agua. Los camellones se hallan ampliamente distribuidos en América, habiéndose mencionado en Colombia y también en el Altiplano, en las culturas desarrolladas a partir del lago Titicaca; sistemas similares –aunque con distinto nombre– están descritos para otras tierras bajas, pero en ningún caso parecen tener la extensión y singularidad –en el sentido de ser prácticamente las únicas áreas cultivables y cultivadas– que en los Llanos de Moxos.63

Una vez más, en un aspecto más específico, vemos patrones diferenciados. Las características externas de los campos de cultivos varían según la zona: Entre las localidades de San Borja-San Ignacio y Santa Ana, donde una pequeña cuenca hidrográfica formada por los ríos Maniqui, Matos, Cuverene, Chevejecure, Museruna, Apere y Tijamuchí drenan el área de sur, las áreas de cultivos se encuentran en medio de terraplenes que los circunscriben en forma ligeramente rectangular, para atrapar aguas provenientes del piedemonte ricas en nutrientes por aporte de materia orgánica de la vegetación de precordillera. En esta área los tablones de cultivos tienen un largo promedio de 100 metros por 10 metros de ancho a una distancia intermedia de los 8 metros. En Puerto Almacén y San Carlitos o en Laguna del Colegio, los tablones son angostos, no más de 3 metros de ancho por unos 50 metros de largo, distanciados unos de otros en unos 10 metros. Hacia el lago Rogaguado, los tablones presentan mayor erosión y aspecto más antiguo pero de mayor tamaño que en las otras zonas, ya que alcanzan los 200 metros de largo por 20 de ancho con un distanciamiento promedio entre unos de otros también de 10 metros.64

Lee hace una clasificación parecida: Los campos de cultivo fueron construidos con diferentes proyecciones geométricas o formatos, pero obedecen a la idea de tener alturas cultivables rodeadas de agua, que circula por gravedad cuyo nivel puede ser rigurosamente con-

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trolado mediante esclusas. El agua venía de grandes depósitos, sean naturales, mejorados o contruidos para este propósito, acopiar el agua de inundación, a veces ubicados a distancias considerables. Campos de plataformas elevadas. Estos campos son de 30 m de ancho y 300 m de largo y forman grandes grupos entre Santa Ana del Yacuma y los alrededores del lago Rogaguado. Campos de tablones. Estos campos tienen de 4 a 8 m de ancho y una longitud de 10 a 100 m. Son los más fáciles de detectar en las fotografías aéreas, debido a lo pronunciado de su relieve. El desnivel entre el campo y el surco puede llegar a los 2 m. Campos de camellones. Su disposición es paralela, y visto desde el aire se asemeja a un campo recién arado y surcado. Su perfil es menos pronunciado, por lo que su detección es más difícil. En la zona oeste de Trinidad los indicios son numerosos pero la mayor parte ha sido borrada por las lluvias y el paso del ganado. Campos de montículos. Están formados por alineamientos de montículos de 3 a 4 m de diámetro. Se encuentran en tierras bajas y sirven para sembrar maíz u otro cultivo de crecimiento rápido. Tienen un mínimo de infraestructura para el control de agua, lo cual aumenta el factor de riesgo en inundación o sequía. Es el sistema más primitivo de siembra en tierras inundadizas y se utiliza todavía en África y Nueva Guinea.65

A estos últimos campos de cultivo, los montículos, que Denevan llama “montones” o “campos-loma” y que son “indiscutiblemente artificiales”66, Bustos los llama “lomas para viviendas individuales”: “aún no tenemos una clara respuesta para ellas, fundamentalmente por la falta de excavaciones en las mismas. Cabe la sospecha que se trate de alguna suerte de campos de cultivo, ya que existen enormes extensiones de montículos de 1 a 3 metros de diámetro (sartenejales) de manifiesta alineación que permiten suponer su uso agrícola ya que hay evidencias por la etnología comparada de su uso en otros lugares”67. Por nuestra parte, agregamos que estos “montículos”, además de poder haber servido de base para cultivos o habitaciones (pueblos), también pudieron haber servido para instalar sus “graneros”. Aquellos “graneros” que los cronistas cruceños habían visto en la provincia Torococi. Sobre la cantidad de campos, Denevan comenta: Desde el aire o en fotografías aéreas he visto unas 5.000 plataformas, unos 6.000 camellones y unos 24.000 campos zanjados, son un total de 35.000 campos drenados individualizados, dejando de un lado una docena de campos-loma, cada uno de los cuales contenía centenares de lomitas. La superficie total abarcada por estos campos, sin incluir los surcos, es de unas 2.630 hectáreas (…) Sólo sobrevolé una pequeña porción de la región que contiene estos campos de cultivo (…) No parecería una cantidad mínima excesiva calcular un total de 100.000 campos lineales sobre una superficie de 6.000 hectáreas esparcidas irregularmente por una extensión de 75.000 km2 en el Beni. Pero también podría haber varios centenares de miles de campos drenados que ocuparían más de 25.000 hectáreas (más de 50.000 hectáreas incluyendo surcos).68

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Hasta aquí, unos apuntes sobre los descubrimientos de la agricultura mojeña e hipótesis sobre su funcionamiento para reponer la fertilidad del medio. Ésta sería, en parte, la explicación a la abundancia agrícola que encontraron los expedicionarios de la entrada de 1617 (cuando estas culturas ya habían iniciado un proceso de retroceso debido al impacto de la invasión ibérica).

Laguna Brava Las lagunas del Beni son uno de los fenómenos más peculiares de su paisaje y seguramente la incógnita mayor de su historia pasada. Vistas desde el aire, o en imágenes de satélite, sorprenden por la regularidad de sus formas y orientación. El origen de estas formas y el grado de intervención humana en su formación son un tema sujeto todavía a discusión69. J. Barba estudió la geometría de las lagunas de Mojos a partir de un sistema de información geográfica de la zona central de los Llanos, para rescatar sus parámetros geométricos70. De las 370 lagunas censadas de más de 50 hectáreas de superficie, 299 tienen formas aproximadamente rectangulares y en su mayoría están orientadas dentro del intervalo de 30 a 50 grados al este, o su complementario71. La superficie total de las lagunas de Mojos está sobre los 3.000 km2, con una capacidad de embalse de unos 5.400 hectómetros cúbicos72. La existencia de un trabajo de tal envergadura constituye una singularidad en la historia de los pueblos amazónicos. ¿Cuál es la magnitud del trabajo humano que dio a esas lagunas su forma actual? ¿Fueron excavadas o funcionaban como represas de agua en las que se levantaban los terraplenes perimetrales? La geometría de las lagunas tiene unos patrones comunes a todas las zonas de Mojos (Mamoré, Pampas y Baures), lo que evidencia un sistema de diseño compartido. La tesis de Barba es que tal esfuerzo sólo se podía financiar de manera progresiva; la formación o construcción de una laguna era en cualquier caso enorme. La laguna Isirere, junto a San Ignacio, tiene 19 km2, pero las hay de más de 70 km2, y hasta de 200 km2. Esto solamente se justificaba con un incremento de la producción. Según Barba, se trataría de la construcción paulatina de una estructura productora de plantas y peces: Los dos procesos productivos básicos del antiguo Moxos, que eran la agricultura en campos elevados y la piscicultura, se basan en el mismo proceso, la transformación de las sales minerales disueltas en el agua en biomasa. Las lagunas de dos metros de profundidad están dimensionadas para minimizar los trabajos de excavación y optimizar la producción de plancton asegurando además niveles mínimos de agua a lo largo del ciclo climático y asegurar temperaturas que permitan una absorción eficaz del oxígeno atmosférico. En las

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aguas embalsadas entre los campos de cultivo tenía lugar un proceso similar, y propiciando la proliferación de macrófitos flotantes se conseguía la transformación de la casi totalidad de los elementos minerales en vegetal compostable que una vez añadido al suelo permitía la práctica de una agricultura intensiva. Las especies en presencia permiten culminar el proceso en la producción de alimento vegetal y animal para humanos.73

Las lagunas geométricas de Mojos son, al parecer, las únicas en la Amazonía, y la explicación a ello seguramente se encuentra en las características de sus suelos, compuestos principalmente de arcillas y limos muy estables y con una capacidad de absorción muy baja, lo que ha permitido su permanencia hasta el día de hoy. Además de las aguas de lluvia, recibían las del desborde del Mamoré y afluentes y las que conducían los canales de alimentación. En la cuenca occidental del Mamoré, hay una intrincada red de canales y ríos que recogen las aguas de escorrentía de la montaña y las conducen a las lagunas. Este aporte anual de aguas fértiles activaba la producción de plancton, que soportaba una compleja cadena trófica. En los Llanos de Mojos muchos peces son migratorios, entre ellos el pacú, y suben el curso de los ríos para la freza. Los alevines se dispersan por las aguas de la pampa, a salvo de los predadores del río; con la bajada de la inundación, una parte de ellos quedan retenidos en las lagunas, un medio ideal para su desarrollo seguro. El pacú, apreciado en la cocina, tiene en el fondo de la boca un sistema de filtro que le permite retener el plancton y alimentarse. La laguna pudo ser un reservorio de comida disponible todo el año. Los aportes de fertilidad no se limitaban a las aguas de escorrentía, sino que el sistema de drenaje de aguas revertía a las lagunas una parte de la fertilidad que se había perdido con la pesca. La mayoría de las grandes lomas de habitación estaban rodeadas por un canal que estaba conectado con otras lomas y que desaguaba en la laguna. Los residuos del consumo humano vertidos al curichi (u orilla del río) se vertían también en la laguna, reciclando en parte esta materia orgánica. Ricardo Bottega, que lleva décadas observando y estudiando estas obras, las entiende como “represas de agua”, para él presumiblemente utilizadas como centros de producción de tarope, pesca y riego: Debemos tomar en cuenta que el Beni tiene una planicie muy extensa y donde la gradiente alcanza solamente el 1% por km. [Las lagunas] Están distribuidas de tal manera que sirven para captar el agua entre una y otra zona, para almacenar esta cantidad de agua. Me imagino que ha sido un excelente criadero de peces, también para producir taropes, y más que todo, para almacenar el agua para el cultivo. Se ven incluso los canales y campos de cultivo, dentro de las lagunas. Con Kenneth Lee, tuvimos en nuestras manos algunas fotos de lagunas aquí, al sur de Trinidad, la laguna Colegio; cuando había llovido bastante se veían campos de cultivo dentro de la laguna, se ve que fue hecha para fines diferentes. Hay lagunas muy grandes, como están distribuidas en la parte media de la gradiente, la parte superior es la que carga el agua, que suelen tener

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hasta cuatro canales de ingreso, y sólo uno o dos de salida, que seguramente en su tiempo tenían exclusas. Éstas no fueron excavadas, sino formadas, generalmente por tres terraplenes, donde la parte superior en la gradiente es la que no tenía terraplén, pero sí las otras tres, donde se almacenaba el agua.74

Respecto a la génesis y morfología de las lagunas, Umberto Lombardo reflexiona en los siguientes términos: Por la conformación que tienen, son difícilmente explicables a la luz de las teorías geomorfológicas que hay hoy en día. Hay varios investigadores que han dado explicaciones naturalísticas, por ejemplo Plaffker, que dice que son de origen tectónico; otros dicen que son de origen eólico, porque fueron cavadas por el viento, pero en realidad esas explicaciones dicen muy poco de la realidad de estas lagunas. Plaffker dice que son de origen tectónico, considerando que las lagunas son todas rectangulares. Para empezar, no todas son rectangulares, porque hay varios patrones. En la zona sur de Trinidad, a unos 50 km, la mayoría son en forma de punta de flecha o de pie de pato. Mantienen la misma orientación, unos 45º N, pero la orilla de la laguna que está al noreste es bastante ancha y la parte de la laguna que está mirando al sudoeste es más estrecha. Son como forma triangular o forma de trapecio y eso no se explica solamente con la teoría de Plaffker, que dice que son rectángulos de granito que se están hundiendo. Tampoco es muy convincente la explicación eólica, ya que muchas veces están pegadas unas con otras, con un dique muy delgado que las separa. Son lagunas que tienen la misma forma y a veces tamaños increíblemente distintos. Se puede ver una laguna que es grande, de varios kilómetros cuadrados, que es rectangular, y al ladito otra laguna rectangular de unos dos o tres kilómetros cuadrados solamente. Entonces, que el viento haya podido crear dos formas rectangulares, una al lado de la otra pero de distintos tamaños, me parece poco probable. Claro, por exclusión uno dice: si no son naturales, entonces son artificiales. Pero tampoco es tan sencillo decir que son artificiales… No creo que sean excavadas. Probablemente el hombre jugó algún papel en lo que hoy vemos, quizás las lagunas sean el resultado de una reforma de las pampas o de zonas bajas; es decir, bajíos naturales que han sido modificados durante la ocupación pre-colombina.75

En coherencia con las propuestas de Barba o Bottega, hay relatos sobre algunas lagunas que tenían esclusas de madera y permitían regular su nivel y facilitar la pesca. En el siglo xviii se conservaban todavía en algunos lugares. “Cuando se trata de lagunas que desaguan en algún río –observa Eder–, si la profundidad de las aguas es superior a un hombre, la cierran con una empalizada de madera; luego, en verano, cuando el agua disminuye, pescan con su coropí o con otro de sus métodos.”76 Más allá de su utilidad, las lagunas ocupan un lugar de primer orden en la tradición “mágica” local y son fuente de toda clase de historias. Son lugares místicos, casi con inteligencia propia. En 2005, durante un trabajo de recuperación de la memoria histórica de la nación indígena canichana, entrevistamos a Eugenio Jilagachi, quizá de los últimos indígenas del pueblo que aún recordaban palabras del casi extinto idioma canichana. Jilagachi nos habló de la laguna Belén, la laguna

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Coitarama y la laguna Brava, de la fuerte personalidad de las tres, y de un jichi que circula por ahí: La laguna Belén, donde hay una estancia hoy del mismo nombre, era sumamente brava; había fieras, unos caimanes grandes de 6 metros, que la gente los mató. Entraba un toro, y era hasta que se perdía, debido al jichi de la laguna, pero luego la gente la empezó a utilizar la laguna para bañarse, para lavar, y usaba jabón, con lo que la laguna se fue amansando. Se ha de haber salido el jichi de allí, se fue a la laguna Coitarama, que es la brava ahora, que tras que siente gente, se sube su nivel, olea y se enturbia; pareciera mentira, pero es verdad. La otra, la laguna Brava, que parece que era un pueblo que se hundió, ya que dentro se veían bardas de ladrillos, en diferentes partes. Ahí se escuchaban bombos, tamboras, fantasmas, gritos. Si le cuento esto es porque muchos lo han visto y oído. Hoy ya no escucha nada, porque se secó, ahora es puro yomomos. Antes era grande, con una agua muy limpia. Una vez se secó, pero en ocho días se volvió a llenar de golpe. Esta laguna tiene arroyos profundos que la desaguan al río Mamoré, hacia el poniente. También por acá pasa el arroyo San Justo, cerca a San Pedro, encauza en las Mercedes, a la banda de los chacos, y sigue bajando, conecta con la zanja cavada de los indígenas, y desde ahí comienza el río Ipurupuru. Antes, el río Ipurupuru era navegable, venían motores grandes de San Ramón, y salían al Mamoré. Hoy, con la carretera que han construido a San Ramón, han terraplenado el área, y lo han obstruido al Ipurupuru, por lo que sólo es posible transitar con botes pequeños que van y salen al Mamoré.77

También Eder alude a las supersticiones relacionadas con las lagunas: Si hay alguna región en el mundo que abunde en lagos, es aquella, que vi uno o dos cuya circunferencia llegaba a diez millas. Varios religiosos me contaron que había otros todavía mayores. Por mi parte un día decidí con mis neófitos, los que había dentro de una legua de la reducción: encontré que eran cuarenta, mayores y menores. Por lo general abundan en peces y caimanes. De ellas, unas están siempre llenas de aguas; otras se secan lo suficiente como para que mueran sus peces. Prácticamente todas las lagunas, por lo menos las mayores, son ocasión de mil supersticiones ridículas de los indios.78

El cronista cruceño Juan Antonio Justiniano fue uno de los soldados que participó en la avanzada que pasó de la provincia de los guiriticosis y llegó, pasada la sierra, a las pampas mojeñas. Éste es su relato: (…) llegamos en breve a la cumbre, divisamos mucha tierra, y entre poniente y norte gran trecho que al parecer son rasos, por la poca arboleda y baja, y por ser a las tres de la tarde y estar el campo con humaredas, a causa de que se quemaban los campos, no se pudo ver de cierto si eran rasos de tierra firme; vide, el rostro a poniente, a mano derecha, una gran cordillera hacia el norte, reclinando lo más alto de la cordillera a poniente, de suerte que esta obra está entre la cordillera y a mano izquierda grande montaña, vimos que al pie, cerca del cerro donde subimos, se estaban quemando los pajonales de una gran vega (…) camino el campo por la vega adelante, y luego se halló camino ancho y hollado que iba a los pueblos (…); y los indios del primero, como nos

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divisaron de lejos, no osaron esperarnos (…) en espacio de una legua vi de siete y ocho pueblos; el primero que entramos es el mayor y después del otro que está sobre una laguna grande (…). Tengo por cierto que es la noticia de tantos pretendida descubrir porque de levante a poniente y de norte a sur no tiene otra entrada más cómoda ni más cerca ni mejor camino.79

El sargento mayor Bartolomé Heredia también declaró en 1635, ante el escribano real Luis Gutiérrez, sobre su entrada y el descubrimiento de Toros y Mojos de 1617. Fue uno de los 30 hombres que Soliz de Holguín envió “a ver si esto era así”. A ver si los Toros estaban a legua y media de los Serranos (guiriticosis): (…) desde el pueblo de San Francisco a la provincia de Chiquitos dimos en una provincia llamada Serranos (…) y yendo siguiendo mi camino, subimos a un cerro alto, de donde divisamos la dicha provincia de los Toros, que casi estaba al pie de la sierra donde subimos, y desde lo alto descubrimos grandísimos y llanadas y humaredas (…) y luego marchamos en orden hacia los dichos rasos de los Toros, y dentro de legua y media, poco más o menos, dimos en el primer pueblo, que tenía doscientas y ochenta casas de vivienda, sin otras casas que les sirven de cocinas y casas para beber (…) porque estos indios son muy aseados y limpios, aunque hombres y mujeres andan todos desnudos (…) la recojimos a una casa grande, adonde ellos solían beber, y allí hallamos una cruz de media vara, y por señas les preguntamos qué era aquello; y respondieron ellos también por señas, dijeron que era Yaya, señalando hacia el norte (…) no entramos más de una legua por esta tierra y vimos al parecer más de tres mil indios, llegamos a una laguna grande, que será mayor que toda el Aquicaca, con sus rancherías, con una peña en medio muy grande (…) en sus casas vimos muchos peces y pájaros de madera.80

Todos los caminos La red hidrográfica de Mojos está orientada de sur a norte, por lo que el transporte a través de la pampa obliga a largos rodeos. Los pueblos de Mojos construyeron una red transversal de canales de comunicación que permitía la navegación de este a oeste, perpendicularmente a la red hidrográfica. Según Rodolfo Pinto, su trazado enlazaba los llanos con los “centros administrativos” que estarían ubicados en la zona de Baures, porque: (…) así como en la antigüedad “todos los caminos conducían a Roma”, acá, en el Beni, todos los canales conducen a Baures… El departamento del Beni tiene ríos que circulan de sur a norte, pero que si uno quiere movilizarse de este a oeste es un poco difícil; entonces, casi todos los canales están construidos de este a oeste, para unir ríos y tener una vinculación mas rápida para llegar a Baures (…) podemos analizar, por ejemplo, [que] al llegar con su zanja del recreo hasta Mamoré, ellos podían navegar aguas abajo del Mamoré, hasta cerca de lo que ahora se conoce como el pueblo de San Pedro Nuevo; ahí hay una cuestión muy interesante, porque el río Ipurupuru nace a unos 50 metros de las orillas del Mamoré, eso lo conocieron los antiguos y le abrieron el canal

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Ipurupuru. Este canal llega hasta una parte donde el río ya tiene caudal, y con un canal de tres kilómetros mantienen actualmente una navegación que permite ir desde la cuenca del Mamoré hasta la cuenca del Machupo. Al navegar el Ipurupuru y luego el Machupo, podían salir por el río Negro, que está en la zona de San Ramón, y a través de canales artificiales llegar también al río Itonama y luego utilizar el canal que llega hasta Baures. Diferentes canales en diferentes partes, siempre de este a oeste, permitían una circulación permanente para llegar a la zona de Baures.81

Una breve digresión sobre los centros administrativos (asunto que retomaremos más adelante, en el apartado “El látigo de Rurre”): Pensar en centros administrativos implica pensar en estados, y nada indica que existiera ningún estado como tal. Más bien lo que encontramos en el Beni son muchas culturas distintas unas de otras, con lenguas distintas, cerámicas distintas, formas de producción distintas… Por otro lado, no quedó ningún vestigio de jerarquía más allá de la familia y el resto, más allá de un cacique con pocos poderes y los chamanes. Nada hace pensar en estados con gobernantes y administradores, sino más bien en tierras muy pobladas con muchas aldeas semiindependientes con poca estratificación social que en momentos de guerra podían estructurarse en unidades mayores aglutinando varias parcialidades.82

Volviendo a los caminos –de agua–, Eder relata: “Encontré dos o tres sabanas más elevadas que las demás y que, por serlo, algunos años no quedaban anegadas, ni por tanto se podían navegar libremente con canoas: las adaptaron a la navegación excavando sus tierras”83. Hay sutilezas. Diferencias. El transporte por agua, efectivamente, pero además, el transporte del agua misma, administrada como recurso básico, en la base de técnicas para generar alimentos. Siguiendo las definiciones de Bustos, sobre las diferentes funciones de los “arroyuelos”, a saber: Destinados al riego, conducir el agua desde un punto ligeramente más alto hacia los campos de cultivo. Ejemplo: en la zona de San Carlitos se observa un canal recto de unos cinco metros de ancho y profundidad media de tres metros, que nace de una cuenca hidrográfica más alta entre los ríos Mocobí e Ibare, que conduce el agua a lo largo de 20 kilómetros para luego repartirla por medio de canales secundarios a más de 1.000 hectáreas de campos de cultivo. Canales de drenaje, que al bajar el nivel de los ríos y de las lluvias en los primeros días de marzo, alcanzan su menor nivel entre agosto y septiembre, con diferencias de hasta 15 metros entre las cotas máximas y mínimas de los ríos. Cientos de kilómetros de canales de drenaje que comunican pampas con los ríos, debió permitir en pocos días un drenaje efectivo desde prácticamente los primeros días que comenzaba el descenso de las aguas fluviales, posibilitando el trabajo agrícola durante un mayor periodo anual, fines de marzo hasta fines de diciembre. Vías de comunicación fluvial, para disponer de un medio de comunicación fluvial rápido se logró la unión de dos ríos o bien la construcción de simples canales a través de la pampa.84

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Un apunte más sobre las funciones de los canales vinculadas a la agricultura. Los ríos que acarrean aguas fértiles desde la montaña son variados; sobre uno de ellos, el río Maniqui, Bustos explica lo siguiente: Las aguas que tienen valores más altos en sales disueltas son las que provienen del valle formado entre la cordillera de Mosetenes y la serranía de Eva Eva. Por la parte norte desagua el río Maniqui que una vez en las pampas toma un curso NE para desembocar en el Mamoré a la altura de Santa Ana de Yacuma. En su ingreso en las pampas salen del Maniqui dos cursos divergentes. A la derecha hay un río que fluye en dirección este-oeste que desemboca en el Apere a la altura de San Ignacio de Moxos. Del margen izquierdo sale un curso que formando un arco se dirige a Reyes y se une al Yacuma. Estos cursos estacionales o alternativos alimentan una complicada red de pequeños ríos o canales que permiten distribuir a voluntad las aguas del Maniqui por un territorio delimitado al sur por una línea este-oeste que va del extremo oeste de Eva Eva hasta el Apere, por el este el Apere hasta su desembocadura en el Mamoré por el norte con el río Yacuma y al oeste con el desvío del Maniqui. La superficie de este territorio es de unos 16.000 kilómetros cuadrados.85

En resumen, vemos que la red de cursos de agua en las pampas es de una complejidad extraordinaria y que cumple funciones múltiples: canales de transporte, riego, drenaje o llenado de lagunas. Algunos de los canales se han inutilizado con las obras de comunicación actuales, pues las carreteras han destruido parte de lo que fue una red de transporte fluvial que abarcaba todo el territorio beniano. Existen además otras estructuras que parecen carreteras levantadas sobre la misma pampa y que atraviesan lomas y montes y llegan a ríos, o hasta perderse de vista. Y que por su altura son, hoy por hoy, la salvaguardia de las vacas en tiempo se aguas. También estos otros “caminos” fueron vistos por los cronistas cruceños: (…) y pasamos adelante, y dimos en otro pueblo que estaba una legua, y entramos; y eran los caminos tan derechos, que casi era más ancha que una calle, por muy ancha que fuese; y estaban estos caminos tan barridos y tan limpios, que cierto tuvimos que ver, que fue cosa que jamás habíamos visto. Llegamos a este pueblo y entramos de tropel a ella, y no hallamos gente, porque ya habían pasado los otros huyendo de nosotros. (…) otro día marchó el campo hacia el norte por un camino ancho, dejando a un lado y a otro muchas casas y percheles de maíz, que por ser tantas no tuve curiosidad de contarlas. (…) y lo que prometen los caminos anchos y limpios que todos enderezan hacia el norte, y ver ocho pueblos en media legua. (…) y los caminos limpios de a quince pies de ancho [4,2 metros]. (…) camino el campo por la vega adelante, y luego se halló camino ancho y hollado que iba a los pueblos. (…) que entrando por una calle o calzada que ellos tenían para división de las sementeras, que cabían tres hombres de a caballo por ellas.86

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Se aprecia que en aquel entonces estos terraplenes estaban en un buen estado de conservación, “limpios y barridos”, y que servían tanto como caminos entre pueblos como –ojo con el dato– para división de sus graneros. Añádase una función más a este “camino”. Sin embargo, este terraplén-camino, por lo menos en lo que a la región de San Ignacio atañe, sería el patrón menos frecuente. Sobre el emplazamiento de los terraplenes existentes al este de San Ignacio de Moxos, leemos en un informe del Proyecto Moxos de 1990: “Solamente un terraplén une dos lomas al norte de la carretera, entre el río Cuverene y el Apere. De los 94 kilómetros de terraplenes del mapa, solamente uno de kilómetro y medio cumplía la función de unión entre dos lugares habitados, los demás no enlazan poblaciones, ni centros ceremoniales o funerarios”87. Otra función del terraplén-canal es la de descrita por Eder como “puente”, aunque en pleno proceso de abandono: Con estos puentes también lograron que las primeras lluvias anuales se almacenaran en el hueco dejado por la tierra excavada y, cuando en verano las sabanas ya están secas y casi quemadas, queda allí suficiente cantidad de agua para transportar por aquellos canales su maíz y demás cosas necesarias. Los Baures hacían gran uso de estos puentes, encontrándose por doquier, aunque en la actualidad casi no los utilizan, a causa tanto de la abundancia de canoas como de que los puentes se han inutilizado e interrumpido con el paso del tiempo.88

Su estudio actual presenta varios problemas de interpretación. Umberto Lombardo, ex director del Centro de Estudio Hoya Amazónica (hoyam) y miembro de un equipo de estudio del Mojos prehispánico del Instituto Arqueológico Alemán, nos comentaba lo siguiente de estos terrapenes: “los hay más altos, más bajos, más estrechos, más anchos; hay terraplenes que hoy en día se encuentran cubiertos por árboles y hay terraplenes que se encuentran en la pampa, cubiertos por pasto; hay terraplenes que por ejemplo conectan lomas, que van de una loma a otra, y hay terraplenes que en cambio cortan una pampa y van de un deslinde al otro del monte, cortando la pampa, dividiéndola en dos partes”89. Sobre el uso diverso de estas infraestructuras, Lombardo especifica que los terraplenes que se encuentran en Baures, o en la zona del Apere, o los que están en la zona de Casarabe, que cortan la pampa, “probablemente son dedicados a fines productivos y específicamente al manejo de aguas. Es decir, desviar las aguas de inundación para mantener quizas áreas que no se inundan o para represar agua, o sea, mantener agua para la época seca”90. Este geógrafo italiano explica que en la llanura de inundación de Mojos, donde el agua se mueve muy lentamente, ésta no tiene energía y no es capaz de erosionar. Con un terraplén pequeño se puede obtener un impacto muy grande en función del número de metros cúbicos de agua que se pueda movilizar de un lugar a otro; por tanto, con una obra relati-

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vamente pequeña es posible lograr un impacto muy grande en cuanto al movimiento de masas de agua. Respecto a cómo se construyó lo que sería un “camino-dique-canal”, Bustos afirma: El análisis del corte del terraplén nos permitió comprender la dinámica de su construcción, el cual se originaba con la excavación de una zanja, cuyo material, compuesto principalmente de arcillas, era depositado poco a poco inmediatamente al lado de ella, con lo que se iba conformando una elevación, compuesta por capas desordenadas, las que no conformaban una estratigrafía horizontal, pero sí bastante compacta.91

Por su parte, el antropólogo y arqueólogo Clark Erickson, profesor universitario en Estados Unidos e investigador desde hace un par de décadas del paisaje beniano, es concluyente en lo que atañe al carácter multifuncional de estas estructuras: (…) los terraplenes asociados a camellones de cultivo pueden haber sido usados simultáneamente para transportar gente y productos entre asentamientos y terrenos de cultivo, para mantener niveles de agua óptimos dentro de los campos, propiciar los recursos de cacería y recolección, proveer de lugares secos para asentamientos temporales durante las actividades agrícolas, definir linderos entre los grupos sociales que construían y cultivaban los campos (…) Los terraplenes y otros movimientos de tierra eran una expresión de trabajos públicos monumentales altamente visibles. La monumentalidad de este paisaje diseñado a escala regional se puede comparar con los trabajos de las civilizaciones precolombinas más conocidas en las Américas.92

Canales y terraplenes, o más bien arroyuelos y caminos. En definitiva, sofisticadas y descomunales obras humanas93.

Andantes y valientes “Las sabanas –dice Eder– constituyen la mayor parte de la región, dentro de las cuales aparecen acá y allá bosques, por lo general de mayor elevación que aquéllas. Unas tienen una, otras dos o más leguas de circunferencia. El nombre que se les da es de islas, porque se yerguen sobre un mar de sabanas tan inmensas, en que –al ser de mayor altura– en la época de inundación todos los animales van a ellos para salvar la vida en la avenida anual.”94 Las culturas amazónicas se asentaron en lugares de inundación o en sus inmediaciones, en paisajes de suelos arcillosos en los que la piedra y los metales están completamente ausentes. Sus elementos constructivos fueron vegetales y arcilla, unos materiales que no resisten el paso del tiempo. Es ésta, en parte, la razón de que actualmente no sigan en pie las grandes ciudades descritas por los cronistas.

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Esas ciudades existieron y se sabe que en Mojos estaban ubicadas encima de las “lomas”, que son colinas de tierra en tiempo seco que se transforman en islas durante la inundación. Al respecto, Bustos opina que “el conocimiento empírico del área llevó a los antiguos habitantes benianos a ocupar estas mínimas alturas naturales para instalar sus asentamientos; con el transcurso del tiempo y ante inundaciones mayores a las acostumbradas que suelen ocurrir más o menos cada 15 años, algunos grupos deciden elevar artificialmente esas alturas naturales conformando verdaderas lomas de origen antrópico, lo que logran extrayendo tierra del contorno del campamento generando un foso perimetral que servirá (tiempos precolombinos) para el acopio de agua y para la defensa”95. En cuanto a la interpretación de conjunto que pretende darse, Pinto explica: Las lomas eran sitios de vivienda, y no solamente de vivienda, de enterratorio, y están ubicadas precisamente en los sitios donde había producción (…) El terraplén para ellos es un represa de tierra, para retener agua, y para poder distribuir todo lo que se necesita. Junto con esas áreas de trabajo había una loma siempre, para que ahí viva la gente, muera, se entierre, etc. Y para de ahí controlar la producción, porque todos los sembradíos tienen que ser controlados; hay loros, monos, diferentes animales que pueden deshacer la producción en una noche, capihuaras que se comen el arroz, el maíz; entonces, tiene que haber quien cuide siempre en agricultura, y por eso es que hay lomas asociadas con estos campos de cultivo. La vivienda, el terraplén que es represa de tierra y el canal que es, navegación por un lado, y acequia, o para llevar agua de una laguna a un campo de cultivo, o sea, todo estaba vinculado, y la laguna que también servía para criar peces y tener alimento.96

La prolongada ocupación humana de estos lugares fertilizados por siglos de uso humano y su situación a resguardo de las aguas hacen que hoy sean el lugar más utilizados para habitación y cultivo. Las lomas fueron trabajos de infraestructura urbana que se construyeron únicamente en algunas áreas, lo que evidencia que el sistema de asentamiento urbano en Mojos respondía a patrones culturales distintos. En la zona de Baures hay alturas naturales que permiten una mayor dispersión de las áreas urbanas y dificultan su localización para el estudio arqueológico: Probablemente la loma que ha sido excavada más profusamente sea la Salvatierra. De acuerdo con Heiko [Prümers], la loma se ubicó en una antigua terraza, es decir, en un lugar que ya estaba más elevado que el nivel general del terreno. De ahí, parece ser que el levantamiento progresivo de la loma obedece a una mezcla de cúmulo de materiales de desecho humano (restos vegetales y animales), basuras cerámicas y entierros humanos. Para Heiko las lomas prácticamente no se levantaron voluntariamente, sino que son el resultado de siglos de ocupación. Yo pienso que sí hubo intencionalidad, pero probablemente se mezclan capas de desechos orgánicos y cerámicos y capas de tierra acumulada intencionalmente. (…) en algunos casos la loma

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sirve para evitar la inundación, como cerca del Mamoré, pero (…) en otros (especialmente las lomas más altas del Beni que están en la zona de Casarabe) las lomas están en zonas no inundables y su levantamiento no tiene nada que ver con la inundación (…) si bien pensamos que se ocuparon para vivienda, en la loma Salvatierra no se encontró ningún indicio directo de ninguna casa. Se plantea la posibilidad de funciones rituales y de entierro, tal vez más que de vivienda, en las zonas no inundables, cuestión que tiene que seguirse investigando.97

Este tipo de modificación del ambiente para sobrevivir no es exclusivo de Mojos. Erickson señala: Las lomas de tierra artificiales son típicas de muchas áreas de las selvas bajas tropicales de Sudamérica. Parece que hubieran sido construidas y utilizadas para diversos propósitos (por ejemplo, ocupación humana, cementerios, ritos ceremoniales, y agricultura). Las lomas en Moxos hacen que esta geografía comparta similitudes con otras culturas, como la Isla Marajó en la boca del río Amazonas, donde se han descubierto varios cientos de inmensas lomas, las cuales parecen estar relacionadas, en su mayoría, con la Cultura Marajoara, y un complejo de cientos de montículos dispersos en un área de 12 km2 y cuyo diseño del terreno parece haber sido planeado formalmente ubicado en Las Faldas de Sangay de la Amazonia ecuatoriana. En el río Orinoco por Venezuela también se aprecian lomas y otros trabajos de tierra. Otras lomas prehispánicas podrían haber sido construidas por sociedades menos complejas tales como las culturas arqueológicas descubiertas en el Pantanal de Brasil y Paraguay en el alto río Paraguay (…), en los bañados costeros de la Laguna Merín en el Uruguay (…) y en el delta del río Paraná (…)98

Este investigador norteamericano hace algunas clasificaciones generales para estas colinas de tierra, como diferenciarlas por tamaño: Lomas grandes, en la zona de Trinidad, Casarabe, San Pedro, Loreto. Separadas por menos de 2 km y que no están asociadas directamente a camellones. Tal es el caso de la loma Iribate con sus 18 metros de alto y 50 hectáreas de base. Este tipo de lomas grandes tienen varias hectáreas de base y 3-8 metros de altura. Lomas medianas, ubicadas principalmente a lo largo del río Apere y el Mamoré. Se ubican una cerca de otra a cada 2 km de promedio, y tienen adyacentes bloques de camellones, por ejemplo: loma San Carlos, loma Providencia, loma Cayalo, loma Esperanza, loma Monte Zion. Estas lomas medianas tienen entre una y dos hectáreas de base y una altura de 1-3 metros; se ubican en las galerías de bosque asociadas a ríos entre Trinidad, Casarabe y San Borja y los ríos Maniqui, Isiboro y Sécure. De éstas existen miles. Lomas pequeñas, en las sabanas norte y central, son también miles, situadas a un promedio de un kilómetro cada una, formando un conjunto gigante de proporciones urbanas. Estas lomas pequeñas tienen menos de una hectárea de base y menos de un metro de alto. Aptas para vivienda y muy extendidas en las zonas de inundación permanente.99

Vemos, pues, que hay diferencias y similitudes en las formas:

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Las lomas son pequeñas colinas de tierra, que pueden variar en dimensiones, desde 2 hasta 17 y 18 m de altura. Su extensión puede variar desde 2 hasta 7 hectáreas de superficie (…) todo el mundo está de acuerdo en que son antrópicas, que son totalmente artificiales. Están rellenas de cerámica y obviamente es un sitio donde vivían (…). Todas las lomas están rodeadas por una cañada que normalmente está conectada con un río o un canal que va a otra loma o va a otro río.100

Las lomas están dentro de una red de agua hecha de canales y de ríos naturales; existen lomas que son dobles, separadas por una cañada. En la zona de Casarabe, “se podría decir que de una loma, en un radio de 3 km, hay otra. Esto es mucho. Quiere decir que esta gente vivía muy estrechamente conectada (…) las lomas siempre están dentro del monte, que es en general, casi siempre, bosque de galería. Puede ser con un río actualmente funcional, como el Mamoré, o pueden ser viejos ríos, abandonados debido a cambios de cauce. Esto hace que las lomas estén en el monte, pero siempre bordeando las pampas”101. Quizá nada mejor para hablar de una loma que recurrir a la referencia directa de uno de sus habitantes, Eugenio Jilagachi, comunario de San Pedro Nuevo de los Canichanas, poblado ubicado encima de una loma artificial precolombina: La zona aquí era un lugar como el campo alrededor, pero que seguramente les agradó a los antiguos canichanas que construyeron el pueblo. Terraplenaron mucho el área, hasta que hicieron esta loma, que actualmente es el pueblo de San Pedro. En los costados se puede ver que han sacado harta tierra que ha sido puesta al centro; se nota esto por un levantamiento de unos 80 centímetros, y además el tipo de suelo es diferente al de alrededor. El terraplén éste es grande, por lo menos son 300 metros en cuadro; se ve que los antiguos han trabajado mucho. Los indígenas antiguos eran gente valiente, muy trabajadora, y también eran hartos; donde paraban, sembraban de todo, y luego se iban; así era la gente antes, valiente, pero andante, no se quedaban en un lugar por mucho tiempo, y seguían viaje. Toda la zona del río Cocharcas la han andado y habitado, hay partes en que se nota que la han habitado un buen periodo, en que hicieron casas, lozas, tejería, y un montón de cosas que se encuentran, como hormas inmensas, llenas de huesos humanos.102

La arqueología de Mojos está aún en sus inicios. Existen miles de lomas en las pampas benianas y no se ha excavado ni el 1%. Las lomas abundan en cerámica. Fechar esta cerámica nos permitiría conectar la cronología del lugar con su entorno y explorar mejor la vida política prehispánica103. De los mentados cronistas cruceños, Lorenzo Caballero es quien utiliza las palabras de “loma” o “isla” para explicar los lugares de asentamiento de los pueblos de la provincia de los torococi. Se sorprende al ver en ellas recursos suficientes para sustentar la vida humana: (…) y agradeciendo estas vistosas y alegres lomas la compañía que los naturales les hacen les dan en paga, sacadas de sus entrañas para su sustento tanta

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arboleda frutífera de diferentes géneros, que son la almendra, el paquió, la ambaiba, el oquí, el totaí, la palma real, el equimocoré y las papas silvestres. Que sólo con esto se pudiera sustentar la vida humana, aunque no hubiera otra cosa. (…) salen a ver las lomas y rasos, dando libertad a la vista para que pasee por todas aquellas islas, encumbradas de palmas reales que habitan en aquellas lomas tendidas, por donde se señorea aquella regalada madre de Taijubé y río de San Pedro, que de la madre o río pudiera solo un soldado con su anzuelo sustentar un campo de pescado.104

Hacer ¿Con qué recursos se contaba en la antigüedad para hacer grandes obras? Según Kashyapa, en la época prehispánica los recursos eran “muy limitados”: Sabemos que sus herramientas eran muy sencillas: nada de hierro, algunas de cobre y otros metales, pero la mayor parte eran de piedra y de madera. Tampoco había medios de transporte sofisticados, sólo algunos animales de carga, en algunas zonas. La mayor fuerza de trabajo la producían los obreros. Con una organización política fuerte, podían movilizar mucha mano de obra. Otro recurso abundante, en comparación a la actualidad, era el tiempo. Las investigaciones revelan que la construcción de muchas obras no era de unos años, sino de décadas o siglos. Podemos generalizar que los ingenieros antiguos supieron manejar muy eficientemente estos dos recursos, el tiempo y la mano de obra, para superar la falta de recursos sofisticados. Porque no podemos ni pensar en emular algunas de sus obras monumentales, aun con las maquinarias de que disponemos hoy.105

En cuanto a las técnicas que pudieron haber utilizado los mojeños, el mismo autor comenta lo siguiente: Su técnica consistió en planificar minuciosamente la construcción según la disponibilidad de los recursos, pero desde el principio del diseño del proyecto. La obra la dividían en varias etapas para la construcción, ajustando cada una al tiempo dispuesto por la jefatura. Diseñaban de tal manera que la obra tuviese su utilidad al final de cualquier etapa de construcción, y se pudiera edificar la siguiente sin destruir ningún componente de la anterior. Para emplear bien el masivo ejército de trabajadores, compuesto por numerosos grupos pequeños, oriundos de distintas aldeas, también dividían cada etapa de construcción en varios segmentos o tareas; independientes, pequeñas, y sencillas en cumplir. Cada grupo se encargaba de terminar su tarea. Usaban equipos especializados para unificar los segmentos y terminar la etapa. Algunas pirámides de Cochasquí muestran estas técnicas de construcción, pero faltan investigaciones profundas para esclarecer los detalles. Afortunadamente, existen investigaciones sobre otras obras monumentales americanas, como sobre la presa Purrón de México, el templo de Uaxactún de Guatemala o la Huaca de la Luna en Perú, que nos permiten acercar a esta sabiduría milenaria prehispánica.106

Otra posibilidad en Mojos, según Pascual:

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Grandes construcciones se pueden realizar, a lo largo de siglos, por medio de obras individuales o de pequeños grupos. Pensar en ejércitos de trabajadores implica imperios con mandos jerárquicos y planificación centralizada, cosas que no parece que existieran en Moxos.107

Si las crónicas del 1617 nos permiten reconstruir en parte el sistema técnico de los pueblos torococi, no sucede lo mismo con las relaciones de producción. En el corto tiempo en que los españoles permanecen en la “provincia”, no presencian ningún proceso de trabajo, diríase que casi no ven a nadie. Ello se debe, al parecer, a una estrategia defensiva de los torococi que consistía en ir replegándose tierra adentro, juntar a sus fuerzas y luego emboscar. Entonces, para proceder a la reconstrucción de las relaciones productivas, recurriremos en primer lugar a crónicas posteriores. Este método se justifica porque son relaciones sociales sumamente resistentes, cuya modificación y transformación requiere, para empezar, poderosas revoluciones internas. Aunque el impacto de Castilla sobre los Mojos fue ciertamente decisivo, este impacto fue progresivo y, si se considera el contexto general de la conquista, bastante lento. El impacto español directo, es decir, la presencia y ocupación castellana de Mojos, se inicia recién en 1682, y no con una ocupación militar, sino religiosa. La principal influencia castellana en Mojos es la presencia de los jesuitas, hasta su expulsión en la segunda mitad del siglo xviii. Y es sabido que estas misiones se apoyaron en relaciones sociales (económicas, políticas e ideológicas) propias de los mojos, desacelerando aún más el impacto destructor del esclavismo. ¿Y qué métodos de trabajo empleaban? “Cada uno procura tener su chacra –afirma Marbán–, porque entre ellos no se tiene por gran trabajador el que no puede dar una bebida á todo el pueblo.”108 Otro testimonio que data de 1754: “No había entre ellos oficiales destinados al trabajo particular de tal cual arte mecánica que ejercitaban; todos los Oficios los ejercitaba cada individuo, el que necesitaba de un cántaro había de hacerlo y el que quería cosa alguna había de poner manos a la obra”109. Los jesuitas anotaron un sinfín de procesos de trabajos propios de la época. Cada actividad productiva en la comunidad, realizada en solitario o en grupo, por hombres o mujeres, entrañaba tareas diversas para lograr un producto determinado. Se trata de transformaciones de la materia en herramientas o alimentos a través del trabajo humano; o bien de técnicas específicas para cazar, o arraigadas a hábitos laborales. He aquí algunos testimonios al respecto procedentes de textos jesuitas. Sobre cómo asaban la carne: “(…) estaban catorce indios en la playa asando más de 40 arrobas de carne de puercos que tenían allí cazados”110. Sobre el carácter labrador del pueblo: “(…) haber en estas provincias muchas comidas, que son grandes labradores y la tierra tan fértil, que admira”111. Sobre la elaboración de la chicha y el aprovechamiento de la yuca: “Las mujeres trabajan bastante por la gran cantidad de chicha que gasta-

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ban y ellas solas atendían a su fábrica (…) Cuando tienen inundaciones que causan las exorbitantes avenidas de los ríos con que salen de madre y anegan las campiñas sembradas, se previenen sacando toda la yuca de sus chacras. Esta la llevan y rallan en sus casas en donde se conserva buena para su gusto en todo el año. También hacen harina de ella y secan para provisión en viajes largos, pero lo principal porque estiman en mucho la yuca es por la bebida que hacen de ella más sabrosa que la de maíz pero de mucho daño”112. Trasladarse: (…) y los indios viniendo primero á rozar para tener qué comer en haciendo sus casas, que sin esta prevención no se mudan, si no es muy cerca de los pueblos que dejan, que su principal comida, que es la yuca, no sufre estar mucho tiempo cogida; y así se ha de coger como se va comiendo, y siendo tan pesada, no es para acarrearla á menudo de lejos. Y así como he dicho se previenen para la mudanza con sus chacras, y esto un año antes, que tanto tiempo ha menester para sazonarse.113

Casas altas: La mayor parte de los pueblos están sobre las barrancas de los ríos y tan vecinos á ellas, que á veces suelen llevarse los ríos los pueblos, comiéndose las barrancas las avenidas, las cuales suelen ser tan grandes que sobrepujan las barrancas y se entra el río en los pueblos; para entonces hacen los indios unas barbacoas altas sobre las cuales echan tierra y en ellas cocinan.114

Sobre el modo de cargar, el aprovechamiento de la madera y la caza en las lagunas, podemos leer en un texto jesuítico de 1754 citado varias veces: El modo de cargar de acarreo los frutos de la chacra es en los hombres, al hombro, poniendo un palo atravesado y partiendo igual porción de carga en los extremos, de modo que quede dicho palo con tanto peso en la parte anterior como detrás; de esta manera se mantiene aquel palo en equilibrio sin necesitar de echarle mano, y caminan libres los brazos. Otros cargan en espuertas a la espalda con fiador en hombros y frente. Las mujeres cargan en la cabeza y observan igual equilibrio en el peso, llevan un cántaro de agua, sin ponerse mano mientras caminan, vuelven la cabeza a uno y otro lado sin que se les derrame ni caiga. Más cogen del suelo cualquiera cosa menuda que encuentran, un cordón, una frutilla, un grano de maíz, sin echar mano al cántaro; usan de los dedos de los pies como de las manos, y así cogen con el pie lo que quieren y doblándolo pasan a la mano, sin bajarse. (…) Abundan estos montes de variedad de árboles, maderas incorruptibles, palos gruesos de varas de diámetro, cedros, almendros, aceites maría que sirven para columnas tablazón, y maderamen de casas, para la talla y escultura y para canoas que son las embarcaciones que aquí se usan. Destilan resina olorosa y otras ligosas que sirven como brea. (…)

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En las lagunas y ríos flechan patos y otras aves acuátiles. Tienen estos pájaros un árbol determinado a donde se juntan a dormir al fin de la tarde. Ahí se pone el indio en celada y conforme van viniendo uno después de otro de diversos parajes les va flechando. Otros ponían liga en dichos árboles y muy de mañana van al sitio a coger y hallan a los patos en el suelo que no pueden volar y los cogen. También en algunos aguados de poca agua a que concurren de noche los patos que llaman bisises, clavan muchas varitas enligadas las que se disimulan entre las pajas que hay en la misma aguada que raras y largas salen de la superficie del agua paradas o rectas más de media vara y en el mismo tamaño; se disponen otras varitas, los patos nadan y retozan en el agua y rozándose con las varitas se enligan y a la mañana no pueden volar; los coge el indio y suelen pasar de 20 de una vez. Otras estratagemas usan por coger los patos en el agua. Unos se visten de hierbas y espadañas, otros llevando el cuerpo debajo del agua cubren la cabeza con un mate grande y se van poco a poco acercando, los pájaros ya de antemano están acostumbrados a ver mates nadando porque para este fin tienen los indios arrojados varios mates. Con esto el indio con su mate anda entre las aguas sin que lo extrañen las aves ni se espanten y tirándolos de los pies debajo del agua los asegura en un saco.115

Un proceso de trabajo típico y clave fue la recolección. Pasamos de las fuentes jesuitas al arqueólogo Víctor Bustos. La actividad de recolección estaba ligada tanto a la consecución de alimentos como a la construcción de lomas. Bustos también hace referencia a la entrada de 1617 y compara este dato con hallazgos arqueológicos: La enorme riqueza de fauna y flora existente en las tierras mojeñas, permitió sin lugar a dudas, como lo demuestran las evidencias arqueológicas, una intensa actividad de recolección, la cual debió remontarse en el área a épocas anteriores al periodo agroalfarero. Si bien es cierto que muchos animales han sido atrapados sin más esfuerzo que el de estirar la mano, como hemos señalado para el caso de las tortugas, la idea de recolección la referimos principalmente a la captura de insectos, gasterópodos, y moluscos de agua dulce, estos últimos identificados por Rydén (…) como Ampullaria. Los gasterópodos son abundantes en la temporada de aguas y sus evidencias arqueológicas están presentes tanto en lomas de pampas bajas no inundables como en lomas asociadas a ríos. Soleto Pernia ofrece una nueva alternativa de uso de los caracoles cuando señala: “Es la tierra muy dura. La loza deben de mixturar con caracoles. Es tan dura la tierra que parece de metal el más duro. Tenían tanto caracol cogido, que así digo que deben de mixturar la loza con los caracoles, porque tenían tantos aguardados en sus casas. Y digo de la loza, como acá se mixtura con arena, porque tomé un cántaro y lo quise quebrar con una macana, y le di dos o tres golpes y no lo pude quebrar y lo dejé”. La utilización del antiplástico de conchilla molida se manifiesta claramente en muchos artefactos cerámicos procedentes de diferentes sitios arqueológicos investigados por nuestro equipo, al respecto Dougherty y Calandra (1981) señalan: “También en Los Aceites (loma) se registra en las capas más antiguas, antiplástico de conchilla molida” y más adelante agregan: “donde hay claras capas de gasterópodos (como en casi todos los demás sitios por nosotros estudiados), viene a sugerir, la deliberación en el uso de este material como desgrasante”. Entre las actividades de recolección incluimos también a la obtención de huevos (especialmente de ñandú y tortugas), plantas y frutos silvestres (entre los

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que destacan el aprovechamiento de palmitos o de dátiles) y por supuesto la miel. Con respecto a este último producto, el franciscano fray José Cardús señala: “por vía de postre les ofrecieron un bollo largo de maní molido y mezclado con miel de abeja”.116

Hasta aquí las relaciones de producción que pudieron haber tenido los gentiles antes de la llegada de los españoles a estos lares. Esto, junto con las consideraciones sobre el sistema técnico mojeño para la producción de alimentos, conforma nuestra aproximación a la región económica de la Moxitania precolonial. Los siguientes apartados los dedicaremos a la política y a la ideología. La imbricación de estos tres ámbitos constituiría lo que el investigador Gustavo Rivero ha definido como el “modo de producción tribal” de la sociedad gentil mojeña, cuya formación social era la “provincia de Moxos”117. Se nos figura que, efectivamente, los mojeños de antaño eran sociedades ingeniosas que aplicaron soluciones creativas y cooperativas para modificar su ambiente en beneficio de la comunidad en que habitaban.

Tuvo que ser “La construcción de estas enormes obras –sostiene Bustos– implica una sociedad altamente estratificada, con un aparato administrativo central capaz de organizar los trabajos de construcción y/o agrícolas, controlar la distribución de la producción, etc. Y un aparato ejecutor compuesto principalmente de trabajadores-indígenas. Esto mismo permite sospechar la existencia de una alta cultura en la región de Bolivia.”118 Mojos tuvo que ser una sociedad sumamente articulada (como las conexiones entre lomas); sus obras se planificaron con un conocimiento muy ajustado de la geografía total, de los ciclos y sus variaciones, con grandes inversiones de trabajo que debían justificarse con un incremento notable de la productividad. Debía de haber un sistema de movilización social, almacenamiento y gestión de excedentes, redistribución, segmentación social, ejército y sacerdotes. Ya sólo la construcción de los conjuntos de canales supone: Capacidad de elaborar un proyecto complejo; dominio sobre tierras que hay que atravesar y las que van a ser irrigadas; poder de movilización y organización de grandes cantidades de mano de obra; capacidad de montar una intendencia suficiente; financiación de los trabajos de largo plazo y acumulación de excedentes de producción (…) únicamente hemos podido percatarnos de ello en el momento que disponemos de una cartografía por satélite; su construcción implica una unidad de criterios y un excelente conocimiento de un área de más de 50.000 km2. No estamos delante de sociedades tribales viviendo en una convivencia más o menos tolerante, sino que nos hallamos ante un Imperio que tenía recursos organizativos de los cuales carecen algunos

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estados modernos (…) La existencia de un estado organizado en el 850 a.C. implica el replanteamiento de muchos esquemas aceptados en la arqueología de Sudamérica.119

Sin embargo, la existencia de tal “imperio” ha sido cuestionada. Dice Pacual: Las excavaciones y los estudios lingüísticos nos hablan de distintos pueblos en distintas regiones de los Llanos trabajando de formas distintas de forma adaptada a las condiciones locales. Pienso que podían existir grupos de aldeas formando una parcialidad que juntas conformaran un pueblo o nación y que hubiera varias naciones en los Llanos. Cada aldea podía ser bastante independiente del resto, teniendo su laguna, sus camellones para producción, sus canales de comunicación con otros pueblos y sin necesidad de que existiera ningún centro administrativo. De lo que pude leer sobre la cultura Marajoara, no se ha encontrado indicio de ningún centro administrativo a pesar de la elevada densidad poblacional. Parece que en la Amazonía las estructuras sociales funcionaban distintas que en Europa o en otras partes de América, sustentándose grandes poblaciones sin construir estados como tales. Lo mismo parece que sucede en África. Pensar que obligadamente tenían que existir reinos e imperios es, ciertamente, muy etnocéntrico.120

A juicio de Barba, algunas de las probables condiciones que ha de presentar una sociedad para poder ser capaz de tener un buen gobierno de las “limnoestructuras” serían las siguientes: Control territorial. El aparato hídrico de Moxos funcionaba como un todo indisociable, las lagunas al norte de San Ignacio dependen de los desvíos de aguas del Apere, y los campos de cultivo al este hasta el río Beni dependían de los desvíos de Maniqui al atravesar Eva Eva. Los cultivos y lagunas al este del Apere dependían del control de los diques que crean el Sécure. Los reservorios de la laguna Villca y vecinas dependen del canal que parte del río San Pablo. De obras de canalización dependía la producción de áreas extensas, y la pérdida de control de partes del territorio, sobre todo de los márgenes este y oeste de los Llanos, habría supuesto la pérdida de grandes áreas productivas. Control social. El buen funcionamiento de la infraestructura productiva requeriría la dedicación de una población numerosa y especializada, dedicada al mantenimiento y construcción de canales, diques, compuertas, lagunas y campos elevados, y de su gestión de acuerdo con el ciclo climático y las necesidades de los ciclos productivos. La producción dependía pues de una población numerosa, no directamente dedicada a tareas de producción que debían mantenerse con los excedentes alimentarios de la producción acuícola y agrícola, lo que no era posible sin unos mecanismos de acumulación y distribución de excedentes. La construcción de nuevas obras exigiría una autoridad planificadora y una notable capacidad de financiamiento social. Adaptación a las fluctuaciones climáticas. Se cree que el sistema productivo de Moxos se basó en la transferencia de la fertilidad del medio acuático al terrestre aprovechando el mecanismo de la inundación anual. Un invierno escaso en lluvias no producía rebalse de los ríos y las pampas se quedaban sin el aporte de aguas fértiles, y una pluviometría alta podía producir una

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inundación permanente convirtiendo los Llanos en un lago inmenso. Estas conyunturas extremas precisaban movilizaciones extraordinarias de la población y la construcción de obras destinadas a amortiguar su impacto: lagunas de reserva, lagunas de geometría variable, depósitos reguladores, sistemas de canales para transporte y evacuación, construcción de deflectores de aguas o canalización de ríos. Sin embargo, en el caso de eventos climáticos mayores, que sin duda los hubo en los más de dos milenios de existencia de Moxos, se produjeron situaciones más o menos catastróficas que se saldaron en el mejor de los casos con una regresión social y demográfica o en un caso extremo con el colapso.121

El sistema de gestión hídrico, el control de las aguas y su uso productivo, era la fuente de la riqueza de Mojos; la pérdida de ello ocasionaría el colapso de la producción de gran escala e inestabilidad social.

El látigo de Rurre Si un hombre movía al día un metro cúbico de tierra, 20 hombres podían construir un terraplén de un metro de altura, dos metros de anchura y un kilómetro de longitud en solo 100 días. Denevan, 1980

En 1929, Marius del Castillo publica un dibujo hecho a partir del que encontró diseñado en una urna que rescató hacia 1920 en la zona de Rurrenabaque. Del Castillo envió la urna del dibujo a Arturo Posnansky, quien a su vez la remitió a Alemania122. La urna original no se puede examinar, ya que al parecer se ha perdido. En cualquier caso, en 1998 Arnaldo Lijerón publicaba Mojos-Beni. Introducción a la historia amazónica (Trinidad, RB), libro en el que se reproduce el mencionado dibujo, cuyo pie de foto reza lo siguiente: “Clara simbología de la organización social del imperio del Gran Paitití o Gran Mojos”. En la urna se representa a un grupo de gente trabajando y a un individuo en primer plano con lo que parece ser un chicote en la mano. En otro lugar, explica Pinto: Hay una tinaja que sirvió de carátula para mi libro Pueblo de leyenda, donde se ve a seis personas jalando, con un lazo, que se estima puede ser de cuero de ciervo ya que no había vacunos, su vestimenta una camijetas, al final de los dos lazos está un cuero, clarito se ve, y hay un promontorio de tierra, o sea, ellos acarreaban sus tierras con cuero y jalados por dos grupos de jaladores, y en medio de todo, un capataz con un chicote, ésa era la organización social. Y no ha sido acá solamente, en todos los imperios antiguos era el látigo el que mandaba, eso no es novedad. (…) en toda organización social, en todo imperio, hay tres grupos. Uno, el grupo trabajador, que cultiva, con un jefe. Hay el grupo militar, que es el que protege de que gente de afuera pueda venir a perturbar esa tranquilidad para poder trabajar y producir. Y hay el grupo religioso, que no se puede evitar tampoco. Todos ellos eran pagados por los diezmos que pagaban los que pro-

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ducían y se repartían. Moxos no fue una excepción, pero el imperio paititiano tiene que haber sido igual, se sembraba, se pagaba el diezmo, se pagaba a los militares, a los curas, llámense chamanes u otro, pero seguía la misma cosa, desde tiempos milenarios.123

Esta imagen, única en su género, plantea la pregunta de cuál era la estructura social de Mojos que hizo posible la construcción de las infraestructuras productivas. ¿Cuál es el significado de la imagen? ¿Se hicieron las obras a partir de una estructura social autoritaria con una mano de obra esclava? ¿Fue el producto del trabajo coordinado de los mismos beneficiarios? ¿Cómo se financiaban socialmente las obras? ¿Hacía referencia la ilustración a la zona o bien era representativa para el conjunto de Mojos? El río Beni marca una frontera en la distribución de las obras hídricas. Lo cierto es que, de ser auténtica, venía a poner en primer plano la cuestión del origen de las estructuras de tierra. El dibujo alude claramente a un origen antrópico de las “pirámides”. Es más, nos remite directamente a unas determinadas técnicas y a unos determinados métodos de trabajo colectivo. Al respecto, veamos el siguiente análisis: Admitamos, pues, que estamos ante un grupo de hombres que arrastra una gran cantidad de tierra de un lugar a otro para la construcción de, digamos, una gran loma. Hay que transportar esta tierra desde los bordes hasta el centro, y en el caso de las grandes lomas, esto puede ser una distancia considerable. O podría tratarse, por ejemplo, de la necesidad de llevar esta tierra para la fabricación de diques de contención. Pongamos por caso que, para concluir una obra tan vasta, se está trabajando aún en tiempo seco y en el propio terreno de la construcción los suelos están ya secos y, tratándose de la pampa beniana, demasiado duros para ser excavados con instrumentos de madera –que era de lo que casi exclusivamente se servían los mojeños–. Había, pues, que trasladar grandes cantidades de tierra desde lugares aún húmedos, donde ésta era fácilmente removible, digamos, orillas de los ríos o curichis. Ahora bien, si uno observa el dibujo, y quisiera interpretarlo como la clásica estampa de un capataz egipcio impulsando a latigazos a sus esclavos judíos, habrá que convenir que hay cuando menos una diferencia sustancial entre lo que aquí se describe y la estampa en cuestión. En efecto, estos hombres están claramente dando la cara al supuesto esclavista. Ciertamente, ni el esclavo más sumiso podría seguir trabajando si recibe en el rostro latigazos. Algo de eso sabían los egipcios seguramente, y por eso descargaban su violencia sobre las espaldas de sus esclavos. Lo cierto es que si los sujetos del dibujo en cuestión están acarreando algo, lo están haciendo dando la espalda al lugar al que se dirigen, es decir, sin ver hacia dónde van. Para llegar a buen destino, precisarán, necesariamente, de una guía. Y, ciertamente, esa guía bien podía ser el “cacique”, representado aquí con el bastón que indica su cargo. Y este bastón podría tener entonces, a diferencia de ahora, una extensa trenza de algodón de colores, como las que servían para adornar, entre los mojeños, las cabezas de sus ídolos. Se nos podría decir que no era necesario que el “cacique” dirigiera por señas cuando podría guiarlos con la voz. A lo que responderíamos que, por un lado, pudiera ser que el “cacique” debía de situarse en una cierta altura y a una cierta distancia del proceso

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para tener una perspectiva amplia del terreno y que esto lo obligaba a dirigirse por señas a los trabajadores. Y por otro lado, y esto es lo determinante, los sujetos del dibujo están jalando sin ver hacia dónde van. En cualquier caso, está claro que la construcción de terraplenes tan largos y tan rectos debía de implicar algún tipo de división de trabajo manual-trabajo intelectual y una cierta dirección y guía de las obras. Pero tal división no implica, necesariamente, una división entre explotados y explotadores.124

La idea de un Mojos esclavista se apoya: 1) en la idea de que todas las culturas antiguas conocidas que desarrollaron obras monumentales eran esclavistas; y 2) en la suposición de que el dibujo de Castillo es la descripción de un sistema de trabajo esclavista. Lo cierto es que la urna decorada presenta como mínimo un par de puntos débiles: primero, el hecho de que se basa en un dibujo de segunda mano a partir de un original que nadie más menciona; y segundo, que no se ha encontrado ninguna muestra cerámica con dibujos parecidos. Por lo demás, el descubrimiento de la urna en cuestión está rodeado de un velo de misterio. Sin datación. El problema es que, simple y llanamente, las investigaciones arqueológicas, antiguas y recientes, aportan evidencias que señalan una escasa diferenciación social en el Mojos de antaño. Antes bien, los hallazgos apuntan a un tipo de sociedad heterárquica muy diferente a aquel que se sostiene en el trabajo esclavo. Creemos que no fue el látigo, sino la necesidad y la cooperación, lo que movilizó a tribus enteras para crear estas admirables construcciones de tierra. “Lo cierto es que la historia del re-descubrimiento del Mojos antiguo está llena de equívocos monumentales, en los que un sistema de diques se interpretan como carreteras o las ruinas de grandes plataformas de cultivo perfectamente rectangulares son vistas como fallas geológicas. ¿No será posible entonces que lo que parece un látigo no lo sea en realidad?”125 Advertimos que el razonamiento es el siguiente: si hay obras monumentales, significa que hubo que movilizar mucho trabajo de manera coordinada, lo que sólo se puede hacer de manera jerárquica. Además, Pinto invoca explícitamente el ejemplo de “los imperios antiguos”. Probablemente está pensando en Egipto. Sin embargo, frente a este razonamiento, hemos visto que se alzan estudios arqueológicos recientes. Erickson sostiene que “no es necesario explicar las obras de tierra en relación directa con el uso de sus látigos, dirigiendo a toda la gente para hacer todas estas construcciones. Creo que puede ser la producción de comunidades indígenas o de familias, trabajando juntos”126. Las obras agrícolas, de vivienda y transporte en Mojos son monumentales, pero, sobre todo, responden a una sociedad de agricultores y pescadores. “¿Por qué ignorar el paisaje –plantea Erickson– para abordar las cuestiones de la agricultura prehistórica, como la organización social, tenencia de la tierra, organización laboral, rural y de vida?”127

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En un estudio de 2006, Erickson aborda supuestos arqueológicos sobre la agricultura, la organización social, patrones de asentamiento y la intensificación de la agricultura en su relación con la economía política. Demuestra que estas presunciones no se basan en evidencias etnográficas o históricas. Analiza tres supuestos básicos sobre la relación entre la economía política y la agricultura intensiva. Primero, que la presión demográfica es causa principal de la agricultura intensiva. Segundo, que existe siempre una ley del menor esfuerzo, según la cual se considera que los agricultores se resisten a producir más de lo necesario para sus necesidades de subsistencia, por lo que tienen pocas probabilidades de generar excedentes, a menos que esto se les exija por parte de los dirigentes locales, jefes y/o los reyes. Una elite que demanda productos y negocia con regalos, sobornos, pagos. El trabajo se institucionaliza como impuesto, tributo o alquiler, y se impone por medio de sanciones legales y amenaza de recurrir a la fuerza. Y tercero, una ineludible ley de rendimientos decrecientes. También hay quienes asumen que el proceso de desarrollo a gran escala de la agricultura requiere la participación y gestión de una elite. De acuerdo con esta perspectiva, los líderes (la elite) tienen un interés particular en que se mantenga el buen funcionamiento y el crecimiento de la producción agrícola como fuente de alimento básico y de financiación (es decir, excedente extraído como una forma de pagos o impuestos). En la mayoría de las sociedades arcaicas se presupone que los dirigentes políticos y sus burócratas proporcionan el diseño, la ingeniería, la organización laboral, la gestión y la ideología de la agricultura intensiva, mientras que el común de masas permanece pasivo y sin rostro. Este particular punto de vista sobre la relación entre la agricultura intensiva y una autoridad centralizada se ha convertido en la ortodoxia contemporánea en las aplicaciones arqueológicas de la evolución cultural y la economía política. Ante estas suposiciones que han marcado el pensamiento arqueológico y político, Erickson examina las evidencias existentes y señala estudios que han empezado a examinar las funciones de gestión de riesgos, la innovación, la difusión de las mejoras tecnológicas, la competencia, la agencia, las demandas del mercado, la contingencia histórica y la cultura. Y va encontrando otra respuesta a este tema. El estímulo para la producción excedentaria por parte de los agricultores pudo darse a través de la ideología, el ritual patrocinio y la distribución selectiva de prestigio, bienes y animales exóticos, que explican mejor el desarrollo agrícola que el simple control y la fuerza. Es más, muchos sistemas agrícolas intensivos no son necesariamente con mano de obra intensiva a corto o largo plazo. Por otra parte, historiadores, etnógrafos, geógrafos y arqueólogos han criticado firmemente la hipótesis de que el estado centralizado de la organización política sea una condición necesaria para la agricultura intensiva a gran escala. Estos investigadores no niegan que la jerarquía o la heterojerarquía existen y a menudo son necesarias para el funcionamiento de

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la agricultura intensiva, pero creen que estas estructuras pueden estar en funcionamiento en el ámbito local y regional a través de las familias, los linajes, las comunidades, las fracciones, a través de relaciones intercomunitarias y la cooperación, a menudo fuera del control del Estado y su injerencia. Eran estructuras más eficientes y estables en el tiempo128. En efecto, si uno consulta la obra del antropólogo Nelly Arvelo-Jiménez sobre las sociedades arawako-amazónicas, advierte que entre los arawakos (los mojeños son de la misma familia lingüística) existía una integración horizontal, “que privilegia la autonomía local ejercida soberanamente por las formaciones sociales conectadas”, y que tenía otra propiedad importante, “su condición de descentralizarse temporalmente sin desembocar en la formación de estados o de otros sistemas políticos de estructura vertical que llevan inherentemente la sujeción política de las colectividades que los constituyen”129. Por su parte, Horacio Biord nos habla de sociedades políticamente descentralizadas sin estados: “La mayoría de los grupos étnicos de las tierras bajas sudamericanas son sociedades políticamente descentralizadas, sin estados ni estratificación social, lo que no significa tampoco que sean sociedades desorganizadas”130. Silvia Vidal va más allá y plantea la confederación de estas naciones entre los arawakos131. Según el clérigo Marbán, Mojos era un “agregado de naciones”: “Unión de varias naciones es esta Provincia. La segunda cosa que Vuestra Reverencia nos encomienda es si toda la Provincia de los Mojos, es una sola ó muchas lenguas; es esta Provincia un agregado de naciones que ó por la mucha cercanía ó vecindad ó por la semejanza en el modo de vivir ó por otras conveniencias se han hecho amigos y compañeros y tienen entre sí grande hermandad y así no puede ser una sola lengua de esta Provincia y cada nación de estas tiene la suya bien diferente de la otra”132. Para D’Orbigny, los mojos son la tribu principal de una nación que estaría conformada por un conjunto de tribus. Los baures o bauros serían una tribu que pertenecía a la misma nación que los mojos, una tribu cuyo lenguaje sería una variante de éste. Otro tanto sucedería con los muchojeones, aliados de los baures133. En opinión de este investigador francés, el Beni precolombino estaba habitado por un conjunto de naciones conformadas por la unión de tribus, y los mojos eran una de estas naciones. Nos da, además, el nombre de tres de las tribus que conformaban esta nación que decide llamar Mojos en razón del nombre de su tribu principal. Así, la nación Mojos era la unidad de las tribus de los mojos, los baures y los muchojeones (y posiblemente de otras más). Así pues, ¿sería ésta, la provincia de los Mojos, “unión de varias naciones”, un tipo más de formación social multilingüe y multiétnica, que privilegiase la autonomía local ejercida soberanamente y capaz de centralizarse temporalmente sin desembocar en la formación de estados o de otros sistemas políticos de estructura vertical?

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Según los conceptos de la época colonial, el territorio del Nuevo Mundo estaba dividido en provincias, que son “agregado de naciones”, y en las cuales hay varias lenguas. Vivían estas naciones en pueblos, con casas ubicadas alrededor de lagunas o en las márgenes de ríos, o en las pampas. ¿Qué naciones? ¿Qué pueblos? ¿Qué idiomas? ¿Qué casas? Siguiendo la orilla del rio Guapay abajo, y algunos por él en barcas, á 80 leguas, que por camino derecho no serán 50, dieron en una provincia de indios llamados Morochossis. Entendiéndose van muchas provincias encadenadas desde allí hasta dar en los Mojos. (…) los Xoboyonos, que es una nación que trae en los pechos patenas de plata y brazaletes y coronas y que tienen sus pueblos sobre este mismo rio; y que más adelante están los Maures, gente vestida y política; y destos Maures hay noticia que están cerca de los Mojos.134 (…) en esta Provincia [Mojos], una es como [lengua] general que es la Morocósi, la cual usan como las tres partes de la Provincia aunque en diversas partes, son muy diversos los modos de hablar y usan muchas palabras que no usan las otras; en los que usan las otras hay muchos que entienden esta y no hará mucha falta el no saberla.135

Sobre los pueblos, Marbán comenta que “no están ordinariamente muy lejos unos de otros, dentro de cinco ó seis leguas suelen estar cinco ó seis pueblos y más. Como cien leguas tendrá de largo la Provincia”136. “La postura de sus pueblos –leemos en un documento de los jesuitas– era siempre con monte a la espalda para ganar la arboleda y emboscarse cuando fuesen acometidos del enemigo. Y en estos lances de ser acometidos de improviso se subían a varios árboles copudos que para este fin tenían registrados. Allí se ocultaban entre las ramazones, de modo que no podían ser vistos de los que los buscaban, y disparaban a traición sus flechas a los contrarios que se divisaban por el monte.”137 En cuanto a sus casas, los misioneros relatan el uso de elevaciones de sus habitaciones para evitar el agua, y describen las alhajas, formas y adornos exteriores. Nótese el extendido uso de la hamaca: Son las casas de vahareques, limpísimas, las en que duermen están siempre como una plata; porque solo hay hamacas en que duermen; y hasta a los enfermos les obligan afuera a socorrer a la naturaleza en sus necesidades.138 (…) la dormida era dentro de sus casas donde tienen sus hamacas, que son sus camas, las cuales nos dejaban para que durmiéramos en ellas.139 Las alhajas de casa eran muy pocas, su hamaca para dormir, arco y flechas, cántaros, ollas, mates, cedazos para colar la bebida, tallos de madera para rallar la yuca, y otras frutas, esteras, canastas para pescar proporcionadas a los peces en su variedad y un banquito de una cuarta o poco más de alto y media vara de largo para sentarse y algunas pieles de animales; algunos instrumentos de labranza, y a esto se reducían sus menajes (…) Colgaban al rededor de sus casas las cabezas de los animales y pájaros que flechaban, y las cáscaras de huevos de avestruces y otras aves, unas por superstición y juzgando que aquellas calaveras daban fortuna para aquellas cazas, y otras para hacer alarde y jactarse de ser grandes cazadores. También por

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ese motivo amarraban en forma de amuleto el arco de piedra bezar de algún mono u otro animal, la que hacía en su concepto certeros los tiros.140

Hacia 1617, creemos que el conjunto de diferentes tribus que encontraron los españoles pertenecían a una confederación de naciones. La provincia de los torococi sería la primera federación encontrada, a las puertas de Mojos.

Poder político y militar Dorado, Mojos, Candire o Paitití, todos estos nombres usados por castellanos, quechuas o guaraníes designaban la inmensa nación confederada que se extendía entre el Maniqui y el Iténez y cuya fama había cruzado el Atlántico para fascinar a los siervos y señores del antiguo continente. Bien, veamos cómo debió de estar conformado desde el punto de vista político. “No tienen rey estos indios sino que en cada ranchería hay un cacique”, afirma Soto141. “Cada año reconocen un Cacique –testimonia Orellana–, pero es con tan poca subordinación, que ninguno se reconoce obligado á obedecerlo si no es en lo que le está bien y tiene gusto, y esto mismo no se atreve el Cacique á mandarlo, sino por modo de ruego ó consejo.”142 Este líder civil es elegido por poseer ciertas características que se consideran virtudes: ser gran trabajador y gran orador143; es un líder natural y, a la vez, quizá ligado a estructuras familiares. “Parece ser –comenta Pascual– que había linajes hereditarios, y que sólo los de la ‘familia’ podían ser elegidos como caciques. Por lo tanto, no es una elección anual tipo democracia, sino más bien un ‘reinado’ hereditario tal vez no de una sino de varias familias y con un ‘rey’ con poderes muy limitados.”144 “No vivían tan desordenados estos indios como algunos imaginaron –leemos en el documento jesuítico de 1754–; tenían ya gobierno aunque mezclado con costumbres bárbaras; había entre ellos su distinción a modo de nobles y plebeyos y tenía cada nación su capitán o cacique que llaman los Moxos, Achicaco, los Mobimas, Enona, y así las demás tienen nombre en su lengua. Todavía en algunas naciones después de 60 años convertidos, al tomar los votos para elegir un capitán por muerte de otro si proponen alguno que parece apto y no es de los nobles, se oponen los votantes que no puede ser capitán porque no es descendiente de los nobles.”145 Asimismo, en los casos concretos en que toda la tribu se encontrara en la situación excepcional de una guerra, elegían a un “capitán”: “En caso de mayor monta se juntaban a un pueblo todos los capitanes y había entre ellos uno como general a quién los demás respetaban. Este solía ser uno que había muerto muchos enemigos, el más audaz”146. Según el padre Julián Aller, “no tienen jurisdicción alguna sobre la gente de sus Pueblos, solo en la

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ocasión de guerra es quando govierna, capitanea, y manda: en el resto de estas acciones, todo es lo que cada qual quiere: verdad es, que siempre les tienen respeto”147. En una sociedad agrícola altamente productiva, parece lógico presuponer que el espacio de liderazgo civil y el de liderazgo militar estaban más separados aún, por tratarse de estructuras más complejas que requerían una cierta división del trabajo. En tiempo de crisis (en los que, digamos, la cacería de esclavos había vuelto muy explosivas las fronteras y en los que la productividad había descendido), los espacios civil y militar podrían estar ocupados por una misma persona. Esto es lo que sugieren las crónicas. En cualquier caso, los cronistas son muy claros al demarcar los dos espacios diferentes y al indicar que, aunque éstos estuvieran ocupados por una misma persona, ello no la convertía en un dictador o algo similar. Cuando iba a la guerra hacía las veces de capitán y, una vez terminada la incursión, era despojado de tal cargo. “Los Indios en sus costumbres, y ritos, mas que otros bárbaros sin policía, ni gobierno, dueños de si, o esclavos de si propio, sin reconocer cabeza, ò superior, sino [en tiempos de sus crueles guerras] al que es mas valiente, ò mató algún tigre.”148

Cuando estaban en guerra, recurrían a múltiples y eficaces recursos: “recibirnos de guerra tirándonos muchas estólicas, que es el arma ofensiva que ellos usan y las agargas que usan”149. “Por armas defensivas usaban algunos cueros de anta para rodelas o adargas. Hacíanlas también de caña fuerte reducida a varas y unidas entre sí a manera de zarzo que traían envuelto antes de pelear y en la función lo desprendían sobre el brazo izquierdo.”150 Eran también poseedores, junto con los chiquitos, de la mortal “flechería de hierba”: “Peligros hay muy grandes, especialmente de hierba muy ponzoñosa y mortífera, que á los indios que mataron les hallaron flechería de hierba”151 (el cronista se refiere a los riesgos de entrar a Mojos en 1596). Y este veneno no sólo lo utilizaban con las flechas, sino también en los euroboconos, otra arma a distancia tan letal como exclusiva: “unas pelotas de greda dura claveteadas de puntas envenenadas que disparaban de una caña con redezuela al extremo y cuerda para tirarla. Es de más alcance que las hondas y la eficacia del veneno tanto que un español murió en pocas horas sólo por haberle raspado en la oreja la punta de una pelota”152. A continuación ofrecemos algunos testimonios sobre el método de defensa empleado en las aldeas utilizando tupidos árboles que se alzaban como auténticas murallas y cerraban el paso al enemigo: (…) halló innumerables provincias de diferentes naciones, gente limpia, que tiene sus ciudades cercadas de unos higuerones que dan higos blancos. (…) desde un extremo de la plazuela sale una calzada como calle, de la misma

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manera que la plaza hasta el pecho sus paredes fortísimas, y por de fuera de dos estados y algo más, de manera que ellos ven a los que están fuera y lo divisan todo.153 (…) y después de esto veíamos adelante adonde íbamos; vimos como a una legua una muralla al parecer, y dijo este mismo capitán, que había estado en España y en las batallas de allá, que parecía una muralla con el sol que daba en ella y parecía de cal y canto. Y llegado a ella era un cerco de la manera de un fuerte, muy reforzado, y estaba en cerco por temor de seis enemigos que tenían, que eran estos indios Chiriguanas y Chiribianos; y era el fuerte de árboles de higuerones, y de cedros, plantados un paso de otro, y plantado alrededor para edificar su ciudad, y de estos arboles se infiere unos con otros, y viene a hacerse una pared; y la puerta tenía de arboles hincados, que apenas podíamos de hombre a hombre por la puerta, y estaba como trampa.154 En sus pueblos además de la confianza del monte para la retirada de que hablamos tenían algunos fosos y murallas. Sembraban sinorono que es especie de planta espinosa y alta. Con esto quedaba el recinto impenetrable y para sus pocas fuerzas servía de murallas. Las entradas y puertas eran unos caminos estrechos torcidos con vueltas y rodeos que sólo sabían con seguridad los prácticos por entre aquel laberinto de zarzas. Solían también rodear el pueblo con un foso profundo lleno de agua y sus puentes levadizos para el paso, que todas las noches alzaban.155

Impresionante defensa la de las lomas-aldeas mojeñas. Imaginemos la primera que vieron los de 1617. Una inmensa loma, amurallada de árboles de flores tan blancas y numerosas que resplandecían al sol despiadado de la pampa, rodeada toda ella de una fosa y defendida en su interior por centenares de guerreros que “no saben retroceder”156. Ya se ha señalado que cuando los de 1617 entran al primer pueblo, no encuentran casi ningún habitante. Interrogadas, en lo posible, las “indefensas” mujeres sobre el paradero de los demás lugareños, parece que respondieron “yaya, yaya” indicando en dirección norte, lo que fue interpretado como “se han ido a donde el Yaya”, y algún cronista incluso habla de que se “habían ido a dejar tributo al yaya”. Dejando de lado el hecho de que ni los “lenguas” guaraníes ni castellanos entendían el idioma mojeño y sólo se pudieron comunicar mediante señas, lo cierto es que ese 1617 no todos los descubridores de El Dorado se creyeron el cuento del Yaya. En especial los guerreros serranos guaraníes, cuyos antepasados ya conocían algo de las tácticas de combate mojeñas. Para tener una idea más o menos clara de lo que estaba en juego con el asunto del “Yaya”, deberemos regresar al momento en que los soldados de 1617 se asomaban al observatorio serrano para descubrir que la Gran Noticia era cierta: (…) “¿oyen los tambores?”; dijeron que no, sino que eran vientos que daban en aquellas peñas; y les dije: “tengan atentos los oídos y oirán mejor”; y así lo hicieron y lo oyeron todos los que íbamos como eran tambores.157 El fin que se proponían no era extender sus dominios, sino (…) defender sus pescadores y parques. Tenían centinelas siempre en sus pueblos y especial-

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mente de noche se refregaban con ají los ojos para no tomar el sueño con aquel ardor y dolor que causa el ají.158

Comparando estos relatos escritos con casi cien años de distancia, parece claro que los castellanos que observaron ese 1617 desde el mirador Serrano también estaban siendo observados. De hecho, uno de los soldados pudo llegar a ver al vigía; y Soleto, y después todos, escucharon los tambores que no podían sino estar dando el aviso a las demás tribus de la región: Cuando tenían aviso previo de que alguna nación se armaba contra ellos (y esto lo tenían muchas veces por el demonio que hablaba con el hechicero) retiraban al interior del monte los niños y mujeres con bastante escolta y los dejaban escondidos. Ellos se ponían a esperar al enemigo en el campo o emboscados conforme el valor y número de ellos.159

De modo que cuando llegan los castellanos al primer pueblo, los mojeños ya habían preparado su estrategia. Los soldados más inexpertos habían mordido el anzuelo. Estaban sorprendidos de ver tanta riqueza de bienes, que ellos interpretaban necesariamente como prueba contundente de la existencia de oro, junto con la casi total ausencia de hombres. Los serranos, por su parte, ya conocían esta táctica mojeña: ellos no eran, de hecho, sino los supervivientes de una invasión guaraní que, penetrando a este territorio tan rico, vasto y en apariencia tan poco numeroso, se habían animado a incursionar en las zonas interiores, llegando hasta los mama (Baures), más al norte. Una vez allí, habían sido derrotados al ser atacados por las tribus de la pampa desde los cuatro puntos cardinales. Y los líderes serranos ya habían relatado este suceso a Soliz, quien, lapidario, ordenó a sus entusiasmados hombres el regreso. Era necesario, pensaba Soliz, regresar con un ejército numeroso y bien equipado para poder hacer frente al ejército torococi, del que no había más rastro que las frágiles huellas de un vigía, pero que Soliz sabía que estaba allí, en alguna parte, numeroso y expectante, como evidenciaba la inverosímil cantidad de percheles que se distribuían por ese inmenso territorio. Parece claro que la gran confederación poseía un arma defensiva casi invencible: la acción coordinada de tribus enteras para la emboscada del ejército invasor160.

