Ciudad Paranormal I

JorDan Ramírez 2014 Pasco Publica Digital Todos los contenidos del presente libro están debidamente registrados en e

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JorDan Ramírez

2014

Pasco Publica Digital

Todos los contenidos del presente libro están debidamente registrados en el Registro de Propiedad Intelectual, bajo la autoría de JorDan Ramírez bajo su nombre real. Está prohibida la reproducción total o parcial de la obra sin previa autorización del autor, según el real Decreto Legislativo 1/1996 del 12 de Abril. Contacto:

www.facebook.com/JorDan Ramirez www.facebook.com/Naturalistas Esotérica [email protected] © Naturalistas Esotérica © Pasco publica Digital Editores S.A.C. Febrero, 2014

Diseño y diagramación Pasco Publica Digital Digitalizado en el Perú Cerro de Pasco Teléfono: 063-330186 Móvil:

981650028

Email: [email protected] Facebook: www.facebook/Jordan Ramirez www.facebook/Naturalistas Esotérica

El logotipo y todos los elementos de la contratapa son de propiedad del grupo de investigación de “Contacto Paranormal” Algunas de las fotografías e ilustraciones para la composición de este libro han sido empleadas de diversas páginas de internet de dominio público en buscadores

Al equipo de investigación de “Contacto Paranormal” - 2013 Christian Quiroz Marco Casquero Jefferson Montalvo Jhennifer Inocente Denis Poma Katty Luis Rocio Aliaga Lizbeth Auris

Introducción No habré de narrar nada que no haya vivido, ni trataré de verter mucha fantasía a excepción de nombres y algunos lugares para proteger la identidad de personas y todo aquello que deba ser guardado de la naturaleza humana. “CIUDAD PARANORMAL I”, es una corta colección de historias que han sido recogidas durante algunos años; pero a diferencia del trabajo que realizan los recopiladores, las líneas siguientes son el resultado de viajes, entrevistas y testigos. Todo el contenido está basado en testimonios que van desde familiares directos, vecinos, hasta amistades lejanas de las personas de las cuales he tratado de plasmar sus vivencias. Si bien he encontrado muchas historias, aquí les presento las que más pruebas de realidad o de posibilidad han mostrado, ya que recorrí casi en su totalidad los escenarios y las calles sobre los cuales he tratado en el presente libro. Al escribir estas líneas he intentado el estar dentro de lo posible, sujeto a cada palabra, testimonio y forma de narrar los hechos de cada uno de aquellos quienes me han acercado un poco más a cada relato, es por ello el lenguaje sencillo y hasta a veces demasiado natural, alejado de los adornos y recursos propios de la literatura. El contenido vertido aquí es en gran parte de escritos y grabaciones. Al iniciar las primeras investigaciones y entrevistas para escribir “CIUDAD PARANORMAL I”, las miradas de los amigos cotidianos y conocidos cambiaron repentinamente, quizás especularon que estaba cerca a la demencia o algo similar; en contraposición conocí muchas personas, voraces todas ellas, por compartir aquello que no se atrevían a narrar libremente por mantener lejos de ellos a la incredulidad. Es por ello la dedicatoria de este libro, porque de algún modo compartimos ese bizarro gusto por lo paranormal, por que abrimos la mente a la posibilidad de que exista algo más allá de todo lo aceptado, y nos sumergimos en la investigación, la experiencia… y sobrevolamos por encima del método aprendido que encierra los conocimientos en fronteras visibles El último relato (Mujer diablo) no debería formar parte de “CIUDAD PARANORMAL I”, porque el escenario donde se desarrolló fue un pueblo cercano; pero lo incluí porque al realizar la investigación no encontré diferencia entre la realidad y la posible fantasía, por las múltiples pruebas y locaciones aun existentes hasta el día de hoy. JorDan Ramírez Martes 18 de febrero del 2014

Índice

Página

Introducción…………………..………………………………………………………...…… 6

CIUDAD PARANORMAL I

Promesa sin tiempo…………………………………………………………………..... 7 Un “condenado” en casa ……………………………...................................19 Demonios en “la doble”……………………………….…….…………….…... 32 La fortuna del muerto………………………………………............................ 39 Julissa en el camino…………………………………………………..………… 43 Gatos fúnebres………………………..…....................................................... 50 Madrugadas en el cementerio……………………………………………….. 54 Mujer diablo………………………………………………………..…………...... 59

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PROMESA SIN TIEMPO

* Es difícil el relatar la historia de alguien con quien hemos compartido muchos días en el pasado, más cuando se siente la nostalgia y las viejas preguntas retornan a pintarnos las posibilidades de alguna oportunidad perdida, que quizás hubiera cambiado el final de aquellos días durante los cuales se escribió su historia.

Hace algunos años, cuando ya habíamos adquirido una forma de vida casi rudimentaria, teniendo come el eje central de nuestras vidas las inconstantes clases en la universidad local; habíamos formado un grupo muy sólido, cuatro amigos, que no solamente compartíamos lo que nos ofrecía la vida universitaria, sino que más aun la vida fuera de ella, ya que existía entre nosotros una amistad que parecía trascender muchos años atrás, pues conllevábamos muchos aspectos en común y más cuando se trataba de salir en búsqueda de aventuras y diversión, gustábamos del rock en todas sus formas, caminar por las calles, el ir fuera de la ciudad sin ningún motivo y las tardes y noches de discotecas. Fue en una de aquellas noches en que Víctor reconoció entre “el mar negro” de un concierto, a un grupo de sus amigas de la escuela secundaria, las cuales no tardaron en hacer crecer el grupo de cuatro que formábamos; la noche se hizo madrugada mientras los excesos se hacían cada vez más presentes, yo como siempre prefería el conversar mucho y alejarme de las bebidas alcohólicas, además de que aquello de bailar y de hacerse al gracioso se lo dejaba a los demás. Aquella noche mientras me encontraba sentado en la barra y trataba de que no notaran la soda que llevaba entre las manos, se me acercó Miriam una de las que formaba parte de las amigas de Víctor, se acomodó en un banco alto junto a mí y estuvimos como una hora compartiendo unos cigarrillos, una gaseosa, algunas canciones y muchas historias cortas.

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Días después los encuentros de ambos grupos eran casi frecuente, ellas gustaban de muchos lugares que nosotros frecuentábamos (como el billar y los juegos de vídeo…) y a nosotros nos agradaba su compañía. Una tarde Miriam llegó hasta nosotros, sola y muy moleta, molestia que después se convirtió en lágrimas, al parecer ella y sus amigas habían tenido un problema el cual había terminado con su amistad, -cosas de mujerespensábamos, no le dimos mucha importancia, más allá de decirle algunas palabras intentando consolarla. Pero desde aquel día ella al parecer encontró refugio y amistad entre nuestro grupo, ya que comenzó a frecuentarnos, pasaba junto a nosotros cuatro muchos días enteros, conversábamos largas horas; lo compartíamos todo hasta llego al punto de abandonar los salones de su facultad e ingresar a nuestras aulas sólo por el gusto de estar entre nosotros. con el correr del tiempo entablo gran amistad con todos los demás del aula, pero ella al parecer tenia predilección por estar casi todo el tiempo junto al grupo del cual yo formaba parte; para nosotros ella era alguien que nos limitaba un poco el compartimento exagerado, brusco de trato y palabras que a veces utilizábamos; ella se encargaba de ponernos un límite, nosotros le teníamos un gran respeto; compartíamos tanto que los días en que ella no aparecía por la facultad o por las calles, la buscábamos como si se tratara de uno de nosotros. Aprendió a compartir algunas cosas que considerábamos como nuestras. No le llevó mucho tiempo el aprender a jugar al billar “como todo un hombre”, a humillar a Víctor que llevaba muchos años jugando y no era capaz de ganarle; ella aprendió a tocar la guitarra y a cantar, con el tiempo hasta cambio el estilo gótico que tenía por uno más parecido al nuestro, ciertamente no dejo de utilizar los labiales negros, pero se alejó de toda aquella ropa que incentivaba a la burla (de aquellos de mente limitada que no respetan la liberad de predilección de los demás), por los “cueros oscuros” que denotan poder y respeto; por su parte ella nos enseñó a contar historias y a callar, a mantener las calles limpias y a no jugar como niños, creo que ella es una de las que inicio de manera inconsciente con nuestra Comunidad Naturalista… eran grandes días, en los cuales lo compartíamos todo.

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Por su parte Sus “ex amigas” se nos acercaban a veces, pero no hablaban con Miriam, sólo se limitaban a decir que ella era una bruja, y no como un insulto sino que era una bruja de verdad, buena, pero bruja en fin. Es por ello que comenzamos largas horas de conversación, yo claro incentivado por la curiosidad que me dijera las razones por las cuales le decían de manera tan extraña y que a ella parecía no importarle. Una tarde quizás para darle respuesta a tantas preguntas se apareció con unas cartas, las cuales ella afirmaba las utilizaba para poder ver el futuro y cosas así, nosotros dudábamos de sus palabras, pero le seguíamos el juego. Con los días fuimos compartiendo muchas experiencias y algunas cosas extrañas. Cierto día cuando nos fuimos a un campamento, nos reunimos alrededor de unos leños que desprendían un fuego abrigador y nos pusimos a observar las estrellas, no tardamos mucho en conversar sobre orión y la forma en que los antiguos navegantes la inutilizaban para poder seguir su rumbo exacto. Después los temas de conversación donde intervenían casi todos se fueron poniendo más interesantes y a la vez espeluznantes, hasta el punto en que uno comenzó a hablar sobre la muerte, se dijo mucho y se exageró a veces, pero Miriam no decía nada, parecía estar muy triste, en un momento sólo dijo:

- quisiera estar muerta en este momento -

Nosotros la observamos durante unos segundos, pero después todos lo tomaron como si se tratara de una broma, ella continuo en silencio, a continuación uno a uno fue hablando de lo que “sabia” acerca de la muerte hasta que llegó otra vez el turno de ella; entonces nos miró y hablo un poco, pero antes de concluir dijo: - yo voy a morir algún día pero no me voy a ir sin despedirme de todos ustedes, aun así este sepultada volveré, y todos lo veránEstas palabras pusieron nerviosas a las chicas, pero al grupo les provocó hasta algo de gracia, ya que hasta ese momento me miraban a mi como a alguien extraño por mi afición a lo paranormal.

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Una tarde de feria me encontré con ella de casualidad y recordó las mucho de lo que habíamos vivido, fue muy cariñosa y expresiva como nunca la había visto, hablamos un poco más y quedamos en ir por un café al atardecer, (desde siempre no acostumbro a salir casi con nadie de manera tan personal, pero algo me impulso a acompañarla).

Aquella tarde la pasamos muy bien conversando y caminando sobre la nieve, después del café me retorno un anillo que hacía poco me había ganado en un juego de billas, un anillo muy especial para mí (por aquellos días usaba nueve aros en cada mano), al devolvérmelo me dijo:

- toma, ya me acompaño lo suficiente, ahora te tiene que acompañar a tiDespués se despidió con un beso.

Desde aquel momento no la vi más, ni tuve noticias de ella sino hasta un año después cuando uno de mis amigos del grupo llegó a mi domicilio con la mala noticia de que Miriam había fallecido un día antes. Esto me llenó de una pena que hasta el día de hoy me entristece. (No seré explícito en lo que le ocurrió, sólo basta decir que ella “decidió” ponerle fin a su vida de una manera trágica). Sobreponiéndome un poco a la noticia mi amigo me llevó hasta el lugar en el cual la estaban “velando”, pero cuando llegamos hasta ahí, yo no quise entrar, porque sabía todo lo que había sufrido durante su vida, la forma indiferente en la que la trataban en su familia y en especial sus padres, preferí alejarme, pero cuando apenas dábamos unos paso lejos de ahí, su padre de la manera más natural y como si se tratara de alguna celebración nos invitó a pasar

. -Maldito- pensé y comencé a alejarme por su bien.

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más tarde fuimos a las viviendas de nuestros amigos para comunicar la mala nueva, después entre muchas cosas acordamos no hacernos presentes donde se encontraba ella en esos momentos, todos sabíamos bien lo que ella había sufrido y ciertamente nadie quería recordarla así, preferíamos guardar el recuerdo de aquella chica impredecible, que siempre llegaba con una historia nueva, aquella que siempre vestía jeans oscuros y hacia resaltar más su piel blanca… aquella noche fuimos a caminar por toda la ciudad y terminamos dejando de lado nuestras costumbres y recordarla entre algunas cervezas y escuchando las baladas en ingles que tanto le apasionaba. … Días después que ella fue sepultada en el cementerio de la Ciudad, me encontraba sumergido entre mis cuadernos, porque estábamos en los exámenes finales de la universidad, ciertamente recordaba a Miriam entristecía y no podía concentrarme; casi a las cuatro de la tarde llamaron a mi puerta, y cuando abrí fui sorprendido por Alfredo, un amigo que formaba parte de nuestro habitual grupo de cuatro, él estaba muy agitado, solo alcanzó a pedirme un vaso con agua, el cual se lo alcance de inmediato. Después al parecer más tranquilo me dijo:

- vamos a la universidad Yo me resistí, porque teníamos un examen a las siete de la noche y no quedaba mucho tiempo para estudiar, pero él insistía tanto que al final le pregunte sobre que era aquello tan importante que había en la universidad, entonces me dijo algo que me despertó una emoción desconocida

– Miriam está en la puerta-

Yo no creí en lo que me decía así que se lo hice repetir de nuevo y él con una extraña expresión y muy nervioso me repitió todas sus palabras.

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-No seas gracioso, no juegues con eso- le dije; Pero él insistió tanto que yo tenía que verla. Que al final me apresure en dejar todo y salir en su compañía. No le creía media palabra, pero un poquito de esperanza se había instalado en mí, la posibilidad de que hubiera ocurrido algo y que los días pasados no habían sido sino un mal sueño, o alguna alucinación. Cuando apenas caminábamos unos pasos, una amiga se nos acercó y con el miedo dibujado en su rostro y con voz entrecortada nos dijo: - Miriam esta en frente de la universidad-. Hasta ahí yo supuse que se trataba de una broma, que ambos se habían puesto de acuerdo para llamar mi atención y llevarme hasta algún lugar; pero cuando caminábamos sobre una vereda del pequeño parque y nos faltaban media cuadra para llegar hasta las puertas de la Universidad, casi nos repitieron a la perfección lo mismo dos colegas de la facultad; entonces comencé a buscar una explicación lógica y a tratar de despertarme de aquella vivencia… Mientras tanto continuamos con nuestro camino. Apenas cruzábamos en frente de las oficinas de un Banco, pude observar en la distancia a una joven mujer, vestida de manera poco común; ella llevaba un traje muy negro, su rostro mostraba una piel muy blanca y su cabello largo se veía extrañamente hermoso. Ella estaba sentada sobre una construcción circular que se encontraba ubicada en frente de la universidad

*aquella construcción circular (que con el tiempo adquirió un nombre muy popular entre los estudiantes), era ahí que a falta de un mejor lugar nos reuníamos constantemente, nos quedábamos ahí conversando y planificando que sería de las tardes o donde nos encontraríamos los fines de semana, a veces simplemente era el lugar de reunión de ambos grupos para comenzar a caminar calles abajo.

