Cartas a Los Miembros

RAMA MICAEL C A RTA S A LOS M I EM BRO S 18 CARTAS PUBLICADAS EN DAS GOETHEANUM. DE ENERO A AGOSTO 1924 CALLE GASCONS

Views 148 Downloads 2 File size 387KB

Report DMCA / Copyright

DOWNLOAD FILE

Recommend stories

Citation preview

RAMA MICAEL

C A RTA S A LOS M I EM BRO S 18 CARTAS PUBLICADAS EN DAS GOETHEANUM. DE ENERO A AGOSTO 1924

CALLE GASCONS 2, 1 4 6 0 0 2 VA L E N C I A

INDICE 1. Carta a los miembros en el Das Goetheanum. _______________________________ 3 2. ¿Cuáles deben ser las relaciones entre la Sociedad y la Antroposofía? ____________ 5 3. Las reuniones de los miembros de la Sociedad Antroposófica.__________________ 7 4. La posición de los miembros en relación con la Sociedad. _____________________ 9 5. Líneas Maestras Antroposóficas (directrices). ______________________________ 11 6. Aspiración de conocimiento espiritual y la voluntad de autodominio. ___________ 13 7. El trabajo en la Sociedad. _______________________________________________ 15 8. El trabajo en la Sociedad. _______________________________________________ 17 9. La forma de hacer nuestras las verdades antroposóficas. _____________________ 19 10. La presentación de las verdades antroposóficas. ___________________________ 21 11. De la enseñanza de la Antroposofía. _____________________________________ 23 12. Sobre la modalidad de las reuniones de rama. _____________________________ 25 13. La esencia de la imagen del hombre._____________________________________ 27 14. Algunas indicaciones sobre el estado de ánimo que debe reinar en las reuniones de rama. _________________________________________________________________ 29 15. Ampliación a las indicaciones dadas concernientes al estado de ánimo que debe reinar en las reuniones de rama. ___________________________________________ 31 16. Algunas consideraciones adicionales sobre los efectos del Congreso de Navidad. 33 17. Algunas indicaciones sobre la comprensión del espíritu y la vivencia consciente del destino.________________________________________________________________ 35 18. Cómo deben ser aplicadas las Directrices. ________________________________ 37

2

CARTA A LOS MIEMBROS 1 1. 20 DE ENERO DE 1924. 1. CARTA A LOS MIEMBROS EN EL DAS GOETHEANUM. El Congreso de Navidad que tenía por objeto la fundación de la Sociedad Antroposófica Universal2, no debería limitarse únicamente a los acontecimientos en los que han participado los miembros reunidos durante esas jornadas en el Goetheanum. Solamente si en todas partes donde se ame la Antroposofía se tiene en el futuro este sentimiento, habrá un renacimiento de la vida Antroposófica porque se han puesto a trabajar los impulsos dados en ese Congreso; es entonces cuando el contenido de aquél habrá tomado realmente cuerpo. Si no fuera así, ese Congreso no habría cumplido su misión. También fue este el sentimiento de los participantes. Desde hace más de veinte años se cultiva la Antroposofía. Las personalidades que se han agrupado para cultivar la Antroposofía en las formas existentes hasta ahora, comprenderán si dejan hablar a su experiencia, porqué se ha tratado de dar un impulso nuevo desde el Goetheanum. Los principios del trabajo Antroposófico han sido modestos. Un reducido número de personas se encontró reunido en el seno de la Sociedad Teosófica para tomar parte en lo que a ellas se ofrecía bajo la forma particular de la Antroposofía. Querían ante todo conocer esta Antroposofía, y hacer que ella fructificara en la vida. En círculos restringidos, en la época en que también se hacían manifestaciones públicas, se hablaba del mundo espiritual, de la naturaleza esencial del ser humano, y de la manera en que se accede al conocimiento del uno y del otro. Se podía decir que nadie que hubiera participado en esas manifestaciones se preocupaba por lo que se exponía allí. En cuanto a los participantes, bastantes encontraban en dichos círculos lo que buscaban sus almas en los más profundo de sus aspiraciones. Llegaban a ser, a título estrictamente privado, o bien fieles partidarios, o bien colaboradores más o menos entusiastas. Otros no encontraban lo que buscaban, y consecuentemente dejaban de venir. Todo transcurría en calma, sin que nada viniera del exterior a turbar esta actividad. Así transcurrieron las cosas durante muchos años. Se acometió el estudio de las nociones básicas concernientes al espíritu y al alma. Fue posible ir lejos en ese dominio. A personalidades que se habían ocupado de la Antroposofía desde hacía un cierto tiempo, se les proporcionó la ocasión, gracias a la cual pudieron elevar verdades de base a verdades de orden superior3. Así se fundó, bajo los auspicios de la Antroposofía, algo que no fue solamente un sistema de conocimiento de la Ciencia Espiritual, sino algo vivo en el corazón de bastantes hombres. Sin embargo la Antroposofía alcanza hasta la raíz de la existencia humana. Y allí ella se une a todo lo que en el hombre es el fruto de sus experiencias y de sus actos. Es por ello natural que poco a poco la Antroposofía extienda su campo de actividad a los dominios más diversos de la experiencia y de la acción. Fueron en primer lugar las actividades artísticas. En las representaciones de los Misterios, se dio forma artística a lo que revelaba una visión del hombre y del mundo conforme al espíritu. Para numerosos miembros fue una satisfacción recibir de nuevo a través de la imagen creada por el Arte, lo que precedentemente habían recibido sin la vestidura de la imagen sensible, en su alma solamente. Esto pudo hacerse igualmente sin que nadie se inquietara demasiado, quitando aquellos que tomaban parte en ello directamente.

18 Cartas a los Miembros. Publicadas en la “Hoja para los Miembros” de “Das Goetheanum”. Traducido por la Sociedad Antroposófica en España -1986. Notas de Alberto Llorca para la Rama Micael de Valencia -2011. 2 La Sociedad Antroposófica General con sede en Dornach, Suiza. Allgemeine Anthroposophische Gesellschaft. 3 “Elevar a un orden superior” debe referirse a la incursión en el Mundo Anímico – Espiritual. 1

3

Entonces fue cuando los partidarios de la Antroposofía, entusiastas y devotos, concibieron el proyecto de crear para la Antroposofía un hogar acorde con ella. En 1913 fue posible poner la primera piedra de ese hogar, llamado más tarde el Goetheanum. Este se constituyó4 en los años que siguieron. Otro factor intervino. Con el tiempo se encontraron presentes en la Sociedad Antroposófica personalidades que se consagraban a tal o cual dominio de la ciencia. Ciertamente si esas personalidades se habían ligado a la Sociedad, su primer motivo había sido también las necesidades del alma y del corazón, comunes a todos los hombres. Querían encontrar en su alma los caminos que le hicieran acceder a la luz del espíritu. Pero su evolución científica también les habría llevado a comprender que, en todas partes en donde el hombre experimenta la ardiente necesidad de conocimientos que vayan al fondo de las cosas, las ideas dominantes están abocadas al fracaso, porque ellas se apoyan en puntos muertos. Esas personas aprendieron entonces que allí donde las ciencias trabajan con métodos actuales desembocan en el vacío, pero pueden prolongarse si se les fecunda por medio de la Antroposofía. Y es así como nació el trabajo Antroposófico, en los dominios más diversos. Por el hecho de la existencia del Goetheanum y las actividades en el dominio científico, la Sociedad Antroposófica se encontraba colocada ante el mundo de manera tal, que se detuvo la evolución pacífica que hasta entonces había conocido. Fuera de los círculos antroposóficos se comenzó a preguntar: ¿Qué hay en ella de exacto y saludable? Hubo personas que inevitablemente, veían las cosas de otro modo que la antroposofía, o bien que habían colocado en el centro de sus vidas cosas que, vistas a la luz de la Antroposofía, aparecían bajo otra forma de lo que ellas hubiesen querido. Esas personas se pusieron a juzgar la Antroposofía a partir de sus propios puntos de vista y de los contenidos que ellas habían dado a sus existencias. La Sociedad Antroposófica no estaba preparada para hacer frente a las consecuencias que, muy rápidamente, resultaron de esta situación. En el seno de la Sociedad se había trabajado con toda tranquilidad. En ese apacible trabajo, la gran mayoría de los miembros había encontrado plena satisfacción. Eso era todo lo que ellos creían tener que hacer, al lado de los trabajos que su situación en la vida exterior les había asignado. Y ¿Quién podría, por poco que fuera, perjudicar a esos miembros que veían las cosas así? Seres que insatisfechos, decepcionados de otras cosas, abocan5 en la Antroposofía, es natural que quieran encontrar en ella los elementos positivos que acortan6 el conocimiento espiritual y la vida espiritual. Se sienten trastornados (molestos) en su búsqueda si son alcanzados por los ataques que viene de todas partes, a los que la Antroposofía está expuesta. Y de hecho una grave cuestión se planteó en el seno de la Sociedad Antroposófica: ¿Cómo continuar cultivando la vida espiritual de la manera adecuada para una verdadera vida espiritual, mientras que los tiempos en que, fuera de los adeptos, nadie se preocupaba por la Antroposofía, habían pasado ya?7 Para la Dirección del Goetheanum una de las cuestiones que tenía que conocer tomaba la siguiente forma: ¿Quizás sea necesario confesarse que la Sociedad Antroposófica deba elaborar más antroposofía de lo que ha hecho hasta ahora? Y ¿Cómo puede hacerse esto? Partiendo de estas cuestiones proseguiré en el próximo número de esta hoja mi “Alocución a los miembros”.

construyó. llegan a la Antroposofía. 6 hacen accesible 7 ¿cómo continuar cultivando la verdadera vida espiritual de la manera adecuada ante las valoraciones del mundo exterior ajenas a la Antroposofía? 4 5

4

CARTA A LOS MIEMBROS 2. 27 DE ENERO DE 1924 2. ¿CUÁLES DEBEN SER LAS RELACIONES ENTRE LA SOCIEDAD Y LA ANTROPOSOFÍA? La Antroposofía va destinada a aquellos seres humanos que buscan en su alma los caminos de la experiencia espiritual. Y si la Sociedad Antroposófica quiere cumplir su misión, es preciso que pueda estar al servicio de las almas que buscan. Es preciso que en tanto que Sociedad, encuentre una relación justa con la antroposofía. La Antroposofía solo puede fructificar si es algo vivo; porque su carácter fundamental es la vida. La Antroposofía es un río de vida que mana del mundo espiritual. Es por esto que quiere ser cultivada por el alma viva, por el corazón pleno de calor. La primera forma bajo la que puede aparecer entre los hombres, es la idea; y el primer órgano al que se dirige el hombre es la comprensión. Si no fuera así, no tendría contenido. Pues ese lenguaje es de tal manera que no sólo se dirige al intelecto, sino al hombre integral. Aquel que no recibe la antroposofía más que con el intelecto, la mata al recibirla. Entonces, quizás le parezca una “ciencia fría”. Aquel, no nota que es precisamente la acogida que él mismo ha preparado en su alma la que le ha hecho perder el calor de la vida. Si la Antroposofía quiere tener una existencia en nuestro tiempo, es preciso que se sirva de los medios que ofrece la civilización del tiempo presente. La Antroposofía debe encontrar su camino hasta el hombre por medio del libro y de la conferencia. Sin embargo, por su misma naturaleza, no es un objeto de biblioteca. Es necesario que renazca nuevamente cada vez que el corazón del hombre se dirija al libro para informarse acerca de ella. Esto sólo será posible si el autor, cuando estaba escribiendo, miró en el corazón de sus semejantes a fin de saber lo que debía decirles. Pero para esto, es preciso que el autor, cuando escribe, esté en contacto con la vida del espíritu y, por ello, que esté en situación de confiar a la palabra privada de vida lo que el alma del lector en busca de lo espiritual puede hacer renacer a partir de la palabra. Solamente los libros que se vuelven vivos a los ojos que los leen son libros antroposóficos. La Antroposofía es incompatible, más que con el libro muerto, con la falsa apariencia de vida que es el libro hablado. En nuestra civilización moderna se cree a menudo que no hay diferencia entre leer un libro o un artículo y oír a alguien que habla.8 Cuando se oye hablar a alguien no se obtiene de sus resoluciones lo que aquél es, sino lo que ha pensado, lo que del mismo modo habría podido ser escrito. Que sea reducida enteramente a esto, es incompatible con la antroposofía. Todo el que oye la Antroposofía en la boca de alguien, no es un artículo hablado lo que oye; quiere tener delante de sí un ser humano con todo lo que es en su naturaleza profunda. Es por esto que la Antroposofía, incluso si está obligada a vivir bajo forma escrita, cada vez, puede, por así decir, nacer de nuevo si un grupo de seres humanos busca en el Verbo el camino hacia las almas. Pero solamente puede nacer de nuevo si es el hombre el que habla al hombre y no una idea que ha tomado. Es por eso también que la Antroposofía no puede tampoco encontrar sus caminos con los medios de la propaganda ni de la agitación corriente, incluso si esta agitación es llevada con las mejores intenciones. La agitación mata la verdadera Antroposofía. Esta debe manifestarse en el mundo porque es el espíritu el que la conduce a hacerlo. Debe mostrar que es vida, porque la vida sólo puede revelarse en la existencia. Pero esta existencia que es suya no puede hacer violencia a la persona. Debe esperar que se presente aquél que quiera recibirla. Toda coacción, hecha con persuasión, debe desaparecer.

