Makarenko

Fundamentos de la Educación Trabajo Grupal para la Promoción Prof. Adjunta Mg. Patricia Redondo Facultad de Humanidades

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Fundamentos de la Educación Trabajo Grupal para la Promoción Prof. Adjunta Mg. Patricia Redondo Facultad de Humanidades – UNLP

La propuesta y experiencia educativa de Anton Makarenko

Integrantes: Domínguez, A. Jemina (Leg. 92087/6, Inglés) Koc, Sebastián (Leg. 79193/7, Sociología) Tiscornia, Daniela (Leg. 80632/5, Sociología) Ungaro, Ailen (Leg. 86883/1, Inglés) Vásquez, Jorge (Leg. 93517/2, Historia)

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Biografía Makarenko nació en marzo de 1888, en la ciudad de Bielopolie, en aquellos años, capital de Ucrania. Su padre era pintor, su madre fue quien se encargó de generar en Makarenko el optimismo que lo caracterizó de adulto. De niño era despierto, observador, y aprendió a leer tempranamente. Asistió a una escuela rural desde los siete años; luego se mudó con su familia a la ciudad industrial de Kremenchug, porque su padre ingresó a un taller ferroviario, y se matriculó en una nueva escuela. Allí se destacó como estudiante por sus conocimientos de filosofía y ciencias. Con dieciséis años egresó de ese instituto con excelentes notas y empezó a tomar cursos pedagógicos que instruían a futuros maestros para trabajar en zonas rurales y barrios obreros. Vemos así que desde temprana edad Makarenko muestra una inclinación por el ejercicio de la tarea educativa con los sectores populares soviéticos. Sin ir más lejos, ni bien terminó estos cursos empezó a trabajar en una escuela que funcionaba dentro del taller donde trabajaba su padre. Al principio de su carrera docente, le fue difícil entablar una buena relación con sus alumnos a pesar de contar con grandes conocimientos académicos. Su interés por la pedagogía se incrementa a través de una experiencia negativa que tuvo con uno de sus alumnos: calculó el promedio de las notas de sus alumnos y los ordenó en una lista, de acuerdo con los méritos obtenidos. Cuando colgó la hoja de notas, el joven que aparecía último en la lista se angustió profundamente. Pero lo que Makarenko no sabía era que el muchacho había bajado su rendimiento porque había contraído tuberculosis. Esta experiencia le hizo ver al maestro la importancia de la pedagogía en el proceso de aprendizaje, y de la inclusión de los aspectos personales del alumno para hacer una evaluación integral. Durante los años de su formación pedagógica, Makarenko, gran crítico de la autocracia y ferviente defensor de la libertad y la democracia en sentido amplio, estuvo fuertemente influido por las ideas de la Revolución Rusa. Esto se manifestó en ciertas prácticas que él llevo a cabo en la colonia, como la organización en destacamentos mixtos, la rotación de los líderes de los destacamentos para evitar la burocratización, y el fomento de discusiones políticas, filosóficas, históricas y literarias entre los educandos.

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En sus clases llevaba a cabo prácticas poco convencionales, en las cuales integraba lo intelectual con lo emocional. Creía fuertemente en la enseñanza a través del arte, como ejemplificamos más adelante con el taller de teatro que creó en la colonia Gorki. En 1914 ingresó al Instituto pedagógico que se había abierto en Poltava, donde luego de aprobar los exámenes correspondientes, obtuvo un título que lo habilitaba a la enseñanza secundaria. El contexto político en el que vivió Makarenko no siempre incidió positivamente en su práctica educativa, ya que a veces la situación política comprendía

un

obstáculo:

su

pueblo

estaba

plagado

de

elementos

contrarrevolucionarios que le impedían llevar adelante sus proyectos, como le sucedió en 1918, en la escuela ferroviaria de Kriúkov, cuando el pueblo se vio ocupado por el ejército blanco. Entre 1920 y 1928, Makarenko desempeñó el rol de director de la colonia Gorki, cuya experiencia plasma en el Poema Pedagógico, escrito entre 1925 y 1935, cuyo contenido analizamos a lo largo de este trabajo. El pedagogo ocupó diversos cargos de alta jerarquía, después de haber logrado el reconocimiento público de sus ideas. Murió tempranamente en abril de 1939, con 51 años.

