Samuel Cardich

Tres Historias de Cardich Por Juan Alberto Osorio Fuente: Revista Arteidea Nº 27 En estos tiempos de primacía de la narr

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Tres Historias de Cardich Por Juan Alberto Osorio Fuente: Revista Arteidea Nº 27 En estos tiempos de primacía de la narrativa, muchos son los poetas que recalaron en sus predios. Por el contrario, difícil encontrar narradores que se hayan tornado poetas. Así, es pertinente hablar de la narrativa de los poetas. El caso de Samuel Cardich es diferente: se trata de uno de los escasos escritores peruanos que alterna, con eficacia, las escrituras poética y narrativa. Repitiendo, y no parodiando, a ciertos españoles del siglo XVI, de quienes se decía que tomaban "ora la pluma, ora la espada", diríase que Cardich toma ora el verso, ora la prosa narrativa. Y así, en ese orden, ya van cuatro libros editados: Hora de silencio (poesía, 1986), Malos tiempos (cuentos, 1987), De claro a oscuro (poesía, 1995) y Tres historias de amor (cuentos, 1996). Este último acaba de ser reeditado, en diciembre último (Editorial El albatros, Lima, 2002). No sabemos si en esta segunda edición, el autor introduce algunas variantes textuales. De ser así, ello obligaría a una aproximación intertextual; pero en este comentario, obviamos tal posibilidad. El libro reúne tres relatos: El hombre que lo arreglaba todo, Nati y los gorriones e Historia de un feo que se fue a morir en un pueblo de bellos. El primero toma parcialmente los recursos del relato oral, y es la historia de un hombre que recorre, incansable y sin rumbo fijo, pequeños poblados de la sierra. Permanece en cada lugar el tiempo justo para realizar reparaciones de todo tipo, y marcharse en su caballo esmirriado. Nadie conoce su nombre, ni sabe nada de él, tampoco el porqué de sus servicios gratuitos, por los que sólo acepta un plato de alimentos o un rincón donde pernoctar. Tampoco se sabe lo que lleva en su maleta, pues nunca la abre. Al final, es invitado a visitar un pueblo en el que es rechazado, y donde abre su maleta, y de ella emergen dos marionetas, que representan a él y su caballo. Ante niños absortos representa su breve historia en ese pueblo, que concluye con su salida del mismo. En ese punto, la historia coincide con esa otra que se cuenta dentro de ella. Y así, se marcha como vino, este hombre que arreglaba todo, pero al parecer no podía arreglarse a sí mismo. Nati y los gorriones es la tierna historia de una mujer de cincuenta años, que ama desmesuradamente a los gorriones. Vive en soledad y frecuenta sólo a estas aves, a las que alimenta y comprende mejor que nadie. De ellos conoció la gratitud, como del gorrión que ella llamó Tico, que un día encontrara herido, y una vez curado y dejado libre, retornó para acompañarla varios años. Una fuerte voluntad realista anima al narrador-personaje, que es además el propio autor. Desde que trabó amistad con Nati, penetra en su universo poblado de ternura casi infantil y de gorriones. El ruido de las motosierras que derriban la morada de los gorriones y provocan su éxodo, como el del motor del vehículo que transporta a Nati, quebrantan un orden, alteran una armonía con paciencia establecida. Pero más allá de ello, adquieren niveles simbólicos interesantes. Los gorriones se marchan, Nati también: en ambos casos, queda la promesa del retorno incierto. Los tapices que Nati tejió, con esmero y demora, adquieren finalmente otro valor. Ya no serán los pisos de maceta, sino sargas que historian su vida ausente. En este relato, como en otros, se establece la fijación temporal; es por lo mismo, el espacio, y sobre todo las acciones, los elementos que activarán la ficcionalidad.

Historia de un feo que fue a morirse en un pueblo de bellos es una historia que trata de un hombre joven, calificado como feo, aunque sin precisar sus rasgos. Hastiado por la rutina diaria entre el trabajo, la pensión y su habitación de hombre solo, desea viajar. Lo hace, aprovechando los días de vacaciones, y es bajado en una estación desierta y nocturna. Al amanecer, descubre maravillado un lugar idílico, habitado por personas bellas del que será primero rechazado, y luego aceptado por una acción temeraria que lleva a cabo. Desde el inicio asiste al nacimiento del amor por una joven y que alimentará hasta el delirio. Al cabo de varios años, logra leves avances en sus propósitos amorosos, lo que sugieren el logro de la felicidad a largo plazo o tal vez de manera súbita. Todas las acciones parecen ubicarse en el nivel escatológico, en ese "recurso edénico" que es una especie de paraíso, en el que también es discriminado y escarnecido. Desde esta perspectiva, el viaje emprendido y la llegada a este extraño lugar, adquieren otra significación, junto a la soledad, al aislamiento deliberado del personaje, y la marginalidad consiguiente. Desiste de su retorno a su ciudad (realidad) y prefiere quedarse en ese lugar (ilusión), alimentando el obsesivo amor por esa muchacha, hermosa en grado sumo, que lo deslumbró. Los linderos entre vigilia y sueño, son traspuestos con naturalidad, tanto para continuarse, como para confundirse. Estos relatos muestran a un narrador que maneja con naturalidad su discurso, además de una sensibilidad y una visión casi poéticas, y expresadas con sentimiento auténtico. Existen en los relatos elementos comunes, como el desconocimiento de la vida anterior de los personajes, de los que apenas se desliza una que otra referencia; la soledad que posee a los protagonistas; el viaje incierto o sin término que marca sus vidas; la búsqueda o el asomo de pasajes idílicos; vidas que indagan algo, a veces de modo febril, pero que casi siempre terminan cerrándose en sí mismas. En Tres historias de amor los discursos narrativos discurren con fluidez, precisión, activando un campo sugestivo. Los títulos, como elementos paratextuales, establecen una isotopía semántica, que el texto confirma. Pero no es allí que radica su riqueza, sino en la capacidad de generar otros niveles de lectura; allí los personajes parecen huir de algo impreciso o de sí mismos, y al mismo tiempo buscar algo que finalmente no encuentran. Sin embargo, en los tres relatos hay una armonía con esfuerzo establecida, una armonía extraña, pero armonía al fin, y al quebrarse revela una riqueza mayor que permanecía encerrada. La soledad asoma en estos tres relatos. También los animales (caballo, gorriones) y las flores. Su presencia es tal que llegan a asumir importantes roles actanciales. La sensación de fracaso también tiene su recorrido, pero queda la vida soñada, en un amor de distinta índole en cada caso, pero también asoman elementos fabulosos, que cumplen importante función, en oposición a la dura, magra y hasta adversa realidad. Cárdich es un narrador que con facilidad maneja éstos y otros recursos de la diéresis y creo que con adecuados recursos técnicos, confirmando la calidad que se le conoce.

Samuel Cárdich, el jinete incógnito Por Gonzalo Espino

Samuel Cárdich pertenece a ese núcleo de escritores modernos que desde Huánuco le han puesto un nuevo signo y valor a la literatura que se hace en el Perú. Con él, Andrés Cloud y Mario Malpartida, tres escritores que presentan esa otra mirada de la narrativa peruana contemporánea. Todos ellos participan de una aventura sencilla, aunque compleja: la voluntad de hacer excelente literatura, que junto con otros creadores huanuqueños, han creado un polo o en un centro activo de cultura que han redefinido el espacio regional y cuestiona -o descentra- la ciudad letrada limeña. Cárdich transita de la poesía a la narración y cada producción suya tiene la maestría de un gran creador. Entre sus producción queremos destacar Hora de silencio (1986), Malos tiempos (1987), De claro a oscuro (1995) y Tres historias de amor (1996, 2002). Su trabajo está inspirado en la necesidad de que el acto de escritural cautive a su lector, por ello la elección de la palabra, el tema, el estilo, la técnica, su estructura discursiva, tienen siempre que ver con la magia del efecto literario. La escritura de Cárdich está definida por un tipo de narrativa que tiene una apego hiperrealista al hecho, pero al mismo tiempo la distancia que establece con sus referentes y convertirlos en un acto básicamente ficcional, cuestión que en el plano del lenguaje se expresa en la fluidez que impone a cada relato –según sea el caso- y al ritmo que acompasan las palabras para hacer vivir ese mundo llamado poesía, relato, literatura. Si esto es en general, Cárdich es los escritores que ha sabido granjearse en sus textos una trama que viene de lo que escuchado y que se reinventa transfieren en la escritura. Asunto que nos recuerda su especial atención a los relatos de tradición oral.

