Ariel Farace - Ulises No Sabe Contar.

* Ulises no sabe contar Ariel Farace (Guido y Luciano probándose vestuario de damas antiguas.) (Una canción.) (Ulises i

Views 13 Downloads 0 File size 642KB

Report DMCA / Copyright

DOWNLOAD FILE

Recommend stories

Citation preview

* Ulises no sabe contar Ariel Farace

(Guido y Luciano probándose vestuario de damas antiguas.) (Una canción.) (Ulises interrumpe.)

Paren, paren. Abran el telón. Abrí, abrí. Hola. Buenas noches. Yo soy Ulises. Él es Luciano, mi hermano. Y él es Guido, su amigo. A ellos les gusta la música y el teatro. Ella es Gabi. A ella le cuento mis sueños y vamos a enamorarnos. La que está allá es Rita, quiere ser escritora y lo va a ser. Para mí ya lo es. Él es Diego, es amigo de mi hermano, y a veces es mi mamá. Me están preparando un tema. Para mí. Para mi historia. Eso: Esta es mi historia. Ahora sí, sigan. Cerrá.

(Un piano.) (Leen.) ULISES. Escuchen: “Soy uno que no sabe a ciencia cierta quien es. 1

A veces soy sensible como una chiquilla. ¿No es casi una desfachatez hacer alarde del propio buen humor, dejar que los ojos le brillen a uno con toda naturalidad? Pues de un minuto al otro puede extinguirse la alegría. Algunas veces soy un poquito innoble, aunque nunca por mucho tiempo. Sólo se vive una vez en este mundo maravilloso. Y a veces algo ordinario es realmente maravilloso. El exceso de música es malsano, el de amabilidad también. Mucha gente me considera mimado y, sin embargo, ninguna chica me ha besado todavía.” RITA. “Oh, ¿Estaba exagerando su propia importancia? Sí. Pero, sin exagerar, cómo vivir. Cómo obtener algo sin exagerar. La exageración era el único tamaño posible para quien es pequeño. Necesito exagerar porque si no qué hago con mi pequeñez.” DIEGO. “Las personas que comprenden rápido me dan miedo.” GABI. Guido, ¿tocarías? (Guido toca el piano.) (Gabi lee.) “Tenía ante mí toda la rica tierra. “Y, sin embargo, tan sólo miraba hacia lo más pequeño y más humilde. “Con amorosos gestos se alzaba y hundía el cielo. “Yo me había convertido en un interior y paseaba como por un interior. “Todo lo exterior se volvió sueño. “Lo hasta entonces comprendido, incomprensible. “Yo ya no era yo, era otro. “Y precisamente por eso otra vez yo. “A la dulce luz del amor, creí o debí creer reconocer que, tal vez, el hombre interior sea el único que en verdad existe. “Me aferró la idea: dónde estaríamos los pobres hombres si no existiera la tierra fiel. “Qué tendríamos si no tuviésemos esta belleza y bondad. “Dónde estaría yo si no pudiese estar aquí. “Aquí lo tengo todo, y en otra parte no tendría nada.” (Tiempo.) (Ulises mira a Gabi embobado.) GABI. Robert Walser. (Silencio.) GABI. 2

Tenemos algo para vos. (Gabi le extiende un regalo pequeño.) (Ulises lo abre, es una armónica.) Quieren que toquemos un tema. Ella me encanta. Pero todavía no lo sabe. ULISES. Gabi. GABI. ¿Qué? (Gabi se acerca.) (Ulises intenta explicar algo, habla bajo, ensimismado, Gabi se acerca más.) ULISES. Gabi, sabés que… no… que justo el otro día soñé que alguien que quería mucho me regalaba… una armónica y… qué casualidad, ¿no? Porque ahora vos… (Ulises la besa.) (Es un beso repentino y apasionado, un primer beso.) (Tiempo.) (Ulises mira a Gabi avergonzado.) (Gabi le devuelve el libro.) (Se miran.) (Gabi sonríe.) (Ulises también sonríe.) (Gabi se va.) (Cartel:)

ULISES NO SABE CONTAR

(Telón.)

Hay cosas que no sé como explicar. Cosas que pienso y que pasan. O no. No sé si pasan. 3

Pero me pasan a mí. Y si me pasan a mí, ¿pasan o no pasan? Ah, él es Marcos. Es mi amigo. Hablamos mucho con Marcos. Él explica bien. Le gustan los libros, como a mí.

MARCOS. Acá el autor del libro que estoy leyendo suscribe a la idea esa del último minuto. ¿Conocés? ULISES. No. MARCOS. La idea del autor, y no sólo de él, es que en el último minuto de la existencia las personas vemos pasar en un minuto toda la vida. Imagínate: Una catarata de imágenes de tu vida. Justo antes de morir. Como apretar ffw, viste, y ver pasar todo rápido. Pero todo, todo. Desde el nacimiento hasta la agonía de muerte. Ese último minuto es algo así como un tiempo expandido. Un minuto que es más que un minuto. Es: El último minuto. Y cuando llegás al presente de tu vida, a ese último minuto, te morís. Por eso es el último. Te morís contento viendo el final de la película de tu vida. Se aclara lo de que te morís contento. Es raro, ¿no? ¿Qué pensás? ULISES. Como que eso le pasa al que queda vivo. MARCOS. ¿Qué cosa? ULISES. Lo de ver toda la vida de alguien. La catarata. Eso le pasa al que queda vivo. MARCOS. ¿Cómo? 4

ULISES. Que son los sobrevivientes los que ven pasar por su mente toda la vida compartida con el muerto. Y ese último minuto es como… como el momento de decir: esta persona se murió. Con está persona viví esto y aquello, fui al parque, a pescar, comimos juntos, hablé de libros. Y ahora murió. Con mi papá yo era chico pero fue así. Me parece que es eso el último minuto. Del muerto cómo vas a saber. (Marcos piensa.) MARCOS. Sí, no. Del muerto como vas a saber. (Marcos se va.)

Mi mamá siempre contaba historias. Todo el tiempo. Historias de mi papá, de ella, de ella cuando era chica. Yo leía libros como este. Siempre leía. Pero a mi mamá no le gusta actuar, no es lo suyo. Para eso tenemos a Diego. A Diego sí le gusta actuar. Él va a ser mi mamá. Ahora sí, abrí. Abrí.

