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SALARIO “¿Qué es el salario? El salario es la expresión en moneda del costo de la fuerza de trabajo que el asalariado tiene que emplear al día siguiente, que se compone de lo que le cuesta su techo, la alimentación de su familia, la educación de sus hijos, etcétera, porque su familia constituye la retaguardia y sus hijos son los futuros trabajadores. De modo que en esto hay una categoría histórica concreta, respecto de la cual no se puede mistificar ni mentir.” 1

• Libro III. Capítulo 4º “El Salario” de Manual de Economía Política de Lapidus y Ostrovitianov, Moscú, 1929. EL SALARIO EN LA ECONOMÍA CAPITALISTA 1. El salario, precio de la fuerza de trabajo; las formas de salario

La ganancia es la meta de todo capitalista. Ahora bien, como ya lo sabemos, la plusvalía que crean los obreros en el proceso de producción es la única fuente de ganancia. El capitalista sólo puede apropiarse de esta plusvalía porque es el poseedor de las máquinas y de los medios de producción, sin los cuales el obrero no puede emplear su fuerza de trabajo. El secreto de la producción de plusvalía está en el hecho que cuando el capitalista compra la fuerza de trabajo sólo le paga al obrero el valor de la fuerza de trabajo; y no el valor que crea el trabajo. 2 De este modo, la fuerza de trabajo se transforma, en el régimen capitalista, en una mercancía que tiene un valor determinado. Pero este valor —como el de cualquier mercancía — tiene que encontrar su expresión en un equivalente determinado, y lo hace

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Frigerio, Rogelio. Disertación pronunciada en la Federación de Empleados de Comercio de Capital Federal, el día 7 de agosto de 1979. Ciclo de Conferencias sobre Economía, Federación de Empleados de Comercio de Capital Federal, Agosto de 1979. 2 El valor de uso de la mercancía de la fuerza de trabajo, que se remunera bajo el capitalismo como salario, “es un elemento genaral creador de valor, condición (sui generis) que lo distingue de todas las demás mercancías” corrientes en el mercado.

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frecuentemente en una suma de dinero que es el precio de la fuerza de trabajo y que se llama salario. « Puede parecer, si se juzga por las apariencias, que el salario no sólo paga la fuerza de trabajo, sino también el trabajo que ha realizado el obrero durante su jornada. Es lo que piensan los capitalistas, que tienen mucho interés en mantener esta concepción errónea del salario; es lo que piensa a veces, el obrero. La explicación es la siguiente: 1º) El obrero da realmente al capitalista, a cambio de su paga, todo su trabajo de una jornada, 2º) El obrero recibe su paga después que el proceso del trabajo ha terminado y no antes. De esa manera la forma salario disimula y oscurece las relaciones entre obreros y capitalistas. Pero ya hemos explicado bastante la esencia del salario precio de la fuerza de trabajo, al estudiar la plusvalía. »3 Como ya lo hemos dicho, es frecuente expresar el precio de la fuerza de trabajo o salario, en una suma de dinero. Hablamos en este caso de la forma dinero del trabajo. En los primeros tiempos del desarrollo de la sociedad capitalista era bastante frecuente otra forma de salario, el salario en especies. En este caso, el obrero no recibía dinero del capitalista, sino una cantidad determinada de productos que él mismo producía en la fábrica, o de productos necesarios para su mantenimiento, y para el de su familia, (pan, ropa, etc,) que el patrón había comprado en el mercado. Poco a poco, el desarrollo del capitalismo elimina estas formas de retribución en especies. Pero, si el salario representa cierta suma de dinero, se comprende que hace falta considerar en la apreciación de su cantidad, no el dinero en sí, sino la cantidad real de los medios de existencia que este dinero representa. Si, por ejemplo, dos obreros, uno de Moscú, el otro de Samara, reciben cada uno dos rublos al día, ¿podemos decir que su salario es el mismo? Aparentemente lo es, si juzgamos aquí por la suma de dinero que reciben (salario nominal). Pero si examinamos el problema más de cerca, si nos preguntamos por lo que cada obrero puede comprar con sus dos rublos, todo resulta distinto. Primero, el obrero necesita alimentos para mantener y reproducir su propia fuerza de trabajo. El obrero ruso gasta casi la mitad de su presupuesto en alimentarse4. Casi el cuarto de su presupuesto, lo gasta 3

“Como se ve, (aquí) la forma del salario borra toda huella de la división de la jornada de trabajo en trabajo necesario y trabajo excedente, en trabajo pagado y trabajo no retribuido”. Karl Marx, El Capital. T I cap. XVII, pág. 452, Fondo de Cultura Económica, 1986. 4

Según la encuesta de 1908, este porcentaje exacto es de 47, 96%.

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en el arriendo.5 Ahora bien, los alimentos y la vivienda son más baratos en Samara que en Moscú. Por lo tanto, el salario real del obrero de Samara, a diferencia del salario nominal, será superior al salario real del obrero de Moscú. La forma de pago de la fuerza de trabajo (en dinero o en especies) y el modo de calcular el salario son tan importantes para el obrero como para el capitalista. En la sociedad capitalista se conocen dos formas esenciales de salario: salario por tiempo, y salario por piezas. El obrero pagado por tiempo recibe un salario determinado por hora, jornada, semana, o mes. El obrero pagado por piezas, es pagado según la cantidad de mercancías que produce, independientemente —en apariencia— del tiempo de trabajo. ¿Cuál es el resultado que se logra con esta forma de salario? El obrero pagado por tiempo no tiene particular interés en trabajar intensivamente, trabaje más o menos, el salario de la jornada no cambiará. El obrero pagado por piezas tiene siempre presente que cuanto menos hace, menos recibe. En el caso del salario por jornada, el capitalista tiene que mantener a todo un personal de capataces para que los obreros no se relajen durante el trabajo. En el trabajo por piezas esta vigilancia se vuelve inútil, el mismo sistema apura al obrero y lo obliga a trabajar más intensamente. Y cuanto más intenso es el trabajo del obrero, más plusvalía produce para el capitalista.6 ¿Pero cómo se determina el salario que el obrero pagado a trato recibe por cada pieza? No es difícil adivinar que, como el salario debe proporcionar al obrero el valor de los medios socialmente necesarios para su existencia, el salario por piezas debe calcularse de manera que el obrero medio pueda ganar en su jornada lo que le hace falta para recuperar sus fuerzas. Supongamos que cada obrera de un taller de confección cosa, como término medio, cinco (5) camisas al día. Supongamos que necesite, para vivir, cuatro escudos al día. Es evidente, que el equilibrio de la fuerza de trabajo sólo 5

Según la misma encuesta, este porcentaje exacto es de 23, 01%.

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· “SALARIO NOMINAL”: “es la tasa monetaria del salario.(...) significa la suma de dinero que se fija como pago por cada hora, día, semana, mes que se trabaje; o por pieza que se haga.” · “SALARIO REAL”: “ consiste a la relación que liga a la paga en dinero que el asalariado recibe por sus servicios, con los precios de las mercancías que consuma; o sea, es la remuneración del trabajador expresada en una determinada cantidad de bienes directos”. Francisco Zamora, Tratado de Teoría económica, 1953, Fondo de Cultura Económica (pág. 548)

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puede mantenerse si la obrera recibe ochocientos pesos por camisa.7 Consideremos que el capitalista le dé este precio. ¿Se limitarán todas las obreras a coser cinco camisas al día? La obrera que vive en una pobreza constante intentará producir más para ganar más y hará, por ejemplo, seis camisas al día, lo que le proporcionará un salario de cuatro escudos ochocientos. Una obrera experta será imitada por otras; cierta emulación se producirá porque cada obrera intentará producir más que las demás. Puede ser que ocurra, finalmente, que muchas obreras hagan más de seis camisas al día. ¿Qué pasará entonces? Como la obrera media cose ahora seis (6) camisas al día, basta, para que pueda vivir, que reciba por cada camisa cuatro escudos divididos por seis, o sea, seiscientos sesenta pesos. 8 Si, al precio de un nuevo esfuerzo, las obreras consiguen producir como término medio siete (7) camisas al día, el precio que recibe por camisa bajará de nuevo esta vez, a quinientos sesenta pesos. De este modo, la ventaja que los obreros sacan del trabajo por piezas recuerda al pájaro azul que buscaban los niños en el drama de Masterlink. Cada vez que creían encontrarlo apenas lo tenían entre sus manos, el pájaro azul se ponía gris. La tensión extrema del trabajo, consecuencia del trabajo por piezas, es nefasta para la clase obrera. Conduce al cansancio crónico, a la nerviosidad, al deterioro prematuro del organismo del trabajador; además de la baja del salario, el trabajo por piezas provoca la competencia, la envidia y el desacuerdo entre los obreros. Además, también puede ocurrir que la recompensa del esfuerzo de los obreros sea la cesantía, pues la producción más fuerte de cada trabajador permite emplear menos trabajadores para una labor determinada. Finalmente, el trabajo por piezas puede dar una idea equivocada del salario, parece que cada pieza que hace el obrero le es pagada (apariencia), mientras que, en realidad, el capitalista sólo le paga una parte del valor del producto de su trabajo. Se oculta, de esta manera, el hecho mismo de la explotación. Esta es la razón por la cual, en los países capitalistas, los obreros organizados luchan desde hace tiempo contra el trabajo por piezas, y piden el salario por hora, jornada, o por semana.

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Suponemos, naturalmente, que la demanda aquí es igual a la oferta. Tampoco consideramos el aumento del consumo de los medios de existencia que provoca una mayor intensidad de trabajo. Hemos visto anteriormente que, en el mismo caso, el capitalista no pierde nada con la intensidad de trabajo que se obtiene con el trabajo por piezas. 8

