Schellenberg James Los Fundadores Cap1

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Fundadores de la Psicología Social de James A. Schellenberg Capítulo I – Paradigmas y parábolas “Los hombres prácticos”, observaba en cierta ocasión el economista John Maynard Keynes, “que creen estar libres de cualquier influencia intelectual, suelen ser esclavos de algún economista difunto”. En la misma vena, escribía, “los locos con poder, que ven visiones, ponen en práctica su locura bajo los dictados de algún pésimo escritor académico ya pasado de moda” (citado por Heilbroner, 1961, página 2). Al igual que en economía y en política, sucede lo mismo con las ideas de la Psicología social. Una persona para la que Freud es sólo una palabra ligeramente familiar, puede hablar con desparpajo sobre los deseos reprimidos o la necesidad de buscar un escape a la agresión, reflejando así los supuestos centrales de las teorías de Sigmund Freud. Otros que nunca han oído hablar de G. H. Mead o de Kurt Lewin afirmarán, sin embargo, la tesis sobre la conducta social, escuchadas o leídas en alguna parte, que encarnan las ideas principales de estos psicólogos sociales. Del mismo modo, explicar la conducta social en base al refuerzo anterior -aun usando este término del conductismo moderno- es un lugar común para millones de personas que sólo asocian vagamente el nombre de B. F. Skinner con la ciencia de la psicología. Lo que han dicho algunos de los grandes psicólogos sociales ha entrado en nuestra conversación cotidiana sobre la conducta social. No se trata sólo de que usemos algunos de sus términos, sino que también hemos incorporado, en alguna medida, sus perspectivas, en las que estos términos cobran sentido. Pero aquí surge un problema. Hemos incorporado estas perspectivas con bastante mezcolanza. Existe confusión sobre cómo estas diferentes teorías encajan entre sí. La confusión de nuestras teorías cotidianas de la conducta social tiene también su contrapartida en la disciplina de la Psicología social. Una de las dificultades de introducir a la gente en la Psicología social es que no existe una perspectiva global única en la que encajen todas sus teorías. Existen varias perspectivas diferentes y en la actualidad ninguna de ellas es dominante. O para usar un término que últimamente -en especial a partir de Jun (1962)- se ha puesto de moda, la Psicología social es una ciencia que no posee un único paradigma sintetizador. Hay formas muy diferentes de concebir su objeto y su metodología. La Psicología social es una ciencia multiparadigmática, lo que es obvio ojeando los manuales introductorias, pero este hecho perjudica y confunde aquellos que quieren aprender a trabajar en este campo. Existen varias formas fundamentalmente diferentes de hacer ciencia en psicología social, que reflejan las principales perspectivas teóricas. Entre estas perspectivas existen, por lo menos, las cuatro siguientes:  El enfoque psicoanalítico, que busca las causas del comportamiento social en las fuerzas emocionales profundas del individuo;  La perspectiva del interaccionismo simbólico, que considera la conducta subjetivamente determinada en un contexto social específico;  El enfoque de la gestalt, que hace hincapié en la organización cognoscitiva actual como base del comportamiento;  La perspectiva conductista, que considera la conducta actual como un producto de rasgos particulares de la conducta anterior.

