Perspectivas y Enfoques de La Infancia

PERSPECTIVAS Y ENFOQUES DE LA INFANCIA EL INFANTE OBSERVADO Y EL INFANTE CLÍNICO La psicología del desarrollo solo puede

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PERSPECTIVAS Y ENFOQUES DE LA INFANCIA EL INFANTE OBSERVADO Y EL INFANTE CLÍNICO La psicología del desarrollo solo puede realizar investigaciones sobre el infante, únicamente cuando éste es observado. Para relacionar la conducta observada con la experiencia subjetiva, es necesario dar saltos inferenciales. El estudio de la experiencia intrapsíquica debe ser informado por lo que se encuentre en la observación directa, pues la fuente de la información más nueva sobre los infantes sigue siendo la observación naturista y experimental. Y la observación, solo puede ayudar a definir los límites de la experiencia subjetiva. En contraste con el infante observado en la psicología del desarrollo, las teorías psicoanalíticas han reconstruido un “infante” diferente. Este infante es la creación conjunta de dos personas: el adulto que creció hasta convertirse en paciente psiquiátrico, y el terapeuta, que tiene una teoría sobre la experiencia del infante. Este infante recreado esta constituido por recuerdos, reactuaciones presentes en la transferencia, e interpretaciones teóricamente guiadas. A esta creación la llamó “infante clínico”, para distinguirla del “infante observado”, cuya conducta se examina en el momento mismo de su aparición. Ambos enfoques son indispensables para pensar en el desarrollo del sentido de sí mismo del infante. El infante clínico introduce vida subjetiva en el infante observado, mientras que este señala las teorías generales sobre las cuales se puede erigir la vida subjetiva inferida del infante clínico. Una “infancia Clínica” se crea para dar sentido a la totalidad del primer periodo de la historia de la vida del paciente, una historia que emerge en el curso de su narración a algún otro. La historia es descubierta, tanto como modificada, por el narrador y el oyente en el curso de la narración. La verdad histórica queda establecida por lo que llega a decirse, y no por lo que realmente sucedió. ¿Puede ser valido cualquier relato por lo que se piensa que sucedió en la infancia? Schafer, sostiene que no. Los relatos terapéuticos no se limitan a explicar o reflejar lo que realmente puede haber sucedido; crean la real experiencia de vida al especificar a qué se ha prestado atención y qué es lo más saliente. La – vida – real - tal - como - se – la- experimenta se convierte en un producto del relato, y no a la inversa. (Pasado ficción) Ricoeur, asume una posición menos extrema. No cree que no exista ningún terreno común para la validación externa. Si así fuera, ello convertiría a los “enunciados psicoanalíticos en una argumentación de la persuasión con el pretexto de que lo “terapéuticamente eficaz” es la aceptabilidad del relato para el paciente” El Zeitgeist científico corriente tiene una cierta fuerza persuasiva y legitimante en la determinación de lo que es una concepción razonable de las cosas. El cual favorece el método observacional. El infante observado es un constructo especial, una descripción de las aptitudes que pueden observarse directamente: la capacidad de moverse, sonreír, discriminar el rostro de la madre, codificar recuerdos, etc. Estas observaciones revelan poco sobre como es la “cualidad sentida” de la experiencia social vivida. Además no dice mucho sobre las estructuras organizacionales superiores que harían del infante observado algo más que una lista de aptitudes, organizadas y reorganizadas. En el momento que se extraen inferencias sobre las experiencias reales se ve devuelto a la experiencia subjetiva del observador como fuente de inspiración. (Dominio del infante clínico) ya que dicha información esta almacenada en nuestros propios relatos de vida, en cómo nos hemos sentido al vivir nuestras propias vidas sociales. Existiendo un problema ya que la vida subjetiva del adulto, narrada por él mismo, es la principal fuente de las inferencias sobre la cualidad sentida de la experiencia social del infante. Grado de circularidad inevitable. Cada concepción del infante tiene rasgos que faltan en la otra. El infante observado aporta las actitudes que es fácil percibir; el infante clínico, ciertas experiencias subjetivas fundamentales y rasgos comunes de la vida social. La conjunción parcial de estos dos infantes es esencial por tres razones: 1) Tiene que haber algún modo de que los sucesos reales (acontecimientos observables “mamá hizo esto y aquello”) se conviertan en las experiencias subjetivas que los clínicos llaman intrapsíquicas “experimenté a mamá como estando…”. Este punto de cruce envuelve la participación del infante observado y el infante clínico.