Oratorios y bebederos Así como la economía y la política de los mojeños precolombinos tiene un contexto –en plena discusión–, lo mismo sucede con el ámbito ideológico. La América prehispánica era un mosaico de sociedades con diversos grados de complejidad, desde grupos de recolectores hasta protoestados

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o más, “imperios”. Culturas distintas en contacto permanente, por agua o por tierra, entre bosques y montañas, comerciando o en conflicto, colonizando y prosperando. Una red de relaciones sociales integrando regiones. Comenta el investigador R. Pineda: En esta red no sólo fluían bienes de diferente naturaleza, sino que era, sobre todo, un verdadero sistema neuronal, en el cual las ideas sobre el cosmos, la vida y la muerte, los modelos sobre el cuerpo y alma, circulaban más allá de las fronteras lingüísticas y políticas, pasando de los Andes a la Selva, o de la Selva a los Andes; y creando, como consecuencia de la interacción histórica de miles de años, una verdadera filosofía común, unas técnicas de pensamiento también basadas en unas prácticas cognitivas similares, en las cuales las técnicas del éxtasis y el consumo de enteógenos constituyó la base de la creación de metáforas y modelos más o menos comunes, incluso no verbalizados, que permitieron la comunicación, y la dominación de unos pueblos sobre otros.161

Analizando el simbolismo de la orfebrería precolombina de Colombia, el mismo autor señala algunos de los elementos propios de esa red de ideas, como el animismo: (…) no hay una distinción tajante entre los humanos y no humanos; con frecuencia los animales son percibidos como gente, que tienen sus propias casas regidas de manera similar a las de los humanos, con jefes, caciques, chamanes, etc.162

La concepción perspectivista y dinámica del mundo: El mundo, en realidad, es una gran red de perspectivas (…), en donde en gran parte la posición de un individuo está definida por la relación predador-presa, por una relación caníbal. Los felinos, los poderosos jaguares, o las águilas, son los cazadores por excelencia; los hombres tienen una posición de predadorpresa, mientras que los peces y otros animales son la comida por excelencia. Lo que llamaríamos “mundo” es un proceso de transformación permanente, de cambio de perspectiva, cuya dinámica define el éxito de la cacería, la salud, la enfermedad, la vida y la muerte. La vida es una permanente mutación y los hombres de poder son ante todo “transformadores”, seres mutables (…)163

El acceso a otros estados de conciencia mediante el recurso a determinadas plantas: Desde tiempos inmemoriales, el uso de la coca, del tabaco, de los enteógenos y otras plantas permitió a los gobernantes, sacerdotes, chamanes e indios del común, comunicarse con los dioses, negociar con los animales, y fundamentar su prestigio y autoridad en el control y uso de estas mismas. En síntesis, estas plantas son los medios por los cuales se accede a otros estados de conciencia, o mediante los cuales los hombres se metamorfosean o transforman de manera permanente, o se penetra en la verdadera realidad de las cosas, un mundo –como en las visiones del yajé– que no es estático, petrificado en sistemas de clasificaciones, sino en movimiento, en permanente fluir, en permanente cambio.164

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Y el simbolismo de la postura del hombre sentado: Para ciertos grupos la posición de sentarse representa el acto de pensar. Y éste es visto como un proceso en el cual se teje el propio cuerpo, como si fuese un canasto, en donde se guardan las hojas palabras de la sabiduría. El banco, en síntesis, es una especie de Aleph, desde donde se accede al Universo y al mundo.165

Las sociedades mojeñas de antaño no son ajenas a las estructuras comentadas por Pineda: Las cortesias entre ellos, son quando llega una tropa de Indios a vn Pueblo, sientase el Cacique, o Principal de los que vienen, en vn assiento de madera, los demás en el suelo; y quando van viniendo a darles la bien venida, a cada uno, señalandole con el dedo, les dizen: “Bechuaca”, quedaos sentados, y él responde vna palabra entre dientes, que jamas he podido percibir.166

Tenían sus lugares de culto, sus “dioses y sacerdotes” propios. Dan fe de ellos los cronistas y jesuitas, y alguna interpretación de la arqueología: Llama la atención la presencia de algunas lomas cuya plataforma base presenta formas casi rectangulares, siendo la mayoría de base redonda. También es evidente la presencia de otras lomas, cuya altura excede en mucho a la media (3 a 5 metros) alcanzando cotas de 8 a 10 metros, las que presentan niveles aterrazados y escalonados con el eje de elevación desplazado hacia un costado, finalmente se encuentran otras, que alcanzan alturas desmesuradas (hasta 18 metros como es el caso de loma Ibibate, ubicada al este de Ibiato, la que presenta además una forma de terrazas escalonadas). En todas ellas encontramos un factor común, el que consiste en la particularidad de estar rodeadas o dispersas en sus cercanías de otras lomas desde las que salen calzadas que se comunican con la principal. Esta situación nos permite pensar que ellas estarían destinadas ya sea a actos administrativos o bien cultistas y servían de residencia de los encargados de control, ritos y ceremonia.167

Los cronistas cruceños relatan su llegada a lugares que entendieron como sagrados para las culturas locales: (…) en un descansadero suyo hallamos muchos arboles arrancados, las raíces puestas hacia arriba como a manera que decía, vean la fuerza de estos indios que en esta provincia hay, y no se atrevía nadie a venir a nuestras tierras. Y en estos arboles arrancados estaban pintados rostros de demonios, digo labrados, con muy sutiles herramientas, de manera que me pareció que era para adorar cada vez que llegaban ahí.168 (…) y el principal [pueblo] tenía cuatrocientas casas y noventa cocinillas y nueve bebederos, donde se juntan a sus borracherías (…) el segundo pueblo tenía sesenta casas o sesenta y seis, y treinta y tres cocinas y cinco bebederos grandes; y los demás pueblos de a treinta y de a veinte y de quince y de diez algunos de ellos.169

Los jesuitas se encontraron con estos espacios sagrados, y al darse cuenta de su significado, los mandaron destruir:

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(…) á la salida de los pueblos, á la una parte, hay otra ramada menor cerrada por la una parte y la otra sirve de puerta, y adonde está cerrada, se hace uno como retrete ó alcoba. Júzgase que éstos tienen alguna adoración y que allí entra el hechicero á hablar con el Demonio. Tiene esta ramada sus asientos por los lados.170 Hízose general visita, en que se les pidieron á los hechiceros algunas alahajas consagradas al demonio, de que se hicieron públicas hogueras; quitáronse en los más pueblos los bebederos públicos, y de ellos muchas calaveras humanas de los que habían muerto en sus guerras, y allí se consagraban al dios, presidente de ellos; lo mismo hacían con la cabeza de los tigres, adornándolas de cabelleras de algodón. De todo se le despejó al demonio, que según algunos, dijeron que bramaba por los montes, y daba quejas de los suyos en otros pueblos á donde no había llegado la palabra divina, diciendo se iva allí desterrado de los Padres y sentido de los suyos, que después de tantos años de posesión le dejaban.171 [Hacia 1665] Aquellos árboles que espantaban tanto a los Gentiles y eran como adoratorio del demonio cayeron a golpes de hacha de los recién bautizados por mandato de los P.P. y vieron los que aún eran Gentiles que no recibieron daño alguno al cortarlos, antes percibieron la utilidad de su madera para sus fuegos.172

Espíritus La ideología animista de la sociedad tribal cree y venera el espíritu de las cosas. Y ésta sería la ideología central de los mojeños de antaño: (…) casi no distinguen los brutos de los hombres, y en consecuencia de sus razones tenían a los brutos por racionales, creyendo que los bramidos de los animales, cantos de aves, eran conversación y parlas en lengua extraña, que los instintos particulares de buscar comida y abrigo etc., eran discursos intelectuales, y así que apenas se distinguían de los hombres.173 Adoraban en cada pueblo de estos muchos dioses; unos particulares de ellos, otros comunes a todos; unos casados, otros solteros; cada uno con diferente empleo y ministerio; cual presidente del agua y sus peces, cual de las nubes y rayos, algunos de los sembrados, otros de la guerra, otros de los tigres. Estos eran los que tenían más culto exterior por el gran miedo y peligro con que vivían de estas fieras, de que hay abundancia en los montes y pampas.174

“El mundo mojeño está sobre todo montado sobre los espíritus del monte y de las aguas”, dice Jordà. “Los de los montes –continúa– son cercanos; la gente dice: ‘son como nosotros’, entonces les puedes hablar para pedir permiso para matar un animalito o cortar un árbol. ‘Lo hago para que coma mi familia, no voy a abusar. Es para hacer el techo de mi casa.’ En cambio los de las aguas son como gringos, hay que tenerles más miedo, éstos te agarran, aparecen como sirenas, te meten al fondo de la laguna, te cambian los bronquios, para que puedas vivir allí y te conviertes en Jichi. (…) Los espíritus de las aguas están relacionados con el arco iris, y se llaman Ae en ignaciano, Oe en trinitario. Ae ana es el arco iris, porque es la junta de espíritus de las aguas que son los peligrosos. Cuando se jun-

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tan, entonces es el arco iris, y cuando salen, tengo que moverme porque es peligroso, si me corro, ya nunca me irá bien.”175 Sobre el culto al arco iris, dos testimonios más, uno de mediados del siglo xviii y otro de Eder: Tenían por dios al arco iris y lo juzgaban viviente racional: decían que se tragaba la gente, que aquel semicírculo es la boca y esconde un cuerpo de desmedida grandeza allá en la nube y en las lagunas, que se traga los aguaceros y esto porque aparece después de ellos. Creían que infestaba todos los lugares por donde pasaba y era causa de las enfermedades. Decían también que al que lanzaba el iris después de haberlo tragado quedaba con virtud de sanidad para curar a otros, pero que el tal quedaba enfermo continuamente.176 Arco iris es también arama, pero femenino: nada menos que la esposa del sol, pues nada impide a este astro ser polígamo (también es esposo de la luna). La función del arco iris consiste en curar las tierras por su marido. En efecto, observando que sólo aparece cuando llueve, lo consideran la fuente de las aguas. Dicen que todos los árboles están bajo su potestad y jurisdicción, creyendo que se asienta y descansa en ellos. De ahí que en mis primeros años de ninguna manera pude obtener que fabricaran ninguna embarcación mayor para el uso de la reducción: temían echar abajo los árboles más altos, por ser la residencia del arco iris, alegando que recibía gravísima ofensa de este delito y que en cuanto diera con ella la haría naufragar con sus remeros.177

Sobre los espíritus de los cielos –el Sol y la Luna–, dice Marbán178: (…) el concepto de estos indios eran, el Sol y la Luna unos dioses comunes, porque demás de estos, cada nacioncita de estas y pueblos que tienen nombre distinto de otras, tienen su Dios y Sol particular al cual unos le dan el nombre del mismo pueblo y otros le dan el nombre de alguna cosa natural, como Picaflor, Estrella. (…) Lo que parece cierto es que estos indios, tienen á la Luna y el Sol por unos dioses comunes, porque muchas veces sin preguntarles nada, cuando el Sol aprieta dicen que abrasa mucho Dios; y cuando al ponerse el Sol hace aquel género de celajes que parecen nubes de sangre y él se muestra muy encendido, dicen que se enoja mucho Dios y si en esa ocasión se les pregunta qué Dios se enoja, dicen que el Sol. Diré que el concepto de estos indios eran, el Sol y la Luna unos dioses comunes.179

Y sobre los eclipses Eder ofrece el siguiente testimonio: La mayoría respondió que la luna o el sol estaban enfermos; y cuando ven obscurecerse por completo, dicen que estos planetas han muerto o están cerca de la muerte. Otros llaman al sol el marido, a la luna la esposa y a las estrellas los hijos; cada vez que se produce algún eclipse, dicen que el sol está en coito con la luna para engendrar nuevas estrellas, para que el firmamento no pierda las estrellas con el tiempo, pues a diario mueren muchas de ellas. En efecto, dicen que mueren cada vez que ven caer una estrella fugaz.180

Entre los espíritus de la tierra, los tigres “eran los que tenían más culto exterior”181. En el caso de los mojeños, el jaguar era el animal con mayor

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estatus, una divinidad mayor. Y es por este motivo por lo que en la danza del machetero cuelga una cola de jaguar de la corona de plumas: Esa relación con el sol se expresa culturalmente en el símbolo del tigre (representado en símbolo en forma como de cola de esta fiera, que sale del plumaje por la espalda), relacionado con el sol en el mito panamerindio de los dos mellizos hijos del tigre, que un día se subieron al cielo y se convirtieron uno en el sol y otro en luna.182

Antes de los jesuitas, no sólo se utilizaba la cola del tigre como símbolo sagrado: también las “cabezas de los tigres, adornando las cabelleras de algodón”183, podían encontrarse en los templos de una tribu. Pero, además, el ciervo también ocupaba un lugar especial: (…) el animal de mayor aprecio entre ellos es el ciervo gloriándose de que sus ascendientes pasasen a ser ciervos y que después mueren estos animales dejando castas o descendencias en que ya nada hay de aquellas almas las cuales perecen juntamente con los cuerpos de aquellos animales o aves a que hicieron transmigración cuando murieron.184

Este animismo implica la instauración de una relación de reciprocidad, de una alianza, un pacto, entre los espíritus de la naturaleza y el hombre.

Comocois y tiharauquis Explica Eguiluz: Para brindar a su dios y a todo el pueblo, y su particular hechizero hacía el brindis para el que tenían especiales mates dedicados a sus dioses. Decían que lo aceptaba aquel dios, de noche, en un rincón del bebedero, dando el mate, por detrás, sin dejarse ver de nadie. Así enredaban otros disparates de que eran ministros los hechiceros; los cuales eran de dos suertes, unos los ya dichos, que se llamaban Comocois y otros Tiharauquiz, que es lo mismo que el de la vista clara, como los judíos llaman videntes a sus profetas. Estos Tiharauquiz eran los más venerados, escogidos para este ministerio por aparición de alguno de sus dioses, que se hacía con demostraciones exteriores de accidentes gravísimos que los privaban del sentido y ponían en peligro de muerte. Entre estos Tiharauquiz y los Comocois se urdían los engaños del demonio como sus principales ministros. Ellos conservaban los dogmas de sus sectas, que solían ser encontradas en algunos pueblos, contentos todos con la suya sin que ninguno tratase de impugnar a la otra, ni buscar razón de ella; (…) a la primera dificultad apelaban a sus antepasados, viéndose convencidos que ellos sabrían responder.185

Al parecer, cada tribu tenía su propio comocoi, que era el sacerdote de su animal sagrado. En ceremonias periódicas oficiales, este sacerdote se vestía con pieles y máscaras del animal y bebía a su nombre. Se sabía los

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nombres de todos los animales propios de la especie de su animal sagrado. Al comocoi lo elegía el animal venerado: “cuando alguno llegaba en sus viajes á libertarse de las garras de esta fiera, se le consideraba como un favorito del Dios, y digno por lo tanto de desempeñar en lo sucesivo el cargo de su sacerdote, poseyendo desde luego el don de sanar las enfermedades, y siendo una de sus atribuciones saber el nombre de todos los tigres de la comarca”. En cuanto al tiharauqui, éste probablemente sea el sacerdote que oficia en las ceremonias que se realizan en el templo. Porque el tiharauqui es el médico de la tribu, el único que puede usar el marari y otras hierbas silvestres sagradas. Es probable que los tiharauquis estuvieran exentos de realizar labores productivas. Si se los exime del trabajo productivo es porque se espera de ellos que, en cambio, realicen una serie de tareas harto sacrificadas. Casi es un castigo recibir el “privilegio” de ser un comocoi o un tiharauqui: “para ser investidos de tan alta dignidad, los nuevos sacerdotes tenían que someterse durante dos años á un régimen de ayunos, de continencia absoluta en sus relaciones con las mugeres, y á la abstinencia de comer pescado so pena de ser devorados por el tigre”186.

Concluimos este capítulo dedicado al relato de aquella época anterior a que “los españoles vinieran a estas partes”, con una referencia sobre el actual pueblo mojeño. Dice Enric Jordà en el prólogo de un libro dedicado al Ichini que despierta: Algo muy grande ha ocurrido y seguirá avanzando en Moxos. Hernán Ávila ha sabido presentar la semblanza de un territorio humano y geográfico que nos sorprende caminando decidido desde su riqueza humana y espiritual, abriendo nuevos horizontes de plenitud originaria. Como la semblanza de los macheteros que avanzan incontenibles en su baile arrollador y en las fiestas despiden, danzando, los últimos rayos del sol para volver a recuperarlos al alba y seguir así animando el camino de su pueblo, y como la semblanza de los achus, abuelos comunicadores de alegría de alegría y de vida, que esparcen, en medio de la población y de la noche, la luz expansiva de sus chasqueros.187

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Notas 1

Vista de la inundación de las pampas benianas en 2007. Foto: Brigadas de Emergencia de Venezuela.



Paso de agua en la pampa durante el tiempo seco. Foto: Ricardo Bottega.

2

Marbán P. “Relación de la Provincia de la Virgen del Pilar de Mojos o Carta de los Padres que residen en la Misión de Mojos para el P. Hernando Cabero de la Cia. de IHS de la Prov. del Perú, en la que dan noticia de lo visto, oído y experimentado en el tiempo que están en ella. 20 de Abril de 1676”. Boletín de la Sociedad Geográfica de La Paz. La Paz, tomo 1, nº 2 (1898), p. 134. Orellana A. “Origen de la misiones de Moxos” (1687); apud Maurtúa VM. Juicio de límites entre Bolivia y Perú. Prueba peruana presentada al Gobierno de la República Argentina. Barcelona, Heinrich y Co., 1906, pp. 16 y 19. Eder F. Breve descripción de las reducciones de Mojos (1772). Historia Boliviana, Cochabamba (Bolivia), 1985. Tabla 1. Calendario agrario del Mojos contemporáneo

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Mes Enero Febrero Marzo Abril Mayo Junio Julio Agosto Septiembre Octubre Noviembre Diciembre

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Labor Cosecha Cosecha Cosecha Cosecha Siembra Siembra Molienda Chaqueo Chaqueo Basureo Siembra Siembra

Cultivo Chocolate Café Arroz Cítrico

Arroz Arroz

Clima Agua Lluvia Cesan las lluvias Bajan las aguas Comienza el frío Comienza el frío Inicio de la época seca Época seca Humareda Truenos Rayos Comienzan las lluvias

Séjourné L. América Latina i. Antiguas culturas precolombinas. Vol. 21 de Historia Universal Siglo xxi. Madrid: Siglo xxi, 1994, p. 4.

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Séjourné, ibídem. Séjourné, op. cit., p. 7. Mann CC. 1491. Una nueva historia de las Américas antes de Colón. Madrid: Taurus, 2006, p. 379. Entrevista de W. Manrique a Charles C. Mann. “La principal contribución de Colón a la humanidad fue la convulsión ecológica”. El País, España, sección “Cultura”, 3 de julio de 2006, p. 52. 11 Tabla 2. Primeros poblados de América (confróntese con Lee K, “Agricultores de las Américas. Panorama general”, en El baúl del gringo, Trinidad, 2000, mimeo inédito, pp. 37-50) Lugar Costa central del Perú Chilca y Ancón

Año (a.C.) 2.600 3.500

Aspero, Sechín Alto, Huca de los Reyes 2.600-2.000 Colombia y costa del Ecuador Valle de Tehuacán Oaxaca

3.600-3.000 3.400-2.300 1.150

Costa del Golfo-Olmecas



Registro Templos y túmulos Cultivo de algodón-confección de redes de pesca y tejidos Complejo de plataformas de cultivo con zanjas, pozos y patios en declive Cerámica Poblados y cultivos Entierros con ornamentos de concha tallada, jade y cerámica Edificios públicos y ceremoniales

Tabla 3. Agricultores precolombinos de las Américas (confróntese con Lee, “Agricultores de las Américas…”, op. cit.) Lugar México-Valle de Tehuacán Perú América del Sur Los Andes América Central Perú-Cuera Guitarrero Los Andes sur Amazonas superior América del norte

Año (a.C.) 7.000-5.000 8.500 3.500 6.300 2.500 6.300-8.500 8.500 7.000 5.500

Registro Maíz, zapallo, palta, ajo, haba Zapallo, haba, pimientos, ají Maíz Quinua, cañaqui Mandioca, camote, gualusa Olca, ulluco Papa Mandioca Zapallo

12 Tabla 4. Agricultores precolombinos de la Amazonía (confróntese con Lee, “Agricultores de las Américas…”, op. cit.) Lugar Belem Pedra Furada Abrigo do Sol-Matto Grosso

Año (a.C.) 6.000 32.000 7.000-10.000

Tierras altas de Guayana-Venezuela Guayanas y río Tapajos Costas de Guayana La Mina-desembocadura sur del Amazonas

8.000-5.000 8.000-5.000 6.000 4.000

Registro Cerámica Rastros de ocupación paleoindia* Herramientas para tallar petroglifos en piedra arsénica Herramientas de lasca de piedra Herramientas de lasca de piedra Basurales-cerámica Basurales-cerámica

*Confróntese con Schobinger, Prehistoria de Sudamérica. Culturas precerámicas. Madrid: Alianza América, 1988, p. 99. 13 Nordenskiöld E. Origen de las civilizaciones indígenas en la América del Sur. Buenos Aires: Bajel, 1946, pp. 8 y 10. 14 Dougherty B y Calandra H. “Excavaciones arqueológicas de la Loma Alta de Casarabe, Llanos de Moxos, Departamento del Beni, Bolivia”. Relaciones de la Sociedad Argentina de Antropología, Buenos Aries, t. xiv, nº 2, n.s. (1981-1982), p. 9. 15 Sanematsu K. Informe del Proyecto Mojos 2005. Japón-Bolivia, 2005, p. 8. 16 Sanginés CP. “Panorama de la arqueología boliviana”. Documentos Internos del inar, La Paz, nº. 31 (1978), p. 25. 17 Sanginés, op. cit., p. 26. 18 Proyecto Moxos. Informe final, editado por Barba J, Barbery E, Bottega R, Fisherman B, García J, Lee K, Pinto R, Solanilla V, Suárez M, Torrens T y Vargas A. Barcelona, 1990, pp. 30-31, 35 y 37. Al respecto, véanse las tablas 2 a 5. 19 Vespucio A. El Nuevo Mundo; apud Séjourné, op. cit., p. 89. 20 Fernández de Oviedo G. Historia general y natural de las Indias, Madrid, bae, 1959, libro 42, cap. xi; apud Séjourné, op. cit., p. 103.

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21 Las Casas. Brevísima relación de la destrucción de las Indias. Madrid: Alianza, 2005, ed. de Trinidad Barrera López; apud Séjourné, op. cit., pp. 97-98. 22 Acosta J de. Historia natural y moral de las Indias. México: Fondo de Cultura Económica, 1940; apud Séjourné, op. cit., p. 96. 23 Fernández de Oviedo, op. cit., libro iii, cap. vi; apud Séjourné, op. cit., p. 29. 24 Fernández de Oviedo, op. cit., libro xxviii, cap. x; apud Séjourné, op. cit., p. 28. 25 Las Casas, op. cit.; apud Séjourné, op. cit., pp. 73-74. 26 Las Casas, op. cit.; apud Séjourné, op. cit., pp. 90-91. 27 Acosta, op. cit.; apud Séjourné, op. cit., pp. 131-132. 28 Carvajal G. “Relación del nuevo descubrimiento del famoso río grande de las Amazonas”; apud Séjourné, op. cit., pp. 118-119. 29 Carvajal, op. cit.; apud Barletti J. Los pueblos amazónicos en tiempos de la llegada de Orellana. Iquitos: Gobierno Regional de Loreto, 1992; versión en pdf (www.pucp.edu.pe), p. 21. 30 Carvajal, con P. de Almesto y Alonso de Rojas. La aventura del Amazonas. Madrid: Historia 16 (Crónicas de América 19), 1986, p. 66. 31 Maurtúa, op. cit., pp. 134 y 158. 32 Maurtúa, op. cit., p. 170. 33 Nordenskiöld, op. cit.; apud Denevan WM. La geografía cultural aborigen de los Llanos de Mojos. La Paz: Librería Editorial Juventud, 1980, p. 145. 34 Apud Denevan, ibídem. 35 Romero I y Pastó E, coords., Moxos: una limnocultura. Barcelona: ceam, 2003, p. 31. 36 Denevan, op. cit., p. 9. La traducción al castellano, La geografía cultural aborigen de los Llanos de Moxos, no se publicó hasta 1980. 37 Los datos para el cálculo son: tarope fresco: 20% de materia seca; contenido de N sobre materia seca: 3,5%; objetivo: la producción de 5 tm de maíz por hectárea; necesidades que proveer: 28 kg N/tm de grano; nitrógeno mineralizado: 60%. 38 Tabla 5. Resultados de la fertilización con tarope (kg/m2) en el cultivo del maíz (kg/ha) 0 1.300

15 3.000

30 4.400

60 5.700

39 Boixadera J. Sistema de camellones en los Llanos de Moxos (Bolivia): características e implicaciones para el futuro. Barcelona: Archivos ceam, 2005. 40 Campos de camellones de cultivo en los alrededores de San Ignacio. Foto: Emir Iskenderian, 2006.



Plataformas de cultivo en tiempo de aguas. Zona Los Lagos, norte de Santa Ana del Yacuma. Foto: Ricardo Bottega.

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Modelo de producción de campos elevados. Dibujo cedido por ceam.

41 Céspedes R. Informe de Prospección. Proyecto Moxos-Beni. Cochabamba, Archivo ceam-Barcelona, junio de 1991, pp. 2-3. 42 Diseños en cerámica mojeña. Foto: Andoni Canela.

43 Tabla 6. Obras en tierra precolombinas (confróntese con Denevan, op. cit., pp. 205-235) Lugar Calabozo, estado de Guarico (Venezuela) Mojos, Argentina noreste, Santo Domingo, Colombia Pucara, Valle de Lerma, Salta (Argentina) Rhodesia Sabanas de Colombia-Chibchas África central y occiental-Ghana-Zaire Perú Bolivia Colombia Lago Titicaca en la costa occidental México Nueva Guinea Inglaterra Los Andes Mayas Orinoco Chiquitos Matto Grosso Ohio y Mississippi (ee.uu.) Isla Marajó Llanos del Orinoco Río Alto, Paraguay Pantanal del Brasil Río Guayas en la costa del Ecuador Colombia Venezuela Perú

Obras Camellones Montones Montones Montones Montones Montones Campos elevados Campos elevados Campos elevados Campos elevados Chinampas Campos elevados Campos elevados Terraplenes Terraplenes Terraplenes Terraplenes Terraplenes Lomas Lomas Lomas Lomas Lomas Lomas Vivienda lacustre Vivienda lacustre Vivienda lacustre

44 Tabla 7. Génesis y colapso I (confróntese con Lee K. “7.000 años de historia del hombre de Mojos. Agricultura en pampas estériles. Informe preliminar”. Panorama Universitario, Trinidad, Universidad Mariscal José Ballivián, nº 1, 1977; recogido en El baúl del gringo, op. cit., pp. 9-14)

184

Año (a.p.) 7.000 6.000

5.000

3.500



Tabla 8. Génesis y colapso ii (confróntese con Bustos V, La alta cultura de Trinidad en la floresta tropical de Bolivia, 1999, mimeo inédito, entregado a Ricardo Bottega y Rodolfo Pinto para recibir sus observaciones) Años (a.p.) 5.100-4.500 4.500-3.800 3.800-2.800

2.800-2.300

2.300-1.800 1.800-1.300

1.300-800



Características Procedencia inicial desde el norte de primitivos cazadores y recolectores. No tenían artefactos de piedra, ni cerámica. Vivían sobre pequeñas lomas formadas por acumulaciones de conchas de caracoles, en sitios favorables para la caza Llegó un nuevo grupo, con hachas de piedra de cantera (tipo cincel fijado a un mango puntado) y que conocían la cerámica sin pintura ni decoración. Empezaron a elevar lomas antiguas formadas de caracoles con tierra. Comenzaron los primeros trabajos de drenaje con canales Llegó otro grupo más evolucionado, ya con hachas de aletas y que fabricaban cerámica muy desarrollada, todavía sin pintura pero con decoraciones geométricas incisas. Progresaron en el cultivo del maíz, inventaron batanes de cerámica para molerlo, cultivaron el algodón, y probablemente la yuca, el frijol, el zapallo, el ají y el tabaco. Hicieron grandes canales, desviaron ríos, elevaron enormes lomas artificiales. Las lomas más grandes son de esta época. Después llegaron diversos grupos de menor importancia, con diferentes técnicas de fabricación y adornos de la cerámica y distintos tipos de estatuillas e ídolos. Este conjunto de grupos empezó expandiéndose hacia la sierra y hacia el sur Esta antigua cultura declinó mucho por motivos climáticos (ciclo mundial) y algunos grupos llegaron hasta el altiplano, donde por costumbre siguieron con estas lomas artificiales (Wankarani) y llevaron la práctica de cultivo en zonas inundadizas al contorno del lago Titicaca (visibles todavía). El referido ciclo mundial supuso un aumento en la precipitación pluvial, destruyendo de esta manera su complejo sistema de control de agua. Mojos fue invadido por diferentes grupos con escasa cultura provenientes del norte y del este. En algunas partes (alto Beni) han sobrevivido algunos grupos que mantenían sus tradiciones y los grupos que llegaron fueron aculturados

Fase Recurrencia templado-fría Fase templado-cálida

Características Asentamiento en llanos húmedos Técnicas de control de aguas Elevación artificial de asentamientos Bajada general de la temperatura Creación de represas media Llegada de nuevos grupos a la zona Severa afectación de la economía Fase templado-cálida Creación de campos de cultivo elevados Consolidación del poder gobernante Emergen reinos regionales diferenciados Construcción de lomas piramidales aterrazadas Construcción de terraplenes entre lomas y cultivos Desplazamiento a tierras altas Fase templado-fría Sequía de 500 años Colapso del poder central Mejora de las condiciones Consolidación de reinos regionales ambientales Predominio andino de Tiahuanacu Ocupación de tierras bajas con restos de ingeniería Aumento de población Nuevos sistemas de control de aguas Fase templado-fría Pérdida de prestigio del poder central Abandono del territorio hacia valles mesotérmicos Línea defensiva de pucaras Ofensiva de grupos selváticos a tierras altas Escenario encontrado por los españoles hacia el 1500 d.C.

Tabla 9. Génesis y colapso iii (confróntese con Bustos, “La arqueología de los llanos del Beni, Bolivia”, Documentos Internos del inar, nº 32, 1978; presentado a la Segunda Reunión de las Jornadas Peruano-Bolivianas de Estudio Científico del Altiplano Boliviano y Sur del Perú)

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4.100/3.600 a.p. Época inicial. Experimentación de cultivos. Técnicas de control de aguas. Cerámica sin pintura y decoración incisa y/o grabada. Inicios de ceremonialismos. Técnicas de cultivo, campos elevados, canales de drenaje y terraplenes son desarrollados hacia el final, por aumento de las lluvias. Rebalse y destrucción de la infraestructura. Migraciones 3.600/2.200 a.p. Época temprana. Nuevas técnicas para el aprovechamiento de los recursos. Escasa estratificación social 2.200/1.600 a.p. Época madura. Periodo seco. Mejora de obras: canales, terraplenes y lomas. Desarrollo de la cerámica, estatuillas y platos estriados, de uso agrícola. Cerámica decorada, con grabados y/o incisiones y pintura 1.600/900 a.p. Época terminal. Aumento de lluvia, destrucción de obras hídricas, migración

45 Bustos, La alta cultura de Trinidad en la floresta tropical de Bolivia, op. cit. 46 Walker JH. Cambio agrícola en la Amazonía Boliviana. Resumen monográfico, Universidad de Pittsburg. Serie de Monografías en la Arqueología de Latino-América, 2003; versión pdf (santosnoco.blogspot.com), p. 1. 47 Entrevista de Emir Iskenderian a R. Pinto, 2006 (en: motacu..blogspot.com). 48 Barba J, comunicación personal, 2007. 49 Ralladores de yuca. Cerámica encontrada en loma Chuchini. Foto cedida por Ricardo Bottega.



Cerámica hallada en la loma Salvatierra. Fotografía cedida por Ricardo Bottega.

50 Parejas A. El Señor de Eldorado. Santa Cruz de la Sierra: Fundación itos, Grupo Editorial La Hoguera, 2008, pp. 155-156. 51 Para aclarar este episodio conocido como “traslado”, recomendamos la obra del historiador cruceño Eduardo Cortes León. 52 Al respecto, cf. Maurtúa, op. cit., pp. 197-212. 53 Sanabria H. Cronistas cruceños del Alto Perú virreinal. Santa Cruz de la Sierra: Publicaciones de la Universidad Gabriel René Moreno, 1961, p. 148. 54 Confróntese con el Informe Lizarazu, en Maurtúa, op. cit. 55 Juan de Limpias, apud Maurtúa, op. cit., p. 170. 56 Al fondo, plataformas de cultivos, luego un terraplén rectlíneo y un campo de montículos “percheles”. Zona Los Lagos, norte de Santa Ana del Yacuma. Foto: Ricardo Bottega.

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Montículos alineados. Zona carretera a Riberalta, próxima al río Yata. Foto: Óscar Saavedra.

57 “Breve Noticia de las missiones de infieles, qve tiene la Compañía de Iesvs de esta Provincia del Peru en las Provincias de los Moxos”. Texto anónimo de 1698. Archivo General de Indias. Lima 407. Colección Pastells, Audiencia de Lima, T. xviii; versión en pdf (santosno. googlepages.com), p. 2. 58 “Descripción de los Moxos que están a cargo de la Comp.ª de Ihs en la Prov.ª del Perú año de 1754”. Texto anónimo de 1745. Archivo de Historia de la Provincia de Toledo de la Compañía de Jesús. Leg. Perú-Bolivia, L-3.7; versión en pdf (santosno.googlepages.com), p. 9. 59 Calandra HA y Salceda SA. “Amazonia boliviana: arqueología de los Llanos de Moxos”. Acta Amazónica, Manaos, vol. 34, nº 2 (2004). 60 Céspedes, op. cit., pp. 4-5. 61 Lee, “7.000 años de historia del hombre de Mojos…”, op. cit. 62 Lee K. “Tarope (Eicchornia crassipes)” (1996). En: El baúl del gringo, op. cit. 63 Boixadera, op. cit. 64 Bustos, La alta cultura…, op. cit. 65 Lee K. “Apuntes sobre las obras hidráulicas prehispánicas de las llanuras de Moxos. Una opción ecológica inédita” (1998). En: El baúl del gringo, op. cit. 66 Denevan, op. cit., p. 159. 67 Bustos, “La arqueología de los llanos del Beni, Bolivia”, op. cit., p. 6. 68 Denevan, op. cit., pp. 160-161. 69 Laguna Isirere, cerca de San Ignacio de Moxos. Foto: Andoni Canela.

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Planimetría de la laguna Suárez. Proyecto Moxos. Autor: Mario Villca.



Emplazamiento de las lagunas geométricas de Mojos. Mapa elaborado por ceam y el icc (tomado de Romero y Pastó, coords., Moxos: una limnocultura, op. cit., p. 48).

70 La zona estudiada está delimitada por las coordenadas utm 8596567 Y, 793987 X, 8182747 Y, 1044367 X, con una superficie total de 103,250 km2. 71 Barba J. “Las lagunas de Moxos”. En: Romero y Pastó, coords. Moxos: una limnocultura. op. cit., pp. 37-58. 72 Confróntese con Barba, “Mojos, el reino del agua”, Estratos, nº 57 (otoño de 2000), pp. 5255. 73 Entrevista de Emir Iskenderian a J. Barba. Barcelona, 2006 (en: motacu.blogspot.com). 74 Entrevista de Emir Iskenderian a R. Bottega. Trinidad, 2006. 75 Entrevista de Emir Iskenderian a U. Lombardo. Trinidad, 2006 (en: motacu.blogspot. com). 76 Eder, op. cit., p. 236. 77 Entrevista de Emir Iskenderian a Eugenio Jilagachi. San Pedro Nuevo, Beni, Bolivia, 2005. 78 Eder, op. cit., p. 69. 79 Justiniano JA, apud Maurtúa, op. cit., pp. 187-188. 80 Heredia B, apud Maurtúa, op. cit., pp. 164, 165 y 166. 81 Entrevista de Emir Iskenderian a R. Pinto. Trinidad, Bolivia, 2006. 82 Comunicación personal de Jordi Pascual, 2008. 83 Eder, op. cit., p. 107. 84 Bustos, La alta cultura de Trinidad en la floresta tropical de Bolivia, op. cit. 85 Bustos, La alta cultura de Trinidad en la floresta tropical de Bolivia, op. cit. 86 Testimonios de Soleto, Caballero, Soliz, Justiniano y Limpias; apud Maurtúa, op. cit., pp. 200, 176 y 178, 134, 188 y 170, respectivamente. 87 Proyecto Moxos. Informe final, 1990, op. cit., p. 37. 88 Eder, op. cit., p. 105. 89 Lombardo, entrevista citada. 90 Lombardo, entrevista citada. 91 Bustos, La alta cultura de Trinidad en la floresta tropical de Bolivia, op. cit.

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92 Entrevista de Emir Iskenderian a C. Erickson. Trinidad, 2006. 93 “Todos los canales conducen a Baures…”. Esquema de los canales de navegación prehispánicos en el Beni. Autor: Rodolfo Pinto.



Muestra de una ruta de canales artificiales (antropogénicos) que permiten hacer una navegación oeste-este, cuando los ríos corren de sur a norte. Autor: Rodolfo Pinto.

94 95 96 97 98

Eder, op. cit., 46. Bustos, La alta cultura de Trinidad en la floresta tropical de Bolivia, op. cit. Pinto, entrevista citada. Pascual, comunicación personal, 2008. Erickson C. “Intensification, political economy, and the farming community; in defense of a bottom-up perspective of the past”. En: Marcus J y Stanish C, eds. Agricultural Strategies. Los Ángeles: Cotsen Institute, 2006. Erickson, “Intensification, political economy, and the farming community”, op. cit. Lombardo, entrevista citada. Lombardo, entrevista citada. Jilagachi, entrevista citada. Loma Ibiato, en cuya cima se encuentra actualmente una iglesia cristiana.

99 100 101 102 103

104 Caballero, apud Maurtúa, op. cit., pp. 179 y 180.

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105 Entrevista de Carmen Váscones a Kashyapa. “Las ingenierías prehispánicas y su vigencia en el tercer milenio”. Guayaquil (Ecuador), 2001 (en: santosnoco.googlepages.com/santosnocoarchivo). 106 Entrevista citada a Kashyapa. 107 Pascual, comunicación personal, 2008. 108 Marbán, op. cit., p. 151. 109 “Descripción de los Moxos…”, op. cit., p. 9. 110 “Annua de la Compañía de Jesús. Tucumán y Perú”. Texto anónimo de 1596. Relaciones Geográficas de Indias. Perú, tomo ii. Madrid: Ministerio del Fomento, 1885; versión en pdf (santosno.googlepages.com), p. 7. 111 “Annua de la Compañía de Jesús. Tucumán y Perú”, ibídem. 112 “Descripción de los Moxos…”, op. cit., p. 9. 113 Orellana, apud Maurtúa, op. cit., p. 14. 114 Marbán, op. cit., p. 134. 115 “Descripción de los Moxos…”, op. cit., pp. 9, 10 y 11. 116 Bustos, La alta cultura de Trinidad en la floresta tropical de Bolivia, op. cit. 117 Rivero G. Civilización o barbarie. Mimeo no publicado, 2008. 118 Bustos. Investigaciones arqueológicas en las tierras bajas de Bolivia. Informe del jefe de trabajo de campo del Centro de Investigaciones de Trinidad. La Paz: inar, 1976, p. 2. 119 Proyecto Moxos. Informe final, 1990, op. cit., pp. 49-50. 120 Pascual, comunicación personal, 2008. 121 Barba, comunicación personal, Barcelona, 2008. 122 Pinto, comunicación personal, 2008. 123 Pinto, entrevista citada. 124 Rivero G e Iskenderian E. 1617, el descubrimiento del Dorado. Santa Cruz, mimeo no publicado, 2008. 125 Rivero e Iskenderian, op. cit. 126 Erickson, entrevista citada. 127 Erickson, “Intensification, political economy, and the farming community…”, op. cit. 128 Confróntese con Erickson, “Intensification, political economy, and the farming community…”, op. cit. 129 Arvelo-Jiménez N. “Movimientos etnopolíticos contemporáneos y sus raíces organizacionales en el sistema de interdependencia del Orinoco”. Serie Antropología, Brasilia (Brasil), nº 309 (2001), p. 7. 130 Biord H. “Sistemas interétnicos regionales: el Orinoco y la costa noreste de la actual Venezuela en los siglos xvi, xvii, xviii”. Diálogos Culturales, noviembre de 2006, pp. 87-88. 131 Vidal S. “El chamanismo de los arawakos de Río Negro: su influencia en la política local y regional en el Amazomas de Venezuela”. Serie Antropología, Brasilia (Brasil), nº 313 (2002), p. 4. 132 Marbán, op. cit. 133 “Cada una de las grandes tribus que voy á mencionar, se subdividen aun, en multitud de secciones que llevan diferente denominación. Los solos Baures cuentan hasta veinte” (D’Orbigny, Descripción geográfica, histórica y estadística de Bolivia. Departamento del Beni, Provincia Caupolicán y Moxos [1845], Santa Cruz de la Sierra: Gobierno Municipal de Santa Cruz de la Sierra, 1992). 134 “Annua de la Compañía de Jesús. Tucumán y Perú”, op. cit., pp. 9 y 8. 135 Marbán, op. cit., p. 34. 136 Marbán, ibídem. 137 “Descripción de los Moxos…”, op. cit., p. 6. 138 Aller J. Relación que el Padre Julián Aller de la Compañía de Jesús de la Provincia del Perú y Superior de la nueva Misión de los Indios Gentiles de las dilatadas tierras de los Mohos, que confinan con las de Santa Cruz de la Sierra, y se dió principio por el año 1668 a instancias del Excelentísimo Señor Conde de Lemos, Virrey de dicho Reyno, le hace al Padre Luis Jacinto de Contreras, Provincial reelecto de dicha Provincia de el Perú, su fecha a 9 de Setiembre de 668. Real Archivo de Historia, Madrid, Papeles de Jesuitas, T. 4; versión en pdf (santosnoco.blogspot.com), p 4. 139 Marbán, op. cit., p. 131. 140 “Descripción de los Moxos…”, op. cit., p. 6.

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141 Soto J de. “Relación de lo sucedido en la jornada de los Mojos en el año 1667, por el hermano Juan de Soto”. En: Vargas Ugarte R. Historia de la Compañía de Jesús en el Perú. Burgos, tomo iii, 1963-1965, p. 170. 142 Orellana, apud Maurtúa, op. cit., p. 8. 143 “Son grandes habladores estos indios y toda su sabiduría la ponen en hablar mucho, el que habla mucho es más entendido y estimado entre ellos (…) de gran iniciativa e inventiva y valiente en la batalla (…) Este dominio habían adquirido por singular valor en las batallas” (“Descripción de los Moxos…”, op. cit., pp. 7-8). 144 Pascual, comunicación personal, 2008. 145 “Descripción de los Moxos…”, op. cit., p. 7. 146 “Descripción de los Moxos…”, ibídem. 147 Aller, op. cit., p. 4. 148 “Breve Noticia de las misiones de infieles…”, op. cit., p. 3. 149 Limpias (1635), hablando de lo visto en 1617; apud Maurtúa, op. cit., p. 169. 150 “Descripción de los Moxos…”, op. cit., p. 14. 151 “Annua de la Compañía de Jesús. Tucumán y Perú”, op. cit., p. 8. 152 “Descripción de los Moxos…”, op. cit., p. 14. 153 Alcaya (1635), a partir de las crónicas de Carlos Inca relatadas por Alcayaga; apud Maurtúa, op. cit., pp. 134 y 136. 154 Soleto (1635), relatando su entrada de 1600; apud Maurtúa, op. cit., p. 200. 155 “Descripción de los Moxos…”, op. cit., p. 15. 156 Soleto, apud Maurtúa, op. cit. 157 Soleto, apud Maurtúa, op. cit., p. 205. 158 “Descripción de los Moxos…”, op. cit., p. 13. 159 “Descripción de los Moxos…”, ibídem. 160 Tambores utilizados en la fiesta de San Ignacio de Moxos. Foto: Emir Iskenderian, 2007.



Atuendos de un machetero en la fiesta de San Ignacio de Moxos. Foto: Emir Iskenderian, 2007.

161 Pineda R. “Historia, metamorfosis y poder en la orfebrería prehispánica de Colombia”. Boletín de Historia y Antigüedades, vol. xcii, nº 830 (septiembre de 2005), pp. 645-646 (www. colombiaaprende.edu.co). 162 Pineda, op. cit., p. 646. 163 Pineda, op. cit., p. 647. 164 Pineda, op. cit., p. 650.

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Pineda, ibídem. Aller, op. cit., p. 4. Bustos, La alta cultura de Trinidad en la floresta tropical de Bolivia, op. cit. Soleto, apud Maurtúa, op. cit., p. 199. Limpias, apud Maurtúa, op. cit., p. 170. “Annua de la Compañía de Jesús. Tucumán y Perú”, op. cit., p. 8. Orellana, apud Maurtúa, op. cit., p. 15. “Descripción de los Moxos…”, op. cit., p. 21. “Descripción de los Moxos…”, op. cit., p. 16. Eguiluz D de. Historia de la Misión de Moxos en la República de Bolivia (1696). Lima: Imprenta del Universo, 1884, p. 7. Entrevista de Emir Iskenderian a E. Jordà, Barcelona, 2006 (en motacu.blogspot.com). “Descripción de los Moxos…”, op. cit., pp. 17-18. Eder, op. cit., p. 117. Representación del sol. Artesanía en madera creada por mujeres indígenas del tipnis. Foto: Emir Iskenderian, 2004.



Representación de la luna. Artesanía en madera creada por mujeres indígenas del tipnis. Foto: Emir Iskenderian, 2004.

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Marbán, op. cit., p. 152. Eder, op. cit., p. 58. Eguiluz, op. cit., p. 7. Jordà, entrevista citada. Eguiluz, op. cit., p. 12. “Descripción de los Moxos…”, op. cit., p. 16. Eguiluz, op. cit., p. 7. Confróntese con Eguiluz, op. cit., p. 7. Ávila H. El Ichini mojeño ha despertado. Emergencia de nuevos líderes indígenas mojeños, ante la intolerancia, abusos y atropellos. Santa Cruz: Coordinadora de Pueblos Étnicos de Moxos-Beni (cpemb) y Centro de Estudios Jurídicos e Investigación Social (cejis), 2006, p. 15.

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Mojos y jesuitas. Apuntes sobre el periodo reduccional Josep Barba F.

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Colón y el “descubrimiento” de América Colón descubrió América. Tantos siglos después, esta afirmación puede resultar curiosa. ¿Cómo se pueden “descubrir” unas tierras pobladas por millones de habitantes? Sería más exacto afirmar que los europeos descubrieron la existencia de América y los americanos la de Europa, con consecuencias muy diferentes para los habitantes de uno y otro continente. La expedición de Colón fue fruto de su obstinación, de años de peregrinación por las cortes de España y Portugal durante los cuales hubo de debatir su proyecto con los sabios de la época, cosmógrafos, teólogos y geógrafos. Una expedición para adentrarse en un océano sin fin, arriesgando medios y vidas, debía responder a una motivación muy poderosa. Los navegantes sabían de tierras lejanas pobladas de monstruos: ogros, cíclopes, dragones, sirenas, esfinges, grifos, basiliscos, hidras, arpías, krakens…, seres temibles que, en los confines del mundo, defendían sus territorios de los intrusos. Su existencia estaba avalada por los relatos de los viajeros que habían topado con ellos, y por eso los cartógrafos los representaban en sus mapas. Colón tenía una buena razón para partir hacia lo desconocido: llegar a oriente navegando rumbo a poniente. Las tierras del Gran Khan eran ricas en oro, plata, piedras preciosas y especias de toda clase, y se tenía noticia de que en la isla de Cipango había templos y palacios recubiertos de oro. La apertura de una ruta comercial con estos reinos prometía mayores beneficios que los que obtenían los portugueses en su expansión africana. Después de años de vacilaciones, finalmente los Reyes Católicos acordaron financiar la expedición y conceder a Colón una parte de los beneficios comerciales de la empresa. Colón partió provisto de sus títulos de virrey, almirante y gobernador, y el 12 de octubre de 1492 desembarcó en una isla del archipiélago de las Bahamas, convencido de que se trataba del extremo oriental del continente asiático: las Indias. Sin embargo, el lugar no respondía a las expectativas que impulsaban a los expedicionarios. Era evidente que quienes habían salido a recibirlos no podían ser súbditos del Gran Khan, pues eran “gente desnuda”, ingenua y pobre; “no he podido entender que alguno tenga bienes propios”, decía Colón en su carta a los Reyes Católicos1. Los nativos recibieron la expedición con gran regocijo y acogieron a los recién llegados con una hospitalidad sin límites: “Todas estas islas son populatísimas de la mejor gente sin mal ni engaño que haya debajo del cielo”. El clima era benigno y la naturaleza de una exuberancia y un colorido sin par; aquello era un auténtico paraíso terrenal, del que Colón se apresuró a tomar posesión. El entusiasmo del primer contacto pronto se vio ensombrecido por los desmanes de los recién llegados, que rompieron con las normas más básicas de convivencia y humanidad. Tras explorar varias islas, Colón re-

gresó a España dejando una guarnición en el fuerte Navidad, construido con los restos de su nave, la carabela Santa María. La noticia del descubriendo despertó un gran entusiasmo en España, y a los seis meses Colón partió en un segundo viaje al frente de una flota de diecisiete barcos y una tripulación de más de mil trescientos hombres. Al llegar a La Española (isla de Santo Domingo) encontró el fuerte Navidad destruido, en lo que será el inicio de un proceso de enfrentamiento que irá empeorando progresivamente. A su regreso a España, el Almirante deberá enfrentarse a toda clase de intrigas y críticas, de las que saldrá más o menos victorioso tras una investigación. La inversión realizada en las dos expediciones había sido importante, pero las expectativas de lucro no se veían colmadas. Por eso Colón tardó más de dos años en armar una nueva expedición, en la que se enrolaron reos condenados a muerte o a prisión de por vida. Cuando el Almirante partió de nuevo, ya había sido despojado de una buena parte de sus títulos y privilegios. Fue en este viaje, del que regresaría a España cargado de grilletes, cuando exploró la costa del continente. Los Reyes Católicos se irán apercibiendo de que, al nombrar virrey de los nuevos territorios a Colón y herederos de sus títulos y privilegios a sus sucesores en las Capitulaciones de Santa Fe, habían creado una dinastía en unas tierras al parecer mayores que su propio reino. Las penurias de Colón se fueron agravando, y aunque llegó a realizar un cuarto viaje, finalmente murió abandonado y pobre. Su familia pleiteó con la Corona por la defensa de unos derechos que al final no serían reconocidos por los monarcas. Los indios La descripción maravillada de la bondad de los nativos pronto fue sustituida por la de un enemigo salvaje y cruel, que había que aniquilar. La Española y después Cuba fueron el campo de experimentación de la futura colonización del continente, una colonización basada en una visión del indígena como un animal del que se podía disponer sin límites. Los desmanes se multiplicaron, y en tan sólo una década la población de La Española y las islas vecinas fue exterminada completamente, por lo que los reyes hubieron de conceder el derecho de captura de esclavos en las islas vecinas, para servir en las plantaciones2. Fray Bartolomé de Las Casas, uno de los informadores más insobornables sobre las atrocidades cometidas en la conquista, opinaba indignado: “las gentes naturales de todas partes y cualquiera de ellas donde habemos entrado en las Indias tienen derecho adquirido de hacernos la guerra justísima y raernos de la faz de la tierra, y este derecho les durará hasta el día del Juicio”3. El Papa otorgó a los Reyes Católicos la soberanía sobre las nuevas tierras con la condición de que convirtiesen a los nativos a la fe católica4.

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La España de entonces era fruto de la unión de los reinos de Castilla y Aragón, cada uno de los cuales conservaba su independencia. Castilla se adjudicó en exclusiva la soberanía sobre las nuevas tierras, marginando al reino de Aragón. Las consecuencias de la conquista no sólo fueron catastróficas para los pueblos de América: la plata y el oro fluyeron a Castilla y permitieron financiar su expansión por Europa. Las riquezas de América, monopolizadas por una clase social dominante de señores y eclesiásticos, reforzaron su estructura autoritaria y paralizaron la evolución social del país, provocando una inflación que ya había anunciado Las Casas, que endureció aún más las condiciones de vida del pueblo castellano. Castilla impuso con el tiempo sus leyes e instituciones a las otras naciones de España, generando un pleito aún hoy sin resolver. En 1898, año de la independencia de Cuba y Filipinas, España se encontraba a la cola de los grandes países europeos, y la pérdida de las últimas colonias la puso frente al reto de crear un futuro basándose en sus propios recursos, una tarea difícil para un país que había vivido de una economía de parasitismo y que no había desarrollado su propia economía productiva5. Hoy los pueblos de España y América están en condiciones de examinar críticamente una historia de la que fueron víctimas; para ello es preciso hacer una nueva lectura de los hechos, al margen de la ideología colonial. El hombre en América Las nuevas tierras eran literalmente incomparables a lo conocido por el hombre europeo de finales del siglo xv. ¿Había hecho Dios dos creaciones, en continentes separados por las aguas del océano que había poblado con gentes, animales y plantas completamente distintos? Las diferencias eran tales que el nombre de “Nuevo Mundo” parecía plenamente justificado. ¿Eran los indios humanos? ¿Eran hijos de Adán y Eva? ¿Cómo habían llegado hasta allí desde el paraíso terrenal? El papa Alejandro vi dio a los Reyes Católicos el derecho de soberanía sobre las nuevas tierras con la condición de que se cristianizase a los nativos, de modo que se suponía que eran hijos de Dios y herederos del cielo. Quedaba planteada la pregunta de cómo habían llegado los humanos a América y cómo era posible que su existencia hubiese sido ignorada por los europeos hasta entonces. Las teorías fueron múltiples y de lo más variado: se habló de los supervivientes de la Atlántida, de las tribus perdidas de Israel, y Florentino Ameghino incluso sostuvo que el hombre era originario de América. En el mundo académico, una de las teorías más aceptadas es que el hombre llegó a América hace 10.000 años, durante la última glaciación (glaciación de Würm), en que el mar helado habría permitido el paso a pie de hombres y animales. Sin embargo, los extremos del continente asiático

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y americano están separados por un brazo de mar de tan sólo 45 millas, con las islas Diómedes en medio, una travesía que un cazador esquimal diestro puede cubrir con su kayak. La verdadera hazaña no hubiera sido el cruce del estrecho, sino la expedición, en un periodo glacial, hasta un norte frío e inhóspito. La presencia humana en América parece que se remonta a hace más de 30.000 años. Por otra ruta mucho más larga llegaron los vikingos a Terranova, como se relata en La saga de Erik el Rojo6; cuando Juan Cabot “descubrió” el lugar, se encontró con la flota de pesca vasca que visitaba anualmente la zona7. No parece tampoco que los pueblos del Pacífico hubiesen hecho aportaciones notables a la cultura americana. El cerdo, la gallina, el taro, la caña de azúcar o el banano eran desconocidos cuando llegaron los europeos, por lo que se puede deducir que o bien los aportes eran muy antiguos, de antes de que estos pueblos los asimilasen, o bien se trató de llegadas accidentales de escasa importancia demográfica, que no dieron lugar a expediciones de regreso ni a la creación de rutas comerciales. Nordenskiöld observa que “el hecho de haberse probado que los indios efectuaron descubrimientos e inventos múltiples, debe tomarse en cuenta en la discusión de las semejanzas de las culturas indígenas oceánicas y asiáticas”8. Apunta además que los desarrollos más peculiares se dieron en la América tropical, y que, de haber entrado a través del estrecho de Bering, habrían dejado rastros en Norteamérica, lo que no es el caso. Estos hechos apuntan a que la civilización indígena hizo sus propios desarrollos, y es innecesario buscar su origen en otro continente. La adaptación al medio se realizó a partir de aportaciones propias: Debemos suponer que las avanzadas civilizaciones de la América se desarrollaron por sí solas, libres de toda influencia asiática venida del otro lado del océano. No pudieron haber tenido origen tampoco en emigraciones venidas del estrecho de Bering, de pueblos superiores en cultura a la de los americanos. Es evidente, entonces, que toda civilización avanzada de América constituye un desarrollo intenso de la cultura indígena puesta en condiciones favorables para ello.9

El “descubrimiento” de Colón abrió un ciclo nuevo ocasionando un flujo de colonizadores que se lanzaron a la conquista de las Indias, una conquista que se financió con el pillaje de sus riquezas y la explotación del trabajo de los nativos.

La Iglesia en las colonias Frente a la colonización anglosajona de América, protagonizada por campesinos que expulsaron a los nativos de sus tierras mediante verdaderas guerras de exterminio para explotar aquéllas personalmente, la colonización españo-

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la fue de carácter militar y se basó en el sometimiento de los nativos explotándolos según un modelo similar al de la sociedad feudal europea. La conquista y colonización se llevó a cabo en breve tiempo, sobre todo en los lugares en que los botines de guerra eran cuantiosos, pero la colonización religiosa se reveló como una tarea mucho más ardua. Una parte de la Iglesia se adaptó rápidamente al disfrute de la nueva situación, y participó en la explotación de los nativos10; en cambio, la Iglesia misionera tuvo intereses no siempre coincidentes con los de la corona española. El valenciano Rodrigo de Borja, que fue Papa con el nombre de Alejandro vi, concedió a la corona española la soberanía sobre las tierras de América con la condición de que se ocupasen de ganar adeptos para la Iglesia católica. Esta concesión se apoyaba en la doctrina que sostenía que Cristo había delegado en el Papa, su vicario en la tierra, todos los poderes espirituales y temporales; el Papa era, pues, el soberano del mundo, y podía a su vez delegar parte de sus poderes11. Esta facultad del Papa para otorgar derechos de soberanía sobre el Nuevo Mundo contaba con objetores que defendían que los dominios del Papa eran solamente espirituales, por lo que las bulas no legitimaban el derecho de conquista: no invalidaban el derecho de los pueblos desconocidos a mantener su soberanía, ni los obligaban a convertirse al cristianismo en contra de su voluntad. La osadía de estas tesis para aquellos tiempos es evidente, y lo sorprendente es que los teóricos que cuestionaron con más determinación al Papa fueron los eclesiásticos; los civiles se mostraron más pragmáticos o acomodaticios. El debate es de calado: ¿existe el derecho de conquista? Para algunos teólogos, el uso de la religión para legitimar la conquista no es válido, aunque lo refrende el Papa12. Al respecto, comenta Alberto Armani: “El debate sobre el justo título de España para llevar adelante la conquista colonial representó un punto importantísimo en el pensamiento político europeo, porque consagró el choque directo, históricamente impostergable, entre las declinantes concepciones medievales y las modernas en materia de derecho internacional: entre la teorización de la monarquía universal y la idea del estado nacional”13. Fuera legítima o no la concesión de dominio dada por el Papa, la colonización era ya imparable y había que resolver la forma de relación con los nativos. ¿Cómo se podía administrar cristianamente esa soberanía? ¿Cómo se relacionaría con los nativos una sociedad que se expandía mediante una guerra implacable? Fue en las Antillas donde se experimentó y consolidó el modelo de administración de los indígenas. Colón estableció allí la primera encomienda en 1499, al repartir trescientos indígenas entre los españoles, aunque la despoblación de las islas consolidó allí el sistema de esclavismo. En 1500, con la llegada de los primeros indios esclavos a España, la Corona firma un decreto ordenando su libertad y restitución a América, y pronto se esta-

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blecerá la norma según la cual los indios no podrán ser esclavizados salvo si son apresados en una guerra justa14, instituyendo la encomienda como alternativa a la esclavitud. En 1503 se permite oficialmente la encomienda, que se concedía por delegación del Rey, quien detentaba el título de Encomendero Mayor. Según las Leyes de Indias, debía tratarse a los indios con justicia y educarlos e instruirlos en la fe cristiana. La encomienda sustituyó a la esclavitud en las colonias de Castilla. La encomienda era una institución que emanaba del feudalismo europeo y por la cual el señor feudal tenía derechos sobre los habitantes de su dominio, que quedaban sujetos a la tierra y estaban obligados a pagar impuestos y ofrecer prestaciones de trabajo al señor. Los derechos y obligaciones estaban bien legislados, y constituían una forma atenuada de esclavitud. La Iglesia, como poder temporal, tenía dominios feudales, y también algunos eclesiásticos a título personal15. La Iglesia misionera americana entró pronto en conflicto con los intereses de los encomenderos, a los que acusaba de practicar una explotación injusta y brutal de los indígenas. Franciscanos y dominicos, y después los jesuitas, fueron las órdenes religiosas que más se comprometieron en la denuncia de las injusticias de la colonización. Destacan algunos personajes por su compromiso y categoría moral: Montesinos, Martín de Paz, Vitoria, Las Casas16. No todos fueron eclesiásticos, pero su participación en los debates teológicos sobre la justicia en la conquista hizo que sus opiniones fueran las que tuvieron más difusión17. No faltaron los eclesiásticos que justificaron la colonización argumentando que era una obra civilizadora de unos indígenas incapaces de gobernarse, o esgrimiendo la supuesta degeneración moral de éstos. El padre Acosta denuncia: “De la opinión de los indígenas brutos se siguen agravios”18. Las disposiciones referentes a los indios fueron ambiguas y contradictorias. En cualquier caso, hubo desde el inicio una necesidad perentoria de mano de obra barata para afianzar las conquistas, lo que provocó que las medidas de protección quedaran sin efecto19. El conflicto entre la sociedad misional y la iglesia misionera generó una polémica jurídico-teológica que se prolongó durante los siglos xvi y xvii y que ejerció una influencia notable en el pensamiento político europeo. Los polemistas entraron a fondo en el problema, suscitando un debate apasionado y sincero sobre la justicia de la colonización, todavía de una asombrosa vigencia en el mundo de hoy20. La encomienda fue denunciada como un sistema injusto que se prestaba a toda clase de abusos, pero la colonización era ya imparable y las disposiciones de las Leyes de Indias para la protección de los nativos quedaban sin efecto. Las reducciones se crean como una alternativa en la que el rey encomienda a los nativos de un territorio a la tutela de una institución religiosa21. El objetivo era “reducir a los nativos a la vida civilizada”, a

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semejanza de lo que se hacía en las sociedades de la Europa cristiana con los pueblos de otras razas o religiones, como los musulmanes, los gitanos o los judíos. Para ello, había que sustraer a los indígenas del maltrato de los encomenderos y perfeccionar una obra de aculturación social y religiosa. El sistema de las reducciones se definió tras un prolongado periodo de experimentación, no exento de fracasos22. Tuvo desde el principio detractores entre el clero secular y los colonos, que veían como se sustraían indígenas a su dominio de explotación. Con el tiempo este conflicto de intereses alimentaría una serie de intrigas, que serían un factor importante en la caída en desgracia y expulsión de los jesuitas. La experiencia reduccional mejor conocida es la jesuítica del Paraguay, que ha sido objeto de debates apasionados y de los juicios más dispares: para unos fue una experiencia exitosa de comunismo fraternal, similar a la de las primeras comunidades cristianas; para otros, un intento de realizar una utopía social alabado incluso por algunos marxistas; hay quienes la consideran una obra de aculturación que cortó de raíz el alma de unos pueblos reducidos a la fuerza, y otros que estiman que fue un sistema de explotación en régimen de esclavitud de unos indígenas sometidos a los intereses de los misioneros. Enric Jordà, jesuita y párroco en San Ignacio de Moxos, hace el siguiente balance crítico de la obra de aculturación en las reducciones: “El final fue positivo, pero también podemos decir que fue un mal menor. A partir de allí, la colonia ya estaba en marcha, era imposible volver atrás, los colonizadores ya estaban bien asentados. Entonces se intentó, en zonas de misión, hacer unos pueblos en donde se defendieran de los españoles, y también de otros indígenas que atacaban; al mismo tiempo, se entró en la edad del hierro; esto influyó mucho para la aceptación de pueblos… Fue un mal menor, pero ciertamente había una superioridad cultural y una superioridad religiosa clara, que a veces (el padre Eder sobre todo) se ve con mucho etnocentrismo”23. En 1610 los jesuitas fundan en el Paraguay la primera reducción con la intención explícita de sustraer a los nativos de la encomienda y convertirlos a la nueva religión. Las reducciones pasaron a ser un coto cerrado de los jesuitas, que en 1611 consiguen que se prohíba la entrada de corregidores españoles en las reducciones y que la justicia sea administrada por los propios indígenas. La experiencia reduccional se extiende rápidamente: en 1617 existían tres reducciones en la gobernación de Tucumán y doce en la del Paraguay24. La creación de asentamientos relativamente numerosos atrajo en 1620 las primeras bandeiras de mamelucos brasileños dedicadas a la caza de esclavos para su venta en las plantaciones de la costa. Las bandeiras fueron una amenaza que puso en grave peligro la experiencia reduccional. En 1628 el superior de los jesuitas autoriza el uso de armas de fuego, lo que hace posible la primera victoria contra los bandeirantes. Pese a ello,

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en 1631 hubo que evacuar a 12.000 neófitos de las reducciones de San Ignacio Miní y Loreto para ponerlos fuera del alcance de los esclavistas. Finalmente, el 11 de marzo de 1641 los guaraníes, organizados por los jesuitas, derrotan y aniquilan en Mbororé una bandeira de 500 mamelucos y 2.500 tupíes25. El balance de estos veinte años era trágico: los mamelucos se habían llevado a 300.000 indios del Paraguay como esclavos a las plantaciones de la costa26. En 1645 el virrey del Perú concede ciento cincuenta fusiles a las reducciones del Paraguay, un armamento que pronto será reforzado, pues en 1649 los jesuitas adquieren setecientas “bocas de fuego”. Ante tales dificultades, los bandeirantes tuvieron que buscar otros lugares de caza, con lo que se intensificaron las incursiones en Mojos. Los guaraníes armados se habían convertido en una fuerza militar poderosa capaz de defender su territorio frente a cualquier agresión; participaron como tropas de ayuda junto al ejército colonial y, en algún caso, en la resolución de conflictos internos. A mediados del siglo xvii, la experiencia de las reducciones paraguayas se había consolidado ya como un espacio seguro, con autoridades indígenas sometidas a la autoridad de los jesuitas, con una fuerza armada propia que permitía una defensa eficaz y una seguridad económica. Este logro fue el argumento más convincente que pudieron esgrimir los jesuitas para conseguir que las gentes de Mojos aceptasen la presencia y luego el sometimiento a los misioneros.

«A fame, peste et bello, libera nos, domine» Las pestes “Del hambre, la peste y la guerra, líbranos, Señor”: ésta era una de las letanías que se recitaban en la iglesias de Europa durante la Edad Media. En otros momentos y lugares, se añadían otras de más actualidad: “De los normandos, líbranos, Señor”, “De los arcos de los húngaros, líbranos, Señor”. Líbranos de todo posible azote que pueda invadir nuestras tierras. Desde antiguo se sabía que la llegada de extraños iba frecuentemente acompañada de pestes. En el Deuteronomio se hace referencia a este fenómeno: los judíos, en su peregrinaje a la tierra prometida, serán portadores de enfermedades traídas de Egipto que causarán epidemias en los pueblos con los que entren en contacto27. Los europeos llegados a América trajeron consigo, sin saberlo, una serie de enfermedades epidémicas que ocasionarían una mortandad sin precedentes en la historia. Los datos numéricos de que disponemos son aproximados y se limitan a algunas áreas y épocas, pero hoy sabemos que las epidemias fueron la causa mayor de despoblación y de ayuda a la conquista.

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Domesticación y epidemias en el Viejo Mundo Los avances científicos de las últimas décadas, sobre todo en genética, han permitido desvelar los mecanismos que propician la aparición de una epidemia nueva entre los humanos. La enfermedad originaria procede de un animal en el que ésta reviste una forma tolerada o benigna, pero el contagio a un humano puede tener consecuencias graves que pueden provocar la muerte. Para que una enfermedad se convierta en epidemia, debe aparecer un mecanismo de infección entre los humanos, generalmente debido a una mutación. La consecuencia es la aparición de una nueva enfermedad epidémica para la que no se han desarrollado defensas y que se propaga rápidamente en una población no inmunizada. Los efectos pueden ser devastadores. El caso más conocido en la Europa medieval fue la peste bubónica a mediados del siglo xiv, que en tres años se extendió por toda Europa y tuvo un impacto tan grande que desarticuló muchas sociedades, que tardarían décadas en recuperarse, y en algunos casos ocasionó cambios irreversibles en la estructura social28. Los europeos procedían de un inmenso continente formado por Europa, Asia y África, con una superficie más de dos veces superior a la de América y con una variedad de ecosistemas incomparable. Sus pueblos, pastores, ganaderos y agricultores seleccionaron e intercambiaron una gran variedad de animales domésticos y plantas útiles. Una gran parte de su riqueza provenía de la domesticación de numerosas especies de animales (gallinas, patos, conejos, cabras, ovejas, bueyes, cebús, yacs, renos…), de los que se aprovechaba la carne, la leche, los huevos, las pieles, la miel; domesticaron también animales para la producción de fibras textiles, la tracción y montura, la protección, la caza, la guerra, el control de depredadores y alimañas, etc. La convivencia diaria –y, a veces, incluso el contacto sexual– con esos animales domésticos propició la transmisión al ser humano de enfermedades específicas de estas especies29. Los pueblos del Viejo Mundo llevaban siglos azotados por epidemias que al inicio ocasionaban una gran mortandad y poco a poco perdían virulencia por inmunización total o parcial de la población superviviente, que pese a ello era portadora30. Los pueblos de la América tropical húmeda domesticaron muy pocos animales. No seleccionaron animales para su uso como fuerza de tracción, pues no utilizaron la rueda, aunque la conocían. Su sistema de transporte se basaba en una densa red de ríos caudalosos. Tampoco domesticaron animales como fuente de alimento, del que se proveían mediante la caza, la pesca y, en zonas como Mojos, sobre todo de la piscicultura, una estrategia mucho más productiva y que no requería un proceso de domesticación. Es por ello por lo que las enfermedades epidémicas americanas fueron escasas en comparación con las que los europeos llevaron a América31.

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Los estragos de las epidemias en el Nuevo Mundo La primera epidemia americana de la que tenemos noticia es la de la viruela, llegada en 1519 a la isla de La Española y transmitida a México por Francisco de Eguía, un esclavo negro que llegó con las tropas enviadas por el gobernador para castigar la rebeldía de Hernán Cortés, y que acabaron uniéndose a él32. El contagio fue rápido y la morbilidad muy alta. Las crónicas nativas recogidas por Bernardino de Sahagún en el Códice Florentino nos dan la visión de los indígenas33. Tenochtitlán, que había resistido el primer embate de Cortés, sucumbirá ante la epidemia; para cuando Cortés regrese con tropas de refuerzo, podrá conquistar la ciudad y someter el imperio azteca. La viruela se propagó rápidamente por toda América, dejando tras de sí un rastro de muerte y descomposición social y castigando sobre todo las regiones más densamente pobladas34. En 1525 ya había llegado al Cuzco35. La mortandad fue muy alta y debilitó además la estructura de poder del imperio, que se sumió en una mortífera guerra civil que habría de facilitar la victoria de Pizarro en 153236. Una vez alcanzado el continente, las epidemias no acompañaron a los invasores, sino que los precedieron, ayudándolos de forma decisiva a dominar a unos pueblos golpeados por un azote para el que sus médicos no tenían remedio37. Clima y producción en Mojos Mojos había sido un lugar próspero gracias a un manejo sofisticado del ecosistema de inundación; para ello, construyó un conjunto de obras que modificaban el curso y drenaje de las aguas. No disponemos de datos suficientes que permitan conocer la época en que fueron construidas, pero sabemos, a partir de dataciones cerámicas, que hace cerca de tres milenios ya había pueblos sedentarios que levantaban lomas de habitación en zonas inundables. Durante este periodo, hubo importantes oscilaciones climatológicas, con ciclos más secos en los que no había inundación en las pampas, y otros más húmedos, que desbordaban la capacidad de control del conjunto y convertían las pampas en un lago inmenso de poca profundidad. En ambos casos, los daños sobre la producción de alimentos fueron importantes, si no catastróficos38. La adaptación a un medio sometido a tales cambios creaba una dependencia de los ciclos climáticos mayores muy superior a la de las culturas asentadas en una geografía con mejor drenaje. Cabe destacar, como dato interesante, que las culturas sudamericanas, tanto las de los Andes como las de la costa, presentan unos periodos de transición o cambio que las afectan a todas. Las principales son: 1430 d.c., 1000 d.c., 600 d.c., 300 a.c., 1000 a.c. y 1800 a.c. Esta coincidencia podría

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explicarse en función de variaciones climáticas importantes, posiblemente megaeventos de la corriente del Golfo39. La población del Mojos precolombino ¿Cuál era la demografía del Mojos precolombino en los momentos de mayor prosperidad? Ésta es una pregunta trascendental para poder emplazar esta civilización en el marco de la historia de América. No tenemos suficiente información para hacer estimaciones precisas sobre su capacidad de producción de alimentos y sobre la población a la que podía sustentar. Desconocemos la productividad de la agricultura del antiguo Mojos y la superficie dedicada a ella. Se sabe que la mayor parte de la proteína animal provenía de la explotación del medio acuático. Aunque contamos con un censo de las lagunas hoy existentes, ignoramos el sistema de manejo de su fertilidad, así como su grado de productividad. Los siglos de experiencia en el manejo de este medio generaron una cultura acuícola sofisticada, similar a la de los pueblos asiáticos asentados en ecosistemas similares. Un estudio comparativo permitiría hacer hipótesis al respecto. Impacto de las epidemias en Mojos Sea cual fuere su población a finales del siglo xv, con la llegada de los europeos, Mojos, al igual que todas las poblaciones americanas, se enfrentó a un nuevo desafío para el que no había remedios conocidos: las epidemias traídas de Europa. Éste es un aspecto que ha sido poco atendido por los historiadores y que sin embargo es crucial para la comprensión de la evolución social posterior. ¿Cuándo se inició el ciclo de epidemias? ¿Cuál fue su efecto durante los más de 180 años transcurridos entre la llegada de Colón y la de los primeros jesuitas? La aparición de la viruela en Mojos debió de producirse hacia 1525, al mismo tiempo que en el imperio inca, con el que mantenía contactos regulares de intercambio40. La evolución posterior debió de ser similar a la de otros lugares. Lo acontecido en México nos puede dar una idea de la magnitud de la catástrofe. A la viruela le siguieron el sarampión, la fiebre amarilla, el cólera, las fiebres tifoideas, la tuberculosis, la gripe, el paludismo, las paperas, la malaria y algunas más. En el caso de Mojos, se agravaron seguramente con endemismos propios de los lugares de inundación, causados por enteropatógenos41 y las fiebres palúdicas42. La rápida sucesión de pestilencias y la descomposición social impidieron que la población se recuperase. Los datos sobre la demografía de México en este periodo son reveladores: el México de 1492 tenía de 25 a

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50 millones de habitantes; en 1548, se habían reducido a entre 5 y 6 millones; en 1640, cuando la demografía alcanza su nivel más bajo, quedaban unos 600.00043. En una sociedad cazadora o recolectora, una disminución tan significativa de la población humana reduce la presión sobre el entorno y permite la recuperación de los recursos naturales, dando paso a una época de mayor abundancia. Pero en una cultura como la de Mojos, el impacto epidémico ocasionaría el efecto opuesto. La producción dependía del mantenimiento y manejo coordinado de una extensa infraestructura productiva. Una disminución de la población, que podemos suponer similar a la de México, debió de causar la pérdida del control sobre las aguas, colapso de la producción agrícola, dificultades en el transporte y la gestión de posibles excedentes, abandono de los terrenos menos fértiles y agrupación de la población superviviente en nuevas comunidades menos articuladas; el monte volvió a adueñarse de los antiguos campos de cultivo44. El debilitamiento de la capacidad de defensa del territorio facilitó el saqueo y la invasión por pueblos guerreros que se aposentaron en los Llanos45. Durante un siglo y medio la población fue mermando, y Mojos se convirtió en un lugar desolado, habitado por una mezcolanza de pueblos originarios e invasores, que habían perdido por completo la capacidad de reconstruir una sociedad cuyo poder se basaba en un manejo coordinado de todo el territorio. Fue el final de una sociedad compleja que había invertido siglos de trabajo y conocimiento en la creación de una obra de gran envergadura. Este posible panorama concuerda con las noticias que llegaban a Santa Cruz y a Lima, que describían un reino rico y poblado, que había atraído numerosas expediciones. Pero poco a poco se fue desvaneciendo el interés por la conquista46. Creemos que en 1630 el “reino” de Mojos ya se había colapsado. En 1635 el cruceño Pedro de Iriarte ofreció a la Real Audiencia 54.000 pesos para alistar una expedición a Mojos, con la condición de que fuese capitaneada por el presidente de la Audiencia, Juan de Lizarazu. Éste encargó un informe al jesuita Juan Blanco para indagar sobre el interés de tal aventura a partir de los testimonios de expediciones anteriores47. Pese a que los testimonios recogidos fueron bastante convincentes sobre el interés del intento, sobre todo los más antiguos, parece que finalmente la expedición no tuvo lugar. La catástrofe demográfica se prolongó más allá de esas fechas, a juzgar por algunos censos fiables de población de Paraguay en el siglo xvii (aunque allí el contacto era muy anterior), que permiten que nos hagamos una idea de los últimos tiempos en Mojos antes de la llegada de los jesuitas. “En la provincia de Tucumán los indios sometidos al tributo (es decir, los hombres de dieciocho a cincuenta años, excepto los caciques) pasan de 24.020 en 1607, a 7.000 en 1628 y a 2.200 en 1671.”48

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La población en el Mojos jesuítico Las primeras estimaciones directas sobre datos de población las hicieron los primeros misioneros establecidos en Mojos, más de ciento ochenta años después del descubrimiento49. A la llegada de Aller en 1668, el proceso de despoblación estaba en pleno curso, y aún no había tocado fondo. En 1676 Marbán envía un informe a su superior en el que estima en 6.000 los habitantes de la provincia de Mojos50. ¿Qué se había hecho de los “grandes y floridos reinos”, con sus innumerables gentes? Orellana comenta: En la peste de las viruelas que padecieron ahora siete años, no fueron muchos los que murieron, por el continuo cuidado de los Padres, siendo así que en otras ocasiones que les ha dado este achaque, desoló, como ellos dicen y confiesan, muchos pueblos, tanto, que de algunos sólo ha quedado el nombre; otros tan cortos, que preguntándoles cómo eran tan pocos en comparación con otros pueblos, responden que mayores eran los suyos, pero los consumieron las viruelas. Y a fe hemos hallado muy diminuto el número de almas, respecto de las que numeró el Padre Julián de Aller en esta provincia, porque a su salida, o a la determinación de echarle de los indios, siguieron inmediatamente las viruelas, y en pocos meses antes de salir, el Padre Julián dice que habían ya muerto mil almas, y no sabemos las que hubo de más después de su salida, en que prosiguió la peste.51

Otro testimonio habla de una “tierra casi despoblada habiendo sido mucho el gentío que la pobló antiguamente, según hay señales y varios sitios de ellas que se ven vestigios de pueblos que acabaron con guerras quedando solo en nombre en la memoria y tradición de los viejos”52. Más tarde, Eder aportará datos sobre grandes núcleos urbanos abandonados: “Conocí islas cuya circunferencia llegaba a tres millas y que estaban rodeadas de dos o tres fosos. Éstos son anchos y profundos, que se pueden comparar con los de Europa”53. La demografía de Mojos no llegó a recuperarse. Barnadas, basándose en cifras aportadas por algunos especialistas, traza un cuadro de la evolución de la población de Mojos54: de unos 13.000 habitantes que tenía en 1691, la población fue creciendo hasta un máximo de 35.500 en 1732, para reducirse a 20.000 en 1767. Estas cifras evidencian el impacto de las continuas epidemias que azotaron el país e impidieron la recuperación de la población. Mojos resistió a la conquista castellana; el factor bélico tuvo escasa importancia en su final. Las sociedades que habían sobrevivido a los desafíos planteados por los grandes cambios climáticos sucumbieron a las epidemias antes del asentamiento de los jesuitas.

Mojos sitiado. La tenaza. Expediciones desde los Andes y Santa Cruz En 1532 Pizarro conquistó el Cuzco, poniendo fin al poder del Inca y desencadenando una orgía de saqueo y muerte, a la que se sumó una gue-

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rra civil entre los invasores que sumió el país en el caos. Los relatos que llegaron a España sobre los fabulosos botines de oro y el otorgamiento de títulos nobiliarios a los conquistadores más destacados provocaron una auténtica avalancha de castellanos en busca de fortuna. Los conquistadores buscaron nuevas tierras para dominar, y la fiebre del oro impulsó la formación de expediciones hacia las tierras bajas. En 1541 circulaba por Quito la leyenda de El Dorado, territorio mítico cuyo cacique –decían– era tan rico que para vestirse se cubría de polvo de oro. La búsqueda de El Dorado fue el motor de las expediciones hacia el interior del continente, que se dirigieron a los lugares de los que llegaban noticias de riqueza. Mientras tanto, el Perú se había sumido en una guerra civil y había escapado al control de la corona castellana. En 1543, Blasco Núñez de Vela fue nombrado virrey del Perú con la misión de imponer el orden y hacer cumplir las leyes, pero en 1546 fue vencido por los insurrectos, que le cortaron la cabeza y la exhibieron en la picota en Quito. Mojos fue uno de esos lugares cuya fama atrajo a los conquistadores. En este caso, fueron los que entraron por el sur de la costa atlántica quienes partieron al interior, en una búsqueda vana de las montañas de plata. Ñuflo de Chávez, uno de los capitanes, se dirigió hacia el norte al frente de un ejército formado en gran parte por guaraníes, cuyo reino contaba con riquezas ponderadas por los pueblos vecinos. Chávez fundó Santa Cruz de la Sierra en 1561, como base para la conquista de Mojos. La muerte le impidió realizar su sueño, y Santa Cruz quedó como un enclave en medio de tribus hostiles de chiquitanos y chiriguanos. Los intentos de conquista desde el Altiplano y sobre todo desde Santa Cruz fueron constantes55 y acabaron todos en fracaso56, con el único beneficio de los indios capturados para el servicio de las minas o las haciendas57. La fragilidad de la sociedad local, que se había visto duramente castigada por las epidemias y por la superioridad del armamento y la estrategia guerrera de los invasores, convertía esas expediciones en una verdadera pesadilla para los indígenas. La prohibición de la caza de “piezas” era burlada con cualquier excusa. Esta actividad no era exclusiva de los colonos. Marbán habla de la inclinación a la guerra de los nativos, que también iniciaron el comercio de esclavos después de que su territorio fuese invadido por tribus vecinas con las que estaban en guerra: “Llévales a ella el vicio, la venganza y mucho más el deseo de cautivar alguna pieza porque saben que se la han de pagar muy bien en Santa Cruz”58. La situación se agravó con la llegada desde Brasil de un nuevo y más temible enemigo: las bandeiras paulistas, verdaderos ejércitos especializados en la captura masiva de esclavos para las plantaciones de la costa. Los portugueses llevaron sus expediciones de bandeirantes o mamelucos cada vez más al interior, penetrando en los dominios de España, cuyas reduc-

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ciones se convirtieron en un lugar ideal para la caza de indígenas, ya que su agrupación facilitaba mucho la tarea. No tenemos datos sobre las incursiones de las primeras bandeiras en Mojos, pero sabemos que en 1620 ya habían iniciado sus incursiones en el Paraguay. Las reducciones, finalmente armadas, acabaron revelándose como una presa cada vez más difícil. Mojos, con una población desorganizada e inerme, se convirtió en un lugar de capturas con mucho menor riesgo. La exclusión de los colonos en la gestión de las reducciones y la decidida defensa que hicieron los jesuitas contra la captura de esclavos fueron las principales bazas para pactar su asentamiento en Mojos, aunque tampoco hay que desdeñar otros factores como la introducción del hierro y la ganadería. La creación de una misión representaba una defensa territorial eficaz, sancionada por la corona castellana, y en el Paraguay ya habían demostrado su capacidad para hacer respetar los privilegios de las reducciones.

¿Una ayuda milagrosa? A mediados del siglo xvii, Mojos todavía era “tierra ignota” para los blancos. Los cruceños habían renunciado a la conquista de aquel territorio, en el que sí realizaban incursiones esporádicas en busca de “piezas” para trabajar en las haciendas: los Llanos eran terrenos de aluvión donde no existían yacimientos metálicos, y los productos de la tierra eran difícilmente exportables debido a la lejanía de los mercados y a la dificultad de las comunicaciones. El interés por Mojos no se limitaba a los colonos. La iglesia misionera buscaba con impaciencia la manera de entrar a la conquista espiritual de un lugar poblado por miles de posibles neófitos, y en ese intento habían pagado con su vida varios misioneros que lo habían intentado59. Pese al temor que suscitaban las expediciones de captura de “piezas”, poco a poco se fue estableciendo un comercio de intercambio alrededor de Puerto Pailas: artesanías, sobre todo tejidos mojeños, a cambio de adornos, útiles de hierro y animales domésticos. Los jesuitas aprovecharon esos contactos para abrir el camino de la fundación de las primeras misiones. El primer intento organizado acabó en fracaso; las causas de éste quedan expuestas en la relación que el padre Eguiluz envió al prepósito general de la Compañía de Jesús, en la que, basándose en los testimonios recogidos, escribe una breve historia de la primera misión. En 1667, había entrado en Mojos una expedición militar con la excusa de ayudar a los morocosíes, una etnia asentada a orillas del Mamoré, contra sus enemigos joríes y motilones60. El interés real de los cruceños era la posibilidad de capturar mano de obra para las haciendas, algo que sólo estaba permitido con los indios apresados en guerra61. El hermano Juan de Soto formaba parte de esa expedición, y trabajó para convencer a

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los caciques de los beneficios de una alianza permanente con los jesuitas, que se convertirían en protectores de los indígenas a cambio de la conversión de éstos y de formar parte como súbditos de la corona española. La oferta no tenía alternativa para los mojos, ya que, a cambio de aceptar a los misioneros, acabarían las expediciones de captura y tendrían protección eficaz contra todos los enemigos, incluidas las bandeiras procedentes del Brasil. La protección que se ofrecía venía avalada por los logros alcanzados en el Paraguay, donde la experiencia se había consolidado tras medio siglo de andadura: la exclusión de los españoles de los territorios de la misión, la eficaz defensa de los jesuitas contra la captura de esclavos y la prosperidad económica, junto con la introducción del hierro, las cabalgaduras y la ganadería62. Tras la retirada de la expedición con una buena cosecha de prisione63 ros , el padre Bermudo, enfermo, permaneció en Mojos, mientras que Juan de Soto regresó a Santa Cruz para informar de las buenas relaciones que se habían establecido y preparar el inicio de la nueva misión. Los jesuitas nombraron superior de la nueva misión a Julià d’Aller, que enseguida se puso manos a la obra. Su llegada se esperaba con impaciencia, pues escenificaba y sellaba la nueva alianza. El nuevo superior llegó cargado de regalos, y se dirigió al encuentro del padre Bermudo y del hermano Juan de Soto, que llevaban allí un año; fue acogido con la hospitalidad proverbial de los nativos: “después de haber caminado por el río 120 leguas –relata Aller–, desde que puse los pies en tierra hasta ayer 8 de septiembre, la muchedumbre de naciones y lenguas que han venido, hasta gentes enemigas, tan seguras por el agasajo que se había divulgado, que no podré a v. r. significarle lo que vi”64. Por su parte, Eguiluz comenta: “Se gastó [el tiempo] en coger alguna corta noticia de su lengua, y entretanto eran agasajados de los indios, que todavía no penetraban el intento de venida de los Padres, hasta (…) la venida del Padre Julián”65. Sin embargo, al plantear Aller la exigencia de que abandonen sus casas y chacras para trasladarse a un pueblo de nueva fundación, la relación con los nativos se agria: (…) ellos lo concibieron tan mal que empezaron a formar discursos bárbaros de temor. Pensaban que el juntarlos a la Doctrina Cristiana era disponerlos para entregarlos en siendo tiempo al Español, que al tratar de reducirlos a mayores pueblos era para juntar la presa para que con la esparción no se les desperdiciase. Estos temores nacidos de alguna experiencia antigua, y principalmente del demonio por medio de los hechiceros, les hizo empezar a declarar su desabrimiento, y a irse apartando poco a poco de la Doctrina.66

Los mojos que habían aceptado la alianza no acataban la exigencia de abandonar su pueblo para fundar otro. El apego que tenían a sus poblados era muy grande: alejarse de ellos no solamente implicaba abandonar sus

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casas, bebederos, lugares sagrados, cultivos y lagunas, sino también el lugar donde estaban enterrados sus antepasados. Para los curas el tema no era negociable, pues se trataba de cambiar el diseño del espacio, de las casas, y sobre todo, de sustituir el bebedero (casa comunal) por la iglesia. El pueblo nuevo representaba un lugar en el que regía una nueva ley. Los chamanes aparecen ya desde el principio como defensores de la identidad del pueblo y de la cultura local. Las exigencias de los jesuitas motivaron una consulta mediante “una borrachera” de adivinación o consejo: Apretábales el Padre Julián [Aller], y al mismo tiempo su rebeldía y temor, hasta que en una borrachera que hicieron para ese intento, consultaron al demonio lo que debían hacer; la respuesta fue como suya, que matasen a los Padres; y lo hubieran ejecutado si no hubiesen sido amonestados antes (como dijeron al Hermano Juan de Soto) por una señora muy hermosa y tres gallardos mancebos, de que no hiciesen daño a unos Padres que habían de ir a solicitar remedio. Así defendió el Señor la vida de los misioneros, a que ayudó el gran miedo que tienen al español.67

La decisión de ejecutar a los Padres, así pues, era fruto de “la borrachera que hicieron para este intento”. Seguramente se trataba de un ritual oficiado por el chamán con la ayuda de la ayahuasca o yagé. Aunque los jesuitas no comprendieron la importancia de la ayahuasca, sí distinguían entre las borracheras de chicha y las de “chicha supersticiosa”, e interpretaban estos rituales chamánicos como una consulta al diablo, siempre interesado en obstaculizar la difusión de la palabra divina68. El motivo del rechazo no era sólo la desconfianza y la resistencia a la mudanza: en poco tiempo, los misioneros empezaron a comportarse groseramente, violando todas las normas de hospitalidad, respeto y convivencia. Convencidos de la superioridad de su cultura y su religión y de la justicia de su actuación, se dedicaron a destruir los lugares y los objetos de culto y a profanar ostensiblemente los lugares sagrados69. Según Eguiluz, si el consejo del chamán finalmente no se cumplió fue porque los conspiradores habían sido amonestados por una aparición divina, que –sugiere, sin llegar a afirmarlo– protagonizó la Virgen acompañada por tres ángeles, aunque no se nos dice a quién se le apareció. Eguiluz habla de oídas, pues no presenció los hechos que relata. ¿De dónde provenía entonces la noticia de la aparición de la Virgen María y los tres ángeles para interceder por los jesuitas? Del relato de Orellana, que Eguiluz copia casi textualmente, pero introduciendo algunas variantes interesantes. Escribía Orellana: Apretábales el Padre Julián, y al mismo paso su rebeldía y temor; hasta que, en una borrachera hecha para este intento, consultaron al demonio lo que debían hacer. La respuesta fue como suya, que matasen a los Padres; y lo ejecutaran, como hicieron antiguamente sus padres con un religioso de San Francisco

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que entró con muy buen celo a evangelizarlos, si su Cacique, como hombre de mejor juicio, no los hubiera hecho considerar esta acción. Tienen ellos muy en la memoria los castigos que Dios envió a sus padres por la muerte del religioso dicho, porque de los cómplices principales todos perecieron al poco tiempo, relata que unos murieron al ataque de un tigre y otros a manos de una etnia enemiga. Con esto mudaron de en medio y escogieron por mejor, decirles que se fuesen, que ellos no querían ser cristianos.70

Estas opiniones contrapuestas adelantan lo que será la distinta estrategia entre chamanes y caciques frente al nuevo poder: los caciques se someterán a los jesuitas, que les otorgarán un poder subordinado, y los chamanes, obligados a la clandestinidad, se convertirán en los defensores de la cultura ancestral. La intervención no fue, pues, tan celestial como relata Eguiluz, sino una prueba de la sensatez de un cacique veterano que conocía la superioridad bélica de los cruceños. Pero si fue realmente así, ¿de dónde procede la noticia de la aparición? Del mismo Aller, que en su “Relación” de 1668 relata que, recién llegado a Mojos, fue agasajado como huésped de honor y recibió una embajada secreta de otra tribu enemiga que quería participar de los mismos beneficios. El nuevo superior relata: Lo más raro es que una nación bravísima y enemiga de estos Mohos envió un cacique amigo para que viniese en su nombre a que les admitiésemos por amigos, y que una Señora les enviaba, que se les había aparecido de noche y les había dicho que fuesen al Padre Juan [hermano Juan de Soto], que sabía ella que los admitiría, este recaudo nos lo dieron en secreto por miedo a los Moxos; yo insté por el intérprete, que en qué traje se les había aparecido; y me respondieron que no la vieron, porque era de noche; pero que les había hablado, y que así venían a ofrecerles la paz e ir a sus tierras (…)71

La aparición de la “Señora” en la versión de Aller sorprende al jesuita, quien confiesa su extrañeza: ¿se había aparecido la Virgen a unos indios que nada sabían de ella? ¿Cómo iba vestida? De ser la Virgen María, debería aparecerse según la imaginería religiosa europea, vestida de azul. Pero resulta que no la habían visto, porque era de noche, solamente la habían oído. Lo más probable es que se tratase de una de tantas consultas hechas a los espíritus a través de los chamanes ayahuasqueros. El acontecimiento había tenido lugar de noche, como todos esos rituales, y seguramente había sido el oficiante quien transmitió el muy sensato consejo. ¿Pero quién era aquella “Señora”? Hay una cita de Del Castillo sobre la consulta a los hechiceros que puede arrojar luz al respecto: “mirad que nos tienen amenazados nuestros dioses con calenturas, si os recibimos; y replicándole yo lo que me pareció convenir, me respondió: iremos a la pampa, y lo consultaremos con la luna. También oí repetidas veces a un hechicero, que ésta se les aparecía en forma de mujer y desnuda”72.

