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Introduccio’n INFINITUD Y ESTRATEGIA “Por causa sui entiendo aquello cuya esencia implica la existencia o, lo que es 1

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Introduccio’n

INFINITUD Y ESTRATEGIA

“Por causa sui entiendo aquello cuya esencia implica la existencia o, lo que es 10 mismo, aquello cuya naturaleza so’lo puede concebirse como existente". Asi empieza la E’tica, con la afirmacio’n de un fulgor por el cual se vuelven posibles un pensamiento verdadero y una vida libre. La causa sui n0 es un principio abstracto y, sin embargo, nada se deducira’ de ella. Es una posicio’n de lo real (ide’ntica en su esencia a su potencia) como “afirmacio’n absoluta" o como autonoml’a. Spinoza, al recoger esta nocio’n con una larga historia,l rechaza n0 obstante su herencia ma’s inmediata, asi como la ma’s alejada. De Aristo’teles re— chaza la interpretacio’n por la causa final,2 y de Descartes, el modelo demasiado estrecho de la causalidad eficiente. Sin embargo, Debe asigna’rsele a cada cosa una causa, o sea, una razo’n, tanto de su existencia, como de su n0 existencia. Ahora bien, esta razo’n o causa, o bien debe estar contenida en la naturaleza de la cosa‚ 0 bien fuera de ella.3

Asi, en la expresio’n “aquello cuya esencia implica [involverer la exis— tencia", hay que observar co’mo la implicacio’n de la existencia en la 1 Cf. Stanislas Breton, “Origine et principe de raison”, Revue des Sciences philosophiques et the’ologiques 58, 1974, pp. 41-57; y del mismo autor, “Hegel ou Spinoza, Re’flexions sur l’enjeu d'une alternative" Cahiers Spinoza 4, 1983, en particular, pp. 66—71. 2 Aristo’teles, Metafl’sica, A 982, b 25—29. Cf. el comentario de Santo Toma’s en Commentaire de l'E’vangiIe de [ean (XV, 15), que subraya, en el hombre libre, el encuentro del "por si" y del “para si" (en la causa sui), a la vez "causa motn‘z y causa final de su obra". 3 E, I, 11 2'6 dem.

‘ A menudo el original introduce en las citas los te’rminos latinos usados por Spinoza, l0 que introduciremos entre corchetes en la cita. [N. de la T.] 19

esencia subraya la presencia inmanente de una causa o de una razo’n, intn’nseca a dicha esencia, y que nos la hace conocer. Y esa presencia es la de lo infinito en acto, es decir, como escribe Spinoza en el primer escolio de la E’tica “la afirmacio’n absoluta de la existencia de cualquier naturaleza”.l L0 infinito puede por tanto ser conocido por la razo’n, 0 1a causa, que explica (desarrolla y afi'rma) su presencia. Ahora bien, al ser esa razo’n una razo’n interna que, desarrollada, explica la cosa totalmente en la adecuacio’n perfecta de su esencia y de su existencia, de esto se sigue que ser causa de 51’ es afirmar absolu— tamente (perfecta o totalmente) su razo’n, 0 su causa. E1 modelo de la causa sui es pues el de la afirmacio’n absoluta de 1a causa (o de la razo’n); pero tambie’n el de la infinitud, la libertad y la eternidad,2 que son, todas, expresiones actuales de 1a potencia de 1a causalidad por 51’... y rasgos caracten’sticos del spinozismo. El lector de la E’tica debe evitar caer en dos contrasentidos mayd res: decir que Dios o la Naturaleza (Deus sive Natura) son sin razo’n y sin causa (y suprimir el valor ontolo’gico del modelo matema’tico), o creer que, si esta causa existe, desarrolla ———en ausencia de razo’n— el misterio de su propia produccio’n (se manifiesta entonces el limite operative de la Mathesis). Lejos de ser el origen de la incomprensibilidad de Dios, la causa sui es, por el contrario, el modelo mismo de la inteligibilidad integral de lo Real: Dios afirma absolutamente su causa (o su razo’n) en la in— finidad infinita de sus efectos y en cada una de sus expresiones y, asi Todo cuanto existe expresa (por el Corolario de la Proposicio’n 25) la naturaleza‚ o sea, 1a esencia de Dios de una cierta y determinada manera, esto es (por la Proposicio’n 34), todo cuanto existe expresa de cierta y determinada manera la potencia de Dios, que es la causa de todas las cosas, y asi (por la Proposicio’n 16) debe seguirse de ello

algu’n efecto.

Por un perfecto atajo, las u’ltimas h’neas de E’tica I (prop. 36 dem.) acla— ran con un sentido radicalmente spinozista la formulacio’n tradicio— nal de su primera definicio’n. 1 E, I, 8, esc. 1. 2 Sobre la infinitud, la libertad, la necesidad y la eternidad, esta "cuadruplicidad indisoluble fundada en 1a causa sui’,’ cf. Martial Gueroult, Spinoza, Dieu (E, I), Paris, Aubier, 1968, p. 75. A estos cuatro te’rminos "casi intercambiables”, Gueroult an'ade tambie’n “10 verdadero" (p. 81); y en la p. 189, ”el problema de la infim’tud y el de la existencia por si n0 son ma’s que uno...’.'

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La Naturaleza afirma absolutamente su causa, es decir, “de cier— ta y determinada manera’,’ su propia potencia, en cada una de sus afecciones singulares. Toda determinacio’n es, sub specie ceternitatis, la afirmacio’n absoluta de la sustancia en sus afecciones, constitutiva de esa esencia Singular aCtual y productiva que Spinoza denomina “conatus”.‘ Asi, como e’l mismo afirmara’ en la prop. 6 de la parte III, “cada cosa se esfuerza, cuanto esta’ a su alcance [de potentia], por perseverar en su ser", es decir, afirma absolutamente su existencia, o lo que es lo mismo, expresa totalmente su causa (o, en la idea adecuada, ' su razo’n), porque la potencia del h0mbre, en tanto explicada por su esencia actual, es una parte de la infinita potencia, esto es, de la esencia, de Dios 0 de la Naturaleza (por la Proposicio’n 34 de la Parte I).2

La E’tica‚ como libro, plantea pues como primera definicio’n la causa sui. El pensamiento de la E’tica no propone, sin embargo, la sustan— cia como principio. Afirmar absolutamente su causa es pensar ade— cuadamente, es decir, segu’n la autoproductividad misma de lo Real o el movimiento real de su engendramiento. Por tanto, Spinoza n0 comienza abstractamente por Dios como principio, sino desde el c0 razo’n del pensamiento, en el movimiento real de la afirmacio’n "abso— luta” y "perfecta" de la idea.3 Y, en esta cuestio’n previa, invita al lector a pensar asi, es deCir, de una vez‚ a avanzar con e’l en el camino sin comienzo ni fin que es el del movimiento auto’nomo de la produccio’n de lo real; produccio’n tambie’n de las ideas que n0 son ideas verda— deras ma’s que porque son antes que nada verdaderas ideas, o lo real mismo, tal como se constituye en y por el atributo Pensamiento. Es por tanto el fulgor de la causa sui (o la posicio’n de la existencia por 51’) lo que dinamiza todo lo real y da, tanto a los hombres como a las sociedades, tanto en su pensamiento como en su cuerpo, “de cierta y determinada manera", la verdadera condicio’n de posibilidad en acto para un pensamiento adecuado (es decir, absoluto y perfecto) y para conducir de manera auto’noma la vida:

1 Conatus, quo unaquoeque res in suo esse perseverare conatur nihil est prwter ipsius rei actualem essentiam [EI esfuerzo con que cada cosa intenta perseverar en su ser n0 es nada distinto de la esencia actual de la cosa misma] (E, III, 7). 2 E, IV, 4 dem. 3

E, [1,34.

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Actuar absolutamente segu’n la virtud no es otra cosa que 0brar, vivir 0 (‘onservar su ser (estas tres eosas signifiean l0 mismo) bajo Ia guia de la razo’n, poniendo como fundamento la bu’squeda de la propia utilidad.

Es la proposicio’n 24 de la Etica I‚V va’lida tanto para el hombre como para la sociedad que, con la afirmacio’n "absolutamente absoluta" de su existencia, adviene ella misma a su propia plenitud, de sabidun’a 0 de libertad.‘

El sentido y el valor spinozistas de 1a causa sui se afirman asi por sus consecuencias productivas en el terreno e’tico y p0h’tic0, y el prin— cipio de causalidad segu’n el cual aquella debe esencialmente comprenderse n0 es el de la segunda demostracio’n de 1a proposicio’n 11 (donde se enuncia de pasada), sino el invertido que Cierra magistral— mente 1a parte I (proposicio’n 36): “Nada existe de cuya naturaleza n0 se siga algu’n efecto". Asi, en dicha proposicio’n, principio de causali— dad y expresio’n de la "potencia de Dios que es causa de todas las ca sas" en el mismo sentido en que e’l es causa de 51’, se identifican para decir el sentido y el valor de la causa sui: la afirmacio’n absoluta de la potencia en actos.2 Pero este efecto de bucle por el cual la u’ltima proposicio’n de la E’tica I atribuye de manera recurrente a la primera definicio’n toda la realidad de su sentido ——y que hace de 1a primera parte de la E’tica el comentario ma’s inaudito que la filosofi’a haya podido dar de la causa

1 TP, XI, 1. Spinoza se inscribe en una historia para la cual la nocio’n de causa sui es correlativa a una interpretacio’n politica y jun’dica; asi Toma’s de Aquino, en su Commentaire sur I'E’vangile de [ean, XV, 15, identifica inmediatamente la condicio’n del amo con la autonoml’a que confiere la causa sui, en una oposicio’n radical con el estatuto de esclavo: Servus prioprie est qui non est causa sui; liber vero qui est sui causa. Est ergo dfiferentia inter operationes servi et liberi, quia servus operatur causa alterius; liber autem causa sui operatur et quantum ad causamfinalem operis et quantum ad causam moventem, nam liber propter 5e operatur sicut propterfinem et a 5e operatur quia propia v0 luntate movetur ad opus; sed servus nec propter 5e operatur sed propter dominam, nec a se sed a domini volun— tate et quasi quadam coactione (citado por Stanislas Breton, "Origine et principe de raison", Revue des Sciences philosophiques et the’ologiques, 58, 1974, p. 45). 2 Contrariamente al uso escribimos “en actos" en plural para subrayar que, para Spinoza, la unidad de la sustancia es en la pluralidad (la infinitud) de sus afirmaciones sin— gulares: lo que mostrara’ nuestro cap1’tulo VI, 3. A propo’sito de una ontologl’a materialista "que toma en consideracio’n, n0 ya el principio de las cosas que son seres, sino el Ser en tanto que ser, es decir, el Ser en tanto que seres (este plural n0 es un lapsus) en su estruc— tura 1'ntn’nseca”, cf. Bernard R0usset, “Le proble‘me du mate’rialisme dans le spinozisme',’ L'Enseignement philosophique n95, mayo—junio 1991, pp. 3-19.