El retorno del jinete incógnito Una muestra de esto es su reciente entrega El retorno del jinete incógnito[1]. Se trata de un cuento que se publica independientemente y que da la sensación de una novela breve, esto en tanto que el formato así parece revelarnos. El libro va acompañado de ilustraciones de William Huasco E., las mismas que siguen las secuencias fundamentales del relato. El autor esta vez ha elegido una historia extrema, pero sabiamente dosificada para que nuestra sensibilidad imagine la ausencia. En el plano de la realidad se trataba de un “niño azul”-según reciente declaración del autor-[2], referente que se hace ficción: con ello logra el equilibrio entre la fuerza de la narración y la intensidad de lo narrado por acción del personaje principal. El retorno del jinete incógnito narra la historia de un grupo de niños –que pueden ser o no andinos- y que en el "patio del viejo caserón" (La Quinta) "en un año podían jugar sin ningún juguete, hasta 365 juegos distintos, sin llegar a repetir uno solo"; en esas circunstancias se duplica un personaje que va a dar vida a uno de los relatos que cuentan los pequeños: el Jinete Incógnito y la aparición de "Jinete Incógnito" en los lares del patio donde estos jugaban. Corresponde recordar, por otro lado, que esta opción tiene relación directa con la serie a la que pertenece este volumen, se trata de los Cuentos del oidor (El último petirrojo, La casa de Guayacán); por ello, esta saga hay que leerlas como las historias que escucha el narrador y convierte en ficción: se trata de un creador que escucha historias reales (que el historiador puede indagar en la ficción). Su labor del escritor, no se queda allí, escucha las historias para dar un

sentido y encauzarla porque “escrib[e] para hacer felices a los demás”, aun cuando el narrador siga atrapado en su inmensa soledad[3]. De allí proviene ese tejido narrativo que tiene de voz y poesía. La publicación que estoy comentando se puede leer en dos momentos: la primera, la historia del de Jinete y la segunda, la historia del pequeño Jinete en el viejo caserón. Un acercamiento En el primer caso se trata de los niños y las historias que ocupa la fantasía y memoria de estos pequeños que "se sentaban en rueda debajo de algún árbol a contarse cuentos de temas diversos", hasta que "Una noche de luna oscura, alguien contó El cuento del Jinete Incógnito (el nombre va en mayúscula, pues aun cuando no se sabía quién era, era alguien) que aparecía montado en Caballo (de igual modo, por ser el nombre del animal)." Cuento que será uno de los mejores que se narraron, con todas las controversias que generó en el grupo. Si todos tenían obligación de narrar, había un par de excepciones: Calincho no cuenta, pero acompaña realizando los “efectos especiales” para los relatos que se cuentan. El otro será el aspirante a narrador oral, un niño que "no sabía contar, porque todavía era pequeño y solo iba a escuchar la narración de los demás. Tenía apenas seis años, era de contextura delgada y además muy débil, pues sufría de una dolencia que le impedía hacer esfuerzos". El relato cautiva a todos. La historia se la recreaba, el héroe aparece en el mundo a destiempo, viene a luchar por la justicia, un personaje que transita por la ciudad con su caballo, que escrupulosamente respeta las luces del semáforo, etc. Pero esta historia increíble "había llegado a su fin y no se podía contar más. Eso les decía, hundiendo a sus oyentes en un sentimiento de gran frustración." Agreguemos que en este universo narrado todos participan. La segunda parte, remeda los episodios en el plano de la realidad que viven los pequeños. El jinete será una aparición necesaria y casi un acto de solidaridad, el relato ahora se vincula con el pequeño y tiene de apoteósico y de silencio. Cuando la palabra había llegado al límite, aparece el jinete: "Hasta que una noche, de la manera más sorpresiva, volvió aparecer el Jinete Incógnito, pero esta vez ¡en persona!. No tenía la apariencia completa del Jinete Incógnito, pero era una copia bastante aceptable del original, y, en parte, lo mejoraba, debido a que tenía el mismo tamaño de los niños de La Quinta [...] Esta por demás decir que sus camaradas de juegos sabía con toda precisión quien era el personaje. Sin embargo, se preguntaban adrede y en voz alta '¿Quién será el Jinete Incógnito?', para que la pregunta llegara a los oídos del héroe, y pudiera sentirse encantado que nadie lograra descubrir su identidad y se animara a dar una vuelta triunfal entre los árboles, antes de retirara a su morada. " Aparece y convierte al patio de La Quinta, en el punto necesario del encuentro, pero al ser este una representación del niño que sufre una enfermedad, las aventuras del jinete se vuelve más lentas, casi en cámara lenta (si Jinete 1 cruza las calles con dificultades, tiene que esperar la luz verde; este jinete es lento, pacienzudo, como aparece en el relato). Pero esta lentitud, esta cámara lenta, es solo eso. Las esporádicas salidas del jinete hasta su ausencia definitiva, serán acompañadas por la solidaridad en la creación de una música

pegajosa y una pésima letra. Luego vendrá un desenlace lento y desolador como la muerte, estos niños descubren que la vida tiene que continuar pese a la ausencia definitiva de uno de ellos. El cuento se cierra con ausencia, pero al mismo tiempo con la continuidad del relato, esto gracias a que el narrador nos pone en su historia la huella de la existencia del Jinete Incógnito de La Quinta, al dejar la indumentaria, luego, aparece su caballo, como signos de la continuidad del relato: "Desde esa vez, en algunas noches de luna, cuando a los niños les coge la nostalgia y se ponen a cantar o a silbar entre dientes La canción del Jinete Incógnito, dicen que vuelve a escuchar el lejano relincho de un caballo y pueden ver de nuevo al Jinete Incógnito, desplazándose con la rapidez del viento entre la sombra larga de los árboles". Cárdich nos entrega con ello una de las más tiernas historias escrita en el país. Una historia lineal, contada por un narrador, capaz de crear un clima que atrae, que cautiva al lector, de allí que la sucesión de evento, busca poner en tensión la historia y lo que dice la fábula, por eso, esta se acelera o se vuelve más lenta, conforme a la exigencia del cuento. El retorno del Jinete incógnito será uno de los cuentos más innovadores en términos de estrategia discursiva y al mismo tiempo una manera de traer felicidad y ternura para compartir con sus lectores y hace de Cárdich un escritor de la estirpe de los grandes narradores que tiene la sabiduría -moderna- de los mejores cuentistas.

Samuel Cárdich: narrador y poeta

Por Javier Ágreda Con más de diez libros publicados, Samuel Cardich (Huánuco, 1947) es uno de los pocos escritores que alternan, manteniendo pareja calidad, la narrativa con la poesía. Sus obras, en ambos géneros literarios, han sido elogiosamente comentadas por la crítica, traducidas a otros idiomas e incluidas en las más importantes antologías de nuestro medio (las de Ricardo González Vigil, por ejemplo). El más reciente libro de Cardich es Cruce de caminos (El Albatros, 2009), un conjunto de nueve relatos que muestra la vitalidad de la narrativa de este perseverante autor. Cardich se inició literariamente con los cuentos de Malos tiempos (1986) que presentaban situaciones de la vida urbana provinciana y que estaban más centrados en los aspectos psicológicos de los personajes que en el retrato social o el color local (como acertadamente señaló Manuel Baquerizo). Esos rasgos se mantienen en estos nuevos cuentos. En los dos iniciales, “El cielo que todavía me espera” y “La última fiesta del año en la carretera central”, por ejemplo, se narra a través de monólogos interiores de los protagonistas, en los que expresan sus dudas e inquietudes ante los extraños sucesos que están viviendo. Casi no hay descripciones de ambientes o de personajes secundarios. Otras constantes son la diversidad de técnicas empleadas (hay cuentos en los que se alternan narradores en primera y segunda persona) y la evidente vocación de oralidad del lenguaje. Y acaso este último sea el punto débil de los relatos, que por querer reflejar el habla real de la gente (especialmente de los estratos más bajo), terminan reuniendo demasiados lugares comunes y utilizando las palabras de manera poco creativa. A eso se suma un a veces excesivo interés del autor por las situaciones sórdidas y los personajes con características “especiales” más bien negativas: locos, tontos, ingenuos, inexpertos, etc.

