Culturas Precolombinas y Muralismo Mexicano

Arte y Estética Cultura Amerindia y Muralismo Mexicano I. Entorno precolombino A pesar de no disponer de la tecnología

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Arte y Estética

Cultura Amerindia y Muralismo Mexicano I. Entorno precolombino A pesar de no disponer de la tecnología con que sí se contaba en el mundo occidental, las culturas precolombinas tuvieron descubrimientos y avances científicos asombrosos. El arte, en tanto, no fue una excepción. Por ejemplo, en la fabricación de elementos para adorno personal, hacían grandes trabajos con incrustaciones de jade u obsidiana en Mesoamérica o trabajos de orfebrería de enorme belleza. Lo particular del arte precolombino es que, si bien tiene características claras que lo diferencian, poseen, a su vez, una fuerte ligazón con lo espiritual, lo religioso y lo mitológico a través de sus simbologías. Esta era su forma de entender la realidad y este el camino para expresarlo. Ese mismo camino es el que une a las culturas de Mesoamérica y las andinas, aun cuando cada una mantiene sus particularidades. Si bien, a grandes rasgos se puede hablar de tres imperios: el maya, el inca y el azteca; pero existen más culturas que dejaron su huella y que pueden verse, aun hoy, más de 500 años después de la llegada de los españoles al continente americano. Mesoamérica En Mesoamérica, el pueblo olmeca es el primero del cual se encontraron rastros de haber conformado una sociedad bajo un orden religioso, político y social. Se ubicaron en al sureste de la actual Ciudad de México y brillaron entre el 1200 a.C y 400 a.C. Desarrollaron grandes esculturas que van desde las grandes cabezas olmecas a esculturas de menor tamaño, de cuerpo entero y con incrustaciones en jade. Se cree que fueron los iniciadores del juego de pelota, luego muy popular en la posterior cultura maya. En el valle central de Oaxaca, más al sur de la región olmeca, se ubicaron los zapotecas. Conocidos como los hombres de las nubes, levantaron la enorme ciudad de Monte Albán, de 40 km2, centro social y cultural de los zapotecas. Monte Albán está instalado en una montaña de 400 metros de alto que está en un valle, a 1500 msnm. Según los investigadores, su dominio se extendió desde el 500 aC hasta 1520 dC. Asimismo, sitúan cronológicamente su época de esplendor entre el 300 y el 750 de nuestra era. La ciudad tenía 30 mil habitantes. La ciudad contaba con una serie de edificios, algunos religiosos y otros sociales, como el sitio dispuesto para el juego de pelota, y una gran extensión libre. Al margen de la arquitectura, basada en edificios talud tablero, la escultura de adorno solo fue hallada en las tumbas. Fue coetánea de Teotihuacan y se cree que recibió muchas influencias de su cultura. Teotihuacan se ubica al norte del actual DF. Existen datos que dan indicios de que entre los años 100 y 250 de nuestra era, hubo una migración importante de personas hacia Teotihuacan. La ciudad llegó a tener 80 mil habitantes y debió estructurarse y ordenarse para poder sobrellevar el gran crecimiento poblacional. Entre el 450 y 650, Teotihuacan alcanzó su máximo esplendor y se