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sui— es la expresio’n, en el pensamiento, del bucle recursivo’ del ser real mismo. La Naturaleza se constituye en y por sus propias afecciones, y la perseverancia en su ser de cada uno de sus modos (las ideas, los cuer— pos y la infinidad infinita de los modos de los atributos que n0 cono— cemos) n0 es solo un efecto, sino la actividad productiva de lo Real mismo en su autoafirmacio’n. Asf es como tanto para los hombres como para las sociedades, se comprende el imperativo: convertirse en lo que uno es, es decir, productividad integral de lo real, en 51’ y para 31’, actualizacio’n total de la potencia... ‚'causa sui! C'Convertirse en Dios? Es un suen"o tan quime’rico como absurdo, por ser contradictorio con nuestra condicio’n de hombre: Es imposible que el hombre n0 sea una parte de la naturaleza, y que n0 pueda sufrir otros cambios que los inteligibles en virtud de su sola naturaleza, y de los cuales sea causa adecuada.‘

Pero experimentar nuestra infinitud, nuestra eternidad y nuestra li— bertad sin dejar de ser mortales y acepta’ndolo, eso es posible porque ya esta’ en nosotros y en nuestro fuero interno, aquz’ y ahora en el co— razo’n mismo de nuestro ser finito y de todo lo que hacemos; ma’s au’n dado que lo hacemos con alegn’a, porque “cuanto mayor es la alegn’a que nos afecta, tanto mayor es la perfeccio’n a la que pasamos, es de— cir, tanto ma’s participamos necesariamente de la naturaleza divina".2 Somos de manera intn’nseca; cada modo es esa “afirmacio’n absoluta de la existencia de cualquier naturaleza" por la que se define "el ser infinito". Es ese infinito actual que somos, como presencia inmanente de la causa en sus efectos, de la potencia en sus actos, de lo infinito en lo finito, lo que Spinoza nos invita a pensar y a devenir de manera in— tegral en una experimentaeio’n productiva y total de nuestra potencia de actuar. Es ese infinito que somos “de cierta y determinada manera" el que expresa, en el conocimiento del tercer ge’nero, la idea adecuada de nuestra esencia Singular. Porque conocerse adecuadamente en su singularidad de modo finito, es comprenderse, n0 a partir de la finitud “ Traducimos asi la expresio’n francesa “boucle re’coursive", que implica la idea de una causalidad circular, pero abierta y productiva, y tambie’n la idea de una dina’mica de la Iepen’c‘io’n inventiva que, asx’, es algo totalmente diferente de una simple repeticio’n de lo mismo. C/Ä infr’a, capx’tulo VI. (N. de la T.) 1 E, lV‚ 4. 2 E, I‚V 45, esc. del corol. 2. 23

propia o del h’mite que nos separa y nos opone a los otros modos, sino segu’n la infinitud que nos constituye o la manera en que procedemos de la eternidad.’ Es el pensamiento ma’s alto de la Mathesis del ser en tanto que es el pensamiento mismo de Dios, del acto por el cual toda sustancia se afirma absolutamente more geometrico en una afeccio’n Singular en la cual y por la cual dicha sustancia se autoproduce. Es justamente porque la afirmacio’n absoluta de la existencia esta’ en la ral’z misma del ser (es el ser mismo como absolutamente infinito) por lo que se excluye toda ar. bitrariedad y por lo que experimentamos, en Dios, la absoluta inocencia “sin principio ni fin” de nuestra necesidad etema que es tambie’n nuestra felicidad y nuestra libertad.2 Convertirse en Dios es algo absurdo, pero producir en Dios y por Dios (1a Naturaleza) el movimiento real potente y gozoso, por el cual el ser se autoproduce de manera absolutamente auto’noma, eso es lo que significa el proyecto e’tico... y tambie’n, siguiendo el mismo esp1’ritu,el proyecto poll’tico spinozista. Sin embargo, la E’tica, se cierra con el comentario de la extrema dificultad de esta empresa sin ma’s parango’n que su belleza.3 Desde 1a definicio’n 2 de la parte I sabl’amos co’mo cada uno de nuestros pensamientos y de nuestros actos iban a encontrar necesa— riamente, fuera de 51’, otro cuerpo y otra idea que les supondn’an un obsta’culo.4 Asi pues, tras la afirmacio’n absoluta de la causa interna por la cual se definira’ la libertad,5 y, en su despliegue integral, nuestra Felicidad (beatitudo),6 Spinoza define el ll’mite externo que, al carac1 Cf. Pierre Macherey, Hegel ou Spinoza, Paris, Maspero, 1979, p. 163 [ediciön castellana: Hegel o Spinoza, Buenos Aires, Tinta Limo’n, 2006] y Bernard Rousset “L'EAtre du fini dans l'infini selon l'E’thique de Spinoza", Revue Philosophique n92, abril-jum'o 1986, pp. 223-247. 2 Ut ergo nulliusfim's causa existit, nullius etiam finis causa agit; sed u! existendi, sie 8 agendi principium, velfinem habe: nullum, [Por consiguiente, como n0 existe para ningu'n fin, tampoco obra con vistas a fin alguno, sino que, asi como no tiene ningu’n pn’ncipio o fin para existir, tampoco los tiene para obrar] E, IV, prefacio, G. H, pp. 206-207. 3 "Si la v1’a que, segu’n he mostrado, conduce a ese logro parece muy ardua, es posible hallarla, sin embargo.Y arduo, ciertamente, debe ser lo que tan rarameme se encuentra En efecto: si la salvacio’n estuviera a1 alcance de la mano y pudiera conseguirse sin gran trabajo, gcömo podn’a suceder que casi todos la desden’en? Pero todo lo excelso es (an dificil como raro," E, V, 42 esc. 4 “Se llamafinita en su genero aquella cosa que puede ser limitada por otra de su mise ma naturaleza. Por ejemplo, se dice que es finito un cuerpo porque concebimos siempre otro mayor. De igual modo, un pensamiento es Iimitado por otro pensamiento. Pero un cu» erpo n0 es limitado por un pensamiento, m" un pensamiento por un cuerpo”, E, l, def. 2. 5 E, I, def. 7. 6 E, ‚V 42.

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terizar toda cosa finita, es ante todo el horizonte de la servidumbre y de la muerte. La experiencia del obsta’culo y del h’mite es la experien— cia primera ——y continuada— de toda existencia. Si de la afirmacio’n de un cuerpo cualquiera se debe seguir necesariamente algu’n efecto (y, segu’n la afirmacio’n absoluta de la causa, efectos con una necesidad interna), podemos decir tambie’n que afirmar la existencia de un cuerpo cualquiera es afirmar necesariamente, con e’l, una infinidad de otros cuerpos que supondra’n a la vez inmediatamente un obsta’culo a ese desarrollo auto’nomo y, si bien n0 lo eliminan del todo, le imponen desde el exterior (y en parte), los caminos necesarios de su

expresio’n: Por lo que toca al deseo, este es la esencia o naturaleza misma de cada cual, en cuanto se la concibe como determinada a obrar algo en virtud de una constitucio’n cualquiera dada, que cada uno posee (ver el Escolio de la Proposicio’n 9 de esta Parte). Por consiguiente, segu’n es afectado cada uno, en virtud de causas exten’ores, por tal o cual clase de alegria, tristeza, amor, odio, etc., es decir, segu’n su naturaleza esta’ constituida de esta o aquella manera, asf su deseo sera’ de una manera u otra, y la naturaleza de un deseo diferira’ necesariamente de la naturaleza de otro, tanto como difieren entre sf los afectos de

que surgen cada uno de esos deseos.l

Cierto que el Deseo es productividad, pero esta n0 puede comprenderse en sus contenidos especificos ma’s que segu’n el comercioz que el Cuerpo mantiene con el mundo exterior. Esto dice hasta que’ punto, en el seno de relaciones de fuerza necesariamente desfavorables, la autonoml’a como afirmacio’n absoluta de 1a causa es un combate, y que n0 somos, desde nuestro nacimiento, ma’s que, de manera extre— madamente parcial, la causa de lo que ocurre en nosotros y de lo que hacemos.3 Si hemos convocado el principio de causalidad para comprender la primera definieio’n, la segunda definicio’n de la E’tica encierra un principio de contradiccio’n que n0 sera’ expll’citamente afirmado hasta la proposicio’n 3 de E’tica IV;4 en el seno de la Naturaleza Naturada, 1a contradiccio’n es el signo de la finitud de la existencia modal: “La fuerza con la que el hombre persevera en la existencia es limitada, y 1 2 3 4

E, III, 56, dem. Commercium, es el te’rmino utilizado en E, IV, 18 esc.‚ G. II, p. 222. E, III, de]; 2. Preparada por el axioma de la parte IV y las proposiciones 4 y 5 de la parte III.

