REFLEXION PANDEMIA

En primer lugar, es imperante señalar que el mundo está experimentando la interrupción sin fronteras y en todas las capa

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En primer lugar, es imperante señalar que el mundo está experimentando la interrupción sin fronteras y en todas las capas sociales, porque la pandemia actual no conoce límites. La COVID-19 es una pandemia, una amenaza global. El mundo está paralizado, tiene miedo. Esto es un hecho inusual, porque si cientos de miles mueren de hambre en África, si un volcán erupciona en otro país o si un tsunami azota a cualquier parte del mundo, causando sufrimiento y muerte, la mayor parte del mundo puede seguir como si nada. Al reflexionar sobre lo que transcurre en Panamá y el mundo con la pandemia actual, particularmente el aislamiento y la confinación a que ha obligado, tenemos que tener en cuenta que no afecta por igual a todos y todas, pues llegó después de un modelo económico y político que se consideraba eficiente ha generado un mayor incremento en la desigualdad social y económica, aumentado la pobreza, deteriorado los sistemas de seguridad social, de salud y de educación; ha estancado servicios básicos, empleos precarios, aumentado la informalidad, así como también muertes a gran escala en el país y en el mundo. La pandemia pone de manifiesto el alcance de las desigualdades sociales y la enorme tendencia a la concentración de la riqueza que existe en el planeta. Bajo esta premisa tenemos recalcar que en el país y en el mundo hay un vacío de lo público sólo prevalecen los intereses; y no hay ni legislación, ni instituciones, ni gobernanza que garanticen el interés de los pueblos, el interés de la esfera del bien común. Entonces, “tenemos que volcarnos, los ciudadanos, las ciudadanas, a presionar a nuestros gobiernos, para que garanticen la existencia de un sistema que ponga por delante el interés y el bien común. Hasta el momento, los modelos económicos han estado centrados en la maximización de la ganancia, en el flujo del capital, en los rendimientos económicos. Ahora se tiene que pensar, y es la oportunidad para hacerlo, en un modelo económico que ponga en el centro a las personas, a los derechos de las personas y de los pueblos, y que sea incluyente e igualitario; que profundice las desigualdades y que soslaye las diferencias existentes en los pueblos indígenas.