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Facultad de Filosofía y Letras Trabajo de Fin de Grado Grado en Filosofía

Marxismo, psicoanálisis y Hegel La teoría social, política y cultural de Slavoj Žižek Ma. Isabel Inzunza Gómez

Dirigido por la Prof. Dra. Julia Urabayen Pamplona, 2017

Esta obra está bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivar 4.0 Internacional.

Índice

Introducción……………………………………………………………………….......1 Capítulo 1. La antifilosofía y el psicoanálisis…………………………………………3 Capítulo 2. La ideología, el deseo y la sociedad como gran Otro………………........13 Capítulo 3. “Viviendo en el final de los tiempos”: una crítica al mundo contemporáneo……………………………………………………………………….21 Capítulo 4. La Revolución: superar la posmodernidad política……………………...29

Conclusión……………………………………………………………………………37 Bibliografía…………………………………………………………………………...39

A mis maestras de vida: Gabriela Inzunza, Myrella Gómez, Maricarmen Pitol y Bea Gómez. Por el cariño. Por el apoyo. Por siempre creer en mí. Y a la memoria de Male, a quien siempre le hizo ilusión verme alcanzar esta meta.

Introducción

El pensamiento en pleno siglo XXI sigue creciendo bajo la sombra de Hegel. La filosofía actual ha estado inmersa en una actitud de prueba y error, pero siempre basándose en la dialéctica hegeliana. Hemos evolucionado desde el idealismo del siglo XVIII y XIX hasta el materialismo dialéctico que prima en la actualidad como una teoría que pretende explicar la realidad. Sin embargo, el cometido de la filosofía ya no es explicar una realidad metafísica o teleológica, sino que lo que está en el centro del Zeitgeist actual es el problema de la economía y la política, pues, frente al inminente derrumbe del capitalismo, es tarea de los intelectuales desarrollar nuevas alternativas, no sin Hegel, sino de la mano del gran idealista. El paranorama de la filosofía en pleno siglo XXI es muy variado y, como en el caso de otras disciplinas, aparece muy unido al mundo de la comunicación y las nuevas tecnologías. Por ello hemos decidido centrar el Trabajo de fin de grado en una de las figuras más importantes y críticas en este horizonte de estudio: Slavoj Žižek. El filósofo esloveno es polémico, excesivo, marxista y muy mediático. Su obra ha abarcado una serie de temas que pueden considerarse propios de varias disciplinas. En este trabajo nos vamos a centrar en su filosofía política. Cabe decir que cualquier investigación sobre la política de Žižek es un trabajo fallido, pues su postura es meramente crítica y de ninguna manera pretende hacer una nueva propuesta a la que el orden mundial deba dirigirse. Así que si el lector espera encontrar una propuesta revolucionaria o una solución a la economía y la sociedad actual, lamento decepcionarlo. Lo que sí puede encontrar aquí es una crítica filosófica y psicoanalítica de la posmodernidad y una justificación de una revolución comunista que se dará necesariamente en un futuro. Desde su planteamiento se percibe con nitidez que el comunismo se ha convertido de nuevo en un tema principal en los círculos académicos. El retorno de la historia, es decir, la repetición de la caída de los paradigmas que sostienen el orden mundial, ha causado un interés en el desarrollo de ideas y políticas radicales. Esto está vinculado al hecho de que la iniciativa izquierdista lucha en contra de la despolitización de la economía. Es una condición de acción y una promesa de libertad e igualdad. Grandes pensadores optan cada vez más por esta alternativa: Alain Badiou, Costas Douzinas, Michael Hardt, Richard Rorty, Ernesto Laclau, Jacques Ranciere, Giovanni Vattimo y, por su puesto, Slavoj Žižek. Todos ellos han

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previsto la necesidad de mantenerse fieles al comunismo como la única alternativa posible al capitalismo que poco a poco se va desintegrando. Con todo, mi objetivo principal es fundamentar, a través de la crítica de Žižek, la legitimidad de una vuelta al comunismo. Pero no al comunismo como ya lo había planteado Marx, o como se estableció en algunos países europeos y sudamericanos en el siglo pasado. Hemos visto que el marxismo como fue planteado con anterioridad no funciona. Por eso se debe replantear. Como se puede ver, este tema es de gran importancia, sobre todo para la juventud, pues si se continua por el camino del capitalismo y con todos los problemas que conlleva, las consecuencias serán devastadoras para la economía, la ética, el ecosistema y la humanidad misma. Somos nosotros quien vamos a vivir el cambio en el orden mundial. Es mejor si estamos preparados. Para lograr mi cometido en este trabajo, comienzo con una exposición genealógica de la antifilosofía que le otorgará al lector un marco teórico dentro del cual se llevará a cabo una dialéctica hegeliana de la forma en sí-para sí-en y para sí de la ideología. Así, el primer paso dialéctico es una exposición teórica de la ideología interiorizada. El segundo paso es la exteriorización de la ideología, es decir, su manifestación en la otredad. Y, por último el tercer paso consiste en la desintegración de la ideología, a saber: la revolución. Sin embargo, el desarrollo de esta exposición dialéctica que funciona como hilo conductor del trabajo resultó ser un gran reto. Žižek no ha escrito ninguna obra en la que despliegue su pensamiento de una manera tan ordenada, sino que la dialéctica que está por debajo de su filosofía está implícita en todos los trabajos que ha escrito. Por ello, Žižek es un pensador sinfónico: siempre vuelve sobre las mismas cuestiones para lograr una unidad en la totalidad de su pensamiento. Pero esa repetición de temas se lleva a cabo en sus más de 100 libros escritos, dos documentales, incontables entrevistas y centenares de artículos. Uno no puede conocer a Žižek, si no se enfrenta con una amplia gama de sus escritos; cosa que puede resultar de gran dificultad al ser un autor actual que sigue publicando activamente y que no tiene muchos comentadores. Tales retos, cómo enfrentarme a temas y a autores totalmente nuevos (fuera del programa docente de la Universidad de Navarra), no podrían haber sido superados sin la capacidad crítica que me enseñaron mis profesores de la Facutlad de Filosofía, por el apoyo y ayuda desinteresada de mi asesora, Julia Urabayen, y por la inspiración que debo y agradezco a mis compañeros de la generación 2013-2017 y, por su puesto, al amor y confianza de mi familia. A todos ellos, muchas gracias. 2

1. La antifilosofía y el psicoanálisis

En la actualidad, ya no hay lugar para cierto tipo de crítica. La filosofía, desde sus inicios se había comportado como una consumidora insatisfecha que siempre encontraba algo malo en el banquete de verdades que la sociedad tenía en oferta. Sin embargo, un día aparecieron Nietzsche, Marx y Freud, y nació la antifilosofía. El filósofo actual ya no se entretiene intentando dar esta u otra explicación del mundo, sino que impera sobre él y lo transforma. De esta manera, la validez de una idea ya no depende de su propia consecuencia lógica, sino de lo que sus seguidores hagan con ella, lo mismo si viene de Slavoj Žižek o de Paulo Coelho. De teorías estéticas malas pueden surgir pinturas extraordinarias. De cualquier religión, pacifistas o guerrilleros. Resulta, ahora, que está muy mal visto criticar ideas y no conductas, igual que comerse el pastel antes de que llegue el cumpleañero a la fiesta. Comencemos por delimitar la corriente de la antifilosofía. ¿Qué es lo contrario a la filosofía? ¿Es, acaso, el rechazo de la sabiduría? ¿Es un fideísmo desmedido y pasional? ¿O es una reacción subjetiva y contingente ante la ausencia de una estructura universal de sentido? Es todo esto y nada de esto al mismo tiempo. Las manifestaciones de la antifilosofía toman formas muy variadas. Van desde el arte, la literatura, la religión, hasta la identidad, la ideología, la angustia… Todos estos diferentes contextos tienen en común una oposición a la filosofía tradicional con el objetivo de buscar nuevas formas de conocimiento. Dejando de lado toda esta diversidad, lo que está claro es que la antifilosofía comenzó a cobrar peso dentro del psicoanálisis de corte lacaniano. Por ejemplo, Josep Sanahuja, seguidor de Lacan, propone en un artículo que la antifilosofía sería el acto del pensar mismo en comparación con la filosofía que sería la historia del pensamiento1. Esta afirmación es suficiente para retomar el debate de la relación entre psicoanálisis y filosofía, así como para revisar qué sentido tiene la reivindicación de la antifilosofía. Lacan argumenta en uno de sus seminarios: ¿Qué es el amor a la verdad? Es algo que se burla de la ausencia de ser en la verdad. Podríamos llamar a esta falta de ser una falta de olvido, lo cual nos recuerda su existencia en las formaciones del inconsciente. Esto no tiene nada que ver con el orden de ser, de un ser que está de alguna manera completo [...] El amor a la verdad 1

Cfr. Sanahuja, J., “Dirigirse a la lengua”, Freudiana 34 (2002) [Fecha de consulta: 20 de marzo del 2017] Disponible en: https://goo.gl/ARwYHS.

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es el amor a esta debilidad cuyo velo hemos levantado, es el amor de lo que se esconde en la verdad, es decir, la castración2.

El amor filosófico se olvida del nexo que hay entre el ser y la negación: hay una inscripción de la negatividad en el ser. Ese olvido se puede interpretar como una represión – en el sentido freudiano– a través de la cual la filosofía introduce la idea de plenitud del ser. Freud, que criticó a la filosofía por intentar llenar las lagunas de la realidad y previó en cada formación del inconsciente el giro de esta negatividad reprimida y la persistencia del no ser dentro del ser, es el predecesor intelectual más importante de Lacan, quien más tarde vinculó esta negatividad con el conjunto de preguntas que el aislamiento estructuralista del significante dirige a la filosofía3. Por eso, me parece necesario en este punto detenerme en Sigmund Freud, el padre fundador del psicoanálisis, y comprobar así que, desde sus inicios, este saber se encontraba en una situación de desencuentro con la filosofía. Freud defiende que sus verdaderos intereses son de naturaleza filosófica; sin embargo, desconfía de lo especulativo y, por lo tanto, de la filosofía. Pero, ¿qué quiere decir con esto? Freud remite hacia la filosofía clásica en busca de nuevos horizontes teóricos; no obstante, lo hace con una pretensión meramente científica basándose en la observación clínica característica de la ciencia 4 . Se podría comparar la posición freudiana con la de Hume en el sentido de que ambos consideran a la metafísica como un mal que mejor sería olvidar… o destruir. La metafísica nos impide, como la religión, llegar a la verdad. El papel del filósofo es ofrecer una Weltanschauung 2

Lacan, J., The Seminar Jacques Lacan, ed, Jacques-Alain Miller, Book XVII, The Other Side of Psychoanalysis, trans: Russell Gri, W.W. Norton, Nueva York, 2007, p. 52. Lacan se está basando en el pensamiento que F. Nietzsche desarrolla en la Genealogía de la moral. Para Nietzsche, el problema de la verdad es que esta es la nada. La dicotomía central entre algo y nada es la predicación de la verdad. La nada habita en la verdad, y puesto que el cristianismo puso a Dios en el lugar de la verdad, la voluntad ha estado en constante lucha con el nihilismo. El ideal ascético entonces declara la guerra entre lo real y lo aparente. El proceso para confrontar la dicotomía de apariencia de verdad es una dialéctica nihilista que conduce a una regresión infinita. De la misma forma que ocurre en el corpus de Lacan, para Nietzsche, lo real no puede mantenerse simplemente diferenciando conscientemente lo imaginario-simbólico. Nietzsche reconcilia la dicotomía verdad-apariencia defendiendo que la vida se forma por negación, y para que una fuerza se active, debe ser capaz de afirmar su propio devenir. La verdadera afirmación solo puede ser una activista, un devenir constante. Solo podemos llegar a la verdad mediante la negación. El problema radica en que la verdad es constitutiva del lenguaje. Por lo tanto, al decir la verdad decimos más que la verdad. La verdad es siempre una doble afirmación. El excedente nihilista busca situar la verdad de un lado y el conocimiento del goce excedente en el otro. ¿En qué punto está más allá del bien y el mal simplemente transgrediendo el bien? Empezamos con la voluntad de las apariencias, esta voluntad de ignorancia puede ser en realidad otra voluntad de verdad, en la que la verdad encarna las apariencias mismas. El nihilismo es el esfuerzo de crear sentido en todo, aunque el sentido no se pueda encontrar en él. Por lo tanto, uno de los imperativos de más allá del bien y del mal es la trascendencia más allá del significado mismo. El estado de nihilismo está siendo atrapado entre el bien y el mal. 3 Cfr. Althusser, L., Freud y Lacan, Anagrama, 1970. 4 Cfr. Rodríguez, M., “Freud como filósofo”, Papeles de Filosofía 31/1 (2012) pp. 7-23.

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totalizante, pero resulta que esta está basada en puras especulaciones, cosa que no agrada nada a Freud5. Junto con Freud, y su pretensión de hacer una antifilosofía, tenemos que hacer referencia al resto de los maestros de la sospecha, es decir, a Marx y a Nietzsche6. Freud es un ilustrado pesimista, cuyo espíritu de conquista le impulsa a no pertenecer a la ideología dominante del momento. Pero se debe decir que esta pretensión de un nuevo saber tan característica de Freud no es más que un producto de la misma modernidad y del sapere aude característico de la Ilustración. Nietzsche, a diferencia de Freud, es un antiilustrado radical, ya que filosofa a martillazos en contra de ideales tan básicos como la razón, el progreso, la ciencia, la igualdad... pero también es un perfecto producto de su tiempo. Sin embargo, Nietzsche no realiza ningún intento de reivindicar la tradición contra la modernidad, sino que impone una mirada abismal sobre el hombre moderno, una ilusión tan grande como el Übermensch. ¿Y qué hay de Marx? En él se juntan las mejores virtudes de Freud y Nietzsche. Marx es un ilustrado, un optimista, un revolucionario para quien los ideales de racionalidad, progreso, igualdad y libertad evolucionan por medio de la dialéctica. Según esta corriente de pensamiento que estoy abordando, el heroísmo de Marx es, a diferencia del de Nietzsche, profético, pues desarrolla nada más (y nada menos) que una utopía social, económica y política7.

