TRAB Psicodrama Para Adolescentes

PSICODRAMA PARA ADOLESCENTES 1. El Psicodrama. Introducción. 2. El juego psicodramático: 2.1 Las reglas del juego psico

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PSICODRAMA PARA ADOLESCENTES

1. El Psicodrama. Introducción. 2. El juego psicodramático: 2.1 Las reglas del juego psicodramático. 2.2 Las fases del juego psicodramático. 3. La importancia del cuerpo: 3.1 El cuerpo ensimismado. 3.2 El cuerpo mostrado. 3.3 Topología y proxemia. 4. Interacción y contacto personal: 4.1 Contacto y separación: 4.2 Factores del contacto y la separación. 4.3 El cuerpo en el grupo. 5. Las técnicas psicodramáticas: 5.1 El doble o doblaje. 5.2 El espejo. 5.3 El cambio de roles. 5.4 El soliloquio. 5.5 La autopresentación. 5.6 El aparte. 5.7 La comunicación no verbal. 5.8 La comunicación vocal no verbal. 6. Pasos para aplicar un ejercicio o juego. 6.1 Sobre el terapeuta. 7. La adolescencia. 7.1 Características generales de la adolescencia. 7.2 Por qué trabajar psicodrama con adolescentes. 8. Ejercicios. 9. Juegos. 10. Otros ejercicios y juegos. 11. Reflexión personal. 12. Bibliografía.

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EL PSICODRAMA. INTRODUCCIÓN.

El psicodrama es una forma de psicoterapia, ideada por J.L.Moreno, inspirada en el teatro de improvisación y concebida inicialmente como grupal o "psicoterapia profunda de grupo". Moreno presentó al psicodrama como "una nueva forma de psicoterapia que puede ser ampliamente aplicada" (Moreno, J.L., 1946, p.177). Según su creador: "Históricamente el psicodrama representa el punto decisivo en el apartamiento del tratamiento del individuo aislado hacia el tratamiento del individuo en grupos, del tratamiento del individuo con métodos verbales hacia el tratamiento con métodos de acción." (Moreno, 1946, p.10). "El psicodrama pone al paciente sobre un escenario, donde puede resolver sus problemas con la ayuda de unos pocos actores terapéuticos. Es tanto un método de diagnóstico como de tratamiento." (Moreno, 1946, p.177). El psicodrama es una forma de psicoterapia (o recurso psicoterapéutico) consistente en la representación (dramatización) por parte del paciente de acontecimientos pasados o futuros, reales o imaginarios, externos o internos, experimentándolos al máximo, como si estuvieran sucediendo en el presente. Los objetivos principales en psicodrama son los siguientes: ™ Darse cuenta de los propios pensamientos, sentimientos, motivaciones, conductas y relaciones. ™ Mejorar la comprensión de las situaciones, de los puntos de vista de otras personas y de nuestra imagen o acción sobre ellas. ™ Investigar y descubrir la posibilidad y la propia capacidad de nuevas y más funcionales opciones de conducta (nuevas respuestas). ™ Ensayar, aprender o prepararse para actuar las conductas o respuestas que se encontraron más convenientes. Existen cinco instrumentos necesarios para desarrollar el psicodrama, sin ellos no se podría concebir esta forma de psicoterapia. Los cinco elementos principales son: el escenario, el protagonista, el director, los auxiliares y el público. La representación requiere de un espacio dramático, el escenario, el lugar de la acción. En ese espacio designado a tal efecto, el protagonista, con la ayuda del director, recrea el lugar imaginario de la escena que va a representar. Una clara definición de la ubicación y los límites del escenario, sumada a una buena descripción, objetivación con elementos representativos y una esmerada preparación hasta lograr la reproducción y la vivencia más completa posible del espacio y el momento a representar, son de gran importancia para un eficaz desarrollo del psicodrama. El protagonista es el paciente, cuyo problema va a tratarse en el psicodrama. Sin protagonista no hay psicodrama. El director es el encargado de orientar la acción y aplicar los principios y las técnicas apropiadas para facilitar el logro de los objetivos del psicodrama, así como

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cuidar y evitar daños al protagonista y a los otros integrantes del grupo. Es la función específica del psicoterapeuta y está destinada al logro de los objetivos psicoterapéuticos. La función de los auxiliares o los yo-auxiliares es desempeñada por quienes actúan representando a las otras personas que participan en el acontecimiento dramatizado. Su tarea es ayudar al protagonista a desarrollar la escena. Además, como colaboradores para el éxito del proceso terapéutico, son también auxiliares del psicoterapeuta, cuyas indicaciones deben respetar. Esta función puede ser desempeñada por profesionales preparados para ella, que están presentes en calidad de colaboradores del terapeuta o por otros integrantes del grupo que sean elegidos por el protagonista, con la condición de que acepten hacerlo y que el director no lo considere inconveniente. En los casos en que no hay o no se desean emplear otros integrantes ni colaboradores para cumplir esta función (por tratarse de una terapia individual o por no ser considerado conveniente) los otros "actores" de la escena pueden: (1) Ser representados por el mismo psicoterapeuta. (2) Ser representados simbólicamente por objetos (sillas vacías, almohadones, etc.). En este último caso se suele denominar a la experiencia: "monodrama" y es la forma generalmente empleada en la Terapia Gestalt. El público es esencial en toda representación teatral y también se considera importante en el psicodrama. En este último caso el público está formado por los integrantes del grupo de terapia y no son pasivos, sino que participan emotivamente en la escena, empáticamente, aprendiendo y, luego, compartiendo con el protagonista sus propias experiencias. En algunos casos, como en las terapias individuales o las de pareja, no hay observadores reales afuera del escenario, lo cual no impide la realización de un eficaz psicodrama. 2.

EL JUEGO PSICODRAMÁTICO.

El juego dramático es una puesta en juego, un juego activo y voluntario que tiene como finalidad lograr un aprendizaje, un crecimiento o una mejor salud física, psíquica y social. Preparados para el juego, en un ambiente de libertad, los jugadores pasan a un espacio-tiempo no cronológico. Acceden a un momento en el que hay mayores posibilidades para la espontaneidad y el hallazgo de respuestas nuevas y originales. 2.1 Las reglas del juego dramático. ™ El juego se desarrollará en un escenario, es decir, un espacio virtual. ™ Se basa en el “como si”, en lo imaginario. ™ Los jugadores integran a un monitor, llamado director psicodramático, que será parte del sistema terapéutico, pero que tendrá un rol en el que podrá estar dentro y fuera de la acción. ™ La libertad está basada en la voluntariedad y espontaneidad.

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™ La decisión personal nace de un deseo y curiosidad de explorar y crecer que supera con creces la estabilidad. 2.2 Las fases del juego psicodramático. Todo proceso psicodramático requiere dos fases fundamentales: caldeamiento y dramatización. Sin embargo, suele ir acompañado, y es conveniente que lo sea, de un comentario o puesta en común. El caldeamiento o warming up empieza en el mismo momento en que lo hace el proceso psicodramático, desde que se plantea que se va a iniciar la sesión. Hay un escenario en el que convergen dos planos simultáneos: uno real, que será el físico, por donde se moverán los actores del drama terapéutico; y otro virtual, considerado como un “no-espacio” ya que ocurre antes de iniciar la sesión, y por tanto, es potencial pero no existente, porque los lugares y tiempos imaginarios surgirán después, mediante la creación del protagonista. Este caldeamiento es un proceso bio-psicológico ya que pretende situar al individuo en un estado fisiológico que podría ser llamado hipnoide. Se persigue que haya un estado en el que, aunque permanezca consciente, pueda producirse un deslizamiento hacia un modo de respuesta diferente del aparato neurofisiológico. Se busca un predominio del hemisferio derecho sobre el izquierdo (en sujetos diestros, y viceversa). Esto producirá un nuevo y diferente procesamiento, elaboración y respuesta ante la relación del sujeto consigo mismo y con el entorno. Para que tenga lugar esta primera fase del juego dramático han de emplearse iniciadores, son las vías por las que se empieza a mover al sujeto o al grupo. Los hay emocionales, corporales, mentales y químicos. El caldeamiento propiciará el momento en que pueda aparecer el cambio estructural que se busca para el cambio terapéutico. En el warming up, tanto el sujeto de la terapia como el terapeuta deben haberse caldeado, ya que esta fase debe extenderse a todo el sistema terapéutico. Una vez logrado podrá pasarse a la segunda fase (pero nunca antes.) En la dramatización se van a plasmar sobre el escenario real (en el citado “momento”) la historia del sujeto. El aquí y ahora adquiere un primer plano y se actúa el mundo interno del protagonista. Se representa siempre el mundo interno del protagonista, pues es su particular y personal manera de percibir, elaborar y reinventar su entorno. Por este motivo puede ser indiferente que dramatice una situación real, fantaseada o imaginaria, pues son diferentes modos de puntuar y denominar su historia. Tampoco tiene especial relevancia el que el sujeto sitúe el relato en un tiempo pretérito, en el presente o en la previsión de futuro, ya que todas remiten al “aquí y ahora”, ya que se les da cuerpo con la representación en el presente.

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Hay dos dimensiones subjetivas temporales que dependen del sujeto: una se centra en el hoy como resultado final del pasado y la otra se centra en el hoy como punto de partida hacia un futuro. La primera, pues, desvela el juego que ha seguido, está siguiendo o podría seguir. La dramatización (o encuentro con la estructura íntima) puede favorecer una simple toma de conciencia o una convulsión desestructuradora; ambas opciones pueden abrir o abren el sistema a un replanteamiento, a dejarlo en el vacío de sentido o a un tambaleo caótico. La segunda versa sobre la fantasía sobre el futuro. La fantasía puede surgir como brecha entre fantasía/realidad siendo posible o realista, o puede ser “imposible” en su realización o situación en la realidad. Para cada una de estas dimensiones, la dramatización tiene una finalidad. Para la primera es una apertura hacia nuevos caminos de realización, un nuevo aporte de sentido a la vida, que puede dar lugar a un nuevo estilo de vida. Para la segunda, puede ayudar al protagonista a contrastar su fantasía “imposible” con la realidad circundante. La representación o dramatización lleva a una nueva presencia del mundo del sujeto en la terapia, produciéndose varios fenómenos simultáneamente: ™ Toda representación es nueva, aunque sea sutilmente. ™ La presencia del equipo terapéutico (yo-auxiliares y director psicodramático) crea una situación más amplia que la del protagonista. ™ Las técnicas empleadas tendrán un mayor o menor grado de desestructuración o tambaleo que llevarán al protagonista a una re-estructuración, a la búsqueda de un nuevo equilibrio más adaptativo, flexible y espontáneo. Finalmente, mencionar que el comentario o puesta en común siempre será muy útil y enriquecedor. Hay que prestar especial atención para promover y apoyar las intervenciones emocionales que expresen comprensión, identificación, así como otros fenómenos similares. Sin embargo, habrá que desalentar o incluso rechazar los comentarios racionales, analíticos o interpretativos, ya que, no sólo suelen ser poco eficaces, sino que suelen esconder una agresividad escondida al receptor y una defensa clara del emisor. 3.

LA IMPORTANCIA DEL CUERPO.