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Además de estos dos modos fundamentales de calcular el salario existen en la sociedad capitalista varios otros modos secundarios. Esos modos se caracterizan, en todas sus variedades, por la intención de disimular el carácter de clase de la sociedad capitalista, por la intención de ocultar la explotación misma y de obligar al obrero, ofreciéndole cebos engañosos, a trabajar con más necesidad sin necesidad de emplear violencia exterior, En primer lugar, se debe mencionar aquí el sistema de las primas. Este consiste en establecer una norma determinada para la producción diaria del obrero (digamos, para volver a nuestro ejemplo, cinco camisas). El obrero recibe un salario diario determinado (supongamos, cuatro escudos). Pero si la producción de la jornada es más alta que la norma preescrita, se le paga una prima por cada pieza suplementaria. No hace falta decir que este sistema no es más que una variedad del trabajo por piezas y, muchas veces, peor que este último. Pues, como el capitalista considera el pago de piezas suplementarias como una prima y no como el salario normal de la fuerza de trabajo, sólo paga el trabajo suplementario en una proporción insignificante: si la obrera ha cosido dos camisas más, recompensará su celo dándole una prima de un escudo, pagándole, por lo tanto, quinientos pesos por cada camisa confeccionada por sobre la norma, siendo, en realidad, ochocientos pesos el precio de una camisa según la norma. Aún cuando ocurre que el capitalista pague por piezas la producción suplementaria, no le paga, en general, al mismo precio que la producción normal de la jornada. Señalemos, en segundo lugar, el sistema de la participación obrera en las utilidades. En este sistema; el obrero recibe a fines de año, además de su salario, una suma de dinero complementaria que representa, aparentemente, la parte de las utilidades que el capitalista entrega a sus obreros. No es difícil comprender el mecanismo de esta participación en las utilidades: el capitalista quiere obtener de sus obreros un trabajo más intenso y, con este fin, los interesa en el rendimiento de la empresa; de este modo intenta suscitar en ellos el sentimiento de que sus intereses coinciden plenamente con los del patrón. Se entiende que esta participación en las ganancias no es más que un engaño y sólo perjudica a los obreros: el porcentaje que el capitalista da al obrero es insignificante ya que toma la precaución de reducir previamente, en 5

la misma proporción, el salario principal.9 Muchas veces el obrero se encuentra atado a la empresa por un tiempo bastante largo, porque el capitalista sólo paga “los beneficios” al cabo de cierto tiempo, a fines de año, por ejemplo. No obstante, los obreros se han dado generalmente cuenta del perjuicio que les causa este sistema, y por esta razón, no se extendió mucho. Para concluir, tenemos que mencionar, además, otra forma de salario: el sistema de la escala variable. En este sistema el salario cambia, según el precio de la mercancía que producen los obreros. Sin hablar de las falsificaciones y de los fraudes que pueden producirse, recordemos que de este modo el salario depende de las variaciones del mercado. El capitalista, que tiene que enfrentarse con sus competidores, disminuye el precio de venta de sus mercancías, y, con la ayuda de la escala variable de los salarios, hace recaer en sus obreros parte de los riesgos de la baja de los precios. 2.Los factores de salario

El salario no es más que el precio de una mercancía determinada, la fuerza de trabajo. Finalmente, el nivel del salario se determina, como todos los precios, por el valor. Al capitalista aislado le interesa comprar en el mercado la fuerza de trabajo y pagarla al precio más bajo (mientras menos paga por la fuerza de trabajo, más plusvalía obtiene), pero desde el punto de vista de la sociedad capitalista entera, desde el punto de vista del equilibrio social, no sólo interesa que la fuerza de trabajo se pague hoy al precio más bajo, sino que también el flujo de fuerza de trabajo sea constante, que esta fuerza, en otros términos, no deje de reproducirse. Y esto sólo es posible, si el conjunto de la clase obrera recibe por su fuerza de trabajo un equivalente que le permita, en el futuro, reconstituir esta fuerza de trabajo y volver a ponerla a disposición del capitalista. Si hubiera tantos obreros como los que el capitalista necesita, cada obrero recibiría exactamente el valor de su fuerza de trabajo. Pero no es así, la oferta y la demanda de trabajo no están equilibradas, o mejor dicho, casi nunca lo 9

Incluso los capitalistas admiten, a veces, que la participación de los obreros en las utilidades no es más que una ficción: “El director de la Sociedad de los Gases de Londres se jacaba, en la Cámara de Comercio, que la participación de los obreros en las ganancias no costaba nada a los accionistas” (O. Ermansky: La organización científica del trabajo)

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están. Esta es la razón por la cual el precio de la fuerza de trabajo, el salario, se aleja siempre de su valor, siendo éste, como en cualquier mercancía, el punto en torno al cual oscilan los precios. Por lo tanto, para conocer las circunstancias de la cuales depende el salario del obrero en la sociedad capitalista, debemos tener claro: 1º) de qué depende el valor de la fuerza de trabajo 2º) cómo se producen las modificaciones de la oferta y la demanda de la fuerza de trabajo, que provocan variaciones incesantes de los salarios en torno al valor. Ya sabemos de qué depende el valor de la fuerza de trabajo. Hemos visto que puede ser más o menos grande la variación según el sexo y la edad del trabajador, según su grado de cultura y la instrucción profesional, y, en cierta medida, según la intensidad del trabajo. La situación de la fuerza de trabajo en el mercado, la demanda de los capitalistas y la oferta de los obreros dependen de un gran número de circunstancias, y antes que nada, naturalmente, del estado general de la industria y la economía. En las etapas de desarrollo, cuando las viejas empresas se amplían o cuando se crean nuevas empresas, la demanda de mano de obra puede crecer. Pero, como cualquiera ampliación de la producción es la consecuencia de un progreso de la técnica, de la introducción de máquinas nuevas, más perfeccionadas, la demanda de la mano de obra aumenta mucho más lentamente que la producción. El capitalista introduce una máquina más perfeccionada porque le asegura un rendimiento de trabajo superior al de la máquina precedente y también una mayor intensidad del trabajo. De manera que, si el capitalista duplica la producción de su empresa, no necesitará, con mejores máquinas, duplicar el número de sus obreros. Por ejemplo, será suficiente que aumente un 50% la cantidad de operarios. Eso es lo que ocurre en las etapas de auge y crecimiento del desarrollo industrial. Pero, en las condiciones de la anarquía capitalista, crisis y depresiones económicas suceden inevitablemente a épocas de prosperidad. Entonces, se comprende por qué la mano de obra disminuye de repente en cifras absolutas. El capitalista despide incluso a una parte de su personal. El innumerable ejército de los cesantes que va a llamar a las puertas de los capitalistas crea, es fácil concebirlo, una situación tal que el trabajador que ha tenido la suerte de continuar trabajando en la fábrica, para no quedar 7

cesante, no puede ni siquiera soñar con recibir el valor íntegro de su fuerza de trabajo. El obrero ya no puede, por causa de esta baja del salario, reproducir su fuerza de trabajo. ¿Pero qué resulta de esta situación? Al capitalista le tiene sin cuidado que se vaya un obrero que ya no está en estado de trabajar; existe la reserva de los cesantes (ejército de desocupados) que están esperando para reemplazarlo enseguida; los cesantes están esperando que el capitalista los llame y que les ofrezca la posibilidad de trabajar, es decir, de ser explotados. La situación del obrero, en cuanto al nivel de salario se refiere, se agrava aún más por el hecho de que el ejército de reserva de los cesantes, que siempre está a disposición del capitalista, aumenta continuamente sus filas con elementos que proceden de las clases intermedias de la sociedad, y sobretodo del campo y de la pequeña burguesía. El desarrollo del capitalismo, como lo veremos más adelante, arruina estas capas sociales y las empuja hacia el proletariado. Como son poco cultos, como tiene exigencias relativamente elementales y son débiles en la lucha contra el capitalista, se transforman en las víctimas y, al mismo tiempo, contribuyen a la disminución de los salarios de los demás obreros. Esto es lo que explica (junto con el reemplazo relativo y constante de los obreros por las máquinas), que la cesantía exista no sólo en las épocas de decadencia, sino también en las épocas de prosperidad del capitalismo. “Masas innumerables de cesantes no se limitan a buscar trabajo cerca de su residencia. El desarrollo de las comunicaciones les permite ir a cualquier parte donde tienen la esperanza de encontrar trabajo. En todos los países, los obreros de las regiones agrícolas se trasladan hacia las regiones industriales. De este modo, en Rusia, un movimiento incesante de campesinos se traslada de los campos hacia Moscú —y hacia Leningrado— y de una manera más general, hacia los suburbios industriales de esas ciudades. Los campesinos emigraron en masa de las regiones del Volga hacia Bahú, cuando se desarrolló en ésta ciudad la industria petrolera. La mano de obra no se traslada únicamente dentro de las fronteras de un estado: masas de cesantes dejan los países atrasados en los cuales existe una numerosa clase campesina miserable y una pequeña burguesía arruinada, para ir hacia los países industriales donde la mano de obra es insuficiente y se paga mejor. El imperio ruso, Polonia e Italia, desde hacía tiempo proporcionaban mano de obra a la naciente industria de los Estados 8

Unidos. En los últimos veinte años (1910—1930) una nueva reserva de fuerza de trabajo se ofreció al capitalismo mundial. Es el océano humano del Oriente, de China y sobretodo de Japón”. Tal es, en general la situación de la fuerza del trabajo en el mercado. Aunque el obrero y el capitalista se presentan aparentemente en el mercado como dos poseedores iguales de mercancías, uno como el poseedor de la fuerza de trabajo y el otro como poseedor de dinero que transformará en salario sabemos que en esta lucha el obrero tiene todas las de perder. Hemos visto que el capitalista tiene el monopolio de los medios de producción, monopolio que obliga al obrero a vender su fuerza de trabajo; hemos hablado del inmenso ejército de reserva de los cesantes que está siempre a disposición de los capitalistas y dispuesto a facilitarles la disminución de los salarios. A través de las medidas más variadas para intensificar el trabajo, a través del progreso de la técnica, a través del trabajo por piezas, a través del trabajo de la mujer y de los niños, a través de la prolongación de la jornada de trabajo, el capitalista intenta disminuir el salario, o, por lo menos, la participación del obrero en la masa de los valores creados y aumentar, por lo tanto, la plusvalía absoluta o relativa. Las aspiraciones del capitalista se oponen a la resistencia de quienes venden su fuerza de trabajo, es decir, de la clase obrera. “De la fuerza de esta resistencia pueden depender, en cierta medida, la participación del obrero en el producto de trabajo y el salario”. Cuanto más débil es la clase obrera, menos organizada está, menos posibilidades de éxito tiene. El capitalista prefiere tratar con obreros que no están unidos entre ellos y que se las arreglan cada uno por su lado. En cambio, los intereses vitales de los obreros los empujan a organizarse solidariamente para luchar juntos contra la clase capitalista. La empresa capitalista moderna, donde centenares y a veces millares de proletarios trabajan juntos, contribuye a unirlos. El sindicato es, en la historia, la primera forma de asociación de obreros. Los sindicatos aparecieron hace doscientos años, en el país donde el capitalismo industrial conoció su primer desarrollo, en Inglaterra, y hoy en día organizan en casi todos los países del mundo la masa formidable de casi cincuenta millones de proletarios. El papel de los sindicatos en la lucha por el aumento de los salarios y por el mejoramiento de las condiciones de trabajo es inmenso. De los medios de acción de los sindicatos que se conocen, la huelga es el primero de ellos. 9