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Íbid. La expresión «filósofos de la sospecha» fue introducida por el filósofo francés Paul Ricoeur en 1965 para referirse a los tres pensadores del siglo XIX que desenmascaran la falsedad escondida bajo los valores ilustrados de racionalidad y verdad: Marx, Nietzsche y Freud. Los tres expresan, cada uno desde perspectivas diferentes, la entrada en crisis de la filosofía de la modernidad, al mostrar la insuficiencia de la noción de sujeto, y al desvelar un significado oculto: Marx desenmascara la ideología como falsa conciencia o conciencia invertida; Nietzsche cuestiona los falsos valores; Freud pone al descubierto los disfraces de las pulsiones inconscientes. El triple desenmascaramiento que ofrecen estos autores pone en cuestión los ideales ilustrados de la racionalidad humana, de la búsqueda de la felicidad y de la búsqueda de la verdad. Cfr. Ricoeur, P., Freud: una interpretación de la cultura, Siglo XXI, 1999, p. 32. 7 Karl Marx propone, para algunos intérpretes, un principio de igualdad formal, por medio del cual se desarrolla una mejor distribución económica dentro de los miembros de la comunidad. Marx no sólo critica la inequidad material del proletariado, sino también la alienación causada por el trabajo y sus productos, que a su vez son un efecto del capitalismo y el trabajo asalariado. Marx sostiene que con el capitalismo nunca se va a llegar a una distribución equitativa de bienes. Así que propone un sistema más radical, a saber: la abolición de la propiedad privada y el trabajo asalariado para dar paso a una nueva forma social en la que el proletariado sea el propietario de su propio trabajo y de sus relaciones sociales. Esto es muy hegeliano, ya que el comunismo reconoce el carácter real de estos poderes, actividades y relaciones alienadas. No sólo los niega de forma abstracta, sino que busca superarlos de forma dialéctica y reapropiarse de ellos de una manera inalienada. Marx muestra su método dialéctico explícitamente hegeliano en términos de negación de la negación, por lo cual la burguesía capitalista expropia a los productores antes de ser posteriormente expropiados por el proletariado. El comunismo, como lo presenta Marx, debe ser entendido inmanente y dialécticamente como la culminación del proceso de la historia, como un sistema social de completa equidad. Cfr. Sayers, S., Marx and Alienation: Essays on Hegelian Themes, Basingstoke: Palgrave Macmillan, 2011. 6

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Habiendo hecho ya una breve presentación de lo que era la antifilosofía en sus inicios de la mano de Freud, Marx y Nietzsche, es conveniente avanzar hasta Jacques Lacan, pues con él, la antifilosofía se convierte en una disciplina radical. Gracias a él se abre una nueva era psicoanalítica, así como un diálogo entre el psicoanálisis y la filosofía. Después de todo, Lacan retoma el término “antifilosofía” con el propósito de definir la relación entre su interpretación de Freud y lo que tradicionalmente se ha llamado filosofía, es decir, la historia del pensamiento al menos desde Platón. Lacan dice en una de sus conferencias: “Me rebelo, por así decirlo, en contra de la filosofía. Lo que es seguro es que ésta es algo finito y terminado. Incluso espero que algunos rechazos crezcan de ella. Tales rebrotes son bastante comunes en las cosas finitas”8. Así pues, Lacan, siguiendo a Freud, considera que la filosofía es una forma de psicosis9. Más específicamente, la filosofía es vista como un discurso de dominio basado en la completa negación del hecho de la castración simbólica10. Se podría pensar que, tal como lo presenta Lacan, el término “antifilosofía” suena, ciertamente, peyorativo y hasta despectivo. Pero, ¿cómo es que Lacan –y después gran parte de su escuela– defiende su legitimación? No nos deberíamos dejar llevar por ningún prejuicio pragmático que evoque el prefijo “anti”. Lacan no forma parte del movimiento que pretende eliminar la filosofía, sino todo lo contrario. Así lo explica su discípulo Slavoj Žižek: Lo primero que llama la atención es el tenor filosófico de la teoría de Lacan. Para Lacan, el psicoanálisis no es en principio una teoría y una técnica de tratamiento de perturbaciones psíquicas, sino una teoría y una práctica que confronta a los individuos con la dimensión más radical de la existencia humana. El psicoanálisis no le enseña al individuo cómo acomodarse a las demandas de la realidad social; en lugar de ello, explica el modo en el que algo como la ‘realidad’ se constituye en primer término. El psicoanálisis no permite que un ser humano acepte meramente la verdad reprimida acerca de sí mismo: explica cómo la dimensión de la verdad surge en la realidad humana11.

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Lacan, J., "Monsieur A", Ornicar?, 21-22 (1980), p. 17. Cfr. Lacan, J., Las psicosis, ed, Jacques-Alain Miller, Seminario III, WW. Norton, 1998, Cap: Del sinsentido y la estructura de Dios. 10 Cfr. Lacan, J., The Seminar Jacques Lacan, ed, Jacques-Alain Miller, Book XVII, The Other Side Psychoanalysis. 11 Žižek, S., Cómo leer a Lacan, Paidos, 2008, pp. 13-14. 9

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Como se puede ver, su pretensión es bastante filosófica, pero se basa en el método del psicoanálisis. Por eso, nuestro campo de investigación estriba, entonces, en una mera derivación de la filosofía: en su yuxtaposición con el psicoanálisis, y en todas las consecuencias que esto supone. Por ejemplo, la identidad del cogito cartesiano con el concepto de sujeto del psicoanálisis; o la estructura de ficción de la verdad. También se puede observar en aquellas corrientes que sostienen que las teorías filosóficas del amor sean asimismo psicológicas; o que a la res extensa y a la res cogitans les pertenezca la sustancia gozante lacaniana12. Siguiendo a Lacan, Alain Badiou, otro de sus discípulos más relevantes en la actualidad, explica que la antifilosofía es un sistema de pensamiento13 que es contrario a la singularidad de la experiencia de la categoría de verdad14. Así, la antifilosofía sería la síntesis que resulta de la contradicción entre la filosofía y el aspecto práctico creativo de la vida. Por ello, un antifilósofo debe partir de su experiencia personal y avanzar hasta atacar aquellas especulaciones universales que han dominado la tradición filosófica desde sus inicios. Badiou sostiene que la actitud dionisíaca de Nietzsche es la forma más radical de antifilosofía porque es una forma de subjetividad que acaba rompiendo rotundamente con el discurso filosófico y con su pretensión de verdad15. En esta línea, según, Nietzsche: “Tras los juicios supremos de valor por los que se ha guiado la historia del pensamiento hasta ahora, se esconden malentendidos en materia de constitución física, ya sea por parte de individuos aislados, ya sea por parte de clases sociales o de razas enteras. Es legítimo considerar las audaces locuras de la metafísica y en particular las respuestas que da a la cuestión del valor de la existencia como síntomas de constituciones corporales propias de ciertos individuos; y si semejantes valoraciones positivas o negativas del mundo no contienen, desde el punto de vista científico, ni el menor ápice de realidad, ello no quiere decir que no proporcionen al historiador y al psicólogo preciados indicios, en tanto que síntomas, como antes decía, de la constitución viable o malograda, de su abundancia y de su potencia vitales, de su soberanía en la historia, o, por el contrario, de sus enfermedades, de sus

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Lacan, J., El objeto del psicoanálisis, Anagrama, 1970, pp. 45-46 Badiou utiliza la palabra “pensamiento” para describir la unidad no dialéctica de la teoría y la práctica. El caso ejemplar de pensamiento ocurre en las ciencias. Por ejemplo, la física consiste en teorías, conceptos, fórmulas matemáticas, aparatos técnicos y experimentos. Cfr. Feltham, O., Alain Badiou: Live Theory, Continuum, 2008, pp. 19-22. 14 Cfr. Badiou, A., Nietzsche, filosofía y antifilosofía, Trans: Francisco Sazo B. en Nietzsche, más allá de su tiempo, Edeval, Valparaiso, 1998. 15 Cfr. Badiou, A., “Who is Nietzsche?”, Pli: The Warwick Journal of Philosophy 11 (2001), pp. 1-11. 13

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agotamientos, de sus empobrecimientos, de su presentimiento del fin, de su voluntad de acabamiento. Aún espero la llegada de un filósofo médico, en el sentido excepcional de la palabra –cuya tarea consistiría en estudiar el problema de la salud global de un pueblo, de una época, de una raza, de la humanidad– que tenga un día el valor de llevar mi sospecha hasta sus últimas consecuencias y que se atreva a formular esta tesis: en toda actividad filosófica emprendida hasta hoy no se ha tratado de descubrir la ‘verdad’, sino de algo totalmente distinto, llamémosle salud, futuro, creencia, poder, vida...”16.

Por tanto, las armas con las que un antifilósofo se prepara para la batalla son nada más ni nada menos que su propia experiencia y su acción. Para Nietzsche y Wittgenstein, la victoria de lo Real –que incluye, de alguna manera, la victoria del psicoanálisis– siempre conlleva abandonar la categoría filosófica de la verdad. Sin embargo, esto no quiere decir que los antifilósofos tengan como meta “destruir” la verdad; la antifilosofía no es una crítica, sino más bien una terapia, como destaca Wittgenstein: El objeto de la filosofía es la aclaración lógica de pensamientos. La filosofía no es una teoría, sino una actividad. Una obra filosófica consiste especialmente en elucidaciones. El resultado de la filosofía no son ‘proposiciones filosóficas’ sino el esclarecimiento de las proposiciones. La filosofía debe esclarecer y delimitar con precisión los pensamientos que de otro modo serían, por así decirlo, opacos y confusos17.

Wittgenstein, no obstante, no es propiamente un antifilósofo. Sin embargo, es relevante para el desarrollo de esta corriente porque propone en el Tractatus logicophilosophicus que la verdad filosófica está necesariamente ligada al sinsentido; no se puede decir. No va tan lejos como afirmar que las proposiciones filosóficas son falsas, sino que no son comprensibles con la lógica de nuestro lenguaje. “Son del mismo tipo que la cuestión de si lo bueno es más o menos idéntico que lo bello”18. Esta renuncia a la noción de verdad es lo que, para algunos intérpretes, hace a Wittgenstein pertenecer a la corriente nominalista. La

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Nietzsche, F., La gaya ciencia, Librodot, p. 3. Wittgenstein, L., Tractatus Logico-Philosophicus, (Edición Electrónica de www.philosophia.cl / Escuela de Filosofía Universidad ARCIS) [Fecha de consulta: 29 de marzo, 2017] 4.111 y 4.112. 18 Íbid. 4.003. 17

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victoria de lo Real, para Wittgenstein, consiste más bien en un acto estético e incluso místico que elimina completamente la pretensión metafísica que únicamente lleva al absurdo19. Para los fines de la antifilosofía, específicamente, el nominalismo es ante todo una influencia para toda esa crítica y polémica que se ha llevado a cabo en torno a la filosofía. Es lo que da a los antifilosófos el impulso necesario, cada uno a su manera, para ir en contra de las grandes piedras angulares de la metafísica occidental: el tiempo, el sujeto, el mundo, Dios. Una vez que estas nociones se someten a la punta afilada de una crítica nominalista, resultan ser poco más que constructos lingüísticos: los efectos de un deslizamiento gramatical, una inferencia infundada, o una vuelta retórica mal concebida. Como resultado, la filosofía se considera no sólo refutada o equivocada, sino que se percibe como una monstruosidad amenazante: una enfermedad para Nietzsche, charla y verborrea sin sentido para Wittgenstein, la psicosis para Lacan. Con esto podemos decir que el diagnóstico nietzscheano de la filosofía como enfermedad se deriva de un minucioso análisis lingüístico y discursivo de las afirmaciones de la verdad que se han llevado a cabo en la filosofía. Así, vemos con claridad que existe una proximidad muy estrecha entre el antifilósofo y el sofista 20 . Por ejemplo, Alain Badiou, refiriéndose al trabajo genealógico de Nietzsche, señala: Su principio es de conocimiento común: traer de vuelta cada afirmación al tipo que sostiene su declaración. Esta es una distribución que a mis ojos suele ser sofística entre el examen filológico de las declaraciones, por un lado, y el registro del poder, por el otro. El método consiste en determinar con el mayor rigor el corpus de las figuras discursivas, de tal manera que las enlazan genealógicamente al tipo de poder que las sostiene. Nietzsche, en este trabajo, muestra una gran virtud que es la combinación de una especie de probidad del gramático por un lado y una poderosa doctrina de las fuerzas del otro. Con, como objetivo fundamental, la categoría de la verdad21.

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Wittgenstein era un gran lector de Schopenhauer. Es obvia la influencia de Schopenhauer en el pensamiento de Wittgenstein, sobre todo en su concepción de que únicamente se pueden llegar a conocer las verdades metafísicas más altas por medio de la mística y la estética; no por medio de la razón y el lenguaje. No hay que olvidar que Schopenhauer era un vitalista que le daba primacía a la voluntad por encima de la razón. 20 El significado de sofista en este contexto es diferente al que fue utilizado en los diálogos platónicos. La sofística, no obstante, en esta corriente de pensamiento, se refiere a una actitud filosófico-pedagógica, especialmente centrada en el estudio del lenguaje y la ética, que tiene la necesidad de instaurar no solo un cambio de época sino proponer una época de cambios, induciendo a un nuevo paradigma en la estructura global humana. 21 Badiou, A., Casser en deux l’histoire du monde?, Le Perroquet, 1992, p. 17.