Arte y Estética cree que vivían, en sus 24 km2, unos 250 mil habitantes. Al día de hoy, se han hallado evidencias de 2600 edificios en Teotihuacan. Los edificios, como en el resto de la cultura mesoamericana, tenían un fin principalmente políticoreligioso. La diferencia de Teotihuacan con las anteriores es que sus edificios se han hallado en buen estado de conservación. Incluso hoy en día, se pueden observar que los muros de los edificios eran pintados y adornados con murales y relieves, en su mayoría, con vivos colores que lograban a partir de flores y plantas, de preferencia el rojo. En Teotihuacan, además, se encontraron dos pirámides y se las llamó La pirámide de la Luna, de 42 metros, y la Pirámide del sol, de 63 metros. Se cree fehacientemente que en la cima de ambas pirámides había sendos altares adornados con oro en ofrenda al sol y a la Luna, altares que desaparecieron, presuntamente, tras la llegada de los españoles. El Obispo español Zumárraga fue quien ordenó desmontar el templo en honor al sol en el s.XVI. Al lado de la Pirámide de la luna está el Templo de Quetzalcoatl, la parte más importante de este conjunto de edificios y el edificio más restaurado de la ciudad. Una vez colapsada la cultura teotihuacana, de cuyo fin se desconocen las causas, el pueblo que irrumpió fue el de los toltecas. Se instalaron en el actual estado de Hidalgo y llamaron a su ciudad Tollan o Tula. La ciudad llegó a tener 12 km2 y 60 mil habitantes. La arquitectura tolteca es de menor envergadura que sus predecesores, pero se caracteriza por aportar soluciones técnicas hasta el momento desconocidas, como el uso de columnas en forma estructural. Mayas La civilización maya alcanzó su apogeo entre el año 300 y 900 dC., desarrollando tradiciones artísticas que provenían de las anteriores culturas, enriqueciéndolas con sus propios aportes. Fueron una civilización que ocupó gran parte del actual México, Guatemala y Belice. Sus ciudades se cuentan por decenas y las más monumentales son visitadas, hoy, por cientos de miles de turistas al año. Las ciudades mayas eran, en verdad, complejos arquitectónicos-escultóricos que englobaban edificios, pinturas murales, estelas y altares, con una finalidad religiosa y social, manejadas, lógicamente, por el poder político. Tikal, Copán, Uxmal, Tulum, Bonampak, Palenque y Chitchén Itzá son algunas de las ciudades más emblemáticas y monumentales de los mayas. Qn Palenque, quizás la más grande y bella de todas, se encontró una tumba intacta. Corresponde a Pakal y, actualmente, puede verse su reproducción en el Museo Antropológico de la Ciudad de México. Los edificios para los juegos de pelota más grandes se encuentran en las ciudades mayas. Aztecas Desaparecida la hegemonía tolteca, se abrió en mesoamerica un periodo que los arqueólogos llamaron chichimeca. En esta ápoca, entre el 1150 y 1370, hubo una migración de gente que, llegada desde el norte, se instaló en diferentes lugares de lo que hoy es el centro del DF. Los aztecas, hábiles guerreros, dominaron rápidamente la zona que estaba ocupada por poblaciones aisladas y menos evolucionadas socialmente. Así, se agruparon, se organizaron y dominaron.

Arte y Estética El pueblo azteca fue de corte imperial y conquistador. Por eso, fue alcanzando dimensiones cada vez mayores, al igual que el descontento de sus sometidos. La obra artística de los Aztecas es enorme, no solo por su tamaño sino también por su belleza. Fueron grandes arquitectos y levantaron edificios de gran belleza que, lamentablemente, por los sismos que sufrió la región y el empeño español por erradicar la cultura del conquistado, no quedó más que en maquetas, dibujos o pinturas. También se dedicaron a la orfebrería y a la cerámica. Además, como el resto de los pueblos mesoamericanos, utilizaron la pintura mural. Repitieron los motivos místicos, metafísicos y religiosos. Pero, también, desarrollaron esculturas que demuestran su avanzado estudio astrológico, como la Piedra del Sol o calendario azteca.