Los sindicatos, reconocidos por el capitalista, se esfuerzan por imponerle el contrato colectivo que precisa las condiciones de salario, contratación, jornada de trabajo, etc. Los sindicatos, con la ayuda de la acción política de la clase obrera, actúan directamente en contra de grupos o de algunos capitalistas; en el régimen capitalista esta acción combinada tiene, a veces, como resultado, logro de ciertas reivindicaciones, como limitaciones de las jornadas de trabajo, del trabajo de las mujeres y de los niños, etc.... Pero sea cual fuere la importancia de los éxitos de la clase obrera en la lucha por el mejoramiento de las condiciones de trabajo y aumento de los salarios, estos éxitos son, hay que confesarlo, muy limitados dentro del marco del régimen capitalista. La lucha de los obreros por el mejoramiento de su condición choca, primero, con un gran obstáculo: además de la riqueza, los capitalistas tienen el poder político que no permite a los obreros salirse de ciertos límites. A la huelga, los capitalistas opusieron el lock-out, es decir, la clausura de las empresas, lo que condena a los obreros al hambre. “El ejemplo más notable al respecto es la huelga de los mineros ingleses que defendieron, durante largos meses con un heroísmo incomparable, su derecho a las jornadas de siete horas y a las tarifas en vigor. La burguesía empleó todos los medios posibles para vencerlos. El gobierno, la Iglesia, la prensa, el parlamento, la policía, la tropa, los emigrados rusos blancos y hasta las organizaciones sindicales inglesas y sus dirigentes reformistas, fueron movilizados por la burguesía en esta lucha contra los mineros. Finalmente, los obreros capitularon bajo la presión del hambre, la miseria y la traición de sus propios jefes. La derrota de los mineros ingleses dio la señal para una nueva ofensiva contra la clase obrera en Inglaterra y en otros países. Y no hace falta ser profeta para predecir que la situación de la clase obrera empeorará después de esta lucha”. Veremos más adelante, en el capítulo de la acumulación capitalista que existe una tendencia general a la disminución de la participación de los obreros en la renta social. Con su trabajo, los obreros crean, cantidades siempre más grandes de plusvalía; pero la parte de los bienes que corresponde a los productores mismos no deja de disminuir. El hecho de que el obrero europeo y norteamericano reciba hoy en día un salario superior al de hace cincuenta o cien años no está en contradicción con la disminución de la participación del obrero en la suma total de la renta, porque la 10

intensidad y el rendimiento del trabajo crecieron todavía muchísimo más, y la suma del ingreso del capitalista creció infinitamente más que la de los asalariados. Un país tan rico como los Estados Unidos nos da el ejemplo más sorprendente de esta tendencia: “El país del capitalismo próspero no escapó a esta tendencia a la disminución de la participación de la clase obrera en la renta nacional. El prodigioso aumento del rendimiento del trabajo del obrero obtenido en la industria no corresponde al aumento de los salarios. El rendimiento medio de un obrero norteamericano aumentó de 1916 a 1919 (en tan solo tres años) en un 30%, mientras el salario nominal solo aumentaba en un 11%10. Ya hemos hablado, a propósito de la plusvalía, de las desastrosas consecuencias que tiene para la clase obrera el desarrollo de la técnica en el régimen capitalista; y hemos dicho que, por esta causa, todas las ventajas de los aumentos de salario, a veces, se reducen a nada. En cuanto a la Europa capitalista después de la Gran Guerra, no sólo se observa una disminución relativa de la participación del obrero en la suma total de la renta, sino también una disminución absoluta de los salarios. G. Zinoviev indicaba en la sexta sesión del comité Ejecutivo ampliado de la Internacional Comunista, el 20 de febrero de 1926, que el salario real de los obreros europeos, comparado con su salario de antes de la guerra se expresaba a fines de 1925 con las siguientes cifras: Inglaterra con el 99%, Francia con el 90%, Alemania con el 75%, Italia con el 90%, Balcanes con el 50%. Había en Europa 5 millones de cesantes. En los dos años que siguieron, la situación de la clase obrera no mejoró. Ya hemos mencionado la ofensiva de los capitalistas ingleses contra la clase obrera (imitada por otros capitalistas), después de la derrota de los mineros. También hemos analizado lo que la racionalización más reciente trae a los obreros. He aquí algunos datos sobre el “costo de vida” de una familia obrera y el salario real en Italia y en Polonia

· costo mínimo de vida (mensual) 10

POLONIA 350—500 (zloty)

N.Boukharine,Estabilización capitalista y revolución proletaria.

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ITALIA 900—1000 (liras)

· Salario (mensual)

200—300

200—700

La misma diferencia se observa en otros países. Estos hechos nos demuestran muy claramente que los obreros no obtendrán un mejoramiento radical de su situación en ningún país capitalista. Sólo con la destrucción del régimen capitalista de producción y con el paso a la nueva sociedad socialista, que ya no estará basada sobre la explotación, entonces la situación de la clase obrera puede cambiar radicalmente. Sería erróneo concluir de lo anterior que la lucha económica no tiene significación en el cuadro del régimen capitalista, y que por lo tanto los sindicatos son superfluos; además del éxito relativo que hemos mencionado en la lucha por la jornada de trabajo, por los salarios, etc., hay que señalar que la acción misma de los sindicatos acostumbra a la masa obrera a organizarse y a luchar y, de este modo, la prepara para la acción decisiva por el socialismo. El hecho de que la caída del capitalismo es la única solución para abrir nuevas perspectivas a la clase obrera aparecerá con gran claridad cuando examinemos el problema del salario y del trabajo en la URSS.”

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· Capítulo V de El gran descubrimiento de Carlos Marx, V. Afanásiev y V. Lantsov, Editorial Progreso, Moscú, 1986. LOS DOS ASPECTOS DEL SALARIO BAJO EL CAPITALISMO La teoría de Marx acerca de la naturaleza dual del trabajo de los productores de mercancías ofrece la clave para explicar la esencia de tan complejo fenómeno de la economía capitalista como el salario de los obreros asalariados. 1. Salario nominal y salario real. Bajo el capitalismo, la forma mercantil de la fuerza de trabajo (en virtud de que los productores directos de mercancías han sido liberados tanto de la dependencia personal como de los medios de producción, en virtud del desarrollo de las relaciones mercantiles rigiendo la propiedad capitalista privada) adquiere carácter dominante y, a la par que ella, se desarrolla también el salario como forma específica de manifestación del valor de la fuerza de trabajo. 13

Como se sabe, el salario como fenómeno específico surgió ya bajo el régimen esclavista reflejando la transformación esporádica de la fuerza de trabajo en mercancía. Platón, por ejemplo, en su descripción de la estructura social de la sociedad habla de “asalariados” que “venden su fuerza y dan el nombre de sueldo a dicha venta...” 11 Bajo el capitalismo el salario es una forma transfigurada del valor y del precio de una mercancía especial: la fuerza de trabajo. El salario es la expresión de doble transformación del valor de la fuerza de trabajo en el sentido de que, en primer lugar, este valor, determinado por el tiempo de trabajo socialmente necesario, adquiere inicialmente la fuerza transfigurada de precio de la fuerza de trabajo (es la magnitud del futuro pago, prevista en la contratación de la fuerza de trabajo), fijado ya antes de la incorporación de la fuerza de trabajo al proceso de la producción y expresado, lo mismo que siempre cuando el dinero cumple la función de medida del valor, en dinero ideal; en segundo lugar, después de terminado el proceso laboral, el precio de la fuerza de trabajo adquiere, a su vez, la forma transfigurada de salario que aparece exteriormente de modo tergiversado e irracional como “precio del trabajo”, que vela [y enmascara] la explotación del trabajo asalariado por la burguesía.

En forma esquemática esto podría representarse de la siguiente manera: 1) Valor de la fuerza de trabajo expresado en horas de tiempo necesario de trabajo y encarnado en la personalidad viva del obrero │

│ 4 horas

2) Precio de la fuerza de trabajo, que se fija durante la contratación de la fuerza de trabajo y se expresa en dinero ideal. │

│ 4 dólares

3) Valor creado por la fuerza de trabajo en el proceso de la producción

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Platón, Obras en tres tomos, ed. en ruso, t. 3, parte , Moscú, 1971, pág. 148.

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4 horas



4 horas





v

p

4) Salario como expresión monetaria irracional (en forma de “precio de trabajo”) del valor y el precio de la fuerza de trabajo │

│ 4 dólares

Por consiguiente, el salario es la expresión monetaria (aunque la forma irracional de “precio de trabajo”) del valor y del precio de la fuerza de trabajo, que crea la ilusión de la total remuneración del trabajo del obrero y de ausencia de explotación del trabajo por el capital. Mientras tanto, en realidad, el obrero no vende trabajo, sino su capacidad de trabajar, su fuerza de trabajo cuya forma transfigurada del valor y del precio es el salario nominal. En consecuencia, el salario es directamente el salario nominal en metálico, una determinada cuantía que el obrero percibe por vender su fuerza de trabajo. Lo mismo que cualquier fenómeno de la economía mercantil, el salario nominal posee dos aspectos: ad valorem y el natural o material. Examinado desde el punto de vista del valor, el salario nominal es la expresión en forma monetaria del valor de la fuerza de trabajo. Nos parece de sustancial importancia el que se recalque el aspecto ad valorem, por cuanto el salario viene regulado por el valor de la fuerza de trabajo a través del valor encarnado en el salario. El cambio del valor de la fuerza de trabajo repercute directamente en el cambio del valor representado en el salario nominal y, a través de éste, en el total de valores de uso que el obrero percibe a cambio del salario nominal. Precisamente por esta razón Marx y Engels estimaban necesario destacar la categoría “el valor del salario” refiriéndose al valor encarnado en el salario [mismo]. 12 Cuando el valor encarnado en el salario se rezaga respecto del valor de la fuerza de trabajo resulta indispensable el uso de este término. El otro aspecto del salario nominal —su característica natural o material — es la determinada suma de valores de uso que puede comprar a cambio de 12

Véase C. Marx. El Capital. C. Marx y F. Engels, Obras, t. 24, pág. 422 y 425; t. 26, parte I, pág. 70 y t. 26, parte II, pág. 443.

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este salario nominal y constituye el salario real. Así, el salario directamente real no es más que el total de valores de uso que se puede obtener a cambio del salario nominal. La naturaleza dual del salario puede expresarse en forma esquemática de la siguiente manera (ver ESQUEMA). El salario real, siendo iguales las demás condiciones, depende directamente de la magnitud del salario nominal (en proporción directa) y del nivel de los precios de los artículos de uso y de consumo (en proporción inversa). La diferenciación del salario nominal en valor encarnado en él y en el total de valores de uso representados potencialmente en el salario nominal corresponde a la naturaleza socioeconómica del fenómeno y es de importancia sustancial para la investigación de las regularidades cuantitativas del movimiento del salario según sean los cambios que experimenta el valor de la fuerza de trabajo.

2. Contradicciones en el movimiento del valor y de la fuerza de trabajo, del salario nominal y del real en la economía capitalista contemporánea. Es típico del capitalismo moderno el crecimiento de la carestía, del costo de la vida. Suben con rapidez los precios de los artículos de uso y de consumo y los servicios, que los monopolios alzan artificialmente, aumentan los alquileres y crecen los impuestos. El aumento del coste de vida acusa una tendencia creciente. En 1961—1970, el coste de la vida en los países capitalistas desarrollados crecía anualmente por término medio un 3,4% y en 1971—1979 un 8,6%. En 1979 la tasa de inflación fue: en los EE.UU., de un 13%; en Francia, un 12%; en Inglaterra de 15%. En los EE.UU., los precios de los artículos de uso y consumo subieron en 1980 un 12, 4%, y en 1981, un 8,9%. El índice de estos precios (1967=100); en Inglaterra, a 538, 3; en Italia, a 631,8; en Francia, a 407,8, y en el Japón, a 309,7.13 Las masas laboriosas presentan cada vez más resueltamente demandas de elevar los salarios, de implantar un control democrático 13

Véase Mirovaya ekonómika y mezhdunarodnye otnoshenia (Economía mundial y relaciones internacionales), 1979, Nº 8 (suplemento), pág. 7; Economic Indicators, October, pp. 23, 25.

