7. Alta Edad Media

Hª MEDIEVAL Tema I. Concepto de Edad Media y su periodización La Edad Media es un gran período histórico en que los hist

Views 173 Downloads 5 File size 735KB

Report DMCA / Copyright

DOWNLOAD FILE

Recommend stories

Citation preview

Hª MEDIEVAL Tema I. Concepto de Edad Media y su periodización La Edad Media es un gran período histórico en que los historiadores han inventado una división artificial por periodos para darle una organización. Las sociedades que lo viven, sin embargo, no son conscientes de vivirlo. Solo desde la perspectiva histórica se puede valorar la realidad histórica. El concepto fue inventado por los renacentistas porque ellos consideraban que el Humanismo y el Renacimiento era un periodo diferente y que superaba a la cultura de los siglos anteriores. Ellos querían unir su cultura con la tradición clásica, de manera que escriben en latín o griego, dando un matiz de esplendor cultural a la época que vivían. La E. Media es el tiempo que abarca desde el acabose de la Antigüedad hasta la época marcada por el Renacimiento; un periodo que los escritores lo toman como incompatible con estas dos culturas. Esta etapa es considerada como un largo paréntesis de barbarie: el latín culto se deformó en las lenguas romances, acabando con el dominio de éste, cuyo uso se quedó en el ámbito de la religión cristiana. Además, consideraron que el arte medieval estaba vinculado con la rusticidad de esa época: asocian el arte gótico (godos) con la atrocidad. Es el triunfo de la barbarie frente al clasicismo. En el ámbito de la religiosidad también es considerada como una era oscura. En el s. XVII (1688), un historiador llamado Keller, publica un libro de historia universal, es el primero que denomina a este periodo con el concepto de E. Media y lo aplica para denominar un periodo histórico: Historia Medieval desde los tiempos de Constantino Magno hasta la captura de Constantinopla por los turcos. La E. Media es considerada entonces como un concepto histórico y alude a una connotación especifica: se infravalora este periodo, se le atribuye un significado peyorativo; incluso hoy en día se tiene esta conciencia negativa. En los siglos siguientes, todas las sociedades continuaron esta mentalidad negativa: es la época del triunfo del feudalismo frente a las luces del Renacimiento; así, en la sala del Juego de la Pelota (20 de junio de 1789) la primera medida que se tomó fue la abolición del sistema feudal. Sin embargo, en el s. XIX, los románticos tienen una conciencia de “necesidad” de volver a la época heroica, reivindican la irracionalidad de ese periodo. Además, los movimientos nacionalistas veían en la época medieval el tiempo en el que se forjaron los valores que admiraban y defendían: mitos fundacionales de cada nación. El término de E. Media va adquiriendo una forma distinta progresivamente, pero hoy día, en el ámbito académico, ya no tiene esta connotación negativa, sino que es únicamente un periodo histórico. Introducción En el marco del Mediterráneo y en Europa aparecen una serie de cambios que suponen la formación de la cultura Occidental. Se considera a la E. Media la época en la que nació Europa, o “infancia de Europa” ya que, a grandes rasgos, se configuran las fronteras de los países: Reino Alemán → Alemania… y surgen nuevos países que no existían en la Antigüedad, como Portugal. El mapa político europeo se configura en gran medida en la E. Media. El mapa lingüístico de Europa también se forma en esta época; y respecto del tema económico, se producen manifestaciones como el espíritu de lucro de la sociedad, con un protagonista: la burguesía. Como todo periodo histórico, se le puede atribuir una periodización diacrónica. El comienzo de la E. Media comienza con la decadencia y la desaparición del Imperio 1

Romano de Occidente (ss. IV y V), pero no desaparece su cultura, ya que los reinos conquistadores mantuvieron aspectos de esta: la religión, la moneda, la lengua… La realidad socioeconómica entre estos dos siglos es muy parecida; ya que, mientras que hay estructuras que cambian muy rápido (la política o sistemas de gobierno), hay otras que cambian lentamente, como la economía o las sociedades. Por este motivo hay que prescindir de utilizar una fecha exacta para delimitar un periodo en concreto. A esta época la llamamos de transición entre la edad Antigua y la E. Moderna. También hay que tener en cuenta que la E. Media no acaba en un año, sino que hay un periodo de transición en los ss. XV y XVI. Entre estas dos transiciones el periodo está dividido en 3 fases distintas: 1. La Alta E. Media (ss. VIII-XI). Presenta una tendencia histórica predominante: estancamiento o falta de desarrollo en Europa Occidental, en contraposición con lo que ocurre en el Imperio Bizantino, que vive una época de esplendor. 2. La Plena E. Media (ss. XI-XIII). Es una etapa considerada de crecimiento y expansión demográfica, económica, militar y cultural. Las Cruzadas. 3. La Baja E. Media (ss. XIV-XV). Existe un doble proceso histórico: crisis con connotaciones catastróficas (la peste negra y la Guerra de la 100 años) y es una época de cambios que conducen a la consolidación de la E. Moderna. Tema II: La Antigüedad tardía y la transición a la E. Media (ss. V-VII) Tema II.1: La transición de la Antigüedad a la E. Media. La Europa de los reinos germánicos Esta etapa es característica porque se puede distinguir plenamente lo que ocurre en Oriente y en Occidente, primero porque los cambios en el ámbito político son muy profundos en Occidente; mientras que la permanencia es lo que caracteriza a la transición en Bizancio. En segundo lugar, se suceden las invasiones germánicas, en las que descansa el origen de un nuevo mapa político de Europa. Crisis y decadencia del Imperio Romano. El Imperio Romano es el primer gran imperio de la cristiandad que decayó, y que ha invitado a reflexionar el porqué de este suceso, al que no se le puede atribuir una sola causa como verdadera y totalitaria, sino que la decadencia está sujeta a varias: en términos de rigor histórico, hay que acudir a un conjunto de causas interrelacionadas, y se suele deducir que la crisis bajo-imperial se produjo debido a una sucesión de desequilibrios, entre ellos, está la sucesión de crisis internas para hacer frente a la amenaza interna. Entre los factores que desarrollaron este desequilibrio, el más llamativo van a ser las crisis políticas y los sucesos militares: la Anarquía del s. III (235-284), en la que el imperio pasa por una etapa caótica. Roma vive una situación de golpes de estado continuos, rebeliones contra los emperadores y guerras civiles (legiones enfrentadas entre sí). Durante estos 50 años se llegaron a conocer hasta 100 emperadores; algunos legitimados por el Senado, pero otros no lo fueron y actuaron como tal. Esta crisis política se vio agravada por una crisis fronteriza importante. Si en el s. I d. C. Roma alcanzó unas fronteras estables que discurrían siguiendo el cauce del Rin y del Danubio en Europa, el Éufrates en Asia y la frontera con el desierto del Sáhara en África; con esto no se quiere decir que no fueran problemáticas. Algunos pueblos aprovecharán para hacer incursiones masivas en el imperio en las fronteras y llevar a cabo actividades cuyo objetivo era el robo. Desde este momento 2

el imperio romano será incapaz de hacer frente a esas incursiones, ya que se demostró que las fronteras eran inseguras. Se sacó una doble lección que manifestó la debilidad política: la primera es que un imperio tan extenso resultaba imposible de gobernar de manera centralizada desde Roma por un emperador; y la segunda es que el imperio necesitaba reforzar sus defensas en las fronteras. La consecuencia de esta doble lección la va a extraer Diocleciano, un general que se convirtió en emperador por medio de un golpe de estado, que sí consiguió pacificar el imperio momentáneamente: consciente de la debilidad e imposibilidad de gobernar con un sistema centralizado, va a realizar importantes reformas en las que ideará una estructura política descentralizada, y llama a este modo la tetrarquía. Consiste en utilizar 4 emperadores que no sean iguales entre sí, sino que posean una diferencia jerárquica: 2 recibieron el título de Augustos, que van a nombrar a otros 2, que reciben el título de Césares. Así quedaba dividido el imperio administrativamente en 4 partes y se mantenía la legitimidad del imperio. Este sistema estaba pensado para asegurar una sucesión pacifica en el poder, porque preveía que los 2 emperadores Augustos, de mutuo acuerdo y siempre de forma voluntaria, dejaran el poder; y los 2 Césares pasarían a ser Augustos, y nombrarían a otros 2 Césares. Así pues, la respuesta para asegurar unas maltrechas fronteras era reforzar el lines: hacían falta más hombres, más influencia en la actividad militar. Pero debían ser pagados y equipados, así que los impuestos van a subir. El sistema ideado por Diocleciano no funcionó porque el sistema no tenía en cuenta los posibles desacuerdos que pudiera haber entre los emperadores y no tuvo en cuenta que la forma de nombramiento no funcionaba en una sociedad en la que primó un sistema de heredamientos de sangre, de manera que los hijos de los Augustos tenían la capacidad y el “deber” de reclamar ese título, en lugar de ser heredados por los Césares. Esto dio lugar a una nueva guerra civil en la que el triunfante va a ser Constantino, quien se hará con el poder único en el imperio, siendo consciente que gobernar de forma unificada traía sus riesgos. Así que él ideó un nuevo sistema de descentralización, por medio de la división administrativa del imperio en 3 grandes zonas denominadas prefecturas del pretorio en Occidente, Centro y Oriente. Este sistema tampoco funcionó porque era evidente que los problemas del gobierno eran demasiado graves como para mantener su unidad: las características económicas y demográficas entre Oriente y Occidente estaban comenzando a ser dispares, además de culturalmente. Esa realidad fue la que a finales del s. IV, el emperador Teodosio dividió el imperio en 2 estados distintos: el Imperio Romano de Occidente, con capital en Roma, y el Imperio Romano de Oriente, con capital en Constantinopla. A la muerte de Teodosio, el primero será gobernado por su hijo Honorio; y el segundo, por su otro hijo, Arcadio. Estos desequilibrios condujeron también al aumento de las consecuencias de largo alcance, a desequilibrios más profundos: el económico, en parte, por la dinámica económica interna y por las decisiones políticas. En el s. III se produce un fuerte retroceso demográfico, con indicios indirectos que apuntan a constantes denuncias de falta de mano de obra: hay menos campesinos en el campo; y de los oficios en las ciudades y falta de personal en el ejército. Esta regresión demográfica es más profunda en Occidente que en Oriente. Es un momento en el que el imperio tiene necesidad de hombres. La actitud que tuvieron los emperadores para hacer frente a este problema es llevar a cabo una política autoritaria en la que se imponía a los hombres a permanecer en sus profesiones. Pero además, era necesario la obtención de recursos, que procedían de los impuestos, por lo que la presión fiscal del estado se disparó, y ocurrió un descontento social y la ruina de los que no pudieron hacerlos frente. En la economía romana se produce una ruralización con la detracción 3

de la mano de obra, con la consecuente caída de la producción; pero el consumo se mantiene, con lo que se produce otro desequilibrio. Las repercusiones económicas fueron notables, pero estos desequilibrios llevaron asociados repercusiones sociales de largo alcance. Esas consecuencias y transformaciones sociales son: 1. El estado se convierte en el “enemigo del ciudadano” al obligar a los hijos que se mantengan en el trabajo de los padres, etc. Es un estado asfixiante que coarta la libertad de los ciudadanos, y para muchos ellos, la posibilidad de que el estado desapareciera se convertía en una liberación. La llegada de los germanos se tenía como una liberación. 2. Se observaba una ruralización social: los sectores sociales urbanos son cada vez más pequeños porque la actividad económica está decayendo. Pero es más grave aún porque se produce una simplificación de la sociedad: en el marco urbano, los sectores sociales dedicados al comercio es cada vez menor, ya que las clases medias urbanas empiezan a desaparecer; y en el campo están desapareciendo los pequeños y medianos propietarios. 3. A estos desequilibrios hay que añadir los de carácter cívico y moral o religioso. Los ciudadanos maltratados por el estado significó el dejar de estar identificado con él, y los valores cívicos dejan de ser legítimos, con lo que no tienen interés en defenderlo. Se vio complicada esta situación con el triunfo del cristianismo, que rechazó el culto politeísta y arrebató el culto al emperador, que era lo que unía a la sociedad romana. Así pues, el cristianismo, monoteísta y excluyente, no aceptaba el culto al emperador. De esta forma va a provocar una ruptura y un enfrentamiento entre los cristianos y los paganos. A pesar de todos estos desequilibrios, el Imperio Romano no murió de muerte natural, el Imperio Romano murió asesinado. En este proceso de cambios se sucedieron una serie de invasiones germánicas que provocarán su desaparición. Estos pueblos se distinguen en 3 grandes grupos: los turcos, procedentes de entre el Mar Negro y el Caspio; los hunos, procedentes de las estepas de Asia; y los germanos, el más numeroso de los bárbaros que propiciaron esta oleada de invasiones. Los germanos no son un grupo uniforme, sino que están agrupados en distintas tribus o pueblos con distintas culturas. Se ponen en movimiento en el s. V, pero hay que preguntarse si fueron invasiones o migraciones. Unas veces, la incursión en el imperio fue violenta, pero en otros muchos casos, estos entraron de forma pacífica y pactada, como en el caso de los galos; y otras veces, era el propio imperio el que contrataba a soldados germanos. Además, si estas eran violentas, se pactaba para que se asentaran de manera pacífica en los llamados acuerdos de hospitalidad o foedus. Desde el punto de vista socioeconómico, las tribus germanas no eran igualitarias, sino una aristocracia, con una economía basada en la agricultura y en la ganadería, pero en ningún caso era una sociedad urbana, ya que no comerciaban ni producían artesanía. Desde el punto de vista político, no conocían el estado, pero sí constituyeron monarquías, caracterizados por ser monarcas-guerreros elegidos por la aristocracia. La institución política básica era la Asamblea de Hombres Libres, que tomaban decisiones que afectaban a las tribus. Lo que define a un hombre libre es su capacidad para guerrear. Ellos creían en la existencia de un paraíso (Walhala), al que iban las almas de los guerreros conducidas por unas mujeres (Walkirias); y en el que había dioses, como Odín y Thor. El fenómeno de las invasiones se produjo entre los años 378-476, teniendo en cuenta un factor fundamental que viene de las estepas asiáticas. Los hunos se pusieron en movimiento, no se sabe el porqué, pero se cree que huyeron del imperio chino. Estos guerreros, montados en caballos pequeños, pero robustos, desplazaron a las tribus de los 4

alanos y ostrogodos, llevando la presión de estos pueblos germánicos hacia las fronteras del Imperio Romano. Los visigodos fueron los primeros en irrumpir violentamente en el 378, y se vieron obligados, por esta presión, a luchar y derrotar a los romanos en la famosa batalla de Adrianópolis, tras la cual, se les ofreció un foedus. Este acuerdo fue válido hasta el 395, año en el que se produjo la separación del imperio por la muerte de Teodosio. Arcadio se negó a aceptar este acuerdo e hizo lo que pudo para expulsar a los visigodos, de manera que comienza un nuevo periplo de estas invasiones en el resto del imperio, que desembocarán en el saqueo de Roma en el 410, que será destruida por primera vez en la historia por un pueblo bárbaro. En el 418 se volvió a firmar un foedus por el que se les permitió asentarse en el sur de la Galia. Entre los años 395 y 418, tuvo lugar un acontecimiento, en el 406, en la frontera del río Rin el 31 de diciembre de 306, aprovechando el año nuevo y su celebración por los soldados y las placas de hielo del río, atacaron y los suevos, vándalos y alanos estuvieron saqueando la Galia sin que los romanos pudieran detenerlos. Además, en esa fecha, los soldados romanos se encontraban defendiendo Italia de los visigodos, lo que permitió el avance de esos pueblos. En el año 450, los hunos cruzaron el Rin y se van a encontrar con todos estos pueblos ya asentados, y es cuando se va a producir una coalición de romanos y germanos que derrotarán a Atila. En el 476, un general romano llamado Odoato, depuso al último emperador del Imperio de Occidente: Rómulo Augústulo, y envió las insignias imperiales al emperador de Oriente. Tras la desaparición del imperio de Occidente, a finales del s. V y principios del s. VI, la situación se caracteriza por la fragmentación del mapa político, de manera que surgen pequeños reinos dirigidos por monarquías: el reino de Siagro, el reino visigodo, que extendió su influencia hacia Hispania, pero los suevos resistieron en el Norte y Galicia; los vándalos ocupan el Norte de África, parte de Sicilia, Baleares, Córcega y Cerdeña; en Italia, Odoacro se establece durante un tiempo, pero es invadida por los ostrogodos; al Norte se constituyó el imperio borgoñón, el franco y el de los alamanos. Este mapa inicial va a ser muy inestable, con cambios políticos constantes: el crecimiento de los francos (ss. VI-VIII) y de la monarquía franca van a protagonizar un proceso de expansión hacia el Sur y, en el 507, derrotarán a los visigodos en la batalla de Vouille, por la que los desplazó a Hispania. El reino ostrogodo desaparece a lo largo del s. VI, debido a la presión establecida por el imperio Bizantino y por los lombardos. El reino vándalo también va a desaparecer en el s. VI como consecuencia de la expansión Bizantina; y en la antigua Britania romana, los pueblos constituirán la heptarquía anglosajona. Los suevos desaparecerán en el s. VII por la expansión de los visigodos dentro de la Península Ibérica. Cambios socioculturales de esta nueva Europa que crean los germanos Desde un nuevo punto de vista político, existe una ruptura que se aprecia fuertemente. Desde el socioeconómico, no hay ruptura, sino continuidad: el predominio de la economía agraria frente a la urbana se ratifica durante esta etapa, en la que predominan los latifundios y se observa un aumento de la importancia en la ganadería, porque eran pueblos nómadas con hábitos alimenticios distintos de los de los romanos. Se produjo una contracción del comercio y se volvió en muchos lugares al trueque de alimentos. El mundo urbano experimentó un fuerte retroceso, pero es una continuación de lo que ya existía. La economía es autárquica. Desde el punto de vista de la sociedad hubo una novedad, y es que llegó una nueva élite social, una minoría en comparación con la masa de población; pero que era una minoría dirigente. En los primeros momentos de las invasiones germánicas, se trataba de una sociedad dual, ambos grupos 5

diferenciados por sus tradiciones; pero desde el primer momento se contribuyó a la fusión de las dos sociedades. Y se contribuyó por medio de dos factores: 1. La religión. Los germanos aceptaron el cristianismo, porque estaban interesados en conseguir el apoyo de la mayoría de la población cristiana. El primer germano que se convirtió al cristianismo fue el rey Clodoveo. 2. El ejército. El reclutamiento abierto tanto a germanos como a romanos. Hay otros factores, como el derecho romano, que los germanos adoptaron porque se dieron cuenta de que daba ventajas; y lo mismo ocurrió con el latín. Las relaciones familiares germano-romanas estuvieron prohibidas en un primer momento, pero las aristocracias de ambas culturas se fueron uniendo progresivamente hasta que esas leyes fueron derogadas. De esta manera, se produjo la fusión de ambas sociedades. El resultado de esa fusión fue una sociedad nueva que ya era diferente en muchos aspectos a la romana bajo-medieval y que va presentar una serie de características que apuntan a lo que va a ser la sociedad medieval: 1. Es una sociedad en la que los vínculos de dependencia personales son muy fuertes. Como consecuencia de la progresiva debilidad del estado romano y del progresivo aumento del poder económico de los grandes propietarios, las relaciones públicas entre ciudadano y estado se fueron debilitando, a favor de las relaciones entre el propietario de las tierras y los campesinos. Eso quiere decir que los grandes propietarios empiezan a ser fuertes y empiezan a formar y reclutar sus propios ejércitos privados, e impedir que los agentes públicos entren en sus dominios para cobrar impuestos. Además, son más fuertes para que los impuestos, los campesinos, en vez de pagarlos al estado, los pagan al señor. Se apropian de los recursos fiscales del estado. La ley ahora la crea el señor, y la aplican los jueces señoriales. Esto se llama privatización del poder político. Esa relación privada se fundamenta en algún tipo de compromiso de fidelidad por parte del sometido hacia el señor: esto apunta al régimen feudal. 2. Aparecen antiguos criterios, reforzados, de diferenciación social. Deja de haber diferencia cultural desde que se juntaron ambas culturas. Los criterios de jerarquización son la sangre (aristocracias romanas-germanas), las tierras (sociedad de señores y campesinos), y en la base de la sociedad, los esclavos, durante la época germánica, se procederá a una progresiva liberación de la esclavitud. La esclavitud sigue existiendo, pero es menos importante, sobre todo, en términos económicos. Por encima de ese grupo, hay campesinos que trabajan tierra ajena; se les llama también colonos. Son hombres libres, pero van a estar vinculados a la tierra, y carecen de libertad para abandonarla. Y se encuentran campesinos que mantienen su propiedad, pero es un grupo que también están en decadencia, en beneficio de la aristocracia, que constituye la cúspide de la sociedad. Esta aristocracia la constituye las antiguas familias aristócratas germano-romanas: aristocracia guerrera y terrateniente (feudal). 3. Otra consideración es la situación de la cultura, que durante estos siglos (VVIII) tiene un escaso desarrollo. Las manifestaciones culturales más importantes de los germanos eran las “sagas”, no escritas. Sin embargo, la cultura intelectual romana también estaba en decadencia y, además, experimentó un cambio importante, ya que se cristianizó en los dos últimos siglos de época romana. En el 313, Constantino emitió un edicto llamado Edicto de Milán cuya base era la tolerancia, y que decía que se acabarían las persecuciones que los cristianos sufrieron en los tiempos de Diocleciano; de manera que en tiempos de Teodosio, se convirtió el cristianismo en religión oficial del imperio. Se inicia así un proceso de asimilación de la cultura antigua por parte de los autores cristianos. Una parte de la literatura empieza a ser interpretada a la luz del pensamiento cristiano. Un autor de la época germánica, Isidoro de Sevilla, escribe su obra Etimologías donde explicaba una enorme cantidad de conceptos del conocimiento 6

clásico; y gracias a esa enciclopedia, el conocimiento clásico se conoció durante toda la E. Media. En Occidente, entonces, ha desaparecido el imperio romano, surgen imperios germánicos, la economía se sigue ruralizando, la sociedad se ha simplificado, y la cultura está en un periodo de degradación. Este proceso, ahora bien, no se produjo en Oriente, sino que surgió un nuevo imperio que mantuvo alguna de las tradiciones romanas. TEMA II. 2. Origen y desarrollo inicial de Bizancio Desde la crisis del s. III se fue haciendo un progresivo distanciamiento entre ambas partes del imperio. Se produjo en muchos terrenos, así, por ejemplo, pese a un estancamiento demográfico en Occidente, en Oriente, la crisis demográfica no es tan aguda. Desde un punto de vista económico, la economía Occidental se fue ruralizando, pese a que la economía urbana en Oriente fue pujante. El Occidente romano tenía una base latina, el Oriente romano tenía una influencia griega, de tal forma que la definitiva división del imperio romano no parece que sorprendiese a nadie. A partir del 395 estamos ante la aparición de un nuevo imperio, con capital en Constantinopla, fundada por Constantino a principios del s. IV, porque necesitaba una nueva Roma en la parte Oriental del imperio. Así pues, esta división quedó configurada durante el gobierno del emperador Teodosio, de manera que Oriente quedó integrado por todas las provincias orientales: Asia Menor, la orilla Este mediterránea y Egipto. Esta parte del imperio contaba con las provincias más ricas. No va a ser fácil la historia del imperio bizantino, arranca desde finales s. IV y va a desaparecer en 1453, y, en buena medida, durante esos 1000 años, fue una lucha constante por la supervivencia desde el primer momento. En concreto, el primer siglo fue especialmente difícil porque tuvo que hacer frente a los mismos retos que hizo el de Occidente, pero el de Oriente sí consiguió sobrevivir. Problemas externos: Las invasiones bárbaras. Se vieron afectado de forma más tempranas (en el año 280, los visigodos derrotan a los romanos). Tras la muerte de Teodosio, durante el gobierno de Arcadio, tuvieron que enfrentarse a la revuelta de los visigodos, a los que lograron expulsarlos y empujarlos hacia Occidente, gracias a la suficiente capacidad económica para mantener a un ejército que pudiera hacer frente a las invasiones; y para sobornar a los visigodos con la condición de que abandonasen y se dirigieran a Occidente. Con esto se disolvió el peligro. En el 435 se produjo una segunda amenaza grave, que viene de la mano de los hunos, dirigidos por Atila, que estuvo a punto de asediar la capital, dándose la circunstancia de que las murallas habían sufrido un derrumbe como causa de un terremoto. Los bizantinos consiguieron que los hunos abandonen el imperio por el mismo modo que utilizaron con los visigodos. En el 453, el imperio volvió a conocer una tercera oleada de invasiones: los ostrogodos. De nuevo, el imperio tuvo que emplearse a fondo para conseguir la retirada de los ostrogodos hacia Occidente, que consiguieron en Italia su propio reino. Tanto en el caso de los visigodos como en el de los hunos, habían afectado al área balcánica, pero en ningún momento estos pueblos fueron capaces de tomar Constantinopla ni internarse hacia Asia Menor. Esto quiere decir que, a pesar de las destrucciones que sufrieron, las provincias más ricas