El cuerpo es el objeto omnipresente en la terapia. No se pueden separar cuerpo y mente. Hay terapias que se centran principalmente en el primer modo de comunicación, en ellas se presta atención a la expresión gestual, la distribución en el espacio, aspectos fisiológicos como el rubor, la sudoración e incluso deseos, rechazos o fantasías que despierta la contemplación de otros cuerpos. Existen otras que emplean de un modo preferente el cuerpo, aunque el uso de la palabra sigue siendo imprescindible para completar la relación. Es por esto por lo que hay autores que hablan de grupos que se manejan privilegiadamente mediante la comunicación verbal y otros en los que el papel fundamental se encuentra en la acción. Para poder profundizar más en lo que ocurre en y con el propio cuerpo hay que distinguir tres estados del cuerpo que pueden darse en todos los grupos. 5

3.1 El cuerpo ensimismado. Es el hombre sumido dentro de los límites de su corporeidad. Es un mundo lleno de señales muy sutiles, desde fantasías del propio cuerpo hasta sensaciones corporales o la cenestesia. Las fantasías sobre su propio cuerpo pueden englobarse en cuatro áreas de atracción: afectivo, sexual, poder y salud. Todos ellos tienen algo en común y es el mundo de la relación, es el cuerpo el que veo en mí hacia el otro. No se puede considerar, por tanto, el cuerpo solo en mí, conmigo y para mí, pues olvidaríamos el componente de relación que posee. Tenemos que diferenciar entre esquema e imagen corporal. El esquema corporal es el mismo para todos los individuos de la especia, la imagen corporal es propia de cada uno, está ligada al sujeto y a su historia. La imagen remite a las fantasías que se tienen del propio cuerpo, es el esquema corporal pasado por la lente deformadora de la fantasía individual. Además, la imagen corporal no tiene unos límites claros, sino que se funden y entremezclan con los límites de los demás. Hay fantasías que remiten al hecho de ser o no aceptado, valorado, querido y deseado por los ideales estéticos (estatura, delgadez, grosor…); hay otras sobre el poder corporal (ser débil o fuerte); y las hay sobre la salud (fisiología, anatomía y patología.) El hombre como cuerpo ensimismado tiene presente que cuando está en una situación terapéutica o social conserva para sí mismo las fantasías por pudor o temor a compartirlas, o hará uso de ellas en la participación y el encuentro. 3.2 El cuerpo mostrado. Aquí se condensan todos esos movimientos corporales que son vías de comunicación analógica. Es un lenguaje no verbal que observa la acción, la constata y elabora pero sin introducir un control voluntario. En los grupos activos resulta primordial el ver y ser visto, ya que cada miembro ocupará un espacio escénico donde inevitablemente será el centro de todas las miradas. Las miradas pueden abarcar desde el mero ver desinteresado hasta la mirada que desnuda, encerrando en este continuo a la mirada de admiración, valoración, juicio, crítica o desprecio. Mención a parte merecen las fantasías del que ve y del que es visto, lo que se deposita en la mirada. El que es visto puede dotar de muchos significados a la mirada que recibe desde su mundo interno. En la mirada del otro perseguimos encontrar lo que esperamos que vea en nosotros o lo que tememos que llegue a encontrar, por eso se pueden producir actitudes de placer o temor a la mirada. Hay tres miradas que pueden estar presentes: la primera está vinculada con la matriz de identidad (“mirada de la madre”), que lleva mensajes de aceptación/rechazo, confianza/desconfianza y fusión/separación; la segunda tiene que ver con la matriz familiar (“mirada del padre o miradas de pareja parental”) y está cargada de 6

exigencia/indiferencia, vigilancia/libertad, afecto/despego y amor/agresión; la tercera mirada está asociada con la matriz social y se carga de valoración/crítica, curiosidad/indiferencia e integración/marginación. 3.3 Topología y proxemia. La topología hace referencia al lugar que ocupan los sujetos en el espacio. Las posiciones relativas que se establecen entre unos y otros dibujan un mapa elemental de las relaciones entre ellos, un modelo esquemático de las relaciones interpersonalesintragrupales. Sería un esquema en que aparecerían atracciones, rechazos e indiferencias, sin dotar a ellos ninguna carga cualitativa. Este esquema relacional puede utilizarse para empezar a plantear las primeras hipótesis o como herramienta terapéutica. En todo grupo humano se puede observar cómo se colocan sus miembros. Cómo se acomodan y se distribuyen en el espacio los miembros de un grupo al inicio de una sesión terapéutica aporta una información significativa. Con esta información el terapeuta puede tomar nota mental de ello o puede emplear su percepción haciendo un señalamiento verbal o una interpretación (siendo esta última más arriesgada, pero también más movilizadora.) La topología no sólo se puede trabajar y analizar en los grupos, en las terapias individuales se le pide al sujeto que represente a los miembros del grupo del que se esté trabajando en sesión. Los representa con objetos que sitúa en el espacio, de manera que las posiciones y distancias relativas simbolicen las relaciones interpersonales. La proxemia tiene relación con los estudios de territorialidad, aislamiento, aglomeración y otros, realizados por diversos autores. Se refiere al espacio personal que tiene cada individuo. Hay cuatro niveles de espacio personal. El primero, es el íntimo, cuya distancia máxima se encuentra a 45 cm. El segundo es el causal-personal y se sitúa entre los 40 y los 120 cm. El tercero es el social consultivo, comprendido entre los 120 y 364 cm. Finalmente, el cuarto, es el público que iría desde 364 cm hasta los límites de lo perceptible. Las distancias pueden cambiar en base a la relación de intimidad, de atracción o rechazo sexual o de otro tipo, así como del estatus social u otros factores. Modificaciones en estas distancias pueden usarse como indicativo de cambio. 4.

INTERACCIÓN Y CONTACTO PERSONAL.

La acción adquiere significado humano tras la interacción humana con otros iguales. El niño aprende a ser, a considerarse y a actuar como un humano desde sus primeras relaciones con otros seres humanos. Según Moreno, “la madre es la placenta social del niño” y es a partir de ella desde donde se conforman los gestos, actitudes y conductas. Al inicio habrá una co-acción y co-experiencia madre-hijo y después surgirá el descubrimiento paulatino del no-yo, del yo, del tú y del nosotros.

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Los esquemas o patrones de conducta que se han ido llevando a cabo, no determinan pero sí condicionan en menor o menor grado las conductas futuras. Se automatizan las respuestas al medio, lo que produce una tendencia a mantenerse en los roles o contraroles, limitando la espontaneidad disponible. En el juego espontáneo, el sujeto se libra de su autovigilancia, se muestra y aporta diversos matices de sí mismo. En la interacción vamos más allá del cuerpo ensimismado o del cuerpo mostrado, se llega al sujeto que comparte su cuerpo. La interacción desde el contacto crea una nueva dimensión de comunicación humana. 4.1 Contacto y separación. Contacto y separación son los polos opuestos de un continuo y, sin embrago, ambos forman el primer juego exploratorio del niño. El niño prueba a separarse de la madre y a reencontrarse con ella de nuevo, juego que le permitirá descubrir el yo y el tú. Su curiosidad avanzará para querer descubrir otros seres y objetos. Todos estos descubrimientos (yo, tú, nosotros) serán el inicio de la socialización: proceso de aprendizaje de conductas, pautas de relación, mitos y ritos y de límites de la espontaneidad. Existen muchos factores que nos llevan al contacto y a la huida o al rechazo del contacto. Existen varias motivaciones que llevan al contacto, es decir, a la agrupación: búsqueda de calor y ternura, miedo, deseo sexual, protección mutua, agresión-ataque y curiosidad. También existen otras motivaciones que nos llevan a la separación y a establecer límites con los otros: temor/huída, hostilidad, tanteo o prudencia, tele negativo e inhibición. 4.2 Factores del contacto y la separación. Factores de contacto: Búsqueda de calor y ternura. Está relacionado con las primeras experiencias de maternaje. El impulso sexual o genital puede interferir en la ternura deseada. Hay una necesidad de caricias y acogida cariñosa en los juegos y ejercicios (aunque a veces aparece una ambivalencia por un temor profundo a ser defraudado.) Factores de contacto: Miedo. A cualquier edad y frente a una situación de riesgo (generadora de miedo), los seres humanos buscan la compañía de sus semejantes. Responder con miedo tiene un valor de supervivencia en tanto en cuanto nos lleva a buscar la presencia de un compañero que inspira confianza. A través de los juegos y ejercicios se aprende a aceptar el apoyo, a confiar en el otro, a aceptar el miedo a estar solo, mediante la práctica grupal activa. Factores de contacto: Deseo sexual. Empuja a la búsqueda de un objeto que le proporcione satisfacción. Factores de contacto: Protección mutua. Miembros de la misma especie que crean un bloque defensivo frente a un posible ataque exterior, sumando las fuerzas de todos. La unión hace la fuerza. De este modo, el grupo siente poder para enfrentarse a sus temores (de otra forma se sentiría frágil).

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Factores de contacto: Agresión-ataque. La unión para la agresión. Primigeniamente se unían para atacar a una amenaza mayor, para obtener alimentos o cazar o para ocupar un territorio. También en el grupo los miembros se pueden unir contra el monitor. Factores de contacto: Curiosidad. Como estímulo para la exploración del otro, la motivación para buscarlo y para llegar a conocerlo. Otros Factores de contacto: Cooperación y Rituales. El primero es otro factor de acercamiento dado que tiene motivaciones como la ayuda mutua, la solidaridad y el disfrute. En el segundo, al participar en ellos, hace sentirnos parte de la cultura y evitar así la marginación. Factores de separación: Temor-huida. Si se trata de una huida de un objeto real amenazante es una reacción funcional. Pero puede venir producida por una fantasía de enemigos imaginarios que nos han hecho sufrir experiencias dolorosas. A través del grupo, como parte de una terapia activa, se pueden volver a revivir estas experiencias dolorosas quitando parte de su potencial lesivo y reestructurando las respuestas que dimos, buscando otras nuevas, más eficaces. También se puede ayudar a aceptar la huida cuando es adecuada, a aquellos sujetos que muestran sobrecompensación de sus temores o actitudes contrafóbicas. Factores de separación: Hostilidad. Puede provenir de dos vías: una de rechazo, de relación negativa, hacia la persona, y otra en la que depositaríamos al otro componentes de nuestra historia que nos han hecho sufrir. Factores de separación: Prudencia y tanteo. Se trata de ir explorando las respuestas del otro para evitar el riesgo de ser agredido y poder crear una relación amistosa. Factores de separación: Tele negativo. El tele es un fenómeno de interacción que incluye la percepción, la mutualidad, la complementariedad, la cohesión, la globalidad vivencial y las diferentes formas de desempeñar los papeles. El tele puede tener signo positivo o de aceptación, negativo o de rechazo, o neutro o indiferencia. El tele negativo sería un “caerse mal a primera vista”, un rechazo mutuo entre dos personas. Factores de separación: Rechazo “cultural”. Todos aquellos factores de origen cultural que nos alejan, como por ejemplo, el racismo o la homofobia, entre otros. 4.3 El cuerpo en el grupo. Cuando una persona decide acudir a hacer una terapia activa y entra por la puerta que da acceso al lugar donde tendrá lugar, entra también a un proceso de tránsito. Inicia una lucha interna, una contradicción entre su deseo de cambio (como forma de alivio o desaparición de sus molestias) y su negativa a cambiar (como modificar conductas o criticar creencias, pensamientos o sentimientos, con el esfuerzo y dolor que conlleva.) Desea y rechaza al mismo tiempo. Hay puestas muchas expectativas, ansiedades y fantasías. Algunos llaman a esta situación paradoja de la demanda terapéutica.

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Una vez dentro, el sujeto y su cuerpo se encuentran completamente comprometidos con lo que allí va a suceder. Habrá tres momentos: el cuerpo sentado, el cuerpo actuando y el cuerpo en el comentario, esto es, antes, durante y después de la acción. Antes de la acción, el cuerpo está sentado, limitado por su asiento, con la espalda protegida y con compañeros a cada lado, teniendo frente a él un espacio abierto, atractivo y a la vez temido, que es el lugar del juego y de encuentro con uno mismo y con el otro. Aquí sigue estando donde, como y el de siempre. Al pertenecer al grupo pierde individualidad pero gana la sensación de verse más observador que observado. Sus vías de comunicación principales son el silencio y la palabra. Se produce entonces una constante existencial entre permanecer o cambiar. Pero tarde o temprano se verá arrastrado a la actuación, pudiendo mostrar los movimientos internos que luchaban por salir. Esta lucha puede producir tensión corporal que se calmará al saltar a la acción. Hay que iniciar con un buen caldeamiento grupal. Se puede hacer a través de un discurso en el silencio o con la palabra o a nivel corporal. Si elegimos esta segunda opción y el sujeto está muy tenso no hay que pedirle que se relaje, pues conseguimos el efecto contrario y se crea una mayor tensión; en este caso habría que pedirle que se contraiga, ya que la incomodidad de la lucha corporal producirá una relajación espontánea. Se pasaría entonces de un movimiento estático (cuando el sujeto se percibe tenso, tembloroso, vibrante) a un movimiento activo. El sujeto puede permanecer en el estado de movimiento estático durante toda la sesión o por el contrario, pasar al escenario y actuar, bien como protagonista, bien como yo-auxiliar. El cuerpo actuando comenzaría cuando el sujeto se levanta de la silla y pasa al escenario. Es un movimiento de compromiso. Aquí el cuerpo va a actuar e interactuar, se van a desatar fantasías deseadas y temidas, se van a movilizar las conductas, las sensaciones de sentimientos, del peso, la flexibilidad, así como las respuestas fisiológicas. El sujeto se habrá removido y habrá descubierto las nuevas posibilidades de estar con otros. Esta fase terminaría al volverse a sentar. En el cuerpo en el comentario el sujeto vuelve a su sitio aún en estado de desequilibrio. Será a través del comentario cuando se ayudará al sujeto a recuperar la conexión con el mundo real tras la puesta en juego de sus irrealidades, todo ello mediado por la comprensión y aceptación de los otros. 5.