“libro hablado” hace referencia a las conferencias y discursos que son pronunciados no desde la propia experiencia del que habla, sino de lo extraído de los libros. 8

5

Este estado de espíritu, que debe ser uno de los frutos del Congreso de Navidad, querría presentarlo a los Miembros como algo particularmente indispensable. A menudo nos encontramos con resistencias frente a estas cosas que decimos, como a tantas otras, y ello es porque la actitud interna no estaba siempre presente en toda su pureza. Incluso a veces, cuando procuramos alimentar en nosotros ese estado de espíritu, no somos capaces de mantenerlo en nuestras formulaciones. Es preciso que hasta en nuestra manera de expresarnos se haga patente que no se trata de persuadir por medios polémicos, sino que el único objeto es dar expresión a las realidades del espíritu. Si la Antroposofía se lleva con tal actitud interior, tendrá una riqueza muy diferente a la que ha sido vivida en nuestros grupos. Solamente inspirando con tal disposición el Goetheanum querría desarrollar su acción. El edificio que nos ha sido quitado había sido levantado conforme a formas arquitectónicas que revelaban por sí ese estado del espíritu. Mientras que si el propósito impregnado de un espíritu polémico se hubiera desviado en el Goetheanum desaparecido, hubiera habido una aguda disonancia entre ese propósito y las formas del edificio. Si el Goetheanum renaciera de sus cenizas, sólo sería la expresión de la verdad si la Sociedad Antroposófica tiene la voluntad de ser en toda circunstancia un testimonio vivo de su verdad. Cualquiera que esté en el terreno de la Antroposofía, debe creer menos que nadie en la virtud de la eficacia fáctica. Aquello que vive de la sustancia misma de su espíritu propio, puede esperar hasta que el mundo esté preparado para reconocer esa eficacia. Si en cada grupo de la Sociedad Antroposófica está viva esta actitud, el espíritu de la Antroposofía actuará también exteriormente en todas partes en las que es nuestro deber presentarla ante el mundo. Guardémonos de rodearnos de ese oropel que utilizan los que juegan a lo misterioso. El tiempo actual no requiere de ese relumbrón. Requiere la acción a plena luz. El “misterio” está en no jugar a lo misterioso sino que la Antroposofía debe ser vivida de nuevo con profunda seriedad en el corazón de cada uno. No puede ser transmitida de una forma exterior, sino solamente recogida por el alma en la experiencia interior. Se convierte así en un “misterio”, del que debe romper el sello del entendimiento cada vez que lo reciba. Quien comprenda de esta manera lo que entendemos por “misterio”, lleva en su alma el verdadero espíritu “esotérico”.9

En esta “Carta a los Miembros” se invita a los miembros a reflexionar sobre la actitud errónea de presentar la Antroposofía al mundo: (1) Convirtiéndose en una biblioteca de contenidos (libros muertos –conferencias muertas) (2) Divulgándose en los medios de propaganda con persuasión. (3) Provocando la agitación o violentando a las personas por medio de la coacción. (4) Utilizando el juego de lo “misterioso”. La forma correcta es vivificar su contenido en la existencia por el alma que acoge la Antroposofía en la experiencia interior por medio de la comprensión. El primer Goetheanum era la manifestación exterior de esta aspiración interior, que ahora sólo puede renacer en la Sociedad Antroposófica si tiene la voluntad de ser en toda circunstancia un testimonio vivo de su verdad. 9

6

CARTA A LOS MIEMBROS 3. 3 DE FEBRERO DE 1924 3. LAS REUNIONES DE LOS MIEMBROS DE LA SOCIEDAD ANTROPOSÓFICA. Más de una vez ha ocurrido que personas se han hecho miembro de la Sociedad Antroposófica por la sola razón de adquirir así la posibilidad de comprar las obras que hasta ahora no estaban en venta fuera de la Sociedad. Así que estos miembros apenas se han preocupado de la vida de la Sociedad. Cierto, en un primer tiempo iban a las reuniones de los miembros, pero muy pronto dejaron de venir diciendo: lo que aquí se hace no me hace avanzar; accedo mejor a la antroposofía cuando me ocupo por mí mismo de ella. Los reproches hechos por estas personas a las reuniones de miembros no tienen ningún fundamento, esto es innegable. La falta no es en absoluto de estas reuniones sino, más bien, de la imposible exigencia de satisfacer a las personas que no han llegado a encontrar un verdadero vínculo con estas reuniones. Es muy fácil decir esto o aquello no me satisface; pero es mucho más difícil tomar nota en silencio de estas insuficiencias y, después, hacer los esfuerzos necesarios para contribuir por sí mismo a mejorar las cosas. Pero por otro lado no hay razón para disimular que en las reuniones de los miembros muchas cosas deberían ser de otro modo. Y es precisamente a propósito de estas reuniones que una importante verdad podría verificarse: Cuando con una profunda sinceridad, varios seres humanos reunidos buscan lo espiritual, encuentran también el camino de los unos hacia los otros, de un alma hacia la otra. Encontrar este camino es, precisamente para un número infinitamente grande de seres humanos, una profunda necesidad del corazón. Si la Antroposofía, dicen ellos, es una visión justa de la vida, aquellos que se llaman antropósofos deben conocer esta necesidad del corazón. Y para colmo constatan que en los grupos de miembros llamados teóricamente antropósofos de convicción, no manifiestan esta necesidad del corazón. Las reuniones de miembros de la Sociedad deben tener la tarea de cultivar los conocimientos antroposóficos. Se asimilan los conocimientos aportados por la antroposofía a través del libro y de la conferencia. Está fuera de duda que si no se ve esto, no se está en la verdad. Si en efecto10 nos reunimos para discutir sobre toda clase de opiniones que nada deben a la Antroposofía, no tenemos nada que hacer con la Sociedad Antroposófica. Y si nos contentamos, reunidos, con hacer lecturas antroposóficas o si el conferenciante presenta la antroposofía como una simple doctrina, entones, se tiene razón al decir: lo que estos encuentros aportan me lo da también la lectura personal. Toda persona que llega a una reunión antroposófica deberá tener el sentimiento de que allí encontrará más de lo que podría aportarle el trabajo solitario. Deberá poder decirse: Vengo aquí porque encontraré personas con las que tendré el placer de estudiar la antroposofía. En los escritos antroposóficos encontramos una concepción del mundo; en las reuniones antroposóficas el hombre debe encontrar al hombre. Incluso el más asiduo lector deberá sentirse lleno de alegría al pensar en las personas que encontrará al llegar a una reunión de antropósofos. Deberá sentir esta alegría incluso si presiente que, ciertamente, no oirá otra cosa fuera de las que ya ha asimilado desde hace tiempo. Si en un grupo de antropósofos encontramos un miembro nuevo, no deberíamos –si somos miembros desde hace tiempo– contentarnos de constatar con satisfacción que la Antroposofía acaba de hacer un nuevo “adepto”. No se debería simplemente pensar: “He aquí uno más en el

10

Si por el contrario…

7

cual se va a poder embarrilar la Antroposofía”.11 Al contrario, se deberá sentir el nuevo aporte humano que con ese nuevo miembro entra en la Antroposofía. En la Antroposofía lo que importa son las verdades que aquí pueden revelarse12; en la Sociedad Antroposófica lo que se cultiva es la vida. Sería una gran desgracia que los que se aproximan a la Antroposofía dijeran: “Quizás la Antroposofía tiene un gran valor pero si intento acercarme a mis semejantes prefiero dirigirme a otro sitio, porque estos antropósofos, en su autosatisfacción, son unos fanáticos que no quieren más que tirarte sus ideas a la cabeza y que dicen: –si tu no piensas como yo, sólo eres medio hombre y además…” Es así que muchas cosas pueden contribuir a hacer nacer una opinión como esta: “Por una parte están los que sin poner el menor calor quieren instruir a los otros”; este es un defecto en el que caemos fácilmente cuando hemos reconocido las verdades de la Antroposofía. “Por otro lado existe la comedia del esoterismo” que desanima a muchos nuevos adheridos cuando abordan las reuniones Antroposóficas. Se finge conocer, con aire misterioso, muchas cosas que “no podemos decir a los que aun no están maduros para ello”. Hay alrededor de estas sabidurías mucho de puerilidad. Así pues, el esoterismo sólo se acomoda a la más profunda seriedad ya que es incompatible con la vana satisfacción que podemos sentir al parlotear sobre las verdades de orden superior. Esto no significa para nada que un sentimentalismo enemigo de toda alegría y de todo entusiasmo deba ser la atmósfera de los encuentros entre antropósofos. Pero retirarse de la “vida profana” para entregarse al “verdadero esoterismo” es una puerilidad incompatible con la Sociedad Antroposófica. La vida contiene por todas partes mucho más esoterismo del que imaginan los que dicen que en tal o cual lugar no podemos dedicarnos al esoterismo puesto que ello sólo es posible en tal o cual círculo cerrado. Ciertamente, círculos de este género son a menudo necesarios, pero aquí el infantilismo no tiene sitio, porque éstos deben ser lugares a partir de los cuales la vida pueda ser realmente fecundada. Los círculos “esotéricos” que aparecen y enseguida desaparecen por falta de seriedad, solamente pueden introducir en la Sociedad Antroposófica fuerzas destructoras. Aquellos, a menudo, no proceden más que por el deseo de constituir un corrillo, y el resultado que encontramos no es el de enriquecer, sino el de empobrecer la vida antroposófica. Si conseguimos reaccionar contra esta falsedad profunda que constituye hasta ahora muchos discursos sobre el “esoterismo”, el auténtico esoterismo encontrará en la Sociedad Antroposófica su verdadera morada.13

Embarrilar como acto de colmar, o llenar con la Antroposofía. En la Antroposofía lo que importa son las verdades que por ella pueden revelarse, manifestarse. 13 Vida nueva se genera en el encuentro de dos almas que buscan lo espiritual y esta vida se cultiva en la Sociedad Antroposófica. La Antroposofía revela la verdad del espíritu que es la fuente de vida en la Sociedad. Un interés concupiscente por esta verdad, fanático, frío, intelectual o pedante empobrece la vida antroposófica. Un reconocimiento cálido de esta verdad en el alma de otro ser humano, como necesidad del corazón, enriquece la vida antroposófica. 11 12

8

CARTA A LOS MIEMBROS 4. 10 DE FEBRERO DE 1924 4. LA POSICIÓN DE LOS MIEMBROS EN RELACIÓN CON LA SOCIEDAD. Es comprensible que los miembros de la Sociedad Antroposófica conciban de diferentes maneras su posición en relación con esta Sociedad. Se puede entrar en ella pensando que se encontrará lo que se busca: “aquello de lo cual el alma tiene necesidad más íntima”. Y es entonces en esta búsqueda y en el descubrimiento de lo que la sociedad puede darle donde este miembro encontrará el sentido de su adhesión. Ya he indicado que en el fondo no hay nada que objetar a esta manera de pensar. Siendo como es la naturaleza de la Antroposofía, la sociedad no puede tener como tarea el reunir un círculo de personas a las cuales impondría, desde su entrada en ella, deberes que estas personas no habrían reconocido como suyos, y que llevarían a cabo en consecuencia más que en beneficio de la Sociedad14. En el sentido exacto de la palabra sólo la Sociedad puede tener deberes en relación con los miembros, pero la evidencia misma de este hecho tiene una consecuencia que no es siempre percibida bajo su verdadera luz, en la cual incluso no se piensa generalmente. El miembro que toma una parte activa cualquiera que sea en la Sociedad adquiere por lo mismo inmediatamente una gran responsabilidad y se crea una serie de deberes graves15. Hace falta respetar la tranquilidad de aquellos que no tienen la intención de hacerse miembros activos16, pero aquellos que quieren hacer algo en el seno de la Sociedad no deben olvidar que los intereses de ésta deben ser los suyos. Por parte de una persona que quiere ser miembro y nada más, se puede comprender que diga por ejemplo: yo no puedo ocuparme de lo que los enemigos de la Sociedad digan de ella. Esta actitud cambia en cuanto esta persona sale de los límites de la pura actitud respectiva. Su deber es enseguida preocuparse de los adversarios y salir en defensa de la Antroposofía y de la Sociedad. No se ha tenido siempre en cuenta esta necesidad absoluta y la Sociedad no ha ganado nada con ello. Debe parecer extraño a los miembros que, con pleno derecho, esperan de la Sociedad que ella les dé lo que promete, que inmediatamente exija de ellos el cumplimiento de los mismos deberes que incumben a aquellos que hacen estas promesas.17 Cuando hablamos de deberes de los miembros hacia la Sociedad no se trata más que de los miembros que quieren ser activos. Es necesario no confundir esto con lo que nosotros decimos de compromisos que para el ser humano resultan de la Antroposofía misma, se trata aquí de cosas que tienen que ver con un carácter humano generalizado como la apertura de horizontes que procura la vista en el mundo espiritual.18 Cuando la Antroposofía habla de estos compromisos, aquí no quiere decir de ninguna manera que sean válidos únicamente para la Sociedad Antroposófica, ellos se desprenden de la naturaleza del ser humano cuando es bien comprendida. Pero justamente porque este conjunto de deberes que incuben a los miembros activos dentro de su seno resulta de la naturaleza de la Sociedad Antroposófica, estos deberes tendrían que ser tomados con la mayor seriedad posible. Aquel que por ejemplo en su calidad de miembro de la …llevarían a cabo más como consecuencia de su afiliación que como beneficio de la Sociedad. “Grave” en el sentido de seriedad y responsabilidad. 16 Miembro Activo es aquel que tiene una iniciativa de orientación antroposófica en el mundo: medicina, arte, agricultura, terapias, docencia, cursos y conferencias… 17 …los mismos deberes vinculan al miembro que pide a la Sociedad lo que ésta promete, como a la misma Sociedad que tiene un compromiso con el miembro. 18 Cuando comprendemos la verdadera naturaleza del ser humano al adentrarnos en la visión del mundo espiritual que aporta la Antroposofía, surgen compromisos de carácter general que también incumben a la Sociedad Antroposófica, pero no son sólo estos compromisos a los que nos estamos refiriendo como “deber del miembro que quiere ser activo”. 14 15