2) El terapeuta mejor familiarizado con el infante observado puede estar en condiciones de ayudar a los pacientes a crear relatos de vida mas adecuados. 3) El observado de infantes mejor familiarizado con el infante clínico puede ser impulsado a concebir nuevas direcciones para la observación. TEMA DESARROLLADO DESDE DISTINTAS PERSPECTIVAS LA PERSPECTIVA PSICOANALÍTICA. La psicología del desarrollo considera que la maduración de nuevas capacidades (coordinación ojo-mano, memoria evocativa y la autopercatación) y su reorganización, es el tema de estudio adecuado en los cambios evolutivos. Para acrecentar la utilidad clínica y mejorar la descripción subjetiva, el psicoanálisis tiene que dar un nuevo paso y definir las reorganizaciones progresivas en función de la vida mental. La progresión evolutiva freudiana, que va de la etapa oral a genital ha sido vista como la reorganización secuencial de la pulsión, o de la naturaleza del ello. La progresión evolutiva de Erikson, que va desde la confianza a la autonomía y la industria se ha considerado como la organización secuencial de las estructuras del YO y del carácter. La progresión de Spitz de los principios organizadores tiene que ver con la reestructuración secuencial de los precursores del YO. La progresión evolutiva de Mahler, desde el autismo normal a la separación individuación concierne a la reestructuración del YO y el ELLO, pero en función de la experiencia que tiene el infante de sí mismo con el otro. La progresión evolutiva de Klein, la posición esquizoide, paranoide y depresiva. También se refiere a la reestructuración de la experiencia de sí mismo y el otro pero de un modo muy diferente. La descripción del desarrollo (autor) en la cual los principios organizadores son los nuevos sentidos del sí–mismo, son cercanos a las posturas de Mahler u Klein, en cuanto a la preocupación central es la experiencia que tiene el infante del si-mismo y del otro. Las diferencias residen en lo que se piensa que es la naturaleza de esa experiencia, en el orden de la secuencia del desarrollo, y en la atención puesta en el desarrollo del sentido del si-mismo, no estorbado por las cuestiones del desarrollo del YO o el ELLO, ni confundido con ellas. Las teorías psicoanalíticas comparten otra premisa, todas dan por sentado que el desarrollo progresa de una etapa a la siguiente, y que cada etapa no es solo una fase específica del desarrollo del YO o el ELLO, sino que también es específica de ciertos problemas protoclínicos. Las fases freudianas de la oralidad, analidad, etc., se refieren no solo a etapas de desarrollo de las pulsiones sino también a periodos potenciales de fijación (puntos específicos de origen de la patología) que mas tarde resultará en entidades patológicas específicas. De manera análoga, en sus fases de desarrollo, Erikson buscó las raíces específicas de la patología ulterior del YO y del carácter. En la teoría de Mahler, la necesidad de comprender fenómenos clínicos ulteriores tales como el autismo infantil, la psicosis simbiótica de la niñez y la sobredependencia, inicialmente la llevó a postular la ocurrencia de estas entidades en alguna forma preliminar en el desarrollo más temprano. El enfoque del autor adoptado aquí, es normativo y prospectivo más bien que retrospectivo. La quiebra en el desarrollo de cualquier sentido del si-mismo podría revelarse predictiva de patología ulterior, los diferentes sentidos del si-mismo están destinados a describir el desarrollo normal y no a explicar la ontogenia de las formas patógenas. Las teorías psicoanalíticas asumen que la fase patomorficamente designada en la que un rasgo clínico se elabora evolutivamente es un periodo sensible en términos entológicos. A cada rasgo clínico separado como la oralidad, la autonomía o la confianza, se le asigna una brecha de tiempo limitado, una fase específica en la que el rasgo clínico específico de la fase “cobra ascendencia, entra en su crisis y encuentra solución duradera a través de un encuentro decisivo con el ambiente. De este modo cada edad o fase se convierte en un periodo sensible, casi crítico, para el desarrollo de una única entidad clínica o rasgo de personalidad. ¿Cómo identifica uno los acontecimientos cruciales que podrían rasgos de la autonomía y la independencia?