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sobre la formación de los precios y de sofrenar los monopolios. La lucha huelguística de la clase obrera en nuestros días testimonia su creciente grado de organización. Esta lucha adquiere con creciente frecuencia carácter de lucha nacional del trabajo contra el capital. La lucha económica de la clase obrera de los países capitalistas adquiere cada vez en mayor medida la tendencia a convertirse en lucha política contra los fundamentos mismos del régimen capitalista, contra el monopolio de la burguesía sobre los medios de producción y el poder político en la sociedad burguesa. Un problema difícil de la economía capitalista contemporánea es el de la correlación entre la dinámica del valor de la fuerza de trabajo y la del salario. A primera vista se tiene la impresión de que el salario no es regulado por el valor de la fuerza de trabajo, puesto que se exterioriza claramente un fenómeno paradójico: el movimiento opuesto del valor de la fuerza de trabajo y de su precio, el salario. Por una parte, las conclusiones teóricas, así como los datos estadísticos, incluidos los referentes al crecimiento de la productividad del trabajo, prueban que la tendencia fundamental en el cambio del valor de la fuerza de trabajo que se va abriendo paso a través de las distintas desviaciones y alteraciones es la tendencia decreciente con motivo del crecimiento de la fuerza productiva del trabajo social, resultado común de la acción de numerosos factores, a veces opuestos por su sentido. 14 Por otra parte, los datos estadísticos de los países desarrollados del mundo capitalista referentes a un período largo muestran que el movimiento del salario nominal y el real no acusa, como era de esperar partiendo de la dinámica del valor de la fuerza de trabajo, tendencia decreciente algo sistemática. Es más, existen todos los fundamentos para admitir que la tendencia principal del movimiento del salario medio nominal y real que se advierte cuando se examinan tanto las irregularidades de su crecimiento en el tiempo y por países como los descensos considerables en determinados períodos, a veces bastante largos). Según datos de la estadística norteamericana, por ejemplo, el promedio del salario real semanal en el sector no agrícola de la economía ha crecido en el período postbélico. Sin embargo este crecimiento se ha interrumpido 14

Por supuesto que eso no significa que en unos u otros períodos concretos el valor de la fuerza de trabajo no pueda acrecentarse, digamos, bajo el efecto del crecimiento de la intensidad y la complejidad del trabajo cuando este crecimiento no choca con la oposición bajo la forma de elevación de la fuerza productiva del trabajo social.

17

a menudo con largos períodos de descenso, incluido el de principios de la década del 70 hasta principios de la del 80.

Tabla:

Dinámica del promedio del salario real semanal en el sector no agrícola de la economía

norteamericana en 1972—1983. (1972=100)15 1972

1973 1974 1975 1976 1977 1978 1979 1980 1981 1982 1983

100 99,9 95,8 92,8 94,2 95,2 95,4 92,4 87,1 85,7 84,6 86,3

De la tabla se infiere que hacia 1983 el salario real, incluso según datos oficiales, se redujo contra 1972 un 15, 4%. Es esto una de las múltiples manifestaciones de la ofensiva sobre las posiciones de la clase obrera, incluida la ofensiva de la reaganomía, desplegada por los medios gobernantes de los EE.UU . desde principios de los años 70.ç En relación con ello surge la pregunta de si es verdad que en la dinámica del valor de la fuerza de trabajo la fundamental es la tendencia decreciente, y del salario real y nominal, creciente, de qué relación guardan estos procesos con la ley del valor de la fuerza de trabajo, que regula el movimiento del salario como forma metamorfoseada del valor y el precio de la fuerza de trabajo. Sin embargo, antes de emprender la solución de este problema veremos se existe realmente esta paradoja económica. En las publicaciones suelen expresarse opiniones de que la tendencia principal del valor de la fuerza de trabajo consiste en el acrecentamiento de dicho valor, por cuya razón crece también el salario de los obreros y no existe disparidad alguna, y tanto menos, movimiento opuesto del valor de la fuerza de trabajo y su precio, el salario. A nuestro juicio, este punto de vista no es teóricamente convincente, ya que arranca de varios supuestos que no se formulan con diafanidad, sino que se admiten simplemente, incluida la premisa de que el factor decisivo del aumento de la producción de mercancías por unidad de tiempo en los países capitalistas desarrollados modernos durante largos períodos,

15

Economic Report of the President, Febr. 1982, p. 277; Economic Indicators, October 1984, p. 15.

18

calculados en decenios, no es el crecimiento de la fuerza productiva del trabajo, sino el de la intensidad de este último. Ahora bien, incluso partiendo de este supuesto, no es obligatorio, ni mucho menos, que se acreciente el valor de la fuerza de trabajo. Es sabido que, con la elevación de la intensidad de trabajo, el valor de la mercancía no se acrecienta, sino que permanece invariable, aunque aumenta la cantidad de mercancías producidas en la unidad de tiempo, y se acrecienta también el total del valor producido. Y esto quiere decir que el valor de la unidad de mercancía, en resumidas cuentas, se reduce, por cuanto, a la par que el crecimiento de la intensidad del trabajo, aumenta también la fuerza productiva del mismo. Y en la práctica no es el crecimiento de la intensidad, sino el de la fuerza productiva del trabajo el que constituye el factor principal de aumento de la producción de mercancías en la unidad de tiempo. Este significado decisivo de la fuerza productiva del trabajo se debe a que, en realidad, sus posibilidades no tienen límite, mientras que las posibilidades de elevar la intensidad del trabajo tienen límites sociales y fisiológicos. Al propio tiempo sería erróneo subestimar el significado del crecimiento de la intensidad de trabajo como medio de suma importancia para elevar la productividad del trabajo y, por tanto recrudecer la explotación de los obreros bajo el capitalismo. El ascenso de la intensidad del trabajo posee determinadas reservas. Trátase, por ejemplo, del cambio de la estructura de los gastos de trabajo del obrero, del aumento de la proporción de los gastos intelectuales y nerviosos y de la disminución de la proporción de los gastos del trabajo físico. Importante condición del considerable crecimiento de la intensidad del trabajo es la reducción de la jornada laboral. El crecimiento de la intensidad del trabajo es particularmente deseable para la burguesía, puesto que permite aumentar la producción de mercancías sin inversiones suplementarias considerables de capital. No obstante, el factor decisivo, que determina la dinámica del valor de las mercancías y, por tanto, la dinámica de la fuerza de trabajo, sigue siendo la elevación de la fuerza productiva del trabajo. Otra suposición semejante es la tesis del acrecentamiento de la complejidad del trabajo que ejecuta la moderna fuerza de trabajo. Aquí se saca la conclusión de que la producción de fuerza de trabajo complejo requiere aumento de gastos de trabajo social, lo que lleva al aumento del valor de la fuerza de trabajo. Como es sabido, el trabajo complejo crea en la 19

unidad de tiempo de un valor mayor que el trabajo simple. Por eso se admite que la elevación de la complejidad del trabajo permite reproducir el acrecido valor de la fuerza de trabajo en un período de tiempo de trabajo más corto que antes. En consecuencia, como se estima, el valor de la fuerza de trabajo crecerá en términos absolutos, pero disminuirá en términos relativos en la estructura de la jornada laboral, lo que llevará al acrecentamiento absoluto y relativo de la plusvalía. Con semejante enfoque, diríase, se llega a la explicación de todo el conjunto de factores relacionados con la dinámica del valor de la fuerza de trabajo y del salario real. En efecto, si crece en términos absolutos el valor de la fuerza de trabajo merced al crecimiento de la complejidad de éste, es natural que el salario real acuse una tendencia ascendente. Si, además, el valor de la fuerza de trabajo disminuye en términos relativos, la plusvalía crece absoluta y relativamente, lo que se expresa tanto en el crecimiento de la cuota y la masa de plusvalía como la masa de ganancias capitalistas. Sin embargo, la referencia al crecimiento de la complejidad del trabajo, que efectivamente tiene lugar, no explica la correlación que nos interesa, ante todo porque, lo mismo que el primer supuesto, el que hace hincapié en el crecimiento de la intensidad de trabajo, elude lo principal, a saber, el crecimiento de la fuerza productiva social del trabajo, relacionado con el acrecentamiento de la complejidad de dicho trabajo y con otras causas. Se pierde de vista el hecho de que el acrecentamiento de la complejidad del trabajo es prueba de que se ha alcanzado un nivel cualitativamente nuevo en el desarrollo de las fuerzas productivas que condiciona el progreso más rápido de la fuerza productiva social del trabajo en comparación con los gastos de trabajo para la preparación de fuerza de trabajo compleja. Los cálculos muestran que el acrecentamiento de la complejidad de la fuerza de trabajo, así como los subsiguientes aumentos de los gastos de trabajo y crecimiento de las demandas socialmente necesarias de los obreros frenan el descenso del valor de la fuerza de trabajo, y no estimulan su acrecentamiento, ni mucho menos.16 La tesis del crecimiento del valor de la fuerza de trabajo como principal tendencia del desarrollo de ésta da lugar a varias conclusiones que se contradicen tanto con los innumerables hechos de la realidad capitalista como con los enunciados de la teoría económica. 16

Véase Contradicciones de la producción capitalista contemporánea. Moscú, 1971, págs. 257—275.

20

Si admitimos que el valor de la fuerza de trabajo se acrecienta, por lo visto, habrá que reconocer que ya bien el valor de los artículos de uso y consumo tiene una tendencia creciente durante largos períodos de tiempo, ya bien el volumen de las necesidades satisfechas de los obreros crece con más rapidez que la productividad del trabajo, ya bien el valor de la fuerza trabajo ha perdido su nexo objetivo con el nivel de las fuerzas productivas de la sociedad. No hay fundamento suficiente para argumentar ninguna de estas conclusiones. El valor de la fuerza de trabajo, al igual que de cualquier otra mercancía de la sociedad capitalista, se halla en dependencia proporcional inversa del cambio de la fuerza productiva del trabajo social, aunque también respecto de esta dependencia, la fuerza de trabajo, en tanto que mercancía específica, posee varias peculiaridades sustanciales. El descenso del valor de la fuerza de trabajo constituye una base económica de suma importancia para el funcionamiento de la producción capitalista cuyo objetivo es el constante aumento de la explotación del proletariado, así como el acrecentamiento tanto de la masa como de la cuota de plusvalía. Y la forma decisiva de crecimiento de la explotación del proletariado es el aumento de la producción de plusvalía relativa. “El valor de las mercancías —escribía Marx— está en razón inversa a la fuerza productiva del trabajo. Y otro tanto acontece con el valor de la fuerza de trabajo, ya que éste se halla determinado por los valores de las mercancías. En cambio, la plusvalía relativa está en razón directa a la fuerza productiva del trabajo, aumentando cuando ésta aumenta, y disminuyendo cuando ella disminuye... Por eso es afán inmanente y tendencia constante del capital reforzar la fuerza productiva del trabajo, para este modo abaratar las mercancías y, con ellas los obreros.”17 Una causa importante del desarrollo de la industrialización capitalista comenzando por la industria ligera, y no la pesada, fue el afán de la burguesía de disminuir el valor de la fuerza de trabajo, abaratarla a fin de, aumentando la masa y la cuota de plusvalía, crear condiciones propicias para la acumulación de capital. El fomento de la industria ligera resultó ventajoso desde el punto de vista no ya sólo de unos u otros capitalistas (puesto que la rotación del capital en esta rama de la producción es más rápida), sino de toda la clase capitalista, esta “hermandad masónica” que explota a la clase obrera. 17

Karl Marx, El Capital. C. Marx y F. Engels. Obras, t. 23, pág. 330.