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resulta infinitamente superada por la potencia de las causas exterid res". Como el conatus de una cosa cualquiera encierra una pura afir— macio’n, dicha cosa n0 podra’ ser destruida (en su constitucio’n extn’n— seca) ma’s que por una causa exterior.l Por definicio’n, “las cosas de una naturaleza contraria, n0 pueden darse en el mismo sujeto, en la medida en que una de ellas puede destruir a la otra",2 sino al con— trario, toda cosa, en esencia, “se opone [opponitur] a todo aquello que pueda privarle de su existencia (por la proposicio’n anterior), y, de esta suerte, se esfuerza cuanto puede y esta’ a su alcance por perseverar en su ser”.3 Y esta perseverancia, en Ia contradiccio’n misma, es el proce so constitutivo de una individualidad de “naturaleza superior en fuerza” capaz de resistir. Es ante todo desde el punto de vista de esta dina’mica de la resis— tencia—activa del conatus, frente a un desfondamiento total por fuer— zas exteriores ma’s p0tentes, por lo que 1a afirmacio’n de la existencia se llama estrategia. En la ral’z de toda existencia hay resistencia. Re— sistencia y estrategia se siguen necesariamente de la esencia misma de cada ser existente como “se siguen necesariamente aquellas cosas que sirven para su conservacio’n".4 En efecto, Ia idea de estrategia im— plica la de accio’n causal total y, para cada conatus ——y podemos decir que en cada instante de la existencia— el reto esencial de la Vida o de Ia muerte del modo existente. Aparte de cualquier finalidad in— terna, la tesis de una estrategia del conatus se inscribe en el plano inmanente y causal, I’ntegramente inteligible, del racionalismo absoluto. Potencia Singular de afirmacio’n y de resistencia, el conatus spinozista es una pra’ctica estrate’gica de planteamiento y resolucio’n de problemasfi N0 usaremos la nocio’n de estrategia, procedente del cam— po de la guerra, de manera metafo’rica." La condicio’n de los cuerpos 1 E, III, 4. 2 E, III, 5. 3 E, III, 6 dem. 4 E, III, 9 esc. 5 AI basarse en Ia realidad de la actividad de las cosas finitas en sus articulaciones reciprocas, Ia hipo’tesis de una estrategia de los conatus esta’ en el polo opuesto de una inter» pretacio’n "ocasionalista" de las determinaciones extn’nsecas entre modos. Esta tesis se puede leer por ejemplo en Gabriel Huan, Le Dieu de Spinoza, Alcan, Paris, 1914, pp. 122-123. 6 La nocio'n (del griego Strate’gOS, jefe del eje’rcito) se encuentra en Aristo’teles ("el fin de la estrategia es la victoria"en la E’tica a Nico’maco I, capitulo I, 3). Aunque el te'rmino de estrategia n0 existiera todavia, es con Maquiavelo con quien nace verdaderamente el pensamiento estrate’gico como teorI'a de la guerra, natura] y necesaria para asegurar Ia supervivencia del Estado (cf. “Machiavel: la renaissance de l’art de la guerre" por Felix Gilbert

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—-de modo ma’s apremiante que la de las sociedades— es una con— dicio’n de guerra total y m'nguno escapara’ finalmente a la muerte: En la naturaleza no se da ninguna cosa Singular sin que se de otra ma’s potente y ma’s fuerte. Dada una cosa cualquiera, se da otra ma’s potente por la que aquella puede ser destruida.‘

Por eso el peligro es la estructura permanente de lo existente o del modo finito. Actuar es poner la propia vida en peligro,“ y n0 se puede n0 actuar, porque nuestro ser es accio’n. El concepto de estrategia designa pues, ante todo, la capacidad de un cuerpo para plantear y resolver los problemas que plantea su propia actualizacio’n en una situacio’n de riesgo e impotencia que le designa inmediatamente como v1’ctima. En y por e] Ha’bito,' la Memoria y la Recognicio’n," el conatus forzara’, por la fuerza de la Imaginacio’n, los instrumentos de su perseverancia. Es asi como los cuerpos (igual que los pensamientos) luchan desde su nacimiento con me— dios espeCI’ficos ligados a su c0mplejidad, para construir y defender el espacidtiempo de su afirmacio’n: tiempo de la productividad estrate’gica de cada modo finito que Spinoza llama “duracio’n’,’ es decir, “continuacio’n indefinida de la existencia";3 espacio de la finitud donv de cada cosa “finita en su ge’nero" es “limitada por otra de su misma en Les maitres de Ia strate’gie, t.1‚ bajo la direccio’n de Edward Mead Earle, 1943, edicio’n francesa 1980, Champs-Flammarion, con prefacio de Raymond Aron, pp. 13—37. 1 E, IV, axioma. 2 TTP, XV, G. III, p. 187. * "Ha’bito": con este te’rmino traducimos la categon'a de "Habitude" utilizada por el au— tor. Es importante, desde este momento, indicar que el Ha’bito del que aquf se habla no es el häbito (o costumbre) entendido como simple tendencia a la repeticio’n o a la continuacio’n de un comportamiento particular. Se trata ma’s bien, de una actitud esponta’nea, de una potencia del Cuerpo de/para unir en e’l, desde la primera experiencia, diversas afecciones. EI Ha’bito es, por tamo, entendido como “Ia potencia causal de un cuerpo que ordena y encadena sus afecciones por modificacio'n Singular y determinada de las acciones que realizan sobre e’l las causas exteriores'.’ Cf. Laurent Bove, “Introduccio’n' a su edicio’n del Tratado polüz'co de Spinoza (Traite’ Politique, Pan’s, Livre de Poche, 2002, pp. 20 y 53.). IN. de la T.] “ La nociön de Recognicio’n es opuesta a la de conocimiento (adecuado o inadecuado) y distima de la nocio’n de reconocimiento (el simple reconocimiento pra’ctico de una cosa que supone ya la estructura recognitiva) y tambie’n del reconocimiento moraI para con una persona. EI uso teo’rico de la nociön de recogm'cio’n (ligado a una teon’a general de la representacio’n) es aqui cercano, para el autor, aI uso que hace de ella Gilles Deleuze en Diffe’renc-e et Repetition. El sentido propiamente spinozista que Bove atribuye a esta nocio’n

sera’ ampliamente desarrollado en los dos primeros apartados del capitulo II. IN. de la T] 3 E, u, de]. 5. 27

naturaleza.’ L0 que subraya esta defim'cio’n 2 de E’tica I es que el pro blema de toda existencia modal es ante todo un problema de espacio por constmir, conquistar, liberar, pero tambie’n defender. La estrate— gia del conatus es en primer lugar una conquista del espacio, tanto para los cuerpos como para las ideas. Porque las otras ideas tambie’n s0'n. como los cuerpos, fuera de nosotros, verdaderos sistemas de re— presentacio’n que se imponen inmediatamente a nuestra mente, reduCiendo asi su capacidad innata de ejercer su propia potencia. Spinoza n0 deiara’ de luchar con el fin de conquistar nuevos espacios para el pensamiemo... y la libertad: lucha ideolo’gica y politica, constitutiva de un espacio pu'blico de libre expresio’n de opiniones, cuna de la dina’mica constitutiva de la democracia. Asi pues, n0 podn'amos reducir el campo operativo de la nocio’n de estrategia so'lo al terreno del individuo y de su supervivencia. La su— pervivencia es un criterio pragma’tico de las capacidades estrate’gicas y adaptativas de un individuo cualquiera, sin embargo, la superviven— cia no podn’a ser para el mnatus (aunque se trate de un conatus individual) el cn'ten'o de su dominio efectivo sobre los problemas planu teados en y por su esfuerzo de actualizacio’n. So'lo la "idea adecuada" como realidad de ‚una verdadera idea, responde de manera ajustada al problema planteado en l0 real a partir de lo que nos llega (a saber, la afecciön. objeto de la idea por la cual este cuerpo es afirmado y el problema plameado). La idea adecuada implica una posicio’n estrate’gica de potencia (de pensamiento y de accio’n), y, por consiguiente, de dominio de los problemas. Ella es el movimiento mismo de nuestra plenitud, por el cual el modo conquista su autonomia:‘ "Un afecto que es una pasio’n deja de ser pasiön (an pronto como nos formamos de e'l una idea clara y distinta',’ es el camino de la liberacio’n. Cada verdadera idea (como idea adecuada) sera’ pues siempre una victoria contra la violencia del no‘pensamiento de una “e’poca'‚' y de manera revolucionaria es como se actualizara’, segu’n el movimiento real de la constitucio’n dina’mica de lo Real, por la creacio’n de un nue— v0 espacidtiempo inmanente al pensamiento y siempre nuevo. En y por tal empresa de liberacio’n del pensamiento y de los cuerpos Spinoza elabora una estrategia “bajo el mandato de la Razo’n” en la continuidad real de la estrategia esponta’nea de la afirmacio’n de los cuerpos.‘ Pero tambien en parte contra sus formas extn’nsecas de ac— 1 E‚V.3. 2 E, Ill. x8 esr. y 24. 28