7

quedaron intactas, con lo cual, en todo momento el imperio pudo hacer uso de los recursos fiscales para poder enfrentarse con éxito a las amenazas germanas. Problemas internos El problema que más desestabilizó al imperio bizantino durante el s. V fue el religioso. Es un problema dogmático, relacionado con la definición del dogma católico, que ocasionó una desestabilización política, porque el pueblo vivía con especial intensidad todo lo relacionado con la filosofía, conectado con la teología. De esta manera, un problema religioso acaba convirtiéndose en un problema militar y político. Este problema consiste en que el religioso va a recibir el dogma de la Trinidad (un dios, tres personas) y el dogma de la doble naturaleza de Cristo (humano y divino). En el Concilio de Nicea, del año 335, en el que se aprobó el Credo, encontró resistencia para su aceptación en el ámbito Oriental, primero por el arrianismo (entre padre e hijo no había relación de igualdad), condenado y extendido entre los visigodos; y después por el nestorianismo, que quiere decir que Cristo solo es humano (el que muere en la cruz es hombre, no Dios), también condenado y perseguido, pero que ha llegado a nuestros días. Surgió otra interpretación distinta que se desarrollo en Egipto: se niega la naturaleza humana de Cristo; va a tener un éxito extraordinario, y se conoce como el monofisismo. El poder político se vio obligado a perseguir a aquellos paganos. Los problemas de carácter estrictamente políticos derivaban de, primero, la debilidad de algunos emperadores, cuyo derecho quedó en manos de camarillas, a veces, se van a encontrar a altos funcionarios y a generales del ejército (el alano Aspar); y segundo, por la inexistencia de un criterio sucesorio claro: las mujeres no podían ejercer el poder directamente. A pesar de estos problemas, internos y externos, el balance que puede hacer en el s. V del imperio bizantino, es positivo, ya que políticamente, se consiguió mantener su unidad, cosa que no ocurrió en el imperio de Occidente; pero, además, se mantiene como un estado regido por un emperador autocrático, que tiene a su servicio funcionarios y un ejército profesional. La economía siguió desarrollándose, y la urbanización era pujante. A principios del s. VI, el emperador Anastasio murió sin descendencia. Entonces, el que había sido el jefe de la guardia pretoriana, Justino, hereda el poder, y con esto, llegaba una nueva dinastía, que dirigirá el destino del imperio durante todo el s. VI: la Justinianea. Sin duda alguna, el emperador que va a marcar la pauta de la vida política bizantina va a ser Justiniano, que accede el poder heredándolo de su tío en el 527 y va a estar en el poder hasta el 565. Va a marcar el siglo y la historia política de Bizancio por la trascendencia de la obra de su gobierno, que se va a materializar en varios aspectos: 1. Su obra jurídica. El código de Justiniano, una recopilación de leyes, del derecho romano, que recoge las leyes romanas desde el s. II hasta el 527. Esta recopilación es la que, en buena medida, se va a conocer durante toda la E. Media, que permitió la supervivencia de este derecho. 2. La obra religiosa. Fue un ardiente defensor de la iglesia católica, que le llevó a perseguir a los arrianos, acabar con el paganismo y con las herejías, entre ellas, la nestoriana. 3. Su política conquistadora. Se rodeó de generales (Belisario) y consiguió un proyecto de reconquista del imperio romano. Él pensaba que las monarquías germánicas eran demasiado débiles, que la inmensa mayoría de la población seguía siendo de origen romano y que no tenían por qué identificarse con los nuevos dirigentes, de manera que 8

pensaron que si llevaban a cabo una serie de campañas militares en Occidente, podrían contar con el apoyo de la mayoría de la población. Comenzó estas campañas para la reunificación del imperio. La expansión territorial En aplicación de ese proyecto de reconquista del Mediterráneo Occidental, Justiniano llevó a cabo una serie de campañas militares: La primera fue en el año 533 contra el reino vándalo, que se asentó en el Norte de África, y que habían extendido su área de influencia hacia algunas islas del mar (Sicilia). El ejército bizantino se dirigió a luchar contra el vándalo y, aprovechando una crisis política interna, muy rápidamente consiguió un éxito resonante. El reino vándalo quedó entregado al imperio bizantino. Visto el éxito, se puso en marcha una segunda marcha de conquista, esta vez, dirigida hacia la península italiana, que había sido confirmada un reino germánico dirigido por la monarquía ostrogoda. Las tropas bizantinas desembarcaron en Italia y en poco tiempo se hicieron con el control de la península italiana, con ciudades como Roma en el año 535. Es desmantelado este reino en poco tiempo, pero, estos sí se resistieron a la invasión bizantina, de hecho, se inició una guerra entre los imperios bizantino y ostrogodo que duró 30 años. Por tanto, el control de Bizancio sobre Italia fue relativo; no obstante, a pesar de las dificultades que encontraron en Italia, Justiniano continuó con su proyecto y, en el año 554, las tropas bizantinas se dirigieron contra el reino visigodo de Hispania. De nuevo, aprovechando una situación interna complicada para los visigodos, los bizantinos desembarcaron en el sureste de la península. No pudieron hacerse con el control de toda la península, pero sí consiguieron instalarse en la región Sur-Oriental de ella. Hacia el año 556, en cierta medida, Justiniano consiguió reconstruir la unidad del Mediterráneo, que volvía a ser un mar romano, en este caso, bizantino. Sin embargo, las bases de esta expansión eran muy débiles. En los tres ámbitos de conquistas: el Norte de África, Italia e Hispania; los bizantinos tuvieron extraordinarias dificultades para establecer una situación de dominio estable, además, el coste humano y económico de esas empresas fue muy elevado, de tal forma que para llevarlas a cabo, el imperio procedió a aumentar los impuestos para buscar recursos económicos con los que financiar las campañas. Además, debido a que los recursos eran insuficientes, las tropas bizantinas tuvieron que llevar a la práctica actos de presión y robo sobre las poblaciones vecinas. Pero además, tuvo otra consecuencia importante, y es que al centrar sus esfuerzos en Occidente, acabaron descuidando las fronteras del imperio en Oriente. En consecuencia, la política expansiva era realmente insostenible, y eso se puso de manifiesto después de la muerte de Justiniano: durante toda la segunda mitad del s. VI, los sucesores de Justiniano tuvieron que realizar una política de repliegue de las provincias occidentales ganadas. Tanto el Norte de África, en Italia, y en la Hispania visigoda, el imperio bizantino fue perdiendo posesiones. A comienzos del s. VI en el Norte de África se habían perdido todas las posesiones, excepto Cartago. A la resistencia que propiciaron los ostrogodos, vino la presión de otro pueblo, los lombardos que sí consiguieron derrotar a los ostrogodos, y cuya presencia quedó en Rávena y el Norte de la península. El repliegue fue enorme, prácticamente, Bizancio tuvo que dar por liquidada su presencia en Occidente. El proyecto de reconstrucción de la antigua unidad imperial había fracasado. Durante esta segunda mitad del s. VI, el imperio entiende que tiene que hacer frente a nuevos problemas en aquellas fronteras que había descuidado.

9

Situación tras la expansión territorial bizantina El pueblo eslavo será meterá presión al imperio bizantino. En la frontera balcánica se van a infiltrar los eslavos, pero también se va a experimentar una invasión, debida a los ávaros, que conseguirán asentarse en el interior del imperio. Por tanto, este descuido propició que dos pueblos, de distancia procedencia, se internaran por las fronteras balcánicas. Además, las fronteras orientales experimentaron una nueva amenaza: el tradicional vecino, el imperio sasánida (capital Ctesifonte), cuando Justiniano puso en marcha sus campañas en Occidente, se esforzó por llegar a un acuerdo con los emperadores persas para que no atacaran esas fronteras, y para que sus espaldas quedasen cuidadas, en la firma del Tratado de la Paz Perpetua; un tratado muy costoso para el imperio bizantino, fundamentado en el pago de tributos a cambio de ese compromiso. Este acuerdo le dio estabilidad a las relaciones, pero era muy costoso. Los sucesores de Justiniano, se negaron a ratificar ese acuerdo. El resultado de la ruptura de ese pacto fue la guerra entre estos dos imperios. En consecuencia, durante la segunda mitad del s. VI, el imperio no solo perdió sus posesiones en Occidente, sino que tuvo que emplearse a fondo con dos peligros en Oriente: el problema de los eslavos y ávaros y el del imperio persa. A esas dificultades políticas y militares vinieron a añadirse complicaciones de índole económica y demográfica. Surgió una epidemia que acabo con una incidencia negativa muy aguda. Es el primer brote de peste negra que aparece en Europa. A pesar de todas estas dificultades, hay que reconocer que, en comparación con lo que ocurría en Occidente, el imperio de Oriente siguió siendo fuerte y estable y consiguió llevar a cabo una reconstrucción del imperio romano. Durante estos dos primeros siglos de historia (V y VI), el imperio bizantino se organizó como un estado, mantuvo las características que en Occidente se perdieron y, por tanto, se configuró como una monarquía, centralizada, autocrática, en la que el emperador centraba todos los poderes y estaba por encima de la ley. A través de una serie de instituciones, el imperio podía realizar una política uniforme y dependiente del poder central, de Constantinopla; para ello, se mantuvo un funcionariado muy amplio y una serie de cargos políticos que eran los que, en nombre del emperador, ejercían sus distintas funciones en el ámbito militar, político, etc. El imperio bizantino quedó dividido en provincias para su administración, y a cargo de cada provincia había un gobernador que se encargaba de las cuestiones civiles, y un jefe militar, un dux, que se encargaba de las cuestiones militares. Este ejército era estatal: estaba organizado y financiado por el estado, no por la nobleza. Para poder pagar a todo el aparato administrativo, hacía falta un sistema fiscal público, que era la herencia de la antigua fiscalidad romana. En definitiva, desde un punto de vista institucional, el imperio bizantino, se convirtió el heredero del imperio y mantuvo la estructura del este. La realidad socioeconómica del imperio La base de la economía bizantina era la agricultura, en la que se van a destacar la importancia de los latifundios. Los grandes propietarios se pueden dividir en 3 grupos: uno, los grandes propietarios privados, la nobleza bizantina, dueños de grandes fincas, que explotaban las tierras usando campesinos y que, en algunas ocasiones, tuvieron la tentación de crear auténticos señoríos, recaudando ejércitos privados o impuestos públicos. Hay una diferencia importante, y es que en Oriente, los emperadores eran fuertes durante esta época como para impedir que esos procesos de privatización llegaran a consolidarse. El segundo tipo de propietario era el estado, el 10

mayor propietario de tierras, que las explotaba mediante mayordomos, encargados de la gestión de las tierras públicas. Un tercer tipo era la iglesia, cuyos bienes procedían de las donaciones que le otorga el estado y por las tierras que las personas les regalaban, de manera que acabaron convirtiéndose en el mayor poseedor de tierras. Hay otra diferencia importante por lo que respecta la propiedad de la tierra con Occidente: en Oriente, la pequeña y mediana propiedad campesina se mantuvo, es más, supieron defenderse frente a las presiones de los grandes propietarios y frente a la fiscalidad pública, mediante su unión en aldeas, pobladas por campesinos libres. Esta unión tenía ventajas, como una solidaridad interna, que les permitía tener financiación para costear elementos productivos caros (molinos y hornos), que explotasen conjuntamente bienes comunes (bosques, ríos), y hacer frente colegiadamente a las exigencias fiscales del estado. La economía agraria era muy rudimentaria, pero la producción agraria consistía en los cereales, la vid y el trigo. La productividad agrícola era muy baja, con lo que la sociedad campesina estaba expuesta a periodos de hambrunas. Hay otra realidad que conviene tener en cuenta y es que, al contrario que venía sucediendo en occidente, en Bizancio, la vida urbana tuvo una pujanza enorme: la ciudad y sus actividades económicas no entraron en decadencia durante este periodo en Bizancio. El imperio bizantino era un mundo urbanizado, cuyas ciudades tenían muchos habitantes (Constantinopla 400.000). Una docena de ciudades conocieron una etapa de crecimiento y esplendor. Esta pujanza está relacionada con el desarrollo de una serie de actividades económicas. En el desarrollo de la población está implicado el de las actividades artesanales de transformación de la materia prima, destinada a abastecer a una población urbana no dedicada por completo a las actividades agrarias. En definitiva, el desarrollo urbano en Bizancio corroboró un desarrollo importante de la artesanía. El hecho de que la población (iglesia, nobleza) demandara productos de lujo, provocó la expansión de artesanías de lujo. Junto al desarrollo artesanal vamos a encontrar una importante actividad comercial. La ubicación de Bizancio hace que sean necesarias las transacciones comerciales entre el campo y la ciudad. El comercio “internacional” ponía en contacto Bizancio con los otros reinos vecinos. Estaba geográficamente colocado en una posición que le convertía en el intermediario de la producción de Oriente y los sectores de consumo de Occidente. Luego Bizancio, actúa como intermediario de estos actos comerciales, lo que facilita la creación de rutas comerciales. Una de las más importantes era una ruta terrestre que atravesaba toda Asia: desde China hasta desembocar en los puertos bizantinos del Mediterráneo: La Ruta de la Seda. La seda va a ser un producto de lujo que va a fluir por esta ruta, y que los comerciantes bizantinos se encargarán de exportar por todo el Mediterráneo. Además, existía una ruta marítima que unía los países del mar Índico con Egipto a través del mar Rojo. Establecieron una serie de rutas terrestres que conectaban el imperio bizantino con el mar Báltico o las fronteras con el mundo cristiano Occidental. En este comercio empiezan a tomar un papel los judíos, debido, en gran parte, a que en toda las grandes ciudades había una comunidad judía con las que estaban en contacto y se movían con gran facilidad. En el imperio bizantino se desarrollaron instrumentos mercantiles importantes, que recuerdan a las futuras compañías comerciales capitalistas. Esas compañías comerciales son muy simples: solían aparecer dos socios: uno que ponía el capital necesario para comprar la materia prima o alquilar la embarcación, y otro mercantil, el que ejecutaba el negocio. Si el negocio daba ganancias, estas se repartían, y lo mimo pasaba con las pérdidas. Utilizaban una moneda de oro llamada nomisma, que daba aceptación en cualquier parte. Este panorama comercial tiene poco que ver con el que sucedía en Occidente, donde se habían degradado las operaciones comerciales. 11

Este auge económico y político es paralelo a un desarrollo cultural realmente importante. El imperio bizantino se convirtió en heredero directo de la cultura clásica. Se va a dar la circunstancia de que el desarrollo intelectual va a ser favorecido por el estado y por la iglesia, que necesitaban contar con un alto número de personas a su servicio que tuvieran una preparación intelectual relevante y una base cultural: nociones de derecho, aritmética, etc. para poder difundir la cultura cristiana o realizar obras públicas. Eso va a permitir, por una parte, que se cree en Bizancio una red de escuelas. Las escuelas primarias eran escuelas privadas, donde podían acudir los que podían financiarse una formación básica. Existía una escuela secundaria, donde acudían los hijos de los comerciantes, y la mayoría de las ocasiones, ya estaban vinculadas a instituciones eclesiásticas. Y también estaban escuelas superiores, donde se estudiaba filosofía, derecho, teología… Es verdad que la enseñanza superior sufrió un duro golpe cuando Justiniano ordenó cerrar la escuela de Atenas, la ultima clásica pagana, pero se creó una en Constantinopla, de formación cristiana. Algunos centros culturales y científicos, que habían nacido en la época helenística se mantuvieron activos: Alejandría, donde se mantuvieron los conocimientos clásicos. En este contexto de mantenimiento de la tradición escolar, aparece la figura de Hipatia, pagana. Permitió que se siguiera estudiando a figuras, como a Hipócrates, la geometría de Euclides, o la astronomía de Ptolomeo. El desarrollo cultural afectó a la literatura: uno de los primeros historiadores cristianos fue Eusebio de Cesárea. Mas importante aún fue Procopio, que fue colaborador de Justiniano, y escribió obras históricas importantes, sobre las guerras de los bizantinos contra los vándalos, en Italia; y contra los persas. En un momento de su vida cayó en desgracia en la corte imperial, y desde el resentimiento escribió otra obra histórica, con un contenido muy crítico con Justiniano, ese libro es el que se conoce como Historia Secreta de Procopio. Se permitió el desarrollo de la teología: el cristianismo, en su desarrollo se nutria de los textos sagrados, pero carecía de una base intelectual sólida, filosófica. Esa base se la va a dar la filosofía platónica y la aristotélica. Fueron los teólogos bizantinos quienes intentaron construir un pensamiento teológico cristiano fundamentándose en los conceptos filosóficos de Platón y de Aristóteles, con dos escuelas: una en Antioquia (Aristóteles) y otra, más espiritualista, en Alejandría (Platón). Tema III: La Alta Edad Media (ss. VII-X) Tema III.1. El Imperio Carolingio y la restauración otónida. Las Segundas Invasiones. La realidad política de Occidente. El fenómeno más importante va a ser la creación, primero, y la absolución, después, del imperio carolingio: la restauración de la dignidad imperial en Occidente. Se da la circunstancia de que uno de los sectores que va a intervenir en la crisis final va a ser el desarrollo de las segundas invasiones, protagonizadas por los vikingos, los húngaros y los musulmanes. Por tanto, la creación y la crisis del imperio carolingio, su desarrollo y el surgimiento de un tercer imperio (otoñes) compondrá el tercer fenómeno político de la Alta Edad Media. Origen y evolución política del imperio carolingio Es necesario remontarse a la situación del imperio franco en el s. V. Los francos fueron uno de los pueblos germánicos que participaron en la invasiones. De una forma no especialmente violenta, se asentó inicialmente en la región Norte de la Galia romana. 12

Desde esta época, el reino franco estará dirigido por una dinastía de reyes: los reyes merovingios. A lo largo del s. VI, el reino franco protagonizará una expansión política y territorial importante, dirigida por algunos reyes fundamentales como Clodoveo, o Clotario I, que van a ir anexionándose todos los poderes germánicos, incluso los restos del poder romano que quedaron en la Galia (burgundios y visigodos). La monarquía franca va a conseguir prácticamente la unificación de buena parte de Francia. La política interna del reino franco es muy complicada, debido a que los reyes francos entendían al estado como algo patrimonial, es decir, que formaba parte del patrimonio de los reyes, con lo cual, era una costumbre que a la muerte de cada rey, el reino fuera dividido entre sus hijos. Esos repartos tienen dos consecuencias: uno, debilita al reino, y dos, provoca una guerra civil entre los partidarios de los herederos para unificar de nuevo el reino. Van a continuar así hasta mediados del s. VIII. Clotario consiguió unificar el reino, pero de nuevo lo vuelve a dividir a su muerte. Estamos en una dinámica de unificación y disolución constante. Una de las consecuencias de esta situación es el progresivo debilitamiento de la monarquía frente a la aristocracia franca, porque los monarcas tenían que apoyarse en los miembros de la aristocracia para hacer la guerra. En consecuencia, el poder de los nobles fue ascendiendo, y en todos los reinos va a surgir un cargo político en manos de las principales familias aristocráticas: el mayordomo de palacio. Al tiempo que los monarcas van perdiendo poder, los mayordomos de palacio adquieren más poder. Una de estas familias que ocupa ese cargo se impondrá a la aristocracia: será la familia de los pipínidas. A mediados de el s. VIII, Carlos Martel puso fin a la expansión musulmana en la batalla de Poitiers. Un miembro de esta familia, Pipino el Breve, en el año 751, va a tomar una decisión que parecía coherente con la realidad, así pues, decide proclamarse rey de los francos y, de esta forma, acaba con la dinastía de los reyes merovingios, y con él, se marca el inicio de la dinastía de los francos carolingios. Para poder afianzarse en el poder, estableció una alianza con el papado para que este reconociera su legitimidad política como rey. Eso implicó un acuerdo político entre dos partes: de una, el Papa lo reconocía como rey legitimo de los francos, y a cambio, Pipino se comprometía a prestarle ayuda en Italia contra el reino lombardo. Este acuerdo político va a dar lugar a la consolidación política de la nueva dinastía, y a la legitimación de las aspiraciones papales sobre el territorio del centro de Italia. En la Donación de Constantino se recoge la historia por la que él concedió al papa la capacidad para nombrar y deponer a emperadores. Ese documento no es de la época de Constantino, sino del s. VIII, redactado como motivo de la alianza con los reyes francos. Pipino, ya rey de los francos, a su muerte, también dividió el territorio en dos, pero uno de ellos, Carlos, consiguió la reunificación en el año 768. Carlomagno va a llevar a cabo una política de integración y de expansión en el reino que había heredado de su padre. Para poder crear un reino fuerte, realizó una serie de campañas militares. En concreto, contra el territorio del ducado de Aquitania, para conseguir su anexión. Lo mismo hizo con el ducado de Baviera, en donde existía una dinastía de duques que se mantenían independientes. La idea de Carlomagno no solo era conseguir un territorio unificado, sino que también pretendía expandir el reino más allá de las fronteras que recibió, y para ello, impulsó una serie de campañas militares hacia el exterior. Hacia el Norte de Italia, donde se enfrentó al reino de lombardos. En segundo lugar, al Sur del pirineo, contra los musulmanes, aliándose con la aristocracia vasca y pirenaica, intento tomar Barcelona y Zaragoza, pero fracasó, y quedó consagrado en una canción de gesta: la canción de Roldán. Sin embargo, estableció una serie de alianzas con los miembros de la aristocracia pirenaica, lo que dio lugar a una serie de reinos en este lugar que servían de frontera frente a los musulmanes. Por 13

último, también llevo a cabo una campaña en la península de Bretaña, donde consiguió anexionarse una parte. Realizó campañas militares contra los eslavos y consiguió integrar Sajonia. En definitiva, buena parte de Europa quedaba unificada bajo el mandato de un mismo rey. En consecuencia con este programa de conquistas, Carlomagno intento realizar un nuevo proyecto político: la restauración del título imperial. En el año 800, fue proclamado emperador en Roma por el Papa. Esta restauración imperial significaba que de nuevo en Occidente existía un imperio, pero esta vez tenía una base germánica, pero que representaba la continuidad del imperio romano cristiano. Son tres elementos que se fundían en esta idea imperial de Carlomagno. Desde su punto de vista, el poder del emperador era universal y supremo, por encima del poder de los Papas. Sin embargo, este no era el punto de vista del papado, sino que decía que el emperador era una espada al servicio del poder papal. La proclamación de Carlomagno como emperador suponía la renovatio imperii. El problema que se le va a plantear a Carlomagno es cómo va a gobernarlo. Teóricamente, el emperador tenía una serie de poderes: se le reconocía el derecho de mando (poder de “Ban”); se le reconocían privilegios de orden económico, ya que todas las tierras eran propiedad del emperador o la capacidad de imponer nuevos impuestos; y se le reconocían poderes de índole eclesiásticos, como nombrar obispos. Para conseguir que realmente el imperio fuera gobernado de una forma efectiva, hacía falta una administración, un estado. Intentó solucionar estos problemas, pero sus resultados fueron parciales. Creó una administración central con Aquisgrán como capital estable, y surgieron una serie de cargos en esta administración. El problema fue que esos cargos, eran de asistencia privada al emperador, como el de condestable o conde de los estados. Para poder gobernar a un imperio, hacía falta una administración territorial, es decir, dividir al imperio en una serie de provincias, que reciben el nombre de condados, a cargo de cada uno, un miembro de la aristocracia franca nombrado por el emperador con el título de conde, encargados de ejercer las funciones políticas: reclutaban al ejército, ejercían la justicia, recaudaban impuestos… En algunos lugares peligrosos por su situación fronteriza, se van a crear algunos territorios con el nombre de marcas, y los gobernantes en esos lugares recibirán el titulo de marqués, excepto en la marca hispánica. En los territorios del interior, se continuarán los títulos de duques, pero Carlomagno estuvo dispuesto a crear un reino en mano de su hijo Luis I, en Aquitania, dependiendo del emperador. En cualquier caso, el imperio queda dividido en una multitud de marcaciones con cargos que dependían del emperador. En realidad, el emperador carecía de mecanismos de control para que esos condes actuaran con fidelidad a esa monarquía, de manera que los condes juraban ante las reliquias sagradas el ser fiel al emperador y, así, se convertían en vasallos del rey y establecían con él una relación de dependencia y fidelidad personal. En esto se basaba el imperio, en un vasto conjunto de fidelidades personales. Todos esos mecanismos de gobierno se pueden agrupar en tres: un sistema judicial que permita la aplicación de la ley, un ejército que mantenga la integridad territorial y la defensa, y la financiación o administración fiscal. Estas tres partes representan el eje de un estado. Carlomagno no disponía de esos fundamentos en su totalidad: existía un sistema judicial, en el que la justicia era impartida por hombres libres, pero el soberano no tenía el control sobre las actuaciones de esa justicia, sino que eran los poderes locales los que la controlaban. Carlomagno tenía un ejército, pero era no permanente, formado con las aportaciones de guerreros que realizaban los diversos condes y dependían directamente de ellos. Tampoco disponía de un aparato fiscal: en una economía como la carolingia, esencialmente rural, los impuestos indirectos tenían 14

escasa importancia, de hecho, la inexistencia de una burocracia compleja impedía al poder central la posibilidad de recaudar impuestos directos de sus súbditos. El único fundamento económico era la renta procedentes de las villas rurales o fiscales, que pertenecían al estado. Desde la época de Carlos Martel, una parte importante de esas villas fiscales estaban en manos de la nobleza, y para hacer frente a la amenaza islámica, comenzó a repartir territorios entre esta nobleza en concepto de beneficio, es decir, que prestara un servicio militar de caballería al rey. En definitiva, el imperio carolingio tenía una apariencia brillante, pero sus fundamentos estatales eran muy débiles. En el año 814, a su muerte, su hijo Luis accede al poder. En el traspaso de poder no se aplicó la antigua doctrina de dividir el reino entre los hijos del rey, aun así, el riesgo de división seguía latente. Para evitar este riesgo de división, en el año 817, Luis realizo un proyecto llamado ordenatio imperii, por el cual pretendía mantener la unidad y facilitar que sus hijos y algún sobrino tomaran parte en la distribución del poder político, pero sometidos a la autoridad del emperador. Esta nueva forma de administrar el estado se mostro ineficaz, porque algunos de estos “reyes” se negaron a aceptar una superioridad. Hubo una segunda alteración, que ocurrió cuando nació el otro hijo de Luis, llamado Carlos. Luis I reconsideró ese reparto inicial, y consiguió que los hijos mayores se unieran en contra de su padre. Posteriormente, Pipino, el que fuera previsto rey de Aquitania murió y el rey concedió este reino a su hijo Carlos. Esto dio lugar a una guerra. Ya muerto Luis I, Lotario intentó absorber los reinos germanos, pero fue derrotado. En el juramento de Estrasburgo, se establecen importantes términos culturales, porque por primera vez, un documento se escribe en antiguo francés y alemán. El resultado de esos conflictos va a ser un acuerdo de reparto territorial entre los hijos que quedaban de Luis el Piadoso, que recibe el nombre de El Tratado de Verdún, año 843. Quedaba dividido en tres reinos, independientes. Uno en la parte Occidental, de Norte a Sur; un reino central, desde Aquisgrán hasta Roma; y un tercer reino, toda la parte oriental del imperio carolingio. La situación en cada uno de estos reino iba evolucionando de tal forma que la inestabilidad será una constante. Como consecuencia de esa inestabilidad, se va a llegar unas décadas después a un nuevo tratado, conocido como el Tratado de Meersen, año 870. Significaba la expansión y consolidación del reino oriental y occidental hacia el centro. El reino de Borgoña aparecerá más tarde. Además, se están definiendo en el continente occidental dos grandes fuerzas: Francia y Alemania. La crisis del imperio que arranca desde el reinado de Luis I se refiere a la feudalización de la estructuras políticas de estos reinos, es decir, el desarrollo de unos comportamientos políticos que tendían a dividir el poder político dentro de cada uno de los reinos. Eso se produce cuando el imperio empieza a fragmentarse entre los hijos de Luis I, que empiezan a poner contrapartidas al apoyo militar que se les imponía. En la medida que el imperio se va dividiendo, los condes van adquiriendo más poder; y esos condes, van a conseguir que el titulo condal se convierta en hereditario por medio de un documento llamado Quierezy (877). Carlos el Calvo reconocerá el derecho que tienen los condes a dejar en herencia el condado a sus hijos, es decir, que los reyes ya no ejercen directamente el poder sobre ese condado. Un tercer factor de esta crisis es externo: las segundas invasiones. Están protagonizadas por los pueblos que van a golpear a los restos del imperio carolingio, precipitando la desaparición de las estructuras imperiales. Los pueblos que protagonizan este periodo son tres grupos: los normandos o vikingos, que van a asolar las tierras imperiales desde el Norte; los húngaros, que desde el centro de Europa van a agredir las fronteras orientales; y los musulmanes del Norte de África. 15