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El diálogo con los llegados a pedir protección no podía ser muy preciso debido a las dificultades del idioma. Aunque Aller pretendía haber aprendido la lengua en once días, las notas que recopiló no serían de gran ayuda al padre Marbán para la redacción de su Arte de la lengua moxa. En cualquier caso, Orellana fuerza los hechos para pretender una intervención divina a favor de los misioneros, que él sabe que no tuvo lugar. Cabe subrayar que la “Relación” de Aller no es un texto destinado a la propaganda misional, sino que se dirige a la máxima jerarquía de su orden para explicar el desarrollo de las reducciones de Mojos. Aller tuvo que regresar furioso por el fracaso, y se marchó profiriendo amenazas por el gasto vano de dinero y esfuerzo en esa empresa; sin embargo, ocultará al padre provincial que sus vidas estuvieron amenazadas, por temor a que éste decida poner fin al intento y resuelva abandonar la misión.

La decepción de Barace Cipriano Barace lleva cinco años en Mojos, conviviendo con el hermano Del Castillo, el padre Marbán y una malaria que no cede a pesar de las sangrías. Está impaciente, pues no ve que progrese la conversión de los nativos. Barace, vasco-navarro oriundo del valle del Roncal, devoto de su compatriota san Francisco Javier, quería ser misionero en América. Ordenado en Lima, solicitó destino en Mojos, un reino rico que había hecho soñar a los conquistadores y también a los jesuitas, para iniciar una misión que se sabía difícil de antemano. La conquista militar de Mojos había fracasado y el sueño de la Tierra Rica se había desvanecido, pero para los jesuitas la verdadera riqueza eran las almas que salvar. Llevaban cincuenta años de intentos infructuosos que habían costado la vida a varios misioneros y no se resignaban a abandonar su sueño de abrir una nueva misión similar a la del Paraguay. En 1674, calmados ya los ánimos que habían motivado la salida de Aller y sus compañeros, los jesuitas decidieron hacer un nuevo intento. Se nombró a Marbán como superior, asistido por Cipriano Barace y ambos encomendados a los buenos oficios del hermano José del Castillo, que era buen conocedor del terreno. La carta de Barace Marbán, su superior y compañero, ha enviado un informe pormenorizado en el que pide el envío de cuatro sacerdotes más y de un hermano. Barace, indignado, decide informar directamente al padre provincial advirtiéndole de que sus compañeros mienten, y los acusa de haberlo traído a Mojos como bisoño haciéndole creer muchas cosas “apócrifas”73. La carta de Barace es un documento de valor incalculable para entender la situación.

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No es cierto, según la versión del vasco, que haya una población numerosa: la tierra está despoblada y es muy difícil reunir gente suficiente para fundar una misión. Además, la gran diversidad de idiomas hace muy difícil la comunicación con los nativos, e incluso de éstos entre sí74. Tampoco es cierto, afirma, que los nativos estén deseosos de convertirse al cristianismo; prueba de ello es que lo comparten todo sin esperar nada a cambio, pero los misioneros no reciben el mismo trato, y les exigen pagos y regalos75. Sus compañeros exageran además los logros: “A persuasión del P. Marbán y el H. Castillo hacen una ramada grande y se escribe que tienen iglesia”. Las relaciones no son tan cordiales como las pintan sus compañeros: los aracureonos, por ejemplo, resolvieron echarlo al río y quitarle lo que llevaba porque no quería darles lo que le exigían; y no fue éste el único caso76. Barace advierte al padre provincial que todos estos hechos son conocidos, aunque sus compañeros se los ocultan “para que no sean estorbo de la misión”. Opina que “no debe gastarse tanta plata como se ha gastado, y si quieren ser cristianos, que lo sean, pero no comprándolos con plata”. Barace concluye su carta constatando que, a pesar de todo, hay una mejor aceptación de su presencia, disminución de la poligamia, moderación en las borracheras y la aceptación de ir vestidos en la misión (aunque si hay ocasión cambian el vestido por un cuchillo). Existen, pues, unos primeros logros para “reducir a los indios a la vida civilizada”, pero no se consigue que acepten fundar una reducción. La resistencia hace dudar sobre la viabilidad del proyecto, y se nombran visitadores para informar sobre la situación a fin de decidir si se abandona el intento. Barace es un decidido partidario de poner fin al esfuerzo. Mojos no era una tierra dominada, como lo era la del Paraguay, por lo que no era posible el uso directo de una fuerza armada para obligar a los nativos a incorporarse a las reducciones. Ultimátum Ante tales noticias y con el propósito de tomar una decisión definitiva sobre el futuro de la misión, llega el padre Luis Soleto en calidad de visitador. Amonesta a los indios y les da un ultimátum: o se someten a los padres o éstos se retiran. Finalmente, se consiguió de los neófitos un compromiso explícito de obediencia77. Relata Orellana: (…) el conocer el poco aliento con que estaban para reducirse en mayores pueblos, hizo a los Padres poner luego esfuerzo en procurar la mudanza y reducción, haciéndoles amenaza de dejarlos, y otras diligencias suaves y eficaces para este fin, queriendo Dios que tuvieran muy buen efecto, porque luego hallaron dóciles a muchos y prometieron juntarse en un solo pueblo con los Padres con tal que se escogiese sitio capaz para sus chacras y habitación, informáronse para esto los misioneros, de los mismos indios como mas prácti-

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cos en la tierra, que los dirigieron a un paraje que para entonces pareció muy bueno para fundar el pueblo, comparado con el que dejaban, en que hubo mucho engaño por la falta de experiencia, que obligó después a mudarle.78

¿Por qué los nativos, buenos conocedores de la tierra, propusieron un lugar inadecuado para fundar la misión? Los pueblos de la zona central de Mojos habían elevado plataformas de tierra para ponerse a salvo de las aguas de inundación, por lo que sus lugares de habitación estaban perfectamente delimitados. Las epidemias habían hecho desaparecer la mayoría de pueblos y las lomas vacantes disponibles eran numerosas79. Pero el traslado para fundar una reducción, además del abandono del pueblo, de sus viviendas y chacras, representaba también la pérdida de los lugares sagrados y de los restos de los antepasados enterrados en el pueblo80. El apego por sus lugares estaba sancionado por creencias religiosas81 y el conocimiento ancestral constituía la fuente mayor de conocimiento; era tradición, historia, sabiduría y consejo, y los chamanes consultaban con frecuencia a los ancestros, que estaban enterrados en el mismo pueblo82. Todas las lomas vacantes habían sido construidas por algún pueblo desaparecido, y las mayores eran seguramente las más significadas. Los lugares para fundar no se escogieron en función de su idoneidad geográfica, sino de su menor incompatibilidad étnica o religiosa. Es por ello por lo que la mayoría de las reducciones debieron cambiarse de emplazamiento, dados los inconvenientes durante las inundaciones83. El 25 de marzo de 1682 se celebró solemnemente la fundación de Loreto, poniendo fin a más de una década de resistencias y aplazamientos. Entretanto, Barace había viajado al Paraguay, donde los jesuitas llevaban ya más de setenta años de experiencia misionera y habían fundado 22 reducciones. Allí la introducción de la ganadería había dotado a las reducciones de una abundante despensa propia muy apreciada por los nativos84. Barace, decidido a hacer otro tanto en Mojos, regresó en 1682 con un rebaño de vacas para aprovechar los inmensos pastos de la pampa. El rebaño se multiplicó rápidamente, y el vacuno se convirtió en uno de los puntales de la economía de las reducciones (sigue siéndolo hoy en el departamento del Beni). En el anillo perimetral de Trinidad, una escultura de bronce inmortaliza la gesta de este intrépido misionero.

La ciudad de Dios en tierras de infieles La fundación de Loreto a orillas del río Mamoré, la primera reducción de las misiones de Mojos, marca una nueva etapa en la historia de Mojos. La llegada de Barace con su hato de vacas ofrece a los reducidos una compensación por el abandono de sus lugares de cultivo, al precio de una supeditación a los jesuitas, que siempre consideraron el ganado propiedad de las reducciones sometidas a su administración.

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La escenificación de este nuevo orden tranquiliza los ánimos y se erige como una alternativa a una situación de grave deterioro. Los embates de las epidemias habían disminuido la población hasta tal extremo que numerosas etnias, antes enemigas, aceptaban agruparse en un mismo pueblo. Las nuevas reducciones fueron una alternativa segura. La incorporación de los nativos a estos pueblos de nueva creación se hará por medio de la persuasión, y serán frecuentes los abandonos por disconformidad con las normas impuestas por los misioneros. En algunos casos se crearon asentamientos en la periferia de las reducciones, que finalmente se integraron en ellas. Es el inicio de la “pax jesuítica”; dejamos para los historiadores la pregunta de si Mojos no fue el primer territorio libre de la pena de muerte. El Mamoré, el río madre de Mojos y la vía de comunicación principal, se convirtió en el eje de la progresión misional. El modelo fue rápidamente aceptado, y en dos décadas la misión contaba con diez reducciones sobre el eje del Mamoré y las pampas occidentales, aunque la elección de los lugares85 siguió unos criterios parecidos, sin que los jesuitas se percatasen de ello hasta años después. En 1686 el inquieto Barace funda Trinidad, junto al río Eseneru, en las cercanías del Mamoré. Unos kilómetros más al norte, en 1691, se funda San Javier, y en 1697 San Pedro. Coincidiendo con la fundación de San Javier, tiene lugar la visita del gobernador Benito de Ribera y la celebración de una ceremonia colectiva de bautizos que escenifica el nuevo orden y la incorporación de las reducciones a la corona de Castilla. Con la fundación de Exaltación, en 1709, y de Santa Ana, en 1719, se completan las reducciones en la zona del Mamoré, que los jesuitas llaman “del Río”. Al mismo tiempo fundan en la región llamada Pampas, pero sólo en la parte comprendida entre el Mamoré y los Andes, elección cuyas razones desconocemos. En 1689 fundan San Ignacio de Moxos a orillas de Sénero, en una región conocida por su rica agricultura en campos elevados. En 1691 se funda la de San José junto al Cavitu, en 1693 la de Borja al pie de la cordillera junto al río Maniquí, en 1698 la de San Luis junto al Matos, en 1703 San Pablo junto al Yacuma, y Reyes en 1710, al pie de la cordillera, próximo al Beni. La zona de Baures quedó al margen de la primera etapa de fundaciones: la primera fue la de San Miguel, en 1696; le siguieron Concepción, en 1708, San Joaquín, al año siguiente, San Martín de Baures, en 1717, Magdalena, en 1720 y, finalmente, San Nicolás, en 1740, y San Simón, en 1744. La letra con sangre entra Una vez construidos los nuevos pueblos, la tarea más inmediata era la de instruir a los nativos en la fe católica y en las costumbres de los pueblos

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cristianos, y en particular a los jóvenes. Creadas las reducciones, el éxito de la misión a medio plazo dependía de la instrucción que se diese a las nuevas generaciones, una tarea difícil en una sociedad donde la coacción estaba ausente de la formación de los jóvenes, que aprendían por placer o por curiosidad. El interés de éstos por una religión dogmática que imponía obligaciones y prohibiciones incomprensibles e injustificadas era nulo; lo veían como una imposición que procuraban evitar. Entre los mojos se trataba a los hijos con el mayor respeto, y no se les castigaba, ya que se creía que eran la encarnación de los antepasados. Serían los jesuitas quienes introducirían los castigos corporales a los jóvenes. Marbán comenta: “En la crianza de los hijos no tienen más cuidado que de que vivan en que lo tienen muy grande, porque los quieren mucho; pero de que viven bien no cuidan más que los brutos, de ordinario no saben que es tocarles un pelo de la ropa, lo más que se ha visto es que una mujer, porque una muchacha hija suya se solía ir a jugar a la playa y no cuidaba de su hermanito menor, la cogió y la puso como vergüenza atada a un palo, diciéndole: anda que te coman los mosquitos y los tábanos”86. En su catecismo, Marbán propone un cambio de política educativa, y aconseja preguntar en la confesión: “¿No mandas a tus hijos que vayan a oír misa? ¿Les embarazas o estorbas para que oigan misa o doctrina? ¿Das buenos consejos a tus hijos? Ríñelos y repréndelos cuando hicieren alguna cosa mala, si con eso no se enmendaren, azótalos, para que escarmienten, y sean buenos”. El consejo de los azotes transgredía una norma bien arraigada, según la cual a los hijos se les debía el mayor respeto por ser encarnaciones de ancestros. En 1687 el padre Orellana da por definitivamente aceptada la autoridad de los misioneros: “Y cierto que convida a venir lo que Dios va obrando en estos miserables, antes tan cerriles e indómitos, que no sufrían aún de sus mismos padres los hijos una áspera palabra, hoy tan domésticos y humildes, que se sujetan al castigo cuando lo merecen, y llevan de la mano de los Padres a veces azotes, sin que por eso se les retiren y descompongan en palabras”. Y añade: “¿Quién puede dudar que este sea el efecto de la divina gracia?”87. Más que “la divina gracia”, los factores decisivos fueron la amenaza siempre explícita de las armas españolas y la obstinación de unos individuos absolutamente dedicados en cuerpo y alma al proyecto misional. La mayor parte de ellos eran europeos o criollos pertenecientes a familias poderosas, pero sus ansias misioneras les llevaban a renunciar a sus privilegios de clase y a los beneficios que tenían los eclesiásticos en América88, a cambio de una vida de peligros, privaciones y continuos problemas de salud en lugares remotos89. Además, incluso llegaban a tergiversar los hechos y a ocultar a sus superiores los riesgos y dificultades que enfrentaban para evitar que éstos decidiesen poner fin a la misión.

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Tenían ante sí a los pueblos de Mojos, con unas sociedades completamente desarticuladas, que se resistían a la violación de sus costumbres y creencias con una táctica de engaño y de resistencia pasiva ante las imposiciones de los misioneros. Unos y otros irían encontrando un acomodo en la nueva situación, siempre tutelada por la amenaza de las armas españolas.

Vida cotidiana en Mojos El Mojos jesuítico ¿Cómo era la vida cotidiana en el Mojos jesuítico? La fuente de información casi exclusiva la proporcionan los documentos de los misioneros y de los gobernadores que visitaban las fundaciones, los únicos autorizados a residir en la misión según las disposiciones de la Corona. Hay que interpretar la información que nos ha llegado teniendo en cuenta el dogmatismo de los eclesiásticos y el etnocentrismo característico de la sociedad de su época. Las costumbres de los nativos se analizan siempre desde el prisma de las costumbres propias de los pueblos de Europa, que se toman como ejemplo de vida civilizada. Por eso algunos misioneros muestran sin recato alguno una actitud de profundo desprecio hacia las costumbres de los nativos. La introducción de los patrones sociales europeos se consideraba una condición necesaria para la formación de una sociedad cristiana. Pero más allá de la visión crítica que se refleja en los escritos de los misioneros, aflora la visión de unos pueblos alegres y confiados, de una sociedad en la que se goza de un grado de libertad y solidaridad que los españoles desconocían en la suya. Naciones e idiomas A la llegada de los jesuitas, Mojos era un mosaico variadísimo de etnias, con sus idiomas correspondientes. La diversidad lingüística constituía un problema para la predicación, y para afrontarla se adoptó, a diferencia de lo que se hizo en otras misiones, una política de uniformización. Al primer pueblo que aceptaba su traslado a una nueva reducción se le concedía el privilegio de que su idioma se proclamase lengua oficial. Asimismo, el fomento de los matrimonios mixtos tenía como objeto diluir las lenguas minoritarias y fomentar el predominio de la que se había establecido como lengua oficial, que se convertía en vehículo para la catequesis90. En 1692 el padre Eguiluz distingue 37 naciones, que dice haber conseguido agrupar en diez: Moxos, Itonamas, Canichanas, Movimas, Cayuvavas, Iténez, Pacaguaras, Chapacuras, Maropas y Sirionós. Esta enumeración se limita a la zona del Mamoré y las pampas, pues la zona del Baures aún se desconocía. Hay que tener en cuenta que los jesuitas utilizan el

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término de “nación” para designar etnias con un idioma propio, aunque en algunos casos citan naciones con idiomas iguales o similares. En la reducción de San Ignacio, fundada en 1689, se agruparon 16 naciones con diez idiomas distintos91. Parece que esta mezcolanza era reciente, pues en algunos casos los hablantes de un idioma se reducían a unas pocas familias. Eder cuenta que los indígenas usaban un lenguaje de signos que les permitía salvar estas dificultades y conseguir una comunicación precisa92. La relación anónima de 1754 dice: “Conforme se han ido fundando los pueblos se han reducido también a una lengua común todos los indios agregados. Y ya se han reducido toda la multitud y variedad a solas estas diez: Moxa, Mobima, Caniciana, Bauri, Sapí, Cayababa, Mure, Ytonama, Ruma, Vocorona. Las demás o ya son muertas o por falta de uso están ya casi olvidadas”93. Esta situación parece que no tuvo paralelo en otros lugares de América del Sur, donde era habitual el predominio de un idioma en áreas extensas, como en el caso del Paraguay. ¿Cuál era la razón de que, en una población de alrededor de 15.000 individuos, se hablasen más de 37 lenguas pertenecientes a diez familias lingüísticas distintas? ¿Cómo habían sobrevivido idiomas que únicamente hablaban algunas familias? La explicación más plausible de este mosaico lingüístico era consecuencia del hundimiento demográfico: al dejar grandes extensiones de tierras baldías, éstas fueron pobladas por pueblos vecinos que aprovecharon la ocasión para establecerse en los Llanos. Corroboraría esta hipótesis la observación de los jesuitas acerca de algunas etnias a las que consideraban extrañas a la historia local, a causa de que no tenían una tradición agrícola. Como curiosidad, cabe señalar que en 1695 el padre Agustín Zapata se hacía eco de noticias sobre la existencia de aldeas habitadas por enanos y por amazonas94. Nuevos aportes El contacto con los españoles, cruceños primero y jesuitas más tarde, introdujo elementos nuevos en la vida y producción en Mojos que tuvieron un impacto duradero en el manejo del entorno. La edad del hierro en América La irrupción de las tecnologías procedentes de Europa conoció un rápido desarrollo en un Mojos misional cuya economía debía basarse en una autarquía lo más amplia posible. El hierro, desconocido en América, figuraba entre los bienes más preciados; cuchillos, hachas, cuñas de hierro, machetes y anzuelos eran herramientas de una eficacia muy superior a las tradicionales:

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Usaban por tijeras dos conchas afiladas, o se valían para el fin de dientes del pescado que llaman los españoles palometa, de filo tan agudo como una navaja. Así suplían la falta de herramientas con los instrumentos que en el país había. De estas conchas se servían para cortar carne, desollar y abrir reses, degollarlas, como también de los dientes de la palometa, haciendo de una quijada entera un como cuchillo y le ponían su manubrio y llamaban los Movimas bacusta. Para la fábrica de arcos, flechas, etc. se valían de caracoles de que tenían canastos llenos en sus casas, usando de ellos con destreza ya para cortar las varas, ya para adelgazarlas y pulirlas; valíanse para cortar carnes de unas cañas gruesas que partidas tienen filo agudo y de todo lo que lo puede cortar, que la necesidad todo lo utiliza. En vez de anzuelos se servían de [ilegible] o de dos huesos labrados casi como agujas de arriero y atándolos en forma de anzuelo, haciéndole a uno de ellos punta con lengüeta. Hacían agujas con rajas de chonta y aunque no las habían de menester para coser vestidos, todavía las necesitaban para las fajas o correas que usaban para adorno porque no las ataban sino cosían los extremos tan apretados que dichas ligas o fajas se les entraba en las carnes.95

La introducción en Mojos de la metalurgia del hierro llegó también de la mano de los jesuitas. Su desarrollo en Europa marcó una nueva etapa en la historia, conocida como Edad del Hierro. La industria del bronce dependía del acceso a los escasos yacimientos de cobre y estaño, controlados por los grandes imperios de la época. En cambio, los yacimientos de menas de hierro eran más abundantes, y al popularizarse su tecnología cualquier sociedad que la dominase podía fabricar herramientas más eficaces. Hasta entonces, los pueblos de América habían desconocido esta metalurgia; ahora las herramientas de acero, los anzuelos, los cuchillos o las hachas eran los dones que más apreciaban los nativos, y que los misioneros pedían con más insistencia a sus proveedores. En 1761 se rompió el tratado de límites entre España y Portugal y se reanudaron los conflictos fronterizos con Brasil. En 1763 llegó a Mojos la expedición de Verdugo y, tres años después, otra al mando de Pestaña para defender la frontera frente a los portugueses. Los militares, viendo los trabajos de fundición existentes, concibieron la posibilidad de fabricar armas de fuego en las misiones de San Pedro próximas a la zona de conflicto. Los nativos se pusieron manos a la obra, pues, a pesar de las incomodidades que ocasionaba el rigor de los jesuitas, gozaban de una paz efectiva y de seguridad, y en las colonias de la corona portuguesa estaba permitida la esclavitud. Eder relata lo siguiente: (…) los que trabajaban el hierro y el acero dieron las mismas pruebas de destreza. En efecto; vieron varios tipos de escopetas entre los oficiales del ejército español (unas se llamaban “inglesas” y otras “holandesas” y otras con otros nombres). Movidos por los premios, trataron de imitarlas, consiguiéndolo (aunque con gran trabajo). Y no solo esto: llegando a las reducciones el jefe de artillería y rechazando los cañones que encontró allí listos, trató de forjar otros nuevos. La cosa salió tan bien, que abandonando los anteriores,

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se llevó los que acababan de fundir los indios, para destruir la fortaleza portuguesa: pues en todas las reducciones visitadas había oído el tañido de las campanas, no dudando que los indios que las habían fundido también fundirían los cañones y proyectiles.96

Los artesanos de Mojos estaban pues en condiciones de fabricar sus propias “bocas de fuego”, y los nativos de la zona fueron tomando parte activa en una guerra en la que defendían sus derechos amenazados, como ocurrió en las misiones del Paraguay. Su decisión de luchar por lo que consideraban su territorio fue decisiva en la defensa de algunas fronteras nacionales en zonas de la selva. Parece oportuno citar aquí la amarga reflexión de Álvaro Jordán: “Una de las experiencias más crudas de la lenta pero sostenida desintegración de Bolivia, son las sucesivas pérdidas territoriales. Al no considerar ciudadanos a los nativos, sus territorios aparecieron abandonados por el centralismo, el que sin ningún concepto de pertenencia territorial, permitió su ocupación por los vecinos, tardíamente defendidos en algún acto patriotero para finalmente, traidoramente, ser negociados por dineros cuyo destino final eran las faltriqueras de los gobernantes”97. Agricultura y ganadería Los animales domésticos europeos fueron otro aporte a la economía local que también fue rápidamente asimilado. Ya en 1667 el cacique Moye agasajó al hermano Soto con gallinas asadas; poco después, Barace introdujo el ganado vacuno, y en la “Descripción de los Moxos” de 1754 se habla del uso de perros rastreadores para la montería, que seguramente eran de las razas introducidas desde Europa. Los intentos de introducir los cultivos europeos en Mojos tuvieron un éxito limitado. La mayor parte de ellos eran específicos de zonas templadas, como la vid, el olivo, el manzano, el peral, la higuera, el trigo o el centeno, y no se adaptaban bien al clima tropical. Otros, como los cítricos, el tamarindo, el café y la caña de azúcar, las lechugas, los frijoles, los ajos y las cebollas, se adaptaron fácilmente. Pueblos Los pueblos de Mojos que nos describen las crónicas jesuíticas son aldeas pequeñas y dispersas, en las que se agrupaban los supervivientes. Este panorama contrastaba con el de un pasado en el que las aldeas habían sido muy numerosas y algunas de ellas importantes. En la zona de los montes de San Pablo hay lomas con una superficie de veinte y hasta de cuarenta hectáreas y más. Desconocemos cuál era la densidad de población de los asentamientos urbanos antiguos, lo que permitiría, en las zonas donde levantaban lomas,

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hacer una estimación de la población antigua a partir de un censo de núcleos de habitación y su superficie: Los pueblos gentilicios de unas casas pajizas de 5 o 6 varas de alto puestas sin orden ni concierto de calles. Otras casas pequeñas, redondas, en forma de pabellones con puerta muy estrecha donde se recogían a dormir cuando les obligaba la necesidad, a este refugio [y] una casa muy capaz en donde quepan todos los del pueblo y muchos forasteros, que servía para los convites a ellas. Una plaza para los juegos y los bailes y una calzada de tierra aglomerada con fuente [¿frente?] para danzar cuando hubiera todo en la plaza. También solían amontonar tierra como un cerro pequeño o huaca que servía de atalaya a las centinelas.98 Colgaban al rededor de sus casas las cabezas de animales y pájaros que flechaban, y las cáscaras de huevos de avestruces y otras aves (…) (…) No usaban en sus casas llaves, ni otra cerradura porque no había hurtos, cada uno se contentaba con lo que tenía sin envidiar lo ajeno (…)99 Son las casas de vahareques limpísimas, las en que duermen están siempre como una plata; porque solo hay hamacas en que duermen; y hasta a los enfermos obligan afuera a socorrer a la naturaleza en sus necesidades.100 No tiene cada familia una casa, sino que una cocina y una casa redonda sirve de ordinario a dos o tres familias si no son muy grandes.101

Todos los pueblos tenían un bebedero, con una explanada delante, en donde se desarrollaba la vida social y el chamán oficiaba sus ritos. Existe también alguna referencia sobre la existencia de la casa del chamán algo alejada del pueblo. Enterraban a los muertos debajo de las casas y mezclaban los huesos con la chicha. La espodofagia es una costumbre extendida en toda la Amazonía, que a veces se ha asimilado equivocadamente al canibalismo. Para los indígenas era una manera de “recuperar la fuerza de los antepasados”102, algo literalmente cierto en un medio donde el fósforo, indispensable en la dieta, es un mineral escaso; al añadir huesos en la dieta se compensaba esta carencia103. Reducciones Las reducciones eran pequeños pueblos que reunían alrededor de dos mil habitantes, aunque con altibajos debidos a la mortandad de las epidemias y la fuga de neófitos. En algunos casos extremos, fueron abandonadas y los restos, si los había, se integraron en alguna reducción vecina. Según el mapa de Miguel Blanco y Crespo de 1769, que se conserva en el Archivo de Indias, de las 26 reducciones fundadas por los jesuitas en Mojos, nueve fueron abandonadas a causa de las epidemias: San José, Santa Rosa, San Juan Bautista, San Luis Gonzaga, San Pablo, Santa Rosa la Nueva, San Miguel, San Miguel el Viejo y Santa Rosa la Vieja. Los nuevos pueblos estaban emplazados sobre “una isla de monte” ya existente, y su diseño era la plasmación en el espacio de la nueva sociedad:

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las casas estaban dispuestas en una red ortogonal de calles en torno a una plaza principal que presidía la iglesia, con sus anexos de casa parroquial, cementerio, huerto y talleres. La casa plurifamiliar tradicional fue sustituida por un modelo de vivienda unifamiliar que ha perdurado hasta hoy: son casas adosadas con fachada a la calle y a un jardín interior, cubiertas con la teja cerámica, llamada teja árabe en España y colonial o de los jesuitas en Bolivia. El techo se prolonga con unos aleros soportados por horcones que protegen la casa del sol y la lluvia. La iglesia reemplazó a las casas comunales, llamadas bebederos por los jesuitas, con su explanada en frente, para los ceremoniales sociales y religiosos. Los jesuitas aprovecharon y fomentaron las habilidades artísticas de los mojeños y su sensibilidad estética, y dedicaron sus mejores esfuerzos a la edificación y ornamentación de los templos, que eran motivo de orgullo para los reducidos y de admiración para los visitantes. Los patrones de cada pueblo se han convertido en un elemento de identidad, y en algunos casos incluso han dado nombre a pueblos o idiomas. Algunas de las reducciones han desaparecido para siempre, pero la mayoría han logrado sobrevivir hasta hoy, tachonando la geografía del Beni con una legión de santos y advocaciones marianas que frecuentemente se repiten en las misiones de Chiquitos y el Paraguay. Ciclo vital La vida en el pueblo era apacible y transcurría en un clima de gran libertad. Hombres, mujeres, ancianos y niños tenían su lugar en la vida de la comunidad, sin coacciones especiales ni papeles serviles. Las habilidades más indispensables eran la caza y el remo. Se decía que los jóvenes, a los cuatro años, ya habían aprendido a manejar el remo, y se entrenaban para la caza lanzándose espigas a modo de flechas. Las parejas se unían y separaban por mutuo consentimiento. Para los curas era sorprendente que no se valorase la virginidad y que las mujeres no estuvieran sujetas a los maridos y pudieran separarse de ellos a voluntad, y que al mismo tiempo el adulterio fuese socialmente rechazado e incluso, a veces, sancionado. Las mujeres de las etnias del norte tenían la costumbre de parir en unas casas situadas a las afueras del pueblo. Si malparían las mataban104. Cuando nacían mellizos era frecuente matar al que nacía segundo, pues era creencia común considerarlos hijos de algún espíritu. Había etnias en que existía la poligamia e incluso la poliandria. Tenían normas exogámicas y reprobaban la unión entre parientes carnales. La espontaneidad y la libertad sexual eran motivo de preocupación para los misioneros, quienes se esforzaron por dominarlas. De ahí la im-

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posición de la casa unifamiliar, la prohibición de los cantos que “excitaban a la lujuria” y su sustitución por música sacra, el control de la bebida, la prohibición de la poligamia… Los mojeños tuvieron que soportar prohibiciones para ellos inexplicables, que esquivaban con más o menos éxito. No parece que las amenazas del infierno hiciesen demasiada mella en su comportamiento, y tampoco la promesa de ir al cielo resultaba especialmente atractiva: si los cristianos iban al cielo, estarían allí con los temibles españoles, y si los paganos iban al infierno, no podrían disfrutar de la compañía de sus antepasados. Los ancianos ocupaban un puesto destacado y respetado dentro de la comunidad: eran los detentadores de la tradición y los instructores de los jóvenes. Los muertos se enterraban en el pueblo, con lo que el lugar adquiría un carácter sagrado. Ello explica el gran apego que tenían por sus lugares y la resistencia extrema que opusieron a abandonarlos. Y, por encima de todos ellos, estaban los ancestros, que velaban por sus gentes y aconsejaban a través de los motires cuando se les consultaba. Fiestas La afición a los adornos corporales era enorme: pinturas, abalorios, plumas y máscaras eran elementos muy apreciados para el atuendo personal y para las fiestas, y podrían considerarse como los únicos objetos de posesión personal. El uso de adornos metálicos de plata o estaño está bien documentado: “Se hallaron entre ellos alhajas de plata, manillas en las mujeres, y en los hombres unas planchas a modo de patena que les colgaban del cuello y pecho. También había tal cual vaso de plata de los que llaman hueros. Esto lo traían de los indios del Perú atravesando las serranías por entre las naciones amigas y por comprarlos sacaban de aquí monos, loros, tutumas pintadas, etc.”105. La música era un elemento esencial en las sociedades mojeñas, que contaban con una buena gama de instrumentos de viento y de percusión, que tocaban tanto en las fiestas como en ceremonias de guerra. Su sensibilidad para la música permitió la formación de coros, el desarrollo de escuelas de fabricación de instrumentos y el florecimiento de compositores mojeños de música sacra barroca. Lamentablemente, la música y la mayor parte de las canciones tradicionales se han perdido, sobre todo esas que a juicio de los misioneros incitaban a la lujuria. ¡Una verdadera lástima! Las fiestas eran siempre colectivas y en ellas participaba todo el pueblo, y a veces incluso otros pueblos vecinos. Duraban varios días y seguían un ritual bien establecido. En ellas se consumía gran cantidad de chicha; ésta se extraía con una calabaza, el maripí, que funcionaba como una clepsidra; al maripero le correspondía el honor de inaugurar la fiesta sirviendo chicha.

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Eran tradición las fiestas en que se celebraba la plenitud de la Luna, a la que “no adoraban, sino que tenían por madre”, y a la que defendían cuando en un eclipse el tigre –el Sol– se la quería comer. Las únicas autoridades entre los mojos eran los caciques y los chamanes, pero su poder descansaba en el consenso. La autoridad de los primeros quedó supeditada a la de los jesuitas, aunque éstos procuraron elegir a individuos con prestigio reconocido. Los chamanes se vieron obligados a pasar a la clandestinidad; Eder decía que eran numerosos y que él había intentado descubrir quiénes eran, en vano, pues había un muro de silencio impenetrable. La tutela a que se sometió a los nativos iba encaminada a modificar su sociedad según un modelo europeo, jerárquico y autoritario, que a punto estuvo de borrar sus tradiciones y cultura. Mojos se convirtió en un lugar menos alegre de lo que había sido en el pasado, y se arrebató a la sociedad indígena la gestión de los asuntos propios, algo que pagaron caro cuando el rey de España expulsó a sus protectores y gestores. Pese a ello, el periodo de las misiones jesuíticas es una parte esencial de la historia de Mojos, que está muy presente en la tradición oral y ha sido reivindicada como el único episodio de su historia en que la relación con el blanco fue positiva. Baures Baures es una zona montañosa al este de los Llanos de Mojos comprendida entre el río Blanco, que fluye hacia el norte bordeando el macizo, y el Iténez, que hace frontera con Brasil. Es uno de los pocos lugares del continente que tiene grandes extensiones de selva amazónica inexplorada, algunas de ellas declaradas zonas protegidas106. La mayor parte de los lomeríos de Baures son hoy tierra ignota y poco habitada, poblada de leyendas y monstruos: la Virgencita, una roca con forma y espíritu de mujer; el monolito transparente; la laguna Origuere, habitada por un jichi celoso que devora a quienes se aventuran en ella; árboles en los que habitan espíritus; el carbunclo, que emite luz por los ojos; el gigantesco pez avestruz; un perezoso gigante invulnerable a las flechas y las balas, que paraliza a los cazadores; delfines telépatas que seducen a las mujeres jóvenes; una catarata que suscita la danza de los muertos; las minas de oro de San Simón, explotadas, según la tradición, por los jesuitas… De todo hay en Baures para excitar la imaginación de los exploradores de lo misterioso107. Baures es el nombre de un pueblo que fue famoso por su refinamiento y desarrollo. Su paisaje de hoy contrasta con el descrito en el siglo xvii como un lugar de una agricultura próspera y más densamente poblado que las pampas de Mojos. El Baures actual es el resultado de más de tres siglos de desastres, que han reducido a los baures a una sombra de lo que fueron

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en el pasado; el bosque tropical ha vuelto a cubrir los pueblos y los cultivos, que a veces afloran en los trabajos de chaqueo o explotación forestal108. Periodo reduccional El relativo aislamiento geográfico había mantenido Baures al margen de los conflictos de la conquista, pero a finales del siglo xvii los jesuitas que ya se habían aposentado sólidamente en los Llanos de Mojos se plantearon la expansión de los asentamientos misionales. La fama de los baures como nación con un alto desarrollo económico y social tenía un atractivo indudable; eran “los más nobles y racionales”, y “hasta los niños andan vestidos”109. Los testimonios son numerosos y concordantes: De entre todas las etnias de las reducciones del Perú, sólo había una que, por su civilización y cultura, se diferenciaba de alguna manera de las bestias. Esa etnia era la de los Baure: vestía con decencia (cosa que hacían poquísimas otras); vivía en casas; tenía una agricultura rica y variada. Según el parecer unánime de los misioneros, se puede distinguir al Baure entre millares de otros indios, por su solo rostro más afable o por no sé qué rasgos externos.110 Sus lugares son más numerosos: en ellos se ven calles, y Plazas de Armas donde hacen sus soldados el ejercicio. Cada pueblo está rodeado de una buena palizada que lo defiende de las armas que se usan en el país. (…) El terreno parece más fértil que en otras partes. Tiene muchos montecillos, lo que funda la esperanza, de que siendo cultivada la tierra, llevará trigo, vino, y todos los árboles, y frutos de Europa.111

En 1693, el infatigable Cipriano Barace hizo un viaje de exploración y visitó 65 aldeas112, y en un segundo viaje se dirigió allí para fundar nuevas reducciones. Aunque al inicio fue bien recibido, murió a manos de los baures el 16 de septiembre de 1702, lo que motivó el envío de una expedición de castigo en la que se capturó a 250 indios y se ahorcó a un cabecilla. Las fundaciones progresaron rápidamente y en 1720 ya se habían creado seis nuevas, aunque su consolidación fue algo más difícil que en las pampas. Los escasos contactos con el exterior habían limitado en buena medida el impacto de las epidemias, pero con la llegada de los jesuitas y la entrada del ejército, primero para castigar la muerte de Barace y luego para defender la frontera, las pestes aniquilaron a la mayor parte de la población. Según Barnadas, ésta fue la causa de que se abandonasen las reducciones de San Miguel y Santa Rosa del Iténez, aunque Gantier lo atribuye en parte a los ataques desde el otro lado del río113. A pesar de ello, la cultura baure aún era vigorosa, y su resistencia a someterse a los misioneros fue más decidida que en Mojos. La represión tras la muerte de Barace evidenció la imposibilidad de mantener una resistencia frontal: las reducciones de San Juan Bautista y la de San Martín fueron

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abandonadas por los neófitos. No faltaron los ataques directos a los misioneros; en San Miguel atentaron contra el padre Gaspar de Prato, que logró salvarse; menos suerte tuvo otro misionero, seguramente de la reducción de San Miguel, que murió envenenado114. Los de San Martín intentaron envenenar a Eder cuando éste los reprendió y exigió que arrancaran las plantas de marari-ayahuasca115. Eder informa: “Por supuesto, hoy la mayor parte de las etnias prácticamente ya no acostumbran a flechar, alancear ni herir con aquellas picas de madera durísima a los Padres de nuestras reducciones; pero sí se descubrió o sospechó con fundamento que muchos habían perecido envenenados sin ningún alboroto (…) la justa represión por una causa gravísima a veces ha llevado a alguien a darle [a Eder] una pócima mortífera, a pegar fuego a la reducción o a huir [él y los demás inducidos por él] al monte. La experiencia me ha enseñado –igual que a los demás– que así es”116. Su reducción, la de San Martín, ardió tres veces117. Estructura de poder. Aramas o caciques ¿Cómo era la estructura organizativa de este pueblo antes de su destrucción? ¿Cuál era la estructura jerárquica de las sociedades indígenas? El tema tiene un gran interés, pues puede proporcionar claves sobre el funcionamiento tradicional de los mojos. Muchos opinaban que los mojos no respetaban ninguna autoridad y no tenían jerarquías sociales de ninguna clase, lo que se interpretaba como una muestra de primitivismo y era una razón más para justificar la tarea civilizadora de los curas. Sin embargo, no todos eran de la misma opinión. Según el hermano Del Castillo, a quien debemos el primer relato pormenorizado de la vida social en Mojos, “tienen en cada pueblo su cacique y ningún pueblo reconoce superior sino al propio cacique á quien llaman Señor del pueblo y achichaco, que suena capitán, él tiene la obligación de votar las guerras y de ayudar, como se dirá cuando se trate de su religión. Lo respetan al modo que los buenos hijos respetan a su padre, aunque el cacique sea muchacho, como hay algunos”118. El cacique no sólo gozaba de estima y autoridad personal, sino que además pertenecía a familias o grupos que contaban con el mayor reconocimiento, tanto en relación con sus funciones de cacique como en relación con temas de su religión. Del Castillo no explica cuál era la razón de que pudiera acatarse el liderazgo de un muchacho forzosamente menos experto, pero sí lo hace el autor anónimo de la “Descripción de los Moxos”: No vivían tan desordenados estos indios como algunos imaginaron; tenían ya gobierno aunque mezclado con costumbres bárbaras; había entre ellos su distinción a modo de nobles y plebeyos y tenía cada nación su capitán o cacique que llamaban los mojos Achichaco, los movimas Enona y así las demás tienen nombre en su lengua. Todavía en alguna nación después de sesenta años de

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convertidos, al tomar los votos para elegir un capitán por muerte de otro, si proponen alguno que parece apto y no es de los nobles, se oponen los votantes porque no puede ser capitán si no es descendiente de los nobles.119

La organización política de los baures se había conservado mejor que la de los mojos, y los caciques, allí llamados aramas, “no eran simple nombre o sombra: si querían que alguien muriera, lo manifestaban a los demás y éstos, a menudo apenas conocida la voluntad del arama, victimaban al reo con flechas o con las lanzas de madera llamadas macana”120. Sin embargo, el poder del arama no era absoluto, pues estaba sometido a un control institucionalizado: “Para que no se dejara llevar por las pasiones, cada año –en la época de la cosecha– se elegía a uno de los ancianos para que corrigiera al arama que mandaba algo erróneo y actuara de abogado protector del pueblo ante él. Este cargo resultaba difícil y lleno de peligros; si el pueblo lo consideraba más inclinado al arama y olvidadizo del pueblo, defendiendo mal sus intereses frente al arama, el pueblo lo condenaba a muerte; pero si se mostraba excesivamente opositor al arama, al llegar aquella ocasión el arama también ordenaba a sus súbditos que lo ajusticiaran”121. El cargo de arama era hereditario, y a su muerte lo sucedía el hijo mayor de la mujer principal, que debía ser hija de otro arama; a ella, al igual que a su esposo, se le asignaban personas a su servicio, y “gozaba casi de la misma autoridad del marido”. Rodolfo Pinto, especialista en la historia de Mojos, ha descubierto y cartografiado redes de canales de navegación de los Llanos cuyo eje principal enlaza Baures con San Ignacio de Moxos; el historiador concluye que estos dos pueblos eran los centros de poder en Mojos, y sostiene que hasta fechas bastante recientes los caciques de Mojos pagaron tributo al de Baures. Motires. Mundo invisible La vida de las etnias de Mojos122 se guiaba por reglas que emanaban de su cosmovisión o religión. Existían otros mundos, tan reales como el visible, que podían conocerse y cuyas fuerzas eran susceptibles de usarse con provecho. Los agentes de la relación con esos mundos eran los chamanes, individuos que gozaban de reconocimiento y respeto; eran los intermediarios con los mundos invisibles, de los que obtenían conocimiento y ayuda123. Son varios los términos con los que se alude a ellos en los documentos jesuíticos: los comocois o motires, especialistas en sanar las enfermedades espirituales que se resistían a los tratamientos de la farmacología local; los tiarauquis o “de la vista clara”, que pertenecían a un rango superior, al que se accedía tras varios años de práctica y ayunos y mediante una iniciación de manos de otro chamán124. Los jesuitas comparaban a los tiarauquis con los profetas del pueblo judío; eran visionarios, consultaban el pasado, ar-

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monizaban los mundos y predecían el futuro, proponiendo estrategias para la acción. Los había que curaban con humo de tabaco, untando el cuerpo con espuma, o chupando y extrayendo del enfermo los agentes malignos que provocaban el mal. También eran los depositarios de la tradición oral, y tenían una memoria verdaderamente prodigiosa: eran los guardianes de las leyendas, las tradiciones y la historia de la etnia. En el idioma de los baures a los chamanes se les llamaba motires: “Para que uno fuera considerado motire, solo se requería que hubiera hablado, en casa o fuera de ella, con el tigre, con el caimán o, lo que es lo máximo, con el achane. (…) Ni yo ni los indios sabemos decir propiamente qué es este achane. (…) acosándolos con preguntas para llegar a saber algo de este achane, jamás alcancé una descripción satisfactoria del mismo (…) casi con certeza es que este achane es un espíritu, de doble género: uno, que acaso podemos llamar divinidad tutelar, habita en un lugar fijo, como si tuviese su residencia en aquella cosa: todos los árboles, ríos, lagos, bosques tienen su achane propio125; otro que llamaremos familiar, acompaña a los seres humanos y cumple sus mandatos”126. Cada motire tenía un achane aliado, y cuanto más poderoso era éste, mayor era el poder del motire. Los más poderosos eran los que se relacionaban con el achane del tigre, que como personificación del máximo poder en la selva recibía el título de aramamaco, o arama supremo127. El espíritu del tigre, al igual que los de los otros animales, aconsejaba y ayudaba al chamán entrenado en su trato128. “Después el tigre de quien creían mil fábulas. Decían que tenía entendimiento más que humano, que entendía todas las lenguas y percibía cuanto le hablaban.”129 Los documentos del siglo reduccional están llenos de referencias al tigre; con sus calaveras cubiertas con pelo humano decoraban los bebederos, su caza daba pie a elaborados rituales y los que habían sobrevivido a su ataque se ganaban un especial prestigio, pudiendo ser esto un presagio de su destino como motire130. Las explicaciones sobre la relación de los motires con el tigre son confusas y a veces contradictorias; para los nativos era importante preservar su mundo de la intromisión de los curas, obcecados en eliminar cualquier vestigio de la religión nativa. Las inquisiciones de los curas topaban con una táctica de confusión. Eder, empeñado en aclarar el tema, confesaba su frustración, pues no logró sacar nada en claro. Marari En el mundo amazónico se han desarrollado técnicas para explorar el mundo invisible mediante el empleo de las llamadas “plantas de soñar”, que en las culturas occidentales se califican generalmente como “alucinógenas”131. Este conocimiento estaba reservado a los chamanes. A diferencia de las plantas usadas en el chamanismo europeo, las amazónicas no

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ocasionan la pérdida de la conciencia, por lo que el oficiante guarda intacta su lucidez, capacidad de acción y recuerdo132. La flora amazónica es de una riqueza inigualable; los botánicos han clasificado unas 80.000 especies vegetales endémicas, que representan el 16% de la flora mundial. La dificultad que supone desarrollarse en suelos muy pobres hace que la mayoría de las plantas se protejan de los predadores produciendo sustancias tóxicas para alejarlos. Se han descrito unas 1.500 que tienen acción fisiológica. Según Schultes, la farmacopea de los pueblos del trópico de Sudamérica es la más rica del planeta. La selección de una gran variedad de plantas y, en algunos casos, la mejora por selección de variedades ha dado lugar a recetas que revelan un conocimiento muy profundo de sus efectos e interacciones. Las llamadas “plantas de soñar” tienen potentes efectos psíquicos en el hombre y permiten el acceso al mundo invisible. La guayusa, la coca, el yopo y los floripondios133 son algunas de ellas134, pero entre todas las plantas sagradas las más importantes son el tabaco y el yagé o ayahuasca. La ayahuasca es una bebida cuyo ingrediente principal se extrae de la corteza de un bejuco135 al que se añade otra planta que confiere al brebaje sus propiedades finales136. Los baures le daban el nombre de “marari”. Como hemos expuesto en otro lugar137, la descripción que da Eder permite su identificación como Banisteriopsis, el ingrediente principal de la ayahuasca, de amplio uso en el chamanismo amazónico138. Reproducimos aquí algunas de sus informaciones: Hay una planta que llaman marari, base de innumerables prácticas supersticiosas. Esta planta no crece entre las demás, sino que los indios la cultivan con especialísimo cuidado; se parece mucho a nuestro laurel o mirto; sus hojas cocidas o exprimidas, tienen efectos maravillosos, aunque los únicos reales en quienes ingieren su jugo es un fuertísimo dolor de cabeza durante veinticuatro horas, pásanse la noche sin poder dormir y un gravísimo dolor intestinal. Todo lo demás va encaminado a satisfacer la necesidad del bebedor: si quiere saber si han robado o desaparecido algo; la infidelidad del cónyuge o, también lo que ha de suceder (por ejemplo, cuándo y con quién se casará, si el hijo será varón o mujer, etc.), acude a uno de estos charlatanes, es decir un hombre más osado y generoso en el arte de mentir, le ofrece los regalos acostumbrados o los que él mismo exige, exponiéndole el asunto en el que está interesado. El chamán, si puede arreglar las cosas sin que sea descubierto, suele abstenerse de beber el brebaje, ahorrándose así el mal paso; pero si no puede eludirlo sin menoscabo de su renombre, acepta tranquilamente pasar el malestar de veinticuatro horas, con el aliciente de la ganancia que sacará. Al día siguiente comparece ansioso el cliente para recibir la información de dónde se esconde el ladrón de lo robado o cuál será su suerte; el chamán, tanto si ha tomado el brebaje como si no, le miente con lo que se le ocurre, alegando que se encuentra muy mal; con frecuencia le confiesa la verdad, diciendo que el achane o espíritu protector del ladrón o del cónyuge le ha reprendido con palabras fuertes por su osadía y no ha querido descubrir su secreto; otras veces recubre la verdad con disfraces tan grandes, que sólo hace más espesas las tinieblas; a veces echa la culpa a algún enemigo suyo, para que sea víctima del odio general.139

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Si la enfermedad ofrecía algún respiro y lograba el enfermo pasar los días de los preparativos, acudía el motire afirmando como causa del mal alguna piedrecilla en el vientre o en la parte afectada, o una hoja de tabaco o un gusanillo en la cabeza o una pluma de pato en la boca del enfermo que sentía asco de cualquier alimento o de alguna otra cosa, que naturalmente había que chupar o expulsar mediante fricciones. Entretanto él guardaba escondido el gusano, la piedrecilla, la hoja, la pluma o lo que fuera a que atribuía el mal. Y entonces iniciaba su sistema curativo, desconocido por nuestros médicos o cirujanos: frotaba y ataba (para que no pudiera volver al lugar anterior del que había sido expulsado); apretaba con sus manos robustísimas para que no se escapara y para empujarlo hasta la última piel; en cuanto fingía haberlo conseguido, acerca la boca y unas veces chupa, otras muerde al que opone resistencia; y con semblante aparentemente furioso se pone secretamente la piedrecilla o el gusanillo en la boca y cuando lo juzga oportuno, da por terminado su trabajo, poniendo en la mano del enfermo lo que finge haber extraído.140

El uso de la ayahuasca en Bolivia ha pervivido hasta el día de hoy. En 1985 la farmacéutica boliviana Amparo Ribero documentó en su tesis de licenciatura la utilización de la ayahuasca en ceremonias colectivas entre los pacahuaras, chacobos y ese eijas, localizadas en el norte del departamento del Beni. Los pacahuaras cultivan la planta igual que lo hacían los baures de las reducciones141. Los rituales de cura de los motires coinciden con los de las numerosas etnias amazónicas que usan este brebaje. La bebida del marari permitía la consulta al achane del tigre, pero también del caimán u otros animales temibles de la selva. El chamán no sólo consultaba problemas de salud: además obtenía respuestas sobre los problemas del momento y aconsejaba la estrategia que seguir. El marari no es sino la llamada “chicha supersticiosa” por los jesuitas, una forma de invocación ritual. Según ellos, los chamanes ofrecían “un brindis al diablo”, invocándolo para que los asistiese. Su cerrazón doctrinal no les permitió entender que la “consulta al diablo” no era más que un estado de trance provocado por las propiedades del brebaje en un individuo entrenado en su uso. Que sepamos, no hubo ningún jesuita que se aventurase a probar la pócima. El chamanismo baure, como el de la mayor parte de los pueblos de Mojos y de la Amazonía, consideraba que la ayahuasca daba acceso a un mundo invisible pero real. Para conducir estas percepciones y poderlas interpretar, se precisaba un duro entrenamiento basado en una cultura específica, transmitido de generación en generación y que es considerado una herencia de los ancestros. Años de abstinencia sexual, dietas rigurosas y entrenamiento mental bajo la dirección de un chamán experimentado eran imprescindibles para acceder a la maestría de su uso, que permitía dirigir las percepciones en la dirección deseada, interpretarlas e interaccionar con poderosos entes invisibles. La ayahuasca es la droga visionaria que ha sido objeto de mayor atención por parte de etnólogos, psiquiatras y farmacólogos. Las investigaciones etnofarmacológicas y químicas del siglo xx han permitido conocer

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sus principios activos, aislarlos e investigar sus efectos. A pesar de ello, Richard Evans Schultes opina lo siguiente: “Estamos tan sólo en el umbral de nuestro estudio botánico, etnológico, histórico, farmacológico, clínico y terapéutico de este complejo de intoxicantes conocido como ayahuasca, caapi o yajé”142. Entre los efectos más sorprendentes que se le atribuyen figura la sensación de viajar en el tiempo y el espacio143, conocer los pensamientos de otros individuos y ver cosas ocultas; de ahí que cuando el botánico colombiano Rafael Zerda Bayón aisló un extracto cristalino del yagé le pusiera el nombre de telepatina144. Jonathan Ott, que forma parte de un grupo informal de investigadores sobre las drogas utilizadas por los chamanes americanos, es hoy la máxima autoridad en ayahuasca. Ott opina que el trance con ayahuasca “es la verdadera old time religion, de la que las iglesias actuales no son más que pálidas evocaciones”. “Este mysterium tremendum, esta unión mística, esta deliciosa experiencia del universo como energía, es el sine qua non de la religión, es la razón de ser de la religión. No hay lugar para la fe, es la misma experiencia extática la que da la fe en la intrínseca unidad e integridad del universo, en nosotros como partes integrales del todo; que nos revela la majestad sublime de nuestro universo, y el fluctuante, centelleante, milagro alquímico que es nuestra conciencia cotidiana.”145 Un verdadero trance místico, muy distinto de la supuesta consulta al diablo que creían los misioneros. El psiquiatra chileno Claudio Naranjo experimentó con voluntarios los efectos de la harmalina, el alcaloide principal de la ayahuasca. La mayor parte de ellos tuvieron visiones de tigres, serpientes o lagartos. Cabe destacar que los voluntarios procedían de un medio urbano. El uso generalizado de la ayahuasca en el mundo Mojos-Baure tiene una significación que trasciende la mera anécdota. Rosalba Jiménez señala dos factores principales diferenciadores de las culturas de la Amazonía colombiana: por una parte están las normas matrimoniales, que dividen las culturas en exogámicas y endogámicas146; por otra, “la forma de utilización de determinadas plantas es también un elemento diferenciador entre culturas y hace que nuestras culturas sean tan diversas”147. Rosalba Jiménez las clasifica en cuatro grupos: las de la pusana, las del yopo, las de la coca y el tabaco, y las del yagé o ayahuasca, “la planta que últimamente ha sido más visible en Occidente. La utilizan en la medicina tradicional, y por medio de ella se realizan todas las actividades de visión y planeación del futuro. El chamán, la autoridad tradicional en estos pueblos, prevalece sobre el control social y territorial; él es el guía espiritual de la comunidad”148. La ayahuasca es un elemento decisivo en la conformación de un espacio cultural con características propias, donde el chamán es la principal autoridad de la comunidad, un papel en el que se unen las funciones de cacique y chamán, y que Silvia Vidal ve como un rasgo característico de las confederaciones arawak. Mojos era la más meridional de todas ellas.

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Etnoastronomía Los seres que encarnaban el máximo poder eran el Sol y la Luna. La unión de los dos astros en un eclipse se interpretaba como un coito que engendraba nuevas estrellas, reponiendo las que veían caer durante la noche. En otros lugares la interpretación era menos festiva, y creían que el tigre quería devorar la Luna. Mojos y Chiquitos veían con temor el eclipse y armaban un gran alboroto para asustar al tigre. En una entrevista, Enric Jordà explica el simbolismo del famoso penacho de los macheteros de San Ignacio de Moxos: Ese baile es antiquísimo; tiene un paralelo bastante cercano en el mundo mesoamericano. Quizás hemos perdido el mito y seguimos con el rito. El plumaje del machetero, que es impresionante, en idioma ignaciano se llama tayuse tasache, “los herrajes del sol”; es la puesta de sol y se baila a la puesta de sol, como se baila a las seis de la mañana al nacer el sol. Este baile está relacionado con el sol y el tigre. Sol y tigre en estos pueblos tienen mucha relación. Son el astro y el animal más hermosos y temidos. De hecho, llevan siempre detrás la cola del tigre colgando del plumaje. Estos plumajes han intentado [interpretarlos] a partir del mito o de la realidad histórica de Mesoamérica. El plumaje tenía 360 plumas: representa todo el año solar. Entonces se ve este tause tasache, los herrajes del sol. (…) Estaba intentando imaginar si en Moxos no son 180, o sea que es la mitad, es el día, es el despedir el día hasta que vuelva a aparecer después de descansar en la noche. Después están los cascabeles, que son semillas, están en los tobillos, cerca de la tierra, y estas semillas son precisamente para fecundar la tierra; el ir descalzo es el sentido de tocar, tocar la tierra con los pies siempre. Cuando se ponen tamancos o sandalias la gente dice que no es lo mismo, que no es auténtico. El sentido de la serpiente es el estar en contacto con la tierra; por eso es símbolo de la vida, de la historia.149

Del Castillo comenta: “Sus deidades comunes son el sol y la luna, no sé que tengan cuenta para esto con las estrellas, si bien parece que juzgan que la figura que forman con su fantasía en el cielo compuesta de estos astros, son verdaderos vivientes; tienen (que ya no deliraron con los astrólogos, sí con los poetas) sus fábulas, como que la luna la come el tigre, que éste come al venado o ciervo, y preguntándoles el padre Pedro qué comía el venado, pues no hay en el cielo hierba, no saben responder. También estos tigres comunes, juzgan algunos que son hijos de aquel celestial. Que á la luna, que la juzgan madre del sol, la asisten dos tigres”150. Disponemos de poca información sobre la etnoastronomía en el mundo amazónico, pero hay indicios que permiten concluir que se le otorgaba gran importancia; en el caso de las culturas de Mojos de agricultores y piscicultores, era, sin duda, la guía para determinar los ciclos vegetativos y reproductivos. Eder informa de que los baures establecían el calendario agrícola por las pléyades, y que además conocían las constelaciones llamadas de la cola

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del piyu, la del tigre, el caimán y el oso. Del Castillo menciona una constelación del venado que también conocían los guaraníes. Las pléyades ocupaban un lugar especial entre los pueblos de la América nuclear, los del trópico húmedo y el mundo tupí-guaraní. Como en tantos otros elementos, existe una notable convergencia entre culturas alejadas y a veces pertenecientes a familias culturales bien distintas. Germano Afonso, un etnoastrónomo paraguayo, ha viajado por Brasil con un planetario desmontable visitando comunidades de la familia tupíguaraní. En las noches de charla bajo la bóveda celeste, su planetario es el medio ideal para intercambiar conocimientos sobre las constelaciones y su simbolismo e influencia en la vida acá en la tierra. Según él, los tupíesguaraníes del Brasil comparten una misma astronomía, incluso pueblos alejados que han perdido el contacto desde hace siglos151. La Vía Láctea, o ruta del anta, es el eje del cielo y en ella se encuentran los lugares de donde emanan fuerzas más poderosas; marca también el camino a la tierra sin mal, con un simbolismo similar al del camino de Santiago en Europa. La mayor constelación es la del piyu o avestruz americana; están también las de la serpiente, el hombre viejo, el anta o el venado. Una sociedad pacífica, hospitalaria, alegre y libre Los bebederos y las fiestas Según Alcide d’Orbigny, la “sociabilidad y alegría, y una paciencia imponderable, son las cualidades características que distinguen a los Moxos. Mucho se aman entre ellos mismos, siendo susceptibles de un apego extremado para los extranjeros”152. En el centro de todos los pueblos había una casa de mayor tamaño que era el centro de la vida comunitaria; en ella se guardaban las armas y los trofeos, se hospedaba a los invitados y se realizaban los rituales religiosos. Estaba decorada con cabezas de tigre cubiertas con pelo (en los documentos más antiguos se alude también a esculturas de animales y de personas) y con artesanías muy elaboradas. En la explanada que había frente a la casa se celebraban los convites y ceremonias con los visitantes de otras etnias amigas. Estas fiestas, como ya se ha señalado, duraban varios días y en ellas se consumía chicha abundante; la producción de yuca para la chicha era una de las actividades imprescindibles para cualquiera que quisiera ser respetado socialmente, pues debía ser capaz de invitar generosamente a todos los huéspedes153. Del Castillo, el mejor informante sobre la vida del Mojos antiguo, nos ofrece una visión respetuosa de tales celebraciones: Son inclinados mucho á la embriaguez; porque aunque es verdad que no se embriagan del todo, se ponen furiosos algunos, otros llegan á aporrearse (ya dije que no cogen palo, ni arco ni otras armas algunas), aunque rara a matarse;

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y estas fiestas son á menudo; digo á menudo, porque aunque no llegan á 12 en un año, y en algunos es menos, pero como se convidan de los pueblos vecinos, es el deber de esta manera mas frecuente.154 (…) Este amor recíproco que se tienen unos á otros, se ve cuando se visitan ó pasan de viaje; recíbenlos y les dan la bienvenida a cuantos los encuentran llevarlos a su bebedero, ponerles asientos y de varias partes les traen luego de beber y comer, cuando es hora, y de tantas partes y tanto, que tienen para comer y guardar. Pero tienen una costumbre bárbara, que han de guardar al último plato, con que vienen á comer bien frío; porque las diligentes cocineras lo llevan luego y las no tales, tarde. Cuando no hay mas que traer, les avisan que coman; comen, reciben sus dueños los platos y se lavan las manos, costumbre indefectible que están como espinas, si después de comer no se han lavado. Después, los convidan con sus casas redondas; al cacique y amigos de respeto, les dan hamacas; á los demás les prestan pieles de ciervo. Si es el hospedarse entre especiales amigos, lo tienen á él y á su mujer muchos días en la casa, y juntamente á sus hijos de tal amigo, y allí parte con él de lo que tiene, y cuando se va le da algún regalo, como de algún pato vivo ó cosa semejante; esto último, no siempre. Es de forma este hospedaje, que van por toda la provincia sin necesidad de llevar de comer, á veces 20 y 30 personas; cuando al ir ó venir de Santa Cruz, como el indio lo tenga no le duele el partirlo con los que vienen de otro pueblo al suyo y se aflige cuando no tienen qué dar. Con que de estas virtudes se infiere que no son por extremo codiciosos; porque el hurto es hijo de la codicia, y aquí no hay, el ser partidos no les viene bien con codiciosos.155

Como era tradición entre los arawakos, estos rituales de encuentro fortalecían los vínculos con las etnias amigas, que incluso podían ser de idiomas distintos: “No poco se conoce en estos viajes largos156. Aquí se ve la unión grande que tienen entre sí; pues, jamás concurrieron á cazar juntos á repartir [sic] la caza entre diferentes gremios. Siendo aunque mojos, como si dijéramos portugueses y castellanos; gallegos y andaluces; aragoneses y vizcaínos, no es menester jamás ponerlos en paz; porque jamás saben qué cosa es pendencia”157. Las borracheras fueron una de las preocupaciones principales de los misioneros, que las veían como una dificultad para su obra de asimilación religiosa, por lo que llegaron a prohibirlas y a quebrar las tinajas de chicha. Ante la fuga de los neófitos, accedieron a tolerarlas, pero limitando la cantidad de chicha que se fabricaba. Desde el inicio, procedieron a destruir lo que ellos llamaban bebederos o “casas del diablo”, pues, según ellos, el chamán convocaba al diablo con un brindis ritual de “chicha supersticiosa”. Los arawakos y su sistema político La religión en el “reino” de Mojos tenía sus características propias, distintas a las de la religión de los chiquitanos y los guaraníes. Del Castillo opinaba que los chamanes de Mojos eran menos crueles que los de los pueblos del Paraguay, de base cultural guerrera, expertos en venenos, hechizos y maleficios.

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Es significativo el hecho de que, con la llegada de las epidemias, entre los guaraníes se diesen episodios de linchamiento de chamanes, a quienes consideraban los causantes de las enfermedades, algo que al parecer no sucedió en Mojos, donde los chamanes gozaban de una confianza a toda prueba. La autoridad del chamán estaba por debajo de la del cacique, aunque en algunos casos un mismo individuo ejercía ambas funciones. Es obvio que el chamanismo mojeño estaba en consonancia con un tipo de sociedad que tenía una visión holística del mundo y fomentaba el contacto entre los distintos pueblos. Las etnias más importantes a la llegada de los jesuitas eran los baures, los mojeños pertenecientes a la familia arawak con idiomas estrechamente emparentados, y los cayubabas, un pueblo con un desarrollo social similar al de los baures y cuya filiación ligüística es objeto de discrepancias158. Estas tres etnias fueron, al parecer, el núcleo responsable de la construcción de las infraestructuras en tierra que los arqueólogos estudian actualmente. En las últimas décadas se han producido aportaciones valiosas al conocimiento de la historia de los pueblos arawak y de su evolución desde el siglo xvi hasta el presente. Así, por ejemplo, la doctora Silvia Vidal ha estudiado el chamanismo arawak, su relación con la vida personal, social y política, y su evolución tras el contacto con los invasores llegados de Europa. La organización política se basaba en un sistema de alianzas selladas por enlaces matrimoniales interétnicos, formando jefaturas en las que se agrupaban naciones con idiomas distintos, que Vidal caracteriza como “macrosistemas políticos regionales”. Un jefe o cacique con dotes de liderazgo, asistido por una poderosa elite de jefes menores, detentaba la autoridad suprema. “En el pasado remoto y reciente muchos grandes líderes políticos fueron expertos en enfrentar, manipular y controlar el mundo invisible o lo oculto, y estas cualidades fueron las que precisamente dieron legitimidad y apoyo a su liderazgo político regional.”159 De la eficacia de este sistema político basado en alianzas da una idea el hecho de que se haya documentado la existencia, a finales del siglo xvi, de al menos trece jefaturas en la cuenca del Orinoco y Amazonas que gobernaban unos cuatro millones de kilómetros cuadrados. Algunos de ellos aparecen citados y localizados en la crónica de Gaspar de Carvajal sobre la expedición de Orellana. Según el cronista, había jefaturas o señoríos que se extendían hasta cuatrocientos kilómetros a lo largo del río. El cemento común de estos macrosistemas era la religión del Kúbai, o la “voz chamánica de la creación”, un ser poderoso que controla el mundo visible e invisible a través de su sabiduría160. La religión de Kúwai inspiraba la vida política, social e individual de las sociedades arawak con su visón holística de la creación y como corolario la visión del otro, como sujeto de una posible alianza. Las costumbres y los rituales de las sociedades arawak de la Amazonía y el Orinoco tienen muchas similitudes con los de las de Mojos y Baures,

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lo que nos ayuda a completar la imagen fragmentaria y distorsionada ofrecida por los misioneros. Arawakos e invasores blancos. Dos cosmovisiones opuestas Los primeros contactos de los europeos con las sociedades americanas tuvieron lugar en su mayoría en lugares poblados por etnias arawak: las Antillas, la costa atlántica tropical y la cuenca del Amazonas. Los primeros relatos coinciden en sus observaciones maravilladas sobre la hospitalidad y buena disposición de aquellas gentes. Pueblos libres, de agricultores, con reservas abundantes de alimentos, hospitalarios, bien agestados y leales. La relación, al inicio amistosa, se deterioró pronto a causa del comportamiento de los invasores. Por los relatos de Colón conocemos un episodio significativo de esta evolución. Cuenta que en su primer viaje, el día de Navidad, cuando acudía a la invitación de un cacique local, la nao Santa María encalló y fue necesario descargarla; el cacique organizó el rescate de la carga y la custodia de las pertenencias: “son gente de amor sin codicia y convenibles para toda cosa, que certifico a Vuestras Altezas que en el mundo no hay mejor gente ni mejor tierra. Ellos aman a sus prójimos como a sí mismos”161. La carga se recuperó sin que faltase ni un clavo. Con los restos de la Santa María se construyó el fuerte Navidad, cuyo cuidado quedó encomendado a una guarnición. A su vuelta, en el segundo viaje, Colón se encontró con que los nativos que los habían acogido con sincera amistad, lo habían arrasado y habían matado a toda la guarnición. La imagen del otro en la cultura arawak era la de un posible aliado; de ahí su costumbre de recibir con gran hospitalidad a los extranjeros, una actitud que sorprendió a los conquistadores provenientes de una cultura guerrera y ferozmente individualista, para la que el otro era candidato a presa o vasallo. El avance de la colonización hispana y portuguesa y las epidemias que trajeron consigo debilitaron las sociedades arawak, destruyendo su organización social y política. La Dra. Vidal ha descrito la evolución tras el contacto. En una primera etapa, el poder de las jefaturas fue menguando, los conquistadores quebraron la capacidad de defensa de las sociedades locales debilitando su cohesión, con lo que se avivaron conflictos internos y algunos de los pueblos optaron por emigrar. La penetración colonial utilizó en su provecho algunos de los mecanismos culturales más arraigados, como la alianza matrimonial: los colonizadores tomaron mujeres o concubinas indígenas y asociaron a algunos líderes a sus negocios. Cuando la nueva situación se fue degradando, la cultura de la cooperación poco a poco retrocedió, incapaz de sobrevivir en la nueva coyuntura, y se fue instalando una lógica individualista y predadora. A pesar de ello, los blancos recurrieron al chamanismo como ayuda para su salud y sus de-

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signios políticos. La explotación de la goma o caucho dio una nueva vuelta de tuerca a una situación cada vez más injusta, y redujo a los indígenas prácticamente a la esclavitud. En este nuevo contexto, hicieron su aparición los movimientos mesiánicos interétnicos, liderados por chamanes-profetas162. Surgieron después voces que alertaron sobre la instrumentalización y el mal uso de los conocimientos chamánicos e hicieron una llamada a regresar a las fuentes de la ética ancestral, que tuvo una influencia regeneradora. Finalmente, a mediados del siglo xx, surgen movimientos indigenistas que reclaman participación política como una manera de defender sus derechos ancestrales. Estos movimientos no han cesado de crecer y actualmente tienen una influencia creciente en la política de sus países. Hoy la lucha por los derechos indígenas no procede tanto de ideologías políticas como de las fuentes ancestrales de conciencia y conocimiento. Los testimonios que hemos recogido de algunos líderes indígenas revelan el importante papel desempeñado por los chamanes en esta última etapa: el conocimiento ancestral es historia, cultura y guía para la estrategia163. Mojos arawak Las primeras noticias presenciales de las culturas de Mojos datan de la segunda mitad del siglo xvii; el estado de estos pueblos, sus costumbres y creencias, así como su evaluación posterior hasta el día de hoy, presentan paralelismos con la estructura y la evolución de los estudiados en otros lugares. La inserción de la historia de Mojos en la del mundo arawak y su evolución tras la llegada de los europeos puede ayudarnos a reconstruir un pasado anterior del que no tenemos testimonios directos. Su organización social basada en alianzas, su articulación en torno a unos individuos prestigiosos pertenecientes a linajes con gran capacidad de liderazgo, sus creencias, las modalidades del chamanismo y sus rituales, y la evolución de sus sociedades frente a la colonización, son similares a las de los pueblos baure y muchos pueblos de los Llanos, por lo que podemos deducir que tenían raíces sociales y políticas similares. Estos pueblos, los más meridionales de la familia arawak, lindaban con los del grupo tupí-guaraní, de tradición guerrera, que luchaban por conquistar nuevos territorios. Antes de la llegada de los europeos, los guaraníes habían dominado a los chanés de los Llanos de Grigotá, en el entorno de la actual Santa Cruz, creando una cultura mestiza: la chiriguana164. La expansión tupí-guaraní aprovechó la llegada de los conquistadores, aliándose con ellos para realizar sus conquistas. Así sucedió con la expedición capitaneada por Alejo García desde Santa Catarina contra el imperio inca, y con la de Ñuflo de Chávez, a quien también acompañaron unos miles de guaraníes, que finalmente se asentaron en el actual territorio de Guarayos.

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Poco después aparecen los tupíes brasileños como aliados de las bandeiras paulistas, a la caza de esclavos guaraníes en las reducciones del Paraguay. La bandeira de Tavares, vencida en la batalla de Mbororé, estaba formada por 500 paulistas y 2.500 tupíes; esta derrota desvió las expediciones esclavistas hacia las reducciones de Mojos, de las que queda constancia reiterada en los documentos de la época. Los baures vivían bajo la constante amenaza de los guarayos, asentados al sur de su territorio; poseían “un tipo de fortificación contra la etnia llamada de los Guarayo: éstos hasta el día de hoy han rechazado someterse al yugo de la fe y están acostumbrados a comer carne humana; saqueaban en guerra permanente las poblaciones de los Baure paganos (…) Habiendo aterrorizado los Guarayo toda la región, consiguieron que los Baure se comprometieran a entregarles anualmente cierto número de muchachos y muchachas, pero ni siquiera así estaban a salvo de sus frecuentes e inesperados asaltos. Así pues para solucionar sus problemas de otra forma, resolvieron rodear sus islas con fosos que subsisten hasta hoy y que demuestran la gran población que por entonces debía haber. Conocí islas cuya circunferencia llegaba a las tres millas y que estaban rodeadas de dos y tres fosos”165. Es posible que en los siglos xiv y xv existiese un macrosistema político del que formasen parte chanés, cayubabas, mojos y baures, a los que se podrían añadir los saraveca, asimilados por los chiquitanos, y los parecís, del otro lado del Iténez. Pedro Ceinos resume los conocimientos que se tienen sobre el pueblo extinto de los parecís o paressí, un pueblo pacífico, dócil, populoso, que no era belicoso y que sólo guerreaba cuando se veía agredido. “Un pueblo religioso, con numerosas ceremonias en las que lo chamanes juegan un papel importante. (…) Sus numerosas aldeas, presididas siempre por un templo, estaban comunicadas por caminos limpios y bien cuidados.”166 Aunque el rey de Portugal promulgó “leyes y edictos para librarlos de la nefasta suerte a que se condena a los pueblos brasileños”, de nada servirían estas disposiciones, pues los parecís desaparecieron en las minas de oro o en las plantaciones de la costa; de ellos sólo queda la memoria y un topónimo, la Sierra dos Parecís, situada al sur de un territorio fértil que hoy es objeto de una intensa colonización agrícola167. La semejanza entre las descripciones de los baures y los parecís, también arawak, separados únicamente por las aguas del Iténez, permite conjeturar que podían haber pertenecido a la misma confederación, dado que éstas solían articularse sobre las cuencas fluviales. En tierras del Acre, con la deforestación están apareciendo trabajos en tierra de formas geométricas, que estudia el equipo de Martti Pärssinen de la Universidad de Helsinki168. El hundimiento paulatino de Mojos siguió un proceso similar al de sus parientes culturales del norte: ruptura de la capacidad de defensa del territorio, debilitamiento y fragmentación de la federación, sumisión polí-

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tica y económica a los invasores y pérdida progresiva de su cultura social y religiosa. La expulsión de los jesuitas, la llegada del clero secular y de los colonizadores cruceños, y la explotación de la goma fueron las últimas etapas de la catástrofe. Mojos vivió también la época de los movimientos mesiánicos de búsqueda de la Loma Santa o Tierra sin Mal, que han dado paso a las movilizaciones políticas en defensa de sus derechos. Arqueología La inserción del mundo baure-mojeño en el contexto de las culturas arawak aporta elementos para comprender el modelo de sociedad que hizo posible la colonización de los Llanos de Mojos a partir de una modificación a gran escala de su ecosistema, destinada a alimentar a una población numerosa mediante la acuicultura y la agricultura intensivas. Los restos de las estructuras productivas de Mojos suscitan el interrogante de cómo era la sociedad que construyó las obras en tierra que hoy estudian los arqueólogos. A medida que vamos entendiendo su diseño, cada vez se hace más evidente que responden a una planificación global del territorio, lo que plantea la pregunta sobre el modelo social que hizo posible su construcción para transformar un territorio de más de 200.000 km2. ¿Cómo se realizaba tal planificación, cómo se decidía la obra y cómo se financiaba? Se trataba de un sistema capaz de controlar el conjunto del territorio, movilizar una mano de obra numerosa y especializada, planificar unas obras a escala regional, y financiar y ejecutar infraestructuras de riego o transporte, unos trabajos que con frecuencia beneficiaban a pueblos situados a cientos de kilómetros de la obra construida. ¿Era un sistema autoritario y fuertemente centralizado similar al de los incas o los aztecas, apoyado por la divinización del “emperador”, o bien era el fruto de la cooperación de sociedades distintas con intereses complementarios? Los testimonios sobre los pueblos arawakos atestiguan la capacidad de sus sistemas organizativos para crear sociedades prósperas con un alto grado de desarrollo humano, y las concordancias estructurales e históricas entre Mojos y los parientes de más al norte sugieren que podían pertenecer al mismo ámbito sociopolítico. La religión europea La llegada de los misioneros a Mojos representó la confrontación de dos mundos religiosos: el del catolicismo importado de Europa y el del mundo arawak, entre otros. La cesión del territorio de Mojos a la administración jesuítica, respaldada por el poder colonial, llevó a una profunda transformación no sólo del modelo de sociedad y de sus instituciones, sino también del mundo religioso local169.

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Para entender cómo se desarrolló el proceso, hay que tener en cuenta que en las bases de la acción misionera los elementos doctrinales estaban imbricados con el fuerte etnocentrismo europeo de la época. La verdadera religión, según ellos, sólo prosperaba en sociedades civilizadas; precisaba, pues, la imposición de los modos de vida de las culturas cristianas europeas. A finales del siglo xvi, la Iglesia católica era el mayor poder en Europa; tenía sus propios estados, recaudaba impuestos fuera de ellos y se afirmaba como la única autoridad religiosa legítima. Este poder se había ido forjando durante siglos de evolución. El cristianismo, tras una primera etapa en la que se extendió como un movimiento descentralizado de carácter gnóstico, vivió una etapa de jerarquización creciente bajo la dirección del obispo de Roma, y todos los grupos que no aceptaron esta primacía fueron declarados heréticos. La lucha contra los disidentes fue conformando una iglesia poderosa, autoritaria, dogmática y excluyente, y cada vez más implicada en el poder político; fue en este contexto donde el papa valenciano Alejandro vi otorgó a los Reyes Católicos la soberanía sobre América a condición de que se cristianizase a los nativos. La legitimidad de esta concesión fue discutida por reyes y teólogos, pero fue una de las salvaguardas más eficaces del dominio castellano en América. A pesar de la contestación social contra una organización autoritaria y corrupta, y de los numerosos conflictos entre naciones europeas, se forjó una identidad colectiva de pueblos cristianos, frente a los pueblos del norte de África y del oriente europeo. Según esta visión, el modo de vida de los pueblos cristianos era el modelo de vida civilizada. La Iglesia católica, según su propia doctrina, era la comunidad de los fieles, madre y maestra; su función era instruir a sus hijos en la correcta doctrina, cuyo cumplimiento los llevaría a acceder a la gloria celestial en una comunión o contacto con Dios por toda la eternidad. La vida en la tierra, con todas sus injusticias y dificultades, era el pasaje obligado por un “valle de lágrimas” en el que el cumplimiento de la ley divina, transmitida por la Iglesia, abría las puertas del paraíso. La alternativa era la condenación eterna: las almas de los réprobos iban al infierno a sufrir para siempre tormentos indecibles. “Fuera de la Iglesia no hay salvación.” El paraíso estaba vedado a los herejes, los infieles, los adoradores de otros dioses, los miembros de otras religiones y a aquellos que, por su transgresión de los mandamientos y preceptos de la Iglesia, quedaban excluidos de ella y eran condenados al infierno170. “Id por el mundo y predicad la buena nueva”: tal era el mandato de Jesucristo, y el motor de la obra misionera. En este contexto de creencias, la importancia de acceder a la contemplación de Dios, o gloria eterna, y de evitar el infierno, también eterno, hace que la vida terrenal esté totalmente supeditada a la consecución de la salvación eterna. Las penurias necesarias para alcanzarla resultan desdeñables considerando el premio o el castigo en la otra vida.

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El demonio Según la doctrina católica, la obra de redención de Cristo tiene un enemigo: el demonio, un ángel que se había rebelado contra Dios pero había conservado sus poderes casi intactos, que utilizaba para obstaculizar la obra de salvación de las almas. Engaños, mentiras, sucesos maravillosos, pactos a cambio de poderes maléficos171: todas las tretas eran válidas para alejar a las almas de la salvación eterna. La figura del diablo permitía acusar a quienes se resistían al cristianismo de culpabilidad por haber establecido una alianza con él, en algunos casos sellada mediante un pacto secreto172, con lo que se podía sustentar una acusación de enemistad culpable con Dios. La satanización del chamanismo europeo fue una herramienta eficaz para la represión de las creencias religiosas ancestrales. La noticia sobre fenómenos que hoy llamaríamos paranormales o mágicos ponía a sus protagonistas en grave peligro: si éstos eran adeptos de fidelidad incontestable a la Iglesia, se interpretaban como signos de santidad, como milagros por la gracia divina; por el contrario, si no eran ortodoxos o eran resistentes, se les condenaba como aliados del diablo173. El diablo en América La creencia en que las religiones no cristianas eran una “invención” del diablo para confundir a los humanos determina la limitación mental más excluyente en la relación de los misioneros con las religiones americanas. Los misioneros no encontraron al diablo en América, sino que salieron a buscarlo para arrebatarle a los indígenas “sometidos a su tiranía”. La obra evangelizadora era para los misioneros un reflejo del combate entre el bien y el mal, y los obstáculos hallados para avanzar en la conversión de los nativos se veían como obra del diablo. Eso impidió la sinergia religiosa entre los dos mundos. En algunos casos en que se encontraron similitudes con la religión católica, se atribuyeron a una hipotética predicación de santo Tomé o a una estrategia diabólica más para confundir a los neófitos174. Los primeros predicadores en Mojos se lamentaban de las similitudes entre los ritos marianos y los que los indígenas tributaban a la Luna, pues daban lugar a mistificaciones que juzgaban como peligrosas para la ortodoxia. El conflicto. Los chamanes y el diablo El aparato doctrinal ideológico de los curas católicos no era el más adecuado para comprender el mundo espiritual indígena, y menos aún el de los arawakos. La oposición de los chamanes a la cristianización los convirtió, a ojos de los misioneros, en agentes del diablo. Cualquier dificultad para la con-

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versión era obra del diablo, hasta el punto de que la gran variedad de lenguas que se hablaban en Mojos se consideraba también obra suya. Esto añadía entorpecimientos a la obra misionera, e imposibilitaba la predicación masiva. La sola oposición a las nuevas creencias y el prestigio de las antiguas no era el problema más relevante. Los chamanes tenían un prestigio indiscutido como profetas, sanadores o mediadores con el mundo invisible, por lo que la destrucción de esa autoridad constituía un requisito necesario para la cristianización. El botánico Spruce lo resume así: “Muy pocas veces las descripciones que dan los primeros misioneros sobre las actividades de los payés [curanderos] son completas y confiables. Estos piadosos hombres consideran a los curanderos como el mayor obstáculo para la acogida de la fe cristiana por parte de los nativos; en consecuencia, siempre escribían sobre los payés con cierta impaciencia y disgusto, afectados por la creencia (indudablemente sincera) de que éstos tenían relaciones directas con el demonio”175. ¿Eran ciertos los poderes que los nativos les atribuían? Si lo eran, indudablemente los chamanes recibían el auxilio del demonio; si no lo eran, se les podía acusar de embaucadores culpables. Algunos jesuitas, como Eder, los consideraban embaucadores; para otros eran prisioneros del diablo, pero convencidos de su papel. Los largos ayunos y las disciplinas a que se sometían no eran una ficción: la mayoría de los chamanes eran delgados. Sobre la creencia en sus poderes había también diversidad de pareceres. Existen testimonios escritos sobre hechos considerados reales en los que encuentran objetos extraviados, invocan oráculos que se manifiestan con grandes voces, curan o ejecutan actos realmente sorprendentes, como el que el padre Fernández atribuye a los brujos chiquitanos: el de poder volar cuando quieren176. No todos los misioneros creían en tal relación. El hermano Del Castillo relata el caso de una joven que tuvo un trance visionario y llamó “al padre Cipriano [Barace] para que fuese testigo de aquella novedad y dejase la opinión en que estaba, de que no creía que se aparecería á los hechiceros el demonio sino que eran embustes suyos; bien puede ser que hayan algunas veces, pero no dudo, es constante que el demonio se aparece en toda gentilidad, y de esto hay tantos testimonios, que para la credulidad bastan y me parece no será el demonio menos tirano aquí que en otras partes. Además, que me parece que es costoso fingir tanto ayuno”177. Para el padre Paucke, misionero entre los mocobíes, los brujos no son más que charlatanes, y razona con ironía: “Es patraña de que se les aparece el diablo. Creo yo que el demonio no es de tal condición, que se aparezca al llamado de unos valentones, que si le vieran, comenzaran a huir, y así dieran con toda la máquina diabólica infernal en tierra”178. No era pues fácil conjuntar tantas piezas sin una percepción nueva de la realidad, libre de dogmatismos, algo que parece que no ocurrió.

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Estrategia misionera La satanización de las creencias indígenas autorizaba a los misioneros a exhibir comportamientos muy agresivos. La quema de bebederos, la destrucción de objetos de culto o la profanación de lugares sagrados motivaron la indignación de los nativos, que se rebelaron hasta donde les fue posible, en algunas ocasiones hasta el asesinato o el ajusticiamiento –según se mire– del cura transgresor. Si esos desmanes se hubieran cometido contra la religión católica, se habrían calificado de blasfemos y sacrílegos, y por mucho menos sus actores habrían sido ajusticiados. A veces esa actitud agresiva fue juzgada como poco diplomática; así, como hemos visto, Barace criticó la posición intransigente de Aller, que hizo fracasar un intento de fundación que parecía estar bien encaminado; “es menester más prudencia”, afirmaba el primero. La lucha contra el diablo y su dominio sobre los indígenas justificaba cualquier agresión, pero debía temperarse por razones de oportunidad. A medida que el poder de los misioneros les otorgaba una mayor impunidad, la presión se fue incrementando; en algunos casos, la transgresión ostensible de los preceptos de la cultura local era, a ojos de los misioneros, una pedagogía necesaria para demostrar la insensatez de las “supersticiones” de los indios. Clandestinidad El contacto entre misioneros y mojos llevó a éstos a una táctica de mayor o menor prudencia, según la animosidad de aquéllos. Los chamanes, ante la imposibilidad de ser respetados, pasaron a la clandestinidad, suprimiendo el uso de los distintivos de su condición y ocultándose tras un pacto de silencio y una actitud de ignorancia179. Eder opinaba lo siguiente: El indio es un animal imperfecto, con una inteligencia básica y posible, pero no efectiva; suple esta inteligencia con la mayor capacidad de sus sentidos internos y externos. (…) por lo demás ya advierto que hay algunos –principalmente entre quines tratan con mayor frecuencia con el misionero por razón de sus cargos– a quienes encaja bastante bien la conocida definición del hombre180. Es decir, algunos que estaban más próximos a él mostraban signos de racionalidad. Cualquier cosa que uno les cuente, se lo creen al momento; aunque atiborre el cuento con mil mentiras burdísimas y claramente evidentes y aunque sean inverosímiles y aunque sea un niño quien se lo cuente, no encontrarán nada que les impida creérselo. Reflexionando con frecuencia sobre esta facilidad, llegué a la conclusión que nunca aceptan ni rechazan nada con firmeza, absteniéndose de inclinar su inteligencia a cualquiera de los lados, a causa de no saber o no tener el menor interés en su aceptación o rechazo.181

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El pasaje confirma más la estupidez de Eder que la de sus neófitos. Ante la imposibilidad de dialogar sobre estos temas, la estrategia general fue fingir ignorancia y la aceptación formal de un discurso frente al que no ofrecían ninguna discusión crítica, que sabían inútil, y que sólo podía ser causa de problemas. Ésta es una estrategia adaptativa común entre individuos de cualquier cultura sometidos a un poder incuestionable que solamente busca imponerse. Cabe señalar que los relatos más interesantes son los de los hermanos Soto y Del Castillo. Los jesuitas llaman hermanos coadjutores a los miembros de la compañía que no se ordenan sacerdotes, y que suelen desempeñar un papel de ayudantes prácticos, sin funciones de predicación; esta circunstancia les permitía un mejor contacto con los nativos. Posiblemente su menor beligerancia contra las costumbres indígenas les hacía mejores perceptores de la realidad. Ceinos recoge un episodio acontecido en México y muy ilustrativo sobre las estratagemas de los nativos para burlar a los misioneros… Cuando los jesuitas llegaron a Sinaloa, en la baja California, los chamanes coras proclamaron su deseo de hacerse cristianos y condujeron a los misioneros a sus lugares de culto en la selva, para una vez allí proceder a la completa destrucción de los lugares y objetos de culto. “Con nosotros se han acercado a la fe eterna”, concluyeron los padres, emocionados y satisfechos. Años después, descubrieron que los lugares destruidos pertenecían a enemigos seculares de los coras, los huicholes, de modo que aquéllos se habían vengado de sus enemigos y ganado la confianza de los curas, lo que les permitió desviar la atención de los misioneros y continuar practicando su religión sin ser molestados182. Pecados indígenas En 1702 el padre Marbán escribe un Arte de la lengua moxa. Aunque se trata de un documento interesante para conocer el estado de la lengua en el momento, lo más atractivo es el catecismo anexo, donde da directrices a los confesores, basadas en décadas de experiencia en el trato con los neófitos, y recomienda las preguntas que deben hacerse en el confesionario para conocer los comportamientos contrarios a la doctrina que se va a imponer. Las referentes al primer mandamiento revisten un interés especial para hacerse una idea de los temas puestos bajo el punto de mira de los curas. Transcribimos a continuación las preguntas relacionadas con el chamanismo local: ¿Tienes por Dios a los Demonios? ¿Sueles ir a ver a los hechiceros (tiarauquiono), cuando se les aparece el Diablo (Ereono)? ¿Hasles llevado alguna cosa de comer, u otra cualquiera cosa, para merecer su favor con los Demonios? ¿Has ofrecido alguna taza, flecha, ó arco a los Demonios?

