teorias de la traduccion

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EDICIÓN DE: /

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DAMASO LOPEZ GARCIA

Ediciones de la Universidad de Castilla-La Mancha 1996 Cuenca

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Traducciones de:

A. A.gud y R. de Agapito Maria José Calvo Monto ro Chang Ho- Tien y Chang Yea-Ling Teófanes Egido Hans Christian Hagedorn Dán1aso López García Svetlana Maliavina

Giuseppe Mazzocchi Rosario García Moreno Maree lino Menéndez y Pelayo Rosario Monto ro Murillo Lorenzo Riber Carlos Rubio López de la Llave Daniel Ruiz Bueno

Edición de:

DÁMASO LÓPEZ GARCÍA

,

TEORIAS de la traducción : antología de textos 1 traducciones de A. Agud ... [et al.] ; edición de Dá1naso López García. [Cuenca] : Servicio de Publi caciones de la Universidad de Castilla-La Mancha, 1996. 624 p. ; 22 cm . (Escuela de traductores de Toledo ~ 3) I.S.B.N.: 84-88255-88-8 l. Traducció n e interpretación. I. López García, Dá1naso, ed. Lit. H. Univers idad de Castilla-La M ancha, ed. III. Serie. 82.03

Relación de colaboradores cuyas tradu ccio nes se han llevado a cabo expresmnente para su publicación en esta obra: María José Calvo Montoro (Universidad de Castill a-La Mancha) Chang Ho-Tien (Universidad de Salamanca) Chang Yea-Ling (Universidad de Vallado] id) Rosario García Moreno (Institu to de Bachillerato Ramiro de Maeztu)

Hans C hristian Hagedorn (Uni versidad de Castilla-La Mancha) Dámaso López García (Universidad Complutense de Madrid) Svetlana Maliavina (Universidad Cotnplutense de M adrid) Giuseppe Mazzocchi (Universidad de Pavía) Rosario Montoro Murillo (Universidad de Castilla-La Mancha) Carlos Rubio López de la Llave (Universidad de Castilla-La Mancha)

Edita: Servicio de Publicaciones ele la U niversidad de Castilla-La Mancha Director: Pedro Cerrillo Diseño Portada y Colección: García Jilnénez Coordinación: Centro de Investigaciones de la Imagen (C.I.D.I.) Realización: Compobell, S.L. Murcia T.S.B .N .: 84-88255-88-8 Depósito Legal: MU-422-1996 1" Edició n: 1996

Johann Wolfgang von Goethe De Poesía y verdad

Re peto el ritmo tanto como la rima, porque . in llos la po sía no puede er p . ía; pero lo que de una manera realmente profunda y fundamental influye en el hombre, lo verdaderamente instructivo y beneficio o, es lo que queda de un poeta cuando se le traduce en prosa. Entonce queda el puro y pleno contenido que una apari ncia engaño a con frecuencia aben simular ante nu stra vi ta cuando aquel falta, y que é tas ocultan cuando se encuentra pre ente. Por Jo tanto, con ider la traducciones en prosa, al comenzar la ed ucación de la juventud má.. provechosas que las poéticas: porque mucha, vece. puede observars que los j óvenes, a quienes, en fin, todo les sirve inevitablemente como tnotivo de burla., se regocijan con el sonido de las palabras, con la cadencia de las sílabas y de truyen, con una especie de travesura paród ica, el contenido tnás íntimo de la obra más noble. Por ello sugiero que se t tnc en cuenta i no debería emprenderse primero una traducción de Hotner en pro a, pero, por supuesto, tendría que ser digna del nivel en el que actualmente e encuentra la literatura alemana. Dejo esto y Jo dicho anteriormente a la di screción de nuestros respetable pedagogo. , que mejor que nadie, disponen de una amplia experiencia sobre e lo. particulare . Aparte de esto, sólo quiero recordar, en favor de mi propue ta, la traducción que hizo Lutero de la Biblia: pues el hecho de que e te gran hombre legase a la posteridad, en nue tra lengua materna, y como de una sola pieza, una obra compuesta en el e tilo más variado, y que atendie e al t no poético, histórico, categórico y didáctico, todo ello ha beneficiado a la religión más que si se hubiera empeñado en imitar con detalle todas las l 26

particularidades del original. En vano se ha intentado después recrear el libro de Job, los salmos y otros cantos de manera que pudiéramos saborearlos en su forma poética original. Para las multitudes sobre las que se desea influir la traducción más sencilla siempre será la mejor. Aquellas traducciones críticas que rivalizan con el original, en el fondo, sólo sirven para entretenimiento de eruditos.

De «En recuerdo fraternal de Wieland» Hay dos máximas sobre la traducción: una pretende que el autor de una nación extranjera sea conducido hacia nosotros, de manera que pueda considerársele nuestro; la otra, en cambio, nos solicita que nos traslademos hacia lo extranjero, y que nos acomodemos a sus condiciones, a los modos de su lengua y a sus peculiaridades. Gracias a algunos ejemplos ideales, las ventajas de atnbas son harto conocidas por todo el público culto. Nuestro amigo [Christoph Martín Wieland, 1733-1813], que también en esto buscaba la vía media, procuraba combinar ambas; en los casos dudosos , sin etnbargo, como persona de tacto y buen gusto, otorgaba preferencia a la primera tnáxima.

