Obedeciendo a Mi Jefe - Gwendolyn Wilde

Obedeciendo A Mi Jefe (Historia Erótica De Multimillonarios a Pelo) por Gwendolyn Wilde Copyright © 2014 por Gwendolyn

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Obedeciendo A Mi Jefe (Historia Erótica De Multimillonarios a Pelo) por Gwendolyn Wilde

Copyright © 2014 por Gwendolyn Wilde Todos los derechos reservados.

Obedeciendo a mi Jefe

Tenia el mal habito de soñar despierta. Sobre todo, tenia el mal habito de soñar despierta sobre mi jefe. Pero cualquier mujer hubiera hecho lo mismo, con un jefe como el señor Bradley. Era guapo, seguro, rico… y duro. Incluso cuando él no estaba cerca podía casi escucharlo en mi cabeza, ordenándome por todos lados con su brusca voz. Por supuesto, jamas imaginé que mis sucias fantasías se harían realidad. Lunes por la mañana, lo mire llegar. Lo salude cálidamente, y le robe

una mirada a su firme trasero antes de que desapareciera detrás de la puerta de su oficina. Debí haber empezado a trabajar inmediatamente. Pero me permití un vago ensueño, descansando mi mentón en mis manos y dejando que mis parpados se cerraran. Salte directamente a la parte buena: Lo imaginé doblándome sobre su escritorio, levantando mi falta bruscamente y hundiendo su enorme pene dentro de mi. Jamas hubiera imaginado que después él estaría haciendo exactamente eso. Mordí mi labio, deslizándome un poco más profundo en la agradable fantasía. Era tan duro y dominante. Estaba segura que seria igualmente

masculino y dominante en la cama. Me dio un escalofrío, intentando imaginarme como se sentirían esas fuertes manos rompiendo mi ropa, o agarrando mis muslos. "Jesse," gruñó. "¿Estás durmiéndote? No es de extrañar que se te olvidara enviarme un recordatorio sobre la reunión de esta mañana." Abrí mis ojos para mirarlo asomar su cabeza por su puerta, observándome. Tragué saliva, sintiéndome ligeramente nerviosa mientras lo miraba a sus ojos oscuros. "No… Solo estoy pensando," dije, sentándome derecha. "Y la reunión es en unas horas más. Estaba apunto de enviarte un recordatorio."

Apretó la mandíbula. "Quiero una nota a la primera hora de la mañana. Lo sabes." "Lo siento", dije. "Lo haré de esa manera de ahora en adelante." Me frunció el ceño, cruzando los brazos e inclinándose hacia la puerta de la oficina. "Necesito tu atención completa, Jesse. Estás aquí para servirme. Si no puedes hacer eso, puedo fácilmente encontrar a alguien para reemplazarte." Asentí, mirando hacía abajo. "Por supuesto." Jadeó, giró sobre sus talones y cerro de golpe la puerta detrás de si. Era solo un lunes normal por la mañana. No me equivocaba muy a

menudo, pero el no era indulgente en lo más mínimo. Especialmente cuando estaba estresado por otra cosa. Que era prácticamente siempre. En realidad yo no cometía errores muy a menudo… pero el me culpaba por muchas cosas que eran culpa mía. Cuando algo iba mal debido a él, era siempre mi culpa. Suspiré. Por supuesto, no solo era yo su chivo expiatorio, también era la persona que debía aguantar la peor parte de sus frustraciones. Siempre desquitaba su estrés en mi, regañandome y amenazándome con despedirme. El señor Bradley era guapo, confiado, rico… pero en verdad era demasiado malo que fuera tal dominante,

malhumorado cabrón. Suspiré. Era bueno que me pagara tan bien. Quería que consintiera su mas mínimo capricho, y yo hacía todo lo posible. Quería que tomara sus ordenes y reprimendas dócilmente, y así lo hacía. Pero no podía evitar sentirme un poco ofendida y despreciada. Por supuesto, yo sabía que realmente no iba a despedirme. Tal vez era la manera en que me lanzaba una mirada agradecida de vez en cuando. Tal vez era la manera en que sus ojos se fijaban en mi mientras le traía café o pilas de carpetas. Tal vez era la manera en que sus ojos se encendían con un hambre depredador cada vez que yo asentía y decía "Si, señor Bradley."

