Pajarita 97

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EDITORIAL

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Bueno, otro año más que viene y pasa. Queremos desearos felices fiestas a todos y esperamos que el próximo año nos traiga toda la dicha que soñamos. Bajando a los papeles, que es lo nuestro, nos espera un año importante, la AEP cumple 25 años y esto hace que pase a otro nivel, la nuestra ya es una asociación con tradición, con “historia” que nos permite recordar a los “pioneros” de nuestra afición con cariño y reconociendo su labor. Lamentablemente, poco a poco alguno nos va dejando, pero siempre nos queda el recuerdo de su aportación a la papiroflexia y su trato que nos enriquece a todos. Pero todavía hay muchos socios fundadores y “veteranos” y pensamos que esto se debe aprovechar, que no debemos dejar que estos socios, con más experiencia y conocimientos se aparten. Tienen un legado que compartir y es nuestro deber colaborar en que la Historia de la AEP sea la de una asociación con una trayectoria ascendente con una base firme sobre la que apoyarse. Hasta aquí la filosofía, ahora a trabajar, tenemos una nueva convención en marcha, y desde luego, os esperamos a todos en El Escorial 2007.

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Quién es Quién

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omenzaré con una biografía al uso y después hablaré de mi relación con la papiroflexia. Nací en Boston, en Estados Unidos, en la década de los 60 y crecí viajando entre Boston y Jerusalén. Durante mi juventud pasé periodos de mi vida en Londres, París y Budapest. En 1993 me trasladé definitivamente a Israel y ahora vivo en el desierto en la ciudad de Beersheva.

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Saadya Sternberg

Casi desde mi más tierna infancia he sido estudiante de arte y de filosofía y también ocasionalmente me he dedicado a ello (pintura de paisajes y retratos, al pastel y al óleo; escultura en cerámica, con láminas de metal (bronce) y recientemente papiroflexia; y, cuando me he imaginado que tenía algo que decir, he sido profesor de literatura, filosofía, biología, cine y otras cosas). Fui a las Universidades correctas, Harvard y Chicago y finalmente obtuve un doctorado. Mi conexión con el mundo académico fue siempre tenue y acabó más o menos hace cinco o seis años. Para ganarme la vida he escrito libros de texto, he paleado nieve, he dirigido un proyecto de Lingüística Computacional,

97 he limpiado servicios, he enseñado en la Universidad, he talado árboles, he analizado modelos de seguridad para Internet, he vendido mis pinturas, he trabajado en el campo de las inmobiliarias, he ayudado al piloto de un yate, he asistido a un arqueólogo, he enseñado inglés en aldeas beduinas, he trabajado en la agricultura de secano, he sido artista gráfico, editor, proyectista, formador de supervisores de obras….. Realmente no recuerdo la mayoría de los trabajos. En estos últimos años he estado traduciendo al inglés fragmentos de literatura hebrea de los 25 siglos pasados. La forma más corta de decir todo lo anterior es que frecuentemente soy pobre y normalmente estoy confuso. Esto me lleva a la papiroflexia. Bien, realmente aquí las cosas están más claras. He tenido tres inicios. Mi primer comienzo fue a la edad de 12 años, cuando por causa de

una sería enfermedad estuve algunas semanas hospitalizado en Jerusalén y algún ángel desconocido me dio el primer libro de Randlett y Harbin, prácticamente el único texto de papiroflexia que existía en aquellos tiempos. Plegué cada modelo de aquel libro y después esperaba impacientemente cada uno de los siguientes libros de Harbin, en rústica, que iban llegando a nuestra librería. Estos textos causaron una gran impresión en mí. Pero es solo ahora cuando me doy cuenta de cuán profundamente dependían estos mismos libros—que hablaban de coloridas figuras como las de Adolfo Cerceda (lanzador de cuchillos y mago profesional) y de Lygia Montoya (gran dama de los viejos tiempos)— de esa tradición específicamente española de plegado que ya era fuerte en los años 60 y 70, y que afectaría a mi propio estilo. Esa tradición era distinta de la