tualizacio’n que, abandonadas a sus propios mecanismos imaginarios, han conducido a los hombres a volverse insoportables los unos para los otros, envidiosos y malintencionados.‘ Sobre la constatacio’n del fracaso de una lo’gica esponta’nea del conatus, en re’gimen de hetero— nomia, que favorece el despliegue casi auto’nomo de la violencia, se impone una estrategia racional como una neCesidad vital. E1 mode— lo matema’tico se convierte entonces en un arma para explorar esos nuevos espacios de la afirmacio’n del pensamiento y la vida, inicial— mente ahogados en los prejuicios y las supersticiones, pero tambie’n oprimidos y explotados por los tiranos. Porque el obsta’culo en la vida comu’n se hace adversidad, y el combate, politica. Sin embargo, Spinoza no abandona el terreno metafl’sico —u on— tolo’gico, sus imperativos, sus preguntas y sus problemas—. Tanto en el terreno poll’tico como en el e’tico, es desde el punto de vista de la afirmacio’n absoluta de la causa (movimiento real que define a la causa sui) como hay que comprender la esencia misma de la estrategia —o su estatuto 0ntolo’gico—. La estrategia poll’tica spinozista se apoya, en lo real, en una teo— n’a de la estrategia inmanente del propio cuerpo colectivo ——o del conatus—poll’tico— concebido como “multitud” o, ma’s concretamente, “potencia de la multitud". Ahora bien, esta, igual que el cuerpo individual, tiende, de modo estrictamente causal, a la afirmacio’n “absolu— tamente absoluta" de su derecho. A esta aptitud de una sociedad a la afirmacio’n absolutamente absoluta de su potencia, Spinoza la llama democracia. Y en este mismo sentido tambie’n, es decir, en el sentido del movimiento real de la produccio’n auto’noma de lo real, hay que entender que la democracia es la idea adecuada (como idea “absoluta” y “perfecta") de la sociedad humana. Como la sabidurl’a para el cuerpo individual, la democracia es, para el cuerpo social, el movimiento real de la vida en su afirmacio’n, movimiento por el cual es abolido de facto el estado de impotencia y de servidumbre del ser-dado. Tambie’n el combate de Spinoza participa, sobre la base de un saber verdadero, en la construccio’n de las condiciones objetivas de ese movimiento liberador. Asi, al contrario que Plato’n, quien, tras el fracaso de la democracia ateniense, habfa construido una filosofia poll’tica a partir de la exclusio’n de 1a potencia poll’tica del pueblo, Spinoza, tras el fracaso de la li—

bre Repu’blica de las Provincias Unidas (1672), y pese al furor popular l E, 111, 31 esc. 29

que la abatio’ (y que e’l condeno’ violentamente, ‚'Ultimi barabarorum!) sera’ el primer filo’sofo, despue’s de Maquiavelo quiza’s, que n0 escriba una nueva Weltanschauung politica “privada” contra el movimiento real de las “masas”, sino que inscribira’ su reflexio’n en el movimiento mismo de la afirmacio’n absoluta de la existencia de la multitudinis potentia.l Inscripcio’n a 1a vez histo’rica y ontolo’gica ya emprendida en el Tratado teolo’gico—polz’tico (TTP) y que el Tratado Polz’tz'co (TP) va a radicalizar. Veremos tambie’n hasta que’ punto, ya en el TTP, escrito (de 1666—67 a 1670) en plena elaboracio’n de la E’tica (1662—1675), el concepto de resistencia se vuelve poll’tica y filoso’ficamente operativo, porque Spinoza va a basar la constitucio’n de la soberam’a popular, asf como la esencia de la ciudadam’a y de 1a historia, sobre la actividad de resistencia. Por 10 tanto, con Spinoza, el pensamiento poll’tico ya n0 es directamente una especulacio’n sobre el mejor de los regimenes, sino que se afirma como una teorl’a de la estrategia del conatus del cuerpo colectivo en su proceso real de autoorganizacio’n “absoluta’.’

1 Sobre el “punto de vista de la masa" (o "de las masas”) adoptado por Spinoza en su teon'a de la poh'tica y de] Estado, Cf. E’tienne Balibar, “Spinoza, l'anti—Orwell. La crainte des masses", en Les Temps Modernes, septiembre 1985, pp. 354 y ss.

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Capitulo VI INOCENCIA DE L0 REAL Y BUCLE RECURSIVO

1. La causa sui, movimiento real de la produccio’n de lo real

E1 problema de la unidad de 1a Naturaleza se identifica en Spinoza con el de la causalidad inmanente. Dios es fuerza productiva y dicha fuerza es 1a vida misma. Pero esa vida n0 es tal como la imaginaba el Renacimiento, un impulso vital irracional y oscuro que implican’a ne cesariamente la con'tingencia‚1 algo que n0 puede concebir Spinoza, para quien las cosas n0 han podido ser producidas por Dios de ninguna otra manera y en ningu’n otro orden que como lo han sido." La argumentacio’n esta’ fundamentada en la identidad entre la potencia de Dios y su esencia, ya implicada en la identificacio’n de Dios, causa de todas las cosas, con Dios causa de 51’: dada 1a naturaleza divina, de ella deben concluirse necesan'amente tanto la esencia como la existencia de las cosas; en una palabra: en

el mismo sentido en que se dice que Dios es causa de 51', debe decirse tambie’n que es causa de todas las cosasfi-

l Como ha mostrado la obra esencial de Sylvain Zar, L’idäe de Vit’ dans 10 PMOSÜPÜ'? de 5pz'noza, Paris, P.U.F., 1963. 2 E, I, 33. 3 E, I, 25 esc.

161

Ahora bien, como el problema de la existencia por sf es elmismoq11€ el de la infinitud 0 1a indeterminacio’n,‘ la propia afirmacio’n absoluta de la existencia implica la produccio’n de las cosas particulares‚ Dl-OS n0 podn’a pues ser afirmacio’n absoluta de la existencia sin ser iguay mente afirmacio’n absoluta de 1a existencia de las cosas singulam Precisamente porque “la afirmacio’n absoluta de la existencia"esta’en la raiz misma del Ser (es el Ser real mismo como absolutamente in. finito), n0 puede haber azar, o, mejor dicho, so’lo podl’a ser este mundo, y tambie’n esta sola racionalidad que funda su razo’n de 5er y su necesida’d en 1a afi'rmacio’n absoluta de la existencia misma (es decir, la naturaleza absolutamente infinita de Dios). Por eso Spinoza puede escribir a Hugo Boxel que “el mundo es efecto necesario de la naturaleza divina y que n0 fue hecho por azar'.’2 Observaremos sin embargo que Spinoza entiende por “azar” (fortuito) un fallo en la realizacio’n de la meta, una desviacio’n con respecto al fin proyectado y primitivamente perseguido. E1 azar designa asf el efecto n0 previsto y n0 querido de una accio’n, el desfase entre 1a meta perseguida y el resultado efectivo obtenido. La nocio’n de azar toma pues, de este modo, un sentido negativo (como desvfo) en el seno de una concepcio’n te leolo’gica de 1a produccio’n de las cosas. Por otra parte asi es como Hugo Boxel defi'nl’a la nocio’n: “Se dice que algo sucedio’ por azar, cuando surge al margen de 1a intencio’n del autor’.’3 Spinoza toma 1a nocio’n, investida de 1a misma significacio’n: “Dios, al crear el mundo, se fijo’ un objetivo y que, n0 obstante, transgredio’ el que se habl’a fijado".4 Ahora bien, tanto en 1a carta 54 como en 1a 56, Spinoza presupone que tal opinio’n, que el “mundo haya sido hecho por azar" n0 1 Ep, 36 a Johannes Hudde, G. IV, p. 184. 2 Ep, 54, G. IV, p. 252. 3 Ep, 55, G. IV, p. 255. 4 Ep, 56, G. I‚V p. 259. Igual que la idea de "azar'‚' la idea de “contingencia'‚' que Spinoza parece oponer directamente en E, II, 44 corol. 1 y 2, a la “necesidad” percibida por la Razo’n, n0 es de hecho, como demuestra el escolio del corol. 1, ma’s que la otra cara del erden repetitivo que la imaginacio’n “espera” en la naturaleza. La verdadera oposicio’n, en» terameme enel c ampo de 1a -1mag1nac10n, ' w 4 . „ „ . . . n se da entre 'Contlngenaa y orden Imagmano.

porque Si bien esta’ en ‘ 1a naturaleza de la Razön el percibir las cosas como necesan'as y con cierto tipo de ete mldad, {amblen esta’

en la naturaleza de la imaginacio’n, bajo 1a determi-

Idel Ha’bito, ‘el concebir las cosas segu’n un orden repetitivo e

def. de los afectos,4:"EI ascolronnbpmvoca .Sle.mp re as.ombm (KV' H’ cap' IH’ 2 y "0m 1'. E’ m’ la que d alma quedfl absorta ’0 (adml’at‘lo) (‚O'HSISltIe enila imaginacio’n de alguna cosa, en esa lmag?“i‘clon smgular n0 tiene conexio’n alguna ‘70" las demäsv V6? PrOposicio’npozrq‚ue x (‚on su e'sc‚'_ollo ). Por tanto, ma’s alla’ del par imaginario fonnadn por las ima’geneg l 5 e Omen (repemwo) Y de 1a contingencia (como ruptura del

a Carta ‚ l l b os cua es, sa emos, han afirmado e} U la n115 ‚ C . O y Lucrec10‚

alar.‘

ierto que el bello eloglo a los Atomlstas respondia a 0U as raE. muy distmtas de lo que conCIerne a su teona del azar y 5‘

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de la

20'19551 ad. sin embargo, n0 podemos n0 pensar que este encuentre, - I del azar y los “pam-dan-OS e ' cuestlon 1a entre carta, ‘sma "6€ 118m1 de los ‚ ‚ _ algun sentldo. m05" n0 enc1erre Secretamente ' a’tO en ’la carta 56: “Digame, por favor,

si usted ha visto A1 Cuestionar 0 leido a algunos filosofoanue. hayan sostenido la opinio’n de que e] por azar , S.p1noza, que algunas h’neas despue’s hara’ hecho fue mundo 61 elogio de los Atomistas, aflrma imph’citamente que la concepcio’n epicu’rea del clinamen n0 es esa. Dado que Spinoza n0 se pronuncio’ nunca directamente sobre la cuestio’n el comentador n0 puede‚ sobre ese aspecto, emitir ma’s que conjeturas. En un estudio sobre Lucrecio, Gilles Deleuze ha mostrado que el clinamen n0 es en absoluto, para el a’tomo, una simple desviacio’n de su cal’da vertical ——c0mo se suele a menudo creer o explicar— que in— troducin’a entonces milagrosamente la contingencia pura en 1a necesidad; si eso fuera asi, el mundo si ser1’a“un producto del azar”. Deleuze nos ensen"a‚ por el contrario, que el clinamen es desde siempre, del a’tomo. la determinacio’n original de la direccio’n del movimiento y por ello un diferencial de la materia, Es una especie de conatus mismo un diferencial del pensamiento.2

_ concepcio’n teleolo’gica. Si el clinamen es u .Ön epicu’rea 21f11T_T1‘1da‘eC1 1a infinidad de intn’nseca, luego una “necesidad”, entonces 1a azar se convierte en 1a afirmaciön de 13 exlSte 'o’n . posit‚ . _ . E OS estfl _C/n onCe Cl dlchas necesxdades dlferenCIales. dad univef‘ Causall la dep que n0 es contradictoria €011 1a afirm‚aaos inoza 5611,10 que se uede suponer que ha leldo P . n p . C' n el Pensamle . cevoca esta teon’a una equWllenla e de 13 E ("dem que es correlativa a e’l, el lector de 13 Naturaleza.

l G- IV, pp. 261—262.