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Al mirarla quedé muy impresionado, ya que de manera inexplicable comencé a experimentar un sentimiento de paz y casi podía escuchar una melodía lírica, de esas que son dulces pero que suenan cuando se inventa un adiós. Permanecí ahí, observándola por unos segundos, totalmente arrancado del presente. Hasta que la voz de mi amigo, me alentó a seguir adelante, entonces caminamos cerca a aquel lugar como lo hacíamos todos los días, a cierta distancia pasamos en frente de ella y continuamos camino arriba. Cuando nos alejábamos con dirección al hospital, él me dijo:

- ¿la viste? -

Yo incrédulo aun de mis ojos, no le respondí, pero estaba seguro de que era ella, mas no podía creer aquello; entonces muy desconcertados ambos hablamos poco pero acordamos en ir hasta ella, pero mientras nos íbamos acercando, (creo que ambos íbamos sintiendo que no era lo correcto), disfrazamos nuestro miedo con la posibilidad de que tratara de alguien que tenía un parecido extraordinario con ella, quizás sólo era eso lo que llamaba la atención de todos. Apenas a unos metros de ella nos detuvimos y decidimos ingresar a los edificios de la universidad para buscar a los amigos, quizás alguien sabría decirnos quién era aquella joven. cuando ingresamos, casi todos se encontraban en sus aulas, entonces buscamos a uno de sus familiares que estudiaba en la facultad próxima y caminamos sobre un piso de madera que cruje siempre que alguien camina sobre él; Aquella tarde aquellos ruidos despertaban un poco al miedo; cuando llegamos al final de aquel camino, continuamos caminando por los demás ambientes, al observar por una rendija de la puerta de unos de los salones, no logramos ver a quien buscábamos, así que no nos atrevimos a tocar la puerta, en cambio nos dirigimos a otro edifico de la Universidad.

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Cuando nos encontrábamos dentro y mientras hacíamos uso de unas nuevas escaleras, pudimos observar a la joven que todavía se encontraba sentada afuera. Comenzaba a llover y todos buscaban un lugar donde refugiarse del frio, pero aquella joven continuaba imperturbable Desde nos encontrábamos pudimos observarla un poco mejor, sus ropas que al principio se nos habían presentado como una mujer vestida de unos jean s oscuros, como si tratara de algo mágico había cambiado de forma, todavía se presentaba vestida de negro, pero más que vestir unas ropas comunes, parecía estar vestida de una especie de velos o algo así, me recordó a los trajes que visten los árabes, y como si esto no fuera lo suficientemente extraño, ella tenía algo que parecía un pañuelo negro transparente en el cuello y este se dejaba elevar por el viento y parecía que la lluvia no podía empaparla, es más, cuando se puso de pie, vimos que su extraña vestimenta parecía estar totalmente seca a pesar de que la lluvia fue intensa por unos instantes. Después de que aquella joven se puso de pie, y lanzó una mirada alrededor, parecía estar observándolo todo; mi amigo y yo no nos perdíamos detalle de ella, y la duda seguía en nosotros, si en verdad se trataría de una visitante que nosotros no conocíamos… pero después ella nos miró fijamente desde la distancia y pudimos verla, la duda se desvaneció, era Miriam y nos miraba con una mirada dulce, como siempre lo hizo. Ambos mantuvimos la mirada directamente hacia sus ojos, lejos de tener miedo, aquello nos emocionó casi hasta las lágrimas, yo sentí un dolor en la garganta pues sabía bien que ella había fallecido hacía ya algunos días. No sé cuánto tiempo mantuvimos la mirada fija, sólo presumo que fue muy poco, después ella otra vez giró su mirada y se fue caminando calles abajo. Nosotros que nos habíamos quedado como en un estado de trance, de a pocos comenzamos a hablar a media voz; y al ver que se alejaba, salimos velozmente detrás de ella, pero debido a la distancia demoramos un poco en alcanzar las calles. Apenas comenzábamos a correr intentando el darle alcance, una de sus mejores amigas, aquella la que siempre estuvo a su lado desde la primaria nos llamó sin ocultar su llanto, entonces nosotros nos acercamos para

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preguntarle que le ocurría; ella no podía decir nada, se ahogaba entre sus palabras y sus lágrimas, como todavía continuaba lloviendo, nos dirigimos hacia un pequeño edificio que se encontraba muy cerca, allá adentro ella se recuperó un poco del estado en que se encontraba, sin dejar de llorar nos dijo: - Miriam estuvo en mi casa a mediodía, ella vino hacia mi mientras me encontraba observando y guardando las fotografías en las que aparecíamos juntas, mi madre me dijo que así tendría menos pena, pero no me resistí, sentí mucha pena y no quería despegar aquellas fotografías de mi pared, entonces ella se me presento de algún lugar y sólo me dijo ya no llores, luego desapareció sin explicación- después de decir esto continuo llorando de una manera casi imperceptible. Nosotros también entristecimos, y después de acompañar a nuestra amiga a su casa, hicimos unas llamadas para ubicar al resto del grupo y acordamos encontrarnos en una mesa de una discoteca, que siempre esperaba por nosotros. No éramos demasiado irresponsables e incapaces de sentir pena, era sólo que buscábamos un lugar en el cual las cosas no sonaran tan alejadas de la realidad.

Cuando ingresamos a aquel lugar nuestros otros dos amigos se encontraba ahí muy bien acomodados, nosotros no tardamos en apretarnos las manos como saludo y luego comenzamos a hablar, para nuestra sorpresa uno de ellos también decía haber visto a Miriam, entonces nos pusimos a recordarla, y como si se tratara de un golpe del recuerdo aquella promesa que la tomamos como una broma retornó a nosotros. Cuando aquella noche juró que ella aun después de la muerte retornaría a despedirse, todos entonces iniciamos a creer en aquello y después a culparnos mutuamente, porque de nuestro grupo solo uno se había atrevido a ir por unos minutos a su velorio, pero ninguno fue el día de su sepelio, quizás sería eso. Que ella cumplía su promesa; entonces el conjunto de emociones extrañas otra vez se hicieron presentes.

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Para calmarnos un poco, uno de nuestros amigos quien todavía se mantenía escéptico ante la posibilidad de que Miriam había sido alcanzada por nuestras miradas aquella tarde, se dirigió hacia el primer piso a comprar unas cervezas y demoró un poco, al rato retorno con las manos vacías y muy asustado, nosotros un poco incomodos por su demora y algo enredado entre palabras lo interróganos:

- ¿qué es lo que le había sucedido?- entonces él nos dijo

- acabo de ver a Miriam, ella esta abajo- mientras apretujaba sus orejas con sus manos, como quien no quería escuchar al mundo y mantenía su mirada hacia el piso, parecía enloquecer. Entonces nosotros nos quedamos como petrificados y comenzamos a sentar miedo, ¿por qué ella estaba ahí’? ¿Estaría siguiéndonos? (Aquel lugar constaba de dos pisos, el segundo piso tenía como frontera unas barras de madera de mediano tamaño desde donde se podía observar casi en su plenitud a todos los que se encontraban abajo), nos asomamos desde ahí para buscarla, pero no la pudimos observar, después un poco indecisos nos entre mezclamos con las personas que bailaban y se enredaban en excesos, camínanos por todos lados, pero nuestra búsqueda no dio el resultado que queríamos, después retornamos a la mesa; mientras mis amigos comentaban, me asome una vez más por encima de aquellos barrotes del segundo piso. No estoy seguro, pero creo que logre verla entre la gente, pero no dije nada. Al retornar en mi grupo de amigos, conversamos un poco más y lléganos a la conclusión de que debíamos ponerle un punto final a todo aquello y decidimos en ir a buscarla. … Cuando salimos de aquel local ya eran como las ocho de la noche y nos encaminamos al cementerio, sería una mentira el no decir, que a pesar de ser poseedores de algunos primaros conocimientos de parasicología y ocultismo no sentíamos miedo, es por ello que en el camino compramos una

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cerveza para cada uno y unos cigarrillos, y después casi en silencio atravesamos las calles peligrosas, las de caminos de tierra que inevitablemente terminaban en aquellas paredes esas de barro y de regular tamaño. Desde una puerta grande, a través de sus barrotes negros pudimos observar el lóbrego ambiente que había adentro, al parecer todos sentíamos un poco más de miedo, pero continuamos nuestro camino; cuando llegamos hasta la puerta principal, la duda se presentó: ¿Cómo ingresaríamos? Pero para nuestra sorpresa aquella gran puerta no tenía ningún seguro, bastaba con darle un solo empujón y se deslizaría dejándonos paso libre.

Ciertamente no era la primera vez que visitábamos aquel lugar cuando estaba oscuro, pero antes siempre fue en la frontera del día, aquella hora no era habitual. Con mucho sigilo y hablando en voz baja, avanzamos hacia el interior hasta llegar hasta una pequeña capilla; estando ahí comenzamos a preguntarnos si alguno de nosotros conocía su sepulcro, pero como ninguno la acompaño el día de su sepelio todos lo ignorábamos; a causa de ello nos dirigimos hasta donde se encontraban las nuevas construcciones para que quizás de casualidad lográbamos divisar una “lapida” con su nombre y nos marcara donde se hallaba, pero por más que dimos mucha vueltas y tratamos de observar lo mejor posible cada una de ellas, no la hallamos entre la penumbra. Quien sabe porque razón olvidamos llevar siquiera una linterna pequeña.

Después caminamos por otros lugares, pero no la hallamos, entonces decidimos quedarnos allá un rato, recodándola y bebiendo las cervezas, con la esperanza de que ella se acercara hacia nosotros, pero nada ocurrió, ni siquiera el menor ruido se produjo por ningún lado, entonces juntamos nuestra manos oramos a nuestro estilo y nos despedimos de ella…

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Desde aquel día cuando a veces se nos escapa su nombre en algún recuerdo, nosotros, o quizás sólo yo prefiero recordarla como aquella tarde cuando compartimos un café o quizás como en aquella tarde de lluvia con su mirada dulce y sus ropas oscuras.

A veces decimos que ella todavía debe de estar por ahí, es un consuelo que nos alivia un poco las heridas que se despiertan con su recuerdo.

Esta noche retorna a mí un poco de sus palabras, cuando dijo:”… el día que me vaya para siempre, quizás no dejare un buen recuerdo, pero por lo menos dejare una cicatriz…”

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UN “CONDENADO” EN CASA

Aquella tarde, un amigo mucho mayor que yo, conocedor de mi irrefrenable gusto, me propuso “caminar sin rumbo”, pero como siempre terminamos visitando la tumba de su padre, ingresamos al cementerio por sus puertas negras, y luego por entre sus árboles, bajamos las gradas de piedras y un poco más allá en lo alto con letras negras el nombre de su progenitor adornada con una cruz pequeña y flores que se notaban que hacía poco habían sido puestas en vasijas blancas, una oración que no supero el minuto y nos fuimos a caminar con rumbo al sepulcro de otros de sus familiares, al llegar. Como eran construcciones bajas nos acomodamos a un costado e iniciamos una corta conversación, a corta distancia me llamó la atención una construcción de forma tan particular que parece algo antigua y abandonada, mostraba moho verde y negro en su base, no aparenta un nicho, o una edificación en memoria del que descansaba debajo, pareciera más un ladrillo gigantesco olvidado por algún ser colosal, que en su afán de construir lo dejo olvidado, porque parece estar siendo tragada por la tierra con el paso del tiempo, no muestra por ningún lado el nombre de aquel quien descansa en aquel lugar, no hay ni siquiera rastros de que en algún momento alguien le hubiera prestado alguna atención. Impulsado por la curiosidad pregunté: -¿qué es eso?- (era la primera vez que me detenía en aquel lugar)

- es la tumba del papá del vecino José - (no mencionare su apellido por no contar con su permiso)

- qué extraño, ¿por qué lo habrán sepultado así?, ¿lo odiaban o qué?

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Ciertamente no estaba preparado para su respuesta

- es que se “condenó” y tuvieron que quemarlo, luego echaron sus cenizas allí y por temor hicieron esa construcción encima de sus restos-.dijo

entonces pensé: tanto tiempo investigando, preguntando y siendo tratado como un idiota por mi interés en aquellos seres que aquí llaman “Condenados” y ahora no sólo tenía pruebas, sino un apellido real, lugares reales, además de muchos testigos.

Guardé silencio por un momento, sabía que no podía perder aquella oportunidad para conocer una nueva historia, pero sabía que él no me lo contaría tan fácil porque el tal José era muy amigo suyo, así que recurrí al arte de hacerme el ingenuo, puse cara de tonto y le dije:

- eso no es cierto

- como que no, ¿acaso no estás viendo esa tumba vieja?