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¿Has hecho chicha para el Diablo, ó bebido de ella? ¿Has cantado o bailado bailes dedicados al Diablo? ¿Cuando matas tigre hácesle chicha ó ayunasle? ¿Te has curado supersticiosamente con espuma ó tabaco, estando enfermo? ¿Llamaste al hechicero para que cure a tu mujer ó á tus hijos con espuma o tabaco supersticiosamente? ¿Has sacado espuma del bejuco, ó hecho cigarros de tabaco para que se curen con ellos supersticiosamente? ¿Has tenido miedo a los pájaros juzgando que es mal agüero? No creas eso, son disparates de vuestros antepasados. ¿Has creído en sueños? No creas en eso, porque es disparate de nuestra fantasía, y no es verdad lo que nos pareció cierto cuando dormíamos. ¿Aborreces ó dices mal de las palabras de Dios? Si es hechicero o hechicera pregúntele así: ¿Se te ha aparecido el diablo? ¿Te has valido del diablo cuando necesitas algo, ó cuando estás enfermo? ¿Sueles untar los ojos á otros supersticiosamente para que sean hechiceros? ¿Has puesto miedo a los Indios para que te crean diciéndoles que los has de matar, ó hacer que se llenen de llagas? ¿Has hechizado a alguno? ¿Has curado supersticiosamente con espuma, ó tabaco, o chupado a los enfermos? ¿Has usado hechicerías con tabaco en el agua para adivinar los hurtos? ¿Aborreces a los Padres, que enseñan a los Indios las palabras de Dios? ¿Mandas a los Indios, que hagan chicha supersticiosa? ¿Hasle hecho casa al Diablo, ó encomendadote a él?183

La delación o chivatazo es también una fuente de información. Hay consejos para ello: “¿Habiendo visto a alguno, que estaba pecando o hurtando, lo fuiste a publicar? Hacías mal en publicarlo, y solo lo habías de haber avisado al Padre para que lo corrigiera”184. Aculturación religiosa La colonización portuguesa en América fue distinta de la española en más de un aspecto. El imperio portugués en América fue la continuación de una expansión iniciada en las costas africanas, y los reyes de Portugal no prestaron oídos a las polémicas de los teólogos sobre la legitimidad de la conquista ni hicieron de la religión un arma de sumisión. Por otra parte, en la América portuguesa el papel de los misioneros no fue tan decisivo ni tan eficaz; la religión no ocupaba un lugar central en la estrategia colonial. En este contexto de relativa libertad, se produjeron hibridaciones o sinergias religiosas entre el cristianismo y las religiones indígenas, y más tarde con las traídas por los esclavos africanos. Macumba, umbanda y candomblé son algunas de las más conocidas. El prestigio de los chamanes extendió su ámbito a la sociedad colonial, especialmente en sus funciones proféticas y curativas, y de apoyo político.

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En el siglo xx surgieron en Brasil, sobre todo en los confines con Bolivia, varias iglesias cristianas de carácter místico cuyo ritual principal es el consumo colectivo de ayahuasca. En todas ellas la simbología está basada en una dualidad de elementos complementarios masculino y femenino; en la bebida o daime, la Banisteriopsis es el elemento masculino y la plantaaditivo el femenino. Este principio dual tiene personificaciones próximas, si no idénticas, a las de las religiones cristianas: Jesucristo o Juramidan es la divinidad, y su madre es Nuestra Señora de la Concepción, llamada también Raina da Foresta, o Reina de la Selva. En Bolivia no se han dado, que sepamos, movimientos similares; la oposición marcada entre lo cristiano y lo diabólico ha impedido que prosperasen formas religiosas sincréticas. Frutos de la resistencia Sobre la obra de destrucción cultural y religiosa, opina Enric Jordà: Cuando llegué a Moxos pensé que los jesuitas habían acabado con toda la cosmovisión antigua y me asusté. Parece que habían hecho tabla rasa. Pero después, al poco tiempo, ya hablando con la gente, fui descubriendo toda esta cosmovisión de los espíritus de los bosques, espíritus de las aguas, del arco iris, de las enfermedades espirituales, de los sueños… Desde el primer día venían a contarme sus sueños a toda hora; entonces vi que hay un mundo que está conviviendo, que está asimilado dentro del mundo cristiano y de la visión cristiana. Hilario Huche es un señor de San Ignacio que tiene como mucha sabiduría. Al principio me abrió los ojos con una frase: “Dios no lo ha dicho todo en la Biblia, sólo ha dicho más o menos la mitad, la otra mitad la ha dejado a la sabiduría de cada pueblo”. Entonces ha habido al comienzo resistencias y que ahora las apreciamos. Gente de entonces decían que eran del demonio. Pero es bonito [ver] como había sabios que decían “no nos podemos vender a los españoles”. Ahora lo apreciamos, pero entonces se decía que eran enemigos de Cristo. Pero bonito que digamos este pueblo ha sabido resistir para su cultura, para su religión, y después poco a poco a poco, no la primera generación, pero la segunda, la tercera, ya se sentía que ésas eran sus raíces como pueblo multiculturales.185

Futuro Pese a la estrategia de exterminio de las culturas nativas americanas, algunas han sobrevivido al genocidio y la aculturación y afloran de nuevo para plantear nuevos retos en un mundo cada vez más globalizado; reclaman un lugar propio en el concierto de los pueblos y desentierran problemáticas o visiones que ya parecían arrinconadas por una corriente cultural de progresivo individualismo. Paradójicamente, estos pueblos encuentran su energía y modernidad en sus tradiciones ancestrales, en el conocimiento de sus viejos, un conocimiento que ha superado la prueba del tiempo y que aparentemente había sucumbido al embate de otros más poderosos.

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Para penetrar en este mundo tan complejo, se precisa una mirada libre de la ideología colonial y las adherencias etnocéntricas; el sistema social y político arawak, con su visión holística del mundo, aparece como la base de una construcción social rica. Las sociedades que maravillaron a los invasores no eran fruto de una incapacidad para la destrucción, ni representaban un estado infantil de evolución social, propio de unas gentes de inteligencia rudimentaria, sino una construcción social sutil y compleja, una sociedad próspera y pacífica que consiguió niveles de bienestar desconocidos en el Viejo Mundo. Aquella gente, de la que decían que era la mejor posible, construyó sociedades con un nivel de desarrollo humano sin precedentes. Que sucumbiesen ante la agresión de los invasores no invalida la superioridad de su desarrollo social. Su singular sistema político y social merece un lugar entre las grandes construcciones sociales de nuestra historia.

Arte mojeño Los jesuitas fueron recopilando algunos relatos seleccionados que publicaban en Europa para edificación de los fieles186. En ocasiones, las ansias propagandísticas y su etnocentrismo hacen que sus afirmaciones resulten grotescas. Un buen ejemplo de ello lo ofrece el padre Orellana, biógrafo de Cipriano Barace, al afirmar que éste había bautizado a más de 40.000 “idólatras”, cuando el mismo Barace, en una carta al padre provincial, comenta que la población de Mojos no sobrepasa los 3.600 habitantes. “Había hallado –dice Orellana refiriéndose a Barace– hombres desnudos de todo sentimiento de humanidad y más feroces que las bestias mismas y dejaba [a su muerte] un pueblo humanizado e instruido en las más altas máximas de la piedad y la religión.”187 Las maravillas que, según Orellana, obró Barace no acaban ahí: “Como podían las artes contribuir mucho a hacerlos más humanos, halló el secreto de enseñarles las más necesarias. Presto se vieron entre ellos labradores, carpinteros, tejedores y otros artífices de esta clase que fuera inútil referir aquí por menor”188. ¡Un verdadero avatar, al que deberían nombrar santo patrón de la cooperación internacional! Son numerosos los testimonios sobre la maestría de los artesanos de Mojos. Según el gobernador Lázaro de Ribera: “Todo cuanto se dice sobre la incapacidad de los indios, su inconstancia e indiferencia a todo, es una ficción teatral fabricada por la tiranía o por la necesidad. Los indios Moxos son los vasallos más hábiles, industriosos y fieles, que el Rey tiene en sus dominios”189. El historiador René Moreno, un siglo más tarde, recoge también testimonios sobre la variedad y calidad de las manufacturas mojeñas que se comercializaban en el Alto Perú. ¿Cuál era la razón de que en este lugar remoto existiera una cultura artesana tan rica? Para algunos jesuitas, se trataba de uno de los logros del

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proceso de reducción: eran ellos los que habían enseñado las artes y oficios a una gente inculta y primitiva, unos indígenas que, aunque faltos de inteligencia, tenían un instinto imitativo muy desarrollado. El relato más extenso que nos ha llegado sobre la cultura material del Mojos reduccional es a través de la obra de Eder, quien proclama su admiración por la belleza y finura de sus manufacturas, en algunos casos, según él, sin parangón en el arte suntuario de Europa. Maestros y oficiales La relativa pobreza de la sociedad indígena, la aparente carencia en Mojos de yacimientos de metales preciosos190 y la incomunicación con el resto de la colonia dificultaban el comercio y obligaban a una política de autosuficiencia, unos condicionantes similares a los que se daban en los Llanos de Grigotá. La organización de la sociedad rural en la que los curas basaban su proyecto requería, además de un campesinado eficiente, la contribución de artesanos especializados en otras tareas. Una vez aposentada la autoridad de los misioneros, a finales del siglo xvii, se intensificó la formación de artesanos dedicados al arte sacro, con una importante contribución de sacerdotes y coadjutores procedentes sobre todo de Italia y Alemania. Los jesuitas de las misiones provenían de todos los países gobernados por los Habsburgo. La formación de lo que en Europa llamaban “maestros” progresó rápidamente: tejedores, escultores, albañiles, repujadores de metales, forjadores, fundidores, pintores, constructores de instrumentos musicales, compositores de música sacra, bordadores, tapiceros, talabarteros, curtidores, herreros, forjadores… En poco tiempo el proyecto misional había conseguido una elite de artesanos de gran maestría, que más tarde serán quienes suministren manufacturas de calidad más allá de sus fronteras. Los jesuitas se atribuyeron en exclusiva el mérito de esta gesta sociocultural, pero una observación atenta obliga a matizar tal aseveración, seguramente asentada en su etnocentrismo y la necesidad de ensalzar su labor misionera en Europa para reclutar adeptos y donantes. “Ya han aprendido a hilar y a hacer tela para taparse”, decía el padre Arlet en 1698; una afirmación gratuita a la vista de testimonios anteriores: “Su labor es de algodón; tejen y hilan con mucho primor; y en San Lorenzo tienen mucha codicia de los tejidos de este y otros pueblos”191. Esta artesanía, de raíces muy antiguas, era apreciada por los cruceños, hasta el punto de que “el interés de la ropa y piezas” fue el motivo de algunas expediciones de saqueo en Mojos. La capacidad artística de los mojeños encontró su espacio de manifestación en el arte sacro de la nueva religión, al que los misioneros dedicaron sus esfuerzos para dotarlo del máximo esplendor. Alcide d’Orbigny, en su

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visita a Mojos en 1832, pese a contemplar lo que ya estaba en franco abandono, todavía afirmaba que la riqueza artística de las iglesias de Mojos era comparable a la de las mejores catedrales del Viejo Mundo. La construcción y equipamiento de las iglesias fue el campo más fértil de interrelación entre la cultura importada y la autóctona, y alumbró un barroco misional con características propias192. La mayor parte de los objetos de culto se han perdido; muchos fueron vendidos a los portugueses por los curas que llegaron después de la expulsión, y otros, sobre todo los de plata, se fundieron para financiar la guerra del Chaco. Arte textil El arte del tejido ocupaba, al parecer, un lugar importante en el antiguo arte indígena mojeño, posiblemente similar al de los pueblos del Alto Perú, que se proveían en las tierras de la Amazonía de algunos de sus tintes vegetales y del plumerío para sus tapices de plumas. Si a la llegada de los españoles ya existía un arte textil con un nivel comparable al del arte suntuario de las incipientes sociedades burguesas europeas, ¿qué interés o función podían tener los tejidos en las sociedades antiguas, en que los nativos de casi todas las etnias andaban desnudos?193. Probablemente, se trataba de los restos de un arte suntuario de la sociedad antigua con funciones simbólicas o religiosas, y no sería de extrañar que los mojeños intercambiasen con los cruceños los tejidos de su arte religioso para obtener herramientas de hierro, animales domésticos y abalorios. El conocimiento del arte textil estaba bien enraizado en la sociedad indígena: Muchos demostraron su destreza en la técnica textil. Los hubo, ciertamente, que copiaban cuanta tela y tapicerías se traían para los templos. Había que darles un trozo de tela: la destejían, poniendo los hilos donde les parecía oportuno; la examinaban y regresaban pidiendo lanas de los mismos colores que tenía el tejido; luego extendían los hilos sobre dos palitos atados en forma de cruz y tejían la tela que habían recibido para copiar. ¡Qué hilos tan finos de algodón sabe hilar y que fuertemente los teje una gente que hace poco vagaba desnuda por el monte! (…) que hombres y mujeres de alta alcurnia no dudaron en reconocer que en Europa jamás se hizo ni vio nada parecido.194

Las técnicas de hilado y tejido eran distintas a las de otras sociedades y tenían sus raíces en la cultura arawak: La forma como hilan las indias es absolutamente diferente de la nuestra y no se quién se la enseñó: se sientan en el suelo, colocan el huso –por la parte que sobresale de la ruedecilla– entre el dedo pulgar y el índice del pié izquierdo, apoyando el otro extremo sobre el empeine del pie derecho (…) Cogen con la mano izquierda el algodón preparado con anterioridad, mientras que con la palma derecha mueven el huso sobre la mencionada pantorrilla de abajo arriba; el hilo que poco apoco se va formando del algodón, lo estiran con la izquierda

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hacia arriba, pero con tal rapidez que dejan muy atrás a las mujeres europeas. Jamás mueven el huso de su lugar, tanto si hilan el hilo como si –una vez hilado– lo envuelven en el huso.195

La materia prima procedía de las especies autóctonas de Gossipium americano, algunas de una especial calidad: El arbusto del algodón silvestre –que se encuentra por doquier– puede figurar entre los mayores. Su flor es blanca, aunque se va convirtiendo en algo dorada. Su producción es mucho mayor que la que suele dar al algodón doméstico; en cambio sus semillas son mucho menores, más o menos como las semillas de una cereza pequeña. Pero el algodón mismo, del color de los zurrones, es mucho más suave que el corriente, brillante y, según opinión universal de los que lo pudieron apreciar tanto en Viena como en otras partes, supera con mucho a la seda. Nosotros nunca lo utilizamos y aunque varios intentaron hilarlo, jamás pudieron conseguirlo, por romperse a cada momento. Si en los años que residí allí hubiese sabido lo que aquí me han dicho, habría tejido con toda facilidad telas elegantísimas, muy superiores a las de la seda.196

Los indígenas americanos seleccionaron variedades de algodón con fibra de distintos colores, que permitían confeccionar tejidos sin necesidad de tintar la fibra. Por desgracia, la mayor parte de estas variedades se han perdido, y sólo se conserva la más común o mollao, aunque hay noticia de que aún pueden encontrarse plantas de las variedades rojizas y celestes. La cita de Eder apunta además a la existencia de otras clases de fibra de gran finura. Tapices de plumas La representación “pictográfica” de figuras no era exclusiva del arte textil. Los indígenas las plasmaban también en sus tapices con plumas, en la cerámica y en las esteras. Los tapices o mosaicos de plumas eran una de las manifestaciones más refinadas del arte mojeño: Merecen mencionarse los trabajos que hacen con plumas. No han recibido de los europeos las reglas y el método de este arte, pues ya los aprendieron cuando vivían en el monte. Arrancan las plumas más pequeñas del pecho de las aves y de debajo de las alas, y las reúnen; ofreciéndoles América plumas de tantos colores cuantos un pintor puede plasmar –y aún mucho más vivos–, les es fácil reunir con poco trabajo gran abundancia de ellas; combinadas artísticamente las cosen a una tela, pero de manera que quede cubierta toda la labor y que las plumas queden apretadas entre sí con tal belleza, que parezcan nacer de allí. Imitan varias aves, animales, o, incluso hombres blandiendo el arco o pescando; luego al bailar lo agitan como escudos. Actualmente y por esfuerzo de los Padres, pueden verse también labores elegantísimas, como imágenes de santos, manteles de altar y otras muchas cosas que ciertamente recibirían las alabanzas aun entre los más refinados europeos, que muchos no creerían tratarse de una tabla coloreada con plumas si el tacto no les sacara del error.197

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Los tapices que antes habían decorado los bebederos pasaron a decorar las iglesias misionales, pero representando una nueva simbología. La primera noticia que tenemos de ellos es de 1595 y se debe al padre Jerónimo Andión, que acompañó a Suárez de Figueroa en una entrada a Mojos: “En medio de la plaza está una ramada grande, muy bien hecha donde comen y beben… Júzgase que éstos tienen alguna adoración y que entra allí el hechicero hablar con el demonio. Tiene esta ramada sus asientos por todos lados… Hallóse un cuadro labrado de plumería de colores muy finos y vistosos”198. Las aves y los animales que se representaban en los tapices son los achanes, espíritus arquetípicos de los animales de la selva, con los que se pone en contacto el motire o chamán. También aparecían en la cerámica199, en las esteras200 y, en forma de esculturas, en los bebederos201. A estos achanes se les dedicaban bailes y canciones: “formando rueda y cogiéndose de las manos, cantan algunas coplas en su lengua, sobre algún ave, animal o árbol; con la excepción de la elegancia del texto y del salero autóctono en el hablar, no puede haber nada más fastidioso e insípido. Al final de cada estrofa inclinan tanto el cuerpo que con la cabeza casi tocan al suelo”202. Los tapices de plumas se usaban también como mantos de los chamanes en sus rituales: “(…) y habiendo entrado en un pueblo muy grande, puesto en forma, con plaza y calles, halló a toda la gente de él junta, a la puerta de un Templo dedicado al Demonio, a quien actualmente estaban ofreciendo sacrificios, puestos sus dioses todos en la puerta del templo, vestidos muy curiosamente de plumas, con unas mantas vistosas, todas labradas, como las que usan los indios de nuestro Perú”203. Tallas En los bebederos se encontraban tallas en madera de peces, pájaros y a veces de figuras humanas, que los curas se apresuraron a destruir. Más tarde, las habilidades escultóricas de los mojeños encontraron su aplicación en la fabricación de la imaginería religiosa de los templos. Soleto Pernia, en la crónica de su entrada a los torocosíes, ofrece el siguiente testimonio: “dimos con un descansadero [bebedero] suyo. Hallamos muchos árboles arrancados, las raíces puestas hacia arriba… Y en estos árboles arrancados estaban pintados rostros de demonios, digo labrados, con muy sutiles herramientas de manera que me pareció que era para adorarlos cada vez que llegaban ahí”204. Más adelante, señala un hallazgo similar: “Tenían (…) muchos árboles en pié con las raíces vueltas para arriba como a manera de figuras de diablos, porque estaban mucho de feos y espantosos. Y digo que todos los que hallamos dentro de sus casas, y todo lo que fuera feísimos. Visto que habíamos visto un Cristo, digo un bulto como un hombre crucificado que tenía rostro, brazos y piernas y pies como nosotros”205.

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Una vez más, el arte religioso antiguo encontró su aplicación en los nuevos templos: (…) fueron expuestas dos estatuas del Nazareno atado a la columna y despedazado por los azotes; una tallada en Nápoles y la otra por un indio de cierta reducción, quien había copiado la primera con tanta precisión, que ni yo ni muchos otros que se encontraban casualmente presentes pudimos distinguirla de aquélla. A otro al que vi que había tallado una cuchara de madera con gran elegancia, le mandé tallar una imagen del Crucificado para la mesa. Hasta entonces no había probado nada semejante: pidió una imagen; le di una que según la tradición había hablado al emperador Fernando. La copió con tal exactitud, que muchos misioneros no pudieron encontrar en ella la más leve falta.206

Estilos cerámicos y escritura La elaboración de cerámica era una tarea encomendada a las mujeres, y la había también de gran belleza. Los colores más frecuentes eran el rojo, el negro y el azul. La técnica era manual, y la forma se construía a base de sobreponer rollos y más tarde pulirla. Las culturas americanas desconocían el uso del torno de alfarero. A las arcillas se les añadía como desengrasante arena, cerámica o conchas molidas, o las espículas de una esponja de río que los baures llamaban “deimoichico”207. Kenneth Lee recuperó hornos con muflas. Esta técnica de quema o cocido se usa en la cocción de piezas de calidad, en las que se quieren preservar los esmaltes delicados de la contaminación de otras piezas o las cenizas del combustible. Desafortunadamente, son escasas las reproducciones de la decoración de las cerámicas mojeñas, aunque los pocos testimonios que se conservan tienen mucho interés. Algunas de las urnas rescatadas por Nordenskiöld a principios del siglo xx de la loma Hernmarck tienen unas cenefas con sucesiones de imágenes que semejan caras estilizadas y que presentan similitudes con las escrituras mesoamericanas. Al interrogarse sobre su significado, llega a la conclusión de que pueden ser el origen de la suposición de que hubo en Mojos una forma de escritura, aunque él no sea de este parecer208. La afirmación de que existía una escritura en Mojos proviene de Viedma, quien a su vez cita a Lázaro de Ribera. Según el gobernador, los mojos poseían una escritura “cuya inteligencia y manejo pide mucha combinación y una memoria muy feliz”, lo que apunta a algún tipo de escritura ideográfica. Cuesta creer que la existencia de tal escritura hubiera pasado desapercibida a los jesuitas, a menos que fuese considerada como un secreto precioso. Si fue así, ¿cómo tuvo noticia de ello el curioso gobernador Ribera? Resulta curiosa la similitud de estos motivos con los de la escritura maya.

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El camino de la serpiente Hay otro interesante motivo decorativo en la cerámica de la loma Hernmarck. Se trata de una urna cuya mitad superior está decorada con un campo que representa una especie de laberinto de trazos toscos209. Durante la campaña arqueológica del Proyecto Moxos, recuperamos en la loma Perro Muerto una urna funeraria que iba a ser destruida con la apertura de un camino; en su interior había dos vasijas con un dibujo similar en forma de laberinto, pero de ejecución más cuidada. En una de ellas, el motivo se utilizaba como fondo, era más complejo y aparecía interrumpido por formas ganchudas semejantes a las de la urna de Hernmarck210. La otra vasija presentaban un dibujo parecido formado por trazos rectos y rizados alternativamente. Curiosamente, este estilo se asemeja al de los motivos decorativos en cerámica y tejidos de los shipibo, pertenecientes a la familia pano del Alto Ucayali211. El origen de este estilo está, al parecer, en las visiones de los chamanes shipibo en trance con ayahuasca. Plutarco Naranjo, en su obra sobre esta bebida212, reproduce una vasija y un cuenco usados en los rituales; las piezas están decoradas con una sucesión de laberintos de estructura también hexagonal, similares a los de Mojos y los shipibo aunque sin figuras sobrepuestas. Resulta sorprendente la similitud de estos motivos decorativos en culturas tan alejadas en el espacio y el tiempo. ¿Podemos concluir que los motivos decorativos en forma de laberinto son indicio de un mundo religioso común asociado al uso de la ayahuasca y cuya inspiración está en el trance ocasionado por la planta sagrada? En 1992 fotografiamos en Santa Cruz de la Sierra una imagen de cerámica hallada en Baures con la cara en forma de disco. Seguramente representa a la Luna, a la que algunas etnias consideraban como madre e invocaban para ayuda y consejo. Pese a la pretensión de los jesuitas de haber iniciado a los mojos en la artesanía, éstos ya contaban con una larga y valiosa tradición artística, con personalidad propia. El canto, la música, la escultura, la decoración con plumas, tejidos o pintura se habían desarrollado en el mundo religioso antiguo, y aunque podrían haberse perdido en una sociedad de encomenderos, se mantuvieron y desarrollaron al servicio de la nueva religión en un proceso creativo de mestizaje cultural.

La expulsión de los jesuitas La expulsión de los jesuitas de los dominios de la corona española constituyó una inflexión en la historia de Mojos, aunque fue consecuencia de unos acontecimientos a los que los mojos eran completamente ajenos.

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La influencia y el poder de los jesuitas en América habían ido creciendo de manera imparable desde su llegada al Perú en 1568, a petición del virrey Toledo, para ayudar a la conversión de los indígenas. La respuesta de la Compañía fue decidida: envió sacerdotes preparados y encuadrados en una organización rigurosa y en 1578 recibieron el encargo de gobernar la reducción de Juli, junto al Titicaca, a pesar de que la Compañía rechazaba la administración de parroquias a fin de evitar la explotación económica de los feligreses, obligados a pagar los diezmos y primicias, y la administración de sacramentos. San Ignacio establece que no hay que cobrar por aquello que nada ha costado. Tras un periodo de experimentación, en 1607 inician sus misiones en el Paraguay, las más exitosas y conocidas de todas las que fundaron213; al cabo de un siglo, las misiones jesuíticas cubrían un territorio más extenso que España. Su desarrollo no estuvo exento de conflictos. Para el clero secular, las reducciones sustraían a su explotación una parte de sus feligreses-contribuyentes, y para los colonos, los productos de las reducciones, sobre todo la hierba mate214, representaban una competencia que consideraban desleal215; además, veían limitada su capacidad para reclutar mano de obra indígena, que fue escaseando cada vez más a consecuencia de las continuas epidemias216. La oposición contra los jesuitas iba en aumento. Se les acusaba de haber creado un poder opaco que constituía una amenaza para el dominio colonial. La prohibición a los españoles de entrar en las reducciones y la catequización en las lenguas indígenas eran algunas de las pruebas que se aducían para demostrar que los jesuitas pretendían crear un estado guaraní independiente (según dijeron algunos, con el rey “Nicolás” a la cabeza)217. En 1750, cuando había ya veintidós reducciones bien organizadas, se firmó el Tratado de Madrid entre España y Portugal, que redefinía la fron-

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tera entre Brasil y el Paraguay y ordenaba la entrega a Portugal del territorio de las siete reducciones al este del río Paraguay y la evacuación de los 30.000 guaraníes que las habitaban. El Tratado de Madrid era una traición a los guaraníes: ellos habían aceptado dar vasallaje al rey de España y, a cambio, se les había puesto bajo la tutela de los jesuitas, cuyo superior había sido declarado “protector de los guaraníes”218. Con el tratado se les obligaba a ceder sus tierras a Portugal, unas tierras que habían defendido con las armas contra los bandeirantes y el ejército portugués. La orden de evacuación cayó como una bomba entre los misioneros: por un lado, debían obedecer a sus superiores, que acataban la orden real219; por el otro, la cesión suponía traicionar el pacto que había posibilitado la creación de las reducciones. En la compañía de Jesús la norma era la obediencia ciega a los superiores, que san Ignacio definía como “perinde ac cadaver”. Conscientes del dilema moral que planteaba el tratado, los superiores conminaron a la obediencia ciega bajo pena de pecado mortal. Los setenta misioneros responsables de las reducciones redactaron una carta señalando que el tratado era contrario al derecho natural e hicieron llegar una copia al rey, a su confesor, al virrey, a la Audiencia de Charcas y al vicario general de la Compañía. En enero llegó el padre Lope Luís Altamirano, a quien se encomendó la ejecución de la orden. El padre José Cardiel tomó la iniciativa y proclamó que las órdenes del padre general no obligaban en conciencia, pues eran contrarias al derecho natural, el derecho de los indígenas a sus tierras, cuyos bienes no podían serles arrebatados220. Los acontecimientos se precipitaron: seis reducciones se sublevaron contra la orden, detuvieron a un grupo de funcionarios encargados de delimitar la nueva frontera (1752) y al año siguiente el provincial padre Barreda dimitió ante notario, declarándose incapaz de conciliar su fidelidad al rey con la ejecución de las órdenes recibidas. Los guaraníes, que habían matado a un corregidor, recibieron la ayuda de pueblos no reducidos, entre ellos los charrúas. El padre Altamirano, despreciado por todos, se retiró a Buenos Aires. Tres reducciones del margen occidental del Paraguay, que no estaban afectadas por la orden de evacuación, acudieron también capitaneadas por Nicolás Ñeenguirú221, hijo del héroe de la batalla de Mbororé222. Algunos jesuitas se quedaron con los insurrectos. Estalló una guerra en toda regla. Las tropas guaraníes hicieron retroceder a las tropas capitaneadas por el gobernador. Al cabo de dos años, en febrero de 1756, la guerra concluyó con una batalla en la que fueron masacrados 2.000 guaraníes. El gobernador de Buenos Aires, que había sido el receptor de las quejas y súplicas de los reducidos, lloró al conocer el desenlace. Tras la muerte de Fernando vi en 1759, su sucesor Carlos iii denunció el tratado y dio orden de reconquistar las tierras cedidas y reinstaurar en

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ellas a los nativos. Mientras tanto, el marqués de Pombal responsabilizó a los jesuitas de la resistencia guaraní y en 1759 los expulsó de Portugal; el rey de Francia lo haría en 1764. El poder de la orden era enorme y se había ganado enemigos muy poderosos. Las intrigas de éstos consiguieron despertar la desconfianza del rey, que en 1767 acabó dictando una orden secreta de expulsión de los jesuitas de España y de las colonias. ¿Cuáles fueron las razones de este cambio tan rápido de actitud en un monarca que incluso había acogido a los jesuitas expulsados de Francia? Nunca quiso desvelar sus razones, ni siquiera al propio Papa, que en 1793 prohibió la orden en toda la cristiandad. Dinastía jesuítica En la iglesia de los jesuitas en El Cuzco hay un cuadro que ilustra un hecho pocas veces considerado por los historiadores. En él se representan los retratos de los “reyes” incas, a quienes suceden Carlos v y sus sucesores en el trono español como reyes del imperio. En el cuadro aparece un grupo de personajes de la familia inca y otro grupo de españoles. Hay una inscripción que detalla lo siguiente: Don Martín de Loyola, Gobernador de Chile, sobrino de nuestro Padre San Ignacio, hijo de su hermano mayor Don Beltrán de Loyola, casó con Doña Beatriz Ñusta heredera y Princesa del Perú, como hija de Don Diego Ynga, su último Rey. Por haber muerto sin hijos su hermano Don Felipe Inca, de Don Martín y de Doña Beatriz nació Doña Lorenza Ñusta de Loyola, que pasó a España por orden de nuestros Reyes Católicos, y la casaron en Madrid con el Excelentísimo Señor IV [Juan] de Borja hijo de San Francisco de Borja y Embajador del Señor Rey Don Felipe ii a Alemania y Portugal. Con este matrimonio emparentaron entre sí y con la Casa Real de los Reyes Yngas del Perú, las dos casas de Loyola y de Borja cuya sucesión está hoy en los Excelentísimos Señores Marqueses de Alcañises, grandes de primera clase.

Resulta entonces que la línea sucesoria del inca estaba emparentada con san Ignacio de Loyola, fundador de la Compañía, y con san Francisco de Borja, uno de sus fichajes más logrados, un personaje carismático que había sido amante de la reina, nieto de un Papa, duque de Gandía y virrey de Cataluña. En un clima de recelo contra los jesuitas, acusados de querer crear una república independiente a su mando, este entronque entre los jesuitas y la dinastía inca no podía contribuir a tranquilizar los ánimos de la Corona.

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Carta de Colón a los Reyes Católicos en la que anuncia el descubrimiento del Nuevo Mundo, fechada el 15 de febrero de 1493. Una Real Orden fechada en 1503 autorizaba a esclavizar indios caribes, si éstos no querían escuchar “el requerimiento” en que se les conminaba a hacerse cristianos y aceptar someterse. Las Casas, Memorial al Consejo de Indias, hacia 1565. Son las llamadas “bulas alejandrinas”, concedidas por Alejandro vi: Inter caetera primera y segunda, Eximie devotionis y Dudum siquidem. En ellas, el Papa reafirma su derecho a otorgar soberanía sobre las nuevas tierras como representante de Cristo, delimita geográficamente los derechos de Portugal y España, y supedita la soberanía al compromiso de evangelizar a los nativos (Armani A, Ciudad de Dios y Ciudad del Sol. El “Estado” jesuita de los guaraníes [16091768], México: Fondo de Cultura Económica, 1996; y Hanke L, La lucha por la justicia en la conquista de América, Madrid: Ediciones Istmo, 1988, p. 41). La eclosión de la España moderna fue un parto de más de un siglo, plagado de enfrentamientos sangrientos que culminarían en 1936 en una guerra civil en la que ambos bandos rivalizaron en ferocidad y lucharon bajo dos banderas distintas, y que acabó con la victoria de los facciosos y la instauración de la dictadura de Franco. Finalmente, España va construyendo una convivencia democrática, resolviendo viejos pleitos incrustados en la sociedad moderna. La saga de los groenlandeses/La saga de Erik el Rojo. Madrid: Ediciones Siruela, 1983, edición de A. y P. Casariego. Los recientes estudios de adn mitocondrial apuntan a un aporte humano llegado a través del Pacífico. Al parecer, la colonización humana de las islas del Pacífico se hizo en un periodo de unos mil años. Una hazaña imposible de no poseer conocimientos muy avanzados en el arte de navegar. La posibilidad de hallar una isla navegando al azar es estadísticamente despreciable. Una prueba más de las habilidades de los navegantes antiguos. Nordenskiöld E. Origen de las civilizaciones indígenas de América del Sur. Buenos Aires: Bajel, 1946, p. 10. Nordenskiöld, op. cit., p. 44. En América los eclesiásticos podían tener encomiendas, como fue el caso de Bartolomé de las Casas antes de su crisis religiosa. Las rentas del obispo de Lima llegaron a ser superiores a las del virrey. “Al segundo obispo peruano de la ciudad llamada Chuquisaca el rey paga anualmente ciento sesenta mil florines, cantidad que si lo desea puede duplicar sin esfuerzo (…) Conozco párrocos, y no de poblaciones de españoles, sino de doctrinas de indios, cuya renta anual es de treinta y dos mil florines” (Eder FJ, Breve descripción de las reducciones de Moxos [1772], Cochabamba: Historia Boliviana, 1985, p. 30; traducción, edición e introducción de J.M. Barnadas). Cfr. Armani, op. cit., p. 17 y ss. Las bulas papales fueron una importante ayuda para el afianzamiento de la colonización castellana. Francisco i de Francia objetaba: “¡Me gustaría tanto ver la cláusula del testamento de Adán que me excluye del reparto del mundo!” (apud Armani, op. cit., p. 20). Armani, op. cit., p. 36. Las disposiciones de protección de los indios sufrieron continuos acomodos, y con harta frecuencia eran burladas por los colonos. En 1503 se autorizó la esclavitud para los indios caribes que rechazasen el requerimiento para convertirse a la nueva religión. En Cataluña, según los censos de la época que se han conservado, los dominios eclesiásticos eran casi tan numerosos como los reales y de la nobleza juntos. Las Casas se convirtió para muchos en una auténtica pesadilla por su incesante denuncia de los desmanes de la colonización. Polemista terrible y trabajador infatigable, se ha convertido en símbolo histórico en la lucha por la injusticia en América. En 1659, su obra más conocida, Brevísima relación de la destrucción de las Indias, fue prohibida por la Inquisición, quien la juzgó ofensiva para España. Menéndez Pidal publicó un trabajo dedicado exclusivamente a desacreditarlo: El padre Las Casas. Su doble personalidad (Madrid: Espasa Calpe, 1963). Armani cita algunas denuncias de obispos: “No hay esclavitud ni cautiverio en Berbería ni en galeras de turcos de mayor sujeción”, escribía en 1592 el arzobispo Mogrovejo al

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rey Felipe; en 1593, el obispo de Lima condenaba duramente la encomienda en una carta a Felipe ii, y en 1606, el obispo de Tucumán se refería a los encomenderos como “demonios encarnados” (Armani, op. cit., p. 41). En el convento de San Felipe de Bolivia se conserva un acta notarial firmada en 1549 delante de testimonios por fray Luis de Betanzos, que en trance de muerte declara: “yo muchas veces he hablado de cosas que tocaban a los indios diciendo algunos defectos de ellos, y dejé en el Consejo de Indias de Su Majestad escrito y firmado de mi nombre un memorial el cual trata de los dichos defectos, diciendo que eran bestias y que tenían pecados, y que Dios los había sentenciado, y que todos perecerían, de donde podía haber resultado grandes escándalos y haber tomado ocasión los españoles hacer más males y agravios y muertes a los dichos indios que por ventura hicieran no sabiéndolo (…) Y digo que quisiera tener salud y me pesa por no poder hacer retractación delante de todos los consejeros de Indias y delante de todo el mundo que fuera necesario, y revoco y doy por ninguna todas las proposiciones que en el parecer que dejé en el Consejo escrito y firmado de mi nombre en poder del secretario Sámano, del Consejo de Indias, así escandalosas y malsonantes y todo lo que en perjuicio de los indios dije y afirmo en aquel memorial o fuera de él contra la salud de aquellas ánimas y cuerpos lo revoco. Y por signo que es verdad lo firmo con mi nombre. Fecha en San Pablo de Valladolid viernes trece de septiembre de 1549” (apud Hanke L, La lucha por la justicia en la conquista de América, Madrid: Ediciones Istmo, 1988, p. 127). Al parecer, el primer arzobispo de Lima, defensor de la mita, cuando estaba en trance de muerte hizo una retractación similar pidiendo que se comunicase al rey (ibídem). Armani cita la sensata opinión del primer virrey de México: “Tratad a los indios como a todos los otros; no hagáis para ellos reglamentos particulares” (op. cit., p. 25). Según Lewis Hanke, “la conquista de América por los españoles no fue sólo una extraordinaria hazaña militar en la que un puñado de españoles sometió todo un continente en un plazo sorprendentemente corto de tiempo, sino, a la vez, uno de los mayores intentos que el mundo haya visto de hacer prevalecer la justicia y las normas cristianas en una época brutal y sanguinaria” (op. cit., p. 17). Las denuncias de eclesiásticos de la injusticia de las encomiendas son numerosas e inequívocas (cf. Armani, op. cit., pp. 41 y 50). El primer ensayo fue en 1515, promovido en Cunamá a iniciativa de Bartolomé de Las Casas; en 1575 los franciscanos fundan la primera reducción en Paraguay, y un año más tarde los jesuitas se hacen cargo de Juli, junto al lago Titicaca. Iskenderian E. Entrevista a Enric Jordà (en: motacu.blogspot.com). Armani, op. cit., p. 52. Armani, op. cit., pp. 85-86. Armani, op. cit., pp. 80-83. Cf. Deuteronomio, 6, 9-10, 15, 16. En el caso de Cataluña, los historiadores están de acuerdo en que la peste fue un elemento decisivo para la eliminación del feudalismo. La escasez de campesinos dejó tierras sin cultivar (mansos rònecs), disminuyó los ingresos de los señores feudales y dio a los payeses un poder de negociación que se dirigió con éxito a la supresión de los llamados malos usos. En 1486, la sentencia arbitral de Guadalupe abolió la servidumbre feudal. La peste provenía de un roedor de las mesetas asiáticas; el sarampión, la tuberculosis y la viruela, del ganado vacuno; la tos ferina de los cerdos y los perros, y la malaria, de las aves, gallinas y patos. En el caso de la gripe, aparecen periódicamente nuevas variantes fruto de la recombinación del material genético en un animal, generalmente el cerdo, infectado por dos cepas distintas provenientes del hombre o las aves acuáticas. Algunas de estas nuevas cepas han sido muy mortíferas, como la llamada gripe española, aparecida en 1918 y que causó más muertos que la Segunda Guerra Mundial. Por ejemplo, la baquía y la modorra, que, según Céspedes del Castillo, costaban la vida a un 40 o 50% de los llegados de España. Probablemente, la sífilis llegó a Europa desde América, con la primera expedición de Colón. Martín Alonso Pinzón fue su primera víctima; murió en 1493 a su regreso a España. La sífilis parece ser la mutación en la población europea del bejel o la pinta, formas endémicas de treponemas. Los animales domésticos en América eran escasos: el perro, el pavo en México y el pato criollo en Sudamérica. Los pueblos andinos enfrentados a un entorno montañoso domesti-

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caron cobayas, llamas, alpacas, vicuñas y guanacos para suplir las necesidades de lana, carne y transporte. “(…) y volvemos ahora al Narváez e a un negro que traía lleno de viruela, que harto negro fue para Nueva España, que fue causa de que se pegase y hinciese toda la tierra de ellas, de lo cual hubo gran mortandad, que según dicen los indios, jamás tal enfermedad tuvieron” (Díaz del Castillo B, Historia verdadera de la conquista de Nueva España). “Cuando se fueron los españoles de México y aún no se preparaban los españoles contra nosotros primero se difundió entre nosotros una gran peste, una enfermedad general. ”Era muy destructora enfermedad: Muchas gentes murieron en ella. Ya nadie podía andar, no más estaban acostados, tendidos en su cama. No podía nadie moverse, no podía mover el cuello, no podía hacer movimientos de cuerpo; no podía acostarse cara abajo, ni acostarse sobre la espalda, ni moverse de un lado al otro. Y cuando se movían algo daban gritos. A muchos dio la muerte, la pegajosa, apelmazada, dura enfermedad de granos. (…) Muchos murieron de ella, pero muchos solamente de hambre murieron; hubo muertos por el hambre; nadie tenía cuidado de nadie, nadie de otros se preocupaba” (apud León Portilla M, Visión de los vencidos, Madrid: Dastin, 2000, p. 138). La viruela genera una inmunidad de por vida, por lo que la supervivencia sólo es posible en poblaciones numerosas que mantengan grupos infectados que la vayan transmitiendo; una epidemia de viruela en una población aislada como la de una isla desaparece, por la imposibilidad de infectar a los supervivientes ya inmunizados. “Llegando en 1524-25, la viruela mató al jefe inca, Huayna Cápac, junto con sus potenciales herederos y miles de guerreros, plebeyos, mujeres y niños. El holocausto epidémico y la crisis dinástica, fueron sucedidos por guerras civiles que, en una reproducción del desastre mejicano de 1519-1521, allanó el camino del conquistador Francisco Pizarro” (Watts S, Epidemias y poder. Historia, enfermedad, imperialismo, Barcelona: Andrés Bello, 2000, p. 135). Según Cieza de León, Huayna Cápac, padre de Atahualpa, falleció en 1525 cuando “se extendió una gran epidemia de viruela, tan grave que perecieron más de 200.000 personas y provocó estragos en todas las partes del Reino”. Según las crónicas incas, la viruela mató no sólo a Huayna Cápac, sino también a su hijo y heredero, así como a su tío regente, su hermana-esposa. Los principales generales del ejército y una buena parte de los oficiales murieron “con la cara cubierta de pústulas”. Lo mismo sucedió a los dos regentes que Huayna Cápac había dejado en el Cuzco para que administraran el Imperio. “Nadie podrá determinar con precisión su número [el de habitantes en el imperio inca] en el momento de la llegada de los españoles a aquel territorio; pero no hay duda que eran incontables. Actualmente han quedado reducidos a tan pequeño número, que el Consejo de Indias ha tenido que encargar a la Audiencia de Charcas que averigüe con seriedad por qué medios se puede conservar y aumentar estos habitantes” (Eder, op. cit., p. 13). Las corrientes marinas en el Pacífico condicionan de manera decisiva el clima, no sólo en las costas de Sudamérica, sino que sus efectos afectan a todo el continente. Los sedimentos eólicos en el Beni, las lomas de arena de Santa Cruz o la intrusión de la flora chaqueña en la Amazonía son algunos de los indicios de variaciones dramáticas en los ciclos climáticos. Datos tomados de Séjourné L. América latina. I Antiguas culturas precolombinas. Madrid: Siglo xxi, 1994, pp. 302 y 303. Se conservan aún restos de caminos que comunican el Altiplano con el Oriente. Hasta hace poco, eran la causa más frecuente de una alta mortalidad infantil. Las tercianas y cuartanas, hoy casi erradicadas, eran consideradas por los jesuitas enfermedades de las que no podía escapar. Berthe JP. “Les épidémies au Mexique au xvi siècle”. Asclepio, Madrid, 1983, vol. xxxv. La zona de los montes de San Pablo, hoy cubierta de monte, contiene numerosos restos de lomas de habitación. En San Ignacio es habitual la aparición de campos elevados al chaquear el monte. En las pampas al noreste de Baures se puede observar el avance del bosque tropical. A su llegada a Mojos, los jesuitas señalan la existencia en la zona de etnias de cazadores sin cultura agrícola. En 1590 el padre José Acosta escribía: “En la misma América, cuyos términos por todas partes se saben, no se sabe la mayor parte de ella, que es lo que cae entre el Perú y Brasil; y hay diversas opiniones de unos que dicen que toda es tierra anegadiza, llena de lagunas y

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pantanos, y de otros que afirman haber allí grandes y floridos reinos, y fabrican allí el Paytiti, y el Dorado, y los Césares, y dicen haber cosas maravillosas. ”A uno de nuestra Compañía, persona fidedigna, oí yo que él había visto grandes poblaciones, y caminos tan abiertos y trillados como de Salamanca a Valladolid (…) Ahora últimamente, por cartas de los nuestros que andan en Santa Cruz de la Sierra, se tiene por relación fresca que se van descubriendo grandes provincias y poblaciones en aquellas partes que caen entre el Perú y Brasil” (Historia moral y natural de las Indias, Libro tercero, cap. xxiii). Cf. Cronistas cruceños del Alto Perú virreinal. Santa Cruz de la Sierra: Publicaciones de la Universidad Gabriel René Moreno, 1961, p. 31 y ss. Haubert M. La vida cotidiana de los indios y jesuitas en las misiones del Paraguay. Madrid: Temas de Hoy, 1991, p. 37. Es interesante el dato sobre las reparticiones que hizo Ñuflo de Chávez cuando fundó Santa Cruz: se adjudicaron 18 comunidades. Tomando las cifras más conservadoras recogidas por Jorge Bendek en su Desarrollo histórico y demográfico de la ciudad de Santa Cruz de la Sierra, se repartieron 40.000 “indios”. Hay un segundo valor que proporciona Jordán, y que oscila entre 300.000 y 400.000 “indios”. Las diferencias con la población actual de la zona sólo pueden explicarse a partir de las epidemias (Jordán Á, Kandire. Origen y evolución del llano boliviano, Santa Cruz: Editorial e Imprenta Universitaria de la uagram, 2005, p. 205). Esta disminución de la población nativa en la Chiquitanía ayuda a explicar el traslado del emplazamiento de Santa Cruz junto a la cordillera andina. Marbán sitúa Mojos entre los paralelos 14 y 16, una franja de unos 200 kilómetros de norte a sur centrada en Trinidad. “Carta del Padre Antonio de Orellana, sobre el origen de las Misiones de Moxos. 18 Octubre 1687”, apud Maurtúa VM. Juicio de límites entre Perú y Bolivia, tomo décimo: Moxos. Madrid: Imprenta de los hijos de M.G. Hernández, 1906, p. 23. “Descripción de los Moxos que están a cargo de la Compañía de Jesús en el Perú. Año de 1754”. Texto anónimo. Archivo Jesuítico de la Provincia de Toledo. Alcalá. Legajo 3, nº 7, p. 39. Eder, op. cit., p. 108. Las llamadas “islas de monte” son alturas artificiales levantadas por encima del nivel de la inundación; todas contienen numerosos restos humanos y de cultura material. Es una lástima que Eder no especificase el lugar, que hasta ahora no ha sido localizado. Las islas citadas tendrían una superficie de más de doscientas hectáreas, un núcleo urbano considerable. Introducción a Eder, op. cit., p. lv. Según los oidores de la Audiencia de Charcas, hasta 1669 se habían organizado al menos 16 entradas a Mojos desde Santa Cruz. Los lugares como Mojos, sin una tradición de arte suntuario en oro y sin yacimientos de metales preciosos, no reunían las condiciones para financiar y afianzar la colonización. La economía de Santa Cruz dependía de la mano de obra indígena. En 1585 había en Santa 3.000 indios para el servicio personal y 8.000 en las encomiendas. En 1545 se inició la explotación del Cerro Rico de Potosí, una actividad minera que se cobraba miles de vidas cada año. Marbán P. “Relación de la provincia de la Virgen del Pilar de Moxos, o carta de los Padres que residen en la Misión de Moxos para el P. Hernendo Cabero de la Cia. de IHS de la Provincia del Perú, en la que dan noticia de lo visto, oído y experimentado en el tiempo que están en ella. Redactada por el P. Pedro Marbán. Moxos, 20 de abril de 1676”. Publicada con una introducción por Manuel Vicente Vallivián en el Boletín de la Sociedad Geográfica de La Paz, 1898, p. 160. Gregorio Bolívar, Miguel Urrea, Bernardo Rheus, Felipe de Paz. Eguiluz dice que eran los cañacures. “Recibieron los vecinos de San Lorenzo con mucho gusto la noticia, por el interés de sacar gente y cautivarla para su servicio” (Eguiluz, “Relación apostólica de los Moxos en la Provincia del Perú de la Compañía de Jesús, que remite a su Provincial P. Diego de Eguiluz a n.m.r.p. Tyrso Gonçález, prepósito General de la misma Compañía, año de 1696”; publicada por Torres Saldamando en Lima, 1884, p. 2). “El modo de reducirlos a que aprendiesen la Doctrina Cristiana era captando primero la benevolencia de su bárbaro genio. Proponíales la conveniencia de bienes temporales, el

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descanso de la paz y seguridad de sus enemigos de quienes estaban rodeados; el beneficio de comercio con los españoles, de quienes recibirían muchas cosas de que carecían y necesitaban” (“Descripción de los Moxos…”, op. cit., p. 13). Doscientas cuarenta “piezas”, según Rubén Vargas Ugarte (Historia de la Compañía de Jesús en el Perú, tomo III, Burgos, 1964, pp. 18-19) y Bernardo Gantier Zelada (Indios de Mojos y jesuitas: orígenes de una cristiandad. Audiencia de Charcas, siglos xvii y xviii, Madrid: Universidad Pontificia de Comillas, tesina inédita, agosto de 1991, p. 41). “Relación que el Padre Julián Aller de la Compañía de Jesús de la Provincia del Perú y Superior de la nueva Misión de los Indios Gentiles de las dilatadas tierras de los Mohos, que confinan con las de Santa Cruz de la Sierra, y se dio principio por el año 668 [sic] a instancias del Excelentísimo Señor Conde de Lemos, Virrey de dicho Reyno, le hace al Padre Jacinto de Contreras, Provincial reelecto en dicha Provincia del Perú, su fecha a 9 de setiembre de 668 [sic]”, p. 337. Eguiluz, op. cit., p. 7. Eguiluz, op. cit., p. 8. Eguiluz, op. cit., p. 8. La Inquisición europea siempre asoció con el diablo los rituales de las llamadas brujas, a las que acusó de todos los crímenes posibles, además de copular con el diablo en forma de macho cabrío. El delirio sexual de algunos inquisidores llevó a describirlo como un ser cornudo dotado de dos y hasta de tres penes, lo que permitía simultanear la copulación, la sodomía y la felación. Las iglesias protestantes no acabaron con esta represión criminal, sino que en algunos casos la intensificaron. “Hízoles visita el Padre Marbán en todos sus pueblos, en la que pidió a los hechiceros todas las alhajas consagradas al demonio y a sus falsos dioses, de que se hicieron públicas hogueras (…) También quitó en los demás pueblos los bebederos públicos, que eran sus diabólicos templos, y de ellos muchas calaveras humanas de los que habían muerto en sus guerras, que allí consagraban al dios presidente de ellas. Lo mismo hacían con las cabezas de los tigres, adornando las cabelleras de algodón; de todo se le despojó al demonio, que según algunos dijeron, bramaba por los montes y daba queja de ellos en otros pueblos donde no había llegado la palabra divina” (Eguiluz, op. cit., p. 18). Orellana, apud Maurtúa, op. cit., pp. 3-4. Aller, op. cit., p. 377. Del Castillo J de, “Relación de la Provincia de Mojos. 1676”, según edición hecha por Manuel Ballivián, publicada en Documentos para la Historia Geográfica de Bolivia, p. 363. “Copia de la relación que envió el P. Cipriano Barace sobre la conversión de los infieles. Santa Cruz 10 de setiembre de 1680” (apud Vargas Ugarte, op. cit., p. 163 y ss.). “A cada paso y a cada pueblo hay diferente lengua que parece que la confusión de Babel se derramó por estas tierras y este [problema] es inapelable, porque para que haya misiones es forzoso que alguno tenga el don de lenguas o que vengan muchos sujetos para aprenderlas o que se mezclen todos elos con los Moxos y cualquiera destas cosas es bien trabajosa y casi moralmente imposible” (Barace, apud Vargas Ugarte, op. cit.). Barace estima en 3.600 el número de habitantes de Mojos. “Cada día vienen a nuestra casa de otros pueblos, traen yuca, maíz, patos y ropa y llevan chaquiras, estaño, cuchillos y de lo que ellos aman. Aquí está la feria para ellos y en este ejercicio de comprar y vender sus cosas, hace 5 años a que estamos que es lo que ellos quieren. Bien oyen el Catecismo pero no causa moción en ellos; aquí en casa han visto bautizar 5 ó 6, pero tampoco se mueven a emulación ni aspiran a ser bautizados” (Barace, apud Vargas Ugarte, op. cit.). “En otra ocasión yendo con el P. Clemente, los de un pueblo mandaron a los remeros que los echaran al río y lo hubieran hecho si no hubiera sido por las reflexiones de un anciano; y hacía poco que yendo el P. Marbán con el Hermano Castillo a visitar río abajo los quisieron echar al río y flechar a los remeros, unos dicen que porque les quemaron las alhajas de sus borracheras (en lo cual menester era más prudencia) y otros porque les iban a mandar que se juntasen” (Barace, apud Vargas Ugarte, op. cit.). Es interesante que se ordenase flechar a los remeros y a los jesuitas echarlos al río. Siempre que se proyecta matar a misioneros se propone echarlos al río. Por razones que desconocemos, se evitaba darles muerte por agresión directa. Fue así como los baures mataron finalmente al padre Barace.

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77 Soleto llegó en 1679, y en 1681 lo haría el padre Lituria con las mismas funciones. Barnadas señala que por esas fechas hubo una entrada de cruceños, que seguramente fue el factor decisivo para aceptar las exigencias de los jesuitas (op. cit., p. xliii). 78 Orellana, apud Maurtúa, op. cit., p. 12. 79 “A estas continuas guerras se atribuye el haberse hallado esta tierra casi despoblada habiendo sido mucho el gentío que la pobló antiguamente, según hay señales y varios sitios en ella se ven vestigios de pueblos que se acabaron con las guerras quedando sólo el nombre en la memoria y tradición de los viejos” (“Descripción de los Moxos…”, op. cit., p. 39). 80 Eder relata un caso: al trasladar de lugar una misión, desenterraron los huesos de un arama para enterrarlos en el nuevo pueblo bajo la casa de su hermano. 81 “(…) entendían que el origen de sus antepasados, y suyo era a la cercanía de su habitación, o ya en una laguna, de donde sacó Dios antiguamente los primeros hombres, de quienes descendían los de aquel pueblo, o ya en tal monte, o campo, donde crió los otros, de suerte, que cada Pueblo era un Campo Damasceno, en que hizo Dios a sus primeros ascendientes, distintos, e independientes de los otros pueblos: con esta persuasión miraban aquellos pueblos, como sagrados, con un nativo amor, que dificultaba mucho el asunto de sacarlos de ellos” (Eguiluz, op. cit., p. 8). 82 Gregorio Mirabal, líder de la etnia arawak de los curripacos en Venezuela, relata una ceremonia iniciática en la que los sabios de su tribu le revelan el pasado de su pueblo en una ceremonia con plantas sagradas (cf., en Google vídeos, Gregorio Mirabal). 83 “En los pueblos de pampas, San Luís y San Ignacio que se mudaron ha poco, no hay iglesia. Lo mismo sucede este año en dos del río, Nuestra Señora de Loreto y San Javier que se está mudando a mejor paraje” (texto anónimo de 1751, p. 181). 84 El padre M. Dobrizhoffer pondera la importancia de la ganadería del vacuno en la obra misionera en el Paraguay: “Los americanos nunca muestran una alegría tan desbordada y tan sincera, no obedecen nunca tan gustosamente como cuando tienen el estómago lleno de carne de vaca. Un ángel que descendiera del cielo para proclamar el evangelio a los abipones no tendría ningún éxito si viniera con las manos vacías. Pero el demonio más negro sería recibido con alegría si trajera carne, ropas y cuchillos” (Historia de Abiponibus, 3 tomos, Viena, 1784; apud Haubert, op. cit., p. 103). 85 Trinidad, San Ignacio, San Francisco Javier, San José, San Francisco de Borja, Desposorios, San Miguel, San Pedro y San Luis. 86 Marbán, op. cit., p. 156. 87 Orellana, apud Maurtúa, op. cit., p. 17. 88 “Al segundo obispo peruano, de la ciudad llamada Chuquisaca, el rey paga anualmente ciento sesenta mil florines, cantidad que si lo desea puede duplicar sin gran esfuerzo. De los obispos no hay ninguno con la sola excepción del de Santa Cruz cuyos ingresos abonados por la Real Hacienda bajen de los ochenta mil florines. Conozco párrocos, y no de poblaciones de españoles, sino de doctrinas de indio, cuya renta anual es de treinta y dos mil florines. A los que preguntan, ¿de dónde salen tantos miles?, responderé, como los polacos, que lo averigüen ellos” (Eder, op. cit., p. 30). 89 Casi todos los misioneros en Mojos enfermaban de fiebres palúdicas que podían durar varios años. Entre 1686 y 1727 murieron 113 jesuitas en naufragios, sin contar los muertos por enfermedad o corsarios (Haubert, op. cit., p. 50). 90 “Es digno de admiración que, formando estas reducciones un organismo y componiéndose de los habitantes de cada comarca, en su conjunto y aún en cada una de ellas hay más lenguas que en toda Europa y –según dicen– absolutamente diferentes. En la reducción que fui destinado había nueve; otro padre vecino mío puedo contar más de veinte. La primera etnia que se contacta para formar una nueva reducción, recibe el sorprendente privilegio de que su lengua se convierta en general y corriente en la nueva reducción” (Eder, op. cit., p. 42). 91 Cf. Jordà E. “Pueblos moxos y su aportación al quehacer nacional de Bolivia”. En: Romero I y Pastó E, coords. Moxos: una limnocultura. Barcelona: ceam, 2003, p. 156. 92 La diversidad de idiomas, dice, “no impide que, donde se reúnen, se lo cuenten todo con tanta precisión, que no dejan que se les escape el más pequeño detalle” (Eder, op. cit., p. 325). 93 “Descripción de los Moxos…”, op. cit., p. 2. 94 “(…) he estado con unos indios que viven cuatro días de camino río abajo, que me dicen que más abajo de sus pueblos, entra un gran río en éste, el cual viene del Oriente, donde

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están hay cinco pueblos de Enanos, que son sus enemigos, con quienes se flechan, y me los han pintado con gestos y acciones ridiculísimos. Estos mismos me dicen han oído á los de más abajo, cómo en dicho río están unas mujeres sin maridos, grandes flecheras y corredoras, que no tienen asiento fijo en un paraje, que cada año se mudan de un lugar á otro; usan unas arco y flechas, y otras, estólicas, que es flecha más fuerte y hace más batería; pero esto último estriba solo en lo dicho de los indios, que no puedo asegurar por cierto lo que no he visto” (carta de Zapata al padre Josep Buendía, p. 26). “Descripción de los Moxos…”, op. cit., p. 20. Eder, op. cit., p. 322. Jordán, op. cit., p. 328. “Descripción de los Moxos…”, op. cit., p. 16. Cf. el levantamiento topográfico de la loma Rica en Romero y Pasto coords., Moxos: una limnocultura, op. cit., p. 75. “Descripción de los Moxos…”, op. cit., p 23. Aller, op. cit., p. 380. Marbán, op. cit., p. 134. El ecosistema amazónico quizá sea el que tiene zonas con una mayor carencia de sales minerales; la más importante es la de fósforo, que parece ser el factor limitante mayor para el desarrollo vegetal y animal, hasta el punto de que los peces teleósteos que se desarrollan en los ríos de aguas negras tienen dificultades para la formación del esqueleto. “(…) habiendo fallecido cierto arama cuyo achane no contaba con igual en la memoria general. Habiendo de trasladarse por ciertas razones a otra isla de la reducción a que había sido destinado, llevaron consigo los huesos del mencionado arama, volviéndolos a enterrar en la casa del hermano. Así lo había ordenado el motire. ¿Para qué? El pobre pasaba sed; y estos huesos por mucho años habían de ser la fuente de la chicha –según el milagro de rigor– para él y para los demás” (Eder, op. cit., p. 120). El hermano relató que el motire muerto se vengaría si lo dejaban en el pueblo antiguo: el tigre los devoraría, el arco iris no cuidaría del agua, los peces se irían y el Sol se divorciaría de su esposa la Luna. El consumo de huesos es todavía una costumbre común entre los yanomamis. Cf. Del Castillo, “Relación de la Provincia de Mojos. 1676”, op. cit., p. 27, y Marbán, op. cit., p. 155. “Descripción de los Moxos…”, op. cit., p. 18. Reserva forestal del Iténez, Reserva de Vida Silvestre de los ríos Blanco y Negro, Bosque del Bajo Paraguá, Reserva Natural Biológica Noel Kempff y Parque Nacional Noel KempffCaparuch. Uno de ellos, el coronel P.H. Fawcett, buscador obstinado de las ciudades perdidas de la Atlántida, exploró la zona cartografiando la frontera entre Brasil y Bolivia. Al final de su viaje, en la cabecera del río Verde, localizó la meseta de Caparuch, en aquella época llamada montañas de Ricardo Franco. Fawcett relata: “El pie del hombre no había pisado aquellas cimas. Parecían un mundo perdido, estaban cubiertas de vegetación y en ellas se daba la posibilidad de encontrar vestigios de una era hacía tiempo desaparecida (…) Cabía la posibilidad de que allí sobreviviesen todavía monstruos de la época de la aparición del hombre. Así opinó Conan Doyle cuando después le ví en Londres y le hablé de aquellas montañas (…) El resultado fue su Mundo perdido, que apareció en 1912 en folletín en el Strand Magazine, y luego en forma de un libro que alcanzó gran popularidad” (Las expediciones del coronel Fawcett, Barcelona: Argos, sin fecha, p. 159). Cf. Barba J et al. “Lago Pajaral: Nuevos petroglifos en el Oriente Boliviano”, Revista de Arqueología, nº 162 (octubre 1994), p. 24. “Breve Noticia de las Misiones de infieles, que tiene la Compañía de Jesús de esta Provincia del Perú en la Provincia de los Moxos”. Texto anónimo de 1698. Según Barnadas, es de 1699 (op. cit., p. 14). Eder, op. cit., p. 84. Orellana A de. Relación abreviada de la vida y muerte del P. Cypriano Barraza, de la Compañía de Jesús, fundador de la misión de los Moxos en el Perú. Lima, 1704, p. 117. Según Altamirano, la región tenía unos 40.000 habitantes. Los portugueses incendiaron San Miguel en 1762 (Gantier, op. cit., pp. 91-92). Eder, op. cit., p. 261. Eder, op. cit., p. 265.

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116 Eder, op. cit., p. 264. 117 Barnadas, op. cit., p. lxxv. No es de extrañar, pues, la irritación que rezuma contra los indios toda la obra de Eder. 118 Del Castillo, op. cit., p. 338. 119 “Descripción de los Moxos…”, op. cit., p. 7. 120 Eder, op. cit., p. 85. 121 Eder, ibídem. 122 A excepción de algunas menores llegadas recientemente. 123 “Eran conocidos entre todos por su divisa que en una banda al cuello de que pendían varias [ilegible], un canasto y en él las dichas bolsas, ungüentos y cenizas” (“Descripción de los Moxos…”, p. 51). Este distintivo desapareció cuando los jesuitas fueron presionando contra ellos. 124 “Ayunaban al diablo y su ayuno se reducía a no comer ají, sal, ni pescado y separarse de sus mujeres pero comían carne cuantas veces querían y se emborrachaban y hacían otras maldades en sus días de ayuno” (“Descripción de los Moxos…”, p. 51). 125 En el Beni es creencia generalizada que cada laguna tiene su jichi y que la muerte de éste ocasiona la desaparición de la laguna. 126 Eder, op. cit., pp. 110-111. 127 Eder, op. cit., p. 118. “Arama” era el término equivalente a jefe o cacique entre los baures. 128 Es creencia común, también entre los guaraníes, que cada especie animal tiene un amo. 129 Anónimo, op. cit., p. 54. 130 Del Castillo, op. cit., p. 359. 131 Este adjetivo ha sido contestado por inadecuado por la mayor parte de especialistas, pues consideran que comporta una trivialización de los contenidos de las visiones que ocasionan. El término hoy más aceptado es “enteógenos”. 132 Las planta chamánicas europeas pertenecen, aparte de los hongos, a la familia de las solanáceas; Hyosciamus, daturas, belladonas o mandrágoras actúan sobre el sistema nervioso vegetativo provocando estados de sueño profundo. 133 El yopo se confecciona con las semillas de la Anadenthera colubrina, llamado en Bolivia cebil, villca o curupaú. El polvo de las semillas tostadas se inhala, produciendo un breve pero intenso estado de trance. Contiene una triptamina de poderosos efectos, pero que sería inactivada en caso de absorberse por vía digestiva. Los floripondios son del género Brugmansia. 134 “Tenían pacto con el demonio en algunas hierbas y plantas. El Yono con que se pintan que es fruta, servía para hechizo de beneficio y ligar las enfermedades. Epiche, otra hierba, servía para hechizos amatorios y traer la voluntad de las mujeres. Floripondio, para saber cosas ocultas, v. gr. cuando se les perdía alguna cosa bebían el zumo de sus hojas y en algún delirio o letargo que naturalmente causan les representaba el demonio donde estaba y la hallaban” (“Descripción de los Moxos…”). 135 Una Banisteriopsis sp. que contiene un inhibidor enzimático. 136 Las variedades o especies de Banisteriopsis que los indígenas distinguen perfectamente son muy numerosas, posiblemente un centenar, y pueden complementarse con una gama muy amplia de posibles plantas-aditivo, lo que permite una amplia gama de recetas con propiedades distintas. En Bolivia se han colectado y clasificado más de 15 especies de Banisteriopsis. 137 Cf. Romero y Pastó coords., Moxos: una limnocultura, op. cit. 138 Cf. Barba J. “El uso de la ayahuasca en las reducciones jesuíticas de Moxos”. En Romero y Pastó coords., Moxos: una limnocultura, op. cit., pp. 177-188. 139 Eder, op. cit., pp. 113-114. Esta cita de Eder y las anteriores de la “chicha supersticiosa” son la más antiguas que nos han llegado sobre el uso del yagé. 140 Eder, op. cit., p. 124. 141 Ribero Amparito. Consumo tradicional de la ayahuasca en Bolivia. Tesis de licenciatura en Farmacia. La Paz, 1985, p. 15. 142 Apud Kreig M. Medicina verde, 4ª ed. México: Compañía Editorial Continental, 1976, p. 129. 143 Este fenómeno ha sido confirmado por varios etnólogos que consumieron el brebaje. 144 La percepción del tiempo y el espacio como categorías mentales que se pueden trascender es común en las culturas chamánicas, la mayoría de escuelas místicas y religiones no autoritarias. 145 Ott J. Ayahuasca analogues. Pangean entheogens. Kennevick, WA: Natural Products Co., 1994, pp. 89-90.

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146 Dos normas sociales que tienen un arraigo profundo en cada cultura y conforman sociedades con características bien diferenciadas. Las culturas exogámicas “son un conjunto de pueblos con la misma Ley de Origen: los pueblos de la anaconda. Una ley que dice que nacimos de un huevo grande que simboliza las fuentes de agua de los ríos. Para nosotros la anaconda es un ser mitológico, un ser que es fuente de vida, que da vida a los ríos, lagunas y caños. Estos pueblos no se casan entre las mismas culturas” (Les veus de l’Amazònia. Present i futur dels pobles de l’Amazònia i el seu entorn. Jornades de debat, Barcelona: ceam, 2005, p. 96; edición bilingüe, en catalán y castellano; puede consultarse la edición digital en www.ceamong.org). 147 Jiménez R. “Diversidad cultural y reconocimiento de la identidad”. En: Les veus de l’Amazònia, op. cit., p. 97. 148 Jiménez, ibídem. 149 Iskenderian E. Entrevista a Enric Jordà. Cochabamba, Bolivia, 2005 (en: motacu.blogspot. com). 150 Del Castillo, op. cit., p. 350. 151 Afonso GB. “As constelações indígenas brasileiras” (disponible en Internet). 152 Descripción geográfica, histórica y estadística de Bolivia. Departamento del Beni, Provincia Caupolicán y Moxos [1843], Santa Cruz de la Sierra: Gobierno Municipal de Santa Cruz de la Sierra, 1992; véase edición digital, pp. 63-64. 153 En los bosques de Baures aparecen todavía hoy tinajas de cerámica de hasta tres metros de altura, con un borde en espiral que permite al marinero subirse a ella para servir la chicha. 154 Del Castillo, op. cit., p. 365. “Sus convites y borracheras que bien serán ocho al año en cada pueblo y en los grandes más como en los pequeños menos, son en esta forma: En un galpón que tienen muy bien edificado según permiten sus materiales, el cual sirve también de armería común para la guerra, es como su templo y el lugar donde depositan sus trofeos, flechas de sus contrarios, cabezas de tigre, sus pieles, calaveras de enemigos, de éstas tienen pocas, porque sus guerras no son muy bravas. Aquí pues el que da el convite en unas grandes tinajas que caben á 12 y á 15 botijas si es grande el convite y el pueblo son cinco, dura entonces dos días sino son dos ó tres, las cuales están medio enterradas y tapadas con un plato agujereado ponen encima sobre unos palos unos barrenos grandes de barro agujereados también, estos les llenan de yuca mascada y le echan cántaros de agua, ésta va destilando poco á poco y á dos días ó tres quitan las heces que quedan con un ácido insufrible al olfato añaden yuca hasta que se llenan estas tinajas que lo están a los cuatro ó cinco días y ya la chicha de sazón fuerte bastante para embriagar. Entonces ya están los amigos convidados, á veces un pueblo junto; los del propio pueblo todos van siempre. Ponen tocos que son banquillos de una pieza donde se sientan y á las nueve de la mañana por allí comienzan en ayunas á beber por esto demás venir con sus arreos, los mejores vienen todos pintados unos todos negros como etíopes de color loro que con una fruta de un árbol llamado yono se tiñen, otros almogrados en partes y con el yono por otras; otros con graciosas labores en el rostro y cuerpo bien compartidas y que no afean, las mujeres de la misma suerte se pintan; aunque á beber ni van todas ni todas veces, raras se embriagan ni aun los indios del todo, los muchachos y muchachas nunca, ya es casadero el que entre á beber la mujer ya casada. ”Empiezan pues los brindis y á conversar apaciblemente de sus guerras, de sus viajes, chacras; aquí se alaban de las hazañas, lo que les sucedió en tal caza ó en tal pesca y nosotros no éramos poca parte de su conversación, si éramos miserables, si eran mas liberales los pasados, si teníamos mucho tunrore [nombre que dan al rescate] á qué habíamos venido, qué pretendíamos y á este modo otras, á las dos ó á las tres se encendía con la cabeza la conversación y había un murmullo y un hablar alto propiamente de beodos; cada uno quiere ser el más valiente, el más trabajador, hablan y gritan á un tiempo y sin oírse se responden. ”A las cuatro ó mas tarde va la comida que es de maní cocido con patos y sobre cada uno unos pedazos pequeños de pato ó gallina, para esto suele el que dá el convite matar dos ó tres, ayudan otros trayendo platos semejantes de forma que comen bien todos si bien para en esto todo el convite, llevan empero su hachetí que es la salsa que dije compuesta de sal y así, caldo no lo prueban entonces. Acábase la comida y prosiguen bebiendo hasta las nueve y es mayor el fervor de sus desconcertadas voces aunque en esto hay más y menos, suelen encenderse algunas pendencias, pelear algunos á los puñetes, trabarla con los huéspedes, arrancarse los viterecus que son las patenas, hacerse pedazos las sartas de chaquiras, apo-

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rrear tal vez á las mujeres, entran todos aquí desarmados y así palo ni arco no los empuñan ni otra arma, pero sucede algunas veces matarse á coces, patadas y puñetes que se tiran, no al rostro sino á la boca del estómago de uno ú otro caso diré adelante por qué esto sucede rara vez y las borracheras en toda la provincia son continuas. Ya á las nueve se recogen á dormir los huéspedes ó se han vuelto á su pueblo ó les convidan con hamacas que admiten. Al otro día, si hay dos de borrachera, prosiguen en la misma forma con todas las voces que he dicho y con estas pendencias aunque estas no son ordinarias, raro indio ó ninguno hay que pierda la razón del todo, yo no lo he visto por lo menos y he visto hartas de estas bodas. Suelen en estos convites tener sus bailes y algunos graciosos y para reír cogen á la mujer y á la hija del que hace la fiesta, si es casada y la visten, después de haberse teñido todo el cuerpo con el yono, con sendos tipoyes de pies á cabeza y después con otro tipoy les echan un capiz que no se ve sino un bulto amortajado; de esta manera bailando y cantando las traen a las mujeres hechas un corro y las introducen en el bebedero; bailan entonces hombres y mujeres un rato, cesa el baile y dan á beber á las mujeres; el tambor la víspera de la fiesta se toca avisando, tienen dos, uno más grande que otro; el grande es mayor que una caja de guerra, la fiesta lo tocan á ratos interpolados; algunas veces van las muchachas al bebedero á bailar, toca uno el pandero ó tambor y canta alguna copla y ellas dadas las manos bailan sin apartarse mucho de un lugar y al acabar la copla dicen un estribillo que suena bien. Otras veces es el baile de hombres y mujeres, las mujeres á una parte, los hombres á otra, pero todos hacen un corro, bailan cantando coplas” (Del Castillo, op. cit., pp. 329-332). Del Castillo, op. cit., p. 388. Del Castillo relata que hizo dos viajes por toda la provincia de Mojos y tiene a gala conocer bien su vida cotidiana (op. cit., p. 332). “Sus deidades comunes son el sol y la luna, no sé que tengan cuanta para esto con las estrellas, si bien parece que juzgan que la figura que forman con su fantasía en el cielo compuesta de estos astros, son verdaderos vivientes; tienen (que ya no deliraron con los astrólogos, sí con los poetas) sus fábulas, como que la luna la come el tigre, que éste come al venado o ciervo, y preguntándoles el padre Pedro qué comía el venado, pues no hay en el cielo yerva, no saben responder. También estos tigres comunes, juzgan algunos que son hijos de aquel celestial. Que á la luna, que la juzgan madre del sol, la asisten dos tigres. Cada parcialidad, yo llamo parcialidad, cada nacioncita que compone esta provincia de Mojos, tiene su dios diferente. Unos se llaman del mismo nombre que el pueblo, y del nombre de su dios se denomina el de los indios, como acá de Cristo cristianos, otros nó, y de éstos es el pueblo en que estamos, que se llama de los moremonos y su dios Arayriqui, que quiere decir estrella” (Del Castillo, op. cit., p. 345). Los cayubaba eran “gente vestida”, como los baures y los sapis, a diferencia de las otras etnias, que sólo se vestían para los bailes y ceremonias (“Descripción de los Moxos…”, op. cit., p. 16). “A pesar de la diferencia de lenguaje, los cayuvava se parecen demasiado a los Moxos en el carácter y otras circunstancia físicas y morales, para que no pertenezcan a la misma rama que éstos”; “practican la hospitalidad, y abrigan benevolencia, franqueza y lealtad, uniendo a éstas la intrepidez y valentía”; “son sin réplica los mejores hombres de la provincia, tanto por la franqueza que los caracteriza como por su sobriedad y amor al trabajo”; “se hacen querer de todos los que se relacionan con ellos”; “el cayuvava se distingue por su fisonomía dulce y su grave porte, hasta entre los Moxos y los Baure que tienen los mismo rasgos” (D’Orbigny, Descripción geográfica, histórica y estadística de Bolivia, tomo I, 1843; edición digital, p. 69). Vidal S. “El chamanismo de los arawakos de Río Negro: su influencia en la política local y regional en el Amazonas de Venezuela”. Serie Antropología 313. Departamento de Antropología. Instituto de Ciencias Sociais. Universidade de Brasilia. 2002, p. 3. Vidal, op. cit., p. 2. Colón C. Los cuatro viajes. Testamento. Madrid: Alianza Editorial, 2005, p. 145; edición de Consuelo Varela. Son similares a los movimientos mojeños de búsqueda de la Loma Santa, estudiados por Zulema Lehm. “Nosotros tenemos una historia interna llamada Ley de Origen. Llevamos a cabo una resistencia frente a la colonización, en la que desaparecieron muchos poblados. Fuimos muy guerreros y por eso nos evangelizaron, porque la única forma de civilizarnos era cambiarnos

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de ideología, pero no pudieron, ni jamás podrán. Cuando mueran el último indio y el último chamán, ese día podrán conquistar y entrar en nuestros territorios; mientras existan los chamanes, nuestros sabios, continuará la resistencia” (Les veus de l’Amazònia, op. cit., p. 65). Al parecer, la etimología de la palabra “chiriguano” corresponde al que ha tomado mujer chané. Eder, op. cit., p. 106. Una circunferencia de 5,4 km kilómetros abarca una superficie de 230 hectáreas, aproximadamente la de la Santa Cruz hasta el primer anillo. Ceinos P. Abya-Yala. Escenas de una historia india de América. Madrid: Miraguano Ediciones, 1992, p. 264. Ceinos, op. cit., pp. 264-65. La fuente que cita es Ribeiro Berta: O indio na historia do Brasil (Sao Paulo: Global, 1989). Al norte de la sierra, en la mitad sur de Rondónia, se extiende una vasta planicie que hoy es objeto de un intenso proceso de colonización agrícola. Más al norte, en territorio del Acre, los trabajos de chaqueo ponen al descubierto numerosos trabajos en tierra, que está estudiando un equipo de arqueólogos finlandeses. Pärssinen M. “Geometrically patterned ancient earthworks in the Rio Branco region of Acre, Brazil: new evidence of ancient chiefdom formations in Amazonian interfluvial terra firme environment”, con A. Ranzi, S. Saunaluoma y A. Siiriäinen. En: Pärssinen M y Korpisaari A, eds. Western Amazonia-Amazônia Occidental. Multidisciplinary Studies on ancient Expansionistic Movements, Fortifications and Sedentary Life. Renvall Institute Publications 14, University of Helsinki, 2003, pp. 97-133. La conquista de Granada se había saldado con una importante emigración de musulmanes, y el día de embarque de Colón coincidió con la fecha límite para que los judíos se convirtiesen al catolicismo o emigrasen. En este terreno la tolerancia era amplia, pues las culpas por estas transgresiones se podían redimir con donaciones a la Iglesia. En los procesos de brujería de la Europa medieval, se buscaba en el cuerpo de las brujas la señal que les hacía el diablo como sello del pacto; el hallazgo de una irregularidad en la piel podía ser ya una prueba de brujería. Hay que señalar que no todos los eclesiásticos compartían esta creencia: un inquisidor de Zaragoza calificó de loca a una mujer que se autoacusó de haber copulado con el diablo, y en la persecución de brujas durante el siglo xvii, el obispo de La Seu d’Urgell hizo encarcelar a un individuo que afirmaba ser especialista en encontrar el sello del diablo en el cuerpo de las brujas, acusándolo de mentir y aprovecharse de la credulidad de la gente para cobrar sus servicios y examinar y manosear a mujeres desnudas. Cualquier noticia sobre manifestaciones milagrosas que hoy llamaríamos paranormales despertaba la mayor desconfianza entre los inquisidores, cuya función era dilucidar si se trataba de poderes fruto de la santidad personal o de poderes otorgados por el demonio para confundir a los fieles y alejarlos de la fe. Fueron numerosos los personajes de la Edad Media que fueron sometidos a procesos inquisitoriales, y a veces llevados a la cárcel, que posteriormente fueron rehabilitados y desempeñaron un papel importante en la Iglesia; algunos incluso fueron elevados a los altares. Es famoso el caso de fray Luis de León. San Ignacio de Loyola también fue objeto de un proceso de la Inquisición, que se resolvió sin problemas. Al respecto, pueden consultarse algunos trabajos en Internet (La Inquisición española, Biblioteca Gonzalo de Berceo). “Tienen algunos vislumbres de la predicación del apóstol Santo Thomé, que publicó en estas provincias el Evangelio, tienen también alguna confusa noticia de la venida del Redentor al mundo” (Fernández JP, Relación historial de las misiones de indios chiquitos que en el Paraguay tienen los padres de la compañía de Jesús [1726], Asunción: Biblioteca Paraguaya, A. de Uribe y Compañía, 1896, p. 267). Spruce. Notas de un botánico en el Amazonas y los Andes. Quito: Ediciones Abya-Yala, 1996. Fernández, op. cit., p. 267 y ss. Del Castillo, op. cit., p. 256. Paucke, apud Haubert, op. cit., p. 56. “Por esta razón, muchas veces se dice que el conocimiento tradicional ha desaparecido y que no existen ya los viejos sabedores, lo que realmente pasa es que ellos están escondidos y siempre han estado allí protegiéndose del mundo occidental. Ellos piden la protección de sus comunidades, no nominarlos, no nombrarlos porque están en peligro” (Pueblos

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Sikuane y Sáliva. Primer Encuentro de Ancianos Sabedores de la Orinoquia y Amazonía Colombiana, Villavicencio, 6-9 de septiembre de 2002). Eder es uno de los misioneros con una visión más irritada y despreciativa de los indígenas, a los que atribuye la inteligencia de un europeo de tres años. Eder, op. cit., pp. 87-88. Ceinos, op. cit., p. 200. Arte de la lengua moxa, con su vocabulario y cathecismo, compuesto por el Padre Pedro Marbán. Edición facsímil, 1894, pp. 112-114. Marbán, Arte de la lengua moxa, ibídem. Entrevista de E. Iskenderian a E. Jordà. Las Lettres édifiantes et curieuses es una obra, en 34 volúmenes, con relatos de las misiones jesuíticas en el mundo hasta la disolución de la compañía de Jesús en 1773 por el Papa. Orellana, Relación abreviada…, op. cit., p. 156. Orellana, Relación abreviada…, op. cit., p. 150. Adiciones al Plan de Gobierno de L. de Ribera, S. Pedro, 15-IV-1788, RAH, Mata Linares, ix, f, 559v (apud Barnadas, op. cit., p. xxxvi). Esta afirmación no es del todo exacta, dado que había yacimientos de diamantes en Grigotá y de oro en la Serranía de San Simón. Del Cerro de San Simón drenan algunos arroyos que han sido objeto de explotación de oro, y son la base de algunas especulaciones sobre una minería clandestina de los jesuitas en la zona. Al respecto, cf. los informes del Proyecto Precámbrico, Repport 15, “The geology and mineral potential of the Puerto Vilazón area (Parts of Quads. SD 20-7 amd SD 20-3)”. Aller, op. cit., p. 380. En el ámbito de las reducciones del Paraguay se produjo un fenómeno similar, aunque allí, con el uso del ladrillo y la piedra como materiales de construcción, dio lugar a un estilo distinto. “Andan estos bárbaros toda la vida desnudos y el mayor vestido que tienen son unas camisetas cortas los hombres, y las mujeres unos tipoycillos tan pequeños, que solo bastan a cubrir las partes más vergonzosas del cuerpo. Con andar tan indecentes estos indios, son los más decentes de cuantos se conocen aquí abajo, pues los demás no usan vestido ninguno como tampoco lo usan entre estos, los muchachos y muchachas hasta diez u doce años” (Marbán, “Relación de la provincia de la Virgen del Pilar…”, op. cit., p. 147). Eder, op. cit., p. 322. Eder, op. cit., p. 323. Eder, op. cit., p. 154. Eder, op. cit., p. 320. “Annua de la Compañía de Jesús. Tucumán y Perú”. Texto anónimo de 1596. Relaciones Geográficas de Indias. Perú, tomo II. Madrid: Ministerio del Fomento, 1885. A principios de los años noventa, el profesor Arnaldo Lijerón rescató una serie de máscaras de cerámica mojeñas de una loma cercana a Trinidad. Todas ellas presentan orificios para insertar plumas. Las máscaras eran elementos esenciales en las danzas rituales de las etnias de Mojos. “Pero lo que me complacía asombrosamente –dice Eder– eran aquellas esteras que tejen con un tipo finísimo de caña; que para que plazcan más a la vista de los que las contemplen, antes de tejerlas las tiñen de varios colores, combinándolas luego con tanto gusto, que deleitan con una variedad elegantísima de flores. Con esta misma caña o, más frecuentemente, con las hojas de una clase de palmera, fabrican cestos, cestillas y gorros de una variedad tan grande de colores, que los mismos españoles los buscan cada año con avidez, solicitándolos para sí y para su señoras” (op. cit., p. 324). En el museo de la loma Chuchini hay cuencos con patas que representan una cabeza de caimán. “Las impresiones vividas en el trance del Nishiraoxo o Jjono (términos con que designan la Ayahuasca los Chacobos y los Ese Ejjas) son proyectadas a través de figuras que se dibujan en adornos, armas, tinajas y bejjeppis” (Ribero, op. cit., p. 17). Eder, op. cit., p. 290. En San Ignacio se conservan poesías cantadas dedicadas a animales, que se recitan en algunas fiestas (comunicación verbal de Sixto Bejarano). Eguiluz, op. cit., p. 37. Soleto Pernia, apud Cronistas cruceños…, op. cit., p. 133.

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Soleto Pernia, apud Cronistas cruceños…, op. cit., p. 135. Eder, op. cit., p. 320. “Demoichico” quiere decir bosta de pescado (cf. Eder, op. cit., p. 68). Nordenskiöld E. Urnengräber und mounds im Bolivianische flachlanden. Leipzig-Berlín: Druck und Verlag von B.G. Teuber, 1913, p. 234. Noardenskiöld, Urnengräber und mounds, op. cit., figura 136, p. 238. Las piezas recuperadas fueron donadas a la Casa de la Cultura del Beni. Hay dos etnias en la zona, los yine y los ashaninca, de la familia arawak que usan decoraciones similares. Naranjo P. Ayahuasca. Etnomedicina y mitología. Quito: Ediciones Libri Mundi, p. 70. Las reducciones jesuíticas en Sudamérica fueron: Orinoco, Mainas, Mojos, Chiquitos, Guaraníes, Mocobí y Pampas. La de las reducciones, llamada caaminí o hierbita, era más fina y seleccionada, y se pagaba mejor que la de los colonos, que tenía nervadura y se llamaba yerba de palos o Caá ivirá (Haubert, op. cit., p. 217). En 1677 el gobernador del Paraguay comunica al rey las quejas de los productores de hierba mate por la competencia de la producida por los jesuitas en las reducciones (Armani, op. cit., p. 134). En 1679 la Corona limitó la exportación de hierba de las reducciones paraguayas a un máximo de 12.000 arrobas anuales. Sélim A. La “République” jésuite des Guaranís (1609-1768) et son héritage, p. 117. Cédula Grande de 1743 (Armani, op. cit., p. 106). Los superiores entendieron que la desobediencia acarrearía la prohibición de la Compañía de Jesús. En la Universidad de Córdoba se defendían las tesis de los teólogos jesuitas Suárez y Vitoria, que negaban el derecho del Papa a otorgar soberanía sobre las tierras americanas. Suárez llegó a justificar el tiranicidio. El cacique se dirige al rey en estos términos: “Señor, escucha las verdaderas palabras de nuestros hijos (…) Esta tierra, dicen nuestros hijos, es únicamente Dios que nos la ha dado; y sobre esta tierra, nuestro Superior el P. Roque González y muchos otros han muerto entre nosotros, nos han educado y se han fatigado exclusivamente por nosotros; entonces ¿por qué los portugueses la quieren tanto? (…) los portugueses, ni tampoco ningún español, no nos han dado nada: la magnífica iglesia, el hermoso pueblo, el establo de nuestro ganado, la granja, el almacén de algodón, las granjas y todo lo que de ellas depende, son únicamente obras nuestras: ¿Entonces, cómo es que desean ávidamente apropiarse de nuestros bienes? Se quieren burlar de nosotros. Esto no será así, Dios, nuestro señor, no quiere esto (…) ¿Es para esto que ha venido el Padre Comisario? (…) Un nuevo Padre que viene ahora no puede entender nuestras necesidades: él no se ha cansado de nuestro amor, él quiere hacernos abandonar nuestras tierras y pueblos, de repente y a toda prisa: nos quiere dejar en la montaña como si fuésemos conejos, o en el desierto como si fuésemos caracoles (…) Te he escrito, Señor, las verdaderas palabras de los indios. Nosotros los miembros del cabildo no tenemos ya palabras para hacerlos callar, ni para argumentar cuando se encolerizan” la carta, a cuya versión original no hemos tenido acceso, se recoge traducida al francés en: Lacombre R. Guaranis et jesuites. Un combat pour la liberté. París: Khartla, 1993, p. 189). Es la batalla en la que fue derrotada la bandeira capitaneada por Tavares, en 1641.