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Ahora bien, el problema de la legitimación de la antifilosofía se complica con Lacan, pues existe una aparente contradicción en el concepto de verdad que mantiene. Por un lado, declara en una de sus conferencias que “existe una relación [rapport] de ser que no se puede conocer”22; y, por otro, que “lo que es específico al análisis es su capacidad de constituir por sí mismo el conocimiento de la verdad”23. Con esto, Lacan sostiene que el sujeto no es consciente de la verdad, pero la produce o crea. Por eso, el objeto del psicoanálisis no es otro que generar conocimiento acerca de aquello de lo que el sujeto es inconsciente24. Aquí se muestra una contradicción, pero no en el sentido negativo del término, ya que éste es el núcleo del pensamiento dialéctico, pero aún hace falta dilucidar: no hay conocimiento de la verdad, pero aún así hay una pretensión psicoanalítica de conocer la falta de conocimiento de la verdad. El inconsciente es, según Lacan, en realidad, un tipo de conocimiento: “Pues el inconsciente, lo primero que se puede decir de él, lo que quiere decir su ‘lo que es’, el quod est, en tanto es el sujeto de todo lo que puede serle atribuido, es lo que, en efecto, Freud dice en primer término sobre él: son pensamientos”25. Es aquello que no sabemos que sabemos. Por lo tanto, el horizonte de conocimiento es mucho más amplio de lo que normalmente consideramos. Basándose en el concepto del inconsciente que sostiene Freud, Lacan avanza un poco más y postula que este está estructurado de una manera similar al lenguaje, pero no está todavía articulado para que el sujeto entienda su mensaje: “Todo lo tocante al inconsciente solo juega sobre efectos de lenguaje. Es algo que se dice, sin que el sujeto se represente ni se diga allí: sin que se sepa qué dice”26. Así pues, para comprenderlo, el sujeto debe situarse dentro de un contexto significativo. La hipótesis del inconsciente es justamente lo que conecta entre sí los conceptos del individuo y la sociedad. Debido a que el individuo nunca está completo, este se debe identificar con los roles y valores impuestos por la sociedad. El 22

Lacan, J., Conferencia en la Universidad de París, 15 de mayo, 1973. Lacan, J., Conferencia en la Universidad de París, 20 de mayo, 1973. 24 Esta hipótesis ya la había mantenido el filósofo idealista G. Fichte. “[Žižek mantiene que] ‘Fichte fue el primer filósofo que se centró en la extraña contingencia del el corazón mismo de la subjetividad’ y argumenta además que esto implica que el Anstoß de Fichte es un elemento ‘formalmente homólogo al objet a lacaniano’. (Žižek 2009: 142, 146) La presentación de Fichte es sorprendentemente similar al objet a de Lacan cuando escribe que no es necesario presuponer la presencia real en el yo de este elemento, ya que ‘todo lo que se requiere [...] es la presencia de un Anstoß en el yo’. (I, 210)” Urgan, W.J., “Giving Fichte a Chance: A Žižekian Defense of the I”, International Journal of Žižek Studies 5/3 (2011) [Fecha de consulta: 22 de abril, 2017] Disponible en: https://goo.gl/QVk8CG. 25 Lacan, J., ¿Qué es el inconsciente?, Instituto Francés de Nápoles, 14 de diciembre, 1967, p. 4. 26 Íbid. 23

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inconsciente se refiere a una constitutiva falta de ser, la cual, por un lado, fuerza al individuo a pertenecer a una sociedad, y por otro, le impulsa a una constante búsqueda de identidad. Es competente abordar brevemente la ideología a esta altura del análisis, aunque lo explicaré con más precisión más adelante. La función de la ideología es hacerle posible al sujeto reflejarse en la sociedad; por ejemplo, como un patriota o como un hijo de Dios. Pero, ¿por qué y de qué manera funciona la ideología? La crítica a la ideología ha evolucionado en el psicoanálisis al intentar explicar por qué las personas se identifican con ideologías que van en contra de sus propios intereses. Con todo esto, Lacan introduce su famoso concepto del gran Otro, a saber: aquello que en realidad no existe y sin embargo funciona. Al final acaba diciendo Lacan –y después Žižek– que la sociedad es un gran Otro; pero aún nos falta mucho para llegar a esto. Ahora bien, ¿cuál es la relación que hay entre el sujeto y el estatus del discurso de la ideología? ¿La política podría considerarse, desde el psicoanálisis, como un gran Otro? Estas cuestiones son centrales en el pensamiento de Žižek. Con estas bases, Žižek desarrollará una mezcla entre la filosofía, el psicoanálisis y la sociología al analizar la particularidad del sujeto en relación con la sociedad centrándose en los juegos de significado, poder y deseo que se dan dentro del espacio público. El sujeto es primordial para el estudio de Žižek pues, al intentar llevar a cabo un estudio psicoanalítico de él, establece un conocimiento más amplio de cómo funciona la subjetividad moderna y, con ello, ofrece terapia para superar las patologías que se manifiestan en dicha subjetividad27. De esta forma, la cuestión del inconsciente es la base el psicoanálisis, así como del pensamiento de Žižek, pues con ello se soluciona el problema de la otredad del sujeto para consigo mismo y para con el otro, al poder conocer su compleción e identidad. Žižek aborda el problema del inconsciente no solo desde una perspectiva tradicional psicoanalítica que estribaría en una terapia individual, sino que extrapola la teoría lacaniana a un nivel de crítica social de corte filosófico. Así, Žižek propone que el sujeto está orientado hacia la sociedad, y la sociedad está orientada hacia el sujeto. Žižek, pues, desarrolla toda su filosofía política en esta dualidad sujeto-sociedad. La crítica social de Žižek se puede adaptar perfectamente al psicoanálisis de Lacan pues no existe un método inequívoco para aplicar las estructuras conceptuales lacanianas a la 27

Cfr. García, G.I., Aguilar Sánchez, C.G., “Psychoanalysis and politics: the theory of ideology in Slavoj Žižek”, International Journal of Žižek Studies 2/3 (2008) [Fecha de consulta: 15 de abril, 2017] Disponible en: https://goo.gl/D0B8sd.

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filosofía y a la política. No existe un gran Otro que se comporte de una manera específica ni tampoco un sujeto que se identifique unívocamente con su acción. Sin embargo, se ha demostrado que el psicoanálisis es capaz de establecer algunas formas de sufrimiento que afectan al sujeto tales como la histeria, la neurosis, la perversión, el fetichismo, entre otros28. Con esto se puede llegar a desarrollar un análisis psicológico más profundo que diagnostique condiciones como el estrés, la ansiedad, el narcisismo, así como fenómenos sociales como la objetivización, el racismo, la alienación, el nacionalismo… Esto hace posible, según Žižek, comprender cómo el sujeto se ve afectado por la presión que ejerce sobre él el sistema político, que en este caso sería el capitalismo29. Para entender su pensamiento, es necesario saber que Žižek busca comprender la subjetividad en general para así justificar o explicar desde las patologías individuales los conflictos sociales, las alienaciones económicas, y hasta las estructuras de poder. No es de sorprender, pues, que la ideología sea el hilo conductor de todo el desarrollo del trabajo filosófico, psicoanalítico y social de Slavoj Žižek.

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Jacques Lacan desarrolla estas formas de sufrimiento en su seminario de Las psicosis. Cfr. Lacan, J., “El seminario de Jacques Lacan: Las psicosis (Libro 3)” (1955-1956) [Fecha de consulta: 16 de abril, 2017] Disponible en: http://es.scribd.com5 /santoposmoderno. 29 Cfr. García, G.I., Aguilar Sánchez, C.G., “Psychoanalysis and politics: the theory of ideology in Slavoj Žižek”.

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2. La ideología, el deseo y la sociedad como gran Otro

Como ya hemos dicho en el apartado anterior, Žižek lleva a cabo un análisis crítico de la ideología política. Sin embargo, no tiene en mente desarrollar una teoría filosófica, tal como lo hizo Hobbes o incluso Marx, sino que pretende expandir el campo de la filosofía política con una perspectiva psicoanalítica de corte lacaniano que ayude a aclarar aquellos niveles inexplorados de la política. El método con el que lleva a cabo este análisis sociopsico-político es, no obstante, profundamente filosófico, a saber: dialéctico. Con esto, lo “positivo” emerge de las contradicciones en forma de nuevas oportunidades de producción. En este sentido, Žižek es profundamente hegeliano: una nueva forma de sociedad y de conciencia solo pueden ser producidas desde la negación30. Es por medio del presente como uno puede profetizar el futuro. Antes de aventurarse en desarrollar una nueva propuesta sociopolítica, Žižek realiza una crítica al Zeitgeist que prima en las sociedades de hoy en día, y la hace extrapolando el concepto de ideología. Para explicar lo que es la ideología, Žižek mantiene en su libro Ideología, un mapa de la cuestión, que el capitalismo es considerado en la actualidad como la única vía posible para el funcionamiento económico y social 31 . Con el colapso de los comunismos, el imaginario colectivo (con algunas pocas excepciones) ya no busca alternativas, resignándose a observar el downfall de la naturaleza, la economía y la justicia, y a conformarse con la barbarie del sistema capitalista: Parece más fácil imaginar el ‘fin del mundo’ que un cambio mucho más modesto en el modo de producción, como si el capitalismo liberal fuera lo ‘real’ que de algún modo sobrevivirá, incluso bajo una catástrofe ecológica global… De manera que se puede afirmar categóricamente la existencia de la ideología en tanto matriz generativa

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Žižek explica esta dialéctica como la oposición entre lo viejo y lo nuevo: “Cuando un acontecimiento que anuncia una dimensión o una era completamente nuevas es (erróneamente) percibido como la continuación del pasado o retorno a él, o –en el caso opuesto– cuando un acontecimiento se inscribe por completo en la lógica del orden existente es (erróneamente) percibido como una ruptura radical”, Zizek, S., Ideología, un mapa de la cuestión, Verso, México, 1994, p. 7. En esta parte de su pensamiento filosófico, Žižek sigue claramente a Hegel, pues, más allá de retomar el concepto de progreso introducido por el idealista, intenta explicar por medio de la dialéctica tanto las relaciones humanas de poder como la evolución de los sistemas políticos. 31 Cfr. Žižek, S., Ideología, un mapa de la cuestión, p. 7.

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que regula la relación entre lo visible y lo no visible, entre lo imaginable y lo no imaginable así como los cambios producidos en esta relación32.

Así pues, la legitimación de la sociedad es entendida desde el concepto de ideología. Pero, ¿qué es la ideología? Como bien explica Žižek, la palabra “ideología” puede significar cualquier cosa: una doctrina, una afiliación política, unas creencias religiosas, unas normas éticas… Ahora bien, la ideología no significa de ninguna manera mentira. Una ideología no tiene que ser falsa, por el contrario, puede ser completamente verdadera. Pero no es su contenido lo que importa, sino su eficacia en el dominio social. Y para ser eficaz, su legitimación de poder debe permanecer oculta33. Con esto, la tarea del psicoanálisis es dar cuenta de cómo la ideología puede ser efectiva en relación con el sujeto y sus acciones, pasiones, deseos, emociones, metas, etc., y cómo este se relaciona con la sociedad. Además, el deseo es de gran importancia en el planteamiento de la ideología: Los individuos ordinarios sólo pueden desear en la medida en que se convierten en víctimas de una ilusión: creen que la causa de que deseen a otras personas está en esas personas. Es decir, no son conscientes de que la causa de un deseo es una ‘esencia’ que no tiene nada que ver con la persona en sí34.

El individuo se relaciona con otros sujetos a través del deseo y así conforma una estructura social que estriba en que el sujeto esté siempre en busca de aquello que pueda satisfacerle. El deseo es siempre deseo de otro35; es decir, ya que el deseo se muestra como una estructura social, el sujeto debe convertirse en objeto de deseo al mismo tiempo que desea lo que la sociedad le impone. El sujeto intenta ser aquello que satisfaga las necesidades del otro para que pueda ser reconocido, amado o deseado. ¿Qué es lo que el otro quiere o espera de mí? Esta pregunta nunca obtendrá una respuesta definitiva. Este anhelo eterno del objet petit a36, que nunca podrá alcanzar su cometido y que priva al sujeto de una identidad lograda y total, es la fuerza motriz de la economía libidinal.

