Ensayo sobre La riqueza escondida.docx

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Universidad Mariana Programa de Comunicación Social. Materia: Psicología Social. Docente: Víctor Hugo Rosero. Alumna: Esther Villota Ensayo sobre: La Riqueza Escondida Por William Ospina En el presente ensayo planteare algunos conceptos principales que se encuentran utilizados por William Ospina, autor de La Riqueza Escondida quien a través de su texto nos invita a plantearnos la interrogante ¿Qué es en verdad la pobreza? Y ¿Qué es en verdad la riqueza? Pues debido al gran acelere que dirige a la sociedad “moderna” sí así le puede llamar estas palabras que tienen un gran peso en la población se han vuelto como el eje principal de cada individuo. A través de conceptos psicológicos espero relacionar ciertos argumentos y llevarlos a reflexiones útiles. Ospina al inicio del texto nos relata su visita a la India, y como al volver de su viaje alguien le pregunta: ¿que si no le había impresionado mucho la pobreza de ese lugar? él responde diciendo que no puede recordar ver pobres en la India ¿Pero porque él no habría de recordar algo así? Sí la India es un país que el mundo considera extremadamente pobre según sus estereotipos socio-económicos, estereotipos que se han ido construyendo a lo largo de la historia debido a que el concepto de riqueza que maneja nuestra civilización hoy en día, está fundada en las cosas y en el consumo de estas. Gracias al curioso orden mental que impera en la India, no hay nadie que esté despojado de un lugar en el cosmos, todo el mundo tiene una explicación filosófica y trascendental sobre su situación, y entiende o cree entender el puesto que le ha tocado en el universo. Podría decirse a manera de prejuicio que importantes personajes históricos como Jesús de Nazaret y Francisco de Asis implementaron en su modo de vida de

manera absurda la pobreza, pues nuestra sociedad, vive una violenta confusión con respecto a lo que significa realmente llevar una vida de rico o pobre. Pero lo que estos personajes trataban de trasmitir era la idea de que no se trata de optar por la privación, por la miseria y la carencia de todo, como en el caso extremo y voluntario de algunos filósofos cínicos, sino de rechazar la prédica de la opulencia (Un ejemplo de esto sería la parábola del rico insensato, que se encuentra únicamente en el Evangelio de Lucas 12:13-21. En donde refleja el error de darle mucha importancia a la riqueza, lo que conduce a la avaricia y posteriormente a la muerte. Jesús termina por sentenciar lapidariamente que el sentido fundamental de la vida no consiste en amontonar bienes para sí). William Ospina nos lleva a una reflexión hermenéutica en donde concibe la verdadera pobreza como un bloqueo de la capacidad de las personas para dar todo aquello de lo que son capaces. Siendo esto el producto de la mutilación obrada por el poder y los estereotipos que contribuyen a las modas. En donde el deseo por lo material, por aquello que es nuevo se percibe como progreso, generando una desmesurada ambición, siendo esta el resultado de la insatisfacción del hombre, por siempre querer más de lo que tiene y se le da, esto crea una especie de máscara de una oscura desesperación. El modelo económico del capitalismo ha logrado que en Europa y en diferentes continentes como América y Asía se lleve a cabo la construcción de grandes, hermosa y desarrolladas ciudades, que han generado importantes avances sociales, económicos y culturales, pero también un terrible y creciente empobrecimiento, en donde la brecha es cada vez más notoria. En la parodia de la civilización y el progreso se encuentra que las personas no tienen un saber propio de su vida, esto debido a la falta de conocimiento de sus raíces, de las costumbres de sus antepasados, de como ellos establecieron una fuerte conexión con la extraordinaria naturaleza en que vivían, de su tipo de relación con la divinidad, por su universo afectivo, social y mitológico, y al desapego del arte, de lo bello, de lo espiritual, de lo estético, de la búsqueda de memoria, de alivio, incluso de la ilusión de la inmortalidad, pues esto llevaba a nuestros antepasados a realizar cosas para que duraran como tumbas, moradas, muebles, objetos preciosos y exquisitos que no sólo hacían más grata la vida, sino que dieran testimonio de ellos a las generaciones futuras. Muy a diferencia de esta época donde la fugacidad, la prisa, la obliteración son quienes rigen las actitudes que van creando patrones culturales cada vez más marcados por lineamentos de la sociedad “moderna” en donde las grandes industrias han hecho creer que es mejor consumir un agua embotella, que el agua proveniente de los manantiales.

Hay momentos en que llegamos a sentir que todo el concepto de riqueza que maneja nuestra civilización moderna, dada por la vocación del mercado que estimula un consumismo que puede llegar hacer adictivo, generando mecanismos de represión en torno a la idea de ser pobre, va encubriendo en realidad una sima de pobreza humana casi indescriptible. Y que a menudo las principales víctimas de ese tipo de pobreza son los sectores sociales con capacidad de seguir los dictados de la publicidad, las letanías de la industria, los mandamientos que proveen las pantallas de televisión, los programas de modas y los mil altavoces del capital que dictan su evanescente ley cada día. En un mundo en donde el que más acumula es quien más oportunidades tiene, en donde la importancia de la individualidad prima por encima de lo demás, en un mundo donde más importante es el desarrollo tecnológico e industrial que la conservación del habitad natural, hace falta que se empiece adoptar otro modo de vivir, en donde la clave este en ejercicios de la voluntad , de la alianza de la inteligencia con la necesidad de belleza en lo espiritual, anímico y físico, del uso del arte, del sentido práctico con la capacidad de soñar, del pensamiento profundo que es la sensibilidad y la imaginación, para que así sea posible sacar toda la verdadera riqueza escondida que está en cada integrante de la sociedad.