LAS TÉCNICAS PSICODRAMÁTICAS.

Las técnicas psicodramáticas son medios técnicos que buscan romper la estructura rígida y lograr una estructura abierta. Son técnicas activas y frecuentemente interactivas. A través de la acción se busca un cambio como vía de ruptura y de reconstrucción.

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Estas técnicas crean una evolución o revolución ya que inciden gradual y cautelosamente en el sistema interno del sujeto. Lo que se busca es crear una crisis en el sistema, pues genera caos y desorden, que nos acerca a una nueva oportunidad de estructuración. 5.1 El doble o doblaje. Mediante la técnica del doble se pretende que el yo-auxiliar se convierta en el otro, fundido con el propio sujeto. La intención es que el sujeto se vea, sienta y oiga a sí mismo a través del yo-auxiliar, se trata de percibirse fuera a uno mismo. Se emplea cuando el sujeto tiene dificultad de expresión de sus contenidos internos. Puede no saber cómo mostrarlos, no atreverse o desconocer que tiene estos contenidos. El yo-auxiliar tiene que procurar meterse en la piel del doblado o protagonista, adoptar su postura corporal, su tensión muscular, su expresión facial… Después, estando a su lado o apoyando sus manos en los hombros del otro dice lo que está percibiendo de él aunque no lo manifieste. 5.2 El espejo. A través de esta técnica, el sujeto se puede ver representado por un yo-auxiliar que está ejerciendo su rol. Se trata de verse a sí mismo “como si” estuviera fuera, como si se viera en un espejo. Para lograrlo, el yo-auxiliar debe identificarse con el sujeto cuyo rol va a desempeñar. Deberá observar sus gestos, actitudes, movimientos, tono e intensidad de la voz, para integrarlos en el rol del sujeto. Con esta técnica se busca que el sujeto se vea desde fuera, como si se le hubiera grabado. Está basado en la fase del reconocimiento del yo. 5.3 El cambio de roles. Mediante el cambio de roles se pretende que las personas que están implicadas contacten con el otro tal y como es, así como tomar conciencia de lo que uno está depositando sobre el otro (proyectando). Se busca la diferenciación yo-tú, ya que pertenece a la fase de reconocimiento del tú. Se produce una individualización personal, así como una individualidad del otro. Por eso cuanto mayor diferenciación yo-tú existe en el cambio de roles, más maduro será el encuentro. Con esta técnica cada uno intentará mirar con los ojos del otro, desde su estructura y sus circunstancias. Se pretende que se vea el mundo a través de los ojos del compañero, incluso mirarse a sí mismo desde los ojos del otro. Con el añadido de mantener cada uno para sí mismo sus sentimientos e ideas para comprender desde dentro, es decir, que se convierta en un observador participante.

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Cuando los dos sujetos han entendido lo que deben hacer se les cambiará de sitio, pasando a ocupar el lugar del otro, para facilitar el cambio de punto de vista. Cuando terminen, deberán regresar a su posición inicial porque sino pueden quedar enganchados en otro rol. No es adecuado emplear esta técnica cuando: hay una relación cargada con mucha agresividad, rechazo u odio, o hay una diferencia muy grande de nivel madurativo. 5.4 El soliloquio. A través del soliloquio se busca que el sujeto exprese sus sentimientos y pensamientos en un momento dado. Puede hablar sobre sí mismo o sobre el conjunto de lo que sucede. Es una aclaración de contenidos ocultos e implica la redefinición del sistema desde un punto de vista personal. El soliloquio espontáneo es una forma de resistencia pues se sale del papel de la situación. Para emplear el soliloquio debe ser indicado o propuesto. Los momentos más adecuados son: cuando se perciben una disonancia entre la comunicación analógica y digital; en el desarrollo de otra técnica, para dar rienda suelta a sus emociones; si fuera en un juego, se pediría en un momento significativo del mismo o al terminarlo, antes del comentario. 5.5 La autopresentación. En la autopresentación el sujeto se presentará a sí mismo tal y como es en los papeles que desempeña en su vida. Empieza por su nombre, apellidos, edad, situación familiar, problemas, personas de su red social… Después se le suele pedir que represente una escena con uno o varios yo-auxiliares. Esta técnica permite caldear al protagonista. 5.6 El aparte. La técnica del aparte se emplea cuando el terapeuta descubre que uno de los miembros involucrados tiene la necesidad de expresar una opinión o un sentimiento, pero se inhibe por temor a que no sea oportuna o se rechace por el motivo que fuera. Debe quedar claro que este “aparte” es ajeno a lo que ocurre en el grupo, que es una forma de expresar en alto lo que se piensa, pero matizando que se trata de una disociación entre lo que se piensa y lo que ocurre globalmente. 5.7 La comunicación no verbal. Esta técnica se va a utilizar cuando haya un sujeto que esté firmemente adherido al discurso verbal como defensa para evitar la expresión de mensajes emocionales. No es conveniente señalar esta apreciación, ya que puede reforzarle más. Es mejor pedirle directamente que trate de expresar lo mismo que intentaba expresar pero esta vez a nivel no verbal, utilizando los gestos o el cuerpo.

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5.8 La comunicación vocal no verbal. Es una modalidad de la comunicación no verbal. En esta ocasión se trata de eliminar las palabras de un lenguaje conocido y sustituirlas por un lenguaje vocal improvisado. Hay tres modalidades: a) lenguaje inventado; b) manejo de una sola vocal, variando en intensidad y timbre; y c) experimentar con gritos, gemidos, gruñidos, sonidos, silbidos… 6.

PASOS PARA APLICAR UN EJERCICIO O JUEGO

Desde el inicio de las sesiones, el director está atento al transcurso de los acontecimientos del grupo. En cada momento puede desarrollar una hipótesis funcional con su percepción subjetiva para interpretar lo que ocurre en el sistema. Si fuera este el caso, esta hipótesis sería el punto de partida para la aplicación de una técnica u otra en el transcurso del juego psicodramático. Pero también puede ocurrir que el director esté perdido, sin tener una idea muy clara de lo que está ocurriendo en ese grupo. En este caso es mejor dejar al grupo proseguir en su propia lucha para encontrar nuevos caminos y respuestas. Una vez hecho esto, conviene tener en cuenta que va a existir una expectativa ante la intervención del director psicodramático, que será vivida de diferentes formas según cada persona, ya sea como ayuda, como exigencia, incluso como excusa para eludir su temor o dolor. No hay que precipitar una intervención prematura pues puede interrumpir el curso natural de lo que ocurre en el grupo. A la hora de elegir una técnica hay que tener en cuenta varios aspectos. Uno de ellos es la finalidad que perseguimos con su aplicación. Puede hacerse para demostrar o mostrar al grupo algo que haya percibido el director, para provocar un choque, para facilitar un encuentro emocional, para ayudar a entender algo que está sucediendo, para apoyar, reforzar o tranquilizar u otras muchas más. Otro aspecto es cómo suele actuar dicha técnica y, sin embargo, no se pueden asegurar los resultados. Hay muchos factores y variables que pueden estar influyendo, tanto del director que emite el mensaje, como del propio receptor. Algunos de ellos podrían ser desde el tono de voz o los matices emocionales del mensaje del director, así como el nivel de atención o la relación con el director que tenga el receptor. El siguiente aspecto a valorar es a quién va dirigida la técnica, ya que puede ir hacia la totalidad del grupo o sólo hacia una parte de él. Se trata de ver si queremos partir del todo o de llegar al todo desde una parte. Finalmente, pensar qué técnica elegir, siempre bajo el supuesto de que será mejor cuanto más sencilla sea esta (aunque no por ello más simple), según la 13

experiencia que se tenga y por el hecho de a cuál estamos más habituados por el número de veces que la hayamos puesto en práctica. Una vez elegida la técnica debemos proponérsela al grupo o a la parte seleccionada. Existen diversos modos de proponer una técnica. El modo sorpresivo permite intervenir sin prevenir de lo que se va a hacer para impedir que se preparen o se defiendan. Otro modo contrario al anterior es advirtiendo, preparando o caldeando al sistema. Existe una modalidad intermedia en la que se advierte al sistema de lo que se va a hacer pero introduciendo un pedir permiso para llevarla a cabo. Otra alternativa es pedir colaboración o, por el contrario, imponerla, para generar rebeldía en el sistema. Hay una última manera que consistiría en negar sugerir una técnica para que tomen una posición activa. Ante la propuesta pueden aparecer tres tipos de respuestas: aceptación, rechazo o indiferencia (aunque esta última suele ser una forma de rechazo no expresado claramente.) También pueden pedir una mayor aclaración. Normalmente no suele haber una aceptación total por parte del sistema, sin que haya alguien que permanezca silencioso o que se muestre en contra. Es importante no insistir demasiado o posibilitar el que se vayan incorporando en la medida en que ellos lo vayan deseando. Si el rechazo fuera masivo sería señal de un mal planteamiento, inadecuado o inoportuno. Se puede tratar de saber qué es lo que ha ocurrido como vía de comenzar la técnica. Las instrucciones o consignas tienen que ser claras, precisas y comprensibles. Hay que utilizar un lenguaje directo, coloquial y ajustado a las características del sistema. Para comenzar a desarrollar una técnica es preciso cerciorarnos de que el protagonista esté caldeado. Una vez comprobado, hay que respetar el tempo personal del protagonista, sin acelerarle. Hay que ser consciente de que pueden intercalarse varias técnicas en el transcurso una técnica base o que pueden llegar a encadenarse una tras otra si así fuera necesario. 6.1 Sobre el terapeuta. El terapeuta es un observador, a veces participante y siempre director de lo que en psicodrama ocurre. Por eso, tiene que conocer los roles que tienen cada uno de los participantes, valorar los componentes tele y de trasferencia entre cada uno, ser capaz de leer la red sociométrica subyacente, participar o no dependiendo de si quiere introducir un nuevo elemento, no puede temer ni frenar los rechazos y agresiones ya que no son sentimientos negativos, no puede promover tampoco una felicidad fingida y debe manejar los medios intermediarios (luz, sonido…) para facilitar el mantenimiento del caldeamiento. El terapeuta se convierte en el papel de la escucha y la interrogación. Sostiene el silencio y genera las condiciones de seguridad psicológicas para que se produzca el juego dramático. El terapeuta emplea la interrogación. Utiliza el cuestionamiento y la 14

duda frente a lo sentencioso, lo afirmativo y las certezas. Va a estar atento a puntualizar desvíos, lapsus, diferencias, cortes… No es tanto lo que dice sino el cómo lo dice y desde dónde. Debe investigar las dificultades y potencialidades de cada uno. Se representan en el aquí y el ahora del grupo, poniendo a prueba su consistencia, insistencia y posibilidades de transformación. El terapeuta tiene una preferencia hacia el cómo: cómo lo viven, cómo lo sienten, cómo lo imaginan, cómo les resuena. Tiene que crear condiciones de confianza y seguridad que permitan, con y en el grupo, transitar y vivenciar las diferentes situaciones críticas: recreadas, amplificadas, deformadas. Como lugar para poder compartir con otros el sentimiento de confusión, la posibilidad de "estar perdidos". 7.