No pasó mucho tiempo antes de que me llamara de nuevo a su oficina. El señor Bradley se reclinó en su silla, cruzando sus brazos sobre su musculoso pecho. Se había quitado su chaqueta y aflojado su corbata. Sus mangas estaban enrolladas hasta el codo, y yo tenía la tentación de mirar sus curtidos antebrazos. Incluso su ligero desaliño me hacía pensar cosas sucias. Tragué saliva. Debía mantener mi mente ocupada mientras hablaba con el. Me entregó una pila de carpetas. "Ordenalas y encuentra las de la primera semana de Julio." Asentí. "Si, por supuesto. ¿Otra cosa?" Me miró por un momento.

"Jesse," dijo, frotando su barbilla. "¿Has tomado alguna vez llamadas personales en la oficina?" Fruncí el ceño. ¿Como sabía eso? "Solo una o dos veces," confesé. "No fue por mucho. Necesitaba ayudar a un amigo con..." "Jesse," interrumpió. "No estás aquí para ayudar a nadie mas que a mi. Yo te pago – y te pago bien – para atenderme, solo a mi. Mis necesidades son tu única preocupación mientras estas aquí. ¿Lo entiendes?" Asentí. "Por supuesto. No volverá a suceder." "Es mejor que no," dijo, mirándome de nuevo con un destello peligroso en sus ojos. "O tal vez tenga

que buscar a alguien mas. Alguien que pueda brindarme su atención completa. Estoy cansado de aguantar tus fallas." Fruncí el ceño. "Si vas a despedirme, simplemente despídeme. Estoy enferma de que hables de ello todo el tiempo," dije bruscamente. Levantó una ceja, sorprendido. Negué con la cabeza. "Lo siento. Solo estoy un poco frustrada. Estoy haciendo todo lo posible, en serio. No creo que puedas encontrar a alguien más dedicado a tus necesidades que yo. Pero no parece importarte. Todo lo que notas son las cosas malas." Sacudió la cabeza. Sus labios se movieron ligeramente, una insinuación

de una sonrisa – como si le divirtiera mi audacia. Como si lo encontrara entrañable, o lindo. Pero claramente no me estaba tomándome en serio. "Simplemente tengo altos estándares, Jesse" Apreté los dientes. "¿En serio? Porque parece que siempre encuentras un millón de cosas de que quejarte cuando estas de mal humor. El resto del tiempo, todo esta bien. Tal vez tu eres el problema. No yo. Soy tu asistente, no tu saco de arena." Me observó, pensativamente. "Ah, Jesse, pero tu estás aquí para atender mis necesidades. Si necesito a alguien para sacar mis frustraciones, ¿por qué no serias tu la que me ayude?"

"Yo…" Dudé, desconcertada por su respuesta. Fruncí el ceño, hasta alcanzar la punta de mi cabello. La mirada del señor Bradley bajo y se quedo en mi pecho. Me pregunte por un segundo si el botón superior de mi blusa se había soltado. – esta blusa que estaba vistiendo tenía el mal habito de traicionarme de ese modo, y normalmente la abrochaba completamente. Resistí el impulso de mirar hacía mi pecho. Respiré frustrada. Naturalmente, el señor Bradley podía cambiar el tema con solo mirarme. Pero no iba a dejarlo. "Estaría encantada de ayudar,"

dije, mirándolo. "¿Pero seguramente pueda encontrar una forma mas placentera de sacar su estrés?" Mordí mi labio nerviosamente. Ni siquiera había pensado como habría sonado esa declaración hasta que salio de mi boca. Había estado pensando en actividades como hacer ejercicio, o ir al boliche o incluso simplemente golpear una almohada. Pero los labios del señor Bradley se curvaron en una sonrisa perversa, y me di cuenta que se había enganchado en el significado mas sucio de mi frase. "¿Es esa una oferta, Jesse?" dijo, con su voz baja. Me quede allí tontamente por un momento, aturdida. Me moría de ganas

de decir si y dejarlo usarme como quisiera. Pero no me había preparado para esto. No tenía ni un momento para pensar, para decidir, para comparar los pros y los contras de dormir con mi jefe. Sus ojos vagaban por mi cuerpo de nuevo. Levantó una ceja, esperando una respuesta. Tragué saliva nerviosamente. "Supongo que alguien tiene que ponerte de buen humor," dije suavemente. El señor Bradley se paró, inclinándose hacia adelante. "Cierra la puerta, Jesse." Su voz baja envió una oleada de excitación a través de mis venas como una potente droga. Vacilé. Mi corazón dio un vuelco. ¿En verdad estaba