- Los vikingos son pueblos asentados en la región de Escandinavia (Dinamarca, Noruega y Suecia) que tuvieron escaso protagonismo histórico, pero aprovechan la debilidad del imperio carolingio, y realizan una serie de ataques contra este. La causa que mueve a los vikingos (organizados en tribus) era la de saquear, robar; aprovechan una situación de debilidad de sus vecinos, aparentemente más poderosos y ricos. Suelen tener una triple procedencia: los procedentes de Noruega, se van a dirigir hacia territorios situados en el Atlántico Norte (Escocia, Irlanda, Groenlandia e Islandia). Los daneses son mucho más activos contra las tierras interiores del imperio carolingio y contra el norte de Inglaterra. Los suecos o varegos van a actúan como comerciantes, ya que van a prestar más interés por las rutas comerciales terrestres que unían Europa con el imperio bizantino. Pasada la primera oleada de invasiones, se va a producir un primer asentamiento: Danelaw, Normandía. Contribuyeron a debilitar aun mas al imperio. - Los húngaros se asentaron en las fronteras orientales del imperio carolingio. Fueron muy desestabilizadores, si bien, su huella en el folclore europeo fue enorme. - Los musulmanes en esta época (s. IX-X), no pretenden extenderse, sino organizar unas bases en el sur de Europa para lanzar ataques piratas contra esas civilizaciones. - Los sarracenos desde el sur. A finales del s. X, Europa Occidental estaba dividida y acosada desde el exterior, pero aun así, no desapareció. No deja de ser paradójico que lo que vino a salvar Europa fue la consolidación de los poderes feudales. El resultado de esta confluencia de factores fue la disolución de las prácticas políticas del imperio carolingio. Entraron en un proceso de acusada decadencia de pérdidas de poder. Como consecuencia de la “feudalización”, fueron los nobles que comenzaron a ejercer el poder. La incapacidad de las monarquías post-carolingias de hacer frente a los ataques de las nuevas invasiones hizo que perdieran todo poder práctico. De hecho, la única respuesta militar la dieron algunos poderes locales, ya que actuaban localmente y, por tanto, eran los condes y duques los que podían defender su territorio. En consecuencia, algunos de estas autoridades locales empezaron a ganar un prestigio político y militar gracias a esa defensa de su territorio. Dos de los poderes más importantes que van a surgir a partir de s. XI tienen sus raíces en dinastías de la aristocracia local que defendieron exitosamente sus territorios. Estos dos poderes son la dinastía de los condes de Paris, que sería la base de la futura monarquía francesa, o dinastía “Capeta”; y el que se configurará como el imperio alemán de los emperadores otónidas. El imperio otónida (936-1024) Como consecuencia de las divisiones del imperio carolingio, se había creado un reino oriental, el reino alemán post-carolingio. Su situación era un reino en crisis, acosado desde el exterior por tres pueblos paganos: vikingos, húngaros y eslavos. A principios del s. X esa situación era desastrosa: la monarquía no tenia poder, hasta tal punto que el último rey post-carolingio (Luis “el Niño”) murió sin descendencia, y los condes alemanes decidieron un nuevo rey, que no pertenecía a la antigua familia carolingia. Esa aristocracia que interviene en la elección de un rey son condes de Sajonia, Lorena, Franconia, Suavia y Baviera. Ese nuevo rey fue inicialmente el conde de Franconia, pero la nueva monarquía alemana recayó en los condes de Sajonia. Ese nuevo poder se fundamentaba en el éxito contra los enemigos externos (daneses, eslavos y húngaros). El primer rey se llama Enrique “el Cazador”. Sin embargo, serán sus tres descendientes llamados Otón, con los que se pongan los 16

fundamentos de esta monarquía. Enrique y su hijo, Otón I, van a llevar a cabo una política de contención de las fronteras: acabaran con el peligro de los daneses y crean una marca en el norte para evitar el avance vikingo; acabaran de manera definitiva con los húngaros, y realizarán una política muy agresiva contra los eslavos. También consiguieron que algunas monarquías eslavas, que se convirtieron al cristianismo, se incorporasen como reyes vasallos al nuevo imperio. Un segundo fundamento de esta nueva dinastía será la política realizada en Italia. El imperio otónida se anexionara el imperio de borgoña y el imperio de Italia. Los reyes intervienen en Italia debido a la petición Papal. Otón I se proclamó rey de Italia. A partir de este momento (mediados s. IX), Italia entra definitivamente en la órbita política alemana, está vinculada a ella hasta finales del s. XIX. La incorporación de Italia y la cercanía al papado, va a convertir a este en un elemento dependiente de los emperadores. Otón I, en el año 962, fue proclamado emperador en Roma gracias a esta intervención. De esta crisis, van a surgir nuevas monarquías. III. 2. Economía, sociedad y cultura en la Alta Edad Media La economía de la Alta Edad Media europea El rasgo que define a la economía alto-medieval de Occidente fue su estancamiento. Es una economía rural, en la que predomina las grandes propiedades y con un bajo rendimiento. Esta economía está relacionada con la situación demográfica de Europa, de estancamiento, con unos niveles de densidad de población realmente bajos. En las regiones centrales del imperio (entre el rio Rin y el Loira) la población sí experimento un crecimiento más dinámico. Un indicio indirecto es el siguiente: en muchas parcelas de tierra, pensadas para que fueran explotadas por una familia, Vivian varias. En consonancia con esta baja demografía, se encuentran un paisaje dominado por las tierras no humanizadas o no cultivadas ni habitadas. En las zonas donde existía una presencia humana, la dedicación era agraria y, por tanto, se desarrolló una economía rural. Las técnicas que utilizaban los campesinos eran las heredada por los romanos, pero no resultaban eficaces en el norte de Europa, porque era un instrumental inadaptado a las condiciones del suelo, además, el hierro era muy escaso en los aperos de labranza. La economía rural campesina no solo heredó de Roma esos instrumentos, sino también un determinado sistema de cultivo, conocido como el sistema bienal. El absoluto predominio de la gran propiedad es un rasgo que caracteriza a esta sociedad. Son llamadas villas o dominios. Cuando hablamos de gran propiedad carolingia, nos referimos a su estructura interna, la forma en que está organizada. Presentan dos elementos fundamentales: - La reserva señorial o el “manso dominical” (parcela propiedad del señor). Lo que la define es que es una gran parcela, cultivada bajo la dirección directa del propietario de la villa, de tal forma que todo lo que se produce forma parte de las arcas señoriales. El señor no explota directamente las tierras, sino que es el que se beneficia de esos frutos de la explotación. Para explotarla, el señor tiene un equipo permanente de campesinos. Los elementos que encontramos son un área de habitación, donde se encuentra el palacio del señor y las dependencias de los campesinos. La corte, suele estar rodeada de una pequeña zona de jardines, dedicados a los huertos, pero hay que destacar que el papel de las parcelas era para el cultivo del cereal, de la viña y del prado. Junto a la corte, vamos a encontrar algunas instalaciones agrícolas, como los hornos o los molinos; que suelen pertenecer al señor. Además, encontramos una serie 17

de tierras que no están cultivadas, como los bosques, de los cuales se obtienen recursos que complementa la actividad económica de las reservas. - El otro elemento son una serie de pequeñas parcelas que el señor entrega a sus familias campesinas para que sean ellas las que se encarguen de la explotación directa y puedan vivir del producto obtenido. Van a recibir el nombre de mansos. Esas parcelas pertenecen a la villa, son pequeñas y son propiedad del señor, entregadas en usufructo. Suelen aparecer también partes de tierras o parcelas agrícolas dedicadas al cultivo de cereal, alguna pequeña extensión dedicada a la villa, y otras zonas para el ganado. La razón por la que los grandes dominios carolingios quedaron configurados así tiene que ver con la aprovechamiento del territorio y explotación de la mano de obra de la que se dispone. Si un señor quisiera explotar para sí mismo toda la tierra disponible, habría necesitado muchos campesinos, de manera que la mano de obra es muy variable al cabo del año (especialmente en la época de cosecha). De aquí surgen los jornaleros, personas que trabajan durante unos días las tierras del señor, porque es muy costoso para él mantenerlos. El señor mantiene un equipo pequeño que, permanentemente, trabajan en la reserva, y el resto del territorio lo divide y entrega a las familias campesinas, a cambio de una renta (monedas, parte de la cosecha o algún animal) o censo de aquello que se produce en su manso. En los momentos del año en los que se requiere más mano de obra, el pequeño equipo señorial no es suficiente para explotar toda la reserva, y eso lo solventa mediante el trabajo gratuito de los campesinos en una época del año (tuvo verdadero éxito) o contratarlos a cambio de dinero. A esos servicios de trabajo personal se le conoce con el nombre de corveas o sernas. La sociedad campesina no es igualitaria porque los mansos no lo son. Vamos a encontrar campesinos que disponen de parcelas amplias. Para poder gestionar el trabajo en la reserva, solía haber la familia del mayordomo, que era más rica. También ocurre que, con el paso del tiempo, algunos mansos se ampliaron en extensión o se dividieron por la presión demográfica. Los mansos tampoco son iguales desde el punto de vista jurídico, porque algunos son descritos como mansos ingenuos y mansos libres. Los libres son aquellos en los que el campesino que los tiene son de condición jurídica libre; mientras que los serviles eran ocupados por campesinos de condición jurídica sierva. Hay mansos lediles, es decir, semi-libres y semi-siervos. El manso libre tiene una extensión mayor y las obligaciones de trabajo de los campesinos son menores que las de los mansos serviles. El ideal económico de una villa sería una autarquía, pero sabemos que la economía dominical no era autárquica porque, en primer lugar, los señores no tenían solo una villa, sino varias, con lo cual, era frecuente que los señores prefirieran que esas villas se especializaran en un tipo de cultivo. Eso significa que los excedentes de una villa eran trasladados a otra. Por otra parte, había momentos en que la economía señorial necesitaba comprar productos fuera, o que los excedentes fueran vendidos; con lo cual, la autarquía no era suficiente en todos los casos. Las pequeñas propiedades de campesinos libres, que eran relativamente escasas y con poca importancia económica, se las llama alovio. El mundo urbano y la actividad comercial Si en la sociedad bizantina, la pequeña propiedad gozaba de pujanza, en el mundo occidental, la situación fue más difícil, y siempre estuvieron expuestos a las presiones de los grandes señores y, aunque los campesinos tenían propiedades 18

particulares, económicamente dependían de los grandes dominios para completar la economía doméstica. Existió una economía comercial: el mundo urbano no llegó a desaparecer. Durante el imperio carolingio se apunta a un fenómeno de reactivación de la vida urbana, y a lo largo de las orillas de algunos ríos navegables comenzaron a surgir pequeños núcleos urbanos, llamados portus, al calor de una cierta actividad comercial. Sin embargo, algunas ciudades antiguas que crecen, lo hacen debido a las actividades artesanales; pero, ninguna de estas ciudades fueron excesivamente dinámicas. Normalmente se comerciaba con productos de lujo que venían de Oriente, dirigido por judíos y comerciantes bizantinos (los sirios) en mercados semanales. La sociedad carolingia Por lo que respecta a la sociedad medieval en Occidente, a partir del s. VIII parecen consolidarse algunas de las tendencias sociales que se estaban desarrollando,. Ahora, en los ss. VIII, IX y X, en el contexto carolingio van a aparecer las primeras reflexiones teóricas sobre las que está organizada la sociedad: teorías sociales; aunque los testimonios que representan mejor esta visión son Teodulfo de Orleans, Gerardo de Cambrai y Adalberón de Laón. De todas estas teorías, la más conocida es la del último: Adalberón explica que la sociedad está dividida en tres órdenes sociales, y cada uno tiene adjudicada su propia función, siendo complementarias entre ellas. Estas teorías han sido impuestas por Dios. Se conoce a esta teoría con el nombre de Teoría Trifuncional. El primer orden está constituido por aquellos cuya función es rezar para conseguir la salvación espiritual del conjunto social; a estos los llama oratores. El segundo orden son los velatores, y su función es la guerra y defender al conjunto social con las armas. El tercer grupo son los laboratores, los que trabajan, los campesinos. La sociedad alto-medieval se caracteriza por la existencia de dos grupos bien diferenciados: los velatores y los oratores, es decir, una doble aristocracia. La aristocracia laica surge de la fusión de la antigua aristocracia senatorial romana y la guerrera germánica, de manera que va a ser una aristocracia terrateniente y guerrera: se le adjudica el monopolio de la guerra. En esta época, consiguió acumular más tierras, en parte, porque se aprovechó de las circunstancias adversas de la economía campesina, y también por la política emprendida por los reyes carolingios (Carlos Martel). Además, estos señores no solo eran grandes propietarios de tierras, sino que fueron privatizando algunas funciones públicas dentro de los señoríos, de tal forma que en el marco de una villa, estos señores eran los dueños de las tierras y ejercían sobre los campesinos el poder político, administrativo, etc. Eso se traduce en que la administración de la justicia ahora depende de ellos, y que el reclutamiento militar lo hace el señor para crear ejércitos privados. Algo parecido ocurre con la aristocracia eclesiástica: tienen el privilegio de inmunidad. Las tierras eclesiásticas eran inmunes, lo que quiere decir que los agentes del rey no tenían derecho a entrar en estas tierras para recaudar impuestos ni para impartir justicia, de manera que estaban exensas de la administración pública. Por otra parte, los miembros de la iglesia tenían lazos familiares con la otra aristocracia. La iglesia era, en su conjunto, la gran propietaria de tierras del imperio carolingio. En el s. VIII se calcula que era la dueña del 15-20% del suelo; y a partir del s. X, del 30%. Los grupos campesinos no forman un grupo homogéneo, sino que es heterogéneo desde el punto de vista jurídico y económico. Desde el jurídico, se encuentran campesinos libres frente a los siervos. La diferencia es que el libre tiene una serie de derechos, como el de ser propietario, a participar en los tribunales de justicia, y a participar en el ejército. El siervo depende absolutamente de un señor, pero no es un esclavo, ya que no es un objeto; pero si es una persona que tiene coartada sus 19

libertades: no es libre de abandonar la tierra donde trabaja; no es propietario, no puede participar en los tribunales de justicia y no tiene derecho a ser guerrero; además, tiene un lazo de dependencia muy fuerte del señor para poder vivir. El criterio de diferenciación económica es la de ser propietario: hay campesinos que son “tenentes” de tierras. Cuando aunamos el criterio de diferenciación económica con el jurídica sale una sociedad dividida en cuatro grupos de campesinos: 1. Los que son jurídicamente libre, llamados “pagenses”, un grupo minoritario. Como hombres libres, pueden asistir a los tribunales, tienen que ir a la guerra aportando su propio equipo. 2. Cuando la situación económica era mala, los pagenses vendían sus tierras a un propietario y perdían esa condición, de manera que seguían siendo libres, pero eran trabajadores de tierra ajena, entregada en usufructo. Se convertían así en los llamados colonos. Este grupo era jurídicamente libre. Representa el mayor porcentaje del campesinado (casi el 90% en algunos lugares). Teóricamente, disfrutaban de todas las libertades, pero, en la práctica, vieron como su situación social se fue degradando en la medida que los señores fueron adquiriendo mayor número de parcelas. 3. Los siervos no son hombres libres, pero tampoco son propietarios: trabajan las tierras del señor. En teoría, la situación de los siervos era peor que la de los colonos, pero en la práctica, a ellos se les está uniendo el servicio de los colonos. 4. Los esclavos eran muy pocos, pero todavía existían en esta sociedad, aunque la Iglesia propuso la abolición de la esclavitud. El renacimiento cultural carolingio En Occidente la cultura intelectual tuvo un proceso de degradación: las escuelas desaparecieron, las escuelas cristianas estaban destinadas…. Carlomagno intentará reconstruir la cultura. El interés que él ponía para ello era práctico: para que pudiera gobernar el imperio, necesitaba contar con hombres que tuvieran una mínima formación intelectual, por tanto, comenzó con un proyecto conocido como “Renacimiento carolingio”, que es un concepto que alude a la política cultural desarrollada por el rey Carlomagno. Lo que lo caracteriza es el dirigismo político, la reunión de una serie de hombres en la Corte de Aquisgrán para conseguir este proyecto. También necesitaba instrumentos, es decir, escuelas. Otro proyecto fue crear una gran red de escuelas para formar a los altos funcionarios, que después iban a ocupar cargos políticos. Alcuino de York fue el que redactó un documento llamado Admonitio Generalis, donde recoge este proyecto de construcción de escuelas. Además, hacían falta bibliotecas, muy pobres, que contaban con algún ejemplar de la Biblia. Hacía falta también una escritura: la carolingia. La letras anteriores eran muy cursivas y estaban plagada de abreviaturas, es decir, era muy difícil de entender y no facilitaba el proceso de enseñanza. Los logros de este renacimiento fueron muy limitados, con algún éxito solo en el ámbito eclesiástico; pero no llegó al conjunto del pueblo ni a la aristocracia laica. Carlomagno puso empeño personal en aprender a escribir y leer, su maestro fue Alcuino, pero murió analfabeto. Eso nos da idea de las limitaciones de este renacimiento: la sociedad medieval de esta época está marcada por el estancamiento. Esta situación de pobreza cultural contrasta con la situación que se vive en Oriente: Bizancio e Islam viven una época de esplendor. Tema III.3. El origen del Islam: Mahoma y la expansión musulmana. Omeyas y Abasíes

20

En el s. VII se produce la llegada a Próximo Oriente y al Mediterráneo una nueva civilización. El islam es una civilización cuyas raíces no tenían que ver nada con las otras dos culturas estudiadas anteriormente. Para estudiar los orígenes del islam, se tiene que tener en cuenta la situación de la península de Arabia antes de que apareciera, porque muchos de los rasgos de esta sociedad están presentes en el mundo árabe antes de este. La Arabia preislámica Arabia es un lugar en el que predomina el desierto y solo en el Sur (región del Yemen), recibe suficientes lluvias para mantener una economía agraria. La cordillera situada en paralelo al Mar Rojo es un accidente geográfico muy importante, vinculado con el progreso de esta civilización, se conoce con el nombre de Hiyaz, y que por las características de su suelo se producen fuentes naturales, que da lugar a oasis, en los que se puede mantener una población permanentemente. Debido a estas condiciones climáticas y geográficas, aparece esta civilización. En Arabia nunca existió una unidad política; solo en época antigua y centrado en la región Sur, existió alguna estructura política que se pueden asimilar a pequeños reinos (reina de Saba). En realidad, la sociedad árabe nunca conoció un reino, y los grandes imperios de la antigüedad no tuvieron interés en dominar un enorme desierto. La sociedad árabe era una sociedad tribal, donde Vivian tribus. Una tribu es una federación de familias, que mantienen entre sí relaciones de parentesco, muy endogámicas, pero muy solidaria, pues necesitaban el apoyo de la familia y de la tribu para sobrevivir en este paraje. En definitiva, era una sociedad rigurosamente patriarcal, donde las mujeres solo tenían un papel de reproductoras. No existía una jerarquía absoluta, sino que el gobierno estaba en las manos de una asamblea formada por los ancianos (sura). Los jefes de familia eran los que se reunían para tomar decisiones sobre la vida de la tribu, pero no obstante, a la cabeza de la tribu había un jefe (sayyid), elegido por la asamblea de ancianos. En el s. VI, en el momento en que aparece el islam, surge la confederación tribal, que es la unión de varias tribus por razones políticas y económicas comunes. La actividad económica era muy limitada, ya que existía algo de agricultura al Sur gracias a esas lluvias; en algunos oasis había suficiente agua para cultivar, etc. La agricultura tenía escasa importancia en comparación con la ganadería, es decir, tribus nómadas que se movían con sus rebaños en busca de zonas de pasto y fuentes donde sobrevivir durante un tiempo. No obstante, se desarrolló una importante actividad comercial: la situación entre África y Asia hizo que los comerciantes árabes actuaran como intermediarios en el tráfico marítimo entre el lejano Oriente y el Mediterráneo, lo que permitió que se fueran desarrollando rutas comerciales, que eran cruzadas por comerciantes árabes y caravanas comerciales. Ese tráfico comercial, posible por la existencia de oasis en la parte occidental de la península arábiga, permitió que muchos de ellos se convirtieran en centros comerciales. Desde el punto de vista cultural, los árabes tenían una literatura oral muy rica, pero no existía una tradición escrita. La religión dominante era politeísta, pues cada tribu tenía dioses propios, cuyo culto se materializaba en ídolos; pero existían cultos comunes. Los árabes creían en la existencia de genios (protectores, malignos…) que interferían en la vida cotidiana de las personas. Adoraban algunos lugares que consideraban sagrados, piedras, y algunos santuarios repartidos que albergaban a los ídolos de diversas tribus, como el santuario de la Meca, un centro económico y comercial importante, pero además, tenía la Kaaba, donde estaban alojados los ídolos de 21