(Telón.) (Un recuerdo infantil.) (En el cuarto de Ulises y Luciano.) (Guido toca el piano.) (Luciano con una revista de mascotas.) (Un portaretrato del padre en la mesa de luz.) (Ulises lee.) (Es de mañana.) LA MADRE. Lo que nos costó que aprenda a hacer afuera. Porque era un perro obstinado.

5

ULISES. Perra. LA MADRE. Sí, obstinada era. Lo que nos reímos con ese perro. Porque era buena pero tenía una de manías. Ulises, ¿te acordás tu papá lo que hacía para que aprenda a hacer afuera? Vos no habías nacido, Luciano, todavía. Él decía que el animal es un bicho de costumbre, que aprende mirando lo que hacen los demás. Siempre decía eso. Tantas cosas decía que me acuerdo. Pero con esto de la perra que no aprendía a hacer afuera, él agarró y empezó a hacer pis en el jardín. Me acuerdo como si fuera hoy. ¿Te acordás, Uli? ULISES. No. LA MADRE. Sí, y vos que lo seguías cada vez que iba. A mí no me habían dicho nada, y un día como cualquier otro que estoy en la cocina, no sé si cocinaba o qué, una noche, miro por la ventana y ahí los veo a los dos, a tu papá y a Uli, los dos parados. Tu papá alto y Ulises chiquito. Uno al lado del otro, haciendo pis en el pasto. La perra los miraba, los miraba. Yo también los miraba. La imagen esa de los dos, de noche… No lo podía creer. No sé si no estaba embarazada de vos en esa época. Van a arruinar el pasto, pensaba. Pero no, el pasto no se arruinó. Y así aprendió donde hacer sus necesidades, pobre animal. Mirando. Uno dice, pero qué inteligentes que son los bichos, eh. ¿Y vos, Luciano? LUCIANO. ¿Qué? LA MADRE. De papá, Luciano. ¿De qué estamos hablando? Estás lento hoy. 6

L.UCIANO. No, no estoy lento. Estábamos hablando de que yo te dije que Marcos LA MADRE. ¿Marcos? ¿Cuál es Marcos? ¿La Dama Antigua? LUCIANO. No, la Dama Antigua es Guido. Marcos. ULISES. ¡Marcos! LUCIANO. Marcos, el amigo de Ulises, el de la perra que tuvo cachorros. LA MADRE. No. Perros no. Ya lo hablamos eso. LUCIANO. Pero, dale. Tuvo cuatro. Uno. LA MADRE. No. Pero nada, Luciano. Ulises, dejá el libro y arriba, que vas a llegar a tarde. LUCIANO. ¿Por qué no? LA MADRE. ¡Porque no! LUCIANO. Me aburro. LA MADRE. Un perro es un ser vivo, Luciano, no es un juguete. ¿Saben lo que pasa con ustedes? Sí, los dos. 7

Que tienen tanto, porque tienen de todo, que no saben qué elegir. ¿Sabés con qué jugaba yo cuando era chica? Con un carozo de durazno, Luciano. Y bien que me divertía con el carozo. ¿Sabés otra cosa que decía papá y que me viene bastante a cuento para está situación? En la semilla está el árbol. ULISES y LUCIANO. En la semilla está “contenido” el árbol. LA MADRE. Contenido, sí. Que en ese botoncito de nada, en una semillita, en un carozo que uno ve así nomás, ahí, está todo. Las ramas, las hojas… Las manzanas, si el árbol es de manzanas. Está todo ahí adentro. Siempre decía eso. En la semilla está “contenido” el árbol. Eso. Que todo llega, Luciano. Que hay que saber esperar. Y dale, Ulises, dejá ese libro y levántate que vas a llegar tarde. (La madre sale.) (Ulises y Luciano se miran.) (Luciano se va.) (Ulises mira el portaretrato en la mesa de luz.) (Telón.) (Ulises intenta llevarse el portaretrato pero el telón no cierra.) (Deja el portaretrato en el cuarto y lo mira.) (El telón lo devora.) (Después.) (Marcos entre libros.) ULISES. Marcos, para vos, ¿qué es un monumento? MARCOS. ¿Un monumento? ULISES. Sí. ¿Qué es?

8

MARCOS. Y… Un monumento es… algo grande y pesado. ULISES. ¿Qué más? MARCOS. Algo altísimo. Algo ubicado estratégicamente en el espacio para recordar algo. Algo ubicado estratégicamente en el espacio para celebrar algo. O algo ubicado estratégicamente en el espacio para celebrar el recuerdo de algo. ULISES. Para vencer al tiempo y al olvido. Eso pensé. Algo ubicado estratégicamente en el espacio para vencer al tiempo y al olvido, que son invencibles. Como la gente… MARCOS. …que se anota cosas en las manos. ULISES. Sí. (Se sientan.) Miré la foto y pensé eso. Qué es un monumento. E inmediatamente pensé en el primer diente que se me cayó y que mi mamá guardaba en un frasco. Un frasco chiquito, transparente, de tapa blanca. Mi mamá lo tenía guardado en su armario. A lado de unos perfumes. Estuvo siempre ahí. A mí me gustaba abrir el armario y mirarlo. Siempre lo miraba. Lo miraba y pensaba en las raíces de los arboles. Las raíces enmarañadas de un tronco ancho. Son gráficos los árboles: raíz hundida, tronco vertical, copa. Pensé en un árbol entero, raíz a copa, suspendido en el espacio. Era el primer portaretrato de mi papá que hubo en mi casa. No sé si pensé en el árbol porque el portaretrato era de madera. O por la raíz del diente. No sé. No sé porque te cuento esto. (Los libros.) ¿Te interesó alguno? 9

MARCOS. No sé, es que no los conozco. Elijo por la cara. ULISES. ¿Por la cara? MARCOS. Sí. Yo siempre miro la cara del autor. En las solapas. Como si la cara me fuera decir algo. Digo por lo que vos decías de la foto de tu papá. Miro la foto y elijo. A veces compré un libro sólo por la cara del autor. ULISES. O autora. MARCOS. O autora. ¿Ese también? ULISES. Sí, todos. MARCOS. Este. (Mira la cara del autor en la solapa, asiente.) Sí, me llevo este. (Empieza a irse, se detiene.) Y un libro, ¿es un monumento? ULISES. … MARCOS. Gracias. ULISES. De nada. (Marcos se va.)

Cuando conocí a Rita, ella usaba anteojos y quería escribir un libro. 10

Después se puso lentes de contacto y escribió muchos. Rita dedica su vida a eso, a escribir. Pero ahora Rita va a hacer de Rita cuando lo conocí. Ella me enseñó muchas cosas. A ustedes también les va a enseñar. Van a ver. Abrí, abrí.