pasando esto? Temblando de emoción, camine hacia la puerta y tome la manija, moviendola hasta que cerró con un suave golpe seco. Di la vuelta y lo encaré de vuelta. Aún estaba viéndome atentamente. Su labio crispó esbozando una sonrisa. "Ven aquí, Jesse," murmuró, con su voz dura y dominante. Me acerque obediente, hasta quedar frente a el, de pronto consciente de mi traje de falta, mis tacones altos y mi blusa abotonada. "Ese botón," dijo suavemente, mirando mi pecho. "Ha estado volviéndome loco. Parece que esta a punto de saltarse." "A veces lo hace," dije, sonriendo. Me sonrojé, desvié la vista de su mirada

fija por un instante. Mi lujuria era un latido constante entre mis piernas, volviéndose mas fuerte con cada segundo. "Encogé los hombros," ordenó. "Empuja tus pechos hacia afuera." Lo hice, sintiendo un rubor cálido tomar mis mejillas debido a su orden atrevida. Sentí el botón soltarse, saltando. Mire mi blusa, ahora abierta lo suficiente para mostrar mi escote y un pedazo de mi sostén. El labio del señor Bradley se arqueó. "Ahí vamos," murmuró. Cruzó sus brazos. Sus piernas estaban separadas ampliamente y le robe una mirada al medio de sus piernas, viendo el impresionante bulto en sus pantalones.

"Ponte de rodillas," dijo firmemente. Vacilé, y el frunció el ceño. Señaló que me acercara. Di un paso adelante, hasta que mis piernas casi rozaban sus rodillas. Desdobló sus brazos y tocó mi pierna justo sobre la rodilla. Subió mi falda un poco, sus manos rondaron debajo del doblez para tocar la piel debajo de mi muslo. Mis ojos se cerraron, mis labios se separaron, y tome un fuerte respiro mientras saboreaba la sensación de sus dedos rozando mi piel. "Ponte de rodillas, Jesse," dijo de nuevo. Esta vez me tumbe sobre mis rodillas, agradecida de que el suelo

estaba acolchado con alfombra. Tragué saliva, mirando el bulto entre sus piernas. Ahora estaba incluso mas grande, aún abultado contra el confinamiento de sus pantalones. El señor Bradley me sonrío. Separó sus rodillas un poco mas. Se agacho y acarició mi cabello posesivamente. "Continua, Jesse," murmuró. Deslicé mis manos sobre sus firmes muslos, sintiendo sus músculos tensar bajo mis manos. Dio un profundo respiro mientras mi mano cubría su paquete, acariciando a través de la tela fina. Manoseé su cinturón, con mis manos temblando de emoción. Todo parecía tan surreal. Casi

podía creer que estaba sentada detrás de mi escritorio con mis ojos cerrados, añadiendo elaboraciones a mi aventura con el señor Bradley. Pero no: esto en verdad estaba sucediendo, y estaba empeñada en disfrutar cada segundo. Sus desos se hundieron en mi cabello, masajeando mi cuero cabelludo. Su agarre apretó mas caundo mis manos frotaron su erección. Finalmente logre desabrochar su cinturón de cuero y separar las solapas de sus pantalones. Tiré hacia abajo la pretina de sus boxers, revelando la hinchada y brillante cabeza de su pene. Su vista envió un estremecimiento de excitación por mi cuerpo. Deslicé mi mano dentro de sus boxers y lo envolví

con mis manos. Saque su verga, dejándola envuelta calurosamente en mi mano. Miré hacía él. Estaba respirando cortada y llanamente, mirándome con un hambre libidinoso. "Continua, Jesse," dijo. Tragué, inclinándome hasta que su rígido pene estaba justo frente a mis labios. Presioné mis labios contra la cabeza, sacando mi lengua para lamerla. El señor Bradley dio un fuerte gemido. Envolví mis labios alrededor de la corona de su pene, dándole vueltas con mi lengua mojada hasta que quedó pulcra y mojada. Tiré de el mas profundamente hasta la húmeda cueva de mi boca, tomando tanta de su hombría como pude. Se recostó, con su mano