En cambio, en lo que respecta a la poesía –género en el que se inició en 1986, con el libro Hora de silencio (1986)–, las opciones de Cardich son completamente opuestas: lo oral deja su lugar a un lenguaje artístico y bastante elaborado; lo oscuro y complejo de la vida urbana es reemplazado por la belleza simple y elemental de la naturaleza; y los temas sórdidos por reflexiones sencillas y directas sobre el tiempo, la soledad y la memoria. Al menos así sucede en Puerta de exilio (2008), su más reciente poemario que figuró en diversos recuentos de los mejores libros publicados el año pasado en nuestro país.

LO QUE TOCA “LA MELLA DEL TIEMPO”, de Samuel Cárdich Por: Jorge Ureta Sandoval Hoy nos asalta a diario el olor de la nostalgia nos dice un verso del poemario “La mella del tiempo” del escritor Huanuqueño Samuel Cárdich. He de confesar con algo de vergüenza el desconocimiento de mi parte por el gran escritor Cárdich y su poética. Según me cuentan el escritor huanuqueño tiene una larga trayectoria literaria con más de 30 libros publicados. Entonces, soy muy afortunado o desafortunado, ya que “La mella del tiempo” es un sacudón espiritual. La lucha del poeta es con las huellas del tiempo, y nos pone como primer espectador, como si estuviéramos viendo una película en 3D –toda full 3d-, donde todo nos toca. Nos toca la esperanza, y el recuerdo; aguardo el arribo de quien no viene o se fue. Nos toca el amor por nuestra familia; una familia con suficiente amor para atravesar juntos el más duro invierno. Nos toca el instante de la muerte y su tiempo exacto que nadie podrá barajar: se mueve con ritmo continuo el pesado péndulo del reloj que cuenta con exactitud minuciosa los segundos de la vida que se va. Y por supuesto no toca la poesía y su libertad que nos dio cuando nos supimos hombres con vida: respirando a pulmón abierto la libertad de ser, salíamos con el instrumento ideal de la poesía. Y si no sigo nombrando que más nos toca este poemario, es porque la idea es que ustedes se enfrenten al placer, dolor, o reflexión, que causa “La mella del tiempo”… lo que si les diré es que estamos -sino lo saben ya- frente a un gran escritor, que tenemos que leer.

Samuel Cardich y la nueva narrativa andina Por: Manuel J. Baquerizo Fuente: Revista Expresión Cultural. 3/15/1993 1. Malos Tiempos (1986) En los últimos años ha comenzado a sobresalir en la ciudad de Huánuco un valioso grupo de jóvenes narradores. La figura central que opera en el interior del país, es Samuel Cardich (Huánuco, 1947). Cardich -como los demás- vive, escribe y padece en la misma localidad. "Malos tiempos", es su primero y excelente libro de relatos, vuelto a editar en 1989. Para tener una idea de esta

literatura de provincia, tan estimable como poco difundida, cabría remitir al lector a la bibliografía reciente, sino fuera porque también ella es una fuente lejana e inaccesible. Andrés Cloud y Mario Malpartida, "Narrativa. Antología Huanuqueña Siglo XX", Tomo I (1989), la antología "Enconjunto" (Ediciones Convergencia, 1989) y Rosa Mendoza de Malpartida, "La Literatura Huanuqueña en Debate: Nuevos Aportes" (1989). 2. La materia narrativa Lo primero que llama la atención en los relatos de Samuel Cardich es la ausencia de aquellos viejos tópicos que caracterizaron a la literatura regional de épocas pasadas. En las ficciones de Cardich difícilmente se podrá encontrar la descripción de detalles ambientales, cuadro de costumbres o pinturas de paisajes; y si los hay, estarán completamente transfigurados y recreados por la nostalgia y el recuerdo. La realidad imaginaria de sus cuentos por lo general abarca personajes, situaciones y escenarios del universo urbano de provincia. En esto Cardich es un notable renovador de la materia poética; pero, lo es más todavía en su personalísimo estilo de enfocar dichos temas. A este cuentista no le preocupa tanto registrar los hechos y acontecimientos sino verbalizar la repercusión que estos sucesos tienen en la vida íntima de sus criaturas. Cardich incorpora en sus cuentos la subjetividad del hombre contemporáneo y se mueve en la pura subconciencia de los personajes. En vez de la contemplación del mundo, nos muestra una autocontemplación del individuo. Desde que Freud apareció en el horizonte cultural ya no somos, en efecto, los mismos, como podría afirmarlo Lawrence Durres. Si el culto de la vida interior en la novelística había sido hasta hace poco un privilegio de las clases sociales altas, hoy día, es igualmente una forma de auscultar la oscura existencia de los grupos desvalidos. Tal vez por eso, los conflictos en los relatos de Cardich son más sicológicos que sociales. Esto lo acerca -sin que el autor lo copie, imite, o siquiera lo advierta- a Faulkner, Onetti y Rulfo, más que a Guy de Maupassant o López Albújar. Corriente narrativa que algunos críticos, a falta de otro moción más apropiada, llaman neorrealista. Las técnicas que mejor habrán de prestarse para este enfoque tenían que se naturalmente la primera persona gramatical, el monólogo interior y el relato objetivo, que permiten una identificación mayor del lector con los personajes y su universo poético.Samuel Cardich es un formidable conocedor de las capas medias provincianas. Lo que no significa que su obra literaria sea un documento sociológico, ni mucho menos que el autor pretenda hacerlo. Sus relatos -de índole más bien imaginaria y poética- están situados en una fase histórica en que la vida rural principia a ceder espacio a la vida urbana y en que la ciudad crece rápidamente, ante la mirada perpleja y desorientada del poblador originario y emigrado. Sus personajes -seres apartados de sus propios usos culturales, deslumbrados por los espejismos de la gran urbe y por el embrujo de la modernidad y sometidos a la neurosis del consumismo -encarnan, en forma por demás grotesca y ridícula, esta confrontación entre el mundo tradicional y el mundo contemporáneo. Que sepamos, nadie había novelado hasta ahora esta realidad difusa e inédita y tan inmediata, a la vez. Ningún autor había sabido desentrañar, con la emoción y la fuerza expresiva del escritor huanuqueño, la angustia lacerante que viven las poblaciones emergentes. Y pocos seguramente, como Samuel Cardich, han podido penetrar en sus anhelos, delirios, frustraciones y desesperanzas, con esa risueña ternura, con la