esas tribus, y que era un lugar de peregrinación. En el s. VI había empezado a extenderse por Arabia algunas religiones monoteístas de raíz judeocristiana; de hecho, la confederación tribal, conocida como los gassaníes, situada en las fronteras del imperio bizantino, aceptó el cristianismo monofisita. La otra gran confederación tribal situada en las fronteras del imperio persa, es la de Hira, que eran cristianas y aceptaron el nestorianismo. Antes de que apareciera el islam, en la sociedad árabe se estaban produciendo cambios relacionados con la preocupación hacia el Más Allá, lo que permitió que esas religiones monoteístas fueran aceptadas. La sociedad árabe estaba preparada para el desarrollo de una religión monoteísta específicamente árabe. El panorama político de Arabia antes de que apareciera el islam era el de confederaciones de tribus al servicio de los grandes imperios, por las que ellos estaban interesados en que sirvieran de barrera frente a los ataques de otras tribus del centro de Arabia. Por tanto, había un interés económico (tributos), ya que estas tribus eran muy belicosas por los recursos, que eran muy limitados. Además, el único sistema de justicia era la venganza, en la que participaba toda la tribu contra aquella que había provocado alguna agresión. El botín de guerra era el equivalente a la actividad comercial. Esas relaciones se verán perjudicadas por la guerra entre el imperio bizantino y el imperio persa y, al convertirse esas tribus al cristianismo herético, esos dos imperios verán a un posible enemigo en esas tribus. Las relaciones entre esos dos imperios estuvieron marcadas por la guerra, que desgasto a ambos, y facilitó el camino de la expansión islámica. Mahoma y los fundamentos del Islam La formación del imperio árabe no se entiende sin tener en cuenta a la figura de Mahoma. Mahoma es un hombre, pero sobre su vida se han ido desarrollando una serie de leyendas. Nació en La Meca en torno al 570, pero no se sabe la fecha exacta; perteneció a la tribu de los qurays, en una familia modesta, pero muy importante en La Meca, con el encargo de vigilar el santuario de La Meca. Quedó huérfano de niño y fue educado por un tío paterno llamado Abu Talib y junto a su primo Alí. El tío de Mahoma era comerciante, lo que le permitió conocer los oasis del desierto y llegar hasta Siria y entrar en contacto con religiones distintas a la de La Meca. Cuando tenía 25 años, trabajo en la caravana de una mujer rica llamada Jadiya, con la que se casará y lo que le permitió ascender socialmente. Mahoma realizaba retiros para meditar en algunas cuevas, y en el año 610 se produjo un hecho fundamental: en uno de esos retiros se le apareció el arcángel Gabriel y le hizo una revelación: en nombre de Dios, le dijo que había sido elegido para difundir entre los árabes un nuevo mensaje religioso. La revelación no es un acto único, sino que empieza en este año y continua recibiéndolas hasta su muerte en el 632. A partir de ese momento, comenzó a predicar las ideas que iba recibiendo del arcángel Gabriel, a su círculo familiar, pero poco a poco, las nuevas creencias se extendieron entre algunos sectores de La Meca, esencialmente, entre los más pobres, ya que esta religión era igualitaria ante Dios. Mahoma empezó a tener dificultades dentro de La Meca, ya que su religión era monoteísta, de manera que le causó diversos problemas en el corazón de la politeísta árabe, por quitar validez a los ídolos de esas tribus. Algunos partidarios serán asesinados, así que aprovechó una circunstancia en el año 622: fue llamado por los habitantes del oasis llamado Yatrib situado al Norte de La Meca, que tenía problemas, para que actuase como pacificador. Dada la situación en La Meca, decidió aceptar esa propuesta, llevó consigo a buena parte de la nueva comunidad de creyentes y esa ciudad pasó a llamarse Medina. Ese viaje recibe el nombre de hégira, y es tan importante que 22

representa el primer año del calendario islámico. Se convierte así en el líder político de Medina. Entre los años 628 y 630, los seguidores de la religión musulmana comenzaron a atentar contra los intereses de La Meca (los omeyas) y, finalmente, salieron victoriosos y entraron en la ciudad. Cuando entraron, impuso Mahoma la nueva religión, destruyó los ídolos de la Ka’ba, lo que supuso la ruptura con la tradición anterior, pero respetó la Piedra Negra y la tradición preislámica de la peregrinación; con lo cual, estaba salvaguardando los intereses comerciales de La Meca. El islam se fue extendiendo por la región oeste de Arabia. Mahoma murió en el año 632 y se cerraba el ciclo de la revelación porque él es considerado el último profeta. La religión que transmitió quedó codificada en una serie de textos sagrados, entre ellos, el Corán (recitación) que recoge lo que el arcángel le fue recitando a Mahoma, es decir, la palabra de Dios. Fue escrito por aquellos que recibían esa recitación, y 20 años después de su muerte se puso por escrito el texto del Corán, dividido en 114 libros conocidos con el nombre de “suras”, cada una, a su vez, divididas en versos. El Corán tiene una serie de reglas que afectan a la vida social, de manera que es también la principal fuente de derecho islámico. La Sharia es el derecho islámico, y se fundamenta en el Corán. La segunda gran fuente para el conocimiento del islam es la sunna (no recoge la palabra de Dios), o pequeñas composiciones literarias llamadas hadices en las que se recoge aquello que en su momento dijo Mahoma. Dado que el Corán y la sunna son interpretables, se fueron creando las escuelas jurídicas. Los hombres de religión son los juristas porque la fuente de la religión es la misma que la del derecho. Los alfaquíes, los expertos, emiten sus opiniones mediante opiniones jurídicas denominadas “fetwas”. Desde el punto de vista religioso, los musulmanes creen en Alá, pero el islam insiste en la idea de que solo hay un dios, y que el suyo es único. Alá no es dios que sea muy diferente al dios cristiano o judío: omnipotente, omnisciente, creador… pero insiste mucho el Corán en que es misericordioso. Además, se propone un sentido trascendente de la vida, y se cree en el Juicio Final y en la salvación de los buenos creyentes que serán recompensados en el paraíso y en la condena de los malos creyentes. El paraíso tiene las características de un oasis (agua, alimento, vino…). En definitiva, lo relevante es la manera de interpretar el Corán a lo largo de la historia, es decir, las diferencias están en el culto, en una serie de obligaciones que tiene que cumplir el creyente. A esas obligaciones se las llama “los pilares del islam” las cinco obligaciones que tiene que hacer frente el creyente: 1. La “shahada” o profesión de fe. Es el más importante porque consiste en la creencia sincera de que solo existe un Dios y que Mahoma es su profeta. “No hay más dios que Alá, y Mahoma es su profeta”. 2. La oración diaria. Los musulmanes tiene la obligación de rezar cinco veces al día. El creyente debe ir preparado a la oración, que viene precedida por una serie de rituales llamados abluciones. Podía rezar en cualquier sitio, pero ese lugar debe ser un espacio sagrado, y dirigiéndose hacia La Meca. Se recomienda que, al menos, el viernes, el creyente acuda a la mezquita a rezar, como manera para hacer más fuerte la comunidad. 3. El ayuno en el mes de ramadán. El ramadán es el nombre del noveno mes del calendario islámico. Durante ese mes, cuando Mahoma recibió la primera revelación, los musulmanes deben ayunar mientras haya luz del día (comer, mantener relaciones sexuales o fumar). Al final del mes, hay una gran fiesta en la que se celebra la ruptura del ayuno.

23

4. La peregrinación. Esta obligación se concreta en que cada creyente debe viajar al menos una vez en la vida a La Meca. Hay un momento especial que coincide con el undécimo mes, que es cuando se reúnen millones de peregrinos: la peregrinación mayor. 5. La limosna obligatoria. Tienen la obligación de entregar una parte de solidaridad a la gente. Una última obligación es la Yihad o guerra santa, muy discutida entre los propios musulmanes. En principio, el Yihad no forma parte de las obligaciones, pero no todos los musulmanes están de acuerdo con esto: en algunas interpretaciones jurídicas, este pilar es más importante que la oración o la peregrinación. Para otros es una acción muy importante para el creyente, pero no una obligación. El Yihad significa en nuestras lenguas “Guerra Santa”, pero en árabe significa “esfuerzo”, “sacrificio” o “combate” en el sentido de esfuerzo para ser un buen creyente, es decir, de orden moral o espiritual (Yihad mayor). En el Corán esta palabra siempre aparece aislada junto a otra que significa “esfuerzo en el camino de Dios”. Pero, por otra parte, se refiere al esfuerzo bélico que tiene que hacer el creyente para defenderse o para extender el islam (Yihad menor). Esta guerra está animada por Dios, de manera que aquellos que mueren en combate se les garantiza el paraíso, y por eso es considerada como guerra santa. La obligatoriedad militar no afecta al individuo, sino que es asumida por la comunidad musulmana, que asume la responsabilidad de defenderse si es atacada o extender la religión. Así pues, algunos expertos consideran que el Corán es el único que establece unos límites en cuanto a su expansión y la guerra. En cuanto al beneficio que se obtiene de la guerra, el botín, la guerra fue el método de enriquecimiento de la sociedad; la causa por la que se lucha es más importante que la vida individual, y la recompensa es el paraíso. Muchos aspectos de la vida de los árabes del s. VII siguen vigentes en la vida del s. XXI porque quedaron fosilizadas sin posibilidad de evolucionar por estar contenidas en un texto sagrado. En relación con la economía, las cuestiones familiares son las que reciben especial atención: el Corán recoge el tipo de matrimonio admisible en a nueva comunidad islámica, la poligamia. Lo único que cambia es la limitación del número de mujeres (total de 4) que puede mantener un hombre. El hombre debe tratar de ser justo y tratar de manera igualitaria a todas sus mujeres y tiene derecho a mantener relaciones sexuales con sus esclavas, lo que quiere decir que se legitima la esclavitud. Esta es una sociedad patriarcal, la mujer debe estar sometida al hombre, pero si esta lo desobedece, él tiene derecho a golpearla. En cuanto a las prohibiciones alimenticias, la carne de cerdo se considera impura, y el alcohol está vetado. Por tanto, hay una larga serie de prácticas sociales que están reguladas. El Corán también establece ciertas penas para aquellos que incumplan las normas de la ley de Dios. Las prácticas sexuales fuera del matrimonio están prohibidas; la forma de vestir también está regida: las mujeres tienen la obligación de llevar un velo en la cabeza. Esta última práctica es religiosa, y es lo que denota que la sociedad no cambie, ya que si la incumple, está rompiendo la norma de Dios, es decir, no es un problema de discriminación a la mujer, sino un mandato divino. Según el Corán, son las mujeres adultas libres las que deben llevar velo para que se las distinga de las esclavas, ya que muchas veces a estas se las consideran prostitutas y, en consecuencia, eran acosadas por los hombres; pero si una esclava no deseaba dedicarse a la prostitución, el dueño no podía obligarla. Por eso, cuando algunas mujeres musulmanas son obligadas por ley a no llevar velo, entienden que es un atentado contra la libertad religiosa.

24

El califato ortodoxo: la primera expansión árabe (632-661) En el año 632 comienza una nueva fase de la historia del islam, que va a durar hasta el 661. A esta etapa se la va a conocer como el califato perfecto u ortodoxo, y hay dos razones que la definen: porque durante estos treinta años se consolida el primer estado islámico; y porque se va a producir la primera expansión del islam entre todas las tribus árabes y después fuera de Arabia. Para resolver el problema de la sucesión de Mahoma, se llegó a un acuerdo entre sus colaboradores, consistente en elegir a una persona que hubiera sido un hombre de confianza del profeta. así se escogió al primer califa Abu Bark. A la muerte de Bark, se produjo una elección por parte del círculo de confianza del califa, y salió elegido Umar. A la muerte de Umar se va a plantear un primer problema político porque los electores se van a dividir, de manera que unos serán partidarios de Alí; y otros serán de Utman. El segundo fue un musulmán de primera orden, pero pertenecía a la familia de los omeyas; por tanto, pensaban que si llegaba a ser califa, podría beneficiar a su familia. Así se creó la división en la comunidad musulmana. Utman fue elegido califa en primer lugar, pero se le asesinó y Alí le sucedió. Se produce un problema muy grave, y es que la familia de Utman, que consiguió ascender socialmente, acusó a Alí del asesinato, y se produjo la primera guerra civil del islam entre estos dos bandos. En esta guerra civil, finalmente, en la batalla de Siffin, estuvieron a punto de enfrentarse los dos ejércitos, ya que los omeyas pidieron la creación de una comisión que se encargara de investigar el crimen de Utman para saber si Alí estuvo implicado. Algunos partidarios de Alí se negaron a aceptar este arbitraje y se marcharon; estos son los Jarichí, que se convirtieron en un grupo social y religioso que reivindicaba la absoluta igualdad en el seno del islam. Se dictaminó que Alí estuvo involucrado y fue asesinado en el 661. A partir de ahí, se sucede una nueva fase del islam: el califato omeya. La primera expansión musulmana ocurrió en tiempos del primer sucesor del profeta, en el que se consiguió la unificación de Arabia, no sin crisis, ya que algunas tribus se negaron a aceptar a Bark, lo que dio lugar a una guerra, ganada por él. Sin embargo, el momento trascendental en la expansión va a ser el califato de Umar, cuando los musulmanes inician una serie de campañas militares contra los imperios vecinos: Bizancio y sasánidas. Comienza con las campañas militares en territorio sirio y, en apenas 10 años, los musulmanes consiguieron incorporar toda esta región, junto a Jerusalén. La segunda línea de expansión se dirigió contra el imperio persa, también duró muy poco tiempo, y acabaron con el imperio persa como unidad política. La tercera línea de expansión es Egipto, una provincia especialmente rica, a partir del 640, y poco tiempo después los musulmanes se integran Alejandría. En 10 años, el imperio bizantino había perdido las dos provincias más importantes de su territorio. Así pues, el cambio en el mapa político del Próximo Oriente fue radical. Después de hacerse con el control de los principales puertos del Mediterráneo, pudieron emprender la conquistas de algunas islas del Mediterráneo oriental, de manera que el islam empezó a ser una potencia marítima que disputaba con Bizancio el control del mar. La facilidad y la rapidez de estas anexiones se relaciona con dos razones que lleva a los árabes a emprender un vasto proceso de expansión territorial: una es de carácter religioso, es decir, quieren expandir un credo porque se les ha prometido beneficios económicos en caso de que ganen la guerra, y para que el islam sea la única religión que domine en el mundo. Sin embargo, los musulmanes que participaron en las conquistas eran recientes, sus creencias podían ser débiles o de conveniencia, y su compromiso con el islam era relativo, como la familia de los omeyas, que lucharon 25

contra el islam hasta el último momento; luego es difícil creer que la motivación religiosa provocó esas conquistas. Las segunda causa es la posibilidad de conseguir nuevos territorios y tierras, ya que los recursos en Arabia eran muy limitados, y se podían incrementar mediante las conquistas, lo que aumentaría las rentas de los combatientes por el botín de guerra. Otra causa sería la conflictividad interior de Arabia, que se solucionó buscando un enemigo exterior, con lo que no solo se consolidó el islam dentro de Arabia, sino que provocó las conquistas, es decir, es la necesidad que tiene el poder para evitar que las tribus luchen entre ellas y dirijan esa fuerza al exterior. Pero todas esas causas no explican por qué tienen éxito. Lo que dio éxito a los musulmanes fue la situación de profunda crisis que estaban viviendo esos dos imperios, provocadas por la lucha continua entre ellos hasta el año 630. Primero, el imperio persa conquistó y destruyó lugares muy ricos de Bizancio, con la consecuente reacción de estos lo que dejó al imperio persa con una crisis interna de difícil solución. Todo eso supuso la debilidad militar y económica de ambos imperios, además del descontento social provocado por estas guerras y las divisiones internas de carácter religioso y las persecuciones heréticas en el imperio bizantino. Los musulmanes no llegaron para aniquilar la población, sino que les ofrecieron condiciones de rendición que a muchas poblaciones les resultaron aceptables, entre ellas, la posibilidad de que se convirtieran y, si no querían, podrían seguir viviendo. En segundo lugar, se respetaron las propiedades de aquellos que se rindieron pacíficamente, porque las nuevas poblaciones sometidas tienen el carácter de protegidos o “dimmi”, pero a cambio de exigencias: el reconocimiento del califa como única autoridad política a la que había que obedecer, y a cambio de pagar un tributo sobre la propiedad de la tierra (jarach) y otro personal (yizya); una tributación inferior a la que tenían que pagar a los antiguos dirigentes. A quienes no se respeta son a los restos de tribus politeístas o paganos, junto a sus ídolos. El califato omeya (661-750) Como consecuencia de la guerra civil y derrota de Alí, se produjo un cambio de dinastía: comienza el califato omeya (661-750). Los rasgos que lo caracterizan son problemáticos porque crearon un régimen político o una oligarquía estrictamente árabe, es decir, construyeron un nuevo régimen político que fundamentaba su poder en el apoyo que las tribus árabes le daban a los califas, un poder menos religioso. Esto tiene una consecuencia inmediata: se van a marginar a otras tribus árabes del poder, es decir, se produce una competencia entre distintas tribus para conseguir la cercanía al poder. En este periodo las diferencias tribales vuelven a tener mucha importancia, y la conflictividad fue un problema constante. En segundo lugar, el hecho de que sea una oligarquía árabe significa que un sector cada vez más importante y numeroso de la población musulmana es apartado del poder: una creciente población egipcia, siria y persa convertidas al islam son excluidas, porque el poder es árabe. A esta población se le denomina “mawla” o “los clientes” de los árabes, unos musulmanes de segunda categoría, lo que generó otro foco de tensión. El tercer problema de este régimen es su falta de legitimidad religiosa y dinástica de la familia omeya, ya que era la familia de la oligarquía árabe de La Meca que lucharon contra Mahoma, y se les acusaba de no ser creyentes. Pero los chiitas (descendientes de Alí) sí podían defender esa legitimidad, de manera que el enfrentamiento entre omeyas y chiitas fue otro elemento de tensión. Existía otro foco de tensión con otra rama de la familia que también podía defender la legitimación dinástica: la familia de Abbas (tío de Mahoma). Los abasíes se levantaron contra la legitimidad omeya y reivindicaron su derecho de gobierno. 26

Todos estos problemas aparecen entrelazados, de manera que abasíes y chiitas tenían un enemigo común. El régimen omeya cambia la capital política del islam: ahora es Damasco, lo que significa que el eje central del nuevo imperio ya no está en Arabia, sino en los territorios conquistados. Además, fue un régimen hereditario, algo nuevo, ya que antes eran elegidos. El primer omeya, Muawiyya adquirió al poder por la fuerza, y sus sucesores porque lo heredaron. Será un periodo muy conflictivo con guerras civiles y persecuciones, de manera que la población chiita busca refugio en lo que hoy es Irán, el punto más alejado del imperio. Finalmente, a principios del s. VIII los omeyas hicieron frente a una coalición de enemigos liderada por la familia de Abbas, a la que se unieron las tribus árabes que defendían su legitimidad, y los conversos descontentos con el poder omeya, lo que dio lugar a una crisis que provocó el asesinato de la familia omeya y el triunfo y el cambio dinástico en el año 750. Sin embargo, a pesar de todas las dificultades, el islam siguió extendiéndose durante la época omeya y se produjo una segunda expansión del islam, dirigida hacia Oriente (Irán, río Indo y China); y hacia Occidente, por el Norte de África hasta el Océano Atlántico, con su continuación hacia el Norte: el reino visigodo de la península Ibérica hasta el Sur de Francia, donde fueron derrotados por Carlos Martel. En Oriente, su expansión fue detenida por los chinos en la batalla de Talas en el 751; y no fueron capaces de conquistar Constantinopla. El califato abbasí (750-s. XI/1258) La larga duración del califato abasí es engañosa porque hacía mucho tiempo que los califas abasíes no tenían poder político efectivo, pues eran figuras con significado religioso. En sentido estricto, su historia concluye en el s. X, cuando han perdido su poder. Desde el punto de vista cultural, este califato fue el momento de mayor esplendor del islam clásico, ya que impusieron un régimen político muy centralizado en el que las raíces tribales dejaron de ser importantes; fundamenta su legitimidad en su vinculación con Mahoma, es decir, legitimado; su centro de poder está en la antigua Persia, donde se construyó Bagdad, la nueva capital de los abasíes; y representa un profundo cambio en el poder, pues ahora es un imperio musulmán, es decir, el poder político está en manos de musulmanes conversos de origen persa. A ese cambio se le denomina la revolución abasí. Su momento de esplendor será desde mediados del s. VIII al s. IX, ya que se conocen grandes califas constructores de un estado centralizado y rico económicamente, además de una sociedad culta. Algunos califas como Al-Mansur o Al-Mumin, Harum Al-Rashid representarán este periodo de expansión. Comienzan a tener problemas a partir de mediados del s. IX. Los factores que intervienen en la crisis del califato tienen que ver con su extensión, ya que al ser tan heterogéneo cultural y religiosamente, pronto generó tensiones de carácter centrífugo, es decir, aparecieron minorías locales que aspiraban a tener un control directo territorios situados en el imperio. Para acabar con esos movimientos de rebelión, los califas abasíes formaron un ejército de esclavos turcos, que en ese momento eran poblaciones nómadas al Norte del imperio islámico. Estaban especializados y eran muy fieles a los califas, sin embargo, con el paso del tiempo, al aprender la lengua e islamizarse, fueron dominando a los califas y haciéndose con los resortes del poder. A pesar de esto, fue inevitable a creación de dinastías locales que poco a poco se fueron haciendo con el control de ciertos lugares. También se unieron movimientos independentista en Irán y en Egipto, y el imperio tuvo que hacer frente a otros problemas de orden social y económico. En el s. X se asiste a la ruptura 27

definitiva del califato con el triunfo de los turcos en su empeño de controlar el estado y el acceso al poder local y territorial de dinastías chiitas en Irán, y en Egipto, además, uno de sus gobernadores se proclamará califa fatimí. Inmediatamente después de esto, en Al-Ándalus, Abderramán III se nombra califa, y proclama el Califato de Córdoba, lo que significó la ruptura de la comunidad, ya que había tres califas (Córdoba, Egipto y Bagdad). A principios del s. XI el islam está fracturado en varios califatos. Sociedad, economía y cultura en el Islam clásico El contraste entre el Occidente europeo altomedieval y el Oriente islámico es absoluto. En la economía se caracteriza la agricultura, la base de la economía agraria, pero esta está más desarrollada porque los árabes proceden de un ámbito desérticos y sabían sacar el máximo partido posible al agua gracias a técnicas de regadío, y por donde el islam se expandió, la agricultura tuvo enorme peso, eran zonas muy ricas, lo que les permitió tener una agricultura más desarrollada que la Europea Occidental. Los cultivos base fueron los cultivos mediterráneos, pero también cultivaron no destinados a la alimentación: algodón, lino, papiro, plantas para teñir, medicinales, etc. que procedían de Oriente fueron introducidas en Occidente. En cuanto a la ganadería, el ganado porcino se hundió, pero el caprino y bobino si tuvo un importante desarrollo. Por lo que respecta a la propiedad de la tierra, la aristocracia fue la que se beneficio de esto. Nos vamos a encontrar a propietarios que no eran árabes ni musulmanes debido al respeto a las propiedades durante las conquistas. También se creó un tipo de propiedad en manos de las mezquitas gracias a las donaciones de las personas; esos bienes son llamados “habices”, lo que les permitirá a las mezquitas tener prácticas asistenciales. Aún es más sobresaliente el desarrollo que va a tener el fenómeno urbano y la actividad comercial, de manera que el oriente islámico conocerá un desarrollo espectacular, pues los musulmanes fueron grandes fundadores de ciudades. Fustat, en Egipto, fue un campamento militar con el pretexto de la conquista, pero es el origen de la ciudad de El Cairo. El urbanismo musulmán es característico, pues la ciudad musulmanas es caótico, pero puede responder a una forma de vida donde prima lo privado y lo íntimo. La mezquita y el palacio de los gobernadores serán puntos de referencia de la ciudad, así como el zoco o mercado. Esta eclosión urbana es paralela al desarrollo de la artesanía y el comercio, ya que era preciso abastecer a la población: los mercados estaban controlados por un oficial municipal. Las actividades comerciales en el mundo islámico ven un gran desarrollo porque el imperio dominó un vasto territorio, lo que le permitió convertirse en el elemento intermediador entre la India o China y el comercio mediterráneo europeo; pero, al conseguir la unificación política, el flujo comercial se hizo más fácil, lo que generó una serie de rutas comerciales que les permitió introducir productos en el interior de Europa, como la brújula. En definitiva, en contraste con lo que ocurre en Europa Occidental en esta época, la economía islámica está más desarrollada en la agricultura como el urbanismo y el comercio. En cuanto a la sociedad, en el momento que surge en Arabia el islam, existía una sociedad homogénea desde el punto de vista cultural. Pero a partir de su extensión durante el segundo califato perfecto, la sociedad del nuevo imperio cambia de forma drástica, ya que los nuevos territorios conquistados, los árabes representaban una minoría, al igual que los musulmanes. De esta manera, ya es una sociedad heterogénea en donde existe esa minoría árabe y musulmana, y una mayoría de población no árabe y no musulmana. Este cuadro social cambia debido a las conversiones por parte de poblaciones no árabes al islam que fueron creciendo progresivamente y se fue creando 28

un nuevo grupo social formado por conversos llamados “mawalas”. Las razones de este proceso de conversión es consecuencia de la capacidad de convicción que tiene la religión islámica, ya no solo en términos religiosos, sino que ser musulmán suponía un ascenso social. A las otras religiones que convivían con los musulmanes se les van a considerar como grupos protegidos (dimma): respetan su vida, sus tierras, costumbres, etc. pero este respeto lleva implícito un compromiso de aceptación de una superioridad política de los árabes por parte de los protegidos, es decir, les tenían que pagar dos impuestos: uno personal llamado “yizya” y otro territorial para las propiedades llamado “jarach”. Debido a estos impuestos, se encuentran en un plano de inferioridad y por razones económicas, se convirtieron en musulmanes para dejar de pagar esa tributación. Al cabo del tiempo, el número de mawali fue creciendo y se convirtieron en el número mayoritario de la sociedad árabe, teniendo gran importancia en la revolución abasí. Esta estructura social es más compleja si se tiene en cuenta la fuerte diferenciación socioeconómica entre los que viven en el mundo urbano y el rural. En época omeya, los califas beneficiaron a los árabes entregándoles grandes propiedades de tierras (iqta), que se hacía con el compromiso de prestar una ayuda militar al estado, lo que recordaba al mundo feudal; no obstante, la situación del campesinado no era la misma dependencia que se vivía en el Occidente europeo. La eclosión cultural Los árabes se van a caracterizar por una extraordinaria facilidad a la hora de absorber las tradiciones culturales propias de otras culturas. La expansión del islam en esos territorios vecinos le permitió asimilar esas culturas, y los califas entendieron la necesidad de fomentar el desarrollo cultural. El caso más importante es la política cultural desarrollada por los califas abasíes en Bagdad, en donde se reunían sabios de todo el imperio islámico, con lo que todas esas tradiciones fueron traducidas al árabe y formaron parte de la tradición islámica, lo que les permitió a los musulmanes tener una cultura más desarrollada que otra cultura en la misma época. Los logros científicos, la medicina, toman mucha importancia, sobre todo la oftalmología. El autor Avicena escribirá obras cuyo impulso será importante durante toda la E. Media. En cuanto a la astronomía, se perfeccionaron e inventaron instrumentos para estudiar los astros, con alguna aplicación práctica en la navegación. La aportación en las matemáticas es fundamental porque los números que usamos hoy día son indo árabes, ya que AlKwarizmi impulsó los logaritmos, además de que introducen el 0 para cálculos. En cuanto a la filosofía, esta fue tomada de la tradición griega y continuaron la línea de Platón y Aristóteles. En el ámbito geográfico, se desarrollo la descripción del mundo ya que al viajar a La Meca, iban haciendo descripciones que perimitió la creación de una literatura geográfica. Estas realizaciones culturales son importantes porque el mundo islámico es muy extenso por el que circulan mercancías, personas y conocimientos; de manera que permitió que desde Bagdad o Egipto llegaran a Occidente, y es en estos lugares donde los europeos de siglos posteriores comienzan a descubrir la cultura clásica. Los hombres de la E. Media descubren a Platón y Aristóteles en el mundo islámico, es decir, el islam es la transmisora de conocimientos a occidente, que sirve de base para el futuro desarrollo de la cultura occidental. Tema III.4. Bizancio. La dinastía heráclida. De la querella de las imágenes al periodo de apogeo