agarrando mi cabeza y su pene retorciéndose en mi boca. "Dios, Jessie," gimió. Subí y bajé mi cabeza regazo, explorando su mango y su cabeza con mi lengua. Sus piernas se acercaron, atrapándome entre ellas. Meneaba mis muslos impacientemente mientras lo chupaba. Mi excitación palpitaba, a un ritmo demandante. Casi podía sentir mi humedad remojar entre mis bragas, filtrándose hasta mis muslos. Me pregunté si yo iba a sacar alguna satisfacción de esto, o si el solo iba a terminar en mi boca y eso sería todo. Por lo menos eso sería suficiente para avivar mis fantasías. Pero esperaba ardientemente que hiciera mas que sentarse a empujar su pene entre mis

labios. Quería que me tumbara en su escritorio y me cogiera. Chupé fuertemente, apretando mis labios entre su mango. Lo sentí tensar y empujar mas rápido, como si estuviera cerca de correrse. Moví mi cabeza mas rápido, excitada por el pensamiento de él rellenando mi boca. "Alto," jadeó, aún sosteniendo mi cabeza. Lo obedecí, jadeando un poco mientras levantaba mi cabeza y su brillante pene salia de mi boca. El señor Bradley me miró. Envolvió su pene entre sus manos y tomó un fuerte respiro. "Ponte de pie," dijo bruscamente. Me paré.

"Quitaté la ropa," ordenó. Me agaché para quitarme los tacones, pero sacudió la cabeza. "No los zapatos. Todo lo demás." Desabroché mi blusa tan rápido como pude, con mis torpes dedos temblando. Me la quite y la tire a un lado. Abrí la cremallera de mi falda y la doble para quitármela, sosteniéndome en el escritorio. Entonces yo estaba allí parada solo en mi ropa interior y mis tacones altos. Llegué a mi espalda para desabrochar mi sostén. El señor Bradley observaba atentamente, bombeando su mano lentamente a lo largo de su pene. Vacilé, mi sostén se desabrocho pero aun

colgaba sobre mis senos. "¿No vas a desvestirte?" Pregunté. Sonrió. "No, creo que sería demasiado molesto." Fruncí el ceño. "Eso no es justo." Sonrío de nuevo. "¿No es justo? Bueno, tienes razón. De hecho, creo que esa es la forma en que debe ser. ¿Ya olvidaste que estas aquí para complacerme?" Le dí una mirada traviesa, pero me quite el sostén de todos modos. Lo tiré a un lado. Me quité mis bragas, dejando solo los tacones altos. El señor Bradley acercó la cabeza al escritorio. "Agáchate," dijo secamente. Me acerqué y me doble hasta las caderas, descansando mi pecho en la

brillante superficie de roble. El señor Bradley empujó su silla hacía atrás y se pudo detrás de mi. Intenté mirar sobre mi hombro para verlo, pero atrapó mi cabeza en su mano y me volteo para que mirara al lado contrario que el. Presiono sus caderas contra mi trasero. Reposé mi mejilla en el escritorio, gimiendo mientras frotaba su pene en mi trasero. "Jessie," dijo, con su voz ronca de lujuria. "¿A quién le perteneces?" La pregunta me tomo desprevenida. Me mordí el labio, mirándolo. Tragué saliva. Sabía lo que quería escuchar. Y la idea de entregarme a él era imposiblemente erótica. Era exactamente lo que había estado

fantaseando. Me miró ávidamente, dando palmadas en mi trasero. "¿Quién es tu dueño?" repitió, con su voz dominante. "No creo que me pagues lo suficiente para poseerme, señor Bradley," dije elocuentemente. Su labio se retorció, y agarro mi trasero más fuerte. "Astuta, pero no respondiste mi pregunta." Retrocedió un poco, ya no empujando su pene contra mi carne tierna. Su dedo sondeó mi mojada entrada. Deslizó su dedo lentamente dentro de mi, acariciando las sensitivas paredes de mi vagina hasta que gemí en voz alta. "Mm," dijo. "Ahora, Jessie. ¿A quién le perteneces?" Su pene presiono

