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Alzheimer Éstas son las claves de la prevención, evitar o retrasar la aparición de las enfermedades (Prevención Primaria

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Alzheimer Éstas son las claves de la prevención, evitar o retrasar la aparición de las enfermedades (Prevención Primaria), limitar su progresión y favorecer su pronta curación (Prevención Secundaria) y minimizar las consecuencias y secuelas de la misma (Prevención Terciaria), objetivos a las que se podría sumar el procurar eludir los secundarismos y efectos negativos de las actuaciones sanitarias (Prevención Cuaternaria); todas y cada una de ellas pueden ser puestas en práctica en la enfermedad de Alzheimer. Prevención Primaria Intervienen la edad y factores genéticos, médicos, ambientales y conductuales, algunos de ellos actúan como factores de riesgo, en tanto otros actúan como protectores; unos no son susceptibles de manipulación (edad, factores genéticos, etc.), otros en cambio, sí la permiten (factores médicos, conductuales) posibilitando, por tanto, la prevención primaria. En este sentido, hoy día sabemos a ciencia cierta que los factores de riesgo vascular (hipertensión, diabetes, hiperlipidemia, etc.) son también factores de riesgo para la enfermedad de Alzheimer y, en concreto, disponemos del máximo nivel de evidencia científica de que un adecuado control de la hipertensión se sigue de una disminución del riesgo de padecer deterioro cognitivo y demencia, lo que recomienda su adecuada detección, corrección y control. Otros factores médicos que actúan como factores de riesgo y que por tanto se deberían evitar o corregir cuanto antes, son los traumatismos craneoencefálicos y la depresión. El tipo de alimentación es otro factor manipulable que puede influir en la aparición de la enfermedad de Alzheimer. Estudios muy recientes demuestran que las personas que siguen una dieta mediterránea tienen menos riesgo de desarrollar deterioro cognitivo y enfermedad de Alzheimer; aquellos que no tienen la suerte de haber nacido en esta zona geográfica y en este entorno cultural, sí podrían tratar de enriquecer sus dietas con pescados, verduras, frutas y grasas vegetales, y empobrecerlas en calorías, grasas animales y saturadas, con objeto de aproximarla a las características y cualidades de la dieta mediterránea. Los estudios también parecen coincidir en que el consumo moderado de alcohol puede proporcionar cierta protección, pero hay que tener siempre presente que el exceso o abuso de alcohol supone un importante problema de salud. No podemos, en cambio, afirmar hoy de forma categórica que los suplementos vitamínicos o de ácidos grasos omega-3(4) proporcionen una protección significativa para el desarrollo de enfermedad de Alzheimer. El aspecto más interesante de la prevención primaria es la constatación de que el cerebro es capaz de tolerar cierta cantidad de lesiones sin que aparezcan síntomas; es lo que se ha denominado «Reserva», y que explica que las enfermedades neurodegenerativas se manifiesten un tiempo después de su inicio. Las personas con más «reserva» pueden tolerar más cantidad de «enfermedad» y por tanto la expresión clínica puede retrasarse, a veces incluso diferirse, tanto que no llegue a manifestarse en la vida (el cerebro de un tercio de las personas mayores de 80 años que mueren

sin demencia, tienen hallazgos típicos de enfermedad de Alzheimer. Esta capacidad de tolerancia o reserva, que actúa como un factor protector, está influenciada por múltiples factores, siendo probablemente uno de los más importantes, por la posibilidad de modificarlo, la estimulación cognitiva. Las personas con más nivel educativo o con ocupaciones con mayores exigencias cognitivas, disponen de mayor reserva y muestran menos riesgo de demencia; una revisión muy reciente ha puesto de manifiesto que la estimulación cognitiva formal es capaz de disminuir el riesgo de demencia. Estudios epidemiológicos y de intervención también han mostrado que la actividad física y la actividad social son también factores protectores de demencia que habría que facilitar y fomentar. Consecuentemente, habría que evitar y corregir las contrapartidas de estos factores protectores, es decir, la inactividad mental, el sedentarismo y la soledad que, de hecho, se comportan como factores de riesgo.