29

La profunda crisis en la que fue sumida el imperio bizantino a la muerte de Justiniano desemboca a principios del s. VII en un golpe de estado propiciado por Heraclio. Es una época en la que se encuentran periodos en los que el imperio bizantino padece una crisis muy profunda que pudieron acabar con su existencia, y otros periodos de auge y recuperación. El imperio en el s. VII ha quedado reducido a las provincias orientales, pero no abarca todas, ya que solo tiene Asia Menor y algunas posiciones en Italia. La contracción territorial del imperio ha sido espectacular. A esa situación se llega como consecuencia de la crisis interna del imperio provocada por la política de Justiniano y como consecuencia de la aparición de nuevas amenazas externas en el horizonte político bizantino. El imperio bizantino bajo la dinastía heraclea (610-711) La dinastía de Justiniano acabó en el 610 cuando el emperador Focas llevó a cabo una política de represión que provocó un golpe de estado, con lo que el emperador Heraclio llegaba al poder una nueva dinastía, la heraclea, que durara hasta principios del s. VIII. La dinastía heraclea y sus sucesores tenían que hacer frente a un conjunto de amenazas externas de extraordinaria gravedad. La primera de ellas era la amenaza del imperio persa, que inició una serie de campañas militares en las dos primeras décadas del s. VI en las que los persas consiguieron arrebatar a los bizantinos las provincias de Siria y Egipto. La reacción de Heraclio tardó en reaccionar, pero en el año 622 lo hizo de manera fulminante y exitosa. Además, realizo una campaña de efectos devastadores dentro del imperio persa. El resultado de esa guerra era satisfactorio para los bizantinos, pero el coste fue enorme para ambos, ya que una guerra tan larga provoca un debilitamiento, lo que supuso que ninguno estuviera en condiciones de hacer frente a la amenaza que surgió a partir del año 634: los musulmanes, quienes acabaron con el imperio persa. Hay que sumar la amenaza en los Balcanes, protagonizada por los eslavos, que en esta época esa presencia se hizo aun mayor en el área adriática de los Balcanes hasta el punto de que Bizancio perdió el control de esos territorios. El otro pueblo, los búlgaros, emparentados con los turcos, consiguieron atravesar el Danubio y asentarse en los Balcanes y crearon un reino dentro del imperio. A todas esas amenazas y pérdidas territoriales se sumaron las de Occidente: en Italia la irrupción de los lombardos desmanteló la presencia bizantina con excepción de la ciudad de Rávena y Sicilia y el Sur de Italia. Lo mismo ocupó en la península ibérica con los visigodos, y en el Norte de África donde la expansión islámica por el Magreb acabaron con las posesiones en torno a Cartago. El balance de este siglo de historia heraclea es negativo y dramático. Todo esto provocó cambios internos en el imperio, entre ellos está el de la organización militar. Para hacer frente a todas esas amenazas los dirigentes reformaron el ejército y dividieron el territorio en provincias llamadas “temas” y al frente de cada uno se colocó a un alto funcionario que acumulaba poderes civiles y el poder militar. A esos altos mandos se les llama strategos, cada uno tendrá a su disposición un ejército de stratiotas, guerreros campesinos, es decir, a cada guerrero se le entregaba una cantidad de tierra a cambio de acudir a defender el territorio. Tuvo tanta eficacia porque los stratiotas defendían sus propias tierras, de manera que la fidelidad no fue dirigida al emperador, sino al strategos, un modelo feudal. No obstante, a principios del s. VII el último emperador de la dinastía heraclea fue asesinado en medio de una crisis, debido a un cerco al que fue sometido la ciudad de Constantinopla por los árabes. Se instaura un nuevo emperador llamado León III y se inaugura la dinastía de los Isáurca.

30

La dinastía Isáurica y el problema iconoclasta (717-802) Esta dinastía estará en el poder durante un siglo y medio y hará frente a problemas externos heredados y al creciente poder político y militar de los búlgaros y a un problema interno que estuvo a punto de acabar con el imperio: la crisis iconoclasta. Este problema se extiende a lo largo de esta dinastía. En el mundo bizantino se desarrollo el culto a las imágenes religiosas, propiciadas por los monjes, con lo que se venera la imagen que se representa y resulta muy fácil confundir ese termino con adoración, es decir, una forma de pensamiento mágico y a la idolatría. A ese tipo de plásticas se le conoce como iconodulia. Frente a ese tipo de prácticas, fomentadas por razones religiosas y económicas, se fue creando un estado de opinión contrario a esa adoración, que la criticaba porque caía en la idolatría. Ese movimiento es llamado iconoclasia, que surge gracias a la creciente influencia del islam, que no admite las imágenes y que en su cabeza están los emperadores bizantinos. Políticamente eso significa un enfrentamiento entre el poder político y el religioso, con lo que degenerará en guerras civiles, enfrentamientos, persecuciones, etc.; además de que habrá emperadores que impulsarán la restauración de las imágenes. El problema de la inestabilidad interna en este periodo está acompañada por una fuerte presión desde el exterior. Los poderes enemigos del imperio siguieron actuando y llegaron a perder el poder en los Balcanes y en Asia Menor en el s. VIII, que dejaron la presencia bizantina en Constantinopla y en su entorno. La crisis de la primera mitad del s. IX y el segundo periodo iconoclasta (803-867) A mediados del s. IX la situación era gravísima, pero el imperio logró sobrevivir porque se solucionó el problema iconoclasta ya que los emperadores isáuricos restablecieron el culto a las imágenes y se impuso otro cambio dinástico. A mediados del s. IX accede al poder otra nueva dinastía llamada la dinastía macedónica. La dinastía macedónica: la restauración del poder imperial (867-1056) En un momento que todo parecía que iba a desaparecer, surge de nuevo un poder capaz de acabar con esos problemas. Se conoce un verdadero renacimiento, la etapa más fructífera desde Justiniano. Esta dinastía se encuentra sin problemas internos, y será su actuación exterior la que dará la posibilidad de mantener el imperio y de hacerlo crecer de nuevo. Los esfuerzos son dirigidos hacia la recuperación de la iniciativa frente a sus vecinos. Tienen éxito frente a los árabes, a los que detienen y consiguen extender su influencia hacia Oriente y Siria. Por otra parte, con respecto a los eslavos, que será retomada gracias al esfuerzo cultural, es decir, los pueblos eslavos y otros pueblos situados al Norte del Danubio que fueron creando reinos en el centro de Europa, los emperadores macedónicos realizan una política de expansión cultural y religiosa, con lo que la cristianización de los eslavos se hizo presente. Para ello, los bizantinos crearon una escritura que permitía poner por escrito la lengua de los eslavos para poder evangelizarlos, esa escritura es la cirílica. De todas formas, el mayor peligro para los bizantinos fueron los búlgaros, y la guerra contra ellos fue una de las constantes de la dinastía, pero consiguen acabar con su influencia. Basilio II es considerado como Bulgaróctos o “el matador de búlgaros”. En la batalla de Kleidion, en el año 1010, los búlgaros fueron derrotados y ordenó sacarles los ojos excepto a uno para que pudiera guiarlos a su lugar de origen. Este periodo de auge llegaría hasta 1025.

31

El ascenso al poder de los Comneos (1057-1081) El problema interno que se originó en Bizancio fue que el poder se fue concentrando en la aristocracia territorial guerrera bizantina, y una de esas familias aristocráticas derrotará a ese emperador. Esa familia es la de los Comneos. Tuvieron que hacer frente a la aparición de los turcos selyúcidas que conseguirían derrotar a los emperadores bizantinos en la batalla de Makzinkert y a arrebatarles toda Asia Menor. La consecuencia es que Alexis Comneo pidiera ayuda al Papa para organizar una expedición frente a los turcos, es decir, la Primera Cruzada, lo que supondrá una nueva amenaza: la de los cruzados. Tema IV: La Plena Edad Media (ss.XI-XIII) Tema IV.I. La expansión demográfica y económica de Occidente: mundo rural y mundo urbano. La sociedad feudal El crecimiento demográfico La situación de auge cambia a partir del s. XI. Se toma como punto de referencia el año 1000 para manifestar un cambio de tendencia histórica. Asistimos a la recuperación de Occidente, convertida en una civilización dominante y expansiva, mientras que Bizancio y el islam entran en una situación de crisis y fragmentación. Tras la experiencia de dominio que Occidente ha mostrado en etapas anteriores tiene aquí un nuevo momento, ya que hunde sus raíces en el cambio histórico que se produce durante la Plena E. Media. Es una etapa de expansión desde la perspectiva occidental. La expansión de la Plena E. Media se produce por su madurez política interna con la consolidación, creación y enfrentamiento del Papado y el Imperio; y crece militarmente mediante el desarrollo de fenómenos políticos militares expansivos frente a los musulmanes o la marcha alemana al Este. Tiene lugar al mismo tiempo una expansión demográfica y económica extraordinaria ya que la primera no hubiera sido posible sin esta. La expansión demográfica se hace presente en una multiplicación del número de hombres, y el material en la mejora de la actividad agraria y un cambio de tendencia económica con el fenómeno urbano y el comercio. Ya que no hay censos de población fiables que nos permitan conocer la población en esta época, los historiadores se valen de indicios indirectos, y a través de ellos se comprueba que, desde los últimos siglos de historia del imperio romano, Europa vivió una situación de estancamiento o retroceso demográfico, perceptible en todo el periodo de transición de la antigüedad al Medievo. Esa tendencia cambia a partir del s. XI, cuando aparecen síntomas de recuperación demográfica, aunque no aparezcan datos estadísticos, sino indicios de la multiplicación del número de hombres. Esos indicios son el crecimiento de las ciudades, conocido gracias al trabajo de los arqueólogos; porque se cultivan tierras que hasta ahora estaban incultas, como bosques, pantanos, etc.; y porque surgen nuevas aldeas, villas y granjas. A partir de esos indicios, los historiadores demógrafos pueden establecer algunas estimaciones que demuestran la evolución de la población europea, ya que entre los años 1000-1300, la población europea debió de pasar de 42 a 73 millones, a grosso modo casi se duplica. De forma extraordinaria, en algunos reinos se realizaron recuentos de la población, que tenían una intención fiscal, ya que era necesario saber el número de hombres, familias, etc. para que se pudiera saber la cantidad de impuestos se pueden cobrar. El reino de Inglaterra, Guillermo I ordena la confección de un censo estadístico 32

en el que se recoge el número de familias y su riqueza, algo que continuaron los monarcas posteriores. Todo eso se trasladó a un libro conocido como Donsday Book, llamado así porque Dios hará un recuento el día del Juicio de cada hombre. Eso permite a los historiadores conocer como evolucionó la población inglesa entre el año 1086 y el 1300, y demuestra que en Inglaterra se pasó de poco más un millón a tres millones; se multiplica por 3. Ese tipo de datos permite hacer una valoración acerca de los ritmos de crecimiento. La población europea crece a un ritmo lento entre los ss. XI-XII; sin embargo, ese crecimiento se multiplica entre 1150 y 1200; y durante la primera mitad del s. XIII se mantiene, pero vuelve a bajar, aunque se mantiene en la segunda mitad del mismo siglo. Los ritmos de crecimiento no son uniformes. La expansión agraria Este crecimiento demográfico es paralelo al crecimiento de la economía general y a la economía agraria en particular. La situación de bajo rendimiento cambia a partir del s. XI cuando se observa una expansión agraria de magnitud. Uno de los factores que intervienen en eso es el factor clima, ya que en la Plena E. Media se encuentra una situación sostenida de tiempo no muy húmedo ni muy seco. Los factores de carácter técnico son más significativos: las técnicas del campesinado mejoran. En primer lugar se da una mejora de utillaje agrícola, como instrumentos construidos con hierro, lo que permitió que se consigan cambios en el arado, con más capacidad para escavar surcos, llamándose ahora arados de vertedera o carrucas, mucho más pesados y grandes, con una punta de hierro junto a la que se coloca otro elemento de hierro llamado vertedera; y al ser tan pesado y grande, fue necesario incorporarle ruedas para facilitar el movimiento y se produjo mejoras en el atalaje con los yugos y colleras para evitar que los animales se ahogaran. La otra innovación es la generalización de los molinos, muy distintos de los molinos de mano, ya que esta vez están movidos por corrientes de agua y de viento. Junto a todas estas mejoras técnicas se alude a otra innovación que afectó al sistema de cultivo de la tierra: el sistema de rotación trienal, por el que la parcela se divide en 3 partes, una parte se cultiva con trigo, otra con avena, y la ultima en barbecho, en los siguientes años rotan. La ventaja es que el campesino dispone de más tierra y que a lo largo del año consigue dos cosechas. El cultivo de plantas leguminosas supone una oxigenación para la tierra y se diversifica la alimentación. Estas mejoras se traducen en un aumento de la productividad agraria, ya que los rendimientos mejoran y por cada grano sembrado se obtienen 4.5 ó 5 granos. En una tierra bien cultivada, un campesino podría llegar a obtener hasta 9 granos. El crecimiento productivo ve multiplicado por otro gran fenómeno de este periodo: el aumento de las tierras cultivadas, que recibe el nombre de roturaciones. Se produce porque hay una presión demográfica y la sociedad dispone de mejores técnicas para cultivar tierras boscosas, pantanos que se desecan, y hay ganancias de tierras al mar con los diques. La geografía europea cambia dramáticamente a partir del s. XI, ya que empieza a ser un ámbito humanizado. Estos cambios son paralelos al paisaje agrario, que cambia como consecuencia de la aparición de un poblamiento agrupado en aldeas de dedicación ganadera o agrícola que aparecen en toda Europa con el nombre de “Villa Nueva” o relacionados con el sufijo –burgo, –berg, etc. En Normandía, con anterioridad al 1066, la documentación demuestra que aparecieron 11 Villas Nuevas; hasta 1100 se fundaron 32 nuevas aglomeraciones; a lo largo del s. XII se fundaron 46; y en el s. XIII, 47. Junto a esta agrupación aparece en Europa el poblamiento intercalar, es decir, la aparición de granjas o de caseríos aislados donde vive una o dos 33

familias que explotan la tierra de alrededor, aunque está relacionado con la ganadería. Todos estos cambios tuvieron una incidencia directa en la modificación de las relaciones sociales en el campo. Por una parte, el aumento de la población facilita la diversificación agraria y provoca una especialización de cultivos, además de que con la aparición de excedentes se pudo elegir los productos que se deseaban cultivar y poner a la venta en el mercado. Otro cambio en la producción agrícola se encuentra en el aumento de la demanda de productos procedentes de la ganadería gracias al enriquecimiento de la población. Los protagonistas de este proceso fueron los señores y campesinos, ya que en el proceso roturador el interés de los señores fue grande en cultivar las tierras boscosas porque les reportaba nuevas rentas, pero otras veces lo llevaron a cabo grupos de campesinos que establecen contratos con determinados señores; o campesinos que actúan por cuenta propia, que iban a zonas fronterizas y se convirtieron en pioneros en poner en propiedad esas tierras. En cualquier caso, se observa una mejora de las condiciones de los campesinos porque se convertían en propietarios. Pero cuando eran los señores los que encabezaban este proceso contando con campesinos, les tenían que ofrecer mejores condiciones de labor. Los ritmos de puesta en cultivo de nuevas tierras coinciden con los ritmos de expansión demográfica y así se puede observar que el proceso roturador asiste a una etapa de tanteos, con algunos éxitos locales, pero los nuevos espacios cultivados se incrementa a partir de 1250. A partir del s. XIII el ritmo de crecimiento agrícola empieza a ceder. El tamaño de las reservas de los señores se reducen porque comienzan a reservarse menos tierras, y en muchas ocasiones prescinden de ellas porque aumenta la productividad y les era más rentable repartir ese trozo de tierra entre las familias campesinas y cobrar unas rentas. Se convierten así en señores rentistas y no controlan directamente la explotación de una parte del dominio. Así pues, ese mismo aumento de la productividad por parcela junto con el aumento demográfico propició la fragmentación de los mansos. La mejoría en el nivel de vida de los campesinos provocó que la ganancia aumentase, y en muchas ocasiones los señores disminuyen la presión fiscal en ellos, porque están interesados en atraer a población campesina. Por último, también desaparecieron las corveas. Este crecimiento agrario también favoreció a los señores, ya que pudieron percibir una mayor cantidad de rentas y mantener un ritmo de vida muy por encima del que mantuvieron los señores de la Alta E. Media, pues es ahora cuando comienzan a construir palacios y castillos en piedra, y aumenta la demanda de productos de equipos de guerra más sofisticados, y de lujo, que van a potenciar de forma indirecta el comercio. El renacimiento urbano y comercial El desarrollo de la economía urbana y comercial tiene más relevancia que estos cambios, ya que desde los romanos las ciudades se estuvieron degradando constantemente, y su papel económico resulta irrelevante hasta el s. XI. A partir de aquí se observa cómo la economía comercial y artesanal comienza a renacer. Los factores son el crecimiento demográfico y el intercambio comercial. En torno a un castillo o abadía se comienzan a reunir mercaderes –hasta ahora realizaban comercios itinerantes– que se asientan a las puertas de ese núcleo, de tal manera que aparecen barrios periféricos, extramuros, que con el paso del tiempo serán integrados dentro del núcleo urbano mediante la construcción de una nueva muralla. La actividad comercial no desaparece durante la E. Media, pues se mantuvo en el ámbito mediterráneo, pero sí sufrirán un empequeñecimiento, de manera que allí donde se conocía la vida urbana, las 34

ciudades comienzan a crecer; mientras que el otro fenómeno es que donde no se conocía, surgen nuevas ciudades. Al cultivarse nuevas tierras, se constituyeron nuevas aldeas campesinas, y algunas acabarían convirtiéndose en ciudades. Lo que también caracteriza al paisaje europeo es la red de aldeas, pueblos y nuevas ciudades que tiene su origen en la E. Media. El crecimiento del fenómeno urbano fue distinto en las regiones: el de mayor intensidad se encuentra en el valle del Rin (Colonia) en los Países Bajos, en el Norte de Francia y en el Norte de Italia, aquí mucho más intenso, como en Florencia, que alcanzaron los 200.000 habitantes. En el resto de Europa, solo en París se encontró un núcleo urbano similar. En Flandes también el tamaño de las ciudades flamencas es mucho más pequeño. El territorio menos urbanizado fue Inglaterra, donde Londres fue una ciudad que no superaba los 10.000 habitantes. En relación directa con el crecimiento urbano se produce el renacimiento de la actividad comercial, ya que anteriormente se mantuvo en unos niveles de desarrollo muy bajos. Los factores que explican este renacimiento son varios: el crecimiento demográfico en Europa, lo que permite que una parte de la mano de obra pueda dedicarse a otras actividades no agrarias; la propia expansión agraria explica este desarrollo porque el crecimiento de la productividad generó excedentes no dedicados al autoconsumo campesino, sino a la actividad comercial; el proceso de roturaciones generó la necesidad de fundar ciudades, que son polos del desarrollo comercial; y en cuanto al factor político, los reyes feudales incentivaron el desarrollo comercial porque generaba ingresos al estado por la vía impositiva, por tanto, los monarcas realizaron políticas de desarrollo comercial en sus reinos, como la creación de ferias. En resumen, el desarrollo agrario fomentó la actividad mercantil. Existe una serie de circunstancias que incentivaron la productividad económica generada por el comercio. En primer lugar, el desarrollo del comercio en el ámbito regional se vio impulsado como consecuencia del crecimiento urbano porque los habitantes de la ciudad no son productores de alimentos, sino transformadores, de manera que se facilitan las transacciones. En segundo lugar, la expansión del comercio de productos de lujo es consecuencia del aumento de la riqueza en las clases nobiliarias. En tercer lugar, la mejora en las vías de comunicación propició el progreso comercial, aunque no afectó por igual a todas las vías: los caminos terrestres seguían siendo malos y el producto que se transportaba era caro y lento por la infinidad de peajes que existían fuera y dentro de las fronteras de cada reino; mientras tanto, el comercio fluvial estuvo favorecido porque la mayoría de los ríos europeos eran navegables y los impuestos eran menores, por lo que los productos eran menos caros y se podían transportar en mayor cantidad y más rápidamente. El transporte marítimo experimentará un gran desarrollo: aunque siga siendo una navegación de cabotaje, permite comerciar con productos de mucho peso y de lujo. Esta navegación se benefició de innovaciones en la construcción de barcos: la galera, con un mayor tonelaje; el “kogge”, adecuado para el transporte en el mar del Norte, etc.; y de novedades que facilitan la navegación, como el timón axial; e inventos que ya existían en Oriente se introducen en los barcos europeos. Todos estos progresos que se observan se van a producir en el ámbito de las técnicas comerciales y mercantiles, facilitado por el crecimiento de las acuñaciones monetarias el plata y oro por toda Europa: el florín o el ducado (oro). Cada ciudad podía acuñar su propia moneda, cada una con un peso de plata y oro diferente, lo que exigía el cambio. Para que fuera posible esta acuñación, también fue necesario que se activaran nuevas minas en Europa. El desarrollo del comercio va a favorecer el flujo monetario y la búsqueda de instrumentos comerciales que permitiesen no usar el dinero en la transacción porque así 35

se hacía más fácil y era más seguro: la forma de pago que no requerían dinero era la letra de cambio. Además, surge la banca debido a que hubo individuos que se especializaron en el cambio de moneda; hubo actividades de préstamos, vinculadas a las comunidades de judíos, ya que tienen fondos propios para prestar cobrando un interés; y comenzaron a recibir depósitos de dinero de las personas a cambio de un interés, siempre inferior al que cobra cuando da un préstamo. Los banqueros se dan cuenta de que no necesitan todo el depósito, sino solo una cantidad, con lo que invierten ese dinero en negocios: surge la banca de inversión. El comercio se verá favorecido por ese dinero acumulado en la banca para que los comerciantes financien sus actividades, y con eso se desarrollan las compañías comerciales. Estas compañías reciben el nombre de comandas, de duración temporal en sus inicios, pero poco a poco regularizaron su actividad y se hicieron estables, pero de carácter familiar. Este es el origen del negocio de la Bolsa, pues se empieza a comerciar con valores al vender su parte antes de que el negocio de resultados. Toda esta situación da lugar en Europa a una nueva geografía del comercio. Para poder entender cómo se fue configurando, hay que tener en cuenta la aparición de las ferias. A pesar de la debilidad del comercio en la Alta E. Media, habían existido mercados locales semanales. Como consecuencia de la expansión comercial, comienzan a aparecer mercados que ponen en conexión a comerciantes de lugares distintos: son grandes mercados de carácter internacional. A esas ferias acuden mercaderes que comercian con productos de alto valor económico y de poco peso: especias, tejidos de lujo, etc. Estas ferias se celebran en los núcleos de población importantes estratégicamente situadas que unen regiones altamente desarrolladas con una duración de varias semanas. Los reyes y los señores feudales estaban interesados en celebrarlas en sus señoríos porque generaban impuestos y riqueza, además de que procuraban garantizar la paz en los caminos y se impuso la “paz del mercado”. Las primeras ferias internacionales surgen en algunas ciudades flamencas (Gante) pero es más significativo el fenómeno de creación de ferias en ciudades relativamente cercanas dentro de un marco regional y que se complementan unas con otras, es decir, ciclos de ferias, desarrollados en la región francesa de Champagne: Lagny, Bar, Provins, Troyers. En cada lugar la feria duraba seis semanas, pero estaban repartidas a lo largo del año. Se sucedían en Champagne porque está situada en el camino terrestre que une las ciudades del Norte de Italia y Flandes. Los mercaderes comerciaban con productos de especial peso económico: los textiles de paño procedentes de Flandes, y los italianos, la seda y especias. Los italianos crearon unas instituciones permanentes que representaban a las ciudades italianas: consulados. La geografía que se crea en Europa son regiones económicamente más desarrolladas: Norte de Italia, Champagne, Flandes y las ciudades alemanas del Báltico; y grandes áreas dependientes económicamente: Inglaterra. Surgen tres grandes ámbitos comerciales: primero, el comercio Mediterráneo, en donde se encuentra los comerciantes de Marsella, Cataluña e Italia (Pisa, Génova y Venecia), esta última más importante ya que sus ciudades estuvieron implicadas en las Cruzadas, pues les abrían rutas comerciales y se podían establecer en Oriente. Segundo, la región de los Países Bajos, con una economía sustentada por la industria pañera, que dirigieron sus productos hacia Inglaterra, el Imperio Alemán y la Península Ibérica. El protagonismo absoluto lo tendrá Brujas. Por último, la expansión agrícola fue bastante intenso en la región del Báltico y del Este del Imperio Alemán, tierras ganadas al bosque que serán núcleos de la actividad comercial (Lübeck y Hamburgo). Los comerciantes alemanes consiguieron controlar el comercio en el Báltico desde que dominaron la isla de Gotland en el Báltico, ya que desde esta isla podían extender sus intereses hacia todo el 36