contra mi muslo, caliente y palpitante. Su dedo estaba enterrado profundamente en mi, pero su pulgar envolvía alrededor frotando mi clítoris hinchado. Cerré mis ojos estrechamente, sintiendo el placer empezando a abrumarme. "Ah," gemí. Mi coño se agitó alrededor de su dedo palpitante. Saco su dedo, dejándome vacía y adolorida. Gemí, decepcionada. "Por favor," susurré. ¿A quién le perteneces? Preguntó de nuevo, con una voz baja y peligrosa. "A ti," dije bruscamente. "Te pertenezco a ti, señor Bradley." "Buena chica," dijo. Presionó su pene contra mi goteante vagina. Arqueé mi espalda, empujando mi trasero contra

el, ansiosa por la dicha de esa primera penetración. Empezó a empujar su pene lentamente, dejando atrás mi entrada mojada, separando mis apretados muros. Dio un profundo gruñido mientras su pene me tomaba. Un pensamiento repentino me detuvo. "Espera," gemí. "No." Se detuvo, y sus dedos se apretaron, enterrándose en mi trasero. La cabeza de su pene enterrada en mi cabeza, y pude sentirlo temblando mientras se contenía. ¿Qué? Gruñó. "No estoy usando métodos anticonceptivos. Dejame… Tengo un condón en mi pulsera," Dije

rápidamente. Exhaló profundamente. Pero no soltó mis caderas. Me levante con mi codo, mirándolo. Pero el me mantenía abajo. "Jessie," dijo. "No me importa. Esto es sexo. Se supone que debe ser arriesgado, y salvaje. No lo hagas mundano." "Pero… eso no…" Apreté los dientes. Era fácil para el decirlo. ¿Qué tal si quedaba embarazada? ¿Aún así me querría trabajando para el? Eso sería el fin de esta aventura, de eso estaba segura. "¿Y qué tal si quedo embarazada?" siseé. "Mm… " tarareó, dándole

palmadas a mi trasero. "Eso me gustaría mucho." Fruncí las cejas. "¿Qué?" "Ah, Jessie. No puedo pensar en nada más caliente que tu, embarazada por mi. Todos podrían ver tu estomago hinchado, como prueba de que tu me perteneces a mi y a nadie más. Dio un agudo respiro, y sus dedos se hundieron más profundo en mi piel. Dudé, aturdida por sus palabras. Había pensado que era descuidado, o que no le importaban las consecuencias. No se me había ocurrido que quería embarazarme. Era un nuevo pensamiento: que el pudiera reclamarme tendida, de ese modo. Esta nueva idea era ardiente, emocionante, y hacía que

mi vagina latiera alrededor de su pene. Cerré los ojos. "Cogeme," susurré. "Cogeme y hazme tuya." "Esa es mi chica," dijo, su voz estaba rota con pasión. Entonces me empaló con una sola hundida de sus caderas. Mi boca se abrió por completo, y me mire la suave superficie del escritorio, buscando algo a lo que agarrarme. El placer surgió en mi mientras su verga, enorme y dura, llenaba mi vagina. Me sostuvo firmemente mientras salia entraba de nuevo. Comenzó lentamente, dándome la oportunidad de acostumbrarme a la intensa, y completa sensación de su enorme hombría.

Forzó su pene en mi vagina con empujones cada ves mas fuertes. Daba un gruñido primitivo con cada golpe de sus caderas, ahogando mis impotentes jadeos de éxtasis. Pronto todo su control se había ido. Gemía y martillaba sus caderas en mí, cogiéndome con abandono. Podía oírlo tensar, acercándose más y más a su clímax. Cada duro empujón me hacía vibrar. Cerré mis ojos, sintiendo mi propio placer subir y subir hasta que estaba listo para quebrantarse en un orgasmo. Un pensamiento repentino paso por mi cabeza. ¿Qué estaba haciendo? Esto era irresponsable. ¿Tener sexo sin protección con mi jefe? Iba a perder mi trabajo y quedar embarazada, con toda

probabilidad. Todos los aspectos negativos, todas las desgracias posibles llenaron mi cabeza por un momento. Sentí mi estomago hundirse en un rápido momento de indecisión. Entonces la voz del señor Bradley me distrajo. "Joder, Jessie," gruñó. "Voy a venirme." Escucharlo decir mi nombre posesivamente me estremeció de emoción. No me importaban todas las posibilidades. Sabía que el me quería… que el quería que le perteneciera. No iba a deshacerse de mi. Iba a mantenerme, a tomarme, a poseerme. Cerré los ojos, gimiendo mientras mi jefe se sumergía dentro de mi. Sus