simpatía y humor, que recuerdan a menuda la carcajada doliente y la tristeza irrisoria de Gógol y Dostoiewski. En lo cual es más intenso y entrañable que, por ejemplo, Julio Ramón Ribeyro, el escritor nacional a quien más se parece -dicho sea de paso- por su estilo de narrar y por su amarga poetización de los sectores empobrecidos de la sociedad capitalista. 3. La alienación de la mujer En las ficciones narrativas de Cardich, las mujeres son quienes sufren más el impacto de la modernidad, de la llegada de las nuevas ideas y de los cambios que implica el proceso de urbanización de la aldea. "Recuento" -el texto que mejor ilustra este problema- describe el desventurado fin de una adolescente que emigra a la capital, atraída por los señuelos del progreso. Relato de "iniciación", muestra el doloroso descubrimiento de una muchacha de provincia de lo que es el macrocosmo citadino. Vera Suana tiene 20 años, de pronto reniega de su aldea, porque, dice, "es un pueblo chico que produce de todo, menos esperanza" (p. 72). Los "folletines", las "Revistas" y las vanidades que leía" 8p. 71) habían forjado en su imaginación un engañoso mito, tal como lo haría el cine en las argentinas de la pampa, en La traición de Rita Hayworth (1968), la renovadora novela de Manuel Puig. "Con la cabeza llena de fantasías", Vera Suana, "creía que Lima era el ansiado edén y que aquí iban a encarnarse sus sueños" (pp. 69-70). Viaja a la capital para trabajar de secretaria, hacerse modelo profesional y, por añadidura, estudiar alguna otra carrera más, pero termina brutalmente atrapada en las redes del narcotráfico. No es, ciertamente, el final de todas las mujeres que emigran, sin embargo ya se ha hecho un leitmotiv en la narrativa peruana. Andrés Cloud también lo toca en "Secretarias privadas de profesión", de su libro "Usted comadre debe acordarse" (1986). Pero, Cardich ahonda más en la repercusión moral del problema. Para el campesino y aldeano no hay nada tan aterrador como la pérdida del buen nombre. El sentimiento del honor sigue siendo en él muy vivo y fuerte. De allí que sería muy difícil hallar en la vida andina algo parecido a lo que Guy de Maupassant relata en la "La casa del placer", donde uno de los personajes declara con verdadero cinismo: "Es un buen negocio, y manda a su hija a explotar un harén de mozas, como lo enviaría a dirigir un colegio de señoritas".En el relato, "Déjala ir, Criollita", de ambiente también ciudadano, el autor expone el drama de una mujer que no tiene otro horizonte que el de una existencia pobre y degradada. Un día es tentada por un rufián, para que le entregue a su hija a la conductora de un burdel, llamada Mestiza. La argumentación del mandadero no puede ser más descarada e impúdica y llena de humor cómico: "Mestiza quiere endulzarle el destino sacándola de esta barraca de tablas para ponerla a trabajar en una de las cuarenta habitaciones de lujo del amplio local que vamos a inaugurar en breves días" 8p. 58).La estructura del cuento tiene la apariencia de un diálogo. Quien habla es Tacho y la interlocutora es Diodola. Las reacciones de esta las conocemos solamente por las palabras, las apreciaciones y los comentarios de Tacho. Con este original procedimiento, el autor soertea cualquier caída en el melodrama y el patetismo y nos ofrece más bien una comedia grotesca plena de humorismo ("Me respondes que debo tener las pelotas de este tamaño para venir con toda la pachorra a hacerte una proposición de esta índole" (p. 54). "Ya ves, Criollita, recién cuando te doy razones de convencimiento dejas de fruncir el ceño y muestras en tu rostro una expresión amigable" (p. 62) "Eso es, así me gusta

que me indiques con una amplia sonrisa que estás dispuesta a conversar con más tranquilidad y detalle sobre el brillante futuro que le espera a tu hija" (p. 65). El relato -como se ve- tiene un desarrollo enteramente coloquial, sostenido en todo momento por el pintoresco modo de hablar criollo, pícaro y canallesco de las prostitutas y rufianes. 4. El mito de la infancia Todo verdadero artista crea sus propios mitos. El mito de Cardich parece ser la infancia. En efecto, los héroes de sus ficciones son casi siempre niños y mujeres que empiezan a despertar ante un mundo extraño y complejo. "En esta casa llena de niños", por ejemplo, la narradora es una pequeña, que va descubriendo en forma adolorida, tierna e íntima, la dura existencia, la dura existencia de una familia de una familia de clase media baja. Ella confiesa que tiene que contar esta historia, "porque es necesario que hable para que vaya saliendo por mi boca esa larga tristeza que tengo…" (p. 19). El hecho es que la madre, de condición modesta, vive paradójicamente encandilada por el lujo y placeres de los ricos. Y como no puede participar materialmente de estos goces, se dedica, de modo extravagante, a fisgonear las fiestas de la vecindad para reproducirlas luego en su imaginación: "Se iba a mirar la fiesta de los ricos … y mirando la fiesta se quedaba toda la noche para después regresar cansada como si ella hubiera ido a bailar (p. 99), explica con raro discernimiento la niña.Estos relatos -según habrá podido advertir el lector- describen el drama de la gente humilde y de la pequeña burguesía provinciana, que se atormenta por ascender en la escala social y ocupar lugares expectantes. Cardich, con su gran arte para calar en sus sueños y amarguras, es su mejor poeta y analista. Huánuco, ciudad de reciente y relativa modernidad, tiene en él a su intérprete más agudo. Pero, el escritor es capaz igualmente de desplegar ingenio y humorismo cuando pulsa otros temas. Por ejemplo, en su cuento más popular, "Un ángel bajado del cielo", con una fantasía desaforada a lo García Márquez, hace la parodia de un relato popular que trata de la credulidad y la fe ingenua del campesino que fácilmente puede ser engañado por una patraña seudo religiosa. El protagonista de este relato es un licenciado, ex servidor de un convento, quien en complicidad con la maestra de la escuela rural, simula ser un ángel enviado por Dios, para salvar al pueblo de sus pecados. La grotesca mascarada da lugar a una divertida serie de concentraciones de fe, de rogativas y recogimientos, de limosnas y tribulaciones, hasta que el engaño es descubierto. El relato está inspirado en una anécdota que circuló hace algunos años en Huánuco. Al parecer, el hecho habría ocurrido realmente en la comunidad de Pomacucho. Manuel Scorza también lo recoge en su novela "El cantar de Agapito Robles" (1977, caps. 16-20). Cotejando ambos textos se puede apreciar la superioridad literaria de nuestro autor en el manejo narrativo. Scorza, a fuerza de hipérboles, convierte la anécdota en una descomunal caricatura; en cambio, Cardich compone una risueña ficción, cargada de fantasía y humor, utilizando, según es su costumbre, la perspectiva de un narrador ficticio. El hablante -en este caso, un personaje campesino anónimo- conoce la historia sólo indirectamente, por lo que no se compromete con la verdad de los sucesos y se limita a reproducir lo que él ha oído contar ("dice el dijo", "comuneros dice creeron", "dice rizó en quechua", "sólo voy cuentarte quen parte principal ángel dice le dijo"). La forma distanciada de narrar, que suponen el "dice", "dijo", significa que el campesino de hoy ya no

es tan crédulo. El cuento produce por eso en su trasfondo una sensación de ambigüedad y sarcástica sospecha. Con ese mismo tono coloquial y festivo, Cronwel Jara ha urdido una historia similar, pero que no tiene nada que ver con la tradición huanuqueña. El texto se titula "El milagrero", y forma parte de "Las huellas del puma" (1986).