21

El supuesto del crecimiento del valor de la fuerza de trabajo se contradice tanto con la esencia como con las consecuencias más importante de la ley de la plusvalía. Si durante un largo período crece el tiempo socialmente necesario de trabajo indispensable para la reproducción de la fuerza trabajo, el plustiempo de trabajo debe disminuir correlativamente, y a la vez deben reducirse la cuota de plusvalía y las proporciones absolutas y relativas de la explotación del trabajo asalariado, sobre todo al reducirse la jornada laboral. Mientras tanto, los datos referentes al movimiento de la masa de plusvalía y de su cuota prueban su crecimiento, y no su reducción, prueban que la explotación de la clase obrera crece. El acrecentamiento del valor de la fuerza de trabajo reduciría las posibilidades de reproducción capitalista ampliada. Con el aumento del tiempo necesario de trabajo y la disminución del plustiempo de trabajo y, por consiguiente, con la reducción de la plusvalía debería surgir a la corta o a la larga una tendencia a la relativa disminución de la parte acumulable de la plusvalía, lo que conduce directamente a la reducción del volumen de la acumulación y al descenso de la tasa de reproducción ampliada, es decir, a la sustitución de la reproducción capitalista ampliada con la simple. Además, cabe tener presente que se trata del valor de la reproducción sólo de la parte de las potencias laborales del obrero que éste vende en calidad de mercancía al capitalista, y no de todo el conjunto de estas potencias que se hallan, en realidad, en poder del obrero, y tanto menos de las demandas socialmente normales que presenta el desarrollo universal del individuo. La tasa de reproducción capitalista ampliada es efectivamente baja respecto de las posibilidades potenciales de las fuerzas productivas, pero no por ser “extraordinariamente elevados” los salarios de los obreros y, por eso, insuficiente la acumulación de capital monetario, como afirman los economistas burgueses. En realidad, son típicos del capitalismo moderno, por una parte, el excedente de capital monetario disponible y, por otra, la superacumulación de capital real bajo las formas productiva y mercantil. Por lo tanto, no se trata de la escasez de capitales, del volumen deficiente de la plusvalía para los efectos de la acumulación de capital, sino de que las contradicciones de la economía capitalista dificultan cada vez más la conversión de la forma monetaria del capital en formas mercantil y productiva y sobre todo, de la forma mercantil en dinero. 22

Todo esto nos convence de que la tendencia principal de la dinámica del valor de la fuerza de trabajo es su reducción debido al ascenso de la fuerza productiva del trabajo, lo que disminuye el valor de los artículos de uso y de consumo. ¿Cuál es, pues, el movimiento del salario real de los obreros en un período largo de tiempo? ¿Sigue el paso por el que se mueve el valor de la fuerza de trabajo? Los datos de que disponemos sobre el particular muestran que, a través de múltiples alteraciones y desviaciones y, a menudo, a través de prolongados movimientos regresivos, acaba por abrirse paso la tendencia creciente del salario real de los obreros antes que nada en los países capitalistas desarrollados. Mientras tanto, sólo en las últimas décadas, el rendimiento por obrero en dichos países ha aumentado varias veces.

Tabla:

Dinámica de la productividad del trabajo y el salario real en el sector no agrícola de la

economía de los EE.UU. (1950—1983)

1950

1960

1965

1970

1975

1980

1982

1983

100

111

121

142

154

168

174

177

183

100

114

123

136

139

137

129

125

128

Fuente: Economic Report of the president. Washington, Febr. 1983, pp. 207, 208

200 150 100 50

Salario Real

1983

1982

1980

23

Productividad del trabajo

1975

1970

1965

1960

0 1955

Salario real

1955

1950

Productividad del trabajo

De los datos de la tabla (o gráfico), que comprenden un cuarto de siglo, se desprende que el salario real de los obreros norteamericanos se rezagaba sistemáticamente respecto de los índices de la productividad del trabajo. Confirman la misma tendencia datos posteriores. En el período 1975—1978, la productividad del trabajo en la industria transformativa de los EE.UU. creció un 16,3%, mientras que los salarios reales semanales de los obreros subieron nada más que un 5,5%. Observemos que las ganancias de los consorcios en el mismo período se acrecentaron en precios invariables del 47,5%.18 La diferencia en el movimiento del valor de la fuerza de trabajo y el salario real, diríase, es evidente a todas luces. El crecimiento del salario real, por lo demás extremadamente escaso desde el punto de vista de las crecientes demandas socialmente necesarias de los obreros, es perfectamente natural. El progreso de la fuerza de trabajo en sus expresiones cualitativa y cuantitativa es una forma muy importante de desarrollo de las fuerzas productivas de la sociedad humana, parte integrante decisiva de las cuales es la fuerza de trabajo. Desde este punto de vista el acrecentamiento del nivel de consumo de los obreros se presenta como expresión ineludible, objetivamente indispensable del desarrollo de las fuerzas productivas, como elemento de suma importancia de la reproducción social ampliada. De ahí se desprende, en particular, que también al desarrollo de las fuerzas productivas se extiende el freno que suponen las relaciones de propiedad privada sobre los medios de producción. Aquí esto se exterioriza, en particular, en la tendencia, propia del capitalismo, a la reducción del consumo obrero, a la disminución del salario real de los obreros. “La tendencia general de la producción capitalista —escribía Marx — no es elevar el nivel medio del salario, sino reducirlo.” 19

18 19

Véase Mirovaya ekonómika y mezhdunarodnye otnoshenia, 1979, nº 8 (suplemento), págs. 4—5. Karl Marx, Salario, precio y ganancia. K. Marx y F. Engels. Obras, t. 16, pág. 155

24

Ahora bien, a dicha tendencia de la producción capitalista se oponen varios factores, incluído el crecimiento de las demandas socialmente necesarias de los obreros, su oposición al afán de la burguesía de bajar los salarios, el nivel de vida de toda la clase obrera, etc. Así se explica que el capitalismo no esté en condiciones de detener el crecimiento del consumo obrero, del salario real, como tampoco esté en condiciones de suspender el desarrollo de las fuerzas productivas en general. El capitalismo sólo puede retardar este desarrollo, llevar a un descenso considerable y relativamente duradero de la producción, a la reducción del consumo obrero. Pero descartar por entero el crecimiento de lo uno y lo otro no está en condiciones. Al caracterizar la vigencia de la ley del ascenso de las necesidades bajo el capitalismo, Lenin escribía: “... el desarrollo del capitalismo trae, inevitablemente, como consecuencia el incremento del nivel de las necesidades de toda la población y del proletariado obrero.” 20 Aquí llama la atención el hecho de que en calidad de factores de acrecentamiento de las demandas se presentan fenómenos que caracterizan más el progreso de las fuerzas productivas del capitalismo que las relaciones de producción específicamente capitalistas, o incluso más, los procesos que se oponen a las tendencias rapaces de explotación capitalista. En relación con ello Lenin escribía: “Este incremento se crea, en general, por la mayor frecuencia de intercambios de productos, que conduce a encuentros más frecuentes entre los habitantes de la ciudad y el campo, de diferentes puntos geográficos, etc. A esto conduce también la agrupación, la aglomeración del proletariado obrero, que eleva su conciencia política y sentido de la dignidad humana, y le da la posibilidad de luchar con éxito contra las rapaces tendencias del régimen capitalista.” 21 El salario real sube aquí, porque el capitalismo no está en condiciones de impedirlo. A la tendencia a la reducción del consumo obrero, que se desprende de la esencia misma del capitalismo, a la supeditación de la producción capitalista a la maximización de las ganancias se opone la necesidad objetiva de impulsar las fuerzas productivas sociales, incluido su elemento principal, la fuerza de trabajo. Expresión de esta necesidad es precisamente la decidida lucha del proletariado por el mejoramiento de su situación económica y, en última instancia, por la liquidación de las 20 21

V. I, Lenin. Acerca de la llamada cuestión de los mercados. O. C. t. 1, pág. 101. Ibídem

25

relaciones de producción capitalistas. La lucha económica y política del proletariado es una manifestación muy importante de la agravación del antagonismo principal del capitalismo, de la rebelión de las fuerzas productivas contra las relaciones de producción burguesas que frenan su desarrollo. Por lo tanto, las tendencias fundamentales del movimiento del valor de la fuerza de trabajo y del salario de los obreros son el descenso del valor de la fuerza de trabajo y el crecimiento del salario. ¿Cómo se puede explicar el movimiento opuesto del valor, de esta mercancía específica de la sociedad burguesa y de su precio? En el hecho mismo del movimiento opuesto del valor de la fuerza de trabajo y de su precio, el salario, bajo la influencia del crecimiento de la fuerza productiva del trabajo social no hay nada extraño. Por cuanto bajo el capitalismo la fuerza de trabajo es mercancía, su movimiento se sujeta en considerable medida a las leyes generales del trabajo mercantil. El valor de la mercancía, como es sabido, se halla en dependencia inversa proporcional del nivel de la fuerza productiva del trabajo social, lo que se desprende de la naturaleza misma de este fenómeno como expresión de la eficacia del trabajo concreto. Esta es la razón de que con el crecimiento de la fuerza productiva de trabajo, por una parte, aumente la cantidad de valores de uso que se producen en la unidad de tiempo y, por otra, la magnitud del valor de la unidad decrezca. “... A medida que crece la riqueza material —escribía Marx— disminuye la magnitud del valor que representa. Estas fluctuaciones contradictorias entre sí se explican por el carácter dual del trabajo”22 En el proceso de la reproducción capitalista ampliada, al crecer la productividad del trabajo social y la acumulación de capital se acrecienta el número de obreros, la cantidad de la mercancía específica que es la fuerza de trabajo mientras disminuye el valor de la unidad de la fuerza de trabajo. En este caso, la ley general del movimiento opuesto del valor y del valor de uso de las mercancías, tratándose de la fuerza de trabajo como mercancía específica, adquiere ciertas peculiaridades muy sustanciales. Una de ellas consiste en que con el crecimiento de la fuerza productiva del trabajo social y con el descenso del valor de la fuerza de trabajo se registran objetivamente cambios en la expresión relativa del valor de la fuerza de trabajo en el valor de uso de los artículos de uso y de consumo. 22