últimos empujones fueron duros y violentos. Pude sentir la temblorosa tensión en sus manos, y sabía que estaba apunto de venirse. La simple erótica idea de el derramándose dentro de mi era suficiente para enviarme en espiral a mi propio orgasmo. Abrí mi boca, jadeando sin poder hacer nada. Mi vagina apretó alrededor de su potente pene. Cada vibración de placer era mejor que la anterior. Lo sentí enterrarse dentro de mi con una ultima, y dura estocada. Lo sentí endurecerse y manosearse mientra terminaba. Sentí los cálidos chorros de su semilla brotando dentro de mi. Mi coño palpitaba, convulsionando con las réplicas de mi orgasmo. Pulso sus caderas lentamente.

Finalmente se retiró. Sentí la humedad entre mis muslos. Lo sentí empezar colarse dentro de mi, pero no me importaba. Me paré lentamente. Le eche un vistazo tímidamente al señor Bradley. Nunca se quito su ropa, y solo necesitaba un momento para arreglarse. Me miró, con su labio formando una sonrisa. Tragué saliva, sin estar segura de que decir. "Debería volver a trabajar," murmuré. Sacudió su cabeza. "No lo creo." "¿Qué?" "Tengo una reunión en… " miró su reloj. "Treinta minutos."

Fruncí las cejas. "Si," dije. Mirándome de arriba a abajo. Enderezó su corbata y desenrollo sus mangas. "Odio a esos bastardos," dijo. "No voy a estar en el mejor estado de ánimo cuando regrese. Te necesitare para ponerme en orden." Levanté una ceja, sonriendo. "Oh, ya veo. ¿Pero estas seguro que no necesitas que trabaje en algo mientras espero?" "No," dijo decisivamente. "No te pongas ni un trozo de ropa. ¿Entiendes?" Suspiré. "Eres mía. Y no vas a salir de este cuarto hasta que regrese." "De acuerdo, jefe," dije. "Esperare."

Tomo su chaqueta de la silla y salio a zancadas del cuarto, cerrando la puerta detrás de si. Me hice un ovillo desnuda en la silla y recargué mi cabeza en la parte trasera de cuero. Ahora, había suficiente tiempo para soñar despierta sobre mi guapo, y dominante jefe. Suficiente tiempo para fantasear sobre lo que iba a hacerme cuando volviera. *** Abrí la puerta suavemente, balanceando los termos de café en una mano mientras intentaba sostener una paca de carpetas bajo mi brazo al mismo tiempo. Me deslicé dentro y empuje la puerta con mi pie para cerrarla. Incluso ahora, mirar al señor

Bradley por primera vez esta mañana me provoco un estremecimiento. Y ni siquiera estaba mirándome. Estaba en el teléfono. Estudié su bien definido perfil. Su mandíbula estaba apretada y sus fosas nasales estaban acampanadas, señales seguras de que no estaba de buen humor. Puse cuidadosamente su café matutino en el escritorio y moví unas cosas para colocar el montón de papeles al otro lado. Giró la silla para encararme mientras me acercaba. Lo miré a los ojos, tímidamente. Me miró de arriba a abajo, y luego encontró mi mirada. Me hizo señas para acercarme. "Oh-oh," gruño en el teléfono. Cuando llegué a el, me sonrió y

me señaló hacia el suelo. Fruncí las cejas, confundida. Cambió el teléfono a su otro oído, y tiró de mi brazo. Mis ojos se abrieron al darme cuenta de lo que quería. Sonreí y me hundí entre sus rodillas. Deslicé mi mano en sus muslos. Froté el interior de sus muslos, y el separo sus piernas aún más. Cuando rocé el rígido bulto entre sus piernas, gruño en voz baja. Puso su mano sobre el micrófono del teléfono, recostando su cabeza en la silla. Lo toqué suavemente, dejando que mi dedo apenas rozara su pene a través de sus pantalones. Empujo sus caderas hacía mis manos.