- sí, pero eso no prueba nada, puede ser sólo que se les paso la mano al construirla,

- bueno si tú lo dices así será- contestó

Ante esta respuesta insistí en el tema y le narré algunas cosas que he investigado sobre “los condenados”. Y él para no quedarse atrás me dice:

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“… una tarde como a las tres, mientras pasaba el tiempo viendo una vieja película en la televisión mi mamá me llamó por que José vino a buscarme, muy triste ella me dijo que el acababa de perder a su padre, que le diera el pésame y que tenía permiso para ayudarlo, yo me mantuve en silencio, porque él fue una de las personas que estuvo conmigo desde siempre y me brindó su apoyo incondicional, todos habrían de entender que debía de corresponder a su amistad casi de la misma manera como él lo hizo hacía ya un par de años. cuando termine de abrir la puerta que estaba entreabierta, el amigo que casi siempre lucia ropa deportiva y una camiseta amarilla que según él se la había ganado en un campeonato, estaba vestido todo de negro con un buzo que se notaba que era nuevo, su rostro estaba pálido, y se notaba en sus ojos que estaba cansado y parecía temblar de frio, después de saludarme en voz baja, me pidió que lo acompañe al hospital para retirar el cuerpo de la morgue, ya que su mamá trabajaba fuera de la Ciudad, y su hermano era mucho menor que el, apenas si hacía poco había cumplido once años, y el resto de sus familiares vivían en pueblos alejados. yo me sentí tan mal de verlo así; lo acompañe en todos sus preparativos, estuvimos en los días del velorio y también en el sepelio tres días después; jamás supe de que falleció, nunca le pregunte, pero llegada las seis de la tarde y con su padre ya descansando bajo tierra en una caja negra con detalles plateados a los costados, no quiso salir del cementerio, hasta que su madre se lo pidió, y yo cansado por los días intensos a su lado me fui a descansar a mi casa, no sin antes acompañarlos partes del camino.. Al siguiente día no me lo encontré para nada, a “los cinco días” ya no fui porque había descuidado mucho mis labores y las noches de alcohol y cigarrillos y a veces coca ya pasaban factura en mi salud. Pero aquella madrugada cuando se suponía que estarían reunidos por última vez “cuando el alma del difunto retorna a visitar y a despedirse”, golpearon la puerta de mi casa con violencia e insistentemente y yo al pensar que algo malo ocurría, Salí a ver quién armaba tanto alboroto. Apenas quite el seguro y le di vuelta a la cerradura; José y un amigo del barrio se abalanzaron adentro, y me vi obligado a retroceder bruscamente

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impulsado por su accionar; la puerta “rebotó” en la pared y se cerró violentamente, esto llamó la atención de todos en mi casa, casi instantáneamente mis padres y hermanos salieron a ver lo que sucedía. Por la forma tan brusca que ingresó, José tropezó con sus propios pies y cayó al piso, después se sentó sobre él, se quedó ahí sin decir palabra alguna y sin movimiento, se mantuvo mucho rato así, después mientras todos nos recuperábamos de la impresión y sentíamos curiosidad por que nos dijera que les había sucedido, le alcanzaron un recipiente grande con agua. Él trato de beberla de golpe, pero se atraganto, después de toser se volcó el líquido restante en la cabeza sin importarle nada,

- mi papá vino a mi casa y nos siguió hasta aquí – dijo mientras se le notaba agitado. Yo me quedé como anestesiado, aterrorizado, no le creí, pero mi hermano fue hacia la puerta muy molesto, quería abrirla para ver quién era el maldito que estaba maltratando así al buen amigo, cosa que José no lo dejo; como un felino herido se abalanzó a sus pies y ambos rodaron por el piso, yo corrí y puse el seguro, grite casi como en un sueño

- ¡su padre está muerto!

No recuerdo quien fue el que me abrazó porque estaba al borde de un colapso de nervios, ya no sentía ni mis brazos y se me nublaba la vista de miedo, solo oí que mi mamá dijo:

- seguramente se ha “condenado” –

Esto me estremeció, sentí el miedo más absoluto, comencé a temblar y a pensar que era la pesadilla más aterradora que hubiera tenido.

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Aquella madrugada mi madre no dejó que ninguno saliera de casa, además nadie se hubiera atrevido, así es que amanecimos en grupo sin que nadie se atreva a mirar por la ventana siquiera, la noche fue muy larga, estuvimos hablando por muchas horas, y a veces cuando nos quedábamos sin palabras el silencio se hacía notar, todos estuvimos sumergidos en el miedo, mirando la puerta ante el menor ruido y con una atención casi exagerada a los ruidos en las calles…

AL amanecer llamaron a la puerta y esto alertó a todos, nadie se atrevía a abrirla a pesar de que ya eran como las ocho de la mañana y había sol, Después de un rato mi hermano acercó a la puerta y preguntó - ¿Quién es?y una voz insegura respondió -si habíamos visto a José -, Entonces él contestó que estaba con nosotros. José reconoció la voz de uno de sus familiares y conversaron un poco con la puerta cerrada Después de mucho rato, con mucho miedo salimos a la calle y todo parecía normal, aunque los vecinos al verlo comenzaron a hablar a media voz, ellos seguramente ignorando todo lo que le sucedió, estarían comentando su falta de atención, ya que desde que salió la noche anterior del lugar en donde amigos, conocido y vecinos se encontraban reunidos, no había retornado sino hasta aquella hora.

José casi me rogó que lo acompañara, así que después de despertar a nuestro amigo con el que llego a mi casa en la madrugada, que llevaba descansando apenas unos minutos sobre un sofá; los cuatro nos fuimos con dirección a su casa. Por un instante pensé que todo lo que había pasado era el resultado del deseo de pensar que su padre estaba vivo y las noches de alcohol lo hacían alucinar y comencé a sentirme muy tranquilo; pero estando cerca ya a su casa vinieron un grupo de señores ya mayores y le dijeron:

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- vamos a al cementerio a ver el sepulcro de tu padre, para que no estén hablando tonterías y tu estés creyendo y asuntando a tus amigos –

Sin nada más que hacer y sin opinión nos fuimos caminando y hablando en grupos. Uno de los señores mayores me hizo muchas preguntas a las que respondí sin ánimo de nada, no me agradaba su tono de voz ni su forma de hablar.

Cuando llegamos, uno de los señores llamo al guardián que tiene su “casa” al lado izquierdo de la entrada, este barría en frente de una puerta de madera y tenía la radio encendida a alto volumen por lo que le tuvieron que gritar, y él algo atolondrado, muy lentamente abrió las puertas para que todos ingresáramos, después caminó primero con el grupo y luego se adelantó al lugar al que nos dirigíamos; Al llegar observó el sitio y retrocedió como ante un gran peligro, casi se cayó y volteando a vernos no pudo decir una sola palabra, entonces todos apresuraron sus pasos y allí como en una película de terror se notaba como que alguien o algo había salido de las entrañas de la tierra, un gran agujero dejaba filtrar las luces del sol hasta su interior, la cruz negra de madera partida en dos, solo un pequeño fragmento se mantenía en pie, retos de madera que indudablemente pertenecían a un ataúd esparcidos y desde el ángulo correcto se podía ver el interior blanquecino del ataúd. Yo me asusté mucho, porque todos estaban tan molestos que no notaron que en el trozo de la cruz que todavía se mantenía erguido, había manchas de tierra como si alguien se hubiera sujetado con fuerza en ella; José no decía nada. Entonces uno de los hombres el que parecía mayor que todos comenzó a infundir lisuras y llorar diciendo que se habían robado el cuerpo de su sobrino y que iba a encontrar a los malditos,

-seguramente fueron los de la universidad ellos siempre hacen esto- , -han aprovechado que es nuevo- repetía constantemente

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Todos los señores despreciaron y trataron muy mal al “panteonero” lo amenazaron con demandarlo y echarlo a la cárcel porque era su culpa, -seguramente él sería su cómplice-. El pobre no tenía argumentos para defenderse *Llamaron a la policía, lo llevaron a la comisaria, lo denunciaron…también al director de la escuela de medicina. Fue noticia comentada en la ciudad y los estudiantes universitarios se ganaron diversos apelativos por esto. Aquel día la pasé con José caminado por las calles, en un momento me dijo que aquella noche, siendo ya casi de madrugada salió a buscar cigarrillos en compañía de un vecino, para los amigos y familiares que se encontraban en su casa, pero no encontraron ninguna tienda abierta; al retornar se encontraron con aquel ser que parecía “un muerto que se había escapado de su tumba”, él inmediatamente pensó que se trataba de su padre, ya que durante los días de velorio algunos vecinos habían hablado acerca de aquello, entonces comenzamos a creer que seguramente uno de aquellos era el responsable de todo, el de conducir a los estudiantes de la universidad hasta el sepulcro de su padre y también el que lo había asustado, eso no se iba a quedar así. Ya cansados como a las seis de la tarde lo acompañé hasta su casa para que descanse; al llegar su madre me dice que yo era -buen amigo- y me invitó a cenar aunque era algo temprano, conversamos mucho acerca del tema como si no quisiéramos que las horas pasaran, encendieron el televisor para ver las noticias y en el canal de televisión local se comentaba lo pasado, todos se enfurecieron más contra los universitarios y su mamá lloraba en silencio, cuando ya casi eran las nueve de la noche y comenzaba un poco a llover, yo tenía ansias de irme a mi casa y estaba a punto de despedirme. Fue cuando el vidrio de la ventana que rozaba con la calle, fue impactado con violencia, por algo que parecía la pelota de unos rapaces que utilizaban la calle como cancha de “futbolito”; la señora se molestó mucho pero no hizo nada, pasados unos minutos otra vez se oyó un sonido seco en la ventana, sólo que ahora un vidrio se destrozó por la violencia del golpe,

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fue entonces que uno de los señores que nos había acompañado en la mañana al cementerio y ahora nos acompañaba en la sala de la casa de José, se asomó rápido y cautelosamente para ver que sucedía, deslizó un poco las cortinas. Aquel señor se estremeció y fue presa del terror casi inmediatamente; cayó al piso y temblaba mucho, casi todos fuimos a ver que le ocurría y el cogió con violencia a José y le dijo: - tu papá está afuera Yo me sentí engañado y quise ver quién era el maldito bromista, alcancé a observar a un sujeto que se alejaba vestido de negro, con la cabeza apoyada en uno de sus hombros de manera no natural, además, no parecía caminar sino más bien que arrastraba sus pies y hacia un ruido extraño algo así como el gruñido de un cerdo. Entonces pensé en salir y golpearlo, dije en voz alta: - ¡José vamos a romperle la cara!Entonces el sujeto que se alejaba pareció oírme y volteó, entonces creí reconocer al vecino fallecido días antes, entonces este comenzó a arrastrarse otra vez hacia la ventana, yo salte hacia atrás y fui a buscar no sé qué, estaba fuera de mí, luego este se abalanzó contra la puerta muchas veces, todos estábamos aterrados adentro, un “condenado” quería entrar en donde nos encontrábamos y no era un sueño todo era tan real. Afuera alguien detuvo un automóvil y le grito, seguramente pensando que era un ebrio y en seguida los embistes en la puerta cesaron y el que parecía ser el “padre” de José desapareció por las calles. Nadie salió a la calle, ni siquiera se acercaron a la puerta; esta sólo se abrió cuando mi mamá en compañía de mis hermanos vinieron a buscarme ya muy noche, yo le dije lo que había pasado y lloré de miedo en sus brazos, le pregunté por qué el señor Alfredo se había condenado; ella me dijo que seguramente fue un hombre malo y Dios no lo quería dejar descansar en paz o que tenía algo escondido o pendiente, quizás una promesa, pero que seguramente estaba pagando algo de lo que había hecho.

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Cuando le dije que tenía miedo ella respondió que yo era bueno y que al siguiente día iríamos a ver al sacerdote para que hable conmigo y que podría confesarme, mi mamá siempre me enseñó a llevar una vida de creyente, claro no tanto como ella. A la mañana siguiente al verme tan pensativo y temeroso, ya que había pasado la noche durmiendo con la luz encendida, me acompañó a buscar al sacerdote de la iglesia amarilla de la Ciudad, pero no se encontraba, a media voz la encargada de su despacho nos dijo que había ido a bendecir la casa del señor que se decía se había salido de su tumba, así que retornamos a nuestro hogar, pero caminamos un poco más para pasar como quien no quiere por la casa donde sabíamos que se encontraba el sacerdote. Cuando llegamos su automóvil estaba en la puerta y escuchamos como oraban en gran voz, mamá se acercó y llamó a la puerta y casi sin pensarlo pasamos, creo que ella quería que yo me tranquilizara; participamos en lecturas y luego él nos bendijo, nos dijo que no deberíamos de creer en las obras del diablo y caminó por todos lados salpicado con agua bendita, antes de irse me dijo que acompañara a José y que lo ayudara porque entre nosotros existía más confianza y que no debíamos de tener miedo ya que seguramente era una broma, que pronto seguramente encontraríamos una explicación lógica para todo lo acontecido. Cuando se fue el clérigo todos se quedaron más tranquilos, parecía que todo estaba mejor, hasta por ahí alguien se animó a bromear; mi mamá me dijo que teníamos que irnos y así lo hicimos; José nos acompañó hasta la puerta de mi hogar, ahí nos pusimos a hablar mucho y a planificar alguna forma de venganza en contra de aquel que se burlaba de su familia y de nosotros asustándonos. Seguramente es de la “cuadra” pensábamos, ¿quién más sabría de lo que ocurría?, y para vengarnos de los de la universidad ya habría tiempo. Quedamos en reunirnos esa noche otra vez en su casa como el día anterior, pero esta vez, estaríamos muy alertas para que cuando hiciera su aparición el supuesto gracioso lo moleríamos a palos; así que garrote en mano estuvimos en la sala de su casa viendo a ratos la televisión y ratos por la ventana. Al igual que la noche anterior me invitaron a cenar, pero esta vez mientras lo hacíamos llegaron un grupo muy grande de señores y señoras,

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poco después supe que eran sus familiares; un anciano se quejaba de lo que iban a hacer él decía: -es muy poco lo que hemos traído-

Prontamente ingresó un muchacho con dos botellas de plástico muy grandes, era kerosén sin duda, su olor lo delataba, todos los que fueron llegando se reunieron el patio de su casa, parecía que iban a realizar una gran fiesta por que hasta hicieron una fogata, pero luego comenzaron a quemar absolutamente todas la cosas del difunto, estábamos tan entretenidos observando que descuidamos nuestro plan original de la tarde. La casa de José tiene una cochera de puertas grandes donde guardan un automóvil azul, y esta cochera conduce al patio donde se estaba realizando esta reunión, alguien abrió las puertas grandes y el automóvil fue removido fuera de su lugar. Dejaron las puertas grandes abiertas, yo caminé por el sitio que ocupada el vehículo y desde ahí se podía ver más claramente toda la calle completa, por un instante recordé el plan que hice con José y me asomé para ver si el gracioso se atrevería esa noche también a hacerse presente pero no vi a nadie. Con los minutos me fui acoplando más al grupo de la fogata que ya llevaban un buen rato bebiendo y fumando, ya hasta parecía que una fiesta se estaba gestando, pero en cuestión de segundo el muchacho que llevó el kerosén ingresó presuroso y se acercó al grupo, casi todos quedaron en silencio inmediatamente, alguien estaba golpeando la puerta de ingreso a la casa. José me llamó y quisimos salir pero nos lo impidieron, sin hablar nos sujetaron y casi a empujones nos hicieron retroceder, yo me sentía muy molesto, pero en ese momento algo llamo mi atención y es que todos formaron un deforme circulo grande en medio del patio alrededor de la fogata que ya mostraba pequeñísimas llamas; me enfurecí aún más porque quería mi venganza y sabía que aquel sujeto estaba afuera.