C. Marx, El Capital. C. Marx y F. Engels. Obras, t. 23, pág. 55.

26

El problema es que el valor de la fuerza de trabajo disminuye a una tasa menor que el valor de los artículos de uso y consumo, por cuya razón se acrecienta la expresión relativa del valor de la fuerza de trabajo en el total de los valores de uso de estas mercancías, y, en fin de cuentas, si la clase obrera lo logra al precio de una encarnizada lucha contra la burguesía, también lo hace con el crecimiento del salario real. Conforma la base de esta peculiaridad de la dinámica del valor de la fuerza de trabajo el hecho de que el valor de la fuerza de trabajo se halla sujeto a la influencia de dos factores principales:  la fuerza productiva del trabajo social, por una parte, y por otra,  el volumen de las demandas socialmente necesarias de los obreros; mientras que las mercancías corrientes están sujetas a la influencia de un sólo factor: la fuerza productiva del trabajo. Además, el crecimiento de las demandas socialmente necesarias frena el descenso del valor de la fuerza de trabajo y, por cuanto ese factor no influye sobre el valor de las demás mercancías, la expresión relativa del decreciente valor de la fuerza de trabajo en los artículos de uso y consumo, cuyo valor disminuye más rápidamente, acusa una tendencia ascendente. La peculiaridad del salario real como fenómeno cualitativamente específico consiste en que es el equivalente mercantil del valor de la fuerza de trabajo, es decir, rige directamente sólo como cierto total de valores de uso, a saber, como el total de los valores de uso que el obrero percibe en última instancia a cambio de su fuerza de trabajo. Aquí es importante recalcar que el salario real es cuantitativamente igual al pleno equivalente mercantil del valor de la fuerza trabajo sólo a condición de que la fuerza de trabajo se pague con arreglo a su valor. Estas peculiaridades del salario real encierran precisamente la posibilidad de que se desvíe respecto del valor de la fuerza de trabajo, posibilidad de movimiento opuesto del valor de la fuerza de trabajo y del salario real. Veamos a título de ilustración el siguiente ejemplo. La jornada laboral de ocho horas se desintegra en dos partes iguales: 4 horas de tiempo necesario de trabajo y 4 horas de plustiempo de trabajo (trabajo excedente). 27

El valor de la fuerza de trabajo constituye 4 horas de tiempo socialmente necesario de trabajo, y la plusvalía, también, 4 horas. La cuota de plusvalía es entonces igual al 100%. Durante la jornada laboral se producen 16 unidades de mercancía: 8 unidades en la primera mitad de la jornada y 8 en la segunda.

4 horas



4 horas





v

(1)

p

8 unidades 8 dólares

8 unidades 8 dólares

El valor de la unidad de mercancía que se produce es igual a ½ hora. El precio diario de la fuerza de trabajo, es decir el salario nominal, constituye 8 dólares, y la expresión monetaria de la plusvalía es también de 8 dólares. El total de los precios de las mercancías producidas por el obrero durante la jornada es de 16 dólares. Tales son las condiciones de partida. Supongamos que la fuerza productiva del trabajo social, siendo iguales las demás condiciones, crece al doble. Para efectos de simplificación admitamos que el valor de todas las mercancías, incluída la fuerza de trabajo, disminuye en virtud de ello a la mitad. ¿Cómo cambian, pues, con tal motivo, la estructura de la jornada laboral, la cuota y la masa de la plusvalía, el salario nominal y real, es decir la expresión monetaria y mercantil del valor de la fuerza trabajo? La estructura de la jornada laboral adquiere el siguiente aspecto: |

2 horas

|

6 horas

v

p

8 unidades

24 unidades

|

(2)

El valor de la fuerza de trabajo se ha reducido a la mitad. En relación con ello, la masa de plusvalía ha crecido un 50% (de 4 a 6 horas), y su 28

cuota, al triple (6÷2 × 100% = 300%). La cantidad de mercancías producidas durante la jornada laboral aumentó al doble (de a 32 unidades), con la particularidad de que el valor de la unidad de la mercancía disminuyó a la mitad (de ½ hora a ¼ hora). Por cuanto admitimos que los precios de las mercancías, incluida la fuerza de trabajo, no se desvían de su valor, que disminuyen a medida que disminuye el valor de las mercancías, la expresión monetaria del valor producido por el obrero, lo mismo que antes, será de 16 dólares. Y el precio de la unidad de la mercancía se reducirá a la mitad, de 1 dólar a 0,50. Al propio tiempo disminuye a la mitad el salario en metálico de los obreros, de 8 a 4 dólares23. Sin embargo, (y desde este punto de vista del problema que estudiamos esto es muy importante), el salario real, aquí, no disminuye. El obrero, lo mismo que antes, percibirá a cambio de su salario en metálico (reducido a la mitad) la misma cantidad de artículos de uso y consumo, por cuanto a su valor y precios se han reducido a la mitad. Ya aquí se advierte la diferencia en el movimiento del valor de la fuerza de trabajo y de su equivalente mercantil como total de valores de uso. El valor de la fuerza de trabajo se ha reducido a la mitad en virtud del crecimiento de la fuerza productiva social, mientras que el total de los valores de uso quedó invariable por la misma razón. El valor del equivalente mercantil ha descendido, al igual que el de la fuerza de trabajo, a la mitad. Esta diferencia se convertirá en movimiento opuesto del valor de la fuerza de trabajo y de su equivalente mercantil si tenemos en cuenta que el valor de la fuerza de trabajo disminuye necesariamente a una tasa inferior a la del valor de las otras mercancías. El valor de la fuerza de trabajo se halla bajo la influencia de numerosos factores que rigen, a veces, en sentidos contrarios, siendo el decisivo el crecimiento de la fuerza productiva social del trabajo, que determina la tendencia creciente fundamental del valor de la fuerza de trabajo. Agrava la dependencia del valor de la fuerza de trabajo respecto del cambio de la fuerza productiva social del trabajo el hecho de que dicho valor se halla sujeto al efecto de factores que no influyen en la magnitud del valor de las mercancías corrientes y que debilitan, entorpecen, la tendencia descendente del valor de la fuerza de trabajo. Aquí desempeña el papel decisivo la ampliación de las demandas socialmente necesaria de los 23

Con la particularidad de que los dólares en las nuevas condiciones (esquema 2) no son idénticos a los dólares de las conmdiciones anteriores (esquema 1). El poder adquisitivo de los dólares del esquema 2 es dos veces superior.

29

obreros, que refleja el desarrollo progresivo de esta principal fuerza productiva de la sociedad. Así, el valor de la fuerza de trabajo se halla en directa dependencia proporcional del volumen de las demandas socialmente necesarias del obrero y en dependencia proporcional inversa del nivel de la fuerza productiva del trabajo social. La tasa de descenso del valor de la fuerza de trabajo disminuye bajo el efecto de todos los procesos que llevan a la ampliación del círculo de demandas socialmente necesarias de la clase obrera. En este fenómeno se refleja el importante hecho de que el valor de la fuerza de trabajo se forma, a diferencia del valor de las mercancías corrientes, bajo la influencia de factores históricos y morales.24 Las demandas socialmente necesarias de la clase obrera se acrecientan bajo el efecto del crecimiento de la intensidad del trabajo de los obreros, el perfeccionamiento de su calificación, el aumento de inquietudes culturales, el progreso de las relaciones mercantiles, etc. Al examinar este problema, Lenin señaló la acción de la ley de ascenso de las demandas. “Esta ley del incremento de las necesidades —escribía Lenin— se ha manifestado con plena fuerza de la historia de Europa: compárase, por ejemplo, al proletariado francés de finales del siglo XVIII con el de finales del XIX o al obrero inglés de los años 40 del siglo pasado con el actual. Esta misma ley manifiesta también su acción en Rusia: el rápido desarrollo de la economía de mercado y del capitalismo en la época posterior a la Reforma provocó también la elevación del nivel de las necesidades del “campesinado” (con respecto al vestido, la vivienda, etc.)”25. Es sintomático que en el presente, a la par que el acrecentamiento del volumen de las demandas de mercancías materiales y servicios, ocurren sustanciales cambios en su estructura, que se traducen en un considerable aumento de la proporción de las demandas de servicios. En el proceso de reproducción de fuerza de trabajo no participan sólo las ramas de la producción material, sino asimismo las de la producción no 24

Vitali Vigodski, célebre economista y académico soviético, puntualiza 2 elementos fundamentales para la determinación del valor de la fuerza de trabajo, que establecerían cierto “piso” y “techo”: “ El valor de los medios de subsistencia no es otra cosa que el límite más bajo del valor de la fuerza de trabajo , su mínimo puramente físico. A parte de ello, el valor de la fuerza de trabajo resulta afectado por factores culturales, históricos y sociales, el nivel de vida tradicional, etc.” Ambos extremos “son a su vez un producto de la historia”. V. Vigodski. Vigencia de El Capital, Ediciones Estudio, 1975, pág. 79. 25 V. I. Lenin. Acerca de la llamada cuestión de los mercados. O. C. t. 1, págs. 101—102.

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material, con la particularidad de que el significado de estas últimas va en ascenso. La ampliación del círculo de demandas socialmente necesarias del obrero es, por una parte, una de las principales expresiones del desarrollo progresivo de la fuerza de trabajo, una condición del crecimiento de la fuerza productiva del trabajo social y, por consiguiente, del descenso del valor de las mercancías y, por otra, es factor decisivo que entorpece el descenso del valor de la fuerza de trabajo. La tasa de descenso del valor de la fuerza de trabajo disminuye asimismo bajo el efecto del crecimiento de la intensidad del trabajo, por cuanto al aumentar los obreros los gastos de trabajo abstracto por unidad de tiempo crecen sus demandas de artículos de uso y consumo y servicios, surgen nuevas demandas (alimentación en mayor volumen y con más calorías, descanso diversificado y largo, mejoramiento de las atenciones médicas, etc.). Y el valor de la mercancía corriente, como se sabe, no aumenta con el crecimiento de la intensidad del trabajo. Al propio tiempo, el acrecentamiento de la intensidad de trabajo conduce al descenso del valor de la fuerza de trabajo, pero no directamente, sino a través del aumento de la fuerza productiva del trabajo si el crecimiento del nivel social medio de la intensidad de trabajo logra exteriorizarse como acrecida fuerza productiva del trabajo. También aquí rige la regularidad ya señalada: el valor de la fuerza de trabajo se reduce, por cuanto, considerada en conjunto, la fuerza productiva del trabajo se acrecienta con más rapidez que el círculo de demandas socialmente necesarias de los obreros (en virtud del crecimiento de la intensidad de trabajo, así como del ascenso de la calificación de éste). Por consiguiente, el principal resultado del crecimiento de la intensidad del trabajo se reduce a que su acrecentamiento disminuye la tasa de descenso del valor de la fuerza de trabajo ocasionado por la disminución —en virtud del crecimiento de la fuerza productiva del trabajo social— del valor de los artículos de uso y consumo.26

26

“El más bajo límite físico del valor de la fuerza de trabajo tiende a descender (como consecuencia de la creciente productividad del trabajo y el valor en disminución de los medios de subsistencia), a la vez que su límite social se eleva a medida que asciende el nivel cultural y social de la clase trabajadora, a consecuencia de la creciente complejidad del trabajo y de las mayores exigencias de destreza y capacidad. La revolución científica y tecnológica hace que el crecimiento de las normas intelectuales de los trabajadores sea una necesidad socialmente necesaria.” V. Vigodski. Vigencia de El Capital, Ed. Estudio, 1975, pág. 79.

