Saussure- Resumen

Saussure. Lejos de preceder el objeto al punto de vista, es el punto de vista el que crea el objeto. El sonido es el ins

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Saussure. Lejos de preceder el objeto al punto de vista, es el punto de vista el que crea el objeto. El sonido es el instrumento del pensamiento y forma con la idea una unidad compleja, fisiológica y mental. El lenguaje tiene un lado social y otro individual, e implica a la vez un sistema establecido y un producto del pasado. En cada momento es una institución actual y un producto del pasado. Hay que tomar la lengua como norma de todas las otras manifestaciones del lenguaje, ya que es una totalidad en sí y un principio clasificador. La lengua es una convención y la naturaleza del signo es secundaria en el problema del lenguaje. Lo natural al hombre no es el lenguaje hablado sino la capacidad de constituir una lengua: un sistema de signos distintos que corresponden a ideas distintas. Es la lengua la que hace la unidad del lenguaje. El circuito de la palabra es psíquico (imágenes verbales y conceptos), fisiológico (fonación y audición) y físico (ondas sonoras). La facultad de asociación, coordinación y recepción tiene el primer papel en la organización de la lengua como sistema. La ejecución de la lengua está a cargo del individuo, y es el habla. La lengua es un tesoro depositado por la práctica del habla en los sujetos que pertenecen a una misma comunidad. La lengua existe en la masa. Lengua Habla Social Individual Esencial Accesorio y accidental Es registrada pasivamente y la reflexión no Acto individual de voluntad e inteligencia interviene El lenguaje es heterogéneo, y la lengua es homogénea, y se puede localizar en la porción determinada del circuito donde una imagen acústica viene a asociarse con un concepto. Las dos partes del signo son psíquicas. Las realidades de la lengua tienen asiento en el cerebro. Los signos de la lengua son tangibles. La lengua es el depósito de las imágenes acústicas y la escritura su forma tangible. La lengua es clasificable entre los hechos humanos, y el lenguaje no. La semiología sería la ciencia que estudie la vida de los signos en el seno de la vida social, y formaría parte de la psicología. La lingüística sería una parte de esta ciencia, y así se encontrará ligada a un dominio bien definido en el conjunto de los hechos humanos. El signo es ajeno a la voluntad individual o social, y en eso está su carácter esencial. Si se quiere descubrir la naturaleza de la lengua hay que considerarla en lo que tiene de común con los demás sistemas del mismo orden. Los términos implicados en el signo lingüístico son ambos psíquicos y están unidos en nuestro cerebro por un vínculo de asociación. Lo que el signo lingüístico une no es una cosa y un nombre, sino un concepto y una imagen acústica. La imagen acústica no es el sonido material sino una huella psíquica, es sensorial.  Signo lingüístico: combinación de concepto e I.A. Ambas caras están recíprocamente unidas. IC om ná -g

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Las vinculaciones consagradas por la lengua son las únicas que nos aparecen conformes con la realidad.

 -Primer principio: Arbitrariedad del signo: El lazo que une al significado con el significante es arbitrario, por lo que el signo lingüístico es arbitrario. Todo medio de expresión recibido de una sociedad se apoya en el hábito colectivo o la convención. Es la regla lo que obliga a usarlos y no su valor intrínseco. La lengua, el más complejo y extendido sistema de expresión es el más característico de todos, por lo que la lingüística debe erigirse en el modelo general de la semiología. Arbitrario no debe dar idea de que el significante depende de la libre elección del hablante, sino que queremos decir que es inmotivado, es arbitrario con relación al significado, con el que no guarda ningún lazo natural. -Segundo principio: carácter lineal del significante: El significante, por ser de naturaleza auditiva, se desenvuelve en el tiempo y tiene los caracteres que toma de él: representa una extensión mensurable en una sola dimensión lineal. Todo el mecanismo de la lengua depende de ese hecho. Los significantes visuales pueden ofrecer complicaciones simultáneas en varias dimensiones, pero los elementos de los significantes acústicos forman una cadena. En la escritura la sucesión en el tiempo es sustituida por la línea espacial de los signos gráficos.  -Inmutabilidad del signo: el significante es impuesto a la comunidad lingüística que lo emplea. A la masa social no se le consulta ni el significante elegido por la lengua podría ser reemplazado por otro. La masa está atada a la lengua tal cual es. El signo lingüístico está fuera del alcance de nuestra voluntad. La lengua es una herencia de la época precedente y hay que tomarla tal cual es. El objeto de la lingüística es la vida normal y regular de una lengua ya constituida. Un estado de lengua dado es el producto de factores históricos. La suma de esfuerzos que exige el aprendizaje de la lengua materna, basta para llegar a la conclusión de la imposibilidad de un cambio general. La reflexión está ausente en la práctica de un idioma, los sujetos son inconscientes de las leyes de la lengua, por lo que, ¿cómo van a poder modificarlas?