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De pronto un murmullo se hizo presente y en pocos segundos ya corría de boca en boca entre todos los que se encontraban ahí, parecía que se preparaban para una batalla; fue entonces que arrastrándose un poco, aquel que tanto esperábamos y habíamos confundido con un bromista se presentó en medio de las puertas grandes y avanzó lentamente hacia nosotros, yo lo miré lleno de pánico, quería correr, pero él se acercaba como en una película macabra, parecía que gruñía un poco y se arrastraba más cerca de mí, sus ropas negras estaban desgarradas, tenía un olor inconfundible a tierra mojada, ya lo podía percibir y sentía que casi lo podía tocar, a pesar de que estaba un poco más alejado de los demás; estaba inmovilizado casi lloraba de miedo, todos los demás mantenían sus posiciones. De pronto, una señora llorando a grandes voces diciéndole –papito- intentó acercársele y besarlo, algún valiente la aparto. Todo era tan bizarro, aquel ser pasó delante de todos y algunos hablaban en voz baja, se arrastró lentamente hacia una habitación al fondo, mientras todos se apartaban de su camino. Al llegar hasta ella ingresó en medio de la oscuridad, después en aquella habitación hubo un gran ruido como si la trataran de demoler desde adentro, el estrépito de metales y vidrios cayéndose me hicieron presumir que muchas cosas se rompieron, (luego supe que el Padre de José cuando estaba en vida, usaba esa habitación como una especie de taller),. ya no soportaba más y temblaba mientras intentaba decir palabra alguna; luego aquel ser salió de aquella habitación, entonces se pudo notar con más claridad que tenía la ropa rasgada, sus manos también mostraban heridas, parecía no sangrar, se le veía parte del pellejo de su cara arrancada y colgando; movió un poco sus manos y cayeron pequeños objetos, y luego guiado como por una fuerza demoníaca, se deslizo más rápidamente con movimientos torpes, con dirección hacia las calles; pero alguien había cerrado las puertas. Entonces como un animal confundido buscaba un lugar por el cual salir, por poco y hasta casi me golpeo a mí, pero de algún lado le arrojaron combustible y lo bañaron, le arrojaron trozos de tela con fuego, pero no se encendía, hasta que un señor que parecía no temerle lo empujo con un palo y cayó muy cerca de la fogata, de una patada hicieron que las pocas

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brasas le cayeran encima. No tardó en encenderse unas llamas sobre sus ropas, comenzó a quemarse. José quiso ir según el a ayudarlo porque ya no tenía duda que era su padre pero a él y a mí no encerraron con llave en su habitación. Desde ahí pudimos oír que las mujeres gritaban, lloraban; afuera parecía que hubiera una gran pelea. En cierto momento la madre de José ingresó la habitación donde nos encontrábamos encerrados, lo abrazo y ambos lloraron, una señora también los acompaño. Entonces aprovechando que no me prestaban atención, salí de la habitación y corrí hacia la entrada, al llegar hasta la puerta y asomarme al patio, observe un macabro espectáculo que hasta el día no puedo olvidar; ver a ese condenado quemándose en medio del patio, sin quejarse, gruñendo como un animal y los demás tirándolo al suelo y arrojándole combustible, como si estuvieran poseídos por un espíritu demoniaco. Sentí terror y corrí hasta la iglesia, pero mientras salía seguía escuchando las grandes voces semejantes a una pelea, no mejor dicho a un infierno, el olor era indescriptible, yo estaba aterrado tenía miedo que el alma que habitaba el cuerpo del condenado se apoderara de mí, así que oraba mientras me alejaba de aquella aterradora escena… Pase muchos días en casa sin hablar de lo que vi, solo lo comente con mamá quizá buscando consuelo, fueron días en los que reflexione mucho sobre la vida. … Una tarde de domingo, armado con un poco de valor fui a ponerle flores a la tumba de mis familiares; en el trayecto me encontré a José, él se acercó a mí y me agradeció por los días que pasamos juntos, me pidió que no comentara nada de esto a nadie, yo le dije que no lo haría porque nadie me iba a creer y que cualquiera que me oyera pensaría que estaba loco, luego me dijo: que quemaron a aquel ser, hasta que sólo quedaron cenizas y luego mezclaron estas con cemento y arena, después sepultaron aquella macabra fusión, en el lugar donde había sido sepultado y luego le

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colocaron el bloque más grande posible sobre él, también me dijo que aquello que había venido a buscar a su casa eran unas barritas de oro que él le habría robado a sus compañeros cuando trabajaba en una mina informal muy lejos por el norte, que allí asesinaron a uno de sus compañeros y habrían sindicado a su padre como culpable pero que él siempre lo negó (quizás ellos no se equivocaron), una vez más me pidió que no dijera nada de esto, y yo decidí ya no conservar su amistad. Algunas veces encuentro a José por las calles, pero sólo nos saludamos a la distancia y cada uno continua su camino…

Terminado su relato nos pasamos minutos observando en silencio aquella extraña construcción, más tarde mientras retornábamos a nuestras casas nos alejamos del camino acostumbrado y camínanos en frente a la casa del muy nombrado amigo José. Pensar que yo estuve buscando “condenados” por todas partes y uno se había deslizado por calles cercanas a mi casa, muchas noches o por lo menos dos Me pregunto si alguna noche pasó junto a mi alguno, arrastrándose por las calles con sus ropas de medianoche, y yo lo confundí con un demente o un ebrio.…

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DEMONIOS EN “LA DOBLE”

Fue en una tarde del mes de junio del 2008, cuando atraídos por la curiosidad y el deseo irrefrenable que despierta lo desconocido, un grupo de estudiantes de un instituto de la pequeña Ciudad se reunieron en una habitación que una de las jóvenes había alquilado para que le sirviera de vivienda durante los futuros años de estudios que se le presentaban; aquel grupo estaba conformado por cuatro jóvenes mujeres y tres varones; de entre ellos sobresalía uno que se le podría denominar como el “líder” de aquel grupo, todos le tenían cierto tipo de respeto, porque era más osado y desvergonzado, parecía no temerle a nada, él se ufanaba de ser Capitalino y de haber realizado cuanta cosa se podía oír por ahí. Aquel era capaz de explicarlo todo de la manera más natural. Aquella tarde después de muchos días de haber pospuesto la reunión, se les presento la ausencia de los docentes y esto habría traído consigo el tiempo requerido; así que armados con un tablero de ouija que aquel “líder” había adquirido en uno de sus viajes, y con la confianza que tenían en él, que afirmaba que no era la primera vez que iba a “jugar” con aquel tablero. Además aseguraba que lo sabía todo sobre el asunto y tenía una especie de poder el cual le permitía obtener control toral. todos se encontraban acomodándose lo mejor posible, sobre una mesa de manera que parecía recién barnizada, todas las cosas que minutos antes se mostraban sobre ella, las habían dejado en el suelo a un costado apoyadas casi a las paredes de un color marfil uniforme. Entonces aquel líder extrajo de una bolsa de plástico aquel muy mencionado tablero de ouija y la colocó sobre la mesa ante la atenta mirada de los demás; todos se descubrían sorprendidos por el aspecto que aquel objeto presentaba, verlo por internet era una cosa y otra muy distinta tenerla en frente de uno, esto a algunos de ellos les parecía una especie de sueño realizado.

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Después esperaron a que un reloj algo empolvado, que bostezaba en lo alto de las paredes marcara las seis en punto, “la mejor hora” según el dueño del tablero. Cuando aquel reloj apunto sus agujas en el ángulo esperado, el llamó a todos los que con el correr de los minutos que parecían más largos aquella tarde, curioseaban entre los objetos de la habitación, intentando calmar un poco la ansiedad y aquel sentimiento entre el miedo y la deseo de continuar. Otra vez los llamó uno a uno para que iniciaran “el juego”, casi todos se acercaron, pero una de las jóvenes, impulsada quizás por el miedo se disculpó y dijo que no se sentía bien y no los iba a acompañar, (aquella joven era quien había alquilado aquella habitación) después se fue a acostar encima de una cama grande, que estaba debajo de una ventana y apoyada a la pared a unos metros del grupo; mientras ella se alejaba, dijo que ellos continuaran con lo que tenían pensado hacer y que podrían quedarse el tiempo que quisieran. Los demás no le dijeron nada, pues la conocían bien y sabían que cuando ella tomaba una decisión nadie podría hacerle cambiar de opinión. Después de observar a la joven mientras se alejaba la corta distancia, otra vez todos centraron su atención sobre aquel tablero; entonces el joven “capitalino” de uno de los bolsillos de la mochila que llevaba, extrajo un extraño objeto, un triángulo con un agujero en medio, después dijo: – iniciemos Entonces todos los demás se quedaron en silencio y se miraban unos a otros pero sólo con los movimientos de sus ojos; una extraña tensión recorría toda la habitación y más aun cuando aquel joven pidió que apagaran las luces, mientras él buscaba algo otra vez en su mochila; ninguno se atrevió a hacerlo, para su buena suerte unos minutos después aquel joven se disculpó con los demás diciendo que había olvidado las velas en su casa y que no habría otra opción que realizar “el juego” con la luces encendidas; esto trajo un poco de alivio a los demás que al parecer ya sentían un poco de miedo. Después aquel “líder” ante la mirada atenta de todos, acomodó su mochila en el respaldar de una silla y dijo:

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- ahora si Después ordenó a todos que se mantuvieran en silencio y les dio algunas explicaciones más, pero lo que repitió constantemente fue que por ningún motivo debían de apartar sus manos de aquel objeto triangular con un agujero en el centro; dicho esto todos se quedaron en silencio, entonces aquel joven emprendió a hacer preguntas, pero nada sucedió, todos esperaban a que aquel extraño objeto comenzara a deslizarse, pero este parecía estar apegado sobre el tablero; entonces el ”joven líder” dijo que al parecer algo estaba mal, que habría que insistir un poco más y si no dejarlo para otro día. Él continuó haciendo más preguntas como ¿hay alguien aquí?, pero los minutos corrían y todos se ponían impacientes mientras sentían como su brazos y en especial los dedos que los tenían apretujados sobre el extraño objeto triangular se les iban endureciendo. Esperaron un rato y un poco más, pero nada sucedió, entonces comenzaron a hablar entre ellos y dijeron que lo mejor sería terminar con aquello, pues nada sucedía, que todas las historias y los casos que mostraban en la televisión eran mentiras, entonces decidieron forzar aquel objeto hasta el lugar indicado para ponerle fin a aquel “juego”, fue cuando el extraño triangulo comenzó a deslizarse, primero marcó dos letras y después algunas más hasta formar un nombre que ellos rápidamente asociaron con un conocido; una de las jóvenes que pareció fastidiada por aquello se levantó de la posición casi forzada en que se encontraba, quitó su mano de encima de los demás y se alejó como ofendida diciendo, - esto es mentira, ya basta de bromas Los demás intentaron retenerla y también quitaron sus manos, ante la protesta del dueño del tablero, este entonces se enfureció al ver que no lo escuchaban y arrojo lejos el objeto que hacia un momento había señalado algunas letras; al parecer todos estaban frustrados, ellos habían esperado tantos días para realizar aquello y al final resultaba que no era más que una vil mentira, pues nada ocurría, todos le atribuían el movimiento de aquel extraño objeto a una broma del dueño del tablero, pero ninguno se atrevió a decirlo.

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Él que se quedó solo, apoyado sobre la mesa, se acomodó sobre una silla que tenía cerca y permaneció en silencio con la mirada puesta sobre la pared cercana, mientras los demás comenzaron a coger sus cosas para marcharse; todo parecía normal hasta que desde el otro extremo de la habitación, la joven que no participó en el “juego” y que minutos antes se fue a descansar comenzó a gritar muy fuerte; todos inmediatamente miraron hacia donde ella se encontraba y se llenaron de miedo; sólo una joven se le acercó presurosa y comenzó a hablarle, pues parecía que estaba sumergida en una “pesadilla”, después la otra joven se le acercó también y ambas intentaron calmarla, pero ella no abría los ojos, entonces notaron que parecía estar en una especie de trance, y en ese estado comenzó a decir, insistentemente - ¡son cuatro! ¡Son cuatro! Estas palabras incrementaron el miedo entre todos que al parecer habían perdido la habilidad de moverse a voluntad, Instantes después y muy lentamente aquella joven adquirió una aparente calma que no perduró mucho, pocos segundos después comenzó a llorar y a decir: - ¡están en la puerta!Fue cuando uno de los jóvenes quizás probando su valor o intentando huir de aquel lugar se dirigió hasta la puerta de madera y quiso girar la perilla, pero esta no cedió ni siquiera un centímetro, (esto era algo muy extraño porque aun cuando uno le pone el seguro con las llaves a las puertas las perillas giran sin oponer resistencia alguna) al parecer alguien las estaba sosteniendo desde afuera, los demás al ver los intentos fallidos, se acercaron hasta la puerta e hicieron el intento de girarla por turnos exageradamente cortos, ya que a cada instante el miedo se hacía más grande y sus manos se tornaban más torpes, esto los llenó de terror, y más cuando la joven que parecía estar en un trance comenzó a gritar con insistencia - ¡que no le hagan daño al bebé!, ¡Que no le hagan daño al bebé! Aquellas palabras los llenó de confusión, pues aparte de ellos no había nadie más en aquella habitación y mucho menos un bebé; esto trajo un poco de calma a los que hacía poco habían comenzado a forcejear con

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la puerta intentando abrirla, pues todo parecía una broma bien planificada, pero poco después ella continúo diciendo: - ¡quieren hacerle daño, se le están acercando! - y gritaba cada vez más fuerte como desesperada, pero no habría sus ojos Entonces todos impulsados por una extraña sensación, se reunieron junto a ella, y luego comenzaron a hablar para buscar alguna explicación sobre todo lo que estaba ocurriendo y planificar una manera de salir de aquella habitación, no transcurrieron muchos segundos cuando las palabras fueron intempestivamente silenciadas, pues se dejó escuchar el llanto de un niño pequeño proveniente de una las habitaciones del segundo piso. Unos a otros se miraron en silencio, alejados de toda voluntad se quedaron quietos, cada uno perdido dentro de sus miedos. La Joven que mantenía los ojos cerrados como en un trance también guardo silencio por un momento pero después comenzó a gritar: - ¡los diablos - ¡están en la puerta!Todos sintieron el miedo en su mayor expresión, un extraño calor recorría por sus brazos, sus ojos observaban destellos mientras corrían hasta la puerta, que aún mantenía su brillante perilla como si formara parte de esta, a su turno hicieron el esfuerzo de girarla y no faltaron los gritos, uno entonces comenzó a patearla con fuerza como intentando tirarla abajo, mientras que la joven continuaba gritando En un momento uno del grupo logro girar la perilla y dejar la puerta abierta, entonces salió a la calle presuroso y caminó unos pasos fuera, pero al salir casi de manera automática tiró con fuerza de aquella puerta que rebotó en la pared y otra vez quedo cerrada; entonces los demás jóvenes corrieron para abrirla otra vez, fue cuando el foco que iluminaba la habitación mostró una luz azul y después estalló en diminutos fragmentos, dejando a todos sumergidos en un absoluta oscuridad. Esto despertó el grito en las garganta de los que se encontraban adentro; casi arrancaron la puerta y salieron huyendo y continuaron corriendo por las calles, hasta que alcanzaron la avenida principal, donde para aquella hora (eran más o menos las ocho de la noche) era frecuentada por mucha gente.