9

Sociedad, quiere transmitir a otros los puntos de vista de la Antroposofía, se encuentra inmediatamente delante de estos deberes si sale del círculo estrecho de la enseñanza de persona a persona. Hará falta que esta persona tenga muy clara la situación espiritual general de nuestro tiempo, que tenga una representación clara de la tarea de la Antroposofía, hará falta que en la medida de lo posible se mantenga unida con otros miembros activos en el seno de la Sociedad, una personalidad como ésta estará muy alejada de pensar; poco me importa que la Sociedad y sus representantes sean presentados bajo una falsa luz por sus adversarios o incluso calumniados, esto no me interesa.19 El Comité Director que ha sido constituido a raíz del Congreso de Navidad quiere, en el seno de la Sociedad, ayudar a la realización de lo que acaba de ser expresado aquí, es así como el Comité concibe su tarea, y no puede hacer otra cosa que pedir a todos los miembros que quieren ser activos que le ayuden a realizar estos designios. Es solamente así como la Sociedad llegará a cumplir, de cara a la totalidad de sus miembros y, por esto también del mundo, las promesas que ha hecho. Es verdaderamente entristecedor ver cosas como esta: dentro de la Sociedad, en una ciudad cualquiera miembros que quieren ser activos hablan a veces de los asuntos de la Sociedad, tienen reuniones con este fin, y cuando después, se habla con cada uno de ellos en particular, se percibe que, en realidad, tienen unos de los otros y de sus actividades en la Sociedad, opiniones de las cuales no se habla para nada a lo largo de estas reuniones; se descubre que tal o cual persona no tiene ni la menor idea de lo que piensa de sus actividades, la gente que se reúne frecuentemente con ella. El impulso conseguido en el Congreso de Navidad debería reformar este género de cosas absolutamente; los miembros que quieran ser activos deberían ser los primeros en intentar comprender este impulso. Se oye frecuentemente decir a los miembros: tengo voluntad de hacer algo, lo que no sé es lo que sería justo que hiciera. No hay que hacerse una idea demasiado esperanzadora de esta “buena voluntad”. Cada uno debería preguntarse sin cansancio: ¿He buscado verdaderamente bien todos los caminos que se ofrecen en la Sociedad para encontrar lo que es “justo” hacer en un trabajo en común y de buena voluntad?20

Cuando el miembro de la Sociedad se presenta al mundo (por ejemplo, a través de iniciativas antroposóficas) debe tener clara la situación espiritual general de nuestro tiempo, la tarea de la Antroposofía, y estar en colaboración con otros miembros en el seno de la Sociedad. 20 Las preguntas ¿Qué es lo que el miembro activo espera de la Sociedad? ¿Qué espera la Sociedad del miembro activo? Parecen responderse de forma simétrica: ¿Qué espera el miembro activo de la Sociedad? Que la Sociedad ofrezca una imagen del estado espiritual general de nuestra época que le ayude a comprenderlo; que la Sociedad oriente las tareas de la Antroposofía y que la Sociedad provea de una plataforma común que permita la colaboración. ¿Qué espera la Sociedad del miembro activo? Que la iniciativa del miembro activo parta de un reconocimiento del estado espiritual general de nuestra época; que la iniciativa del miembro activo esté en armonía con las tareas que emanan de la Antroposofía y que la iniciativa del miembro activo, en la medida de los posible, colabore con otros miembros desde el seno de la Sociedad. 19

10

CARTA A LOS MIEMBROS 5. 17 DE FEBRERO DE 1924 5. LÍNEAS MAESTRAS ANTROPOSÓFICAS (DIRECTRICES). En la situación actual se deben encontrar “líneas maestras” antroposóficas que pueden servirnos para el futuro. Estas “líneas maestras” deben aconsejar la dirección en la que los miembros que dirigen los distintos grupos de la Sociedad orienten las conferencias y charlas.21 En este sentido, solamente debe pensarse en las directrices que emanan de la Sociedad General del Goetheanum.22 La independencia de acción de cada uno de los miembros que dirigen grupos, no debe ser afectada por ello. Sería bueno que la Sociedad se desarrollara de forma tal que la aportación individual de cada miembro que dirige un grupo pueda fructificar en un ambiente de máxima libertad. Así, la vida de la Sociedad se verá enriquecida y, en sí misma, podrá desarrollar la más variada configuración. En la Sociedad debería, paralelamente, aparecer una consciencia común. Esto puede lograrse si son conocidas por todos las sugerencias que se den en los distintos sitios. Por ello se van a reunir aquí, de forma abreviada, las indicaciones que, en conferencia en el Goetheanum, voy a dar a la Sociedad. Espero de aquellas personas que dan conferencias o dirigen charlas en los grupos (Ramas) las tomen como “líneas maestras” y las desarrollen vinculándose a ellas de una manera libre. Se puede así aportar unidad en el desarrollo de la Sociedad, sin que haya que pensar en condiciones determinadas de tipo alguno. Puede ser muy fructífero para la Sociedad toda, si se alcanza en este proceso el amor mutuo; si los miembros que dirigen grupos enseñan al Vorstand del Goetheanum el contenido y la forma de sus conferencias e indicaciones.23 Así, de un caos inicial de grupos diferentes, llegaremos a una sociedad con verdadero contenido espiritual. Las líneas maestras que se van a dar aquí harán alusión a determinados temas. Se deberá buscar en los libros de Antroposofía y en los ciclos de conferencias los pasajes correspondientes, a fin de que el tema aludido pueda estructurarse de modo que se convierta en el contenido de la charla del Grupo. Así también, las ideas nuevas de los miembros que dirigen grupos individuales pueden vincularse de la forma descrita a lo indicado por el Goetheanum, como marco para la actividad espiritual de la Sociedad. Es verdad indiscutible que el futuro espiritual solamente puede aparecer en el desarrollo libre del obrar del hombre. Este fruto espiritual, es también indiscutible, aparecerá solamente, dentro de la Sociedad, por el actuar correcto y armónico de un miembro para con el otro.24 Si esto no pudiera conseguirse, la pertenencia de un individuo o de un grupo a la Sociedad debería ser un poco más exterior25, ya que la pertenencia a la Sociedad debe ser algo que se sienta interiormente. En manera alguna debe actuar una persona en la Sociedad Antroposófica utilizando su actuación como oportunidad para decir esto o aquello con un propósito o intención personal, sino que la En el GA26 “Antroposofía. Un camino de conocimiento. El misterio de Micael” (Editorial Rudolf Steiner de Madrid. 1995) se recogen las directrices y comentarios publicados en el semanario “Lo que sucede en la Sociedad Antroposófica. Noticias para sus miembros” de febrero 1924 hasta abril de 1925. 22 Anualmente la Sociedad Antroposófica General propone un tema para trabajar a nivel mundial en todas las Sociedades Nacionales, Ramas y Grupos. 23 Debido a la enorme extensión de Organizaciones Nacionales, Ramas y Grupos, sería más correcto canalizar esta comunicación desde los grupos y Ramas a las Organizaciones Nacionales y desde éstas a la Sociedad Antroposófica General en Dornach. Y viceversa. 24 aparecerá en la Sociedad únicamente por el obrar correcto de uno con el otro… no implica que sólo aparecerá en la Sociedad. 25 la pertenencia quedaría reducida a su aspecto exterior… poseer la tarjeta “rosa”. 21

11

Sociedad debe cuidar de lo que la Antroposofía es. Cualquier otra cosa puede ser cuidada fuera del marco de la Sociedad.26 No ha sido beneficioso para la Sociedad, en los últimos años, que miembros individuales hayan introducido en ella sus deseos personales creyendo, con el crecimiento de la Sociedad, encontrar campo para satisfacer estos deseos. Se puede decir: ¿Por qué no se les ha impuesto algún tipo de obligaciones?27 Si se hubiera hecho así, hoy estaríamos continuamente oyendo la opinión: “Si hubiera seguido las indicaciones de este o aquel ¿Dónde estaríamos ahora?” o “fue un fracaso lamentable que nos ha retrasado”. Ahora ya basta. Las pruebas que experimentadores aislados quieren hacer con la Sociedad, ya están hechas. Es necesario no estar eternamente repitiendo. El Vorstand del Goetheanum debe ser un cuerpo que cuide de la Antroposofía, y la Sociedad debe ser una unión de hombres que quieren entenderse con el Vorstand, de una manera viva, sobre este cuidar de la Antroposofía.28 No se debe pensar que aquello a lo que aspira puede alcanzarse de hoy a mañana. Se necesitará tiempo y será necesario tener paciencia. Si se piensa que puede realizarse en un par de semanas lo que subyace en los propósitos del Congreso de Navidad, si se piensa así, este pensamiento no haría más que producir, nuevamente, perjuicios.

La Sociedad es garante de la Antroposofía. Existe una expresión muy escuchada: “El miembro que vive para la Antroposofía, que no es lo mismo que el miembro viva de la Antroposofía” Las iniciativas personales son lícitas fuera de la Sociedad. Iniciativas en el terreno de lo Artístico, de la Agricultura, de la Medicina, de la docencia, en charlas o cursos… 27 ¿por qué no le han sido puestas las adecuadas restricciones? 28 La junta de la Sociedad es garante de la Antroposofía, y la Sociedad debe ser una unión personas que quieren entenderse con la junta de manera viva para ser también fiadores de la Antroposofía. 26

12

CARTA A LOS MIEMBROS 6. 24 DE FEBRERO DE 1924 6. ASPIRACIÓN DE CONOCIMIENTO ESPIRITUAL Y LA VOLUNTAD DE AUTODOMINIO. En la Sociedad Antroposófica las personas entablan una relación anímica más íntima de la que entablarían de encontrarse en otros campos. El interés común por el mundo espiritual origina una apertura de sus almas. Cada uno siente interés por el proceso interior que el otro vive en su esfuerzo que le aproxima a lo espiritual.29 Así mismo, cada persona se vuelve más comunicativa cuando se encuentra con otra que siente interés por los procesos profundos del alma. De forma natural ocurre que los miembros de la Sociedad observan otras cosas y se observan entre sí de manera distinta que el resto de los hombres, lo cual encierra en sí mismo un peligro: Se aprende a valorar aquello en que se concuerda, se experimenta una gran alegría en las confidencias anímicas del otro, los más nobles frutos de la amistad encuentran campo propicio para madurar rápidamente, pero también se está muy cerca de que todas estas experiencias se transformen en exaltación emocional. Y para contrarrestar esta exaltación emocional, a pesar de todos sus aspectos negativos, no se le puede oponer únicamente un trato frío o la esterilidad de una actitud filistea, o la calculadora forma de ser del hombre del mundo. La exaltación emocional, si es capaz de trocarse en un estado anímico armónico, es mucho más enriquecedora espiritualmente que la imperturbabilidad distante que con su actitud estéril ignora las manifestaciones más importantes de la vida.30 Pero también es posible que personas que rápidamente han llegado a una relación íntima, con la misma rapidez se alejen una de la otra. De la misma manera que, al abrirnos su alma, le hemos podido conocer profundamente, igualmente hemos podido conocer sus debilidades y es ahora cuando puede aparecer la exaltación negativa. Este es un peligro que está continuamente rondando a la Sociedad Antroposófica, y precaverse de él es una de sus tareas. Toda aquella persona que quiera ser auténtico miembro de la Sociedad debe desarrollar en lo más profundo de su alma la tolerancia hacia el otro. Cada uno debiera proponerse como ideal aprender a entender al otro incluso cuando piensa y hace cosas que a él no le gustan. En manera alguna debe esto significar perder la capacidad de percibir las faltas y debilidades. Comprender es algo muy distinto de ser ciego. Se puede perfectamente hablar con la persona a la que se ama de sus errores31: a menudo esta persona verá en ello la más hermosa prueba de amistad. Algo opuesto es sermonearla adoptando la postura de juez, lo que provocará que se encierre en sí misma ante la falta de comprensión, refugiándose en el sentimiento de odio que le surgirá ante la crítica. Puede ser, por muchas causas, falta para la Sociedad Antroposófica si, en la forma, se introduce en ella la intolerancia y la falta de comprensión que actualmente existen en grandes sectores de la vida, pues por estar los miembros de la Sociedad en un contacto anímico mucho más profundo, estos sentimientos alcanzarían un grado mucho mayor. En estas cosas hay que hacer el mayor hincapié, como en la aspiración cada vez más viva del conocimiento espiritual debe ir acompañada en la Sociedad Antroposófica por el empeño en conseguir un ennoblecimiento de la vida de los sentimientos y de las emociones. La aspiración intensa de conocimiento espiritual conduce al alma a una región donde acechan la arrogancia, la sobrevaloración de sí mismo, la pérdida de interés por otros hombres y otras muchas cosas. Una aspiración menor penetrará menos en esta región, dejando dormir estas cosas en el fondo del alma. Una vida de Contemplar al individuo como un ser en evolución y desde la “imaginación” de la verdadera realización de su Yo superior orientar nuestro interés hacia él o ella. 30 Aquí se manifiesta una polaridad: la exaltación emocional como apasionada entrega al otro versus la apatía y falta de interés por el otro. 31 Hablar de sus errores con la persona a la que se ama. 29