AM r ob it t r a r i e d a d : p a r a q u e u n a c o s a e n t r e e n c u e s t i ó n e s n e c e s a r i o q u e s e b a s e e n u n a c u e s t i ó n r a z o n a b l e , y l a le n g u a c a r e c e d e e s a b a s e

iv o s de la in m u ta b ili dad

-Mutabilidad: El signo está en condiciones de alterarse porque se continúa. El tiempo altera más o menos rápidamente los signos lingüísticos. Mutabilidad e inmutabilidad son solidarios: el signo está en condiciones de alterarse porque se continúa. Lo que domina en toda alteración es la persistencia de la materia vieja. La lengua se transforma sin que los sujetos hablantes puedan transformarla. Sean cual fueren los factores de alteración, siempre conducen a un desplazamiento de la relación entre el significado y el significante: surgen otras correspondencias entre la materia fónica y la idea. Una lengua es incapaz defenderse contra los factores que desplazan minuto tras minuto la relación significadosignificante. Es una de las consecuencias de lo arbitrario del signo. La continuidad en el tiempo unida a la alteración en el tiempo es un principio de semiología general. El tiempo altera todas las cosas. El lenguaje está dividido en lengua y habla. La lengua es el conjunto de hábitos lingüísticos que permiten a un sujeto comprender y hacerse comprender. Hace falta una masa parlante para que haya una lengua. La lengua no existe fuera del hecho social, porque es un fenómeno semiológico. Su naturaleza social es uno de los caracteres internos. La acción del tiempo se combina con la de la fuerza social: fuera del tiempo la realidad lingüística no es completa. Tiempo

Lengua

Masa parlante

 Lingüística estática y evolutiva: Pocos lingüistas se dan cuenta de que la intervención del factor tiempo coloca a su ciencia en dos rutas divergentes. La mayoría de las otras ciencias ignoran esta dualidad, el tiempo no produce en ellas efectos particulares. Todas las ciencias deberían interesarse por señalar los ejes sobre los que están situadas las cosas de que se ocupan: habría que distinguir un eje de simultaneidades (sincrónico) que concierne a las relaciones entre cosas coexistentes, de donde está excluido el tiempo, y un eje de sucesiones (diacrónico), en el que no se puede considerar más que una cosa a la vez, pero es donde están situadas las cosas del primer eje con sus cambios respectivos. Para las ciencias que trabajan con valores esta distinción es una necesidad práctica, ya que tienen que distinguir entre el sistema de valores en sí y esos mismos valores considerados en función del tiempo. La lengua es un sistema de puros valores que nada determina fuera del estado momentáneo de sus términos. Cuanto más complejo es un sistema de valores, más necesario es estudiarlo según sus dos ejes. Y ningún sistema llega en complejidad a igualarse con la lengua. El lingüista debe hacer tabla rasa en todo lo que ha producido y desentenderse de la diacronía, y colocarse en un estado determinado. Un hecho diacrónico es un suceso que tiene su razón de ser en sí mismo, las consecuencias sincrónicas particulares le son ajenas. Los hechos diacrónicos no cambian el sistema: la modificación no cae sobre la ordenación sino sobre los elementos ordenados. El sistema es sí mismo es inmutable, los que se alteran son los elementos. Se pasa de un estado a otro sin notarlo, no es el conjunto el desplazado, sino que un elemento del primero ha cambiado y ha hecho nacer otro sistema. El estado resultante del cambio no estaba destinado a señalar las significaciones de que se impregna. Los cambios se producen fuera de toda intención. En el hecho sincrónico se ponen en relación dos términos simultáneos, y en el diacrónico interesa sólo un término, y para que aparezca una forma nueva debe cederle el puesto la antigua. En la perspectiva diacrónica nos ocupamos de fenómenos que no tienen relación con los sistemas, a pesar de que los condicionan. Los cambios se deben a puro accidente. La lengua es un sistema en el que todas las partes se deben considerar en su solidaridad sincrónica.

