Denisse Fuentes DENISSE FUENTES La dieta de la muerte «Soy anoréxica y esta es mi historia» • • •• •• •• • • ••
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Denisse Fuentes DENISSE
FUENTES
La dieta de la muerte «Soy anoréxica y esta es mi historia»
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bio, hay otras que son SCII(,;illoIllCIII 'm El maltrato y la descalificación
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Unas extrañas vacaciones
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a los que me sometían
por mi sobrepeso eran constantes. Quizá creían que siendo
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duros () más drásticos iba a seguir mejor sus dietas, pero yo era pequeña y me angustiaba,
me gustaban las golosinas y
los dulces, solo que para mí estaban prohibidos.
Recuer-
do, de manera muy vívida, una frase que un nutriólogo decía, con voz golpeada, como si fuera una sentencia:
me
«[Tú,
no puedes ni oler los dulces, no puedes ni olerlos!», recal-. caba. Hasta el día de hoy siento el tono de su~ palabras. Yo no decía nada, soloacataba, bía el sufrimiento
asentía con la cabeza y perci-
de mis papás y también el miedo de que
alguno de los diagnósticos amenazantes se hiciera realidad. Ahora entiendo que quizá por eso, muchas veces apoyaron esa dureza con la que me trataban.
Creían que era
una forma de cuidarme. Pero no los culpo, nadie les enseñó cómo ser papás y, en su afán de que no ocurriera
lo
peor, hubo veces en que también ellos fueron muy crueles.
HABÍA
SIDO
con la Nari
UN FIN DE AÑO MUYAJETREAUO,
nos habíamos preocupado curso. Yo era la presidenta
de las presentaciones
finales del
y me sentía muy orgullosa de
mi cargo, quería hacerlo bien, así que nos juntábamos
du-
rante tardes enteras ideando una y mil formas de sorprender a nuestros compañeros.
Como casi rodos los afios.sme
había ganado el premio al esfuerzo. Me enorgullecía obrenerlo, casi siempre era por el área deportiva. La Natí solía' decirrne que los iba a dejar a todos éhicos e iba a ser la futura atleta de Chile: yo me reía mucho de sus gracias. Me daba especial satisfacción ver la alegría en el rostro de mis papás; era lo mejor que me podía pasar. De alguna forma sabía que era.mi deber rerribuirles todo lo que hacían por mí, aunque también sentía que nunca lo encontraban
sufi-
ciente. Esas vacaciones casi no vi a la Nari: ella se fue con su familia a principiog del veranoy ~
yo en.febrero con la mía. .
Recuerdo que ese enero no rcrrnina lia nunca sin la Nari, con un calor insoportable,
,
I di
estaba aburrida
y además
an-
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comer, Miraba mi cena con indiferencia, mente y observaba
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la recorría lenrn-
cada alimen,to con extrañeza,
como si
fuera de piedra o cartón: la ensalada, el pescado, la manzana, el vaso de bebida lighr. .. Luego, volvía a empezar: la , ensalada, el pescado de nuevo ... No había respuesta, esta contemplación
me producía cero estímulo.
Debo aclarar que, aunque no me gustara la dieta, cuan-
rente. Estaba más liviana, como si pudiera caminar en el aire y
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menos pena, con menos rabia. De hecho, esas
sensaciones desaparecieron
... Esa. noche pude conciliar el
sueño. Pasaron los días y losmeses.
Empecé a volverrne una
persona muy solitaria, sin la risa fácil que me caracterizabao De mi única amiga, la Nati, también me había alejado mucho. Ya casi no le contaba mis cosas, ¿cómo ser sincera
do llega ban Jas horas de las comidas siempre sentía mucha '
con ellar, ¿cómo tratar de explicar lo que me estaba pasan-
hambre. No m~ demoraba nada en vaciar el plato. En carn-
do si ni yo misma lo entendía? Ella notabaalgo
, bio ahora era tan raro ... Por más que mirara la bandeja varias veces, nada me daba ni el más mínimo apetito. De pronto,
la extrañeza
se convirtió en rechazo. Sentí odio,
taba de conversar
conmigo,
de acercarse,
Debo reconocer que la Natifue
de eliminado,
final por recuperar
de hacerlo desaparecer.
