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La Mujer Criolla en la Epoca Colonial El presente texto parte del siguiente enunciado: “la condición de dominación de la

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La Mujer Criolla en la Epoca Colonial El presente texto parte del siguiente enunciado: “la condición de dominación de la mujer criolla se consolida porque el patriarcado estaba fuertemente sostenido por las principales instituciones que configuraban la sociedad colonial del siglo XVIII”. Para entrar en el tema primero tomaremos el concepto de patriarcado que propone Manuel Castells, para él, y en esto coincidimos, el término se define como la “… estructura básica de todas las sociedades contemporáneas. Se caracteriza por la autoridad, impuesta desde las instituciones, de los hombres sobre las mujeres y sus hijos en la unidad familiar. Para que se ejerza esta autoridad, el patriarcado debe dominar toda la organización de la sociedad, de la producción y el consumo a la política, el derecho y la cultura. Las relaciones interpersonales y, por tanto, la personalidad, están también marcadas por la dominación y la violencia que se originan en la cultura y las instituciones del patriarcado”.1 Es importante aclarar también que el tiempo histórico que se toma para este análisis corresponde al siglo XVIII cuando ya la sociedad colonial había adquirido sus rasgos esenciales, un estudio sobre la mujer en los siglos anteriores requiere un enfoque diferente donde se enfatizaría la gestación de la sociedad colonial y no su funcionamiento y estructura como se intenta en este texto. En lo que respecta al lugar, el análisis tomará al territorio americano en general, ya que las características son similares en todos los lugares, salvo algunas excepciones que no afectan a nuestro caso. El primer punto de análisis es el matrimonio, para la mayoría de las mujeres el matrimonio era el factor mas importante en sus vidas ya sea porque les cambiaba su posición o porque les permitía conservar una situación ventajosa; y buena parte de los aspectos sociales de la vida de la mujer en la sociedad colonial estaban relacionadas con esta institución. La participación de la mujer en la decisión de casarse estaba condicionada por dos ideas generalizadas en la sociedad colonial. En primer lugar existía una gran presión sobre los solteros de ambos sexos para casarse, la cual se veía justificada y reforzada por el papel tradicional de la familia, las costumbres las creencias religiosas y la necesidad de reproducción dada la baja densidad demográfico. Pero por grande que fuera esta presión era aun mayor aquella sobre los jóvenes para no contraer matrimonio que se consideraran desventajosos por tratarse de personas de “notoria desigualdad”, en cuyo caso era preferible permanecer soltero. Esto se debía principalmente porque las familias privilegiadas querían preservar su posición también a través de sus herederos, lo cual hacia aconsejable celebrar matrimonios con personas de la misma posición, entre otras razones para no dispersar las fortunas. 1

Castells Manuel. La era de la información. Volumen III: El poder de la identidad. Siglo XXI

Editores. México, 2000.

“Los valores inculcados en el hogar particularmente por las madres eran el instrumento más eficaz para orientar a las hijas”2 en la elección del novio, futuro esposo. Esto de alguna manera tenía que ver con la posición económica pero lo que está oculto es que detrás de esta manipulación por parte de la madre hacia las hijas también trasciende el interés económico ya que las madres de clase alta y de buena posición estaban en continuo contacto con sus hijas ya que no realizaban ninguna actividad fuera del hogar por lo cual tenían el suficiente tiempo para inculcar en sus hijas ideas y valores que ellas creían convenientes. En realidad lo que muchas jóvenes buscaban era la comodidad y el lujo, la heredad de tierras y el dinero estos aspectos fueron los puntos más importantes de la vida de las mujeres blancas de clase alta en la época colonial. La concentración de las tierras y riquezas como razón fundamental de la oposición a matrimonios de notoria desigualdad no excluía otras consideraciones secundarias. En primer lugar estaba el buen trato y la moral. Pues motivos para impedir el matrimonio podían ser si el novio era dado a actos de violencia, de embriaguez y si la novia tenía mala fama por su conducta moral. Sin embargo, existieron casos en los cuales aunque la novia hubiera tenido relaciones sexuales previas y hasta algunos hijos, si todo había sido discretamente encubierto no tenía impedimento para contraer matrimonio siempre y cuando viniera acompañada de una buena dote. Teniendo en cuenta todo lo expuesto podemos decir que el matrimonio en vez de ser una manifestación de amor y afecto entre dos individuos, solía ser una consolidación y prolongación de las estructuras económicas y sociales de la época, y si lo importante eran los bienes escriturados, los papeles y los compromisos legales, no era descabellado que se realizaran matrimonios sin la presencia de uno de los conyugues. El matrimonio era de hecho, un ritual, sin amor ni consenso. El matrimonio monógamo garantizaba la descendencia y el traspaso de la herencia a los hijos legitimas, dándole continuidad al patriarcado. Las novias casi siempre aceptaban el fallo de las familias y todo transcurría dentro de la mayor discreción. La mujer se fue haciendo inconscientemente reproductora del sistema de dominación patriarcal en su nuevo papel de ama de casa, como si esa hubiese sido su condición natural. De la época colonial proviene también el hecho de que lo familiar debe quedar reservado al ámbito de lo privado, aunque es sabido que la familia-en su origen y desarrollo- constituye un fenómeno social. Una forma de que los padres se asegurasen de que sus hijos no se casaran con personas que no les convenían económicamente era recurrir a la justicia a través del inicio de un proceso de disenso matrimonial, éste será un recurso utilizado por los padres para reforzar su autoridad paterna. Existían dos clases de disenso: uno que se podía calificar como motivos válidos, esto se refería a enlaces en que alguno de los novios no había cumplido los 25 años (mayoría de edad), alegando en este caso la 2

