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“Mitos sobre la juventud latinoamericana” Amartya Sen, y Bernardo Kliksberg I. UNA SINGULARIDAD MARGINADA Los jóvenes

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“Mitos sobre la juventud latinoamericana” Amartya Sen, y Bernardo Kliksberg I.

UNA SINGULARIDAD MARGINADA

Los jóvenes latinoamericanos son cerca del 40% de la población, son el mayor agente de cambio potencial, tienen alta disposición a comprometerse con causas nobles o ideales, cuentan con gran facilidad para ingresar en el cambio tecnológico y nacieron en una cultura de los ultracambios, las revoluciones tecnológicas. La juventud ha pasado por las etapas transitorias del tiempo, nacidos entre los ochentas y noventas sufriendo las transiciones políticas, económicas, culturales y sociales., y cargando consigo el estereotipo de la desvalorización y conflictividad, esto es para los autores el primer error con el que se estudia a la juventud. El segundo se basa en que se generaliza a la juventud y lo cierto es que no es lo mismo ser un joven de una comunidad rural a un joven viviendo en una zona urbana. II.

EL ESCENARIO SOCIOECONOMICO

Los años ochenta se caracterizaron por la pérdida del desarrollo de América Latina por sus bajos niveles de crecimiento y el aumento de la pobreza, los noventas fueron la perdida de la equidad, entre 1998 y el 2003 los indicadores mostraban varios deterioros, entre 2004 y 2006 se mejoraron las tendencias pero en limites muy reducidos. La realidad es que existían mas jóvenes por debajo de la línea de la pobreza y los porcentajes siguen siendo muy altos. Los jóvenes a pesar de sus supuestas ventajas fueron fuertemente impactados por la pobreza. Se hace relevancia que cuando hay crecimiento económico significativo las tasas de desocupación bajan, pero los jóvenes demoran mas en hacerlo y cuando la economía se contrae y aumenta el desempleo la tasa de los jóvenes es la que sube más rápido. Junto con esto los empleos de los jóvenes son de baja productividad algunos optan por el trabajo por cuenta propia, sin crédito y sin apoyo tecnológico., además las condiciones del mercado de trabajo crearon tendencias de precarización laboral. La desigualdad toma un papel importante en el aspecto del empleo pues en América latina es la región con las más amplias brechas de desigualdad, pues el nuevo modelo de crecimiento aumenta la concentración del ingreso. III.

ALGUNOS PROBLEMAS

Educación Los niveles de educación son determinantes para los países , las familias y las personas, en las últimas décadas se nota la superioridad competitiva de los países que obtuvieron logros en educación. Las oportunidades que tengan las familias más educadas y los ingresos contaran con más capital educativo. La CEPAL estima que en la actualidad se necesitan 12 años de escolaridad mínima para conseguir un trabajo que lo ubique por encima de la línea de pobreza. Conectividad

La juventud tiene ventajas muy claras sobre las generaciones pasadas, el internet apoya su potencial de inserción y creatividad y les hace superar a los adultos. Sin embargo las brechas de oportunidad entre los estratos altos y bajos también son muy claras. Salud para jóvenes La salud se refiere a la creación de condiciones básicas favorables a la salud, la implementación de programas de salud preventiva y la generación de una cobertura de salud universal. La salud de los jóvenes latinoamericanos esta dependiente del su escenario socioeconómico, existen riesgos mayores que afectan a jóvenes marginados, rurales, indígenas y afroamericanos como por ejemplo: La pobreza incide en la esperanza de vida, pues interviene en las privaciones de materia de nutrición, ambientes contaminantes, el acceso al agua, alcantarillo, seguro medico, etc. Existe una relación entre educación y esperanza de vida pues la escolaridad influye en la prevención de riesgos de la salud. Las madres jóvenes son una importante proporción de los sectores más humildes, por sus niveles de desprotección durante su embarazo las coloca en más riesgos que las madres promedio. El sida tiene un alto índice en la mortalidad de los jóvenes y entre los factores que se le relacionan son la pobreza, promiscuidad y los grupos de drogas en zonas pobres. El tráfico de personas y la prostitución juvenil son problemas regionales estimulados por los intereses económicos, como el turismo sexual y y las bandas de drogas. La mortalidad juvenil e alimentada por la violencia en escenarios de bajo desarrollo socioeconómico, la desocupación y la fragilidad de las estructuras familiares. La privatización de los de caer en un embarazo adolescente servicios de salud dejan los jóvenes dependientes de las posibilidades que tengan sus núcleos familiares o los que puedan adquirir por sí mismos y por tanto los deja con una alta vulnerabilidad. Los análisis sobre salud en los jóvenes se centra en la salud física y deja de lado la salud psicológica que lleguen a necesitar. Los jóvenes excluidos Millones de jóvenes están fuera del mercado de trabajo, no reciben ingresos o lo hacen esporádicamente y los lleva a complicaciones de supervivencia. Los jóvenes rurales se integran mas rápido al ámbito laboral pero los indicen de deserción escolar son muy altos.