Quería desahogar-
pero no había
caso, estaba súper cerrada .. Así fue como de a poco me fui quedando
asco por ese plato de comida y unas ganas indescriptibles
raro y tra-
sin amigos.
la única que luchó hasta el
y sostener nuestra amistad,
pero no
me de alguna manera por todas las cosas que me estaban
pudo frente a un enemigo desconocido ... «¿Qué pasa con
pasando yque en ese momento no entendía ni podía corn-' ,
la Denisse?», estoy segura de que se preguntaba
partir con nadie.
vez con tristeza. Seguramente
Como una autómata,
me levanté, tomé el plato y, sin
una y otra·
pensaba que ya no le tenía
confianza y, al final, pese a sus esfuerzos, la relación termi-
da, hasta me las arreglé para cortar la fruta y hacerla des-
nó por debilitarse. De esta etapa también recuerdo lo frustrada
aparecer por el water. Cuando estuvo listo mi «trabajo»,
sentía por mi bajo rendimiento
iimpié todo minuciosamente
bía pasado y tenía pocas armas con qué enfrentado.
A
de lo que había hecho. ¿Estaba Jaca? Era como si estuviera
menudo,
de
poseída y todo lo que hacía, de algún modo, me lo dictaba
alien~o cuando estudiábamos
esa otra persona que ahora vivía en mí. Al terminar, mis ojos se fijaron de nuevo en la bandeja
en vano. Una vez, mientras estáhamos sentadas en su cama con-
ahora vacía, y en el baño que estaba como si nada hubiera
versando, no aguantó más y me dijo: «Denisse, ¿no te das
ocurrido. Me sentí satisfecha, un tipo de satisfacción dife-
cuenta lo triste que estoy? Las cosas entre nosotras ya no
pensar, fui a tirarlo al baño. Vacié la bebida, luego la comi-
para ocultar cualquier huella
la Nati trataba
que me
académico. Nunca meha-
de motivarme
con palabras
juntas, pero sus intentos eran
1\1 principio pasaba (k tanto en, tanto, cuando son
COIllO
eran, E~t¡\lll()s muy
pa~a nuestra
amistad
que te molestó?
distunciudns
se deteriora
¿H,lS perdido
pidió que por favor ledijera
y '"da día
más. ¿He hecho algo
la confianza si
que
ITIC
en mí?". Me
estaba pasando
algo
con elln, que me quería tanto,
grave pues cornparriéndola
la caiga no sería tan pesada y así prometía
ayudarrne
en
lo que fuere.
cupación,
recuerdo su carita angustiada
y su preo-
me cuesta entender cómo en ese momento pude
ser tan dura, cómo no me derrumbé sinceridad. Me había convertido
arire su calidez y su
en una pared impenetra-
ble, no confiaba .ni en mí misma, ni siquiera fui capaz de responderle
una palabra. Tampoco algo que l~ hiciera ver
escalofríos ... Después,'cmpezóahacerse
cotidiano: bajaba
las escaleras, subía con la bandeja a mi cuarto e iba directamente al baño. Si'no lo hacía.no podía conciliar el sueño; Esa «ceremonia»
era mi única forma de desahogo. Ya no
hablaba casi con nadie y me v~lví una persona muy silensación' de tranquilidad
y raro
bienestar
la sen-
que embargaba
después de cumplir mi rito. Tanto fue así que necesité hacerlo con más y más frecuencia: primero,
una vez al día,
luego, siempre que podía, una y otra vez, hasta perder el control... La; pocas ocasiones en que debía cenar con mi papá y
lo mucho que 'la quería y lo difícil que era para mí verla ~an
la Carola eran una tortura: simplemente
apenada. Así fue, ella no pudo disimular su tristeza y yono
a logrario. Esos días'eran terribles, ni bien me enteraba de
tuve ninguna reacción visible, ni siquiera intenté confortar-
que habría una cena famili~r no paraba de llorar. Recuer-
la como hubiera hecho en otro tiempo. ¿Es que me había,
do que ponía la música a todo volumen y lloraba, lloraba,
convertido
lloraba hasta quedar agotada. Quería ami mamá, un beso
en un monstruo
insensible ante mi mejor ami-
ga?, ¿ tan grave era mi secreto, tan inexpresable
sentía que no iba
que estaba
de ella, solo pedía un beso, una caricia, saber que.estaba
dispuesta a sacrificar esta hermosa amistad? Por supuesto
presente, que volvería a estar conmigo y que había sanado,
,
I
que me dolía en el alma ver a la Nati así, pero ese dolor
En el fondo, también deseaba que mi papá notara que algo
llegaba lejano, como de otra vida y, en ese momcnto.ino
no estaba bien, era una actitud contradictoria,
era capaz deexpresarlo.
otro lado me esforzaba en pasar desapercibida.
Sentía que, extrañamente,
no me
estaba permitido revelar mi secreto. Es importante (t.
día más, y antes de que llegaran las ganas de escapar y los
ciosa, pero eso no me molestaba: era indescriptible
Hoy,cuando
no po-
riva para canalizar sensaciones L1S
Todo era
confuso: tenía conciencia de la situación en la que ellos es-
recordar que, en cierta forma, me sen-
tía, aliviada: había encontradouna
porque por
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