(Telón.) (Guido toca el piano.) (Rita tiene un cuaderno.) (Lee.) RITA. “El mundo de la conciencia, no está en lo que sucede en mi espíritu, en mi ojo interior, en tal caso inaccesible, sino, simplificando, en lo que veo aquí y ahora mismo. “Ese ojo interior, no produce sino imágenes metafísicas como las innumerables en que quedó prisionero el pensar antiguo y moderno.” Ludwig Wittgenstein. Una cosa es lo que se piensa sobre las cosas y otra cosa lo que las cosas son. ULISES. No entiendo. RITA. Que hay un ojo que ve cosas. Un ojo interior. Pero esas cosas no son las cosas, son las cosas que ve ese ojo interior. ULISES. Y dónde las ve. RITA. Adentro. En el interior. ¿Entendés? Por ejemplo. Cuando yo escribo hay algo de mi interior que se hace exterior. ULISES. … RITA. ¿Cómo te llamás?

11

ULISES. Ulises. RITA. Ulises. Ese es tu nombre. Pero no te nomina. Es sólo tu nombre. Una vez un poeta dijo: Yo es otro. ULISES. ¿Y? RITA. Y era. ULISES. ¿Quién era? RITA. Arthur: Arturo. Ese era su nombre. Pero tampoco lo nominaba completamente. Otra vez un escritor dijo: Madame Bovary soy yo. Y también era. ULISES. ¿Quien era? RITA. ¿Quién? Eso no importa. Era un poeta, un escritor, un viajante. Ulises. U-li-ses. ¿Qué es eso? ULISES. Yo. RITA. No, Ulises, “Ulises” es tu nombre. Entre los nombres y las cosas hay una distancia, un vacio. Un nombre es multitud de hombres, multitud de cosas. Vos no sos Ulises. ULISES. 12

… RITA. Una vez, alguien dijo: “Mi mundo termina cuando lo nombro. “Los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo.” ¿Entendés? ULISES. No. RITA. (A Guido.) ¿Vos? GUIDO. Sí. RITA. (A Ulises.) ¿Ves? Es fácil. Vení. (Una pizarra.) Es así. El símbolo, la palabra, pretende nombrar a la cosa. Pero la cosa se le escapa, se le fuga, como una mariposa. La atrapa por un instante. Escribimos: Mesa. (Escribe “MESA” en la pizarra.) ULISES. Mesa. RITA. Dibujamos una mesa. (Dibuja una mesa.) ULISES. Mesa. RITA. Vemos una mesa. Es la cosa. Pero la mesa se apoya en cuatro patas de madera. Y no en las cuatro letras que forman la palabra: Mesa. (Estira las patas del dibujo tapando las letras de la palabra MESA.) 13

Decimos: Mesa… ULISES. Mesa. RITA. (Borra todo.) Y perdimos la mesa. ULISES. No entiendo. RITA. ¿No? Un filósofo pensó: (Dibuja en la pizarra:)

¿Qué es? (Tiempo.) ULISES. Un pato. RITA. Un pato, sí. ¿O un conejo? (Gira la pizarra.)

(La pizarra se va.) El nombre que le damos a la cosa vive en el ojo del ser que la observa y no en la cosa. ULISES. … RITA. 14

Ulises, no quiero ser pretenciosa, pero creo que estás enfrente de una escritora. Un escritor dijo, un poeta dijo. ULISES. ¿Qué dijo? RITA. Dijo: (El piano calla.) Cuando comencé a escribir quería algo tranquilo y sin modas. Algo como el recuerdo de un alto monumento que parece que es más alto porque es recuerdo. Pero quería, de paso, haber tocado realmente el monumento. ULISES. Un monumento. RITA. ¡Sí, un monumento! (Tiempo.) (Rita se saca los anteojos.) (En el silencio.) (Es el presente.) (La luz y el silencio muestran eso: el presente.) (Ulises y Rita sonríen, tal vez hasta se ríen.) Sinceramente en ese momento no sé qué simbolizaba para mí la palabra “monumento”. Y terminé escribiendo cosas completamente diferentes. (Guido toca el piano.) (Los mira.) (Sonríen.) ULISES. ¿Y ahora? RITA. ¿Ahora? Estoy escribiendo la historia de mi padre. Es la historia de alguien que no puede con su vida. Escuchá. Dice así: -Mirá las estrellas, Papá –dijo ella. Ella soy yo. Él obedeció. El cielo estaba lleno de estrellas, muchas más de las que había visto nunca. Lindo cielo, dijo él, y la tomó de una mano para arrastrarla hacia la casa. Pero ella no quiso irse. 15

-¿Te das cuenta de dónde estamos, Papá? –dijo ella riéndose. -En la montaña, hija –dijo él, sin soltarle la mano. -Estamos en la montaña, sí, pero también estamos en un lugar rodeado de pasado. Todas esas estrellas, papá. ¿No lo entendés?, vos que sos tan inteligente. -Qué hay que entender –dijo él. -Mirá las estrellas, Papá. Él levantó la vista: sí, había muchas estrellas. Después volvió a mirar a la hija y se encogió de hombros. -No soy tan inteligente – le dijo. -Toda esa luz está muerta. Toda esa luz fue emitida hace miles y millones de años. Es el pasado, papá. ¿Entendés? Cuando la luz de esas estrellas fue emitida nosotros no existíamos, ni vos ni yo, no existía vida en la tierra, ni siquiera la tierra existía. Esa luz fue emitida hace mucho mucho mucho tiempo. Es el pasado, estamos rodeados por el pasado, lo que ya no existe o sólo existe en el recuerdo ahora está ahí, encima de nosotros, iluminando las montañas y la nieve y no podemos hacer nada para evitarlo. Él se quedó un momento en silencio. Después, le dijo: -Un libro viejo también es el pasado, un libro escrito y publicado hace doscientos años es el pasado, su autor ya no existe, tampoco existe su impresor ni sus primeros lectores ni la época en que el libro fue escrito, pero el libro, la primera edición de ese libro, todavía está acá. Con nosotros. Como las pirámides de los aztecas. Así dijo. (Es de noche.) (Ulises y Rita miran el cielo.) (Aparecen Wittgenstein, Lispector y Bolaño, autores.) (Son Diego, Gabi y Luciano con sus retratos pegados en la cara.) (Lo que ya no existe o sólo existe en el recuerdo ahora está ahí.) (No podemos hacer nada para evitarlo.) (Tiempo.) (Diego, Gabi y Luciano se sacan los caretas.) (Es un juego.) (Persecución a Ulises, corridas, risas.) (Rita agarra las caras de los escritores y se va.) (Ellos corren.) (Cuando logran atrapar a Ulises lo atan.) (Ulises atado.) (A la cuenta de tres se inicia el tiempo de desatado.) (1,2,¡3!) (Gabi lee.) GABI. “…cuando yo era chica y donde yo era una Flor de la Montaña sí cuando me puse la rosa en el cabello como hacían las chicas andaluzas o me pondré una colorada sí y cómo me besó bajo la pared morisca y yo pensé bueno tanto da él como otro y después 16

