Los Profesores Como Intelectuales

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COMENTARIO, PREGUNTAS Y RESPUESTAS DEL LIBRO :

LOS PROFESORES COMO INTELECTUALES Hacia una pedagogía crítica del aprendizaje Giroux, Henry A.

Trabajo Preparado Por: Mandy Riquelme, Andrea Hain, Marcelo Muñoz. En este libro Giroux es una Invitación a cuestionarse los fines a cuyo servicio debe estar la escuela, los saberes que valen la pena, el qué significa conocer, como deben orientarse las aspiraciones de los actores, y las ideas de autoridad que estructuran la enseñanza y el aprendizaje, lo que él llama “la organización jerárquica del saber”. Nos presenta un nuevo paradigma donde se les da a los estudiantes cierta sensación de poder y de dominio de su propia experiencia educativa, lo que supone aceptar la autocrítica. Explica que en el caso de los profesores y profesoras actuar como intelectuales implica crear las condiciones ideológicas y estructurales necesarias para escribir, investigar y trabajar entre ellos con el objeto de elaborar currículos y compartir el poder, de hecho define a este como “un intelectual preocupado y comprometido con los problemas políticos de su comunidad”, a la Pedagogía como “una forma de política cultural”, y la Reforma como “un aspecto más de revitalización de la vida publica”, donde las prácticas sociales se enmarquen en un determinado contexto socioeconómico con una clara intención de transformación social, resaltando que la práctica educativa de todo trabajo docente, le subyace una implicación epistemológica, sociológica, psicológica y pedagógica determinada. Es decir, que el trabajo realizado por el profesor y profesora dentro y fuera del salón de clases, se relaciona directamente con la concepción de aprendizaje, estudiante y sociedad que posee éste. Así pues, el que el profesor (a) esté consciente del papel que desempeña dentro del aula, y la base teórica en que se fundamenta, esto es determinante para que “el profesor se convierta en un intelectual transformativo, y deje de ser un simple técnico especializado en didáctica”. Cuando habla del docente como intelectual transformativo, se refiere a “un profesor que es capaz de crear sus propios contenidos tomando en cuenta los intereses, necesidades y características de sus estudiantes; que no parte de esquemas acabados del conocimiento, sino que a partir del contexto del estudiante es capaz de propiciar la construcción de saberes; que su práctica no responde a esquemas autoritarios reflejo de una sociedad antidemocrática basada en la explotación del hombre por el hombre, en el lucro material y el caos económico”. El profesor como intelectual transformativo, pretende construir, en conjunto con sus estudiantes, una sociedad menos injusta y más humana. En cambio, el docente especialista en didáctica, lo define en su practica como abocado a aplicar un programa realizado por intelectuales ajenos al contexto del estudiante, con la firme intención de perpetuar el poder de la clase hegemónica de la sociedad, representada por unos cuantos capitalistas a nivel mundial. Este tipo de docente “se especializa en técnicas para controlar la disciplina del grupo; sin embargo no es consciente del enfoque teórico (epistemológico, sociológico, etc.) que le subyace a su práctica docente, es más, ni siquiera le interesa. Su conducta es alienada y alienante, en razón de que obedece y reproduce los esquemas de una sociedad enajenante”. Giroux menciona que el que el profesor sea un intelectual transformativo, no le impide que posea un dominio profundo de los implementos prácticos de la educación, pero su labor docente tiene un serio compromiso político con la resolución de la problemática concreta de las clases más desprotegidas de la sociedad, lo describe como “políticamente comprometido con el explotado, el desempleado, el marginado, el humillado no le quita rigurosidad científica a su praxis, sino que le da más lucidez, y le permite transformar la realidad en beneficio de la naturaleza y la humanidad”.

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¿Cuál es su impresión de los docentes en la actualidad? Los docentes perciben una relación muy fuerte entre educación y democracia y entre aprendizaje y la noción de “cambio social”. Pareciera que hay realmente instalada una sensación de que no hay una democracia que marche y que funcione sin un sistema educativo que de alguna manera abra una posibilidad y sin una educación que no le hable a los estudiantes de comprometerse social y críticamente. Creo que aquí el docente entiende lo que es el conocimiento, pero pregunta sobre el compromiso y la justicia social.