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Abandonados No sabemos si el coronel don Antonio de Aymerich hubiera preferido enfrentarse a los portugueses en el campo de batalla antes que afrontar la enorme carga que sobre él acabó recayendo. Lo cierto es que las instrucciones de la lejana España disponían que en las misiones administradas por la Compañía, que ahora quedaban huérfanas de la tutela de los Padres, se nombraría un gobernador de Su Majestad para atenderlas1. Y aunque no fue condecorado con ese cargo, se convirtió de hecho en la autoridad de la provincia, responsable de treinta mil indios repartidos en quince pueblos2. Aymerich había aprendido mucho durante el tiempo que permaneció junto a los jesuitas3, y no dudó en reproducir fielmente el sistema de gobierno que éstos habían desarrollado y con el que tan buenos resultados habían obtenido. Siguiendo su ejemplo, determinó que dos curas doctrineros se harían cargo de lo temporal y de lo espiritual, respectivamente. Las urgencias de Aymerich, que había advertido al presidente de la Audiencia de Charcas que “no movería un solo jesuita de Mojos, sino después de haber sido instalado en la misión respectiva un párroco reemplazante”4, ocasionaron la llegada de curas diocesanos de dudosa vocación. El obispo de Santa Cruz ordenó apresuradamente presbíteros para ocupar esos cargos, pero la creciente demanda, no sólo de Mojos, sino también de Chiquitos o de Cercado, consumieron de inmediato las repentinas vocaciones cruceñas, y hubo que recurrir a curas de Potosí o de Cochabamba5. “Así, con poca o ninguna preparación recibieron las órdenes sagradas unos diez y ocho postulantes que partieron a diferentes puntos a sustituir a los jesuitas.”6 Entretanto, el obispo dictó un reglamento que reivindicaba para los curas los mismos poderes de los que gozaban sus predecesores, “así como la libertad de comercio de los indios con los vecinos de Santa Cruz”. El gobernador, nombrado por el poder civil, quedaba “sin atribuciones para entender en la administración de los curas”7. El reglamento también obligaba, entre otras cosas, a aprender las lenguas y a predicar en castellano. Ese reglamento nunca llegó a aplicarse, aunque fue aprobado por la Audiencia de Charcas en 1772 y tardó tres años en llegar a los gobernadores. La provincia ya se encontraba en disposición de abandonar el régimen teocrático, impuesto por sus antiguos gobernantes, y regirse, como el resto del continente, por las Leyes de Indias. Al menos eso es lo que pensaban en un principio tanto Aymerich como los magistrados de Chuquisaca. “Pronto llegaron a la conclusión de que esto no era posible, pues los indios estaban totalmente identificados con aquel sistema, especialmente el trabajo comunal.”8 “Los magistrados de Chuquisaca (…) renunciaron entonces al régimen de la emancipación civil y de la propiedad raíz y del peculio individual (…) Se mantendría allí la patria potestad teocrática y un comunismo menos monacal, se ensayaría paulatinamente el ejercicio de la independencia personal de los indios.”9

La población siguió viviendo bajo el mismo sistema con que lo había hecho hasta entonces. A la obediencia debida a los curas se añadía ahora la figura del gobernador, que permanecería en la capital. “El gobierno así establecido dependía de la Audiencia de Charcas en los asuntos temporales y del Obispo de Santa Cruz de la Sierra en los de orden espiritual.”10 Las estructuras de poder se mantuvieron prácticamente inalteradas durante ese periodo. Pero en este momento se introdujeron algunos cambios que provocaron la fractura del pacto reduccional, en razón del cual los padres dotaban a los indígenas de todo lo necesario para su subsistencia a cambio del trabajo y la conversión. Los abusos y la dejadez de los curas en sus obligaciones motivarían las primeras insubordinaciones, como la de Exaltación en 1769, y más tarde otros fenómenos, como la Guayochería o la Loma Santa.

Curas Pocas veces salieron tan mal parados los curas como en la historiografía correspondiente a los años que siguen a la expulsión de los jesuitas de Mojos. La pluma de Gabriel René Moreno se alía con las cenizas del gobernador Lázaro de Ribera para sentenciar a esos indignos servidores de la Iglesia a la secular repulsa de los lectores venideros. En su Catálogo del Archivo de Mojos y Chiquitos, Moreno ilustra profusamente las idas y venidas de los curas, sus faltas y escaramuzas en asuntos de amores y también de odios fraternales. Incluso antes de llegar a Mojos, algunos, como el agustino fray Antonio Sales, ya dieron muestra de sus dotes para apropiarse de lo ajeno: “Habiéndole dado hospicio [en Santa Cruz] doña Micaela Gutiérrez, persona principal, en la primera noche falseó el candado de una despensa y extrajo varias piezas de plata labrada”11. Curas ambiciosos y ladrones, que entraron en Mojos para obtener rápidas ganancias y que, sin que les importase la traición al que todavía era su rey, comerciaron con el enemigo portugués y expoliaron los recursos de las reducciones. Pero es sobre el pecado de la carne donde más abundan los testimonios, hasta el punto de que “el trato con las nativas, valga el eufemismo, fue acaso la más sorpresiva y dura novedad que trajo a las misiones el nuevo orden instituido”12. Moreno nos deleita con relatos de mestizaje: “aunque no por la vía del acatamiento a la moral y al derecho canónico, los curas del clero diocesano (…) también dejaron descendencia en esos parajes”13. Curas sacrificados, como el de San Martín, fray Rafael Antonio Medina, que trata de justificar su conducta ante la queja de los misionarios: “La queja, Señor, que forman es el decir que he hecho con doces mujeres muchos chiquichiquis como ellos llaman (…) pues la fragilidad que cometí a

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los nueve meses ya desesperado y aburrido de ver que mi ejemplo fue una prédica en el desierto (…) Ésta es toda mi culpa; no tengo otro delito que haber pecado con doce mujeres, y no fue eso por usar de todas ellas, sino por huir de la ocasión”14. Tampoco le iba a la zaga don Fernando Salas, “con la escandalosa vida que tenía, viviendo en mutua correspondencia con varias mujeres casadas, y con los excesos a que inclina este eclesiástico el vicio de la embriaguez”15, o el cura primero de San Ignacio, también dado al estado de embriaguez, que compartía con el cacique, así como los “escándalos que da con el otro sexo, y expresiones que divulga contra la autoridad real y eclesiástica”16. ¿Cómo serían las pesadas tardes de Mojos, o las cálidas noches de alegría? El vino también podía traer otras consecuencias más dañinas. En 1770 el cura primero de Reyes, don Bernardo Osuna, intentó quitarle la vida a su compañero don Pedro Serdio “dándole en el vino y agua con que había de celebrar el Santo Sacrificio de la misa (…) un veneno que había preparado con los indios”17. Lujuria, gula, avaricia. Hermosa galería de los pecados capitales. Y la ira. Habituales enfrentamientos entre los curas, sobre todo teniendo en cuenta la dificultad de la convivencia en un entorno muy distante. Un cura penetra en el aposento de otro “a deshoras de la noche, cargado de dos cuchillos” y dispuesto a matarle18. Muchos años más tarde, a principios del siglo xx, Nordenskiöld ofrecería un nuevo testimonio, el del “cura Z, que dio a un indio trescientos latigazos y después lo arrojó en un hormiguero. Esto no es muy piadoso que digamos. Pero el cura tampoco era un cura común: podía atrapar toros salvajes con el lazo, montar caballos sin domar y creía que el celibato significaba poligamia”19. Enric Jordà nos habló de Arián Nogales, el cura que calzaba espuelas de oro… Tendrán que aparecer otros historiadores más valientes que se atrevan a restituir esas figuras hasta ahora tan maltratadas. En los veintidós años que permanecieron en sus curatos, “los efectos”, como dice Viedma, “fueron muy contrarios a las esperanzas de conservar y aun adelantar aquellas misiones, pues en el tiempo que gobernaron los pueblos sus curas, vinieron a quedar en triste esqueleto de lo que habían sido. Los quince [pueblos] de Moxos se redujeron a once, y su opulencia, parte de ella trasplantada a los dominios portugueses, causando los progresos de sus establecimientos que tanto nos perjudican. Los infelices indios perdieron aquella inocencia de su buena educación. El vicio florecía a la sombra del ocio, con el olvido de las preciosas artes que sólo para la utilidad del cura hacían despertar aquellos miserables con el rigor y la violencia. Los gobernadores, autorizados testigos de tantos desórdenes, no podían poner remedio por serles prohibido mezclarse en el gobierno económico de los curas, y las quejas y representaciones no alcanzaban la fuerza necesaria”20. “Las misiones de San José, de San Borja, de San Martín y de San Simón –relata D’Orbigny– fueron entonces abandonadas por los curas.”21

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Aymerich hubo de enfrentarse a los curas durante los años de su gobierno, como también tuvieron que hacerlo más tarde sus sucesores. Su incapacidad dejó el gobierno en manos de los doctrineros, que llevaron a los pueblos a la ruina, a la relajación de las costumbres y al consiguiente retorno de muchos indígenas al monte. El implacable Moreno se lamenta de que alguien tan desorganizado como Aymerich sucediera a los jesuitas, pues permitió que los curas “quedaran a sus anchas en las misiones”. Después de su muerte, acaecida en 1777, el presidente de la Audiencia de Charcas informaba al rey diciendo: “Aunque pesado de pies, tenía despejada la cabeza, su pecho era ancho y estaban muy limpias sus manos”22.

Lázaro de Ribera Con Lázaro de Ribera se inicia una nueva fase política. Influido por las ideas de la Ilustración, se trataba de un “representante de los burócratas de nuevo cuño que estaban en auge en los Andes; hombres que favorecían una planificación enérgica y una activa ejecución de sus iniciativas”23. Nacido en Málaga en 1756, se trasladó a Lima como paje del virrey don Manuel de Guirior. Allí acabó sus estudios universitarios, y en 1783 fue nombrado gobernador de Mojos en Buenos Aires. Pero su llegada a la provincia se haría esperar durante algún tiempo: “Apenas tomó posesión de su cargo se vio envuelto en un desfalco del anterior gobernador y actual Presidente de la Audiencia de Charcas (…) fue declarado reo de Estado (…) Consiguió escapar de la prisión arrojándose desde un balcón de la casa-cárcel”24. Unos principios accidentados para un gobernador que tardaría todavía tres años en arribar a su destino. Durante veinticinco días viajó sin descanso hasta Buenos Aires para presentarse ante el virrey. Sus influencias consiguieron apaciguar los ánimos en la Audiencia, y en julio de 1786, “después de haber vencido muchas y muy grandes dificultades que ofrece el camino de Yuracarés”25, lo encontramos en Loreto dispuesto a iniciar una visita a los pueblos que le habían sido confiados. Sus primeras acciones se encaminan a conjurar la amenaza portuguesa. Para ello, “solicitó sesenta hombres de auxilio para resguardar la frontera de Moxos y evitar los daños que los portugueses hacían a los indios. Se dio cuenta de que había un comercio clandestino de los curas de Baures y del Bajo Mamoré con los portugueses y su mala conducta era la causa de los males de la provincia”26. Ribera se encontró con una provincia cuya situación económica, administrativa e, incluso, moral había ido decayendo con el transcurso de los años. La ineptitud de sus predecesores y la acción de los curas habían sido determinantes en esa evolución: “¿Qué párroco de Moxos no ha saqueado

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la provincia, vendiendo los intereses más respetables del Rey a los dominios de Portugal…? Considere su piedad unos pueblos desmantelados, unos templos saqueados, unos indios oprimidos por una crueldad que espanta, y atropellados hasta el extremo de no poder contar con la seguridad de sus mujeres, de sus hijas, víctimas infelices de las liviandades impúdicas de sus párrocos”27. Toda la documentación conservada indica que los indios y los curas fueron sus preocupaciones. Tuvo en cuenta las reivindicaciones de los primeros, cansados de las irregularidades que habían debido sufrir desde la marcha de la Compañía; y combatió a los segundos, como a los causantes de todos esos males. La situación de los curas lleva al gobernador a dirigirse al obispo de Santa Cruz, con quien tendrá un enfrentamiento continuado: “¿Será tolerable que su Ilma., en lugar de visitar esta abandonada provincia para apacentar sus ovejas, se mantenga a ciento y cincuenta leguas del teatro, vibrando contra los que desean cumplir con su obligación y que apoye su papel con las odiosas impresiones de unos curas, cuyo amancebamiento, robos, contrabandos, crueldades y desafueros no conocen límites…?”28. La respuesta del obispo no se hizo esperar. El sucesor del obispo Herboso, don Alejandro José de Ochoa, se había retirado a Buenavista con su secretario para estudiar la cuestión, que hacia 1785 ya había tomado unas dimensiones considerables. Pero la pretensión de Ribera de despojar a los diocesanos de todo trazo de poder temporal le obliga a tomar partido por sus subordinados. Por eso, exige al gobernador “demostrar, por su parte, el respeto y acatamiento que corresponde al venerable carácter y estado de los curas”29, y le acusa del “estado de abatimiento, desprecio, miseria e infelicidad, a que los curas declaman los ha reducido usía; e inducido y cautelosamente persuadido a los indios”30. De manera que Lázaro de Ribera busca en su Nuevo Plan de Gobierno la estrategia para acabar con el poder de los curas. En sus cincuenta y dos artículos, despliega la estrategia que pondrá el poder en manos de administradores laicos sometidos a su gobierno, relegando a los curas a las tareas espirituales. “A pesar del informe negativo del obispo Ochoa, el nuevo plan se puso inmediatamente en práctica al ser aprobado condicionalmente por la Audiencia de Charcas hasta que lo aprobara el Consejo de Indias.”31 El Nuevo Plan de Gobierno fue aprobado por el rey en 1789, y un año después el gobernador ya establece un “Reglamento para la dirección de los administradores”32. Una de las novedades que más llama la atención respecto al periodo anterior es el cambio en la figura del rey. Ribera instituyó un auténtico culto a la monarquía, que los jesuitas habían obviado durante su gobierno a favor de su propia autoridad. Cada tarde, después del rosario, tenía lugar una instrucción pública en la plaza. Se impuso la presencia de retratos de los reyes en todas las reducciones, y los días de su cumpleaños pasaron a ser feriados, “con abundan-

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tes actos y raciones dobles de carne”33. ¿Qué mejor manera de inculcar el amor por los soberanos que agasajando los estómagos de sus súbditos en tan señalado día? Después de la misa del aniversario de los Reyes, se repartían “los efectos que remite la Administración General para socorro de los indios”34. La abundancia de regalos con que eran obsequiados los indios era correspondida por éstos con “demostraciones exteriores, de un profundo reconocimiento hacia nuestro benigno soberano; no cesan desde la víspera de aquellos días de traer a la Casa Real multitud de aves, exquisitos pescados, frutas, hortalizas y todo cuanto los pobres consideran digno de su gratitud y amor a su Gran Padre, que así llaman al Rey”35. El empeño que puso Ribera en las reformas económicas mediante su Nuevo Plan no tardó en dar frutos. La reforma conservó muchos de los aspectos del sistema jesuítico, sobre todo en lo concerniente al sistema de las mentalidades y al trabajo, como el paternalismo, ahora en manos laicas, y el aislacionismo, con la prohibición de entrada de europeos y de comercio36. Sin embargo, no se puede obviar que se produjo un cambio sustancial en la orientación de las producciones. Frente al “comunismo” del periodo jesuítico, cuya finalidad era el autoabastecimiento y el intercambio con otras misiones, ahora se priorizaba la producción agrícola y de algunas manufacturas para beneficio de la Corona. “Esta reorientación (…) convirtió a las reducciones en fuentes de ingreso para la Corona, pero a coste de la prosperidad reduccional”37, e incluso motivó protestas en algunas ocasiones. El cacao y el algodón se convirtieron en los productos principales de un nuevo fomento de la agricultura y en 1790 ya cubrían muchos campos en los que antes crecían la yuca y el maíz38. “Los registros de los tejidos embarcados desde las reducciones en los años ochenta y noventa permiten percibir que se había desarrollado una pujante industria doméstica que producía para los mercados andinos.”39 Las manufacturas también incluían obras especializadas que imitaban las técnicas y los estilos del periodo jesuítico; el propio Ribera envió a la corte algunas de ellas como muestra de la destreza de sus indios. Los curas habían usado y abusado de los hatos ganaderos heredados de los jesuitas, entre otras razones para beneficiarse del lucrativo negocio del sebo. No se contentaron con invadir las estancias “matando el ganado manso dentro de sus corrales, sino que llevaron el desorden a las pampas del Machupo y del Ibari, e hicieron en el cerril multiplicadas matanzas para utilizar el sebo”40. Ribera dio mucha importancia a la cría de ganado, cuyo número aumentó considerablemente durante su gobierno. También aplicó su ingenio en la invención de lámparas de aceite de motacú, para sustituir el uso de sebo del ganado. Ribera advirtió la necesidad de contar con la garantía de carne abundante para alimentar a los indígenas: “Si los indios no tienen carne para mantenerse, la industria y el cultivo experimentarán una sensible deca-

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dencia. La caza ocupará entonces su atención. Dejarán la lanzadora para tomar la flecha, y andarse por los bosques buscando qué comer (…) Los indios se perderían en unas selvas cuyos límites no conocemos, y en este estado de cosas, todo correría infaliblemente a su ruina”41. El temor a la huida de los indígenas al monte se mantendrá hasta nuestros días. En la Loma Santa, en la Guayochería, las comunidades nacen por doquier en el monte. Y también perdurará el interés de los criollos, de los ganaderos, de los explotadores de la goma, por perseguir la mano de obra barata o gratuita hasta lo más recóndito de la selva42. Ese temor y, también –justo es reconocerlo–, la filantropía coincidieron en el ilustrado Ribera, que de este modo acabó regulando el trabajo de los indígenas. Y éstos “vieron con agrado estas reformas, pues les descubría la ‘seguridad’ que habían visto tambalearse con la administración de los curas”43. Ribera contrasta con sus predecesores por la atención que presta al conocimiento de los “pueblos” de su jurisdicción, las antiguas reducciones que ahora toman ese nombre. Ya lo anuncia su misma llegada a la provincia. En esas visitas se interesaba por el estado de los pueblos y emitía informes a la Audiencia de Charcas acerca de su situación, informes que han llegado hasta nuestros días. Nuevamente, se achaca a los curas el estado en que Ribera recibe esos pueblos: “Quince pueblos llenos de felicidad y opulencia dejaron los jesuitas, al tiempo de la expatriación, con una población de treinta mil almas aproximadamente. En el día se han reducido los límites de la producción a sólo once pueblos, los más sin fundos, sin ganados y en su última dedicación contando con una población de veinte mil almas”44. Durante la época de los gobernadores, como ya había sucedido con los jesuitas, fue constante el trasvase de gente de unos pueblos a otros, y algunos de éstos incluso desaparecieron. Entre las causas, figuran el propio medio natural de Mojos y las epidemias45. Lázaro de Ribera fundó San Ramón de la Ribera a orillas del Machupo y estableció el antiguo pueblo de San Miguel a orillas del Baures, para resguardar la frontera con los portugueses. La estructura político-social de cada pueblo se mantuvo intacta desde el periodo jesuítico. La población, indígena en su totalidad a excepción de curas y administradores46, seguía rigiéndose por la estructura de las parcialidades instauradas por los jesuitas: “Cada pueblo está dividido en dos partes, una que llaman familia y la otra pueblo; los que componen aquélla son mirados como nobles, y éstos como plebeyos. El mayor castigo y afrenta que puede recibir un indio es pasarlo de la familia al pueblo. Los músicos, sacristanes, tejedores, carpinteros, herreros, sastres y demás oficiales componen la familia. Tienen sus alcaldes, fiscales y mayordomos que los gobiernan. Los del pueblo están divididos en parcialidades y cada una tiene un capitán”47. Todos están regidos por el cacique y vigilados estrictamente por jueces y fiscales que dan cuenta a diario del estado de los trabajos y de las relacio-

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nes entre los miembros de la comunidad al gobernador, directamente o a través de sus administradores. Se trata, pues, de un autogobierno en cuya cúspide se encuentra el gobernador, supervisor ficticio de ese mundo que en realidad no controla más que a través de intermediarios48. La distancia entre gobernador y gobernados se acrecienta por la barrera del idioma: “Para darse a entender en todos los pueblos es preciso saber a lo menos siete lenguas muy diversas entre sí, y tan difíciles y de una pronunciación tan rápida que hay muchas palabras que no se pueden escribir (…) Ribera introduce la enseñanza del castellano mediante el establecimiento de escuelas, de manera que sólo en cuatro años consiguió veinticinco o treinta intérpretes para explicarse”49. En 1792 Lázaro de Ribera abandona Mojos, y dos años más tarde es destinado al Paraguay para desempeñar allí el mismo cargo que había ejercido durante casi una década. Su “Relación de Gobierno”, uno de los documentos que nos dejó como testimonio de su paso por la provincia, concluye con unas frases emotivas, con las que se despide del rey, a la vez que encomienda a Dios a los indios: “en medio de la inquietud de una salud débil y quebrantada (…), yo me despido de Vuestra Alteza lleno de una sincera y profunda veneración dirigiendo mis ruegos al Omnipotente, para que se digne tomar bajo su santa protección a unos indios que por tanto tiempo, han sido y serán hasta el último instante de mi vida, el objeto de mi amor y gratitud”50.

Canichanas “Pero volviendo a lo de atrás, esta raza –sostiene Antonio Soto, vecino de San Pedro– era la raza más bravía, más sanguinaria, más feroz y guerrera. Aquí fue la gran capital de los pueblos mojeños, aquí, San Pedro. Nuestra gente se distinguió por su ferocidad, ¿no?; eran combatientes y ocupaban un gran espacio, más que los otros pueblos. ¡Pobrecito del que encontraban dentro de la circunferencia de sus tierras de los canichanas! Eran agarrados, mancornados como bueyes, y los traían aquí, y aquí se los comían en grandes orgías, con chicha de yuca, y tomaban la chicha en los cráneos de los que cazaban (…) Eran cazadores, eran buenos tiradores de arco, eran pescadores. Ya ellos vivían sobre el río, porque aquí está la caza. Ellos se alimentaban de pescado, de animales de monte.”51 Como los otros pueblos de Mojos, San Pedro sufrió las vicisitudes de epidemias, inundaciones y traslados. Cuatro, hasta el momento. Cerca está San Pedro Viejo, que fue la capital de la provincia. Sus ruinas se conservan cerca del Mamoré. Antonio, Leonor, Elva, Pablo y con cuantos vecinos hemos hablado se sienten orgullosos de su raza, y a la vez nostálgicos del pasado. Porque San Pedro es un pueblo alegre, y más hoy que está lleno de gente, por la fiesta. Pero dicen que no es ni sombra de lo que fue:

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“Aquí estaba el aparato administrativo, aquí se concentraba todo lo de los pueblos… Traían los tejidos, todo lo que se hacía (…) De aquí llevaban cera, llevaban cuero, llevaban charque; de aquí llevaban tamarindos. Aquí se hicieron, aquí imitaron los santos traídos de Italia, y mejores que los de Italia. Aquí hacían estos sombreros de jipijapa mejor que los traídos de Panamá. Aquí hacían…”52. Y sigue don Antonio desgranando las grandezas de sus antepasados. Órganos, tejidos que se disputaban las damas de Viena, plata labrada que los tiempos fueron robando, terraplenes y campanas. Las famosas campanas de San Pedro que hoy repican con fuerza mientras conversamos en el interior de la iglesia. De la fundición no queda más que una suave lomita, y restos de escorias o cachaza que guarda algún vecino. Cerca de la loma el terreno conserva las cicatrices de toda la tierra de allí arrancada. “Todas esas campanas que hay ahorita aquí, que hay en Trinidad, que hay en Loreto, incluso las que hay en algunas naciones de Europa, son campanas fundidas aquí, que todas llevan siempre grabado el nombre de San Pedro (…). Precisamente, cuentan, dicen, algún viejito… llegó a contarme un señor que en ese tiempo, cuando supieron los indígenas de aquí de San Pedro que estaban invadiendo los carayanas, dice que en una noche mandaron dormir a todos sus hijos, porque ellos no querían que sean revelados los secretos que ellos estaban guardando… Entonces, a una hora convenida ya, dice que sacaron la campana más grande que habían fundido aquí en San Pedro: entraba un hombre con un brazo levantado, debajo de la campana. Había un Cristo labrado en oro, oro puro. Que también era ése el tesoro más grande que habían hecho aquí en San Pedro. Y todo eso lo sacaron en la noche y lo trasladaron cerca de un río que se llama Cocharcas. Entonces llegaron allá, al lugar ya donde no podían ellos, los carayanas ir a recobrar o rescatar ese tesoro, y lo asentaron en el suelo natural, sin cavar un pozo. Y alrededor entonces cavaron, hicieron como una zanja, e hicieron la loma donde cubrieron la campana hasta que se perdió totalmente. Entonces ahí debajo de la campana metieron el Cristo, y ya cuando cubrieron todo ya se vinieron.”53 Esa campana se escucha a veces. Como aquella noche de Carnaval en que llovía tanto que la gente temió la llegada de un segundo Diluvio. También cuando hay sures. La loma existe, y tiene propietario. Esa loma servía como refugio a los cazadores en tiempo de agua, y todos los que han ido allí han visto aflorar unos angelitos, como sentados en las orejas de la campana, que han quedado al descubierto por la acción de la lluvia. Dicen que el anterior propietario intentó excavar la loma, pero que el cielo se cubrió de nubes repentinamente y que los rayos y la lluvia no le permitieron ni siquiera descubrir un poco la campana. Tras la rebelión de Maraza, la capitalidad de la provincia se trasladó a Trinidad. Y lentamente fueron alejándose también las riquezas, deshaciéndose

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las casas, perdiéndose la plata, las imágenes de la iglesia y toda la grandeza de lo que había sido la misión en el pasado. “El traslado de la cabecera a Trinidad después de la muerte de Maraza unido a las dilapidaciones y el cambio de sitio de la misión, la redujeron a la mayor miseria, y no hay duda de que hoy es la más pobre de todas. Allí los indios están apenas vestidos y carecen de víveres; por eso se han convertido en los mayores ladrones de la comarca.”54 “Al recorrer la fundición, entré en un galpón en el que vi amontonadas todas las esculturas de la antigua iglesia de los jesuitas (…) Entré en la iglesia (…) desmesuradamente recargada con imágenes de santos y ornamentos de plata. Entre ellos reconocí, sin embargo, varias estatuas de madera esculpidas en Italia por los mejores maestros del siglo pasado.”55 “Ahora, aquí dentro de la iglesia, nuestro templo, hemos sufrido tres robos. Precisamente la plata más grande, de las láminas más grandes que poseíamos en el templo.”56 “Entonces, cuando antes era aquí el Gran Mojos, aquí San Pedro era el centro comercial. Por eso nosotros sabemos cómo fue en ese tiempo a comparación de ahora; ahora no es nada lo que hay ahorita, más bien está como un pueblo en ruinas, en extinción por decir así, a desaparecer, porque ya ve usted cómo están las calles ahorita. Todavía mi padre nos cuenta cómo alrededor de la plaza todo era como una sola casa, un solo corredor se veía de una esquina a otra de la plaza, ¿no? Y el palacio del gobernador, del cacique Maraza, era continuación de todo lo que era el templo… Hay un filón que se ve alto ahí como una loma: todo eso era el palacio de Maraza.”57 “Aún después de las expediciones militares, los portugueses siguieron invadiendo la región de Mojos en busca de gente para esclavizar en sus establecimientos agrícolas. Todavía se recuerda la conducta del Gran cacique de los Baures, Gabriel Ojeari, quien, al mando de su gente, no permitió durante mucho tiempo a ningún portugués navegar por el río Blanco, después de derrotarlos en la batalla de la Víbora, lugar ubicado a orillas del río Blanco, en 1788. En una de esas excursiones, el año 1816, los audaces portugueses llegaron navegando al río Machupo, hasta cerca del pueblo de San Pedro; pero a orillas del río Cocharcas sufrieron una derrota total cuando combatieron contra los aguerridos canichanas, comandados por su cacique Juan Maraza en el lugar que se conoce como Carayaneo.”58 “Reemplazó a Lázaro de Ribera a fines de 1792 Miguel Zamora y Treviño, que era coronel de los ejércitos reales (…) Zamora prohibió a los nativos vestir como los españoles, así como tener propiedades (…) Por tensiones con los curas Zamora fue excomulgado y un levantamiento de los indios dirigido por Juan Maraza lo obligó a huir a La Plata, capital del Alto Perú (…) Trinidad se insurrecciona el 10 de noviembre de 1810. Urquijo, que se encontraba en San Pedro, la capital, se trasladó a Trinidad a exigir el cumplimiento de sus órdenes acompañado de Maraza y cuarenta soldados

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canichanas. Nadie salió a recibirlo y empezó un alboroto callejero con un clamor enfurecido contra Maraza (…) al día siguiente proclamaron abiertamente la rebelión. ”El Gobernador bajó desde la Casa Real, donde se hallaba con su pistola y escopeta en mano en unión de los eclesiásticos don Pedro José Parada, don Felipe Santiago Cortés y don Francisco Rocha, curas de San Pedro, San Xavier y Trinidad, más el administrador don Diego Crespo, a contener el alboroto. Les habló de Dios, la religión y el rey y cuando oyeron esto último le respondieron: ‘Mentira, no hay rey’. La insurrección se prolongó durante toda la noche, y al día siguiente apareció Muiba exigiendo la presencia de Urquijo para ahorcarlo, pero los curas lo refugiaron en la iglesia, donde permaneció un día y una noche sin comer ni dormir. ”El 12 por la mañana Juan Maraza y Tomás Noe, caciques leales a Urquijo, rodearon el pueblo. Los insurrectos a su vez convocaron a los loretanos encabezados por José Bopi, quien pronto apareció con 200 hombres armados a pie y a caballo. Urquijo desde su escondite en el templo ordenó a Maraza y a Noe no entablar batalla y secretamente retornó a San Pedro, y con la esperanza de debilitar o destruir la alianza de loretanos y trinitarios (…) Pacificado Loreto con la prisión de Bopi y fuertemente custodiado, Urquijo dedicó sus esfuerzos a la captura de Muiba ayudado por Juan Maraza, el cacique de San Pedro que aspiraba a ser el único jefe indígena. Lucas José de Gonzáles, Secretario de Urquijo, salió de Loreto a Trinidad con 200 jinetes canichanas el 13 de enero y el 15 ingresó a Trinidad. Los atacantes se distribuyeron por todas las entradas del pueblo al grito de… ‘Viva el rey nuestro señor Fernando VII… ¡Viva la religión cristiana!’. Los nativos trinitarios, sin jefe que los orientara, se refugiaron en la iglesia y allí comenzó la masacre sin que nadie pudiera contenerla (…) Muiba fue hecho prisionero en el monte. Lo mataron en el camino a San Pedro y presentado su cadáver al gobernador, lo hizo colgar en la plaza ‘para escarmiento’ (…) ”Cuando Urquijo llegó a Moxos como gobernador titular, en todo el territorio mojeño se hablaba de Maraza, y muy hábil lo atrajo a su lado nombrándolo ‘Cacique vitalicio’ con una medalla. Lo colmó de honores y tan astuta maniobra política produjo grandes dividendos favorables al nuevo gobernador. El año 1822 llegó a San Pedro como nuevo gobernador Francisco Xavier de Velasco, que no estaba dispuesto a compartir el poder (…) Quiso despojarlo de su bastón y su medalla, y ante la negativa de éste le disparó y le mató. El pueblo canichana se levantó encabezado por el hijo de Maraza, culminó con el incendio y la destrucción de los archivos de Moxos que allí se guardaban, motivando el traslado de la capital de Moxos a Trinidad.”59 “Los informes del gobernador no contienen detalles sobre la captura de Muiba ni sobre la fecha exacta en que ella se produjo. Uno de esos informes únicamente expresa que un día apareció en Trinidad y allí fue

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apaleado por sus propios paisanos hasta dejarlo muerto y privado de su sepultura. La misma versión sostiene que fue llevado sin vida a San Pedro, donde fue colgado (…) Otra versión corresponde al cura Josef Francisco de Rojas, quien afirma que Muiba fue hecho prisionero en el monte; que sus captores lo mataron en el camino a San Pedro, y ya muerto, lo presentaron al gobernador.”60 El corral del jocheo está construido con troncos de palma, como las cercas que se ven por el pueblo. Aquí la palma es el material por excelencia, porque escasea la madera y no hay motacú ni tacuara. Dentro de poco los jóvenes borrachos se divertirán un rato con el toro: le tirarán del rabo y le golpearán mientras se encuentra amarrado e indefenso. Junto al recinto del jocheo, unos hombres preparan el palo ensebao, para la tarde. Lo trajeron de lejos, de la orilla del río, con bueyes y un cayapo. “Cuando ya están aquí ya mandan a uno adelante pa que avise que ya viene el palo. Entonces van los toritos, la bombilla, y les encuentran. Allá los adornan los bueyes, y a la que entran por la primera calle, truenan las campanas, y los camaretazos. Alegría, que ya viene el palo… La tradición del palo es ver al hombre más audaz para subir. Se necesita fuerza, coraje, astucia y todas esas cosas. Entonces el palo es adornado acá, con una bandera, ropa, dinero, bebida, algunas veces armas, otras veces utensilios de cocina; o sea, que especialmente es una prueba para el que quiere casarse o enamorado…”61 “La gente trabaja en las estancias con los ganaderos. Son obreros, y unos pocos se dedican a la agricultura. Y algunas señoras a tejer; por ejemplo, mi mujer sabe tejer; tienen sus tejidos, hacen artesanías, son muy valientes.62 Pero la ironía de San Pedro: San Pedro está en sombras ahorita; no tenemos nada, estamos cercados, estamos cercados de alambrado, de ganaderos grandes, con candados. Ahora pa la fiesta no había leña pa que nuestras mujeres cocinen, para que hagan chicha… No tenemos nuestros puertos que teníamos antes al Mamoré. Todos estamos encerrados, le digo.”63

“En medio de la pampa hay un crucifijo grande” “Pero nada atormenta más su espíritu como la inquietud y facilidad para huir a los bosques de antaño. Nada se lo puede impedir. En la reducción tiene de todo en abundancia (…) pero basta con que alguien que trama fugarse lo invite, para que –a una sola palabra– lo deje todo y se vaya (…) El monte es su patria, cuyo amor –junto con el de la libertad– jamás le abandona. De ahí que ansíen aquella libertad de errar y vivir a su gusto, como las fieras…”64 Porque ellos vivían así, y se vieron obligados de repente a adorar a nuevos dioses, a renegar de los espíritus del agua y del monte, a habitar lugares

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nuevos, y a edificar iglesias y escuchar doctrinas extrañas. La obediencia les proporcionaba carne y paz con los blancos, y por eso tantos habitaron las misiones. Pero las dudas, primero, y la expulsión de los Padres más tarde, los devolvieron al monte. Guayochería o Loma Santa, nombres que cambian como los tiempos, aunque en el fondo no tanto: huir del blanco y de sus imposiciones. Remar, trabajo en las estancias, la guerra del Chaco o el tiempo de la goma. Robar el tiempo, el trabajo y la libertad del mojeño, tan preciada, para regalarla al explotador forastero. Y el recurso: adentrarse, cada vez más lejos, en los espacios antaño habitados, en las lomas, las lagunas, reconciliándose con los jichis y los amos de los animales. La búsqueda de la Loma Santa es “una estrategia indígena de resistencia anticolonial. Tenía y tiene como fin la reocupación espacial del territorio ocupado por los mojeños antes del despojo masivo de sus territorios ocupados tradicionalmente antes de la entrada de los españoles (…). Plantea el alejamiento total y definitivo de la sociedad blanca-mestiza tratando de reconstruir sobre un modelo propio, con valores y normas tradicionales, una sociedad indígena que corresponde a sus necesidades y su visión. Ese paraíso terrenal no es una ilusión, sino que es visto por los buscadores como una realidad”65. Si en el tiempo de los jesuitas no eran extrañas las huidas al monte, tras su expulsión y la llegada de los curas y gobernadores esas huidas fueron haciéndose más frecuentes. Sin embargo, el desmantelamiento del pacto reduccional no tuvo lugar todavía, ya que la estructura misional que lo sustentaba sobrevivió hasta el fin de la colonia, e incluso durante los primeros años de la República. La creación del departamento del Beni en 1842 convirtió a los indígenas en ciudadanos libres y propietarios, a la vez que les obligaba a pagar impuestos. Eso provocó, de facto, un empeoramiento de sus condiciones de vida, que se agravó con la entrada de criollos y mestizos en el territorio. El auge de la goma, entre 1870 y 1920, fomentó también la instalación de establecimientos productores de alcohol, carne, cuero y azúcar para su abastecimiento. Tanto la industria de la goma como las demás se nutrieron de la mano de obra indígena, cuya explotación desmesurada no encontró más salida que la huida al monte y dio lugar a la eclosión de fenómenos como la Guayochería o la búsqueda de la Loma Santa. “No hace mucho que casi todos los indios de Trinidad se huyeron y remontaron. El motivo de semejante resolución parece que fue evitar las vejaciones de las autoridades, quienes a la fuerza obligaban a los indios a ir a las mortíferas cachuelas del Madera para los trabajos de la goma, con lo cual han casi acabado con todos los indios de Mojos.”66 Andrés Guayocho recibía órdenes directas del mismo Dios. Por eso anunció la inmediata ruina de Trinidad, y de la raza maldita de los blancos. Jesús y la Virgen María hablaban a través de su cuerpo, y tantos abusos y ese convencimiento arrastraron tras de sí a muchos indígenas hacia San Loren-

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zo. Pretendió expulsar a los blancos de Mojos, y en 1887, los de Trinidad ya estaban inquietos, y enviaban a jueces a buscarlos. Faltaban brazos para remar, y esos brazos se alejaban más y más, adentrándose en la selva. Los guayochos fueron haciéndose fuertes, perdieron el miedo, y parece que en San Lorenzo hicieron azotar a los blancos que allí vivían. El prefecto envió a treinta hombres armados; sólo volvieron nueve. Descubren armas escondidas en la catedral de Trinidad. Y es que los indígenas querían tender una emboscada. Torturas en Trinidad: “Todos los indios aprehendidos fueron flagelados y con el tormento de la flagelación les obligaron a declarar cuanto querían los verdugos. En estas flagelaciones, que duraban muchos días, murieron nueve hombres y una mujer, la cual tuvo la entereza de decir a los verdugos que la maten, pero que jamás declarará contra su marido: ella y su marido murieron en el tormento de los azotes”67. Guayocho logra escapar, pero lo apresan en Rosario, donde lo torturan y acaban con su vida. Los que consiguen escapar huyen con Santos Noco, su lugarteniente, por el Sécure. Y en 1892 reedifican San Lorenzo. “Se decía por entonces que una parte del Beni estaba sublevada y que era de temerse una conflagración general en todo él. Los periódicos le acusaban al Gobierno de que no enviase fuerzas a pacificarlo, y se decía que iban a ser enviados hasta tres batallones.”68 Otra vez los jesuitas. El obispo de Cochabamba escribe al ministro de Instrucción: “Yo creo, S. Ministro, que en la pacificación del Beni, más que tres batallones harían los tres padres que aquí hay”69. Astrain, Manzanedo y el cronista Arteche, los tres padres que se despiden como héroes en Cochabamba. Descubren a los indios, describen sus vestidos, la lluvia, los colores, los adornos de dientes de tigre, letanías. Y la comida: “los regalos llovían: gallinas, pollos, azúcar, chocolate, plátano, yuca, cuanto tenían los pobres naturales”70. En cada lugar, nuevos alimentos. Divierte la descripción precisa y casi obsesiva de ellos, de las cantidades y el lugar en que los reciben. Loreto, después Trinidad. En Trinidad el prefecto les visita casi a escondidas, por miedo a los carayanas y a los poderosos Suárez71. Poco a poco se dan cuenta de la inocencia de los indios. Descubren los pueblos arrasados. En San Francisco sólo se salvó un madero. Caravanas de exiliados que huyen por la selva. “Tata, mejor iremos contigo (…) son muchos los vejámenes que sufrimos de los carayanas; se nos lleva río arriba y río abajo, y hasta el Madera mismo en donde tantos perecen (…) ya no nos han dejado ni un pedazo de tierra en donde hacer un chaco o levantar una casa (…) por esto hemos resuelto abandonarles a los carayanas nuestras tierras, las tierras de nuestros padres, e irnos en busca de otras nuevas en donde Dios nos dé a entender.”72 Los guayochos resisten en San Lorenzo, apartados de los blancos. Reedifican el pueblo en 1892. Para evitar tensiones, Santos Noco es nombrado corregidor vitalicio por el gobierno; lo será hasta su muerte en 1926. “Son dirigidos por un mojo llamado Santos Noco (…) gobierna sobre un peque-

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ño Estado independiente con iglesia y escuela (…) A veces, algunos comerciantes blancos visitan a Santos Noco, pero no pueden quedarse (…) Santos Noco es un hombre ilustrado. He visto varias cartas que ha escrito con pulcritud. Puede parecer extraño que el gobierno boliviano tolere a un personaje como Santos Noco. Pero esto no sucede por debilidad, sino que las autoridades saben que si emprenden una expedición contra él, desaparecerían en la selva con su gente y allí se volverían completamente salvajes…”73

“La Guayochería inauguró una serie de migraciones que fueron registrándose a lo largo del siglo xx. Con la crisis de la goma llega el empadronamiento obligatorio, y el repliegue de los blancos a los pueblos, y otra vez los karaiyana ‘limpiaron’ de indígenas las aldeas. Éstos fueron forzados a salir a la periferia, pero de manera tal que estuvieron lo bastante cerca como para poder echar mano de ellos…”74 “Los pueblos ya no son de ustedes, ¡hay que procurar buscar la Loma Santa!, Trinidad, San Ignacio y San Lorenzo ya no son de ustedes, son de los karaiyana… En Trinidad primero no había karaiyanas en la plaza. Puro

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trinitarios nomás. Y ahora, ¿dónde hay trinitarios? En el trecho pasando el arroyo, ahí que llaman Pompei, la parte más fea de Trinidad…”75 En la década de 1920 el movimiento se masificó nuevamente con familias de San Javier, Trinidad, Loreto y San Ignacio76. Después la guerra del Chaco, en los años treinta, trajo reclutamientos y nuevas migraciones. José Vaca, otro guarayo, llamó a Loma Santa en los años cincuenta. Llegaron hasta Covendo. En los setenta siguieron caminando por el Bosque de Chimanes. En el 84 una niña convocó a más de trescientas familias de San Ignacio, Pueblo Nuevo, San Miguel y Santa Rosa, y se establecieron en Carmen del Aperecito. Otra vez en el 91, por el Isiboro Sécure. “Emigró mucha gente en busca de la famosa Loma Santa. Dejaron sus casas, dejaron sus chacos, dejaron todo, oiga (…) Vino un guarayo, según dicen era guarayo, y los enarboló, diciéndoles de que estaba la Loma Santa cerca de la falda del cerro, por allá… Y se fue esta gente, quedaron unos pocos indígenas, unas pocas familias fueron las que se quedaron, los demás se fueron (…) Ya yo vi eso. Se fueron. El hombre les llevó, con hijos, con familias, y los internó al monte. Se topaba con yomomos, pantanos, cañadas, ríos… Y se fueron yendo a buscar la Loma Santa, diciendo que allá había un ganado chiquito, que había una laguna, y que había harto ganado, que ese ganado era para ellos, y que lo había mandado Dios. Era todo lo que les metió el guarayo. Esa gente se fue muriendo, en el camino, los niños se enfermaron, y les faltó de comer; se morían los niños, se murió esa gente vieja que ya no aguantó más.” “Entonces fueron a buscar la Loma Santa. Se fueron a buscar a san Miguel Arcángel. Y todavía el bribón ese guarayo, cuando llegó y más no podía seguir mintiéndoles, les dijo: ‘Para entrar aquí, ya estamos en la frontera de las pampas santas, ustedes tienen que despojarse de todo lo que signifique cosas de carayana; no pueden meter ahí, porque entonces va a ser encantado’. Ellos llevaban todas sus libras esterlinas colgadas en sus collares; la goma y la castaña circulaban con libras esterlinas, y ellos guardaban mucho, tenían su oro. Entonces había un tronco de árbol hueco, ‘todos van a despojarse de sus joyas, todas las joyas en el tronco del árbol hueco’. Y una noche las recogió el guarayo, y les dejó botados ahí. El guarayo era un vicioso con las mujeres, las santificaba. ‘Para ir a la Loma Santa tienen que estar casados, pero no las van a tocar a sus mujeres hasta que se las santifique el mesías.’ Y la santificaba a la mujer del indio.”77 “Se fueron, se quedaron unos pocos allá; la mayor parte de las familias que pudieron regresar se regresaron, no eran muchos, hacia San Ignacio, después de varios meses, fueron varios meses, con un familiar menos, con un hijo menos o con un abuelo menos, en fin, se volvieron a regresar acá. Pero otros se quedaron allá y otros se quedaron en una comunidad que se llama Pueblo Nuevo.”78 “Muchos salieron de Pueblo Nuevo y de Puerto San Borja. Pueblo Nuevo era impresionante, y en Puerto San Borja nos decían: ‘¿No se van a

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ir, no? No, padrecito, no’. Y de noche huían unas cuantas familias cada día, porque el mito dice que los últimos serán de la sicurí, una sicurí de dos cabezas… Entonces huían. E ibas a Pueblo Nuevo, y unas casas preciosas, y decías ‘Esta casa tiene dueño’, unos cuadros del abuelo, unas casas buenas, bonitas (…), y peor en Plantota. Estaban totalmente vacías, vacías ya… Era bonito. Setenta familias jóvenes con ilusión. A los seis meses que fui había de todo: gallinas, plátanos, guineos, cacería inmensa… Y cada vez que ha habido Loma Santa, siempre he dicho: ‘Aquí se está muy bien’… La Loma Santa es eso: no les dejan estar tranquilos, no les dejan comer, están dominados, y entonces se van. Había mucha tierra, una tierra nueva.”79 “En medio de la pampa hay un crucifijo grande, pero está debajo de un yomomo, siempre se va trasladando y no se lo puede encontrar. Cuando uno lo busca y se va a otra parte, que no se puede encontrar esto, donde está se escapa.”80 “Sí, debe haber sido el 98… Yo escuché en realidad a través de una amiga. Ella tenía una persona que trabajaba en su casa. Y creo que un día le pidió permiso para irse porque alguien de su familia se había ido al Sécure, buscando la Loma Santa. En ese entonces yo estaba escribiendo mi tesis sobre la región andina… a través de estudios basados en historia oral, precisamente…, y decidimos venirnos a conocer. Y empezamos el estudio de la Loma Santa con Arnaldo Lijerón, y con mi maestro indígena que fue Lorenzo Vare (…) La idea era ir identificando problemáticas que permitieran desarrollar un proyecto para emprender líneas de acción para ciddebeni. A medida que hacíamos el diagnóstico lo que salía a todas luces como problemática principal era el tema de las tierras. La problemática de las tierras, de que nos estamos quedando sin tierras, de que se han apropiado de nuestras tierras… Y entonces, a raíz de eso, el diagnóstico fue derivando cada vez a estudiar los sistemas de ocupación del espacio de las comunidades para sustentar las demandas de territorio. Y en ese proceso de analizar el sistema de ocupación, las áreas de uso, de cacería, de agricultura, de recolección, fue saliendo también el tema del movimiento de la población en el espacio, y obviamente, una de las causas de esos movimientos venían a ser los movimientos culturales de la Loma Santa. Más allá de la simple ocupación del espacio, ese espacio tenía significaciones sagradas para el pueblo indígena.”81 En su casa de Trinidad, Zulema nos habla de Ana Teco, la niña que en 1984 arrastró a trescientas familias por el monte, hasta rendirse y fundar Carmen del Aperecito. De su convivencia con ellos, de cómo su padre, don Pastor Teco, siguió buscando y casó a su hija con un chimán, porque los chimanes saben dónde está la Loma Santa, y de cómo el mismo padre hubo de azotar a la hija, porque el pueblo, cansado, acabó pensando que ella mentía. “Eso es lo que pasa con la Loma Santa: el mito permanece, pero los profetas son sacrificados. Para que se mantenga el mito, los profetas, o los espiritistas, como dicen ellos, pueden ser sacrificados.”82

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También rememora las visiones de doña Anselma Notu, y de don Modesto Noe, en Puerto San Lorenzo, que llevaban recorriendo las pampas y el monte desde los años cincuenta. Los cuadernos de música de don Modesto guardaban los nombres de los lugares que había recorrido: ¡eran tantos! Y de los tacuses sonando por la noche en Carmen del Aperecito, ante la caída de una estrella fugaz. Y de don Ezequiel Vela, que anda hechizando a todo el mundo. Y del Chinsi, de aguas negras, y de una mujer que se bañó en el río y a la que el Jichi, el Oe, casi la mata, por manchar las aguas con su sangre. “Dicen los trinitarios que hay la Loma Santa por abajo del río Maniqui. O también por arriba en la montaña cerca de Covendo. Dicen que hay ganau, chivos, ovejas, toro, toda clase de bichos, patos, gallinas, y mulas también. Pura mentira es. No hay Loma Santa… No, compadre, nosotros los chimanes que andamos por el monte nunca hemos visto algo. Hay lagunitas allá, pero ganau no hay… ”No hallan la Loma Santa, porque no existe. Buscan, buscan y buscan, pero nada. Harto trinitario he visto morir en el camino…”83 “Allí están las comunidades que conservan más la esencia. Los jóvenes ya no quieren oír hablar de la Loma Santa, más bien hasta se avergüenzan un poco. Mucha gente se ha reído de ellos, de su ingenuidad, los han tratado como salvajes que no tenían un lugar fijo donde vivir, que viven de esa manera nómada.”84 “Ya ahorita como animador me he convencido: la Loma Santa existe, pero sería no de esta tierra, porque es tierra sagrada. Porque está en la historia de Moisés, de cuando estuvo ardiendo lo que es… había un sartenejal que se llamaba; entonces cuando ya Dios habló mediante el fuego, entonces le dice: ‘Moisés, Moisés’. Entonces le contesta: ‘¿Quién me habla?’. ‘Te habla Yavet.’ Entonces le dice: ‘Tú entrarás a la tierra santa, a la tierra prometida, pero sácate los calzados’, porque también él había curioseado donde había salido la palabra, y esa palabra salía del fuego que estaba ardiendo. Y por eso es que ya ahora nosotros que ya más o menos estamos llegando a aprender (…) Tierra santa es cierto que hay, pero es tierra sagrada, porque nadie la podrá pisar, porque nuestros antepasados también han caminado y nunca han encontrado, y ya ahora nosotros nos hemos convencido de que la tierra santa es sagrada, no es para cualquier persona, sino que va a ser un descanso eterno para todos los que tengan una buena muerte.”85

El arca de Noé En las afueras de Trinidad hay una loma que durante las inundaciones se convirtió en una improvisada arca. Noé vive allí desde hace más de catorce años. Trajo palmeras de toda Bolivia, plantó árboles, para que la gente los conozca. Este Noé se llama Diego Cruz, y es generoso con las personas y con los animales.

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Entusiasmado, nos muestra a sus inquilinos, que fueron naufragando en su casa al subir las aguas. Llegaron perdices silvestres, jochis y taitetús. Durante la conversación, un precioso pájaro negro con manchas rojas se posa sobre la mesa y escucha con atención las palabras de su amigo. Saluda y se va. Desde el otro extremo del galpón un loro increpa al visitante, y don Diego aclara que está “completo”. Él no sigue la discutible costumbre del país de cortarles las alas; sus animales llegaron o cayeron del nido, y él los crió. Orgulloso, dice que es “su hijo”, y que esos animales viven tanto que lo entierran a uno. Le digo que esto último es mejor que no suceda, a pesar del amor tan grande que le tiene. Quizá por todo eso, y por la altura, los animales se refugiaron en la loma. Más allá de las aguas que la rodean, sobre la carretera, se concentran los damnificados por la inundación. Le pregunto si no teme que se le coman a sus animales, y hasta a él mismo. Ríe y afirma que de momento no puede salir de ahí. “Yo le digo que me hubiera gustado conocer al señor Kenneth Lee, y siempre tuve curiosidad por nuestros antepasados, y donde yo iba siempre había restos de cerámica y siempre tuve esa curiosidad. Yo observaba esto, me llamaba la atención. Nuestro profesor de historia nos decía que anteriormente a la llegada de los españoles solamente había salvajes acá, y eso es mentira. Hay miles de lomas de estas artificiales; o sea, salvajes no van a ser ésos, y unidas por colinas o carreteras. Entonces, yo decía, el profesor se equivocaba… Aquí tengo para demostrar que fue una civilización la que ocupó las lomas…” Mientras dice esto, abre una bolsa que contiene diversos fragmentos de cerámica, que va mostrando mientras charla. “¿Y no le parece que no eran salvajes? Y, hágame el favor, cuidaban la tierra, mucho mejor que hoy día. Trabajaban mucho más de lo que trabajamos ahora, que hay maquinaria. Si usted vuela de aquí a San Borja cuando queman los campos, que es en agosto y septiembre, viniendo a la derecha, me parece que antes de llegar al río Cuverene, hay una parte asombrosa, oye, parecen pintadas. Increíble, entonces, ¿por qué desaparecieron? ¿Sabe?, tengo ese misterio, no sé qué pasó. Últimamente llegué a pensar que hubo un diluvio que los exterminó. Porque en catorce años que llevo aquí no había visto nada como este año. Éste ha sido el más grande.” 86 “Dicen que en el fondo de las lagunas hay tesoros. Pero eso es una leyenda de los mojeños. Se habla del Jichi87. Son tradiciones, son leyendas. Respetaban al Jichi. Y eso es interesante. Porque pareciera que una leyenda es falsa, y yo que siempre viví en el campo sé que hay animales enormes, que braman de noche, y al más valiente se le pone la carne de gallina. Yo escuché, y no una vez, por lo menos tres veces, donde hay harta agua, donde hay yomomo, donde hay lagunas que están tapadas. A uno se le pone la carne de gallina. Ese ruido es… ¡terrible, terrible! Créame que es el mismo infierno. ¿Sabe?, hasta el agua tiembla. ¿Pero usted ha visto temblar el agua? Claro, yo estaba en el agua, y así cerca de mí… Yo cuando era joven cazaba caimanes…”.

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“Trinidad, la linda” Cuentan que no hace mucho los moto-taxistas preguntaban al cliente si quería o no un palo, para ahuyentar a los perros. Este año han conocido Trinidad en todo el mundo. Desde la avioneta la vista se pierde en un pequeño mar del que asoman las palmeras. La circunvalación resistió al agua, pero condenó los extramuros al Diluvio. Hubo voces que hablaban de evacuar la ciudad, pero no fue necesario. Un marinero vestido de blanco, casi un niño que acaba de hacer la comunión, vigilaba la hilera de carpas donde se esconden los damnificados. Los jóvenes lavando movilidades en el anillo, como si nada hubiera sucedido. La desgracia abre el apetito: la Casona, las heladerías repletas y bien surtidas. Aviones de todos los tamaños surcando el cielo de Trinidad. Nunca fue Trinidad tan amada ni sus mercados vieron tantas verduras. Voluntarios argentinos, españoles, venezolanos, con sus lindos uniformes desayunando tarde en los hoteles. El olor de la catedral, la blancura de sus calles multiplicada por el vapor que exhalan las aguas. La transpiración constante de la piel, de la ciudad, del cielo. Los horizontes infinitos. Ventiladores en casi todos los techos88. “Y este año ha rebalsado… Ha rebalsado el Ibare y nos ha llevado los barrios que están fuera de un anillo de protección. Usted ya ha visto, los mojeños siempre han utilizado los camellones para protegerse, hacían lomas artificiales para vivir y camellones para los sembradíos, en la época de lluvias. El padre Cipriano Barace, cuando vino, vio una pequeña loma para fundar en la orilla del arroyo San Juan… Fundó Trinidad en esa loma. Pero ¿qué iba a pensar don Cipriano Barace que las treinta o cuarenta familias, o cien familias, después íbamos a tener cerca de treinta mil familias, cuarenta mil familias, como tenemos ahora, con cerca de cien mil habitantes? ”Los primeros días el agua subía diez, veinte centímetros diarios. Después fueron cinco, después cuatro, hasta después del primer mes de llenura. Porque ésas son las características de Mojos, que no llena de golpe, sino que nosotros le llamamos la gateadora. La gateadora porque va despacio, cogiéndolo todo, como una víbora que se va extendiendo y va subiendo. Y nosotros medíamos… Si hubiera seguido eso iba a ser una desgracia, mucho más grande de lo que hemos pasado. Y hemos tenido los barrios que están alrededor de nosotros, hemos estado zona afectada mil setecientas viviendas en el área urbana, alrededor del anillo, y setecientas treinta en el área rural, en la orillera de los ríos. Dentro de mi municipio. En total han sido cerca de tres mil cuatrocientas familias con diecisiete mil personas que hemos estado atendiendo con alimentos…”89 Trinidad no es un amor a primera vista. Sus cloacas a cielo abierto y su catedral no gustan a casi nadie, ni el recuerdo de las inundaciones que la castigan de vez en cuando, como ahora. Trinidad es más bella de noche que de día; sus pórticos, las paredes desconchadas, el aire fresco escapando

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por la puerta abierta de una casa oscura, el antiguo cine, como un esqueleto bellísimo. Hay arquitectos, urbanistas, constructores, pero también amantes de las ruinas. “Su iglesia es muy vista y de bella arquitectura, aunque un tanto recargada de esculturas en madera90. La casa de gobierno, que tiene un piso alto, es grande y cómoda (…) Sus habitantes oriundos todos de la nación moxa, y que llegan a dos mil y cuatro, son bondadosos en extremo, empiezan a civilizarse y se visten ya como en las ciudades del interior. Algunas mujeres han adoptado también el vestido de cinturón ajustado al talle.”91 La plaza de Trinidad se ve redonda desde el centro. Con el atardecer las esquinas se acortan bajo el ritmo de una banda en los pórticos del Club. Los bancos se llenan de ociosos, amantes y durmientes; y las encrucijadas de paseantes y en el centro una nevera que anuncia chicha fresca. Las motocicletas danzando en torno a la plaza. Los árboles recién pintados de blanco, como vestidos con calcetines nuevos. Con los sures el aspecto de la plaza se transforma. Se hacen inverosímiles el frío y el cielo de plomo y las palmeras, los mismos paisajes acostumbrados al calor sofocante. Ahora el viento. La gente se cubre con manteles y pijamas. Mirarlos resulta chistoso. “Trinidad está muy distante del progreso de las ciudades del eje, Santa Cruz, Cochabamba y La Paz, que son la columna vertebral del desarrollo de Bolivia. Y nuestro problema principal es la falta de vinculación caminera y una energía muy cara tenemos para la industria. Entonces, ante estas diferencias, queremos reemplazarla por el turismo. Y así es que el Beni actual, la Trinidad actual, está volcando sus ojos hacia el turismo, para que podamos tener una vocación económica.”92 El mercado. Todos los mercados. El charque cubierto de moscas. El punto Entel. El polvo de las calles, el sol, el calor, los colores, los olores. Millones de minúsculas gotas de agua en el aire, que calientan aún más el cielo, el corazón y los músculos de Trinidad. El ruido de las motos, Pompeya, la Kivon, la Prefectura tan verde, la catedral que ha dejado de ser blanca. La Estancia, la música en las calles, las casas, los secretos que se esconden en las casas, detrás de cada puerta. “Pero usted tiene que verla, la fiesta, porque la fiesta no es una sola cosa. Por ejemplo, los cien colegios que hay hacen su entrada folclórica, y ellos vienen y entran, y demuestran todas las danzas nuestras… Los actos son, van casados. Son religiosos y son folclóricos. Porque sacamos a lucir nuestras vestimentas. Vamos con el folclore y llevamos adelante nuestra cultura… Es una demostración de alegría, de amor al santo patrón, y de fe y esperanza. Porque en la fiesta bailamos todos, las autoridades y el pueblo. Nos tomamos de la mano y ahí nos confundimos todos, en una sola voluntad.”93 La Chope Piesta. El club social con las mesas adornadas. En cada una de ellas un abanico, comida típica, un tipoy en miniatura. Por todas partes colgadas esteras, los camareros adornados con sombreros, y en el fondo

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un escenario de vida rural: el cántaro de chicha, el tacú, más esteras. Motivos escultóricos. El misionero. Todo bellamente decorado, en un sincretismo criollo e indígena. Los plumajes de los macheteros afuera, esperando a sus dueños para danzar más tarde. Las moperitas, nombres y apellidos nada indígenas para esas bellezas. “Y en Trinidad luchamos con la naturaleza, luchamos contra todo lo que pueda venir, incluso hasta contra los malos trinitarios luchamos para salir adelante. Pero hemos tratado de hacer de nuestra Trinidad, como dice nuestro alcalde, el general Shriqui, una tierra respetada y próspera, y nosotros, los que la amamos a Trinidad, decimos que nuestro alcalde va a conseguir convertir a la capital de las pampas y las selvas amazónicas en eso que queremos: en Trinidad, la Linda.”94

Semana Santa “Continúan los indios de Mojos macerándose horrorosamente las carnes, hasta el punto de ensangrentar por completo la plaza del pueblo, y hasta el punto de caer gravemente ayunos o llegados a la cama (…) Prosiguen estas prácticas hoy con la misma furia salvaje incontenible que presenció en 1786 don Lázaro de Ribera, en 1804 don Antonio Álvarez Sotomayor, en 1831 don Matías Carrasco, en 1832 Mr. Alcide d’Orbigny, en 1874 don Ramón Correa y en 1879 Mr. Mathews…”95 Los marineros, flanqueando la puerta de la iglesia. Salen los monaguillos. Niños vestidos de blanco con un cirio en la mano. Las imágenes que se adentran en la plaza. El antiguo centro de la misión rejuvenece de nuevo bajo cuatro arcos multicolores. No son tan diferentes de esos que vimos en carnavales y cumpleaños. Suena la música, y una canción de amor derramándose sobre la plaza. Sorprende escuchar la melancolía de los metales, aplastando con su peso el drama de la Pasión. Música de los carayanas. Dicen que antes no era así, que era cosa de los indígenas nomás. Tras los curas y el cabildo una riqueza de gentes; las mamitas con sus botas de goma: llovió durante todo el día; las lanzas de los judíos, las imágenes, sobre todo los penitentes. Son doce y sostienen sus cruces ayudados por los cireneos. Sus caras están tapadas, sólo les delatan sus manos agarradas a la cruz. Cruces de colores, algunas esmaltadas como caramelos brillantes, todas diferentes. Aquí hasta la Pasión enamora y se carga de colores, hasta el dolor parece más liviano, aunque sus gentes… Al final, una imagen de la Virgen cargada por mujeres altivas, de pecho firme y zapatos de tacón. Los taitas cantan y se desgarra el cielo nublado. Aparece tímidamente la luna. Hombres con trajes azules y bandas blancas sostienen cruces de flores. Todo es extraño y asombroso la primera vez.

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Las tinieblas. Los judíos portan sobre unos palos la escalera, el gallo, la luna de sangre, la columna. Diríanse surgidos de otro tiempo. Las velas del gran candelabro se van apagando, una a una, con una extraña mano de madera, al son monótono de la plegaria y la canción. El mundo también se va apagando. Unas maestras llevaron a los niños; ya se van. Sólo queda una vela encendida. Se espera a la mano que la apague, pero el sacristán sube a la escalera y la agarra con las suyas. Ahora se arrodilla frente al altar. No se ve la luz, pero debe estar ahí. Parece que con sus manos protege toda la luz del mundo. Las pinturas de la pared cobran vida. “En este día del Jueves Santo, nadie debe bañarse o recoger agua. Se dice que el agua está convertida en la sangre de Cristo. Nadie quiere cortar una planta ni lastimarla, porque se dice que las plantas representan el cuerpo de Jesús. No dejan que la gente haga ruido, porque Cristo está muerto. Estas reglas se hacen cumplir por medio de los ‘judíos’, la policía del cabildo. Sin embargo, en los últimos años la observación de estas reglas ha disminuido (…) En los años anteriores, ellos cuidaban los pozos estrictamente para impedir que se bañaran o sacaran agua.”96 Jueves Santo. Varios cientos de personas en la iglesia. Fuera, una música capaz de animar una fiesta. Niños entrando y saliendo del confesionario. Todos charlan animadamente. No se sabe qué esperamos. Un altar colorido e iluminado. La iglesia custodiada por las imágenes que descansan en el pasillo. Fuera, los judíos y la policía militar. Resulta extraño ver a los indígenas sentados en los primeros bancos de la iglesia, en los que se ven inscritos los apellidos de las más ilustres familias carayanas del pueblo. El cabildo entrega sus bastones el jueves, y mandan los judíos. Las nuevas autoridades con sus curiosos trajes tienen un poder efímero. Una señora con dos pares de lentes superpuestas –las suyas y las de su marido– lee su Biblia. La canción de piedad tocada por el grupo de metales se asemeja más a un pasodoble. Recuerdo a Alcide d’Orbigny delirando en su cuarto: “(…) oía la música lúgubre, los golpes redoblados que se daban los indios y sus gritos de dolor. Todo eso, agregado a la imagen que me formaba del espectáculo de los penitentes ensangrentados, se tornó para mí en una terrible pesadilla que me oprimía horriblemente (…) La procesión salió por la noche. Llevaban los diferentes grupos de estatuas, y todos, con la espalda desnuda, sin distinción de sexo ni edad, se daban azotes con unos látigos de gruesos nudos, en tanto que los demás, según las penitencias que les habían impuesto, se desgarraban las carnes con látigos provistos de trozos de vidrio cortantes o de ganchos de hierro (…) Detrás de la procesión, que dio muy lentamente la vuelta a la plaza, venía una muchedumbre de penitentes, más culpables sin duda que los demás y ante cuya vista me horroricé. Unos arrastraban penosamente un enorme pedazo de madera por medio de una

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cuerda atada a la cintura y cuyos nudos, expresamente, penetraban en la carne, y se martirizaban con garfios de hierro”97. El edificio del Cabildo es como el de tantas otras casas de San Ignacio, pero con un patio porticado mucho más grande, alrededor del cual se disponen sus edificaciones. A modo de claustro, una parte del Cabildo da a la iglesia, la otra a la calle. Jueves Santo, por la noche. Comienza la procesión y salen las imágenes. Los judíos permanecen en el templo y se introducen con prisa en el patio. Asistir a la ceremonia de los penitentes es algo más que un privilegio. Forman parte de su misterio la inaccesibilidad al recinto, el secreto de las identidades, lo inexacto de las descripciones y la dureza del castigo. Un judío que no sabía de mi salvoconducto me amenaza seriamente con darme huasca. Un penitente se queja de mi presencia violentamente. Se cierran las puertas del patio y las ventanas. Recuerda a la ceremonia antigua, Odiseo vengándose de los pretendientes. Se apagan todas las luces. Sólo donde esperan los penitentes alumbran las bujías. A través de las ventanas reticuladas se vislumbran figuras de cuerpos semidesnudos. Silencio y cruces enormes apoyadas en la pared. Sombras casi de espectros moviéndose con lentitud, y esperando. Los judíos forman con prisa en el centro del patio y, al grito de “¡Soldados!”, van a buscar al primer penitente. Ya es su último año, lleva quince con esta liturgia, y con cada uno de ellos ha ido amontonándose su deuda. Un año es una estación del vía crucis. Y una estación sentir en la carne tres azotes por cada uno de los veinte judíos. Es tentador hacer cálculos, pero no es necesario cuando contemplas un hombre que se arrodilla y se incorpora tras una serie interminable de azotes, para volver a empezar de nuevo. Le acompaña su cruz y su cireneo, quien cuidará de sus heridas. Mañana, en la procesión, cargará con la cruz más grande, pero se despedirá y estará libre… Él es el primero, aunque para mí no tiene nombre. Los judíos manejan una lista en que aparecen todos, con el cálculo exacto de su castigo. Los golpes se prolongan. Chasquidos rítmicos, repetitivos e interminables que primero fatigan y después aburren. La luna casi llena se va alzando tras los edificios. Bajo esa luz, el barro del suelo toma la apariencia de una piel arrugada. Un hombre se separa del grupo y orina. Al cabo de un rato otro lo imita, y el patio va llenándose de charcos de plata. Recuerdo de relatos de torturas: los hombres en el patio, cigarrillos encendidos como luciérnagas incandescentes, el silencio, que se rompe por las risas y las toses. Sólo hay hombres en el patio. Podría ser una broma. Podría ser un juego de adolescentes. El tiempo transcurre y la procesión ya se acerca. El corregidor apremia a los soldados. Las lacetas parecen escobillas inofensivas que guardan un secreto. Toco una, y siento un corte como de cuchilla en el dedo. La oscuridad sólo permite vislumbrar un cordón del que pende alguna cosa metálica. Con cada penitente se renuevan las lacetas, y el corregidor me pide que sostenga algunas en la mano98. Me incomoda hacerlo y me inquieto

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cuando se aleja, porque todavía hay algunos que me miran con recelo. Al cabo de un rato regresa y le devuelvo aliviado los instrumentos. Parece que tendrán que trabajar a marchas forzadas y deciden castigar a dos penitentes a la vez. Oigo cómo cuchichean que les falta un judío y tiemblo cuando a alguien se le ocurre la idea de que yo podría ayudarles. Me separo discretamente del grupo… Ahora los penitentes agradecerán su trabajo a los judíos. Les invitarán a chocolate y a café. Alguien me cuenta que a algunos de ellos les gusta ser azotados. Le creo99. Salir afuera y centenares de personas en la calle. Puestos de empanadas, ruido y luz de nuevo. La ceremonia concluye y se abren las puertas del Cabildo. La gente ha ido agolpándose ahí, y al entrar parece que buscan alguna cosa. Ahora todos somos inocentes100. “El Viernes Santo es un día de duelo. Nadie debe trabajar, todo está en silencio. Como no cocinan, no comen ni beben más que pan con café. Esta costumbre tampoco la observan ahora con tanta estrictez.”101 El sol quiere desplomarse sobre San Ignacio. Las tres de la tarde y el Santo Sepulcro y el monte Calvario de sauce bajo el pórtico de la iglesia. Cristo ha muerto. Pasan las horas y oscurece. El atrio ha ido llenándose de figuras: san Juan, María, la Magdalena y la televisión. El pueblo se congrega. Desclavan a Cristo mientras el padre habla del sacrificio de Cristo, pero nos hemos acostumbrado a que Dios muera cada año, porque no hay caras tristes. El rostro y la voz del padre reflejan sufrimiento, pero… desclavan poco a poco la imagen, milagrosamente se doblan sus brazos de madera. Los varones lo introducen en la urna y se inicia la procesión. Para asistir a la Procesión del Encuentro del Señor es aconsejable haber tomado al menos durante las horas precedentes. Las caras de sueño delatan a los más prudentes, que han madrugado. Los que más, trasnochan en lugares bien diversos. Los locales nocturnos se llenan de ávidos devotos de la cerveza y el baile; en la parroquia numerosos jóvenes se reúnen alrededor de unas velas en un clima de sentimiento; la escuela evangélica también organiza su fiesta. Cada cual escoge su camino, pero a eso de las cuatro, en un extremo de la plaza, bajo los arcos móviles que nos han acompañado durante la semana, tiene lugar el cara a cara. De un lado, san Juan y las Marías; del otro, Cristo ya resucitado. La multitud, por primera vez en estos días, enmudece del todo. Y no somos pocos los presentes. De pronto se aproximan las figuras, algunos gritos de alegría, y la explosión más bonita de la fiesta. La misma música, la chovena, los macheteros dibujando oleadas desordenadas en el aire con sus plumas; las imágenes bailando, corriendo por la plaza, en un desorden hermoso. Es lo efímero de la marcha. Sin darnos cuenta ya estamos en la iglesia. Muchos entran, y de nuevo la ceremonia. Otros se quedan fuera, y entonces se inicia el ri-

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tual de los desafíos y puñetes. San Ignacio no es el único lugar donde esto sucede. Durante estos días se han aparcado las rencillas, pero ahora es el momento de desahogar la rabia. Quien no tiene nada pendiente se retira.

El coro musical El coro es un espacio alto, oscuro, iluminado por una abertura en la pared del templo. También hay una luz de neón, y un ventilador cuelga del techo. Se accede a él por una escalera de caracol interminable, de madera también oscura. Todo es madera en el coro: la gruesa barandilla, el piso, los muebles, los viejos atriles, la mesa con el violín. Los hombres del coro no son de madera, pero allí, en la penumbra, casi lo parecen. Uno de ellos se separa discretamente del grupo y escupe en un rincón; los otros charlan animadamente mientras se proclama el Evangelio y se persignan ante la imagen del Sagrado Corazón que tienen en la entrada, con veneración y respeto. La primera canción se interrumpe con toses y algún carraspeo. Cuando se acaba, los hombres, sin hacer ningún comentario, abren unos cajones y sacan unas velas, y en las hornacinas que flanquean el espacio del coro san Ignacio y el Sagrado Corazón se iluminan como peces de colores. Siguen cantando como siempre, pero ahora ya se sienten seguros. Marcan el ritmo sonoramente con el pie, sobre la madera. Cada uno el suyo. Acaba la misa y don Marcial, el maestro de capilla, habla de la historia del coro. Estos hombres son el legado de una tradición antigua que instauraron los misioneros, allá por el siglo xvii. Habla de antiguos esplendores, de catorce violines, catorce cantores, catorce bajones, catorce flautas… “Y antes la gente eran bien cumplidos, obedientes, más que todo obedientes, porque decían ‘hagamos pues esto’ y lo hacían, hasta terminar. En cambio ahora es muy diferente ya. Siempre faltan, así que allí es donde uno, el que encabeza todo, se desanima, también ya por la misma que ya no haya cumplimiento, y antes era cumplida la gente, trabajadora, impulsativa, hasta los muchachos, los alumnos por ellos trabajaban y así, iban formando el pueblo, lo que es el Cabildo, los doctrineros, el coro musical, las mamitas abadesas. Ellos eran los que conformaban todo, todo el pueblo conformaba, las mamitas abadesas, los sacristanes, los perpetuos, los cajareros en la iglesia, los camareteros, los que preparan las camaretas pa las fiestas…”102 Don Marcial estuvo en Bermeo, donde se sometió a la religiosidad, desde muy joven. Allí, en 1954, se inició como animador religioso de la mano del padre Daniel. Después, una capacitación en Trinidad. Aprendió a tocar el violín en San Ignacio, en la Escuela Marchena: “Y ése fue el instrumento que me agradó. Ya todos los compañeros tocaban bajones,

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otros flauteros, otros clarín, otros cantores, y así… Ya a mí me emocionó el violín, así que ya tocaba. Allí en Bermeo cuando tocaba ya cantar, agarraba el violín y ya tocaba y cantaba. Ya cuando la gente de aquí me conocieron, me vieron, tocando, cantando, me cogieron aquí pal coro, me cogieron ya. Y abandoné el campo, ya me vine a vivir aquí; compré esta casita con la finada mi esposa… Ahora, como maestro de capilla, ya dirijo ahí en el coro. Llamo a los cantores, a los flauteros; voy, los busco y los organizo. Y como ya no somos muchos, doce nomás los que dirigimos ahí; hay otros, pero son nuevos y todavía no tienen esa capacidad todavía. Pascual no hace mucho que ha ingresado. El que sí es antiguo es Huachura, el bajonista, éste es antiguo; y este Juan de la Cruz, el compás. Ya el resto entraron casi como nuevos. Yo los enseño a ellos, a los flauteros, también a seguir las notas. Cuando uno va a tocar, entonces hay que darles a los bajonistas las notas que uno va a pisar; entonces ellos buscan ya, las siguen, y así estamos ahora…”103 “En las iglesias misionales todos los días se oía música de voces e instrumentos. Aprovechando el gusto y las habilidades innatas de los autóctonos, los misioneros fundaron escuelas de música y de danza, así como talleres de fabricación de instrumentos, esencialmente al servicio de la iglesia. Y aunque había misioneros que enseñaban música (…) la enseñanza de la música estaba a cargo de los maestros de capilla, que siempre fueron indígenas (…) En la década de 1690, las misiones de Moxos ya contaban con numerosos coros –de indiecitos e indiecitas–, orquestas y conjuntos de danzas.”104 Aprovecho la visita a San Ignacio del padre Piotr Nawrot para entrevistarle en el Archivo Musical. El Archivo es uno de los pocos lugares del pueblo donde el aire acondicionado permite una tregua en el combate diario contra el calor, pero la avería de los motores de luz, otra vez, ha dejado callados a los aparatos. Ahí se conservan miles de partituras que los taitas han guardado desde el tiempo de los jesuitas. “Mi convicción es que la música en las reducciones de los jesuitas o en la Iglesia no ha sido una imposición, sino una seducción al indígena… Si utilizan la música o el arte en general como instrumento de evangelización, esto realmente atrae, y las conversiones son numerosas. Por ello los músicos de esta cultura aprenden la estética del Renacimiento o del Barroco, sobre todo del Barroco. Y no lo tocan así como, digamos, los misioneros proponen, sino que ellos lo aprenden, lo transforman y más tarde lo tratan como propio.”105 “Yo creo que la música del Barroco misional es mucho más espiritual; la música ya no funciona para demostrar qué hábil soy como músico, como cantante, sino para transmitir un texto. El éxito de la música barroca misional fue medido de dirigir las mentes hacia Dios, y no desde, digamos, el despliegue de la habilidad musical. Esta música fue tratada por los pueblos como música de ellos mismos.”106

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Piotr Nawrot llegó a San Ignacio en 1991. Antes que él, había visitado Mojos el musicólogo Samuel Claro, quien en 1969 publicó un artículo con sus observaciones107; más tarde, Hans Roth, trabajando en la restauración de los templos misionales, descubre miles de partituras en Chiquitos. Nawrot terminó su doctorado en 1994 y al año siguiente se trasladó a Bolivia, donde se ocupó sobre todo del Archivo de Chiquitos, e hizo incursiones para trabajar en la colección de Mojos. Para ello, tuvo que ganarse la confianza de los taitas del coro. “Y después de un examen de dos horas ellos me dicen: ‘Pero qué suerte que vienes, porque si esto se muere, esta caja de música, si esto se muere nosotros nos morimos’. Para ellos ésta era una historia de este pueblo, historia de su fe, de su salvación; por eso lo guardaban celosamente, y ha sido difícil convencerlos de que lo donen para un archivo donde se va a preservar de una manera más perfecta.”108 Ese archivo se hizo realidad en 2003, gracias a las ayudas internacionales, pero fundamentalmente con el traspaso por parte de los indígenas de sus partituras a los fondos del Archivo. Señala Nawrot en su Archivo musical de Moxos: “Aunque una gran parte del repertorio lo conforman obras escritas en el siglo xviii, la mayoría de las obras de las que dispone el archivo ha sido reproducida en la segunda mitad del siglo pasado e inclusive en las décadas más recientes del siglo xx. Samuel Claro considera que algunas de las copias mejor preservadas provienen del siglo xviii”109. “Se pueden mencionar cinco compositores que, de una manera significativa, han influenciado en las colecciones musicales de Moxos y Chiquitos: Domenico Zipoli, (1688-1726), Giovanni Batista Bassani (1657-1716) Johann Joseph Ignaz Brentner (1689-1720), Juan de Araujo (1646-1712) y Tomás Torrejón y Velasco (1644-1728). Sorprendentemente, ninguno de ellos conoció las reducciones jesuíticas… Al lado de ésos, varios de los misioneros aseguraron que compusieron música para sus pueblos.”110 “Cuando en 1767 se expulsa a los jesuitas, ellos tenían la oportunidad para dejar esta música. Pero como ellos no lo sienten como una imposición, sino como su propio tesoro, lo han preservado. Esta música nunca se ha perdido. No hay hallazgo de música del barroco misional. No estoy de acuerdo con nadie que diga ‘yo he descubierto esta música’. No, esta música no estaba perdida en el archivo, esta música se ha utilizado para el culto hasta nuestros días, y nosotros solamente hemos, de repente, llegado a los pueblos que todavía la cultivaban.”111 La expulsión no significó inmediatamente la disolución de las misiones. Los curas doctrineros y los gobernadores conservaron las estructuras misionales, y también la música, aunque se produjo un goteo progresivo de indígenas hacia el monte. Fueron el auge de la goma y los abusos de los blancos los que, más tarde, en época republicana, determinaron la crisis final de esas estructuras, la huida a las selvas y el progresivo deterioro de la riqueza musical.

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“La suerte de un pueblo, la economía. Luego viene aquí la época de la goma, que es tremendamente destructiva, porque los hombres tienen que ir a trabajar, las comunidades ya no tienen, digamos, esta oportunidad. Luego, los indígenas no se sentían bien, se iban a la selva. ¿Qué llevaban? La música. Porque la música no era tan pesada como para traer consigo uno u otro libro. Otro factor podría ser que, con todo esto, con el tiempo ellos no podían producir los instrumentos con tanta calidad como en el siglo xviii, o en el siglo xix. Luego se cayeron los templos, en el siglo xx. Los templos de Chiquitos son los que se pudieron restaurar, los templos de Mojos, uno solo. Entonces, ya no hay estos espacios que contribuyen. Y algunos otros factores. Simplemente la llegada de algo distinto ha tenido algo que ver (…) A partir de los años cuarenta aquí llega una gran crisis. Entonces se desintegran las comunidades. Ya no tienen tantos instrumentos, ya no tienen sus templos, ya no funcionan sus liturgias. Entonces, varias veces, lo que antes era a cuatro voces se reduce a una sola voz; lo que era con acompañamiento de voces recibe acompañamiento sólo de violines. Otras veces son composiciones nuevas que ellos mismos han hecho. En el tiempo de la presencia de los jesuitas, o luego del clero secular, o del clero franciscano, había dinero para la música, había liturgias, había escuelas de música. Por eso la música era de corte mucho más solemne, mucho más elaborado. Cuando el pueblo empobrece, simplemente también va mucho más por abajo la música.”112 “Hay un punto en la historia del que nunca acabé de enterarme, hasta que encontré este papelito que es un estatuto orgánico del Cabildo Indigenal, que lo tenía uno de los taitas ahí guardado y me lo prestó. Aquí habla de la creación de la escuela musical el año 1902 con el reverendo padre A. Basquero como profesor de música colaborando con monseñor Ramón. Ahí hay alguien que de pronto ha recuperado la tradición musical porque seguro que se estaba muriendo, y eso me hace creer que los bajones que se tocan aquí se recuperaron en ese tiempo y se decidió que se tenían que tocar. Seguramente este señor, A. Basquero, reclutó a un montón de gente para violinistas. Doce violinistas, dos clarinetistas, diez cantores, todos varones, cuatro flauteros, trece bajonistas. Por esas fechas podemos encontrar en el Archivo la mayor cantidad de copias. Entre 1900 y 1920 es cuando se han copiado más partituras. Y yo supongo que responde a esto, a este señor que habrá formado la escuela. Cuando pregunto a los más viejos no saben nada de esto. Recuerdan al padre Marchena, que también les enseñaba a tocar y cantar, que sabía algo de música y les enseñaba, pero me parecía demasiado reciente (…) Lo que ha pasado en el tipnis con los trinitarios es un proceso que tengo más claro porque, evidentemente, allí sí que no ha habido corte. Ellos vienen de la tradición jesuítica (…); puede pasar que una obra jesuítica aparezca transformada en trinitario con algunos giros cambiados, que realmente ha sufrido un desarrollo, una transformación. Ellos se ponen la partitura delante, y tocan la figura, el

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movimiento; ésa es la partitura que tocan, una partitura muy reciente, una copia muy reciente. De pronto encuentras copias de esa misma obra más antiguas, pero divididas en partes. Y luego preguntas al maestro de capilla: ¿y cómo usted tocaba esto? Bueno, aquí se tocaba a dos voces, o a tres voces con dos violines o soprano y alto, pero como no encontraban, cada vez eran menos las comunidades, eran cinco o diez familias, de pronto no había gente que se dedicase mucho a la música, eran uno o dos los que hacían música para la iglesia; y en las últimas copias encuentras que la parte del primer violín se ha juntado con la parte del canto…”113 El declive de las misiones y la dispersión de los indígenas por las selvas entrañaron también la decadencia de la técnica en la construcción de los instrumentos. La expulsión de los jesuitas no afectó, inicialmente, a la producción de instrumentos musicales, al menos durante el periodo colonial. A juzgar por los testimonios y los inventarios de los pueblos, las escuelas de música y las capillas funcionaban con aparente normalidad114. En el “Padrón universal de todos los pueblos de la provincia de los Moxos”115 de 1790 figuran abundantes instrumentos y “papeles músicos” o partituras en todas las reducciones: en la capital de la provincia, San Pedro, hay “cincuenta y siete instrumentos y dos cajones llenos de papeles músicos”; “treinta y siete instrumentos entre flautas, violines y claves, y un escritorio con siete cajones llenos de papeles” en Santa Ana; “veinte y dos instrumentos, varios y multiplicados, y un cajón de tres cuartas encuadro lleno de papeles músicos”; “veinticuatro instrumentos con muchos papeles músicos” en Loreto, y “catorce instrumentos entre órganos, flautas y violines con varios papeles músicos en Trinidad”. Curiosamente, en San Ignacio sólo se conservan dos órganos. Conviene tener en cuenta que en ese mismo censo la población de San Pedro era de 2.398 almas, de 1.415 en San Ignacio, 2.780 en Trinidad y 1.056 en Loreto, pero sólo de 820 en Santa Ana y 115 en Exaltación. En su visita a Trinidad en 1867, Franz Keller-Leuzinger afirma que la tradición jesuítica se ha mantenido intacta hasta el momento: “Del mismo tiempo vienen también las partituras de las misas cantadas, fina antigua música sacra y los instrumentos músicos, violines, violoncelos, flautas, arpas y sus extraordinarios bajones… todos ellos están preservados en las iglesias; y los indios mismos guardan la tradición de tocarlos y la familiaridad con la lectura musical. La misa solemne que asistí en Trinidad fue cantada con precisión y delicadeza que no mostró ni sombra de declinación”116. Miguel Uche sigue construyendo violines en San Ignacio. De su taller han salido instrumentos hacia Santa Cruz, Cochabamba o Trinidad, pero también los tocan en Suiza, Francia, España y Argentina. “Yo fabricaba juguetes así, en madera, y con eso me entretenía. Y de ahí, con el tiempo…,

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como mi abuelo sabía tallar, hacía imágenes de santos; y ahí yo lo vi a él cómo trabajaba, cómo lo hacía, y yo iba captando muchas cosas…”117 Una misionera ursulina, la hermana María Jesús, buscaba jóvenes que quisieran aprender a tocar instrumentos: era el embrión de la futura Escuela de Música de San Ignacio, aunque ellos todavía no lo sabían. “Yo ahí estuve también –cuenta Miguel Uche–. Fueron buscando violines. Los que hay aquí. Les prestaban los viejitos, que tienen sus violines guardados… Entonces de esa forma yo ya me animé; como no había muchos, yo dije: me voy a hacer un violín para mí, para poder estudiar. El primer violín era una copia de otro luthier, de otro constructor como digamos de acá, era de una comunidad, que estaba más o menos bien hecho; de ahí en realidad saqué yo el primer modelo.” El impulso que recibieron el Archivo Musical y la Escuela de Música en 1996 también benefició a Miguel. Durante cuatro años pudo formarse con dos constructores españoles, que le enseñaron las técnicas y los modelos barrocos. A partir de ahí siguió produciendo, hasta ahora. El edificio de la Escuela de Música de San Ignacio es heredero consciente de la tradición jesuítica. Su diseño, cuidado hasta los últimos detalles, refleja formas y colores del pasado, y de las paredes del auditorio emergen figuras en relieve de jesuitas y de indios, en una recreación idealizada de lo que debieron ser los primeros contactos. En 1996, la Ruta Quetzal, que pasó por Bolivia, dio el impulso definitivo a la iniciativa que había emprendido María Jesús: la creación de la escuela de música. “Miguel de la Quadra se enamoró del proyecto, regaló diez violines chinos, no sé si alguna flauta también, y lo más importante es que consiguió de la unesco una beca para que un violinista checo sembrara la semilla de lo que ahora es la orquesta de cámara.”118 La orquesta debutó en 2002 con el estreno de la Misa Palatina, y dos años más tarde participó en el festival de Chiquitos. Después una gira por Europa, y más de treinta y cinco mil asistentes a sus espectáculos. Ahora están preparando un nuevo ciclo titulado “Tras las huellas de la Loma Santa”; tienen previsto viajar al Paraguay, Uruguay y Argentina, y hacer una nueva gira por Europa. “Nos gusta también tocar en el Beni. Intentamos sobre todo devolver la música misional a los templos en los que nació y en los que llevaba sin sonar más de doscientos años. Queremos ir a todas las antiguas misiones poco a poco. No tiene sentido que nuestra música sólo se valore en el extranjero. Queremos que poco a poco vaya calando en el pueblo, como identidad del pueblo mojeño.”119 “Nosotros venimos de una deuda histórica, no podemos vivir apartados de la realidad desde el momento en que nosotros somos el símbolo de la reivindicación indígena, de nuestra propia historia; lo que tocamos es eso, es la historia misma de este pueblo, nos debemos a eso, y nos resulta complicado todo ese aspecto de la socialización y de la concientización y educación de la gente…”120

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Cuando se acaba la misa hay una reunión en la parroquia. Los jóvenes de la Escuela de Música y los taitas. El discurso de don Marcial dándole la bienvenida al coro, y recordándole cómo, antiguamente, cantaban con catorce… Ahora ya sólo quedan ellos. El joven profesor que se erige en portavoz de sus compañeros muestra respeto y las ganas de aprender, las dificultades que tendrán. Su insolente juventud vaticina que él será el próximo maestro de capilla. “Y ellos bonito van a aprender, porque ya pues están hechos ya ellos. Es nomás conocer la tonada, nada más. No, eso no les va a costar. Y yo les digo pues a ellos que después de nosotros ya van a ser ellos los tatas, y las chicas van a ser las mamitas, así como fuimos nosotros, nuestros abuelos, de ahí sacamos, nos enseñaron así, de donde ahora nosotros estamos manteniendo…”121 “Aquí, en este pueblo –comenta Nawrot–, ya son los últimos momentos. Esta batalla no sé cómo podríamos vencerla, porque ya ha entrado un nuevo estilo de liturgia. La liturgia ha cambiado después del Concilio Vaticano II. El pueblo ya es una ciudad, los jóvenes escuchan otra cosa. No, no se atreven a tocar algunos de los instrumentos. Va a transformarse en algo que no va a ser ya tan rústico; rústico no lo entiendo yo para nada inferior, para nada. Porque algunos de los alumnos de la Escuela de Música van al coro y un poco aprenden, pero esto ya no va a sobrevivir. ”En la selva va a tener un poco más de vida, pero ¿cuánto más de vida? Mira, estos cambios que se han producido aquí en los quince años desde que yo he llegado por primera vez a Bolivia, son unos cambios increíbles, increíbles, ¿no?… Y cada vez más acelerados. ¿Cuándo llegará esta novedad a los pueblos de donde viene la música que recientemente ha entrado a este Archivo? No sé, pero sí que podemos salvar esto de otra manera, justamente por fabricar un documento con una grabación digital de su práctica musical, esto lo vamos a hacer.”122 El maestro sabe que deben renovarse o morir, pero morirán, porque esta renovación no dejará nada de ellos. En la reunión hablaban castellano. Tocarán con solfeo y fotocopias. No se persignarán ante el Sagrado Corazón, ni ante los santos. Tampoco escupirán en el suelo.