definir una fase específica para los

Erikson y Freud, situaron el encuentro decisivo para este rasgo clínico en torno del control independiente del funcionamiento intestinal, aprox. 24 meses.

La teoría del autor esta en relacionado con ambas teorías, difiere de ellas en cuanto el principio organizador tiene que ver con el sentido subjetivo del si-mismo.

Spitz ubico el encuentro decisivo en la capacidad para decir “no”, más o menos a los 15 meses.

La teoría del si-mismo esta emergiendo como teoría terapéutica, y hasta ahora no ha habido intento de considerar el sentido del si-mismo como un principio organizador del desarrollo.

Mahler, el acontecimiento decisivo para la autonomía e independencia es la capacidad de caminar del infante, de alejarse de su madre por propia iniciativa, que empieza a ser posible a los 12 meses. Todos están en los cierto. Otras conductas que también pueden identificarse como criterios de autonomía e independencia. La interacción entre el infante y su madre en la conducta de la mirada durante el periodo de los 3 a 6 meses. Durante el periodo de los 3 a los 5 meses, las madres ceden al infante el control (o mas bien, el infante asume el control) de la iniciación y terminación de la participación visual directa en las actividades sociales. El modo en que los infantes regulan su propia estimulación y contacto social por medio de la conducta de mirada es análogo, al rasgo genérico de la autonomía y la independencia, a la manera en que se logran lo mismo 9 meses después alejándose y retornando al lado de la madre. ¿Por qué no se debe tomar el periodo de los 3 a los 6 meses como fase de autonomía e independencia, extendidas tanto en la conducta abierta como experimentadas subjetivamente? Las madres saben que los infantes afirman su independencia y expresar un “NO”: desviando la mirada a los 4 meses, con gestos y entonaciones vocales a los 7, huyendo a los 14 y con el lenguaje a los 2 años. El rasgo clínico básico de la autonomía e independencia opera en todas las conductas sociales que regulan la cantidad u calidad de participación. Los rasgos clínicos son rasgos del todo el ciclo vital, no de fases de la vida. En consecuencia, ellos no pueden explicar los cambios evolutivos en la “percepción” social del infante o en la perspectiva subjetiva que este tiene de la vida social. LA PERSPECTIVA DE LOS ESTUDIOSOS DEL DESARROLLO ORIENTADOS CLÍNICAMENTE

Mahler y Klein y la escuela de relaciones objetales se centran en el si-mismo y del otro, pero principalmente en tanto derivaciones del desarrollo libidinal o del YO, o secundaria respecto de ellos. Ellos nunca consideraron al sentido de si-mismo como principio organizador primario. La descripción centrada en el sí-mismo y del otro, tiene como punto de partida exclusivo la experiencia subjetiva inferida del infante. Las experiencias subjetivas en si son sus principales partes operativas, en contraste con las principales partes operativas de las teorías psicoanalíticas, que son el YO y el ELLO, de los cuales se derivan las experiencias subjetivas. LA PROGRESIÓN EVOLUTIVA DEL SI-MISMO Al surgir nuevas conductas y capacidades, se reorganizan para formar perspectivas subjetivas organizadoras del sí-mismo y el otro. Resultando la emergencia de diferentes sentidos del sí-mismo. Por un lado esta el sí mismo físico experimentado como una entidad física coherente, volitiva, con una historia y una vida afectiva única que le pertenecen. Este opera fuera de la percatación. Se da por sentado e incluso resulta difícil verbalizar acerca de él. El sentido de sí-mismo nuclear es una perspectiva que reposa en el funcionamiento de múltiples capacidades interpersonales. Tal transformación o creación evolutiva se produce entre el segundo y sexto mes de vida, cuando los infantes sienten que están físicamente separados de la madre, son agentes diferentes de ella, tienen distintas experiencias afectivas e historias separadas. Entre el septimo y el noveno mes de vida, el bebe empieza a desarrollar una segunda perspectiva subjetiva organizadora. Sucede cuando “descubre” que hay otras mentes allí afuera además de la propia. El si-mismo y el otro ya no son solo entidades nucleares de presencia, acción, afecto y continuidad físicos. Incluyen los estados mentales subjetivos que están detrás de los acontecimientos físicos del dominio del relacionamiento nuclear.