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Rige en el mismo sentido la elevación del nivel general de la calificación de los obreros que, por una parte, disminuye la tasa de descenso del valor de la fuerza de trabajo, ya que, siendo iguales las demás condiciones, conduce al crecimiento de las demandas de los obreros y por otra, contribuye en calidad de importante condición del crecimiento de la fuerza productiva del trabajo social al descenso del valor de las mercancías. El nivel desigual de la calificación de los distintos sectores de la clase obrera, la descalificación de una parte de ella, prueba de la brusca agravación de las contradicciones de la reproducción capitalista de la fuerza de trabajo, no pueden abolir la conclusión de la inevitabilidad del ascenso del nivel general de calificación de la fuerza de trabajo como obrero global27 que va dominando instrumentos más y más eficientes y complejos de trabajo y las fuerzas de la naturaleza. Con el desarrollo de la sociedad, el crecimiento de la producción social, el progreso de la ciencia, la técnica y la cultura, la migración de la población y el incremento del intercambio de mercancías se amplían las demandas de los obreros en lo referente a las correspondientes mercancías y servicios, incluidas las inquietudes culturales generales y sociales. Estas aumentan con el aumento de la conciencia política de la clase obrera, con la activación de su lucha contra la esclavitud asalariada capitalista. El aumento de las demandas socialmente necesarias, sea cual fuere el origen de las mismas, guarden o no relación con la actividad productiva del obrero, conduce a la disminución de la tasa de descenso del valor de la fuerza de trabajo. En el mismo sentido rigen varios factores más. Por lo tanto, el descenso del valor de la fuerza de trabajo, más lento que el valor de las mercancías corrientes se desprende de la naturaleza misma de esta mercancía específica (sui generis).

Sigamos examinando el ejemplo (esquema (2), habida cuenta de este hecho. Supongamos que el valor de las mercancías corrientes se ha reducido a la mitad (en comparación con el esquema (1), y el de la fuerza de trabajo, un 25%. En este caso, el tiempo necesario de trabajo será de 3 horas, y el plustiempo, de 5 horas. La cantidad de mercancías producidas durante la jornada será de 32 unidades. El producto necesario será de 12 27

Vigodski también receuerda “la excepcional importancia de la categoría de « obrero total » introducida y examinada (por Marx) en El Capital”. Véase V. Vigodski, Vigencia de El Capital, pág. 83.

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unidades, y el plusproducto, de 20 unidades. La cuota de plusvalía llegará entonces al 166%. |

3 horas

v 12 unidades

|

5 horas

|

(3)

p 20 unidades

¿Qué ocurrirá, pues, con el salario nominal y el real? El nominal disminuirá de 8 a 6 dólares, es decir, un 25%, al igual que el valor de la fuerza de trabajo. Pero, debido a la rebaja de los precios a la mitad (el valor de las mercancías ha disminuido a la mitad con motivo de la duplicación de la fuerza productiva del trabajo), el salario real crecerá un 50% y llegará a 12 dólares (con respecto a los dólares del primer esquema). Por consiguiente, el valor encarnado en el salario real descenderá un 25% (correlativamente con el descenso de la fuerza de trabajo en un 25%), y su expresión en el total de los valores de uso aumentará un 50%. Así, merced al ascenso de la fuerza productiva del trabajo, el valor de la fuerza de trabajo en su expresión absoluta descienda en la misma proporción que crece la fuerza del trabajo social, y el precio de la fuerza de trabajo se reduzca a una tasa algo inferior que la del descenso del valor de la fuerza de trabajo. Marx resume: “De este modo, el precio de la fuerza de trabajo podría disminuir constantemente siempre y cuando que la fuerza productiva del trabajo se intensificase, y no obstante llevar aparejado un desarrollo constante y simultáneo de la masa de medios de subsistencia del obrero. Pero, en términos relativos, es decir, comparados con la plusvalía, el valor de la fuerza de trabajo disminuiría constantemente, agrandándose por tanto el abismo abierto entre el nivel de vida del capitalista y del obrero.”28 De ahí se infiere que la ley del valor aplicada a la mercancía específica — la fuerza de trabajo— es un regulador de la magnitud de su precio, a saber, el salario. Ahora bien, este efecto regulador de la ley del valor es, a su vez, dual. En forma directa, la ley del valor regula el valor materializado en el salario, y en forma indirecta ( a través de este valor), su expresión natural. Esta ley rige también cuando el valor de la fuerza de trabajo desciende el valor expresado en el salario nominal (aún creciente este en 28

C. Marx. El Capital. C. Marx y F. Engels. Obras, t. 23, pág. 532.

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su forma nominal) y sube el salario real, la masa de medios de subsistencia que percibe el obrero. Y esto significa que son intrínsecas del capitalismo la tendencia objetiva descendente del valor encarnado en el salario de los obreros y, a la vez, la tendencia a la disminución de la tasa de crecimiento de su expresión natural, del salario real, lo que es una de tantas formas de entorpecimiento del desarrollo de la fuerza de trabajo, fuerza productiva fundamental de la sociedad, por las relaciones capitalistas de producción. Por consiguiente, la dinámica del salario real no puede ser una característica inmediata de los cambios que experimenta la magnitud del valor de la fuerza de trabajo. “El crecimiento del salario real... puede ser expresión tanto del crecimiento del valor de la fuerza de trabajo como de su descenso”29 De ahí que no sea justo relacionar el crecimiento del salario real en todos los casos sin falta con el crecimiento del valor de la fuerza de trabajo. El creciente salario real puede servir de expresión del valor de la fuerza de trabajo en descenso o invariable, y no sólo del valor creciente de la misma. La mezcla del problema de la dinámica del valor de la fuerza de trabajo y del equivalente mercantil de dicho valor de la fuerza de trabajo con el problema del cambio del salario real se debe a que se confunden el valor con el valor de uso, el valor y su forma exterior de su manifestación. Del movimiento opuesto del valor de la fuerza de trabajo y del equivalente mercantil de dicho valor, una parte del cual suele ser el salario, del hecho de que el valor de la fuerza de trabajo disminuye a una tasa inferior a la del valor de las otras mercancías se desprende que el crecimiento de la productividad del trabajo en condiciones normales debe ser más intenso que el del salario real. El equivalente mercantil del valor de la fuerza de trabajo, siendo iguales las demás condiciones, crece en proporción inversa al descenso del valor de los artículos de uso y consumo en comparación con el valor de la fuerza de trabajo y en proporción directa al acrecentamiento de la fuerza productiva del trabajo. En distintos períodos de la historia del capitalismo, los factores opuestos a la tendencia decreciente del valor de la fuerza de trabajo distan mucho de ser iguales, lo mismo que la tasa de ascenso de la productividad del trabajo, por cuya razón son también distintas las proporciones y, a veces, los sentidos de los cambios del equivalente mercantil de la fuerza de 29

G. A. Kozlov. Vigencia de la ley del valor bajo el capitalismo contemporáneo, págs. 62—63.

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trabajo, aunque su tendencia principal sea la ascendente. Sin embargo, el equivalente mercantil de la fuerza de trabajo no crece en la misma proporción que la fuerza productiva del trabajo, sino que es inferior, por cuanto su nexo con el nivel de la fuerza productiva del trabajo no es directo, sino que se realiza a través del decreciente valor de la fuerza de trabajo.30 Aún en menor medida se acrecienta la magnitud del salario real sujeto a la influencia de una multitud de factores, tendencias y leyes opuestas del modo burgués de producción, que aumentan con especial fuerza en la época del imperialismo, al instaurarse la dominación de los monopolios. El retraso (dentro de ciertos límites) del crecimiento del salario real respecto del aumento de la productividad del trabajo lo consideraba Marx como condición de la mayor importancia para la reproducción ampliada capitalista. Al investigar el proceso de acumulación del capital, Marx escribía: “... al crecer la productividad del trabajo crece también, como veíamos, el abaratamiento del obrero y crece, por lo tanto, la cuota de plusvalía, aun cuando el salario real suba. La subida de éste no guarda nunca proporción con el aumento de la productividad del trabajo.” 31 No obstante, en la economía capitalista contemporánea, el retraso del crecimiento del salario real respecto del aumento de la productividad del trabajo rebasa mucho más del marco condicionado por la acción de la ley del valor de las mercancías y la fuerza de trabajo y se erige en un abismo que media entre la elevación del nivel de productividad del trabajo y su remuneración. Prosigamos el examen de nuestro ejemplo (esquema 3), habida cuenta de la diferencia, típica del capitalismo moderno, entre el valor encarnado en el salario real y el valor de la fuerza de trabajo, diferencia que prueba que la fuerza de trabajo se paga por debajo de su valor. Supongamos que con motivo de la duplicación de la fuerza productiva del trabajo el obrero produce en 8 horas 32 unidades de mercancías en lugar de 16; el tiempo necesario de trabajo será de 3 horas (lo que se encarna materialmente en 12 unidades de mercancía); el plustiempo de trabajo, de 5 horas (20 unidades de mercancía). El salario real, correspondiente al valor de la fuerza de trabajo, debe crecer de 8 artículos (8 dólares) a 12 (12 dólares del esquema 1). Por cuanto el cambio de la 30

“La situación de la clase obrera en la actualidad se caracteriza por una brecha cada vez más amplia entre el valor de la fuerza de trabajo 31 K. Marx. El Capital. K. Marx y F. Engels, Obras, t. 23, pág. 618.

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estructura de la jornada laboral (y, por lo tanto, el reforzamiento de la explotación) no reviste en la superficie de los fenómenos una forma clara, el capitalista puede tratar de pagar la fuerza de trabajo por debajo de su valor. Aquí, pues, son posibles diversas variantes. 1). El salario real no subirá en absoluto. En este caso la fuerza de trabajo se pagará muy por debajo de su valor. Si el valor de la fuerza de trabajo es de 3 horas ( lo que corresponde a 12 unidades de mercancía), el obrero percibirá un salario real que encarna nada más que 2 horas de tiempo de trabajo (correlativamente, 8 artículos). De ahí se desprende la importante conclusión de que la inmutabilidad del salario real, cuando crece la fuerza productiva del trabajo, significa la venta de la fuerza de trabajo por debajo de su valor. En la superficie de los fenómenos (es decir, en apariencia) no parece que la situación de la clase obrera ha empeorado: su salario real no ha disminuido, sino que sigue invariable. 2). También es posible que el salario real crezca, pero en menor medida que lo condicionado por la interacción del decreciente valor de la fuerza de trabajo con la creciente fuerza productiva del trabajo. Supongamos que aumente de 8 a 10 artículos , mientras que al valor íntegro de la fuerza de trabajo corresponden 12 artículos. En este caso, el salario real aumenta un 25% al duplicarse la fuerza productiva del trabajo. Sin embargo, dicho salario real será todavía inferior al valor de la fuerza de trabajo, ya que en 10 unidades de mercancía, expresión material del salario real, se encarnan nada más que 2,5 horas de tiempo de trabajo, mientras el valor de la fuerza de trabajo es de 3 horas. De ahí se infiere que hasta el crecimiento del salario real puede velar el pago de la fuerza de trabajo por debajo de su valor cuando dicho crecimiento es más lento que el aumento del valor global del conjunto de mercancías que corresponden a las condiciones sociales normales de reproducción de la fuerza de trabajo vendida a los capitalistas. En estas condiciones no sólo es posible, sino que objetivamente indispensable en ciertos períodos, el crecimiento económico del salario real a una tasa superior a la del crecimiento de la productividad del trabajo.