le pedí con los ojos que me lo preguntará otra vez y después él me preguntó si yo quería sí para que dijera sí mi flor de la montaña y yo primero lo rodee con mis brazos sí y lo atraje hacia mí para que pudiera sentir mis senos todo perfume sí y su corazón golpeaba loco y sí yo dije quiero sí.” Me encanta que me lean. Pero que me lea Gabi, más. GABI. Fin. Dale, desátate. ¿Te lo leo de nuevo? (Ulises asiente.) (Gabi lee de nuevo.) (El tiempo que Ulises tarde en desatarse.) (Después.) GABI. ¿Vamos?

A veces uno no reconoce el amor. Uno sabe que algo lo atrae pero no usa ese nombre, no usa la palabra: “amor”. Con Gabi fue así. Nos veíamos mucho. Yo le contaba mis sueños. Ella quería conocerlos y yo quería contárselos. Y así, a ese contarnos los sueños un día lo llamamos amor. Eso fue después. Ahora lo que viene es una de esas veces en que le contaba mis sueños. Antes, antes de que usemos la palabra amor.

(Antes.) (Ulises y Gabi con otra ropa, otro peinado.) (Es el pasado.) GABI. Bueno, ahora sí. Contame bien. ULISES. Un río. La orilla del río. El agua corre lenta. El movimiento es leve pero se percibe. 17

Corre. El río. Lo veo pasar. Lo veo desde la orilla. Todo está bien. Es una imagen sin inquietudes, sin misterio. Y de golpe, pasa un barco en el que estoy yo. Mirándome. Mirándome a mí en la orilla. GABI. Vos en orilla te ves pasar a vos en un barco. ULISES. Yo en el barco me miro a mí en la orilla mirándome. Y yo en la orilla me miro a mí en el barco también mirándome. A los ojos me miro. GABI. Te mirás pasar. ULISES. Nos miramos. Los dos. Me veo pasar en el barco y me veo quedado en la orilla. O no sé si el que pasa soy yo. El que pasa es el río. GABI. Te mirás a los ojos mientras el río te aleja, pasa. ULISES. Eso. El rio pasa. A su tiempo. Y de golpe me veo, porque él me arrastra; pero también me aleja, sí. Me voy yendo. Me veo que me voy. Me voy mirándome a los ojos como agarrado por una soga. De ojo a ojo, como una cuerda tensa. Atado. Y me veo parado en la orilla también, ahí solo. El rio corre, hay brisa. Hasta se escucha el silbido de los sauces. Las ramas. Algún pájaro también. Un pío.

18

GABI. ¿Y qué más? ULISES. Eso. Me veo irme, me veo quedarme. Es un segundo. GABI. Un segundo vos. ULISES. Un segundo de tiempo. Un segundo, pero que dura. Que dura más que un segundo. Yo soy yo: Ulises: Uno. GABI. Dos sos. ULISES. Dos, sí, pero uno. En la orilla y el barco. Los dos yo. Y yo en la orilla corre. GABI. ¿Corrés? ¿Adónde? ULISES. Corro a buscarme. El barco se aleja. No me quiero perder de vista. Y me veo corriendo por la orilla como siguiéndome. Desde el barco. Corro, corro. Me agito. Choco con ramas. No sé si hay tacto. Por el siseo me doy cuenta. De los sauces. GABI. No. No es silbido, no es siseo lo de los sauces. Es roce. 19

ULISES. Bueno, acá es siseo. Sss, Sss. Así. Yo corro. Sss, Sss. Los ojos siguen atados. Sss, Sss. ¿Y sabes qué? GABI. ¿Qué? ULISES. Me empiezo a chocar con las ramas. GABI. Eso ya lo dijiste. ULISES. Sí, pero GABI. Sss, Sss. ULISES. Cada vez más. GABI. Sss, Sss. ULISES. Ahora sí hay tacto. Lo siento. Maleza, arbustos: Naturaleza. Y en un momento no puedo avanzar más. Me veo quedarme entre las ramas, en la orilla. Y me veo irme en el barco, también, en el río. Yo en la orilla me veo lastimado. Desde el barco me veo. No sangro pero tengo raspones. GABI. ¿Raspones? ULISES. 20

Yo en el barco estoy quieto, de pie, entregado. Lastimado desde la orilla me veo así. Mis ojos que se alejan. GABI. La naturaleza te detiene. ULISES. La naturaleza me aleja y la naturaleza me detiene. Mis propios ojos. Raspones. Es así. GABI. Un encuentro imposible. ULISES. Un encuentro sin suerte. No imposible. (Tiempo.) (Ulises no dice nada.) (Gabi se peina de nuevo como antes de la escena.) (Se ríen.) (Un beso.) GABI. ¿Era así? (Se ríen.) (Gabi sale y vuelve a entrar con una almohada.) (El cuarto de Ulises, de nuevo.) (Entra Guido.) (Ulises se acuesta.) GUIDO. Ulises, ¿Te acordás? (Guido toca el piano.) (Es casi una canción de cuna.) (Ulises escucha.) (La canción concluye.) (Ulises dormido.) (Guido sale.) (Zzz.) 21