Contexto histórico La experiencia pedagógica de Anton Makarenko transcurre en el período comprendido entre 1920 y 1928. Estos años están marcados por el estallido y el triunfo de la Revolución Bolchevique de octubre de 1917, y la guerra civil producida por las fuerzas reaccionarias promonárquicas y los ejércitos blancos, financiados por los Aliados, como “tropas británicas, francesas, norteamericanas, japonesas, polacas, serbias, griegas y rumanas” (Hobsbawm 71). La guerra civil influyó directamente en la realidad objetiva y subjetiva en la que se desarrolla la experiencia pedagógica de Makarenko. Esta coyuntura histórica estaba influida también por la gran cantidad de bajas producidas a causa de la Primera Guerra Mundial, donde Rusia participó.

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A principios del siglo XX, la situación política de Rusia era crítica: la pésima administración de los zares provocó una pobreza extrema, que produjo fuertes reacciones en la población afectada. En esta época, un 80 por ciento de la población estaba compuesta por campesinos, quienes no tenían ningún tipo de acceso a la educación. Esto se veía reflejado en un enorme porcentaje de analfabetismo. La propiedad de la tierra estaba concentrada en unos pocos individuos y el régimen se asemejaba a uno de tipo semi-feudal. La economía rusa dependía en gran medida de la actividad agrícola y la clase obrera se aglomeraba en los centros urbanos, particularmente en Moscú y San Petersburgo. Mientras en Europa se estaba dando un reemplazo paulatino de las monarquías por regímenes constitucionales, democráticos y liberales como tendencia general, Rusia continuaba subsumida políticamente en el antiguo régimen feudal representado por los zares. La crisis política rusa se veía profundizada por tres factores: el pedido de tierras propias por parte de los campesinos, el reclamo generalizado de paz de parte de todo el pueblo, y una demanda general de alimentos. Ante este descontento de la población, en febrero de 1917 fue derrocada la autocracia del zar Nicolás II de Rusia, y se instauró un gobierno provisional que duró hasta la Revolución de octubre de 1917. En esta última, el Partido Bolchevique organizó al movimiento obrero, que concretó una insurrección popular, dirigido por Lenin y Trotsky. Entre sus efectos disolvió el aparato gubernamental del Estado constitucional burgués, abolió instituciones como las Fuerzas Armadas y la gendarmería, y se anuló la propiedad privada de los medios de producción y los servicios. La Revolución se estructuró sobre la base política organizativa de los soviets, que eran “consejos que se basaban en la experiencia de las comunidades aldeanas rusas dotadas de autogobierno, surgieron como entidades políticas entre los trabajadores de las fábricas durante la Revolución de 1905” (Hobsbawm 68). En ella, por primera vez en la historia de la lucha de la clase obrera mundial, aparece la huelga general revolucionaria como herramienta de lucha, paralizando la industria, los transportes y el telégrafo. Los campesinos ocuparon las tierras de los terratenientes, prendieron fuego las cosechas y los palacios de la nobleza. Por primera vez desde la Comuna de París de 1871, los obreros rusos improvisaron sus propios órganos de poder obrero: los soviets o consejos obreros, que nacieron

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inicialmente como comité de lucha formados por delegados elegidos y revocables en cualquier momento en cada fábrica para coordinar la movilización, y que terminaron uniéndose a nivel de cada barrio, localidad y de todo el país. Aunque el zarismo pudo sobrevivir a los acontecimientos de 1905 y estabilizarse temporalmente, esta Revolución provocó una ruptura radical en las relaciones entre las diferentes clase, alineando definitivamente al proletariado y al campesinado frente a la autocracia zarista. Con la Revolución de 1917, la sociedad modificó su forma de concebir las relaciones sociales: el bien común se convirtió en el interés principal de la población, y se intensificó el sentido de la cooperación para alcanzar este fin. La forma de organización de los obreros y campesinos en soviets tuvo una influencia directa en la organización política de la colonia Gorki en comisiones y destacamentos. La palabra “destacamento” era un término utilizado durante la época revolucionaria, en el período de la guerra de guerrillas. Estos estaban conformados por voluntarios, y fueron los protagonistas de las hazañas más heroicas dentro del contexto de la Revolución. En la colonia Gorki, los colonos se sentían muy atraídos por el romanticismo guerrillero-militar de la lucha revolucionaria, y fue por esto que decidieron designar como “destacamentos” a los grupos de trabajo. Más adelante nos detenemos con más profundidad en este aspecto.