13

conocimiento diligente los saca de su sueño. Hábitos que los han mantenido reprimidos pierden su fuerza. El ideal que se orienta hacia lo espiritual puede despertar peculiaridades del alma humana que sin él, no se habrían manifestado. La Antroposofía debería evitar estos peligros cuidando con especial atención el ennoblecimiento de la vida de los sentimientos y emociones. Hay reacciones instintivas en la naturaleza humana que, intuyendo estas vinculaciones, conducen al temor del conocimiento espiritual. Pero quien deja dormir sus aspiraciones de conocimiento espiritual por el temor a despertar bajos instintos renuncia al desarrollo en sí mismo del verdadero hombre.32 Es indigno del hombre paralizar sus capacidades por temor a las debilidades de su carácter. Solamente es una conducta digna humana vincular la aspiración de conocimiento espiritual con la voluntad de autodominio. Con la Antroposofía se puede lograr esto, solamente hay que vivificar los pensamientos. Esta vida en el pensar hace que se pueda desarrollar fuerza en la voluntad y calor en el sentir. Depende del individuo hacer de la Antroposofía un esquema de conocimiento o una forma de vida. Y dependerá de los miembros activos de la sociedad, de cómo desarrollen la Antroposofía el que solamente sirva para desarrollar pensamientos o sirva también para encender la vida. 33

Se requiere “fortaleza” para la incursión noble en el mundo del espíritu. La virtud de la fortaleza es intermedia entre la cobardía que produciría el temor a los instintos y la temeridad que implicaría un adentramiento sin un trabajo ético y moral. 33 Se requiere fortaleza para abrirse al otro exponiéndose a ser despreciado, malinterpretado o incluso denigrado. Vivificar el pensar implica impregnarlo de entusiasmo y calor en el sentir y fuerza en la voluntad. 32

14

CARTA A LOS MIEMBROS 7. 2 DE MARZO DE 1924 7. EL TRABAJO EN LA SOCIEDAD. En el ciclo de conferencias que actualmente estoy impartiendo en el Goetheanum para la Sociedad Antroposófica, persigo exponer las cuestiones fundamentales de la vida anímica del hombre. En la 5ª de estas cartas a los miembros, bajo el título “Líneas fundamentales”, indico el punto de partida básico de esta exposición. Ahora quisiera referirme a lo fundamental en una conferencia de Antroposofía. En ella, el oyente debe tener la sensación de que la Antroposofía trata de lo que su alma percibe y siente como lo más peculiar e íntimo de su ser. Si se encuentra la forma adecuada de hacerlo así, entre los miembros de la Sociedad se irá extendiendo la conciencia de que realmente en la Sociedad Antroposófica se comprende al ser humano. Así se alcanza a despertar aquello que es el impulso fundamental de los que quieren ser miembros: Encontrar un lugar donde se desarrolle la comprensión correcta del hombre. Cuando se busca comprender seriamente al hombre, se está ya en el camino de reconocer la esencia espiritual del mundo, ya que esta búsqueda lleva a la convicción de que la ciencia natural no puede dar soluciones, sino solamente plantear preguntas sobre el ser esencial del hombre. Apartar el alma del amor a la naturaleza en la exposición de la Antroposofía solamente puede conducir a la confusión. El punto de partida de la reflexión antroposófica no puede nunca estar basado en el menosprecio de lo que la naturaleza manifiesta al hombre. Las apariencias del mundo y de la vida son las que conducen al hombre a este menosprecio de la naturaleza, al desvío de la verdad. Su aparente belleza, las falsas metas que proponen a las aspiraciones humanas, conducen a una caricatura de la esencia de lo espiritual. Una caricatura así tiene siempre un carácter personal y, aunque no esté únicamente urdida de sueños, sin embargo es vivida como un sueño. Cuando el hombre en pleno estado de vigilia vive con otros hombres, su esfuerzo hacia la mutua comprensión debe partir de la idea de lo común. El parecer de uno debe encontrar eco en el otro. El trabajo que ocupa a uno, para el otro debe tener un valor concreto. Los hombres que viven juntos deben tener el sentimiento de que habitan una tierra común. Cuando el hombre flota en sus sueños, se aísla de este mundo común. Otro hombre en su más inmediata cercanía puede vivir en sueños totalmente distintos. En estado de vigilia, los hombres comparten una tierra común, por el contrario, en sueños, cada uno tiene su propio mundo. La Antroposofía no debe conducir de un estado de vigilia a uno de sueños, sino a una mayor vigilia. Todo el obrar en la vida diaria es social, pero este obrar social se vivencia en una pequeña parte de la existencia, llevando, por el contrario, en el corazón, una especie de añoranza de una vida social plena. Continuamente se siente que la vivencia humana de comunidad es mucho más amplia que el pequeño círculo en el que se desenvuelve la actividad de la vida diaria. Y de igual manera que si se quiere contemplar la fuente física de la luz hay que levantar la vista de la tierra hacia el sol, así, hay que volverse del mundo de los sentidos hacia un contenido espiritual si se quiere conducir al alma desde lo auténticamente humano hacia una comunidad humana satisfactoria y hacia una plena vivencia de esa comunidad. Y aquí es donde puede ocurrir que uno se aparte de la vida en lugar de vivir esta vida con mayor intensidad. A este peligro sucumbe el que menosprecia la naturaleza. Se ve arrastrado a la soledad del alma, de lo que el sueño ordinario es el mejor ejemplo. Para captar la verdad humana, la que también es verdad objetiva en el mundo, se desarrolla el mejor sentido estando en contacto con aquella verdad que la naturaleza manifiesta al alma del hombre. Quien experimenta con un sentido abierto y libre la verdad de la naturaleza, es conducido por esta experiencia a la verdad espiritual. Para quien es capaz de percibirlas e imbuirse en ellas, la belleza, la grandiosidad y lo sublime de la naturaleza son fuentes de sentido espiritual.

15

A quien abra su corazón al gesto mudo de la naturaleza que, más allá del bien y del mal, se manifiesta en eterna inocencia, se le abre la visión para el mundo espiritual que resuena en el gesto mudo de la palabra viva manifestando la diferencia entre el bien y el mal. La contemplación espiritual conseguida a través del amor por la contemplación de la naturaleza enriquece la vida con los verdaderos tesoros del alma. El estado de sueño espiritual que se desarrolla en contradicción con la contemplación de la naturaleza empobrece el corazón del hombre. Quien haya profundizado en la esencia de la Antroposofía, sentirá que lo que acabamos de indicar deberá ser el punto de partida de cualquier exposición antroposófica. Tomando tal punto de partida, se podrá alcanzar aquel sentimiento que hará decir a cada miembro de la Sociedad Antroposófica: Aquí reside el verdadero motivo de mi entrada en la Sociedad. Para los miembros que quieran ser activos en el seno de la Sociedad, no es suficiente que estén teóricamente convencidos de lo que aquí se ha indicado. Este convencimiento no será verdaderamente vivo si no desarrollan un cálido interés por todo lo que acontece en la Sociedad. A través del conocimiento y experiencia de lo que las personas que forman la Sociedad experimentan y viven, recibirán el calor que necesitan para su trabajo en la Sociedad. Es necesario desarrollar un gran interés por los demás si se quiere trabajar antroposóficamente con ellos. El estudio de “Qué ocurre en la Sociedad” debe ser la base de su actividad. Precisamente los miembros que quieren ser activos en la Sociedad son los que más necesitan de este estudio.34

Sólo conocemos la verdad de la naturaleza exterior cuando partimos desde la esencia espiritual del Ser Humano. Este es uno de los fundamentos de la Ciencia Espiritual. En las relaciones sociales vivimos un mundo común cuya coherencia descansa en la naturaleza que comparten los Seres Humanos y los demás reinos. En el mundo del espíritu somos “islas” que flotan en un océano onírico. Aquellos miembros de la Sociedad que se dedican al mundo del espíritu sin vincularse a la naturaleza de las relaciones sociales pierden el suelo bajo sus pies. Sólo un verdadero interés por lo anímico-corporal de otros miembros de la Sociedad y nuestra vinculación a ésta podrá generar una verdadera vida en el Espíritu. El amor con el que se acoge lo anímico-corporal puede generar nueva vida en la Sociedad Antroposófica. Más allá de lo que está bien o de lo que está mal, el calor del corazón revelará la palabra que nos situará en lo correcto y lo verdadero. ¿Qué ocurre en la Sociedad? Es la pregunta que mide la calidad espiritual de nuestra aspiración por la Antroposofía. 34

16

CARTA A LOS MIEMBROS 8. 9 DE MARZO DE 1924 8. EL TRABAJO EN LA SOCIEDAD. Como se recordará, en las conferencias públicas que he dictado en el ámbito de la Sociedad Antroposófica, por todos los medios he intentado presentar el tipo de conocimiento que es adecuado a nuestro tiempo actual. Lo he hecho así porque la Antroposofía no debe aparecer como opinión arbitraria de una secta, sino como expresión de lo que realmente es: Una concepción del mundo y una práctica de vida adecuada a nuestro tiempo. Considero completamente equivocado que el Antropósofo rechace solamente las aportaciones de la ciencia moderna logradas al margen de la Ciencia Espiritual. Cuando se comporta así el interlocutor percibe inmediatamente que rechaza aquello que no conoce suficientemente. Por este camino la Antroposofía nunca llegará a conseguir nada. Esto ha de ser tenido muy en cuenta por aquellos miembros que desarrollan una actividad especial en las Ramas. Pues no se podrá conseguir aquello que es la meta de nuestros esfuerzos si junto a la exposición antroposófica presenta los resultados de las diversas ciencias actuales como habitualmente se presentan fuera del movimiento antroposófico. Al obrar así se crea una desgraciada separación en el ánimo del que nos escucha entre el conocimiento usual y aquel sobre el que la Antroposofía tiene que hablar. Es perjudicial cuando se aborda un tema en una conferencia y da la impresión de que dicho tema ha sido traído únicamente como oportunidad de poder criticar los conceptos correspondientes de la ciencia actual. Se debería, por el contrario, examinar con todo cuidado en qué medida, dichos conceptos, tienen puntos de partida saludables. A menudo ocurre que en los conceptos y representaciones que nos ofrece la ciencia espiritual subyacen significativos puntos de partida. Esto no significa que uno tenga que abstenerse de toda crítica, sino que se debe criticar solamente aquello que previamente se ha comprendido y analizado según su propio método. Si esto hubiera sido observado, se habría evitado algo que en los últimos tiempos ha creado dificultades a la Sociedad Antroposófica. Entre nosotros los científicos han desarrollado una actividad cuyos resultados deben producirnos profunda satisfacción y, a pesar de ello, muchos miembros de la Sociedad tienen el sentimiento de que dichos resultados son poco “antroposóficos”. Por otra parte se ha intentado caracterizar lo antroposófico como una práctica de vida en las distintas esferas de la misma. También en este aspecto muchos miembros tienen el sentimiento de que en este “empeño” no se avanza antroposóficamente nada. La crítica en este sentido está sólo parcialmente justificada, ya que el crítico, a menudo, no se percata de la dificultad y del largo tiempo que en la actualidad necesitan los intentos correctos para realizarse en la forma adecuada. Este sentimiento de muchos miembros de la Sociedad parte de un sano fundamento. Como Antropósofo se tiene como tarea fundamental agudizar por medio de la Antroposofía la visión espiritual a fin de poder ver, bajo una luz verdadera, los logros que nos ofrece nuestra civilización. Esta civilización tiene la particularidad de que en ella se puede encontrar infinita cantidad de valores, pero que le falta el terreno adecuado en el que pueden desarrollarse de forma correcta. A menudo, ciertamente, se tiene que terminar con la crítica más acerva si, los logros de nuestro tiempo han sido previamente presentados en forma positiva y no negativa. Si esta orientación positiva se abandona no se podrá evitar el peligro de provocar perplejidad al hablar de forma auténticamente antroposófica. Cuan a menudo se oye decir a científicos en la Sociedad Antroposófica: realmente espantamos a los no antropósofos cuando hablamos sin más del cuerpo etérico o astral, pero por otra parte nos sentimos absolutamente estériles cuando en la crítica a los no antropósofos en las diversas especialidades científicas nos limitamos a utilizar los

17

conceptos desarrollados en esas especialidades. Se puede, perfectamente, hablar de cuerpo etérico y astral si se explica porqué se habla de ello. Pero si uno se esfuerza en hablar de lo antroposófico de forma consecuente con la agudeza de visión espiritual que se desarrolla con la Antroposofía, desaparecerá entre los miembros de la Sociedad ese sentimiento de que los científicos se expresan de una forma que no es suficientemente antroposófica y que los hombres que se dedican a cosas prácticas obran de manera que no debería esperarse de miembros de la Sociedad Antroposófica. Se orientará el espíritu en esta dirección si hacemos que los resultados de nuestro Tagung de Navidad se realicen y no permanezcan como una suma de piadosos deseos.35

Tagung de Navidad: se refiere al Congreso Fundacional de la Sociedad Antroposófica en la Navidad de 1923. 35