Cultura Andina Por su parte, en el territorio hoy ocupado por Perú, las primeras manifestaciones de las que se tiene rastro pertenecen a las poblaciones de Chavín de Huantar, quienes desarrollaron una gran arquitectura, entre los años 900 y 200 a.C., a 460 km al noroeste de la hoy Ciudad de Lima y a 3000 msnm. Los edificios están construidos de piedra granito y siguen una arquitectura monumental, recargada con grabados y bajorrelieves. Los templos tienen una estructura piramidal y se han levantado por etapas. Como en el resto de las culturas precolombinas, el arte Chavín está íntegramente plagado de simbolismos. En Perú, también estaba Paracas y Nazca en la costa pacífica del sur y en el área desértica. Y la cultura mochica, chimu y Lambayeque, en la costa norte. En las representaciones artísticas de Nazca (100 aC – 700 dC) se repiten patrones de anteriores civilizaciones andinas: producciones textiles y mucha cerámica policromada. Sin embargo, el rasgo diferenciador de Nazca son los geoglifos, un imponente conjunto de líneas y dibujos sobre la superficie con los mismos motivos de la cerámica, realizados entre el 550 y el 650 de nuestra era. Su objetivo, aunque incierto, porcría haber sido como ofrenda a los dioses alados que podían volar y observar, desde el aire, los dibujos. En tanto, en el territorio que hoy es Bolivia, se desarrolló la cultura tiahuanaca. La Civilización de Tiahuanaco se inició entre los años 1500 y 1400 aC. Y se extendió hasta el 1100 dC. De esta civilización quedaron trabajos textiles, en cerámica y en bronce, además de una gran obra arquitectónica. Muchos de sus edificios tienen una orientación astronómica. Entre los años 1438 y 1533 brilló el imperio incaico. El pueblo inca fue heredero de una vasta tradición artística. Los incas se valieron de las culturas anteriores y practicaron un sincretismo que les permitió identificar su propio arte, el que expandieron en todo su imperio. La arquitectura inca se caracterizó fundamentalmente por el uso magistral de la piedra. Construyeron palacios, templos y fortalezas. Obras monumentales. El paradigma de esta expresión es Machu Picchu.

Arte y Estética II. Muralismo Mexicano Alrededor de 1874 el México Independiente empezó a cosechar frutos concretos, producto de un serio, prolijo y bien fundamentado interés en el arte. Ida Rodríguez Prampolini señala que, en ese tiempo, el país no sólo intenta manejar elementos europeos (que fueron el fundamento del arte de la colonia, si bien quedaron confirmados casi exclusivamente al arte religioso) sino que, apropiándoselos, a través de ellos, se universalizaron los valores mexicanos. Por entonces, los pintores Julio Ruelas (con sus pinturas sobre muerte, fantasma y cadáveres) y José Guadalupe Posada (calaveras, miserias y errores políticos) forjan un camino que incidirá en los futuros muralistas mexicanos. A ellos los heredaron los muralistas que, en el SXX darían rienda suelta a su arte. Hacia comienzos del siglo XX había en México un malestar popular producto de la forma en que estaban distribuidas las tierras. Luego de la conquista, existían grandes extensiones en poder del clero, que no eran explotadas; tierras otorgadas a los españoles para ser cultivadas; y pequeñas parcelas para los pueblos indígenas, que eran comunitarias y que su nivel de producción no alcanzaba para satisfacer la demanda interna de alimentos. Estas condiciones fueron, no las únicas pero si las fundamentales, las que llevaron a la revolución de 1910, encabezada por Francisco Madero y en contra del presidente Porfirio Díaz que llevaba 30 años en el poder a base de elecciones fraudulentas. Estuvo caracterizada por las demandas sociales y populares. Duró 11 años y, aun con sus idas y venidas, dio lugar a la organización de un gobierno democrático. En referencia al arte y a partir de 1920, coincidente con las nuevas expresiones artísticas de América Latina, surge en México el muralismo. El muralismo mexicano es un proyecto artístico y político que utiliza los muros para plasmar en imágenes la ideología de un gobierno que nace a partir de la revolución. Es un proyecto que viene del Estado, y tiene a José Vasconcelos como uno de sus impulsores. Vasconcelos llega en 1920 al rectorado de la Universidad de México. Desde allí desarrolló la federalización de la educación pública y comprometió la cultura y la educación con la revolución. Más tarde pasó a la Secretaría de Educación Pública, desde donde generó la infraestructura necesaria para que artistas e intelectuales hagan de la cultura y el arte bienes sociales. Su temática es fuertemente ideológica. Revaloriza la cultura indígena, pero no es únicamente heredero del muralismo indígena sino, también, de lo transitado como colonia y como país libre. El muralismo mexicano creó una pintura culta, monumental y popular. Recorre un camino que va desde la glorificación inicial hasta la controversia final. Y tiene en Diego Rivera, Clemente Orozco y David Alfaro Siqueiros a sus máximos exponentes. En este movimiento, hay un sincretismo cultural del mundo americano: utiliza la técnica y el lenguaje pictóricos occidentales, pero con un deliberado énfasis antioccidental, al servicio del nacionalismo mexicano y de la reivindicación del pasado indígena. El carácter monumental y la virulencia descriptiva de Rivera, desplegada en los muros de edificios públicos, principalmente en el Palacio Nacional, alcanzan una grandeza no conocida hasta entonces en América Latina. Frente a ella, la rotundidad e intensidad trágica de Orozco, son el