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Después un poco más calmados caminaron muy agitados y en silencio, hasta alcanzar el domicilio de uno de ellos donde permanecieron un rato temblando y bebiendo agua a sorbos, intentado calmar el miedo que les había despertado aquella experiencia; después de casi una hora de lo ocurrido notaron que no todo el grupo había salido de aquella habitación, púes la jovencita que parecía tener una pesadilla o estar en trance se había quedado sola. Ninguno reclamó el derecho de ir a buscarla, todos tenían miedo; pero después aun temblando por lo vivido, acordaron que todos retornarían hasta aquella habitación para ver cómo se encontraba, pero una de las jovencitas estaba totalmente afectada por lo sucedido y no conseguía calmarse, entonces uno de ellos se ofreció para acompañarla hasta su hogar, mientras los otros retornaban hasta el lugar del cual habían huido sumergidos en el terror. Mientras caminaban por la calle en la cual se encontraba aquella habitación, las dudas y el miedo comenzaron a invadirlos, pero aun así fueron acercándose lentamente; a cierta distancia notaron que la puerta estaba abierta y se notaba que adentro todo estaba oscuro, entonces aceleraron sus pasos, cuando ya se encontraba frente a la puerta, esta se deslizo lentamente y observaron a la joven que todavía tenía los ojos cerrados parada allí adentro, muy cerca de ellos. Todos se le acercaron y trataron de alejarla de aquel lugar, pero esta se aferró a la puerta y no se dejó guiar ni siquiera un par de centímetros sólo comenzó a llorar y a decir: - ayúdenme, por favor Ante aquel reclamo -¿cómo te ayudamos?-, la interrogaron Ella dijo que sólo dos podrían ayudarla y señaló a una jovencita y a uno de los jóvenes varones y les dijo: - Síganme -

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Los dos desafortunados con temor la siguieron al interior de la habitación y demoraron allá adentro unos cuantos minutos (hasta el día de hoy desconozco que fue lo que hicieron allá adentro aquellos quienes señalo la joven), mientras los demás los esperaban afuera a cierta distancia. Minutos después cuando los tres salieron, uno del grupo permaneció apoyando todo su peso en la puerta para evitar que se cerrara, mientras que los demás ingresaron a aquella habitación y en medio de la oscuridad y la poca luz que se colaba al interior, cogieron sus cosas y las de los demás y se fueron de ahí muy presurosos.

Desde el techo de la casa vecina cuatro gatos negros los observaron mientras ellos se alejaban, estos comenzaron a seguirlos a cierta distancia; los del reducido grupo al notar su presencia, haciendo uso del poco valor que aún les quedaba les arrojaron piedras, los gatos se espantaron y con mucha facilidad retornaron al techo del que habían descendido, Mientras los jóvenes se alejaban pudieron oír el maullido aterrador y fuera de lo común de aquellos felinos. Pocos días después la joven que estuvo en estado de trance, comenzó a sentir extraños malestares, por ello se fue de la Ciudad

La persona que vivió esta historia y me la relato hoy vive al cuidado de su familia, después de aquella experiencia su vida cambio totalmente Del resto de jóvenes no he encontrado ningún dato…

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LA FORTUNA DEL MUERTO

Habitaba en esta ciudad un hombre de mediana edad que durante sus días de existencia se había dedicado a trabajar y al cuidado de su familia, fruto de su trabajo en poco tiempo sus empresas comenzaron a llenarse de éxitos y por consiguiente de mucho dinero, aquel hombre fue una persona muy reconocida por los pobladores, porque dicen que era una buena persona a pesar de que cada día se convertía en un acaudalado empresario dedicado al transporte y al comercio. Con el transcurso del tiempo aquel hombre falleció y como es la costumbre de esta ciudad entre mucho pesar y ropas oscuras lo velaron y dos días después fue sepultado en el cementerio de la ciudad. Y como es costumbre también, la familia y los conocidos se reúnen un par de días después en lo que llaman “cinco días”, aquella noche se cumplen una serie de tradiciones, que va desde lavar la ropa del difunto, hasta la elaboración de alimento tradicionales en los días de duelo, alimentos que son compartidos por todos aquellos quienes se reúnen por última vez junto a las familias para despedirse del fallecido, se dice que en un momento el alma del que ha partido llega a observarlos a todos y después comienza por fin su viaje definitivo. Es así que llegado el quinto día, toda la familia, amigos y conocidos se encontraban reunidos, enredados entre palabras, licores y alimentos, mientras “velaban” las ropas del difunto sobre una mesa y que todavía era acompañado por los arreglos propios de los días duelo. Las puertas de la inmensa casa estaban abiertas para todos aquellos que de rato en rato llegaban hasta ahí para acompañar a los familiares, el como hombre de éxito tenia amistades que llegaba desde otras ciudades muy lejanas. En cierto momento cuando ya habían pasado unos minutos después de la medianoche, un hombre ingresó y caminó entre todos con un paso errático y como arrastrando sus pies; aquel hombre apagó las risas y dejo en silencio

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todo el ambiente, incluso un par de señoras perdieron la noción de la realidad y rodaron por los pisos, sin que nadie haga el menor esfuerzo por sostenerlas, ya que todos estaba llenos de terror. Aquel hombre que acababa de ingresar era el mismo que cinco días antes había fallecido y hacia dos habían sepultado. Todos lo miraban en su caminar con un extraño ritmo como a punto de caerse, llevaba las misma ropas con las cuales lo sepultaron, y el cuerpo cubierto por muchas cadenas que parecían oprimirlo y que a veces se golpeaban entre ellas. Nadie hizo el menos esfuerzo siquiera por cerrarle el paso, todos se limitaban a mirarlo en silencio; Entonces aquel hombre vestido de negro y oprimido por cadenas, cruzó todas la sala, y demás habitaciones hasta llegar al patio de la casa, una vez allí se dirigió a la parte más lejana, ahí cayó de rodillas y comenzó a cavar con sus manos. Mientras tanto todos los que se encontraban reunidos no podían creer lo que estaba ocurriendo; muchos se fueron de aquella casa aterrados y muchos otros incrédulos fueron a ver dónde se encontraba aquel ser para poder comprobar que no era una alucinación y que tampoco estaban sumergidos en una pesadilla. Entre la oscuridad de la noche, la mirada de una luna que se hacía cada vez más pequeña, y las luces de los focos anaranjados que se aferraban en lo más alto de los postes para iluminar las calles; Entre las sombras pudieron observar a aquel hombre de negro, y distinguieron también que sus familiares se encontraban muy cerca de él. Aquel ser sin prestarle atención a nadie continuaba cavando, hasta hacer un hoyo profundo, después en cierto momento, haciendo uso de una fuerza sobrenatural, logró arrancar del suelo un baúl, lo colocó a un costado y abrió la cerradura de un tirón; dejando la parte superior de esta colgando, en su interior se pudo observar una gran cantidad de dinero que se apretujaba, casi hasta el borde; entonces el hombre de negro, con sus torpes movimientos y sus manos temblorosa revolvió un poco los billetes, después se quedó quieto y pareció que los observaba después de un momento volvió a cerrar el mediano baúl, justamente en ese momento, unos de sus familiares lo golpeó con un madero y este quedó tirado en el suelo sin señales de vida.

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Después de un largo rato en que todos se encontraban en silencio, un grupo de hombres salieron desde el interior de la casa llevando frazadas y cobertores, con los cuales envolvieron a aquel hombre de negro cubierto por cadenas, que se encontraba inmóvil, después utilizaron sogas gruesas para amarrar aquel gran fardo lo dejaron en medio del patio, después ingresaron al lugar donde hacia algunas horas estaban reunidos con sus vecinos, familiares y conocidos y discutieron a media voz. Una hora después y siendo ya de madrugada, casi todo en un gran grupo avanzaron hasta donde se encontraba el gran fardo, lo cargaron y salieron hacia las calles, otro grupo de hombres se dirigió hasta donde se encontraba aquel baúl y haciendo uso de sus fuerza lo sujetaron de los costados y salieron detrás de los otros; caminaron entre las calles de la pequeña ciudad hasta la última casa, después comenzaron a ascender por uno de los cerros alumbrados por linternas, tropezando y dejando de lado el silencio por unos instantes sólo para acordar cual camino deberían de seguir. Después de un poco más de una hora llegaron hasta una cueva honda, que se encuentra casi en lo más alto de un cerro; sin detenerse para observar el ingreso y casi sin encontrar diferencia entre afuera y el interior por la oscuridad y la noche, caminaron dentro buscando el lugar más profundo a y alejado. En cierto momento todos se detuvieron y comenzaron a cavar un gran agujero en la tierra, para ello trabajaron con gran esfuerzo con un pico y unas palas, hasta que después de mucho rato cavaron hasta más o menos tres metros de profundidad, ahí se detuvieron y con mucho cuidado bajaron el baúl que estaba casi totalmente lleno de billetes, después lo cubrieron con la tierra que se había acumulado a un lado, inmediatamente colocaron en el agujero el cuerpo del hombre vestido de negro y cubierto por cadenas que había sido envuelto en frazadas y cobertores formando un fardo, casi de inmediato comenzaron a cubrirlo con la tierra sobrante hasta alcanzar a cubrir el agujero por completo; después casi todos caminaron encima, intentando lograr que aquel lugar quedara lo más “plano “ posible, tenían la intención de que aquella nueva tumba pasara desapercibida por si alguien se atrevía a llegar hasta ahí.

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Al siguiente amanecer, muy de mañana, los familiares del hombre “condenado”, se dirigieron hacia el cementerio; después de obtener un permiso especial se internaron en él, hasta llegar al lugar donde aquel hombre hacia días había sido sepultado. Al llegar notaron que había un gran agujero en la tierra, desde afuera se podía observar sin mucho esfuerzo que era muy profunda, el encargado de cuidar aquel lugar se impresionó demasiado y casi sin decir palabra comenzó a caminar con dirección hacia la salida, seguido por dos hombres que trataban de explicarle lo que había ocurrido. Mientras tanto los demás, teniendo cuidado de no tocar nada con sus manos, y haciendo uso de todo lo que podían, arrastraron hasta aquel agujero los restos que se encontraban dispersas en partes cercanas, después haciendo uso de sus palas y su fuerza, lograron colocar todo casi en el lugar original como en la tarde del sepelio, acomodaron la tierra hasta que al final casi no se podía notar que alguien hubiera sido capaz de destrozar parte de un ataúd y de haber cavado desde el interior de la tierra y salir con dirección a su hogar en busca de su fortuna. Más tarde se dedicaron a hablar con todos aquellos que habían presenciado todo lo ocurrido; aquel echo no debería de ser comentado por nadie, ya que él era un hombre de una familia respetable. Muchos aceptaron guardar el secreto, ante las peticiones y casi ruegos de los miembros de aquella familia; fueron muchos, pero no todos, unos cuantos continuaron contando lo ocurrido como el día de hoy, en que me narra esto uno de las personas que acompaño casi en todo momento a aquella familia. Para terminar debo de decir, que los pobladores que viven a cierta distancia de aquella cueva en la que fue sepultado aquel “condenado”, cuentan que muchas veces en horas de la madrugada pueden ver a un hombre vestido de negro y cubierto casi en su totalidad por cadenas, caminando cerca de aquella cueva, a veces ingresando o saliendo de ella, comentan que casi siempre su aparición coincide cuando la luna se muestra en lo más alto y lo cubre todo con su luz blanca haciendo más visible aquella aparición…

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JULISSA EN EL CAMINO

por aquellos días aun éramos muy jóvenes y teníamos que pedir permiso a nuestros padres para poder alejarnos unos pocos metros de casa, es por eso que casi todos los vecinos nos veíamos forzados a entablar una amistad y pasar unas pocas horas de la tarde corriendo uno detrás de otro en frente de nuestras casas; es ahí sin saber cuándo ni cómo nos hicimos amigos de Julissa, ella era una amiga que nos llevaba quizás no más de un año de diferencia en edad; ella algunas tardes dejaba las frentes de su casa y llegaba hasta donde nos encontrábamos nosotros; su presencia no despertaba un poco más la alegría y casi sin tomarnos unos minutos para pensar terminábamos mezclados en algún juego que nacía casi siempre desde nuestra imaginación. A veces llegaba cuando sólo nos encontrábamos un grupo de varones y jugábamos de manera ruidosa y hasta veces tosca, ella en aquellas tardes sólo se limitaba a observarnos y participar en la bromas, después cuando ya se hacía tarde, caminaba una calle arriba y se perdía detrás de la esquina.

Una tarde cuando ya aquello de los juegos comenzaba a parecernos que era una cuestión de niños y que nosotros ya estábamos demasiado grandes para eso, Julissa hizo su última aparición un sábado. Aquel día nos quedamos hasta un poco más tarde de lo acostumbrado (a diferencia de los antiguos tiempos ya habíamos comenzado a pasar más horas conversando sobre algunos temas que nos tenían alucinados; nos acomodábamos en los jardines, que en el pasado se presentaban como grandes campos donde todo podía suceder, pero por aquellos días de manera inexplicables se iban haciendo más pequeños cada vez que los mirábamos, la fantasía se había quedado impregnada entre sus límites, era por eso que nos apoyábamos en ellos o nos subíamos a sus muros que al parecer también habían empequeñecido.