(Un sueño.) (Hay niebla.) (Ulises sueña con algo que en su sueño son: “Las Canas”.) (Son dos ancianas y un anciano.) (Avanzan por entre la niebla con gestos expresionistas.) (Son entre brujas y abuelas de pradera.) (Lo miran todo, buscan, huelen, susurran.) (Son entre abuelas de pradera y monstruos mitológicos, entre jubilados y sirenas.) (De repente, entre la niebla de su sueño: Ulises dormido.) (Las canas lo encuentran y se espantan, lo señalan con miedo, vociferan, susurran.) (Después, cantan-escupen su perorata:) CANA 1. Siempre triste, siempre pensativo… CANA 2. Pasado de lectura. CANA 3. Toma por verdadero lo que le sugiere su corazón entristecido. CANA 1. Es propio de un joven de su edad. CANA 3. Pero, ¿tanto? Acabará siendo un bohemio, uno de esos “tumores” de la sociedad. CANA 2. Buenos para nada. CANA 1. Dios no lo permita. CANA 3. Que “Me gusta”, que “No me gusta”, la búsqueda constante de la diferencia. CANA 1. ¿Y para la cadena de producción? Nada. ¿Y para la cuna del estado que nos mece con sus leyes? Nada. CANA 2. ¿Y para los mayores? ¡Los heroicos y beneméritos Mayores! ¿Que cargan la experiencia y el resentimiento de una vida perdida en base a caídas y más caídas en el abismo de la frustración? ¿Que personifican en su mala fe la derrota de generaciones enteras? 22

CANA 3. ¿Para toda esa sabiduría de la mala fe? ¿Para ese miedo eterno que inclina las espaldas? CANA 1. ¿Para Nuestros Mayores, qué? CANAS 1, 2 y 3: ¡Nada! CANA 1. Este mundo es peligroso, dañino. CANA 2. Hay que decirlo. CANA 1. Y cuando uno se los quiere demostrar… Por pura prevención. CANA 3. Para cuidarlos. CANA 1. Porque uno ya lo vivió. CANAS 1, 2 y 3. ¡Claro! CANA 2. Ellos: ¡Nada! CANA 3. Jóvenes de pacotilla. Juventud perdida. Carne de cañón. CANA 1. Presos de la novedad. CANA 2. Siempre equivocados. Desconsiderados. Ignoran los secretos de la existencia. CANA 3. 23

¡Escupen a sus propios padres! CANA 1. En mi época… (Orgasmo de Las Canas.) CANAS 1, 2 y 3. Aaaaah… Mmm… Ooooh… CANA 3. ¿Te acordás? CANA 1. En mi época: LARA LARA LÁ. CANA 2. En mi época: TRALARÍ LARÍ LARÁ. CANA 3. En “mi” época: ¡CHIM-PUM! CANA 1. ¡Teníamos sueños! CANA 3. Y eso que no se podía esto, no se podía aquello. CANA 2. Nada se podía. CANAS 1 y 3. ¡Nada! CANA 2. Y ahora : esto. (Miran a Ulises.) CANA 1. ¿Qué qué qué qué… qué futuro les espera? Porque yo me pregunto eso. Yo ya viví, pero ¿y ellos? ¿Eh?

24

CANAS 1, 2 y 3. ¡¿Eeh?! (Una canción de cuna.) (La canas se estremecen.) (Ulises se despierta lenta, lentamente.) (Las canas se le acercan.) (No sé sabe si amable o agresivamente.) (Ulises teme.) (Las canas se acercan cada vez más.) (Las bocas sonrientes comienzan a abrirse.) (Los dientes de esas bocas inmensas muy abiertas.) (Esas bocas inmensas como cavernas.) (Oscuro.) (Tiempo.) MARCOS (Su voz.). Ulises. Uli. (La luz de una vela.) (Dos candelabros en las manos de Marcos.) (Marcos enciende una a una todas las velas.) (Extiende un candelabro y vemos a Ulises levantándose de la cama.) MARCOS. Vení. (En el cuarto de Marcos.) (Marcos tiene un libro.) (Las paredes repletas de caras de escritores.) (Marcos prende más velas y le pasa un candelabro a Ulises.) (Miran las caras inumerables.) (Se miran.) (Marcos se queda leyendo a la luz de las velas.)

Yo les dije que esta era mi historia. Pero ahora siento que no sé esta es MI historia. Es UNA historia. Sí. Una historia mía. O PARTES de una historia mía. Es difícil de explicar.

25

MARCOS. Ulises, la historia es así: el tipo se fue a la guerra y está intentando volver. El libro narra su regreso. Se fue hace casí veinte años y está volviendo. Una vuelta con muuuchos problemas. El tipo llega a un lugar. Nadie sabe quien es pero lo reciben bien. Cuando está comiendo, un poeta empieza a cantar, a recitar su propia historia. Él no puede evitar la emoción y se pone a llorar. Llora, llora, llora a mares. La gente no entiende qué le pasa pero respeta su emoción. Después le preguntan quién es, por qué llora. Él se seca las lágrimas y dice: “Ante todo mi nombre os diré, que también de vosotros conocido se haga; y si escapo al destino, que huésped vuestro siempre sea yo, por muy lejos que queden mis casas.”

Marcos es parte de mi historia y yo soy parte de la historia de Marcos. Pero Marcos y yo juntos ¿somos parte de otra historia? Y un sueño ¿es una historia? ¿Qué parte de una historia es un sueño? Nosotros, hoy, acá… Ustedes y nosotros, ¿qué historia contamos? Esta escena a la luz de las velas de qué historia es. ¿De la historia de una ciudad, de un país? ¿A cuantas historias les pertenece este momento? La historia de él, de ella. … ¿Cómo se cuenta la historia de alguien que está vivo? ¿Y la de alguien que está muerto? ¿Cómo se cuenta? ¿Se cuenta igual?

MARCOS. Después dice: “Soy Ulises Laertiada, famoso entre todas las gentes por mis muchos ardides; mi gloria ha subido hasta el cielo. “Mi Mansión está en Ítaca insigne el mar, pues en ella alza el Nérito excelso sus bosques de trémulas hojas; muchas islas también habitadas se agrupan en torno, baja es Ítaca, y ve a las otras alzarse del lado del sol y la aurora. “No hay nada que se muestre de amable a mis ojos igual que mi tierra.” ¿No es hermoso? (Sus velas se apagan.) (Ulises solo.) Mi papá siempre decía que estamos en la tierra hace más de tres mil años. 26

Cuando alguien lloraba o si me asustaba o nos lastimábamos jugando, él decía eso: Hace tres mil años que estamos acá. Lo decía como para dar tranquilidad. … Nosotros, cada uno de nosotros, él, yo, ahora mismo, hoy, en este instante, este momento, ¿a cuantas historias pertenecemos? ¿Es esta nuestra historia? Y si esta es nuestra historia ¿quien la cuenta? ¿Quién la sabe contar? ... Yo intento contar mi historia, pero no… No… No la sé contar. … Es difícil de explicar. … Una vez, mi hermano y Guido hicieron una obra de teatro. En la obra ellos querían contar la historia de la patria. Me dijeron así: La historia de la patria. Fuimos con mi mamá. Para mí fue muy impactante todo. Las luces, las voces, la ropa, los colores. La historia no la entendí.