Macheteros “El machetero es para nosotros la primera figura que nos identifica. Por su elegancia, su postura, su virilidad, su peso… En una sociedad que heredamos nosotros, patriarcal, machista y todo eso, la mejor figura que podría representarnos es el machetero. Le tenemos mucho amor, nos da orgullo, el machetero. Nos sentimos muy representados, muy identificados con el machetero. A mí particularmente me gusta pintar macheteros, dibujar macheteros, en sus diferentes facetas, sus diferentes posiciones,

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su diferente actividad. Porque se puede recoger del machetero un sinfín de mensajes…”123 “Ahí está el machetero, vibrando… Ése es el motivo de que uno, de ser machetero, hay que cumplirlo, porque yo me he juramentado por cuatro años y los cumplí, mis cuatro años; no me abandono, porque mi juramento es solamente una vez, para siempre, para toda mi vida… El plumaje, cada pluma, sabemos por creencia, y creemos, que cada pluma es una vela que llevamos en la cabeza cuando estamos bailando. Esa plumita blanca que se ve, ésa es la luz de la vela que llevamos.”124 “Y esa danza ya se aplicó después cuando llegaron los jesuitas, se aplicó para representar el nacimiento de Jesús. El hombre que le venció a la muerte. Y esta danza del tontochi representaba justamente la vívida expresión del nacimiento de Jesús, y en su plumaje se podían ver las radiaciones del sol.”125 “Por lo general cada etnia no se mezcla con las otras, bailando cada una en grupo aparte; las mujeres contemplan a los varones desde la puerta de sus casas: adornan la cabeza con plumas, formando coronas, aros u otras figuras tan complicadas como elegantes. Confieso que constituye un espectáculo digno de toda alabanza y que los ojos europeos más refinados no tendrían en menos: acá y allá, grupos dispersos de indios, cuya cabeza con tantas y tan variadas plumas (combinadas con tanto arte) forman una pirámide… En las piernas, por debajo de las pantorrillas, atan una especie de almendras (cuyos árboles plantan y cuidan con gran esmero): su fruto, separado de la cáscara, es duro, por lo que al sacudirlo resulta más ruidoso que si uno atara avellanas, de manera que se pueden llamar campanillas… Debajo de las rodillas se cuelgan campanillas europeas, tanto más agradables cuanto más grandes…”126

Arte y artesanía Arte y artesanía se confunden en Mojos. ¿Cómo definir las tallas de los niños de Santa Rosa, las figuras de Edgar Burgos, las vasijas de arcilla para la chicha, e incluso las casas, los tejados de motacú, la belleza que encierra cada golpe de hacha o de machete que dan forma a los horcones, las puertas, los violines, las canoas de verdad o las de juguete? “Si se exceptúa el dibujo, será preciso confesar que los indios Moxos profesan casi todas las artes y oficios. En todos los pueblos se encuentran buenos músicos, y en algunos, compositores, organeros, fundidores, ebanistas, torneros, herreros, tejedores, sastres, bordadores. No tienen talento para la invención, y tal vez sus obras no estén acabadas con gusto, pero ese defecto proviene a mi ver de la ignorancia en el dibujo, de no haber visto más mundo que este retiro y de no tener grandes modelos que agucen su imaginación.”127

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¿Y las plumas, los ropajes, las canciones, las pinturas y retratos en la plaza de Trinidad, las esculturas de cemento y fierro de Hugo Nava, las mujeres azules de Raúl Sánchez, las caricaturas de Sixto Roca, los poemas…? Arte y artesanía: ¿dónde están dibujadas las fronteras tan marcadas en otros lugares, y tan dispersas en esta tierra? Los antiguos griegos acuñaron esos términos, y por aquí no ha pasado el tiempo. Lo bello, lo útil y lo bueno, una tríada indisoluble que con los siglos ha ido fundiéndose, pero que en Mojos perdura todavía. Porque un objeto bello sigue siéndolo porque es útil; si no, no sirve. Y por eso causa placer, e incluso a veces conmueve, ver aquí un carretón o una herramienta. Esa belleza se esfuma en una sociedad industrializada. “La industria de los indios no se limita a un solo objeto. Es muy común hallar quien sepa a un tiempo tejer, cortar y hacer un vestido y manejar el formón. Otros dejan el remo para tocar el violín o la flauta, con la mayor destreza (…) Causa admiración que unos indios que ignoran hasta los primeros elementos de la aritmética, manejen el compás, entiendan lo que es una proporción armónica, y apliquen felizmente los principios de la música para trabajar unos órganos tan buenos como los mejores de Europa.”128 Arte y artesanía imitan al principio de la naturaleza, y aquí la naturaleza se derrama por doquier. No hace falta recrearse en pinturas de bellos paisajes, porque el paisaje está fuera, tras las ventanas, en la calle. Y la música suena cada día, y los retratos no importan, porque seguimos teniendo ese rostro ahí delante. Seguramente por eso los artistas responden que no saben de dónde salió su arte. Todos repiten, como si se hubieran puesto de acuerdo, que lo sintieron de niños, que no supieron cuándo, que ya eran artistas… “Creo que los artistas nacen de ahí; no se hacen los artistas, nacen. Y se perfeccionan. Entonces yo digo, cuando me preguntan eso, que si yo hubiese podido pintar en el vientre de mi madre lo hacía, ¿no?”129 “Desde chico tuve aquella inclinación por el arte, por el dibujo más que todo.”130 “Me crié entre animales, entre ríos, entre montes y pampas. Entonces todas esas vivencias yo las dibujaba. Y se me hacía muy fácil, parecía que todas tenían la misma condición.”131 ¿Arte o imitación? Porque se pone en duda que imitar sea arte, y porque ya los primeros europeos que llegaron se dieron cuenta de la capacidad que tenían para copiar los mojeños. Pero en el Viejo Mundo todo estaba ya inventado y los artistas barrocos miraban al Cielo para inspirarse en sus creaciones, mientras que los indios gozaban con la naturaleza; sólo tenían que alargar la mano y ya estaban ahí las plumas y los colores, y los derrochaban derramándolos por sus cuerpos e iluminando sus vasijas. “Estos naturales tienen una afición particular por el dibujo, la que no deja de estar acompañada de bastante habilidad: sus pinturas representan animales y plantas regularmente copiadas…”132 “Todo lo anterior nos

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muestra a los indios de Mojos como muy hábiles artífices y músicos, pero al mismo tiempo, sin iniciativa propia, sin originalidad. Todo lo copian, la música, el dibujo, la escultura y las composiciones literarias.”133 Raúl Sánchez se define como impresionista, admirador de Gauguin. “Mire”, dice, y me muestra sus obras, orgulloso de los trazos y los colores. Sus lienzos rebosan de motivos autóctonos: bueyes, campesinos y, ¡cómo no!, macheteros. He visto su obra en varias casas, y en el Olimpia, el antiguo café de la plaza de Trinidad. Su estilo es inconfundible: trazos gruesos y contundentes, líneas curvas, ondulantes y cargadas de movimiento. En el Olimpia, precisamente, frente a dos vasos de mocochinchi, acabo comprándole uno de sus cuadros. Raúl me enseña su camisa: “¡Hasta en la ropa soy impresionista!”, me dice. Es imposible dejar constancia aquí de todos los artistas benianos. Félix Melgar, uno de ellos, lo está intentando en un libro que habrá de ver la luz algún día. Le pido que me hable de los más destacados, y me nombra a los hermanos Coimbra, en el siglo xix, a Hugo Téllez, autor del escudo departamental, a Franklin Muñoz y Jari Paz, que tuvieron éxito en los Estados Unidos, y a otros que siguen acá, a los que incluso tuve la suerte de conocer. A Sixto Roca, el artista inquieto, bohemio y de humor excelente (quién sabe si heredado de las historias de don Jacinto), pintor, caricaturista y muchas cosas más, habitante de una curiosa discoteca por cuya fachada asoma un trozo de avión. A Hernán Melgar, el profesor Bustamante, los hermanos Aguirre. Tampoco se olvida de los europeos que pasaron hace ya mucho tiempo, como D’Orbigny, o Melchor María Mercado, cuyas láminas son casi el único testimonio gráfico que nos ha quedado de esos tiempos. Y me habla de escultores como Pablo Bazán, de San Ignacio de Moxos, dedicado a la imaginería religiosa; de Edgar Burgos, y de Hugo Nava, el escultor de los hombres de cemento, el inconformista que de niño mejoraba los dibujos de su maestra, que practicaba la cerámica en las calles de Trinidad “que eran de tierra, y cuando llovía arrancábamos de las cunetas el barro gredo, y con los amigos empezábamos a hacer figuritas, muñequitos, todo eso, y yo siempre tuve en mi mano el deseo de hacer figuras de arcilla, y lo hice”134. Hugo Nava aprendió a mezclar arcillas, y más tarde fue ceramista y dibujante de cartillas de cuentos que hablaban de la historia y del folclore. En 2003 le propusieron refaccionar una plazuela en Trinidad, y desde entonces sus esculturas se multiplican por todo el Beni. Grises y de colores brillantes, con la ayuda de su familia y de amigos, como los demás, sin maestro que le haya enseñado, sigue recreando temas regionales, batallas, encuentros de indios y jesuitas, el ganado, los animales. Félix Melgar, junto a Raúl Sánchez, Arnaldo Lijerón y otros artistas e intelectuales, están impulsando el Instituto Beniano de Bellas Artes, “para que de ahí eso sea un semillero de donde podamos fortalecer y proyectar a nuestros artistas más allá, porque nos dimos cuenta de que artistas hay muchos aquí, y muy talentosos”135.

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“Ya lo decían los jesuitas, un niño indígena, en seis meses más o menos, aprende a tocar con perfección un instrumento, lo que un infante europeo necesita varios años. Ese indígena que está haciendo todas las obras escultóricas que tenemos en las plazas y en las calles, ese hombre no ha pasado por una academia de escultura, no. Y es bonito, una belleza. Entonces, lo que decían los jesuitas en cuanto a la música, en cuanto a las esculturas…, eso es lo que tratamos de rescatar también, rescatar semejante herencia, que no se pierda y que más bien sobre esa base se proyecte la nueva realidad histórica de Mojos.”136 “Pero hay como un renacer de comenzar a hacer trabajos cerámicos en cuanto a formas. En una oportunidad yo mostré una cerámica antigua a una ceramista que vino de una comunidad de San Ignacio de Moxos; y ella estaba así maravillada, no creía en lo que veían sus ojos. Dice: ‘Tan delgadita, tan linda, mire, con todos estos dibujos…, ¿y cómo lo harían? Es lo que ustedes tendrían que hacer, hay que buscar los términos, con los antiguos, si todavía alguien sabe’.”137

“Con ese patrón nadie sufría, no se conocía nada de malo…” “Las prósperas misiones jesuíticas de antaño, también hoy sólo son un recuerdo, pues el hombre blanco ha traído consigo la devastación. Tan exterminadora como en otros tiempos fue la peste, la fiebre del caucho ha asolado directa o indirectamente grandes regiones del Oriente de Bolivia.”138 “En Benjamín me preguntan si hay muchachos entre los chácobo. Estimado lector, ¿sabe usted lo que quiere decir eso? Se justifica ir hasta allí y robar esos niños para educarlos como peones. En el curso superior de los ríos Tahuamanu y Manuripi acostumbran a rodear las aldeas de los indios salvajes y asesinar a los adultos. La presa de los saqueadores son los niños. Cualquiera que conozca los bosques de caucho puede confirmar que esto es cierto. Yo mismo he conocido a un hombre bastante agradable y apacible que ganaba su buen dinero con este tipo de caza, él mismo lo admitía… ‘Sin indios no hay industria del caucho’.”139 Bismarck Torres Aramallo es el oficial mayor de la alcaldía de Cachuela Esperanza, y quiere escribir un libro llamado La ciudad perdida del caucho. En la plazuela frente al río hay una imagen del “Cristo de la goma” a la sombra de un poste eléctrico que reparte cables en todas direcciones. La iglesia se levanta sobre una roca desnuda, es de madera, y evoca por su forma y sus colores cualquier mar del norte de Europa al fondo del paisaje. En Cachuela, hasta los saltamontes son amables. Los enormes mangos, plantados por don Nicolás, esparcidos por todo el pueblo: en el paseo, en las calles junto al río. El pequeño teatro General Pando huele a museo. En su interior cuelgan fotografías del pasado, de europeos elegantemente

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vestidos de blanco. Una pizarra junto al escenario y algunos pupitres. Los almacenes, el motor de luz oxidado, las casas de los trabajadores, la vieja locomotora que se utilizaba para esquivar la cachuela. Eufronio Ramallo González, en Guayamerín. Vivía en Rurrenabaque, mientras su papá administraba las barracas gomeras de don Nicolás Suárez. Luego se fue a la guerra del Chaco, con diecisiete años. Y después fue el piloto de la lancha del mismísimo don Nicolás, la Manuripi, desde comienzos del 37. Todos sus hijos son cachueleros, y él tiene noventa y un años: “Yo he sido piloto de sus lanchas. Catorce años he viajado en sus lanchas, trayendo sus productos de las barracas, del Manuripi, del Orthon, del Madre de Dios, del Beni, de todo. Porque de Suárez era todo el Beni. Nadie se metía aquí mientras que no sea con orden de él. Así era ese señor”140. En el segundo cuarto del siglo xix, Goodyear inventó el sistema para dar consistencia a la resina y así poder emplearla como material industrial. La mayor demanda de la materia prima implicó una penetración en la selva amazónica desde el Brasil, y la llegada de los brasileros a la confluencia del Amazonas con el Madera hacia 1860, en busca del árbol de la goma. “Apenas los brasileños buscadores de siringa habían instalado las primeras barracas a los márgenes del Madera inferior, no lejos de su confluencia con el Amazonas, los cruceños empezaron a hacer lo propio sobre ambas orillas de aquél, en un principio con la calidad de fregueses de los brasileños, esto es de comanditarios suyos, y luego de propia cuenta (…) Santos Mercado fue de los primeros en acometer la nueva labor silvana (…) Después de haber trabajado como obrajero y como fregués en gomales brasileños, remontó el Madera (…) y hacia 1862 instalaba su primera ‘barraca’ en la ribera derecha del río, frente a la cachuela Teotonio. Habiendo hallado poco después en la ribera opuesta franjas de selva más abundosas en siringa, concluyó por instalarse allí, levantando la barraca ‘Paraíso’ en donde había de fijar su residencia y el centro de sus actividades productivas.”141 Después llegaron muchos otros: Salvatierra, Vaca Díez, Nicolás Suárez… Héroes del panteón cruceño cuyas andanzas resuenan todavía en las páginas de los libros y en la memoria de los hombres142. “En estas barracas no hay ni un solo objeto que a uno le gustaría tener. Todo lo que era indígena ha desaparecido. Algunas sencillas vasijas de barro, uno o dos canastos, latas vacías de alcohol, vasos de hojalata hechos de latas de conserva y cosas por el estilo constituyen los enseres domésticos. Todo es pobre, gris, sombrío y banal. La gente parece enferma, mustia, su vida está vacía, sin alegría, sin interés. Ni siquiera los niños juegan tan libremente y con tanta naturalidad como los niños de los indios de la selva. Rara vez, o nunca, uno escucha salir de estas barracas una carcajada. Nunca saludan a los blancos con el orgullo del semejante, lo hacen con la humildad de hablar al patrón.”143 “Puede ser injusto afirmar que todos los patrones de las barracas son unos canallas, aunque haya muchos. No, tam-

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bién entre estos señores hay gente bastante agradable y frecuentemente las condiciones son verdaderamente patriarcales.”144 “Él tenía más de tres mil personas trabajando en Cachuela. Éramos hartos. Mire, tenía todos esos galpones, tenían ese Boquerón, tenía cien cuartos, para cada uno un cuarto. Esa Culebra cien cuartos, ese Casablanca cien cuartos… ¡No le digo que él tenía todo, todo, todo!… Ese Cachuela era una cosa pero buena, oiga. Ahí no se conocía un muchacho que esté haciendo bulla. No se conocía un ocioso por ahí. Había orden, había disciplina, había responsabilidad. Por eso es que yo ahora con esta generación vivo intranquilo. Todo eso he visto yo.”145 “La vida en la barraca de ese tiempo era puro goma nomás. Ese tiempo nadie sufría. Es el tiempo de la esclavitud, daban huasca, pero al que lo merecía. El flojo, el atrevido, todo eso. Pero al que mataba, en el ratito lo fusilaba. El que robaba, en el ratito lo fusilaba. ”–Usted, ¿vio eso? ”–Sí. Hacían todo eso para que no exista más. No como ahora. Ellos nomás los patrones hacían eso. Pero la gente que trabajaba bien, ¡cómo los atendían! Esos que hacían eso eran muy pocos. Porque tenían miedo. Ésa era la forma de moderar todos los perjuicios. No nos esclavizaban a los trabajadores; a los que éramos cumplidos, los que éramos educados, nadie nos hacía nada, nos querían como a hijos… Yo no puedo quejarme de esos patrones que han reconocido mi voluntad, mi responsabilidad. Pero ahora, ¿quién responde? Nadie. Yo no puedo decir que esclavizaba. El que esclavizaba era Zeiler. ¡Cómo los hacía trabajar! Ése los hacía trabajar casi toda la noche. Y el que no, le daba huasca.”146 “Compré una barraca que se llamaba San Miguel. En 1969 ya. A mis treinta y nueve años. De esa manera fue que conocí la cuestión del trabajo de la goma. Trabajé pues más de diez años allá. Era bien bonito… Claro, eran varios años en ese trabajo, la gente se huye, la gente se sale sin preguntarle a uno. En fin, había un sinnúmero de barracas que estaban bajo la administración de Suárez Hermanos. Por eso le digo que Suárez Hermanos manejó más o menos un setenta por ciento de la producción y las tierras. Era el terrateniente más grande que había en la región. Si tenía más de dos millones de cabezas de ganado… Oiga, eso tenía la Casa Suárez. (…) Trabajé aproximadamente ocho años, trabajé con bastante gente. Tenía embarcaciones a motor, tenía más o menos unos setenta siringueros, una cosa dura, oiga… De la gente, la gente… usted viera cómo es trabajar con la gente que llega de Riberalta, se regresa, uno tiene que sacar créditos para poder ensanchar el negocio de la goma. Así se trabajaba. Vendiendo a precios más baratos la goma de lo que podía ser, pero así es cuando no se tiene plata.”147 Don Arturo, con más de setenta años y una vida inconfesable. Buscador de oro, comerciante, propietario de una barraca gomera de treinta

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mil hectáreas. Ahora regenta un tranquilo establecimiento en Guayará. Su vida es como el cuento de la lechera: a partir de la venta de un cuero de tigre consiguió plata para jugar. Se multiplicó y con eso empezó a comprar. Luego fue perdiéndolo todo, mientras cambiaba de oficio e iba haciéndose cada vez más sabio. Habla de desdoblamientos de personalidad y de viajes astrales mientras despliega las cartas sobre la mesa. Creo que ha vuelto a perder su partida al solitario, pero pronto llegan sus amigos para empezar un nueva, y debo desaparecer. Whalter Rocha debe de tener unos sesenta años y vive con su suegra. Ha tenido un accidente de moto en el que acaba de perder parte de un pie. Su suegra no quiere hablar, pero por su edad podría contar muchas cosas. De vez en cuando deja escapar alguna frase que despierta todavía más el interés por escucharla, aunque ella dice que no sabe nada. Sólo que Cachuela Esperanza es un pueblo que no le gustaba, porque había mucho orgullo. Y también que ya no queda allí más que buen pescado. “Mi padre administraba su hotel –me cuenta Whalter–. Ese hotel era para dar comida. Usted no podía poner una venta de nada. Todo el mundo tenía que comprar ahí. El hotel tenía para los trabajadores, para los empleados y para los obreros. Había turistas, pero no estaban muchos días. Dos, tres días, y los sacaban.”148 “Bien nos atendían en comer, en todo –explica Eufronio–. Tenían hospital, teníamos cuarto, teníamos todo. Qué lindo era eso, no se conocían crisis. ¡Qué lindo era trabajar con esa empresa, oiga! Él tenía todo: tenía panadera, tenía peluquero, tenía hoteles para todos los solteros que no tenían mujeres. Los corregidores, las autoridades, profesores. Todo era puesto por él, él los pagaba. Porque había los talleres, como decir la maestranza. Esa maestranza funcionaba con un jefe de ellos, era un gringo, de Alemania. Ese gringo administraba a todos los que trabajaban. Hacían las lanchas ahí. Sólo las planchas venían de Europa. Los carpinteros tenían sus trabajadores aparte. Los hojalateros, los albañiles… Así que todas esas reparticiones tenían en Cachuela (…) No se metía el gobierno ahí en Cachuela, era una cosa hermosa.”149 “Todos trabajaban en la fábrica. También tenían fábrica de almendra. Había una maestranza con los mejores mecánicos que venían de Alemania. Todo era gringos, puro gringo. Tenían seis lanchas y motor grande. Las lanchas eran a vapor, gastaban leña. Yo me acuerdo que mi padre fue el que llegó primero. Mi padre colombiano, pero él trabajó ahí. Fue administrador de Santo Domingo. Yo vivía en Cachuela.”150 Eufronio evoca nostálgico las fiestas de entonces: “Las fiestas, oiga, ¡cómo eran las fiestas! Por ejemplo, había las fiestas oficiales: Carnaval, 6 de agosto, Todos Santos, Semana Santa, Año Nuevo. Esas cinco fiestas nomás eran fiestas oficiales. Ésas las hacía feriar él. Nadie trabajaba. Llegaba Carnaval, ¡cómo nos divertíamos! La bebida no nos vendía, ésa la tenía su fábrica de alcohol. ¡Un alcohol lindísimo! El primer día de a un litro le

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regalaba. Domingo, otra vez repartía alcohol. Así que cuatro noches nos divertíamos, tomando, bailando. Y no peleábamos; esos que peleaban los metían al calabozo que pasen su borrachera. Las armas, todo recogían, para que no se maten. Eso era la forma de la fiesta”151. “En Cachuela había cine que no había en el Beni. El primer cine mudo de Bolivia creo que fue ahí. Yo he sido alcalde de Cachuela diez años. Todo el gobierno de Banzer. Me crié en Cachuela y ahí formé mi hogar. Cuando llegué allá, el 52 he visto llegar los cupos, llegaba harina, aceite, azúcar. Llegaba todo por vapor. Sólo se comía la carne pura. Ahora no tienen qué comer.”152 “Él era alto, nunca fue gordo. Andaba con un sombrerango, bigote. No era malo; mentira son ésas que era abusivo. Él amaneció muerto un día lunes. Cumplió solamente ochenta y nueve años. El 10 de enero recién amaneció muerto en Cachuela. Una semana lo velamos. El velorio fue peor que el de un pobre. Su cajón lo cortaron hasta el tamaño de él, lo pintaron negro. Nada de lujo. Él dice que le dijo a su señora que no hagan nada de todas esas cosas. A mí me tocó levantar su cabeza, pa ponerle su medalla. ¡Qué medalla tan hermosa, tenía su corazón de puro oro! Le pusimos eso, le pusimos una bandera en cada lado, y de ahí el carpintero lo clavó su cajón. Y de ahí dieron su discurso, esos cinco ministros que vinieron de Europa, ¡qué hermoso! El único que no pudo dar su discurso fue su gerente, se desmayó. Era muy triste. ¡Pero cómo no! Con ese patrón nadie sufría, no se conocía nada de malo.”153 “¿Sabe lo que pasó? Fue que cambió pues de gerente general. El que fregó todo, lo que terminó la Casa Suárez, fue su yerno, don Napoleón Solares Arias. Bueno, de ahí don Napoleón ya se metió a su política, porque él era un gran político. Quería ser presidente de la República, y era del Partido Liberal; esos liberales sí que daban huasca… Esa esclavitud no quería que se termine, don Napoleón Solares. Entonces nadie lo apoyó, pues. ¿Quién lo iba a apoyar? Así que cada elecciones que había, él buscaba su candidatura. Ahí fue saliendo la plata. Con su política terminó todo. Cuando triunfó el mnr, ese partido fue que lo acabó de fregar ya, nos acabó de fregar todo. Porque comenzó con nacionalizar las minas, después dictó la Reforma Agraria… ¡Los volvió ricos! Después que terminó ya todo eso, los militares tomaron cuenta de Cachuela. Ésos fueron los que comenzaron a derruir, a fregar ya Cachuela. Entraron los militares, como militares ya no hay una cosa buena. ¿Ve el Archivo? ¡Cómo los botaron los libros! ¡Qué clase de libros no había ahí! ¡Cómo todos los galpones los deshicieron, los almacenes, las tiendas, las viviendas, lo vendieron las calaminas, todo!”154 “El gobierno del mnr puso interventores y liquidó la empresa –cuenta Whalter–. Vino la Reforma y le quitaron las tierras a Suárez. Con la goma la gente quedó libre. Los administradores…, cada barraca tenía un administrador con varias familias. Todos se quedaron como dueños. Al-

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gunos trabajadores se fueron, otros se quedaron. Ya vendían su goma y la castaña al que venía. Ahí aparecieron pequeños comerciantes, el negocio chico. Verá usted, de ahí para acá todo fue decayendo. Esa gente se hizo pícara. Vivían como ricos. De ahí para acá nacieron otros pueblos. Toda esa gente se vino a los pueblos. Y se acabó, oiga. Parece un sueño. Si Nicolás Suárez volviera a nacer se moriría de ver ese desastre. Fui alcalde en el gobierno de Barrientos, unas seis veces. Después hubo elecciones y yo me gané por democracia. Ya me cansé, porque el alcalde no gana. No hay a quien cobrar impuestos. Como yo era el patrón tenía que poner cuando se moría alguien (…) Cachuela es ahora un pueblo donde la gente no tiene qué hacer. Ese pueblo se acabó. Ahí había luz las veinticuatro horas del día, porque las máquinas no paraban. Llegó un tiempo en que se acabó la luz. Yo hice la gestión y llegó un motor. Ahora son tres horas al día. Cuando ya no hubo luz, cortaban los cables y los vendían como bronce. Ahora son alambres. Se conservaron unos metros que están cerca de la policía y no pudieron robarlos. Esa Villa Judith la tumbaron, oiga. Hay una casa de dos pisos, Villa Luta. Don Nicolás Suárez vivía en Villa Judith. De Villa Judith sólo quedan escombros. Ellos agarraban, se iban de aquí de noche y se ponían a perforar. Ponían el detector y sonaba, y era el alambre. Y ahí perforaban. Al hospital también fueron a buscar entierros.”155 “Yo, todo lo que he conocido, todo se perdió –concluye Eufronio–. Así me decía don Nicolás Suárez: ‘Vas a ver, hijo… Cuando yo me muera, todo se les va a acabar’. Y yo le decía: ‘¡Qué se va a acabar, con semejante riqueza!’. Yo soy el único viejo que he conocido todas esas cosas. Todos mis compañeros, todos son muertos.”156

Comerciantes, ganaderos y carayanas Remate mojeño. Nunca había oído hablar de rufiones y pajuelas. Un toro llamado Bin Laden capaz de “explosiones de genética”. Un ganadero que se despide tristísimo de una de sus hembras. “Hembras de lujo que hacen ganar mucho dinero”, anuncia el subastador. Mujeres y reses compiten en belleza en el remate ganadero. Mujeres de largos cabellos y botas altas acabadas en tacones finos como agujas. Los sombreros de alas anchas, y los ganaderos enamorados de sus animales157. El mítico Barace es más amado en Mojos por las doscientas cabezas de ganado que trajo a Loreto que por su tarea evangelizadora. Aunque sólo llegaron ochenta y seis, de esas doscientas, pronto se multiplicaron y fueron hasta cincuenta mil en 1767, ciento veinte mil en 1830, y tantas otras cifras que los historiadores se complacen, orgullosos, en regalar a sus lectores158. Cifras, enfermedades y matanzas que diezmaron el ganado. Fiebre de cadera, abigeato, el sebo, la codicia.

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“Los antiguos cacaotales y cafetos de la era jesuítica fueron limpiados y se replantaron grandes extensiones. Solamente el algodón fue relegado porque los brazos para los telares se habían ido lejos, aguas abajo, a la siringa (…) De la ganadería, además del cuero y la grasa, ahora ya se industrializó el charque (…) al igual que la manteca en vejigas de víscera de ganado o enlatadas, y el sebo en chipas para el alumbrado de los mecheros o la fabricación de velas y jabón de lejía.”159 Después, la crisis de la goma, y el ganado dejó de ir hacia el Brasil para dirigirse al Altiplano160. En los años cuarenta, frigoríficos, aviones, transportes a La Paz. “Las zonas no eran tan estropeadas, desde luego, como ahora; eran más cuidadas, no tenía buen mercado el ganado, porque solamente se vendía para Santa Cruz y para el Brasil. Recién me parece que en la temporada del sesenta se comenzaron a abrir los mercados vía aérea a la ciudad de La Paz, también con muchas dificultades por el aeropuerto, que no reunía las condiciones necesarias para que vengan aviones, no digo de alto tonelaje, pero por lo menos de cinco toneladas, que no se pueden llevar en avionetas pequeñas. Después ya hubo matadero en El Desengaño. Después vino, pasó esa década del sesenta al setenta, y se comenzó a mejorar un poco el aeropuerto de acá de aasana, estuvo en mejores condiciones, hubo un mayor flujo de transporte aéreo. Yo he incursionado todavía en la comercialización de la carne.”161 La Revolución del 52 desterró la carne argentina de las minas de Comibol e impuso la compra de ganado del Beni. Los mineros se quejaban de la calidad de la carne, pero los aviones empezaron a volar desde las pampas a la Cordillera. En “el patio de las cucarachas” del aeropuerto internacional de Miami se compraban antiguos aviones de la Segunda Guerra Mundial, que cambiaron su carga de bombas por carne de res162. A veces los aviones iban tan cargados que no podían alcanzar el techo, y entonces tenían que lanzar algunos animales para aligerarse. Escenas bíblicas cerca de La Paz. Lluvia de vacas, como una nueva y desconocida plaga de Egipto, o los días cercanos al Apocalipsis163. En la inundación se veían desde el aire pequeñas islas cubiertas de reses. Botes transportando vacas, más tarde guachas atrapadas en el barro, y episodios dramáticos repetidos una y otra vez en Unitel. Se muere el ganado. “Generalmente suele suceder esto cada diez, doce años. Pero acá en el sector dicen: ‘No, ya no va a haber’. Cuando vienen las pérdidas ya zapatean. Porque ha habido pérdidas, y pérdidas grandes… Este año ha sido un año muy especial después de quince años, del 92 al 2007, hemos tenido bajas considerables. ¿Por qué hemos sufrido? Porque nos preparamos para una inundación, pero las aguas subieron más de los límites, rompieron las barreras que nosotros podíamos defendernos. Los animales no tenían seco para dormir, no tenían pastura para comer, y morían por enfriamiento y falta de alimentación. Los animales chicos han muerto casi todos.”164

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“Yo trabajé desde mis dieciocho años. ¿Sabes lo que hacía? Yo acumulaba arroz, arroz con chala. Yo acumulaba pepitas de cacao, yo acumulaba café. Las propiedades de mis papás producían algo de las tres cosas, pero más compraba yo en las riberas de los ríos. Me llegaba esta carga de las riberas de los ríos, del río Apere, del río Cabito, y de acá mismo, de la zona central que es la carretera que va a Trinidad. ¿Qué le hacíamos? No teníamos carretera. Nosotros nos preparábamos para la época seca, y con un costo alto lo sacábamos a los mercados nacionales… Lo procesábamos en peladoras de arroz y lo sacábamos al mercado de Trinidad, y sacábamos nuestros productos. Los sacábamos y le buscábamos mercado. Y le dábamos vida en la época de lluvias a la gente de acá que vendía sus productos. ¡Cientos y cientos de quintales! Te puedo decir que más de dos mil quintales salían de acá!”165 “Había los Abularach, que son turcos, que tenían su tienda grande, era la tienda más grande que había acá, de esos señores Abularach, que ellos, estos señores, llegaron con plata acá, los viejos, llegaron con plata. Y como en esos años el ganado no valía ni las propiedades valían, con poca plata ellos compraban estancias, compraban ganado, e hicieron ganadería grande. Después otros turcos, los Sélum, ésos tenían sus tienditas nomás así, y ésos no, seguramente ésos no eran ricos, no tenían cuando llegaron acá, tenían muy poco, pero hicieron también su capital acá; trabajaban, eran comerciantes, llevaban, traían mercaderías. Y otros turcos que hubo acá, que se fueron, ésos regresaron a su tierra.”166 Los cruceños, los “turcos”, los blancos, han sido desplazados por los comerciantes del Altiplano. También empezaron con poco, arañando cada centavo, durmiendo “encima de sus papas y de su mercadería”. Aunque muchos recelan de ellos y dicen que sacaron la plata vendiendo droga, no cabe duda de que son los dueños del mercado, de los mercados del Oriente. “Si vamos a este señor ya le debemos nosotros una vaca. Si vamos donde este otro señor, también le debemos, no le podemos pagar. O sea, estaba la comunidad para las cosas de la comunidad, sumida en la miseria, y en deuda. Ya sus productos los tenía comprometidos a los comerciantes, ya estaba succionada por los comerciantes. Llegaban los comerciantes, lo que hacían ellos de manera irrespetuosa: ‘A ver, ¿cómo están, hijos?, ¿cómo están, muchachos? Hola, hijita, ¿cómo estás?, ¿dónde está tu papá?, ¿dónde está tu marido, está cazando?’. Así, directamente. Ellos en persona alzaban su escalera, se subían así a las chapapas a mirar si había cuero o no había cuero; ellos en persona, los comerciantes.”167 “Siendo el comercio actual de la provincia, como ya dije, casi exclusivamente una atribución lucrativa del Estado, apenas se determinan a bajar una vez por año a su mercado, algunos especuladores de corto capital, ya sea por vía de Cochabamba, ya sea por la de Santa Cruz.”168 “A la llegada de cada una de las piraguas, una multitud de pequeños mercaderes venidos

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a este efecto de Santa Cruz y de Cochabamba buscaban a cual mejor engañar a los pobres indios, que no tenían ninguna idea del valor del objeto que les daban a cambio de su mercadería…”169 “De vez en cuando uno se topa con los europeos más extravagantes. En una estancia me encontré por ejemplo con un antiguo cantante de teatro madrileño, algo descuidado y desarrapado, pero siempre con brillantina y una raya impecable en el pelo. El hacendado había comprado un gramófono nuevo que tocaba una pieza de Las bodas de Fígaro. El viejo tenor cantaba con lágrimas en los ojos; era una de sus interpretaciones más aclamadas… Otro inglés singular es Mr. P. Vive en un pequeño pueblo en las cercanías del río Beni, cuyos habitantes en su mayoría son indios. Para Mr. P. la vida sólo tiene un fin: la lectura de la Biblia, y sigue fielmente sus enseñanzas (…) Desgraciadamente muchos bolivianos se imaginan que la mayoría de los europeos que huyen a las aldeas son antiguos ladrones. Están completamente equivocados, ya que la mayoría de los que realmente han sido ladrones que han huido de Europa se unen a la escoria de las grandes ciudades.”170 Moisés Shriqui, el alcalde de Trinidad, nos habla de la importancia que tuvieron para Trinidad los primeros asentamientos de extranjeros: “Vino una colonia japonesa numerosa, y trabajó bastante en la agricultura. Y así, aisladamente, no con una planificación de inmigración, vinieron alemanes (tenemos muchos descendientes de alemanes acá), vinieron árabes, y muy pocos judíos (yo soy descendiente de uno de ellos). Ellos impulsaron mucho a Trinidad en esa época. Las grandes estancias, las grandes tiendas de esa época, las grandes riquezas que se tenían, eran de extranjeros que vinieron a trabajar, y no con plata; vinieron a trabajar y lograron con su esfuerzo imponerse en el comercio, en la industria incipiente que teníamos… Y fue muy importante. La mala suerte es que después de eso no han venido nuevos asentamientos de extranjeros. Porque yo soy un convencido de que debe nomás hacerse unas migraciones así, para poner otro tipo de costumbres…”171.

Apere Mercedes del Apere, o Las Mercedes. “Primeras familias del Paraje. En 1960 llegaron dos familias y se sentaron donde ellos mismos le dieron por nombre San Miguel, así le llamaron porque tenían una imagen del mismo nombre. Aquellas familias tuvieron la posibilidad de tener escuela contando con un maestro particular, que era el señor Santiago Mercado. Las mencionadas familias llegaron a ocupar aquel lugar por motivo que había un buen monte de cultivo y riquezas de animales comestibles. A los pocos años después abandonaron el lugar en el tiempo de movilización en la búsqueda de la Loma Santa.”172

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Remontar el Apere de noche. A pesar del ruido del motor y de los destellos de la linterna vigilando la orilla, todo es calma. Tenderse sobre el equipaje y mirar el cielo, sentirse como una semilla en el centro de una vaina. La canoa. Cómo la humedad penetra hasta los huesos; dentro y fuera, agua. Fuera, el agua oscura, ahora negra, y apoyar el cuerpo en la madera para sentirla, para saber que todavía hay algo sólido, y el cuerpo no se ha transformado en agua. Moverse por los meandros del río es ver cómo giran las constelaciones alrededor de tu cabeza. Al cabo de las horas, la luna ya ha desaparecido; incluso Noco173, cansado de sostener el cielo, se ha acurrucado en el horizonte. De atrás llega el olor de la coca mascada y el humo del tabaco. Los árboles de la orilla sólo son sombras. La linterna alumbra débilmente remolinos en el agua, a veces copas de árboles que sobresalen amenazadoras. El otro día se hundió un bote con su carga. El piloto no vio un palo atravesado en el río y se fue a pique. Como el motor era valioso, al día siguiente se sumergió varios metros para ir a buscarlo. Hoy viajamos con ese motor. Aterra pensar en un naufragio, en mitad de esta noche tan oscura. Delante, duermen una mujer y sus dos niños. Imagino un despertar repentino, y no puedo evitar incorporarme, encender la linterna y alumbrar delante. Al cabo de un rato el cansancio me vence de nuevo, y vuelvo a encascarillarme en la canoa. El olor a pescado174. María René, en la escuela de Las Mercedes. Diez alumnos en la clase. Contando con maíces y con los dedos, en una pizarra diminuta, con una bolsita de cuadros que contiene algún secreto. El galpón y las mesitas en el centro; una cortina de sacos de plástico separa las dos aulas, el suelo de tierra y los niños saltando por la pared del galpón hacia fuera, o a la clase de al lado. María pone orden y todos acaban contando. Mientras, se escucha la voz de la otra maestra tras los sacos. Para mañana les encarga semillitas, para que sea más fácil contar. Y recitan, porque muy pronto se celebra el Día del Mar: Azul es el mar, el mar boliviano, a ese mar que amo yo voy a llegar. En sus playas de arena yo quiero jugar y en sus aguas serenas me voy a bañar. Toditos los niños debemos pensar que por muchos caminos llegamos al mar.175

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Santa Rosa del Apere. ¿Por qué Santa Rosa? Quizá sea sólo porque el Apere la abraza de esa manera, con cariño y sin atrevimiento. Su curso verde oscuro embellece con canoas y una balsa la visión del viajero; la estación ha cargado con su lluvia la pampa, el monte y el camino, y chorrea el agua generosa, chillan los monos, aparece el ganado como indiscretos copos de nieve blanqueando tanto verde y la arcilla del camino. Terriblemente blanca es también la iglesia, al fondo, hoy bajo un cielo de plomo oscuro. Santa Rosa es una visión del paraíso, un lugar verde claro y aguas azules donde las garzas clavan sus patas y con la cabeza sostienen el cielo. Atravesar Santa Rosa en plena estación de lluvias es perturbar la paz de quienes han perdido la costumbre de ver forasteros. Es contemplar esculturas atentas en las puertas de sus casas, grupos de jóvenes boquiabiertos a un lado de la calle; incluso las vacas, en el centro de la plaza, permanecen inmóviles ante el paso de los visitantes. Entre las cabañas compuestas con una perfección absoluta asoman los colores de un telar escondido. Paredes y tejados de jatata, el barro, la palma, la madera, tejen poco a poco el paraíso. Antes había harto pescado. En 1988 empezaron a llegar los madereros, y en 1989 se establecieron en la confluencia del Cavitu y el Apere. Al pasar con la canoa junto al antiguo aserradero pueden verse todavía los estragos de los madereros. Don Inocente Noe nos cuenta cómo fue desapareciendo el pescado, en parte por la contaminación del río, porque botaban a las aguas los restos de la tala y por la presión que ejercían los más de cien trabajadores sobre el pescado. La explotación duró más o menos hasta 1998, cuando marchan dejando tras de sí un territorio desolado. Don Inocente176 dice que hoy todo sería una pampa si no fuera porque ellos defendieron su territorio. Fue el padre Enric Jordà el artífice de la recuperación del idioma en las comunidades. En los años setenta, con el establecimiento de las escuelas, llegaron maestros de lejos, de Santa Cruz y otros lugares. Ellos no hablaban “idioma”, e impusieron el castellano a los alumnos. El padre Jordà publicó, con la colaboración de los indígenas, los primeros folletos en 1993, aunque desde 1985 había empezado a promover los cursillos de lengua y cultura. Duraban unos quince días, y sirvieron para formar maestros, que hoy, como don Inocente, enseñan el idioma a las nuevas generaciones. Aun así, entristece ver que los más jóvenes ya no lo hablan, sólo lo entienden. A través de la lucha indígena, surge la ley de 1996 de Reforma Educativa que respalda la enseñanza del idioma no sólo en Mojos, sino en todas las partes del país. En 1996 o 1997, ya se clasificó el alfabeto mojeño. En 2006 se publica el Nuevo Testamento, fruto de un trabajo de dos años de traducción. Por la radio se escucha hablar en ignaciano. El que no entiende nada, reconoce algunas palabras: ladrillo, Sodoma y Gomorra, penitencia, vida eterna… Bañarse sobre una canoa amarrada al puerto. Cuando las canoas son la única manera de transportar unos quintales de alimento. Un niño de ocho

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años tallando en madera el motor de una canoa, un juego. Junto a esos niños capaces de tallar con un machete, de trepar a los árboles o de nadar en el río, te percatas de que en realidad eres tú quien no sabe nada. Quizás el secreto de la sensualidad mojeña es que los niños se van a dormir escuchando canciones de amor en la radio. Sólo bajan el volumen cuando escuchan el paso de un avión; tal es el silencio de la noche. El padre de don Inocente se llama don Francisco. Me habla del arca de Noé, y yo no le entiendo. Después de leer a Zulema Lehm, me doy cuenta de que me estaba hablando de la Loma Santa. Buscaba a alguien que me enseñara esos misterios, y lo tenía todo ante mis ojos. Él me habló de un interminable viaje a Pueblo Nuevo, con la señora carayana que fundó la escuela. Y los detalles cansinos de su charla no eran más que la peregrinación a la Loma Santa. Ya me avisaron de que aquí nada es lo que se ve. “Primero vinieron los suegros. La iglesia la hicimos en los años setenta. Yo me vine, bueno cuando me quedé acá el año 1960. Yo le contaré una historia antigua que yo sé… Más delante apareció un hombre que me habló del arca de Noé, que él la había encontrado en el monte Sinaí. Y ese hombre me explicó cómo abrieron el arca y era muy brillante. Pero hubo de marchar. Le pedí que volviera para seguir escuchando pero ese hombre no volvió. Me va a disculpar, estoy sordo ya. Bueno, yo le voy a contar, señor caballero, este, cuando se fundó aquí Santa Rosa, éramos dos nosotros; ya, uno, el otro que ya es finado, se llamaba Serafín Peña, éramos dos nosotros.”177

Pieles de caimán Paseando por las afueras de San Ignacio se llega a una casita que, como dicen sus habitantes, parece que no encierra nada. Doña Deidy y su familia llegaron de San Joaquín hace algún tiempo. Don Jorge era curtidor, y cuando pidió la mano de la que ahora es su esposa, hace años, el suegro le avisó de que ella no sabía hacer nada. Era una muchacha flacucha. Pero todo ha cambiado bastante. El flamante marido prometió al suegro enseñarle a su hija todo lo que hiciera falta, y cumplió su palabra. Viven cerca de la carretera, donde se encuentra el taller. Y nos muestran su trabajo. Allí se apilan estribos decorados, cinchas y monturas. Pocas herramientas compensadas por unas manos muy hábiles. Don Jorge declara humildemente que sólo trabaja las “suelas”. Pienso que se trata de suelas de zapato, pero más tarde descubro que la suela es la piel curtida, el cuero, preparado para ser trabajado. Doña Deidy es la artista. Queda lejos aquella muchachita flacucha: la de ahora es una mujer fuerte, robusta, de mirada profundísima capaz de embrujar a tigres y lagartos. Y es que cuando empieza a conversar nos confiesa su pasión, la caza. Ella sola ha matado tigres, caimanes, y todo tipo de animales en el monte. Asegura que nunca falla, y se ríe de los que necesitan tomarse algún tiempo para apretar el gatillo. Un bolo de coca,

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una botella para calentar la noche y su salón son suficientes para cazar en un día lo que otros en un mes. Son palabras de su marido, quien le enseñó todo lo que sabe y que ya se reconoce superado por su discípula. Don Jorge nos cuenta medio enojado y a la vez orgulloso alguna de sus locuras. La de un día de cacería en que dejaron los lagartos que habían cobrado junto al río y al volver descubrieron que otros caimanes se los habían comido. Ella decidió dormir junto a las piezas, sola en la playa, para defenderlas. Nos cuenta también que le dedicaron un reportaje en El Deber, hace algunos años. Cómo sorprendió con su destreza a otros cazadores. También cómo pesca allá donde otros no encuentran nada. Golpea el agua con una piedrecita atada a un cabo, y los peces se acercan y muerden el anzuelo. Alguien dice que esta mujer tiene virtud, y todos asentimos. Quizá sean sus ojos de un verde profundo, hipnotizadores, quizá sea descendiente de las amazonas, pero no hay duda de que en su mirada hay un hechizo. Se lamenta de que con los años ha perdido visión. Muestra sus lentes y se las pone. Ahora las necesita para coser las filigranas de los objetos más laboriosos: correas de reloj, cigarreras, cinturones. Dice que para cazar no las necesita. Cuando la conversación se va apagando llega alguien con una piel de tigre para curtir. Don Jorge le reprocha lo mal tratada que va. Se ve que le apasiona su trabajo. El visitante dice que caza por deporte, para no estar tumbado. Una pena, porque los tigres son muy hermosos, y en el pueblo hay muchas cosas por hacer. En Mercedes del Apere. Sentir la muerte muy cerca. Sorprende la fragilidad de las canoas. Se sostienen como una hoja recién caída en el agua del río. Desde una de esas canoas, sacar un caimán que se resiste a salir del agua. Los hombres en pie, jalándolo con un garfio. Está muerto, porque quien disparó asegura que le acertó entre los ojos. Uno empieza a pensar que aquí todo el mundo es sumamente certero, y desconfía. Por fin han conseguido enganchar el cuerpo del caimán. Poco a poco la pértiga va alargándose sobre el agua, y el animal está cada vez más cerca. Preparo la cámara, sentado en un extremo de la canoa, y de repente todo el mundo da un salto, porque un mar de burbujas asoma a la superficie. Resulta que todavía vive, y la sensación de esa enorme cabeza junto a mis brazos me hace sentir muy cerca la muerte. Por un momento veo hundirse la canoa, el cuerpo se tensa como para salir volando, pero el hombre no tiene alas y estoy a punto de caer al río. Son unas horas de jalar. Dicen que está muy profundo, y que no quiere salir. Es preocupante oír sus planes: cuando saque la cabeza le amarramos la cuerda para que no pueda abrir la boca. En mis adentros: ¿y si sale con la boca abierta? Me contaron, no sé si para burlarse, que los caimanes no pueden abrir la boca debajo del agua, porque se ahogan. Un valiente, que ha estado tomando toda la noche y parte del día, va dando instrucciones desde la orilla a sus compañeros, que no le hacen

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demasiado caso. En el colmo de su fanfarronería, les invita a sumergirse y a atar un cabo al caimán. Al poco rato se levanta, se aproxima nadando a la canoa, agarra una cuerda, toma aire y se sumerge. Unos segundos interminables, y vuelve a salir a la superficie. El caimán aparece moribundo, sujeto por una de sus patas. Cuando en la playa le pregunto cómo consiguió verlo en unas aguas tan oscuras, su respuesta es muy simple: no lo vio, tuvo que buscarlo palpando en el fondo del río. Todos se lanzan enseguida sobre el cuerpo del caimán. Los cuchillos habituados a cortar la carne. Tenía un tiro entre los ojos.

Lágrimas de la Virgen Sus recuerdos con doce o trece años, escuchando la radio en la iglesia, con un cura español, franquista para más señas, que les hablaba de la Guerra Civil. Una radio a lámparas, portátil; “no tan portátil”, corrige el almirante Mariano Gómez, porque era muy grande. El padre José María Delgado “quiso en algún momento restaurar la iglesia de Loreto. Para ello tumbó algunas paredes, que eran de adobe, y estaba en pleno trabajo de restauración de la iglesia cuando a él lo cambiaron a otra parroquia. Y la iglesia de Loreto quedó sin sacerdote, y con la iglesia semidestruida”178. Entre las beatas que diariamente se acercaban a rezar el rosario estaba doña Filomena, su madre. La iglesia oscura, arruinada y húmeda. Y las mujeres sosteniendo las paredes con los susurros de sus rezos. Esa noche había llovido, “y mi madre, doña Filomena Barthelemy, viuda de Gómez, sale de la casa con una chica que estaba a cargo de ella, que se llamaba Ángela, con un mechero que le alumbraba el camino hacia la iglesia. Salen hacia la iglesia e ingresan, y como era costumbre encendió las velas, sobre todo las primeras, que estaban arriba en el altar, donde estaba la Virgen. Por detrás del altar había unas gradas, y la chica sube a encender las velas de la iglesia, y en el momento en que el mechero daba con el pábilo de la vela a encender, ella vio que la Virgen tenía algunas lágrimas, se le caían algunas lágrimas. Y se asusta, baja asustada y le dice a mi madre: ‘Señora Filomena, la Virgen está llorando’. ”Doña Filomena no la cree. Sube a comprobarlo, y es cierto, pero atribuye las lágrimas a la lluvia de ese día y al abandono de la iglesia. Tocan las campanas, y algunas mujeres acuden a la llamada. Gente asustada que corre por el pueblo. ”Al otro día en la mañana, regresan a la iglesia y el fenómeno se repite, ya con mayor cantidad de gente y de muchachos… Pide la gente que se baje del altar a la iglesia, a un lugar más cubierto, más protegido, y que se la pueda observar… Y es así que el fenómeno se reproduce por tres o cuatro días consecutivos… Yo particularmente lo vi.”179

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Del 4 al 7 de octubre de 1959, Loreto se transforma. “Se veía por el gramado de las calles multitudes de personas corriendo con dirección al templo, dejando sus hogares y trabajos sin importarles sus vestimentas, sudorosos, pálidos, consternados, se notaba claramente la aflicción reflejada en cada ser (…) en la iglesia se escuchaban gritos de desesperación, postrados de rodillas con brazos en cruz, pidiendo clemencia, perdón, sollozando, gimiendo, llorando amargamente, bajo un temblor desgarrador de cuerpo y alma, cuadro indescriptible de arrepentimiento, escuchándose con dolor voces trémulas acongojadas (…) parecía que en ese momento se terminaba el mundo en medio de malvados y pecadores, solamente se escuchaban los sollozos y ayes de dolor, bajo un escalofrío de miedo (…) parecía que el templo se desplomaba.”180 En ese tiempo casi toda la gente de Loreto vivía de la ganadería. La gente más pobre tenía sus vacas, aunque sólo fueran dos o tres cabezas. Otra cosa eran los estancieros. “Pero generalmente el pueblo era donde a partir de las seis de la tarde todo el ganado, de la gente que vivía de la leche, de los productos de la ganadería, venía a dormir al pueblo, era un pueblo bastante chico, pero con gente muy preparada… Prácticamente era un pueblo totalmente abandonado por las autoridades, y curiosamente Loreto fue el primer pueblo donde se inicia la ganadería, pero también se comienza el abigeato de ganado. Y como consecuencia de esta situación, las autoridades ponen el primer telégrafo en Loreto (…) Se formaban bandas de cuatreros que robaban el ganado. Pero al mismo tiempo que se construyó esta línea de morse, estos cuatreros cortaban el alambre y nuevamente el pueblo quedaba sin comunicación (…) La única vía de comunicación en tiempo seco era el caballo y el carretón, y en tiempo de agua era la canoa (…) El correo, que mi madre lo administraba, lo hacían desde Santa Cruz, a caballo, que tardaba entre treinta, cuarenta días en llegar a Loreto y pasar a Trinidad. Entonces, Loreto estaba demasiado aislado (…) y no tenía ningún incentivo o motivación para buscar una mejor calidad de vida. La gente sobrevivía en Loreto. Y como consecuencia de que nunca tuvo un colegio secundario, el pueblo perdió a sus habitantes, la gente tuvo que salir a diferentes ciudades para que los hijos pudieran estudiar. De esa manera, el pueblo prácticamente perdió sus atractivos, perdió su identidad, y quedó como actualmente está, totalmente abandonado y prácticamente sin ningún incentivo para que pueda volver a ser lo que fue antes Loreto.”181 Pasaron los días, y el pueblo angustiado. El día 12 aparece en el cielo la avioneta del Vicariato, con el padre Alfonso Elorriaga a bordo. Se reorganiza el Comité Pro Templo de Loreto, y al cabo de dos días, se pone en marcha la romería rumbo a la ciudad de Trinidad182. Los peregrinos llegan a la capital, y allí estalla la fiesta: “Las calles completamente adornadas con arcos triunfales, banderines, cadenas multicolores, mixturas, detonaciones de potentes cohetes, sonidos intensos

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de sirenas, bocinar de vehículos, repique de campanas acompañados por tambores, zancutis, bandas de viento civiles y militares, acontecimiento de fiesta grande en la entrada hasta llegar a la monumental Catedral de la Santísima Trinidad… Monseñor Carlos Anasagasti (…) dio la bienvenida a la Sagrada Imagen”183. La Virgen en Trinidad: “Aproximadamente a las 11:30 de la noche, el foco de luz eléctrica que iluminaba a la Sagrada Imagen se apaga por dos o tres veces consecutivas, como señal de un nuevo Milagro, en ese instante estuvo el gran Poder de Dios en el divino rostro de su Madre Santísima, manifestándose el Prodigio de las Lágrimas, ‘ahora con parpadeo de ojos’. La gente angustiada da la voz de alarma por medio de repique de campanas de la Capilla. Los fieles gritan, se escuchan los ayes de dolor y admiración”184. Quince millones de bolivianos de la época en donativos. Después Santa Ana, San Ignacio, Cochabamba, San Joaquín, Todos Santos. La Virgen viaja por Bolivia. Juan Pablo II la venera en 1998, y es proclamada Patrona y Reina del departamento de Beni ese mismo año. La Virgen lloraba porque los fieles se habían olvidado de ella. Sin cura, y con la iglesia maltrecha, y las lágrimas que traen la plata, y la iglesia ahora es una moderna basílica. Belarmino Cascales está esperando en la puerta, vestido con su camijeta junto al carretón adornado. Espera el inicio de la procesión, que se ha adelantado unos días porque el día de la fiesta hay un remate, y no conviene poner a prueba a los fieles, no sea que abandonen nuevamente a la Virgen por las reses. Con su carretón trajo madera desde Camiaco para la nueva iglesia. Dice que el carretón ya se está terminando, y ríe: “Ya yo también me estoy terminando”. Tiene ochenta y un años. Acabada la misa, entramos en la iglesia acompañados del padre Tory, que así llaman a Adán Bravo Mendoza, párroco de Loreto cuando le dejan. Con entusiasmo y pasión nos muestra el camerino de la Virgen y el museo. La Virgen está protegida y limpia en su urna de cristal. En el museo, cabezas de madera desgajadas de sus cuerpos y montañas de brazos y piernas en desorden, ángeles desnudos abrazando el aire mientras señalan con el dedo hacia arriba. Más allá, colecciones de vestidos de la Virgen. Buscamos el del glorioso día, esperando encontrar algún rastro de las lágrimas derramadas. Objetos de culto, Cristo con el rostro desencajado. Ejércitos de vírgenes y santos que han visto pasar la historia de este pueblo, a Marbán, a Barace, o a José del Castillo. La primera misión, que hubo de cambiar de lugar tantas veces. A los dos años de fundarse ya la azotó una epidemia185. “Posteriormente, motivo de una plaga de enormes vampiros que atacaban a los animales y aun a los mismos habitantes tuvo que ser trasladado el pueblo, por última vez, al Palmar de Vista Alegre, o Valle del Palmar, a orillas del río Tico, sitio donde se encuentra actualmente.”186

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Ecos de Marbán, de quien se conserva una lápida de mármol descubierta en 1850 en el antiguo pueblo; de Bopi, aliado de Muiba, que se levantó contra el gobernador Urquijo y que gritó aquello de “Yo soy aquí el que manda y a nadie tengo miedo, pues soy valiente y estoy en mi pueblo, que nadie debe mandar en mi pueblo sino yo, cacique fuerte…”187. Esa frase es hoy, todavía, orgullo de los loretanos. D’Orbigny, sorprendido por un “jardín en el que por primera vez encontré árboles frutales (…) guaporés, guayabos, chirimoyas y varios arbustos cubiertos con las más brillantes flores”188. Salimos fuera. Nos dirigimos a la feria, junto al río casi seco, con las canoas varadas en la orilla. Las mujeres preparan chicha, somó, empanadas. La procesión se va acercando.

Indios “Mire, yo soy indígena, indígena del territorio de la comunidad de Monte Grande del Apere, que está ubicado en el tim [territorio indígena multiétnico]; está en la provincia de Mojos, en el departamento del Beni de la República de Bolivia. Mi origen es netamente indígena… Estamos hablando de José Santos Noco Guaji, y de ahí provengo yo.”189 “Al indígena se le presenta como un ser raro, que divaga, desamparado y desnudo, por las selvas y que se comporta irracionalmente.”190 “La historia que nos demuestra a nosotros como pueblos indígenas, circunscritos en un tejido social, en la que nos encontramos, en la que nosotros vivimos, ha sido muy mal interpretada, muy mal asimilada. Cuando se habla de indígenas inmediatamente se los asimila con la pobreza, con… de lo peor, digamos. Así nomás… Hablar de pobreza es hablar de indígenas; hablar de indígenas es hablar de pobreza. ¡Pobrecitos! Por eso es que salían leyes proteccionistas… El Estado protege, todas esas cosas… ¡Vainas! Y eso ha mostrado siempre que lo indígena también, por otro lado, se lo vea como algo folclórico, utilizado en ese sentido y en esos términos. Indígena, como dije, es el pobrecito que no se vale por sí mismo. Entonces, eso a nosotros nos duele, nos pesa que así se nos tome. Y por eso nuestra autonomía, nuestra forma de vida nos ha demostrado claramente nuestra capacidad. Porque si fuera así que alguien nos cuida, nos protege, alguien nos da de comer, todas esas cosas, tal vez hubiera cambiado mi apellido; ya llevaría apellido de mi padrino, siquiera. Pero no, seguimos siendo Noe, Tamo, Yubánure, Yuco y todo lo que se quiera. O sea, estamos vivos, una cultura viva.”191 “Hoy no se puede formar un cálculo exacto del número de indios de cada tribu, ya porque sus costumbres y hábitos lugareños cambiados y confundidos por su convivencia con los inmigrantes de Santa Cruz y de otras partes de la República, les han modificado su índole peculiar, ya por razón de que cada familia ha buscado su modo de vivir en las nuevas poblaciones o en las propiedades ganaderas.”192

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“Creemos nosotros que al final el problema no es solamente de pueblos indígenas o no indígenas, sino la relación. Aquí en ciddebeni se hizo un trabajo de investigación, que es un libro sobre identidades, a partir de ver las relaciones interétnicas. Y realmente ahí se pudo ver que la mayor fortaleza cultural de los pueblos que fueron estudiados, la mayor capacidad de resistir, de pervivir, de fortalecerse, se da en aquellos pueblos que tienen la habilidad y la capacidad de mantener su núcleo cultural y poder negociar otras cosas. Aquellos que están en el límite de las relaciones.”193 “No, no hablan ya. Muy poco. Por ejemplo, en mis comunidades muy poquito hablan el tacana ya. Tenemos los abuelitos los que hablan, hablan ellos, pues ya están viejitos. Ésa es la gente, ésa es la riqueza cultural. Claro que tenemos ahí, no podemos perderlo eso. Se pierde, se pierde la lengua materna. Y si saben hablar tienen vergüenza, no quieren hablar… Entonces estamos tratando de hacer un pequeño proyecto para que haya algunos recursos para poder incentivar a los abuelos, para que ellos hablen y los niños vayan aprendiendo. Entonces, hemos estado trabajando sobre eso, porque vemos que esa riqueza cultural no hay. Imagínese que todos sepamos hablar nuestro dialecto: sería una belleza…”194 “Se envenena a los Sirionós de Todos Santos (…) Si la noticia es insólita más insólita es todavía la indiferencia de las autoridades nacionales, departamentales y provinciales, de los organismos civiles y religiosos, que han dejado pasar la información como si se tratara de un caso común y corriente (…) los Sirionós se han visto obligados por el hambre a penetrar en diversas propiedades para tomar los alimentos del árbol ajeno. Y el único medio de defensa de sus propiedades al que han recurrido los granjeros es el de poner trampas como si se tratara de cazar lobos. Han puesto en lugares estratégicos alimentos apetitosos a la vista de los Sirionós. Estos ‘manjares’ estaban envenenados y muchos salvajes fueron encontrados muertos a algunos pasos de la trampa (…) ¿Cuántos habrán muerto?”195 Mitología sirionó. Los mbía o sirionó dicen: En el principio la gente vivía en una fiesta eterna. Sabía lo que hablaban las aves y también lo que pensaban. Además, el sol, la luna, la tierra, el fuego, el agua y todo cuanto existe aquí en la tierra, allá arriba vivían bailando y bebiendo en las fiestas. Allá no había suelo duro, asientos duros no había… Cierto día se celebraba una fiesta con mayor expansión de lo ordinario… Esa fiesta acabó mal. El sol dejó de dar luz, el tigre se comió al hijo de Tenda, gritos de guerra, tinieblas, Eresa-icua perdió sus testículos arrancados por las palometas, y la oscuridad fue creciendo, fue cubriéndolo todo. Y por fin, la tierra: “Desde ahora, para siempre, van a tener dolor, hambre, sed y sueño. Si ustedes desoyen mis palabras se los comerá la tierra”196. “El indio mojeño no sólo se va sino que también se va de prisa, se ha puesto en fuga hacia la nada. Se irán sin quedar uno solo (…) Se van para siempre de la faz de la tierra (…) Pongámonos todos de pie para enviar nuestro adiós a los últimos mojeños. Ya no volveremos a ver jamás a

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estos gallardos hijos del proceloso Mamoré (…) Tal vez en otro planeta, señoreando la llanura de las verdes y cálidas y húmedas regiones fluviales, aparecerán otra vuelta a nuevo lidiar estos amables indios.”197 “Cuando yo llegué, en el año 87, una de las primeras cosas que leí, obviamente, fue la introducción a Mojos y Chiquitos de Gabriel René Moreno, donde les da su último adiós a los mojeños, en ese párrafo que es precioso además: ‘Y se van sin retorno…’. Pero en los años ochenta, o sea, cien años después, estaban reivindicándose como mojeños, y haciéndose conocer al mundo como mojeños, bajo otras características, y otras condiciones. Yo creo que las culturas siempre se van transformando, y creo que los mojeños, especialmente los trinitarios, han podido preservar su cultura también porque es un sistema cultural muy abierto, pero al mismo tiempo tienen núcleos muy fuertes, más fuertes incluso que el de los ignacianos, y eso que siempre se dice que los ignacianos mantienen más la tradición y la fiesta… Yo creo que en términos demográficos, incluso, los trinitarios son una suerte de proselitistas culturales, es decir, cooptadores de gentes de otras culturas que los meten en su sistema cultural. Creo que el mismo Gabriel René Moreno les llama ‘los proselitistas’ a los trinitarios, a los mojeños. Entonces, me parece que se va a transformar. Las creencias, y todo eso es todavía muy fuerte, creo que es muy fuerte.”198

Por las aguas del Mamoré Sólo un lugar aún más verde que en la imaginación, aguas arriba del Mamoré. Sécure, Ichoa, Isiboro: nombres de ríos como columnas de agua, que vertebran pueblos de gentes misteriosas; comunidades que nacen y desaparecen, Loma Santa y mujeres vestidas de blanco, y violinistas perdidos en el monte bajo visiones de ángeles también blancos, que les muestran la solfa y las pisadas en sus violines. Leer y escuchar tantas cosas sobre ese territorio, y por fin a bordo de una embarcación construida por los míticos yuracaré, cuyas canoas fueron las más codiciadas en los tiempos de la goma199. Litros de combustible y víveres, amanecer en el Varador, y viajar repetidamente a Trinidad para cargarla. Numeroso pasaje que quiere aprovechar el transporte, como ocurre siempre en esta tierra de tan difíciles comunicaciones. Y partimos al fin, tras una larga e impaciente espera. Despedida y el puerto que se aleja, y desaparece convertido solamente en una orilla, y los chuchíos y los batos, las garzas, las parabas, las petas alineadas sobre los troncos, miles de detalles que se deslizan como una interminable película ante nuestros ojos. Horas de cielo y agua, de vida junto al río, de navegar y mirar a los lados, con el zumbido del motor siempre de fondo. Conversaciones que

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gotean bajo los sombreros de jipijapa, chupando toronjas o masticando galletas calmadamente. Los sábalos saltando dentro de la canoa, casi un sueño, porque las aguas han ido bajando y los peces se asoman ahora a la superficie. Centenares de peces, al escuchar el ruido del motor, se lanzan como delfines contra el casco, y decenas de ellos caen dentro. Algunos nos golpean el pecho o la cara, y acaban yéndose al fondo200. Los guías que nos acompañan nunca habían visto este fenómeno en tales proporciones. Por la tarde, como una imagen mística, el cielo partido por la mitad, atravesado por una franja más clara, y a uno y otro extremo de ella, el sol poniéndose y la luna llena. Cuando pienso que nunca vi nada tan bello, y Eduardo, nuestro guía, que se conforma con decir que eso anuncia lluvia. Y vino agua al cabo de unos días. La edad y otras razones han convertido a la que hace unos años fue feudo de la pichicata en la tranquila comunidad de Gundonovia. Hoy ya no quedan ni la mitad de las ciento cincuenta familias que llegaron a habitarla. Cenar sábalos a la luz de la luna, buscando las traicioneras espinas en forma de “Y”. Un joven borracho le exige una misa al cura que nos acompaña, mañana al amanecer. ¡Pero si no va a venir nadie! Insiste, pero no le hacemos demasiado caso. Un estruendo junto al río. “Se habrá tumbado alguna casa”, comentan Pastor y Eduardo, como si eso fuera algo que sucediera cada día. Cuando van a dormir descubren que lo que cayó fue el galpón donde habían tendido sus hamacas. Una de ellas estaba completamente destrozada bajo las tejas y la madera. La suerte le habría tocado a Pastor, el motorista, quien no acaba de creerse de lo que se ha librado. Dormimos en la posta, intentando sobrevivir al asfixiante calor, y a los mosquitos. Hay una pequeña biblioteca en medio de la pampa, en una caseta que antes sirvió para muchas cosas en una antigua estancia. Esa biblioteca es parte de un imperio de barracones repletos y ordenados, centros de producción, carpintería, talleres, fábricas de objetos y animales, almacenes de peces, vacas, abejas, campos, plantaciones. Kateri es todo eso, poblado de jóvenes y muchachas sonrientes y de apariencia feliz, un pequeño ejército de hormigas gobernadas por férreas amazonas, capaces de cualquier cosa útil en este rincón del mundo. Y es que sólo se me ocurría pensar en la Ciudad de Dios de san Agustín, al ver a aquella monja vigilando a sus vacas desde lo alto de un cercado. A pesar de todo eso, y de que incluso un puerto cercano a Trinidad lleva su nombre, la hermana Geralda es humilde, y se enojará al leer estas líneas, porque no quiere que se hable de ella. Conversamos unos días más tarde en Trinidad, en eparu, y nos acompaña la hermana Maritza. “Esto surgió a pedido de los padres de familia –nos explica la hermana Maritza–. Los padres de familia nos pedían que les ayudáramos a solucionar el problema de la educación, y la forma, según experiencias que ya ha-

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bíamos tenido, en San Lorenzo de Moxos, era esto, concentrar a los niños en un solo lugar, y entonces nos pusimos manos a la obra.” ”Muchas veces los jóvenes vienen a la ciudad, y los ponen bajo la tutela de los padrinos, una tía, algún familiar, algún profesor que estuvo antes en esa comunidad, pero muchas veces esta acogida es por poco tiempo… Y de pronto el joven o la joven empieza a ser una carga para la familia. Los chicos vienen a la ciudad, no saben cómo manejarse, ellos solos, y terminan metidos en problemas… De pronto se echan a perder o empiezan a estudiar y a los seis meses se salen porque tienen que trabajar. Entonces, viendo todo esto, y los padres de familia en muchos momentos nos lo compartían, se ha hecho este internado que también les proporciona ahí mismo la educación.”201 “Bueno, Kateri es un esfuerzo por preparar técnicos. Dicen que en Bolivia hay muchos profesionales: aquí hay abogados, hay veterinarios, hay agrónomos, médicos, enfermeras, pero lo que hace falta en Bolivia es producción a través de la formación técnica… Este gobierno actual está empujando fuerte esa educación, y por suerte nosotros habíamos empezado ese proceso antes. (…) Entonces, lo que se está buscando, como los muchachos del campo no pueden pasar largos años de estudios, sus familias los necesitan y tienen tierras que trabajar, entonces hemos tratado de combinar los dos colegios, dos profesiones, ¿no?, profesión y estudios; el bachillerato, porque para los indígenas el ser bachiller es como un gran logro, sin el bachillerato no lo hubieran aceptado los padres de familia… Pero lo que buscamos es, como ha dicho Maritza, mantenerlos en el campo.”202 Y por eso en Kateri es posible encontrar casi de todo. Como en una antigua misión, los jóvenes aprenden cualquier oficio, y producen desde peces hasta queso, muebles, miel, aves, chanchos, vacas o caballos. En ellos han puesto su esperanza estas mujeres, quienes ven en estos muchachos y muchachas instrumentos de cambio en sus comunidades. Kateri son también los barcos. Siloé, San Vicente y Santa Luisa. Me enamoré del Santa Luisa en Kateri. Un barco blanco y azul celeste, un espejismo de otro tiempo sobre las aguas del río. “El primer año era; la gente venía a recogernos en canoas, en sus canoas a remo. Y bueno, como somos religiosas y vivimos en comunidad, teníamos que juntarnos para la vida comunitaria. Y yo me encontré sola en ese tiempo. Eso fue en el año 81, que empezamos. Y vimos que teníamos que salir más… y teníamos que salir juntas. Entonces, así empezamos con la embarcación del Siloé, que existía, que era de un francés que nos enseñó, él lo construyó y él no continuaba. Entonces lo tomamos nosotras, y seguimos. La Santa Luisa lo usamos para los ríos pequeños en tiempo seco…, pero actualmente está en el colegio hasta que podamos poner una casa a las hermanas. Y hay otro, que se llama el San Vicente, que es para carga. En la inundación, tenemos que salir la semana que viene para llevar veintinueve toneladas de comida a las comunidades…”203

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El mar tras las palmeras Para llegar a Trinidacito hay que atravesar un laberinto de aguas negras y tarope. Antes, remontar el Chasmota, desde más arriba de Kateri. La vegetación arañando el casco mientras navegamos por la pampa. Y en el horizonte, las nubes puestas en fila. Nubes en el cielo y reflejadas en el agua. Más colores, y aunque se encuentra lejos, muy lejos, parece que el mar esté ahí, tras las últimas palmeras. Los guías parecen conocer el camino, pero al pasar por segunda vez por delante del mismo palo, tan singular por su forma, se saben delatados. No, no estamos perdidos, nos aseguran. Como de la nada surge entonces una canoa, y sin mediar palabra nos disponemos a seguirla. Llegamos al Chimimita: es un arroyo más angosto, cuyo curso cambia de repente. Nada es insólito en Mojos; íbamos contra corriente y ahora a favor de ella. Nos aclaran que es un río con dos sentidos, uno en cada estación, y que ahora están desaguando las pampas. En tiempo de agua las aguas rebalsan y se escurren hacia la pampa. Como los antiguos misioneros, arribamos al puerto. Algunos comunarios nos ayudan a transportar los víveres y el equipaje hasta las casas. El camino es en pendiente hacia arriba. Estamos en una loma antigua. La plaza en forma de “L”, con la cancha siempre en el centro. Alrededor de ella hay plantados tamarindos y toronjales. La comunidad se fundó en 1978, y el humo asoma por debajo de los tejados. Los perros corretean de un lado para otro. Una mujer prepara aceite de motacú. Esta noche es la fiesta de la Cruz. Sincretismo del culto a la constelación con el símbolo del cristianismo. La víspera, sale la cruz de la iglesia, y en la puerta dos macheteros, el bombo y el pífano de bato. Los trinitarios utilizan el hueso del ala derecha del bato para construirlos; si no, no suena bien, dicen. Y dice don Avelino: “El Señor hizo así para que nosotros usemos. Solamente nuestros antepasados son los que han informado de esto”. Vamos en procesión hasta el cabildo, donde nos espera un altar improvisado. Allí, dos violines en el centro y un atril de madera. El doctrinero arrodillado, y todos rezando el rosario. El avemaría suena muy semejante al que escuché en San Ignacio. Quién sabe por cuántos ríos han discurrido ese y otros cantos hasta transformarse, y cómo han de hacerlo todavía, cómo han de sucumbir bajo las nuevas canciones, para pronto disolverse y perecer, entre las paredes de tacuara de esas iglesias efímeras de la pampa. El velorio dura hasta las cuatro, pero algunos se quedan hasta el alba. A sus 73 años, Vicente Yubánure, el violinista de Trinidacito, dice que está capacitándose ahora, pero que ya es tarde. Aprendió sin maestros, aunque cuando era chico iba a apegarse a los músicos: “Y de ahí ya iba un poco orientándome… De ahí ya, desde luego, cuando estuve más entretenidito,

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ya me gustó la música de este instrumento. Y como digo, mandé hacer, con un maestro que fabrica de estos instrumentos, y le supliqué que me lo haga, y así, seguí, seguí, bregaba… Y éste desconfiaba de mí todavía, por si no podía, porque éste es un instrumento sagrado; ‘Tiene que tener mucho cuidado, y tener interés’, me dijo”204. Llegó hace muchos años desde el Varador, que antes llamaban Manuel Julio. De ahí vino. Fue a Patrocinio, con motivo de criar sus guachitas. Y entonces aquí era triste, porque no había gente. Luego la gente fue llegando, y tanto se pobló la pequeña loma que ya no les dio para hacer más viviendas. Como todavía tenía el chaco acá, decidió trasladarse definitivamente con toda la familia. Detrás de la casa de don Vicente hay un trapiche, el suyo. Asistimos a la extracción del caldo de caña, como si fuera poco haber podido disfrutar de su charla. Tomamos varios vasos del dulce líquido. Falta cocerlo, y entonces se llamará guarapo. Otra bebida, el chapunato. Una mujer exprime toronjas dentro de su casa. El agradable olor se esparce por los alrededores. Hoy es jueves, y prepara la bebida para el domingo. Hay que hervir el jugo y dejarlo fermentar bajo tierra. “Ninguno de los viejos que viven allí ha nacido en esos lugares. Han nacido en San Lorenzo, en antiguas reducciones, y por el asunto de la Loma Santa sus hijos son los que han ido a esas comunidades.”205 Mercedes Muiba lleva viviendo en San Antonio del Imose nueve años. “Pero más antes nosotros vivíamos acá al centro, en una comunidad que se llamaba Copacabana del Chimimita. Allá vivimos quince años. Cuando hemos salido nos hemos venido a vivir aquí, por lo que aquí era más… un poco más trajinable el río; en cambio, allá era más dificultoso… La mitad de la gente que hay ahorita por aquí, por el río Sécure, por aquí por el Isiboro un poco, por el río Ichoa más arriba, todos éramos los mismos. Digamos que hemos venido probando. Nosotros vivíamos acá. Cuando yo recién me junté, me casé con este mi marido, vivíamos en Santa Rosa del Isiboro, ahí vivíamos.”206 “Ya cuando llegaron nuestras familias, entonces ya estaban acá, pero no era comunidad antes todavía. Y más o menos eso del ochenta y… siete, algo por ahí ¿no?, porque de ahí recién vinieron más gente, porque la gente verdaderamente, pienso que no era por buscar su comunidad, es que le gustaba caminar a la gente ¿no?, le gustaba todavía andar. Porque sabían que donde uno iba a andar, ahí se hacía su chaco, y vivía tranquilo sin que nadie le moleste. Entonces eso era lo que le gustaba a la gente, andar libremente.”207 Nemesio Guaji era “de Natividad, de Nueva Natividad”, y llegó a esa comunidad porque se le murió su hija: “Esa mujer de Toribio Moye. Se murió y yo pues, como soy viejito…”.208 Es uno de los últimos supervivientes de muchas cosas, de la Loma Santa, uno de esos hombres para quienes se

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necesita un traductor, porque no hablan prácticamente castellano. Mira hacia ninguna parte –es ciego–, y oculta sus ojos tras unas enormes lentes oscuras, de dudoso origen y gusto incierto. Pasa gran parte del día echado en su cama, esperando la muerte, y quizá por eso, y por sus ojos borrados, sus visiones no son de este mundo. Es el músico de San Antonio del Imose, casi el último lugar de la tierra. Carmelo Yuco traduce: “Él está diciendo que cuando él aprendió a tocar el violín… Él ha dicho que no ha entrado en una escuela para aprender a ser músico; solamente él, de tanto pensar y de tanto pedir a Dios, entonces se le había aparecido un ángel, y por mediante de ese ángel entonces él fue que le enseñó. Precisamente su petición de él decía que quería saber el violín y también saber tocar, mejor dicho, conocer la solfa, y mediante de su visión, o de su sueño de él, entonces vio un hombre que había aparecido en su sueño. Entonces ese hombre precisamente era vestido de blanco, y cuando ya, precisamente, cuando ya él dizque le dijo, y esa solfa se llamaba el sol; entonces, desde entonces ya recordó, ya agarró su violín, ya él sabía dónde iba a hacer las pisadas. Eso es que él indica”209. De nuevo en la iglesia, por la noche. No hay bancos ni sillas, sólo esteras en el suelo. Mujeres arrodilladas como ángeles cansados, y figuras de madera en el altar. La mesa de Nemesio Guaji, con su violín, y el joven cantor que le acompaña. Un chulupi sobre el papel, paseando a la luz de las velas, y una sonrisa de complicidad del muchacho. Están jugando. Le acerca un cordel, y el insecto, como si se tratara de una fiera amaestrada, sube a él obediente. El cordel se levanta, y la sonrisa del muchacho descubre sus blancos dientes. Acerca el cordel a la vela encendida, y deposita el chulupi cruel y suavemente sobre la llama. Un lugar tan lejano de cualquier pensamiento. Las construcciones de cayuba, porque aquí no hay tacuaras; las mamitas barriendo delante de las casas apenas amanece, el agua que ha convertido a San Antonio del Imose en la isla más bella del mundo. La chicha tan espesa servida en tutumas, las sonrisas doradas de las mujeres, la playa en la que conviven antiguos ralladores de yuca con niños completamente desnudos que se bañan en el río. Las migajas de los jesuitas esparcidas por selvas y pampas. Gente acostumbrada a pedir, a desconfiar. Toda la tarde contando nuestra historia ante el cabildo. Y nos cuentan la de Donato Casanova, quien hace tiempo pasó por estos lugares y les engañó. Hace más de veinte años, pero ellos siguen mostrándose vigilantes y huraños ante los forasteros. Un lugar pequeño, apenas una hectárea de forzada convivencia. Preguntamos al director de la escuela cómo es la vida aquí para un maestro que viene de fuera: “Bueno, es algo duro, ¿no? En tiempo de agua es grave. Da uno vueltas y se ven las mismas caras. No hay dónde ir, puro agua. Pero la gente comprende –parece– eso, y lo llama a uno, charla, vienen a visitarlo… y pasa la tristeza”210. Gustavo Sucubono Salazar

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procede de Trinidad, aunque lleva diez años en el Territorio Indígena Parque Nacional Isiboro Sécure (tipnis). Entre otras cosas, intenta recuperar el saber artesanal de los antepasados para enseñárselo a sus alumnos. El tiempo y la vocación lo mantienen inquieto. Aprendió la lengua yuracaré y ahora también el trinitario. Ha creado un gobierno estudiantil, entre otras cosas, con el que discute los asuntos de la escuela. Y se queja del abandono de las instituciones, de la falta de material, y del esfuerzo para que los jóvenes sigan estudiando. Muchos niños no acaban el curso porque deben ir a trabajar al chaco. La vida es dura en San Antonio, a pesar de su belleza. Nos hablan de hambre cuando hay malas cosechas, de enfermedades y de niños que mueren. Cultivan arroz, plátano, yuca, caña, camote, piña, chocolate. Algunos tienen vacas y gallinas, otros van a canchear para conseguir plata y poder comprar las necesidades. El marido de Mercedes Muiba hace muebles y a veces vende sillas y mesas en Trinidad. También siembra chocolate. Pescan y cazan. “Se caza. En la pampa se van a veces a cazar ciervos en el monte; cazan taitetú, jochi, anta, todo eso. Claro, queremos comprarnos ganadito, ¿no? Ahora tenemos nosotros diez cabecitas que nos estamos comprando, ahora que ya somos viejos, recién queremos comprar ganado.”211

Los hijos del guayabochi “Los indios de Yuracarés eran bastante numerosos antes; pero su modo de vivir, la sarna y la viruela han casi acabado con ellos. Actualmente apenas llegarán a ser unos mil quinientos, formando unos ocho ó nueve ranchos esparcidos por las cabeceras de los ríos Mamoré, Chimoré, Chapare y Sécure. A excepción de unos pocos que están bautizados y prestan algún servicio a los hacendados vecinos, y sirven en calidad de tripulantes, los demás viven medio remontados, con ninguna o muy poca comunicación con los blancos.”212 “Los yuracarés, alrededor de 1.300, están diseminados en el seno de las selvas más bellas del mundo (…) Muy bien plantados, todo denuncia en ellos su fuerza y agilidad. Son derechos, proporcionados; su andar altivo y arrogante concuerda perfectamente con su carácter y la elevada idea que tienen de sí mismos. Su fisonomía es fina, llena de vivacidad y no carece de cierta jovialidad, sus facciones son más bien agraciadas que feas. Bien proporcionadas, más fuertes y más robustas aún que los hombres, las mujeres tienen los mismos rasgos, pero su cara es más redonda. Podría decirse que son lindas.”213 “Si fuese un niño indígena, no iría a misa a aprender Padrenuestros y Ave Marías y mucho menos permitiría que me eduquen como sirviente de los blancos. Me escondería, como muchos yuracaré, en la profundidad del gran bosque para vivir y morir libre, para ser un hombre y no una rueda en una máquina.”214

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Las casas en San Pablo son más anchas, abiertas y ventiladas. Parecen frágiles, pero a la vez no aprisionan. San Pablo del Isiboro es una comunidad yuracaré, que reposa junto a las aguas oscuras y tranquilas de un meandro que el río abandonó a su suerte hará como unos doce años. También está sobre una antigua loma. Paseamos por la tarde y contemplamos grandes vasijas enterradas y restos de raspadores de yuca. Sus habitantes conocen la existencia de esas cerámicas, y recuerdan cómo al construir sus casas fueron encontrando esos objetos, que nos van mostrando poco a poco. Algunos los han guardado, otros ya se han perdido, pero para ellos tienen un valor relativo. Antes se llamaba San Pablo de Zelada. Fue porque la fundó don Víctor Zelada, un colla de Cochabamba que se trajo a los yuras para trabajar en los chocolatales. Su hijo, don Sergio, ahora vive en Trinidad, pero sigue preocupándose por ellos. “Sí, ellos se llevan bien con él. Él viene siempre, él siempre los visita, él donde puede les ayuda. E inclusive ahora es el subalcalde de aquí de la comunidad, don Sergio Zelada. Y gracias a él hay estas calaminas. Él es el que está queriendo tumbar todo ese montecito de ahí, para hacer un proyecto de la escuela, de un colegio, de material.”215 Don Crescencio Maldonado dice que ya le ha cambiado su nombre216. Supongo que se refiere a la antigua costumbre de los yuracaré que consistía en comprar apellidos españoles. D’Orbigny se refería a ella en su Viaje a la América Meridional217, y el padre Enric Jordà aún habla de ella. No recuerda el año de la fundación de San Pablo, “pues éramos chicos todavía. Ése vino de Cochabamba. Ése sabía antes igualingo como nosotros, sabía idioma de nosotros. Porque la gente hablaba, este señor don Víctor no hablaba así castellano, puro idioma era… Mi padre el finao vivía más acá, por arriba, y de ahí ya se vino. Como él trabajaba desde chico, él un poco se crió con él, y ya con él se vino acá, y hasta aquí ya vivió el finao y ya aquí hemos crecido nosotros… De ahí comenzamos a trabajar, trabajamos, trabajamos, y ahí crecimos, y hasta ahorita mi padre el finao era de aquí, y aquí me dejaron, se murieron toda mi familia los dos, mi madre, todos. Y aquí han criado a mi hijo, mi hijo es el corregidor”218. Los yuracaré se han resistido hasta no hace mucho a las costumbres del hombre blanco. Los curas, los comerciantes y el Estado han hecho todo lo posible para acabar con su forma de vida, pero ellos siguen todavía, en la medida de sus fuerzas, resistiéndose. El Decreto Supremo de 2 de octubre de 1920 consideró necesaria la colonización “de la inmensa región yuracaré, para dar comienzo a una población y desarrollo de grandes industrias (…) Las tribus de esa región, por falta de recursos para construir centros poblados y crear misiones, no han podido ser reducidas hasta ahora, habiendo preferido llevar una vida errante en las selvas”. Y para ello, estableció la siguiente orden: “todas las familias Yuracarés que viven en las selvas de la misma región del mismo nombre, y las que huyendo de las misiones e industriales permanecen en

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ellas, deberán formar núcleos de población sobre el camino que el Regimiento Zapadores abre de Mojos a Cochabamba”219. También los misioneros franciscanos intentaron acabar con el régimen de vida de los yuracaré220. Fundaron la reducción de San José, a orillas del río Chimoré, y San Francisco en el Mamoré, aunque ambas reducciones, observa Mendizábal, “desaparecieron al poco tiempo por la huida de los ingratos indios, que preguntados por los Misioneros dieron por respuesta: ‘Porque no les dejaban beber chicha a su gusto’ ”221. “Al principio estos indios demuestran gran interés para trabajar a las órdenes del Padre Misionero, enviaban a sus hijos a la escuela con mucho agrado, para que el Padre los instruya en la religión, pero como una de las cualidades sobresalientes del salvaje es la inconstancia, pronto comenzaron a fastidiarse del trabajo y de la sujeción; muchas veces al año con un pretexto u otro se escapaban al monte y puede asegurarse que los Yuracarés han sido los indios que más disgustos han dado a los Misioneros del Colegio de Tarata.”222 “Convencidos los Padres Misioneros de que apenas recibían los regalos, escapaban al monte, tomaron la resolución de encerrar en la escuela, por las noches, a los niños y niñas de pocos años, a cargo de una persona de garantía, para ver si de ese modo se podía sujetar a los padres en la Misión por amor a sus hijos. Ya se comprenderá que esta medida era violenta, no sólo para los indios, sino también para el Misionero, que no podía menos de sufrir al ver a sus pequeñuelos privados de las caricias de sus padres.”223 Los misioneros se disputaron los derechos sobre los indios con los comerciantes quechuas. “En Santa Rosa (en el río Chapare) hay mestizos quichuas que viven exclusivamente como parásitos de los indios Yuracarés. Les engañan de los modos más vergonzosos. A cambio de pagos muy bajos, los Yuracarés tienen que trabajar para ellos, remar en canoas cargadas con mercancías hasta Trinidad y cultivar los campos. Los Yuracarés tienen deudas con estos señores patrones (…) Pese a todo, sin duda a estos indios les gusta más estar al servicio de los mestizos que estar en las misiones. Desgraciadamente la razón es que les gusta el aguardiente y que los Padres intentan luchar contra las borracheras, mientras los mestizos, a quienes también les gusta beber, lo ven con agrado entre los indios a quienes de esta forma hacen caer en deudas. Los yuracaré prefieren servir a los mestizos porque aquí, mejor que en las misiones, pueden llevar una vida auténticamente indígena. Los mestizos les permiten vivir en familias y no los concentran en pueblos.” 224 La maestra de San Pablo se siente muy orgullosa porque en unos cuantos años está consiguiendo civilizar a sus habitantes. Sorprenden unos basureros de lata repartidos por el pueblo, la iglesia, y algunas calaminas en los tejados. Contradicción dolorosa entre el deseo de conservar imperturbable lo que siempre fue cambiante y la resignación ante lo inevitable, el contacto entre las culturas, la dudosa mejora de las condiciones de vida. Y aunque parezca paradójico, también los maestros, aunque a su manera, no escati-

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man ningún esfuerzo para recuperar algunos aspectos de la cultura: “Bueno, ya les pregunté para sus fiestas qué preparaban ellos, y era nada; ellos para su fiesta era nomás tomar chicha, jugar pelota, y nada más, ¡nada más! (…) Ni ellos mismos lo conocen [sus tradiciones]. Hay un viejito que no está ahorita acá, el papá de los Flores… A ése me acercaba y le decía: ‘Usted me va a decir, yo quiero sacar la danza de los yuracaré, para la fiesta’ ”225. La profesora consiguió sacar unos trajes de corocho, aunque para ello tuvo que viajar hasta Trinidad para documentarse, porque los yuracaré ya habían olvidado cómo se sacaba226, o al menos eso es lo que a ella le decían: “Son celosos, no les agrada de que se entere la gente de sus costumbres”. Y como no sabían o no querían bailar sus danzas, les colocó tipoys y camijetas y les hizo bailar ocho danzas mojeño-trinitarias. Doña María Luisa es una mujer con carácter. En lo religioso también hizo de las suyas: “En aquel año, cuando yo llegué aquí, en el 98, no conocían a la iglesia. Ellos vivían, no tenían iglesia, no se conocía esa iglesia”. Le pregunto si eran cristianos: “No, no eran nada; ellos tienen sus creencias, tienen un dios que ni ellos mismos conocen”. La nostalgia, el dolor por lo lejano que se va perdiendo irremisiblemente, y que sólo será un recuerdo en los libros, y ni siquiera en la memoria. “Ahora la gente ya está aquí bien civilizada. Ya no se ve mucho… antes no se comía en mesas, y era así en el suelo. Ese pescado era en una hoja de plátano, ahí, y ellos ahí, la yuca era… Eso yo lo he visto. Y ahí se sientan chicos y grandes, en el suelo nomás. Ahí comen y todo, ¡pucha!, limpian todo y de ahí se levantan ya la mayor, alza todo lo que no sirve con todas las hojas y botan, y ésa es su comida. No ocupan mesa, ahora ya por acá, casi en todas las comunidades hay mesas.” Le pregunto cuáles son las comunidades menos civilizadas: “Loma Alta, a Loma Alta le falta un poco de civilización todavía. Más quieran hacer. No viven así, reunidos, dispersos viven, y no utilizan mesa pa comer ni nada. Yo llego, están ahí sentados, antes que me ven ellos quieren acomodarse mejor… Mala suerte que no podemos trabajar en esa comunidad. Él trabajó, pero solito. No pueden ir dos profesores, porque son pocos alumnos, no son más que veinte. Me dicen, profe, venga a trabajar aquí, venga, venga. Yo cuánto no deseara ir, para sacar eso, yo quisiera conocer la costumbre…”.227 “Los yuracarés vivían felices en sus montes, lagunas y ríos. Sararuma se enojó y le prendió fuego a todo el campo. Se quemaron los árboles, los animales y los hombres. Un hombre y una mujer se salvaron del incendio porque habían hecho su casa en un pozo bien profundo, tapado con palos y tierra. Ellos se metieron con tapeque para varios días. Tenían yuca, charque de jochi, sábalo y surubí. También tenían chicha. Para saber si la tierra seguía ardiendo, el hombre sacaba sus flechas. Las dos primeras veces, las flechas se quemaron. A la tercera vez, las flechas ya no se quemaron.