LA ADOLESCENCIA

La adolescencia es un periodo de tránsito complicado en el que el sujeto deja de ser un niño y pasa a comportarse como un adulto único, independiente, autónomo, responsable y válido. A pesar de englobarse bajo en mismo nombre esta etapa, se puede dividir en varias subetapas con elementos principales diferenciadores. Aunque a efectos prácticos de este trabajo puede trabajarse con todos los subperiodos, los detallaré para tener una idea más clara de lo fundamental de cada momento evolutivo. La preadolescencia aparece a partir de los 9 años, cuando se mantiene el equilibrio individual y familiar. Su grupo de amigos lo componen personas de su mismo sexo y empiezan a tener ideas propias sobre el vestuario y el aseo. La adolescencia puberal comienza a partir de esta edad, cuando surgen los primeros cambios físicos. Se produce una desproporción de los miembros del cuerpo al crecer a diferentes velocidades. La falta de información sobre estos cambios les genera mucha angustia. Durante este periodo el preadolescente se muestra irritable tanto con los padres como con los hermanos, criticando y forcejeando con las reglas y normas de convivencia. Comienzan a aparecer signos de autonomía con deseos de separarse de los padres, aunque esta separación es más psicológica que física todavía. Su interés se centra en agradar y en sentirse admitido en el grupo, en tener un lugar en el que refugiarse al salir de casa. La adolescencia media, a partir de los 13 años, se caracteriza por un periodo de introspección e interacción con personas de su misma edad, aislándose de los adultos que hasta entonces influían tanto en su vida. Empiezan a comprobar, además, que los adultos también cometen errores, algo que les consuela y alivia, pues se ven a sí mismos muchos defectos.

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Durante este periodo, el desarrollo prematuro de las chicas les acompleja, al igual que les sucede a los chicos cuando su desarrollo es tardío. Si los chicos tienen un desarrollo temprano lo consideran símbolo de virilidad y crea admiración en el resto de compañeros. Aparece aquí también el íntimo amigo del mismo sexo. Se genera un vínculo afectivo con él y se posicionan frente al otro sexo insultándole: ellas a ellos “bestias” y ellos a ellas “imbéciles”. Son las primeras aproximaciones entre sexos de este tipo. Todo está impregnado de un tono melodramático. El éxito, tanto con los amigos, en los estudios como consigo mismos, es fundamental para seguir viviendo. Perciben los acontecimientos con carácter inmediato, por esto, por no tener perspectiva a largo plazo, viven con gran intensidad lo que les sucede, magnificándolo. A partir de los 13 años se van integrando en un grupo mixto. Este grupo suele tener intereses y gustos parecidos a los del adolescente. Al estar en un grupo mixto empiezan a surgir intereses por el otro. Tienen ya oportunidad y ganas de estar con otro, de gustarse. La adolescencia tardía tiene como momento crítico los 15 años y terminaría sobre los 18 años. El joven aquí ya está buscando definirse, tener una personalidad única y privada, no necesita tanto del grupo. Experimenta con la crueldad y la agresividad, coquetea con la idea de suicidio (como llamada de socorro). El elemento principal es la relación amorosa con el otro. Comienza, pues, el aprendizaje de la relación de pareja. Aquí ya hay un “ligue” fijo y esto conlleva una angustia sobre el tema del sexo. Suele haber una sucesión de tres o más noviazgos con parejas de la misma edad y que les instruyen en el conocimiento del otro sexo. “Salir” para ellos implica fidelidad a la pareja. Este hecho tiene un inconveniente y es que si se prolonga mucho en el tiempo, puede alejar a una o a ambas partes de sus amigos. Impediría ganar en madurez de relación con el grupo y precipitar el fin de la relación. La postadolescencia abarca desde las 18 hasta los 22 años aproximadamente. Vuelve a ser un periodo de transición pues se le otorgan privilegios de adulto (como el derecho a voto, el poder conducir…) pero se le priva de otros porque todavía no tiene independencia económica y depende de los padres. Hay dos características básicas en esta época: se accede a la independencia económica y social, y se consolida la relación de pareja. 7.1 Características generales de la adolescencia. A partir de los 10 años hay cuatro áreas que evolucionan interactuando e interrelacionándose entre sí. Estas áreas son: la motora, la afectiva, la cognitiva y la física. A nivel intelectual, empiezan a razonar como adultos. Elaboran procesos mentales que afectan a la atención, la percepción, la memoria, el aprendizaje, el 16

pensamiento, el razonamiento, etc. Además, pueden entender conceptos complicados y abstraer. Otro aspecto importante es que son capaces de anticipar acontecimientos. Su modo de ver la vida ya no se limita exclusivamente a sus sentidos físicos, sino que puede reflexionar sobre lo posible y adivinar lo que piensan otros. Aprenden a hacerse dueños de sus vidas y aprenden a manejarla según les parece. A nivel físico hay una transformación física drástica que convierte a la niña en mujer, y tiempo después generalmente, al niño en hombre. Hay un aumento del impulso sexual y una atracción cada vez mayor por el sexo contrario (o por el mismo, según el caso), lo que genera diferentes formas de comportamiento. A nivel social, los adolescentes quieren pertenecer a un grupo, quieren ser considerados como válidos y aceptados por parte de los amigos. Aún así sigue luchando por su autonomía y su independencia. Por eso llegan a considerar su habitación su refugio privado, aunque sea tan caótica y desordenada como lo están ellos mismos. Demandan autonomía para lo “prohibido” pero continúan las conductas infantiles frente a las obligaciones. A nivel de comunicación y relación es un periodo de aspectos significativos. Tienen una batalla interna de sentimientos contradictorios con los padres, pues les quieren y a la vez les molesta que tengan gestos de cariño hacia ellos ya que se sienten vulnerables y dependientes. No tienen labrado un autocontrol ni tienen tacto para decir las cosas. Tienen respuestas rabiosas, inadecuadas y desmesuradas ante acontecimientos o conversaciones triviales. Los chicos ante un conflicto no tienen tanta facilidad para la expresión verbal como las chicas. Además, emplean palabras fuertes y rápidas para paralizar al enemigo. Tienden a ponerse muy nerviosos. Las disputas son breves ya que responden generalmente físicamente, ya sea utilizando la violencia o marchándose. Las chicas, por el contrario, utilizan la verborrea. Todo se puede analizar y emplear como forma de combate. Desde siempre han usado el lenguaje para dar o recibir afecto, así como para dañar a su rival. Además, los adolescentes se autojustifican continuamente, pueden reconocerse un fallo a sí mismos, pero nunca lo darían a conocer a los demás. Siempre que puedan salir del paso, seguirán mintiendo o justificándose. Sin embargo, tanto si dicen la verdad como si dicen una mentira, se enfadan por igual y con gran intensidad si alguien ha sospechado de ellos. Las chicas suelen mentir más que los chicos debido en parte a que les son prohibidas más cosas. Utilizan para hablar un idioma peculiar, lleno de argot, que es aprendido con el grupo de amigos, en la calle. Es un lenguaje complicado, que cambia de manera rapidísima. Esta forma de hablar les otorga también un estilo propio que les hace sentirse más original. A la hora de defender sus criterios o valores pueden mostrarse “hipócritas”, ya que llegan a defender un ideal con todas sus fuerzas y al momento siguiente actuar en 17

contra de él. Esto les ocurre porque no distinguen entre la teoría y la práctica, porque no conectan sus grandes ideales teóricos con la realidad cotidiana que viven día a día. Tienen un pensamiento egocentrista. Como ya se ha comentado anteriormente, en la adolescencia aparece la habilidad de saber lo que otros están pensando. Es por esto por lo que creen que son el centro de todas las miradas, que todos les observan. Creen que tienen una audiencia que observa cada movimiento que hacen y cada error que cometen. Les cuesta comprender que esta audiencia es imaginaria. Además, suelen interpretar las miradas o las palabras de los demás como no se lo han dicho. Se perciben como el centro de interés del mundo y esto les provoca dos sensaciones, una es un sentimiento de inferioridad grande y el otro, por el contrario, les hace sentirse heroicos, únicos y especiales. Además, los adolescentes tienen pasión por la justicia social y manifiestan su opinión de forma enérgica y vigorosa. La mayoría de las veces y ante cualquier acontecimiento que les haya podido pasar, están deseando contarlo, pero no saben, no pueden o no se atreven a hacerlo con los padres. Por eso acuden al grupo de amigos, para hacer un frente común contra los que atentan sobre su independencia y así combatir la incomprensión. El grupo de amigos cumple varias e importantes funciones, como el reducir el temor al fracaso y a lo desconocido, ya que desean conocer el mundo exterior, y también pueden descubrir una nueva identidad sexual, social y emocional. Los grupos de chicos y chicas tienen características diferentes y definitorias. Los chicos suelen reunirse en cualquier lugar donde puedan tener cierta autonomía respecto a los padres. Además, son más flexibles que las chicas de cara a aceptar nuevas incorporaciones, aunque los candidatos deben pasar una prueba y además deben saber tener continuidad una vez dentro. En los grupos de chicas lo primordial es tener fama. Deben cumplir con una serie de requisitos superficiales (como la ropa, el peinado, los gustos musicales…) para llegara a ser más popular. Piensan que esta popularidad les hará tener más éxito con los chicos. Buscan continuamente el reconocimiento de las demás para evitar su miedo a no caer bien al resto. Mantienen unos lazos de unión sólidos, es una relación de fidelidad de amiga-ídolo, procurando alejar a sus rivales. Estos grupos femeninos suelen disolverse en el momento en que sus miembros empiezan a salir con chicos, ya que se adaptan al ritmo de ellos. 7.2 ¿Por qué trabajar psicodrama con adolescentes? La terapia grupal psicodramática desarrolla las relaciones humanas en vivo y en directo con vínculos y transferencias entre iguales y entre los iguales y el director, de esta forma las diferencias suman y nunca restan. Entre semejantes surge el valor de acompañarse, interrogarse, sorprenderse y divertirse. Durante el periodo de la adolescencia empieza a profundizarse y perfeccionarse la socialización. Además, al tratarse de una etapa de cambios, permite trabajar todos

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ellos y que se encuentren receptivos ante la experimentación y el interés por lo poco habitual o frecuente. El psicodrama permite la creación de un grupo y la vinculación entre los miembros, algo que está muy presente en esta fase evolutiva en la que buscan su grupo de referencia con los mismos intereses. Además, les permite crecer a nivel individual y grupal. Se les posibilita que den diferentes respuestas a situaciones que se plantean en el juego psicodramático y que descubran, así, las que son más funcionales para ellos y las que generan mayor aceptación en los demás, debido al feedback que reciben también de sus compañeros. Esto también será muy útil de cara al manejo de los conflictos, tan frecuentes en este periodo y que tanto malestar genera al adolescente y a quienes le rodean. Pueden ver las diferentes consecuencias de actuar de maneras diversas. Estas alternativas les despejan dudas en cuanto a la diversidad de posibilidades que tienen, y no sólo una, como a veces ellos creen. Otro aspecto importante de este periodo evolutivo son los fuertes cambios físicos que se experimentan. El juego psicodramático permite trabajarlos mediante la exploración, el descubrimiento y el manejo del “nuevo cuerpo”. Aprenden a reconocerse en su cuerpo y a asimilar estos cambios de manera conjunta, ya que todos estarán redescubriendo sus limitaciones y sus nuevas capacidades. Una fuente de conflictos, bien porque los generan o porque los mantienen, son las familias. A través del psicodrama los adolescentes podrán recrear situaciones vividas o que puedan ocurrir en un futuro, e intentar así aclarar los sentimientos que les suscitan para llegar a entender las relaciones que se establecen entre ellos. También les permite colocarse en la familia, ya que muchas veces se sienten un componente no comprendido o aceptado y mediante el juego psicodramático pueden reubicarse dentro de la familia. No hay que olvidar que cada uno de los adolescentes tiene su familia con su historia familiar detrás. La comparativa de familias y el normalizar que quizá muchos de ellos se sientan de la misma manera frente a la familia (especialmente frente a los padres) puede hacer que relativicen o suavicen sus problemas al no sentirse los únicos a los que sus padres tratan así. Muy relacionado con lo anterior, también se trabaja la libre expresión de opiniones. Los adolescentes tienden a justificarse continuamente, especialmente con los padres. Con el psicodrama se les brinda la oportunidad y posibilidad de decir y sentir cuanto quieran, sin tener que recurrir a esta práctica. Tienen un ambiente libre de juicios de valor donde poder actuar sin tener que justificar cada paso que dan. Como adolescentes, incurren en una hipocresía aparente, defendiendo a ultranza elementos que luego son capaces de incumplir en su vida cotidiana. A través del juego pueden entender y conectar más la teoría con la práctica, acercando sus ideales a su estilo de conducta. Se trata de ejemplificar sus ideas, exponerlas a sus ojos para que posteriormente puedan reflexionar sobre lo que han hecho o han dejado de hacer. Además, los adolescentes en este periodo evolutivo se sienten el centro de todas las miradas. Les lleva a creer que tienen una audiencia que les observa detenidamente a 19

