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• Fiorella Cucho

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El edificio Interbank En la actualidad en Lima, sobre todo en San Isidro y Miraflores, se vienen construyendo altos edificios para servicios hoteleros, financieros y habitacionales, siendo uno cada vez más alto que el otro. Si uno recorre por el centro financiero de San Isidro en su mayoría se encontrara con grandes moles forradas en muros cortinas con coquetas luces led que por las noches van de un lado a otro, compitiendo además por quien refleja más poder económico y logra ser un edificio de mundo.

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Sin embargo en los límites donde termina el centro financiero y empieza el borde del centro urbano, entre la encrucijada Javier Prado y Paseo de la Republica, se emplaza un edificio diferente, que desde siempre llamo mi atención, aun cuando mi relación con la arquitectura era nula, como cualquier ciudadano de a pie, ese edificio tenía algo o varias cosas que hacía contemplarlo una y otra vez, lograba imponerse ante los otros, además de ser un punto referencial de ubicación. Pues bien, este es el Edificio Interbank, un proyecto del conocido arquitecto austriaco Hans Hollein, ganador de un premio Pritzker en 1985. El edificio es símbolo de modernidad en Lima, ya que tiene una serie de innovaciones no antes hechas, fue construido en una etapa de cambios, de los cuales toma la fuerza de la época del siglo anterior (el brutalismo) y la ligereza de lo que vendría después. El edificio tiene una volumetría interesante, no parece tener ni frente ni fondo, está diseñado por todos sus lados de manera diferente, ya que desde cualquier punto desde donde nos dirijamos podemos observarlo. Su torre de 20 pisos se alza sobre un basamento de piedra andina, donde se encuentran los 5 pisos de estacionamiento y es parte de la herencia incaica, el cual desde mi punto de vista esto es mas parte del discurso de lo realmente perceptible, pero lo que si le da es una apariencia monumental y sólida. Esta torre se despliega como un frente emblemático, sirve como un anuncio institucional y un hito al entorno urbano.

El lado que da hacia la av. Javier Prado tiene una inclinación leve hacia delante de la vía, la cual le da un sentido más dinámico y de movimiento, además de servir como una técnica sismoresistente. La curvatura que sigue las líneas del terreno simulan el desplazamiento de los autos en esos intercambios que allí se dan, ampliando además su presencia en el paisaje, por otro lado esta zona por estar expuesta al sol durante el poniente, por los vientos, por el polvo y el mismo reflejo que produciría el muro cortina al interior, se protege con una celosía de titanio separada de esta primera piel de vidrio mediante soportes y unas pasarelas que hacen factible su mantenimiento, asimismo como forma expresiva le brinda al diseño un importante valor tectónico, al interpretar función y estructura de manera conjunta. En este mismo frente ya en el volumen de siete pisos se alza un volumen vidriado con un atrevido volado de estructura metálica, que sobresale del bloque, este gesto trata de compensar la altura del cuerpo central y también mostrar la imponencia de la técnica empleada. Por el lado que da hacia la av. Paseo de la República el diseño de la torre revela los ejes de las circulaciones como planos verticales, los resalta alternando sus revestimientos, perforaciones y el color, por ejemplo las escaleras de escape se muestran de manera distinta Vista desde Ca. Villaran - Street view a lo realizado hasta ese momento, como una limpia caja roja transparente, que a decir verdades produciría un vértigo terrible y sería una idea casi suicida evacuar por ahí, tanto por la altura y más aun teniendo la vía expresa debajo. En la parte posterior se da el ingreso principal por la calle Villarán, una vía aun de carácter residencial y comercial de menor escala de 2 a 5 pisos como máximo, en esta zona se emplaza un volumen de 6 pisos, cuyas proporción y altura mantienen la escala peatonal del barrio, uno al transitar por allí no se siente minimizado, ni amenazado como sucede en otros edificios de estas características, gracias a los diversos elementos que componen la fachada, tales como: los perfiles horizontales de cristal y las envolventes traslúcidas moduladas por líneas verticales revestidas de titanio marcan un ritmo compositivo y en su interior crea una atmosfera confortable de trabajo. Desde el otro extremo, casi finalizando la calle remata un volumen escultórico forrado en granito que parece salir del suelo y evidencia la forma de un auditorio o al menos algún otro uso importante que quiere manifestar su presencia. Ambos volúmenes antes mencionados se encuentran anexados por el ingreso, otro componente bien diferenciado de vidrio, cobijado por un techo en forma de peine que parece contener la inclinación del volumen de granito. Finalmente, si recorremos los espacios al interior sentimos que éstos no solo te conducen visual y peatonal a sus respectivas dependencias y circulaciones, sino te acompaña con

distintas perspectivas, Asimismo, ya sea por sus proporciones, su iluminación, el empleo de los materiales mantiene una coherencia visual y tectónica que luce el proyecto tanto el exterior como en el interior. Gracias a que el Edificio Interbank sigue un sentido lógico en su estructura de concreto, tenga una adecuación a su entorno, el uso jerárquico de los componentes de su planteamiento, el manejo creativo y útil de los materiales lo hacen un proyecto coherente, con una identidad simbólico-formal, con un valor urbano y un atractivo estético que perdure en el tiempo llevándolo a ser considerado un legado arquitectónico. Ahora queda preguntarnos si realmente confundimos, en los proyectos que se vienen construyendo, ser edificios de mundo (nivel de calidad), con hacer un edificio repetible en cualquier parte del mundo, ya que no se adapta al entorno y lo que prima es la imagen corporativa de poder que se quiere dar, ese es el panorama urbano fragmentado, poco legible ante apabullantes tótems sin identidad esparcidos por la ciudad, esa es la imagen arquitectónica y urbana en conjunto que buscamos, o simplemente ya estamos anestesiados de verlos y los aceptamos como parte de nuestro entorno urbano ya que los consideramos símbolo de prosperidad y modernidad.