5. La perspectiva narrativa El estilo más conveniente para esta manera de enfocar la realidad tenía que ser, de hecho, el relato objetivo. En las ficciones de Cardich surge constantemente un yo narrador que no es del autor sino de uno de sus personajes literarios. El autor desaparece por completo del escenario. Ya no hay, por lo tanto, quién analice, quien comente o juzgue los hechos y la conducta de los personajes, ni siquiera quién guíe los relatos. Los cuentos están referidos siempre desde el punto de vista de los mismos protagonistas o de la persona ficticia que actúa como testigo o intermediario. Esta técnica reduce naturalmente el espectro de la realidad, pero esta realidad es más directa, y emocionalmente más rica, que la expuesta en las narraciones convencionales, escritas en tercera persona y forma omnisciente. Como dice Mariano Baquero Goyanes en Proceso de la novela actual: "Se trata fundamentalmente no de hacer hablar a unos seres de ficción, sino de relatar hechos que viven esos seres, y aunque el novelista los haga dialogar, lo esencial es la marcha del relato. Todo ello quizá responda psicológicamente a la actualidad de un hombre que contempla y capta el mundo no tanto en su externa dimensión sonora como a través de su más tenue latido". Samuel Cardich, por supuesto, no recurre a estos sofisticados procedimientos, por mero ejercicio lúdico o por exhibir su notable conocimiento de la narrativa moderna sino porque lo exige su cuentística y el mundo que describe, donde nada es sólido y seguro y donde todo parece estar amenazado de rupturas, de cambios y de zozobra.Una muestra de ello es "Día de crecida", monólogo de un niño de 11 años. El cuento carece de historia o argumento. Toda la acción se enmarca dentro de la conciencia del personaje. Lo que aquí se refiere es una sucesión de recuerdos, de emociones y experiencias (juegos, abusos del gobernador, desgracia de la madre, muerte del negro Simón, despojo de Telo Reymozo, relaciones eróticas, etc.); o sea, una realidad evocada y revivida por la memoria infantil. Pero, lo interesante y sugestivo de esta evocación es que los recuerdos del niño se confunden en un juego de correspondencias entre lo real y lo imaginario, entre lo personal y lo histórico, entre las pretensiones y los hechos: maldades del gobernador se confunden con el "juego de los apaches", la creciente del río con la leyenda de la princesa Mamayatay y el sentimiento de odio y de muerte con la furiosa y destructora inundación del río. Todo esto naturalmente expuesto mediante un torbellino de imágenes, con una prosa desbordante, sin puntuación y sin pausa, y con un intenso ritmo lírico, de donde proviene esa atmósfera mágica e irreal que caracteriza al cuento. Podría notarse en él una lejana semejanza con el estilo de Faulkner y de los primeros cuentos de Carlos E. Zavaleta (por ejemplo, "Discordante").La elección del punto de vista resulta igualmente crucial en "En esta casa llena de niños". En el relato habla una niña, quien cuenta la historia de sus padres a la monja del convento, que no es sino una interlocutora, como Diodola en "Déjala ir, Criollita". Esta perspectiva le permite al autor poner de relieve la individualidad de la niña, cuyo discurso, transido de infinita ternura y delicada ironía, aparece

siempre en un primer plano. Cardich ofrece un cuento de estilo lineal, donde la acción se desenvuelve progresivamente hasta alcanzar el desenlace."Malos tiempos" viene a ser un libro que renueva y enriquece las técnicas y los procedimientos narrativos, tempranamente introducidos por Carlos E. Zavaleta y Julio Ramón Ribeyro en el cuento. Cardich llega en esto hasta la supresión completa del autor y el relato plenamente objetivo. En lo cual seguramente muy pocos lo aventajan a nivel nacional. 6. El lenguaje Samuel Cardich es, además, un buen prosista que tiene la gran virtud de trasponer el ritmo oral del lenguaje a la obra literaria. El autor es capaz de asumir, con la mayor naturalidad, el habla del niño, del campesino, del criollo y del hombre de barriada; lo recrea y le da forma artística. En "Día de crecida", el discurso del niño -aparte del empleo de los diminutivos y las palabras gruesasse distingue por la intensa animación de las cosas (el río Huacarmayo, dice "baja con cólera", "se acerca con odio", "sigue como un loco", p. 27) y por la metaforización general del universo campestre. "La carta poderosa" es, a su vez, una suerte de pastiche ("estilización literaria", le llamaría M. Bajtín), una parodia humorística de la escritura de aquellas misivas remitidas en cadena a diversas personas, para que éstas a su turno las reproduzcan y las envíen a otra. Son cartas redactadas en una prosa burda e irregular, con faltas ortográficas y una sintaxis enrevesada. El cuento, al mismo tiempo que una sátira carnavalesca de esa costumbre tan difundida en el bajo pueblo, constituye una excéntrica exploración de la contracultura popular. A Christian Fernández le debemos un experimento parecido, en "Carta de candelaria purísima" -incluido en su libro "Somos de junto al río" (1986)- donde explora al máximo el lenguaje coloquial, procaz y atrevido. En general, los cuentos de Cardich tienen el sabor idiomático de la cultura criolla y plebeya. Solamente en "Un ángel bajado del cielo" el autor hace un recreación del español dialectal o regional.El intento de trasponer a la literatura la manera de hablar del campesino quechua-hablante (o hablante en español bilingüe incipiente), al igual que otras unidades lingüísticas heterogéneas, representa, por supuesto, uno de los grandes aciertos de Samuel Cardich y de los jóvenes narradores andinos. Expresa a cabalidad -quiérase o no- la dislocación lingüística y cultural y la encarnizada confrontación entre los mundos que representa la realidad actual del país.

La Madurez Poética de Samuel Cardich Por: Ricardo González Vigil Fuente: El Comercio, 10/10/1999

No hay vuelta que darle, "Mudanza" (Huánuco, Edit. El Albatros, 199; 200 pág.) es un excelente libro de poemas. Uno de los más relevantes de este año. Su autor, Samuel Cardich (Huánuco, 1947), además de dotado cuentista, desde un comienzo (breves colecciones de 1977,1982 y 1983) nos pareció un poeta genuino, acertado forjador de una visión "fresca y natural", sin excrecencias retóricas, conforme lo señalamos en el prólogo que escribimos para edición completa de "Hora de silencio" (1986). Uno poeta que dio síntomas patentes de ingresar a un lenguaje artísticamente maduro en "De claro a oscuro", alcanzando logros excepcionales en las dos secciones finales -las que

contienen nuevos poemas -de la reciente "Mudanza".Ya Jesús Cabel lo consideró, en 1983, "otro de los poetas clave de la que se ha dado en llamar Generación del 70". Y en 1986, comentando "Hora de silencio", el conocido narrador huanuqueño Andrés Cloud proclamó entusiasta: "Cardich, a no dudarlo, es el más importante poeta huanuqueño de todos los tiempos". La lectura deleitosa de "Mudanza" nos mueve a suscribir esos elogios. El volumen recoge "Hora de silencio" y "De claro a oscuro" (1995), añadiéndoles dos espléndidos racimos: "Último tramo" y "Blanco de hospital", este último uno de los mayores aciertos de la poesía peruana reciente. Aquejado de una rarísima deformación de los huesos, Cardich retrata su dolencia y sus experiencias en un hospital con una intensidad y una riqueza de matices expresivos que amerita el cotejo con textos afines de Vallejo y Watanabe. Aclaremos que Cardich ha corregido las composiciones de "Hora de silencio" (proceso ya detectable en las modificaciones introducidas en 1982, 1983 y 1986), insertando cambios acertadísimos, que no sólo mejoran el vuelo poético de sus versos antiguos, sino que plasman un tono y un estilo concorde con el de las colecciones posteriores. El propósito de Cardich ha sido tejer un solo libro con los dos poemarios publicados y las dos secciones nuevas.Un libro que consigue una difícil síntesis entre lo lírico y lo narrativo: fusión armoniosa sin los excesos antilíricos y pro narrativos (aun pro reflexivos o pro ensayísticos) de tantos poetas de las generaciones del 60 y del 70. La doble condición de poeta y de cuentista que posee Cardich le ha permitido esa sabrosa conjunción, donde lo lírico se enriquece con lo narrativo (ganando en emoción, en sutileza alusiva), y lo narrativo se ahonda con lo lírico (adquiriendo mayor vibración visceral, mayor densidad simbólica). Sirva de ejemplo el siguiente pasaje en que un médico lo utiliza como caso típico de su rara enfermedad:"Esta clase de sujetos presenta/ con frecuencia una manía depresiva". / Estuvo en Boston/ y debe ser cierto si él lo dice. / Desnúdese, me pide luego. Asustado, / pregunto ¿para qué? / Pero obedezco; quince alumnos abren la boca / como frente a la Muralla China. Habla / y sin anestesia pasa su bisturí por mi cuerpo, / con las manos saca al aire mis vísceras / para que las vean sus muchachos". (p. 194)