Arte y Estética punto culminante de este período. La obra de Siqueiros, comprometida con la política revolucionaria al igual que su autor, fue objeto de grandes controversias. Diego Rivera (1886-1957) En 1922, se integra al programa muralista de José Vasconcelos y pinta por mas de cuatro años gran parte del patio del Ministerio de Educación Pública. Un total de 124 frescos que le dieron súbita fama al muralismo y al autor en América y en Europa. Es a partir de ese momento que el pintor parisino de estudio se transforma en el pintor mexicano que conocemos, hallando su tema épico: el pueblo mexicano. Rivera es el más indigenista de los tres. Su pintura propone otra lectura del pasado. Es la conquista vista por los que sufrieron. Reescribir la historia y reconciliar la tradición precolombina con la historia moderna son sus grandes temas. Tiene una visión idealizada del indio muerto, no así del vivo. Su historia plástica en el muralismo mexicano comienza con “La Creación” (1922-1923), mural en la escuela Nacional Preaparatoria, antiguo colegio San Ildefonso, en la ciudad de México. El tema de la obra es el origen de las ciencias y del arte: expresa la fusión de las razas, muestra de ello es que integra la cruz católica con la indígena. Armó un discurso histórico que respondía al marxismo-leninismo. Fue militante en el Partido Comunista, más tarde en el troskysmo, para retornar al Partido Comunista finalmente. Resalta al obrero como motor de la revolución por sobre el campesino. Durante su estancia en Estados Unidos, pinta murales en California y luego en Detroit. Allí es acusado de utilizar elementos pornográficos y de plasmar ideales comunistas. También se le reprobaba dar lugar en el mundo de la cultura al obrero y a la industria. “Alegoría de California” (1931), mural en la San Francisco Pacific Stock Exchange Tower. Las figuras humanas están representadas destacadas personalidades californianas, como la campeona de tenis Helen Wills Moody, el biólogo Luther Burbank y el buscador de oro James Wilson Marshall. En Detroit, pinta en el Instituto de las Artes de esa ciudad un ciclo de murales titulados “la industria de Detroit” u “Hombre y Máquina”. En Nueva York, realiza un boceto del mural “El hombre en encrucijada, mirando esperanzado a un futuro mejor”. Comenzado en 1932 y destruido en 1934, luego de negarse al pedido de Rockefeller Jr. de eliminar del mural el retrato de Lenin y de otros referentes del comunismo. Decepcionado, regresa a México donde y realiza en el Palacio Bellas Artes una nueva versión muy similar del mural neoyorkino, bajo el título “El hombre controlador del universo” (1934). José Clemente Orozco (1883-1949) Tal vez estéticamente, es el más valioso de los tres. No es ni indigenista ni hispanista. “La teoría de que México es indígena, español o mestizo para definir nuestra nacionalidad es falsa”, dijo. Rescata el valor del hombre. El núcleo duro de Orozco es el sufrimiento de la humanidad. Pinta figuras fantasmagóricas, grandiosas, realidades crudas u obscenas. Crea su obra no sólo como artista sino como hombre. De esa conciencia nace su destreza para observar la realidad. Lo apasionaban la libertad, el bien, la justicia, la nobleza. En la desesperación de Orozco hay ansiedad de servir. Padece los dolores de su pueblo y los supera con ironía. En sus obras desfilan personajes heroicos, vanidosos, mártires, idealistas, diabólicas bestias. Utiliza mucho gris imitando la piedra.