Observemos ante todo que esta multiplicidad de las causas pnlme. ras que ninguna Voluntad ereadora determinada relaciona entre“, n0 deja de evocar “la opinio’n que somete todas las cosas a una den; voluntad divina indiferente, y que sostiene que todo depende de 3U capricho'." En los dos casos‚ en efecto, l0 que resulta es la ausencia (real o por falta de voluntad directora) de totalizacio’n de las determinaciones: en el primer caso, por afirmacio’n diferencial de las dife rencias en la ausencia real de Causa primera al principio de la unidad formal de todos los seres; en el segundo caso, por una afi'rmacio’n se mejante de determinaciones diferentes, pero aqur’ n0 por la ausencia de Causa, sino por la versatilidad o la arbitrariedad de sus decretos. Dios habrr’a creado el mundo al azar de su “capricho” y n0 por azar, lo que es absurdo. Ahora bien, esta segunda tesis tiene, segu’n Spinoza,

Someter a Dios al “destino” es someter su accio’n, su potencia y, por ello mismo, su produccio’n a un “m0delo” afirmado “fuera” de e’l; este “fuera” significa tambie’n “dentro de’,’ puesto que, incluso en Dios, ese modelo constren"1'r1’a su potencia segu’n un fin, un orden, que excluye absolutamente la esencia divina. C'Cua’l serl’a entonces la accio’n de ese “modelo”? Programan’a, en la unidad formal y totalizadora del pro yecto, la accio’n de Dios, es decir, que cada decreto particular n0 seria ma’s que la expresio’n determinada y subsumida de la realizacio’n de un solo (unicidad) y mismo (unidad) designio. El destino es, como nos ensen'aron los estoicos, la afirmacio’n de la unidad de las causas nusma ‚cosa. Eclaxrczssements sur quelques dtf'ficulte’s qui naissent de la Iiben‘e’ ne'cessaire pour agzr moralement avec une Addition ou‘ I'on prouve contre Spinoza que nous sommes h'bres, Amsterdam, E'tienne Roger, 1709 p. 3 17,- citado por P. Vernie‘re, Spinoza et 1a pense'e frangaise avant la Revo’luü'on, Paris, P.U. F.‚ 1954, nota de la p. 71. r E, l. 33, esc. 2, G. II, p. 76. 2 Ibid.

164

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[dicha opinio’n] me parece alejarse menos de la verdad que lade aquellos que sostienen que Dios actu’a en todo con la mira puesta en el bien, pues estos u’ltimos parecen establecer fuera de Dios algo que n0 depende de Dios, y a lo cual Dios se somete en su obrar comoa un modelo, o a lo cual tiende como a un fin determinado. Y ello‚sin duda, n0 significa sino el sometimiento de Dios al destino, que es lo ma’s absurdo que puede afirmarse de Dios, de quien ya demostramos ser pn'mera y u’nica causa libre, tanto de la esencia de todas las cosas como de su existencia.z

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una positividad:

entre 31‘ o de los decretos subsumidos bajo un solo y mismo Decreto. M0 Spinoza rechaza a la vez la tesis cartesiana de la voluntad arbi— mn’a de Dios (el “capricho” de una "voluntad divina indiferente" o de „n Dios que juega) y la tesis moral de una Voluntad que actu’a segu’n un Orden, modelo formal unificador (externo o interno) —tesis que encontramos tanto entre los estoicos como en Leibniz——-. Pero al afir— mar su preferencia por la primera concepcio’n de un mundo creado por azar (concepcio’n ma’s pro’xima de la verdad), Spinoza nos conduce necesariamente a examinar mejor la tesis epicu’rea. Si los epicu’reos pueden rechazar el destino, que puebla el cos— mos estoico, es rechazando la unidad formal de las causas “entre si” y por ello mismo la idea de una Causa "de principio" que incluso siendo interna a la Naturaleza sigue siendo una forma extn’nseca de determinacio’n de los seres. Contra esta unidad formal que impone el Destino, los epicu’reos afirman, por el contrario, la multiplicidad de las determinaciones diferenciales positivas intn’nsecas. El azar, es la afirmacio’n de esa multiplicidad. En este sentido positive, dicha tesis encuentra en Spinoza la posicio’n de la infinitud absolutamente positiva, esto es, “la afirmacio’n absoluta de la existencia" y/o de las existencias. Pero para la Etica, la causalidad por si, que es la necesidad misma de esta afirmacio’n, hace de tal infinitud' n0 la afirmacio’n del azar, sino de la Necesidad que se dice en un solo y mismo sentido de todas aquellas cosas de las que se dice —que‚ sin embargo, no tienen el mismo sentido—.‘ Esta necesidad u’nica y diferencial es exclusiva de todo modelo y de todo formalismo, “sin principio ni fin”; es tan inocente y real (como el movimiento real es independiente de toda lo’gica formal o abstracta) como el azar epicu’reo. Es esta inocencia, esta a-moralidad, esta realidad misma de la necesidad, lo que Spinoza expresaba ya al afirmar en la carta 36 a Hudde “la indeterminacio’n" de la sustancia. Indeterminacio’n es aqui otra denominacio’n de la infinitud actual o de la afirmacio’n. La indeterminacio’n debe concebirse positivamente; el punto de vista de lo negativo es el de lo arbitrario Ex qua em'm natura? necessitate existit, ex eadem ipsum agere ostendimus (Prop. 16 P. l). Ratio igitur, seu causa, cur Deus, seu Natura agit, 8 cur existit, una, eademque est. Ut ergo nullius finis causa existit, nullius etiam finis causa agit; sed u! existendi, sic 8 agendi pn'ncipium, vel finem habe: nullum [Hemos mostrad0‚ en efecto, que [a necesidad de la naturälßlä, por la cual existe, es la misma en cuya virtud obra (Prop. 16, parte l). A51. 11a razon son 0 causa por la que Dios, o sea, la Naturaleza, obra, y la razo’n o causa por fila cual existe, obra no emste para nmgun n. t amp0co ’ t. 1

una sola y misma cosa. Por consiguiente‚ como fi a est II, ' ' ‘ v ‘ ' / ' con Vlstas a fin alguno, sino que, asl como no nene mngu" PU'WP'O 0 n P‘a

(amPOCO 10 tiene para obrar]. E, IV, prefacio, G. II, pp. 206-207. 165

(Ia voluntad indiferente de Dios). Sabemos, sin embargo, que 10 am trario (el mundo hecho al azar) esta’ ma’s pro’ximo de la verdad que 1a necesidad moral (el mundo hecho segu’n un modelo). Sin embargoy 1a afirmacio’n sobrepasa absolutamente las dos tesis antagonistas: en la afirmacio’n, todo arbitrario, asi como todo orden formal, son abolidos. En su sentido positive, azar y necesidad, multiplicidad y unidad, son los nombres diferentes de una u’nica y misma Realidad: la Naturaleza “sin principio ni fin’,’ en su afirmacio’n absoluta; “1a physis es esa sal. picadura en todos los sentidos’.’l Es pues la afirmacio’n absoluta de la existencia —es decir, la po tencia absolutamente infinita— lo que es constitutivo (como causa sui) del Ser en su unidad esencial o estructural. Dios, en tanto que causa de todas las cosas en el mismo sentido en que es causa de 51’,2 es la afirmacio’n absoluta de la existencia que opera la determinacio’n de los elementos diferenciales (los atributos) de la estructura misma, pero tambie’n las determinaciones singulares que “expresan la natura— leza, o sea, 1a esencia de Dios de una cierta y determinada manera’.’3 En su concepcio’n de 1a Naturaleza, Spinoza concilia ——hacie’ndo les sufrir la prueba de lo absolutamente infinito— dos ideas que por 1a problema’tica anterior aparecfan incompatibles: la idea de estructu— ra (que implicaba necesariamente la idea de orden en la fijeza formal, y por tanto cerrada, del sistema en fi’sica, o del razonamiento en matema’ticas) y la idea de ge’nesis (que imph‘caba la idea de movimient0, de cambio temporal de la forma). Para aprehender 1a originalidad 1