cada paso que dan. No perciben que esa audiencia sea imaginaria, por eso, interesa que sean capaces de percibir la diferencia entre tener un público real, como sucedería en el juego psicodramático (en el que no siempre actúan todos los participantes en la representación) y la realidad de sus vidas en las que no hay otras personas pendientes de lo que hacen. Muy relacionado con lo anterior, se pueden trabajar las interpretaciones que los adolescentes hacen sobre los mensajes verbales y no verbales de los demás. Suelen distorsionar esos mensajes e interpretarlos con carácter negativo o incluso violento, de ataque contra ellos. Desmontar estas interpretaciones es sencillo en psicodrama, sobre todo en el comentario final, donde se habla de las emociones suscitadas y no de las interpretaciones más analíticas que se pueden hacer. Se trata de confrontar con la realidad. En resumen, mediante el juego psicodramático se ponen en marcha situaciones que harán a los adolescentes reflexionar y ahondar en sus vivencias. Todos estos ejercicios, al ser compartidos por un grupo de iguales, les confiere mayor libertad de actuación y de expresión. Se vinculan unos miembros con otros y se ayudan a superar obstáculos y ver diferentes alternativas, no sólo las personales, sino las que otros generan también, enriqueciendo los aprendizajes.

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8.

EJERCICIOS

Los ejercicios buscan comprometer a los miembros del grupo en una exploración y posible expresión de sentimientos hacia los otros desde el encuentro corporal, el contacto y la separación. Se busca tanto la exploración como el ser explorado, siempre desde la máxima libertad de hacerlo o negarse a ello. A veces se sugiere realizarlos en silencio. Encuentro grupal paseando (Paseo y encuentro) “Todos de pie, paseando lentamente por el escenario. Cuando te encuentres frente a otro, detente y exprésale sin palabras tus sentimientos, del tipo que sean. El otro responderá de acuerdo con sus propios sentimientos”. Se trata de una exploración sociométrica viva, explorando atracciones y rechazos. Encuentros por parejas. “Todos paseando por la sala, id formando parejas mutuamente aceptadas. Buscad un espacio cada pareja, sentarse en el suelo frente a frente, sin hablar. Dejaos tiempo para captar qué os provoca la presencia en silencio del otro, el encuentro callado”. Al cabo de cinco o diez minutos cada pareja comenta entre sí antes de pasar al comentario grupal. Poder valorar los encuentros fundados en tele positivo a través de la mera presencia del otro. Corro con sus variantes. Se trata de una serie de ejercicios que pueden realizarse aislados o encadenados. En silencio. “Colocaos todos en un círculo. Mirad a los compañeros hasta ver qué os provocan”. -Con las manos cogidas. -Aproximándose para cerrar el círculo y separándose para abrirlo. -Cambiando el sitio para explorar otras disposiciones topológicas. Usando tácticas verbales (para entrar en el grupo) Al nuevo miembro se le sitúa ante un grupo formado en círculo cerrado y se le índica: “Tu deseas, y seguramente temes, entrar en este grupo, formar parte de él. Tienes que solicitarlo, lograr convencerlos. Para ello puedes hablarle al conjunto o a cada uno que se te ocurra. También puedes decir ‘No me interesa’ y quedarte fuera, aislado”. Integración de un nuevo miembro si tiene dificultad para la expresión no verbal.

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El introductor de embajadores. “X (el miembro que acaba de llegar nuevo al grupo) puede elegir a quien quiera del grupo. Se lo llevará aparte y le pondrá al tanto de lo que quiera que éste (su introductor) comunique al resto del grupo, de manera que lo vayan conociendo y procurando ser aceptado”. Después de transmitir el intermediario al grupo todo lo que el nuevo le ha comunicado, el grupo decide si lo acepta o no y con qué condiciones, qué aspectos les gustan y cuáles rechazan, etc. El miembro nuevo se incluye (habitualmente), se presenta a cada uno en particular y posteriormente se pasa al comentario grupal. En el caso (raro) de no ser aceptado se discute en el grupo los motivos, tiempo y vías por las que se lograría la integración, etc. Inclusión de un nuevo miembro. Caída hacia atrás. “X (el protagonista) se colocará de pie y tras él varios miembros del grupo, en dos filas y con las manos entrelazadas de dos en dos, de manera que puedan recoger a X cuando se deje caer de espaladas”. Una vez organizado lo anterior se insta al protagonista a dejarse caer sobre el lecho de brazos. Ejercicio de confianza. Remite a las primeras matrices. Presentación del propio cuerpo. “Los que quieran hacer este ejercicio van levantándose y uno por vez se coloca en el centro del círculo (o en el escenario) y se muestra, pasea, da alguna vuelta, se detiene…, se trata de que dé tiempo a que los demás le observen y a experimentar los movimientos internos que le produce ser observado”. Al acabar todos el ejercicio se comenta, insistiendo a los protagonistas que intenten expresar “con qué ojos” se sentían mirados. Qué les transmitía la mirada. Si se sentían acogidos o rechazados, exigidos o aceptados, etc. y desde el rol de observadores, qué veían en los que se presentaban. Exploración del entorno. “A partir de este momento comenzad a explorar el espacio que os rodea, el suelo, las paredes, los objetos y los cuerpos de los compañeros. Los contactos personales pueden ser aceptados o rechazados”. Se parte de pasear por el escenario e ir encontrando a los demás. Luz tenue o a oscuras. Sin palabras. “Según vayáis encontrando a otros cuerpos exploradlos con vuestras manos. Los contactos pueden ser aceptados o rechazados. Es importante tener conciencia de las vivencias. No deteneros en reconocer de quién se trata en cada encuentro. Hacerlo lentamente, dando tiempo a percibir las sensaciones”. Encuentro con el entorno. Contacto corporal interpersonal. Ambivalente frente al contacto corporal heterosexual y homosexual.

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Quién se parece más a mí. El líder pide a los miembros del grupo que elijan y/o designen al miembro/s del grupo que se le parezca más en actitudes, aptitudes y comportamiento. Luego se traen a discusión en el grupo las selecciones en que se han basado para las mismas. Se pueden utilizar en la discusión preguntas como estas: -¿Fueron auténticos los miembros del grupo en sus percepciones sobre sí mismos y hacia los otros miembros? -¿Hasta qué punto fueron válidos los aspectos de semejanza traídos y hasta qué punto fueron meras suposiciones? -¿Entre las semejanzas expuestas existe alguna relación con experiencias pasadas de índole familiar? -¿Qué personas en el grupo fueron más seleccionadas y quienes menos? ¿Qué podría significar esto? -¿Cómo se sentían las personas cuando fueron seleccionadas por una u otra semejanza? Ejercicio sociométrico basado en al elección télica y la fantasía perceptual. Ser objeto. Al protagonista: “Colócate en el centro del escenario. A partir de ahora eres un objeto. No puedes hablar. Cada persona puede hacer contigo lo que quiera, tocarte, empujarte, acariciarte, etc… Es natural que los límites están en no dañar”. Se estimula a que todos se acerquen y prueben a hacer algo con aquel “objeto”. Ocasión para que el protagonista pueda experienciar el ser explorado libremente por los otros y para cada uno comenzar a experimentar las respuestas emocionales que les provoca el contacto corporal. Dejarse cuidar y acariciar. “Distribuiros por parejas como queráis”. (Elección paseando, ambos de acuerdo, es decir, elección sociométrica). “En cada pareja (díada, de distinto o del mismo sexo) cambiaréis de roles al cabo de unos minutos, para poder pasar por las dos situaciones. Buscar cada pareja un espacio… uno de vosotros se acuesta y relaja y el otro lo atiende, cuida y acaricia. Es un ejercicio sin palabras, aunque se pueden utilizar murmullos y otros sonidos no verbales”. Una vez situados, con la luz atenuada, se deja transcurrir un lapso entre 5 y 15 minutos, según la actividad de las díadas y se propone el cambio. Al finalizar el tiempo se propone a cada díada que comenten entre ellos la experiencia. Posteriormente se pasa al grupo y al comentario grupal. La línea. “Voy a marcar sobre el suelo una línea imaginaria” (se hace). “Ésta es la cabecera y éste el final. La cabecera indica que quien se sitúa aquí es quien más (aquí el factor a explorar: valor, poder, simpatía, angustia, etc.) tiene en el grupo; el final, el lugar del que tenga menos. Ahora cada uno se coloca en la cabecera, en la cola o en cualquier lugar intermedio según su propia opinión”. Lo habitual es que haya abundantes desacuerdos sobre estar delante o detrás de éste o de aquél, proponiéndose distintas disposiciones, que será motivo del comentario posterior. 23

Ronda de la sinceridad. “Aquél (aquéllos) que lo desee saldrá del grupo y se situará en el escenario, sentado o de pie. Los demás irán situándose ante él y diciéndole brevemente con palabras y/o actos lo que deseen. Se trata deponer expresar con total sinceridad opiniones, valoraciones y sentimientos. El protagonista debe recibir la comunicación sin responder defendiéndose o justificándose. Su actitud conviene que sea de silencio receptivo, apertura y reflexión”. Es importante que el grupo tenga claro el ejercicio y que sea aceptado con todas sus consecuencias. La intervención será voluntaria, sin la menor presión. Se trata de un ejercicio muy duro, que debe utilizarse con prudencia y siempre en un momento en el que el grupo pueda sumir la tensión que surge de su desarrollo. Servirá para aclarar “quién soy yo para los demás”. Forcejeo frente a frente. “Sentados en el suelo, con las piernas cruzadas, uno frente al otro. Quitaros los anillos si los tenéis. Cogeros las manos entrelazando los dedos. Forcejead”. Agresividad. Temor a la violencia. Competitividad. Pulso. “De pie, uno frente a otro, los bordes extremos de los pies derechos se tocan. Cogidos de la mano derecha. Se trata de hacer perder el equilibrio al contrincante”. Bandas enfrentadas. “Comenzará un subgrupo a expresarse mientras el otro escucha en silencio”. Se decide qué subgrupo comenzará. “Aprovechad para decir todo lo que deseéis a los de enfrente”. Tras un tiempo suficiente, que estará marcado por la productividad, se cambian los roles. Es un ejercicio sociodramático. Los subgrupos surgirán de la dinámica grupal: enfrentamiento hombres/mujeres, antiguos/nuevos, dominantes/sumisos. Los subgrupos se construirán, por tanto, por elección libre de los participantes que deciden de qué subgrupo consideran que forman parte. La tarta. Se entrega a cada participante un folio en blanco y un lápiz. “Dibujad dos círculos en el folio”… “Dividid el primer círculo, como una tarta, en raciones más o menos grandes. El tamaño de estas raciones expresará el interés que se pone en la vida en las distintas actividades. El interés no el tiempo. Se denominarán las raciones,por ejemplo, esudios, ocio, familia, etc.”. Cuando todos hayan terminado: “En la segunda tarta haced lo mismo, pero las raciones se ajustarán a un reparto deseado, ideal, de la energía e interés”. “Comparad ahora las dos tartas y reflexionad individualmente sobre estas preguntas: ¿Qué cambia de una tarta a otra? ¿Por qué no cambio hacia mi tarta deseada? ¿Qué tengo que hacer … y pagar… para acercarme a la segunda tarta?. Comentario grupal.