(La luces de un teatro.) (Ulises y La Madre en una platea repleta.) (Ulises de pie mira la araña en el techo.) LA MADRE. Dale, Ulises. Sentate que empieza. (Ulises se sienta en su butaca.) (La luz de la araña se apaga.) (Suena el piano.) (Guido y Luciano como Damas Antiguas.) (En el escenario, una tumba.) (Vestuario antiguo.) (La escena ya comenzó.) (Teatro.) DAMA 1: GEORGINA/ LUCIANO. Si este espacio que hábito no es otra cosa que mi cuerpo mancillado, voy a hundir un brazo en mi pecho a modo de puñal para arrancar de él mi corazón todavía sangrante, aunque marchito por tu traición.

27

DAMA 2: AY /GUIDO. Ay, Georgina. DAMA 1: GEORGINA/ LUCIANO. Y cara a cara con este, mi corazón cansado, posaré mis labios sobre él para sentir en un último beso sus tibios y débiles latidos, su última e inútil convulsión. DAMA 2: AY /GUIDO. ¡Aaay, Georgina! DAMA 1: GEORGINA/ LUCIANO. Oh, patria mía, ¿cómo reconocer a tus ancestros en este callejón de crímenes? ¿Cómo recorrer tu camino a la peste o a la gloria? ¿En el fondo de qué río de sangre, en qué barrial se esconde tu nombre-corazón? Oh, patria. El cuadro de tu destino es un enigma indescifrable. DAMA 2: AY /GUIDO. ¡Aaaaaay, Georgina! DAMA 1: GEORGINA/ LUCIANO. A cuantos este viaje ha llevado a la ruina. DAMA 2: AY/ GUIDO. … (Telón.) (Aplausos.) (La Madre aplaude de pie.) (Salen .) (Ulises y La Madre en el hall del teatro.) (La Madre está extasiada.) MADRE. Estoy shockeada. ¡Qué maravilla! ¿Vos podés creer que era Luciano? ¿El mismo Luciano que está en casa con nosotros, que desayuna con vos? Yo no lo puedo creer. ¿Vos sabías que hacia de mujer? ULISES. No. MADRE. Ah, ¡yo tampoco! Al principio, sí, dije, es Luciano, pero después me deje llevar y no sabía quien era. 28

¿Vos viste la voz que tiene? Yo en un momento pensé que estaba frente a… no sé, a… a un héroe griego. Que sacaba como si fuera espadas con lo que decía. Y parecía como que esas espadas se me clavaban y… y me sangraba de tanta emoción que sacaba de adentro, ¿no? Yo no lo puedo creer. Eso es el teatro. Es igualito a la vida. A la vida de los grandes, viste, pienso yo, no a la vida nuestra. ¿Y vos viste qué maravilla ese chico Marcos? ULISES. Es Guido. MADRE. Guido, ese. Nada que ver que cuando está en casa calladito en el piano, la voz que tiene. Yo estoy impresionada. Eso es el arte. Es como las estatuas, yo siempre miro las estatuas y pienso cuándo estuvo vivo, pobre hombre. Y sí, porque ahora está tan quieto. Qué habrá visto pobre hombre para quedar así. Y algunas tienen más de tres mil años. Ah, qué maravilla, Ulises, qué impresión. Me hizo acordar a una vez cuando era chica que me levaron al circo. Y estaban ahí todos vestidos de payaso… con colores… Había una música que tocaban, los mismos payasos. Era linda música. Y tenían un ganso. ULISES. ¿Un ganso? MADRE. Sí, un pato, un ganso que estaba ahí al lado, que habían usado para un número. Y en medio de la música vos podés creer que el bicho se acerca a la hilera de los payasos y se queda ahí como uno más. Yo no lo podía creer. La carpa era enorme, azul. Y en el techo todo azul habían puesto unas estrellas dibujadas, y parecía como que estábamos al aire libre, ahí con la música y el ganso… Siempre me acuerdo de eso, me quedó grabado. Y debe ser porque me impresionó. Todo me impresionó: el animal, la música, el cielo ese… Todo lo que se dice con estas cosas, ¿no? Tal cual. 29

La única pena que no lo pudo ver tu papá a Luciano. Qué habría dicho, ¿no? (Tiempo.) Bueno, Uli. Estás lindo, eh. Me voy. Dame un beso. Dale un beso a mamá. (Lo besa.) Chau, mi amor, chau. (Empieza a irse.) (Junto al telón.) ¿Puedo? ULISES. Sí. (La madre cierra el telón.) MADRE. Qué maravilla.

¿Por qué las madres besan a los hijos en la boca a cualquier edad?

MADRE. ¿Abro? ULISES. Abrí, abrí. (Telón.) (Marcos, las manos en la espalda.) MARCOS. Ulises, ¿Me armas un piloncito, por favor? (Ulises arma una pila de libros sobre el césped húmedo.) MARCOS. Mirá. (Marcos muestra la miniatura de un hombre de pie.) (La apoya sobre la pila de libros.) (Ulises y Marcos miran la estatua miniatura.) (Tiempo.) 30

MARCOS. Y mirá ahora. (Marcos coloca junto al hombre un perro en miniatura.) (Ulises y Marcos sonríen.) (Miran al hombre y al perro sobre los libros, sobre la tierra.) (Tiempo.) (Ulises señala a la miniatura del hombre.) ULISES. ¿Qué le dice? MARCOS. Le dice… Sos lo más fiel que tengo en esta vida. (Tiempo.) (Ulises señala la miniatura del perro.) ULISES. ¿Y él? MARCOS. Ella. ULISES. Ella. ¿Ella qué le dice? MARCOS. Ella está contenta. Está contenta de estar con él. Se le nota en la mirada en el cuerpo, esta contenta. Y lo mira. Se queda con él. Pero no puede decir nada. ULISES. ¿Nada? MARCOS. No puede. No puede decir nada. (Tiempo.) (Miran las miniaturas un rato más.) 31