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Entonces supo que el incendio se había apagado. Salieron de su escondite y estuvieron caminando por las cenizas. Todo estaba desolado. Había una gran oscuridad. Sólo tenían tabaco. ”De pronto se les apareció un hombre y les dijo: ”– ¿A dónde van? ”– Estamos perdidos. ”El hombre les dijo: ”– Sigan andando en esta dirección. ”Los dos yuracaré siguieron andando en esa ruta, esperando encontrar otra gente y otras tierras donde vivir. ”Otra vez se les apareció el hombre y tuvo compasión de ellos. ”– Tomen estas semillas, siémbrenlas para que todo vuelva a ser selva. ”Llovió durante tres días y otra vez el mundo de los yuracarés volvió a ser como antes. ”La pareja tuvo varios hijos varones y una mujer. Cuando ésta llegó a la edad de tener marido, se puso inquieta. La jovencita se vistió con su mejor corocho y se pintó con urucú. Se puso muy hermosa. ”Se sienta a esperar. Sola en medio monte. Su mirada fija en un hermoso árbol de guayabochi y de pronto, el guayabochi se convierte en un hermoso yuracaré, quien le dice: ”– Ya no estarás sola…”228 “Cuando se concubinan dos jóvenes, lo primero que hace el suegro es llevarlo al yerno al monte, a cazar. Y no lleva arma de fuego, es sólo flechas. El yerno tiene que matar de un flechazo un manechi. Y si no lo hace, bueno…, regresan a la casa, le dice: ‘Hijo, vamos a hacer una gaveta, una batea de madera’. La hacen y la mujer tiene que llenarla de chicha, chicha fuerte. A las cuatro de la mañana se levantan, él alista un hueso de taitetú, para que tenga puntería, dice, el flechador. Se zuncha aquí en el brazo, aquí, en esta parte de aquí… Pero antes de empezar el acto, planta el suegro, o el más mayor de la familia, planta un arco, ahí en el suelo, y una flecha, y ahí empieza. Primero le zuncha al marido, luego a la muchacha. A la mujer le zuncha más hondo para que tenga fuerza, resistencia para cargar…”229 “Y ya llegan la gente, ya llegan la hora, y ya empiezan a alistar huesos, ¿ya?, huesos de taitetú, del monte, se coge en los brazos, sino en aquí, en las piernas, sino aquí, se zuncha con ese hueso. Ése es el secreto de nosotros que somos yuracarés.”230

Arcos y flechas “Antes los antiguos no necesitaban armas, y ahorita ellos, los jóvenes, ellos ya ocupan armas. Más antes no había eso. Puro flechas nomás, ocupaban

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los antiguos. Con eso mataban bichos para comer, y ahorita ya se olvidan de hacer flechas, de todo eso se olvidaron. Más necesitan ya armas. Eso es lo que ella dice.”231 Flechas de tacuara, de chuchío. Tomete, se llaman en idioma. Tónyo, la más grande, para cazar el tigre y para el duelo. El famoso duelo yuracaré232. La caza del tigre. “Cazábamos con la misma esa, con tónyo, con tacuara, con flechas… Avanzas unos quince metros, unos veinte metros, unos diez metros, ¡al suelo!”233 Cazaban de noche, alumbrados por chevetes, cañas que ardían como antorchas durante largo tiempo. De noche todavía se acerca el tigre hasta las casas. Por todas partes he oído hablar del tigregente: un tigre que antes fue humano, y que es el más osado. “Hay, hay tigregente –asegura Máximo Flores–. El mismo cristiano se hace tigregente234… Él venía cazando de allá del Sécure. Cazaba patos, gallinas, chanchos, perros, hasta que llegó aquí a ver, a una vuelta que le dicen Nueva Vida235. Un tiempo fuimos ahí nosotros, y nosotros fuimos, cazamos. Éramos tres, toditos familia (…) Ésos pues, los tigregentes, son más osados. Hasta las casas llegan. Y de ahí nos vinimos y ya nos fuimos nosotros esa noche. Ya tenían sus chanchos encerrados, y sus gallinas, todo… Tenían unos patos ahí encerrados, bien encerrados, ¿no? Cuando ya nosotros fuimos, con nosotros nuestras hachas, otros con machetes, uno o dos con armas, así. Y de ahí ya se fueron, lo alumbraron así, tranquilo, dando la vuelta iba al gallinero. Cuando los vio, tranquilo, pasó por así, cerquinga. Ya ahí le tiraron quince tiros, ¡quince tiros! Y así casi nos ganó. Nos dejó sin balas. De ahí ya rapidingo lo destriparon, le sacaron el corazón, lo juntamos fuego, de ahí lo quemamos, lo cortamos y lo botamos al agua. El tigre no pudo sumir, iba medio bogando… Lo botamos también, la cabeza también iba…” “¿Es peligroso su espíritu?”, le pregunto. “Yo creo, pues, así dicen. Hay que quemarlo… Tigre, feo era. Ya pa su tiempo ya supimos que ya querían venir unos, su familia, querían venir unos a buscarnos a nosotros al que lo mató.”236 “Al atacar al hombre lo primero que tritura es la cabeza; luego destroza el cuello, chupando con tanto cuidado y avidez la sangre que mana, que no deja perder ni una gota. Y ni entonces devora el resto del cuerpo; ni siquiera lo toca: hasta tal punto se sacia con la sola sangre. Lo que ha de evitar a toda costa el hombre que se cruza con el tigre es dar muestras de miedo; más bien le ha de gritar y reprender en abundancia, amenazándolo sin temor con un bastón u otra cosa: mucha gente se ha librado con estas solas armas del peligro de perecer; otras veces, del peligro certísimo de ser devorados, caso de haber demostrado miedo o, lo que es peor, de haber querido huir.”237 “¿Quiere que le cuente?” Y Alfonso Guasebe cuenta cómo el tigre se cazó una vaca del vecino, y cómo él se fue con sus perros a cazarlo.

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“Donde yo lo estaba espiando, ahí lo vi, y le dije: ‘Está un poco difícil pa tirarle’. Le dije, y me fui así, y me llamó otra vez por ahí, yo le di la espalda y ya se hincó ya, me tumbó, también me mordió; me mordió aquí, después aquí…” Se señala la cabeza, y muestra cómo el tigre le agarró la cabeza entera, desde la nuca hasta la frente. “¿Y qué hizo?”, le pregunto. “Le arrempujé con mis manos así.” Y describe con gestos cómo consiguió zafarse del tigre, quitándoselo de la espalda y lanzándolo por encima de su cabeza. “Y así fue; como estaba mi compañero ahí cerquita, ya él lo macheteó, le dio con el machete al tigre en la cabeza. Tengo otro compañero, de ahí le tiró con el salón y ahí quedó; lo mataron pero ya me había fregado.”238 A Alfonso lo enviaron a Trinidad y después a Santa Cruz, y así pudo salvar la vida, aunque como recuerdo le han quedado fuertes dolores de cabeza, y sordera en un oído. Han pasado tres años, pero eso no le ha impedido volver a cazarlos. Ya lleva tres muertos. “Había un conflicto serio que yo vi: era el conflicto entre yuras y trinitarios. No un enfrentamiento, sino un sometimiento por parte de los mojeños trinitarios que han considerado a los yuras porque no han sido evangelizados, civilizados a su estilo, entonces empezamos a tratar esos temas en las comunidades mojeñas (…) En el tipnis, el Isiboro Sécure, aquí mismo, en la parte del Mamoré. Ahí hay un componente mayormente de yuracarés, y los indígenas yuracarés se sentían como menos; incluso en una dinámica que hicimos en un encuentro, un mojeño decía: ‘Abajo están los yuras, en el segundo están los trinitarios, en lo tercero están los blancos como usted’, y seguro que los chimanes si los tuvieran a su alcance… Pero ya cambió, cambió eso un poco.”239 “La etnia yuracaré no, con nosotros no se compaginan, ¿ya? Entonces por eso los primeros fundadores eran puros yuritas que había por aquí (…) Estaban en San Antonio. Y ahorita se encuentran ya… desparramados nuevamente. Se han ido de aquí, ya viven donde están los otros parientes, los otros yuritas, ¿no?, y ya se están ahí.”240 “Pero, ¿cómo te digo? Es más, incluso el tema de la narración y todo eso, se empezó a conversar de los mitos, de las costumbres. Inmediatamente los yuracaré empezaron a sacar pecho. Yo hice mis grabaciones a pedido de los yuras, y los trinitarios quedaron sorprendidos. De varios escuché decir: ‘Eso está bien, vale eso que están contando ellos, también tenemos’. (…) Cuando yo ingresé allá, hace más de veinte años, todavía las comunidades yuras no se llamaban comunidades; así, incluso los asentamientos de las familias eran las tradicionales: tres familias acá, otra más acá, otra más acá en la orilla de los ríos. No estaban nucleadas al estilo mojeño de reducción. Pero con las movilizaciones, con las reuniones permanentes, empezaron también a incorporarse a la vida de las subcentrales y también a solicitar maestros, para la escuela. Entonces una de las cosas que también hace la escuela indirectamente es nuclear.”241

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“Los blancos afirman que los yuracarés son vagos para trabajar. Sin embargo, cuando lo hacen para ellos mismos, trabajan lo suficiente como para comer, vivir bien, vestirse y adornarse. ¿Para qué pedir más? Tienen la fortuna de vivir en una región poco poblada en la que sin demasiado esfuerzo la tierra da cosechas abundantes y en la que ninguno es siervo. No tienen nada que envidiar a tantos blancos que tienen que luchar desde la mañana a la noche para no padecer hambre, hacinados en ciudades sucias y llenas de humo. Los yuracaré pueden disfrutar del placer de la ociosidad hasta que los blancos lo echen todo a perder y entonces les llegue la verdadera pobreza.”242

Volver por el Mamoré, aguas abajo. Sólo una visión mínima de todos esos lugares, y soñar con el tigre, imaginar cómo será Loma Alta, escuchar el eco de las voces de los trinitarios y de los yuracaré. Durante la inundación no había terreno para enterrar a los muertos. Decía la hermana Geralda que allí donde cavaban aparecía agua, y por eso tenían que transportarlos a otras comunidades. En el Siloé llevaron a uno. Ante nosotros pasa ahora una canoa cargada con un ataúd de madera. También hemos visto muertos que esperaban para ser transportados. Está oscureciendo, y nos despide una cortina de agua sobre el Mamoré. Bajo la carpa azul intenso, un nuevo diluvio cae sobre nosotros. En el trópico la lluvia no sorprende en absoluto. Desde lejos se ve cómo se aproxima el agua, hasta que te deja literalmente empapado. Y en los pueblos avanza siguiendo el trazado de las cuadras, disciplinadamente, sin saltarse ninguna.

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Tierra y territorio “En los años noventa se hace la primera Marcha de los Pueblos Indígenas de Tierras Bajas, más propiamente del departamento del Beni. Esto se origina porque había mucho atropello a las comunidades, a los hermanos indígenas, no se respetaban sus derechos, no se reconocían sus espacios donde ellos vivían. En esa marcha se logró titular por decreto supremo cuatro territorios indígenas: el tipnis, el Sirionó, el Pilón Lajas y el Territorio Indígena Chimán en San Borja. Entonces, en esos años se lanzó el decreto y luego siguió el proceso de organización; ya nos organizamos como Central de Pueblos Indígenas del Beni, ya como ente matriz representativa de los trece pueblos étnicos que existen en el departamento. Y allí criamos fuerza y empezamos a demandar los otros territorios de los pueblos indígenas. En el departamento del Beni tenemos demandados quince territorios indígenas, lo cual ha sido una lucha. El año 95 se marchó por una nueva ley de reforma agraria; en esos años se intervino la reforma agraria, porque había mucha corrupción dentro del tema agrario. Había sobreposición en las tierras de los pueblos indígenas y nosotros empezamos a marchar, en el 95, pidiendo una nueva ley de reforma agraria, que es la que está ahora vigente, la Ley 1715. Hemos vuelto a marchar también el año pasado, en noviembre. Imagínese: de los años noventa al 2007, todavía no se ha terminado de sanear los primeros territorios indígenas que salieron por decreto supremo durante la Marcha Nacional. Hay muchos conflictos dentro de los territorios entre los ganaderos, entre los campesinos, incluso se han convertido en pequeños latifundistas, porque ellos piden tierras parceladas de cincuenta hectáreas; sin embargo, nosotros pedimos tierras comunitarias de origen colectivas.”243 “Por eso nuestro eslogan del momento de la Marcha era ‘Por la Dignidad y el Territorio’. Nada más. Ése fue el espíritu. Entonces, lo que había ahí era temor. ¿Temor de quiénes? Por parte de los carayanas, los poderosos. Porque cuando hablábamos de abuso, ¿de quién estábamos hablando? ¡De ellos, pues! Y nada lejano lo que había: me había tocado vivir a mí, a mi familia, a mis padres, engaños… ¡Cómo sufrimos! No terminé de criarme de donde mi padre heredó esa propiedad, o sea, hemos salido botados de ahí, por el engaño, por la ambición. Entonces, esas cosas fue lo que atacó fuerte a los ganaderos, a los madereros, porque ya empezamos a hablar del Bosque de Chimanes, abriendo caminos, no importaba la casita que le tocaba, el tractor se lo volaba su casita, abriendo caminos, sus concesiones forestales.”244 “La Marcha de 1990 marcó el cambio definitivo de estrategia ante los problemas que le traían otros habitantes del lugar. Hasta 1985, la única opción viable ante problemas de terceros era salir hacia una Loma Santa y rehacer allí la costumbre de los Pueblos Misionales libres y creciendo en la propia originalidad e identidad. Ahora la despiadada entrada maderera fundada en principio en una Ley Nacional de 1971 que afirmaba que el Bosque de

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Chimanes (que comprendía también una buena parte de Mojos) no tenía comunidades, sino sólo tribus nómadas, acabó con su paciencia.”245 “De acá fueron también unos cinco o seis parientes nomás. Mayoría fue que vinieron de San Ignacio. Pero participaron también. Entonces, con esa marcha ya nos dan esa prioridad también. Cuando llega el saneamiento del 2000 ya es otro choque con la gente carayana. Ellos no nos querían dar la tierra, ellos querían ser siempre los dueños, grandes extensiones, hectáreas. Pero sin embargo, nosotros, nuestra zona es para cazar pescado. Porque la gente va lejos a buscar sus necesidades, a buscar cacería. Y eso es lo que dicen: ‘¿Para qué los chimanes quieren tierra, si los chimanes no van a trabajar?’. Pero nosotros la usamos para ir a cazar, a pescar. Más que todo es que nos estamos multiplicando. En ese entonces, ahorita, estaríamos hablando de unos diez mil, doce mil hermanos chimanes. Y donde nos hace falta la tierra.”246 “Bueno, era de ellos. Había algunos papeles de compraventa, pero nada legal. Las tierras eran de los indígenas, pero sin títulos de propiedad. Poco a poco fueron apropiándose estas tierras libres. Después, los gobiernos de Barrientos, Banzer y Goni regalaron unas seiscientas mil hectáreas cada uno a los ganaderos. Venían a La Paz, firmaban unos papeles, pagaban o no alguna cosa, y les daban las tierras. Expulsaban a los indígenas y los obligaban a ir más allá. Les decían: ‘Taita, por favor, váyase más allacito, porque esto ya es mío’. Y poco a poco no sabían qué pasaba, pero decían: ‘Estas tierras eran de nuestros abuelos, pero ahora ya no lo son’. La ley de Banzer del 71 dice que el territorio chimán no tiene comunidades, sino tribus salvajes. Eso implicaba que la tierra era libre. La gente no sabía por qué, pero la tierra ya no era suya.”247 “Bolivia, país de asombrosas riquezas naturales, casi intocadas aún, puede ofrecer a la colonización sus tierras (…) Es imperiosamente necesario hacer saber que Bolivia necesita sobre todo de inmigrantes trabajadores del campo (…) Bolivia tiene que cambiar dadas sus condiciones excelentes para la producción agraria, conquistando los mercados para sus productos especialmente regionales, cuyo cultivo, por motivos emanados de su prosperidad minera, ha sido descuidado completamente.”248 “Nosotros siempre hemos convivido bien con el sector campesino, el sector indígena. Yo tengo propiedades cerca de comunidades, y hasta ahora me llevo nomás bien. Como en todas partes, de vez en cuando hay sus cositas, pero nos equilibramos. No tengo queja, no me puedo quejar de ellos. Son gente que nos hemos sabido entender. Me han solicitado cosas, de mi parte ha habido desprendimiento, como también de parte de ellos conmigo. Para poder convivir tiene que ser así… El sector indígena tiene las tierras altas, las tiene él. En Mojos no queda más que esta parte. No hay más seco… Ahí está el conflicto, en las tierras buenas. Esas tierras son aptas para todo; lo que pasa es que todavía ellos no las han tecnificado, le han mirado solamente algo superficial, beneficios forestales, así no…”249

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“El hecho es que Bolivia tiene en su seno muchas tribus, diferentes en lenguas, carácter y costumbres; inútiles por ahora todas, peligrosas algunas, muy perjudiciales otras, y ocupando la mayor parte de su territorio, y el mejor territorio, que Bolivia no puede explorar, atravesar ni aprovechar, a pesar de su voluntad y necesidad. El asunto de las tribus salvajes es asunto serio para Bolivia. Bolivia no quiere retroceder, ni permanecer estacionaria: desea progresar. Pero ese brillante porvenir, real y efectivo en sí, se hace bastante hipotético, por la sencilla razón de que dichos territorios están ocupados por tribus salvajes. Son, pues, los salvajes un verdadero obstáculo para el porvenir de Bolivia, así como aún lo son para su verdadero desarrollo en la actualidad (…) Ellos son los que hacen difícil, costosa y peligrosa la navegación de los ríos, con grave daño del comercio naciente. Son también ellos los que victiman con frecuencia y roban a los blancos vecinos, haciendo muy penosa su residencia en aquellos lugares apartados, y muy contingente el ahorro de sus industrias y trabajos (…) ¿Qué hará pues, Bolivia de dichos salvajes?”250 “En la Marcha del 90 la Iglesia tuvo evidentemente su participación. Desde aquí, de la iglesia catedral de Trinidad, salieron; yo les hice una arenga, les dije que ellos iban en busca de la tierra prometida… Fue una verdadera marcha. Hasta ese momento, desde la época de la goma, los indígenas de vez en cuando salían en busca de lo que llaman la Loma Santa. Ahora ya le dan un sentido mucho más social y mucho más integral. La Marcha, en definitiva, viene a ser la búsqueda de la Loma Santa, pero con un sentido mucho más político. Y creo que fue un acontecimiento, un hito en la historia de Bolivia. La historia de Bolivia antes de 1990 y después de 1990 es completamente distinta. Porque a raíz de ese acontecimiento los indígenas se van organizando cada vez más, y de esa manera ellos serán los primeros que van a hablar también de la Constituyente. Y una serie de pasos sumamente importantes que se han dado en Bolivia nacen precisamente de los indígenas de acá. Del Oriente boliviano, sobre todo del Beni. Yo creo que Mojos en ese sentido ha jugado un papel fundamental. En la Marcha Indígena, y luego por supuesto también en la Ley inra. Y en todos estos aspectos, en todas estas conquistas, la Iglesia ha estado presente. Evidentemente, ha habido enfrentamientos…, lógico, con los ganaderos fundamentalmente, porque el problema del Beni es el problema de la tierra. Y ahí es donde cualquier institución, sea la Iglesia sea cualquier otra institución que quiera apoyar a los pueblos indígenas, va a encontrar la oposición. Tampoco en la Iglesia del Beni todos los sacerdotes y todas las religiosas han actuado de la misma manera. Ha habido quienes han sido más luchadores, han mantenido una posición sumamente firme, y otros que han acompañado, pero no ha habido sacerdotes o religiosas que se hayan opuesto en absoluto a la Marcha Indígena.”251 “Así que ésa fue la más célebre, la que partió el 15 de agosto de 1990. Se tardaron treinta y cuatro días. Fue penosa porque no había experiencia;

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mucha gente se enfermó, mucha gente estaba confusa, viajaron, unos se volvieron, otros siguieron hasta el final. En la del 96 hubo cuatro muertos. En la del 2002 también hubo muertos. Luego, en la del año pasado, hemos marchado ya también yo y mi familia; hemos ido, dejando nuestra casa, todo; tardamos igual treinta y cuatro días. Nunca pensamos nosotros atravesar cerros, subir cerros, que nos queríamos desmayar, muchos compañeros se desmayaron. Y ahí, en esta marcha última, hemos tenido un accidente donde nos mataron a dos compañeros, y doce heridos. Una movilidad nos atropelló una noche, una madrugada, y hemos llorado, ha habido sangre para conquistar lo que queremos. Todos los beneficios y lo que hemos conseguido ha sido a costa de sangre. Hemos llorado en el camino. Yo, como auxiliar de enfermería, me he empapado de la sangre de mis hermanos atropellados, de que han abusado de ellos. He llorado sin que sea nada de mí, pero la hermandad de la marcha nos tenía bien unidos.”252 “No me parece correcto cuando el gobierno dice que aquí en el Beni, por ejemplo, un ganadero tiene cincuenta hectáreas para una vaca. No es cierto. Y en el Occidente, donde existen los minifundios, genera malestar saber que una vaca tiene cincuenta hectáreas, y una familia no cuenta ni siquiera con doscientos metros para sus cultivos. Pero eso es por el manejo que le están dando directamente en el gobierno, lo que genera un malestar en el Occidente, y que lógicamente hace mirar al Oriente como una zona que va a solucionar los problemas de tierra del Occidente. Y ahí empieza a haber la confrontación, porque hay gente que vive acá desde hace muchos años, y piensa dejar algo a sus hijos en tema de tierras, y que se ven amenazados con este tipo de ofertas que se dan desde el gobierno para que vengan a la toma de tierras. Y eso genera la confrontación.”253 “Y tenemos bajo nuestra responsabilidad el atender los problemas con Cochabamba, que continúan pendientes de solución… Defendimos, hicimos recorrer la pretensión cochabambina por lo menos a la mitad, tal vez un poco más… Cada año, cada vez, viene Cochabamba con nuevos proyectos de ley en los cuales pretende crear presuntos derechos expectativos, y tenemos que estar pendientes de todo eso para la defensa territorial… Los de Cochabamba tienen miedo a la verdad histórica, geográfica y legal que ha demostrado el Beni a través de las mesas de diálogo que tuvimos desde el año 2001 al 2002. Y Cochabamba alega que nunca hubo límites, cosa que es una falsedad histórica. Siempre, desde la Colonia, desde las leyes indias, había obligación de poner límites a toda la administración, aunque sea la parroquia. Entonces en este asunto de mapas nosotros nos hemos preocupado cada vez de ir analizando todos los croquis de la Colonia y todos los mapas elaborados después de la República.”254 “En el año 1996 una segunda marcha fue protagonizada nuevamente por los Pueblos Indígenas. A ella se sumaron colonizadores, exigiendo una nueva redistribución de tierras (…) De ahí es que el 96 en esta marcha se exige una nueva ley, la del Servicio Nacional de Reforma Agraria más co-

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nocida como Ley inra o Ley 1715. En esta ley, por ejemplo, se considera que los Pueblos Indígenas tienen derecho al territorio (…) Aparece la Ley inra que da el nombre a nuestro territorio como Tierras Comunitarias de Origen (…) Uno de los objetivos de la Ley es respetar y proteger las Tierras Comunitarias de Origen (tco) entendidas como ‘el espacio que constituye el hábitat de los Pueblos y comunidades indígenas, áreas a las cuales han tenido tradicionalmente acceso y donde mantienen y desarrollan sus propias formas de organización económica, social y cultural de modo que aseguren su sobrevivencia y desarrollo’.”255 “La ley inra nació fuertemente impugnada desde dos flancos. Por un lado, los sectores de grandes propietarios de tierras del Oriente, en muchos casos disfrazados como productores empresariales, que impugnaron el impuesto a la tierra hasta lograr mutilar la esencia de la Ley inra, es decir, la redistribución del recurso tierra (…) En cambio, fue la Confederación de Indígenas de Bolivia (cidob) la que se movilizó en una nueva marcha a favor de la aprobación de la ley en tanto ésta reconociese la propiedad colectiva de la tierra mediante la figura jurídica de tierras comunitarias de origen.”256 “Y es ahí –señala Víctor Eamara– donde nosotros queremos cambiar el tenor de nuestro territorio: que sean ‘tierra’ y ‘territorio’, no ya ‘tierras comunitarias de origen’; ‘territorio’ significa donde ya somos dueños de suelo y subsuelo…, y también del lugar. Entonces, eso es lo que estamos pidiendo.”257 “En el Beni y en el pueblo mojeño la Constitución se va a ver reflejada, en cuanto que la propiedad y el dominio de los recursos naturales, según el recurso que hemos aprobado recientemente, va a ser del pueblo boliviano en su conjunto. El Estado solamente va a ser el administrador y gestor de esos recursos. Pero no podrá hacer esta gestión, esta administración, si no cuenta con la venia –por así decirlo–, con la participación de los pueblos, ya sean indígenas o urbanos, que poblarán el lugar donde se encuentran los recursos naturales por explotar. Yo creo que de esta manera va a incidir en los pobladores del Beni y de Mojos esta Constitución. También en el tema de tierra y territorio, ya de alguna manera está en la Ley inra y en la actual Constitución, que la tierra es de quien la trabaja, y no puede haber tierras ociosas, que la tierra tiene que cumplir una función económica y social. Y que la tierra que no cumpla una función económica y social tendrá que ser revertida al Estado, para que el Estado la dé en propiedad a aquellas comunidades indígenas, o a aquellos pueblos, o a aquella gente que no tenga tierra (…) Las tco son propiedades consolidadas. Están en la fase de saneamiento, que ha durado mucho tiempo, más de lo que estaba previsto también, pero no corren ningún riesgo las tierras comunitarias de origen. En aquellos lugares, por ejemplo el tipnis, donde coincide con una tco también, serán los habitantes de esta tco quienes estarán encargados de cuidar estos recursos naturales y también de volver soste-

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nible el medio ambiente. Y van a tener una legislación diferente a las tco que no coinciden con áreas protegidas. El tipnis es un problema grande el que vive ahora, porque se cedió una franja en la parte sur del tipnis a los sembradores de coca, a los colonos, y esta franja ha sido superada por las plantaciones de coca. También se sospecha que en el tipnis hay aserraderos ilegales que están explotando madera… Yo creo que no corren peligro las tco.”258

Ignacianos Los indios siguen viviendo como siempre. En el centro del pueblo, la iglesia, con los curas. Volvieron otra vez los jesuitas. Alrededor, las casas de ladrillo de los blancos. La plaza. Más lejos, los barrios de tacuara, barro y motacú. Casi nada ha cambiado. Llegó gente del altiplano y se instalaron cerca de la plaza. Y algunos carayanas, los más acomodados, buscaron la tranquilidad en las afueras, cerca de los indios. Aunque cuando suben las aguas, sólo los indios se mojan los pies, en sus cabañas inundadas. “El año 1939, al cuarenta por ahí, San Ignacio era muy pequeño todavía, no era muy poblado, y la mayor parte de la población que tenía era indígena. La gente blanca o carayana, que decimos nosotros, era muy poca gente, ¿no? Siempre San Ignacio se ha caracterizado así por el volumen de gente indígena, de pueblos indígenas. ”Yo soy cruceño, cruceño, sí. La mayoría de la gente que habitó acá, blanca, son emigrantes de Santa Cruz. Parte que se vino tal vez buscando medios de vida, por su situación. Entre ellos se vino una familia Gil, después vino una familia Rivero, que es una familia grande que se creció acá. Otra familia que yo conocí en esa época, cuando recién llegué, era una familia Zelada, es grande también; ésos me parece que eran collas, no sé (decimos collas porque son del interior). Pero la mayor parte era gente cruceña, que se vino tal vez cuando la goma, que cuando el auge de la goma vino a dar acá, se vino al Beni, a la goma, a la castaña, todas esas cosas. Y esa gente se hizo de acá, quedaron aquí algunos, como era esa mi tía, esa señora, doña Matilde Suárez, don Avelino Rivero… ”Y así conocí San Ignacio, ¡era pequeñito! Todo esto que usted ve aquí, estas calles…, existían las calles pero eran sendas nomás, caminos. Todo casas muy aisladas, así, ¿no?, pero había muy poca gente (…) Pero las familias conocidas, y que eran hacendados grandes, llegaron a hacer bastante ganadería acá.”259 Siempre describieron a San Ignacio como un pueblo hermoso, habitado por indígenas trabajadores, piadosos y de carácter afable, de tierras fértiles pródigas en plantaciones y frutales. “Acá en San Ignacio era el pueblo granero del Beni. Acá tenía vida propia. No nos venía nada de otro lado, sino la ropa, el vestuario, y la gente indí-

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gena, ellos se tejían su vestuario, porque se ponían la camijeta, que se le llama, y el tipoy se lo hacían ellos también (…) Para ir a Trinidad se tardaban cuatro días, en carretón cuatro o cinco días; igual por agua, por agua eran dos, tres días, y arreglándose la vida, era con remitos, no había motores todavía, nada de motor. No se viajaba, no había el qué, no había avión. Porque después, cuando se hizo esta pista, esta pista grande, ya entraron aviones. Aviones que venían expreso, aviones grandes a llevar cargas de chocolate. Grandes cantidades de chocolate, porque se cosechaba mucho chocolate en San Ignacio, mucho. Había mucho chocolate y mucho café. ”San Ignacio tenía bastante bosque, las tierras buenas, y su gente era trabajadora. Ahorita…, ya desde que estuvo la carretera, la gente dejó de trabajar, el indígena especialmente. Hace su chaquito, muy poco, no les alcanza ni para ellos, ¿cómo puede alcanzar para el consumo de otros? Desde que llegó la carretera a San Ignacio, de ahí empezamos a comer arroz traído de Santa Cruz, azúcar traída de Santa Cruz y, por último, todo lo que se trae es de Santa Cruz de la Sierra, que viene por Trinidad. Ahora nos viene de allí, todo. Porque desde la yuca nos viene. Ahorita no tenemos yuca acá en San Ignacio, cuando antes había almacenes de chivé, harina de yuca, de almidón. Se llevaban en cantidades a Trinidad hacia Guayará, para esos lados. Se llevaban cantidades de harina, de chivé. Ahora ya no hay.”260 Por el carnaval las comparsas celebran una fiesta en el Club Social. El mismo lugar donde no permitieron la entrada del obispo, no hace mucho, porque iba con chinelas. Granny I será la reina de este año. La eligió un jurado a quien el padre había pagado, dicen las malas lenguas. Así debe de ser, y quizá por eso no siempre bastan las virtudes de las reinas para acceder al trono. Toda la noche hay fiesta, hasta más allá del alba. El Club se adorna con globos, y la reina que ya se sabe elegida será coronada, y las mesitas bien dispuestas y adornadas, como pocas veces se ve en el pueblo. Para acceder a la fiesta hay que comprar un lugar en la mesa. O la mesa entera, que es la costumbre, y entonces se invita a los amigos. Se ven los trajes de colores brillantes de las diferentes comparsas. Sólo los indígenas permanecen en pie, sin hacer nada, me contaba un carayana. Porque las personas decentes compran una mesa o no participan en la fiesta. El sábado, día del corso, desde por la mañana se preparan las comparsas. Adornan sus carros para participar. En la otra esquina de la plaza una bombilla anima el concurso. La gente se va acercando, la reina está nerviosa, mira hacia todos lados, todos la miramos, su carro avanza. Unos cables de los que nadie se acordaba, pero que estaban ahí, suspendidos en el aire, detienen de repente los ostentosos ornamentos de su trono. Una maniobra, ahora sí, comienza el espectáculo. Colores, más plumas, decorados. Una carroza de indígenas presuntamente demasiado blancos. Otra con Isidoro arrodillado; otra, en fin, con los soldados del puesto militar vesti-

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dos de piratas, y un sireno nada seductor con sus tetas de plástico. Cuando todas las carrozas han circundado la plaza corresponde dar los premios, y después sigue la música, seguramente toda la noche, pero la paciencia ya no da para averiguarlo. Las comparsas se dispersan. Todavía hay tiempo para ser testigo de cómo unas insolentes niñas martirizan a una pobre muchacha que sirve helados. “El muy reverendo padre Fr. Estanislao V. de Marchena, Pro-Vicario y párroco de este famoso pueblo en tiempo de los Jesuitas, ha dado prueba de su actividad. Cuando se hizo cargo de él, echó de ver que la iglesia se hallaba en ruinas y el cementerio en condiciones indignas para la sepultura de cristianos y emprendió su arreglo inmediatamente (…) ”Emprendió la refacción de la torre, separada del cuerpo de la iglesia, y enseguida la edificación de ésta desde sus cimientos (…) Han favorecido mucho para estos trabajos (…) la bondad y buena voluntad de los vecinos, especialmente los indios muy piadosos.”261 Del primer templo, el que fundaron los jesuitas, se conservan algunos restos a unas dos leguas y media del actual San Ignacio. Parece que en 1749 tuvo lugar el traslado, porque las mujeres del Pueblo Viejo, cuando iban a lavar, morían devoradas por un animal misterioso. “El Padrón Universal, hecho en 1785 y publicado en 1790, da los siguientes datos acerca del templo histórico de San Ignacio: templo de 63 varas y tres cuartas de largo y de 25 varas de ancho, 22 ventanas, cada una con 56 vidrios, tres altares tallados y dorados, ocho campanas, torre sin concluir, 29 imágenes entre las de bulto y lienzos, sin contar las de los altares (…) Queda, pues, claro que el 1790 el templo está bien en pie y nadie insinúa que está por caerse.”262 El edificio sufre una reconstrucción en 1896, otra con Marchena. Entre 1967 y 1971 “desaparecen del templo, según recuerdos actuales, una serie de imágenes que se van regalando a los fieles que lo deseen y que van a parar a sus casas o a diversas comunidades para su veneración. Asimismo regala una araña de techo toda ella de madera. También se quema o se regala tallados antiguos del templo, en concreto sabemos de dos valiosas puertas de sacristía.”263 En 1984 regresan los jesuitas y el orden a Mojos, y reconstruyen el templo siguiendo criterios históricos: “Las paredes son las mismas. Hay columnas de hormigón que aguantan la estructura. El tim regaló treinta maras, y las columnas del fondo son de almendrillo. Las galerías también son de almendrillo, porque aguantan la humedad y el sol. Antes las columnas eran más delgadas, porque tenía que verse el altar desde todas partes”264. Se conservan fragmentos de las puertas de la sacristía en el museo. El padre Enrique, el primer jesuita que regresó a San Ignacio, lo vio todo abandonado. Las grandes sillas del altar estaban botadas fuera, muchas imágenes habían desaparecido.

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Ahora la iglesia vuelve a ser el centro del pueblo. La parroquia es un edificio porticado, donde conviven los jesuitas, el Archivo Musical, el Museo, una biblioteca. Algunas tardes se reúnen allí los indígenas. Los viejos se sientan alrededor de la sala y suena la música. Las mujeres bailan. Una flauta que suena como un milagro es sólo un tubo de aluminio abollado. Luego se reparte el pan y la leche. Las mujeres y los niños hacen cola para su ración265. Al caminar por San Ignacio de madrugada, todavía completamente oscuro, es fácil entender las historias que se cuentan por todas partes. De aparecidos, de la viudita que se lleva a los hombres a la muerte. Las calles se hacen mucho más largas, se encuentran esquinas y lugares que nunca existieron, sino en la penumbra. Se cruzan sombras tambaleantes que saludan vagamente y por todas partes chispean linternas que tratan de corregir el rumbo de los noctámbulos que las sostienen. San Ignacio al amanecer es un paisaje de luciérnagas artificiales. San Ignacio por la tarde. El sol cayendo a plomo sobre las cabezas de los hombres. Las motos y el mercado. El cielo azul y los colores intensos después de la lluvia. Niñas bellísimas saliendo de la escuela, tan oscuras y vestidas como garzas. Las vacas y los chanchos. La laguna. Los jóvenes bañándose en la laguna, la estatua de Isidoro, el camino de tierra y las nubes de polvo. La música por todas partes. Las luciérnagas flotando por el cielo, tan verdes. Las estrellas y las ranas gritándole a la noche.

Todavía curanderos “Usted quiere saber. Eso son magias, pues ya ve. En cambio, lo que yo sé no es eso. Yo sé otras cosas. De curar nomás. Eso es nomás que yo sé. Después otra cosa no… ”Ahí la primera vez yo ensayé con mi hijo, ¿no?, hasta que ya me hallé capaz. Hasta que ahora la gente me buscan por todos lados… ”El corazón se pone a un lado, cuando se asusta se viene a un lado. Nota cómo se mueve. Mientras más fiebre más palpita. Entonces cuando vuelve a su lugar ya es normal, vuelve… ”Médicos, mire, no sé… Le contó la madre que ya estaba siete días de fiebre, y le dio calmante, no sé cuántos. Y no le pasaba la fiebre, y como la gente ya me conoce le dijo ‘ahí está el doctor, pues vaya con él’, y ya nomás vine y lo sobé. Estaba desombrao, asustao. Me volví. Ya está, le dije.”266 Desiderio Cunai tiene más de ochenta años, el pecho descubierto y el machete en la mano. Presume de una mirada joven, porque cuando lo era, le vertieron en los ojos el jugo de un bejuco. Fue su abuelo267. Puede ver de lejos, puede ver de noche a las personas, ver animales. Ojos de almendra, como lo son los de los chimanes, que sonríen casi siempre bajo una espesa cabellera oscura, seductoramente desordenada y traviesa en las

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mujeres, sean niñas o casi ancianas. Mira a lo lejos y señala a uno que se aleja caminando, y cuenta cómo le curó de un mal en la pierna que le tenía cojo. Se sube a la camioneta, que no para de brincar por el camino, pero él parece sostenerse sin esfuerzo, como flotando. Pone su mirada bizca en una planta, y dice que ésa cura. Ahora los jóvenes ya no conocen las hierbas. Todos los que tienen conocimiento van muriendo. Y el conocimiento también va muriendo: “No hay. Pocos son de esa clase de hombres que tienen conocimientos”268. “Antiguamente se cura con vegetal nomás. Y con esos vegetales nosotros curamos, antiguos, buenos. El doctor no entiende también esa enfermedad. Enfermedad entiende eso, pulmonía, riñón, todo; en cambio, no entiende enfermedad de hechizo, aire, arrebato no entiende… Esas enfermedades las provoca el viento.” Se ríe cuando le pregunto por la fiesta del Umbá, por la shipa, la antigua casa sagrada de los chimanes donde se celebraban los rituales. Ríe, fingiendo que no sabe nada, y habla en idioma con el intérprete. Se pueden distinguir algunas palabras: el río Maniquí, shipa… Sigue riendo, mira y dice que él no sabe nada de todo eso269. “Antes la gente sabían curar. Llamaban a los espíritus; la shipa era como su oficina. Entonces la gente venía de noche, llamaba a los espíritus y venían ellos y ahí tomaban la chicha, había chicha linda pa tomar ellos, y bueno, eso eran como brujos, ellos sanaban, ellos curaban, hacían llamar a los espíritus y charlaban así directamente, hablar, hablar… Así es la costumbre antigua. Ya no hay shipa. Ya toda la gente que sabía, que manejaban la shipa han fallecido. Muy pocos, más que todo la nueva generación ya va cambiando. Ellos saben curar, pero no utilizan la shipa, él es curandero, ayuda bastante a los parientes. Esa gente antigua manejaba. Aquí no hay. Ya no hay shipa.”270 María Luisa Leigue Ichu nos habla del curandero de Loma Alta: “Allí lo buscan a este señor y allá lo tiene él, tres días, cuatro días, lo tiene él encerrado haciéndole sus curaciones, y luego lo regresa. Es el único que conocemos que es curandero. Él dice que es brujo, que cura, y que manda mal, o sea, embruja; o sea, él hace las dos cosas, sana y manda. Cuando él dice: ‘Bueno, te mandó fulana, ¿querés que hagamos mal? Se lo hago ahoringa’, y lo manda el mal, pero cuando no lo quiere, imagínese si a usted lo curaron, ¿para qué va a mandar el mal? Muchas veces les digo a la gente: ‘Si a ustedes les mandaron un mal, ustedes no le manden un mal; páguele con un bien, y van a vivir felices’ ”271. “A mí me mordió la víbora. Soy mordido de víbora. Yo sé qué quiere decir eso. Y dice que eso queda el veneno, ¿ya? En el cuerpo, en la carne, en la sangre de la persona, y eso te hace a vos fuerte, fuerte en todo. La persona que ha sido mordida tiene ese cierto poder. Y eso ocurrió en mí. Y yo no estudié para ser curandero, ¡nada de eso! Simplemente el conocimiento de ello, qué es lo que debería hacer. Hay otros espíritus que no los veo yo a simple

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vista, pero que pueden estar luchando contra mí a consecuencia de que yo tengo esa fortaleza, que no me la busqué yo, sino que se apoderó de mí.”272 “Mire, la verdad no me he preocupado en darle un nombre a lo que son, porque es difícil, digamos, entender exactamente. Yo les llamo mis mayores, yo les llamo mis ancianos, y yo les llamo mis consejeros. Ellos son mis maestros, eso es así… Si son chamanes, cuando ya se habla de chamanes después son los brujos, después son los hechiceros, después… un montón de cosas, ¿no?… Tuve la oportunidad de participar, hace exactamente doce años, en un consejo de ancianos donde ellos, después de una discusión, de un encuentro de autoridades comunales… Y quedaron doce ancianos, y tuve la honra y el privilegio de que ellos me inviten a participar en no sé si llamarlo un estudio, o una revisión de los saberes de ellos, por decirlo así. En una loma, se sentaron, nos pusimos a orar, ellos dicen rezar. Asentamos nuestra frente, dirigidos por ellos, asentaron su frente al piso. Para tomar el contacto del hombre-naturaleza, pero delante de Dios creador de la vida, porque así me lo enseñaron, así me lo explicaron. Y después levantamos la vista, empezamos a mirar las relaciones entre una y otra estrella. Sus ubicaciones, y en qué tiempo están y cuáles van a ser los anuncios de las épocas. Eso, ¿quiénes lo saben hoy? ¿Quiénes han ido a preguntar, quiénes han ido a averiguar si hay todavía esas personas que entienden y saben esas cosas todavía ahora? Nadie, por supuesto. Pero yo tuve la oportunidad de saber eso… ”Uno va a unas lomas artificiales donde están enterrados, donde descansan en paz la cultura, los conocimientos de aquellos sabios de aquellos tiempos, empiezan a manifestarse, empiezan a escucharse, en los días de eclipse total de luna… Porque tú llegas ahí, tú te arrodillas ahí, en honor y homenaje a ellos, a los sabios, y exactamente a partir de las doce de la noche, es una hora solamente, empiezas a escuchar todos los sonidos que tú quieres escuchar. Escuchas gente peleando si quieres ser peleador, escuchas música con la guitarra, el violín, la flauta, los instrumentos con los que tú quieres, y otro, todo lo que tú quieres, ahí empiezas a escuchar. Y lo que tú quieres ser, tú vas con un palito, o un cuchillo, y lo surcas ahí, lo señalas, qué es lo que quieres, y empiezas a pedir, que te transmitan, que te lo den, eso que tú vas a pedir. Al otro día, en ayunas, tú vas y cavas y vas a encontrar una especie de un amuleto que sólo tú tienes que conservar. ¿Acaso vienen gente de allá a aprender por aquí? No, es allá, de allá salen cantando, salen alabando, salen tocando, allá están los conocimientos…”273 “Ese tipo era brujo. Él vivía del pueblo a unos dos kilómetros por agua. Entonces el tipo este, según había embrujado harta gente, y le pidió ayuda a mi papá, le dijo: ‘Va a venir una comisión, me quieren llevar. No sé si usted puede esconderme’. ‘Claro’, le dice mi padre. Entonces la casa de mi papá era muy antigua, y había un escondite. Ahí lo metió mi padre durante cinco días, y le daba de comer. Llegó la comisión y de ahí nos metimos de noche y lo llevamos en canoa hasta su casa. Durante unas

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cinco veces. Pero ese tipo no sé si era el diablo que se lo iba a llevar, pero se convertía en chivo… Yo lo conocí. Se doblaba, y así andaba ya, con su bastón, pero seguía vivo. Él esa herencia la dejó a su hijo y a tres mujeres más. No supe ya de su muerte, porque mi papá había muerto. Entonces yo a los catorce años ya abandoné el pueblo. Pero era muy anciano él. Ése era el Chivo, el famoso Chivo que había en ese pueblo.”274 “Pero en el camino nos encontramos, la segunda vez que yo iba, nos encontramos con un grupo de mujeres que venían, y andaban tristes, llorosas. ‘¿Y qué pasó?’, dije. ‘Es que ayer, anteanoche se murió don Benito’, don Benito Mae, un hombre al que yo conocí. ‘¿Cómo, un hombre tan joven?’ ‘Así pues, lo hechizaron. Es este don Ezequiel, Ezequiel Maleca, que anda hechizando a todo el mundo.’ Entonces, ésa era otra dimensión: el tema de los hechizos, que hay alguien que hechiza, ¿no?, y hechiza, hechiza, hechiza hasta que las relaciones entre la gente se vuelven insostenibles y agarra un grupo y se va, o sea, se retira a otro lugar. A veces es como un ambiente así, un poco como de relaciones tensas de grupos, unos frente a otros; no era una situación muy idílica, se notaba que había bandos…”275 “Lo acusaron de brujería y lo lincharon de forma salvaje. Nueve personas detenidas como posibles autores de esta ejecución. En la comunidad de San Virgilio, provincia de Marbán, posiblemente el día martes en horas de la mañana, un supuesto brujo fue torturado, lo quemaron, trataron de decapitarlo y finalmente le clavaron una estaca en el pecho… ‘Parece que es un ajuste de cuentas, dijeron que era brujo y había causado daños a varios familiares de los ejecutantes, quienes fallecieron a causa de posibles brujerías’, sostuvo el coronel Camacho. Parece que los causantes de esta muerte aplicaron la ‘justicia comunitaria’, porque luego del hecho lo abandonaron.”276. “Tú hablas con alguien, nadie te va a decir si hay brujería acá…”277

Notas para un país convulso “¿Cómo se explica el conflicto imperante en los últimos siete años en Boli­v ia?”, se pregunta el sociólogo César Rojas Ríos. “Hay que mirar en dos dimensiones: estructural e histórica. En éstas hay dos demandas: la indígena, que recorre toda la historia pre y post republicana; y la cruceña, con peticiones de descentralización. Estas dos exigencias se han ido cruzando con distintos episodios a lo largo de la historia boliviana. Y luego tenemos otra historia corta de conflictividad, que tiene que ver con las promesas y fracasos del régimen neoliberal (…) Tenemos dos partidos, mas y podemos, que se colocan en los extremos de ese sistema político. Las distancias ideológicas entre ambos son grandes. Precisamos cerrar esas brechas, entre el campo y la ciudad; las clases altas, medias y bajas; indígenas y no indígenas (…) Si vamos como Europa, generando

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una gran clase media, la política se coloca hacia los centros, porque ahí están los bolsones electorales. Pero si un bolsón está en un extremo, y el otro por otro extremo, los partidos se colocan en éstos.”278 A finales de febrero de 2007 la política nacional penetró en Mojos. Las extraordinarias inundaciones que saltaron a los medios de comunicación internacionales acabaron llevando al presidente Evo Morales hasta el mismo San Ignacio. Fue una visita histórica. Evo llegó a bordo de un helicóptero cedido por las Fuerzas Aéreas Argentinas. Aterrizó a una cierta distancia del pueblo, y desde allí fue escoltado por los comerciantes. Era un contraste ver a los collas vestidos de fiesta, con su música alrededor del presidente sudoroso, auxiliado por alguien con un pañuelo. Sorprendido, exclamó que no esperaba tener tantos seguidores acá, en el Oriente. Era una escena andina en plena pampa, y eso siempre resulta extraño, aunque cada vez más habitual. También le esperaban los indígenas mojeños. Pero retrocedieron tímidamente, y no acababan de decidirse a entrar en la alcaldía. Cuando finalmente se presentaron los macheteros, el presidente ya había desaparecido puertas adentro. La alcaldesa estaba enferma. “Existe un problema entre Oriente y Occidente –afirma Moisés Shriqui, el alcalde de Trinidad–. Hay visiones completamente distintas. Y los problemas que se dan fundamentalmente, y hay que hablarlo así de claro, es que en el Occidente se han acabado las tierras. Allá lo que existe son los minifundios. Y acá ellos han visto que hay tierras en demasía, y eso es lo que está generando un mayor enfrentamiento o una mayor separación entre Oriente y Occidente, sumado, lógicamente, a que desde el gobierno se está fomentando este tipo de divisiones y de separaciones. Nuestras tierras y nuestro departamento nunca fueron mirados por nadie. Hoy que se acaban las tierras y saben que nuestras tierras valen, hoy sí se les mira, y se está centralizando la atención a toda esta región, lo que hace que haya una generación de mayor confrontación entre el Oriente y el Occidente.”279 “Que te opriman quinientos años a toda tu descendencia y después que negocies con los que te han oprimido es una gran capacidad, y esto es de los pueblos indígenas –sostiene Miguel Peña Guaji–. Los pueblos indígenas hasta aquí existen, y hoy sigue costando que se metan nuestras propuestas, nuestras demandas, que se defina el tema agrario, la tenencia de los recursos, la representatividad. Ya no me representan ellos, yo debo ir a representarme a mi pueblo. Sólo queremos que se diga en la Constitución. La preexistencia de nosotros, y esto la derecha lo niega totalmente. Nosotros nos podéis negar, pero estamos vivos.”280 En el Informe Nacional sobre Desarrollo Humano 2007 leemos lo siguiente: “Existen identidades, compromisos y tradiciones sociales y étnicas ‘preexistentes’, que no dan mucho campo para la deliberación o negociación democrática (…) La historia boliviana muestra de manera conclusiva que no existe una nación única, homogénea y avasalladora en Bolivia. Emer-

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ge, más bien, una nación plural, heterogénea y contingente en continuo proceso de construcción (…) El Estado boliviano se asemeja a un Estado ‘con huecos’ por la accidentada extensión territorial de su autoridad legal y burocrática. En los ‘huecos’ se negocia la autoridad legal estatal con organizaciones sociales, indígenas, locales y regionales”281. “En realidad –dice Víctor Eamara–, pareciera ser que los pueblos de tierras bajas no han tenido mucha inserción de lo que es la política de Evo, porque Evo nació del seno del altiplano, de los valles, y bueno, él habla de los pueblos indígenas pero habla de un sector, dos sectores que son los quechuas y aymaras. Pero en el departamento del Beni somos ocho pueblos étnicos, y de ésos no se habla nada. Entonces eso también estamos pidiendo: que el gobierno nos respete, nos respete y reconozca el país como un país multiétnico. Un país con diversos pueblos indígenas y diversas lenguas maternas. Y muy poco, muy poco nos toma en cuenta. Más allá de lo étnico, de lo cultural, él también tiene unas siglas políticas, de izquierdas, y me parece muy bien; está haciendo muchas cosas buenas, nosotros creemos de que está haciendo cosas buenas, pero también hay cosas malas, y ojalá eso también se mejore, y que eso llegue a fortalecer en su integridad a todos los bolivianos, ya hablando de un gobierno nacional. Si bien todos somos bolivianos, yo creo que los de podemos tienen intereses también políticos y económicos más que todo, de seguir manejando los recursos naturales de los territorios y entregarlo a las transnacionales como lo han hecho hace muchos años. Y eso es lo que queremos recuperar, que esos recursos nos beneficien a nosotros. Sin embargo, creo que ellos buscan seguir beneficiándose. Si en muchos años han estado ellos manejando desde el gobierno central, creo que con este gobierno han perdido ese poder, ya no está en su mano, y por eso están pidiendo autonomía también. Cuando ellos fueron gobierno jamás pidieron autonomía.”282 “Yo creo –opina el almirante Mariano Gómez Barthelemy– que Bolivia tuvo, y yo fui testigo de ello, muchas convulsiones, y caos, y anarquía, y todo lo que se pueda imaginar uno en un golpe de Estado y en una situación de conflicto y crisis, pero eran situaciones que se las tomaban como ‘normales’. Pero yo creo que ahora se ha abierto una herida que no se va a cerrar. La herida que se ha abierto ahora entre el indigenismo y los blancoides, o si se quiere, entre Occidente y Oriente, o entre mestizos e indios, no se va a cerrar, eso va a permanecer… Porque Bolivia nunca se polarizó como está polarizada ahora. Bolivia tuvo una atomización política. Eran tantos los partidos políticos en este país, pero de alguna manera llegaban a un consenso, a una solución, a un punto de confluencia. Pero ahora hay una polarización total que es racial, que nos va a llevar a consecuencias totalmente desastrosas. La historia nos ha enseñado que no hay un golpe de Estado si no hay participación de las Fuerzas Armadas y la policía. Los golpes de Estado siempre están apoyados o dirigidos por políticos y por militares. Entonces, actualmente yo creo que la situación no está para un golpe de Estado, y lo

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saben los militares, lo sabemos los militares. Yo he vivido treinta y siete años en las Fuerzas Armadas. Creo que no va a darse un golpe de Estado.”283 Monseñor Manuel Eriguren defiende la necesidad de un “cambio de sistema”: “Cada vez estoy más convencido de que la opción por los pobres, si se va a hacer en serio, tiene que ser con un cambio de sistema. Si no hay un cambio de sistema, evidentemente la opción de los pobres tendrá manifestaciones de carácter paternalista, de carácter limosnero…, pero para cambiar las estructuras, para cambiar las estructuras en América Latina, las tremendas estructuras de injusticia y de desigualdad, hay que cambiar el sistema. El neoliberalismo tiene que desaparecer. Si no desaparece el sistema neoliberal, América Latina siempre va a ser pobre, siempre va a ser dependiente, siempre va a ser explotada, siempre va a ser manipulada. Porque aquí en el Beni les hemos dado caña para pescar a los indígenas y resulta que los ganaderos les han quitado la laguna. Han alambrado las lagunas. Entonces no sirve. A esa pobre gente les hemos dado una fuente de trabajo, les hemos dado la caña para pescar, pero resulta que no es suficiente, ni mucho menos. Una vez más la Iglesia está dividida. Ahí tienes, pues, con una postura crítica a los que están haciendo los cambios. Los cambios no podemos criticarlos: los cambios tienen que darse. En este momento en que se están dando cambios profundos y de estructuras, ahí podemos criticar las estrategias que se siguen, podemos criticar las tácticas que se siguen, pero por lo menos apoyemos los cambios profundos, apoyemos los cambios de estructuras”284. “Yo soy general de las Fuerzas Armadas del Ejército. Yo llegué a ser jefe del Estado Mayor del Ejército Boliviano, del Comando en Jefe de las Fuerzas Armadas. Me retiré también por asuntos políticos, pues el gobierno de ese entonces se inmiscuía mucho en asuntos internos de las Fuerzas Armadas. Y la prueba está en que ellos tuvieron que irse del gobierno botados por el pueblo, por los abusos que cometía ese gobierno con el mnr. Y yo, desde que entré al colegio militar a los quince años, fui un nacionalista convencido, e inclusive tuve la oportunidad y el privilegio de defender al país cuando vino el Che Guevara con los criminales de Cuba, de Chile, del Perú, a hacer una fuerza invasora acá en nuestro país para cambiar un gobierno democrático que existía en el 67. Estaba de presidente constitucional el general René Barrientos Ortuño, y ellos vinieron a querer derrocarlo para implantar el comunismo en ese entonces. Yo estaba destinado acá de subteniente en Trinidad, me movilizaron, a mí y a mi tropa de acá porque éramos cambas, oriundos del terreno. Allá, en una zona boscosa, y nos movilizaron y fue la unidad que llevó el refuerzo principal para combatir al Che Guevara y sus maleantes, sus criminales, que estuvieron matando gente acá. ”Nos dieron nuestra mochila, nos dieron nuestros víveres, cada uno llevaba sus víveres, su comunicación y su frazadita pequeña, y entramos al monte en las mismas condiciones que ellos y estuvimos casi seis meses tras

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de ellos, pisándoles los talones y desorganizándolos. Un mes antes, casi veinte días antes de que lo capturaron, nos relevaron a nosotros y entró otra fuerza, entró otra fuerza del Oriente también, de acá de San Joaquín. Y bueno, como es política todo, la compañía esa que nos relevó estuvo persiguiendo a la columna del Che y, cuando denunciaron que estaba en esa área, paralizaron a esa tropa y entraron dos compañías de Rangers que habían sido entrenados por norteamericanos en Santa Cruz. Y paralizaron la nuestra para que vengan, a dar solamente la estocada final. Y ésa es la historia que nadie ha escrito, pero usted puede ser el primero, ¿no? Para justificar la intervención. Ellos hicieron la emboscada y ellos lo terminaron. Cosa que nosotros durante seis meses estuvimos desgastándolos. ”–Y… ¿entraron en combate? ”–Claro, hemos tenido, y han muerto muchachos de acá. Y les quitamos toda la comunicación, les quitamos toda su munición. En el Diario del Che Guevara inclusive dijeron, en el mes de julio, más o menos, 30 de julio que fue el último combate que tuvimos, él en su diario y usted tiene acceso, lea y dice que desorganizaron y empezaron inclusive a llorar, los cubanos lloraban, porque empezaron a comer malo, empezaron a comer hojas, y estaban muriendo deshidratados. Todo eso dice su Diario. Después de nuestros combates, ahí le quitamos su mochila con la comida que llevaban, con la plata que llevaban, todo lo que llevaban se lo quitó. La radio que tenían de comunicación se la quitó. Ellos salvaron porque los perseguimos detrás del monte y fueron huyendo y botando, botando sus mochilas pa correr más rápido. Al comienzo cuando uno entra, los primeros días, uno movía un árbol o un pájaro volaba y uno voleaba. Después ya más tranquilo, se va tranquilizando ya, se va acostumbrando, pero siempre dice: éste es mi último rato, éste es mi último momento. ”Entonces yo tuve esa oportunidad y ese privilegio de defender a mi país por la democracia y por la libertad y contra el comunismo285. Ahora, el gobierno actual es un gobierno que ha utilizado a los indígenas para su votación y que ahora, por medio del racismo, quiere implantar el comunismo, el socialismo que le llaman, en nuestro país. Porque está dando pasos, de a poco, pero con la meta de volverlo comunista a nuestro país. Él es un presidente que mucho obedece las consignas de Chávez, y de Fidel Castro, y nosotros, la suerte de nuestro país es que hubo un movimiento antes de este gobierno, que rebotó, se hizo huelgas, se hizo paros, se hizo cabildos, para las autonomías, para votar en las autonomías. Se hizo una ley especial, se votó por la autonomía, y cuatro departamentos votamos por ser autónomos, que son los cuatro departamentos que ahora están salvando al país. Y de los cuatro departamentos, el más convencido y el más comprometido con la democracia, con las libertades y con las autonomías es el Beni. A pesar de que no tenemos, digamos, el peso político o económico que tiene Santa Cruz, o Tarija, nosotros somos la punta de lanza de las autonomías y de la defensa de la democracia y de las libertades

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acá en nuestro país. Por eso es que yo no estoy de acuerdo con muchas medidas que saca el gobierno referente a suprimir la libertad de expresión: la prensa cada vez la está acosando más, está acosando a la Iglesia; yo no soy católico, pero respeto las ideologías, las religiones…” “Pero nosotros hemos nacido acá, nos hemos criado, nos hemos educado, trabajamos acá, y aunque nos educamos aquí, nos formamos acá, lamentablemente –critica el intelectual beniano Arnaldo Lijerón– la educación en este país tan diverso no ha sido un reflejo de esa diversidad, la de un pasado. Entonces durante todo el tiempo que llamamos de república lo único que se nos ha enseñado a nosotros, de acá, de la región amazónica, ha sido el perfil andino, la cultura andina, o quechua, o aymara, o los presidentes que han ocupado el palacio de gobierno allá en una región andina también. Entonces eso nos ha mostrado a nosotros mismos que lo único ‘valioso’, así entre comillas, ha sido la cultura andina, lo altiplánico, todo lo que huela a imperio incaico o tihuanaco, o todas esas cosas. Entonces la educación que recibimos nosotros en la escuela y en el colegio y en los medios de comunicación y en todo, en los libros y en la literatura, ha sido totalmente andinocéntrica. ¿Cómo puede entonces uno, en esas condiciones, interesarse por lo suyo?”286 Para Ana María Ruiz, Bolivia es un país que “está tremendamente polarizado. No solamente en partidos. Está polarizado entre los pobladores urbanos y los pobladores rurales, está polarizado entre Occidente y Oriente, y está polarizado entre los que son indígenas y los que no son indígenas. Ahora el país es diferente y no va a ser más nunca el país que era. Eso cuesta asumir, pero eso es lo que tenemos, eso es lo que somos, y sobre eso y con esta base tenemos que intentar construir una nueva nación. Ése es el desafío, y yo creo que lo vamos a conseguir”287. “El Estado boliviano, después del 52, reconoció a todos los bolivianos como ciudadanos con plenos derechos –escribe Sonia Brito Sandoval–, sin embargo los pueblos indígenas de Tierras Bajas eran catalogados como ‘grupos selvícolas y tribales’ sometidos a un régimen jurídico especial al considerarlos y tratarlos como seres que no habían llegado a la mayoría de edad. Sólo después de la Marcha Indígena por el Territorio y la Dignidad de 1990, se da una importante apertura a la mentalidad estatal, al reconocer el carácter multiétnico y pluricultural del país debido a la existencia de pueblos indígenas, ignorados por las políticas públicas hasta ese momento. Entonces se incorpora este ‘reconocimiento’ en la Constitución Política del Estado Boliviano. ”En regiones del Oriente como la beniana, donde los grupos empresariales mantienen actitudes discriminatorias y de desprecio al indígena, estos pueblos son reconocidos por la sociedad beniana como un elemento folclórico y de colorido que sirven para resaltar sus fiestas patronales o tradicionales; incluso se ‘ve bien’ que para la realización de eventos nacionales o internacionales, los indígenas de esta región sean trasladados a hoteles y salones de lujo para que puedan resaltar con sus danzas típicas y

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su ropaje tradicional los discursos a favor de los indígenas, que son preparados por los gobernantes para el ámbito internacional.”288 “Siempre ha habido la diferenciación entre los indígenas y los carayanas –admite el prefecto del Beni–, pero hemos sabido sobrevivir aquí, en el departamento. Porque fundamentalmente esto se presenta en peleas de tierras, que es lo que ha generado alguna vez algún tipo de conflicto. Y siempre ha habido, y hay que reconocerlo, ha habido una discriminación hacia el sector indígena de parte de todos los gobiernos de turno y de todas las autoridades. Ésa ha sido una de las fallas.”289 “Normalmente –dice Miguel Peña Guaji–, la derecha se cree víctima: que nosotros queremos un Estado plurinacional, que dividimos el país, que queremos la tenencia de los recursos; nosotros como egoístas queremos la autonomía indígena, nos consideran como divisionistas. Pero, ¿qué hay en la tenencia de recursos? Largamente los pueblos indígenas han aportado, no para el pueblo indígena. En la Guerra del Chaco murieron casi un poco más de cincuenta mil, especialmente indígenas, por defender los recursos, y ni siquiera para el movimiento indígena, para todos los bolivianos. Y la guerra del gas, por ejemplo, nuevamente el movimiento indígena a nivel de Bolivia lo defiende, ni siquiera para nosotros solos. El idh llega primero a las prefecturas, a los municipios, y aún no ha llegado a nosotros. En los miembros de la Asamblea Constituyente hay mucha gente que estuvo más de veinte años en el Parlamento, hay muchos ex prefectos de la derecha. Y hoy están en la Constituyente. Y se hacen las víctimas de que nosotros queremos acabar con la religión, queremos hacer un estado comunista, profesamos la doctrina de Fidel Castro, de Chávez… Creo que son temas que han salido por la falta de capacidad que tienen para admitir que se debe cambiar el Estado.”290 “En este país los derechos no son iguales para unos que para otros –denuncia Ana María Ruiz–. Si usted va a una cárcel, va a encontrar a mucha gente pobre y gente indígena en ella, y si va a otros espacios también va a encontrar que hay mucha desigualdad en los derechos. La mujer ha sido relegada a roles casi netamente de casa, de ama de casa, y de alguna manera no es que se la haya frenado, pero se le ha imposibilitado ocupar otros espacios de decisión.”291 “Claro… ¿y ellos cómo nos ven a nosotros con nuestros territorios también? –reflexiona Víctor Eamara–. Ellos nos ven que vamos a ser un poder económico, un poder social y un poder político también. Ellos nos ven así, porque estamos empezando a hacer gestiones territoriales, que nos van a generar recursos, y esos recursos nos van a generar también un poder social. Entonces ya tenemos tres pilares fundamentales; estamos empezando a crear nuestros propios partidos políticos, tenemos ya nuestra personalidad jurídica como agrupación ciudadana, y en estas elecciones vamos a empezar para las municipales, para las prefecturales. Tenemos nuestros propios periódicos, La Loma Santa, un semanario donde ahí po-

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nemos lo que hemos hecho en bien de nuestros pueblos, cosa que otros periodistas no nos sacan; por ejemplo aquí [muestra un diario de Trinidad] no va a ver usted nada de los indígenas; El Deber, La Palabra, muy pocos. Si yo hablo en contra de los gobiernos, ahí no sale nada; si hablo en contra del prefecto, ahí no sale nada. Y estamos distribuyendo en todo el departamento. Entonces estamos creciendo, estamos creciendo. Hemos avanzado mucho, con mucha lucha, con mucho sacrificio, creo que vamos a lograr nuestros objetivos nosotros. Este gobierno no fue muy amigo de los territorios de los pueblos indígenas. Evo Morales era uno de los opositores cuando nosotros estábamos planteando en el Parlamento y defendiendo nuestras propuestas, que se insertan en la Constitución política del Estado, él era enemigo siempre de nuestros territorios.”292 “El año 87 comenzaron los pueblos indígenas a llegar hasta San Ignacio –explica Ana María Ruiz–, porque fue una época donde se comenzó también a explotar la madera dentro del tim. Y en ese tiempo no se llamaba tim, en ese tiempo decíamos el Bosque de Chimanes; era una reserva de mara muy grande. La ley forestal de aquella época se la había hecho en los gabinetes, en los escritorios de los diputados o de los políticos en La Paz, y no habían tomado en cuenta que existían pueblos indígenas. Entonces habían legislado para la madera, para nada más que para los recursos naturales, no para la gente. Y cuando los madereros comenzaron a llegar al Bosque de Chimanes, las comunidades comenzaron a salir hasta el pueblo con mucha timidez, a querer hablar con la gente de aquí, con el alcalde, o con la alcaldesa de ese momento, para explicarle que el bosque rugía, que el bosque lloraba, que había mucho ruido en el bosque.”293 La Constituyente en Trinidad. Los miembros de la Asamblea recogen las voces del pueblo, en la Facultad de Derecho de la Universidad Autónoma del Beni. De las aulas emergen los discursos de las comisiones. Las propuestas de las organizaciones sociales entre vasos de chicha y masaco: “No hay que crear áreas protegidas. No es necesario que venga una transnacional, una fundación. Hace muchos años que cuidamos los recursos. ¿Quién tiene más derechos, nosotros que vivimos aquí o los que tienen dinero? Ahí debemos aplicar la justicia comunitaria. Siempre hemos tenido nuestra propia justicia comunitaria. ¿Y para qué nos sirve? Para sancionarnos a nosotros mismos. A esos hermanos traidores que venden a sus comunidades y a sus compañeros. Para hacer respetar nuestros derechos frente a esos vendidos, a esos traidores…”. Son frases cazadas al vuelo. Unos niños piden que las lenguas indígenas sean oficiales y se enseñen. Otro habla de los chimanes de ojos zarcos, y de los curas que han venido a domesticarlos supuestamente. Y otro del papel asistencial de las empresas, que compran banquitos para las escuelas y pasta de dientes para los niños. “Desde dentro la Constituyente es una síntesis de Bolivia. Bolivia está presente… O sea, es como llegar, abrir las puertas del Teatro Mariscal, es

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como abrir las puertas del país. Usted ahí va a ver todos los colores, todas las culturas, todas las expresiones… Es el país. Gente que no sabe leer, gente que es profesional, gente que tiene dinero, gente que no tiene nada, gente que representa a un pueblo indígena, gente que representa al área urbana de Bolivia. A la Constituyente se la vive como un proceso de interrelación entre los bolivianos. Al comienzo cada uno venía con sus prejuicios y casi ni nos hablábamos. Comenzamos a mirarnos, a sonreírnos; nos peleamos mucho al inicio, pero le puedo decir que ahora se han entretejido relaciones muy profundas, es como decir que tengo muy buenas amigas y amigos con quienes los primeros días ni siquiera nos saludábamos.”294 “¿Y por qué la población quiere estas autonomías departamentales?”, se pregunta Ernesto Suárez Sattori. La razón, dice, es la necesidad de combatir un centralismo que ha condenado al departamento del Beni al olvido: “Segundo departamento más grande, el segundo departamento más pobre. ¿Cuándo viene la vinculación caminera? El 2013. Tenemos recursos, queremos invertir y no nos permite el centralismo. Porque no está dentro de las priorizaciones del Estado o del gobierno nacional, sea cual fuese el gobierno nacional, el departamento del Beni. O sea, que tenemos que estar postergados hasta que al centralismo le venga en gusto o en gana que el departamento se desarrolle. Y esto se debe a que en todos los gobiernos de turno hemos estado permanentemente olvidados. Yo creo que ésa es la respuesta fundamentalmente que ha dado la gente al centralismo. A ese trato que hemos recibido los benianos, a esa ubicación que nos pone en el segundo lugar más pobre, en el segundo departamento más pobre del país, siendo el segundo departamento más grande con inmensas potencialidades. Usted que ha estado acá sabe las potencialidades que tiene este departamento. Y sin embargo somos el segundo departamento más pobre. Estamos como la reserva, si se quiere, del país, y no queremos seguir siendo reserva. Queremos empezar a producir.”295 “¿Y cómo nosotros pedimos esto de las autonomías?”, reflexiona por su parte Víctor Eamara. “Nosotros como pueblos indígenas hemos sido también los que hemos pedido autonomía. Siempre pedimos autonomía porque siempre fuimos autónomos nosotros en nuestros territorios. ¿Por qué? Porque tenemos una lengua propia, tenemos un espacio territorial donde habitamos y nuestras propias autoridades ancestrales. Y eso no lo respetaron nunca. Entonces, siempre nos impusieron políticamente sus autoridades y ahí nos hacían también pelear. Eso es un poco lo que ellos quieren seguir manejando. Si perdieron el poder del central, ellos quieren venir a manejar los poderes departamentales. Y creo que la visión de las autonomías tiene que ser desde los pueblos indígenas, desde la visión de los pueblos indígenas, que nos reconozcan y que nos den lo que económica y políticamente nos corresponde, que administremos nuestros recursos económicos para el desarrollo de nuestros pueblos, de las comunidades.”296

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“Siempre hemos pregonado la autonomía indígena –dice Pedro Nuni–, y ahora, quienes abanderan las autonomías (…) están pregonando las autonomías departamentales, que no es la propuesta histórica de los pueblos indígenas. Por lo mismo, quiero enfatizar en nuestra propuesta de autonomía indígena de tierras bajas. En el nivel político, por ejemplo, sustentamos pidiendo reconocimiento por parte del Estado boliviano como naciones indígenas, con el derecho a la autodeterminación, es decir, autonomías indígenas con el derecho de autodeterminarnos a nosotros mismos.”297 “Nosotros somos… ‘no tenemos amo’ –sentencia Marcial Fabricano–; eso es autonomía en mi idioma: no tengo amo, me valgo por mí, pero en una estructura respetuosa, reconociendo que tenemos normas, ahora en este caso en el departamento del Beni; por eso es la propuesta autonómica en el Beni.”298

Esperando el pontón, durante el viaje de San Ignacio a Trinidad En el viaje a Trinidad hay mucho tiempo para conversar. La llenura de este año ha hecho impracticable la carretera, y los pontones parten desde las afueras de San Ignacio, siguiendo la antigua ruta por el Sénero hasta el Tijamuchí y luego al Mamoré. Mientras esperamos que salga el pontón, se cuentan historias de entierros en las lomas. De cómo se buscan de noche, y dicen que hay libras esterlinas de oro, cerca de Santa Rita. Se atribuyen las fortunas de algunos ricos al descubrimiento de esos entierros. No hace mucho que vieron preparar un cajón de madera que seguramente era para guardar esas monedas. También historias del carretón. Se escucha a veces por la noche, tirado por los bueyes, cómo se va acercando, pero nunca acaba de llegar. Y los gritos del carretero, que es el mismísimo carretón de la otra vida, y al que sólo ve aquel a quien le ha llegado su hora. Toda la noche viajando por el Sénero y las pampas, siguiendo los meandros del arroyo, sin faltar ninguno. Las estrellas reflejándose en el agua, repitiendo tan fielmente las del cielo que no se sabe a ciencia cierta de dónde son unas y de dónde las otras. Perdidos entre curichis, antes del amanecer, tenemos que soportar, varados, el ataque de los mosquitos, que con el paso de los días van dibujando constelaciones en la piel. Por la mañana llega un sur. Llueve y hace frío entre el Tijamuchí y el Mamoré. Hay cadáveres de reses amontonados por el camino, otras que mueren ante nosotros, y gente que duerme, ajena al hedor, en carpas sobre la carretera destrozada por el agua. Las últimas horas hasta el Mamoré son desoladoras. Atravesamos el río bajo una intensa lluvia, un espectáculo de burbujas en la superficie turbia del agua. Chorreando y temblando de frío llegamos al Varador.

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Hermosa Virreira W. Tribus selvícolas, misiones jesuíticas y franciscanas en Bolivia. La Paz: Enciclopedia Boliviana, Editorial Los Amigos del Libro, 1986, p. 148. Cf. Pareja A. Historia de Mojos y Chiquitos a fines del s. xviii. La Paz: Instituto Boliviano de Cultura, 1976, p. 46. Cf. René Moreno G. Catálogo del Archivo de Mojos y Chiquitos (1888). Segunda edición propiciada por la Universidad Boliviana Gabriel René Moreno, con un estudio preliminar y notas adicionales de Hernando Sanabria Fernández. La Paz: Librería Editorial Juventud, 1973, “Introducción”, p. 44. René Moreno, op. cit., p. 41. René Moreno, ibídem. Hermosa Virreira, op. cit., p. 169. Hermosa Virreira, op. cit., p. 179. Pareja, op. cit., p. 46. René Moreno, op. cit., p. 48. Pareja, op. cit., pp. 46-47. René Moreno, op. cit., p. 328, nota 19. René Moreno, op. cit., p. ix. Roca JL. Economía y sociedad en el Oriente Boliviano (siglos xvi-xx). Santa Cruz: Cotas de Telecomunicaciones-Editorial Oriente, 2001, p. 38. Pareja cuestiona el mestizaje en Mojos durante los siglos xvii, xviii y buena parte del xix (op. cit., pp. 71-74 y 108). René Moreno, op. cit., pp. 326 y 327. René Moreno, op. cit., p. 330. René Moreno, op. cit., pp. 123 y 369. René Moreno, op. cit., p. 114. René Moreno, op. cit., p. 326. Nordenskiöld E. Exploraciones y aventuras en Sudamérica. La Paz: APCOB, 2001. Viedma F de. Descripción geográfica y estadística de la provincia de Santa Cruz de la Sierra (informe), Buenos Aires: Imprenta del Estado, 1836, p. 140. D’Orbigny A. Descripción geográfica, histórica y estadística de Bolivia (Departamento del Beni-provincia Caupolicán y Moxos) (París, 1845). Edición del Gobierno Municipal de Santa Cruz de la Sierra en homenaje al sesquicentenario de la fundación del departamento del Beni. Santa Cruz, 1992, pp. 162-163. René Moreno, op. cit., p. 62. Block D. La cultura reduccional de los Llanos de Mojos. Sucre: Historia Boliviana, 1997, p. 36. Palau M y Sáiz B, eds. Moxos. Descripciones exactas e historia fiel de los indios, animales y plantas de la provincia de Moxos en el virreinato del Perú por Lázaro de Ribera. 1786-1794. Madrid: El Viso, 1989, p. 52. Palau y Sáiz eds., ibídem. Palau y Sáiz eds., op. cit., p. 53. Denuncia de Ribera ante las autoridades de La Plata en el año 1789, en Carvalho, Muiba, el héroe, 1977 (apud Lijerón A, Mojos-Beni. Introducción a la historia amazónica, Trinidad: RB, 1998, p. 58). “Informe de Lázaro de Ribera”, 20 de octubre de 1787, en René Moreno, op. cit., p. 113. René Moreno, op. cit., pp. 59-60. René Moreno, ibídem. René Moreno, op. cit., pp. 68-69. AGI, Charcas, legajo 446 (reproducido en Pareja, op. cit., p. 110 y ss.). AGI, Charcas, legajo 446, apud Pareja, op. cit., p. 186. AGI, Charcas, legajo 446, apud Pareja, op. cit., p. 112. AGI, Charcas, legajo 446, apud Pareja, ibídem.

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36 “Varias fueron las tentativas de los gobernadores para fundar un pueblo de españoles en Mojos. Éstos exigieron terrenos altos y firmes, esto es no inundables, donde establecer plantales y estancias permanentes, transmisibles por sucesión hereditaria o por contratos”. San José, a treinta leguas de San Ignacio, fue uno de los lugares en que pusieron su interés, pero Lázaro de Ribera prefería “en el caso de hacer población de españoles (cruceños) (…) situarla a la vista del gobernador, esto es, a dos o tres leguas de su residencia, para contener con su presencia a los pobladores, haciéndoles vivir en orden y policía” (René Moreno, op. cit., pp. 353-354). 37 Block, op. cit., p. 247. 38 Cf. Block, ibídem. 39 Block, op. cit., p. 196. 40 Block, op. cit., p. 209. 41 Palau y Sáiz eds., op. cit., pp. 209 y 221. 42 En una entrevista realizada en La Paz, Enric Jordà explicaba que en los años ochenta la policía le pedía que los acompañase para hacerlos regresar: “Y dije: ‘No, si voy lo haré solo, con los catequistas y nadie más’. ‘No, usted, ¡son flecheros!’ ‘Si son flecheros me matarán por ser cura, no por ir con la policía’ ”. 43 Pareja, op. cit., p. 103. 44 Tormo L. “Historia demográfica de las Misiones de Mojos (continuación)”. Missionalia Hispanica, Madrid, xxxv-xxxvi (1978-1979), p. 305. 45 En 1793 se incorporan a San Ignacio los naturales del extinguido pueblo de San Borja, que inicialmente estaban destinados a Santa Ana, Reyes, Exaltación y San Pedro, pero que a causa del “disgusto con que se ven unidos a estas reducciones, que o son castas enemigas desde la época de la barbarie, o que carecen de medios y recursos mientras que la fertilidad de San Ignacio se los brinda, con más el ser estos naturales parientes suyos” (René Moreno, op. cit., p. 139). Cabe destacar que el paso de los años y las reducciones no consiguieron difuminar las antiguas rivalidades tribales que volverán a aparecer más adelante, por ejemplo con Maraza y los canichanas. 46 “Como en esta provincia no hay españoles, mulatos, mestizos ni más gente de servicio que los mismos indios…” (“Reglamento para la dirección de los administradores”, en Pareja, op. cit., p. 131). 47 Op. cit., p. 208. También en Eder: “Con este fin se establecieron los cargos que existen en toda ciudad bien organizada. Cada año, el día de la Circuncisión del Señor (1 de enero), el misionero nombraba quiénes debían desempeñarlos. Quien el año anterior había cumplido con diligencia su cargo, era ascendido; en caso contrario volvía a la masa, lo que les lastimaba tanto, que a veces no era prudente hacerlo…” (Breve descripción de las reducciones de Mojos, Cochabamba: Historia Boliviana, 1985, p. 362, traducción y edición de Josep M. Barnadas). Y en Block: “La sociedad de la cultura reduccional descansaba sobre las redes de familias extendidas que se derivaban de las tradiciones autóctona y europea. La estructura familia/pueblo (…) ofrecía un mecanismo para intercambiar esposas, negociar el poder político y mantener los distintos grupos lingüísticos que habitaban en las reducciones. Esta estructura de familias extendidas se fue deteriorando durante el periodo republicano (…) D’Orbigny utiliza la expresión ‘clases hereditarias’ para identificar en 1832 a la Familia y al Pueblo, dejando la impresión de que estas clasificaciones sociales eran inmutables” (op. cit., p. 233). 48 Se conservan, dispersos por los archivos, numerosos padrones de los pueblos de Mojos que hacen referencia a las antiguas parcialidades. En este de San Ignacio del año 1807 se distingue claramente todavía entre la población perteneciente a las familias (músicos, carpinteros, tejedores, zapateros, canasteros, herreros, cocineros, enfermeros, pintores y vaqueros) y los adscritos al pueblo, que no se distinguen por su oficio, sino por su origen tribal (carisiriono, punubono, comobocono, múres, movima, casaberano, erisebocono). A su vez, todos se subdividen en hombres y mujeres, según su edad y estado civil. La misma fría precisión en clasificar personas que a la hora de contar animales y producciones. 49 Ribera, “Relación de Gobierno”, reproducida en Palau y Sáiz, op. cit., p. 209. 50 Firmado el 24 de septiembre de 1792. Ribera, “Relación de Gobierno”, op. cit., p. 221. 51 Entrevista a Antonio Soto Guatara. 52 Entrevista a Antonio Soto Guatara.