18

CARTA A LOS MIEMBROS 9. 16 DE MARZO DE 1924 9. LA FORMA DE HACER NUESTRAS LAS VERDADES ANTROPOSÓFICAS. He dirigido a los miembros las consideraciones precedentes con la esperanza de contribuir a que sean examinadas y pensadas en los diversos lugares donde se encuentren antropósofos. Según mi criterio será buena cosa que los miembros activos de la Sociedad quieran tomarlas como punto de partida con el fin de elevar el conjunto de los miembros a una consciencia común de lo que es la Sociedad Antroposófica. En verdad, es justo que el trabajo sobre la concepción antroposófica del mundo y sobre la manera de introducirla en la vida constituyan las actividades esenciales en nuestras reuniones de grupos. Pero en muchas de estas reuniones, una parte del tiempo –aunque sea módica – también puede ser empleada en el estudio de las cuestiones evocadas en estas consideraciones. Justamente, a través de estas, más de un miembro será incitado de una manera adecuada a hacerse representante de la Sociedad, tanto dentro de la Sociedad como también ante el mundo exterior no antroposófico. En lo que respecta a la Sociedad Antroposófica, sería un error creer que algunos artículos de los estatutos puedan definir su naturaleza y su misión. Por el hecho de que la Antroposofía impulsa en profundidad el pensamiento, el sentimiento y la voluntad, está fuertemente influenciada por la vida del alma. Su contenido podemos formularlo ayudándonos de proposiciones generales de la misma manera como se hace en los dominios más diversos del espíritu. Sin embargo, aunque sean muy necesarias estas formulaciones, no es preciso quedarse en ellas. Las fórmulas generales podrán tomar vida y color si cada uno de los que las llevan en su vida interior las manifiestan inspirando su vida personal. Así la forma que toma la Antroposofía en cada individuo puede crear un auxiliar precioso para hacer comprender las verdades antroposóficas. Si nos hacemos conscientes de la importancia de este hecho, descubriremos en la naturaleza de la Sociedad Antroposófica aspectos que no se sospechan. Cada uno de los miembros activos en el seno de la Sociedad se hallará más de una vez en la situación de aquél que interrogamos sobre esta o aquella cuestión. El interrogador intenta instruirse por medio de las respuestas que se le dan. En cambio, el interrogado puede buscar instrucción en la manera en que le son planteadas las preguntas. Debemos estar atentos a lo que esas preguntas pueden enseñarnos. Es sobre todo, a través de las cuestiones planteadas como se aprende a conocer la vida. A menudo se nos clarifican los motivos que han inspirado las cuestiones. Debíamos estar agradecidos a aquellas personas que os interrogan así. Gracias a su ayuda cada vez responderemos mejor. Y lo que se mejorará en particular, será el tono afectivo que será percibido a través de las respuestas que daremos. Ese tono es algo verdaderamente esencial cuando queremos comunicar con otras verdades antroposóficas. Lo que importa aquí no es tanto lo que se dice sino cómo se dice. Desde un cierto punto de vista ¿acaso no es cierto que las verdades antroposóficas son la cosa más importante que los hombres se pueden comunicar? Comunicarlas sin experimentar en sí mismo el más profundo interés por lo que se comunica, supone ya, en el fondo, desfigurar esas verdades. Sin embargo, este interés aumenta más y más cuando sentimos brotar las preguntas de las profundidades de los seres humanos más diversos. Naturalmente, para esto no hay necesidad de convertirse en analizador y escudriñador espiritual del interlocutor. Podemos contentarnos con lo que manifiesta a través de la pregunta. Un miembro activo de la Sociedad Antroposófica jamás debería contentarse con responder a todas las preguntas según un esquema preestablecido.

19

Se subraya a menudo –y con razón – que la Antroposofía debería llegar a ser vida en el hombre sin quedar como simple doctrina. Pero solamente puede llegar a ser vivo aquello que es sin cesar, estimulado por la vida. Si nos esforzamos en cultivar semejante actitud en la Antroposofía, ésta estimulará el amor de unos hacia otros, y esta atmósfera de amor humano, es la que debe impregnar todo lo que se hace en el campo de la Antroposofía. Cuando conocemos bien el ambiente de la Sociedad Antroposófica, podemos darnos cuenta de que muchas personas entran en ella debido a que fuera de aquí, las grandes verdades que se les presentan no están impregnadas de esa atmósfera de amor. Como en estos casos el alma es muy sensible percibe esta atmósfera a través de las palabras pronunciadas y tiene que facilitar la comprensión en el más alto grado posible. Tal vez nos preguntaremos ¿Cómo podemos introducir el amor en la descripción de la evolución de la Tierra?36 No dudaremos que el amor constituye el alma de esas verdades, de la misma manera que de cualquier otra verdad, si somos capaces de comprender que la evolución de la tierra y del mundo no es más que el otro aspecto de la evolución de la humanidad.37

¿Qué papel tiene el amor en las verdades que explican la evolución de la Tierra? Si la Tierra y la evolución del mundo no es más que otro aspecto de la evolución de la humanidad, se comprenderá que el amor es el fundamento de esas verdades. 36 37

20

CARTA A LOS MIEMBROS 10. 23 DE MARZO DE 1924 10. LA PRESENTACIÓN DE LAS VERDADES ANTROPOSÓFICAS. Habrá tanta más vida en la presentación de las verdades antroposóficas cuando las presentemos de la manera más variada y bajo los más diversos puntos de vista. Por esta razón, si somos activos en la Sociedad, no deberíamos dudar en tomar constantemente los mismos temas en las reuniones de las Ramas (Zveigversammlungen). Pero será necesario abordar estos temas bajo los ángulos más diversos. Si ante las cuestiones que os sean expuestas adoptáis la actitud que he descrito en mi última carta, seremos llevados, de forma natural, a proceder de esa manera. Ahí aprendemos, mejor que en cualquier otra circunstancia, qué vida anima las miras de la Antroposofía. Sentimos que todas las formas exteriores de pensamiento en las cuales se han vertido esos puntos de vista antroposóficos, deben permanecer imperfectos necesariamente. Experimentamos que lo que llevamos en el alma es incomparablemente más rico que lo que somos capaces de expresar a través del pensar. Cuanto mejor veamos esto claramente, más se aumentará en el alma el respeto38 por la vida espiritual; pues es necesario que ese respeto impregne cualquier exposición antroposófica. Ello debe ser como una tonalidad constantemente percibida. Si esto no es así, todo lo que podamos decir acerca de las verdades antroposóficas permanece sin fuerza. No deberíamos querer introducir esta fuerza en lo que decimos sobre Antroposofía ayudándonos de medios exteriores. Para que se desarrolle esa fuerza, deberíamos ponernos en el vivo estado de alma en el que nos encontramos al interiorizar en el alma esas verdades cuando tomamos consciencia de aproximarnos al verdadero mundo espiritual. Este sentimiento sitúa al alma en una determinada disposición interior. El alma se siente por momentos enteramente entregada a los pensamientos del mundo espiritual. Cuando se halla entregada así, el respeto por el mundo espiritual se instaura en ella misma. En el desarrollo de semejante disposición anímica es donde reside el comienzo de una verdadera meditación. Aquél que es incapaz de amar este estado de alma, en vano aplicará las reglas que permiten adquirir conocimientos relativos a un “mundo espiritual”, pues en ese estado anímico, la vida espiritual que reposa en las profundidades del alma es subida a la consciencia. Por medio de ello, el hombre se une a su propia substancia espiritual y, solamente, a través de esta unión se puede encontrar la espiritualidad del universo. Únicamente el espíritu en el hombre puede aproximarse al espíritu que vive en el universo. Los miembros activos en la Sociedad, ante quienes otros vienen a buscar consejo, haciendo nacer en ellos estos estados de alma, acrecentarán su facultad de percepción sobre lo que los otros esperan de ellos. A menudo es muy difícil expresar claramente lo que inquieta al alma en sus profundidades más recónditas. Por esta razón basta muy poco para que aquél que es interrogado no entienda cuales son las verdaderas necesidades de aquel que le interroga. Entonces, es natural que nazca en éste, a pesar de todo lo que se le ha dicho, el sentimiento de que no se le ha respondido a lo que él quería. Pero si aquél que es interrogado se encuentra delante del otro con una disposición anímica conquistada gracias a actitudes interiores como las que hemos descrito, entonces podrá destrabarle la lengua. En el que pregunta nacerá para con el otro la verdadera y profunda confianza que hace de la comunicación de las verdades antroposóficas algo verdaderamente vivo. En esta comunicación ocurrirá alguna cosa que permitirá a aquél que ha recibido la respuesta continuar buscando por sí mismo, según su propio camino, la satisfacción Asombro. En su obra “El Mundo de los Sentidos, El Mundo del Espíritu” GA134 define la actitud básica para la investigación espiritual: Asombro, reverencia, sabia sintonía con las leyes universales y la entrega. 38

21

de sus necesidades espirituales. Quizá tenga el sentimiento, incluso si la respuesta no contenía todo lo que buscaba, de que ahora está en situación de pasar sin la ayuda exterior. En su alma se erguirá un sentimiento de fuerza interior en el lugar habitado anteriormente por un sentimiento de impotencia. Y este es precisamente el sentimiento de fortaleza que buscaba. No vayamos a creer que encontraremos en los sentimientos solos, sin recurrir a los pensamientos, las respuestas a las ardientes cuestiones que el alma se plantea. Sin embargo, un pensamiento que se encierra en sí mismo, indiferente a los sentimientos, no encuentra el camino del corazón. Tampoco hay que temer que el sentimiento vaya a perjudicar forzosamente a la objetividad del pensamiento. Este será el caso si no se encuentra, por medio del estado del alma antes descrito, el camino que lleva a la espiritualidad en el hombre.

22

CARTA A LOS MIEMBROS 11. 30 DE MARZO DE 1924 11. DE LA ENSEÑANZA DE LA ANTROPOSOFÍA. En la mayoría de los casos, el hombre es empujado a estudiar Antroposofía porque la contemplación del mundo suprasensible39 es para él una fuente de insatisfacción y de ahí que el hombre sea incitado a volver su mirada hacia su propio ser. Presiente que los enigmas que nos ofrece la vida no se resuelven mirando la máquina del mundo sino más bien dirigiendo la mirada hacia la vida interior del ser humano. La búsqueda del conocimiento del mundo se trasforma en esfuerzo por conocerse a sí mismo. Los miembros que deseen ser activos en la Sociedad Antroposófica tendrán que velar por esto. Entonces se harán una idea justa de su tarea y, por otro lado, también reconocerán los peligros ligados a esta misión. La búsqueda del autoconocimiento nos lleva –cuando no es conducida por los senderos justos – a una forma especial de egoísmo. Puede ocurrir que el hombre se dé demasiada importancia a sí mismo y consecuentemente pierda todo interés por lo que acontece fuera de él. Todo anhelar correcto puede desvirtuarse si se cae en una unilateralidad. No se puede llegar a una concepción del mundo si no la buscamos a través de una concepción del hombre. Porque la antigua sabiduría que dice que el hombre es un microcosmos, un “mundo pequeño” en realidad, siempre se volverá a probar como una sabiduría actual. El hombre cobija en su propio ser todos los enigmas y todos los misterios del “gran mundo”, del macrocosmos. Si esto se entiende de manera correcta, cada mirada que hundamos en el ser íntimo del hombre, despertará la atención por el mundo extrahumano. Y el autoconocimiento llega a ser la puerta para el conocimiento del mundo. Si esto se entiende de manera errónea uno se encierra en su propio ser, en la consideración de sí mismo, y se pierde todo interés por el mundo. La Antroposofía nunca debe conducir a ese resultado. En caso contrario, siempre oiremos de boca de muchos miembros nuevos de la Sociedad Antroposófica esta queja: ¡Qué egoístas son los Antropósofos en sus pensamientos!40 Aquél que quiere conocerse a sí mismo debería –con ayuda del autoconocimiento así adquirido – agudizar su perspicacia a fin de comprender que todo lo que él posee puede encontrarlo también en los otros. Se siente entonces lo que vivencia el otro cuando uno mismo ha experimentado algo parecido. Mientras que os falten estas experiencias pasareis al lado de las de los otros sin verlas como sería necesario. Pero puede ocurrir igualmente que el sentimiento sea acaparado de tal forma por lo que experimentamos en sí mismos que no le quede absolutamente nada para los otros. Los miembros activos en la Sociedad obrarán en esta dirección de manera correcta si tienen cuidado de los peligros que se hallan ahí escondidos. Así podrán impedir que el autoconocimiento degenere en amor egoísta de sí mismo. Darán a su acción la tonalidad que hace que el autoconocimiento conduzca a amar al otro. Y aquél que concibe dentro de sí interés por sus semejantes no quedará indiferente al mundo en general. A amigos que en diferentes ocasiones me pidieron que les diera un verso para meditar, muy a menudo he dado el siguiente:

Mundo no humano (außermenschliche Welt): mundo de la naturaleza donde no ha sido incorporado lo humano. 40 ¡Qué pensamiento más egoísta el de los Antropósofos! 39

23

Si tú quieres conocer tu propio ser, mira en todas las direcciones del mundo que te rodea; si tú quieres en verdad comprender el mundo, mira en las profundidades de tu alma. Toda exposición de los conocimientos antroposóficos debe guardar la orientación que indican estas palabras. Así evitaremos atizar –cuando hablamos del ser interior del hombre – el deseo egoísta de encerrarse en su propio ser como en un capullo. El nuevo miembro que llega se siente efectivamente rechazado cuando se da cuenta que los antropósofos sólo tienen una preocupación: ocuparse de su propia persona. Se observan personas, miembros de la Sociedad Antroposófica desde hace tiempo, que se quejan a cada paso de que la vida no les deja tiempo para profundizar verdaderamente en Antroposofía. Esto es especialmente frecuente en el caso de personas que han encontrado en el interior del movimiento antroposófico su campo de actividad. Fácilmente encuentran que tienen demasiado trabajo y estiman que su trabajo les impide entregarse a la meditación, leer los escritos antroposóficos, etc. Pero el amor por el conocimiento antroposófico no debe impedir el darse con alegría a las necesidades del mundo. Si esto fuera así, el estudio de la Antroposofía sería privado del calor que necesita y degeneraría en un frío egoísmo. Es preciso que los miembros deseosos de ser activos en la Sociedad tomen la tarea de penetrarse de esta verdad. Entonces podrán dar a su trabajo el carácter adecuado a fin de evitar los peligros que muy fácilmente pueden presentarse.