desarrollada en Japón, en EEUU y en el Reino Unido. En Japón estaba Yoshizawa, mi ídolo reconocido y mi rival, cuando yo era joven. Y, mientras la distancia entre él y la generación actual de jóvenes diseñadores en Japón es enorme (la simplicidad y la economía se han transformado en lo opuesto, en sofisticación técnica), un aspecto ha permanecido constante: yo pienso que esta papiroflexia está más sometida a un espíritu de dominio del papel y del plegado. ‘Logremos que el cuadrado haga todo lo que deseemos’, parece decir. La flexión del papel, tradición que comenzó con Miguel de Unamuno, siempre parecía tener más de espíritu de fantasía, de placentero descubrimiento con el papel, de amistad y de magia. Esto me quedó grabado a fuego como papiroflexia ‘prototípica’, de manera que hoy, cuando tengo periódicamente el sentimiento de que el alma ha abandonado la

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97 papiroflexia, son estas las cualidades que yo sigo persiguiendo.

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Pero volvamos a mi historia: después de plegar durante algunas clases aburridas en el instituto, me cansé también de doblar y lo dejé durante varios años. Después- en 1987, cuando estaba estudiando en Chicago- vi, en el escaparate de una tienda, un gran loro colorido de papiroflexia. No pude dormir aquella noche. Estuve pensando¿Es con una “base pez”, no? ¿Qué hubiera ocurrido si previamente hubiéramos ‘blintzado’ el papel? ¿Habríamos ganado más puntas? ¿Y qué hay del resto de los modelos de aquellos libros?, ¿no podríamos variar un poco las bases o combinarlas entre si? Me parecía también a la vez que no había ninguna buena solución para el problema de los animales elementales, obtener elegante y eficientemente, seis largas puntas a partir de las cuatro esquinas del cuadrado. (De Montroll y de otros apenas me enteré). ¿Después de todo quién podía quedar satisfecho con un ‘cerdo de dos piezas’, o con un ‘avestruz con jinete’ –modelos de los libros de Harbin? ¡La gente no monta avestruces, monta caballos o camellos! De esta

manera me puse a resolver lo que consideré que eran los problemas del día. Éste fue mi segundo comienzo. Al lado del loro del escaparate había una tarjeta en la que se anunciaba la formación de un nuevo grupo de papiroflexia y venía un número de teléfono; unos meses después, cuando tras haber diseñado seis o siete modelos me había armado de confianza, llamé. Era el Chicago Area Origami Society (CHAOS), entonces en sus primeros años. Mi asociación con este grupo iba a ser larga y fructífera; durante algunos años fui el editor de su revista. Este grupo tenía, y todavía tiene, algunos plegadores de primera fila con características bastante coloristas y espero que alguien, algún día, cuente convenientemente su historia. Durante aquellos mismos años (finales de los 80) comencé a experimentar la escultura con láminas de aluminio y después con láminas de cobre. Pienso que conozco las propiedades de las láminas de metal tan bien como el mejor. De ahí que en ese trabajo tendí a minimizar los cortes (los cortes en las láminas metálicas viajan incontroladamente), esto no

me pareció en modo alguno papiroflexia – la sensación de plegar láminas metálicas es completamente diferente de la del doblado lineal del papel. Pero algunos de los métodos que usé con ellas para crear caras y cabezas volvieron a funcionar más tarde con papel. En 1993 me trasladé a Israel y dejé totalmente la papiroflexia. En parte fue por el cambio geográfico y en parte por el deseo de ‘volverme serio’ y emprender una carrera académica propiamente dicha. Pero fue también (sé que esto suena estúpido) porque en 1993 inventé al fin un buen caballo (“tan bueno como el de Stephen Weiss…”), esto es, un animal de seis puntas, con hermosos y largos miembros, y con ello había resuelto el problema con el que empecé. No que-