¿Qué diferencia existe entre la visión tradicional del docente en el aula y la del docente como intelectual? La mayoría de los profesores (as), son formados para ser reproductivos; aprenden métodos, pero no tienen sentido de su función social. Como grupos y como individuos pueden desempeñar un rol fundamental, ofreciéndoles a los estudiantes lenguaje y conocimiento no para que se adapten pasivamente a la sociedad sino para que la transformen cuando sea necesario. Por lo tanto, los docentes deben entender su función como una práctica ética y política, no técnica. Para hacer esto, tenemos que tener una visión del tipo de sociedad que queremos que los estudiantes creen. También tenemos que tener en claro la relación entre conocimiento y los efectos que produce. Defender las condiciones laborales de los docentes, su autonomía y habilidad como fuerza vital para la defensa de una democracia orgánica. Esta visión es opuesta al liberalismo y la visión comercial de la escuela, que nunca comienza con la palabra “justicia” sino con la palabra “beneficio”. No se ve la escuela como un bien social, sólo como un bien privado. A largo plazo, esto representa no sólo la muerte de la escuela como esfera pública sino también un ataque al Estado de bienestar, a la justicia social y a la democracia.

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¿Podría explicarnos las limitaciones de los educadores radicales en relación a los críticos y conservadores? La teoría radical tiene importantes lagunas. Los educadores radicales permanecen atascados en un lenguaje que conecta las escuelas sobre todo con las ideologías y prácticas de dominación, o con los estrechos parámetros del discurso de economía política. Según esto las escuelas aparecen exclusivamente como centros de reproducción social, que producen trabajadores obedientes para el capital industrial: el conocimiento escolar se rechaza como una forma de ideología burguesa, por su parte, a los profesores se les describe a menudo como si estuviesen atrapados en un aparato de dominación. En el marco de los profesores radicales hay una escasa comprensión de las contradicciones, espacios y tensiones característicos de la enseñanza. Además de existir muy pocas posibilidades para desarrollar un lenguaje pragmático, para una pedagogía crítica, con vistas a la lucha institucional y comunitaria. Los Educadores críticos han concentrado su análisis en el lenguaje de la dominación hasta tal punto que este simple hecho, socava toda esperanza concreta de desarrollar una estrategia educativa progresiva y con dimensión política. Pero los teóricos críticos no se han limitado a tergiversar la naturaleza contradictoria e las escuelas, sino que, además, han renunciado a la necesidad política de ofrecer una alternativa al intento conservador de dotar de apoyo ideológico a sus puntos de vista sobre la educación pública. Es importante ofrecer la base teórica para que profesores y otras personas contemplen y experimenten la naturaleza del trabajo de los enseñantes de un modo crítico y potencialmente transformador. Es importante considerar dos elementos en cuestión: 1.

La definición de las escuelas como esferas públicas democráticas.

2.

La definición de los profesores como intelectuales transfromativos.

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¿De que manera los conflictos sociales y problemas económicos de un país desvirtúan la función pedagógica? Muchos de los problemas impactan en la escuela, y la escuela sola nunca cambia una sociedad; pero al mismo tiempo, la escuela es uno de los pocos lugares en donde las preguntas pueden ser formuladas críticamente. En un sentido, la escuela representa una de las pocas esferas sociales en la que los estudiantes tienen la posibilidad de cuestionar la relación entre la escuela y la sociedad. Quizás la escuela es el único lugar donde los estudiantes pueden formularse preguntas acerca de a qué deberían parecerse la escuela y la sociedad. No se trata solamente de aprender a vivir en sociedad sino a cambiarla cuando sea necesario. La tensión es entre una escuela que enseña a cómo ser gobernados y otra que les enseña cómo gobernar.

¿Qué hacer la escuela si los medios de comunicación incitan a los estudiantes a verse como consumidor más que como críticos? La escuela debe tener claro su sentido y su propósito; debe definirse a sí misma como una esfera única y esencial, capaz de educar a los estudiantes para que entiendan cómo funciona el capitalismo, con sus limitaciones, y que existe una alternativa por la que hay que pelear. Hay que educar a los docentes y la escuela los tiene que ver como intelectuales públicos; debe tener claro que la cuestión del aprendizaje no es un objetivo más. También deben permitirles a los estudiantes que participen del gobierno de la escuela y proveer experiencias para sugerir a los estudiantes que su rol es de sujetos activos y no como simples consumidores. Tiene que saber que hay una relación entre conocimiento y poder, y que hay que resistir a la lógica del mercado.