El circulo vicioso

Los jóvenes pobres con escolaridad muy limitada tienen más probabilidad de caer en un embarazo adolescente, dejan los estudios y reducen sus oportunidades laborales. La “trampa de hierro intergeneracional” Lo más esencial para mejorar las condiciones de vida de una generación a otra esta en el progreso educacional aunque no asegura la entrada al mercado laboral. Los jóvenes reproducen las carencias de sus padres, la pobreza de la familia lleva a l trabajo temprano, deserción y bajo rendimiento escolar. IV.

ACERCA DE MITOS

Para encontrar problemas generales y soluciones debe referirse a los jóvenes tratando de entender sus singularidades, sin marginarlos e identificando las causas estructurales del problema. Los problemas de los jóvenes no se han incluido en l agenda pública a menos que perjudiquen a otras áreas y se han conformado con generalizarlos creando ciertos “mitos”: PRIMER MITO: Es una juventud sin inquietudes. Un mito de amplia circulación es el que razona en términos de que los jóvenes de hoy no “tienen inquietudes”. Se les denomina en función de él: pasotas, superficiales, frívolos. Se compara su supuesto vacío de inquietudes con generaciones anteriores, y se les deja sólo la esperanza de que quizá cuando sean adultos la situación pueda variar. El mito, como suele suceder con construcciones de este orden, no hace desagregaciones mayores, incluye a los jóvenes de todas las condiciones sociales y características. Pueden diferir en mucho, pero éste sería un rasgo uniforme de la “juventud de hoy”, como suele llamársela. Entre las referencias más usuales para fundarlo, se hace referencia a la poca participación política, al bajo interés cultural, a la avidez por vivencias inmediatas. Los estudios de campo sobre la juventud de la región señalan que la situación real es mucho más compleja; Indican que buena parte de la sociedad de la región desconfía de la política, que ha perdido credibilidad. Los jóvenes se hallan a la cabeza de la incredulidad, es natural que los jóvenes sean los primeros en rebelarse contra estos desvíos. Por otra parte la problemática misma de la juventud ha tenido muy limitada representatividad política. Se necesitan prácticas políticas de nuevo cuño, inspiradoras y presididas por la ética para volver a capturar el interés juvenil. Las encuestas muestran que sectores importantes de los jóvenes canalizan su participación actual por otras vías. Hay un aumento de las asociaciones religiosas, la generación de nuevas formas de asociarse en el espacio virtual y de modalidades asociativas de nuevo cuño de tipo informal. Por otra parte, excepciones culturales como la música tienen una excepcional capacidad de convocatoria en los jóvenes. Normalmente a través de interpretes que representan sus sentimientos, en la mayor parte de los casos a su vez jóvenes. También el deporte es un marco muy buscado. La supuesta falta de inquietudes esconde muchas veces en el fondo una búsqueda de causas válidas. En cuanto ellas aparecen, los jóvenes están, esto es muy visible en el voluntariado. Allí los jóvenes tienen una meta clara, cumplir el precepto bíblico fundamental de la solidaridad, se puede lograr objetivos a corto plazo y hay transparencia.

Las organizaciones suelen ser abiertas, y con alta horizontalidad, cuando hay propuestas voluntarias significativas que llegan directamente a ellos, los jóvenes latinoamericanos han demostrado una alta receptividad.