Como las alteraciones no se hacen sobre el bloque del sistema, sino sobre los elementos, no se pueden estudiar más que fuera del sistema. Cada alteración tiene su repercusión en el sistema, pero el hecho inicial ha afectado a un punto solamente, no hay relación intima con las consecuencias que se pueden derivar para el conjunto. La lengua es comparable al ajedrez: en la lengua cada término tiene un valor por su oposición con todos los otros términos. El sistema es momentáneo, y varía de posición en posición. Los valores dependen de una convención inmutable. Para pasar de un equilibrio a otro, basta el cambio de un solo elemento. A pesar de eso, el cambio tiene repercusión en todo el sistema, y es imposible prever los límites de ese efecto. El desplazamiento de un elemento es un hecho distinto del equilibrio precedente y del subsiguiente. La única diferencia en la comparación es que la lengua no premedita nada. El aspecto sincrónico es el que prevalece porque es el verdadero y único para la masa hablante. Si el lingüista se sitúa en la perspectiva diacrónica no será la lengua lo que percibirá, sino una serie de acontecimientos que la modifican. Sus métodos también son distintos: la sincronía toma testimonios de sujetos hablantes, y la diacrónica toma dos perspectivas: una prospectiva (sigue el curso del tiempo) y otra retrospectiva (lo remonta). Los límites también son distintos: el sincrónico tiene por objeto el conjunto de hechos de cada lengua, y el diacrónico se ocupa de términos que no pertenecen a una misma lengua, basta que tengan entre sí un vínculo histórico. El uno es la relación entre elementos simultáneos, y el otro la sustitución de un elemento por otro en el tiempo. La verdad sincrónica y la diacrónica existen sin excluirse. En cuanto a si los hechos de la lengua están gobernados por leyes, podemos decir que toda ley social es imperativa y general. La ley sincrónica es general pero no imperativa. Y no se habla de ley más que cuando un conjunto de hechos obedece a la misma regla, y los sucesos diacrónicos son accidentales y particulares. Además, los hechos diacrónicos son particulares: los sucesos que alteran la lengua están aislados, sin formar sistema entre sí. Por lo tanto, ni unos ni otros están regidos por leyes. En cuanto al punto de vista pancrónico, nunca alcanza a los hechos particulares de la lengua. Todo cuanto es diacrónico en la lengua solamente lo es por el habla: en el habla se hallan los gérmenes del cambio. En la historia de toda innovación comprobamos dos momentos: el primero, cuando surge en los individuos, y el segundo, cuando se convierte en hecho de la lengua, adoptado por la comunidad. La lingüística sincrónica se ocupará de las relaciones lógicas y psicológicas que unen términos coexistentes y que forman sistema, tal como aparecen en la conciencia colectiva. La diacrónica estudiará las relaciones que unen términos sucesivos no percibidos por una misma conciencia colectiva, y que se reemplazan unos a otros sin formar sistema entre sí. Teniendo en cuenta la lingüística sincrónica, podemos afirmar que en la práctica, un estado de lengua no es un punto sino una extensión de tiempo en la cual la suma de cambios acaecidos es mínima. Las entidades concretas de la lengua: Los signos de que se compone una lengua son objetos reales, estudiados por la lingüística. Dentro del mecanismo de la lengua, hay unidades deslindadas que se oponen. Cuando sabemos qué sentido y papel hay que atribuir a cada parte de la cadena, vemos deslindarse esas partes unas de otras. La lengua es una masa indistinta en la que el hábito nos hace hallar elementos particulares. La unidad es una porción de sonoridad que es el significante de cierto concepto. Identidad y valores: Teniendo en cuenta la identidad sincrónica, podemos decir que todo el mecanismo lingüístico gira sobre identidades y diferencias. Cada vez que empleo una palabra renuevo la materia. En la lengua, donde los elementos se mantienen recíprocamente en equilibrio según reglas determinadas, la noción de identidad se confunde con la de valor. Valor Lingüístico: Psicológicamente, hecha abstracción de su expresión por medio de palabras, nuestro pensamiento es una masa amorfa e indistinta. La substancia fónica no es un molde sino una materia plástica que se divide en partes distintas para suministrar los significantes que el pensamiento necesita. El papel de la lengua frente al pensamiento es el de servir de intermediaria entre