De Notas· y ensayos para mejor comprensión del Diván OccidentalOriental Hay tres edades de las traducciones. La primera nos presenta lo extranjero según nuestro propio sentido; para tal fin, una traducción llana y en prosa es la mejor. Pues la prosa, como neutraliza por completo las peculiaridades de cualquier arte poética, y como hace refluir incluso el entusiasmo poético hasta obligarlo a descender al nivel del agua, nos presta al principio el mayor servicio, porque nos sorprende con lo más exquisito de lo extranjero en medio de lo más íntimamente nacional, en la vida diaria, y, sin que sepamos lo que nos sucede, nos deleita de verdad, elevándonos a un estado de ánimo supetior. La traducción que hizo Lutero de la Biblia siempre proporcionará ese efecto. Si desde un principio se hubieran vertido los Nibelungos en buena prosa, y si se hubieran calificado de libro popular, habríamos ganado mucho; y aquel extraño sentido caballeresco, serio, tétrico y lúgubre habría llegado a nosotros con todo vigor. Que esto sea todavía ahora oportuno o posible, sabrán juzgarlo con mejor acierto quienes con mayor empeño se han dedicado a este antiguo menester. Sigue a esta una segunda época en la que, por un lado, procura uno situarse en las circunstancias de lo extranjero, pero en la que, bien 1



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1nirado, sólo se pretende la apropiación del sentido ajeno para reproducirlo con un sentido propio. Me permito llamar paródica a tal época, en el sentido más literal del término. Las más de las veces son hombres de talento quienes sienten vocación por el oficio. Los franceses se sirven de esta manera de traducir en toda clase de obra poética; se hallarán centenares de ejemplos en las traducciones de Delille. El francés, al igual que acomoda las palabras ajenas al gusto propio, procede de igual forma con los sentimientos, pensamientos e incluso objetos; para cada fruto del extranjero solicita inevitablemente un sucedáneo que se haya cultivado en su propio solar. Las traducciones de Wieland pertenecen a esta clase. También él tenía un singular sentido intelectual y del gusto, con el que se aproximaba a la antigüedad y a lo extranjero sólo en la medida en que le parecía conveniente. Este hombre admirable puede considerarse un representante típico de su tiempo: tuvo una enorme influencia porque precisamente los asuntos de su interés, y su forma de apropiación y de transmisión, eran los que agradaban a sus contemporáneos, y los que apreciaban. Pero ni lo perfecto ni lo imperfecto son duraderos para nosotros, y, sin falta, a una transformación sigue otra, de suerte que ya nos encontramos en una tercera época, a la que hay que denominar la superior y última: es decir, aquella en la que se pretende hacer idéntica la traducción al original, no para que lo uno suplante a lo otro, sino para que lo reemplace. Al comienzo, esta clase de traducción se enfrentaba con la mayor resistencia, pues el traductor que se atiene fijamente al original renuncia, en cierto modo, a la originalidad de su nación, y así nace algo nuevo para lo que aún tiene que .adaptarse y formarse el gusto de la masa. Voss, para quien todo elogio es poco, no lograba al principio satisfacer a los lectores, hasta que, poco a poco, los oídos fueron familiarizándose con esta nueva clase de traducción, y el público fue acomodándose a ella. Pero, por otra parte, quien contemple ahora lo que ha sucedido la ductilidad de la que ~n la actualidad se congratulan los alemanes, las ventajas retóricas, rítmicas y métricas de las que dispone un joven de ingenio y de aventajado talento, y cómo ahora Ariosto y Tasso, Shakespeare y Calderón se nos presentan, de mil maneras, como extranjeros germanizados puede abrigar la esperanza de que la historia de la literatura expresará con claridad a quién se vio seguir este camino, por vez primera, enfrentándose con toda clase de obstáculos.

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Indice Prólogo .. .. . .. .. .... .. . ... .. .. .. .. .. ... .... .. . .. ... .. . ... ... .. .. .. .. .. .... ... .. . .. . .. . .. . .. .. .

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ANTOLOGIA DE TEXTOS



Marco Tulio Cicerón «Del mejor género de oradores» .. ... . .. ... ... .. ... .. . .. . .. . ... ... ... .. ... . .....

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San Jerónimo «Epístola a Pamtnaquio sobre la mejor forma de traducir»......

32

al-J? iihiz • • De El libro de los animales .. .... ... .. . ... .. . .. . .. ... .. .. .. .. . .. ... . .. .. . ... ... ...

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Sala~

al-Din al-Sqfadl De al-Gayt al-musayyam fi sarfJ lamiyat al- (agam ..................

49

Martín Lutero «Misiva sobre el arte de traducir» .............................................

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Juan Luis Vives