Prevención Secundaria Es el adelanto y mejora tanto del diagnóstico como del tratamiento. El diagnóstico precoz exige por un lado disponer de buenas pruebas diagnósticas, y por otro, que éstas sean aplicadas cuanto antes. Una buena prueba diagnóstica debe ser válida, fiable, y a ser posible, reflejo de los procesos patológicos subyacentes; por otro lado, debiera ser simple, económica e incruenta. Se ha avanzado mucho en los primeros aspectos, disponiendo en la actualidad de biomarcadores biológicos y pruebas de neuroimagen estructural y funcional que facilitan el diagnóstico de enfermedad de Alzheimer, sin embargo, estas pruebas no son por el momento accesibles y su empleo se limita a centros de investigación. No basta disponer de buenas pruebas diagnósticas, es necesario además que éstas se apliquen precozmente, para ello es fundamental que exista una buena adecuación de los recursos a las necesidades y demanda del problema, lo que exigiría disponer del número adecuado de los distintos profesionales que intervienen en el proceso diagnóstico (neurólogo, neuropsicólogo, etc.). Prevención Terciaria Aspira a minimizar las consecuencias (dependencia progresiva) y el coste del proceso ya establecido y convenientemente tratado. Los costes de la enfermedad de Alzheimer son múltiples. Por un lado, los costes directos derivados de la asistencia sanitaria (consultas, pruebas complementarias, fármacos, etc.), de los cuidados formales y de la institucionalización. Por otro lado, los costes indirectos de los cuidados informales proporcionados por la familia y voluntarios y de las jornadas perdidas por estos cuidadores informales y el correspondiente lucro cesante, así como el coste de las adaptaciones del entorno. Por último, existe un coste intangible e incuantificable derivado del daño físico, emocional y moral que esta enfermedad conlleva tanto en el paciente como en su entorno próximo.

DIABETES Prevención Primaria Acciones dirigidas a evitar la aparición de la enfermedad. a) En la población general (Promoción de salud) 1. Mantener peso ideal para la talla. 2. Práctica de ejercicio físico sistemático. 3. Dieta apropiada baja en sal, normocalórica, rica en fibra, vegetales, frutas y vitaminas, baja en ácidos grasos saturados (< 10%) y azucares refinados. Estas medidas implican acciones intersectoriales (agricultura, medios masivos de comunicación social, instituciones deportivas, educacionales, culturales, gastronómicas, etc.). b) En la población en riesgo de Diabetes. 1. Medidas de promoción de salud ya mencionadas. 2. Prevención y/o corrección de la obesidad. 3. Evitar el uso de sustancias diabetógenas. 

Glucocorticoides



Tiazidas



Bloqueadores beta adrenérgicos



Agonistas alfa-adrenérgicos



Fenotiazinas, antidepresivos tricíclicos



Difenil-hidantoína



Disulfuro de carbono/nitrosaminas



Acido nicotínico



Pentamidina



Interferón alfa



Vacor (rodenticida) INDIVIDUOS DE RIESGO • Mayores de 45 años. • Obesos de más del 20% y/o índice cintura cadera: >0.9(hombres), >0.85(mujeres) y/o IMC ≥ 27 kg-m2 • Diabetes gestacional previa.

• Antecedentes de DM en familiares de primer grado. • Mujeres con hijos macrosómicos (> 4000 gramos) y /o antecedentes obstétricos patológicos (muertes perinatales, malformaciones, congénitas, prematuridad, hidramnios • Antecedentes de hiperglucemia /glucosuria previa. • Alteración de la Glucosa en Ayunas (AGA) • Hipertensión arterial • Dislipémicos: HDL-Colesterol: M: < 0.9 mmol /l, F: < 1 mmol /l. Triglicéridos > 1.7 mmol /l • Menores de 50 años con aterosclerosis clínica. • Grupos étnicos especiales (amerindios, polinesios, hispanos, negros) • Bajo peso al nacer Obesidad central: Índice cadera/cintura > 0.90 hombres, > 0.85 mujeres Indice de Masa Corporal (IMC) >27 kg/m2 (o más de 20% del peso ideal) Microalbuminuria: ≥20 mg/min. (o índice albúmina/Creatinina ≥30 mg/g.) Hiperuricemia Prevención secundaria: Acciones dirigidas a evitar el progreso de la enfermedad, tiene como objetivos: 1. Diagnóstico precoz. 2. Procurar la remisión de la enfermedad. 3. Retardar la progresión de la enfermedad. 4. Prevenir la aparición de las complicaciones agudas y crónicas. Las medidas se fundamentan en i) identificación de los casos de riesgos para hacer el diagnóstico temprano y ii) el control metabólico óptimo de la enfermedad.

Prevención terciaria. Acciones dirigidas a: 1. Identificar tempranamente las complicaciones. 2. Retardar la progresión de dichas complicaciones. 3. Evitar y/o tratar las discapacidades que éstas provocan.

4. Impedir la mortalidad prematura. Las medidas se fundamentan en la evaluación sistemática, clínica y de laboratorio de los diabéticos y acciones multidisciplinarias en la terapéutica

http://www.sld.cu/galerias/pdf/sitios/diabetes/programa__nacional_de_diabetes.pdf