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Cfr. Íbid., p. 7. Íbid. pp. 13-15. 34 Žižek, S., Arte, ideología y capitalismo, Consorcio del círculo de Bellas artes, Madrid, 2007, p. 25. 35 El sujeto, en tanto que otro, se instaura como sujeto y puede establecer relaciones con el Otro con el cual tiene que hacerse reconocer como sujeto. Cfr. Lacan, J., Seminario 6: El deseo y su interpretación, Clase 20, 13 de mayo de 1959, pp. 20-21. 36 El objet petit a es para Lacan el objeto-causa de deseo: “El concepto de objet petit a es central en la teoría del deseo de Lacan, la cual representa su mayor contribución al psicoanálisis. Es una expresión de la carencia inherente a los seres humanos, cuya incompletitud e impotencia temprana producen una búsqueda para el cumplimiento más allá de la satisfacción de las necesidades biológicas. El objet petit a es una fantasía que funciona como la causa del deseo; como tal, determina si el deseo se expresará dentro de los límites del 33

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Ahora bien, que el sujeto no posea una identidad total no quiere decir que carezca de una. El individuo pierde su identidad original y real en el momento en que pasa a formar parte del orden simbólico que le es impuesto, y con este le es establecida una nueva identidad. Hay algo que no le pertenece propiamente al sujeto, siempre hay una ausencia de ser. Es justamente esa privación lo que fuerza constantemente al individuo a buscar nuevas formas de identificarse a sí mismo. El sujeto se encuentra continuamente entre dos contradicciones: su autopercepción y el imperativo simbólico. Esta oposición crea, según Lacan, el sujeto real37. El sujeto, pues, intenta lograr su compleción, aunque ficticia, por medio de la ideología. Dicho esto, se puede entender que el problema no estriba en que el sujeto posea una falsa conciencia, sino en que tome por verdadera esa falsa conciencia, como señala Žižek: “El punto de partida de la crítica a la ideología debe ser el reconocimiento pleno del hecho de que es muy fácil mentir con el ropaje de la verdad”38. Sabemos que el capitalismo no funciona, que Dios ha muerto, que las naciones son construcciones políticas, que somos fetichistas de la comodidad… Y sin embargo, aceptamos todas estas ideas y las incorporamos en nuestra vida cotidiana sin dudar de ellas: “La forma más notable de ‘mentir con el ropaje de la verdad’ hoy es el cinismo: con una franqueza cautivadora, uno ‘admite todo’ sin que este pleno reconocimiento de nuestros intereses de poder nos impida en absoluto continuar detrás de estos intereses”39. Por esto, la crítica žižekiana de la ideología pretende hacer evidente el cinismo como una forma de aceptación de las imposiciones falsas que rigen y controlan el imaginario colectivo. Sin embargo, la tarea no es desmantelar nuestra relación con la ideología, o explicar por qué el Estado o el mercado no funcionan. La ideología no es una ilusión construida para escapar de la realidad; por el contrario, es la base de la realidad misma40. La crítica a la ideología hace evidente que las construcciones ideológicas se basan en la

principio del placer o ‘más allá’, en la búsqueda de un goce imposible e incluso un disfrute mortal”, Krishner, L.A., Rethinking Desire: The Objet Petit A in Lacanian Theory, [Fecha de consulta: 6 de junio, 2017] Disponible en: https://goo.gl/lkTTLr. 37 Lacan concibe que “el deseo es algo que no puede aprehenderse ni comprenderse más que en el nudo más estrecho, no de algunas impresiones dejadas por lo real, sino en el punto más estrecho donde se anudan juntos, para el hombre, real, imaginario y su sentido simbólico, [...] y es por esto que la relación del deseo con el fantasma se expresa aquí en este campo intermediario entre las dos líneas estructurales de toda enunciación significante”, Lacan, J., Seminario 6: El deseo y su interpretación, Clase 7, 7 de enero del 1959, pp. 2-3. 38 Žižek, S., Ideología, un mapa de la cuestión, p.15. 39 Íbid., p. 15. 40 Cfr. Žižek, S., The Sublime Object of Ideology, Verso, Nueva York, 1989, p. 45.

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represión del carácter antagonista de la sociedad. La tarea no es, pues, demostrar cómo las ideologías representan la realidad de manera errónea, sino manifestar que la misma idea de realidad es una mera ilusión. No podemos estar en un nivel extra-ideológico, porque al pretender ser conscientes de la máscara de la ideología, en realidad, sólo se demuestra que esta sigue dominando. No existe una diferencia entre la máscara y el verdadero ser detrás de ella41. El que no podamos colocarnos fuera de la ideología no quiere decir, de ninguna manera, explica Žižek, que no haya forma de criticarla. Esta crítica, además, es necesaria, pero no puede tener un contenido positivo, porque entonces no estaría separada de la ideología misma que se intenta criticar. No existe una separación nítida entre la ideología y la realidad; así pues, la ideología ha penetrado todo aquello que experimentamos como real. Sin embargo, no podemos olvidar que la ideología sigue siendo una máscara42. Pero, ¿cómo es posible hacer una crítica a la ideología si no podemos separarnos de ella? O, como se cuestiona el mismo Žižek: “¿Acaso la conclusión final del análisis del discurso no es que el orden del discurso como tal es inherentemente ‘ideológico?” 43 . Así, intenta resolver esta aporía con la “antinomia de la razón crítico-ideológica” kantiana: La ideología no es todo; es posible suponer una posición que nos permita mantener una distancia con respecto a ella, pero este lugar desde el que se puede denunciar la ideología debe permanecer vacío, no puede ser ocupado por ninguna realidad definida positivamente. En el momento en que caemos en esa tentación, volvemos a la ideología44.

Una vez fijada la actitud con la que se debe denunciar la ideología de manera efectiva, tenemos que preguntarnos qué es aquello que permite que una ideología se establezca como realidad. Para Žižek, una ideología es una fantasía sobre el cumplimiento de nuestros deseos y, al mismo tiempo, es el espectro que nos dicta qué y cómo desear45. Es importante en este punto hacer explícita la dicotomía entre necesidad y deseo. Necesitar significa que el sujeto es consciente de que no posee algo que debería de facto tener; mientras que el deseo

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Cfr. Žižek, S., Enjoy your Symptom: Jacques Lacan in Hollywood and Out, Routledge, Nueva York, 2013, p. 34. 42 Cfr. Žižek, S., Ideología, un mapa de la cuestión, p. 26. 43 Íbid,p. 25. 44 Íbid, p. 26. 45 Cfr. Žižek, S., “On the Desert of Post-Ideology. Master Class”, Tiff (2012) [Fecha de consulta: 8 de junio, 2017] Disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=kugiufHh800.

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trasciende la mera necesidad. El ser humano, como lo describe Lacan46, es un ser deseante; no se conforma meramente con cumplir sus simples necesidades. Es un ser que busca reconocimiento, es decir, que desea ser deseado. Además, este objet petit a está condenado a tener una satisfacción incompleta e inadecuada, porque no hay nada que pueda abarcar por completo ese deseo. En un principio, el orden simbólico47 es suficiente para que el hombre genere una identidad; no obstante, su deseo incesante hará que se vuelva a generar un vacío de ser que busque ser satisfecho. Es aquí donde el espectro de la ideología48 cobra relevancia. El espectro es la fantasía de lo que el Otro49 desea y, por lo tanto, el ideal de lo que el sujeto debe ser para convertirse en un objeto de deseo y de reconocimiento. Es la interiorización de este ideal de comportamiento lo que le otorga seguridad al sujeto: ahora ya sabe cuál es su papel dentro de la sociedad al identificarse con aquello que se impone como deseable por el Otro50. La ideología, pues, le permite al sujeto pensar que es el objeto de deseo del Otro, o incluso que es el objeto de satisfacción del deseo del Otro, ya que actúa de una manera específica para ser amado por la sociedad, el Estado, el Presidente, Dios… Cuando un deseo es satisfecho, el sujeto experimenta lo que Lacan llamaba jouissance51; pero ese vacío de ser nunca puede desaparecer: Los sujetos son literalmente agujeros, huecos en el orden positivo del ser, sólo moran en los intersticios del ser, en esos lugares donde la labor de creación no ha concluido:

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Cfr. Lacan, J., Seminario 6: El deseo y su interpretación, Clase 1, 12 de noviembre de 1958, p. 8. El orden simbólico está conformado por el lenguaje, las leyes y la sociedad. Žižek explica en Arte, ideología y Capitalismo que “lo simbólico es la condición de posibilidad e imposibilidad al mismo tiempo para transformar lo Real”, p. 57. 48 En su libro Looking Awry: An Introduction to Jacques Lacan through Popular Culture (Cambridge: MIT Press, 1991), Žižek explica que el espectro de la ideología solo puede funcionar cuando el objeto de deseo aparezca como sublime para el sujeto. El objeto, entonces, debe ser obtenido por el sujeto. Además, tiene que aparecer como real y de ninguna manera puede mostrarse como una invención. El sujeto tiene que sentir una fascinación por el objeto deseado pero, para que esa fascinación no se disipe, el objeto debe permanecer separado del sujeto. Esta perpetua separación entre el sujeto y el objeto causa de deseo es lo que Lacan denomina ansiedad. 49 Nótese la diferencia que introduce Lacan entre el otro (con minúscula) y lo Otro (con mayúscula). El autor también se refiere a estos dos conceptos como objet petit a (donde a significa autre) y grand Autre. Así, el otro es identificado con el yo y conforma el registro de lo imaginario en la vida del sujeto. El sujeto se sabe como otro, debido a su vacío de ser. El yo se va relacionando con otros yoes iguales a él, pero estas relaciones se encuentran en el plano de lo simbólico, es decir, en el gran Otro. El Otro (con mayúscula) representa la exterioridad del sujeto: la sociedad con sus antecedentes históricos, antropológicos, culturales, de deseo, etc. Cfr. Capetillo, J., “El otro, lugar de deseo y goce”, Semiosis 26/29 (1991) Universidad Veracruzana, p. 354-357. 50 Cfr. Lacan, J., Seminario 6: El deseo y su interpretación, Clase 27, 1 de junio de 1959, p. 18. 51 Jouissance es un término lacaniano que significa grosso modo goce. El jouissance es lo que sostiene el cinismo del sujeto: él sabe que el gran Otro no existe y que el orden simbólico es ficticio, pero aún así decide seguir dominado por él porque este se presenta como la única condición de posibilidad para experimentar el goce que se genera al satisfacer el deseo que el mismo espectro de la ideología le impone. (Cfr. Žižek, S., Menos que nada. Hegel y la sombra del materialismo dialéctico, Akal, Madrid, 2012, p. 1050. 47

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la mera existencia de un sujeto prueba que Dios es un idiota que arruinó el trabajo de la Creación. Lejos de ser la cúspide de la Creación, el sujeto pone de manifiesto que en el orden de las cosas hay máculas de realidad inacabada: el correlato objetivo de un sujeto es una mancha-objeto proto-real espectral que aún no está totalmente actualizada como parte de la realidad positiva. El problema es que, cuando nos enfrentamos a un ser humano y observamos sólo su mitad visible, automáticamente lo des-subjetivamos llenando el vacío, proyectando en la oscuridad una riqueza de la personalidad imaginaria: el otro des-subjetivado se convierte en una ‘persona’ completa, el rostro se transforma en un fetiche levinasiano, el signo de la abismal profundidad de la vida interior de la persona, y las dos mitades (la cara exterior y la vida psíquica interior) se combinan en una totalidad cabal. Lo difícil no es percibir bajo el rostro la riqueza de la personalidad, sino evitar esa trampa, abstraerse del espejismo de esa riqueza y ejercitar la habilidad para aceptar la realidad desfetichizada del sujeto: observar la oquedad, la oscuridad, sin completarla con el contenido fantasmático de la ‘vida interior’ que se supone que brilla tras ella. En otras palabras, lo difícil es enfrentarse a la realidad en su estatus preontológico, como algo no totalmente construido, ver la nada allí donde no hay nada que ver, sustraer de la realidad su engañosa riqueza52.

Así pues, aquello que des-subjetiviza y llena el vacío de ser del sujeto es el espectro de la ideología, y la crítica a la ideología consiste justamente en “desenmascarar la alegoría como una ‘ilusión óptica’ que oculta el mecanismo de la alegoría moderna”53. Además, la ideología es aquello que fundamenta la sociedad, pues es la manera en la que el sujeto se relaciona con el objeto deseado. El objet petit a es elevado a la categoría de espectro54, lo cual le hace creer al sujeto que, al obtenerlo, además del jouissance que pueda producirle, también puede sanar su vacío de ser. Pero, se pregunta Žižek, ¿qué es lo que hace que los sujetos interioricen tal alegoría hasta el punto de volverla una creencia cuasidogmática e indubitable? La respuesta la tiene Lacan: el jouissance 55 . Por tanto, para denunciar la ideología no es suficiente mostrar que esta es una construcción discursiva, sino que también es necesario advertir el jouissance que produce tal construcción.

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Žižek, S., Arte, ideología y capitalismo, pp. 19-20. Žižek, S., For They Know Not what They Do: Enjoyment as Political Factor, Verso, Londres, 2002, p. 19. 54 Nótese que esta acción de sublimar el objet petit a conforma un concepto fundamental en el psicoanálisis, a saber: el fetichismo: “El ‘fetichismo’ alude a la falsa idolatría que se opone a la verdadera creencia”, Cfr. Žižek, S., Ideología, un mapa de la cuestión, p. 29. Véase también Lacan, J., Seminario 6: El deseo y su interpretación, Clase 27, 1 de junio de 1959, p. 12. 55 Žižek, S., For They Know Not what They Do: Enjoyment as Political Factor, p. 19. 53

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Con esto, se muestra que el poder no puede someter al sujeto haciendo uso únicamente de estrategias discursivas; sino que tiene que ofrecerle también placer. El sujeto sabe que está inmerso en una ficción, pero opta por una actitud cínica y obra como si fuera real, justamente porque tiene la posibilidad de jouissance56. Así, obedece las reglas, respeta los valores y actúa conforme a las leyes. Pero, si la ley es una mera ficción y el sujeto es consciente de ello, ¿en dónde estriba su eficacia? Para contestar a esto, Žižek elabora una dialéctica que se adecua a la tríada hegeliana en sí-para sí-en y para sí57 para explicar la transformación de la no-ideología en ideología y, con esto, elaborar una crítica adecuada. Dicha dialéctica constaría de la ideología como complejo de ideas, la materialidad ideológica y, por último, la ideología social58. En un primer momento, pues, tenemos la ideología entendida como un complejo de teorías, creencias, argumentos y convicciones que están al servicio de un poder oculto: El modo de la crítica de la ideología que corresponde a esta noción es el de lectura de síntomas: el objetivo de la crítica es descubrir la tendencia no confesada en el texto oficial a través de sus rupturas, sus espacios en blanco y sus deslices: descubrir en ‘igualdad y libertad’ la igualdad y la libertad de los participantes del intercambio en el mercado que, por supuesto, privilegia al dueño de los medios de producción, y así sucesivamente59.