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Reflexión sobre intereses, motivaciones, temores e inhibiciones en el cumplimiento de los intereses. El propio territorio. “El protagonista se colocará en el centro del escenario, mirando hacia un punto del espacio (N. S. E y O simbólicos). Situará a cada miembro del grupo, incluido/s el/los terapeutas, a la distancia y en el punto cardinal que le parezca, y dando la cara o la espalda al centro”, (es decir, al protagonista). Una vez todos colocados: “Dejaos percibir sentimientos y sensaciones. Dejad un tiempo y luego expresadlos, empezando por el protagonista”. Ayudar a centrar los comentarios en el plano emocional. Comentarios desde el sitio. Exploración de la proxemia, de la red sociométrica intragrupal personal, del tele y la transferencia. Hombres-Mujeres. “Vamos a distribuir el grupo en dos sub-grupos uno de hombres y otro de mujeres. Cada grupo se colocará a un lado de esta línea imaginaria (se traza en el suelo) que no puede traspasarse. Se trata de que cada grupo le diga al otro lo que opina de ellos como pertenecientes al sexo que sea. Para ello se dedicará un tiempo de reflexión en cada subgrupo para designar un portavoz”. Se dejan 8 ó 10 minutos. “Comiencen a hablar los portavoces del grupo, poniéndose antes de acuerdo sobre quién va a ser el primero. Si no llegan a este acuerdo lo echan a cara o cruz”. Se deja terminar a cada cual. Puede limitarse el tiempo para igualar los discursos. Al final se puede pasar al comentario grupal o proponer cambios de roles y otras técnicas. Duelo por la pérdida de un compañero. Puede tratarse de la muerte real de un miembro del grupo pero habitualmente se trata de que éste ha dejado el grupo por cualquier motivo. “Con independencia de sus razones para dejar este grupo, nuestro compañero X ha dejado de existir aquí para nosotros, lo hemos perdido. Ha muerto para el grupo. Podemos representarlo por una silla vacía (o un objeto en el suelo) como si estuviera aquí, muerto. Podemos hablar de él entre nosotros, despedirnos de él directamente con palabras o actos, ‘liquidar’ lo que no se le llegó a expresar, lo que sea, de cualquier índole…”. Se deja desarrollar el duelo hasta que se aprecie el agotamiento del juego. Puede ayudarse a la expresión de los inhibidos estimulándoles o doblándoles. Realizar el duelo por la pérdida. Acostumbrarse a las “pequeñas muertes” elaborando la situación. Permitir al grupo su proceso sin que la pérdida lo frene. Juegos de mimo. Distribuidos por elección sociométrica, en dos subgrupos o equipos. “Un equipo prueba a representar sin palabras actitudes, sentimientos, una historia o cuento… y el otro equipo intentará saber lo que tratan de expresarle”. 25

Improvisación, soltura corporal. Adiós sin palabras. Cuando va a marchar alguien del grupo o cuando se termina el grupo. También ante unas vacaciones o cualquier interrupción prolongada. “A veces, en situaciones emocionales como es el caso de una despedida, tapamos nuestros sentimientos con palabras. Hablamos para no dejar salir las emociones. Yo os propongo no recurrir a hablar, hacer una despedida corporal; es decir, tratar de comunicar con vuestro cuerpo lo que sentís ante vuestra marcha y/o la marcha del otro” Exploración y experiencia de la pérdida y de los sentimientos que provoca en un grupo que tiende a la racionalización. Liquidando. “Vamos a hacer una despedida psicodramática. En pie todos, paseamos, y según vayamos encontrándonos nos despediremos del otro. Pero en estas despedidas vamos a incluir la liquidación de aquello que haya quedado pendiente de expresar hasta hoy. Es conveniente que esta expresión no esa solamente verbal sino también corporal. Procurad no dejar nada en el tintero”. El terapeuta (el quipo) suele intervenir en esta despedida, sobre todo si se trata de la “liquidación final”. La vida en una línea. Se entrega un folio, lápiz y goma de borrar. “Vas a trazar una línea que va a simbolizar tu vida. El comienzo, el nacimiento, será cerca de la esquina superior izquierda, seguirás el borde hasta el siguiente ángulo, donde situaremos la adolescencia. “Con signos más (+) expresarás momentos importantes que consideras experiencias positivas, distribuyéndolas en los puntos de la línea que correspondan a su tiempo. Puedes poner al lado de cada + una palabra recordatorio y la fecha. “Del mismo modo harás con el signo menos (-) en relación a experiencias que consideras negativas”. Puede utilizarse en grupo y comentar al final entre todos y dramatizar algunos de los puntos de los gráficos. Dominador vs dominado. “Una persona de cada pareja (por tuno predeterminado) se tira al suelo boca abajo. Luego el otro compañero le pone el pie sobre la espalda, en actitud vencedora”. Permanecer así dos minutos sin hablar. Luego cambian los papeles, el que estaba tirado se levanta y el otro se tira al suelo. Después de estar los dos minutos en esta posición cada uno de los cónyuges deberá expresar al otro como se sintió en los dos papeles cuando estaba tirado en el suelo, impotente y cuando estaba con el pie sobre la espalda de su compañero.

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9.

JUEGOS

Los juegos son situaciones simbólicas propuestas a la totalidad del grupo, aunque no participen todos los miembros. La aproximación a lo oculto es mucho más indirecta y por ello pueden abordarse situaciones negadas o desplazadas. Autopresentación. “El sujeto se presenta a sí mismo tal como es en los papeles que interpreta en su vida, y cita los diferentes personajes de su mundo personal. Comienza por presentarse con su nombre y apellidos, edad, situación familiar, problemas, red de personas de su círculo social, con el conjunto de los que forman parte de su vida emocional (ya estén muertos o vivos, presentes por presencia o ausencia en su vida cotidiana; su constelación personal, familiar, profesional, social, que describe según la necesidad de la escena).” Después suele inducirse a representar una escena con uno o varios egoauxiliares. Retrato de familia. “Cada uno de vosotros que lo desee puede representar a su familia con los compañeros de grupo. Se trata de colocarlos para una fotografía familiar y cómo se piensa que se colocarían ellos mismos, tanto respecto al lugar como a la postura. Inclúyete a tí mismo”. Variantes: 1. La familia que se desearía tener (su misma familia pero situada en lugares y posturas según los deseos del protagonista). 2. La familia fantaseada (puede añadir o quitar miembros, cambiar edades, etc.) Soliloquio desde el propio personaje y desde los restantes roles. Contacto con la estructura de la propia familia y con el rol adjudicado en la red familiar. Encuentro y contacto con otras familias, es decir, otras estructuras, otros roles, otros mitos. Viaje en tren, barco, etc. “Vais a emprender un viaje juntos a un país desconocido. Estáis en la sala de espera de la estación de autobuses. El bus saldrá entro de 20-30 minutos. No conocéis a nadie aún”. “Tomaréis o no contacto con otros compañeros de viaje. En el 2º caso comentáis lo que tenéis y esperáis del viaje. Nota: Si se hizo al iniciarse la historia del grupo, puede repetirse en otro momento. “Seguid en aquel viaje que iniciasteis hace… En una parada comentáis lo vivido hasta ahora y lo que esperáis de lo que resta del viaje”. Tema. “Cada uno va a pensar un tema, vale cualquier tema, cualquier escena, cualquier situación. Nadie lo va a decir hasta que todos –o la mayoría- lo hayan decidido”. Se deja un tiempo y cuando al preguntar si están dispuestos la mayoría responde afirmativamente, repropone que lo enuncien. Si es posible se anotarán en una pizarra y se votan a mano alzada. El más elegido se toma como tema a dramatizar, proponiendo: “Cada uno puede elegir ahora un personaje que tenga que ver con este tema, puede ser persona, animal, vegetal o cosa”. Van pasando al escenario y se dramatiza desde los 27

roles elegidos. El lenguaje usado en la dramatización puede ser el correspondiente al rol o usar la palabra. Improvisando. Puede introducirse el/los terapeuta/s. Al final, soliloquio desde el rol. Extranjeros en un país exótico. “Sin saber el motivo os encontráis en un país exótico. Nadie conoce el idioma. Tenéis que manejaros sin palabras para conseguir cualquier cosa que se precise o desee”. Falta de comunicación. Exceso de racionalización y verbalización. Subgrupos mal comunicados. Mi verdadero nombre. “Cuando somos pequeños nos ponen un nombre, pero ese nombre no nos representa, lo compartimos con otras personas y no dice nada de nosotros. Propongo hacer como en algunas tribus en las que a cada persona se le da un nombre que remite a algún rasgo personal. Entre todos vamos a proponer un nombre nuevo para cada uno, pero debe ser aceptado por el que lo recibe”. Test de expresión desiderativa. “Escribid (o pensad y recordad) que es lo que más os gustaría ser de todo lo que existe en el universo que no sea un ser humano. Después que os gustaría en segundo y tercer lugar”. “Ahora haced lo mismo con lo que menos os gustaría ser y luego, también, en segundo y tercer lugar”. Se deja un tiempo y se comparte. A continuación cada uno, sucesivamente, juega uno de los deseos y uno de los rechazos. El terapeuta le ayudará en el role-playing y procurará que se dé cuenta lo que tiene también de negativo lo deseado y de positivo lo rechazado. Suele dar lugar a un extenso comentario grupal. Dioses y hombres. “Unos vais a ser hombres y otros dioses, elegir”. Se deja el tiempo preciso. “Los dioses subiréis a un sitio elevado y los hombres os quedaréis a nivel del suelo” (o los “dioses” de pie y los “hombres” sentados en el suelo) “Improvisad desde vuestros roles.” Al cabo de un tiempo se propone cambiar de roles y al final que todos sean iguales. En el colegio con el profesor. “Estamos en el aula con un profesor. Elegid la asignatura, el curso y las edades, quien será el profesor…” “Improvisad”. Puede hacerse también: durante un examen, con varios profesores o con la expulsión de un alumno desde un tribunal de profesores. Exploración de relaciones con figuras de autoridad.

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Cuento grupal. “Vamos a inventar un cuento entre todos y luego lo dramatizaremos. Comenzamos con todos acostados (puede hacerse sentados) formando un círculo con las cabezas hacia adentro. Aquel que lo desee dice la primera frase del cuento y cada uno, siguiendo el sentido de las agujas del reloj añade una breve frase que enlace con la anterior. Daremos dos (o tres) vueltas y terminará el anterior del que comenzó”. Es conveniente que el monitor o el observador vayan tomando nota y puedan leer el cuento en su totalidad al final. Se eligen los roles –humanos o no que aparecen en el cuento- y se dramatiza éste. Pellas en el grupo. “Sois chico/as de un colegio. Los que queráis os vais a poner de acuerdo para hacer “pellas” (escaparse sin permiso). Decidir quiénes os vais a escapar, qué edades tenéis, dónde vais a ir…”. Improvisar el juego, a dónde van, qué hacen, cómo se encuentran… Se pueden introducir profesores, policías, padres… a lo largo del desarrollo de la dramatización. El cuerpo del grupo. “Con la participación de todos los miembros del grupo se va a construir un cuerpo humano, cada uno puede constituirse en la parte que desee; no importa que varios sean la misma parte o miembro” Comentario desde el lugar, emocional. Salida de uno a uno para ver el conjunto y comentario personal. Comentario grupal desde la vuelta al grupo. Ver qué parte toma cada miembro. Ver si el cuerpo “funciona” armónicamente o no. Ver qué hace el cuerpo. Comentar qué partes han sido más valoradas y qué partes se han rechazado más. ¿Por qué? Haciendo travesuras. “Sois niños de un colegio, podéis elegir las edades de vuestros roles, perteneciendo al mismo o a distintos cursos. Poneros de acuerdo. Es importante que todos sepáis los datos de edades de los compañeros y nivel que cursan. Podéis introducir uno o varios profesores. (El terapeuta puede ofrecerse para ello si se lo solicitan o lo cree conveniente). Una vez que hayáis perfilado los papeles podéis organizar y realizar las travesuras que se os ocurran”. Capacidad de jugar en el área de la libertad. Pabellón de la cárcel. “Estamos en un pabellón de una prisión. Puede haber uno o dos carceleros, los demás serán presos: el que elija el rol de carcelero tiene que decidir qué tipo de carcelero desea ser y los demás el motivo por el que están encarcelados, cuál es la pena, si la consideran justa o injusta, si la aceptan o se rebelan, si piensan intentar un motín o una huida, etc. Desde esta base preparaos primero para el rol y luego improvisad durante 10 ó 15 minutos”. Sentimientos de culpa, actitud victimaria o no, de verdugo, de autoridad justa, etc. Relación con situaciones de la matriz familiar. 29