mundo eslavo ruso y controlar los mercados de Kiev y Novgorod. Estas ciudades defienden se aliaron en una asociación comercial en la que se unían los comerciantes de las principales ciudades alemanas: la Hansa. Los contactos entre el área del Mediterráneo y del Norte de Europa eran terrestres, de ahí la eclosión de ferias en Champagne, ya que el estrecho de Gibraltar estaba controlado por los musulmanes y el paso de los comerciantes italianos o flamencos dependía de la actitud que pudieran tener los dirigentes almohades o almorávides. La sociedad Occidental en la Plena Edad Media Los cambios que se producen en el ámbito económico tuvieron una repercusión directa en la sociedad con unas líneas de desarrollo que caracterizarán a los europeos durante siglos. La sociedad cambia en varios sentidos y de forma muy llamativa. El surgimiento del fenómeno urbano tendrá una importancia trascendental en la modificación de la ciudad medieval porque aquí surge un nuevo grupo social con un significado trascendental. Esos grupos sociales son los burgueses o habitantes del burgo. Son personas que no viven en el campo ni de él. Los grupos sociales tradicionales experimentan cambios en su configuración. Los grupos de señores y campesinos existen, pero sus rasgos cambian. La aristocracia de la Plena E. Media es de carácter rural y viven en los campos y de la producción agraria de los campesinos. Sin embargo, la situación de la aristocracia como propietaria se va a intensificar, es decir, los señores ahora son grandes propietarios y comienzan a ejercer funciones de gobierno sobre los hombres, lo que significa que acaparan las funciones políticas que pertenecen el estado. Se convierten en dirigentes militares, jueces, gobernantes… suplantan al estado dentro del señorío. En realidad, esto ya había empezado antes, pero se da el caso de que los aristócratas pueden ejercer todas las funciones jurisdiccionales sin ser propietarios de tierras: las monarquías feudales conceden a los señores un señorío en el que no tienen tierras, pero sí ejercen el poder sobre las personas que viven ahí. El principio de relaciones que se desarrolla en la Plena E. Media es el de las relaciones personales, que cristalizan en las instituciones feudovasalláticas. Estas consisten en un pacto entre dos hombres libres de condición noble: uno de esos hombres es el señor y el otro es el vasallo. Esta relación es recíproca, pues es un contrato en el que el señor ofrece protección y mantenimiento (concesión de tierras o cargos) a su vasallo, es decir, le entrega un feudo. A cambio, el vasallo le ofrece obediencia y ayuda militar, de manera que hay dos obligaciones que tiene que cumplir: el auxilio y el consejo. Este contrato se rompe en el momento que uno de los dos no cumple su parte. Este conjunto de relaciones da lugar a una jerarquía social. Además, estas relaciones se establecen sobre todo el conjunto nobiliario: señores vasallos de otros señores. En la cúspide de esas relaciones se encuentra el rey, y por debajo de este una serie limitada de grandes príncipes territoriales a los que entregan una castellanía que, a su vez, a su vez, tendrán otros nobles que representan la caballería feudal. Esta es la base de la conflictividad feudal. La nobleza de la Plena E. Media se identifica con la caballería, es decir, es otro intento de monopolizar la actividad militar. La novedad es la apariencia y dedicación de los nobles hacia lo militar. Surgen cambios en el armamento como la protección pesada, cotas de malla con placas de hierro y cascos más grandes; cambios en la manera de montar, porque se generaliza el uso de estribos; y cambios en la manera de coger la lanza, pues ahora se arremete con ella contra el enemigo. Es el nacimiento de una élite militar: caballería pesada feudal. Estos caballeros están bien protegidos, pero 37

manejar y costear ese armamento es caro, con lo que acentúa el monopolio de la élite militar aristocrática. Como parte integrante del grupo que acabó identificándose con la caballería pesada se encuentra la élite clerical. No todos los miembros de la Iglesia formaron parte de la aristocracia, pero sí la más elitista, ya que tienen una formación diferente. Estos clérigos no abandonan sus costumbres, pero la imagen de un obispo guerrero es frecuente, como se advierte en el Cantar de Mío Cid (Obispo Don Jerónimo). Así pues, la mayor parte de la población de la Plena E. Media vivía en el campo (70% en las regiones más urbanizadas). Este campesinado experimentó algunos cambios: - La servidumbre siguió existiendo en el ámbito local, por lo que muchos no podían abandonar su tierra, pero se observa una disminución de la servidumbre que no se da en toda Europa al mismo ritmo. - Este retroceso de la servidumbre se produjo por el aumento de la productividad, que permitió a los señores liberar a los siervos en aquellas áreas donde hacía falta mano de obra para poner en cultivo nuevas tierras. Con esto empiezan a aparecer campesinos ricos no nobles o labradores ricos. Los señores eran conscientes de que la sociedad estaba cambiando, y se daban cuenta por el dinero, porque el crédito estaba fluyendo y el comercio era más frecuente, con lo que los grupos enriquecidos podían acceder a formar parte de la caballería pesada. - En La sociedad campesina cada individuo se encuentra dentro de un marco de relaciones. El marco de relación más simple es la familia, ya que un único individuo no es nada, pero la familia de la Plena E. Media es diferente, pues la extensa de la Alta E. Media se va desestructurando y se conforma ahora la familia nuclear. Un segundo marco es que los campesinos encuentran ayuda en el señorío, pues las familias se ayudan entre ellas. Un tercer marco de relaciones es que aparecen las comunidades aldeanas, que sirven para defenderse de las presiones nobiliarias y fiscales de la monarquía. El gran cambio sociológico que se produce es la aparición de la sociedad urbana. El fenómeno socio-político que propicia esto es la revolución comunal. Durante la Alta E. Media, muchas ciudades se convirtieron en núcleos episcopales (Santiago de Compostela), lo que significa que cuando comienza la expansión económica las ciudades forman parte de los señoríos y la compatibilidad de esos grupos y sus actividades económicas con los señores feudales era difícil. En el s. XI se produjeron enfrentamientos entre los señores de las ciudades y la población que se enriquece, con lo que comenzó a tener aspiraciones de autonomía, y cuyos gobiernos estaban dominados por la burguesía. Algunas veces solo se llegaron a acuerdos, pero en otras ocasiones los señores se negaron a aceptar las condiciones de los burgueses, con lo que se produjeron enfrentamientos armados. Las reivindicaciones que pedían los burgueses eran: - garantías en el ejercicio de la justicia para que se pongan leyes por escrito; - libertad de movimiento y de mercancías en la ciudad, lo que no significaba que no deberían pagar impuestos; - que los señores sean garantes del orden y de la seguridad en la ciudad, y en caso de que los señores no quisieran hacerse cargo de esta función, exigían a los comuneros que fuesen ellos quienes mantengan esta seguridad; - estaba la posibilidad de que la ciudad se gobernase a sí misma sin la intromisión señorial. Todo eso dará lugar a la aparición de una normativa local. Cuando una ciudad alcanza el nivel máximo de autogobierno se convierte en un señorío colectivo porque 38

en la Plena E. Media la ciudad es un núcleo de población que ejerce su gobierno en un termino municipal, con lo que también tendrán su propio ejército. Los mandatarios se convertirían en señores colectivos, pero con el paso del tiempo, el poder recaerá en una minoría más rica e influyente. La sociedad urbana es heterogénea y desigual, por lo que englobar el concepto de burguesía puede ser engañoso. Los grandes grupos sociales que integran esta sociedad son, primero, miembros de la nobleza que, aunque vive de las rentas de sus señoríos, radican en las ciudades, con lo cual, la nobleza tiene un cierto papel en el ámbito social urbano. El segundo es el grupo más influyente y está formado por los mercaderes dedicados a los negocios, a la banca, al comercio y a la artesanía. Es un grupo privilegiado que, dentro de las ciudades, tiende a ennoblecerse, pues establece contactos familiares con miembros de la nobleza, de manera que formaron un grupo unificado y dirigente de la ciudad conocido como oligarquía urbana: son los más ricos, socialmente prestigiosos y monopolizarán el gobierno de las ciudades. Por debajo de este grupo, aunque socialmente bien considerado, se encuentran los hombres de letras con una buena formación intelectual con lo que empiezan a ocupar cargos importantes en la administración. Este grupo tendrá un influencia social creciente en el ámbito urbano. Más debajo se encuentra una masa de trabajadores con una condición económica inferior (artesanos, empleados en compañías comerciales…) que dedican su tiempo en los talleres o gremios, con escasa formación técnica y sometidos a unas duras condiciones de trabajo. Esta masa fue atraída por la demanda de trabajo que precisa la ciudad, por lo que sus condiciones serán peores cuanto más mano de obra haya. También existe otro grupo de trabajadores relativamente privilegiados que pertenecen a un gremio, ya que estos daban una función asistencial y religiosa y defendían los intereses económicos de los agremiados, pues procuraban que el desarrollo de la actividad profesional se desarrollara en la ciudad en régimen de monopolio, y controlaban el mercado de materia prima para garantizar que los productos tuvieran una calidad determinada y que el precio fuera bajo. Sin embargo, la estructura del gremio es jerárquica, y en cuya cúspide está el maestro (dueño del taller y con mayor conocimiento) y más debajo están los oficiales, y en la base estaban los niños cuya función era aprender el oficio. Además, se encontraban los trabajadores asalariados pero que no estaban vinculados con el gremio, de manera que fueron los más perjudicados. También hay un grupo marginado que se encuentra al margen de la estructura social convencional: estos eran los pobres. En el mundo medieval, el pobre resultaba necesario para el ejercicio de la limosna y la salvación del alma. En cuanto al sexo, las mujeres están en inferioridad, la homosexualidad estaba perseguida, la prostitución estuvo controlada en algunos casos y los grupos de religiones distintas no fueron tolerados. Además, la enfermedad también era un motivo de exclusión social: los leprosos eran obligados a vestir de una manera y se evitaba el contacto con ellos, pues, en el mejor de los casos, eran recluidos en leproserías. Toda esta diversidad es fruto directo del crecimiento demográfico y económico de Occidente. Pero la expansión también afecta a la creación de la civilización occidental y a la expansión de la cultura. Tema IV.2. Los grandes desarrollos políticos: monarquías feudales y poderes universales. La expansión política europea Formación, evolución y estructuras políticas de las grandes monarquías feudales La monarquía capeta en Francia 39

El artífice de la recuperación francesa fue la dinastía Capeta que recupera el poder carolingio. El primer factor fue la tradición monárquica a pesar de la crisis de la monarquía de los siglos anteriores, que no llegó a desaparecer. En el s. XI, el rey sigue siendo un primus inter pares y un árbitro entre las querellas reales, aunque en este momento su poder es reducido y no tiene poder en condados y ducados. En el s. XII, el poder avanza en su recuperación gracias a la labor de Luis VI y Luis VII. El factor que más contribuye es el aprovechamiento del feudalismo por el que se organizó una estructura jerarquizada del poder, con el rey a la cabeza. El problema del sistema es que la nobleza debe servir al monarca, cosa que aún no hace, y se interviene en su feudo. La expansión económica de este periodo ayuda a este cambio, ya que promueven la explosión económica de la burguesía y la realeza. Los realengos fueron ampliándose gracias a los terrenos ganados a los nobles, lo que conlleva ejercer una autoridad más eficiente. En el s. XII, la monarquía estaban poco desarrollada, y los cargos políticos están en la alta nobleza. La administración territorial era inexistente, pues hubo una idea que fortaleciera el poder político, que es el derecho de justicia suprema. En el s. XIII, el progreso es indiscutible: los reyes se consagran y tienen poder sobrenatural. Todavía los monarcas no tienen un sistema central pero si imponen su autoridad sobre los grandes vasallos. El gran hito viene señalado con la figura de Felipe Augusto 1180-1223 quien recuperó las tierras de los ingleses, intervino en los principados desarrolló la Administración Real. Convirtió a París en la capital; crea un parlamento y una sala de cuentas; y se reparten los comisarios del rey por todo el territorio. Es un proceso de consolidación que se vio reforzado por su hijo Luis VIII, que siguió sus tareas. Su hito reforzó la autoridad francesa al reconocer su poder divino y la creación de un sistema estatal y una emisión de leyes para todo el territorio. La monarquía real francesa estaba muy debilitada durante los ss. IX y X, al igual que en todo el Occidente medieval a causa de las segundas invasiones, cosa que los carolingios no supieron asumir. La influencia de la monarquía se sobrepone cuando esta se impone a la nobleza, que tiene la facultad de aprovecharse de la organización feudal del territorio con el rey en la cúspide del sistema, con lo que se crean un sistema de vinculaciones para que el rey puede emprender tareas de disciplina a los demás y no rinde cuentas a nadie. Los reyes se van haciendo con territorios de nobles rebeldes, con lo que se sobreponen a las demás noblezas, y se establecen a la cabeza de un poder político y económico a raíz de la creación de ciudades y villas, lo que provoca la unión con la burguesía, que le supone un apoyo frente a la nobleza. Algunos reyes de esta dinastía se consagran como santos porque tienen capacidad sanadora. El proceso de control efectivo del territorio de Felipe Augusto se consigue con el envío de delegados a todas las zonas del reino para impartir justicia, recaudar impuestos… La monarquía feudal inglesa: normandos y angevinos En el s. XIII, mientras se robustece la monarquía francesa, la inglesa sufre un proceso inverso. Desde la llegada de Guillermo “el Conquistador” en el s. XI, se producirá un degradación del poder y se culminará en la reinado de Juan sin Tierra, un rey al que la nobleza le intentó imponer la carta magna y que dará lugar al parlamentarismo ingles. En este caso comienza con la invasión de Normandía por parte de Guillermo desde 1066 que derrota a los anglosajones y lleva el feudalismo a las islas. Durante su reinado, las reformas sirven para centralizar Inglaterra, pero primero derrota a la nobleza y reparte sus feudos entre los sheriff con una serie de obligaciones 40

(presiden los tribunales y recaudan impuestos) a cambio de fidelidad. Guillermo consigue un fortalecimiento de la monarquía con una eclosión económica, ya que se queda con la mayoría de las tierras locales. Esta monarquía se convierte en una de las más centralizadas. La nobleza no acepta esta autoridad y lucha por los recortes de derechos. Sus descendientes darán una carta de libertada a los grandes barones. El hito viene en el s. XII, cuando se produce un cambio de dinastía tras una guerra civil. El proceso de conquista de Enrique II Plantagenet (1133-1189) es muy importante, ya que se compone por territorios en Inglaterra y Francia, de los que destacan los de la parte paterna y los de su primera mujer en Francia, Leonor de Aquitania. Esto desencadena conflictos entre las dos monarquías debido a cuestiones de vasallaje. Sin embargo, fortaleció la centralización con su ministro Beckett, que fue el mayor administrador del reino en esta época y, cuando ascendió al cargo de obispo, empezó una lucha con el rey creando una fisura en la monarquía. Enrique II crea un imperio fortaleciendo la administración y unificando la justicia, haciendo que la monarquía inglesa sea una de las más potentes. Esta monarquía pierde poder durante el reinado de los sucesores. Su hijo Ricardo I “Corazón de León” (1157-1199) se preocupó más por los asuntos espirituales fuera de suelo inglés que por mantener el imperio. A su muerte le sucede su hermano Juan, que será conocido como Juan sin Tierra (1166-1216) y, tras diferentes frentes abiertos, vio mermados los poderes de la monarquía frente a la nobleza tras la derrota en Bouvins en 1214, por la que se ve obligado a otorgar a los nobles la Carta Magna en 1215, que marca el parlamentarismo de la historia inglesa. Esta carta simboliza la resistencia del pueblo sobre el poder único. El descrédito se mantuvo gracias a los gastos de las guerras, lo que consolida el parlamentarismo como órgano de consulta alternativo al del rey. Se impone un gobierno pactista en el que el rey debe consultar todas sus decisiones al parlamento. Las monarquías hispanas En estos siglos, el balance de las fuerzas se inclina del lado cristiano. Fernando I de León(1016-1065) encabeza la recuperación política del occidente hispano tras el desmoronamiento, y logrará que la política de León renazca. Además de recuperar territorios, instauró el sistema de parias, que son unos tributos que pagan los reinos musulmanes a los reinos hispanos para que estos últimos presten su apoyo a los segundos en las guerras, o para que no sean atacados por los hispanos. A la muerte de Fernando I, Alfonso VI (1047-1109) culminará la conquista de Toledo en 1085, lo que será un golpe militar de gran importancia, además de político y psicológico, por ser considerada la capital de la Hispania visigoda. Tras el final de su reinado, pierden batallas a manos de una nueva tribu musulmana almorávide y el declive se acentuará al final de este. Con Alfonso VII (1105-1157), Castilla y León recupera su prestigio. Recibió el vasallaje de los nobles de la península, y se coronó emperador de España, aunque su reinado se vio truncado por la entrada de los almohades. Así mismo, este proceso se desmoronó cuando dividió su reino a su muerte, con lo que su hijo Fernando (1137-1188) heredó el reino de León, y su otro hijo, Sancho (1134-1158), ocupó el trono de Castilla. La Corona de Aragón nace como un condado del reino de Navarra hasta la muerte de Sancho III, que dejó en su hijo Alfonso VIII (1155-1214), consolidado como rey de Aragón frente a su hermano Fernando II de León. Su preocupación fue crear núcleos de resistencia, con lo que el reino de Navarra fue una potencia con Sancho III. Controló el reino de León y el condado de Castilla y el de Aragón. A su muerte, 41

León sufre un declive y quedará encerrado en el reino de Aragón y de Castilla. A partir de aquí, pretenderán reunirse ambos reinos para repartirse León. Portugal nace de las disgregaciones a la muerte de Alfonso VII. Fue concebido como forma patrimonial, pero se terminó dotando a dicho condado de un poder de actuación independiente. El monarca Alfonso intervenía en los asuntos de Castilla y León, pero a su muerte, conquistó Extremadura gracias a los caudillos. Desde entonces, la política del reino será la repoblación con su reino homónimo, centrándose en el ámbito occidental. El fortalecimiento de las monarquías se sufrirá tras la implantación del derecho romano. Se habían proclamado fueros de carácter local, pero no será hasta el fuero juzgo (1241) cuando se quiera dar el paso a una centralización, que culminará con Alfonso X (1221-1284). León también aprovecha esta situación, además de Navarra y los otros reinos; pero la administración está descentralizada y surgen elementos de cohesión como las baylías, que controla a los begués. La recaudación es similar, pues, en principio, el tesoro del reino y, posteriormente, los mecanismos, se modernizarán, ya que se pasa del botín y el saqueo a la imposición de servicios de monedas. Así pues, la política del reino pasa de una curia regia a unos oficiales entendidos en leyes que darán paso a la lección de los Doce Sabios y el Consejo de Estado. Papado e Imperio: el choque de los poderes universales Durante la E. Media, existió un pensamiento de reforma de la iglesia, ya que es una institución medieval que está experimentando grandes cambios económicos, políticos y morales, de manera que se comienza a hablar de una reforma, basada en una lucha entre papado e imperio por el dominio universal. La reforma de la iglesia La iglesia necesitaba luchar contra la simonía o compra de cargos eclesiásticos; y la lucha contra la corrupción del clero, basada también en la visita de los prostíbulos por parte del Papa. La iglesia se relajó demasiado: los curas estaban corruptos moralmente. Las reformas estaban destinadas a eliminar el sentido del poder temporal en la iglesia, ya que podía introducirse el modelo feudal dentro de esta: cualquier noble podía comprar un cargo eclesiástico y convertirlo en hereditario. Por otra parte, existía una degradación moral e intelectual, ya que accedían al cargo quien más dinero tenia, no quien más preparado estaba. La iglesia necesitaba un cambio, y uno de los sectores que pretendió acabar con esto fueron los monjes de Cluny, una fundación creada en Borgoña que intentó eliminar el poder feudal, con lo que comenzó ese espíritu reformista. Ya a finales del s. IX, el conjunto de la cristiandad tenía asumido la necesidad de una reforma porque, al ser el papado corrupto, el emperador decide intervenir en la Reforma: Enrique III decide llevar la cruz y hace una gran limpieza en el papado, pues Roma estaba gobernada por una oligarquía con tres papas y, por otra parte, estos papas habían creado una autentica pornocracia. Enrique III los expulsa e impone a Clemente II en el 1046, quien trae consigo una serie de reformadores de origen alemán, que impulsarán la reforma. Estos reformadores sentarán las bases de lo que será el reformismo que León IX realizará posteriormente. León IX se erige como la cabeza visible de la reforma: se libra de esa injerencia del poder temporal y acierta al saber rodearse de un cuerpo de teólogos, como el monje Ildebrando (futuro Gregorio VII).