El segundo momento dialéctico es la ideología en su otredad. Este paso se sintetiza en lo que Althusser denomina los Aparatos ideológicos del Estado 60 ; esto es, “la existencia material de la ideología en prácticas ideológicas, rituales e instituciones”61. Para explicar este para sí de la ideología, Žižek se sirve de la religión. Mantiene, así, que esta no estriba en meras creencias interiorizadas, sino que se basa en la imposición de una forma de conducta externa que, a su vez, genera una creencia interna: “El ritual ‘externo genera performativamente su propio fundamento ideológico”62. De esta forma, esta ideología ya no es concebida por el sujeto como una verdad porque carece de fundamento racional, pero este

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Cfr. Žižek, S., Menos que nada. Hegel y la sombra del materialismo dialéctico, p. 1054. Žižek aborda la ideología desde la dialéctica hegeliana distinguiendo tres momentos: la doctrina, la creencia y el ritual. Cfr. Žižek, S., Ideología, un mapa de la cuestión, p. 16. 58 Cfr. Íbid., pp. 16-17. 59 Íbid., p. 18. 60 Cfr. Íbid., p. 20. 61 Íbid., p. 25. 62 Íbid., p. 21. 57

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opta por seguir reconociéndola y subordinándose incondicionalmente a ella, por medio del cinismo. El último paso dialéctico es la “desintegración, autolimitación y autodispersión de la noción de ideología” 63 . De esta forma, la ideología 64 ya no conforma la totalidad de la sociedad, sino que únicamente se manifiesta de manera aislada. El sistema ya no se sostiene en las convicciones individuales de los sujetos, sino que funciona por medio del mercado de la producción y las leyes de Estado65. Sin embargo, dichos mecanismos no son de ninguna manera extraideológicos. Al contrario, este es el tercer paso en el que la no-ideología se transforma en ideología. El en sí-para sí de la ideología es inseparable de la realidad. Así, explica Žižek, la ideología es sintetizada por la coerción económica y legal. Además, la forma de conciencia que se adecua a la sociedad ‘postideológica’ capitalista tardía [...] pasa por alto las frases ideológicas emocionantes y sólo sigue motivaciones utilitarias y/o hedonísticas. En sentido estricto, sigue siendo una actitud ideológica: implica una serie de presupuestos ideológicos que son necesarios para la reproducción de las relaciones sociales existentes66.

Así pues, la síntesis dialéctica presenta a la ideología como un ritual de prácticas, con sus actitudes y presupuestos, aparentemente no ideológicos tales como la economía, el derecho, los medios de masas y la política. Esto es justamente lo que Žižek denomina el gran Otro. Pero, ¿cómo se puede superar (si es que es posible) una ideología que es inseparable de la realidad misma? La tarea de la crítica a la ideología consiste justamente en situarnos en medio del espectro, atravesar la fantasía 67 , y percatarnos de que lo que deseamos son proyecciones impuestas. Al identificar el síntoma, el sujeto se refleja en la imagen del otro. De esta manera, el análisis concluye, pues, con la caída del gran Otro, pues el sujeto se revela contra la fantasía de tener que mantener aquella imagen que le hace ser supuestamente un objeto causa de deseo.

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Žižek, S., Ideología, un mapa de la cuestión, p. 23. Entiéndase aquí ideología en el sentido de doctrina y creencia (los dos momentos dialécticos anteriores). 65 Cfr. Žižek, S., Ideología, un mapa de la cuestión, p. 23. 66 Íbid., p. 24. 67 “En nuestra vida diaria, nos vemos inmersos en la ‘realidad’ (estructurada o apoyada por la fantasía), pero esta inmersión se ve perturbada por síntomas que atestiguan el hecho de que otro nivel reprimido de nuestra psique se resiste a la inmersión. ‘Atravesar la fantasía’ significa por lo tanto, paradójicamente, identificarse plenamente con la fantasía; con la fantasía que estructura el exceso que se resiste a nuestra inmersión en la realidad cotidiana”, Žižek, S., Menos que nada. Hegel y la sombra del materialismo dialéctico, p. 754. 64

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3. “Viviendo en el final de los tiempos”: una crítica al mundo contemporáneo

Tras haber expuesto la ideología y su campo de crítica efectiva, vamos a explicar el análisis que realiza Žižek sobre las cuestiones sociales, políticas y económicas contemporáneas. Desde este ángulo, el pensador esloveno es radicalmente pesimista, pues defiende que los grandes problemas sociales, tales como la guerra, la persecución, el terrorismo, la hambruna mundial, la degeneración ambiental, entre otros, no solo no se han resuelto, sino que se han acentuado gracias a la victoria del capitalismo liberal democrático. Sin embargo, Žižek no es partidario de aquella postura posmoderna68 que defiende que no hay nada más que hacer para mejorar o incluso cambiar el orden mundial. Al contrario, la postura žižekiana mantiene la posibilidad de una nueva política radical que se desarrollará por medio de un riguroso análisis filosófico y social de la actual existencia humana. Tenemos, pues, que atravesar la fantasía; es decir, enfrentarnos con las implicaciones inconscientes de nuestros deseos para, así, crear un nuevo orden político y social que parta de las verdaderas necesidades del sujeto69. Pero, ¿en verdad es necesario un sistema ajeno al capitalismo liberal democrático que domina la sociedad actual? Y de ser así, ¿en qué consistiría este nuevo orden político? Pues bien, el liberalismo político aboga que el hombre postmoderno es supuestamente libre, independiente, autónomo y no necesita de un gobierno paternalista. No obstante, según Žižek el sujeto sigue necesitando de la existencia de alguna figura de autoridad a la que pueda hacer responsable de los males y sufrimientos que ocurren en la sociedad: Lejos de asumir la inexistencia del gran Otro, el sujeto culpa al Otro por su fracaso y/o impotencia, como si el Otro fuera culpable del hecho de que no existe, es decir, como si la impotencia no fuera excusa. El gran Otro es responsable del hecho mismo

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“La posmodernidad no es la superación de la modernidad, sino su realización; en el universo posmoderno, los ‘remanentes’ premodernos ya no se experimentan como obstáculos que haya que superar por el progreso hacia una modernización totalmente secularizada, sino como algo que tiene que ser incorporado de forma no problemática al universo global multicultural”, Así pues, la posmodernidad no defiende que debe haber cambio alguno, sino meramente una adaptación de lo diferente a lo ya establecido. Cfr. Žižek, S., Viviendo en el final de los tiempos, Akal, Madrid, 2012, p. 295. 69 “La premisa del psicoanálisis es que uno puede intervenir con lo simbólico en lo Real, porque lo Real no es la realidad en-sí externa, sino una grieta de lo simbólico, de modo que se puede intervenir con un acto que reconfigura el campo y así transforma su punto inmanente de imposibilidad. ‘Atravesar la fantasía’ no significa aceptar la miseria de nuestras vidas; significa que solo después de que ‘atravesemos’ las fantasías que ocultan esta miseria podremos efectivamente cambiarla”, Žižek, S., Menos que nada. Hegel y la sombra del materialismo dialéctico, p. 529.

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de que no es capaz de hacer nada: cuanto más ‘narcisista’ es la estructura del sujeto, más culpable es el gran Otro, y por lo tanto afirma su dependencia a él70.

Más aún, el concepto posmoderno de la “formación de la identidad subjetiva” sólo puede ser correcto si se piensa como un producto de una autoridad que limita y legitima la narración del individuo71. Es cierto que el Sistema está roto, pero sigue funcionando. El gran Otro no existe, pero hacemos como si existiera. Preferimos continuar con el cinismo y mantener la creencia de que estamos cumpliendo con lo que el Otro desea de nosotros, a enfrentarnos con el abismo de la libertad72 y vivir sin las restricciones de la ideología. Así, el fin de la crítica a la ideología concluye en la caída del gran Otro, a saber, el sujeto se percata de que en realidad no existe aquello que estaba causando y manipulando su deseo. Este descubrimiento es traumático para el sujeto, ya que, si no hay autoridad, si no hay ideología, significa que él es el responsable y creador de toda su realidad 73 . Es tanta su libertad que el sujeto no sabe qué hacer con ella y prefiere seguir bajo el dominio del gran Otro, aunque sabe que es ficticio. Para explicar esto, Žižek alude al comentario que realiza Lacan acerca de la famosa frase de Dostoievski: “Si Dios está muerto, todo está permitido”. Lacan, sin embargo, contraargumenta: “Si Dios está muerto, nada está permitido”74. Si no existiera una autoridad a la que el sujeto pueda hacer responsable de su realidad, tampoco habría un marco narrativo en el cual el sujeto pudiera desarrollar su identidad. Existe, pues, un acuerdo simbólico inconsciente entre el sujeto y el aparato ideológico: si el sujeto no lucha contra el gran Otro, este último le permitirá experimentar el jouissance de pertenecer a una

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Žižek, S., The Ticklish Object: The Absent Centre of Political Ontology, Verso, Londres, 1999, p. 361. El deconstruccionismo de Derrida sostiene que la identidad-consigo-mismo es imposible; está constitutivamente diferida. No hay identidad sin referencia a un otro que la limita y la trunca. Cfr. Žižek, S., For They Know Not what They Do: Enjoyment as Political Factor, p. 37. 72 “Nuestra premisa –lacaniana– es que la ‘libertad’ designa el momento en que se suspende el ‘principio de la razón suficiente’, el momento del acto que rompe la ‘gran cadena del ser’, de la realidad simbólica en la que estamos incluidos; en consecuencia, no alcanza con decir que tememos al espectro; el espectro mismo ya emerge de un temor, de nuestra huida de algo aún más horroroso: la libertad. Cuando nos enfrentamos al milagro de la libertad, hay dos maneras de reaccionar ante él: o bien ‘ontologizamos’ la libertad concibiéndola como la aparición terrestre de un estrato ‘superior’ de la realidad, como la milagrosa, inexplicable intervención en nuestro universo de otro universo suprasensible que persiste en su Más Allá, y sin embargo es accesible para nosotros, comunes mortales, solo bajo el aspecto de una confusa quimera; o bien concebimos este universo del Más Allá, esta duplicación de nuestro universo terrestre en otro Geisterwelt, como un esfuerzo por aburguesar el acto de la libertad, de enfrentar su impacto traumático; el espectro es la positivización del abismo de la libertad, un vacío que adopta la forma de cuasi ser”. Žižek, S., Ideología, un mapa de la cuestión, pp. 38-39. 73 Cfr. Žižek, S., Viviendo en el final de los tiempos, p. 146. 74 Cfr. Žižek, S., “God is dead but he doesn’t know it”, Lacan (2009), [Fecha de consulta: 12 de junio, 2017] Disponible en: http://www.lacan.com/essays/?p=184. 71

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sociedad; y si, por el contrario, el sujeto no reconoce la legitimidad del gran Otro, este es considerado un psicópata y, por lo tanto, expulsado del grupo social75. Es por medio de este pacto como el sujeto es altamente influenciable por los medios de comunicación de masas. El éxito de las estrategias políticas y de mercado estriba en que estas aluden a la falta de identidad del sujeto creando estándares que este debe cumplir para poder ser efectivamente un objeto causa de deseo. En un principio, parece que el ideal social para con el sujeto es que este desarrolle su talento; es decir, el individuo no se debe preocupar por los problemas sociales –que de eso ya se encarga la autoridad–, sino que lo único que debe ocuparle es el desarrollo y la práctica de su talento y, por supuesto, tener jouissance. La legitimación de la autoridad estriba en imperativos de goce y realización del superego76. Además, Žižek explica que el imperativo de jouissance es una forma de autoafirmación en el Sistema. Así, cuando el sujeto intenta crear su propia identidad a partir de la ideología, confirma su posición en el orden simbólico y comprueba la efectividad de este último. Pero hay un problema: el gran Otro también dicta el jouissance que el sujeto debe experimentar para poder ser reconocido por la sociedad. Así, el individuo tiene que tener éxito profesional, cumplir con los estándares de belleza occidentales, hacer ejercicio, tener una alimentación orgánica, formar una familia, conocer el mundo, tener aventuras… De esta manera, el jouissance per se se vuelve objeto de deseo y, por lo tanto, una oportunidad de mercado77. De esta forma, un sistema político efectivo se puede basar en la combinación correcta de una experiencia moderada y una excesiva del jouissance. Es necesario aquí aludir a la diferencia que hace Lacan entre Lust (placer) y jouissance (goce): Lo que está ‘más allá del principio del placer’ es el goce mismo, la pulsión como tal. La paradoja básica del goce es que es tanto imposible como inevitable: nunca se alcanza plenamente pero, simultáneamente, nunca podemos librarnos de él –cada renuncia al goce genera un goce en la renuncia, cada obstáculo al deseo genera el deseo de un obstáculo, y así sucesivamente–78.

Así, el sujeto renuncia voluntariamente a ciertos placeres para poder gozar del hecho de que cumple con los imperativos del gran Otro. Es por medio de la autoafirmación del 75

Cfr. Žižek, S., For They Know Not what They Do: Enjoyment as Political Factor, p. 151. Cfr. Íbid., p. 10. 77 Cfr. Žižek, S., Bienvenidos al desierto de lo Real, Akal, Madrid, 2002, pp. 14-15. 78 Žižek, S., Menos que nada. Hegel y la sombra del materialismo dialéctico, p. 342. 76

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individuo en el Sistema como el gran Otro se establece y con él la economía del jouissance. Esta última consiste en tomar la confirmación del goce mismo como el target del mercado, produciendo, así, mercancías que contienen un valor de placer que es meramente imaginario: jouissance sin goce79. Con esto, el sujeto, que está inmerso en un mercado que se basa en la perpetua búsqueda del goce per se, está en riesgo de experimentar una pérdida de realidad y, con esto, una falta de identidad. La sociedad aparece como un fenómeno insustancial sin ningún punto de referencia fijo. Así, el individuo busca seguridad y genera un nuevo estándar de valores que reemplace el anterior que se ha perdido: Estos retrocesos señalan que, hoy en día, la no existencia del gran Otro ha alcanzado una dimensión mucho más radical: lo que se ve cada vez más socavado es precisamente la confianza simbólica que persiste contra todos los datos escépticos. Quizás la faceta más llamativa de este nuevo estatus de la inexistencia del gran Otro es el surgimiento de ‘comités’ destinados a decidir sobre los llamados dilemas éticos que surgen cuando los progresos tecnológicos afectan cada vez más al mundo: no sólo el ciberespacio, sino también dominios tan diversos como la medicina y la biogenética, por un lado, las normas de conducta sexual y la protección de los derechos humanos, por otro, nos confrontan con la necesidad de inventar las reglas básicas de una conducta ética adecuada; ya que carecemos de una forma del gran Otro, cualquier punto de referencia simbólico funciona como ancla moral segura y sin problemas80.