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Cada uno de estos enfoques ha desarrollado sus propios procedimientos peculiares de investigación. Además, cada uno está particularmente asociado a las contribuciones claves de unos pocos individuos. De hecho, es bastante fácil elegir, en razón a su influencia general en la Psicología social contemporánea, un individuo al que puedan identificarse, de modo predominante, cada uno de los anteriores enfoques. Estos individuos son los maestros de la Psicología social que proporciona la materia prima para este libro. Cuando un joven doctor en Viena exploró cuidadosamente las psiques de sus pacientes para buscar asociaciones emocionales a los síntomas de su enfermedad, empezó a construir gradualmente una teoría sobre las fuerzas psicológicas inconscientes. Así surgió la práctica y la teoría (en este orden de aparición) del psicoanálisis. Más tarde, este mismo doctor, Sigmund Freud, se interesó especialmente por los procesos de influencia social, y se empezó a aplicar el psicoanálisis a las cuestiones básicas de la psicología social. El resultado fue no sólo una gran variedad de enfoques clínicos, sino también la más sugerente de la socialización que ha conocido la moderna ciencia social. Aproximadamente en la misma época, en América, un profesor indaga con sus estudiantes de filosofía sobre lo distintivo de la naturaleza humana. Este profesor llegó a concebir que la interacción entre los individuos, realizada mediante el desarrollo de la expresión simbólica, suministraba el material de construcción básico de las personas humanas. Sus teorías sobre este proceso convirtieron a George H. Mead en la figura central de esa corriente de la Psicología social que es generalmente conocida como interaccionismo simbólico. Esta perspectiva, especialmente popular entre los psicólogos sociales con una formación sociológica, se ha aplicado con profusión a los estudios de socialización, a la conducta de grupos pequeños, y al impacto logrado por las instituciones. Un refugiado judío de la Alemania nazi que llegó a América, trajo consigo un entusiasmo altamente contagioso por la construcción teórica y una pasión por la reforma social. En América, estos talentos de Kurt Lewin se dirigieron a lograr una nueva síntesis, conocida como la teoría del campo inspirada, por sus raíces alemanas, en la psicología de la gestalt, pero dotada de un sabor típicamente americano al generar la dinámica de grupos y la investigación para la acción. La influencia de Lewin y sus estudiantes en la psicología social contemporánea en Estados Unidos, ha sido comparativamente mayor que la de cualquier otro grupo. B. F. Skinner ha llevado a cabo su trabajo en un estilo muy diferente al de Freud, Med o Lewin. Su afición por la tecnología y la filosofía del conductismo radical llevaron a Skinner a encuadrar la conducta social en un modelo mucho más simple. Sin embargo, el conductismo operante de Skinner, desarrollado al principio a través de sus estudios con ratas en los laboratorios de Harvard, ha operado una gran revolución en la psicología del siglo veinte. Un factor principal en este revolución ha sido la propia preocupación de Skinner por aplicar su modelo a las formas complejas de la conducta humana. El mayor impacto de estos esfuerzos está comenzando ya a sentirse en la psicología social. Es evidente que existen muchos otros hombres y mujeres que han hecho importantes contribuciones al psicoanálisis, al interaccionismo simbólico, a la teoría del campo y al conductismo operante. No obstante, destacan como pioneros Freud, Mead, Lewin y Skinner. Por tanto, nuestra atención se centrará en estos cuatro hombres. Cada uno representa claramente un marco de referencia distinto, un paradigma diferente, para encardinarse en la ciencia de la psicología social. Al comienzo de este capítulo, citamos la Lord Keynes con referencia al impacto de los economistas y los políticos en el pensamiento popular, deducíamos que algo similar podía aplicarse a

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la influencia de los principales psicólogos sociales, o al menos a aquellos que pretendemos considerar como maestros. Ahora queremos subrayar nuevamente este punto, con una referencia especial a la continuidad entre lo que el psicólogo social estudia y las preocupaciones de la vida cotidiana. Con el surgir de la nueva ciencia de la psicología social en el siglo XX, en el momento en que las disciplinas más antiguas de la sociología y la psicología se entrecruzan en el estudio de la conducta interpersonal, aquélla, ha ido desarrollando sus propias teorías especializadas y sus procedimientos de investigación. Una muestra de su literatura básica en revistas como Journal of Personality and Social Psychology, Journal of Experimental Social Psychology, o Sociometry puede mostrar al profano que esta ciencia puede ser casi tan ininteligible como cualquier otra. Decíamos casi, pero no demasiado, pues siempre se ha preocupado la psicología social por cuestiones básicas que comparten la mayoría de los hombres y de las mujeres. Estas pueden formularse en un lenguaje distinto al del profano y la investigación puede llevar a observaciones diferentes de las de la vida cotidiana, pero en la base del trabajo del psicólogo social se encuentran cuestiones tan fundamentales como las siguientes: ¿Cómo somos influenciados por los otros en la interacción? ¿Cómo nuestro pensamiento y nuestra conducta se ven afectados por características peculiares de la sociedad, tales como las que nos llegan a través de los medios de comunicación o a través de las actividades de ciertos grupos? Estas cuestiones preocupan también directamente a la mayoría de los hombres y de las mujeres a medida que viven sus vidas; y esto actúa como vínculo común entre la ciencia de la psicología social y una gran cantidad de observaciones informales de la gente normal y corriente. Los psicólogos sociales a menudo se sienten incómodos por este vínculo con el profano y tienen gran cuidado en señalar cómo sus hipótesis y hallazgos se apartan del sentido común. Es cierto que sus esfuerzos más especializados distinguen facetas y observan matices de la conducta nunca imaginados por la mayoría de la gente, pero tras estas diferencias entre la ciencia de la psicología social y la psicología popular de cada persona, se encuentra normalmente un fondo común. Ambas buscan verdades de gran alcance en la conducta social, verdades que puedan ser apreciadas tanto por el científico como por el ciudadano. Milton J. Rosemberg ha expresado una posición similar al referirse a la función de parábola de muchos experimentos de la psicología social. Al igual que las teorías generales de la ciencia social pueden servir a muchos como teologías seculares -los modos en que concebimos nuestro lugar y nuestro objetivo en el universo social- de manera similar los experimentos particulares que los psicólogos sociales realizamos pueden concebirse como parábolas. Para usar las palabras de Rosemberg, ellos “dan voz, mediante un representación concretizada, a las verdades más amplias que organizan la vida -haciéndolo en forma dramatizada y provocando un shock del conocimiento, el estremecimiento del insight” (Rosemberg, 1970, página 181). Son, en otras palabras, expresiones concretas, a pequeña escala, de verdades más generales sobre la experiencia humana; y lo que el experimento demuestra no es sólo aquello a lo que el investigador explícitamente se dirige, sino que incluye esa verdad de mayor alcance que suele estar implícita en la discusión del experimento. Como Rosemberg indica, algunos de los mejores ejemplos de la investigación en psicología social (por ejemplo, los estudios sobre conformidad de Solomon Asch, el trabajo de Stanley Milgram sobre la obediencia, y los experimentos acerca de la disonancia cognoscitiva de Leon Festinger) pueden contemplarse bajo esta luz. Todos estos ejemplos presentan en forma muy reveladora alguna idea básica sobre nuestra naturaleza como animales sociales: nuestra abierta inclinación a