Baile estudiantil. “Estáis en un piso de estudiantes y habéis organizado una fiesta con baile. Planteaos si se ha decidido entre todos o lo hacen algunos e invitan a los demás, de quién es el piso, cómo se ha organizado, quiénes van llegando y quiénes los reciben. Aquí tenéis cintas o CD con diversas músicas. Podéis manejar también las luces”. El terapeuta puede “invitarse” o “colarse” si le parece oportuno intervenir para introducir variantes o movilizar. Si no interviene desde un rol puede dar sugerencias como: “Parece que esa música les aburre”, “hay un/a chico/a aislado/a… Y como siempre con doblajes, etc. Exploración de las relaciones intragrupales, de las atracciones/repulsiones afectivas y sexuales y la competitividad en estas áreas. La balsa y los tiburones. Se delimita el espacio de la balsa con una alfombra o colchoneta (o señalando con las rayas del suelo). Se indica a todos “subid a la balsa”. “Estáis en una balsa de un mar lleno de tiburones. Cualquiera que caiga al agua morirá devorado. Pero la balsa no puede con todos vosotros, si no tiráis a uno (o dos) la balsa se hundirá y moriréis todos…” “¡Atención! ¡La balsa de está hundiendo!”. Competitividad, agresividad/culpa, auto-afirmación. Entre Pinto y Valdemoro. Se traza en el suelo una línea divisoria imaginaria. A cada lado se encuentra una situación polar: la actualidad/el futuro, solo/acompañado, soltero/en pareja, niño/adulto, etc. Se dice al protagonista: “Construye el mundo a cada lado con ayuda de tus compañeros. A continuación explora uno y otro mundo. Todos los participantes improvisan desde los roles que se les ha asignado”. Se deja que comience a explorar. “Procura darte cuenta de cómo te encuentras a cada lado de la línea y también qué ganas y qué pierdes”. Comentario grupal posterior. Dudas en momentos de estar frente a un cambio. Lucha interna. Paradoja existencial. Los regalos. “Cada cual hará un regalo a todos y cada uno de sus compañeros. Los regalos pueden ser de cualquier índole: material, sentimientos, valores, etc. siempre en el plano imaginario. Procurad que sea ‘de corazón’, aunque pueden ser de índole positiva o negativa”. Cada participante se acerca a cada uno de sus compañeros, “entrega” su regalo y recibe otro. Tras un período de reflexión interna (en el cual el terapeuta sugiere: “¿Te ha gustado o disgustado lo que has recibido? ¿Con que ánimo has regalado? ¿Te ha satisfecho el intercambio? ¿Qué quieres decir con lo que has regalado y qué te ha dicho lo que te han regalado?” etc.) se pasa al comentario grupal. Facilitar la interacción, cuando es difícil, a través de la vía simbólica.

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El trueque de un secreto. 1. El animador distribuye una papeleta a cada uno. 2. Los participantes deberán escribir en la papeleta la dificultad que encuentran en la relación y que no les agrada exponer oralmente en público. 3. El animador recomienda que disimulen la letra para que no se sepa quién es el autor. 4. Todos doblan la papeleta de forma idéntica, y una vez recogidas se mezclan y se distribuye una papeleta doblada a cada uno de los participantes. 5. El animador pide que cada uno asuma el problema que ha aparecido en la papeleta que le ha tocado y que lo haga como si él mismo fuera el autor, esforzándose por comprenderlo. 6. Cada uno lee en voz alta el problema utilizando la primera persona ‘yo’ y haciendo las adaptaciones necesarias, aporta su solución. 7. Al explicar el problema a los otros, cada uno deberá procurar personalizarlo. 8. No se permite ni debate ni preguntas durante la exposición. 9. Al final, el animador podrá dirigir el debate sobre las reacciones, formulando las preguntas siguientes: -¿Cómo te sentiste al describir tu problema? -¿Cómo te sentiste al exponer el problema de otro? -¿Cómo te sentiste cuando el otro relataba tu problema? -A tu parecer, ¿Comprendió el otro bien tu problema? -¿Consiguió ponerse en tu situación? -¿Crees que tú llegaste a comprender el problema del otro? -¿Cómo te sentiste en relación con los demás miembros del grupo? -Como consecuencia de este ejercicio, ¿crees que vas a cambiar tus sentimientos en relación a los otros? Pérdida de un ser querido. “Pensad cada uno en un ser querido que temáis perder. Puede ser uno de los padres, la pareja, un amigo… No os quedéis sólo con aquéllos que se prevea la muerte por su edad o por enfermedad, la muerte puede sorprender a través de una enfermedad fulminante, por un accidente… Nunca se puede prever quién va a morir. Centraros por ello en alguien querido, muy querido. Estará muerto y vosotros estaréis a su lado”. Elección del yo-auxiliar: “Elegid cada uno a otra persona que tomará el rol de aquel que habéis imaginado como muerto” (Tiempo de elección) “Lo único que le tenéis que transmitir es de quién se trata, a quién simboliza”. “Buscad vuestro espacio. El que toma el papel del fallecido se acostará en el suelo, boca arriba, las manos unidas sobre el pecho. El que vive la experiencia se colocará a su costado” (Esperar). “Los que estáis al lado de vuestro fallecido cerrad los ojos. Imaginaos el ser querido en quién habéis pensado. Cuando estéis “mentalizados” imaginar de qué ha muerto, cuanto tiempo hace (minutos, horas, 1 días…), cómo fue su agonía, si estuvisteis a su lado o lo encontrasteis ya muerto, si pudisteis hablar con él y en su caso de que hablasteis”. Después de esta reflexión, ved si queréis hablarle (hacedlo en voz baja para no perturbar a los demás). El que está en el rol de muerto no puede contestar ni moverse. Ved si queréis tocarle o no. “Yo avisaré dentro de 20 minutos”. A los 20 minutos interrumpir, dejar de 2 a 5 minutos de encuentro de los participantes de la pareja y para que el yo-auxiliar comunique lo que ha vivido desde el 31

rol de muerto. Levantad todos y pasad a hacer el ejercicio los que hacían de muerto tras una nueva elección. Ejercicio de la segunda mitad de los miembros. Comentario grupal. Hacer algo que no sirva para nada. “Vamos a dejar un tiempo (de 15, 20 o más minutos) para dedicarlo a no hacer nada útil o a hacer algo que no sirva para nada útil. Podéis improvisar solos o con alguno de los compañeros”. Actitud de exigencia interna versus libertad. Miedo a la libertad. Pabellón de locos. “Vamos a convertir el espacio escénico en el pabellón de un manicomio. Elegid cada uno el tipo de loco que queréis representar, no me refiero a poner un diagnóstico o una etiqueta, sino cómo se comporta, qué piensa, qué dice, cómo se relaciona, etc.”. Explorar, jugando, aspectos temidos, roles oscuros y rechazados. Qué he vendido de mí. Elección de parejas. “En cada pareja vais a comentar con vuestro compañero a qué aspecto de vuestra personalidad habéis renunciado o habéis inhibido en mayor o menor grado. En qué época de vuestra vida recordáis que comenzasteis a hacerlo. Qué “beneficios” obtuvisteis o esperabais obtener. ¿Se mantienen esos beneficios? ¿Y a cambio de qué pagos? ¿Qué os significa hoy recuperar los aspectos vendidos? Etc.” Se deja un tiempo mínimo de 15 minutos para el comentario por parejas. Se pasa al comentario grupal y/o a dramatizar las situaciones surgidas de aquellos que lo deseen. La estación. Cuando algún miembro anuncia su marcha del grupo. “Imaginaos que estamos en la estación. X (el que se marcha) va a tomar el tren en unos minutos. Subirá a él en cuanto llegue ya que el tren permanecerá sólo unos instantes en esta estación. Cada uno lo despedirá como quiera”. Se describe el escenario y X toma su lugar en el andén. Los demás se acercarán individualmente o en grupo. El monitor anuncia la llegada del tren después de dejar un tiempo para crear la vivencia de la separación. Como jefe de estación anuncia: “El expreso partirá dentro de… (el tiempo que estime oportuno)”, X se “marcha” en el tren (con un soliloquio) y se pide a los que restan que comenten entre ellos la partida de su compañero, pero desde los roles. Elaboración de la pérdida de un miembro que marcha. Experiencia de “pequeña muerte”. 10. OTROS EJERCICIOS Y JUEGOS. Os presento a vuestra pareja. Se transforma el grupo en parejas. El profesor va dirigiendo una presentación para que los alumnos no sólo miren a la pareja o le pregunten su nombre: ‘Preséntate. Di tu nombre, edad, de dónde eres, algún detalle interesante de ti o tu entorno de 32

amistad, familia o aficiones. Observa cómo viste. Escucha su voz. Fíjate en algún detalle interesante’. Si el grupo es impar, hay dos opciones. Puede ser el momento ideal para hacer ver que el director puede llegar a ser un igual, y participa para completar las parejas. También puede trabajarse en tríos y parejas hasta ajustar el grupo. Cotilleos. Este juego tiene tres fases: 1. Por parejas, cuanto más desconocidas mejor, comentan en secreto algún hobby que tengan, un pecadillo piadoso y/o, algún sueño por realizar. 2. Caminan por el espacio y cotillean todo aquello de lo que se van enterando. Siempre diciendo ‘el pecado’ pero nunca ‘el pecador’. Al principio sólo podrán contar lo de la pareja y lo propio pero cada vez que les cuenten algo podrán añadirlo a su repertorio de cotilleos. 3. Deben buscar aquellas personas cuyos hobbies, pecadillos o sueños, coincidan con los propios o les resulten interesantes o curiosos. Entonces, conversan y se hacen preguntas sin parar. Forma de conocer aspectos no muy llamativos de las personas, y perder un poco el miedo al grupo y sus comentarios. La palabra clave. Nos colocamos en círculo y sorteamos quién comienza. Este dice una palabra a su compañero de la derecha, quien tendrá medio minuto para hablar de sí mismo o de algo relacionado con él, teniendo presente como tema o palabra clave de su intervención, la que su compañero le ha dicho. Al acabar su intervención, le da otra palabra clave al compañero de su derecha y así sucesivamente. Me recuerdas a… Se forman parejas, que se distribuyen por el espacio, mirándose frente a frente. Se pide a los alumnos que traten de ver en su pareja un animal, en el más natural sentido de la palabra. Tras decírselo mutuamente y justificar la elección, se cambia de parejas y se repite. Tras tres o cuatro cambios, se pone en común lo que a cada uno le han dicho y si ha habido similitud entre lo que han opinado distintas parejas o no. Tomar un tiempo prudencial para elegir el animal en cuestión. No se trata de elegir intuitivamente, sino de justificar razonadamente por el aspecto físico, y los aspectos no físicos que ya vamos conociendo de esa persona, por qué y en qué se parece a ese animal. Mi nombre en un papel. En un gran papel continuo, se dispone el grupo alrededor con espacio suficiente para expresarse plásticamente. Ceras, pintura al dedo, lápices, rotuladores…, y en general cualquier elemento de escritura o dibujo de que se disponga y que el grupo sea capaz de utilizar, se coloca al alcance de todos. Fase 1. Cada uno, en su espacio dentro del gran papel, escribe, dibuja, o simboliza el nombre por el que se le conoce, de forma totalmente libre.