42

El conflicto entre Papado e Imperio Si la Iglesia intenta desprenderse de la injerencia del poder temporal, entonces aparece un choque con el Imperio, es decir, es el fruto de un futuro enfrentamiento, ya que si durante el gobierno de Enrique III, el papa Nicolás II había mantenido buenas relaciones con él, la muerte de este emperador conlleva el enfrentamiento entre Enrique IV y Nicolás II, quien usa fuerzas contrarias al imperio: el emperador entrega por su cuenta un feudo a los normandos, mientras que Nicolás II organiza un poder al Norte de Italia e intenta aliarse con la monarquía capeta, tradicional enemiga del emperador. En definitiva, a la muerte de Enrique III, se produce un enfrentamiento como causa de una política de alianzas nefastas. Los reformadores alemanes actúan y elaboran teorías que terminan con la abdicación de Nicolás II y proclaman a un antipapa, con lo cual, Iglesia e Imperio tiene cada uno un representante, produciéndose un cisma que irá en aumento con la llegada al poder de Gregorio VII y Enrique IV. Este enfrentamiento es más que una lucha por el control de la iglesia o del poder: es una lucha por el establecimiento de un poder universal, bien sea cesaropapista o un modelo teocrático. El poder cesaropapista se cree heredero del modelo imperial romano, de carácter universal, al ser un rey coronado por el Papa y por Dios, o un poder que no debe someterse a nadie. Debido a la querella de las investiduras (1073-1122), se produjo un enfrentamiento contra Gregorio VII (1020-1085), quien quería luchar contra las injerencias del emperador en la Iglesia. Así pues, decide elevar la autoridad del Papa para tomar decisiones dentro de la iglesia, todo ello manifestado en el documento Dictatus Papae, por el que Gregorio VII se erige como la cabeza de la cristiandad. Con lo cual, el poder del Imperio es menos significativo. Los reformadores alemanes crean un cuerpo con el que atacar este sistema, y las posturas se van a radicalizar tanto que Enrique IV (1050-1106) repondrá a Gregorio VII; y, por su parte, este lo excomulga, lo que conlleva un hecho importante dentro del mundo de la política feudal, ya que al quedar excomulgado un rey, todos sus vasallos quedan disueltos y Enrique IV ve atacado su poder en distintos frentes, situación que le lleva a pedir perdón al Papa, hecho que se consuma en la Humillación de Canossa (1077), por la que, aparte del perdón, el Papa mantiene al emperador en un campo varios días solo con una capa como gesto de humillación. Enrique IV viaja a Roma pocos años después y expulsa al Papa y pone a un antipapa. La reacción de Gregorio VII no se produjo porque murió poco después. Entonces, ahora parece que el imperio ha conseguido imponerse al poder papal. Tras este evento, papado e imperio son conscientes de que necesitan una paz, confirmada en el Concordato de Worns (1122), entre Enrique IV y Calixto II (1050-1124), por la que el Imperio acepta que la iglesia nombre los cargos eclesiásticos, y esta reconoce el poder del Imperio para poder entregar feudo a los diferentes cargos eclesiásticos. En el fondo, era un intento de no acabar con estas instituciones, y este documento lo único que dice es que el emperador podía hacer y deshacer lo que quiera en Alemania, y el Papa en Italia. Era una tregua que se verá rota por la llegada al poder de Federico I Barbarroja (1122-1190), quien se superpone a una serie de rebeliones en el interior de Alemania. El Papa solicita su ayuda en Italia, ya que Roma sufrió altercados internos: se proclamó una república y el papa fue expulsado de la ciudad. Federico I salva la situación, lo que hace que se mantengan buenas relaciones, al poco tiempo rotas porque el emperador se considera el salvador del papa, con autoridad militar, política y moral para establecer un imperio de carácter sacro, y se hará con las ricas ciudades de Italia. El papa Alejandro III (¿?-1181) se opondrá a esta injerencia de Federico I y

43

alentará una gran rebelión de las ciudades del Norte de Italia, y toda la política del emperador acabará siendo un fracaso. Su hijo, Enrique VI (1165-1197) intentó realizar la política universal, sin embargo, murió muy temprano. Por su parte, En el s. XII, el papado intentará sobreponerse bajo el mandato de Inocencio III (1161-1216), quien intentó que la espada del poder espiritual se superponga a la del poder temporal, pues decide realizar una política por la que el papado esté a la cabeza del poder universal y del imperio. En el s. XIII, aunque el emperador Federico II (1194-1250) intenta realizar otra contraofensiva para establecer un dominio temporal en el Occidente medieval y en la cristiandad, no logró hacer efectivo ese control, terminando igual que sus antecesores, en una política que será un fracaso, ante el teocratismo que se desarrolla en esta época. Además, hay que entender que las ideas imperiales dan paso a otras ideas políticas más realistas, como las ideas del reino, que establecían un poder centralizado. La expansión política europea: las Cruzadas, la Marcha alemana hacia el Este y la Reconquista Las Cruzadas Una cruzada es un ideal que establecieron los cristianos para recuperar los Lugares Santos arrebatados por los musulmanes. A este ideal contribuyen varios factores: - La ocupación de estos lugares por los turcos selyúcidas. Desarrollan una maquinaria militar potente que se sobrepone a Bizancio, cuyo emperador hará una llamada de socorro a Occidente. Por otra parte, se ve que se estaba generando un espíritu de cruzada entendido como la creación de una institución de la caballería dentro de la órbita cristiana, es decir, luchan para derribar el poder infiel; y la sacralización de la guerra como justificación. Esta idea de cruzada se remonta a mediados del s. XI. - El Papado y el Imperio estaban en busca de un poder único. Gregorio VII intenta ser la cabeza de la Iglesia al echar una mano a Oriente y provocar que ambas iglesias se uniesen. Urbano II (1042-1099) continúa la tarea inacabada por la muerte de Gregorio VII y mandará ayuda a Bizancio. La Primera Cruzada fue predicada por Urbano II en el Concilio de Clermont (1095), anunciando la indulgencia plenaria de los pecados de aquellos que acudiesen a liberar los Santos Lugares. Tuvo una gran calada en los individuos del momento: se originó una Cruzada Popular, inspirada en la prédica de Pedro el Ermitaño, que terminó en desastre. La Cruzada organizada por los caballeros feudales francos va a tener una mayor repercusión, llegando a conquistar Jerusalén. Esta Primera Cruzada tendrá repercusión en Constantinopla: el emperador llamó a un pequeño contingente para hacer frente a los musulmanes, pero cuando esta numerosa masa llegó a las puertas de la ciudad, el emperador se echó a temblar, tuvo miedo de que pudieran ocupar el territorio bizantino. Los bizantinos vieron a estos occidentales como bárbaros, ya que eran herederos del Imperio Romano, sin embargo, siguen adelante en la lucha, sufriendo grandes calamidades y emboscadas por parte de los musulmanes. Al final, tras un gran esfuerzo, conquistan Antioquia, dominan gran parte de Siria y, sobre todo, en el año 1099 terminan por conquistar Jerusalén. La primera Cruzada tuvo éxito y los Santos Lugares forman parte de los cristianos. Como consecuencia, esas zonas conquistadas se van a contagiar del sistema político feudal: se dotan de una pirámide feudal, a cuya cabeza está el rey y debajo de él, nobles, clérigos y campesinos. De esta manera, se 44

crean reinos: el Reino de Jerusalén, el Principado de Antioquía o los Condados de Edesa y Trípoli. Asimismo, el brazo armado de estos lugares lo constituyen las órdenes militares, ya que como no hubo un gran ejercito que sustentara ese control, fue preciso crearlas y usadas para la consolidación militar de esos territorios. Todo ese poderío cristiano no hace frente a la fuerza militar musulmana, quienes en el s. XII se hacen con el Condado de Edesa. Esta es la primera señal de alarma para los cristianos, quienes recurren a una Segunda Cruzada, organizada por Luis VII de Francia (1120-1180) y Conrado III (1093-1152), hijo de Federico I. Aquí se manifiesta el poderío de las órdenes militares, ya que la contribución de Luis VII sufrió ataques en su camino a los Santos Lugares que fueron ayudados por los caballeros templarios. La Segunda Cruzada apenas tiene repercusiones. Esta situación se agrava cuando dentro de un mundo musulmán fragmentado surge la figura de Saladino (1138-1193), sultán de Egipto y Siria, quien propone expulsar a los cristianos de los Santos Lugares. Este nuevo ejército musulmán, unido a la mala política del rey cristiano Guy de Lusignan, causará la gran derrota de los cristianos en la batalla de Hattin y generará que pocos años después, en 1187, Saladino recupere Jerusalén y gran parte de los territorios cristianos que habían recuperado tras la Primera Cruzada. Este debacle cristiano hace que los dirigentes occidentales piensen que sea preciso volver con otro contingente para recuperar los territorios. Así, desde Alemania, Federico Barbarroja; desde Inglaterra, Ricardo Corazón de León; y Felipe Augusto (1165-1223), desde Francia protagonizarán la Tercera Cruzada. Esta alianza se deshace cuando Federico Barbarroja muere ahogado en una lago, de manera que los otros dos se quedan sin el dirigente que más soldados traía. Ricardo consigue recuperar Acre y consolida el orden en la costa de Siria. Sitia Jerusalén, pero las contingencias con Felipe Augusto y su gran fortificación hace que sea imposible su toma. Estas cruzadas con el significado de imponer el cristianismo en Oriente en s. XII, pero en el s. XIII perderán su significado. La Cuarta Cruzada desvirtuó sus objetivos de invadir Egipto para conquistar Bizancio según los intereses de Venecia: toman Constantinopla y logran establecer en el Mediterráneo oriental un gran emporio comercial. Esto genera que la cristiandad vea a los Cruzados a hombres desalmados que solo ven querencia de poder. Ante la impureza de los caballeros, la comunidad cristiana entendió que dicha empresa debía ser llevada a cabo por gente pura, por lo que en 1212 se organizo una “Cruzada Infantil” que terminó siendo un gran fracaso. La Quinta Cruzada fue realizada por el rey Andrés II de Hungría y el príncipe Leopoldo IV de Austria en 1217 en un intento de retomar Jerusalén, empezando primero por Egipto, pero terminará en otro fracaso. La Sexta Cruzada fue peculiar, ya que fue realizada por un excomulgado: Federico II, logrando una cierta libertad religiosa en Oriente Medio, para que los peregrinos que iban a los Santos Lugares pudieran peregrinar tranquilos. San Luis de Francia, en el s. XIII, llevó a cabo las dos últimas cruzadas en 1248 y 1270 contra El Cairo y Túnez respectivamente, lugar donde encontró la muerte. En 1291 tuvo lugar la pérdida de Acre, hecho que marcará el final de la idea de cruzada y de las pretensiones cristianas en el Oriente musulmán y bizantino. La Marcha alemana hacia el Este Las cruzadas no solo se circunscriben hacia los Santos Lugares. La marcha hacia el Este se auspició por los generales alemanes: era una idea para evangelizar a los pueblos paganos de Europa Oriental, lo que significa que se corrobora esa concepción de expansión político-militar y moral de los estados occidentales hacia Oriente. Esta 45

marcha hacia el Este la podemos ver en época de Carlomagno, pero a finales del s. XI se realiza una política dedicada a expandir esos ideales. Así, durante el s. XII se realiza una política militar y de consolidación de estos territorios por medio de la creación de núcleos de poder, que, a su vez, en ellos se realiza una política de repoblación de esos territorios por parte de alemanes, flamencos y holandeses. En el s. XIII, se expanden hasta la zona del río Vístula, en donde la orden militar teutónica intentará anexionar la zona del Báltico (Lituania, Letonia y Estonia). La Reconquista hispana En el territorio hispano tiene lugar el proceso de la Reconquista que se llevará a cabo entre los ss. XI y XIII. Desde mediados del s. X el poder musulmán era incontestable en los mandatos de Abderramán III y Almanzor; pero en el s. XI esa fuerza se invierte: los cristianos se verán favorecidos por la disgregación del califato, que no son más que pequeños reinos musulmanes en constantes luchas entre sí, dirigidos por Reyes Taifas que, al estar divididos, no pueden hacer frente a la pretensión cristiana. Este contexto fue aprovechado por Fernando I, quien comenzó a cobrarle a los reyes musulmanes las parias para protegerlos o para no atacarlos. Sin embargo, no será hasta la llegada de Alfonso VI cuando se produzca el gran avance cristiano al conquistar el Reino de Toledo. Esta conquista se convierte en el último bastión de todos los territorios que se habían conquistado. Sin embargo, toda esta política se vio truncada por la intromisión en la península de los almorávides, quienes acudirán a la llamada de socorro de los Reyes Taifas ante el avance cristiano. Así, uno de estos caudillos almorávides, Tasfin, llega a la península y derrota a las fuerzas de Alfonso VI en la batalla de Sagrajas (1086), con lo se ve con fuerzas para reunificar todo al-Ándalus y reorganizar la política de esplendor del califato: vuelve a anexionar el Norte, el Este, Baleares y la ciudad de Zaragoza. Sin embargo, la recuperación de Toledo no fue posible, ya que toda la potencia militar que poseía en los campos de batalla era insuficiente a la hora de realizar asedios, y el enclave de Toledo seguía en manos cristianas. Ya entrado el s. XII, los almorávides se dividen y crean un periodo de segundos reyezuelos. Esta situación será aprovechada en el mismo siglo para que los reyes castellano-leoneses y aragoneses se repartan toda la zona por conquistar, lo que será conocido como “derecho de conquista”. Así, Alfonso VII conquista Calatrava y Almería; y la expansión de los territorios orientales fue realizada por Ramón Berenguer IV, quien se hará con la zona de Lérida. Ante este desgaste musulmán y el poderío cristiano, entran otra tribu: los almohades, quienes vuelven a sobreponerse a los cristianos, situación que se plasma durante el reinado de Alfonso VIII de Castilla en la Jornada de Alarcos en 1195, donde las tropas del rey sufrieron una gran derrota, lo que permitió que los musulmanes conquistaran gran parte de La Mancha. Esto hizo tomar conciencia al conjunto de reyes hispánicos (Alfonso IX de León no participará), que intervendrán en una especie de Cruzada junto a caballeros pirenaicos franceses. Este sentimiento de cruzada se plasma en 1212 en la batalla de las Navas de Tolosa, donde definitivamente el poder musulmán será derrotado. Hasta 1246 el avance hispánico es espectacular, ya que se asientan en la zona del Guadiana y se conquista el reino de Jaén, sobre todo durante el reinado de Fernando III de Castilla (1199-1252). Por parte Oriental, excluida Navarra, la política catalana-aragonesa llevará a Jaime I a conquistar los territorios de las Baleares y Valencia. Así, los reinos musulmanes quedan reducidos al Reino de Granada, no conquistado debido a las guerras internas de los hispánicos por el dominio del territorio.

46

Tema IV.3 La renovación intelectual del Occidente cristiano La expansión cultural de la Plena E. Media occidental El desarrollo cultural durante Occidente durante la Alta E. Media fue escaso, pues solo durante el imperio carolingio se intentó enseñar una educación a la población por medio de la red de escuelas. Esta pobre cultura contrastó con el esplendor cultural de Oriente. Sin embargo, esta situación cambia a partir del s. XI en paralelo con la expansión demográfica, el crecimiento económico y la consolidación de los reinos. El renacimiento del s. XII Esta expansión cultural se consolidará durante el s. XII, hablan de un “renacimiento”. Los fundamentos de este serán, primero, la lógica, la rama de conocimiento más desarrollada y el fundamento de la cultura occidental de la Plena E. Media. El segundo fundamento es la aparición de las escuelas urbanas. A partir de estos dos, aparecen manifestaciones culturales que para el conjunto. Es más, se recupera el latín clásico. Además, el ser humano tiene confianza en el progreso del conocimiento y del progreso: hay optimismo en el conocimiento, conseguido a través de la enseñanza, escritura y actividad intelectual. Esta manifestación cultural se asienta en la variedad: en el campo de las letras se produce un cambio lingüístico al recuperarse el latín clásico y al nacer las literaturas escritas en lenguas romances, alemán e inglés, una poesía épica y lírica escrita por los goliardos. Esta poesía es estudiantil, escrita en algunos casos por jóvenes que cantan al carpe diem. Aparece la poesía del amor cortés, cantada por los trovadores y escrita en la lengua de Oc. Los romances dan lugar a una rica literatura, organizada en ciclos temáticos (Ciclo artúrico). Las traducciones vienen del Oriente islámico y se instalan en Occidente, por tanto, estaban disponibles un caudal de conocimiento muy superior al que existía hasta entonces, con lo que se percataron del potencial del conocimiento árabe, de manera que a partir del s. XII, algunos autores cristianos se acercaron a la península Ibérica para traducir del árabe al latín esas obras. Este fenómeno es fundamental para entender la cultura actual. Tanto el desarrollo literario como las traducciones tienen un fundamento institucional: las escuelas. Aparecen un nuevo tipo de escuelas, como las catedralicias pues, como consecuencia del crecimiento urbano, aumenta la demanda de la educación. Al aumentar esta demanda, esta escuela se vio incapaz de aceptar a todos esos alumnos, que buscan una formación para dedicarse a prácticas fuera del ámbito de los sacerdotes. Al crecer, los obispos delegan la enseñanza en maestros que ya no son sacerdotes. De esta forma, aparecen pequeñas escuelas privadas creadas por esos maestros que enseñan al margen de las catedralicias: una red escolar laica. Sin embargo, los obispos siguen teniendo un control sobre estas, pues los maestros necesitaban demostrar que podían enseñar. En estas escuelas se enseñan conocimientos relacionados con el trívium. Desde finales de la época romana el conjunto del conocimiento estaba dividido en dos bloques: trívium (gramática, retórica y la dialéctica) y el quatrivium (aritmética, geometría, astronomía y música). Durante la Plena E. Media las escuelas se centraron más en el trívium. En algunas escuelas catedralicias se especializaron en determinadas materias y crearon un ciclo de enseñanza superior especializado. El desarrollo de la red escolar facilitó la enseñanza superior y básica de un número creciente de personas en el ámbito urbano, ya que el foco más importante desde el punto de vista intelectual es la ciudad y 47

no el monasterio. Además, se va a producir la aparición de una figura que va a estar muy bien considerada en los siglos siguientes: la del intelectual que vive de sus conocimientos. Trabaja en una escuela en la que cumple una función con una clientela peculiar que paga por sus servicios. Estas escuelas no están agremiadas, con lo que en el siglo XII aparecerán las asociaciones de profesores con autonomía de trabajo y de sueldo. Sobresale la figura de Pedro Abelardo, el intelectual por antonomasia del siglo XII medieval que llevó más lejos la aplicación de la lógica. En este contexto de renacimiento general se desarrolla el arte románico. La madurez intelectual del s. XIII Esta cultura creciente termina en el siglo XIII, que representa la culminación la cultura intelectual del Medievo. La semilla sembrada en las escuelas fructifica la aparición de cada vez más hombres de letras con formación intelectual que ponen sus saberes al servicio del poder político, y tienen cada vez más peso en la administración y en la política. La literatura también sobresale. Mientras que el siglo XII se produce la recuperación del latín clásico, en el siglo XIII ocurre una mayor difusión del latín al ser empleado por un mayor número de personas pero, al mismo tiempo, experimenta un proceso de degradación formal. Por eso, cuando los sumaristas del renacimiento del siglo XIV vuelvan a encontrarse con el latín clásico, lo verán como una auténtica revelación. Se refleja un empobrecimiento de la literatura en latín, reservado para la religión y la hagiografía, además de una parte de la historiografía. Frente a este empobrecimiento de la literatura escrita en latín encontramos el auge de las lenguas vernáculas. En el siglo XIII empiezan a utilizarse en las cancillerías, que es la oficina que se dedica a expedir documentos. Cada poder tiene una oficina especializada que ponen por escrito leyes, órdenes… Las cancillerías europeas empiezan a utilizar lenguas vernáculas como oficiales, si bien, antes del siglo XIII se había utilizado el latín culto como medio de comunicación general en toda Europa. Con el triunfo político de las lenguas vernáculas se sucede también el triunfo literario en poemas, glosas, novelas caballerescas u obras teatrales. También se produce una continuación con las traducciones que permitieron que llegara a Occidente la mayoría del conocimiento clásico. Ahora se producen de manera oficializada. En el siglo XII las traducciones venían de iniciativas particulares que formaban equipos de traductores que dominaban el árabe. A partir del siglo XIII el proceso de traducción se estataliza. Además, se tradujeron obras de astronomía, lo que permitió el avance de esta ciencia y de la construcción de instrumentos técnicos También se tradujeron obras religiosas, como la vida de Mahoma, precursora de la Divina Comedia de Dante. Gracias a esta sistematización se recopiló la obra de Platón y la de Aristóteles. Todo esto permitió la aparición de nuevas corrientes intelectuales en la Europa del siglo XII fundamentadas en la obra de Aristóteles. Muchas de estas corrientes tiene un importante desarrollo en la centuria, como el averroísmo latino: es posible una verdad doble, que puede ser teológica y filosófica, a la que se llega por dos caminos distintos. Las dos verdades pueden ser contradictorias. Este pensamiento, cuando llegó a los autores latinos sicilianos, fue aceptado. Tuvo una especial aceptación en la Universidad de París, pero las tesis del averroísmo latino fueron censuradas por la Iglesia, por lo que muchos profesores fueron expulsado de la universidad, como es el caso de Sigerio de Bramante. La corriente de reacción al averroísmo es el tomismo o la cristianización del pensamiento aristotélico. Una tercera corriente que es la ciencia experimental protagonizada por los franciscanos ingleses y por profesores de Oxford. Reivindican el papel de la experiencia y del conocimiento directo de la naturaleza para 48

crear un pensamiento científico. Uno de los fenómenos culturales más importantes es la irrupción del derecho como heredero de la tradición clásica. El derecho romano había sido redescubierto en algunas escuelas a partir del siglo XI, pero en el siglo XIII inspira la legislación de la mayoría de los reinos, convertidos en romanistas. El derecho romano era más perfecto que el medieval, basado en la venganza, en el juicio de Dios o en pruebas judiciales, como el duelo entre campeones o la prueba del hierro candente. Se producen también cambios en las escuelas urbanas a partir del siglo XIII. Es ahora cuando los maestros y los alumnos empiezan a crear una corporación para la defensa de sus intereses: la universidad, referida al universo de los escolares y de los maestros que da lugar a unas instituciones de enseñanza superior. En todos los casos en los que aparecen la universidad, se produce un enfrentamiento entre los estudiantes y maestros y las autoridades eclesiásticas o locales. Eso significa que el origen de las universidades se encuentra en el combate para lograr un mayor grado de autonomía. Una vez que alcanzan ese objetivo, a las universidades la caracterizan la libertad para regular la ley interna y los estudios, la autonomía jurisdiccional y el monopolio de la actividad docente superior por la universidad, es decir, funciona igual que los gremios. El acto que simboliza esta autonomía es la entrega de la licencia docente y tener un sello propio. El proceso de creación de las primeras universidades demuestra estos fenómenos: la corporación universitaria más antigua es la que surge en París que, desde principios del s. XIII se producen movimientos estudiantiles para romper con la dependencia del obispo de París, adquirir el derecho de otorgar la licencia docente y adquirir una jurisdicción propia. Para conseguir esas aspiraciones fue necesario la violencia en contra de las autoridades eclesiásticas. La nueva corporación que se crea también ponen en funcionamiento el derecho de segregación, es decir, el derecho de abandonar una ciudad y crear en otro lugar una nueva (Orleans). Esto se hizo porque hacían atractiva a la ciudad y por la economía que eso generaba. Las nuevas universidades ahora surgen pacíficamente, pero el ritmo de creación será muy diferente en los países. Esas primeras universidades no tienen una sede. Una universidad es una agrupación de escuelas, también llamadas cátedras. Su número estaba tasado y todas las que se dedicaban a impartir la misma enseñanza, se agrupaban en facultades. Cada facultad tenía su propia autoridad: el decano; y el rector era elegido y dirigía cada corporación universitaria. Para ascender, era necesario pasar por exámenes orales ante un tribunal que intervenía y debatía con el alumno. Las clases de entonces eran muy activas porque se hacían a partir del comentario de texto, es decir, la opinión dada por algún filosofo antiguo sobre un tema determinado y el debate posterior en el que los alumnos y maestros proponían tesis para alcanzar conclusión. Este es el método escolástico, basado en la aplicación de las leyes de la lógica aristotélica. Pertenecer a la universidad implicaba la participación activa en todos los actos regulados por los estatutos. Tema V: La Baja Edad Media (ss. XIV-XV) Tema V.1 La crisis bajomedieval: factores y consecuencias socioeconómicas La dinámica de crecimiento de los anteriores siglos se quiebra porque, desde la segunda mitad del s. XIII, se observan síntomas que demuestran que se está produciendo un cambio de tendencia. Se pasa de un crecimiento sostenido a una etapa de regresión. Los síntomas son un profundo desequilibrio en la economía y en las sociedades rurales consecuencia de unas condiciones climatológicas adversas que 49

provocan unas fuertes crisis agraria, episodios de hambrunas y relacionado con crisis política, guerras; y afloran grandes tensiones sociales. Todas estas crisis se ven acompañadas por una fuerte crisis espiritual. La crisis bajomedieval: las grandes interpretaciones Para algunos historiadores, la crisis de la de Baja E. Media es el resultado de una sucesión de crisis sectoriales conectadas: agrícola, económica, social, etc. pero cada una de estas tendría sus propias causas y, aunque conectadas, son independientes. Otra interpretación sostiene que todas las crisis bajomedievales son consecuencia de una dinámica productiva y demográfica específica según la teoría de Malthus: “el mundo está lleno para con los recursos que hay”. Con esto, en algún momento ocurriría que el crecimiento demográfico estaría por encima de los recursos económicos (Tijera Malthusiana) y, ante la imposibilidad de encontrar recursos para mantenerse, se producirá una fuerte regresión demográfica. A finales del s. XIII la población sigue creciendo y, paralelamente, los recursos alimentarios; pero en la segunda mitad del siglo, la población crece pero la producción agraria se estanca o retrocede por agotamiento de las tierras, otro tipo de plantas cultivadas debido al desarrollo de la artesanía y del comercio (plantas tintóreas), y por razones climáticas. Como resultado de todo eso, se produjo a finales del siglo el fenómeno de la Tijera Malthusiana y, tarde o temprano, se produciría la crisis demográfica que arrastraría todas las demás. La tercera interpretación pone de manifiesto que lo que entra en crisis en el s. XIV es la sociedad feudal. Si los señores llevan una vida basada en el lujo, necesitarán tener unas rentas muy altas, pero cuando se entra en el proceso de crisis agraria y retroceso demográfico, no pueden sostener ese nivel de vida, de manera que subirán las rentas y competirán entre ellos por el control de las tierras campesinas, lo que dará lugar a guerras. Esta tercera interpretación agravó las anteriores. Como consecuencia de la crisis, aparecen nuevos linajes al calor de la monarquía. La cuarta interpretación tiene que ver con los cambios que se produjeron en la sociedad, es decir, catástrofe o cambio. Este cambio se da en las estructuras económicas, en el ámbito social, políticos y culturales. En definitiva, es una época de transición entre el mundo medieval clásico y el mundo moderno. Cronología de la crisis: décadas finales del s. XIII a 1450; pero la sociedad europea tardará en recuperarse, pero en el s. XV ya hay una recuperación. La Baja E. Media es un periodo que presenta un doble ciclo: el siglo XIV, de regresión; y el s. XV, de recuperación. La regresión demográfica: los efectos de las grandes calamidades Ninguna de las calamidades que ahora ocurren eran nuevas, pero afectaron a la sociedad europea con mucho más intensidad que antes y acabaron relacionándose unas con otras. El conjunto de calamidades se pueden resumir en los cuatro jinetes del apocalipsis: muerte, hambre, guerra y peste. En primer lugar, el hambre azotó a los europeos más fuertemente durante la primera mitad del s. XIV, ya que en el s. XIII se puso de manifiesto que la producción de cereales era insuficiente para atender a toda la demanda. Lo que causa esta caída de la producción es el agotamiento de los suelos puestos en cultivo, el avance de tierras cultivadas por productos no alimenticios (tintóreas, textiles, lino…) y el cese de las roturaciones. También se sucedieron malos años (1314-1317), muy lluviosos, lo que imposibilitó sembrar y provocó un déficit agudo de producción de cereales, la base de la alimentación. El resultado de esta caída