La muerte y sus alrededores en los cuentos de Samuel Cardich Por: Mario A. Malpartida Besada Fuente: Diario Ahora, 10/12/2003 La muerte puede llegar mañana, (Lima, Editorial Universitaria de la Universidad Ricardo Palma, 2003), libro de cuentos de Samuel Cardich (Huánuco, 1947), desde el título plantea el tema de lo inevitable en el marco de un futuro inmediato para sus protagonistas. De esta manera, muerte y mañana, se mueven como alegorías de lo fatal y lo cercano. Por eso el estigma trágico de la muerte ronda alrededor de sus personajes, casi siempre víctimas del deterioro moral, signados por cierto fatalismo en la trayectoria misma de sus vidas. En este sentido, las historias tienen un claro hilo conductor y un objetivo determinado. Sin embargo, el tratamiento del discurso narrativo y el desarrollo de la historia, se amalgaman rítmicamente para crear toda una atmósfera emotiva, propiciando una obligada y atenta lectura, palabra por palabra, hasta arribar al final del texto. Así como el amor, el tema de la muerte es universal y

eterno. Por ello mismo, demandan un soporte no sólo en la anécdota, sino también en la elaboración del mensaje. En La muerte puede llegar mañana, casi siempre se aplica el monólogo interior, directo o indirecto, como procedimiento, y la primera persona como punto de vista, recursos que producen un mayor acercamiento obra-lector, por el tono confesional e intimista, aun cuando muchas veces el desgarro sentimental y la crudeza despierten cierta conmoción en el lector. Para disminuir este efecto, hábil y puntualmente, se insertan frases poéticas muy bien entonadas dentro de sus contextos. En la mayoría de los casos, los diálogos están interpolados dentro del relato para darle mayor densidad dramática. Igualmente, se apela a la narración contrapuntística y cinematográfica con el objeto de yuxtaponer los diferentes segmentos de una misma historia o para reflejar el estao de ánimo de sus personajes. Al tema recurrente de la muerte, se le suma el conflicto entre padres e hijos, bajo diferentes formas, así como la carencia de valores que puedan elevar el nivel de vida de sus protagonistas, no exentos de un vivir a solas sus propios dilemas. Ello ocurre de manera explícita en todos los cuentos, con excepción de En el pozo de la noche, en donde la trama propone dos historias simultáneas, con ausencia del binomio padre-hijo.En Todo es un tiempo, Ana Sofía de Bonilla Fernández, "soltera e hija de Juan de Bonilla, el maragato que pasó por estas tierras sembrando hijos para que se dedicaran a cuidar con devoción a sus madres" (:18), monologa amargamente teniendo a su madre como supuesta interlocutora, y refiere su condición de hija maltratada mientras la madre estuvo en vida y ella a su lado prodigándole sus mejores atenciones. Su contenido revela el tránsito de su progenitora de "madre dulce a madrastra amargada" (:17), pero también su transformación personal: Y fue entonces cuando una extraña afición por los hombresentró a trastornar mis instintos, asacarme a las calles para buscarpor sospecha o por cálculo a lostrovadores que pudieron haberme cantado, y que me quisieron o pudieron haberme querido; y mevolví mujer de la calle que iba porahí con la entrepierna caliente,sonriendo y desafiando a cualquierhombre con la misma mirada einsolencia con que lo haría una zorra (:21) A pesar de todo: la obligada soledad, el desgaste físico y moral, la cargazón de los años y un ligero roce de sentimiento de culpa, el texto Muestra una pasión filial desbordante, indestructible, pero igualmente obsesiva, puesto en evidencia en la expresión final del monólogo de Ana Sofía dirigiéndose a la tumba de su madre Deidemia: "(…) en tanto llegue la hora de ir al lugar donde ahora se encuentra y así pueda seguir cuidándola más allá de la muerte" (:23).Anecdóticamente, cabe destacar que este cuento encierra expresiones con las que el autor jugó como probables títulos para su libro: "Porque cuando se quiere de veras" (:16). "El recuerdo es una fiebre que desvela, madre mía (:21) e, inclusive, el que finalmente eligió: "(…) a sabiendas que la vida no dura, que la muerte puede llegar mañana" (:22) (En todos los casos las cursivas son nuestras). El siguiente texto, Un laberinto de voces, es, precisamente eso, un conjunto de voces monologantes que construyen una historia aparentemente caótica pero con igual sino trágico. La perspectiva múltiple aplicada en este relato, cuenta, básicamente, la historia de Sabina, Alberto Pacayar y del hijo de ambos, Leo, nacido con retardo mental. En realidad, la secuencia muestra el progresivo deterioro de los protagonistas. En el caso de Pacayar, de comerciante exitoso a comerciante arruinado; en el caso

de Sabina, de la salubridad a la enfermedad; y en el caso del niño Leo, de la enfermedad hacia la muerte. Y el de todos ellos, hacia el misterio, siempre bajo la égida de Thanatos: él desaparece y ella supuestamente se suicida: "Pero por ahí apareció una persona que contó haberla visto en la noche de su desaparición ir rumbo al río, y otra que agregó haber visto arrojarse a alguien en las aguas torrentosas" (:39).El tema de la muerte adquiere ribetes colectivos en Soledad en los predios de La Mariana. La historia es más bien novelesca por las ramificaciones en el monólogo del viejo Raúl Gavilano, tan lleno de raccontos y flash backs. Quien propicia la masacre será Tulio Raúl Gavilano, cuyo origen se diluye en los "dos padres que tuvo (…) y que Amelia le puso (los nombres) en recuerdo de los dos hombres que compartieron su vida" (:57). Estos dos hombres fueron los hermanos Tulio y Raúl Gavilano. El hecho resulta siendo un trasvase del sueño hacia la realidad, sueño que ya le anuncia al padre la transformación del joven Tulio Raúl, de muchacho silencioso hasta convertirse en "borracho y en un hombre de putas" (:48), e, inclusive, terminar promoviendo la muerte, incluyendo la suya propia, impulsado por un amor pasional no correspondido. Y el arma que más víctimas cobró fue un puñal que acompañaba a Raúl desde los doce años, como si siempre le hubiera acompañado la muerte a la espera de su plasmación. "Y aquel puñal que no sabía de crímenes fue el que ayudó al arma de fuego a consumar la absurda carnicería" (:56).Semejante desasosiego se siente en ¡Llegó mamá!, con mayor énfasis en el lado moral. En este caso la muerte es provocada por un hermano menor ante la presunción de que la hermana, Madelina, se había prostituido y que de su mala vida provenían los regalos que recibía la familia. En realidad, el monólogo, en este caso, es una confesión que tiene como interlocutor al comisario: Por ese motivo laobservaba a ella con mayor atención, y la seguí mirando ala cara cuando la vi comer conapetito el asado de cerdo salvajeque sazoné bien y se lo serví yomismo en señal de disculpa;esperando desde mi asientoubicado frente al asiento de ella,que aparecieran los primeros síntomas, los retorcimientos y elespumarajo que iba a expulsar por la boca a causa del veneno de perro que le eché en la comida(:78) En El siete quita la vida, combina el relato con el diálogo como recursos para armar la historia. Igualmente se maneja hasta cierto punto el dato escondido. Y la revelación posterior tiene que ver, una vez más, con el binomio padre-hijo, pero en relación solidaria y no en lucha de contrarios. El escenario se muestra más bien rural, a la manera de una pequeña comarca. A ella llega un desconocido, según va refiriendo el narrador, y finalmente acaba con Molina, una especie de cacique del lugar, y con toda su gente. Al final se revela quién es el organizador del hecho y la identidad del extraño. "Le conté que hace unos días el muchacho había llegado en secreto a Bucay, respondiendo al llamado que le hice para que me echara una mano en el asunto de acabar con Molina y su gente" (:94), para, finalmente, concluir: "Cisco es el número siete de los hijos que tuve en la selva" (:95).Un texto singular es En el pozo de la noche. Narra las vicisitudes de un grupo teatral acosado por fuerzas tenebrosas y las que sufre uno de sus integrantes, víctima circunstancial o selectiva de no se sabe si militares, insurgentes o los hermanos de su enamorada. El final plantea una doble sugerencia: se ignora si, finalmente, va a ser ultimado en una sala de torturas o, acaso, salvado de las garras de la muerte en el quirófano de un hospital.Cierra el conjunto de siete cuentos, Justo antes de caer, texto abierto a