(Se acuestan en el pasto.) (El sol brilla.) (Silencio.) (Telón.) (Guido toca la guitarra.) (Rita hace tareas de jardinería.) (Hay una manguera para regar las plantas.) (Entran Diego y Luciano.) LUCIANO. Ulises, Marcos: la cosa es así. Uno tiene el poder. Se corre en círculos siempre para el mismo lado. Si alguien cae, osea, toca el piso, da vuelta la ronda, se gira en la otra dirección. Cuando querés te tirás al piso, así, estás muerto. La resurrección corre por cuenta de cada uno. Te podés morir hasta tres veces y caerte dos. ¿Entendieron? Ya. Empieza ya. (Corren en círculos.) (Juegan.) (Se divierten.) (En un momento, mueren todos menos Luciano.) (Guido sigue tocando.) (Luciano está agitado.) (Descanso.) LUCIANO. El otro día. El día que llovía. Me agarra la lluvia en la calle. Se larga con todo, me empiezo a mojar y corro. Me paro en el toldito de la panadería. Abajo. La panadera parada en la puerta. Fumando. Fumando y mirando la lluvia. Nos quedamos ahí en silencio. Ella me mira, mira la lluvia, le da una pitada al cigarrillo. Y dice: Es increíble como la historia del mundo se repite. … Es increíble. 32

Digo yo. … Es increíble como la historia del mundo se repite. Es increíble. … Es increíble como la historia del mundo se repite. Es increíble. (Los muertos resucitan.) (Vuelven a correr.) (Corren en círculos, juegan, se ríen.) (Mientras corren repiten el dialogo de Luciano con la panadera.) (Los pechos que se agitan.) (La manguera de riego se activa.) (Llueve.) (Ellos siguen jugando hasta desplomarse del cansancio.) (Empapados.) (Es increíble como la historia del mundo se repite.) (Tiempo.) (Entra Gabi con una pila de libros.) (Deja los libros y sale.) (Regresa con toallas y un trapo pasa secar el piso.) (Eso hace.) GABI. Ahí les dejé los libros. El de arriba es mío. (Entra Rita con algunos retratos de escritores, los pega en la pared.) RITA.

Este es Arthur Rimbaud. Arturo. Poeta. El más bello de todos. Siendo muy joven pegó su retrato sobre el de Horacio, un poeta famoso, y generó gran revuelo. Escribió hasta los 17 años, después se hartó de la literatura y se fue a África a vender porquerías.

33

Este, de gorrito y anteojos, es Fernando Pessoa, portugués. Escribió un libro que se llama “Libro del desasosiego”. Fue más de cuatro escritores distintos. Su padre se murió cuando él tenia 5 años.

Robert Walser. Suizo. Irónico pero sensible. No duró mucho en ningún trabajo. Casi un ángel. Escribía y paseaba. Escribía lo que veía en el paseo. Dijo que la naturaleza es una sola gran caricia. Su hermano ilustró las tapas de varios de sus libros. Se murió caminando en la nieve. Hay fotos de eso.

El del parche y moñito es James Joyce. Irlandes. Adoraba los pies de su mujer Nora. Escribió Ulysses, una novela imposible. Nuestra inspiración. Está enterrado en Zurich, desde su tumba se pueden oir los rugidos de los leones del zoológico.

Clarice Lispector. Nació en Ucrania pero vivió en Brasil. Vió la magia en las cosas más cotidianas. Amorosa, cruda, mística. Tiene un cuento muy hermoso en el que una mujer toma agua de mar y siente toda la potencia de la naturaleza en el interior de su cuerpo.

34

El único que no tiene foto sino estatua es Homero. Griego. Se le adjudican los clásicos La Iliada y La Odisea. No sé sabe si existió.

Gustave Flaubert, autor de La educación sentimental. Nunca se casó. Escribió la historia de una mujer adultera que era feliz y fue a juicio por atentar a la moral, eso en Francia y hace ciento cincuenta años.

La mujer del jopo es Elfriede Jelinek. Diego la imita muy bien. Ella vive en Viena donde escribe novelas y obras de teatro. En 2004 le entregaron el Premio Nobel de Literatura. En un momento Ulises tenia escenas con ella, después las sacamos. Sale poco, padece fobia social.

El del pizarrón y el cigarrillo es Roland Barthes. Frances, profesor. Escribió lúcidas palabras sobre fotografía, literatura, moda, y los más diversos temas. La muerte de su madre lo afectó muchísimo. Escribió un libro que se llama Diario de duelo. Poco tiempo después murió en un accidente cuando lo atropelló una camioneta.

35

Este es Ludwig Wiittgenstein. No sé mucho de su vida. Sólo que tenia muchos hermanos y que peleó en la primera guerra mundial. ¿Leemos? (El piso está seco.) (Gabi reparte los libros.) (Leen al azar fragmentos de los autores descriptos por Rita.) (Cuando leen señalan al autor o dicen su nombre.) (Un rato.) (Después.) ULISES. “Todo se me evapora. Mi vida entera, mis recuerdos, mi imaginación, lo que ella contiene, mi personalidad, todo se me evapora. Continuamente siento que fui otro, que sentí como otro, que pensé como otro. Aquello a lo que asisto es un espectáculo con otro escenario. Y aquello a lo que asisto soy yo.” (Telón.) (Una vez más, telón.) (Una estatua de Ulises.) DIEGO. “Así pues todo, todo, toda esta rica vida, lo amables y sentenciosos colores, este encanto, esta alegría y placer de vivir, todas estas humanas importancias, familia, amigo y amante, esta clara y tierna luz llena de bellas y divinas imágenes, las casas paternas y maternas y los dulces y suaves caminos perecerán un día y morirán, el alto sol, la luna, los corazones y los ojos de los hombres.” Fin. ULISES. Fin. DIEGO. Y no es triste. GABI. No. DIEGO. 36