el pensamiento y el sonido, en condiciones tales que su unión lleva a deslindamientos recíprocos de unidades. La lengua es el dominio de articulaciones donde cada término es un artículo donde se fija una idea en un sonido y donde un sonido se hace el signo de una idea. La lingüística trabaja en el terreno limítrofe donde los elementos de dos órdenes se combinan, y esta combinación produce forma y no sustancia. Son confusos y amorfos los dos dominios enlazados por el hecho lingüístico, y la elección que se decide por tal porción acústica para tal idea es arbitraria. La colectividad es necesaria para establecer valores. El valor es la propiedad que tiene una palabra de representar una idea. Pero además, en la lengua, cada término o elemento tiene un valor correspondiente por su oposición con los otros términos. Los valores están constituidos por: -algo distinto de cualquier otra cosa, con la que puede intercambiarse, y cuyo valor debe determinarse y -cosas similares a aquella cuyo valor se va a determinar. Como la palabra forma parte de un sistema, está revestida de significación y de un valor. Los valores son diferenciales, definidos no positivamente por su contenido sino negativamente por sus relaciones con los otros términos del sistema: son lo que otros no son. Un valor está determinado por sus relaciones con los otros valores similares, y sin ellos la significación no existiría. En cuanto a la parte material, lo que importa en la palabra no es el sonido por sí mismo, sino las diferencias fónicas que permiten distinguir una palabra de las demás, pues ellas son las que llevan significación. Arbitrario y diferencial son cualidades correlativas. Los signos actúan no por su valor intrínseco sino por su posición relativa. Los fonemas son entidades opositivas, relativas y negativas. En la lengua sólo hay diferencias conceptuales y fónicas sin términos positivos. En cuanto consideramos el signo en su totalidad nos hallamos ante una cosa positiva en su orden. Un sistema lingüístico es una serie de diferencias de sonidos combinadas con una serie de diferencias de ideas. Este enfrentamiento de signos acústicos con cortes hechos en la masa del pensamiento engendra un sistema de valores que constituye el lazo efectivo entre los elementos fónicos y psíquicos en el interior de cada signo. Aunque el significado y el significante tomado cada uno aparte sean negativos y diferenciales, su combinación es un hecho positivo. Dos signos que comportan cada uno un significado y un significante no son diferentes, sólo son distintos. La lengua es un sistema de equilibrio complejo de términos que se condicionan recíprocamente. La lengua es una forma y no sustancia. La diferencia de términos que constituye el sistema no corresponde en modo alguno a las relaciones auténticas entre las cosas, sino que deben corresponder a las primeras impresiones que recibe la mente, las cuales establecen las relaciones más inesperadas entre cosas separadas y tienden a dividir cosas que son unidades absolutas. La existencia de hechos materiales es indiferente a la lengua. Se mueve gracias a las categorías negativas, desligadas de todo hecho concreto y preparadas para almacenar cualquier idea que venga a añadirse a las precedentes.  Relaciones sintagmáticas y asociativas: -Relaciones sintagmáticas: en el discurso, las palabras se ordenan en forma lineal ya que no existe la posibilidad pronunciar dos elementos a la vez. Estas combinaciones se denominan sintagmas. El sintagma se compone de dos o más signos consecutivos, de los que se debe considerar la relación que une las diversas partes de un sintagma y la relación que enlaza la totalidad con sus partes. Colocado en un sintagma, un término sólo adquiere valor porque se opone al que le sigue o al que le precede o a ambos. Evoca la idea de sucesión y de un número determinado de elementos. -Relaciones asociativas: fuera del discurso, las palabras que ofrecen algo en común que asocian en la memoria, formando el tesoro de la lengua de cada individuo. Las asociaciones mentales serán tantas como relaciones diversas haya, ya que un término dado es como el centro de una constelación del cual convergen otros términos coordinados cuya suma es indefinida. El espíritu crea tantas series asociativas como relaciones diversas haya. No tienen orden ni un número definido.