Obra El Poema pedagógico es la obra más destacada de Makarenko, compuesta por tres volúmenes, que conforman un significativo aporte para la pedagogía actual. En dicha obra relata su experiencia en la colonia Gorki, establecida en Poltava, entonces Rusia, hoy Ucrania, a partir de 1920. En ese año, a Makarenko le asignaron la dirección de un centro para delincuentes juveniles, que alojaría a niños de orígenes diversos, como hijos de padres muertos en la guerra civil, el hambre y las epidemias, la mayoría analfabetos. También había chicos que provenían de otros sectores, como el caso de Bradchenko, quien se distinguía del resto de los jóvenes porque provenía de una familia de clase media, lo cual se veía reflejado en el capital cultural que este joven traía por su pertenencia de clase.

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El edificio cedido para instalar su institución era más que precario: no había ventanas, en lugar de camas tenían catres plegables, vivían en condiciones de hacinamiento y sin estufas. En la primera etapa de su proyecto, se nota cierta inseguridad en Makarenko en cuanto a la aplicación de una pedagogía eficiente. El maestro es consciente de que los métodos de enseñanza no son algo con lo que él cuenta de antemano, sino un conocimiento que se va adquiriendo a medida que va tomando experiencia. Reconoce que los aportes teóricos de sus contemporáneos no podían aplicarse en la práctica educativa en la que participaba. Makarenko se expresa con humildad: “Nosotros, personas de lo más corrientes, teníamos una infinidad de diversos defectos. Y hablando con propiedad, no conocíamos nuestra profesión: nuestra jornada de trabajo estaba llena de errores, de movimientos inseguros, de ideas confusas. Y por delante teníamos unas tinieblas infinitas, en las que discerníamos difícilmente, a retazos, los contornos de nuestra futura vida pedagógica.” (Makarenko 85, Tomo I). Así, vemos cómo el maestro carecía de una pedagogía preestablecida, y reconocía que tenía que crear una propia adaptada a las circunstancias. Makarenko tenía una firme convicción en la causa que estaba llevando adelante. Decía: “Teníamos únicamente dos cosas fuera de toda duda: nuestra firme resolución de no abandonar la causa, de llevarla hasta el final, aunque el final fuese triste. Y había, además, ese “vivir cotidiano”: entre nosotros, en la colonia y alrededor de nosotros” (Makarenko 85, Tomo I). Consciente de la necesidad de una búsqueda, Makarenko se da cuenta de que para llevar a cabo el proyecto de enseñanza que tenía en mente debía organizar la vida de los educandos de manera tal que los propios colonos se encargaran de todo lo referente a la organización y administración de la colonia: los edificios, el plan de producción, la distribución de los ingresos, la disciplina. De esta manera, los jóvenes se educarían unos a otros exigiéndose, subordinándose, respetándose y ayudándose mutuamente. Esta necesidad de Makarenko de innovar en los métodos pedagógicos es consecuencia de la ruptura que él hizo con respecto a la pedagogía empleada hasta el momento. En referencia a la colonia, Makarenko comenta: “Antes de la Revolución, aquí había una colonia de menores. En 1917, la colonia se disolvió, dejando en pos de sí muy pocas huellas pedagógicas. A juzgar por estas huellas,

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conservadas en unos viejos y rotos cuadernos-diarios, los principales pedagogos eran celadores, probablemente suboficiales retirados, cuyas obligaciones consistían en vigilar cada paso de sus educandos, tanto durante el trabajo como durante el recreo, y en dormir por las noches junto a ellos en la habitación contigua. De lo que contaban los campesinos de la vecindad deducíase que la pedagogía de esos celadores no brillaba por ninguna complicación especial, exteriormente se expresaba por un instrumento tan simple como el palo” (Makarenko, 12, Tomo I, la cursiva es nuestra). Más allá de los esfuerzos de Makarenko por ir en contra de la pedagogía tradicional, por momentos pierde el control cuando se ve superado por algunas situaciones. Un ejemplo de esto es un episodio en que el maestro golpea a uno de los chicos. Si bien esto puede leerse como una práctica regresiva, lo entendemos como una reacción de impotencia ante la falta de respuestas de los jóvenes ante la confianza que él depositaba en ellos. Se lo puede interpretar como producto de la angustia que le produce a Makarenko confrontarse con una realidad inesperada y tan alejada de las soluciones que prescribía la pedagogía del momento, y tan distanciada de sus expectativas. Este episodio da cuenta de la complejidad y lo paradójico de esta situación: sólo cuando Anton Semiónovich ejerce violencia y rigor sobre los educandos, consigue el respeto y el reconocimiento de éstos. Así, un método tan violento y regresivo resulta eficiente, quizás, porque los códigos con los que se manejaban los jóvenes se acercaban más a este tipo de tratos. Este es otro aspecto interesante de la perspectiva con la que Makarenko abordaba el proyecto de la comunidad Gorki: la confianza que depositaba en los educandos, sin limitarlos o descalificarlos por su origen. Lejos de encasillarlos en la categoría de delincuentes, él los estimulaba a que se superasen día a día como seres humanos tanto en el plano práctico como en el plano moral e intelectual. Por ejemplo, en la obra él relata cómo estimulaban a los colonos para que asistiesen a la universidad, a la Rabfak, la universidad obrera. Otro aspecto a destacar es la organización interna que estructuraba la colonia. El trabajo de los educadores se distribuía en tres guardias, repartidas durante el día: una principal, otra durante el trabajo y otra nocturna. Y los