24

CARTA A LOS MIEMBROS 12. 6 DE ABRIL DE 1924 12. SOBRE LA MODALIDAD DE LAS REUNIONES DE RAMA. Desde hace un cierto tiempo, es muy debatida entre los miembros la cuestión de saber si, en las reuniones de rama, la regla debe ser hacer conocer en el interior de la Sociedad Antroposófica la literatura antroposófica existente por medio de lecturas públicas y de conversaciones, o bien si es preferible la conferencia personal cuyo tema sea aquello que cualquier miembro, deseoso de ser activo, tenga que decir. Si reflexionamos sobre las condiciones que deben existir en el trabajo antroposófico, comprenderemos enseguida que no tenemos razón alguna para quedarnos exclusivamente con esta o aquella manera de hacer sino que más bien será necesario llevar a cabo las dos formas de acuerdo con las posibilidades que se ofrezcan. En la literatura antroposófica se encuentra lo que incita a las personas a entrar en la Sociedad. Esta literatura está destinada a servir de base a la actividad de la Sociedad. Si se da a conocer a los miembros en las reuniones de rama, constituirá el factor común que necesitamos para que nuestra Sociedad tenga un contenido real. Que no se objete: “Lo que está impreso puedo muy bien leerlo en mi casa; no es necesario que para eso vaya a las reuniones de rama”. En esta “Hoja para los miembros” ya he demostrado lo erróneo de esta opinión. Deberíamos comprender que recibir los tesoros espirituales de la antroposofía conjuntamente con otras personas, reunidas en la Sociedad, es algo que tiene su significado preciso. Es muy real ese sentimiento de estar juntos y que reunidos nos abrimos a lo espiritual. No deberíamos desconocer el trasfondo de esa realidad. Así mismo, es necesario que los miembros deseosos de ser activos se preocupen de que todos los miembros, poco a poco, asimilen realmente el contenido espiritual de la literatura existente. Es inadmisible que numerosos miembros pertenecientes a la Sociedad desde hace años jamás oigan hablar de cosas sobre las que existen referencias precisas en la literatura antroposófica. Por otro lado, es importante decir que la vida de la Sociedad sufrirá un grave daño si un número de miembros tan grande como sea posible no expone dentro de la Sociedad aquello que desde su interior tiene que decir. Es perfectamente posible armonizar estas dos modalidades de actividad. Deberíamos decirnos que la Antroposofía sólo podrá llegar a ser lo que debe ser si un número creciente de personas participa en su desarrollo; y deberíamos alegrarnos, sin adoptar una actitud de rechazo, cuando miembros activos aportan a las reuniones de rama los frutos de su trabajo personal para conocimiento de los otros miembros. Ahora, cuando decimos –y esto es muy frecuente – “Lo que más de una persona expone de ese modo no es antroposofía”41 Esto es algo que, en ciertos casos, está seguramente justificado. ¿Pero donde iríamos si pecamos contra la verdad de que en la Sociedad Antroposófica debiera vivirse todo lo que forma parte del patrimonio espiritual de la humanidad? Una conferencia tendrá por objeto dar la base para una exposición antroposófica posterior, otra, la de exponer una cuestión que podrá ser aclarada después a la luz de la Antroposofía. Siempre que sea salvaguardado el carácter antroposófico fundamental en la actividad de la Sociedad, no deberíamos limitar, con espíritu mezquino, la contribución de los miembros activos. No es excluyendo una u otra de esas actividades como tenemos que buscar lo que debe ser hecho en las reuniones de rama, sino más bien al contrario, combinando armoniosamente el estudio de la literatura existente con la exposición de lo que los miembros activos aporten desde su interior. Es a través de la diversidad y no por la uniformidad de nuestra acción como alcanzamos las metas pretendidas por la Sociedad Antroposófica. En la Sociedad, tenemos tantos miembros con 41

“Lo que presentó tal persona no es Antroposofía”

25

algo de sí mismos para dar, que podemos alegrarnos por ello profundamente. Aquí deberíamos habituarnos a apreciar la aportación de esos miembros. Solamente habrá verdadera vida en la Sociedad si el trabajo hecho en su seno es estimado en su justo valor. La actitud de rechazo que procede de la estrechez de corazón debería ser la menos frecuente de todas las imperfecciones de la Sociedad. Sería conveniente, por el contrario, procurar conocer con entusiasmo el mayor número posible de contribuciones que uno u otro miembro puede aportar a la comunidad de los antropósofos.

26

CARTA A LOS MIEMBROS 13. 18 DE MAYO DE 1924. 13. LA ESENCIA DE LA IMAGEN DEL HOMBRE. Importa mucho que, por el estudio de la Antroposofía, comprendamos que las representaciones que el hombre se hace ante el espectáculo de la naturaleza exterior deben dejar de ser tenidas por válidas, desde el momento que es el ser humano quien es observado. Contra este postulado peca el modo de pensar que, en razón de la evolución espiritual de los últimos siglos, se ha instalado en los espíritus y en las almas. Es precisamente por este motivo que nos hemos acostumbrado a pensar según las leyes de la naturaleza. Y es con la ayuda de esas leyes de la naturaleza con la que nos explicamos los fenómenos naturales que percibimos a través de los sentidos. Entonces, volvemos la mirada hacia el organismo humano y lo consideramos igual, como si su organización pudiera ser comprendida aplicándole las mismas leyes que a la naturaleza. En este caso procedemos exactamente como si mirando una pintura nos fijásemos únicamente en la substancia de los colores, en la fuerza con la que esos colores se adhieren al lienzo, en la manera como se dejan extender sobre la tela y en otros puntos de vista análogos. Pero nada de esto nos dice lo que se revela en ese cuadro. En esa revelación viven leyes de naturaleza muy distinta de aquellas que podemos sacar de los puntos de vista arriba mencionados. Importa mucho ver que en la entidad humana también se manifiesta algo que no puede ser captado, si adoptamos los puntos de vista que sirven para establecer las leyes de la naturaleza exterior. Si hemos asimilado bien esta idea entonces seremos capaces de concebir al hombre como imagen. En este sentido un mineral no es imagen. El mineral no revela más que lo que los sentidos pueden percibir directamente. Ante la imagen, la mirada se dirige en cierto modo a través de lo percibido sensorialmente hasta llegar a un contenido que solamente puede ser captado en espíritu. Ocurre lo mismo cuando observamos el ser humano. Si intentamos comprender al hombre aplicando correctamente las leyes de la naturaleza, no nos sentiremos más cerca del verdadero hombre sino de aquello que desde el hombre verdadero se revela a la percepción sensible. Es necesario llegar a vivenciar esto en espíritu y comprender así que con la sola ayuda de las leyes naturales nos ponemos delante del hombre como estaríamos ante un cuadro del que solamente supiéramos: Aquí hay color azul, allí rojo. Todo ello sin ser capaces de relacionar por la actividad interior del alma el color azul y el rojo con algo que se manifiesta por medio de los colores. Debemos experimentar algo cuando armados de las leyes naturales nos ponemos en presencia de un mineral y vivenciar algo muy distinto si estamos ante un ser humano. Con el mineral las cosas se presentan de tal manera que cuando se le capta por medio del espíritu tenemos la impresión de tocar directamente lo que percibimos; cuando se trata del hombre tenemos la impresión de que con las solas luces de las leyes naturales estamos tan lejos de él como lo estaríamos de un cuadro que no mirásemos con los ojos del alma y que solamente tocásemos con la mano. Si comprendemos, en primer lugar, considerando el ser humano, que éste es imagen de algo, entonces nos encontramos en la disposición interior adecuada que permita ir más lejos y alcanzar aquello que se manifiesta por medio de esa imagen. Y en el hombre, la naturaleza de su imagen no se revela de una manera unívoca. Es el órgano de los sentidos quien, en su naturaleza profunda, es en menor grado imagen y en mayor grado una forma de revelación de sí mismo, como el mineral; pero precisamente con los órganos de los sentidos se puede llegar a comprender las leyes de la naturaleza. Para entender esto es suficiente mirar la maravillosa estructura del ojo. Con ayuda de las leyes naturales nos aproximamos a esta estructura. Ocurre lo mismo con los otros órganos sensoriales aunque en estos otros no sea tan evidente como con el ojo. La causa de esto la hallamos en que los órganos de los sentidos han alcanzado en su formación un cierto estado de acabamiento que los aísla. Se incorporan al

27

organismo en tanto que formaciones acabadas y como tales transmiten las percepciones del mundo exterior. Pero no ocurre lo mismo con los procesos rítmicos que se desarrollan en el organismo. Estos no se presentan como algo acabado, puesto que aquí el organismo contantemente muere y renace. Si los órganos de los sentidos fueran como el sistema rítmico, el hombre percibiría el mundo exterior como si se encontrara en un perpetuo devenir. Los órganos de los sentidos se presentan a nuestros ojos como un cuadro colgado de la pared. El sistema rítmico es para nosotros como la imagen de lo que se realiza progresivamente cuando miramos el lienzo y el pintor mientras que nace el cuadro. La pintura no está todavía ahí pero poco a poco se va haciendo presente. Mientras que miramos, solamente asistimos a una génesis. Lo que ha nacido perdura un primer tiempo.42 Considerando el sistema rítmico en el hombre, vemos la muerte, la destrucción, encadenada inmediatamente al nacimiento, la construcción. En el sistema rítmico lo que se manifiesta es una imagen en devenir. La actividad que ejerce el alma cuando se abandona a la percepción de un objeto situado delante de ella –dicho objeto es una imagen acabada – puede ser designada con la ayuda del término imaginación. Por el contrario, la experiencia interior que es necesario desplegar para comprender una imagen en devenir es inspiración. Y también es distinto si consideramos el sistema metabólico y motor del organismo humano. En este caso es como si permaneciéramos delante de la tela todavía virgen, ante los botes de pintura y ante el artista que aún no pinta. Si queremos llegar a comprender el sistema metabólico-motor es necesario desarrollar una actividad de percepción que no tiene nada que ver con la percepción de lo que los sentidos captan, no más que el espectáculo de los botes de colores, del lienzo virgen y del pintor que nada hace con el cuadro que, más tarde, tenderemos ante nuestros ojos. Y la actividad en el curso de la cual, por un proceso puramente espiritual, el alma aprehende el ser humano en su metabolismo y en su motricidad, es comparable a lo que ocurriría si a la vista de los botes de colores, de la tela vacía y del pintor, se tuviera ya ante sí el cuadro tal como será pintado más tarde. Ante el sistema de metabolismo y de los miembros es la intuición la que debe activarse en el alma si queremos llegar a comprenderlo. Es necesario que los miembros activos de la Sociedad Antroposófica atraigan así la atención sobre la adecuada naturaleza de lo que hace nacer la mirada antroposófica. Porque no se trata solamente de comprender bien el contenido de los conocimientos a los cuales llega la Antroposofía, sino también comprender el método que permite a cada uno hacer la experiencia personal de esos contenidos.

Cuando realizamos el acto de percepción sensoria, se nos presenta “lo creado”. Lo que ha surgido permanece en primer plano. Considerando el sistema rítmico en el hombre vemos que a lo creado se encadenada inmediatamente la muerte, la destrucción, para volver a surgir de nuevo: el devenir. 42

28

CARTA A LOS MIEMBROS 14. 23 DE MAYO DE 1924. 14. ALGUNAS INDICACIONES SOBRE EL ESTADO DE ÁNIMO QUE DEBE REINAR EN LAS REUNIONES DE RAMA. La manera de considerar al ser humano de la que hemos hablado aquí la última vez, conduce a reconocer –y esto corresponde efectivamente a la realidad – que las fuerzas espirituales anímicas y psíquicas obran en la entidad física y etérica del hombre. Cuando hemos comprendido que lo que percibimos del hombre por medio de los sentidos es imagen, entonces fácilmente nos damos cuenta que en esta imagen obra otra cosa que lo que contiene de material. Frente a un ser en el que hemos reconocido el carácter de imagen, el estado del alma es muy diferente que frente a una cosa de la que solamente podemos captar su naturaleza material. Esta disposición anímica diferente ejerce sobre el ser el poder de despertar. Si experimentamos intensamente lo que implica interiormente semejante estado y la disposición anímica correspondiente, sentimos despertarse fuerzas interiores que dormitan en la vida corriente. Y es muy importante que aquel que percibe las enseñanzas de la Antroposofía experimente al recibirlas que en el alma humana duermen todavía otras fuerzas de conocimiento que aquellas que admitía su existencia antes de llegar a la Antroposofía. Cuando sabemos que es una imagen lo que tenemos delante de sí, orientamos nuestras fuerzas de conocimiento hacia lo que en esa imagen no se manifiesta a los sentidos. De ahí que seamos atraídos por la parte suprasensible de esta imagen de la misma manera que, en la percepción ordinaria, somos cogidos por la parte perceptible a los sentidos. Si los miembros de la Sociedad Antroposófica que dan conferencias en las reuniones de rama despiertan la atención de los oyentes sobre estas cosas, una disposición anímica antroposófica se añadirá a la enseñanza propiamente dicha. Y esta atmósfera, siempre que tenga la calidad que corresponde a este trabajo, es por sí sola capaz de insuflar en las reuniones de rama el espíritu que allí debe reinar. El participante sentirá entonces que la Antroposofía no es una transmisión abstracta de datos espirituales sino una realidad llena de fuerza y rica de substancia que permite acceder hasta la experiencia personal de lo espiritual. Será necesario que los miembros activos reflexionen sobre la manera –la apropiada a los temas escogidos – de cómo esta experiencia de lo espiritual puede ser obtenida en el trabajo antroposófico. Pues es solamente así que aquellos que reciben la antroposofía, sin poder todavía por sí mismos entregarse a la búsqueda de lo espiritual, podrán deshacerse de este sentimiento: Lo que aquellos que ya han llegado hasta el estado de esa búsqueda viven interiormente solo nos llega bajo forma de comunicación teórica43. Comunicando de la manera apropiada lo que hemos vivido en espíritu hacemos participar a los otros en la experiencia de lo que comunicamos. Si esa disposición para una verdadera comunicación reina en las reuniones de rama, desaparecerá todo aquello que engendra una actitud de obediencia a la autoridad, lo que aquí no está justificado. Los adversarios de la Antroposofía constantemente objetan que los antropósofos solamente se adhieren a ella por fe en los que son autoridad entre ellos. Pero si en la Sociedad practicamos la Antroposofía con el espíritu que debe ser el suyo, esta objeción nunca tendrá sentido. Pues los participantes en nuestras reuniones jamás se sentirán llamados a decir que reconocen la verdad de esto o de aquello porque lo han dicho éste o aquél. Es en efecto su Una redacción más comprensible sería: “Sólo nos llega bajo forma de comunicación teórica lo que vive interiormente en aquellos que ya han llegado hasta el estado de esa búsqueda (los miembros activos)”. 43