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conformarnos con nuestros iguales, la aceptación de los dictados de la autoridad, y el justificar con frecuencia nuestras acciones de modo irracional. Lo que resulta cierto para determinados experimentos, también se aplica a las teorías más generales. Los psicólogos sociales, en los experimentos, a menudo escogen una parte de nuestra experiencia común para iluminar una idea más general. En sus teorías toman algún concepto común de la vida humana y lo expresan en términos más formales y con mayor lógica. En esencia, pues existe una continuidad básica entre lo que los psicólogos sociales piensan y aquello que puede ocupar la mente de los ciudadanos ordinarios. El señalar la continuidad entre las ideas de los psicólogos sociales y de los profanos no quiere decir, sin embargo, que los psicólogos sociales se limiten a tomar prestadas sus teorías de los supuestos comunes de la vida diaria. Es cierto que algunos, como Fritz Heider (1958) han sostenido que el psicólogo social puede aprender mucho estudiando la psicología ingenua que la gente suele utilizar para conformar sus acciones. Pero por lo general, se hace hincapié en otra dirección; las teorías proceden de los escritos de los especialistas que han formulado las ideas de modo más sistemático que aquellas implícitas en las concepciones populares. Los psicólogos sociales acuden a estos especialistas, resaltando aquellos aspectos que encajan en la investigación que cada uno conoce mejor. En este capítulo introductorio hemos señalado hasta ahora dos puntos principales. Primero: existen varios marcos de referencia o paradigmas diferentes, relevantes en la psicología social y cada uno va asociado a un teórico influyente. Segundo: los temas de los teóricos más influyentes en psicología social muestran una estrecha continuidad con las cuestiones claves por las que nos preguntamos en la vida cotidiana. La combinación de ambos da lugar a un tercer punto importante. El significado pleno de un enfoque básico en psicología social se capta mejor si examinamos en contexto vital en que se ha formado. Por lo tanto, en vez de comenzar con la discusión de una teoría fundamental, para añadir después alguna información incidental sobre el teórico, procederemos en dirección opuesta. Primero presentaremos los datos biográficos para mostrar el contexto en el que se ha gestado la teoría. Y a partir de aquí desarrollaremos las líneas principales del enfoque teorético a medida que éste emerge del contexto. Por último discutiremos las nuevas derivaciones de cada enfoque, resaltando en especial su impacto en la psicología social contemporánea. En otras palabras comenzaremos en primer lugar con las vidas de nuestros maestros. Siendo conscientes de los sucesos asociados al desarrollo de sus ideas, podremos apreciar mejor el significado de esas teorías. En particular, ello nos sensibilizará para ver con mayor claridad la relación entre las principales teorías de la psicología social y los sucesos de la experiencia cotidiana que pueden servir para ilustraras.

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