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Cuando ella llegó nos sumergimos entre las ideas de pensar en el final del colegio que apenas comenzábamos y después lo que habríamos de vivir en la universidad; mientras conversábamos, vislumbrábamos que pronto podríamos salir y viajar a donde quisiéramos, que cada uno estudiaría lo que quería, que estaba pronto el momento en el que nos subiríamos al auto de alguno de nosotros para después marcharnos sin rumbo a conocer aquellos lugares de los que tanto nos habían hablado, aquellos que se presentaban en los libros y nosotros dibujábamos en los cuadernos; muchas ideas más se presentaron aquella tarde, hacíamos planes y creíamos que nunca íbamos a crecer y a cambiar, no conocíamos nada de la vida. Al ponerse casi oscura la frontera del día, todos retornamos a nuestros hogares, ella como siempre fue la primera en irse y caminar una calle arriba. Después de aquel día con el tiempo nos perdimos entre nuestra vidas y nos sumergimos entre nuevas amistades y labores distintas; todos los que antiguamente corríamos por las calles durante las tardes, solo nos limitábamos a saludarnos y seguir de frente, eran raras la veces en que algunos se quedaba parados en frente de los jardines conversando; cada uno de nosotros había escogido un colegio distinto y distante a la vez, además que los nuevos amigos parecían ser mucho más interesantes, quizás fue por eso que nadie notaba su ausencia. Pero una tarde cuando después de haber retornado a casa, llegó hasta mi una desafortunada mala nueva, fue mi hermano, quien me pregunto si la conocía para después decirme que Julissa se encontraba enferma, que estaba pronto a viajar a otra ciudad donde buscaría recuperarse, además agregó que debería de ir a visitarla y a desearle una pronta recuperación. Era la primera vez que yo me enfrentaba a una situación como esa; quizás por el miedo propio de enfrentar a lo desconocido o porque habían pasado mucho tiempo que ya no la veía, me pase los días pensando en cómo sería el llegar hasta su casa, preguntar por ella y hacer lo correcto, además sólo sabía que ella vivía una calle arriba, pues nunca se dio la oportunidad de visitar su hogar, claro que no hubiera sido muy difícil el llegar hasta aquella calle y preguntar; pero por alguna razón las ideas se entremezclaban en mis pensamientos y los días siguieron pasando. Tanto tiempo me tomé planificando una posible visita, que una mañana me enteré que la noche

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anterior ella ya había sido trasladada a un hospital muy distante, yo me sentí un poco aliviado, pero después me sentí muy culpable. Alguna vez llegaban las escazas noticias a las puertas de las casas: -ella cada día más fuerte, ya se siente un poco mejor- decían. Estos comentarios hacían que me sintiera bien, pues pensaba que pronto estaría de retorno, y nosotros sus amigos del pasado estaríamos otra vez ahí para ella, que tendría la oportunidad de disculparme y quizás animarla con algunas bromas… … Por aquellos días ya no faltaba sino unos meses para terminar la educación secundaria y por una casualidad el hijo del vecino de la tienda de la esquina había optado por terminar sus estudios en el colegio y aula en el que yo estudiaba, esto hizo que aquella amistad que compartíamos en el pasado otra vez renaciera, ya que no sólo compartíamos el colegio, sino también los caminos que nos llevaban a casa, es por ello que cuando teníamos algún trabajo importante que realizar nos reuníamos en la amplia sala de su casa y nos pasábamos largos ratos trabajando con empeño. En una de aquellas tardes no encontrábamos otra vez en la sala de su casa, sumergidos entre cartulinas y pinturas; en cierto momento nos hicieron falta algunos materiales para terminar el trabajo que realizábamos, fue a causa de ello que nos vimos obligados a salir a las calles con dirección a una librería de la cual deberíamos de adquirir lo necesario para terminar nuestra “obra”. Cuando salimos de su casa eran más o menos como las siete de la noche con algunos minutos más; aquella librería estaba ubicada algo lejana calles abajo, descendimos muy lentamente; mientras caminábamos íbamos conversando sobre los materiales que deberíamos de adquirir, claro que a veces exagerábamos un poco y las risas no se hacían esperar. Aquella calle por la cual nos desplazábamos casi siempre estaba mal iluminada, solo unos cuantos postes se aburrían sosteniendo focos de extraña forma que dejaban escapar luces anaranjadas, es por ello que se caminaba a media luz por ahí, pero aquella calle no era peligrosa, ya que

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era constantemente vigilada por la seguridad, además que los vecinos eran buenas personas, por ahí se podía caminar a gusto. Mientras continuábamos nuestro camino, mi amigo que tenía la fama de tener la mejor vista de todo el salón, alcanzó a divisar a Julissa en la esquina, al otro lado de la calle, entonces me dijo que era ella. (Nosotros por aquellos días que ya nos sentíamos atraídos cada día más por las chicas), sin pensarlo ni un segundo decidimos acercarnos, no faltó el reto de quien le hablaba primero, entonces aceleramos el paso. A pocos metros la pude ver que ella venia en dirección contraria a nosotros y que el encuentro sería inevitable; en pocos minutos nos encontramos de frente. Inmediatamente la saludamos, y ella nos miró en silencio por un segundo y continúo su camino; mi amigo que había continuado la amistad por muchos días más que yo, habría de tener más confianza con ella, es por eso que él fue hasta ella y la atrapó de un brazo mientras le hablaba. Julissa se detuvo por un segundo mientras miraba fijamente a mi amigo, este entonces la soltó y se quedó parado en media calle, mientras ella continuaba su camino sin siquiera voltear a verlo. Cuando le di alcance, él me comento: -ella está demasiado delgada y su cuerpo esta helado, parece que está hecha de esponja, es por eso que casi de inmediato deje de sostenerla, además parece que no nos reconoció

Nosotros nos quedamos ahí, extrañados por su indiferencia, ¿Que se creía ella?, mi amigo comentó: “ni que fuera la única”

Mientras continuábamos nuestro camino, le comenté que me parecía que ella estaba muy extraña, mi amigo dijo entonces: -no es extraña es sólo que se hace a la importante, ¿viste como esta vestida? Parece que ahora le teme al frio-. Inmediatamente hizo como si no le importara y otra vez comenzó a hablar sobre el trabajo que estábamos realizando.

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Al llegar a la librería no encontramos el azul de la pintura que reclamábamos, es por ello que lo suplimos por un verde extraño, después otra vez nos fuimos hasta la gran sala en su casa, donde descansaban nuestras inmensas cartulinas. Mientras estábamos ocupados abriendo bolsas y comparando colores, alguien llampo a las puertas de la tienda del padre de mi amigo, y como aquella tienda tenía el acceso directo hasta su sala, alcanzamos a oír a la voz de una mujer mayor que parecía estar muy angustiada, mientras su padre intentaba consolarla. Nosotros inmediatamente nos sentimos muy extrañados por aquello, es por eso al creer que algo había sucedido, mi amigo se apresuró en dirigirse hasta el lugar de donde provenían las voces; demoró unos pocos minutos y después vino hacia mí y muy triste me dijo:

-es la mamá Julissa, dice que ella falleció-

Esta noticia nos dejó muy impactados, pues no podíamos creerlo, hacia unos pocos minutos habíamos coincidido con ella en la calle casi oscura, hasta la habíamos saludado: seguramente mientras fuimos a comprar, algo debió de ocurrirle, quizás un accidente. Nos sentimos más dolidos, por haber estado diciendo cosas no muy desagradables a cerca de ella. Después de todo ella hacía poco había vencido a una enfermedad que la tuvo alejada de la Ciudad por muy largo tiempo, pero quiso la mala fortuna que encontrara un trágico final Desde aquel momento nuestro trabajo lo continúanos desarrollando, pero ya no sonreíamos más, hablábamos poco y a media voz, sentíamos mucha pena, pues a pesar de que el tiempo y nuestras propios temores, se habían encargado de alejarnos, en algún lugar de nuestros recuerdos aun guardábamos un gran cariño hacia ella. Más o menos una hora después, cuando ya casi terminábamos el trabajo, su hermano mayor, un hombre de mediana edad, vino a ofrecernos su ayuda, por que llevábamos mucha horas ocupados.

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Ahí mientras nos ayudaba a colocar en una buena posición todo lo construido y pintado, él nos comentó sobre la muerte de Julissa,

- es muy triste - nos dijo,

Nosotros solo lo mirábamos mientras aquel hombre nos hablaba con cierto dolor sobre la vida y sobre la suerte que teníamos; nosotros lo escuchábamos en silencio, hasta que en un momento nos quedamos muy impactados, como si fuéramos de hielo

- pobrecita – dijo su hermano, - mañana la van a sepultar, dos días la están velando y hoy recién nos enteramos –

- ¿Dos días?, si apenas hacia un rato que la habíamos visto, respondió mi amigo.

- Debieron de confundirla, ella falleció en otra Ciudad y la trajeron ayer en la mañana. Y continuo hablando lo de su enfermedad y de muchas cosas más que no alcance a escuchar.

Poco después que aquel hombre dejo de hablar, me disculpé con ellos pues terminado el trabajo, tenía que retornar a mi domicilio que estaba ubicada a unas cuantos metros más allá; pero antes de salir de su casa sentí miedo, por lo que acabábamos de oír, entonces mi amigo al parecer también sentía miedo y comenzó a hablar con voz temblorosa y a decirme que si era real que nosotros nos la habíamos encontrado aquella tarde, yo ya no estaba seguro de lo que estaba sucediendo, pero nosotros sabíamos bien lo que habíamos vivido, no sólo la

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habíamos visto sino le hablamos y él hasta la tomó de un brazo, pero todo era ilógico porque para aquella hora ella ya llevaba más de un día de haber fallecido. En cierto momento alcanzamos la conclusión y el consuelo que se trataba de una broma de su hermano Todavía con algo de miedo me fui a rápidamente hasta mi hogar, donde mis padres muy tristes me confirmaron que ella hacía ya dos días que había dejado de existir, y como ellos nos habían visto crecer casi juntos, me llevaron con ellos hasta su casa para darle el pésame a su familia. Yo ni siquiera me atreví a acércame hasta la caja donde ella descansaba, me limite a estar sentado en un lado mientras todos comentaban lo penoso de su enfermedad. Casi a medianoche, se hizo presente un vecino, él un hombre joven que se encontraba algo embriagado, se acercó casi hasta donde me encontraba con mis padres y comenzó a relatar en voz alta una historia casi idéntica a la que había vivido junto a mi amigo. Él dijo que por la tarde al encéntrasela en la calle, quiso darle un abrazo muy afectuoso, pero ella parecía una muñeca de trapo y esto le causo miedo; además dijo que minutos después del encuentro, un poco incómodo se dirigía hasta su hogar cuando vio la señal de luto en la casa vecina y él guiado por su curiosidad se acercó hasta el interior, como había mucha gente, se acercó hasta el féretro, donde después de observar el interior y notar que era Julissa quien descansaba ahí, cayó al suelo por la impresión; inmediatamente fue ayudado por un grupo de personas, minutos después le dijeron que aquella con la que decía haberse encontrado hacia unos minutos, llevaba ya mucho tiempo fallecida, esto lo aterro y no encontró mayor consuelo que el de los efectos del alcohol, y aquella hora retornaba para confirmar que no se trataba de una broma, de un mal sueño o alguna alucinación; aquel se acercó hasta donde descansaba ella y lloró por un largo rato, preguntándole ¿por qué se le había aparecido?, después le pidió perdón, mientas esto sucedía mis padres dijeron que era hora de retirarse. Esta Madrugada recuerdo a Julissa y le agradezco por las tardes, los juegos y los sueños olvidados….

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GATOS FÚNEBRES

Esta quizás sea una de las historias más populares que recorren por las calles de la pequeña Ciudad. Por considerarlo demasiado cercano a la fantasía desmedida y a lo poco posible, no le daba ni un poco de importancia, hasta que tuve la oportunidad de compartir los estudios universitarios con alguien que la vivió, Aquel amigo y sus dos hermanos dieron fe de que aquello era real, además de algunos de sus vecinos que reafirmaron lo que les paso a narrar: Hace algún tiempo, cuando apenas se comenzaban a construir las primeras casas, a espaldas de la Universidad y calles arriba por la escuela vecina, muchos habitantes de pueblos cercanos a la Ciudad, llegaban hasta aquel lugar para quedarse, comentan que cuando llegaron los primeros pobladores aquellos terrenos todavía mostraban la escaza, amarillenta y menuda vegetación que es muy común el hallarla cuando se sale a caminar fuera de las calles. Por aquellos días una junta de futuros vecinos habrían de haber adquirido una porción de los terrenos, y en poco tiempo iniciaron las construcciones de sus viviendas, que iban creciendo día a día, siempre aferrados al tiempo y a la economía que suele limitar a veces la voluntad de los hombres. Es en este escenario que aquel quién resulto siendo uno de los mejores amigos con los cuales he compartido los días de clases y la expectativa de los exámenes; fue uno de los primeros vecinos que llego a poblar aquel lugar, él como el hermano mayor y por mucho una persona responsable, dejando atrás el pueblo que lo albergo durante los primeros años de su vida se dio a la tarea de controlar el avance de la construcción de su nuevo hogar en la ciudad. Apenas dejaron casi terminada la construcción el “primer piso” de su futura vivienda se hizo de una de las habitaciones, en la cual habitó durante algún tiempo en compañía de sus dos hermanos

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menores; ellos se acomodaron lo mejor posible, ya que por aquellos días eran épocas de vacaciones en los colegios y ellos no tenían que retornar a su lugar de origen. Los días allá eran muy tranquilos y de noche todavía se podía sentir aquel silencio propio de los pueblos que se paseaba entre las construcciones menudas y cada una más alejada de la otra. Una de tantas noches, mientras ellos dormían, el ambiente que siempre había permanecido en calma cambio repentinamente, todo inicio cuando un viento extraño comenzó a “arañar” las construcciones con mucha fuerza, al punto de que provocó que algunas cosas cayeran y golpearan a las puertas de su pequeña habitación; esta como no estaba totalmente construida, como ventana solo tenía un agujero cuadrado y un armazón de metal oscuro sin vidrios, el cual estaba cubierto por unos cartones para evitar la entrada del frio, uno de aquellos cartones también fue arrancado por aquel temporal inesperado, a causa de ello mi gran amigo se vio obligado a dejar el sueño para después y algo incómodo tuvo que ir hacia allá para intentar poner todo en su lugar. Mientras el buscaba en la oscuridad el cartón que habían caído lejos, hacia esfuerzos por no hacer ruido para no despertar a sus hermanos, fue cuando escuchó que afuera los perros lejos de ladrar como es común o de hacer muchos ruido, se les oía estar llorando muy bajito; mientras tanto él continuaba ocupado posando sus manos por el suelo; en un momento sus hermanos también despertaron e inmediatamente se pusieron a ayudarlo, cuando dieron con aquel trozo del cartón caído, mi amigo se acercó a la ventana media cubierta aun, y sus hermanos muy curiosos lo siguieron, como ya era de madrugada ellos sintieron curiosidad por ver como se mostraba el paisaje a aquellas horas; entonces los tres se acomodaron y empezaron a observar el ambiente a media luz afuera que apenas era alumbrado por el foco distante de un poste de madera. Estuvieron ahí un momento conversando hasta que en cierto momento y ante sus ojos se mostró un espectáculo macabro que los dejó petrificados como si formaran parte de las paredes.