Le’on Robin, citado por Paul Nizan en Les mate’rialistes de 1a'ntiquite’, p. 27. Porque Spinoza "toma seriamente la cuestio’n de lo infinito,” en su afirmacio’n actual, sin duda hay que desvelar, en el corazo’n de esta filosofi’a, en su radicah’dad anti—teleolo’gica, la unidad dina’mica y constitutiva del azar y de Ja necesidad que (desde Democ’rito a Lucrecio, y en el marco de un atomismo que Spinoza rechaza) ha caracterizado, en su oposicx’on a toda doctrina finalista, al ma— terialismo amiguo. Como escribe Olivier Bloch a propo’sito de Demo’crito: “Asn’, 1a ge’nesis de las cosas, l'rugdl' que la de los mundos, se produce exclusivamente por “azar" y “necesidad”: azar de los encuentros, que es azar en el sentido en que ningu’n plan, ninguna intencio’n, nada que parezca finalw’dad, preside su produccio’n ——azar que es a la vez necesidad, ya que esta producciön es enterameme determinada por e! proceso meca’nico de los choques, entrehzamientos, combinacxones y dvi'visiones en las cuales entran los a’tomos en funcio’n de sus dimensiones, de sus formas. ‘de SH _wstlc‘lwöm de su movimiento y de la direccio’n de este——'‚’ Le Mate’rialisme, Paris, P.U.F., col. deQuloes‘a'hs‘wie" 1.985: 4.0» Cf; tambie’n a propo’sito del epicureismo, id. ibz’d. pp. 45‘46: el ‘juego dondemnoni’n‘toew"le_dneiehlmmd“: que sirve de base a una estructuracio’n inmdn'ente del universo que parezca de cerca o lejos un pensamiento 0 una intencio’n.’ Para una confromacio’n de la fl'sica de s la physique"‚ Archives de Philos'Oph Pinoza Y la de EPI'CU’TCQ Cf P43- Moreau‚ “E’picure et Spinoza: i8, iulidseptiembre 1994, pp. 459-469 2 1:21,25 95c. 3 f, i, 36 dem.

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basta con comprender que 1a ge’nesis n0 debe pensar 19 estaf Union representacio’n temporal en el paso de un te’rmino a ‚t9 5623111 nC1.a_au«1'l)11to-rnod0) a otro te’rmino actual; en efecto “e 1c xual (‚susdtano hay cuändo, antes ni deSpue’s",‘ insiste Spinoza Ha’ n a emrnxda ‚nesis necesaria como el paso (intemporal) deIIa coynsqtulxe L

su ac ua 1230011, de las condlciones n de una estructura a de su

roducdo'n a 1a produc’cio'n misma que l‘as engloba y las realiza abso{um infinita y necesdnamente, en ‚relaCIOnee existenciales (que son para nosotros las relaCIOnes nece’sanas de las Ideas en el Pensamiento v 135 de los cuerpos en la Extensmn). Para que el lenguaje n0 cree amfu1sio’n‚ hay que insistir en que la estructura n0 es un principio espiritual interno ni una virtuah’dad. La estructura es el proceso mismo de afirmacio’n absoluta de 1a potencia absolutamente infinita de existir de la sustancia, y se explica "de una cierta y determinada manera" en todo lo que existe.2 La estructura es 1a necesidad inocente, sin princi— pio ni fin, el movimiento real de la produccio’n de 10 Real, movimien— t0 absolute y eterno del autoengendramiento de 1a sustancia y de sus modos; 1a duracio’n misma de 1a etemidad. Es la concepcio’n de la causa inmanente comprendida en 1a causalidad por 51’. Esta autoge'nesis es pues la (misma) causa inmanente de todO "efecto" dina’mico en la duracio’n. La causalidad eficiente n0 es ade‘ Cuadamente explicable ma’s que desde el punto de vista de esa causa— lidad inmanente que es, asi, la necesidad (absoluta) de ”das las nece

Sidades en el orden de la existencia temporaL Y este no nos proporciona ma’s que den ladones 0, a 10 sumo, circunstancias, t0

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eSencia l’ntima de las cosas.3

‚Slno la necesidad misma de e t’ en a .um c‘ ’ ' ’ aIon. Repltamoslo» todo se-‘refl es aL3 Causa. a s er eso Y cia en la totah'dad de . ‚ su b 511513“ .

13m0 de la afi'rmacio’n de 51 de la b

1 E, 11,40 esc. y l,V prefacio. 2 Spinoza escapan’a asf a Ja cn’tica kantiana del uso ilegitimo de la categorl'a de T0 tah’dad. A1 producir la idea de un Todo absolutamente infinito n0 totalizable, de naturaleza estructuralbgene’tica sin principio ni fin, Spinoza evita una concepcio'n espacial y mecani— cista de ld' Totalidad (tal como la encomraremos ma’s tarde en Pierre—Simon Laplace, Essai Philosophique sur les probabiüräs, (Euvres, Paris, Gauthier Villars, 1886, vol. VII, l, pp Ö7"

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i m.. —

Causalidad inmanente n0 expresa por tanto 5in0 la “libre necesidad„ de la potencia absolutamente infinita de la naturaleza, de la qugen u’ltima instancia, todos los existentes son so’lo efectos necesan'os. Es en y por los atributos como la Naturaleza da inmediatamente a todas las cosas la potencia propia que constituye y calif‘ica su esencia en 1a existencia. Ahora bien, los atributos que constituyen 1a esencia mis. ma de la sustancia, es decir, la estructura infinita en la cual y porla cual se produce la sustancia, son las eondiciones necesarias de la pro duccio’n de los modos (cuya esencia, sin embargo, n0 constituyen los atributos). AI autoproducirse, la Naturaleza produce inmediatamente la potencia de las cosas singulares en y por atributos que constituyen (segu’n la libre necesidad n0 causal de su relacio’n de produccio’n) la esencia de la sustancia. La causa inmanente desarrolla la vida misma del Dios-Naturaleza, es decir, su potencia en actos, como se afirma ya en las primeras lineas de 1a E'tica en 1a definicio’n de la causa sui. Dios no aparece pues nunca en persona, precisamente porque n0 es una Persona. Spinoza niega a Dios como Ser—Sustancia—Sujeto en la universalidad de 1a afirmacio’n de su infinita potencia absoluta (o su universal libertad). Hace del concepto de Ser, entendido desde el punto de vista imaginativo de la equivocidad y de la eminencia, una abstraccio’n que clasifica en la categon’a de los trascendentales.l Cn’tica del Ser tanto desde el punto de vista aristote’lico como mrtesiano, que ven en la unidad la simph’cidad originaria de la identidad de un Todo trascendente, que subsume toda la diversidad de lo Real. Este a priori (moral y religioso) hace im— posible, por una parte, el pensamiento de una organizacio’n propia de la infinita multiplicidad como tal, es decir, de una unidad especifica de la infinidad de las partes y del Todo absolutamente infinito, y, por otro lado, (en lo que concierne a las esencias singulares de modos), el pensamiento de una ge’nesis de lo mu’ltiple independiente de una regla a priori de semejanza interna. Los atributos no son, de hecho, las partes de una Totalidad puesto que, siendo infinitos, escapan por ello a la categon’a (imaginativa) del nu’mero, asf como a 1a numeracio’ny a la totah'zaciön imaginaria hacia el infinito que deriva de ella.2 La in-

.butos n0 es pues resultado de la adicio’n. La unidad ‚ puede ser pensada como simple unidad aritme’tica finida acio’n una, absoluta de 51’, en y por sus diferencias sinol C‚ S L3 Sustancia una, se afirma absolutamente en y por sus atri— infimfa f-initos y en cada uno de sus actos. butYosSlninozal hace de la diferencia intrinseca de los atributos entre si Y de 135pesencias singulares entre 81', el .objeto de una pura afirmacio’n en 13 igualdad de cada uno. La sustanc1a se afirma absolutamente en Cada uno de los atributos asi como en todos sus modos, sin restringir m' Compartir de manera que, si se aniquilara una parte de la materia, se desvanecen’a simulta’nea— mente toda la extensio’n.l

Esto conduce a pensar un tipo de unidad y de identidad de la sustancia desde el punto de Vista esencial de su afirmacio’n “absolutamente infinita”. Desde este punto de vista, se borra la necesidad de toda justificacio’n de la unidad (a partir de un principio necesariamente alrbitrario y formal con funcio’n moral). Si bien hay que afirrnar la dlferencia intn’nseca de los atributos en cuanto a su expresio’n (Pen‘ samiento, extensio’n, etc.) hay que afirmar tambie’n su universal Y CO' dmun neCCSidad en y por su libre relacio’n de produccio’n conStitUÜVa

913 esencia misma de 1a sustancia como afirmacio’n (TelaCiO/n que 56 consütuye fuera de toda armonl'a preestablecida y de todo fi'n,ltant_o externe como interno, impuesta a1 pfOCeSO de PrOdUCCiÖn)' ASI' Spl: noza reChina siempre, con aquellos con quienes mantiene udna 10050 rrespondenciay una explicacio’n basada en la buena naturaleza e ' u ‘ muln” que eastnbutoe explicacio’n por el “buen sentido" o el senthldzoacsopinoza‚ es . Peran Old ‚ ue rec a ' s Lo o Tschlrnhau Hudde q sub enburä bajo una umdad t0 Sum" las diferencias —constitutivas del Ser'” e Ciön l-rrenglosa tali p Zame; en sus cartas, es 1a afirmacio’n de una conc O Heute, qu ‚ _ inma ‘ finallda_dcism de] determmxem” “am m0 una re‘IntTOducciön imph’cita de una mecanlpan’s P_U.F.‚ 195"2 216, 219). ' V, 1 (L’ eme'como mostro’ Bachelard ‚ toda ideologia r ' ' e ’ I 2‘." d espacial a Ja mmempofamle965, PP phySique [a dans el ue de I’ma“ 0331139205 tm‘mx'ipenence la es Paris" contempOminer con Zaum-.121: de E1 LapiSte a dansS1a. PhYSique I ‚ . . a 13 en presente c0n a ce de PmOZfl, todavm

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Maimom ' ' ’ ‘ ha temdo Quel l a E'tlca ‘ er, es vez pera que r0 m Psi posee’ a prt' ‚05' min, a umdad de las causas entre 5 Y Ie' de PP’P S. “0 las series causales particul'afe/a 6‘681‘310 In Se OPOHe la autoridad de Ansto' Ep' 4 8 Henry Oldenburg, (3‘ lv' p” 14'