SEGUNDO MITO: No se esfuerzan lo suficiente Según el mito, la de hoy sería una juventud inclinada al “facilismo”, en cuanto se requieren esfuerzos mayores no los realiza. Tampoco les atrae ser emprendedores, innovar, tomar iniciativas. Prefieren la vida sin exigencias. Sus fracasos se deberían en parte importante a características como ésas. Las generaciones anteriores, en cambio, sí estaban dispuestas a todos los sacrificios. En base a razonamientos de este orden, la responsabilidad de los problemas de integración y progreso económico de la juventud recaería en los mismos jóvenes. Pasan de ser problemas estructurales de mal funcionamiento de la economía y la sociedad, a resultantes de las conductas disfuncionales de un grupo o de componentes del mismo. En diversos países de la región las generaciones anteriores se desarrollaron en los años cincuenta y sesenta en sociedades con múltiples problemas pero en crecimiento y con alta movilidad social. El estudio era vía regia para el progreso personal. Representaba después una inserción económica significativa. Las pequeñas y medianas empresas eran factibles en mercados en crecimiento y había políticas estatales que las protegían. Las profesiones liberales tenían un campo creciente ante clase medias que se ampliaban. Es Estado estaba en expansión y el empleo público era una posibilidad interesante. En los años ochenta y noventa los jóvenes encontraron un ambiente muy diferente. Economías que tendían a dualizarse con sectores en modernización acelerada, y muchos otros en retroceso. Procesos de desindustrialización, quiebra de PYMES y concentración financiera y económica, reducción fuerte del rol y la dimensión del Estado, cuyo funcionamiento fue disminuyendo permanentemente hasta significar en 2000 casi la mitad en términos proporcionales que la de los países, una aguda polarización social que generó, entre otros impactos, una reducción de proporciones en los mercados internos, cerrando el camino a diversas profesiones liberales. Una contracción de las clases medias y de los ingresos salariales. En muchos países la incipiente o significativa movilidad social fue reemplazada por una rigidez social pronunciada, y por procesos de movilidad social descendente que dieron origen a una nueva clase social: “los nuevos pobres”. Las posibilidades de acumular capital educativo de calidad también se polarizaron, como ya se ha observado. En este ambiente, adjudicar éxitos y fracasos a supuestos rasgos casi congénitos re inclinación al esfuerzo o a la pasividad, no responde a la realidad. Causas estructurales crearon para la gran mayoría de los jóvenes una restricción severa en las oportunidades. Los nuevos empleos generados fueron proporcionalmente muy pocos, los sectores ganadores en la polarización los capturaron con facilidad por sus ventajas competitivas. amplios sectores de jóvenes no tuvieron mayor oportunidad de probar si estaban dispuestos a esforzarse y generar iniciativas. La economía no les abrió paso.

TERCER MITO: Tienen tendencia a la conflictividad, e incluso a la violencia. En las sociedades de la región circula la imagen de que los jóvenes son díscolos, de conductas en muchos casos censurables, básicamente impredecibles. Es como si hubiese que “andar con cuidado” con ellos. A esto se agrega la percepción en el caso de los jóvenes pobres de que serían “sospechosos en potencia”. Podría llegar a tener fácilmente conductas delictivas.

Este mensaje, básicamente de desconfianza contamina las políticas, las actitudes y los comportamientos hacia los jóvenes en el aula, el mercado de trabajo, el trato de las instituciones públicas y múltiples aspectos de la vida cotidiana. Los jóvenes, a su vez. Lo captan y lo resienten profundamente. La imagen, como todos los mitos, no va más allá de descripciones muy generales, no explora cómo están viviendo los jóvenes en nuestras sociedades en este tiempo histórico y, en función de ello, que conductas pueden esperarse de ellos. Se queda en síntomas y referencias normalmente casuísticas, sin ahondar. El joven latinoamericano tiene motivos fundados pare estar “tenso”. Está inmerso en sociedades que no aceptan mayormente como importantes sus problemas, y no les dan lugar en la agenda pública. Tienen que hacer lo imposible, renunciando con frecuencia a su vocación natural, para adaptarse al mercado de trabajo, pero ni siquiera esa renuncia le permite garantizar inserción. Como se vio las cifras de desocupación son muy superiores a las generales. A todo esto se suma la mirada de desconfianza y desvalorización. Todo le convierte en una especie de ciudadano de una categoría inferior. Este hábitat social es generador de fuertes tensiones. Es casi sano que no acepte convertirse en un ser “totalmente ajustado” a esas condiciones lesivas. Que exprese de diversos modos rebeldía. En muchos casos no termina de aceptar el plan de vida que estas condiciones contextuales han dispuesto por él, por lo que busca “salirse” y encontrar espacios más amplios de libertad. Ciertamente las tasas de criminalidad juvenil han ascendido fuertemente en América Latina. El mito generaliza, asocia criminalidad con pobreza, estigmatiza a los más desfavorecidos. Además, nuevamente, no profundiza sobre los factores que pueden estar actuando y no discrimina. El mito que penaliza de antemano a los jóvenes pobres y no los entiende ni quiere hacerlo refuerza una sola vía, la “mano dura”. Ella ha conducido en diversas realidades de la región a un aumento sideral de los gastos en seguridad pública y privada, y a una saturación de las cárceles; que a su vez las mismas son con frecuencia, no un espacio de rehabilitación, sino de deterioro casi salvaje, porque en ellas a los jóvenes se les degrada mucho más. V.