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allá afuera unos gatos se paseaban haciendo ruidos como si conversaran, un aullido fantasmagórico se dejó oír claramente, mientras se mostraba delante de todos un gato blanco caminando en sus dos patas posteriores, detrás de él otros gatos grandes, venían cargando a otro que se encontraba inmóvil y parecía estar muerto, detrás uno más pequeño de color negro, que parecía llorar de manera inconsolable sus maullidos que se asemejaban a voces y llantos de mujer, que caminaba en sus dos patas posteriores como todos los demás y que se cubría los ojos con sus patas delanteras, seguido de un gran grupo, todos aquellos gatos representaban ante sus ojos, el viaje final que hace un humano, cuando en un ataúd es llevado hasta un espacio en el cementerio. Mi gran amigo y sus hermanos, sin ninguna reacción sólo miraban y oían aquellos maullidos infernales acercarse cada vez más; cuando aquel gran grupo de gatos se encontraban casi en frente de la ventana, los tres guiados por el miedo cayeron al piso y se apoyaron al muro que quedaba debajo de aquel agujero cuadrado, y ahí temblando de miedo se aferraron unos a otros, mientras afuera se podía oír cada vez más claras aquellas “voces” de los gatos en su marcha fúnebre, esto duró unos minutos. Después lentamente se fueron alejando, cuando ya los ruido extraños y aterradores comenzaban a percibirse más distantes, mi amigo haciéndole frente al terror ase asomó, para intentar colocar el cartón en aquel agujero, y observo a aquel gran grupo de más o menos veinte gatos que se iban caminando en dos pies por entre medio de las calles.

Aquella noche ellos sintieron mucho terror, al extremo que hasta hicieron que el perro que se suponía era el guardián de su casa, fue invitado a ingresar en aquella habitación y pasar la noche todos juntos. AL amanecer, algunos vecinos más habían observado todo lo ocurrido aquella madrugada, hubo ruido, vieron lo que ocurría, pero todos sintieron miedo y nadie hizo nada. Después de comentar por un gran rato llegaron a la conclusión de que aquellos seres eran diablos,- los gatos son diablos dijeron -.

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Aquella tarde mi amigo buscó otro lugar en el cual habitar hasta que terminaran aquella construcción, él dice que sólo se acercaba por ahí por las mañanas, después cuando terminaron aquella casa, tuvo que pasar mucho tiempo para que ellos se decidieran por fin a habitarla. Las tardes que pasamos gratas horas en aquella casa no era muy difícil el notar casi la total ausencia de ventanas que dan a la parte posterior de su propiedad, lo extraño de su construcción, fue lo que me impulso a preguntarle el por qué y fue también el inicio de estas líneas, Uno de sus hermanos me dijo: -es así porque si los gatos otra vez se hicieran presentes, por lo menos ellos no los verían pasar.

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MADRUGADAS EN EL CEMENTERIO

Cierta vez, aprovechando la media conciencia de un vecino, que no tenía otra gracia conocida sino el de beber todos los días. Anunció en voz alta que estaba de retorno a su hogar después de algún nuevo flirteo con el alcohol barato; mientras ponía cara de triste e intentaba seguirme el paso y lograr que le diera algunas monedas, para retornar al lugar desde el cual hacía poco rato recién había salido, aspirando quizás a llamar a la lastima me dijo: - hay noches que no puedo llegar a casa a dormir, no porque yo no quiera… es que nadie se atreve a abrirme la puerta, porque se respeta aquello que para las diez de la noche todos deben de estar adentro, además ellos saben que yo no llego por estar bebiendo, ya es algo casi cotidiano. Antes cuando me quedaba con los amigos hasta muy tarde ya no retornaba hasta mi casa, me ahorraba los pasos y me quedaba a dormir aunque no me creas en el cementerio, Y continúo: -un amigo me hacía compañía, como estábamos mareados no nos importaba sino el obtener un espacio en el cual poder descansar; cierto día mi acompañante de siempre viajó y yo me quede en el bar hasta pasada las once de la noche, como estaba acostumbrado me dirigí hasta allá, subí por la parte de atrás del muro e ingresé, y después de caminar unos metros llegue al nicho que muchas veces nos sirvió de guarida nocturna, mi amigo acostumbraba a dormir en uno de los agujeros arriba del que yo ocupaba; minutos después y estando ya ubicado “en mi lugar” trataba de abrigarme entre el cemento; al menos allí adentro no hacía tanto frío como en las calles; cuando ya comenzaba a sentirme algo a gusto y me faltaba poco para dormir, sentí un silbido casi imperceptible, luego un ruido. Pensé que era mi amigo y que como yo venía a resguardarse, así que lo llame, le grite y no obtuve respuesta, me deslice un poco para que me oyera; justo en ese momento una luz blanca pequeña, apareció flotando frente a mí y yo muy

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confundido me fui internando dentro del agujero, la luz me siguió y crecía a medida que se me acercaba, mi cuerpo se estremeció al ver que no había salida y el miedo me paralizó, sentí como si mis cabellos se pusieran de punta y estallaron, entonces olvidándome del lugar en el que me encontraba, quise ponerme de pie, pero como es un lugar muy pequeño donde apenas cabe un ataúd, me di un gran golpe que me dejó inconsciente unos segundos, después sentí como la sangre tibia se deslizaba por parte de mi rostro y sentía un dolor punzante en la cabeza, presione con una mano la herida, cerré mis ojos y apenas pude me arrastré, no sé como pero salí de aquella construcción; mientras caminaba en la oscuridad entre las cruces y nichos, gritaba mucho, no podía controlarme, después atravesé sobre el muro por el cual ingresé y corrí hasta el bar cercano en el que había estado bebiendo durante todo el día. Aquel lugar siempre está abierto. Al verme ahí adentro, muy asustado, nervioso y con la cara ensangrentada, mis conocidos pensaron que me habían asaltado. Después de que alguno me hablara y tratara de controlarme y me alcanzaran algo de beber, yo les comente lo que había vivido, todos me escucharon atentamente, después me dieron de beber de su alcohol y yo al buscar algo con que limpiarme la sangre que no dejaba de fluir, encontré en uno de mis bolsillos un billete y lejos de pensar en curarme me puse a beber hasta que se acabó el crédito del mencionado billete, según yo para aliviar el susto apoyado por los demás… desde aquella noche todos pensaban que había aprendido la lección incluso yo. Pasados un par de meses alejado de todos incluso de mi mejor amigo, este llegó una noche hasta mi domicilio para invitarme a una celebración y días después yo seguía con la vida bohemia, claro que ahora trataba de llegar a casa o quedarme en el bar con alguna excusa hasta que amanezca. Pero una de aquellas noches en que había bebido demasiado tuve problemas con el propietario porque me reclamo mi actitud a lo que yo lo insulte; sin pensarlo dos veces hizo que me echaran, ya eran más de las una de la madrugada, sin tener otro lugar donde quedarme y con algo de miedo me acerque a las paredes de tierra del cementerio.

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Dudé un momento, pero el frío pudo más que el miedo, así que decidí ingresar pero ya no ir hasta el nicho donde tuve esa mala experiencia con la luz que se me acercó después de un silbido. Por eso subí por un lado más lejano de aquella pared, luego de un salto ya estaba adentro, la oscuridad y el paisaje se me hizo muy familiar, hasta por un momento creí que lo había extrañado, sólo que esta vez encontré un nicho de “dos pisos” recién terminado, supongo que era así porque aun habían restos de materiales al costado, además de unos trozos de aquellas bolsas de papel en las que venden el cemento. Me acomodé en uno de los dos agujeros que formaban este habitáculo, en el agujero más alto y los trozos de papel me sirvieron de “sábana” improvisada y cobertor. por un momento reflexione y pensé que estaba actuando como un demente, sino ¿quién en su plena lucidez se encontraría aquel momento en la situación mía?, para aquella hora casi todos estarían en sus casas muy bien abrigados, algunos viendo televisión o abrazados a quien aman, de alguna manera estarían mucho más cómodos y tendrían una mejor vista que la mía, ya que desde ahí sólo podía ver un sepulcro vagamente en plena oscuridad, que al parecer llevaba algunas horas recién formada, por que presentaba tierra muy oscura y alta, además de las innumerables coronas y aun se podía percibir el olor a “anisado” y también el humo de tabaco del cigarro “nacional”. Me encontraba acomodado boca abajo por que estaba preparado para que al percibir el menor ruido saliera disparado hacia el muro más bajo y saltarlo. comencé a recordar, pero intentaba no hacerlo por que comenzaba a llenarme de miedo, fue cuando escuché que algo se arrastraba, al principio pensé que era un perro, pero no sonaba a pasos, era más bien un sonido como cuando arrastran algo pesado, luego escuche una serie de murmullos y supe que un grupo de personas se acercaban, pensé que era la policía o los guardianes así que me interné un poco más adentro; desde ahí percibí claramente como los murmullos se acercaban más y más, lo extraño era que no podía entender ni siquiera una palabra de lo que decían aquellas voces.

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Un momento después se mostraron ante mi unos cuatro o quizás seis seres muy altos, vestidos de blanco con esos hábitos de monjes de las películas, se les podía ver ya que una especie de luz muy baja delineaba perfectamente sus formas; ellos a su vez eran una especie de guardaespaldas de uno más pequeño que estaba vestido de negro y llevaba una especie de bastón muy largo en una mano. Yo los miraba, estaba aterrado, mi cuerpo no tenía la menor reacción, no sé cómo contuve las ganas de gritar y salir corriendo, quizás por el miedo de que esos seres me vieran; ellos se acercaron a la tumba reciente y el vestido de negro empujo las coronas hasta que algunas cayeron, los demás seres lo rodearon y paso algo que no sé cómo explicar, pero me pareció que el de negro arranco un alma del sepulcro. Pues aquel levanto su bastón y una luz blanca proveniente de la tierra de aquel sepulcro se impregno en lo más alto de este y desapareció mientras se oía un gran grito agudo y aterrador, como si a alguien le desgarraran la vida. en seguida el del bastón continuo su camino y los demás lo siguieron entre murmullos que parecían a veces que cantaran; no pasó mucho tiempo cuando se detuvieron muy cerca en otro sepulcro reciente, repitieron lo mismo y esta vez se oyó un grito como de mujer aterrada. Yo ya no soportaba, sentía el sonido de mi corazón, veía manchas de luces ante la oscuridad del ambiente, tuve que presionarme la boca con ambas manos para no gritar, intentaba el no hacer el menor ruido, aunque pensaba que pronto escucharían mi respiración agitada. Pasado un tiempo, no sé cuánto, decidí largarme de allí. Presumí que aquellos seres ya estaban demasiado lejos, y muy lentamente me descolgué desde aquel agujero y descendí tratando de hacer el menor ruido posible, y caminé muy alerta, mirando a todos lados, con la idea de que en cualquier momento uno de aquellos podría verme. Cuando ya me encontraba con las manos en el muro, no sé si por el miedo o fue real, sentí como si alguien me tocara la espalda, me aterre y corrí sin rumbo lastimándome y cayéndome, escuchaba que algo o alguien me seguía, eran como cadenas arrastrándose y avanzaba muy cerca de mí.

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No sé de dónde pero un perro se me acercó e hizo mucho escándalo; alguien dio aviso a la policía y cuando entraron en el cementerio muy temprano en la mañana, me encontraron casi inconsciente. Luego de esto, me llevaron a casa y mis familiares hicieron de todo para que yo me recupere, porque tenía miedo a todo, dormía con la luz encendida y con compañía, también llamaron a algunos curanderos para que con sus conocimientos me hicieran unos “jubeos” con cuyes y palomas, con rezos, con toda su magia andina; de a pocos fui recuperando mi mala forma habitual de vivir, mis familiares pensaron que esto me serviría de lección pero ya vez que no fue asíMe impacto tanto su relato que le di una moneda sin ningún ruego de su parte y luego se fue. Seguramente esta noche está ahogándose en lo que unas monedas pueden comprar mientras yo le narro su experiencia.

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MUJER DIABLO

No sé si se ha escrito esta historia, pero parece tan familiar por lo simple de su desarrollo y el acercamiento a algún guion de aquellas películas antiguas que se basan en argumentos directos; en realidad eso me importa poco, porque al igual que en los demás relatos estas líneas vertidas están basadas en narraciones de personas que los han vivido directa o indirectamente, han aportado con sus testimonios; además de haber demostrado la veracidad de todo con nombres, apellidos, lugares y situaciones reales que muchos pueden dar fe y cualquier mortal si es que se interna entre las calles y pueblos de esta ciudad fácilmente podrá hallarlos, como es en este caso en particular.

Aproximadamente a una hora y muchos minutos más del centro de la Ciudad existe un pueblo pequeño y casi deshabitado por estos días, un lugar que en su pasado pudo disfrutar de todos los favores que trae el éxito, pero es una historia que se fue junto a sus pobladores originarios, ya que el tiempo ha sabido envenenarlos con sus días y los arrancó de la existencia o llevados por el deseo de una vida mejor se mudaron siguiendo nuevas esperanzas. El tiempo en que todo esto se desarrolló no se me fue precisado con exactitud, basta saber que fue más o menos en los años cincuenta o sesenta me dijeron; y ante la falta de esta importante información, lo dejare así (por ahora).

Por aquellos días en aquel pueblo se desarrollaba una vida tranquila dentro de los posible, hombres y mujeres laboraban desde muy temprano y llegaban a sus hogares entrada la noche, los pequeños y los jóvenes se enredaban entre días de escuela y esperados fines de semana, días en los cuales ellos podían dedicarse a diversa labores alejadas de los deberes escolares y los trabajos en casa.