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educadores, además, daban clases durante la mañana. Ante la gran cantidad de tareas que debía realizar el encargado de la guardia principal, durante el segundo año se incorporaron educandos mayores a dicha guardia, distinguidos con un brazalete. Entonces, vemos como los chicos tienen una participación activa, están involucrados en todas las tareas, además de en la organización de la colonia, lo cual fomentaba su compromiso e interés para crear un ambiente de cooperatividad y así alcanzar el bien común. Los chicos estaban organizados en destacamentos, que se ocupaban de tareas específicas como el cuidado de los caballos y la construcción y el mantenimiento del edificio. Las actividades de cada comisión procuraban tener en cuenta los intereses particulares de los jóvenes: “La atracción que la tierra ejercía en Karavanov, en Vólojov, en Burún, en Osadchi, era una atracción casi estética. Se habían enamorado del trabajo agrícola, sin pensar en lo más mínimo en su provecho personal” (Makarenko 23, Tomo II). Con este tipo de trabajo, se lograba que los chicos pudiesen transformar sus intereses personales en una actividad productiva para la comunidad. En un principio se formaron destacamentos particulares con un jefe elegido por Makarenko; cada destacamento tenía sus propias reuniones, y a su vez los jefes tenían reuniones de jefes o “soviets de jefes”, asambleas y reuniones generales. Allí, tanto educadores como colonos participaban activamente, discutiendo y tomando decisiones en conjunto. Cada destacamento se ocupaba diariamente de ciertas tareas particulares, por ejemplo, relacionadas con los talleres, el trabajo forestal, agrícola, etc. Makarenko expresaba: “Yo era quien designaba los jefes, pero en la primavera comencé a convocar con más y más frecuencia reuniones de jefes, a las que los muchachos tardaron poco en dar un nombre nuevo y hermoso: „Soviet de jefes‟. Yo me acostumbré pronto a no emprender nada importante sin consultar con los jefes y poco a poco la propia designación de los jefes pasó a ser asunto del Soviet …”(Makarenko 221, Tomo I). Tanto esta forma primaria de organización en destacamentos permanentes, al igual que la articulación con los nuevos destacamentos mixtos, eran fruto de las necesidades de la colonia. En un primer momento, esta forma organizativa estuvo motivada principalmente por las necesidades materiales, pero luego se extendió a toda las actividades llevadas a cabo en la colonia.