múltiples apreciaciones. Igualmente, incide en el enfrentamiento solitario de un dilema, la degradación moral, el desencuentro padre-hija y la muerte. Pero, además, también se expone aquel sentimiento de culpa insinuado ya en Todo es un tiempo, pero al revés, no es la hija con relación a la madre, sino el padre con relación a la hija. Aquí Rafael Calamaro se siente responsable de la descomposición moral de su hija Ivonne, quien ha tenido que prostituirse para alcanzar un alto nivel de vida. La narración llena de imágenes y recuerdos aporta con una atmósfera de confusión para retratar el caos interior del individuo.La recibió de su madre Viviana, "una muchacha morena, de rasgos delicados, con quien tuvo un amor pasajero hacia diez años" (:136), cuando la niña tenía nueve años, con el encargo de que la cuidara mucho. "Se llama Ivonne, acaba de cumplir nueve años y sólo te tiene a ti en este mundo" (:138), le había escrito. Por eso siente que la vida posterior de Ivonne fue de su entera responsabilidad. "le habían encargado que la cuidase mucho" (:120). Y fue su pasión al juego lo que hizo que la descuidara y, a la postre, propiciara la separación después de once años de extraña convivencia.En el reencuentro de padre e hija luego de cuatro años de ausencia, las elucubraciones del narrador son sutilmente sugestivas y se mueven dentro de ideas asociadas con el incesto, el filicidio y el suicidio. En todo caso, se expone una rara, casi truculenta relación: "-Hace un lindo fondo para una pareja que se encuentra despuésde cuatro años de ausencia, ¿no crees? Y detrás de su pregunta, en esta vez si llegó a notar cierta intención irónica. En realidad nunca fueron unapareja, sino más bien dos personasunidas de una manera extraña por undestino adverso y que después de vivir juntos durante once años se habían separado"(:127) En conjunto La muerte puede llegar mañana es un libro que demanda una lectura seria y atenta, sin distracciones. El nexo obra-lector, más la conocida destreza del autor en el empleo de la palabra exacta, se consolida de esta manera y, al final, queda el ineludible goce estético. Aproximaciones al libro "El país de otra gente" de Samuel Cárdich desde la narratología Fernando Carrasco Nuñez Fuente: Revista Literaria LETRA MUERTA N° 7 - Huanuco Existe un consenso entre la crítica especializada al sostener que la literatura huanuqueña es una de las más importantes de las últimas décadas. Esto se debe a la valiosa obra literaria de Andrés Cloud, Samuel Cárdich y Mario Malpartida. Esta trilogía está acompañada de autores significativos como Virgilio López Calderón, Fabián Nieves, Miguel Rivera, Andrés Jara, entre otros. Además habría que resaltar también la presencia de un grupo de autores inéditos, quienes silenciosamente vienen gestando una obra de largo aliento como lo demuestra la reciente antología "Narrativa joven en Huánuco" y el Primer Concurso de Cuento organizado por la importante revista Letra Muerta. El caso de Samuel Cárdich Ampudia (Huánuco, 1947) es trascendente en la medida que ha desarrollado con acierto tanto la poesía como la narrativa. En este breve ensayo hemos pergeñado un análisis crítico del libro El país de otra gente sobre la base de algunas categorías del estructuralismo francés. En el plano de la Historia analizaremos a los personajes, mientras que en el plano del

Discurso resaltaremos algunos aspectos relacionados con los narradores, las estructuras y algunas relaciones de orden temporal. El título general como paratexto refracta de manera precisa el contenido de los siete cuentos que configuran el libro, pues sus personajes son seres signados por el desamor, la soledad o la muerte. El texto en su conjunto es el país imaginario de esa otra gente a quienes el amor y la felicidad les ha vuelto la espalda de manera irremediable. Como se puede percibir los siete cuentos que estructuran el libro están atravesados por el mismo hilo conductor no solo en el plano de la historia como estamos señalando, sino también en el plano del discurso como se verá más adelante. En este sentido el libro goza de unidad con lo que su autor acierta una vez más al presentarnos un ciclo cuentístico muy sugerente. El crítico francés Greimas propone un modelo estructural-actancial para estudiar la función de los personajes del relato. Greimas habla de lugares actanciales los cuales pueden ser cubiertos por muy distintos actores o personajes. Sus seis actantes básicos se reparten en tres pares opuestos: 1) Sujeto/Objeto (el sujeto desea un objeto)2) Destinador/Destinatario (el destinador ha destinado el objeto a un destinatario)3) Adyuvante/Oponente (el sujeto es ayudado por un adyuvante y obstaculizado por un oponente) (Greimas, 1971) Si aplicamos este modelo para analizar a los personajes del libro percibiremos con nitidez la función de los personajes dentro de la diégesis. Podemos adelantar que al final los protagonistas ven frustradas sus expectativas de alcanzar su objeto de deseo, a la manera de personajes ribeyrianos. Por ejemplo en el cuento Sábado por la tarde Juana Lía anhela adoptar una niña del orfanato e irse con ella y su marido, quien ha quedado ciego, a vivir a la selva. La mujer es el sujeto que persigue un objeto. Por su parte la madre superiora quien ha congeniado con la mujer está dispuesta a ayudarla en el proceso de adopción. Como se percibe Sor Fátima es el destinador que ha destinado a la pequeña Ana Lucía como hija adoptiva de Juana y su marido, quienes serían los destinatarios. El problema es que previamente doña Juana tiene que probar su solvencia económica, cosa difícil puesto que a causa del tratamiento del marido han quedado empobrecidos. Juana trama un ardid para pasar la inspección y para ello solicita la ayuda de su cuñado, quien es mayorista de abastos, pero éste se niega rotundamente. Como notamos el marido termina actuando como adyuvante, mientras que el cuñado sería el oponente. El cuento culmina con la imagen de Juana aguardando la llegada de Sor Fátima en su pequeña bodega empolvada y casi vacía. Es importante resaltar que en algunos casos un mismo personaje puede ocupar distintos lugares actanciales dentro de la diégesis. Esto se aprecia mejor en el cuento La justicia seca. Juan de Dios Obrador es un abogado que ansía desposar a la bellísima Gigy Nivoy, conocida como Rosa de Oro. He aquí al sujeto y su objeto de deseo. Juan de Dios la pide en matrimonio y los padres de la muchacha, movidos por intereses económicos, aceptan el noviazgo. Pero justo el día de la boda, el novio se entera de que su amada se ha recluido como monja de clausura en el convento de las madres franciscanas, pues desea vengarse de los hombres a causa de una decepción amorosa sufrida años antes. Entonces la misma Rosa de Oro es el destinador que destina su amor y su vida al servicio de Cristo, quien aparecería como el destinatario. Por último notemos que en el afán de Juan de Dios por casarse con Rosa de Oro cuenta