RENÉ DE LA PEDRAJA: “La mujer criolla y mestiza en la sociedad colonial, 1700-1830”, en revista Desarrollo y Sociedad, No 13, CEDE, Bogotá, enero 1984, p. 202.

juventud e inmadurez; el otro caso era referido a la notoria desigualdad, citándose en ella motivos raciales o ser de otro linaje, o también objeciones de índole moral o económica. Lo excepcional de de este recurso era que el disenso podía ser iniciado por otros familiares como por ejemplo un tío. Otro aspecto a tener en cuenta, y también relacionado con el matrimonio, fueron las dotes tuvieron un carácter relevante en las familias criollas. “En primer lugar las dotes aseguraban a las familias suficiente control sobre las hijas para concretar solamente aquellos matrimonios que fueran de su aprobación” 3. Por otro lado las dotes marcaban plenamente las diferencias de clase entre las familias de la colonia. Para las mujeres de las clases altas las dotes estaban aseguradas por la posición familiar y en todo caso aseguraba a la hija la herencia de sus padres. Esto no ocurría sí con las mujeres de dote precaria, que de cualquier manera el novio podía brindar, pero se hacía difícil encontrar un novio con dicha predisposición. Durante la época colonial el sistema patriarcal tuvo un sentido holístico ya que penetró en todos los niveles e instituciones, el factor económico tuvo también su más destacada importancia tanto que las clases altas fueron las creadoras de un sistema de tradiciones que reprodujeron las familias de la época y, si se destaca el género; las mujeres lograron mantener esa línea de pensamiento en sus hijas. Dentro del sistema patriarcal la mujer -de cualquier posición que sea- no tuvo injerencia en asuntos extra hogareños. Solo se avocó a recluirse en el hogar. Si bien la influencia que ejercía sobre sus hijos mediante la inculcación de valores morales y religiosos era de suma importancia para la familia, no lograron trascender a otros rangos, como la participación en la toma de decisiones de cualquier índole de los cuales se encargaba únicamente el hombre. Desde el punto de vista masculino la mujer ha sido destacada solo por su belleza, su condición de madre y esposa sumisa y en ocasiones por un accionar acorde al sistema. La mujer solo permaneció en manos del autoritarismo varonil, las actividades que realizaba la mujer blanca de clase alta dentro de su hogar se avocaban solo a trabajos manuales de poco esfuerzo como el bordado, la costura, el tejido, en contraposición al trabajo de las esclavas. Algunas mujeres de buena posición económica contaban con instrumentos musicales por lo que se dedicaban a la música. Pocas eran las que sabían leer y escribir, generalmente las mujeres de la elite contaban con ese privilegio y tenían la oportunidad de leer literatura en su hogar. En la época colonial la mujer buscó evadir de alguna manera el sistema patriarcal, es decir que algunas mujeres prefirieron dedicarse a los asuntos religiosos internándose en los conventos, esto se debe a que muchas no toleraron el autoritarismo de su familia especialmente de su padre. Esto da lugar a una larga lucha por recuperar sus derechos como mujer. Fue en los conventos donde las mujeres religiosas comenzaron a escribir 3