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53 Entrevista a Pablo Espíndola Notu. Quiero agradecer a mi amiga Selvia Salvatierra su guía por San Pedro y su entusiasmo por ayudarme a descubrir el pueblo en el día de su fiesta. 54 D’Orbigny A. Viaje a la América Meridional: Brasil-República del Uruguay-República ArgentinaLa Patagonia-República de Chile-República de Bolivia-República del Perú. realizado de 1826 a 1833. Tomo IV. La Paz: Instituto Francés de Estudios Andinos, Plural Editores, 2002, p. 1.476. 55 D’Orbigny, Viaje a la América Meridional, op. cit., pp. 1.479-1.480. 56 Entrevista a Pablo Espíndola Notu. 57 Entrevista a Pablo Espíndola Notu. 58 Pinto R. Narasaquije. 20 lecciones de historia del Beni. Trinidad: Editorial Concepción, 2000, p. 35. 59 Barthelemy Vidal C. “Aporte de Moxos a la independencia. 28 de octubre de 1810. Insurrección de José Bopi. Loreto. Primer pueblo Mojeño en darse gobierno propio”. Voz de Marbán. Voz y pensamiento de las damas loretanas residentes en Trinidad. Año 1, nº 1. Loreto, 28 de junio de 2006. 60 Roca JL. Mojos en los albores de la independencia boliviana (1810-1811). La Paz: Don Bosco, noviembre de 1991, p. 51. 61 Entrevista a Leonor Zabala Churuca. 62 Dice Elva Espíndola Notu, artesana de San Pedro: “Nosotras pues, aquí, lo único que hacíamos de artesanía era la chala de maíz, la trabajábamos… Pero hubo un proyecto de Tijaraipa… Entonces ese programa o ese proyecto es el que nos ha capacitado a hacer otras cosas: hacemos canastos, hacemos joyeros de cogollo de chuchío, hasta en trajes lo ocupamos ahora. Y también las jicharamas, la que sale del tallo del plátano, también aprendimos a sacarlo… Entonces ahí que nosotros estamos haciendo como usted está mirando nuestro trabajo. Esto es un tronco, esto es, adentro tiene conchas, le cubre la plumita para dar la forma ya del ave, y es así donde nosotros estamos trabajando, haciendo nuestra artesanía para exponer en nuestros pueblos” (entrevista). 63 Antonio Soto Guatara. 64 Eder, op. cit., p. 102. 65 Lehm Z. Milenarismo y movimientos sociales en la Amazonia boliviana. La búsqueda de la Loma Santa y la marcha indígena por el territorio. Santa Cruz: Centro de Investigación y Documentación para el Desarrollo del Beni, Apoyo para el Campesino Indígena del Oriente Boliviano, oxfam América, 1999; prólogo de J. Riester, p. 10. 66 Cardús P, apud Tormo, op. cit., pp. 288-289. 67 Informe del Prefecto con fecha 17-9-1887, apud René Moreno, op. cit., p. 311. 68 “jhs. Misión de los Padres Astrain, Manzanedo y Arteche por el Padre Gumersindo Gómez de Arteche”. Trinidad: ciddebeni, publicación nº 13, abril de 1989, p. 6; transcripción y notas de Jorge Cortez Rodríguez. 69 “jhs. Misión de los Padres…”, op. cit., p. 6. 70 “jhs. Misión de los Padres…”, op. cit., p. 13. 71 “jhs. Misión de los Padres…”, op. cit., p. 15. 72 “jhs. Misión de los Padres…”, op. cit., pp. 21-22. 73 Nordenskiöld E. Indios y blancos en el nordeste de Bolivia (1922). La Paz: apcob, Plural, 2003, pp. 76-77. 74 Riester J. En busca de la Loma Santa. La Paz: Los Amigos de los Libros, 1976, p. 317. 75 Van den Berg H, osa. Documentación. Testimonios y tradición oral. Cochabamba: Biblioteca Etnológica, Universidad Católica Boliviana, 1981. 76 Cf. Lehm, op. cit., p. 44 y ss. 77 Entrevista a Luis Rivero Parada. 78 Entrevista a Jorge Suárez. 79 Entrevista a Enric Jordà, S.I. 80 Etnias de Bolivia. Territorio de los Chimanes. “La Loma I”. 81 Entrevista a Zulema Lehm. 82 Entrevista a Zulema Lehm. 83 Van den Berg, op. cit. 84 Entrevista a Raquel Maldonado y Toño Puerta. 85 Entrevista a Carmelo Yuco (cortesía de Carlos Mújica). 86 Entrevista a Diego Cruz, propietario de la loma Cachipere, Trinidad. 87 El Jichi es el guardián de las lagunas, un espíritu que a menudo se identifica con la sicurí. En

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las lagunas habitan esas sicurís enormes, algunas de dos cabezas, otras gigantes. Abundan las leyendas, los testimonios de personas que aseguran haberlas visto, o sus huellas, o sus ojos en la noche. Trinidad fue la segunda misión de Mojos, fundada en 1686 por Cipriano Barace, y trasladada en 1769 a causa de las inundaciones. Desde 1822 se convirtió en la capital administrativa de facto, debido a la rebelión indígena en San Pedro. Entrevista a Moisés Shriqui Vejarano. “El Ilmo. Vicario Apostólico, P. Fr. Ramón Calvo, apenas tomó posesión de su extensa diócesis (1920) (…) vio que la iglesia de la capital del Departamento hallábase a punto de derrumbarse; escribió al Supremo Gobierno haciéndole presente la urgente necesidad de una nueva iglesia (…) La nueva iglesia, casi terminada en estos días que escribo estas líneas, será sin duda alguna una de las más artísticas del Noroeste y Este de Bolivia cuando esté concluida. El material empleado en las paredes y columnas es ladrillo y cemento; los vidrios de colores para las ventanas y las imágenes para los altares han sido traídos de las mejores fábricas de España; el altar mayor y los colaterales son artísticos, obedeciendo en todo al estilo romano; las dos torres en construcción son asimismo de gusto artístico, de tal modo que una vez terminadas, hermosearán la plaza principal de Trinidad” (Mendizábal S Fr. ofm, Vicariato apostólico del Beni. Descripción de su territorio y sus Misiones, Recoleta de la Paz, Imprenta Renacimiento, 1932, pp. 257-258). D’Orbigny, Descripción geográfica, histórica y estadística de Bolivia, op. cit., pp. 172-173. “Los naturales [de Trinidad] han estado emparentando no poco con los collas y cruceños desde unos treinta años atrás. Va disminuyendo la sangre moja pura en las venas de los allí nacidos. La camigeta y el tipoy (…) caminan a desaparecer en Trinidad” (“Expediente sobre el incendio de Trinidad en 1807”, apud René Moreno, op. cit., p. 165 y p. 393). Entrevista a Moisés Shriqui Vejarano. Entrevista a José Luis Maese. Entrevista a José Luis Maese. René Moreno, op. cit., p. 60. De Ott R. Danzas folklóricas y días especiales de los ignacianos. Riberalta, Bolivia: Instituto Lingüístico de Verano y Ministerio de Educación y Cultura. Dirección Nacional de Antropología, diciembre de 1971, pp. 38-39. D’Orbigny, Viaje a la América Meridional, op. cit., p. 1.842. Seguramente él ya no lo recuerda, pero hace casi veinte años, siendo adolescente o niño, Robin Cuellar escribió lo siguiente en un papel que ahora se conserva en la biblioteca de la parroquia de San Ignacio: “Y ahora vamos con los penitentes. Los penitentes, cuando empieza el día de cuaresma ellos ayunan; quiere decir que ellos en los días viernes no comen nada todo ese día viernes. Y cuando el jueves santo, los penitentes en la noche a las nueve están en la sacristía, vienen los judíos, lo agarran al penitente y después le ponen una soga en el pescuezo y lo amarran en una lanza de los judíos. Y después el simbao, que es de una jicharama que se llama algodoncillo, y en la punta del simbao, que tiene unos dos como la puntita de un cuchillito, y con eso le dan marca en la espalda del penitente y le bajan el hábito blanco hasta la cintura y queda la espalda al raso y el penitente su espalda echa sangre. Y cuando sale la procesión y ellos salen con la cruz en el hombro” (“Historia de Moxos”, documento del Archivo Parroquial. Datos preparados por Juan Tumo y Robin Cuellar Tumo, San Ignacio de Moxos, 1989. Después de tantos años me ha mostrado todo eso. Mi agradecimiento a él y a Lucio Matareco por permitirme estar ahí). También los hay que disfrutan con el espectáculo: “[Es de grande edificación y consuelo verlos] salir de penitencia en la procesión que se hace el Viernes Santo, azotándose hombres y mujeres en gran número, muchos empalados, otros con cruces a los hombros, los indiecitos con sogas a la garganta y corona de espinas en la cabeza, que de verlos se enternece el corazón de los Padres, que de sus inmensas fatigas tienen esto por fruto, premio y alivio” (testimonio del padre Aller, en Barnadas JM y Plaza M eds., Mojos. Seis relaciones jesuíticas. geografía, etnografía, evangelización, 1670-1763, Cochabamba: Historia Boliviana, 2005, p. 63). “El porqué de los penitentes: Hay una tradición de la iglesia romana que dice que cuando la sangre de Jesús cayó al suelo, granos nacieron allá mismo para dar comida a la gente. Los penitentes piensan que su sangre derramada va a ‘lavar’ la tierra y asegurar la cosecha para

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el año venidero. Se dice que unos treinta años atrás un sacerdote prohibió esta parte del misterio porque lo consideró muy cruel. Aquel año, se dice, un poco antes de madurar el arroz, vino una plaga de langosta que comió todo, hasta la paja de la pampa y el monte (…) el próximo año se presentaron 12 penitentes” (De Ott, op. cit., p. 45). De Ott, op. cit., p. 39. Entrevista con don Marcial Jare Apace, maestro de capilla del coro musical de San Ignacio de Moxos. Entrevista a Marcial Jare. Nawrot P, svd. Archivo musical de Moxos. Antología, vol. I: Evangelización y Música en las Reducciones de Moxos. Monumenta Musica in Moxorum Reductionibus Boliviae. Cochabamba: Verbo Divino. Fondo Editorial apac, kipus, 2004, p. 44. “Como aconteció con las otras misiones, las nuevas melodías se conocieron con las primeras incursiones de los misioneros al territorio de Moxos, pues las utilizaban como el más valioso instrumento de evangelización. Los simples cantos catequéticos y devocionales en el idioma local, a veces compuestos por los misioneros mismos, servían para atraer la atención y reforzar el material expuesto en las prédicas del sacerdote” (op. cit., p. 50). “Los ensambles musicales, de voces e instrumentos, eran grandes. Los instrumentos que los acompañaban eran varios; órganos –muy especiales algunos–, arpas, violines, violones, oboes, chirimías, dulzainas y otros. El uso de música instrumental durante la misa –tanto de teclado solo como de ensambles instrumentales– era admitido. Solamente músicos formados en la escuela de música fueron aprobados a tocar en la iglesia. Los más competentes de este grupo estaban encargados de copiar música y dirigir su ejecución” (op. cit., p. 55). “El aprendizaje de música por parte de los niños fue muy acelerado (…) En los talleres de las misiones ya se producían arpas, vihuelas, rabeles, monocordios, chirimías, bajones y hasta órganos. Todos estos instrumentos acompañaban a coros y solistas en las funciones rituales” (op. cit., p. 56). “Al igual que la pintura, la escultura y la arquitectura, la música en las doctrinas se cultivaba no tanto con un criterio en el que primaba lo estético, o con el fin de maravillar a los nuevos conversos, sino como un tributo a la Fuente de todas las Artes (Dios) y como una manifestación de espiritualidad” (op. cit., p. 57). Entrevista a Piotr Nawrot. Entrevista a Piotr Nawrot. Claro S. “La música de las misiones jesuíticas de Moxos”. Revista Musical Chilena, nº 23 (1969), pp. 7-32. Entrevista a Piotr Nawrot. Nawrot, Archivo musical de Moxos, op. cit., p. 69. Nawrot, Archivo musical de Moxos, op. cit., p. 65. Entrevista a Piotr Nawrot. Entrevista a Piotr Nawrot. Entrevista a Raquel Maldonado. “Se mantuvieron vivos, también, los talleres donde se fabricaban los instrumentos musicales, incluidos los órganos. A menos de dos décadas de la expulsión (…) el Doctor Ángel Mariano Moscoso y Pérez pidió al doctrinero de San Pedro de Moxjos, fray Antonio Peñalosa, que en los talleres que todavía había allí, se hiciese un órgano para el culto de la iglesia parroquial que acababa de erigir (…) Al concluir la fabricación del instrumento, su transporte desde las Misiones hasta Tarata se demoró considerablemente, ya que el gobernador de Moxos, don Lázaro de Ribera, se negó a conceder permiso de llevar la carga vía Yuracarés (…) Por su parte, Moscoso hizo una interpelación ante autoridades correspondientes de La Plata (…) acusando al gobernador de corrupto (…) Pidió a la vez el sacerdote que se otorgase el permiso para cuatro artesanos de San Pedro que se encargaron de la construcción del instrumento, de acompañar su traslado y, posteriormente, de instalarlo en Tarata” (Nawrot, Archivo musical de Moxos, op. cit., pp. 62-63). En San Pedro todavía no lo han olvidado: “Fueron buenos músicos los canichanas, aquí hacían órganos gigantes, más grandes que todo eso. Si tiene la dicha de ir a Tarata, a Cochabamba, en la ciudad de Tarata, en la capilla, en la catedral, hay un órgano de ésos, hecho aquí por los indígenas. De aquí, entre el obispo Herboso y las autoridades de aquí, trasladaron un órgano allá. Y ese órgano está allá, pero lo han tergiversado, le han puesto algunas letras ahí, le han querido cambiarlo, pero es original de aquí. De aquí tuvieron que ir muchos canichanas para instalarlo y para

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enseñar a tocar a los de allá. Y ese órgano nunca fue terminado de pagar” (entrevista a Antonio Soto Guatara, San Pedro de Moxos). En 1796, pocos años después de la construcción del órgano de Tarata, el gobernador Zamora advierte de la falta de organeros en Mojos, a pesar de que sigue certificando el buen estado de salud de la actividad musical en la región: “organistas que tocan hay en Mojos, mas no organeros que compongan el instrumento, y ello por carecer ahora de escuela para el arte, la cual se piensa abrir, siendo en estos pueblos las orquestas y los cantores excelentes en sus iglesias y comparables a los de las catedrales de término en España, es cosa lamentable que carezcan ahora del acompañamiento de órgano, tan esencial de la sagrada música” (“Don Miguel de Zamora, gobernador de la Provincia de Mojos”, 1796, en René Moreno, op. cit., pp. 143-144). “Padrón universal. Comprensivo del estado actual de todos los pueblos de las Misiones de Moxos, sus muebles, utensilios, chacras, edificios, número de ganados y demás bienes de la Comunidad, e Inventario de los ornamentos, y demás alhajas pertenecientes a las Iglesias de dichos Pueblos. Año 1790”. Se trata de una copia conservada en la biblioteca de la Parroquia de San Ignacio de Moxos, al final de la cual aparece el siguiente texto: “Es copia conforme con su original existente en este Archivo General de Indias. Sevilla, 12 de febrero de 1885. El Archivero Jefe. Carlos Jiménez Placero”. Keller F. The Amazon and Madeira Rivers (1874), apud Nawrot, Archivo musical de Moxos, op. cit., p. 62. Entrevista a Miguel Uche. Entrevista a Toño Puerta, de Taupadak, y a Raquel Maldonado. Mi agradecimiento a ambos, y a las profesoras de la Escuela de Música, por su amabilidad y por invitarme a compartir algunos viajes y largas charlas en su oasis de cultura musical. Entrevista a Toño Puerta. Entrevista a Raquel Maldonado. Entrevista a Marcial Jare. Entrevista a Piotr Nawrot. Entrevista a Félix Melgar. El machetero es sin duda la figura más celebrada de Mojos. Seguramente tiene razón Félix Melgar al afirmar que el beniano ve en él reflejadas todas sus virtudes y no sabemos si también sus defectos; lo cierto es que su silueta inconfundible se repite en fiestas, celebraciones, retratos e incluso en un anuncio de cerveza. Su origen no está claro, aunque la mayoría de autores reconocen una figura sincrética de origen prehispánico teñido por el cristianismo de los jesuitas. Dice Becerra: “Nada sabemos de sus orígenes. Están demasiado lejos de nosotros, perdidos en un inmenso espacio oscuro y olvidado. Pero de las observaciones se deduce por analogía que, aparte de su manifestación guerrera, tiene una inspiración telúrica enraizada en el espejo bravío del turbulento Mamoré: ¡Símbolo del Beni!” (Becerra Casanovas, Reliquias de Moxos, La Paz: Proinsa, 1990, p. 10). Enric Jordà identifica la yelema, o corona de plumas, con una especie de calendario solar, y lo relaciona con otras culturas americanas. Luis Rivero cree que “esta danza es muy antigua y se ejecutaba frente a los altares del antiguo Dios Sol de los Mojos prehistóricos” (en Viuri Samuré, Folklore mojeño, San Ignacio de Moxos, 2005, pp. 37-38). Teniendo en cuenta todas estas afirmaciones, y sin ánimo de teorizar al respecto, parece bastante razonable que con la llegada de los jesuitas a Mojos el objeto de culto de esta danza se reorientase hacia el Dios cristiano. El cristianismo también asumió el culto al sol en la Europa pagana, y transformó sus rituales y sus divinidades para asimilarlos a la nueva religión. Entrevista a Jorge Cayami Chapi. Entrevista a José Luis Maese. Eder, op. cit., pp. 286-287. “Relación de Gobierno”, AGI, Sevilla, Audiencia de Charcas; apud Palau y Sáiz eds., op. cit., p. 211. “Relación de Gobierno”, apud Palau y Sáiz eds., op. cit., p. 211. Entrevista a Raúl Sánchez, pintor de Trinidad. Entrevista a Hugo Nava, escultor de Trinidad. Entrevista a Félix Melgar, pintor de Trinidad. “Escultores, torneros, carpinteros, tejedores prácticos, fabrican infinidad de objetos curiosos que se llevan para vender en algunas ciudades del Perú” (D’Orbigny, Descripción geográfica, histórica y estadística de Bolivia, op. cit., p. 243).

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133 Vasquez Machicado H y Vasquez Machicado J. “Un códice cultural de Moxos. Siglo xviii”. Revista Interamericana de Bibliografía, Washington, t. viii, nº 4 (1958), pp. 351-367 (con el título de “Un códice cultural del siglo xviii”, en Obras completas, tomo III, p. 23). 134 Entrevista a Hugo Nava. 135 Entrevista a Félix Melgar. 136 Entrevista a Arnaldo Lijerón. 137 Entrevista a Justa Suárez, Trinidad. 138 Nordenskiöld, Indios y blancos en el nordeste de Bolivia, op. cit., p. 3. 139 Nordenskiöld, Indios y blancos en el nordeste de Bolivia, op. cit., p. 124. 140 Entrevista a Eufronio Ramallo. 141 Sanabria Fernández H. En busca de Eldorado. La colonización del Oriente Boliviano (1958), 3ª ed. La Paz: Librería Editorial Juventud, 1980, p. 37. 142 El apogeo de la explotación de la goma tuvo lugar entre 1890 y 1910. Los cruceños se lanzaron a la conquista del Beni, que fue llamado “territorio de colonias” desde 1900. Ya en 1840, el Ministerio de la Presidencia había presentado un Plan General por el que se establecía que el Oriente era una región potencialmente productiva. Sus materias primas y los brazos de los hombres fueron puestos a disposición de los explotadores, que no dudaron en aniquilar montes e indios en su provecho. La proliferación de plantaciones en el sudeste asiático, a partir de la extracción furtiva de las semillas del árbol de la goma, supuso el lento declive de la actividad extractiva, que había dejado de ser competitiva. Las riquezas y el lujo fueron desvaneciéndose, a la vez que los blancos se instalaban en las antiguas misiones en busca de actividades económicas alternativas. Durante la Segunda Guerra Mundial, el bloqueo temporal de las nuevas zonas productivas y el aumento de la demanda avivaron otra vez la actividad, que acabó desapareciendo prácticamente una vez finalizada la contienda. 143 Nordenskiöld, Indios y blancos en el nordeste de Bolivia, op. cit., p. 85. 144 Nordenskiöld, Indios y blancos en el nordeste de Bolivia, op. cit., p. 135. 145 Entrevista a Eufronio Ramallo. La explotación de los bosques de goma requería abundante mano de obra. Nuevamente la víctima fue el indígena. Brazos para recoger la resina y elaborar las bolachas, brazos para remar, para trabajar en las estancias y en los ingenios. Muchos huyeron selva adentro, otros fueron literalmente cazados para ser convertidos en esclavos. Para poner remedio a esta situación, el gobierno promulgó la Ley de Enganches de 1896, que limitaba algunas de las prerrogativas que se atribuían a los patrones. En Santa Cruz se “enganchaba” a los peones a través de engaños. Las deudas contraídas con los propios patrones ataban para siempre a aquellos trabajadores que fueron seducidos en momentos de debilidad, como tantas veces acontece a los hombres. En su obra En busca de Eldorado, Sanabria narra con particular acierto los engaños que tenían lugar en las casas de “renganches” (op. cit., p. 95 y ss.), cómo en una noche se regalaba con música, bebida y mujeres a las víctimas, y cómo pasaban a ser esclavos por deudas al día siguiente, abandonando Santa Cruz de madrugada, encadenados, vigilados de cerca por hombres armados. 146 Entrevista a Eufronio Ramallo. 147 Entrevista a Arturo Ricard, Guayaramerín. 148 Entrevista a Walther Rocha Carvalho, Guayaramerín. 149 Entrevista a Eufronio Ramallo. 150 Entrevista a Walther Rocha. 151 Entrevista a Eufronio Ramallo. 152 Entrevista a Walther Rocha. 153 Entrevista a Eufronio Ramallo. 154 Entrevista a Eufronio Ramallo. A la muerte de Nicolás Suárez, acontecida en 1940, se desencadenó una lucha fratricida entre sus herederos por los restos de su imperio. En 1946, Napoleón Solares constituyó una nueva sociedad en Riberalta, dejando fuera al resto de los hermanos. En 1952 la sociedad fue intervenida, y Cachuela pasó a ser propiedad de la Fuerza Naval en 1972. 155 Entrevista a Walther Rocha. 156 Entrevista a Eufronio Ramallo. 157 Asistimos al Primer Remate de Integración Mojeña, donde se subastarán 37 toros y vaquillas Nelore, y toretes de la raza Gil lechera en el centro de remates de Chetequije, gracias a la amable invitación del Dr. Gery Dubracic, propietario de la Cabaña Taj Majal.

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158 Cf. Pinto, Narasaquije, op. cit., pp. 77-78. 159 “Hasta mucho tiempo después de la expulsión de la Compañía, toda esta riqueza pecuaria fue propiedad del Estado, el cual si bien no la atendía como debiera, la repartía entre los pequeños propietarios indígenas y cruceños establecidos en la provincia. Después, por público remate, ha pasado a los grandes propietarios. Así son famosos aún en el país, Fresco, ganadero de San Pedro, que tuvo diez mil vacunos; Suárez (Rómulo), de Trinidad, con otros tantos, y el chiquitano Wenceslao Añez, que tenía diez estancias en Mojos…” (Carvalho, Historia de la ganadería beniana, Trinidad, 1988, pp. 61-62). 160 “La crisis producida por la baja en el precio de la goma, sin ninguna posibilidad de reacción, ocasionó que el mercado brasileño para la ganadería beniana se cierre por completo (…) la mirada se debe volear hacia la comercialización en los mercados del altiplano boliviano. Pero, ¿por dónde llevar ese producto si la montaña aún no está vencida con caminos transitables? La senda que existe entre Chulumani y San Borja, para unir La Paz con el Beni, ocasiona la pérdida de más del cincuenta por ciento del ganado que algún audaz se atreve a arrear por esa vía. Es por este motivo, que los industriales ganaderos del Yacuma tratan de establecer un Sindicato (…) con el propósito de formular un contrato con el Lloyd Aéreo Boliviano” (García Chávez N, artículo para La Patria, 16 de marzo de 1932, apud Carvalho, op. cit., pp. 44-46). 161 Entrevista a Juan Abularach. 162 Cf. Roca, Economía y sociedad en el Oriente Boliviano, op. cit., p. 476. 163 Cf. Folch, La dèria de mirar. 164 Entrevista a Juan Abularach. 165 Entrevista a Juan Abularach. 166 Entrevista a Jorge Suárez. 167 Entrevista a Marcial Fabricano. 168 D’Orbigny, Descripción geográfica, histórica y estadística de Bolivia, op. cit., p. 311. 169 D’Orbigny, Viaje a la América Meridional, op. cit., p. 1.487. 170 Nordenskiöld, Exploraciones y aventuras en Sudamérica, op. cit., pp. 224-225. 171 Entrevista a Moisés Shriqui. 172 Mercedes del Apere. Plan Comunal 1995. 30 de agosto. Documento. 173 Los chimanes cuentan una leyenda sobre el origen de la Vía Láctea. Noco era un lagarto que creció bajo los cuidados de una mujer ya anciana. Atravesaba su cuerpo en los arroyos y conseguía secarlos para que después, sin dificultad, la viuda pudiese recoger los peces agonizantes. El tamaño de Noco fue aumentando, hasta adquirir sus proporciones actuales en el cielo. Para los mojeños el brazo de nuestra galaxia es el Piyu. 174 El pescado ha sido compañero de viaje por todos estos ríos. Gracias a los compañeros de hoyam-Mojos, a quienes he podido acompañar en numerosas ocasiones durante sus constantes idas y venidas por los caminos impracticables y los ríos. A Javier Kenott, por su amistad, y por mostrar horizontes de mapajos que guardan duendes en su interior, a Edson, José, Lucho, Karen y todos los demás; a Carmen Monasterio, artífice de entrevistas imposibles y de muy buenos momentos; y muy especialmente a su director, Jordi Pascual. Sin él no habría tenido lugar esta maravillosa aventura. 175 Hernán Yrita Alvarado. Editorial La Hoguera, 1991. 176 Mi agradecimiento a don Inocente Noe y a toda su familia por acogerme durante varios días en su casa, en Santa Rosa, y por permitirme compartir con ellos instantes y vivencias de una belleza incomparable. 177 Entrevista a Francisco Noe. 178 Entrevista con el almirante Mariano Gómez Barthelemy. 179 Entrevista a Mariano Gómez. 180 Vaca Salazar R. Lágrimas de la Virgen María de Loreto. Prodigio histórico 1959-1998. Trinidad, 1998, p. 63 y ss. 181 Entrevista a Mariano Gómez. 182 Cf. Vaca Salazar, op. cit., p. 63 y ss. 183 Vaca Salazar, ibídem. 184 Vaca Salazar, ibídem. 185 Arias de Garrón N. “Síntesis histórica de Loreto. Fundaciones”. Voz de Marbán. Voz y pensamiento de las damas loretanas residentes en Trinidad. Año 1, nº 1. Loreto, 28 de junio de 2006, p. 4.

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186 Arias de Garrón, ibídem. 187 Barthelemy Vidal, op. cit. Quiero agradecer a la señorita Carolina Barthelemy su amabilidad al ofrecerme las informaciones básicas sobre Loreto que constituyen este capítulo. También fue ella quien me facilitó la entrevista con el almirante Mariano Gómez, cuyos testimonios sobre el milagro de las lágrimas de la Virgen y la historia contemporánea de Loreto han resultado fundamentales para redactar estas páginas. Tuve el privilegio de visitarla en su casa de Trinidad y de conversar con ella sobre historia y libros. Me sorprendió gratamente su capacidad para encontrar cualquier cosa entre las montañas de documentos, aparentemente desordenados, que conserva en su casa. 188 D’Orbigny, Viaje a la América Meridional, op. cit., p. 1.492. 189 Entrevista a Miguel Peña Guaji. 190 Riester, op. cit., p. 22. 191 Entrevista a Marcial Fabricano Noe. 192 Mendizábal, op. cit., p. 248. 193 Entrevista a Carlos Navia. 194 Entrevista a Víctor Eamara, secretario de Tierra y Territorio de la cpib, Trinidad. 195 El Diario, febrero de 1967. Apud Gabriel Castillo F. La Amazonia boliviana indígena. La Paz: Colección Bolivia, Estudios en Ciencias Sociales. Colegio Nacional de Historiadores de Bolivia. Producciones cima, 2004, pp. 140-142. 196 Van den Berg, op. cit. Mi brevísima estancia entre los sirionó del Ibiato me permitió conocer algunas de sus historias y compartir con ellos una tarde muy agradable. Tomás Anderson llega en 1920 a Trinidad, buscando un lugar donde instalar su iglesia, y encuentra el Ibiato. Juan Anderson, su hijo, habla sirionó y se hace cargo de la misión. Sus padres organizan la Iglesia Cuadrangular Pentecostal en Trinidad. El primero de mayo de 1937 se funda la escuela selvática Sirionó de Casarabe. Al cabo de un año, el Ministerio de Educación y Asuntos Indígenas autoriza a la reducción de más indígenas, para integrarlos en el medio. Todavía hay descendientes de los Anderson en el Ibiato, rodeado de agua en este tiempo. Hasta tiempos muy recientes, los sirionó eran conocidos por su ferocidad. Hoy su lengua y su cultura están en peligro a causa de la baja demografía. Estos antiguos guerreros actualmente tienen que luchar contra cosas tan prosaicas como la sanidad, la falta de agua potable o los problemas con los ganaderos. Siguen cazando, pero sus recursos principales provienen de actividades como la recolección de miel. 197 René Moreno, op. cit., p. 85. 198 Entrevista a Zulema Lehm. López LE, ed. Diversidad y ecología del lenguaje en Bolivia. La Paz: proeib/Andes-Plural, 2006.



Amazonía Pueblo Araona Baure Canichana Cavineño Chimán Joaquiniano Mojeño-ignaciano Mojeño-javeriano Mojeño-loretano…

Lengua Araona Baure Canichana Cavineña Tsimane Joaquiniano Mojeño Mojeño

Familia lingüística Tacana Arawak No clasificada Tacana No clasificada Arawak Arawak Arawak

Población 160 885 400 1.680 8.600 300 2.000 300

Gabriel Castillo F. La Amazonía boliviana indígena. La Paz: Colección Bolivia, Estudios en Ciencias Sociales. Colegio Nacional de Historiadores de Bolivia. Producciones cima. 2004 Baure Mojo Chimane Mosetene Tacana Sirionó Yuracaré Movima

riester 74 4000 15-17.000 2.000-2.500 4.000-5.000 4.000 8.000 1.000 10.000

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Key 83 5000 7.500 2.000 5.000 3.500 500 2.500 2.000

199 Nuestra canoa es todo un lujo, con un motor tan sofisticado que no tenemos más remedio que recibir una clase de nuestro benefactor, Julio Ribera, para manejarlo. Julio, de la Pastoral Indígena de Vicariato del Beni, ha sido nuestra puerta de entrada al tipnis. Además de prestarnos el motor y el bote, nos orientó en la ruta que debíamos seguir, y nos facilitó todos los contactos con los indígenas y sus autoridades. A su inestimable ayuda y su paciencia se deben gran cantidad de páginas de este libro. Entre el pasaje y la tripulación están el padre Franz Bejarano, Carlos Mújica, Pancho, Pastor Iba y Eduardo, el dirigente de la Subcentral. Respecto a las canoas yuracaré, Nordenskiöld escribió: “Muy lejos de aquí, en las regiones de caucho de la frontera con el Brasil, las canoas más preciadas son las de estos indios que no reciben mucho por ellas (…) Hay grandes canoas que pueden cargar hasta tres toneladas, además del piloto y ocho remeros, que sólo hacen por encargo de los blancos, ya que las de uso propio las prefieren pequeñas y ligeras” (Indios y blancos en el nordeste de Bolivia, op. cit., p. 41). 200 “La mayor abundancia logran en la pesca de los sábalos: andan estos peces saltando en multitud en la superficie del agua, llegan los indios en las canoas hasta ponerlas en medio y hacen gran ruido con los pies y remos; de éstos espantados, los sábalos levantan más los saltos y van cayendo dentro; de este modo cogen muchas arrobas en breve espacio de tiempo” (Mojos: Seis reducciones jesuíticas. Geografía-etnografía-evangelización. 1670-1763. Cochabamba: Historia Boliviana, 2005, p. 104; edición de J.M. Barnadas y M. Plaza). 201 Entrevista a Maritza García, h.c. Hermanas de la Caridad de San Vicente de Paúl, eparu, Trinidad. 202 Entrevista a la hermana Geralda Mc Closkey, Hermanas de la Caridad de San Vicente de Paúl, directora de eparu, Trinidad. 203 Entrevista a Geralda Mc Closkey. 204 Entrevista a Vicente Yubánure, Trinidacito. 205 Entrevista a Raquel Maldonado, directora de la Escuela de Música de San Ignacio de Moxos. 206 Entrevista a Mercedes Muiba Vargas, San Antonio del Imose. 207 Entrevista a Carmelo Yuco, San Antonio del Imose. 208 Nemesio Guaji, San Antonio del Imose. 209 Mi amigo Javier Kenott me contó que en el mapajo se esconde un duende, a quien se puede pedir cualquier cosa a cambio de alcohol o tabaco. Hay que ser valiente para acercarse a ese majestuoso árbol en plena noche, golpear su tronco y llamar al diablo. Javier dice que muchos de los que tocan algún instrumento deben su habilidad a ese pacto. Aunque me insistió para que yo mismo hiciese la prueba, no fui capaz de reunir suficiente valor para hacerlo. 210 Entrevista a Gustavo Sucubono Salazar, director de la escuela de San Antonio del Imose. 211 Entrevista a Mercedes Muiba. 212 Cardús J. Las misiones franciscanas entre los infieles de Bolivia. Descripción del estado de ellas en 1883 y 1884 con una noticia sobre los caminos y tribus salvajes (1886). Barcelona: Imprenta de la Inmaculada Concepción, 1886, p. 289. 213 D’Orbigny, Viaje a la América Meridional, op. cit., p. 1.545. 214 Nordenskiöld, Indios y blancos en el nordeste de Bolivia, op. cit., p. 73. 215 Entrevista a María Luisa Leigue Ichu, profesora de San Pablo del Isiboro. 216 Entrevista a Crescencio Maldonado, San Pablo del Isiboro. 217 “A menudo adoptan nombres de personas de quienes se habla con respeto. Así se han visto yuracarés que se llamaban Audiencia, porque habían oído hablar de la Audiencia de Charcas, y aún había algún Fernando Séptimo, sin consentir jamás tomar su nombre de pila” (D’Orbigny, Viaje a la América Meridional, op. cit., p. 1.547). 218 Entrevista a Crescencio Maldonado. 219 Pinto R. Rumbo al Beni. La Paz: Parada, caf, 2001, p. 39 y ss. 220 “En 1731 se presentó entre ellos un franciscano con el propósito de convertirlos; nunca más regresó, y diferentes vestigios, así como los relatos de los Yuracarés, inducen a creer que este religioso fue su víctima. En tiempos de los jesuitas, los Yuracarés fueron obligados también a huir, hostigados de una parte por los moxos, y de otra por los chiquitos de Buena Vista, cerca de Santa Cruz, quienes, comisionados por los jesuitas para traer neófitos, hacían permanentes correrías hasta el río Chimoré, sorprendían allí a los Yuracarés, los cargaban de amarras y los llevaban así a las misiones” (D’Orbigny, Viaje a la América Meridional, op. cit., p. 1.541).

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221 Mendizábal, op. cit., p. 251. 222 Mendizábal, op. cit., p. 352. 223 Mendizábal, op. cit., p. 254. También en Nordenskiöld (1922): “Los misioneros intentan sin éxito reducir a las familias yuracaré que viven en la zona. Durante un tiempo, los yuracaré van con los religiosos, pero la misa no les interesa (…) En la misión reciben herramientas y otras cosas similares. Una vez que han obtenido lo que necesitan, desaparecen de nuevo en la libertad de la selva” (Indios y blancos en el nordeste de Bolivia, op. cit., p. 46). 224 Nordenskiöld, Exploraciones y aventuras en Sudamérica, op. cit., pp. 424-425. 225 Entrevista a María Luisa Leigue Ichu. 226 “Encontramos dos piraguas que descendían del territorio de los yuracarés, en donde los indios que las tripulaban se habían provisto de un crecido número de camisas de cortezas de árbol que habían arrancado de sus troncos y teñido de un color violeta muy vivo, con el jugo de una planta. Todos parecían así unos obispos. Como esas piraguas pertenecían a la nación cayuvava, los que las tripulaban reconocieron a mis remeros y fraternizaron con ellos. Vi con placer que mis indios les regalaban víveres, de los que los viajeros estaban completamente desprovistos, pues se habían ocupado demasiado de sus camisas de cortezas” (D’Orbigny, Viaje a la América Meridional, op. cit., p. 1.496). “Cuando viajan, los indios de la provincia de Moxos no tienen otra indumentaria que una larga camisa sin mangas, hecha con la corteza de la higuera Bibosi. Esos árboles abundaban en los parajes por los que cruzábamos, por lo que mis indios me rogaron insistentemente para que les permitiese detenernos y arrancar cortezas, a lo que accedí tanto más gustosamente cuanto que a cada momento los veía lanzar exclamaciones cuando descubrían uno de esos árboles que los provee de un tejido natural (…) Eligen los árboles nuevos, sin nudos, y cortan primero un trozo de corteza para reconocer su calidad (…) Una vez hecha la elección derriban el árbol, lo despojan de sus ramas y marcan en el tronco la longitud necesaria para cada camisa (…) Hacen una incisión circular del largo buscado, practican una hendidura longitudinal, introducen debajo de la corteza un trozo de madera cortada en bisel y la despegan de la parte leñosa sin romperla (…) Por la noche, en la parada, se ocuparon del trabajo poco difícil de la preparación. Cada cual se fue al bosque para buscar un tronco para fabricar su camisa. Armados con una maza cuadrada y marcada con profundas estrías transversales, golpeaban sucesivamente con una u otra mano para separar las fibras de la corteza. Hicieron esta operación de ambos lados, la estiraron y la lavaron en el agua. La golpean todavía una vez más durante un tiempo más corto y la extienden como una pieza de ropa blanca. Para tener una camisa completamente confeccionada, sólo les falta ahora doblarla en dos, hacerle un corte para pasar la cabeza y coserla en los costados” (op. cit., pp. 1.465-1.466). 227 Entrevista a María Luisa Leigue. 228 Ribera Paniagua J. Tradición oral yuracaré. Trinidad: Comisión Pastoral Indígena del Vicariato Apostólico del Beni, 2006, pp. 69-70. 229 Entrevista a Eugenio Moye. En Matrimonios interétnicos. Reproducción de los grupos étnicos y relaciones de género en los Llanos de Mojos, leemos lo siguiente: “Entre los Yuracarés de las comunidades de San Pablo y Tres de Mayo el matrimonio se realiza cuando los jóvenes han llegado a una determinada etapa. Los hombres pueden casarse, o están ‘listos’ para el matrimonio, cuando son capaces de cazar solos y traer carne para su familia, aunque actualmente, el cuartel aparece como el espacio que legitima la ‘hombría’. En cambio, las mujeres pueden tener pareja después de la primera menstruación y cuando puedan hacer chicha solas. En ese momento se celebra una fiesta en la que participa toda la familia extensa y algunos invitados especiales. En los arreglos matrimoniales intervienen los padres, los abuelos o los hermanos del padre, y ellos son los que toman la decisión (…) Generalmente, el padre sólo consulta al hijo varón (…) Sin embargo, la elección de la pareja no es tan estricta como parece (…) Inicialmente, la pareja vive en la casa del padre de la esposa. El esposo ayuda durante un tiempo al suegro, generalmente proveyendo de carne a la familia. Pasado un tiempo, la pareja se va a casa del padre del esposo (…) entre cuatro y seis años, trabajando su propio chaco en el lugar que éste les asigna (…) La movilidad de las parejas jóvenes es constante mientras sus hijos son pequeños y no tienen necesidad de acceder a la escuela. Frecuentemente pasan viajando, ‘andando’ de dos a tres años (pretextando la búsqueda de trabajo), visitando y conociendo tanto a parientes del esposo como de la esposa. Luego permanecen en el asentamiento de los familiares del esposo” (Lehm coord., La Paz: pieb-

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ciddebeni, 2002, pp. 127-129, 131 y 132). 230 Entrevista a Asunta Parada Arias, San Pablo del Isiboro. 231 Entrevista a Ángela Roca Núñez, traducida por su hija Eduvina Flores. 232 “Los yuracaré son buenos arqueros y enérgicos cazadores. Entre sus armas destacan flechas especiales para cazar pájaros y flechas de duelo, ‘tónyo’, de puntas de tres cantos (…) En los duelos sólo se podía disparar a los hombros. Cada hombre yuracaré tiene numerosas cicatrices de las que está tan orgulloso como un sargento de artillería lo está de las suyas” (Nordenskiöld, Indios y blancos en el nordeste de Bolivia, op. cit., p. 58). “Entre ellos es muy común el duelo (…) El que quiere batirse se baña, se atavía con los más bellos vestidos, va a la casa de su futuro adversario, y llama injuriando al que le tiene rencor. Advertido por las amenazas, el otro sale con las flechas hechas, expresamente para el duelo (nota: estas flechas están terminadas por un botón de madera del que parte una punta triangular de seis centímetros de largo por dos de ancho, que no puede penetrar más que hasta el botón), se coloca a cinco pasos de distancia y presenta su hombro izquierdo a los golpes de su enemigo, el cual le dispara un flechazo en el brazo con su arco más fuerte. Le toca en seguida el turno al otro y disparan así ocho a diez veces, hasta que el que ataca se considera satisfecho o que el otro se confiesa vencido. A menudo resultan seriamente heridos y mueren; pues, sea por torpeza, sea por malicia, la flecha, en lugar de dar en el brazo –parte designada por las reglas del duelo– se clava en el costado o en el cuello, causando así heridas peligrosas” (D’Orbigny, Viaje a la América Meridional, op. cit., p. 1.552). Jesús Dávalos nos ha cedido una reproducción de una fotografía antigua del famoso duelo, realizada por su padre. El fotógrafo invitó a los contrincantes a acercarse más para poder retratarlos. 233 Entrevista a Máximo Flores, San Pablo del Isiboro. 234 “Cuando van de cacería y encuentran un tigre y lo flechean, inmediatamente arrojan las flechas y el arco para que sus amigos no se presten a tomar venganza de sus parientes, pero, si por desgracia el cazador ha sido lesionado por el tigre, manifiestan que éste pierde su calidad de hombre, tornándose su alma en tigre por la razón anotada, en sus reuniones de ningún modo le dan a beber chicha en el mismo mate que ellos beben, utilizando siempre uno diferente, evitando de ese modo que sus almas no se conviertan en tigre” (Hermosa Virreira, op. cit., p. 37). 235 Vuelta, torno o meandro del río, donde se encuentra la comunidad de Nueva Vida, aguas abajo del río Sécure. 236 Comenta D’Orbigny: “Acompañan sus comidas con muchas prácticas supersticiosas. Al comer tienen gran cuidado de arrojar ya un hueso de ave o de mamífero, ya las espinas del pescado, que arrojan al fuego o que van a enterrar a lo más espeso de la selva o a arrojar a un arroyo, a fin de que los animales de la especie muerta no se enojen y se dejen matar otra vez” (Viaje a la América Meridional, op. cit., p. 1.549). 237 Eder, op. cit., p. 172 238 Entrevista a Alfonso Guasebe, Trinidacito. 239 Entrevista a Julio Ribera. 240 Entrevista a Carmelo Yuco, San Antonio del Imose. 241 Entrevista a Julio Ribera. 242 Nordenskiöld, Indios y blancos en el nordeste de Bolivia, op. cit., p. 63. 243 Entrevista a Víctor Eamara. La lucha por la tierra y el territorio ha protagonizado el debate político y social de las últimas décadas en el Oriente boliviano. Los criollos y mestizos que dirigieron la independencia boliviana mantuvieron los esquemas colonialistas de sus antecesores, de manera que esas tierras se convirtieron en el objeto de su codicia. La quina primero o la goma después, el ganado, o la mano de obra indígena fueron vistos como una fuente de riqueza inagotable que podía explotarse sin tener en cuenta la realidad del territorio, y aún menos a sus propios habitantes. Éstos desarrollaron estrategias para hacer frente a esas agresiones, que consistieron básicamente en internarse en lo más profundo de las selvas. El imparable avance de los blancos fue acabando con esos reductos, y finalmente, en 1990, se produce la histórica Marcha por el Territorio y la Dignidad. Los indígenas reclamaban su derecho al territorio que les había sido arrebatado por ganaderos y colonos llegados desde todas partes. El modo tradicional de vida indígena, ligado a la caza y a la recolección, requería la ocupación de grandes espacios, y chocaba con las explotaciones que iban adueñándose de sus territorios ancestrales. Las leyes consiguieron frenar algunos de estos avances. Sin

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embargo, las contradicciones siguen amenazando el modo de vida indígena tradicional, y la introducción de nuevos referentes, como la explotación de los recursos del subsuelo, aún aviva más la polémica. Frente a un Estado moderno que atribuye la propiedad de la tierra a todos sus ciudadanos, el movimiento indígena reclama para sí los derechos sobre todas las riquezas que lo componen. No sólo tierra, sino territorio. Entrevista a Marcial Fabricano. Ávila Montaño H. El ichini mojeño ha despertado. Emergencia de nuevos líderes indígenas mojeños, ante la intolerancia, abusos y atropellos. Santa Cruz: cejis-cpem-b, 2006, p. 12. Entrevista a Luis Sánchez Zelada, del Gran Consejo Chimán, San Borja. Entrevista a Enric Jordà, s.j. Ministerio de Agricultura, Dirección General de Tierras y Colonización. Tierras colonizables de Bolivia. La Paz: Kollasuyo, 1950, pp. 28-29. Entrevista a Juan Abularach. Cardús, op. cit., pp. 296-297. Entrevista a monseñor Manuel Eriguren. Entrevista a Antonio Soto Guatara, San Pedro de Moxos. Entrevista a Ernesto Suárez Sattori. Entrevista a Jesús Dávalos, asesor técnico de la Comisión de Estudios de Límites con Cochabamba de la Prefectura del Beni, Trinidad. Canedo ME e Iturri J. Loma Santa está en nuestros territorios (prodesib y territorios indígenas). inra-prodesib, pp. 23 y 29-30. Gray Molina G, coord. El estado del Estado en Bolivia. Informe Nacional sobre Desarrollo Humano 2007. La Paz: pnud Bolivia, 2007, p. 314. Entrevista a Víctor Eamara. Entrevista a Ana María Ruiz, constituyente por el mnr. Entrevista a Jorge Suárez, San Ignacio de Moxos. Entrevista a Jorge Suárez. Mendizábal, op. cit., p. 260. Ruíz H JC, coord. La utopía misional es nuestra. Santa Cruz de la Sierra: Ediciones del Colegio de Arquitectos de Santa Cruz, 1998, pp. 105-106. Ruíz H JC, coord., op. cit., p. 111. Entrevista a Enric Jordà. La parroquia de San Ignacio de Moxos fue uno de mis lugares de referencia durante los meses que permanecí en el pueblo. No sólo debo mi más profundo agradecimiento a los Padres por su estrecha colaboración en muchos aspectos referentes a la documentación de este libro, y a las facilidades para llevar a cabo el proyecto, sino sobre todo por su amistad y por los buenos ratos que pasé con ellos. Entrevista a José Nuni, curandero. Santa Rosa del Apere. “Sus sacerdotes son brujos y hechiceros, que celebrando riguroso ayuno por algunos meses sin comer ají, ni pescado, y absteniéndose del trato de mujeres, merecen el sacerdocio y quedan consagrados de mano del Sacerdote mayor (que es el más célebre hechicero) que les unge los ojos con el zumo de una raíz de un bejuco picante y mordaz, que les aclara a costa de mucho escozor y llanto, la vista para ver y conocer las cosas que su dios les revela” (Barnadas y Plaza eds., Mojos…, op. cit., p. 5). Entrevista a Desiderio Cunai, curandero chimán, Manguito. Para conocer la fiesta del Umbá y otros aspectos relacionados con las creencias de los chimanes, resulta imprescindible la obra de Jürgen Riester Canción y producción en la vida de un pueblo indígena. (Los chimanes, tribu de la selva oriental), La Paz, Editorial Los Amigos del Libro, 1978. Desiderio Cunai, traducido por Luis Zelada, del Gran Consejo Chimán. Entrevista a la profesora María Luisa Leigue Ichu. Entrevista a Marcial Fabricano. Entrevista a Marcial Fabricano. Entrevista a Javier Kenott, San Ignacio de Moxos. Entrevista a Zulema Lehm, Trinidad. La Palabra del Beni, 8 de septiembre de 2006. El artículo se encontraba colgado en las dependencias de la Policía de Trinidad, junto a otras noticias de sucesos.

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Entrevista a Javier Kenott. La Prensa, “Domingo”, 29 de julio de 2007. Entrevista al general Moisés Shriqui Vejarano. Entrevista a Miguel Peña Guaji, constituyente por el mas. Gray Molina coord., op. cit., pp. 31-34. Entrevista a Víctor Eamara. Entrevista al almirante Mariano Gómez Barthelemy, coronel de la Fuerza Naval. Entrevista a Manuel Eriguren. “En la ciudad de Trinidad –explica Moisés Shriqui en esta misma entrevista–, a dos, a tres kilómetros de aquí, existía en la orilla del arroyo San Juan un leprosario, estaban los leprosos. Y la Cruz Roja se hacía cargo. Y él llegó, de sanitario, porque no era egresado todavía de medicina. Llegó de enfermero. Y mire, una anécdota, cuando yo me estaba movilizando con mis soldados a la guerrilla, y se sabía que estaba el Che Guevara, el señor Jiménez, no me acuerdo el nombre, el padre del soldado Baltasar Jiménez le mandó una carta al Che, donde le decía que si caía prisionero su hijo, él era su padre que fue el que lo atendía a él en su casa cuando venía aquí a Trinidad. Él se hizo muy amigo del Che Guevara, el sanitario este Jiménez, del Che Guevara, y cuando supo que íbamos de ida y que el Che estaba allá, le mandó con su hijo que era soldado esa carta, por si caía preso, que él era hijo del señor Jiménez, y que lo atendiera. Eso fue el 51 y 52. Pero él vino aquí con su mujer. Y paraba, su mujer la traía en un burrito, en un caballito, la traía al pueblo y él la jalaba de aquí, y andaba por todos lados. Trinidad era chico en ese entonces, no tendríamos ni ocho mil habitantes… Mi madre era la secretaria de Hacienda de la Cruz Roja, era la que mandaba los remedios, y venía a mi casa él a llevar todo eso, aquí. La gente antigua lo sabe, conoce eso”. Entrevista a Arnaldo Lijerón. Entrevista a Ana María Ruiz. Brito Sandoval S. Mujeres indígenas protagonistas de la Historia. La Paz: Tijartaipa, 1998, pp. 6970. Entrevista a Ernesto Suárez Sattori. Entrevista a Miguel Peña Guaji. Entrevista a Ana María Ruiz. Entrevista a Víctor Eamara. Entrevista a Ana María Ruiz. Entrevista a Ana María Ruiz. Entrevista a Ernesto Suárez Sattori. Entrevista a Víctor Eamara. Nuni P. “Nuestra propuesta se basa en tres niveles de gestión a través de Entidades Territoriales indígenas”, en Estado, desarrollo rural y culturas. Memoria del Seminario Internacional realizado en la ciudad de Sucre (agosto de 2006), Sucre: Fundación aclo, 2007, pp. 89-92. Entrevista a Marcial Fabricano.

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Glosario

Abadesas. Mujeres encargadas del cuidado del templo y los ornamentos. Abigeato. Robo de ganado. Achane. Entre los baures, espíritu de la selva. Los hay ligados a lugares, accidentes geográficos, árboles o especies animales. Almendrillo. Dipteryx odorata. Árbol de gran porte, de madera clara y tacto untuoso, muy resistente a la humedad. Anta. Tapirus terrestris. Tapir. Añejo. Bebida de zumo de toronja y alcohol, envejecida bajo tierra. Arama. Entre los baures, jefe o cacique. Audiencia de Charcas. Charcas es el antiguo nombre de Chuquisaca o Sucre, donde residía el más alto tribunal, llamado Audiencia Real. Sufrió modificaciones en su ámbito y dependencia (virreinatos del Perú y de La Plata). La Bolivia actual es, grosso modo, el territorio de la Audiencia de Charcas. Ayahuasca. Brebaje obtenido a partir de la corteza de una Banisteriopsis y una planta aditivo. Su uso chamánico estuvo muy extendido entre las etnias del Amazonas y del Orinoco. Era el elemento clave de su cosmovisión e inspiraba las reglas políticas, sociales, familiares e individuales. Bajón. Instrumento musical similar a una flauta de Pan de gran tamaño. Balanceado. Pienso compuesto. Bandeira. Milicia organizada en Sao Paulo, formada por portugueses, mestizos, negros y tupís, dedicada al saqueo y la captura de indios para su venta en los mercados de Brasil. A los bandeirantes también se les llamaba paulistas, por su origen, así como mamelucos, por su crueldad. Bato. Jabiru mycteria. Ave acuática. Bebedero. Nombre que dieron los jesuitas a la casa común que había en cada pueblo de Mojos. El bebedero era el centro de la vida social y religiosa. Bejuco. Liana. Bolo. Bola de hojas de coca que se forma en la boca para su uso. No es cierto que la coca se masque. Para facilitar su absorción se añade bico (bicarbonato) o ceniza. Boro. Mariposa que pone sus huevos bajo la piel, desarrollando un gusano parásito de un par de centímetros de largo.

Buchere. Hoplosternum littorale. Uachere o simbao. Pez que se cría en las aguas estancadas de poca profundidad; según la opinión popular, se “alimenta” de barro, por lo que remueve sin cesar el lodo manteniendo turbias las aguas. Cabildo. Consejo municipal o regional. Es una institución española introducida a inicios del siglo xviii que sustituía a los caciques. El cabildo ha sobrevivido como institución entre los pueblos que pertenecieron a las reducciones. Cachuela. Rápido o cascada. El término seguramente procede del portugués, cachoeira. Camba. Boliviano del departamento de Santa Cruz. Por extensión, se aplica a los habitantes del Oriente boliviano. Antiguamente designaba a la persona de baja extracción social, indios o mestizos, pero hoy día son las clases dirigentes de Santa Cruz, Beni y Pando quienes utilizan el término con orgullo. Camellón. Término que se usa en la arqueología boliviana para designar un campo elevado o drenado. El camellón es el lomo elevado que deja el arado en un campo de cultivo, y está limitado por dos surcos. Camijeta. Camisa larga. Cancha. Campo de fútbol. Carayana. Blanco, para los indígenas. Castaña. Fruto de la Bertholletia excelsa, recolectado en el norte del Beni. En el pasado representó una importante fuente de ingresos, y hoy vuelve a reactivarse su explotación en algunas zonas. Cayapo. Balsa o almadía. Cayuba. Madera hendida que se utiliza para cerramiento de las casas. Cepe o sepe. Nombre aplicado a diversas especies de hormigas. Chacra. Puede significar una granja o un huerto familiar. Chaco. Claro cultivado en la selva. El chaqueo ha sido y es el método de cultivo tradicional en el Oriente. Consiste en la tala, roza y quema de una pequeña parte de selva (alrededor de una hectárea), donde se cultivan los productos tradicionales. La fertilidad del terreno es limitada, y al cabo de pocos años se abandona para chaquear nuevos terrenos. Chala. Espata que recubre la espiga del maíz, cáscara de la semilla del arroz. Chancho. Cerdo. Chapaco. Oriundo de Tarija. Chapapa. Parrilla de madera. Chapunato. Bebida de toronja fermentada y alcohol. Charque. Carne o pescado salados y secados al sol. Chibé o chivé. Yuca rallada seca. Chicha. Bebida a base de yuca o maíz, que se hace fermentar por acción de encimas salivares. Por extensión, infusión vegetal. Chicha supersticiosa. Nombre que dieron los misioneros de Mojos al yagé o ayahuasca.

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Chocolatal. Plantación de árboles de cacao, Theobroma cacao. Chovena. Danza típica de la Chiquitanía. Chuchío. Gynerium sagittatum. Especie de caña. Chulupi. Cucaracha de gran tamaño. ciddebeni. Centro de Investigación y Documentación para el Desarrollo del Beni. cidob. Confederación de Pueblos Indígenas de Bolivia. Nace en 1982 como central de pueblos y comunidades indígenas del Oriente boliviano. Clero regular. El que está sometido a la regla de una orden religiosa. Clero secular. El que vive en el siglo. Está a las órdenes del obispo del lugar. En las colonias americanas, recibían un estipendio de la Corona, que aumentaba en caso de que fueran doctrineros. Recaudaban impuestos de sus feligreses (diezmos y primicias) y podían tener negocios propios e incluso ser titulares de encomiendas de indios. Colono. El que deforesta para crear una hacienda. Se aplica principalmente a los collas procedentes del Altiplano que han ocupado zonas de la selva, organizados en sindicatos a la manera de occidente. Colla. Para los habitantes del Oriente boliviano de la zona andina o procedente de ella, en especial si es de origen quechua o aymara. Del Collasuyo. Frecuentemente utilizado de una manera despectiva. Comunarios. Habitantes de tierras comunales. Comunidades. Pequeños pueblos o aldeas dispersos por la selva. La mayoría se caracterizan por su movilidad. Son fruto de una cierta sedentarización de los indígenas. Constituyente. Asamblea Constituyente. Corocho. Corteza de árbol, especialmente del bibosi (Ficus sp.). cpem-b. Central de Pueblos Étnicos Mojeños del Beni. cpib. Central de Pueblos Indígenas del Beni. Cunumi. Poca cosa. Término despectivo para designar a un no blanco, de escasos recursos. Curas doctrineros. En la colonia, curas dedicados a la predicación. Curichi. Laguneta, aguada. Curupaú. Anadenanthera sp. Árbol de buen porte, madera dura y cuya corteza cargada de taninos se usa para curtir pieles. Las semillas tienen propiedades alucinógenas y se usan pulverizadas para la confección del yopo, un polvo que se sopla en las narices en rituales chamánicos. Contienen triptaminas que se destruyen por vía digestiva. Dar huasca. Azotar. Véase huasca. Encomendero. Poseedor de una hacienda cuyos habitantes están encomendados a su custodia. Los indios encomendados no podían abandonar la encomienda. Es una institución copiada del feudalismo europeo. Entierro. Tesoro enterrado.

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Estancia. Establecimiento dedicado a la cría de ganado. Floripondio. Brugmansia sp. De la familia de las solanáceas. Contiene abundantes alcaloides, que le confieren propiedades alucinógenas. Fregués. En el norte del Brasil, cliente. En el tiempo de la goma, comanditario. Galpón. Almacén o cobertizo con o sin paredes. Ganado cerril. Ganado asilvestrado, sin dueño. Gateadora. La inundación en la pampa provocada por el desborde suave de los ríos. Goma. Caucho natural que se obtiene con el látex que se sangra de la siringa Hevea brasiliensis. Hay otras especies que lo dan de menor calidad. Guapote. Valiente para el trabajo. Guayochería. Insurrección capitaneada por Andrés Guayocho en 1887. Guayochos. Participantes en la insurrección de Andrés Guayocho. Guineo. Variedad de plátano, pequeño y aromático. Hacienda. Propiedad agrícola. Hermano. Entre los jesuitas, miembro de la compañía no ordenado sacerdote, encargado de trabajos materiales. Jichi. En el Beni, espíritu de la laguna que la mantiene viva. Si el jichi abandona la laguna ésta se seca. Las plantas, los animales, los bosques, los ríos e incluso las montañas tienen su “amo”, que los protege y les infunde vida. También reciben el nombre de Oé. Horneados. Panadería cocida al horno. Huacha. Ternera ya destetada. Huasca/chicote. Azote de cuero. idh. Siglas de impuesto directo a los hidrocarburos. Jatata. Geonoma deversa. Palmera con cuyas hojas se hace un techado trenzado de gran belleza. Jesuitas. Miembros de la compañía de Jesús, orden religiosa fundada por Ignacio de Loyola. Los jesuitas se crearon como una organización al servicio del Papa, y hacían un voto especial de obediencia al Pontífice. Jipijapa. Fibra vegetal de las hojas de la palmera Carludovica palmata. Jocheo. Desafío al toro. Toreo. Jochi colorao. Dasyprocta variegata. Roedor. Lacetas. Pequeñas escobillas que esconden una cuchilla punzante, utilizadas durante la Semana Santa para azotar a los penitentes. Lagarto. Caiman yacare. Cocodrilo. Se distingue del caimán negro (Melanosuchus niger), de mayor tamaño. Ley inra o Ley 1715. Ley de reforma agraria del 18 de octubre de 1996. Loma. En el Beni, construcción de tierra en la pampa. Las alturas naturales se llaman cerros. Loma Santa. La Loma Santa representa un lugar mítico, la tierra sin mal. Machetero. Personaje del folclore mojeño, ataviado con un característico penacho de plumas.

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Mamelucos. Véase Bandeira. Manechi. Alouatta sp. Mono. Mapajo. Ceiba samauma. Árbol de gran tamaño. Mara. Swietenia macrophyla. Caoba. Marari. Entre los baures, yagé o ayahuasca. Maripí. Calabaza que se usa para servir la chicha. La persona a la que se otorga el honor de servir la bebida se llama maripero. Masaco. Mezcla de queso con plátano o yuca. Mocochinchi. Infusión de durazno seco. Monte. En Bolivia, selva. Moroño. Cavanillesia hylogeiton. Árbol. Moperita. Soberana, en el folclore de Mojos. Motacú. Scheelea princeps. Palmera de palmito y frutos comestibles. De sus semillas se extrae aceite, el tronco se usa en construcción y las hojas para techado. Motire. Entre los baures, chamán o sanador. Movilidad. Vehículo motorizado. Pacú. Colossoma macropomum. Uno de los peces más apreciados en la cocina del Oriente boliviano. Puede alcanzar los 35 kilos. Hoy es objeto de cría en piscifactorías. Pahuichi. Choza, cabaña o cobertizo para resguardarse. Palo. Genérico para árbol. Palo ensebao. Juego típico de las grandes fiestas, en el que los contendientes deben trepar por un tronco untado de grasa para recoger el premio que se haya suspendido en el otro extremo. Paraba. Ara sp. Papagayo. Paraíso. Melia azedarach. Árbol. Perchel. Silo para guardar el grano. Peta. Tortuga. Pichicata. Cocaína. Piyu. Rhea americana. Avestruz americano o ñandú. Pontón. Puente flotante. Prefecto. Autoridad máxima de un departamento. Hasta hace poco, los prefectos eran nombrados por el Presidente de la República. Sábalo. Prochilodus nigricans. Pez. Salón. Escopeta de caza. Sartenejal. Bosque pantanoso. Sicurí. Eunectes murinus. Anaconda. Somó. Bebida a base de maíz hervido y azúcar. Sures, surazos. Masas de aire frío austral que provocan un descenso repentino de la temperatura, generalmente acompañados de lluvia. Surubí. Pseudoplatystoma sp. Pez siluriforme. Tacú. Tronco ahuecado en forma de copa en el que se muele el grano o el charque, golpeándolo con un palo.

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Tacuara. Phyllostachys sp. Variedad de caña gruesa. Taita. Término cariñoso para designar al guía de una familia o comunidad. Taitetú. Tayassu tajacu. Variedad de cerdo salvaje. Tajibo. Tabebuia sp. Árbol de gran porte, de madera dura imputrescible y bellísimas flores. Los hay de flores blancas, amarillas o moradas. Tapeque. Provisión de comida. Tarope. Eichhornia crassipes. Planta acuática flotante de hermosas flores azules o malva. tco. Territorio Comunitario de Origen. Terceros. Concesionarios de derechos sobre la tierra, otorgados por el Estado. Tigre. Panthera onca. Jaguar, el predador más temido de la selva. Habita desde el sur de Estados Unidos hasta el norte argentino. Los chamanes mojeños más poderosos lo tenían como achane y recibían de él protección y consejo. La ayahuasca era el medio para ponerse en contacto con él. tim. Territorio Indígena Multiétnico. timi. Territorio Indígena Mojeño Ignaciano. Tipoy. Vestido femenino en forma de saco con abertura para los brazos. Los había de corteza de bibosi (Ficus sp.), hoy en desuso. Toborochi. Chorisia sp. Árbol corpulento de tronco panzudo y grandes flores de color blanco a rosado. Decoran con frecuencia las plazas de las reducciones. En Argentina, palo borracho. Trapiche. Molino para la extracción del jugo de la caña. Urucú. Bixa orellana. Sus semillas se usan en la cocina y para pintarse el rostro y el cuerpo. Tenía connotaciones mágicas. Yerba o hierba mate. También llamada hierba de los jesuitas, fue uno de los artículos de exportación más importantes de las reducciones guaraníticas. Se usa en infusión en un mate o calabaza, de donde viene su nombre. Se hace con las hojas trituradas del Ilex paraguayensis. Yomomo, yomomonal. Lugar húmedo y fangoso de difícil tránsito. Yura. Yuracaré. Etnia.

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Índice de fotografías e ilustraciones

Página Portada 1. Melchor María Mercado. República Boliviana. Trinidad. Baile de toritos. Lámina 60. Manuscrito Colección Rück, 392. Archivo y Biblioteca Nacionales de Bolivia. Sucre. Presentación 2. En la escuela. Foto: Cristina López....................................................................

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Un paisaje llano y vacío, cargado de vida 3. Niños jugando. Foto: Cristina López.................................................................. 4. Mirando. Foto: Cristina López...........................................................................

8-9 16-17

Agradecimientos 5. Comercio. Foto: Cristina López...........................................................................

20-21

Paisajes de Mojos 6. Bato. Foto: Andoni Canela................................................................................. 7. Lagunas. Vista aérea. Foto: Andoni Canela....................................................... 8. Quema de las pampas. Foto: Andoni Canela...................................................... 9. Piyu en la carretera de San Ignacio a Trinidad. Foto: Andoni Canela................. 10. Chonta. Sumuqué. Melchor María Mercado. Lámina 72. Manuscrito Colección Rück, 392. Archivo y Biblioteca Nacionales de Bolivia. Sucre. 11. Victoria regia. Foto: Andoni Canela................................................................... 12. Capiguaras o capibaras. Foto: Andoni Canela.................................................... 13. Alcide d’Orbigny. Victoria regina en Moxos. Bolivia, Lámina 9. Manuscrito 2736. Archivo y Biblioteca Nacionales de Bolivia. Sucre........ 14. Alcide d’Orbigny. 1. “Cephalopterus ornatos”. Céphaloptére orné. 2. El cacao. Cacaoyer. 3. “Heliconius vesta”. Bolivia. Tabla 2. Manuscrito 2736. Archivo y Biblioteca Nacionales de Bolivia. Sucre............................. 15. Alcide d’Orbigny. 1. Raya. 2. Sábalo. Bolivia. Lámina 14. Manuscrito 2736. Archivo y Biblioteca Nacionales de Bolivia. Sucre............................. 16. Paisaje de las pampas. Foto: Andoni Canela....................................................... 17. Melchor María Mercado. Modo y manera de cazar caimanes. Lámina 62. Manuscrito Colección Rück, 392. Archivo y Biblioteca Nacionales de Bolivia. Sucre........................................

32-33 38-39 46-47 51 54-55 62-63 66-67 70-71 73 79 88-89 92-93

Gentiles de Moxitania. Cuando las aguas eran amigas 18. Máscara mojeña de los achus, que representan la alegría y la sabiduría de los ancianos. Utilizada durante la fiesta de San Ignacio de Moxos. Foto: Emir Iskenderian Aguilera, 2007........................................................... 102 19. Típicas construcciones a orillas del río. Foto: Andoni Canela................................ 112-113

20. Keneth Lee en la “oficina” de Trinidad, en el Proyecto Moxos. Foto: Ricardo Bottega. Pionero en las investigaciones arqueológicas en Mojos, descubrió en la década de los cincuenta los campos elevados de Mojos y del Titicaca. Fue un gran impulsor de la arqueología de Mojos y estudioso del aparato productivo. Las hipótesis de funcionamiento del manejo ambiental antiguo que formuló todavía tienen vigencia................ 21. Plataformas de cultivo. Foto: Andoni Canela...................................................... 22. Lagunas rectangulares antrópicas en la pampa del Beni. Foto: Ricardo Bottega. Ruta de vuelo Trinidad-Santa Ana de Yacuma. S 14º 31’ 29.41’’ 0 65’ 01’ 10.28’’..................................................................... 23. Canoa atravesada en el arroyo. Foto: Andoni Canela.......................................... 24. Lomas antrópicas frente a frente en la pampa del Beni, en tiempo seco. Foto: Andoni Canela.......................................................................................... 25. Dibujo de una urna recuperada por Màrius del Castillo en el corazón de la América meridional. Cedido por Rodolfo Pinto.................................. 26. Cazando el caimán en Mercedes del Apere. Foto: Antoni Madueño.................... 27. Procesión en San Ignacio de Moxos. Foto: Cristina López................................... 28. Flor del tarope en una laguna de Mojos. Foto: Ricardo Bottega..........................

116-117 126-127 140-141 146-147 152-153 159 170-171 176-177 179

Mojos y jesuitas. Apuntes sobre el periodo reduccional 29. Melchor María Mercado. República Boliviana. Mojos. Iglesia y parte del colegio de Nuestra Señora de Concepción de Baures. Lámina 83. Manuscrito Colección Rück, 392. Archivo y Biblioteca Nacionales de Bolivia. Sucre.................................................................................................. 194-195 30. Procesión en la iglesia de San Ignacio de Moxos. Febrero de 2007. Foto: Antoni Madueño...................................................................................... 202-203 31. Saliendo en canoa de San Antonio del Imose. Foto: Antoni Madueño. La comunidad se encuentra en una antigua loma artificial donde abundan restos arqueológicos que afloran con las lluvias. En tiempo de agua se convierte en una pequeña isla. Gracias a su altura, muchas lomas como ésta siguen cumpliendo la función de lugar de habitación para los mojeños, como en la antigüedad...................................................................... 208-209 32. Elaborando chicha en el Cabildo Indigenal de San Ignacio de Moxos, para una fiesta. Foto: Antoni Madueño............................................................. 217 33. Monumento a Cipriano Barace, fundador de la misión de Santísima Trinidad, en el anillo de circunvalación de la capital del Beni. Foto: hoyam-ceam. Se atribuyen a Barace gestas míticas, como el bautismo de al menos 11.000 indios y la fundación de quince misiones (Diccionario francés de historia eclesiástica), o la enseñanza de oficios a los indios mojos: carpinteros, tejedores, albañiles y agricultores, entre otros. Esta literatura hagiográfica es exagerada hasta la falsedad y habría sonrojado al propio Barace, un hombre de tal sinceridad que confesó al P. Provincial que los informes que recibía de los jesuitas eran exagerados. Sus compañeros falseaban la realidad al reportar grandes progresos y esperanzas que no eran reales, con los que pretendían evitar que se abandonase la misión de Mojos, dado el escaso interés de los nativos y el casi nulo progreso de la evangelización. Según el informe-denuncia del propio Barace, sólo poblaban Mojos unos 3.600 habitantes, de los que únicamente se había bautizado a cuatro o cinco tras varios años de intentos. El interés de los mojos se basaba en la utilización de los jesuitas como protectores y en el aprovechamiento del comercio o intercambio con ellos. Barace fue muerto por los aracureonos en 1702, cuando intentaba extender las

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misiones en tierras de los baures. Igual de ridícula es la afirmación de que Barace enseñó a los mojos los oficios o la agricultura: antes de la llegada de los jesuitas, los mojos ya aplicaban técnicas de mejora de suelos con una tecnología que todavía no se ha rescatado completamente, y además eran hábiles artesanos, siendo sus tallas en madera, mosaicos de plumas y telas muy codiciados por los habitantes de Santa Cruz. La literatura colonial abunda en descripciones sobre la estupidez de los indígenas, una condición que legitimaba la obra de los conquistadores como una empresa civilizadora. Sin embargo, la obra de Barace se valida por sí misma, y no precisa estas mentiras groseras: criticó el fanatismo y el proceder desconsiderado de algunos de sus compañeros; trabajó incansablemente en la conversión de los nativos, e introdujo en el Beni la ganadería de bovino, arreando desde Santa Cruz un hato de ganado criollo, del que llegaron a Loreto 86 reses que fueron el inicio de la cabaña beniana. Barace fue el fundador de la reducción de la Santísima Trinidad, que, como tantas otras, se tuvo que cambiar de emplazamiento hasta transformarse en la actual ciudad de Trinidad, capital del Beni. Un monumento conmemora la gesta de este personaje, trabajador infatigable, humano, sincero y apasionado........................................................................................................... 34. Miguel Blanco y Crespo. Mapa de Moxos, año 1769. Archivo de Indias. Referencia MP-Buenos Aires, 78. Inscripción en la columna derecha, parte superior “Mapa que comprende las misiones de Moxos y Chiquitos, marcando en el terreno de S.M. Católica que ocupan los portugueses, según las más exactas noticias adquiridas y observaciones hechas en las dos expediciones de Moxos en 1763 y 1766”. Por el capitán Dn. Miguel Blanco y Crespo, Comisario Ordinario de artillería. Piloto examdo por Ordn de Exmo. Sr. Dn. Juan Jph. Navarro Marques de la Victoria, y en la Real Academia de Guardias Marinas, Por A. Dc [¿?] Pedro Man? Cedillo en la Ciudad de Cadiz, es fecho en la Plata, 1º de agosto de 1769. Solo se dirige esta breve nota a noticiar sus cualidades, el clima que reina en estos territorios, y es con exceso la humedad, y calor, dos causas que son de frecuentes epidemias, los vientos del Sur, y Norte, aquel muy frío, y [ilegible], y solo en tiempos determinados; el otro templado y saludable, y más frecuente; las aguas salobregas y turbulentas; las tempestades fuertes, aunque no muy frecuentes; las campañas hermosas cubiertas de isletas y pajonales; las vegas, y riberas de los ríos de espesísimas montañas, donde se ven todas especies de árboles de un particular aprecio ya por sus maderas, ya por sus frutos, o por sus resinas. Son comunes los cacaos, almendras, aceite maría, ssigas, copaybos, algodón, tabaco, caña fístula, tamarindos, y multitud de finísima vainillas, con innumerables frutas. En la umbrosidad que estos tienen se ven 3 especies de tigres. Hay puercos espines, venados, víboras, culebrones, gato montés, muchas especies de monos; y otros innumerables. De comestibles se cogen copiosamente, arroz, maíz, plátanos, yuca, camotes, zapallos, frijoles de varias especies, azúcar, miel de abeja, cera; en fin son abundantes estas campañas de caballada, mulas y mucho ganado vacuno. De la volatería se puebla el aire con todas las aves conocidas, innumerables propias del clima. De las abejas y todas las conocidas y otras más; y así es tanta la abundancia de todos estos vivientes no es menos la copia de sabandijas, y crueles insectos que tienen un continuo ejercicio de la paciencia. En el río se tomen muchas especies de pescado pero los que abundan mas

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son corvina, palometas, rayas, bagre, bufeos y armadillos. Hay muchos caimanes, lobos marinos y lagartos grandes. 1. San Pedro. Capital 2. La Santísima Trinidad 3. Loreto 4. San Juan [¿?] y Santa Rosa 5. Los desposorios 6. San Javier 7. San Ignacio 8. Santa Ana 9. La Exaltación 10. San Borja 11. Los Santos Reyes 12. La Magdalena 13. La Concepción 14. San Joaquín 15. San Martín 16. San Simón 17. San Nicolás Pueblos dejados por la peste: 18. San José attos [¿?] yuracarés 19. Santa Rosa att [¿?] R. Chapare 20. San Miguel de Chiquitos 21. San Juan 22. San Luis Gonzaga 23. San Pablo 24. Santa Rosa la Nueva 25. San Miguel 26. San Miguel el Viejo 27. Santa Rosa la Vieja Pueblos de Chiquitos: 28. San Javier 29. La Concepción 30. San Ignacio 31. San Miguel 32. Santa Ana 33. San Rafael 34. San José 35. San Juan 36. Santiago 37. Sagrado Corazón de Jesús Pueblos que tienen los portugueses: 38. Matto Grosso 39. La Villa Minera 40. San José Misión 41. La fortaleza llamada de la Concepción 42. Las Huertas Pueblos nuestros en la Sierra: 43. Santa Cruz. Capital 44. Porongo. Misión 45. Samaipata. Doctrina 46. Valle Grande. Doctrina

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47. Tomina. Doctrina 48. Chilón. Doctrina 49. Aiquile. Doctrina. 50. Mizque Prova Cara 51. Chuquisaca. Conthe [¿?] 52. Potosí. Mineral 53. Cochabanba. Gov no Pueblos de indios amigos pero infieles: 54. Piray 55. Abapó 56. Cabezas 57. [Ilegible: ¿banchera?, ¿quizás ranchera?] Indios infieles enemigos: 58. Indios Chiriguanos 59. Indios Parapiti 60. Indios Lenguas 61. Indios Monotocos 62. Indios Ororoinos 63. Yuracarés Pueblos de la Misiones del Seráfico mi Pe San Francisco: 64. Apolobamba 65. San Juan 66. Pelecucho 67. La Santísima Trinidad 68. San Antonio Nota (En realidad signos convencionales) Pueblos de cristianos Pueblos dejados por la peste Pueblos de indios infieles Pereció el Padre Lucas Cavallo a manos infieles Cuadro superior izquierdo A. Baluarte de los cañones B. Muralla del fuerte de 30 a 32 de altura y lo mismo de ancho C. La capilla y el almacén de la pólvora D. Casa del Gobernador E. Casa de los ingenieros F. Casa del Capitán de caballería G. Parapeto de [ilegible] alto para la defensa del foso y de la muralla H. Foso de agua I. Centinela en el puesto J. Río Iténez. Campamento de Sn Pestaña [¿?] K. Batería [ilegible] 4 cañones L. Destacamento del Teniente Coronel Antonio Pasqua M. Campamento general del Sn (o Sr) Pestaña Abajo Derrota [ilegible] del Camino Nuevo desde Cochabamba al Pueblo de Loreto por el río Chapare. Leguas Desde Cochabamba A a Tarata B: 5 De Tarata B a Chapani C: 7 De Chapani C a Queñoara D: 4 De Quiñoara D a la Cueba E: 4 De la Cueba E a San Miguel F: 4

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De San Miguel F a Tocorral G: 4 Del Tocorral G a San Salvador H: 4 De San Salvador H a San Igno I: 3 De San Igno I a las chozas de los Yuracarés J: 4 De los yuracarés J a san Nicolás K: 4 De San Nicolás K a Santa Bárbara L: 3 De Santa Bárbara L al Puerto M: 2 Donde fabricaron sus canoas los descubridores y navegaron por el río Paratí (que así llaman los indios al Chapare) al Pueblo de Loreto en 4 días de navegación; y en [¿dichas?] juntas de Paratí los indios Yuracaré fueron las misiones de San José y Santa Rosa; estos tenían comunicación con todas las demás misiones; y se proveían de Cochabamba. Hay camino bueno desde el Puerto del Paratí hasta Santa Cruz de la Sierra. Escala de veinte leguas un grado...................................................................... 224-225 35. Alcide d’Orbigny. Caimanes en Moxos. Bolivia. Tabla 6. Manuscrito 2736. Archivo y Biblioteca Nacionales de Bolivia. Sucre........................................ 230-231 36. Petroglifos en Lago Pajaral. Foto: J. Barba F. En 1991 descubrimos este glifo junto a Lago Pajaral. Forma parte de un conjunto de más de una decena de rocas con figuras grabadas mediante surcos de 1 a 3 cm de grosor, y 1 o 2 de profundidad. La figura tiene una altura aproximada de 1 m 30 cm. El lago Pajaral está situado en el límite entre los Llanos de Mojos y las tierras de Baures, entre el río Blanco y los cerros de esa región. Su geometría y su orientación son similares a las de las lagunas antrópicas de Mojos, aunque no hemos realizado trabajos de batimetría para verificar la estructura del fondo de las lagunas. Estos petroglifos suelen estar junto a ríos o lagunas, en zonas de transición geográfica, y parecen señalar límites entre territorios. En los trabajos de construcción de potreros aparecieron instrumentos líticos y abundantes fragmentos cerámicos de distinta factura y color, que atestiguan una ocupación humana prolongada. En el centro del grabado se distingue una figura humana con un tallo vegetal que surge de su cabeza y que la une a un círculo con cuatro puntos en su interior. El resto de la composición es confusa; la erosión ha dañado el relieve y dificulta el reconocimiento de las líneas. El grabado se ha resaltado con estuco para su mayor definición. Resulta imposible su datación con las técnicas hoy disponibles, aunque parece bastante antiguo, dada la evidente erosión meteórica sobre un granito potásico de gran estabilidad físico-química. El glifo es de factura idéntica a los estudiados por el arqueólogo ecuatoriano P.I. Porras en el alto Napo-valle de Mishangualli. Sobre éstos, opina: “Para su elaboración, más que la Religión como tal, influyó la Magia: ritos horticulturistas de la fertilidad; imploración por el agua o contra las crecientes, en nuestro caso; ritos de iniciación de la pubertad; visiones grabadas después del sueño de la ‘ayahuasca’ o ‘yagé’. Esto último los hacen los tucanos, vecinos inmediatos de los quijos dado que viven en la frontera norte con Colombia” (Porras G. Pedro I, Arqueología del Ecuador, 2ª ed., Quito, 1980, p. 53). Creemos que se trata de la representación de una visión inducida por la ayahuasca, llamada marari en la zona. Los ayahuasqueros que hemos consultado hablan de la planta como de un ser que les proporciona conocimiento e inspiración a través de sus visiones y que con frecuencia produce un vórtice de energía sobre su cabeza, que los conecta con el mundo superior de los espíritus. El círculo con puntos se repite en otros grabados y seguramente representa a los achanes o espíritus de la selva a los que da acceso el brebaje........................................................................... 239

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37. Petroglifo en Piedra Marcada. Foto: J. Barba F. Parece que el conjunto, to davía por excavar en su totalidad, constituiría un planetario. En la imagen aparece el piyu, la mayor constelación del cielo indígena (cf. Germano Afonso, La constelación de la Ema)...................................................................... 245 38. Alcide d’Orbigny. Indios en Concepción de Moxos. Bolivia. Lámina 10. Manuscrito 2736. Archivo y Biblioteca Nacionales de Bolivia. Sucre. La plaza frente a la iglesia se convirtió en el lugar para las celebraciones en la reducción. Los rituales de la nueva religión incorporan simbologías de la religión antigua: los macheteros con el penacho del sol y la cola del tigre posiblemente celebran el aniversario de San Ignacio, fundador de los jesuitas y su maestro espiritual. Los rituales de encuentro ante el bebedero o los ritos de los motires se han sustituido por los de la religión de los invasores............................................................................................................... 248-249 39. Máscara de la colección rescatada por el profesor Arnaldo Lijerón a principios de los años noventa, en una loma cercana a Trinidad. Las máscaras eran elementos esenciales en las danzas rituales de las etnias de Mojos. Todas ellas presentan orificios para insertar plumas. La pieza fotografiada tiene dos orificios verticales en la parte superior, seguramente para suspenderla del cuello y ser utilizada como un pectoral. Foto: J. Barba F.................................................................................................... 259 40. Melchor María Mercado. Mojos. Utencilios. Lámina 85. Manuscrito Colec ción Rück, 392. Archivo y Biblioteca Nacionales de Bolivia. Sucre............ 266-267 41. Pintura conservada en la Iglesia de los Jesuitas en el Cuzco. No ha sido posible averiguar su autoría ni datación.......................................................... 274 42. Mujer descansando en el banco de la iglesia de San Pedro, tras la proce sión de la fiesta del santo en 2007.................................................................... 276-277 Voces de Mojos 43. Melchor María Mercado. República Boliviana. Mojos. Trinidad. Lámina 49. Manuscrito Colección Rück, 392. Archivo y Biblioteca Nacionales de Bolivia. Sucre....................................................................................................... 44. Imagen antigua conservada en el museo de la iglesia de Loreto. Foto: David Madueño........................................................................................ 45. Melchor María Mercado. República Boliviana. Mojos. Trabajo para limosna de Guachitas. Lámina 54. Manuscrito Colección Rück, 392. Archivo y Biblioteca Nacionales de Bolivia. Sucre....................................................... 46. Melchor María Mercado. República Boliviana. Mojos. Cucaña de 18 varas de elevación. Juego de toros. Lámina 56. Manuscrito Colección Rück, 392. Archivo y Biblioteca Nacionales de Bolivia. Sucre........................................ 47. Mamitas rezando en una comunidad del tipnis. Foto: Andoni Canela.............. 48. Santos Noco. Foto: Antonio Dávalos. Cortesía de Jesús Dávalos................. 49. En la carretera de San Ignacio de Moxos a Trinidad, durante la llenura de 2007. Foto: Antoni Madueño...................................................................................... 50. Calle de Trinidad. Foto: Antoni Madueño......................................................... 51. Preparando las imágenes para la procesión. Foto: Antoni Madueño.................... 52. El coro musical en la iglesia de San Ignacio de Moxos. Foto: Antoni Madueño.. 53. Melchor María Mercado. Macheteros (detalle). Lámina 52. Manuscrito Colección Rück, 392. Archivo y Biblioteca Nacionales de Bolivia. Sucre. 54. Mujer con tacú (2004), obra del pintor de Trinidad Raúl Sánchez................. 55. Iglesia de Cachuela Esperanza. Foto: Antoni Madueño..................................... 56. Arreando ganado. Foto: Andoni Canela............................................................. 57. Niños en la escuela de Mercedes del Apere. Foto: Antoni Madueño....................

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294-295 299 302-303 308-309 314 317 322-323 325 328-329 334-335 342 345 349 355 358-359

58. Cazando el caimán. Mercedes del Apere. Foto: Antoni Madueño....................... 59. El padre Tory mostrando los tesoros del museo de la iglesia de Loreto. Foto: David Madueño........................................................................................ 60. Chimanes de la comunidad de Manguito, cerca de San Borja. Foto: Antoni Madueño...................................................................................... 61. Pescando. Foto: Andoni Canela.......................................................................... 62. Pampas inundadas en el tipnis. Foto: Antoni Madueño.................................. 63. Mujer yuracaré cocinando pescado en la chapapa. Foto: Antoni Madueño........... 64. Duelo yuracaré. Foto: Antonio Dávalos. Cortesía de Jesús Dávalos. La distancia entre los contrincantes se redujo artificialmente a la mínima expresión a petición del fotógrafo, para no tener que aumentar el cam po de visión de la cámara y poder apreciar con detalle las figuras.............. 65. Niño con tutumas en Santa Rosa del Apere. Foto: Antoni Madueño................. 66. Mamitas en la iglesia de San Ignacio de Moxos, durante la festividad de la Candelaria. Foto: Antoni Madueño........................................................... 67. Saliendo de la iglesia, tras el juramento de los cargos en la festividad de la Candelaria. Foto: Antoni Madueño........................................................... 68. El presidente Evo Morales colocándose el plumaje de los macheteros durante la visita a San Ignacio de Moxos, en las inundaciones de 2007. Foto: Maitane García.......................................................................................... 69. Grúa sobre el puente en construcción en el río Tijamuchí. Foto: Antoni Madueño...................................................................................... 70. Cabezas de reses en una calle de San Ignacio de Moxos. Foto: Cristina López.....

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363 366 370-371 374 379 383

389 392-393 398-399 402 407 414-415 418-419

Índice

Presentación ..................................................................................................................

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Un paisaje llano y vacío, cargado de vida. Jordi Pascual........................................

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Agradecimientos............................................................................................................

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Paisajes de Mojos. Silvia Ten Ferrer.............................................................................. En las fronteras del mito (... y del bosque)............................................................. Aparente monotonía.................................................................................................. Formas de superficie........................................................................................... Tierra, agua y... fuego................................................................................................. Historia geológica................................................................................................ Alternancias.......................................................................................................... Cicatrices de agua................................................................................................. Agua que no fluye................................................................................................ Inundaciones, dinámica fluvial y hábitats acuáticos....................................... El problema del fuego o de la sabana............................................................... Biodiversidad en los Llanos de Mojos.................................................................... Los paisajes de Mojos.......................................................................................... Complejo de sabanas . ........................................................................................ Mundo vegetal anfibio......................................................................................... Vegetación acuática ............................................................................................ Atravesando la llanura ........................................................................................ Algunos homenajes botánicos .......................................................................... Apuntes zoológicos .................................................................................................. Encuentros en el tiempo ................................................................................... Piezas móviles del presente ............................................................................... Microcosmos gigantes . ...................................................................................... Mitos del futuro ........................................................................................................ Contrapuntos . ..................................................................................................... Reflexiones .......................................................................................................... Equilibrios . .......................................................................................................... Notas ..........................................................................................................................

31 35 36 37 37 37 40 41 42 42 45 49 50 52 58 60 64 68 72 72 75 86 87 87 90 94 96

Gentiles de Moxitania. Cuando las aguas eran amigas. Emir K. Iskenderian Aguilera ............................................................................................ Polémicas gentiles ..................................................................................................... Entre aguas ................................................................................................................ Mitos malsanos . ........................................................................................................ Crónicas atlánticas .................................................................................................... Grandes señoríos ...................................................................................................... Arqueología del paisaje ............................................................................................ Génesis y colapso ..................................................................................................... Provincia Torococi . ..................................................................................................

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Agroenigmas .............................................................................................................. Laguna Brava ............................................................................................................. Todos los caminos .................................................................................................... Andantes y valientes ................................................................................................. Hacer .......................................................................................................................... Tuvo que ser .............................................................................................................. El látigo de Rurre ...................................................................................................... Poder político y militar . ........................................................................................... Oratorios y bebederos . ............................................................................................ Espíritus ..................................................................................................................... Comocois y tiharauquis . .......................................................................................... Notas ..........................................................................................................................

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Mojos y jesuitas. Apuntes sobre el periodo reduccional. Josep Barba F........... Colón y el “descubrimiento” de América ............................................................. Los indios . ........................................................................................................... El hombre en América . ..................................................................................... La Iglesia en las colonias . ........................................................................................ «A fame, peste et bello, libera nos, domine» ......................................................... Las pestes ............................................................................................................. Domesticación y epidemias en el Viejo Mundo ............................................ Los estragos de las epidemias en el Nuevo Mundo ...................................... Clima y producción en Mojos . ......................................................................... La población del Mojos precolombino ........................................................... Impacto de las epidemias en Mojos . ............................................................... La población en el Mojos jesuítico .................................................................. Mojos sitiado. La tenaza. Expediciones desde los Andes y Santa Cruz............ ¿Una ayuda milagrosa?.............................................................................................. La decepción de Barace ........................................................................................... La carta de Barace . ............................................................................................. Ultimátum ............................................................................................................ La ciudad de Dios en tierras de infieles . ............................................................... La letra con sangre entra ................................................................................... Vida cotidiana en Mojos .......................................................................................... El Mojos jesuítico ............................................................................................... Naciones e idiomas . ........................................................................................... Nuevos aportes ................................................................................................... Pueblos ................................................................................................................. Reducciones ......................................................................................................... Ciclo vital ............................................................................................................. Fiestas ................................................................................................................... Baures ................................................................................................................... Periodo reduccional . .......................................................................................... Estructura de poder. Aramas o caciques . ....................................................... Motires. Mundo invisible ................................................................................... Marari ................................................................................................................... Etnoastronomía .................................................................................................. Una sociedad pacífica, hospitalaria, alegre y libre........................................... Los arawakos y su sistema político .................................................................. Arawakos e invasores blancos. Dos cosmovisiones opuestas....................... Mojos arawak.............................................................................................................. Arqueología...........................................................................................................

193 197 198 199 200 206 206 207 210 210 211 211 213 213 215 220 220 222 223 226 228 228 228 229 233 234 235 236 237 238 240 241 242 247 250 251 253 254 256

La religión europea.............................................................................................. El demonio........................................................................................................... El diablo en América........................................................................................... El conflicto. Los chamanes y el diablo............................................................. Estrategia misionera............................................................................................ Clandestinidad...................................................................................................... Pecados indígenas................................................................................................ Aculturación religiosa.......................................................................................... Frutos de la resistencia........................................................................................ Futuro.................................................................................................................... Arte mojeño................................................................................................................ Maestros y oficiales.............................................................................................. Arte textil............................................................................................................... Tapices de plumas................................................................................................ Tallas...................................................................................................................... Estilos cerámicos y escritura.............................................................................. El camino de la serpiente.................................................................................... La expulsión de los jesuitas....................................................................................... Dinastía jesuítica................................................................................................... Notas.............................................................................................................................

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Voces de Mojos. Antoni Madueño ................................................................................ Abandonados ............................................................................................................ Curas ........................................................................................................................... Lázaro de Ribera ....................................................................................................... Canichanas ................................................................................................................. “En medio de la pampa hay un crucifijo grande” ............................................... El arca de Noé............................................................................................................ “Trinidad, la linda”..................................................................................................... Semana Santa.............................................................................................................. El coro musical........................................................................................................... Macheteros.................................................................................................................. Arte y artesanía........................................................................................................... “Con ese patrón nadie sufría, no se conocía nada de malo”............................... Comerciantes, ganaderos y carayanas...................................................................... Apere............................................................................................................................ Pieles de caimán......................................................................................................... Lágrimas de la Virgen................................................................................................ Indios........................................................................................................................... Por las aguas del Mamoré......................................................................................... El mar tras las palmeras............................................................................................ Los hijos del guayabochi........................................................................................... Arcos y flechas............................................................................................................ Tierra y territorio........................................................................................................ Ignacianos.................................................................................................................... Todavía curanderos.................................................................................................... Notas para un país convulso.................................................................................... Esperando el pontón, durante el viaje de San Ignacio a Trinidad...................... Notas.............................................................................................................................

293 297 298 301 307 313 320 324 327 333 341 343 347 353 357 362 365 369 373 377 381 386 390 397 403 406 420 421

Glosario ........................................................................................................................... Índice de ilustraciones . ..................................................................................................

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Este libro se terminó de imprimir el mes de julio de 2009 en los talleres de Plural editores