Sus pantalones estaban estirados fuertemente en torno a su verga erecta. Me incliné hacia adelante y frote mis labios contra su hinchado mango. Lo mire tímidamente. Podía mantener este juego tanto como quisiera, mientras estuviera pegado a su teléfono. Me miró misteriosamente, una mirada de advertencia. Aflojé su cinturón y desabroché sus pantalones. Deslicé su palpitante pene hacia afuera y presioné mis labios en la suave piel de su mango desnudo. Saqué mi lengua y mojé su pene con una larga lamida. Lamí su verga hasta que estaba mojada brillante, hasta que estaba moviendo sus caderas impacientemente. Estaba jadeando, tan

silenciosamente que apenas podía escucharlo. Sus muslos estaban tensos, tan duros como una roca bajo mis manos. Lo provoqué hasta que ya no pudo mas. Besé la punta de su pene, lamiendo gentilmente hasta que se estremeció. Di un jadeo sorprendida cuando sentí su mano en mi cabeza. Empujó mi cabeza hacia abajo, forzando su rígido pene entre mis labios mojados. Empujó hasta que su pene golpeo el fondo de mi garganta. Exhaló larga y fuertemente mientras mi húmeda boca lo envolvía. Gemí alrededor de mi bocado. "Si, está bien," lo escuché decir en el teléfono. Podría decir que el estaba esforzándose para mantener su voz

controlada. Empecé a chupar con fervor, meneando mi cabeza en sus rodillas. Puse mi lengua a trabajar, estimulando la cabeza de su verga. Lamí su pene ansiosamente, sintiéndolo retorcer y pulsar en mi boca. Deslicé mi mano en sus pantalones y tomé sus bolas. Sus caderas se movían a la vez que mi cabeza, un ritmo que se volvía más y más rápido a cada segundo. Su agitada respiración se hizo más fuerte. Entonces tomo mi cabeza y empujo su pene dentro de mi boca. Me mantuvo firme, sin dejarme mover. Escuché un toqueteo al colgar el teléfono. Me levantó. Jadeé mientras me volteaba súbitamente, empujándome de

espaldas hacia su regazo. Manoseó mi falda, tirando hacia arriba. Sacudió mis bragas hacía un lado y me levanto de tal modo que pudiera colocar su pene en mi entrada. Empujó dentro de mi rápidamente, dando un profundo gemido mientras enterraba su pene en mi húmeda vagina. "Joder," gruñó. "Ahora esta mejor." Me recliné hacia el mientras comenzaba a estocar. Empujaba furiosamente, sus manos me envolvían para agarrarme firmemente. Una de sus manos se abrió camino en mi camisa, tomando mis pechos desnudos. La otra mano se resbaló entre mis piernas y masajeó mi clítoris. Me

arqueé hacia el mientras sus hábiles dedos presionaban contra mi hinchada, y palpitante esencia hasta gemir y estremecerme. El gruñó, forzando su pene en mi. "¿Quién es tu dueño, Jessie?" jadeó en mi oído. Mordí mi labio, sintiendo el placer aumentar. Golpeaba contra mi, creciendo en intensidad a cada segundo. "Dime. ¿A quién le perteneces?" gruñó. "A ti," me atraganté, sólo sus dedos me engatusaban hacia un aplastante orgasmo. Gemí, rindiendome en sus brazos. A través de la confusión de mi placer lo escuche gemir en mi

oído. Lo sentí endurecer su agarre en mi al venirse. Lo sentí hundir su pene desnudo en mi vagina, y llenarme de nuevo. Me relaje en sus brazos, sintiendo la dicha comenzar a desvanecerse. Sus caderas se movían en un ritmo lento y gentil, con su pene aún duro dentro de mi. "A ti, repetí, a través de mi soñolienta confusión. A ti te pertenezco."

Notas de Licencia Todos los derechos reservados. Ninguna parte de esta publicación puede ser reproducida o retransmitida en ninguna forma o de ningún modo sin el permiso escrito del autor. Descargo de Responsabilidad Esta es una obra de ficción. Los nombres, personajes, negocios, lugares, eventos e incidentes son producto de la imaginación del autor o usados en una forma ficticia. Cualquier parecido con personas reales, vivas o muertas, o eventos actuales, es simple coincidencia.

Contenido para Adultos Esta obra contiene material sexual ilícito, lenguaje gráfico y escenas que pueden considerarse ofensivas para algunos lectores. Arte de portada por Gwendolin Wilde. Imagen de portada con licencia de Bigstockphotos. Primera Edición Kindle 2014