Op. Cit. 2

ya que al estar recluidas, paradójicamente el convento ofrecía un pequeño espacio de libertad e independencia. Un ejemplo evidente es Sor Juana Inés De La Cruz cuyo verdadero nombre era Juana de Asbaje y Ramírez de Santillana; nacida en 1651 en San Miguel de Tepantla México, hija natural de padre vasco, Pedro Manuel de Asbaje, y de madre criolla, Isabel Ramírez. Interesada desde niña en el estudio, le pidió a su madre que la enviase a la escuela vestida de hombre para poder estudiar, rompiendo los prejuicios y las discriminaciones que existían respecto de la mujer que quería cultivar su inteligencia. Sor Juana decidió reclutarse en un convento donde escribió sobre el amor las pasiones los celos, el orgullo la esperanza y la felicidad; además escribió también algunos versos conocidos como: críticas a la moral patriarcal. En los conventos de todos modos la mujer aunque gozaba de una mínima libertad estaba por otro lado sometida a los preceptos de la iglesia y la vigilancia de los clérigos. En cuanto a la educación en las mujeres de clase alta, la ignorancia era perfectamente sostenida. No había maestros para nada, no había libros sino devoción e insignificantes, solamente aprendían a leer, escribir y contar. Lo más formal dónde iban era una vieja casa, allí concurrían varones y mujeres, separados en dos salas. No todos los padres querían que sus hijas aprendieran a escribir, para que no le escribieran a los hombres. A las mujeres además se les enseñaba a coser y marcar. Era muy rígida la vigilancia de los padres para impedir el trato de las niñas con los caballeros. La mayor dicha de los padres era tener en la casa una hija monja. Otro aspecto a considerar es la ingerencia de la Iglesia en la vida de las mujeres, algunos autores llegan a afirmar que desde la Iglesia se llegó a implantar una especie de terrorismo ideológico-religioso que llegó a autoconvencer a la mujer de que era un ser impuro e inferior. Citemos algunos ejemplos: un padre de la Iglesia llamado Tertuliano, decía frecuentemente: “tú eres la puerta del infierno, tú fuiste la que rompió los sellos del árbol vedado”. Por otro lado, San Ambrosio racionalizaba el significado del patriarcado: “Adán fue inducido al pecado por Eva y no Eva por Adán. Es justo que aquel a quien la mujer ha inducido al pecado sea recibido por ella como soberano”. También podemos citar a Santo Tomás de Aquino: “la mujer necesita marido no solamente para la generación, lo mismo que ocurre en los demás animales, sino también para su propio gobierno, pues el varón es más perfecto en cuanto a la razón y más enérgico en valor”. En cuanto a la Biblia se buscaba enfatizar o resaltar en aquellos aspectos que incidían directamente en el comportamiento de las mujeres, por ejemplo: “no procede el varón de la mujer, sino la mujer del varón” (Corintios 1, 11-17), sentenciando: “tu deseo será el de tu marido y él reinará sobre ti” (Génesis 3-16). Otro modo de ejrcer este “terrorismo” era utilizando la figura de Eva, colocarla como símbolo de la mujer es inducir a identificar a ésta con el pecado, con la “caída”. Cabe también resaltar la figura de la Virgen María, Los españoles y portugueses fueron portadores del mito de la virgen María, fenómeno sumamente extraño para las mujeres indígenas al comienzo de la conquista, pero luego fue incorporado a un

sincretismo religioso que perdura hasta nuestros días. La Iglesia consagró a la virgen María en Madre de Dios, en modelo de las mujeres, en “el estereotipo de la Naturaleza de la Mujer con una maternidad misteriosamente virginal y una virginidad misteriosamente maternal”. Pero por otro lado más accesible a las mujeres que dioshombre tiene múltiples. significaciones: “sirvienta del señor”, madre de los huérfanos, consuelo de los débiles. Es un modelo abstracto de femineidad, “sin mancha”, no poseída, venerable, mediadora de la salvación, reverso de Eva y, por encima de todo, mujer-madre. Así la representaron los colonizadores en los primeros altares que levantaron en las iglesias americanas, y así fue como llegó al pensamiento de la sociedad colonial. Un último punto a tener en cuenta es el papel de la mujer en lo que respecta a los asuntos oficiales, durante esta época las mujeres no tenían canales institucionalizados para participar en los asuntos públicos del estado; tampoco ocupaban cargos en la burocracia real ni en el cabildo, y en realidad los únicos cargos formales que ocupaban eran en los conventos, entendiendo naturalmente que la mayoría de los cargos eclesiásticos les estaban vetados. A modo de cierre podemos decir que realmente la condición de inferioridad de la mujer estuvo fuertemente sostenida por la estructura social colonial, lo vimos a través de las diferentes instituciones sociales, como la familia, el matrimonio, la iglesia y el estado, en todas ellas la condición de la mujer estaba supeditada a las disposiciones de los hombres, quienes se encontraban en posición de dominación y opresión hacia las mujeres, conformando así una sociedad patriarcal.

MINISTERIO DE EDUCACIÓN, CULTURA, CIENCIA Y TECNOLOGÍA INSTITUTO DE NIVEL TERCIARIO VILLA ÁNGELA-CHACO

PROFESORADO PARA EGB 3 Y POLIMODAL EN HISTORIA

TALLER AREAL

“LA MUJER CRIOLLA EN LA ÉPOCA COLONIAL”

PROFESORA: Ditz, Alejandra

ALUMNAS: Kovalchuk, Eliana. Ortega, Patricia. Vargas, Andrea. AÑO: 3ero.

FECHA: Viernes 6 de Noviembre de 2009

AÑO: 2009