Arte y Estética Su obra máxima está en Guadalajara. En la cúpula de la capilla del Hospicio La Cabaña pintó “Naturaleza del hombre”, 1938-1939. Confiando en la improvisación se valió solo de pequeños apuntes para dibujar las imágenes. El hombre en llamas, que de cerca parece cortado, se alza con maravillosa grandeza. Las cabezas, de casi dos metros y medio, las pintó con enormes pinceladas que resumen su pasión. “El hidalgo”, 1937, en el Palacio de Gobierno de Guadalajara. Orozco arroja una mirada amarga y furibunda del hombre atravesado por una bayoneta, que extendiendo los brazos como alas, se abre paso entre los cuerpos. Tiene una visión trágica de los problemas sociales de la época y a la vez una visión lúcida y amarga. Entre 1922 y 1927, en la Escuela Preparatoria, pinta “Trinchera”, “Ricos y pobres”, “La huelga”, “Destrucción del viejo orden”, “maternidad”. En estas obras se ve como lleva lo popular y la tragedia de México a la expresión monumental. Acepta como un hecho los padecimientos del pueblo mexicano y los registra en su pintura. En su sarcasmo no hay resentimiento ni venganza, tampoco tristeza reaccionaria. Es un conocimiento en profundidad que nace del respeto a lo humano. No tuvo inconvenientes en expresar sus desacuerdos con lo que consideró debilidades de la revolución y con lo peor de la cultura occidental. “No hay mas ruta que la nuestra”, había declarado Siqueiros sobre el movimiento muralista mexicano. Pero Orozco se fue apartando de él rehuyendo lo que consideraba como folklórico y demagógico del movimiento y prefirió dar libre curso a su sentido del sarcasmo y a su visión trágica del mundo. Podría decirse que toda la historia de México hasta entonces está en Orozco: la precolombina, la conquista y la reforma con la revolución mexicana. David Alfaro Siqueiros (1896-1974) No se puede hablar de la obra de Siqueiros sin referirse a su actuación social y política. Sus valores estéticos se encadenan con su clero ideológico. Fue secretario del Partido Comunista. Para Siqueiros lo importante es el obrero. Todo lo que viene del mundo indígena es negativo, al igual que lo hispánico. Fue el más barroco en el muralismo. Revolucionario desde el punto de vista técnico. La innovación en la técnica pictórica y en el uso de materiales, fueron la punta de lanza de su obra. Las imágenes del artista durante el proceso de trabajo fueron una constante. Utilizó a la fotografía como apoyo técnico en sus creaciones. En 1933 llega a Montevideo y funda la Liga de escritores y artistas de Uruguay. Utiliza por primera vez el duco y la piroxilina. La pintura al duco da un acabado satinado, muy fino. Sólo se emplea en madera, maderba o tripley utilizando soplete. La piroxilina es un barniz sintético derivado de la celulosa con cualidades plásticas, utilizado principalmente en la industria automotriz. Para su aplicación utilizaba una pistola de aire. Debido a su consistencia de baja viscosidad, la piroxilina le permitía crear formas caprichosas, accidentalmente controladas, como escurrimientos y burbujas. En Buenos Aires realiza la pintura mural de experimentación cinética “Ejercicio Plástico”. La lleva a cabo en la quinta del periodista Natalio Botana. A su regreso a México polemiza con Rivera sobre los alcances del compromiso político y nacional del arte. Lo critica por no superar las limitaciones del período inicial del muralismo mexicano que era “arqueológico, etnografista, folklorista y primitivo en la técnica y el material”.