Los que observan directamente a los infantes, les parece sin duda que hay fases de desarrollo. Pero estas no son vistas sino en función de las tareas adaptativas en curso que aparecen como consecuencia de la maduración de las aptitudes mentales y físicas del infante.

Este nuevo sentido del si-mismo subjetivo abre la posibilidad de la intersubjetividad entre el infante y los padres y opera en un nuevo sentido de relacionamiento – el dominio de relacionamiento subjetivo – que representa el dominio del relacionamiento nuclear.

Sandler. Ha descrito las siguientes fases:

Entre los 15 y 18 meses, el infante desarrolla una tercera perspectiva subjetiva organizadora sobre el símismo y el otro, a saber: el sentido de que el sí-mismo (y el otro) tienen un almacen de conocimientos y experiencias personales del mundo. Este conocimiento puede objetivarse y traducirse en símbolos que transmiten los significados que han de comunicarse, compartirse e incluso crearse mediante la negociación recíproca que permite el lenguaje.

1) Regulación fisiológica (0 a 3 meses) 2) Regulación del intercambio recíproco, especialmente la modulación social-afectiva (3 a 6 meses) 3) Regulación conjunta de la iniciación del infante en los intercambios sociales y en la manipulación del ambiente (6 a 9 meses) 4) Focalización de las actividades (10 a 14 meses) 5) Autoafirmación (15 a 20 meses) Greenspan, propone las siguientes: 1) Homeostasis (0 a 3 meses) 2) Apego (2 a 7 meses) 3) Diferenciación somática (3 a 10 meses)

En el periodo que va desde el nacimiento hasta los dos meses, emerge un sentido del mundo, que incluye un sentido del sí-mismo. Los infantes emprenden activamente la tarea de relacionar experiencias diversas. Sus aptitudes sociales se orientan con vigor hacia una meta para asegurar las interacciones sociales. Estas interacciones producen afectos, percepciones, acontecimientos sensoriomotores, recuerdos y otras cogniciones. Parte de la integración de los diversos sucesos se realiza de modo innato. Todos los dominios del relacionamiento siguen activos durante el desarrollo. El infante no sale de ninguno; ninguno de ellos se atrofia, ninguno queda atrás o se vuelve obsoleto. Y en cuanto se tiene acceso a todos los dominios, no hay seguridad de que uno en particular necesariamente prepondere en un particular periodo de edad.

5) Capacidad representacional, diferenciación y consolidación (9 a 24 meses)

Una vez formado los dominios permanecen para siempre como formas distintas de experimentar la vida social y el sí-mismo. Ninguno esta perdido para la experiencia adulta. Simplemente se vuelven más elaborados.

Estos sistemas son clínicamente útiles para evaluar y tratar las díadas progenitor-infante que están en dificultades. En este caso no es la validez de las descripciones sino la naturaleza de la perspectiva que adoptan.

El infante está dotado de capacidades observables que maduran. Cuando ya se puede contar con estas, son organizadas y transformadas, en perspectivas subjetivas organizadoras del sentido del sí mismo y del otro. Cada nuevo sentido del sí mismo

4) Organización conductual, iniciativa e internalización (9 a 24 meses)

LA PERSPECTIVA DE LOS SENTIDOS DEL SI-MISMO EN DESARROLLO La presente descripción comparte muchos rasgos con la teoría psicoanalítica tradicional y con la teoría del apego.