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Por lo pequeño del pueblo casi ningún suceso pasaba desapercibido por vecino alguno, es por ello que todos notaron que entre casas de los vecinos existía una en particular, de la cual dos niños, de piel muy blanca y aspecto algo tenebroso se mostraban al abrirse las puertas; estos niños de aspecto poco natural, durante el día se asistían a la escuela, después retornaban a su hogar para no ser vistos sino hasta que otra vez la campana de la pequeña escuela llamara a formación. Todos los demás compartían desde una palabra hasta largas horas de caminos y juegos, pero aquellos niños, parecían no tener el más mínimo deseo de hallar compañía y hacerse de amigos, ya que casi todo el tiempo se la pasaban solos, alejados del grupo, siempre con sus miradas desencajadas y su aspecto triste. Aquellos dos y su extraño comportamiento no pasaban desapercibidos y menos la madre de los dos niños, que se pasaba días enteros encerrada entre su paredes, casi nadie podía decir mucho de ella ya que igual que sus hijos permanecía en silencio y evitaba la compañía de los demás. Pasado un poco de tiempo, aquella extraña mujer falleció una noche, y como ella toda su vida la dedico al cuidado de sus hijos, los dos pequeños quedaron desamparados y fueron a parar a la casa y al cuidado de uno de los vecinos más importantes y bondadosos de pueblo que decían tenía cierta familiaridad con el padre de los dos pequeños desafortunados; además ante la ausencia de algún familiar de la infortunada mujer, los vecinos hicieron lo mejor que pudieron para preparar los días de velorio y sepelio de la señora difunta. Después de un día muy atareado, y dejando la pena para después, todos colaboraron para comprarle una caja de madera y realizar los días de velorio de la extraña mujer, es así que un grupo de ellos se ocupó de poner todo en su lugar. Poco después la vecina descansaba ya en su caja de maderas sobre una mesa grande cubierta con unas mantas, flaqueadas por velas de un tamaño singular, las mismas que estuvieron encendidas durante parte del día, la tarde y hasta muy entrada la noche. Como es natural la noticia del velorio de la mujer corrió por todas las calles, hasta alcanzar los oídos de todos y cada uno de los habitantes del pequeño pueblo, entonces gran cantidad de personas se dirigieron hasta el hogar de la infortunada, para darle un saludo a los pequeños huérfanos y acompañar

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a aquella extraña mujer en sus “últimos días” entre todos, si bien no la habían conocido a la perfección, sabían que aquella formaba parte de los habitantes del pueblo, y era de alguna manera parte de todos. Es de costumbre el realizar dos madrugadas de velorio, para que al tercer día por la tarde se proceda al sepelio; por muchos testimonios, se dice que mientras los vecinos se reunía alrededor de la mujer que llevaba descansando un día y muchas horas a la lumbre de velas de gran tamaño, y mientras ellos se enredaban entre conversaciones que a ratos llegaban hasta las risas, siempre acompañados de alguna bebida alcohólica y el humo de cigarrillos; el cadáver de aquella mujer de golpe se sentó dentro de su caja y pareció retornar a la vida; todos se quedaron en silencio, menos aquella que haciendo un poco de esfuerzo salió de su ataúd, caminó entre todos gritando groserías y palabras irreproducibles, invitó de la manera más brusca a que todos se largaran de inmediato de su casa Está por demás decir que los vecinos invadidos por el terror al ver a aquella mujer el despertarse después de haber estado siendo “velada” casi dos días, se alejaron de aquella casa aterrados. -se ha condenado- decían los vecinos, mientras se persignaban y se llenaban de miedo ante el más pequeño ruido y la oscuridad con los cuales los envolvía la medianoche. En pocos segundos aquella casa quedó vacía, y aquella mujer se paseaba en el interior haciendo mucho ruido, parecía burlarse del miedo de los demás. Sus hijos no se le fueron devueltos, a causa de ello entre los ruidos se podían escuchar voces fantasmales como si los llamara. Los dos niños días después fueron reclamados por su padre que hacía muchos años no los veía, casi ni siquiera podían reconocerse al principio, pero aquel hombre que hacía mucho radicaba en una Ciudad lejana se los llevó muy temprano lejos de aquel lugar y de su “madre condenada” Desde aquí encontré dos versiones de la historia, una que dice que cada siete días aproximadamente aquella mujer parecía perder la vida y días después otra vez se le escuchaba dentro de su hogar y hasta se le podía ver por las calles: pero en lo que coincidieron en que Aquella mujer después de

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muchos días de continuar con su actitud de mantenerse encerrada en su casa haciendo mucho ruido, falleció otra vez y permaneció muchos días así, los vecinos entonces se vieron forzados a hacer nuevos preparativos para sus noches de velorio y el sepelio; pero cuando ya estaba pronto a llevarla a su lugar de descanso eterno, ella otra vez retornó a la vida y agredió a todos los vecinos que encontró en su casa; ninguno se atrevió a quedarse ahí siquiera un par de segundos, todos estaban aterrados con la presencia de la vecina que de manera sorprendente e inexplicable había muerto y retornado a la vida por segunda vez. Desde aquel momento todos los habitantes del pueblo comenzaron a temerle y evitar el caminar siquiera cerca de ella; en su hogar los ruidos continuaban; aquella mujer otra vez se paseaba, pero esta vez parecía estar furiosa. Así pasaron los días y una tarde otra vez se desperdigaba entre las calles la noticia de que ella había fallecido. Los vecinos ya ni siquiera se atrevieron a acercase a ella, sólo se limitaron a mirarla a través de una de las ventanas de su hogar. Unos días después, aquella mujer que decían que estaba muerta, se presentó una noche ante todos mientras se dirigían hacia la iglesia, los pobladores sabían que se trataba de ella, a pesar de que por aquellos días presentaba facciones y comportamientos fuera de lo común, su rostro estaba de un color muy pálido, cercano al blanco; sus ojos en particular eran muy extraños, ya que se presentaban rojos que hasta aparentaban estar formados de sangre en su totalidad, su cuerpo parecía estar desintegrándose, porque ya se mostraba delgada en extremo, tanto que sus manos parecían ser solo una especie de garfios. Sin duda aquella mujer llevaba mucho tiempo ya fallecida, pero sus su cuerpo había sido poseído por un demonio que lo manejaba a su voluntad. Ante tal situación los ancianos llamaron a una reunión urgente a los pobladores del pueblo; un domingo por la tarde todos se hicieron presente, menos aquella extraña mujer; después de un momento de reencuentros alejados de las labores acostumbradas; un hombre disemino un corto discurso que llegó hasta los presentes para llenarlos de miedo.

-¡el diablo habita en nuestro pueblo!- dijo.

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Los pobladores no necesitaron ninguna palabra más para saber de quien hablaba y donde hallarlo. Después discutieron por unas horas, hasta que al final acordaron que debían de deshacerse de aquel ser maldito que había tomado forma de mujer y que exactamente perdía la vida y pocos días después se mostraba ante todos como si nada le hubiera sucedido.

-la próxima vez que se quede sin vida, la llevaremos al cementerio y la sepultaremos- concluyeron y se fueron a sus hogares esperando el día señalado. Pocos días pasaron cuando un vecino, el más osado, mientras se dirigía a su hogar después de realizar su labor diaria, guiado por la curiosidad alcanzó a ver a la mujer acostada en el piso de madera de su hogar sin dar muestras de vida; entonces apresuró su paso y fue en busca de los demás pobladores del pequeño pueblo para anunciarles que se había presentado la oportunidad de deshacerse de aquel “diablo” que al parecer llevaba pocas horas de haber fallecido. Los demás al enterarse de la noticia, sin perder un segundo se dirigieron a sus hogares para que poco después armados de palas, picos y cadenas fueran hasta donde se hallaba aquel maligno ser que se había posesionado del cuerpo de la vecina. Al llegar hasta su hogar, quizás impulsados por el grupo, unos cuantos ingresaron, recogieron su cuerpo del piso y lo colocaron dentro del ataúd, que aún permanecía en el mismo lugar en el que hacia algunos días ellos la habían estado velando hasta que ella retronó a la vida y los corrió entre gritos y palabras irreproducibles. Después de colocar el cuerpo dentro de aquella caja de maderas, la cerraron y con unos martillos pusieron por todas partes unos clavos de gran tamaño, y como si esto fuera poco, le colocaron gruesas cadenas en forma de envoltura y las aseguraron con candados grandes y con todo lo que les fuera posible asegurarse que la “tapa” no se fuera a desprender; después se dirigieron hacia las calles donde los esperaba un pequeño auto blanco de uno de los vecinos que se ofreció a llevar a aquel maligno ser encerrado en la caja hasta el cementerio que estaba ubicado lejos del lugar en el que se encontraban.

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Después de subirlo en el pequeño auto unos cuantos se subieron junto al ataúd encadenado para asegurase de que permaneciera en su lugar y emprendieron la marcha veloz por un camino de tierra que hacía las veces de carretera; pero el viaje no duró mucho ya que apenas habían pasado unos cuantos minutos, el vehículo de manera inexplicable no quiso avanzar ni un metro más, aun así el chofer se bajara a revisar el motor y los demás lo empujaran, todo estaba en su lugar, pero parecía que una fuerza inexplicable no los dejaba continuar con su camino. Sin otra opción y sin la menor intención de retornar con el ser maligno de retorno al pueblo, decidieron cargar el féretro y llevarlo en hombros hasta el lugar destinado para ser enterrado, así que apurando el paso llegaron hasta el lugar elegido, acompañados por un gran grupo de pobladores que les dieron alcance mientras ellos marchaban con su maléfica carga. Cuando Atravesaron las puertas del cementerio, ya era de madrugada. Se sumergieron en él muy cansados y sudando, avanzaron por el interior entre sepulcros y cruces desperdigados por todos lados, tropezando a veces por lo accidentado del terreno, hasta que alcanzaron el lugar hacia el cual se dirigían; entonces colocaron el ataúd en el suelo para descansar, mientras los sepultureros preparaban la “bóveda” en la cual sería depositada aquélla caja, todos sentían un alivio porque estaba próximo el ponerle fin al miedo que habitaba entre ellos. Pero mientras descansaban, una voz que parecía procedente del mismo infierno se dejó escuchar, poco después aquel ataúd comenzó a moverse de manera extraña, como si la fallecida habría otra vez retronado a la vida e intentaba salir, primero se oyeron unos pocos golpes, pero después aquel ser que descansaba dentro de la caja hacía uso de una fuerza descomunal y casi logro abrirse paso y arrancar la “tapa” a pesar de que se encontraba asegurada con clavos y cadenas; ante la mirada de los estupefactos pobladores, la caja se estremecía y hacia ruidos, parecía estar pronta a romperse y a ratos dejaba escapar una especie de niebla que tenía el olor a azufre, entonces muchos de ellos corrieron y se abalanzaron encima del ataúd para evitar que “el diablo” escapara, y haciendo uso de su fuerza se quedaron ahí encima, siendo sacudidos constantemente por los golpes que

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provenían desde el interior, además de los insultos que lanzaba “el diablo” encerrado. Los sepultureros entonces apresuraron su labor y comenzaron a preparar el cemento con el cual cerrarían para siempre aquella “bóveda” algo antigua que se mostraba profunda en la tierra oscura y húmeda, aquella extraña construcción dentro de la tierra echa de ladrillos grandes, serviría de encierro a aquel diablo que poseía el cuerpo de la mujer, mientras tanto los hombres y mujeres del pueblo se dedicaban a masticar la coca en una costumbre que ellos llaman “bolear”, que suelen realizar en los sepelios y en algunas otras ocasiones. Todos tenían miedo y más aun aquellos quienes estaban encima del ataúd, porque temían que pronto aquel ser podría destrozar las maderas, salir y quien sabe que les sucedería a ellos, por que quien se encontraba adentro se mostraba rabioso en extremo y no dejaba un segundo de seguir intentando librarse de sus captores. Así estuvieron por mucho rato hasta que terminada la labor de los encargados del cementerio de sepultar a los fallecidos dijeron que podrían llevar la caja y depositarla en aquella “bóveda”; en aquel momento parecía que quizás no sería posible, puesto que los encargados de llevarla temían que se saliera, sin embargo en un momento elevaron el ataúd y como impulsados por el medo se apresuraron en llegar hasta aquella extraña construcción y sin el menor reparo ni cuidado arrojaron su carga maldita dentro, sólo se aseguraron de que el ataúd resulte con la base hacia arriba, después sin pensar un segundo buscaron un enorme bloque de cemento que cubría a la perfección aquella construcción dentro de la tierra, que hacía las veces de cerradura o tapa de aquella “bóveda”, casi de inmediato los sepultureros comenzaron a vaciar el cemento encima para que por fin pudiera quedar aquel sepulcro cerrado para siempre. Pero los golpes y las voces de aquel ser infernal no cesaban, hasta parecía a ratos que se escuchaban con más cercanía; los aterrados pobladores afuera solo se limitaban a seguir con sus oraciones, y masticando coca. Entonces ocurrió un hecho que hasta hoy casi no tiene explicación, pues se dice que de entre todos los que encontraban reunidos ahí, salió una mujer vestida como cualquier pobladora, pero que nadie alcanzó a reconocer,

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aquella mujer se acercó al sepulcro en el cual se encontraba encerrado aquel diablo y comenzó a reprenderlo y después también comenzó a hacer uso de la coca; la presencia de aquella mujer pareció alterar al demonio encerrado, pues su voz se sentía con más furia y decía palabras y blasfemias que casi se podían escuchar de manera perfecta, además que parecía que golpeaba todo a su alrededor con más violencia. La extraña mujer permaneció inmutable delante del sepulcro, hasta que después de un tiempo indeterminable el ruido ahí adentro cesó por completo, aquella mujer había logrado encerrar al diablo. Poco después ella desapareció de manera inexplicable, por más que la buscaron no la hallaron y nadie supo decir de quien se trataba, algunos dijeron que seguramente se trataba de alguien que estaba de paso por esos lugares, otros dijeron que quizás se trataba de una bruja muy poderosa, pero otros más estaban convencidos de que aquella mujer que encerró al diablo era la virgen a la cual los pobladores desde aquellos años y hasta hoy le tiene fe, y la denominan patrona del pueblo. Seguramente ella había acudido hasta ellos para ayudarlos. Después de aquel macabro espectáculo, se dice que aquella tumba quedó maldita, los escasos visitantes de aquel cementerio pasan en frente de ella pero no se acercan, por que corren el riesgo de que si la tocan, el diablo que está encerrado ahí adentro puede poseer el cuerpo de quien se atreva a hacerlo. Nos narran que aquella tumba continua hasta el día de hoy en el mismo lugar, que muestra una vegetación de un verde intenso a su alrededor, ya que nadie se atreve a cercarse por ahí, incluso aquellos quienes tienen familiares sepultados muy cerca a aquella tumba maldita, tienen la precaución de colocar sus flores desde cierta distancia…

Este libro fue digitalizado para distribución libre y gratuita a través de la red Revisión y Edición Electrónica de Pasco Publica Digital. Cerro de Pasco - Perú 22 de Febrero 2014