Debe haber una sustancia real que fundamente y condicione la realidad social de la que el sujeto forma parte. Esta búsqueda no es otra cosa que el deseo del Yo de identificarse con él mismo y con la sociedad. Esta es, por ejemplo, la lógica detrás del nacionalismo81. Las tendencias nacionalistas pretenden consolidar la sociedad existente al fetichizar la propia 79

La economía del jouissance es explicada por Žižek como una producción de productos con el fin de causar goce sin placer: “En el mercado actual, encontramos toda una serie de productos libres de sus propiedades perjudiciales: café sin cafeína, nata sin grasa, cerveza sin alcohol… Y la lista es larga: ¿no podríamos considerar el sexo virtual como sexo sin sexo, la teoría de Colin Towell de la guerra sin bajas como guerra sin guerra, la redefinición contemporánea de la política como el arte de la administración experta como política sin política, hasta llegar al multiculturalismo liberal y tolerante de hoy en día como experiencia del Otro sin su Otredad? La realidad virtual se limita a generalizar el procedimiento ofreciendo un producto carente de substancia: proporciona la misma realidad sin substancia, sin el núcleo duro de lo Real; exactamente del mismo modo en el que el café descafeinado huele y sabe a café sin ser café de verdad, la realidad virtual se experimenta como realidad sin serlo”, Žižek, S., Bienvenidos al desierto de lo Real, p. 15. 80 Žižek, S., The Ticklish Object: The Absent Centre of Political Ontology, p. 332. 81 Žižek explica las bases del nacionalismo desde una postura kantiana. Así, este fenómeno surge cuando el sujeto concibe a la Nación como aquello que fundamenta su identidad. Cfr. Žižek, S., Tarrying with the Negative: Kant, Hegel, and the Critique of Ideology, Duke University Press, Durham, 1993, pp. 221-223.

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cultura. Así, el enemigo del nacionalista es claro: todo aquel individuo o grupo social ajeno a la propia cultura. El extranjero es considerado como una figura antagonista que pone en peligro la realidad política y social de la Nación. Y además, es el culpable de su deterioro. El verdadero dolor y sustento del sujeto nacionalista es aceptar la pérdida del pasado glorioso y un esfuerzo fanático por volver a él. Así pues, una ideología política contraria al nacionalismo se desarrolló tras la barbarie vivida en el siglo XX: el multiculturalismo. Así, su fin era crear un espacio político en el que pudieran coexistir armónicamente diversas culturas y grupos étnicos. Para lograr la paz dentro de una sociedad multicultural, el individuo debe reconocer que hay otras culturas diferentes a la propia. Sin embargo, esta forma política está lejos de convencer a Žižek, ya que la califica como una “fantasía que oculta formas de racismo, violencia y desigualdad”82. Estos problemas surgen cuando todas las minorías se vuelven políticamente relevantes: Las coordenadas ideológicas de semejante multiculturalismo liberal están determinadas por dos características de nuestro ‘posmoderno’ Zeitgeist: la primera está en los universalizados historicismos multiculturalistas (todos los valores y derechos están históricamente especificados, por lo tanto su elevación a conceptos universales se imponen sobre otros es imperialismo cultural en su forma más violenta) y la segunda es la universalizada ‘hermenéutica de la sospecha’ (todos los ‘elevados’ temas éticos son generados y sostenidos por ‘bajos’ móviles de resentimiento, envidia, etc.: la llamada a sacrificar nuestra vida por una causa más elevada, o bien es una máscara para manipular empleada por aquellos que necesitan la querella para poder sostener su poder y riqueza83.

Con esto, el bien común es relativo para el multiculturalismo. El sujeto multiculturalista concibe a los otros grupos como completamente ajenos a él y utiliza esta división cultural como fundamento de su identidad. Así, el sujeto cae en el racismo y en la violencia al considerar al otro como otro

84

. Además, argumenta el esloveno, el

multiculturalismo es una excusa para mantener el Sistema capitalista liberal, pues el sujeto es 82

Žižek, S., Viviendo en el final de los tiempos, p. 57. Íbid., p. 53. 84 “El racismo posmoderno contemporáneo es el síntoma del capitalismo tardío multiculturalista, y echa luz sobre la contradicción propia del proyecto ideológico liberal-democrático. La ‘tolerancia’ liberal excusa al Otro folclórico, privado de su sustancia (como la multiplicidad de ‘comidas étnicas’ en una megalópolis contemporánea), pero denuncia a cualquier Otro ‘real’ por su ‘fundamentalismo’, dado que el núcleo de la Otredad está en la regulación de su goce: el ‘Otro real’ es por definición ‘patriarcal’, ‘violento’, jamás es el Otro de la sabiduría etérea y las costumbres encantadoras”, Žižek, S., “Multiculturalismo o la lógica cultural del capitalismo multinacional”, New Left Review 225 (1997), [Fecha de consulta: 12 de junio, 2017] Disponible en: https://laicismo.org/data/docs/archivo_597.pdf. p. 13. 83

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libre de pertenecer al grupo ideológico de su preferencia mientras respete el orden secular post-político y de libre mercado establecido. El poder se entiende entonces como neutro. De esta manera, desaparecen las guerras entre naciones y se da el fenómeno global de la guerra contra ciertos grupos étnicos que amenazan el orden mundial, es decir: la lucha contra el terrorismo. La violencia se vuelve subjetiva y se manifiesta en incidentes locales dentro de un espacio público neutral85. En su afán de criticar el terrorismo, Žižek escribe que el mayor atentado terrorista que ha presenciado el mundo es, sin duda, los ataques del 11 de septiembre del 2001. No es casualidad que le dedique todo un libro a este acontecimiento86. Mientras muchos medios de comunicación describieron el acontecimiento como un “despertar” para los Estados Unidos87, el filósofo esloveno argumentó lo contrario: Deberíamos, por lo tanto, invertir la lectura habitual según la cual las explosiones del World Trade Center fueron la intrusión de lo Real que altera nuestra esfera ilusoria: al contrario, era antes del hundimiento del World Trade Center cuando vivíamos en nuestra realidad, percibiendo los horrores del Tercer Mundo como algo que no formaba parte de nuestra realidad social, como algo que existía (para nosotros) en una aparición (espectral) en televisión. Y lo que sucedió el 11 de septiembre fue que esa aparición fantásmica entró en nuestra realidad. No se trata de que la realidad entrara en nuestra imagen: la imagen entró y rompió en pedazos nuestra realidad88.

Aquí es importante, pues, exponer la diferencia que hay entre lo Real y la realidad. No podemos confundir la realidad real con la ficción. La ficción es el núcleo de lo Real pero se presenta en el orden simbólico como fantasía para que el sujeto pueda soportarla. El orden simbólico, como ya hemos dicho, es el gran Otro. Lo Real, por otro lado, es la carencia inherente dentro del orden simbólico que hace evidente que la realidad es una ideología impuesta por el gran Otro inexistente89. Así, podemos interpretar la catástrofe del 11/9 como

85

Cfr. Žižek, S., Violence, Picador, Nueva York, 2008, pp. 9-14. Welcome to the Desert of the Real (2002) consta de cinco ensayos sobre el atentado terrorista del 11 de septiembre del 2001. En este libro, Žižek hace una crítica al capitalismo global y al fundamentalismo diciendo que ambos discursos son un conflicto ideológico falso que mantiene firme el sistema global. 87 Por ejemplo, la cadena de noticias internacionales CNN publicó un artículo el 6 de septiembre del 2002 titulado “Cities responding to 9/11 ‘wake-up call’” [Disponible en: https://goo.gl/Wha6OW]. También véase el libro de Abhinav Aggarwal publicado en el 2003 September 11 – a Wake-up Call: Scientific Analysis of the Problem and Suggested Solutions. 88 Žižek, S., Bienvenidos al desierto de lo Real, pp. 18-19. 89 Cfr. Íbid., p. 21-29. 86

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el retorno de lo Real: la caída del World Trade Center recordó la materialidad del capitalismo virtual90. De esta manera, los ataques terroristas deben ser interpretados como una oportunidad de reinterpretarnos a nosotros mismos y al orden mundial post-político en general. Pensamos que vivimos en una era que ha superado la política y que lo único que impera es el sistema económico. La sociedad sin política es insustancial y el terrorismo es su resistencia. La guerra contra el terrorismo es la lucha contra un sentimiento y por eso no se puede negociar la paz. Mientras haya resistencia, la sociedad debe renunciar a ciertas libertades y, con ellas, renunciar a los valores occidentales91. Si el liberalismo se considera en un estado que ha trascendido los conflictos políticos al afirmar que ya no existen enemigos públicos, la resistencia contra el poder sólo puede tomar la forma del terrorismo. Siendo así, ¿cómo se puede garantizar la seguridad del ciudadano? El poder debe, pues, sacrificar ciertos privilegios liberales, por ejemplo: aumentando la seguridad nacional, restringiendo el derecho de expresión, oprimiendo la resistencia… Pero esto causa un nuevo problema: ¿qué tanto se puede limitar la democracia en una sociedad supuestamente liberal? ¿cómo superar el círculo vicioso de resistencia y opresión, de violencia y contraviolencia?92 Aceptando que el sistema liberal-capitalista-democrático ya no está funcionando. Pero, una vez que se renuncia a los valores occidentales, ¿qué queda? Žižek responde: lo que debe permanecer es un espíritu político revolucionario que siente las bases y desarrolle una política de lo real que cambie hasta el mismo fundamento de la sociedad. Esto se logra atravesando la fantasía que sostiene que la democracia occidental es neutra y justa; renunciando al espectro de que el capitalismo está separado del poder y de la política. Por esto, antes de las elecciones presidenciales de Estados Unidos en el 2016, Žižek expresó que de ser americano votaría por Donald Trump: En toda sociedad hay una red de reglas no escritas [sobre] cómo funciona la política y cómo se construye el consenso. Trump alteró esto. Y si Trump triunfa, ambos grandes partidos, los Republicanos y los Demócratas, tendrían que volver a lo básico, repensarse a sí mismos, y tal vez algo puede suceder allí. Esa es mi desesperada

90

Cfr. Žižek, S., “Welcome to The Desert of The Real: Is this the end of fantasy?”, In These Times (2001), [Fecha de consulta: 14 de junio, 2017] Disponible en: http://inthesetimes.com/issue/25/24/zizek2524.html. 91 Žižek, S., Bienvenidos al desierto de lo Real, pp. 118-120. 92 Žižek, S., Menos que nada, pp. 1083-1084.

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esperanza: que si Trump gana [...] se dará una especie de un gran despertar. Se pondrán en marcha, se activarán, nuevos procesos políticos93.

Así pues, el sistema democrático capitalista liberal se debilita. La ideología ya no funciona. Esto es una oportunidad para la nueva izquierda de proporcionar una alternativa. Es cierto que retar al sistema capitalista significa dar paso a una gran crisis económica y social. Por esto, el anticapitalismo no puede ser una meta directa de la izquierda, debido al caos que causaría tal cambio; pero sí debe ser su objetivo último al que se ordenen todas sus acciones y decisiones políticas94. De la misma manera que en una democracia funcional la mayoría debe tomar en cuenta a la minoría para crear un orden político justo y equilibrado, los países primermundistas occidentales deben tomar en consideración al resto del mundo para crear una sociedad mundial funcional. Europa es el escenario perfecto para esta alternativa al no haber adoptado completamente el globalismo americanizado. La verdadera oposición al primer mundo no pueden ser los países tercermundistas, pues estos son dominados por la ideología del sueño americano, sino Europa con su sistema social-demócrata. Una Europa unida representa un “Estado social” con suficiente fuerza para frenar la barbarie de la globalización y garantizar la seguridad pública. Esto muestra que la nueva izquierda busca un Estado fuerte que repolitice la economía y así garantice la libertad del sujeto frente al Capital95.

93

Žižek, S., “Žižek would vote for Trump”, (2016), [Fecha de consulta: 14 de junio, 2017] Disponible en: http://zizek.uk/slavoj-zizek-would-vote-for-trump/. 94 Žižek, S., Menos que nada, p. 1091. 95 Žižek, S., “Dije economía, estúpido”, Página/30 9/118 (2000), [Fecha de consulta 14 de junio, 2017] Diponible en: https://www.pagina12.com.ar/2000/suple/pag30/00-05/nota.htm.

