Todo escolar (no) sabe... - ensayo

Pontificia Universidad Católica de Chile Facultad de Comunicaciones Curso COM110, Teoría de la Comunicación Social Laura

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Pontificia Universidad Católica de Chile Facultad de Comunicaciones Curso COM110, Teoría de la Comunicación Social Laura Leiva Moreira

Todo escolar (no) sabe… ¿Qué es lo que le enseñan a uno en la escuela? En resumen, sumar y restar, leer y escribir, de qué se compone el cuerpo humano, y qué es lo que pasó en el pasado, cada rama por separado. Pero Bateson reclama que todo esto no explica nada relevante para la vida real. De hecho, se entiende que para el autor, la educación occidental no comienza educando por lo primero, lo que vendría siendo la pauta que conecta, y además, está el problema del tabú sobre el objetivo del pensamiento científico: comprobar y revisar los viejos presupuestos en los que se basa y crear otros nuevos1. Entonces, lo que todo escolar debería saber, no lo sabe, pues nadie enseña (o nadie está consciente de) que en primer lugar, todo está conectado (en diferentes niveles): tanto su abuela, como la planta regalona de su abuela, las hormigas que rodean la planta, y su mascota jugando en el jardín donde pasan las hormigas. Esta conexión se traduce en la pauta que conecta, entendiéndola como la clave para aprender a pensar, y comprender lo vivo; lo dotado de espíritu, cosa que obviamente, nos incluye. Esta pauta no debe pensarse como algo fijo, pues sabemos que conecta todo lo que está vivo, cuestión que no es atemporal, pues sino no tendría vida. En palabras de Bateson, debe comprenderse “primordialmente como una danza de partes interactuantes, y sólo secundariamente fijada por diversas clases de límites físicos y por los límites que imponen de manera característica los organismos”2. Pero, ¿por qué esta metapauta es tan relevante para Bateson? Lo que ocurre es que cuando se desconoce la existencia de ésta, se limita la comprensión sobre lo vivo ya que se tiende a enajenar lo intrínsecamente relacionado. Un ejemplo es el pensamiento de que la ciencia es “ajena a los valores” y totalmente no “emocional”3, lo que podría interpretarse como “la ciencia es ajena a cualquier subjetividad”, cuando en realidad ninguna información que

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Bateson, G. (1993) “Espíritu y Naturaleza”, Amorrortu, Buenos Aires. Página 22

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Op. Cit. Pág. 12

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Op. Cit. Pág. 6

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provenga del ser humano puede ser ajeno a la subjetividad, porque nadie tiene acceso directo a la auténtica realidad, y esto se debe a que el único medio para experimentar la realidad es nuestra percepción, la cual es única para cada ser vivo, y por tanto, se dice que hay tantas percepciones como individuos. En síntesis, como es imposible enajenarse de la subjetividad, irremediablemente la ciencia está ligada a los valores y a las emociones. Esta afirmación puede ser relacionada con el epígrafe del capítulo introductorio del libro Espíritu y Naturaleza, ya que “somos parte de un mundo viviente”4, es decir, existe una unión entre todo lo vivo por el hecho de ser dotados de espíritu. Otra

justificación

sobre

la

importancia

de

la

pauta de pautas es

cuando

específicamente se habla de aquella pauta a lo largo del tiempo; cuando el autor indica la noción de contexto, y señala que la forma del pensamiento humano es la historia, ejemplificando que “las pautas y secuencias de mis experiencias infantiles están insertas en mí”5. Es decir, esta pauta a lo largo del tiempo o el contexto, es la base de la transferencia,

“fenómeno general en las relaciones humanas”6 que trata cuando “la conformación de lo sucedido ayer entre tú y yo pasa a conformar nuestra manera de reaccionar hoy uno frente al otro”7. Además, si se sabe que el contexto determina el significado de las palabras y acciones, se entiende también que es “una palabra […] necesaria para describir todos estos procesos tan remotamente vinculados”8. Volviendo al orden, el problema de la metapauta puede relacionarse con el segundo problema indicado: el tabú sobre el objetivo del pensamiento científico, el cual ya fue indicado. Al ignorarse ambos (metapauta y objetivo) se agrava aún más el error en la educación, puesto que se pasan por verdades cosas que realmente son inciertas, y al enseñar a partir de estos puntos, “el hombre por el niño es embaucado”9.