29

experiencia la que les enseña que el asentimiento profundo no se obtiene por obligación sino que se instaura naturalmente cuando viven en vosotros las verdades espirituales. Cuando nos encontramos ante una persona que quiere el bien para vosotros, no experimentamos su bondad interior porque alguien con autoridad os lleve a sentir lo beneficioso de este afecto sino más bien porque el alma se siente directamente y agradablemente afectada por aquella bondad. Por lo mismo, la verdad de la Antroposofía puede ser percibida por la manera en la que es comunicada, por su substancia misma. Los dirigentes de las ramas deberían hacer lo necesario para que la Antroposofía lleve verdaderamente en sí misma esta acción. No es haciendo nacer en los auditores44 el sentimiento de que aquí se les presentan cosas misteriosas como debe darse a las reuniones antroposóficas su carácter esotérico. El esoterismo reposa sobre la interiorización, caracterizada más arriba, en la comunicación de las verdades espirituales. Deberíamos ver en esta interiorización uno de los aspectos del impulso que el Congreso de Navidad ha querido aportar a la Sociedad Antroposófica. Es en esta intención y en esta voluntad emanadas del Congreso de Navidad que podrán residir –si son mantenidas despiertas contantemente –los beneficios presentes de este Congreso así como los que podrán derramarse en el futuro sobre el movimiento antroposófico.

44

oyentes

30

CARTA A LOS MIEMBROS 15. 1 DE JUNIO DE 1924. 15. AMPLIACIÓN A LAS INDICACIONES DADAS CONCERNIENTES AL ESTADO DE ÁNIMO QUE DEBE REINAR EN LAS REUNIONES DE RAMA. La reflexión antroposófica no debería conducir a subestimar la vida exterior. En efecto, numerosas personas, ya sea porque perciben las contradicciones inherentes a la vida exterior, ya sea porque el destino las ha golpeado duramente, llegan a un ahonde de la sensibilidad que se expresa en una tendencia hacia una concepción espiritual de la vida. Pero así como la entidad física del hombre tiene necesidad de dormir para ser eficaz en la vida de vigilia, así también una verdadera vida en el mundo espiritual necesita tener desarrollado el sentido para la vida física, con el fin de que el alma desarrolle la firmeza y la seguridad de la que tiene necesidad. Porque cuando el ser interior se llena de conocimientos espirituales sale, como de un sueño, de la realidad sensible y sale de los impulsos que la voluntad puede tomar en esa realidad (de la cual pueden nutrirse).45 Por esta razón, los miembros activos de la Sociedad Antroposófica no deberían olvidar nunca que a las personas que, por subestimar la vida exterior, cargan todos sus esfuerzos sobre la vida interior hay que darles, con la mayor intensidad posible, fuerzas para la vida interior; pero haciendo que al mismo tiempo resulte de aquí para ellas aprecio por el mundo exterior y disposición para vivirlo.46 Constantemente deberíamos tener presente que la vida terrestre tiene una significación dentro de la configuración y organización de la existencia global del ser humano que atraviesa nacimientos y muertes. En esta vida terrestre, el espíritu del hombre está encarnado en la existencia en el seno de la materia. El está entregado a esa existencia en la materia. Las experiencias que puede hacer en la materia no podría experimentarlas en ninguna otra forma de existencia dónde, como espíritu vivo en el mundo del espíritu, está fundido (así mismo) con ello.47 La vida en el mundo material es para el hombre el nivel de existencia en el que puede percibir lo espiritual en la imagen, fuera de la realidad propia de sí mismo48. Y un ser que no puede hacer la experiencia del espíritu en la imagen, tampoco es capaz de tender libremente, por el impulso de su propia entidad, hacia el espíritu. Las entidades que también se encarnan en la existencia material –aunque no en la manera del hombre – pasan igualmente por niveles de existencia en los que deben abandonar su propio ser a otro de los elementos posibles de la existencia. Este abandono de sí mismo a la vida en la materia constituye para el hombre la base necesaria para el desarrollo del impulso del amor. Un ser que no entra jamás en este estado en el que uno se distancia de sí mismo no puede hacer nacer en él la inclinación hacia el otro ser lo que se

Pues el acopio interior en el ser humano de conocimiento espiritual implica un despertar desde la vida de la realidad-sensorial, y desde los impulsos con los que esta realidad anima la voluntad. 46 Aquellos de nosotros que trabajamos activamente en la Sociedad Antroposófica deberíamos tener esto siempre en cuenta. A aquellos que buscan aprehender lo interior devaluando la vida exterior, deberíamos, de hecho, dar en la mayor medida la vida interior. Pero es necesario que en la misma medida ellos aprendan a valorar y a ser eficientes en el cumplimiento de lo que la vida exterior les demanda. 47 En ninguna forma de existencia en los mundos espirituales puede el espíritu experimentar lo que pertenece a la vida material en la tierra. 48 Imagen extraída de su realidad misma. La imagen es una parte incompleta de su realidad total. 45

31

manifiesta en el amor.49 Aprehender el espíritu muy fácilmente puede significar para el hombre endurecimiento, sequedad del corazón cuando esta aprehensión se hace unilateral y se une al menosprecio de lo que se manifiesta en el mundo exterior.50 La verdadera Antroposofía no busca el espíritu porque crea que en la naturaleza no se halle y sea por este hecho digna de menosprecio, sino porque quiere buscar el espíritu en la naturaleza y solamente puede encontrarlo en ella por los caminos de la Antroposofía. Si este espíritu impregna lo que se hace en nuestras reuniones de rama, éstas harán nacer en los miembros un sentimiento que se encontrará en armonía con lo que la vida concibe en su integridad y requiere de los miembros. Y entonces será suprimida esa separación con el mundo que suscita tan fácilmente una atmósfera malsana alrededor del trabajo antroposófico. Este es también uno de los factores por lo que para el trabajo en nuestra sociedad debe crearse el clima conveniente. Los miembros no tomarán de las reuniones lo que es deseable que tomen si ven abrirse un abismo entre el mensaje de la Antroposofía y lo que la vida exterior les enseña.51 El espíritu que reina en las reuniones de rama debe llegar a ser una luz que continúe brillando cuando los miembros tengan que satisfacer las exigencias de la vida exterior. Si éste espíritu mencionado no prevalece, los miembros no llegarán a ser, gracias a la Antroposofía, más aptos sino menos aptos para hacer frente a la vida que, a pesar de todo, tiene sus derechos52. Entonces será cuando muchos reproches que gentes del exterior hacen a la Sociedad Antroposófica estarán justificados. Y la Sociedad Antroposófica no obrará en beneficio de la Antroposofía sino más bien en detrimento de ella.

Un ser que no ha conocido nunca lo que significa separarse de su propia esencia, es incapaz de cultivar la devoción hacia el otro la cual se revela en amor. 50 Y la aprehensión de lo espiritual por el hombre puede fácilmente endurecerse en falta de amor si de forma unilateral se relaciona con desdén con lo que se le revela en el mundo exterior. 51 Los miembros no habrán empleado bien el tiempo en las reuniones de rama si sienten un abismo entre lo que reciben de la Antroposofía y lo que experimentan en su vida anímica. 52 La vida exterior que tiene sus demandas y derechos. 49

32

CARTA A LOS MIEMBROS 16. 6 DE JULIO DE 1924. 16. ALGUNAS CONSIDERACIONES ADICIONALES SOBRE LOS EFECTOS DEL CONGRESO DE NAVIDAD. Uno de los efectos del Congreso de Navidad debería ser que, gracias a los miembros deseosos de ser activos, aparezca cada vez más claramente a los ojos del mundo lo que la Antroposofía es en esencia y lo que no es. Se dice frecuentemente: ¿No causará inquietud comentar esta o aquella verdad diciendo que es Antroposofía? Cuanto más nos planteemos esta cuestión más errará la Sociedad en ejercer el efecto correcto. Actualmente es de la mayor importancia alcanzar claridad en este asunto. Existe diferencia entre presentar, con espíritu sectario, algo que ha sido acogido como Antroposofía dogmática, y el posicionamiento sin vacilaciones, abierto, sin disimulo ni ocultaciones de los conocimientos relativos al mundo espiritual, que han sido alumbrados por la Antroposofía, por medio del cual el ser humano es capaz de entrar en una relación con ese mundo digna de la humanidad. Esta es la misión de la Junta Directiva del Goetheanum: Concebir de ése modo, sin reservas, el trabajo con la Antroposofía. Es más, dicha tarea en su naturaleza peculiar debe ser totalmente comprendida por aquellos miembros que desean ser activos en la Sociedad. Como resultado de este Congreso de Navidad, la Antroposofía y la Sociedad Antroposófica deben estar cada vez más unidas. Pero esto no será posible si continúa prosperando la cizaña extendida en los círculos antroposóficos a través de la continua distinción entre lo que es “ortodoxo” y lo que es “herético”. Ante todo deberíamos conocer los principios y el contenido de la Antroposofía. No consiste en un conjunto de opiniones que debamos tener por el hecho de ser “Antropósofos”. Nunca deberíamos decir como antropósofos “Nosotros creemos esto” o “rechazamos aquello”. Semejante actitud puede adoptarse con naturalidad en el estudio antroposófico, pero no debe tener en modo alguno un valor sistemático. La única actitud aceptable es la siguiente: “La antroposofía existe; ha sido aprehendida con esfuerzo constante; yo me ofrezco a presentarla y a que sea conocida en el mundo”. En los círculos antroposóficos todavía se tiene poca conciencia que esas dos maneras de ver difieren como el día y la noche. Si no, cómo sería posible que oyéramos contantemente frase tan grotesca como la siguiente: “La Sociedad Antroposófica cree esto o aquello”. En realidad, una frase como ésta está vacía de sentido. Es muy importante que esto sea comprendido. Si uno se propusiese preguntar para tener claro qué es la Antroposofía ¿Cuál es la opinión o la actitud en la vida de un miembro de la Sociedad Antroposófica? Este no sería el adecuado camino a tomar para aprender cual es la esencia de la Antroposofía. Y sin embargo, numerosos miembros aspirantes a ser activos proceden de manera que, esta pregunta, reaparece muy a menudo. Pero la única actitud que debería adoptar nuestro espíritu es la siguiente: la Antroposofía existe en el mundo y la Sociedad Antroposófica ofrece la oportunidad de conocerla. Cualquiera que entrara en esta Sociedad debería tener este sentimiento: Yo me hago miembro sencillamente para aprender a conocer la Antroposofía. Y los miembros que aspiran a ser activos pueden hacer surgir este sentimiento. Pero tal y como están las cosas surge otro sentimiento. Y la gente tiene miedo de hacerse miembro de la Sociedad porque vista la actitud de algunos miembros que aspiran a ser activos, tienen la impresión que les será necesario aceptar, a ciegas, desde el fondo de su alma, ciertos dogmas. Y lógicamente eso les hará retraerse. Es necesaria una buena disposición de voluntad para eliminar esta impresión. Muchos miembros deseosos de ser activos estiman que si se acepta a la gente en la Sociedad únicamente para que aprendan a conocer la Antroposofía se saldrán cuando se hayan procurado este conocimiento. Y de esta manera jamás tendremos constituida una Sociedad de manera estable.

33

Pero esto jamás ocurrirá si la Sociedad Antroposófica es concebida correctamente por aquellos de sus miembros que quieren ser activos. Pero ocurrirá siempre que se quiera hacer depender de la aceptación de un dogma la pertenencia a la Sociedad, por muy pequeño que este sea. Y cualquier punto de un “programa”53 es un dogma. Pero si la pertenencia de un miembro a la Sociedad tiene como fin el de aprender a conocer la Antroposofía entonces tanto si se van como si se quedan dependerá de otra cosa. En efecto, eso dependerá de si podrán alimentar la esperanza de acrecentar sus conocimientos incesantemente como miembros de la Sociedad. En cuanto a la posibilidad de semejante esperanza, todo consiste en saber si el corazón de la Sociedad está verdaderamente vivo, o bien si está muerto; y si, en la periferia de la Sociedad, existen las condiciones para que esta sustancia viva no muera en tanto se quiera extender en la Sociedad. Que esa sustancia esté viva es la preocupación constante de la Junta Directiva del Goetheanum. Esta Junta no administra dogmas, simplemente se siente portadora de un bien espiritual cuyo valor conoce y trabaja por la difusión de ese bien espiritual. Esta satisfecha cuando cualquier persona viene y dice: “Yo quiero participar en lo que ustedes hacen aquí”. Así es como la Sociedad Antroposófica toma forma viva. Y así continuará viva si todos los miembros que aspiran a ser activos permanecen en su actitud general y en su forma de trabajar en armonía con la Junta Directiva. Todo aquello que podemos llamar “confianza” únicamente puede crecer bajo ese fundamento en la Sociedad. Si este se halla presente, la Sociedad Antroposófica no aparecerá tan a menudo a los ojos del mundo como algo totalmente distinto de lo que es. Ahora sé muy bien cómo juzgarán lo que acabo de decir cuando lo lean muchos de los miembros que quieren ser activos en la Sociedad. Dirán: “Eso es algo que no podemos comprender, ahora no sabemos lo que se quiere”. Pero esto es, justamente, el peor de los prejuicios. Si se lee atentamente no encontrarán lo arriba expuesto vago ni ambiguo; Para captarlo es preciso una cierta sensibilidad. Sensibilidad que debería existir en aquellos que quieren ser activos en la Sociedad Antroposófica.