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4. La Revolución: superar la posmodernidad política

Si recordamos el materialismo histórico propuesto por Marx, este mantiene que la revolución social del proletariado en contra de la burguesía se dará necesariamente por las fuerzas económicas que controlan y definen el flujo de la historia96. De ser así, ¿por qué habría de ser necesario alentar al pueblo hacia un levantamiento en contra del Estado? Para Žižek, el verdadero cambio político se dará cuando el sujeto acepte su libertad. Al explicar esto, el filósofo esloveno recurre a la reinterpretación lacaniana del cogito cartesiano. Así pues, el cogito no se identifica con el sujeto consciente, como lo habría postulado Descartes; sino que es el fundamento del sujeto revolucionario. El cogito es la clave del cambio porque no forma parte del orden simbólico 97 . Esto, explica Lacan, quiere decir que el cogito cartesiano se identifica con el inconsciente. Žižek toma esta interpretación como base de su propuesta neo-marxista y de su polémica propuesta de repetir a Lenin en pleno siglo XXI98:

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En el Communist Manifesto, Marx explica que la Historia es dominada por las fuerzas productivas y las relaciones de producción que se manifiestan como un régimen económico y social. El cambio social se da dialéctica y necesariamente debido a la ley del desarrollo de las fuerzas de productividad de la sociedad. Cfr. Iudin, P., Rosental, M., Diccionario filosófico marxista, Pueblos unidos, Montevideo, 1946, pp. 205-207. 97 “El ‘yo pienso’ al que se entiende reducir la presencia (según lo que precede: la del sujeto fenomenológico) no cesa de implicar [...] todos los poderes de la reflexión por lo cual se confunden sujeto y conciencia. Esto no quiere decir que no haya allí nada confuso. En un punto eminente de la ascesis cartesiana, el que precisamente invoco aquí, conciencia y sujeto coinciden. Es tener este momento privilegiado como exhaustivo del sujeto lo que es engañador — por hacer de él la pura categoría que la presencia de la mirada como opacidad en lo visible vendría a encarnar de la visión (contexto de mi frase). Al contrario, es de ese momento mismo de coincidencia, en tanto que es captado por la reflexión, que entiendo marcar el lugar por donde la experiencia psicoanalítica hace su entrada. De sólo considerárselo en el tiempo, ese sujeto del ‘yo pienso’ revela lo que es: el ser de una caída. Yo soy lo que piensa: ‘por lo tanto yo soy’; el ‘por lo tanto’, trazo de la causa, divide inauguralmente el ‘yo soy’ de existencia del ‘yo soy’ de sentido. Esta hendidura (refente), es propiamente aquello cuya experiencia cotidiana nos da el psicoanálisis”, Lacan, J., Otros escritos, Seuil, Paris, 2001, pp. 203-204. 98 Žižek defiende, no sin ironía, a Lenin pues él “formalizó” a Marx al establecer el Partido comunista como una forma política: “Esta formalización es estrictamente correlativa al centrarse en lo Real de un antagonismo: la ‘lucha de clases’ no es el último horizonte del significado, el último significado de todos los fenómenos sociales, sino la matriz generativa formal de los diferentes horizontes ideológicos del entendimiento. Es decir, no debemos confundir esta noción propiamente dialéctica de la Forma con la noción liberal-multiculturalista de la Forma como marco neutral de la multitud de ‘narrativas’ –no sólo la literatura, sino también la política, la religión, la ciencia, todas son diferentes historias, historias que nos estamos contando de nosotros mismos, y el objetivo último de la ética es garantizar el espacio neutral en el que esta multitud de narrativas puede coexistir pacíficamente, en la que todos, desde minorías étnicas hasta sexuales, tendrán el derecho y la posibilidad de contar su historia. La noción propiamente dialéctica de la Forma señala precisamente la IMPOSIBILIDAD de esta noción liberal de la Forma: La Forma no tiene nada que ver con el ‘formalismo’, con la idea de una Forma neutral, independiente de su contenido particular contingente; más bien representa el núcleo traumático del Real, por el antagonismo, que ‘colorea’ todo el campo en cuestión. En este preciso sentido, la lucha de clases es la Forma social: todo fenómeno social está sobredeterminado por él, lo que significa que no es posible permanecer neutral hacia él”, Žižek, S., “Repeating Lenin” Lacan (2001), [Fecha de consulta: 19 de junio, 2017] Disponible en: http://www.lacan.com/replenin.htm.

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La idea no es volver a Lenin, sino repetirlo en el sentido kierkegaardiano: recuperar el mismo impulso en la constelación de hoy. El regreso a Lenin no pretende reestablecer nostálgicamente los ‘buenos viejos tiempos revolucionarios’, ni un ajuste oportunista-pragmático del viejo programa a ‘nuevas condiciones’, sino repetir, en las actuales condiciones mundiales, el gesto leninista de reinventar el proyecto revolucionario en las condiciones del imperialismo y del colonialismo…99.

El cometido de Žižek es retomar el espíritu comunista revolucionario que se vivió en la época leninista. Sin embargo, su objetivo no es realizar una propuesta radicalmente política, sino que él desarrolla un activismo político en contra del capitalismo a través de un análisis de libros populares, películas de Hollywood y eventos sociales que en el pensamiento del imaginario colectivo. Así, su punto de partida es entender el capitalismo como inseparable de la subjetividad. Con esto, explica que, para proponer un verdadero cambio político, es menester indicar cuáles son las bases del capitalismo; así este se fundamenta en la independencia entre la economía y el Estado, en que la identidad del individuo y del grupo social se determina por su estatus económico, y en el fetichismo de la comodidad100. A fin de cuentas, para el sistema capitalista, el individuo es un producto. Žižek, entonces, pretende analizar al sujeto como un producto desde la propuesta lacaniana del inconsciente mediante una reinterpretación del cogito. De esta manera, tenemos que regresar a analizar el fundamento del psicoanálisis de Lacan, a saber: hay una diferencia ontológica entre el ego y el sujeto. “El inconsciente es un concepto forjado sobre la huella de lo que opera para constituir al sujeto”101. El error de Descartes, según Lacan, fue identificar todos los niveles del sujeto con el sujeto mismo y 99

Žižek, S., Revolution at the Gates: A Selection of Writings from February to October 1917, Verso, Nueva York, 2002, p. 11. 100 Žižek toma el fetichismo de la comodidad propuesto por Marx en el Das Kapital como uno de los pilares del sistema capitalista: “debido a que el dinero es la forma de metamorfosis de todas las demás mercancías, el resultado de su alienación general, es alienable sin restricción ni condición. Lee todos los precios al revés y así, por así decirlo, se representa en los cuerpos de todas las otras mercancías que le ofrecen el material para la realización de su propio valor de uso. Al mismo tiempo, los precios, las miradas recurriendo al dinero por las mercancías, definen los límites de su convertibilidad señalando su cantidad. Puesto que cada mercancía, al convertirse en dinero, desaparece como una mercancía, es imposible decir por el dinero mismo cómo llegó a las manos de su poseedor, o qué artículo se ha cambiado en él. Non olet, de cualquier fuente que pueda venir. Representando por un lado una mercancía vendida, representa por otro lado una mercancía que se compra. [...] La mercancía siempre está en manos del vendedor; y el dinero, como medio de compra, siempre en manos del comprador. Y el dinero sirve como un medio de compra mediante la realización del precio de la mercancía”, Marx, K., Das Kapital: A Critique of Political Economy, Volume 1, Regnery, Washington, 1996, pp. 66-67. 101 Lacan, J., La posición del inconsciente: en el congreso de Bonneval retomada de 1960 en 1964, [Fecha de consulta: 17 de junio, 2017] Disponible en: https://goo.gl/nQtLVy.

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pensar que el sujeto que piensa es el mismo sujeto que era antes de pensar. La duda no debe legitimar la identidad, sino que debe cuestionarla 102 . Así pues, Žižek, siguiendo a Lacan, reconoce la diferencia irreductible que hay entre el sujeto que piensa, el cogito, y el sujeto que es, ergo sum 103 . Esto se puede entender mejor si lo explicamos con la “imagen del espejo” que desarrolla Lacan104: lo que el sujeto ve reflejado en el espejo es lo que él es; pero lo que no ve es el deseo de ser de otra forma. Esta diferencia es lo que hace posible que el sujeto sea capaz de separarse del orden simbólico y, al mismo tiempo, de reconocer la identidad de otros sujetos como algo que trasciende la mera cultura, la religión o el rol social. Además, es importante destacar que, para Lacan, el cogito debe permanecer vacío, es decir, se debe tomar en sentido negativo. El inconsciente se queda inconsciente. Así pues, el cogito, al ser capaz de escapar el orden simbólico, es el sujeto revolucionario. A diferencia de Marx, que pensaba que el sujeto revolucionario era el trabajador proletario, Žižek sostiene que el verdadero cambio surgirá cuando el sujeto se separe del sistema y compruebe con esto las contradicciones internas del capitalismo105. La lucha de clases es en realidad una lucha por mostrar las inconsistencias del capitalismo: Cuando el sujeto se reconoce como un proletario revolucionario, cuando asume libremente y se identifica con la tarea de la revolución, se reconoce como un ser escogido por la Historia para llevar a cabo su tarea. En general, el sujeto emerge del acto de elegir libremente lo inevitable –esto es, en el que se le da la libertad de elección a condición de que haga la elección correcta: cuando un individuo es interpelado, se le invita a desempeñar un papel de tal manera que la invitación parece 102

Cfr. Žižek, S., Menos que nada, p. 953. Íbid. 104 Lacan explica la formación del Yo postulando una teoría que llama el estadio del espejo que consiste en que “la cría de hombre, a una edad en que se encuentra por poco tiempo, pero todavía un tiempo, superado en inteligencia instrumental por el chimpancé, reconoce ya sin embargo su imagen en el espejo como tal. [...] El estadio del espejo es un drama cuyo empuje interno se precipita de la insuficiencia a la anticipación; y que para el sujeto, presa de la ilusión de la identificación espacial, maquina las fantasías que se sucederán desde una imagen fragmentada del cuerpo hasta una forma que llamaremos ortopédica de su totaIidad, y a la armadura por fin asumida de una identidad enajenante, que va a marcar con su estructura rígida todo su desarrollo mental”, Lacan, J., “El estadío del espejo como formador de la función del Yo (Je) tal como se nos revela en la experiencia psicoanalítica”, XVI Congreso internacional de Psicoanálisis, Zurich, 1949, [Fecha de constulta: 18 de junio, 2017] Disponible en: https://goo.gl/efJmvn. 105 “Aquí es crucial no traducir el término de esta lucha (puesta en movimiento por la afirmación violenta y contingente de la nueva verdad universal) en los términos del orden del ser, con sus grupos y subgrupos, concebiéndola como la lucha entre dos entidades sociales definidas por una serie de características positivas. Este fue el ‘error’ del estalinismo, que redujo la lucha de clases a una lucha entre ‘clases’ definidas como grupos sociales con un conjunto de rasgos positivos (lugar en el modo de producción, etc.). La línea que separa a los dos lados opuestos de la lucha de clases no es, por lo tanto, ‘objetiva’, no es la línea que separa dos grupos sociales positivos, sino que, en última instancia, radicalmente subjetiva –esto implica la posición que los individuos asumen hacia la Verdad-Evento”, Žižek, S., The Ticklish Object: The Absent Centre of Political Ontology, p. 227. 103

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ya haber sido respondida por el sujeto antes de que se le propusiera, pero al mismo tiempo la invitación podría ser rechazada106.

Para Žižek, el proletariado es un grupo que no encaja en el sistema capitalista107. La revolución del sujeto no es una lucha por mejores condiciones de trabajo, porque, de ser así, sólo se pediría un cambio dentro del mismo sistema108; por el contrario, la verdadera lucha revolucionaria va en contra del mismo orden simbólico que hace del proletariado una mera comodidad. Además, el sujeto es libre de elegir adoptar la actitud revolucionaria. La libertad es la habilidad de trascender las condiciones de una situación establecida y sentar las bases para el cambio que uno desea; es decir, cuando el sujeto rompe con la matriz social109. Así pues, un verdadero acto revolucionario es aquel que desemboca en el establecimiento de un nuevo orden social. Pero, ¿cómo, por fin, se puede dar el levantamiento revolucionario profetizado por Žižek? El filósofo parte de que la economía tiene un estatus proto-trascendental, es decir, es aquello que le da consistencia a la cultura y a la política 110 . Así, el capitalismo es fundamentalmente revolucionario pues es esencialmente cambiante. Es un sistema inmanente en el que cambia todo menos el hecho de que la sociedad siga siendo capitalista. Hay una continua estimulación de la demanda generada por el deseo del individuo, que a su vez es 106

Íbid., p. 18. El proletariado como lo concibe Žižek se identifica con el lumpenproletariat marxista: “El lumpenproletariat es visto como la ruptura de un declassé con una clase obrera incorporada, la clase del rechazo del trabajo o el sitio de una heterogeneidad inasimilable que rompe la meta-narrativa de Marx por otra parte modernista. Es precisamente en el lumpenproletariat que la diferencia y la anomalía como propiedad de los pueblos es aparentemente puesta en primer plano por Marx, de manera que, cuando se pone en contraste con la imagen convencional del proletariado marxista, parece ser una categoría atractiva para aquellos que buscan desarrollar una política de la diferencia”, Thoburn, N., “Difference in Marx: The Lumpenproletariat and the proletarian unnamable”, Economy and Society 31/3 (2002), p. 435. 108 “Ser de izquierda es pensar que la explotación de la fuerza de trabajo y la ausencia de justicia no solo siguen siendo un insulto de primer orden hacia la propia constitución de la subjetividad , sino que la brecha ontológica en la que el sujeto se constituye, la división inevitable que enlaza su existencia con una singularidad irreductible, solo puede ser captada en su ‘diferencia absoluta’ por fuera y más allá de las jerarquías y divisiones instauradas por el poder del mercado. Por ello, el impensable fin del capitalismo, si tuviera lugar, sería paradójicamente el comienzo del viaje, el inicio de la afirmación tragicómica de la existencia, el ‘tú eres eso’ de un sujeto por fin cuestionado, sin las coartadas burguesas que desde hace tiempo lo llevan inexorablemente a estar disponible para todo”, Žižek, S., Arte, ideología y capitalismo, p. 56. 109 Žižek comparte el concepto de libertad que mantiene Hannah Arendt: “En su libro ¿Qué es la libertad?, Hannah Arendt afirma que, lejos de ser controlable y predecible, un acto de libertad está más cerca de la naturaleza de un milagro: la libertad se manifiesta en la capacidad de comenzar algo nuevo y [...] no ser capaz de controlar ni siquiera predecir sus consecuencias. Un acto libre implica así: ‘el abismo de la nada que se abre ante cualquier hecho que no puede ser explicado por una cadena fiable de causa y efecto y es inexplicable por las categorías aristotélicas de potencialidad y actualidad’. Para Arendt, la libertad se opone a todo el dominio de la prestación de servicios y bienes, al mantenimiento de los hogares y al ejercicio de la administración, que no pertenecen a la política propiamente dicha: el único espacio para la libertad es el espacio político comunal”, Žižek, S., On Belief, Routledge, Nueva York, 2001, pp. 112-113. 110 Cfr., Laclau, E., La razón populista, Fondo de cultura económica, Buenos Aires, 2005, p. 194. 107

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imperado y producido por el gran Otro. El capitalismo sobrevive porque el sujeto, al comprar un producto material, no busca cubrir con él una necesidad, sino que busca generar su propia identidad111: La presencia espectral del Capital es la figura del gran Otro que no sólo permanece operativa cuando todas las encarnaciones tradicionales del gran Otro simbólico se desintegran, sino que incluso causan directamente esta desintegración: lejos de enfrentarse al abismo de la libertad, el sujeto actual quizá está más que nunca atrapado en una compulsión inexorable que efectivamente ejecuta su vida112.