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Fase 2. El grupo ‘viaja’ por el papel, con la libertad de añadir cualquier comentario, dibujo, trazo…, que le sugieran los nombres del grupo. Finalmente se utiliza el papel para decorar nuestro propio espacio de trabajo. Yo soy así. Retomando el trabajo con que se finalizó la sesión 4, ‘Mi nombre en un papel’, cada alumno va a exponer ante el grupo su nombre y todo lo que los demás le han escrito o dibujado a su alrededor, ‘como si lo hubiera escrito él mismo’. Es decir, se va a autodescribir utilizando lo que los demás le han aportado. Si fuera… Cada uno asocia su forma de ser, su físico su experiencia a un tipo concreto de: planta, animal, objeto… El profesor pregunta ‘¿Si fueras árbol/perro/silla qué clase de árbol/perro/silla serías?’. El alumno debe responder razonando su respuesta, asociando sus cualidades a la del objeto, animal o planta escogido. Muévete al son. Utilizando una música muy rítmica, se pide a los alumnos que sigan el ritmo con absoluta libertad por el espacio. Poco a poco el profesor les va limitando: ‘(1) Sin desplazarse. (2) Sin mover los pies. (3) De cintura para arriba. (4) Sólo brazos y cabeza. (5) Sólo cabeza. (6) Sólo cara. (7) Sólo ojos. (8) Sólo cejas…’ Y entonces, vuelve a gritar ‘¡Vale todo!’ hasta el final de la música. Es importante hacer ver a los alumnos tras cesar la música que la mayoría de ellos no ha movido apenas la cara para seguir el ritmo al comienzo del ejercicio, hasta que no se ha limitado el movimiento. Hay muchas posibilidades de movimiento y muchas no las utilizamos normalmente. Espejo múltiple. A, crea movimientos. B es su imagen. C, a la espalda de A (algo desplazado para poder ver a B), es la imagen de B. D, detrás de B, es imagen de C… Y así hasta el infinito como en las salas de los espejos. ¡Andad, andad! El grupo anda libremente por el espacio. Mientras lo hace, el profesor condiciona su forma de andar: ‘Más rápido. Más aún. Más todavía, sin tocarse. Despacio. Más despacio. De espaldas. De lado…’ También puede modificar el espacio, reduciéndolo poco a poco, hasta hacer que todo el grupo evolucione en escasos metros cuadrados, intentando no tocarse. Andamos por distintos suelos. El grupo comienza a andar libremente por el espacio, mientras el profesor va explicando el ejercicio. Este consiste en que, ayudado por la propia imaginación y el relato del director, los alumnos, individualmente, van a ir andando pisando distintos suelos. El profesor dirá ‘Dentro de unos metros, el suelo se convertirá en…’ o algo similar. El alumno tiene que intentar interiorizar la sensación de cada suelo, que le 34

transmite su propia creatividad a través de sus pies en contacto con el suelo del espacio de trabajo. Tiene una doble finalidad: entrenar la creatividad y la memoria sensitiva y provocar una relajación activa a partir de las plantas de los pies. El recorrido podría ser, por ejemplo: Suelo de la sala… acera… asfalto… asfalto muy caliente… tierra… tierra húmeda… barro… barro pesado… barro endurecido… piedras… pinchos… cristales… brasas… arena caliente… arena húmeda… agua fría… hierba fresca y suave… las zapatillas de estar en casa. Cuéntamelo otra vez. Algunos voluntarios abandonan el espacio. 3 ó 4 son suficientes. Cuantos más salgan, más largo el ejercicio y más distorsión. El director cuenta una historia mímicamente al grupo, cuando acaba, entra el primer voluntario. Éste, tratando de asimilar lo mejor posible cada movimiento, repetirá la historia mímicamente al siguiente voluntario. Y así, uno a uno, van pasando voluntarios que asisten a la representación mímica del siguiente. El último, al tiempo que la cuenta a través del movimiento, la va relatando con detalle de forma oral. Obviamente, la historia habrá ido deteriorándose al pasar de voluntario a voluntario. Por eso es muy interesante que cada voluntario, ahora en orden inverso, corrija la versión del que acaba de hablar, indicando aquellos gestos que no han sido repetidos correctamente o que han sido malinterpretados. Finalmente, el director relatará la historia original, pidiendo cuáles han sido las distorsiones. Es interesante que la historia cuente con elementos y movimientos indefinidos, que puedan ser interpretados de muy diversas formas. Sin embargo, también es muy importante hacer hincapié en que los gestos deben ser claros, y no se debe dar cabida a movimientos gratuitos. Una posible historia: Paso a la despensa de casa, a escondidas, para que no me vea mi madre. Cierro la puerta con cuidado y es entonces cuando con un certero movimiento de muñeca, enciendo la luz que está a mi espalda. Doy una ojeada lenta y sospechosamente glotona, a las estanterías que me rodean en este pequeño espacio de metro y medio cuadrado y dos y medio de alto. Allá arriba veo asomar la punta de un chorizo casero estupendísimo. Busco algo en qué subirme. Encuentro una caja de cervezas medio vacía, bajo los estantes. Termino de vaciarla, le doy la vuelta y me subo, para alcanzar el chorizo. Una vez abajo, saco mi navaja y comienzo a cortar el chorizo. Cuando he comenzado a dar cuenta de él, observo que algo de pan no vendría mal. Busco en los cajones, en un par de bolsas, donde habitualmente hay pan de molde… Y nada. “Espera”, creo que se ha debido caer por detrás. Me agacho hasta el suelo, meto la mano y, efectivamente, saco una bolsa con pan. La abro, meto la mano y saco una rebanada de las cuatro que quedan. Corto un poco más de chorizo, lo pongo en la rebanada, la doblo y cuando voy a morder, oigo que me llama mi madre. Me vuelve a llamar más cerca. Me pongo nervioso y muy rápidamente apago la luz, me guardo la navaja en un bolsillo y el “bocata” en el otro. La bolsa de pan la tiro al suelo y le doy una patada para dejarla donde la encontré. El chorizo lo lanzo a la estantería de arriba, y vuelvo a colocar de forma muy apresurada los botellines en la caja para guardarla. Finalmente abro la puerta con sumo cuidado, veo que no hay nadie, y me voy feliz comiéndome el bocata.

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La respiración del grupo. Un primer voluntario, se tumba boca arriba y, con ojos cerrados, comienza a respirar de forma natural, sintiendo el ritmo de su respiración. De uno en uno, el resto del grupo se va colocando siempre boca arriba y con ojos cerrados, y con al menos un punto de contacto con algún miembro del grupo que ya esté en el suelo, que le haga sentir su respiración (una mano en la zona del estómago, la cabeza en el regazo, o en el pecho…) de esta forma se completa todo el grupo en el suelo, con la intención de que todos acaben respirando al unísono de forma natural, por empatía al ritmo ya marcado por los que ya están en el suelo. Se mantiene la respiración del grupo durante un par de minutos y, poco a poco, se independizan para proseguir con la siguiente actividad. Esta independización del grupo hay que realizarla con mucha suavidad para que no se pierda el nivel de concentración conseguido en el ejercicio.

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11. REFLEXIÓN PERSONAL El psicodrama es una herramienta poco conocida y utilizada a nivel terapéutico. Después de haber profundizado en ella me doy cuenta de la complejidad que tiene y del gran número de variables que hay que manejar para realizarla correctamente. Todo trabajo en grupo requiere más concentración y atención debido a los múltiples elementos que están en juego. Pero si bien es cierto que su complejidad hace más difícil su puesta en práctica, las ventajas que conlleva el trabajo en grupo superan las adversidades que pueden llegar a suceder. Los trabajos en grupo y los grupos de ayuda o apoyo, enriquecen a todos sus miembros por muchos motivos: por la normalización de sus problemas, que serán compartidos entre todos; por los vínculos que se crean dentro del grupo, generándose un clima de confianza y seguridad; en este caso, también por la similitud de edades, que les acerca más a unos y otros; así como por los aprendizajes que pueden adquirir, no sólo por el trabajo personal, sino por el que se desprende de los demás también. Desde el principio quise centrarme en aquellos juegos y ejercicios que podrían aplicarse a los adolescentes y ver si mediante esta herramienta podría intervenirse con ellos. Una vez analizado, creo que no sólo se puede llevar a cabo, sino que sería muy positivo para los adolescentes, así como para el propio terapeuta, como forma de acceder a ellos desde un lugar más indirecto y dando mayor protagonismo a los adolescentes. Se rompería la barrera que podrían levantar hacia el adulto y aprender que serán ellos mismos sus propios referentes, apoyos y fuentes de aprendizaje. Es posible que nos encontremos, como terapeutas, con el problema inicial de falta de iniciativa para intervenir por la edad en la que se encuentran. Para ello habría que caldear muy bien al sistema y siempre tener paciencia. Pero no olvidemos que cuanto más heterogéneo sea el grupo más aprendizajes y posibilidades tendremos, pues unos miembros del grupo podrán tomar la iniciativa en unos casos y otros en otros. No podemos perder de vista que la adolescencia es un periodo de cambios y alta emocionalidad. Es probable que lo que se haya alcanzado en una sesión crean haberlo olvidado o sientan que no sirvió para nada. Como terapeutas tendremos que tolerar mucho esta frustración y perseverar en el camino de la asimilación e interiorización de los conceptos que estamos tratando de trabajar. Hay que hacer mucho hincapié en que el psicodrama es completamente voluntario y esto puede ir en nuestra contra. A pesar de tener esa voluntariedad, no dejan de venir a terapia, en la mayoría de las ocasiones, por ruego o mandato de los padres. Mantener un equilibrio entre la voluntariedad de participar y la exigencia de los padres a acudir a terapia es complicado, pero habrá que explicárselo y hacerles ver que esto es un trabajo personal que nada tiene que ver con los padres y explicarles la confidencialidad. Con el paso del tiempo, de las sesiones y del crecimiento de la confianza y seguridad grupal, este obstáculo se tendría que haber resuelto, pero hay que prestar atención por si esto no ocurriera así. Una vez terminado el trabajo puedo decir que me parece una herramienta muy útil para trabajar con esta población, no sólo por los posibles problemas o dificultades que puedan tener en el presente o haber tenido en el pasado, sino también de cara a 37

poder trabajar aspectos o situaciones que aún no hayan tenido lugar. Esta posibilidad me parece muy interesante dado el momento evolutivo en el que se encuentran, que aunque hayan podido vivir muchas experiencias, hay muchas otras que están por llegar y trabajarlas de manera anticipada puede ser un beneficio para ellos a largo plazo. Los juegos y ejercicios que he seleccionado son los que, a mi parecer, pueden ser más interesantes de cara al trabajo terapéutico, pero existen muchos otros con los que intervenir. Por último mencionar que, si bien es cierto que no he comentado nada al respecto, los grupos pueden variar en número de participantes, no existe una regla fija. Pero sí me parece importante tener en cuenta que cuanto más heterogéneo se componga, más aprendizaje, ya que las diferencias personales en estos grupos enriquecen al conjunto de los miembros.

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12. BIBLIOGRAFÍA: ™ Aldecoa, J. (2009) La educación de nuestros hijos. De 0 a 14 años. Ed Temas de hoy. Madrid. ™ Bercebal, F. (2007) Un taller de drama. Ed. Ñaque. Ciudad Real. ™ Moreno, J.L. (1946) Psychodrama. First Volume. Ambler, PA: Beacon House. Nueva York. ™ Población Knappe, P. (1997) Teoría y práctica del juego en Psicoterapia. Ed. Fundamentos. Madrid. ™ Rothman, A.M; Vilaseca, G. A. Una clínica psicodramática grupal. ™ Silva Balaguer, L. Proceso de construcción del futuro por los niños a través del psicodrama. Escuela de Psicoterapia y Psicodrama. ™ Silva Balaguera, L. Psicodrama con Niños. ¿Tengo yo que hacer algo para que

mi hijo cambie? Implicación de los padres en el proceso de tratamiento. Escuela de Psicoterapia y Psicodrama de Madrid.

™ Vallejo-Nágera, A. (2009) La edad del pavo. Cómo vivir con un adolescente y salir indemne. Ed Temas de hoy. Madrid. Referencias en Internet: ™ http://www.catrec.org/psicodrama.htm ™ http://www.psicodrama.es/

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