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“Destacamento mixto” fue el nombre que recibieron los grupos de actividades que constituyeron la innovación más importante durante los trece años de la colonia. El destacamento mixto –en adelante DM- era un destacamento provisional, de una duración máxima de una semana, y una función breve y concreta, donde el número de colonos dependía de cada tarea. La organización de la colonia era sistemática: “Entre nosotros apareció un gráfico de los destacamentos mixtos, que recordaba un poco a los horarios de una estación ferroviaria” (Makarenko 223). Cada DM tenía asignado un trabajo particular, y una vez que éste se terminaba, dicho destacamento dejaba de existir. Cuando los destacamentos se disolvían cada colono era designado para un nuevo DM con una nueva tarea y un nuevo jefe. Al mismo tiempo el soviet de jefes procuraba que todos los colonos pasaran la “prueba de mando” alguna vez. De esta forma, la mayoría de los colonos participaba no sólo de las funciones de trabajo, sino también de las tareas de organización, logrando una notable capacidad de adaptación en los mismos: “Esto tenía mucha importancia: era exactamente lo que hacia falta para la educación comunista. Gracias precisamente a ello, nuestra colonia se distinguía, a partir de 1926, por una capacidad visible de adaptarse a cualquier tarea, y para el cumplimiento de los detalles aislados de esta tarea siempre encontrábamos en abundancia organizadores capaces y ricos en iniciativa, gente dinámica, a la que se le podía confiar lo que fuese” (Makarenko 224, Tomo I). Con la innovación de la rotación de jefes en los DM, el lugar del jefe del destacamento permanente pasó a un segundo plano. Los jefes del destacamento permanente no eran usualmente elegidos como jefes del DM, y así iban al trabajo como simples miembros del DM, donde estaban a las órdenes del jefe designado, quien frecuentemente era miembro de su propio destacamento permanente. Este sistema garantizaba la sucesión de funciones de trabajo y de organización, de ejercicios de mando y subordinación, de movimientos colectivos y personales. De esta forma se desplegaba una cadena muy compleja de dependencia entre todos, dando lugar a la participación responsable y concreta del colectivo, con jerarquías específicas y de corto tiempo, siendo así muy difícil que se destacase un colono sobre los demás. De esta manera, Makarenko impulsaba en los colonos tanto el desarrollo de posiciones de liderazgo del colectivo como de subordinación a una autoridad basada en el bien de la comunidad.

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La organización en destacamentos de la colonia denota distintos aspectos: la idea de un colono que crea, aprende y se desarrolla polifuncionalmente para el colectivo; una gran confianza en el desarrollo de la educación comunista, para una sociedad nueva, bajo principios y organizaciones nuevas. Esta organización es producto de las ideas de la época, y a su vez alimenta el sentimiento de unidad colectiva, y promueve la innovación en este tipo de prácticas en otros ámbitos. Makarenko tenía la certeza de que aquellos colonos serían quienes forjarían el devenir de esa sociedad que nacía. Makarenko buscaba crear una atmósfera de socialismo, donde todos los participantes se sintiesen igualmente comprometidos con la experiencia y la vida en común en la colonia. El pedagogo transmitía enseñanza socialista a los educandos, tratando de trocar el individualismo por un interés en la colectividad. Un episodio que ilustra estas enseñanzas es el de Taraniets, a quien le regalan una red para pescar en el Kolomolak, el río más próximo a la colonia. El joven utilizaba su red y no socializaba lo que obtenía, ya que sostenía que lo que pescaba le correspondía solamente a él por ser producto de su trabajo. Un día decidió compartir el producto de la pesca con Anton Semiónovich, quien lo rechazó. Entre sus razones, Makarenko insistía en que él no merecía una atención así, ya que él, al igual que el resto de los colonos, tampoco había trabajado para obtenerlo. Taraniets tenía una concepción de líder similar a la que manejaba el sistema feudal, donde había que rendir tributo al Señor feudal (en este caso, el tributo sería la ración de pescado que le ofrece a Makarenko) simplemente por su posición de jerarquía. Makarenko, al rechazar este ofrecimiento, rompe con esta idea verticalista de la autoridad. Con esta postura, el maestro logró no solo que Taraniets lo desplazase del lugar privilegiado de autoridad, sino también que él recapacitase acerca de su actitud y aceptase compartir tanto las herramientas para pescar como los frutos que de ella se obtenían. Makarenko siempre creyó que el trabajo colectivo era el medio más efectivo para lograr la adaptación social de los jóvenes. Con una filosofía similar a la de Dewey, le otorgó al trabajo una función educativa, donde la experiencia es la base del aprendizaje.