Así pues, el sujeto solo tiene la libertad de elegir entre diferentes comodidades. El capitalismo funciona porque el individuo está bajo la impresión de que constantemente realiza elecciones importantes que determinan su identidad, cuando en realidad es un mero producto más de la Ideología 113 . Mientras el sujeto permanezca desubjetivado por la ideología, no podrá ser verdaderamente libre. El proceso de emancipación debe consistir, pues, no en resistir la influencia del gran Otro dominante, sino en romper totalmente con este. Si se quiere realmente escapar de la ideología social, hay que escapar de la fantasía, es decir, hay que enfrentarse con toda nuestra libertad. Así es como nace el sujeto revolucionario y, por lo tanto, un líder que movilice al pueblo. Ahora bien, este líder debe conducir al pueblo a una nueva organización social diferente del capitalismo. Pero, ¿existe una política que rompa con el sistema existente? Es 111

“Aquí estamos en el mismo centro de la ideología liberal: la libertad de elección, fundada en la noción del sujeto ‘psicológico’ dotado de propensiones que él o ella se esfuerza por realizar. Esto ocurre especialmente hoy, en la era de lo que los sociólogos como Ulrich Beck llaman ‘sociedad del riesgo’, cuando la ideología dominante se esfuerza por vendernos la inseguridad causada por el desmantelamiento del Estado de Bienestar como la oportunidad para nuevas libertades: hay que cambiar de trabajo cada año, dependiendo de contratos a corto plazo en lugar de uno estable a largo plazo. ¿Por qué no verlo como la liberación de las limitaciones de un trabajo fijo, como la oportunidad de reinventarse una y otra vez, para tomar conciencia y realizar potenciales ocultos de su personalidad? Ya no puede confiar en el seguro de salud estándar y el plan de jubilación, por lo que tiene que optar por la cobertura adicional que se tiene que pagar. ¿Por qué no percibirlo como una oportunidad adicional para elegir: ya sea una vida mejor ahora o una seguridad a largo plazo? Y si esta situación le causa ansiedad al sujeto, el ideólogo posmoderno o la ‘segunda modernidad’ le acusará inmediatamente de no poder asumir la plena libertad, la ‘fuga de la libertad’, la inmadurez de las viejas formas estables ... Mejor aún, cuando esto está inscrito en la ideología del sujeto como el individuo psicológico dotado de habilidades y tendencias naturales, entonces interpreto automáticamente todos estos cambios como los resultados de mi personalidad, no como el resultado de que soy manipulado por las fuerzas del mercado”, Žižek, S., On Belief, p. 116. 112 Žižek, S., The Ticklish Object: The Absent Centre of Political Ontology, p. 354. 113 Foucault nombra el orden social sustancial impuesto al sujeto como dispositif. El dispositif se identifica con los Aparatos Ideológicos del Estado (AIE) propuesto por Althusser y con el gran Otro de Laca:. “La ideología interpela a los individuos como sujetos, ‘individuo’ representa aquí a los seres vivientes en los que funciona un dispositif de AIE, imponiendo sobre ellos una red de micro-prácticas, mientras que ‘sujeto’ no es una categoría del ser viviente, de la sustancia, sino el resultado de estos seres vivientes que se ven inmersos en un dispositif AIE (o en un orden simbólico)”, Žižek, S., Menos que nada, p. 1069.

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aquí donde Žižek hace uso del marxismo para criticar la superestructura posmoderna del capitalismo moderno, la cual denomina “la política de la identidad”. Así pues, la política de la identidad es completamente apolítica porque se centra únicamente en reforzar los roles sociales ya existentes y se considera totalmente emancipada de la economía. El problema surge cuando el desempleo se legitima como un rol social: “En el actual proceso de globalización capitalista, la categoría de desempleado adquiere una nueva cualidad más allá del concepto clásico del ‘ejército industrial de reserva’: la categoría debería incluir ahora aquellas vastas poblaciones a lo largo y ancho del mundo que han sido, por decirlo así, ‘arrojadas fuera de la historia’, que han sido deliberadamente excluidas de los proyectos modernizadores del capitalismo del primer mundo, y descartadas como casos sin esperanza o terminales”114.

Así pues, la categoría de ‘desempleados’, como el círculo social que en realidad está fuera de la sociedad, es tan amplia que se convierte en un “potencial agente de lucha emancipatoria”115. El desempleo es causado por el mismo capitalismo; es más, pertenece a la naturaleza misma del Capital. Si esto es así, el desempleo se vuelve una especie de explotación porque no le está permitido crear y pertenecer al sistema. Este grupo comienza a generar protestas masivas con el fin de lograr una nueva alternativa: un capitalismo que funcione sin dominación ni explotación. Pero, ¿por qué esa alternativa tiene que seguir siendo de corte capitalista? Porque, después de la caída de los comunismos del siglo XX, cualquier otra propuesta opuesta al capitalismo es descartada como utópica116. Ahora bien, el el esloveno se pregunta ¿cuál fue el error que llevó a los comunismos al desastre? La precipitación del poder de izquierda de abolir el mercado y las clases sociales sin tener sentadas bien las bases de un nuevo sistema que sustituyera al anterior. Así, la lección que tenemos que aprender de esto es evitar el cambio prematuro, porque, a fin de cuentas, solo se puede sustituir una ideología con otra ideología: Las protestas crearon un vacío, un vacío en el campo de la ideología hegemónica, y se necesita tiempo para llenar este vacío de un modo adecuado, puesto que está preñado; gesta una apertura para lo auténticamente Nuevo. Lo que deberíamos tener siempre en cuenta es que cualquier debate entablado ahora necesariamente seguiría 114

Žižek, S., Menos que nada, p. 1087. Íbid., p. 1087. 116 Cfr. Žižek, S., Menos que nada, p. 1091. 115

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siendo un debate en el campo del enemigo: se necesita tiempo para desplegar el nuevo contenido. Todo lo que digamos ahora puede ser arrebatado de nuestras manos; todo, excepto nuestro silencio. Este silencio, este rechazo al diálogo, a todas las formas de abrazo pugilístico, es nuestro ‘terror’, ominoso y amenazador, como debe ser. [...] Este es el modo en que pasamos de la política de ‘resistencia’, parasitaria de lo que niega, a una política que abre un nuevo espacio fuera de la posición hegemónica y de su negación117.

Esta política de negación, combinada con un comunismo bien fundamentado, puede dar paso a una sociedad libre del dominio del capitalismo. Sin embargo, Žižek argumenta que la izquierda no ha llegado a desarrollar esta nueva estrategia para abrirle la puerta al futuro118. Debemos reinventar la utopía. Hay dos significados falsos de este concepto: uno es la imaginación de una sociedad ideal que nunca podremos realizar; el otro es la utopía capitalista en el sentido de la invención de nuevos deseos perversos que el sujeto es imperado a realizar. La utopía que buscamos es no es un mero producto de la libre imaginación, sino que debe ser una vía de salida al orden simbólico119. Así pues, estamos en una fase histórica de prueba y error y la actitud que debemos adoptar frente a esto es leninista: “Intentar de nuevo. Fallar de nuevo. Fallar mejor”120. En términos kierkergaardianos, una revolución debe comenzar desde el principio 121 . Žižek argumenta que debemos permanecer fieles a la idea del comunismo, pues no hay otra hipótesis posible frente a la inminente caída del sistema capitalista. Así pues, nos enfrentamos a un “nuevo orden mundial”: el modelo de Unión Europea está siendo abandonado, la crisis económica mundial ha evolucionado a una crisis política, la inminencia de una catástrofe ecológica, la reaparición de nuevas formas de Apartheids tales como la construcción de muros fronterizos y barrios marginales. La sociedad, hoy más que nunca, es consciente de la destrucción potencial del mundo, del ecosistema y de la humanidad misma causada por la ideología posmoderna que prima en la actualidad. La alternativa está clara.

117

Žižek, S., Menos que nada, p. 1093. Žižek, S., “Why There Are No Viable Political Alternatives to Unbridled Capitalism”, Big Think (2016) [Fecha de consulta: 18 de junio, 2017] Disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=U7JgfB8PaAk. 119 Žižek, S., “What Is A Communist Utopia”, Zizekian Studies (2015) [Fecha de consulta: 18 de junio, 2017] Disponible en: https://www.youtube.com/results?search_query=zizek+on+utopia&spfreload=1. 120 Douzinas, C., Žižek, S., The Idea of Communism, Verso, Nueva York, 2010, p. 210. 121 Íbid. 118

35

Como dice , Žižek, citando a Badiou: “Desde Platón, el comunismo es la única idea política digna de un filósofo”122.

122

36

Íbid., p. 4.

Conclusión

El tema que pretendía exponer en el presente Trabajo de fin de grado era justamente la crítica žižekiana desde el punto de vista del psicoanálisis al sistema político y económico que domina el orden mundial actual: el capitalismo liberal democrático. Así pues, para entender la filosofía política de Žižek, y en general todo su sistema de pensamiento, hay que tener presente la tríada Lacan-Marx-Hegel. Sin embargo, hay que otorgar una primacía a Lacan que, a su vez, era profundamente hegeliano. Lacan, pues, es el punto de partida de Žižek; se podría decir irónicamente que Lacan es su gran Otro. Esto se nota en la manera en que el filósofo esloveno intenta abordar toda la realidad: la tríada Real-simbólico-imaginario. Así pues, para comprender a Žižek hay que comprender primero a Lacan, lo cual resulta extremadamente complicado debido a su estilo rebuscado y al abordaje de temas médicos de gran complejidad pertenecientes a la rama de la psiquiatría. Lacan no era un filósofo, sino que era un psicoanalista. Sin embargo, abrió una brecha enorme en la historia del pensamiento: la antifilosofía. Este es, entonces, el primer apartado del trabajo. Mediante una genealogía de la antifilosofía he intentado mostrar cómo se fueron integrando, a lo largo de la historia del pensamiento, la filosofía y el psicoanálisis, ya que es justo en esta postura en la que se basa la crítica žižekiana a la Ideología actual. Es el psicoanálisis, según Žižek, el que le permite al sujeto enfrentarse con la verdad, pues esta surge de la misma realidad que crea el sujeto por medio del inconsciente. Esta es la cuestión central en el pensamiento de Žižek: la “verdad” creada por el sujeto a la que llama Ideología, gran Otro, u orden simbólico. El segundo capítulo está dedicado a explicar qué es la Ideología (aquello que no existe y sin embargo funciona) y su legitimación por parte del dualismo deseo-goce del sujeto. Asimismo, no sirve de nada establecer qué es el gran Otro si no podemos “trascenderlo”. La crítica a la Ideología viene implícita en su misma exposición. Así, la Ideología par excellence es el sistema políticoeconómico actual, a saber: el capitalismo. Habiendo ya sentado las bases para un diagnóstico psicoanalítico de la sociedad actual, nos enfrentamos, en el tercer apartado, con los síntomas patentes que se presentan en el sujeto posmoderno característico del mundo contemporáneo: la desubjetivización del sujeto causada por el fetichismo del capital, el surgimiento de los nacionalismos y su contraposición multiculturalista, así como el fenómeno global del terrorismo. De esta manera,

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todos estos movimientos radicales que se están presentando mundialmente son indicios de la caída del imperio del Capital y del comienzo de un nuevo orden mundial. Sin embargo, Žižek no contesta la pregunta de qué pasará después de la revolución. Explica que la revolución será inminente y necesaria, pero no aún. Esta postura es la que convierte a Žižek en un filósofo que no encaja completamente en ninguna de las escuelas actuales. Esto, no obstante, no le impide causar gran impacto en la política actual. Su pensamiento ha conseguido tener gran influencia dentro de los partidos de izquierda, pero su compromiso político no es tan fuerte como aparenta ya que defiende taxativamente que la revolución en el futuro próximo sería inútil. Así, Žižek argumenta que la izquierda no está preparada para el poder, pues no está bien sustentada. Su postura es: ¡no actúes, solo piensa! El partido comunista se debe reinventar a sí mismo para poder establecerse efectivamente como un nuevo sistema político y económico. Con esto, el pensador esloveno deja abierto un nuevo campo de estudio y de investigación. Es una invitación a pensar posibles alternativas, a proponer nuevas teorías, a replantear los valores y creencias contemporáneas. Acepto esta emulación, pues mi campo de investigación seguirá en esta línea. Žižek nos indica el camino hacia el futuro, pero la senda no está iluminada ni mucho menos señalada de modo preciso.

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