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de la Naturaleza l0 que. Spinoza mantiene frente a la interpretaciön teolo’gica que esperan sus interlocutores cristianos. Asi pues, [a "e cesidad universal, que es la libertad misma de la sustancia, defineel orden real de produccio’n y de autoproduccio’n de la Naturalezayde sus modos. Esta unidad real de produccio’n de los modos, en y por 18 infinidad de los atributos (siendo el orden y la conexio’n de las ideas el mismo que el orden y la conexio’n de las cosas), define la unidad misma de la sustancia, en y por su afirmacio’n absoluta. Pensar la causalidad immanente de la sustancia, causa de todaslas cosas en el mismo sentido en que ella es causa de 51’, como unaes. tructura gene’tica abierta y absolutamente ilimitada, es determinarla originalidad de la unidad real de la sustancia spinozista en su diferencia con la problema’tica del Orden, que era au’n la del Tratado bre— ve, o la unidad trascendente cla’sica (plato’nica, aristote’lica, cartesiana, leibniziana), unidad formal cuya funcio’n, esencialmente moral, era tambie’n suprimir la diferencia, como tal, en benefi'cio de una identidad trascendente y de un principio de semejanza interno, imaginarios. Este nuevo tipo de unidad real que produce Spinoza es un concepto epistemolo’gico totalmente nuevo, lo que explica la dificultad de sus interlocutores, asi como de sus inte’rpretes, para comprenderlo (y aceptarlo) en su originalidad.l Unidad, para hablar con propiedad, “inencontrable’‚' ya que al n0 ser la unidad de una Totalizacio’n ni de una Sustancia-Sujeto, n0 aparece nunca en persona (y por tanto se debe eliminar toda interpretacio’n ml’stica y religiosa del tercer ge’ne ro del conocimiento)‚ sino so’lo en la infinidad de sus expresiones.2 La estructura gene’tica es siempre y so’lo en actos, y sus actos son sus efeetos necesarios actuales, es decir, para nosotros, las modificaciones

en el Pensamiento y la Extensio’n.

2. Modos infinitos y necesidad circular E1 “paso” de lo absoluto a lo relativo, de lo infinito a lo finito, es decin de la sustancia absolutamente infinita e indeterminada a sus deter1 "Los atributos que se bastan expresan sin embargo la sustancia. En este sentid0‚ gque’ expresan? Expresan su fuerza. Eso, lo comprendemos. Expresan su p0tencia. SU etemidad. Eso tambie’n lo comprendemos. Su infinidad, tambie’n la comprendemos. PerO ademäs tendrl’an que expresar su unidad. Y eso, n0 lo entendemos, porque .siendo atn'butos dlvervsos (‚'COVmO expresan’an una u’nica sustancia?’‚' Ferdinand Alquie’, Nature Ve'n'te' danS et la Ph'losophle de SPIHOZCL Paris, C.D.U.‚ 1971, p. 62. 2 E, l, 17 esc.

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mimciones, es, sin embargo, en primera instancia, 0bjeto, en Etica l, 2L 22, 23, y 28 e50, de una teorl’a de las mediaciones, 110 exema de ambigüedades, que presenta la posibilidad de una interpretacir’m plaato’nica que encuentra, a trave’s de estas proposiciones, una concepdo’n ,‘era'rquica del Ser (y de los seres). Sin embargo, lejos de devolvernos aesta v1'a‚e.l estudio de los modos infinitos nos conduce, por el mn tran’o, a trave’s de una mejor comprensio'n de la autoge’nesis, a una concepcio’n totalmente nueva de 1a lo’gica del Ser que esta’ sin duda en el corazo’n mismo del spinozismo. Entre la sustancia absolutamente infinita y sus modos finitos, Spinoza, en efecto, como Filo’n, parece introducir intermediarios, los modos infinitos y eternos inmediatos y mediatos. Por e50, E. Amado

Levy-Valensi ve, en esa procesio’n de los modos, la alienacio’n progresiva del universo sin fisura del spinozismo. La “naturaleza naturada es menos perfecta que la naturaleza naturante" y, “en el limite infen'or del mundo creado", —el de los modos finitos— hay un nivel de ser donde la sustancia ya n0 esta’ realmente implicada.‘ Sin embargo, ya en sus primeros escritos —y en las explicaciones que da en su corresp0ndencia—, Spinoza afirma 1a implicacio’n absoluta de la sustancia en 1a menor parcela de la Naturaleza naturada, es decir, en los modos finitos.2 Encontramos con ello una consecuencia esencial de E‘tica I, 132por su “indivisibilidad" la sustancia esta’ necesariamente presente enteramente en cada uno de sus actos 0 de sus modos, ya sean infiml 1050 finitos. Esta afirmacio’n vale en efecto incluso para el modo “finit0”cuya limitacio’n n0 podn’a ser sino existencial, es decir, debida a Causas exteriores. Haciendo abstraccio’n de la exterioridad apremian— t6 del mundo, el modo es “infinito por su causa”;’ por la causalidad de Dias constitutiva de su esencia misma ——conatus——‚ el modo afirma una potencia indefinida de perseverancia en su ser.4 El texto de E’tica I sobre la teorl’a de los modos infinitos es cierta— mente ma’s embarazoso. Sin embargo, el hecho mismo de afirmar 1a existencia de los modos "infinitos" excluye, de facto, la separacio’n, e IMuse, la oposicio’n de dos tipos de o’rdenes cuyo atributo esencial Yexclusivo sen’a, para uno, la infinitud (en el caso ‚de la susgtancia) y Para el otro, la finitud (en el caso de los modos). En Etica I, 2 €50, l05 er Ie mal, cap.

n La connaissance 1 Eliane Amado Levy—Valensi, Les m've aux de l'e’tre, Pa ris, P.U.F.‚ 1962, pp. 183 y 188. ‚ Spinoza de “1' “De l“ mystique juive ä l'intellectuah'sme IV, p. 14. 2 Cf- EP. 4 a Oldenburg, de 1661, G. 3 Ep, 12, G. IV, p. 57. 4 E, 111, 6,7 yg‚ 171

modos infinitos parecen presentados por Spinoza como Intermedia rios" entre la sustancia infinita y sus modos finitos: III—

ciertas cosas han debido ser producidas por Dios inmediatamentga saber: las que se siguen necesariamente de su naturaleza considem da en absoluto, y, por la mediacio’n de estas primeras, otras‚ qumin embargo, n0 pueden ser ni concebirse sin Dios. Pero como para evitarnos un contrasentido sobre el estatuto de estos “intermediarios” Spinoza subraya enseguida que “Dios n0 puede con propiedad ser llamado causa ‘remota’ de las cosas singulares"a noser desde el punto de vista de un lenguaje que facilite las distinciones operadas en el ana’lisis (lenguaje ioh, cua’n abstracto! en tanto que implica 1a representacio’n imaginaria de lo que designa). La funcio'n del intermediario parece, sin embargo, todavia valorizada por ladis— tincio’n que opera Spinoza entre los modos infinitos inmediatos que se siguen “de la naturaleza, tomada en te’rrninos absolutes, de alglm’ atributo de Dios" y lo expresan inmediatamente,l y los modos infinitos mediatos que se siguen “de algu’n atributo de Dios, en cuanto afectado de una modificacio’n" necesaria e infinita.2 Asi, el lectorcree ver desarrollarse una teon’a de las mediaciones cuya abstraccio’nla— mentan algunos, y que puede -——n0 sin ceguera—— leerse conformea los criterios jera’rquicos de la representacio’n neoplato’nica del mundo. Prosigamos: cuando Schuller pide “ejemplos de aquellas cosas que son inmediatamente producidas por Dios y de aquellas que lo son mediante alguna modificacio’n infinita’,’3 Spinoza responde, los ejemplos que usted pide son: del primer ge’nero, en el pensamien— t0, en el entendimiento absolutamente infinito; en la extensio’n‚en cambio, el movimiento y el reposo; del segundo ge’nero, la faz de todo el unt’verso, la cual, aunque varl’e de infinitos modos, permanece n0 obstante, siempre la misma: vea sobre esto el escolio del Iema 7 que precede a la proposicio’n 14 de la parte 11.4

Tomemos el ejemplo del Atributo Extensio’n para el que Spinoza da la mayor cantidad de indicaciones. En ese caso preciso, la relacio'n de lo absolute con lo relative puede exponerse segu’n las distincio 1

E‚|,21_

2 E, 1,22. 3 EI" 53.0 W, p. 276. 4 513.64, G. IV, pt 278_

„es siguientes: Extensio’n/atributo sustancial; Movimiento y Reposo/ modo infim'to inmediato; Facies totius universi/modo infinito media— t0; Cuerpos singulares/modos finitos. Ahora bien, C'que’ significa que el movimiento y el reposo sean afirmados como modo infinito inme— diato del atributo extensio’n? Nada ma’s que la expresio’n absoluta de 1a realidad sustancial de 1a extensio’n en la relacio’n de movimiento yde reposo, sin degradacio’n ni pe’rdida, puesto que la relacio’n de movimiento y de reposo es el absolutoextensio’n en actos tal como el emendimiento 10 percibe en su realidad sustancial. E1 eje mismo de la demostracio’n por reduccio’n a1 absurdo de E’tica I, 21 (a propo’sito de la infinidad y de la eternidad del modo producido inmediatamente), es que el atributo n0 podn’a ser sin la existeneia de su modo inmedia— t0. En efecto, dado que el atributo produce absolutamente de manera necesaria su modo inmediato (segu’n E’tica I, 16) “n0 puede ser sin este, el cual en este sentido es tan eterno e infinito como e’l'.’1 El Atributo n0 puede ser sin su modo (como el tria’ngulo n0 puede ser sin sus propiedades), 10 que confirmaba ya K‚V II, cap. XIX, 8: Y asi, si observamos u’nicamente la extensio'n, n0 descubrimos en ella ma’s que el movimiento y el reposo, a partir de los cuales hallamos todos los efectos que proceden de ella. Y estos dos modos del cuerpo son tales que n0 puede existir otra cosa que pueda cambiarlos, 5in0 so’lo ellos mismos.