97 daba nada más por hacer. De hecho podía intentar animales más complicados, pero sería exactamente más de lo mismo, y además, la complejidad nunca me había parecido el desafío real; la elegancia, la simplicidad y la economía sí que lo eran. También sentía que mi papiroflexia se estaba volviendo demasiado técnica, estaba perdiendo su corazón y su sentido. No me parecía suficientemente artístico. Dediqué la mayor parte de mi atención a dibujar al pastel. Hace unos tres años, por varias razones con las que no merece la pena aburriros, me asaltó la vergüenza de no haber publicado ninguno de esos antiguos diseños. Para armarme de valor para hacerlo, empecé a buscar un grupo en Israel. Una búsqueda por Internet me reveló que la

noche siguiente tendría lugar, en una ciudad lejana en el norte, una reunión del un grupo así; esto dio lugar al Israelí Origami Center. Estuve allí. En la reunión, se estuvo planeando la Primera Convención Internacional en Israel. Decidí que tenía que causar impresión. Era en seis semanas. Por tanto hice lo que sabía: grandes caras y cabezas esculpidas, esta vez no con láminas de aluminio puro sino con papel reforzado con aluminio (usando las consistentes láminas que tengo). Esto resultó una combinación muy afortunada y, finalmente, satisfactoria artísticamente. Como la lámina metálica es demasiado libre, se puede hacer con ella lo que se quiera, incluso estrujarla hasta volverla “sólida”, pero el papel impone una disciplina, te fuerza a trabajar limpiamente con líneas y super-

ficies. Por otro lado muchos pliegues esculturales, como las curvas, son mucho más fáciles de hacer cuando hay una lámina metálica en el revés del papel que con el papel solo. Con ambos juntos tenemos lo mejor de ambos mundos. Y los pliegues curvilíneos en papel marrón liso tienen una suavidad tan bella, tan expresiva ….. Bueno, ni que decir tiene que todo funcionó muy bien en la convención. Dio también lugar en 2005 a una gran exposición en una galería de arte, después a una página web (www.saadya.net), que fue anunciada en Barcelona cuando recalé en la convención de la AEP (he de decir que fue una experiencia muy dulce y emocionante). Lo cual llevó sucesivamente a invitaciones a la exposición de ‘Masters of Origami’ en

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97 Salzburgo, a mi blog, a la reciente conferencia 4OSME en California, a la convención de papiroflexia en Colombia el pasado mes, y ahora estoy comenzando a colaborar en la organización de una futura exposición en un gran museo de Israel. Las cosas se están moviendo razonablemente. Puedo contar con seguir siendo igual de pobre mañana como hoy: la gente seguirá diciendo ‘es solo papel’ y no abrirán su cartera. Pero posiblemente

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yo estaré menos confuso. Pues ahora tengo cosas que hacer. La papiroflexia es un juego, una actividad social y un arte; también es un camino para encontrar gente realmente fantástica (si bien con pocas mujeres—de momento). Algunos de estos aspectos están en tensión con otros, pero en cualquier caso prefiero resaltar el lado artístico de las cosas. En la práctica, esto significa: (1) promover este campo ante el público como un todo (incluso si es arte que no comparta mis

obsesiones, tales como simplicidad y vitalidad), a través de exposiciones o de cualquier otra cosa que dignifique el tema, (2) hacer por mi parte un trabajo puntero siempre y cuando esté listo para ello, y (3) pensar un poco acerca de la estética de la papiroflexia de modo que impulse a la gente (y a mí el primero) a mejorar su arte. Si, hay muchas cosas que hacer. Y ahora extendamos el papel y pongámonos a trabajar.

Fragmento de la composición realizada por Saadya, basada en una idea y en fotos tomadas por David Brill en Barcelona 2005. De izda. a dcha. David López Name, Guillermo García Crespo, Ramón Thomas, Nicolas Terry, Román Díaz, Robert Lang, Manolo Maya y Sergio Antioquía

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Mono / Monkey Saadya Sternberg Diagramas: José Ignacio Royo Prieto

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