con el apoyo de los padres de la muchacha, quienes serían los adyuvantes, mientras que Rosa de Oro sería también la oponente. Como se percibe Gigy Nivoy asume los lugares actanciales de objeto, destinador y oponente. El cuento culmina con la muerte de Juan de Dios y la celebración popular. Si analizamos a los personajes desde el plano psicológico podemos afirmar que todos ellos están marcados por la fatalidad. Son seres emprendedores que se mueven en la búsqueda de un objetivo y, a veces, no reparan en valerse de algún ardid para alcanzarlo. Son personajes soñadores que añoran el pasado como un paraíso perdido. Algunas veces son artistas signados por la frustración que ansían una revancha en la vida o persiguen una venganza. Lo más trascendente es que nos hallamos ante personajes que problematizan sobre su mundo interior o sobre la sociedad que los rodea. Por ejemplo en el cuento El verano pasó volando leemos: " Mientras iba sorbiendo la bebida fría que le preparó su hermana, pensó en el destino de pájaro enjaulado en que acababa de convertirse su vida..."(pág.86 ) Y en el cuento Toque de queda se lee: " El Perú es un enfermo grave cuyo mal incurable son sus políticos, dijo una vez refiriéndose a esos obreros del poder que trabajaban con denuedo, dando lo mejor de sí, para que el país se fuera a la mierda" (pág.41). Expresiones como éstas nos permiten entrever un subtexto en el libro que refracta de alguna manera la ideología del autor. El semiólogo Umberto Eco sostiene que "Cuando un andamiaje actancial se carga de determinados juicios de valor y los papeles transmiten oposiciones axiológicas como Bueno vs Malo, Verdadero vs Falso [...], entonces el texto exhibe en filigrana su ideología" (Eco, 1981:249). En conclusión los personajes del libro El país de otra gente son seres frustrados y disconformes que pretenden virar el rumbo de sus vidas o que ansían ardorosamente subvertir el orden social impuesto por el grupo hegemónico. En cuanto al plano del discurso podemos resaltar que en todos los cuentos aparecen narradores heterodiegéticos o tradicionales; es decir, narradores que no forman parte de la diégesis. No obstante, el lector capta el mundo interior de los personajes gracias a un efectivo manejo de la focalización interna; es decir, las historias son narradas desde la perspectiva de sus protagonistas lo que propicia en el lector una identificación plena con cada uno de ellos. Además, esta identificación con los personajes se incrementa con la presencia del estilo indirecto libre en algunos cuentos. Según Seymour Chatman, el estilo indirecto libre se percibe cuando en la narración aparecen palabras o frases que podrían formar parte del repertorio léxico del personaje a quien se le estaría citando en forma indirecta libre. (Chatman, 1990). Por ejemplo en el cuento Mientras cesa la lluvia leemos: "Miserable, durante el último año la estuvo usando para enfriarse el ardor, mientras que el compromiso formal lo asumía con otra mujer" (pág.30). Y en el cuento Toque de queda: "Me entiende ahora, ¿no es cierto? Y qué le iba a entender si el hombre se había pasado la vida sin entender nada, sólo obedeciendo órdenes y desgastando el taco de sus zapatos de tanto cuadrarse ante el superior, sea el alférez De La Mata o el general como carajo se llame" (pág.42). Otro aspecto que tendríamos que resaltar del libro es su variedad de estructuras lo que da cuenta del dominio de su oficio por parte del autor. Como es sabido toda historia está compuesta de sucesos o hechos, los cuales pueden aparecer ordenados o estructurados de maneras diversas. A este trabajo estructural Aristóteles denominó la "Fábula", mientras que los formalistas rusos como Tomachevsky llamaron el "Argumento". En los cuentos de El país de otra

gente prevalecen las estructuras lineales, pero en el primer cuento titulado Un sueño repetido notamos una estructura circular, pues la historia culmina tal como se inicia; es decir vuelve sobre el comienzo del mismo. El protagonista ha tenido un trágico sueño y poco después de despertar abrumado comienza a constatar que las acciones de su sueño se repiten en la realidad rigurosamente. Podemos deducir que esta otra historia tiene a su vez un protagonista que también constatará luego que todo ha sido un sueño donde un hombre soñaba... y así hasta el infinito a la manera borgeana. También hallamos dos cuentos con una estructura particular que se conoce como concéntrica en la medida en que los diversos elementos y saltos temporales giran en torno a un núcleo. Así, el cuento Mientras cesa la lluvia nos relata la historia de una pareja de amantes que se ha dado cita en un café para un arreglo de cuentas. Mientras se produce el diálogo se van insertando escenas de su vida amorosa y las elucubraciones de la mujer, pero todo esto gira en torno a una misma idea que es la frustración de la mujer como artista y como amante. Una estructura similar se percibe en el cuento El verano pasó volando. Pasando a otro aspecto es sabido que en el orden de sucesión de los acontecimientos de la historia y en el discurso, se pueden producir desajustes entre ambos. En este sentido Gérard Genette señala dos casos fundamentales: la analepsis y la prolepsis. La analepsis se percibe cuando en el desarrollo de un acontecimiento se introduce otra en un tiempo anterior a la primera. Un ejemplo lo encontramos en el cuento Mientras cesa la lluvia: " -... creo que es lo mejor para los dos.Ella volvió la cabeza para mirarlo, ¿esa frase no fue la misma que usópara impedir su partida? Cansada de vivir en un país que no le ofrecía ninguna ilusión, tenía decidido irse a residir a la ciudad de sus sueños. Antesde que lo conociera, había seguido estudios de francés en un instituto, donde les hacían cantar temas de Edith Piaf y de otros cantantes galos como partedel aprendizaje"(pág.27). La prolepsis, por lo contrario, consiste en adelantar la narración de un acontecimiento antes de que se produzca.(Genette,1972) Así en el cuento Un sueño repetido leemos: " Pero en la segunda sala [...] se halla una mujer que nadie conoce ni ha visto nunca, pero que asiste al velorio para acompañar a su amiga y también para casarse con el viudo dentro de un año y tres meses, sin que ella lo sepa."(pág.13) Ahora bien, la presencia de estos desajustes temporales no son gratuitos ya que la analepsis nos ayuda a conocer aspectos fundamentales de la vida de los actores que van a tener implicancia en la historia, mientras que la prolepsis incrementa el interés de la trama al anticiparnos hechos cruciales que van a suscitarse en la narración. Hasta aquí hemos planteado algunos alcances del libro sobre la base del método narratológico, pero consideramos que este libro amerita también un análisis exhaustivo desde el modelo estilístico y retórico, pues goza de aciertos muy significativos como el uso artístico de la puntuación en el cuento Un sueño repetido, el manejo sostenido del ritmo, uso espléndido del lenguaje poético que se traduce en la presencia de figuras retóricas muy audaces, así como la presencia de giros lingüísticos arcaizantes que entran en sintonía con la historia narrada como en el cuento Sábado por la tarde. Un buen ejemplo de lo señalado lo podemos notar en el siguiente fragmento del cuento La justicia seca: "Su nombre era Gigy Nivoy, pero le decían Rosa de Oro por tener la tez rosada y los cabellos rubios, y ser una de las mujeres más lindas de la comarca. Era

una muchacha blanca y sin pecas, de cuerpo torneado y senos erguidos que quitaban el aliento y ponían un dardo de zozobra en el corazón. No usaba ningún afeite y el único adorno que lucía en el rostro, era un pequeño lunar natural, en forma de media luna, que le manchaba con timidez su cutis inmaculado. Para hacer un retrato cabal de su belleza se podría decir que era una muñequita linda, de cabellos de oro, de dientes de perla y labios de rubí. Como dice la canción, sólo que para contradecir las fantasías de sus letras, ella nunca llegó a querer al hombre a quien aceptó después por esposo, sino que lo rechazó con un odio subrepticio que no supo de arrepentimiento ni de fatiga" (pág.63) Por todos los aciertos que hemos señalado consideramos que el libro El país de otra gente de Samuel Cárdich es un formidable libro de cuentos; a nuestro entender, lo mejor en su producción narrativa que lo consolida como uno de los escritores más representativos de la denominada literatura regional. Bibliografía: Chatman, Seymour: 1990. Historia y Discurso. La estructura narrativa en la novela y el cine. Madrid. Taurus Humanidades Eco, Humberto 1981. Lector in fabula. Barcelona. Editorial Lumen.Genette, Gérard. 1972. Figuras III. París, Edit. Seuil. Greimas, Algirdas J. 1971. Semántica estructural. Madrid. Gredos. Reis, Carlos y López, Ana Cristina. 1995. Diccionario de narratología. Salamanca. Ediciones Colegio de España.