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Todo esto muestra que una condición objetivamente indispensable para la realización de la fuerza de trabajo con arreglo a su valor es la lucha sistemática de la clase obrera por el ascenso del salario real. Hasta ahora hemos estado examinando la vigencia de la ley del movimiento opuesto de la fuerza de trabajo y de su equivalente mercantil bajo la forma en que, al igual que las demás variables económicas, no se hace realidad bajo el capitalismo, es decir en su forma pura. Mientras tanto, la vigencia de dicha ley no significa en absoluto que los obreros perciben efectivamente en forma de salario el total del equivalente mercantil del valor de la fuerza de trabajo o que el salario real crece a medida que crece este equivalente. El nexo causal objetivo que existe entre el valor de la fuerza de trabajo y su fuerza mercantil no crea más que la posibilidad de crecimiento del salario real de los obreros. La medida en que dicha posibilidad se haga realidad depende de la influencia de numerosos factores, puesto que a la vigencia de esta ley se le opone toda una serie de leyes y tendencias económicas objetivas de la sociedad capitalista, que llevan en fin de cuentas, a dos resultados estrechamente ligados: en primer lugar, el obrero no suele percibir bajo la forma de salario real todo el equivalente mercantil de su fuerza de trabajo ni siquiera cuando crece el salario real si este último sube a una tasa inferior a la de sus demandas socialmente necesarias y, en segundo lugar, la tendencia creciente del salario real se abre camino a través de infinidad de desviaciones y alteraciones y sólo se exterioriza en forma algo clara tras largos períodos de tiempo. El resultado final de estos procesos es el empeoramiento relativo y absoluto de la situación del proletariado. A la vez que el descenso absoluto del nivel de vida del proletariado que se registra en diversos períodos del desarrollo del capitalismo, importante forma de expresión del empeoramiento absoluto de la situación de la clase obrera, a nuestro juicio, es la diferencia del volumen de las demandas socialmente necesarias de los obreros y el grado de su satisfacción y, tanto más, el aumento de esta diferencia, que conduce a que el obrero no pueda satisfacer sus demandas incluso cuando se observa cierto crecimiento del salario real.

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La acción de la ley universal de la acumulación capitalista, principal causa del surgimiento y el crecimiento del desempleo, engendra la competencia entre la parte ocupada de la clase obrera y la desocupada, conduce a que la oferta de fuerza de trabajo sea mayor que la demanda y disminuye así el precio de la fuerza de trabajo respecto de su valor. La influencia destructiva que ejerce esta ley sobre todo el proceso de reproducción ampliada capitalista, ante todo la reproducción de la fuerza de trabajo, ha crecido en flecha con el paso del capitalismo a la fase monopolista de desarrollo. Con la instauración de la dominación de los monopolios, el desempleo, propio del modo de producción capitalista, adquiere carácter masivo y crónico. Por cuanto bajo el capitalismo el obrero no es propietario de los medios de producción y se opone al capitalista, propietario del capital monetario, sólo como propietario de fuerza de trabajo que debe inexorablemente venderse, se ve forzado, bajo peligro de hambre, a aceptar el salario que dista mucho de satisfacer plenamente sus demandas socialmente necesarias y, por consiguiente, de valor inferior al de su fuerza de trabajo. La vigencia de este factor se incrementa particularmente bajo el imperialismo, cuando ante el obrero se alza la propiedad de los monopolios capitalistas y del Estado burgués. Elemento sustancial que hace que el salario real sea inferior al valor de la fuerza de trabajo son los altos precios de monopolio de los artículos de uso y de consumo, muy superiores al precio de producción y el valor de los mismos. Este factor es causa de que el obrero no percibe en forma de salario real todo el equivalente mercantil del valor de su fuerza de trabajo. Es asimismo causa de la carestía la tendencia a la desvalorización inflacionaria del papel moneda, tendencia propia del capitalismo en la época de su crisis general. Cuando se examinan estos problemas es importante tener en cuenta que el valor de la fuerza de trabajo y el “costo de vida” son fenómenos cualitativamente distintos. El primero pertenece a la categoría del “valor”, mientras que el segundo, a la categoría del “precio”. En efecto, si el valor de la fuerza de trabajo viene a ser el tiempo socialmente necesario de trabajo para la reproducción de la fuerza de trabajo; el “costo de vida” es el total de los precios al por menor del 38

conjunto de artículos de uso y consumo, tomado convencionalmente como volumen socialmente normal de consumo de una familia standard, que, por tanto, no siempre coincide cuantitativamente (desde el punto de vista del valor materializado en este total de mercancías de uso y consumo) con el valor de la fuerza de trabajo. La propia forma del precio, escribía Marx, implica su alejamiento del valor. Por eso, no hay nada de extraño en que el movimiento del valor de la fuerza de trabajo y el del “costo de vida” en la fase monopolista del desarrollo capitalista sean, por lo común, opuestos. El valor de la fuerza de trabajo disminuye con motivo del crecimiento de la fuerza productiva social del trabajo; mientras que el “costo de vida” suele subir reflejando el alza de la carestía, la política del aumento artificial de los precios para lograr superganancias, propia del capital monopolista. El crecimiento del “costo de vida” es, por lo tanto, uno de los más importantes indicadores del colosal tributo que se ven forzados a pagar las masas trabajadoras al capital monopolista que domina sobre ellos. Ahora bien, no sólo la política monopolista de alza artificial de los precios, sino el propio mecanismo interior de formación capitalista de los precios, sujeto a sustanciales cambios bajo el efecto de la dominación de los monopolios, comienza a hacer las veces de importante factor contrario al movimiento opuesto del valor de la fuerza de trabajo y de su equivalente mercantil, y estimula la tendencia decreciente, propia del capitalismo, del salario real, la tendencia al crecimiento de la carestía, del “costo de vida”. Como es sabido, la dominación de los monopolios refuerza en medida considerable el freno que suponen las relaciones capitalistas de producción sobre las fuerza productivas de la sociedad. El parasitismo y la putrefacción de la economía capitalista relacionados con ello hallan una de las más generales manifestaciones en la tendencia decreciente del descenso del valor de las mercancías engendrada por los monopolios. El descenso de las mercancías bajo el imperialismo, como hace constar L. S. Vigodski en el trabajo de Ensayos de teoría del capitalismo contemporáneo, es cada vez más lento bajo el efecto de los siguientes factores fundamentales: 1) el crecimiento de los gastos de producción con motivo de la infrautilización de las empresas; 2) la disminución de las tasa de difusión de las innovaciones técnicas en virtud de la monopolización del progreso técnico; 3) el desplazamiento de los gastos reguladores de las 39

proporciones mínimas a las máximas; 4) la elevación del grado de explotación, por cuya causa aumenta la proporción del trabajo vivo en su masa total y disminuye la eficacia de los gastos de trabajo social; 5) el precio de mercado se aparta con creciente frecuencia del valor de mercado subiendo con motivo de la regulación a que recurren los monopolios para establecer, en beneficio propio, la correlación entre la demanda y la oferta.32 Por consiguiente, la dominación de los monopolios capitalistas socava el mecanismo de vigencia de la ley del movimiento opuesto del valor de la fuerza de trabajo y de su equivalente mercantil, lo que conduce a la alteración del proceso normal de reproducción de la fuerza de trabajo. Con el desarrollo del capitalismo monopolista de Estado, la burguesía refuerza la explotación de la clase obrera con nuevos métodos nacionales, ante todo mediante la llamada Regulación Estatal de los precios y los salarios, así como a través del sistema impositivo. Desempeña un papel considerable en el incremento de la explotación tanto directa como suplementaria, en el aumento de la diferencia entre el valor y el precio de la fuerza de trabajo del proletariado, la organización capitalista del trabajo, el sistema extenuador de salarios. Sin embargo, todos estos factores, leyes y tendencias no están en condiciones de paralizar por completo la vigencia de la ley del movimiento opuesto del valor de la fuerza de trabajo y de su equivalente mercantil, ley que constituye la base del crecimiento del salario real. La transformación de la fuerza de trabajo en mercancía, típica del capitalismo, conduce a la limitación del consumo de los obreros al valor de la fuerza de trabajo y al valor de los artículos de uso y consumo, lo cual, a su vez, limita la capacidad del mercado interior y fomenta el crecimiento de las contradicciones de la economía capitalista. “La especificidad de la mercancía fuerza de trabajo caracteriza vivamente las contradicciones del capitalismo —escribe G. A. Kozlov—. El carácter dual del trabajo conduce a que el movimiento del valor y del valor de uso de la mercancía sea opuesto. Cuanto más bajo es el valor de la unidad de mercancía, más mercancías se producen, más rica es la sociedad. Pero, cuanto más bajo es el valor de la fuerza de trabajo más obstáculos se alzan ante el aumento de la producción de mercancías, ya que es menor la proporción de las mercancías de que pueden apropiarse los obreros en el total de la riqueza 32

Véase S. L. Vigodski. Ensayos de teoría del capitalismo contemporáneo. Moscú, 1961, págs. 91—92.

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acrecida. La disminución del valor de la fuerza de trabajo y el crecimiento simultáneo del salario real no hacen más que mostrar el desarrollo de estas contradicciones, puesto que prueba que el crecimiento del consumo obrero no es efecto directo del crecimiento de la productividad del trabajo, sino sólo de la acción de otros factores que se hallan fuera de éste fenómeno (el grado de organización de la clase obrera, el crecimiento de sus necesidades, etc.) .”33 Cuanto menor es la diferencia en la dinámica del descenso del valor de la fuerza de trabajo y el valor de los artículos de uso y de consumo menores son, siendo iguales las demás condiciones, las posibilidades de crecimiento del consumo real de la clase obrera, más graves son las contradicciones del proceso capitalista de reproducción, sobre todo del proceso de reproducción de la fuerza de trabajo. La ley del movimiento contrario del valor de la fuerza de trabajo y de su equivalente mercantil es una importante base objetiva para la exitosa lucha de clase obrera por la elevación del nivel del salario real. Es más, la lucha económica del proletariado es un elemento integrante de suma importancia de dicha ley. La transformación de nuevas necesidades del proletariado en necesidades habituales, socialmente necesarias y la creación de condiciones para satisfacerlas sólo son factibles mediante la lucha enérgica y progresiva del proletariado por sus derechos. Sin embargo, la lucha económica del proletariado no puede acabar con las contradicciones de la reproducción capitalista de la fuerza de trabajo, con las limitaciones mediante las que las relaciones capitalistas de producción frenan el desarrollo de esta principal fuerza productiva de la sociedad. Sólo puede cumplir esta misión la revolución socialista, la transformación socialista de la sociedad, que elimina de raíz el sistema capitalista de esclavitud asalariada.

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G. A. Kozlov. Vigencia de la ley del valor bajo el capitalismo contemporáneo, pág. 65.

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