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La concepción que Makarenko tenía sobre el trabajo, la división del trabajo y las relaciones sociales entabladas en dicha actividad, estaban basadas en la teoría marxista. Para Marx el trabajo es la eterna condición natural de la vida humana, y este asume en la sociedad capitalista moderna la forma de trabajo enajenado. En esta etapa, todo el metabolismo social se desenvuelve en función de la producción de mercancías, es decir, las relaciones sociales entre los hombres aparecen mediadas por los productos de sus respectivos trabajos privados independientes, lo cual genera que dichos productores produzcan a espaldas de las necesidades sociales, fenómeno que Marx denominó “fetichismo de la mercancía”. La idea que Marx defendía era la del socialismo, modo de producción en el cual las relaciones sociales de producción, los productos de los distintos trabajos y las necesidades sociales se relacionan de forma directa y no mediada por las cosas (mercancías). Los hombres elaboran un plan en función de sus necesidades y racionalmente dividen las distintas tareas con el fin de que el producto de sus respectivos trabajos satisfaga dichas necesidades. En este sentido, la propuesta pedagógica de Makarenko apunta a generar una conciencia del trabajo donde desaparezca el individualismo propio del capitalismo, en el que las relaciones sociales aparecen mercantilizadas, y trocarlas por una consciencia del trabajo propia del socialismo donde las relaciones entre los hombres en el proceso de producción se entablen en pos del bienestar de la comunidad. Esto puede apreciarse claramente en el ejemplo anteriormente citado sobre cómo Makarenko organizaba el trabajo en la colonia pedagógica. En esta propuesta desaparece el trabajo enajenado, y la relación entre necesidades, productos y trabajo aparece de forma clara y distinta. El trabajo es ahora una actividad creadora donde el ser humano se realiza. El trabajo como concepto y como realidad es el aspecto vertebrador de la experiencia. Esta situación también se ejemplifica con la comisión de Teatro, donde lo jóvenes representaban clásicos teatrales abiertos a toda la gente del pueblo. Estas obras se presentaban como una retribución o un servicio a la comunidad, a la cual todos podían acceder gratuitamente. Al otorgarles a los chicos una gran responsabilidad, ellos se involucran hondamente con los proyectos que su maestro

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les propone. Este compromiso se vislumbra en un episodio de la obra, donde Makarenko da cuenta de la preocupación que tienen los niños por conseguir el vestuario que utilizarían en una de las obras de teatro que estaban preparando. “El teatro era considerado en la colonia igual que la agricultura, que la reparación de la hacienda, que el orden y la reparación de los edificios” (Makarenko 60-61, Tomo II). De esta forma, se demuestra que las actividades culturales tenían tanta importancia como aquellas que daban un rédito material, como la agricultura. En el teatro Makarenko hallaba una oportunidad para ampliar tanto el vocabulario de los colonos como sus conocimientos históricos y sociales a través de la literatura. En la experiencia educativa de Makarenko se percibe cierta relación con algunas ideas de la Ilustración que en su momento fueron basamento de la Revolución Rusa. Estas ideas promovían la concepción de un ser humano abstracto, definido por la razón, con una identidad universal. En la colonia, el pedagogo busca construir una identidad particular, un sentimiento de pertenencia a la comunidad mediante el culto a la figura de Gorki: “Comenzábamos por un desfile, izábamos solemnemente la bandera, fluían los discursos, y desfilábamos majestuosamente ante un retrato de Gorki” (Makarenko 75, Tomo II). Esto se acerca más al pensamiento del Romanticismo, que predica un ser humano que se define singularmente, como el integrante de un pueblo o una comunidad, y por tanto, reforzando la idea de pertenencia e identidad. En este sentido, Makarenko comparte la pretensión de Sarmiento de conformar una identidad nacional a través de los símbolos. Makarenko cambia el proyecto político pero el recurso o la herramienta ritual persiste. La figura del prócer como figura generadora de identidad colectiva cambia –en este caso pasa a ser Gorki- pero su función política de cohesión social permanece. La colonia, igual que cada sociedad, tiene sus hitos y sus mitos propios. Una de las conclusiones que puede extraerse de la experiencia pedagógica de Makarenko es que el trabajo en la colonia se desarrolla de tal manera que no hay una división del trabajo entre los que piensan y los que hacen o, en palabras de Marx, entre trabajo manual e intelectual, división que dio origen a la sociedad de clases que la Revolución Rusa intentó sepultar. En cuanto a la vigencia que podría tener la experiencia de Makarenko hoy, surgieron dos posturas dentro de nuestro grupo. Por un lado, hubo quienes afirmaron que el proyecto de Makarenko puede ser aplicable en el contexto actual,

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tal vez no a gran escala –podría ser en una institución aislada- pero apostando a una expansión y articulación progresivas. Por otro lado, hubo quienes sostuvieron que, dado el grado de desarrollo del capitalismo que se ha alcanzado y el individualismo que esto conlleva, llevar a cabo un proyecto de esta envergadura sería difícilmente realizable, quedaría indefectiblemente aislado y estaría condenado al fracaso.

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Bibliografía



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Hobsbawm, Eric. Historia del siglo XX. 1995. Barcelona: Editorial

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