LAS SALIDAS

Se han reconstruido aspectos centrales del contexto en que vive la juventud Latinoamericana actualmente. ¿Qué podemos hacer al respecto?, Muchísimo, si se superan los mitos, se profundiza sobre las causas reales de los problemas y que las ataca. Los jóvenes de la región no son, ni faltos de inquietudes, ni carentes de interés en trabajar, ni violentos. Tienen un potencial inmenso como lo han demostrado cuando se crean condiciones propicias. El tema es generarlas. La primera cuestión que se abre es la de que las políticas públicas y la sociedad deben incorporar a la juventud como una cuestión fundamental e la gran agenda nacional. Esto no ha sucedido, analizando los resultados de los estudios sobre las políticas de juventud aplicadas en la región andina, Bernales (1999) señala que muestran: “el retardo con que el Estado ha incorporado el tema de la juventud a su estructura institucional, y de adopción de políticas, la orientación vertical y paternalista que prima en la mayor parte de ellas, el contenido elitista y selectivo que persiste en algunas de las políticas”.

Incorporar el tema de la juventud en un lugar central será útil para los jóvenes pero, asimismo, fundamental para construir un modelo de desarrollo sustentable y equilibrado en la región. Existe un consenso creciente en que el mismo de encarar como objetivos básicos el enfrentamiento de la pobreza y la reducción de las desigualdades que son una de sus causas directas. Los jóvenes son, como se ha visto en este trabajo, casi el epicentro de las grandes desigualdades características de la región. Son así quienes, teniendo enormes potencial para las nuevas tecnologías y formas organizacionales, sufren tasas mayores de desocupación; quienes teniendo todas las motivaciones para estudiar, no logran completar la secundaria por las restricciones del contexto; quienes, anhelantes de vida y proyectos, tienen cifras de mortalidad desproporcionadas por la violencia. Mejorar sus oportunidades es una forma muy práctica de impactar en un punto neurálgico de la desigualdad latinoamericana. Se requiere forjar un gran pacto nacional en torno a la juventud. Entre otros aspectos estratégicos, será necesario fortalecer mediante políticas sistemáticas de protección a su desarrollo la institución familiar. Por otro lado es preciso reducir sustancialmente la deserción y la repetición escolar, y extender considerablemente la escolaridad joven. Es significativo el éxito que comienzan a tener modalidades como las escuelas de reingreso para jóvenes desertores, los clubes de jóvenes y las escuelas abiertas. Se necesita trabajar en salud con enfoque específico para jóvenes atacando frontalmente su agenda de salud que, como se ha visto, tiene sus propias especificaciones. El campo del trabajo es crucial. Es fundamental asegurar al joven la oportunidad de un primer empleo. La América Latina actual desperdicia el potencial productivo de casi la mitad de su población y de sus jóvenes a través de los mecanismos de exclusión social operantes. Si se acepta su singularidad, si se comprende que lo que quiere es justamente causas donde se recupere la sociabilidad, y se le facilite condiciones familiares, educacionales, de salud, laborales, que reconstruyan su contexto de oportunidades, pueden esperarse resultados asombrosos. La juventud de América Latina está sedienta de ideales y todavía no ha dicho al continente lo que puede decirle. BIBLIOGRAFIA: “Mitos sobre la juventud” en Primero La Gente, Amartya Sen y Bernardo Kliksberg, Ed. Deusto.

Problemas y Temas Selectos de la Sociología II, Julia Nava Castro, Grupo: HHS01