Es el fin. (El espesor del presente.) (La mirada, los ojos.) (Telón.) (Todos en el pasto.) (Allí, cuentan anécdotas, recuerdan.) RITA. Ulises, ¿te acordás cuando fuimos de campamento y como sabías que yo le tenía miedo a los animales con plumas te despertaste muy temprano, abriste el cierre de mi carpa y metiste una gallina adentro y cuando yo me desperté grité tan fuerte tan fuerte que se despertó todo el camping? No te hablé por dos semanas, ¿te acordás? MARCOS. Ulises, ¿te acordas cuando íbamos a la heladería que estaba en la puerta de mi casa y nos pedíamos esos cucuruchos gigantes que decíamos que eran un Aconcagua de helado y vos te distrajiste y se te cayó toda la punta de vainilla a la vereda y Zapa que era un cachorrito se lo comió todo y vos dijiste: “pobre, para que lo pruebe”? GABI. Ulises, ¿te acordás cuando soñaste que ibas a ver las ballenas y me decías: “yo sólo en el medio del océano con una bestia de 18 metros, un mamífero de 18 metros que vive abajo del agua, que ahora mismo está nadando con otros mamíferos gigantes iguales a él en un lugar remoto del océano, es lo más parecido a un dinosaurio, Gabi, ellos tan grandes y nosotros tan chicos, es increíble”! LUCIANO. ¿Y Ulises te acordás cuando íbamos en la ruta con el auto y como mamá ponía siempre las mismas canciones las terminamos aprendiendo y anduvimos todas las vacaciones cantando y no sé por qué siempre que ponían una de folclore a vos te daba por llorar, y cantabas mirando por la ventanilla y se te caían las lágrimas y yo te cargaba y mamá me dijo “no seas insensible, Luciano, dejalo que llore si la música lo emociona, no ves que el folclore se hizo para llorar, sos frío, luciano, frío”? DIEGO. Ulises ¿Te acordás cuando hacíamos una escena de campo donde Guido hacía de cabra y Gabi le pegaba y le decía “Cabra Mala” y Luciano y yo entrabamos y teníamos que decir “Me encanta esta música” y Rita te regalaba una bufanda y vos decías “Un regalo es una alegría. Lo importante es usarla.”, cómo nos reíamos, te acordás? RITA. Y, Ulises, ¿te acordás cuando leímos Las multitudes argentinas de Ramos Mejia y tuvimos una discusión tremenda porque vos decías que Ramos Mejia se equivocaba porque vos decías que no era la multitud, la masa, el sujeto colectivo el que iba a cambiar la historia del país sino que era un solo y único hombre el que podía torcer el curso de la historia, te acordás? 37

MARCOS. ¿Y te acordas cuando jugábamos los sábados a la mañana que un día hicimos muchisimo ruido y tu papa de la bronca, agarró una silla y la rompió contra el piso? GABI. Decías: ¡18 metros! Es como un edificio. Un dinosaurio que vive abajo del agua y que una vez el año atraviesa todo el océano para aparearse y dar a luz a sus crías. ¡Y encima salta! ¡Sale del agua y salta! Es increíble. LUCIANO. ¿Y te acordás cuando Ana y Rosalia se cortaron el pelo, y nosotros les dijimos que les quedaba lindo pero de mamá no nos dimos cuenta que se había cortado y le dijimos que por qué no se hacía algo ella también y se enojó tanto tanto que nos dijo “Hoy no se come en esta casa” y vos me hiciste un huevo frito? ¿Te acordás? DIEGO. ¿Y cuando Guido tocaba música de cabaret y yo entraba bailando con una peluca y la cara de Elfriede Jelinek para decir frases en un micrófono y ustedes para pedir bis cantaban “Jelinek, Jelinek, una más, por favor”? ¿Te acordás? RITA. ¿Te acordás que yo te decía que no, que “cómo podés pensar que un solo hombre, un único sujeto iluminado puede entender el signo de una época y cambiar la historia de una nación y no la totalidad de los integrantes de la sociedad”, te dije “no será que ese individuo por ser parte, por crecer en el seno de esa multitud puede entender o condensar esas condiciones de la época y las necesidades de la masa para de algún modo llevar adelante un cambio en la historia en representación de los otros sujetos que ”, “ah, eso puede ser” me dijiste vos? MARCOS. Ulises, ¿te acordás esas vacaciones que fuimos con tus papás al sur en auto y como el día estaba lindo tu papá quiso subir a la montaña, que tu mamá no quiso subir y se quedo en el auto, y que nosotros caminamos horas y horas al sol, cada vez más arriba en la montaña, y a vos te dio miedo y no parabas de llorar, y en un momento llegamos como a una meseta y estábamos muy alto, muy alto y la vista de todo era increíble, que se veía el bosque inmenso y otras montañas, y vos no parabas de llorar, y que tu papá te agarro de la mano, te acerco despacio hasta el risco, respiro hondo, miro el paisaje y te dijo: “Ulises, hace tres mil años que estamos acá. No hay nada que temer”, y vos dejaste de llorar, te acordás? ULISES. Sí. Me acuerdo. (Tiempo.) GUIDO. 38

Ulises, y ¿te acordás que estábamos preparando un tema? ULISES. … GUIDO. Bueno, ahora lo vamos a tocar. (Todos menos Rita y Ulises, salen.) (Ulises va a salir.) (Guido lo hace esperar.) RITA. Ulises. (Ulises vuelve hacia Rita.) (Rita saca un papel doblado de su bolsillo, está doblado en cuatro, lo despliega.) Escribí algo sobre vos. Espero que te guste. Se llama “Discurso a las estrellas”. Dice así: Un hombre en la mitad de su vida mira su pasado e imagina su futuro. Es joven. La juventud le da ese brillo a sus ojos. La experiencia esa solidez al caminar. En un parque, un verde. En una plaza pública. En un teatro. Es Ulises. Ulises, como un guerrero antiguo. Como un rey. Como un padre ausente. Ulises, como una novela revolucionaria. Ulises, como un poema épico. Ulises como la ilustración de un libro para niños. Como el personaje de reparto de una tragedia. Ulises como un cuento para irse a dormir. Ulises, como alguien que conocemos o conocimos. Ulises como el nombre de alguien por venir. Como el deseo de conocer. Ulises, como un pensamiento que no se va. Como las cosas que no olvidamos y no sabemos por qué. Como un camino que se hace difícil. Una promesa que hacemos con nosotros mismos. Ulises, como un lugar al que se pertenece y al que no podemos llegar. Ulises. Un monumento. Un hombre en la mitad de su vida. 39

En la mitad, justo en la mitad. Un hombre que mira su pasado. Que imagina su futuro. Ulises. Y que no sabe contar. (Ulises y Rita se miran, es una mirada que dice más que mil palabras y es pura realidad.) (Música.) (Rita extiende el papel doblado a Ulises, es un regalo.) (Ulises lo acepta.) (Telón.) (Una canción para Ulises: Guido, Luciano, Gabi, Diego, Marcos, tocan.) (Rita también se suma.) (Después, Ulises saca de un bolsillo la armónica que le regalaron y también toca.) (Es una canción que tiene el espesor del presente y parece una historia.)

Fin. (Y no es triste.) (Es el Fin.)

Buenos Aires, 2008/2011.

40