53

“Programa” como “programa político” que deba ser aceptado.

34

CARTA A LOS MIEMBROS 17. 13 DE JULIO DE 1924. 17. ALGUNAS INDICACIONES SOBRE LA COMPRENSIÓN DEL ESPÍRITU Y LA VIVENCIA CONSCIENTE DEL DESTINO. Hoy tenemos el propósito de introducir aquí, en las comunicaciones y consideraciones que dirigimos a los miembros, algunas indicaciones para ampliar la comprensión de las Directrices54. La comprensión de las verdades antroposóficas puede ser ampliada si el alma humana se plantea constantemente la relación que existe entre el hombre y el mundo. Cuando el hombre dirige su atención sobre el mundo en el que entra cuando nace y del que sale cuando muere, encuentra en primer lugar las impresiones sensoriales que prolíficamente le rodean. Forma pensamientos sobre estas impresiones sensoriales. Llevando a su conciencia lo siguiente “Yo formo mis pensamientos de lo que a mis sentidos se revela como mundo” hace consciente la observación de sí mismo. Puede decirse “en mis pensamientos “Yo” vivo. El mundo me otorga la oportunidad de vivenciarme en el pensar. Me encuentro en mis pensamientos en los que yo contemplo el mundo”. Y siguiendo el curso de esta reflexión, cesa de ser consciente del mundo; comienza a ser consciente de su “Yo”. Deja de tener el mundo frente a sí; comienza a hacer la experiencia del Yo. Si realizamos la experiencia inversa, y dirigimos nuestra atención a la vida interior en la que el mundo se refleja, entonces emergen en nuestra consciencia aquellos acontecimientos que pertenecen a nuestro destino vital, acontecimientos que el Yo humano a atravesado desde el punto en el tiempo donde uno se recuerda. Hilando los acontecimientos de su destino, un hombre experimenta su propia existencia. Haciendo esto consciente “en mi Yo he vivenciado algo que el destino me trae” el hombre alcanza el punto desde el que contemplar el mundo. Puede decirse: no estaba sólo en mi destino, el mundo ha intervenido en mis vivencias; Yo he querido esto o aquello, el mundo ha penetrado en mí querer. Encuentro el mundo en mi querer cuando me observo a mí mismo en la vivencia de este querer. Prosiguiendo así en el ahondamiento de su propio ser el hombre cesa de ser consciente de su Yo, se hace consciente del mundo; Cesa de vivenciarse a sí mismo, y se vuelve un perceptor sintiente del mundo. Envío mis pensamientos al mundo, allí me encuentro a mí mismo; Profundizo en mi ser, allí encuentro el mundo. Si un hombre experimenta esto con suficiente fuerza, se confronta con los grandes enigmas del Mundo y del Hombre. Pues poseer el sentimiento: Me ha llevado incontables sufrimientos comprender el mundo con el pensar, y después de todo ahí sólo me hallo a mí mismo en el pensar –esto nos proporciona el primer gran enigma. Y sentir que el propio Yo es forjado por el destino, y así percibir en este proceso el flujo del devenir de los sucesos del mundo –esto nos proporciona el segundo gran enigma. En esta experiencia de los enigmas del Mundo y del Hombre comienza a germinar esa disposición del alma con la que el hombre puede abordar la Antroposofía, recibiendo de ella en su ser interior una impresión que suscita su atención. Pues la Antroposofía afirma que se da una experiencia espiritual que en el pensar no deja escapar al mundo. Podemos también vivir en el pensar. La Antroposofía informa de una experiencia íntima en la cual uno no pierde el mundo-sensorial cuando piensa, sino que adquiere el mundoEspiritual en el cual el Yo se siente afirmado. 54

Pensamientos Guía.

35

La Antroposofía muestra, más adelante, que existe una experiencia del destino en la que uno no pierde el Yo. También en el destino uno puede sentirse activo. La Antroposofía señala, en la observación imparcial y desinteresada del destino humano, una experiencia en la que uno aprende a amar el mundo y no solo la propia existencia. En vez de contemplar pasivamente el mundo como un vaivén de fortunas e infortunios para el Yo, uno encuentra el Yo que por su propio querer forma su destino. En vez de chocar contra el mundo, donde el Yo es despedazado, uno penetra en el Yo, el cual se siente unido con el curso de los eventos del mundo. El destino del hombre le llega desde el mundo que se le revela por sus sentidos. Si en el obrar de su destino encuentra su propia actividad, entonces su verdadero Yo surge no sólo desde su ser interior sino también desde del mundo sensible. Si uno es capaz de sentir, aunque sólo sea débilmente, cómo la parte espiritual del mundo aparece en el Yo, y cómo el Yo se manifiesta activo en el mundo sensorial externo, entonces comprende la Antroposofía de forma correcta. Pues se dará cuenta que en Antroposofía es posible describir el Mundo Espiritual que el Yo puede aprehender. Y esto le posibilitará comprender que en el mundo sensorial el Yo puede ser también encontrado –de forma distinta que en el ahondamiento interior. La Antroposofía encuentra el Yo mostrando cómo el mundo sensorial revela al hombre no sólo las percepciones sensorias sino también los efectos a posteriori de su vida antes del nacimiento y sus vidas terrestres anteriores. El hombre puede ahora mirar al mundo perceptible a sus sentidos y decir: Aquí no hay solamente color, sonido, calor; aquí están también obrando las experiencias hechas por las almas, experiencias que estas almas han atravesado antes de su actual existencia terrestre. Y también puede mirar dentro de sí mismo y decir: Aquí no está solamente mi Yo, aquí se revela además un mundo espiritual. Ante la comprensión de una persona que siente de verdad –que no queda indiferente ante –los grandes enigmas del Hombre y del Mundo puede encontrarse en un espacio común con el Iniciado el cual según su videncia está obligado a hablar del mundo externo de los sentidos como manifestación no sólo de percepciones sensoriales sino también de impresiones de lo que las almas humanas han hecho en su vida antes del nacimiento y en las vidas terrenales anteriores, y que ha de decir del mundo interior del ser que revela acontecimientos espirituales que producen impresiones y son tan reales como las percepciones del mundo sensorial. Los miembros que quieren ser activos deberían hacerse conscientemente mediadores entre lo que la investigadora alma humana siente como los problemas del Hombre y del Universo, y lo que el conocimiento de los Iniciados ha de narrar, cuando a partir del destino de los seres humanos desvelan un mundo pasado, y cuando por el fortalecimiento del alma abre las puertas a la percepción de un mundo espiritual. De esta manera, con el trabajo de los miembros que quieren ser activos, la Sociedad Antroposófica puede llegar a ser la auténtica escuela preparatoria de la escuela iniciática. Es sobre estas cosas sobre las que el Congreso de Navidad quería atraer la atención; y aquél que verdaderamente comprenda el sentido de este Congreso continuará atrayendo la atención de los miembros sobre estos puntos hasta que estas cosas sean comprendidas suficientemente para que puedan aportar nuevas tareas a la Sociedad.

36

CARTA A LOS MIEMBROS 18. 18 DE AGOSTO DE 1924. 18. CÓMO DEBEN SER APLICADAS LAS DIRECTRICES. Las Directrices dadas por el Goetheanum tienen por objeto incitar a los miembros que quieren ser activos a dar unidad al contenido de la acción Antroposófica. Encontrarán en estas Directrices, en su publicación semanal, una guía para profundizar la comprensión del material que ya tienen es sus manos en el ciclo de conferencias y podrán exponerlas en las Reuniones de Rama con un cierto orden y coherencia. Ciertamente sería preferible que las conferencias dadas en Dornach pudiesen ser enviadas inmediatamente, cada semana, en todas las direcciones, a las diferentes Ramas. Pensad solamente en todo el aparato técnico que sería necesario. Por parte de la Junta Ejecutiva del Goetheanum se intentará hacer lo máximo en este sentido pero estamos obligados a contar con las posibilidades existentes. Las intenciones que han sido expresadas en el Congreso de Navidad serán realizadas pero necesitamos tiempo. Por el momento son privilegiadas las ramas que tienen miembros que frecuentan el Goetheanum y allí escuchan las conferencias pudiendo, luego, presentar su contenido en las Reuniones de Rama. Las Ramas deberían darse cuenta que el envío de estos miembros al Goetheanum es un bien. Sin embargo, tampoco habría que subestimar el trabajo que ya ha sido realizado en la Sociedad Antroposófica y que se encuentra disponible en los ciclos y conferencias impresas. El que tomas estos ciclos, reteniendo sus títulos y contenidos, y enseguida aborda las Directrices, encontrará –ya en un ciclo, ya en otro – datos que son un desarrollo de ésta o aquella Directriz. Reuniendo lo que es presentado separadamente en los diversos ciclos, se pueden encontrar los puntos de vista a partir de los cuales se podrá hablar al referirse a las Directrices. En la Sociedad Antroposófica nos comportamos como verdaderos despilfarradores si en nuestro deseo de recibir “lo último” del Goetheanum dejamos de trabajar los ciclos ya impresos. Y gradualmente cesarían de imprimirse si dejaran de ser ampliamente utilizados. Todavía hay que considerar otro punto de vista: En la difusión del contenido de la Antroposofía, ante todo es necesario que seamos escrupulosos y que tengamos el sentido de su responsabilidad. Debe explicarse lo que se ha dicho acerca del mundo espiritual de tal forma que las imágenes de los hechos y de las entidades espirituales que son dadas no estén expuestas a ser mal comprendidas. El que escucha una conferencia en el Goetheanum puede sentir una impresión inmediata. Cuando él a su vez vuelve a dar el contenido de la conferencia oída manteniendo aquella impresión en él, entonces está en condiciones de formularlo de manera que pueda ser correctamente comprendido. Pero cuando intervienen un segundo o tercer intermediario es cada vez más probable que se deslicen imprecisiones en el relato de la conferencia. Sería necesario considerar todas esas cosas. He aquí un tercer punto de vista de extrema importancia: Lo esencial no es que las enseñanzas de la Antroposofía sean solamente comprendidas o leídas de una forma superficial sino que sean acogidas en el alma viva. Hacer que el pensamiento y el sentimiento continúen trabajando sobre lo que hemos recibido, he ahí algo muy esencial. Es a esto, precisamente, a lo que querrían incitar las Directrices relativas a los ciclos ya impresos. Si no se tiene en cuenta suficientemente este punto de vista, la Sociedad Antroposófica fracasará siempre en su tarea de presentar la esencia de la Antroposofía. Solamente se tiene razón parcial cuando se dice: De que me sirve oír tantas cosas de los mundos espirituales si soy incapaz de percibirlos yo mismo. Olvidamos que ayudamos al nacimiento de esta facultad de percepción cuando concebimos la asimilación de los contenidos antroposóficos de la manera que se indica aquí. Del mismo modo como los contenidos de las conferencias pronunciadas en el Goetheanum pueden continuar obrando de forma viva y libremente en las almas de los oyentes así también ocurre con el contenido de los ciclos. No se trata de materia muerta destinada únicamente a ser comunicada exteriormente; es

37

una substancia que, vista desde diversos ángulos, puede despertar la visión de los mundos espirituales. Que no se diga: El contenido de las conferencias las aprendo escuchándolas; el conocimiento del mundo espiritual lo adquiero meditando. Si se procede así no se progresará jamás en el verdadero sentido de la palabra. Las dos cosas deben cooperar en el alma. Que el pensamiento y el sentimiento continúen trabajando sobre los contenidos Antroposóficos, esto, también es ejercicio del alma. Se entra por la percepción consciente en el mundo espiritual cuando procedemos con estos contenidos como se ha dicho aquí. Se presta poca atención en la Sociedad Antroposófica al hecho de que la Antroposofía no debería convertirse en teoría abstracta sino en verdadera vida. Verdadera vida, esta es su esencia; y si se la reduce a una teoría abstracta será la peor de las teorías. Y se hace de ella una teoría cuando por ello, por ejemplo, se la mata. Todavía no se reconoce lo suficiente que la Antroposofía no es sólo una concepción del mundo, diferente concepción de las otras, sino que debe ser también acogida de forma diferente. Su naturaleza es reconocida y experimentada sólo cuando uno se recibe de forma distinta. El Goetheanum debería ser reconocido como centro necesario de la actividad y el trabajo antroposófico: pero no se debería perder de vista que la substancia antroposófica que ha sido elaborada debe tener también su lugar en las Ramas. De lo que el Goetheanum produce, la Sociedad Antroposófica puede beneficiarse poco a poco si un número de miembros lo más grande posible –teniendo en cuenta lo que se hace en las Ramas – se aproxima a el Goetheanum y toma parte, en la medida de lo posible, en la actividad viva que le es propia. Pero todo esto debe estar impregnado de vida interior (corazón y pensamiento) pues una “comunicación” exterior de lo que se da cada semana es insuficiente. La Junta Directiva del Goetheanum necesitará tiempo y tendrá que encontrar por parte de los miembros comprensión y receptividad. Entonces se podrá obrar en el futuro en el sentido del Congreso de Navidad.

38