L0 cual es confirmado tambie’n en la Etica,2 que demuestra la absolu— ta adecuacio’n de 1a extensio’n y las leyes de la naturaleza. Todos los cuerpos convienen en el hecho de que implican el concep t0 de un solo y mismo atributo (por la Definicio'n 1 de esta Parte). Adema’s en que pueden moverse ma’s lenta o ma’s ra’pidamente, y, en te’rminos absolutes, en que pueden moverse o estar en reposo.3 Las leyes de la naturaleza, que expresan la relacio’n de movimiento y lreposq derivan inmediatamente de 1a sustancia. Si bien regulan las condiciones de existencia en la extensio’n, estas leyes son en si mismas ——Como 1a sustancia de la que han salido inmediatamentew— y, esa trictamente hablando, incondicionadas. ‚gCo’mo comprelnder e’ntobn'Ces que un modo ————que es, por su estatuto de modo, pI‘OplO del am lfO l Mam’al Gueroult, Spinaza, Dieu, op. cit.‚ p. 31° 1 E. H, 13 lema 2. 3 5,11, 13 lema 2, dem. ‘73

de la determinaciön (pero que infinito es tambie’n i'naSI'gnable)\ pueda expresar absolutamente lo indeterminado? La respuesta esta’ en la concepcio’n absolutamente positiva qm Spinoza se da de la sustancia; como toda determinacio’n, incluso {im ta, es tambie’n afirmacio’n plena positiva intrl’nseca de la sustanc1'a,la determinacio’n n0 implica ninguna privacio’n, ninguna falta esencial en su ser, y es pura positividad. El universo spinozista excluye toda idea de finitud esencial, incluso en los modos finitos, pues es justa mente su dimensio’n infinita la que es constitutiva de su 5er misma Toda determinacio’n finita es tambie’n infinita por la potencia infinita de su causa inmanente (que es la sustancia misma) y por la multipli» cidad infinita de sus causas transitivas cuya necesidad eficiente n0 es sino la figura extn’nseca de la causalidad inmanente. Pero la demostracio’n de E’tica I, 21 vale tambie’n para todas las esencias singulares, infinitas y eternas, porque siguen la naturaleza de Dios t0mada“en absoluto'.’ En este sentido, en adelante planteamos una cuestio’n fundamental sobre la concepcio’n spinozista de la causalidad y a la que trataremos de responder tras el ana’lisis de los problemas planteados por los modos infinitos del Atributo Pensamiento: el modo infinito inmediato (gno supone, de hecho, para ser otra cosa distinta de una abstraccio’n, la existencia de las esencias singulares —y de sus fuerw zas— de las que ya so’lo seri’a ——si ellas le precedenw la expresio’n modal de su juego intensivo total? Volvamos a nuestro ejemplo a fin de comprender que’ sucede con el “modo infinito mediato” o 1a facies totius universi. Este, segu’n la carta 64, se identifica con la permanencia misma de un universo que n0 sufre cambios ma’s que segu’n leyes fijas y eternas; por tanto, todo ocurre en la Naturaleza siempre segu’n la misma necesidad. Nos fal— ta pues ahora demostrar, como lo hemos hecho con el modo infinito inmediato, que el atributo se expresa absolutamente en su modo infinito mediato; que 1a existencia misma del atributo esta’ necesan'a— mente unida a la existencia misma del modo infinito mediato y que, por c0nsiguiente, este tanto en relacio’n con su atributo como con el modo infinito inmediato n0 sufre ninguna degradacio’n (o pe’rdida de ser), en esta aparente procesio’n del Ser. Procedamos por un desvio. La permanencia que expresa la facieS “>th UmverSl, que puede sugerir por meta’fora el orden de un individUO VIV0‚ n0 es, sm embargo, la de una finahdad mmanente, de una I

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1 5,11, 13 lema x7.

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„monia (en el sentido agustiniano) que Spinnza ('l'itim.‘ lil "nrden" de 13 Naturaleza extensa no es el “orden” queridn pur Dins (finzllim m weg, internamente) de la extensio’n („wartesmna‚- es um nvresidad ,‘mpn’ncipio ni fin, cuya inocencia hemos sen‘alado. En esle semidn, 1.; (k‘terminacio'n universal spinozista es, en si misnm, admolutamen» xe indeterminada, dado que n0 encuentra su razo’n en un Tode o un Sug‘eto que, externe 0 interno, 1e impondn’a un orden, un semido. La man de su existencia es 1a existencia misma de 1a sustancia ams‘oluta— mente infinita e indeterminada, ide’ntica a su esencia.‘ De tal manera que el modo infim'to mediato ——como el modo infinito imnediatom ex; de alguna manera sin causa, puesto que. e’l mismo es la razo’n 0 la (am para que haya consecuencias: las leyes de la naturaleza son en efecto la matn'z, en si misma indeterminada, de toda explicacio’n cien— n’fica de los feno’menos naturales. Esto significa en realidad que. In sustancia, como causa, esta’ tan inmediata y totalmente en el modo in“ fim‘to mediato, como lo esta’ en el modo infinito inmediato y que por eso, n0 podn’a existir sin e’l. En efecto, ("co’mo concebir la Naturaleza sin sus leyes? El estudio del modo infinito en el atributo Extensio’n n0 puede pues conducimos a una visio’n jera’rquica del orden de la Naturaleza. Parece incluso que esa ierarquia, cuya legitimidad ha puesto en mestio’n nuestro ana’lisis, es curiosamente derribada y subvertida, cuando .se‘ constata que son necesarios niveles llamados “infen'ores” para 1a existencia misma de los niveles “superiores”. Asx’ se esboza una espe de de inversio’n de la causalidad cuya lo’gica podemos segl’n'r en un ana’h‘sis de los modos infinitos en el atributo I’ensann’ento. Sin embargo, desde ya, podemos concluir que no hay en 1a teon’a spinozista ninguna concepcio’n de la degradacio’n de 10 absolute a k) relative, de 10 infinito a lo finito, como presupone el neoplatonismo (que. es el punto de vista de la imaginacio’n). En lo real, lo finito se identifim ab Solutamente con 10 infim'to, el uno n0 es nada sin el otro." L0 infinito n0 es nada fuera de la infinidad intensiva de, los modos que lo expre San, ni lo finito, fuera de 10 infinito actual: tal es la tesis de Spinoza. Tomemos ahora el caso de los modos en el atributo Pensmm'm {0.- Pensamiento/Atributo sustancial; Entendimiento abmlutdmente infim'to/modo infinito inmediato; .../m()d0 infinito mednatu; Ideas 1 E. l, ape’ndice, G. H, p. 82. 1 5,1, zo. vias. pur B. Raum! m 'L‘e‘nc 3 Esta lesis esta’ demostrada admirablememv, P‘" („m85 . u; an. du fini dans l'infini selon l’E‘thique de Spinoza”, Revue Philosophlqw’ n" 2,19864»). 175

singularesjmodos finitos. (‚‘onstdtamos. en primer Iugar, que 1mm 64 n0 nos da, en o] Pensamiento. e! equivaleme modal de la [0% t'on'us universi en 1a Exu—xnsio'n. Esta omisivn'n es, en si misma‚ „im tomätica dado que „s‘eüala. de hecho. la dih'cultad que hay en “um“, reaimeme el entendimiemo, absolutamente infinito, de] (‚’onjumod, todas las reladones ideales que regulan, en el Pensamiento, 13545 temn‘naciones de las ideas como ideas de modos existentes. EI m m0 Spinaza, en un atajo asombroso. sugiere, desde e} pn'mer DM" go de! Tmmdo breve. que el entendinn'ento. causa immanente des“s ideas. puede tambie’n ser entendido como "rada. en cuanto que mm de sus conceptos".‘ Tode que n0 sen’a nada sin sus partes, simun ‘ente de razo’n" o un “absurclo'.'s Dins, por otra parte. no piensaym se piensa segün las “nociones comunes". Dios n0 piensa ——_v ms. pien‘sa‘w ma’s que por 1a idea adecuada de su propia esencia o pm‘d com‘unto" infim'to de las ideas aderuadas de las esencias singmm elemenms de! Tode infim'to que forma e! emendimiento absolut; mente infinito, o el modo infinito inmmliato.‘ En este „se‘ntido. mm entendimiento, absolutameme infinitu, ma’s que en actm, y «epm: e} emendinu'emo de sus ideas es tan absurdo como querer conceba' un tria'ngulo sin sus propiedades. Si el entendinn‘ento absolutanm infinito. n0 esta’ en ningu'n otro lugar ma’s que en sus ideas, goumo’ distinglln'r "entre" e! entendimiemo absolutamente infinito ‚v las Ideas‘ (en tamo que modos finitos), un modo infinito mediato ‘imemedn' rio'? Desde un punto de vista ontolo’gico, e50 parece 5er rechaudo por Spinoza, quien, tamo en Etica I. 30 como en Etira H. 4. identifn de hecho, bajo la apelacio’n "entendimiento infinito en acto' (o‘xh de Dies”) el modo infim’to imnediato y el mndo inh'nito mediam 9x; anno (.treemm", 5e pueden efe‘ctivauneme referir las “nociones mmunes“ a} modo inh‘nito mediato, esta distincio’n no tendn'a entoncvs s‘emide real um’s que wisternoln'gicamente, para la razo’n humanm tempom para e} einendin'n’tmto ahs„'()lutamente inh’nito de Dios que esta x‘a‚1.