50

de la producción es el hambre. La causa de la muerte por hambre es el debilitamiento de la población, más expuesta a las enfermedades, la desnutrición. El impacto de la guerra se une al hambre. El grado de violencia de ahora nunca fue visto. En la duración de la Guerra de los Cien Años, casi todos los reino europeos acabaron involucrados; pero junto a esa guerra se conocieron otras más localizadas entre los nobles y las monarquías. Por tanto, la guerra casi se ha convertido en una maldición, pero afecta a las sociedades de distinta manera: todas provocaban muertes, pero la forma de hacer la guerra atentaba a los fundamentos económicos (asedios y cabalgadas) al destruir e incendiar campos y aldeas y, para sufragarlas, los impuestos suben, es decir, las guerras afectan directamente al campesinado. La peste es la gran calamidad de la Baja E. Media, la más dramática. Los contemporáneos no entendieron el origen biológico de la epidemia dada su magnitud y el pánico de la época: unos dijeron que la alineación de los astros, otros a la furia de Dios, y a un complot comenzado por los judíos. La peste se originó en la baja Mongolia y se extendió a Europa a través de la ciudad de Caffa por medio de un barco genovés que desembarcó en Mesina, Sicilia. El animal que transmite la bacteria Yersinia pestis es la pulga que viaja en la rata. Sin embargo, los efectos de la crisis fueron diferentes según países, pero sí es cierto que la muerte fue muy alta: se llevó entre 1/3 y 1/4 de la población europea. La peste desaparece en 1351, pero cada diez o doce años se repiten episodios que afectan a determinadas regiones. El impacto de la peste llegó al folclore, a la literatura y al arte e, igualmente, se intentó conseguir desesperadamente el favor de Dios para librarse de la peste: bandas de flagelantes que se fustigaban para lograr la salvación. Todos estos elementos provocan la quiebra demográfica, pero en la segunda mitad del s. XV, Europa recuperó los volúmenes de población anteriores a 1348. El mundo rural: la depresión agraria El hundimiento de la demografía hizo tambalearse a la economía europea, pero afecta de manera diferente al ámbito urbano que al rural, con más virulencia en el segundo. La economía urbana demuestra tener una capacidad de recuperación mayor que la rural. Los efectos más claros sobre la economía rural fue el avance de los despoblados: espacios sin cultivar y abandono de tierras; aunque los efectos fueron diversos según regiones. La peste no es el único factor que explica los despoblados, sino que la pobreza de la tierra puesta en cultivo también lo acentuó. Ahora bien, este descenso de la tierra cultivada provocó una readaptación que benefició a la larga a la economía agraria, pues se centraron los esfuerzos en las tierras más productivas. Otra consecuencia de las calamidades es el gran desequilibrio entre los precios y los salarios: ante la falta de oferta, en los malos años agrícolas, los precios se disparan, pero este aumento se compensaba de forma inmediata cuando había buenas cosechas que daban lugar a la caída de los precios. El precio también se ve afectado por la caída de la demanda causada por la pobreza de la población y la crisis demográfica que provocó la caída del precio de los productos alimenticios, especialmente el cereal. Esta caída de los precios provocó, a su vez, un aumento de los salarios de los jornaleros del campo al haber menos población. Todo esto da lugar a un gran problema para los señores feudales que verán sus ingresos reducidos, produciéndose su ruina en muchos casos. Ante esto, los señores aumentan las rentas que deben pagar los campesinos y recuperan antiguas rentas que se dejaron de pagar en épocas de bonanza económica, lo que produjo el descontento de 51

los campesinos y una gran conflictividad, traducida en revueltas propuestas, en muchos casos, por eclesiásticos; aunque en otros solo se trataban de revueltas espontáneas causadas por las imposiciones señoriales y el hambre. Destaca la revuelta del “Flandes marítimo” (1323): fue la respuesta de los campesinos de Flandes ante su ruina provocada por los abusos de los señores. Fue duramente reprimida. La sociedad campesina francesa sufrió los efectos de la peste negra, las crueldades de la Guerra de los Cien Años y, al ser hecho preso Juan II por Inglaterra tras la batalla de Poitiers, los campesinos pagaron un nuevo impuesto por su liberación, lo que derivó en la revuelta de la Jacquerie, de corta duración pero muy violenta, con el asesinato de varios nobles. La represión fue muy sangrienta. En 1381 se produjo la revuelta de los campesinos ingleses, una respuesta contra los aspectos anteriores y contra la subida de impuestos para financiar la Guerra de los Cien Años. Estuvo bien organizada, se creó un programa de actuación que ponía en cuestión la justicia de la pirámide social e intervinieron campesinos y eclesiásticos. Esta revuelta pretendía recuperar el “comunismo igualitario” al que apelaba John Ball, quien dice que se produjo al principio de los tiempos, cuando no había señores; además, Dios no habría querido una sociedad jerárquica e injusta, pues en los tiempos de Adán y Eva no había señores. En el s. XV se produce una mejora de la situación económica y cambios en las actividades económicas. La reconstrucción agraria tiene que ver con la puesta en cultivos de las antiguas tierras que ya habían estado cultivadas durante la Plena E. Media y que fueron abandonadas en los años de la crisis. Además, se observa una mejora de la vida campesina y algunos sectores urbanos adquieren tierras para ponerlas en cultivos, es decir, la readaptación de la economía rural a las exigencias del mercado, al abastecimiento del mundo urbano. La economía ganadería se expande debido a esas exigencias, la artesanal desarrollada en las ciudades da ventajas a la agricultura y a la ganadería para satisfacer las necesidades, y la pañería se ve favorecida por la expansión de la ganadería. También la especialización de cultivos está dirigida a abastecer a la población y a la creciente industria: desciende el cultivo del trigo y aumenta el de la cebada y las plantas industriales. El mundo urbano Debido al desarrollo agrario el peso de la ciudad será mayor y demuestra una gran capacidad de adaptación y recuperación: se beneficia de la crisis rural que hizo que migraran campesinos a la ciudad. Desde el punto de vista demográfico, las pérdidas de la ciudad se compensaban con la llegada de inmigrantes y el crecimiento del fenómeno urbano no se detuvo a pesar de la crisis bajomedieval. Incluso, aparecen nuevas ciudades que surgen por el crecimiento demográfico de algunos núcleos rurales o de importancia militar, o que crecen como consecuencia de la expansión comercial. Estas ciudades crecen también por ser centros administrativos: la corte medieval siempre fue itinerante, por lo que no existía una capital del reino; pero a partir del s. XIV algunas ciudades se convirtieron en sedes estables del poder central (París). El fuerte grado de polarización social define a este periodo, es decir, diferencias entre ricos y pobres y, por otra parte, la impermeabilización hace difícil el ascenso social. por tanto, la composición social no cambia demasiado, ya que los privilegiados intentan mantener las costumbres de la Plena E. Media, con lo que se asiste a su empobrecimiento. Pero también hay enfrentamientos en el ámbito de los trabajadores más pobres y los inmigrantes, es decir, hay temor a la competencia. La rápida recuperación de las ciudades se hace presente en la artesanía: se consolida la industria textil, beneficiada por innovaciones técnicas, la diversificación y 52

la especialización. El lino y la seda se convierten en negocios rentables que se desarrollan en más lugares. Además surgen otras industrias con un papel importante dentro de la economía, como la metalurgia, favorecida por la demanda armamentística, por la extensión del carbón y la creación de grandes hornos. La actividad artesanal de la imprenta surge ahora con grandes perspectivas de futuro. En el ámbito comercial, los avances están relacionados con el transporte naval: mayor tonelaje (carabela), una mejor cartografía (detallados y precisos) en el que aparecen gran cantidad de puertos en las costas (mapas portulanos). También hay avances en las técnicas comerciales, entre ellas, las transacciones comerciales y financieras mediante una nueva forma de contabilidad que permitía conocer al día los gastos y ganancias: la contabilidad por partida doble. También se redactan los primeros manuales de comercio. Al mismo tiempo, las actividades bancarias se hacen más complejas al ampliarse sus actividades y al practicar nuevas técnicas, como el giro bancario. Sin embargo, esta época de crisis se caracteriza en la banca por los impagos, pero la actividad financiera era necesaria para el desarrollo económico. Incluso aparecen bancos con el respaldo del estado. El mundo de las ferias continua, pero los cambios se produjeron en su geografía: las ferias de Champagne ya no son tan importantes como en la Plena E. Media. Surgen nuevas ferias en otros lugares, como la de Frankfurt. Las compañías mercantiles que surgieron anteriormente se ven transformadas en cuanto a los socios, es decir, se pasa a la compañía internacional, ya estable y que realiza una amplia gama de negocios, y que tienen una raíz familiar fundacional, pero son los socios los que forman el núcleo estable e, incluso, hay socios externos, que son inversores. En definitiva, se están desarrollando prácticas plenamente capitalistas y una mentalidad capitalista fundamentada en la acumulación de ganancias y la reinversión de estas. Los grandes centros comerciales del periodo anterior se mantienen –Brujas– aunque en la segunda mitad del s. XIV tienen dificultades y empiezan a ser sustituidas por otros centros comerciales –Amberes–. En el Mediterráneo el protagonismo recae en el Norte de Italia, pero Génova sustituye a Venecia como protagonista comercial. Además, surgen nuevos puntos comerciales importantes en la fachada atlántica – Inglaterra, Holanda, Portugal y Castilla–. Esta expansión no repartió de forma igualitaria los beneficios: se produjo un distanciamiento mayor entre ricos y pobres y, unida a las catástrofes del s. XIV, tuvo como consecuencia revueltas y luchas urbanas entre ricos y pobres. Los sectores más pobres pedían aumentos de salarios, mejoras en las condiciones de la vida laboral, agremiarse y acceder a los cargos públicos. Este malestar social tenía un matiz religiosos, es decir, las órdenes mendicantes predicaban la pobreza y aumentaban las intenciones de revueltas. En Gante, París y Florencia, entre otras, se dieron estas revueltas. Tema V.2 Las monarquías occidentales y la crisis de las relaciones internacionales. Los orígenes del Estado Moderno Conflictos internos y la Guerra de los Cien Años Los comienzos de este conflicto se vinculan con la muerte del último capeto. Carlos IV (1294-1328) muere sin dejar un hijo varón, pues doce años antes se estableció la Ley Sálica. Al trono francés aspiran dos candidatos: Felipe de Valois y Eduardo III. Eduardo III (1312-1377) es hijo de una hermana de Carlos IV, con lo que se siente con derechos para reivindicar la corona, sin embargo, una asamblea de nobles eligió como heredero a Felipe VI de Valois (1293-1350), ya que veían a Eduardo como 53

un extranjero. Este hecho desencadena en la instauración de la dinastía Valois que dominará durante toda la Baja E. Media y pondrá los cimientos del futuro estado moderno francés, y la confrontación entre Francia e Inglaterra. En cuanto a este hecho, Francia e Inglaterra se vieron enfrentadas anteriormente por territorios, pero ahora ambos quieren obtener de la región de Flandes al promover los movimientos de rebelión internos, por lo que los franceses apoyaron a los escoceses, y los ingleses favorecen al bando pro-ingles establecido en Bretaña. En resumen, las tensiones van en aumento. Comienza la primera etapa de la guerra en 1328 cuando Eduardo III desembarca en el Norte de Francia con 15000 efectivos. En ese verano, los ingleses derrotan a los franceses en la batalla de Crecy, lo que supone un duro golpe para los ejércitos franceses, ya que se desorganizarán, lo que aprovechará Eduardo III para hacerse con el puerto de Calais que le servirá para desembarcar las tropas de Inglaterra y para consolidar su poder en Normandía. El balance de la política de Eduardo fue positivo al conseguir sus derechos por la fuerza, pero Francia se sumirá en un caos agravado con la subida al poder del monarca Juan II (1319-1364), que no supo hacer frente a los Ingleses y verá como el reino navarro se entrometerá en su propia política. Esta debilidad se pone de manifiesto en la batalla de Poitiers en la que el Príncipe Negro (heredero de Eduardo III) infligirá una dura derrota a los franceses llegando cuando capturó y llevó a Juan II prisionero a Inglaterra. El Príncipe Negro también lleva a cabo una política de expansión reflejado en la Gran Cabalgada para saquear el territorio francés. Ante esta situación en Francia se producen motines y levantamientos urbanos en el interior de sus ciudades, como la Dacquerie en París, para depurar las instituciones del gobierno y plantar cara a los ingleses. Esta situación de caos será solventada aparentemente cuando suba al trono el Delfín francés, el heredero. En contra de la ambición de Eduardo, firmará el Tratado de Bretigny (1360) por el que Eduardo III renunciaba a la corona francesa, pero Carlos V (1338-1380) le cedía un tercio del suelo francés, además de una cuantía económica por los gastos de guerra. Con esto se sofocan todas las rebeliones internas, se estabiliza la monarquía francesa y se termina la primera etapa de la guerra. La segunda etapa tiene que ver con Alfonso XI de Castilla (1311-1350), quien tuvo amistad con Inglaterra, y con su hijo Pedro I el Cruel (1334-1369), quien continuará con esta. Ante la situación, Carlos V apoyará a las facciones rebeldes en Castilla para atraérsela, encabezada esta expedición por su hermano Enrique, Conde de Trastámara. Toda esta influencia de intereses se manifiesta en la batalla de Najera de 1367, en la que confluyen las tropas inglesas del Príncipe Negro y el rey Pedro I, y las francesas al mando de Enrique. Pedro I venció a los franceses, pero la poca habilidad diplomática del Príncipe Negro hizo que no se pudiese aprovechar esta batalla y los franceses asesinan en Montiel a Pedro I. De esta forma se sustituye una dinastía por otra en Castilla, que pasará a apoyar a Francia. En 1372 la marina castellana desbarata a los ingleses en la batalla de La Rochela. Los ingleses deciden apoyar a Portugal en la batalla de Aljubarrota (1385) donde vencen a los castellanos que querían hacerse con el dominio de la monarquía portuguesa. De esta manera la Guerra de los Cien Años se expande a otros territorios. Esta guerra de desgaste necesita la consolidación de todas estas dinastías, por ello, desde 1388 a 1415, la guerra entra en la etapa de Larga Tregua, que se verá interrumpida en 1415 por Enrique V de Inglaterra, quien retoma la política de Eduardo III y reclama para sí la corona francesa. Enrique V forma un nuevo ejército, marcha a Francia y los derrota en la batalla de Azincourt, que tiene un profundo significado: el ejército francés se encuentra desorganizado, supone la desestabilización 54

de Francia, ya que el heredero es mandado al exilio tras la firma del Tratado de Troyes (1420), se reconoce a Enrique los derechos sobre Normandía y se casará con la hija del rey de Francia, con lo que le da derecho a la corona. En la cuarta fase se produce la recuperación francesa y la expulsión de los ingleses, todo ello bajo el reinado de Carlos VII (1403-1461) que fue mandado al exilio donde contaba con pocos recursos, pero supo superponerse a estos problemas ideológica y militarmente. Carlos VII Desarrolla un sentimiento nacionalista en los franceses contra el invasor inglés y tendrá una gran propaganda desde que en 1429 se encuentre en su corte a Juana de Arco, recibida con carácter sacro, pues, según ella, era una enviada por Dios para expulsar a los ingleses y coronar a Carlos VII, cosa que conseguirá en Reims (1429). En cuanto a la vía militar, Carlos VII decide modelar su administración y el ejército, lo que le lleva a conquistar París y, en 1435, el Ducado de Borgoña pasa a favor de los franceses, con lo que los ingleses pierden a uno de sus grandes aliados. En pocos años Carlos VII logrará expulsarlos y conseguirá la firma de la Tregua de Tours (1441). El monarca francés decide reformar su ejército creando una poderosa máquina militar: el primer ejército permanente que se impondrá a los ingleses en las batallas de Formigny (1449) por la que conseguirá Normandía, y Castillón (1453), por la que conseguirá Burdeos. Los ingleses solo quedaron reducidos al puerto de Calais. La maduración institucional: los orígenes del Estado Moderno La Guerra de los Cien Años afectó a la implantación de nuevas dinastías: los Valois en Francia, los Trastámara en Castilla, los Avis en Portugal y los Tudor en Inglaterra. Estas dinastías culminan el proceso de afianzamiento que las monarquías medievales comenzaron anteriormente. Esta consolidación de la política monárquica se ve afectada con la constitución de las monarquías nacionales que darán origen al estado moderno del s. XVI. Todo ello es debido a unos procesos de vertebración institucional de las monarquías basado en una serie de elementos. - Por una parte, la consolidación del derecho romano favorece la centralización y el autoritarismo del poder monárquico. - En segundo lugar, la vertebración institucional, el desarrollo de la administración, la burocracia y el servicio a la monarquía conlleva a un mayor control del territorio. - En tercer lugar, se encuentra la integración de los elementos sociales dentro del gobierno de la monarquía. Pero un gobierno monárquico fuerte debía tener un brazo armado fuerte, por lo que se consolidan los primeros ejércitos permanentes en Europa. - Todo este desarrollo institucional está necesitado de unos recursos fiscales que hacen que la hacienda real termine por perfeccionarse durante los ss. XIV y XV, pasando a una fiscalidad regular y de carácter público. Las evoluciones políticas de las grandes monarquías europeas. La monarquía francesa se vio fortalecida por la Guerra de los Cien Años al lograr expulsar a los ingleses. Esta política reunificadora será continuada por Luis XI, quien trata de integrar los principados de Bretaña, Provenza, Anjou y Borgoña en un reino; sin embargo, cuenta con la oposición de la nobleza, encabezada por Carlos “el Temerario”, titular del territorio de Borgoña. La oposición termina con la muerte de Carlos en la batalla de Nancy en 1477 y, desde entonces, se produce una progresiva incorporación de estos territorios. A la muerte de Luis XI, con el mandato de Carlos 55

VIII, quedará integrado el territorio de Bretaña y, a finales del s. XV, el territorio francés estaba unificado, fortalecido monárquicamente y con un ejército poderoso, por lo que se impondrá en los campos de batalla y en la política europeos. Después de la Guerra de los Cien Años, la monarquía inglesa se vio debilitada durante el reinado de Enrique VI, de la casa de Lancaster. Esta casa se encuentra en una situación de desprestigio que fue en aumento al ser débil y enfermizo, por lo tanto, el pueblo lo veía incapaz de relanzarlos a nueva hegemonía. Esta situación es aprovechada por la casa de York para que mediante las armas lograra tomar el poder. Nace así una larga guerra civil conocida como la Guerra de las Dos Rosas (14551485), pero ninguno saldrá triunfante, sino que vencerán los Tudor, que pone fin a la guerra y se hace con los dos escudos de las casas anteriores. Desde entonces, el nuevo monarca es Enrique VII y realiza una política autoritaria que no encuentra ninguna oposición porque la nobleza está desgastada, la burguesía no opone resistencia y el rey se impone en el parlamento, con lo cual, al morir Enrique VII en 1509, Enrique VIII se encuentra con una Inglaterra fortalecida y capaz de imponerse en Europa. La dinastía de los Trastámara de Castilla se basa en el apoyo de la nobleza para realizar su reforma institucional. Sin embargo, esta nobleza opone resistencia a las directrices de monarquía autoritaria durante los reinados de Juan II y de Enrique IV “el Impotente”, donde la nobleza interviene en los asuntos de gobierno e, incluso, creará guerras civiles. Esta situación se solventa con el ascenso de los Reyes Católicos en 1475. Con esta unión de coronas se establece un gran poder territorial que logró imponerse al resto de reinos, y se creó el primer ejército permanente y profesional de Castilla, lo que les valió para imponerse en las guerras civiles, para su ascenso al trono, conquistar el reino de Granada y luchar contra los franceses e Italianos en Nápoles y los turcos africanos en el Mediterráneo. Además, saben alejar a la nobleza de los mecanismos de gobierno con un sistema político que da origen al sistema polisinodial basado en el sistema de consejos. Tema V.3. Cultura y mentalidad: del ocaso del Medievo al nacimiento del humanismo. El cisma de la Iglesia La crisis de la Iglesia: el Cisma de Occidente Toda esta obra, consolidada por Gregorio Magno con su reforma, se verá truncada a partir de los ss. XIV y XV por el desprestigio de la iglesia al producirse un cisma en el interior de esta. Crisis institucional del papado La sede del papado se encuentra en Roma, pero las luchas en Italia a partir del s. XIV se harán cada vez más normales, por lo que el papa Clemente V se traslada a Avignon. Poco después le seguirá el apoyo pontificio, con lo que se instala en este lugar de 1305 hasta 1378 cuando Gregorio XI decide volver a Roma. La marcha provoca que la institución papal se consolide, pero en la que tendrá lugar serie de reformas que los estados ya realizaron: refuerzan el pontificado y descargan al Papa de gran parte de sus oficios. En este sentido se crea la Cámara Apostólica como modo de gobierno del pontificado. Esta institución cuenta con un camarero con la misión de primer ministro, está secundada por un tesorero encargado de controlar las finanzas del papado, y el canciller se encarga de recibir y mandar la documentación oficial que debería recibir y mandar el Papa. Por último se crea la penitenciaría, encargada de impartir justicia en el 56

seno de la iglesia, llevada a cabo por doctores. Con lo cual, el papado se constituye como una monarquía. Así pues, esta etapa tuvo un balance positivo. El cisma se produce cuando Gregorio XI decide trasladarse de nuevo a Roma y cuando pretende realizar una política activa para mediar en los conflictos bélicos europeos. Al morir en Roma, los franceses reclaman un Papa que sea de Avignon, sin embargo, se reclama un Papa romano desde Roma. Estas tensiones no se solucionan y se nombran dos papas: en Roma está Urbano VI, y en Avigon Clemente VII. Desde entonces, la cristiandad se divide en dos facciones: una por Clemente, y otra por Urbano. Esta división afecta al contexto de la Guerra de los Cien Años, ya que el bloque francés apoya a Avignon y el bloque ingles apoya a Roma. La cristiandad se encuentra desunida y sin cabeza visible, de manera que surgen movimientos que intentan poner freno a este cisma por medio de negociaciones con los papas, pero ninguna termina en acuerdo, no quieren ceder sus derechos. Se opta por el concilio, sin embargo, algunos doctores de la iglesia vieron en este la facultad de poder actuar cuando había un Papa excesivamente autoritario. Los papas aceptan en un primer momento y se celebra el Concilio de Pisa (1409), pero terminó en fracaso ya que ninguno quiso aceptar las tesis de este, por las que se los deponía y se aceptaba a otro Papa. Habrá que esperar al Concilio de Constanza (1414) en el que sí triunfa la voluntad de los doctores que lo integraron y logra deponer a los dos papas. En este concilio se crea otro cisma consistente en quién tenía la fuerza para realizar las reformas en el seno de la cristiandad: ¿el concilio o el Papa? Al final, ninguna de las dos tesis funciona y se impone una tercera vía. Al final de este concilio, en 1418 se nombra a Martín V como nuevo Papa, pero se reconoce la necesidad y la obligación de celebrar cada cierto tiempo concilios que velen por el buen funcionamiento de la iglesia, ya que en este año se ve a una desgastada figura del papa. Esta situación se ve reflejada en el Concilio de Basilea (1431). La figura del Papa queda relegada a un segundo plano frente al concilio, que adquiere facultades legislativas y ejecutivas dentro del propio papado. Sin embargo, la solución de realizar concilios cayó, pues Eugenio IV consolidará la figura del Papa frente a la del concilio porque fue el único interlocutor que la iglesia ortodoxa de Oriente aceptó como intermediario para unir ambas iglesias (1439). Este papa persiguió a los doctores del Concilio de Basilea. Nuevas formas de devoción religiosa y grandes herejías El hombre bajomedieval, ante el contexto de peste negra de mediados del s. XIV, trata de encontrar un referente, pero ve al Papa como un corrupto, con lo que adoptará una religiosidad popular de carácter pietista. Surgen así movimientos espontáneos que, mediante el castigo corporal propio (flagelantes), van de ciudad en ciudad, ya que veían que esos males provocados por la peste eran frutos de un castigo divino por los excesos del clero. Se produjeron movimientos heréticos que reciben ese carácter comunal: Milenarismo Joaquinista, movimiento comunal de Rienzi, los Begardos, el Wiclefismo y el Husismo. El Milenarismo Joaquinista tuvo un predicante franciscano, pero derivó en un movimiento anarquista, por lo que fue perseguido por la iglesia y por los poderes públicos. El movimiento comunal de Rienzi fue auspiciado por la marcha de Clemente V a Avignon, es decir, aprovecharon ese vacío en Roma para hacer sus prédicas. Los Begardos constituían comunidades que compartían votos de castidad y obediencia, en principio no malos para la iglesia, pero su creciente poder fue visto con recelo, por ello se persiguió a los radicales y los demás integrantes integraron en las comunidades agustinas y franciscanas. El Wiclefismo proponía que las Sagradas Escrituras no tenían 57

por qué ser interpretadas, con lo que iba en contra de la iglesia y fue perseguido. El Husismo criticaba al clero y el comportamiento de los papas, pero su líder no pretendía salirse fuera de la iglesia, por lo que fue llamado al Concilio de Constanza donde le apresaron y quemaron. Por tanto, se ve que con estos movimientos se ponen las bases de la inspiración para que en la época moderna se dé pie a otros procesos de religiosidad.

58