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Bateson, G. (1993) “Espíritu y Naturaleza”, Amorrortu, Buenos Aires. Página 16

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Op. Cit. Pág. 13

6

Ibídem.

7

Op. Cit. Pp. 13-14

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Op. Cit. Pág. 14

9

Op. Cit. Pág. 22

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Ahora, ¿cuál es la solución que Bateson propone? Que los presupuestos científicos sean claros y perceptibles, ya que “en la idea de que hay mejores y peores maneras de construir las teorías científicas” es necesario enunciar explícitamente “los presupuestos de modo que puedan ser mejorados”10. Por consiguiente, si las conexiones entre todos los seres vivos se complementan con los presupuestos conocidos en todas las ciencias, todo escolar sabría lo básico para comprender su entorno. ¿Cómo? Para explicar esto, primero es necesario señalar los niveles de conexiones existentes entre los seres vivos: están las conexiones de primer orden, que tratan sobre cómo conectar las partes de un ser vivo con otra parte del mismo ser vivo. En esta conexión puede observarse la simetría y división del ser vivo, cuestión que es propio del hecho de crecer 11. Luego, están las conexiones de segundo orden, en donde se pueden relacionar las conexiones de un ser vivo con otro ser vivo. Aquí se hacen más evidentes las exigencias formales del crecimiento 12. Y finalmente están las conexiones de tercer grado, las cuales tratan sobre la analogía entre dos comparaciones de segundo grado. En todas estas conexiones, la clave es la forma. Por lo tanto, si un escolar está consciente de que existe una pauta que conecta a todo lo vivo; las formas de todo lo vivo –en cada uno de sus niveles–, el escolar entenderá la intrínseca conexión a la que se pertenece, y no será difícil descubrir que tales generalidades son las que explican su entorno: “que la materia organizada [… es] sabia y refinada”, no como “el cuadro que hoy traza del espíritu humano el materialismo ortodoxo y gran parte de la religión ortodoxa”13 . Y se comprenderá que todo deviene del contexto (o pauta a lo largo del tiempo). Y si más adelante se le agrega el fácil reconocimiento de los presupuestos en la ciencia, tampoco será difícil para el escolar descubrir que tal complejidad (de la materia organizada) sólo puede ser indagada por la ciencia, puesto que no tenemos un acceso directo a la realidad (el territorio, dicho por Bateson), sólo podemos tener una idea (un mapa) sobre el universo, confeccionada a partir de la experiencia de nuestra percepción, y por tanto, se entenderá que tal experiencia es subjetiva, la cual puede ser compartida. Además, la mentalidad de los escolares no estaría tan ajena a la diferencia entre la codificación de la realidad y la misma, del lenguaje. 10

Bateson, G. (1993) “Espíritu y Naturaleza”, Amorrortu, Buenos Aires. Página 23

11

Op. Cit. Pp. 10-11

12

Op. Cit. Pág. 11

13

Op. Cit. Pág. 5

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En resumen, los escolares tendrían las herramientas necesarias para interpretar la realidad evitando los sesgos que provienen de la ignorancia de la metapauta. Sin embargo hay que destacar que Bateson apunta varias veces a la distinción de los tipos lógicos para evitar confusiones: (1) no se puede predecir lo específico, pues sólo podemos conocer lo genérico (¿cómo predecir lo que se desconoce?), (2) cantidad y pauta son de diferente tipo lógico, (3) la causalidad tiene tiempo, y la lógica es atemporal, es decir, están en diferentes niveles, por tanto, la lógica no puede llevarse a un modelo de la causalidad pues estaría incompleto el proceso, y (4) “toda proposición descriptiva debe caracterizarse según la tipificación lógica del sujeto, predicado y contexto”14, de otro modo, puede creerse que los conceptos de cambio y estabilidad están en el mismo nivel, al referirse a lo vivo.

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Bateson, G. (1993) “Espíritu y Naturaleza”, Amorrortu, Buenos Aires. Página 57

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