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¿El neoliberalismo usa a la escuela como un instrumento más para legitimar la segmentación social? La derecha neoliberal ve a la escuela como uno de los lugares más peligrosos de la sociedad, como un lugar de batalla contra la privatización de la sociedad. Esperan descapacitar a los docentes y convertir a la escuela en una cultura corporativa que eduque a los estudiantes como consumidores y segmente la vida pública. Como la escuela es uno de los pocos lugares que quedan donde las preguntas pueden ser formuladas abiertamente, y como la escuela es un lugar donde se resiste la idea de que “democracia” y “mercado” son lo mismo, por eso mismo se convierten en lugares de batalla, junto con los medios.

¿Cómo se caracteriza la cultura dominante en las escuelas? Lejos de mantenerse neutral, la cultura dominante en las escuelas se caracteriza por ordenar selectivamente y legitimar formas de lenguaje, relaciones

sociales,

experiencias

vitales,

y modos

de razonamiento

privilegiado. Así la cultura aparece ligada al poder y a la imposición de un conjunto específico de códigos y experiencias de la clase dominante. Pero la cultura escolar, se afirma, actúa no sólo confirmando y privilegiando a los estudiantes

procedentes

de

las

clases

dominantes,

sino

también

descalificando, por medio de la exclusión y el insulto, las historias y sueños de grupos subordinados. Así los educadores radicales ilustran de qué modo el Estado, por medio de sus concesiones selectivas y políticas de titulación académica y poderes legales, influyendo en la práctica escolar a favor de determinadas ideologías dominantes.

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¿Cómo favorecer los deseos de los estudiantes de criticar, proponer y efectuar cambios cuando las posibilidades de ese cambio social se ven muy acotadas al imponerse un modelo único?. Se subraya la importancia del rol que tienen las escuelas. Las escuelas deben proveer condiciones para que los estudiantes se conviertan en actores políticos. La ciudadanía no es un tema privado. Cuando el estudiante deje la escuela debe estar preparado para poder pelear, combatir y transformar las cosas que son importantes. Lo que no queremos hacer es educar para que crean en un modelo autoritario y corporativo, en donde no haya oportunidades para combatir y pelear. No queremos que crean que no hay oportunidades para resistir. Estas peleas son difíciles, y no pueden darse en soledad. Si se quiere vivir en democracia, uno de los elementos más importantes que se tiene que aprender en la escuela es justamente saber pelear.

¿Cómo mantiene la esperanza de un rol activo del Estado en la educación? Tenemos que reconocer que a medida que el Estado va desapareciendo, y con lo difícil que está la relación entre la sociedad civil y la cultura corporativa, lo único que al Estado le queda no es preguntarse si las escuelas van a sobrevivir sino si la democracia va a sobrevivir. Porque si se habla de reformar las escuelas sin reformar la democracia, uno se queda sin argumentos. Cuando todo se reduce a algo pragmático, en cómo sobrevivir en una sociedad que trata a cada uno como una expresión del mercado, es una gran oportunidad hablar de la crisis de la escuela en relación con la crisis del Estado y de la democracia misma. Por lo cual, la escuela tiene que tener un nuevo rol, definiendo su función como vital para la democracia, además de ayudar a mantener a la democracia viva.

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¿Cuál es su concepción de historia como una posibilidad de transformación en Educación? No existe esperanza sin un futuro al que hay que hacer, construir, dar forma. La historia como posibilidad significa que mañana no es algo que necesariamente va a suceder, ni es una simple repetición del día de hoy con una cara superficialmente maquillada para que pueda continuar siendo lo mismo. Es una posibilidad de

reconocer el incuestionable papel de la

subjetividad en el proceso del conocimiento. A su vez, esta modalidad de la comprensión caracteriza su manera crítica y optimista de entender la educación. En la medida en que se entiende la historia como posibilidad se reconoce: 1.

Que la subjetividad ha de desempeñar un importante papel en el

proceso de transformación. 2.

Que la educación se convierte en algo relevante en la medida en que

ese papel de la subjetividad se ve como una tarea histórica y política necesaria. 3.

Que la educación pierde significado si no se entiende que, como

todas las prácticas, está siendo sometida a limitaciones. La historia como posibilidad significa el rechazo a aceptar dogmas, así como nuestro rechazo a aceptar la domesticación del tiempo.

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¿ A qué se refiere cuando dice que la escuela reproduce y no crea? Es una actitud crítica que sostiene, que las escuelas, dentro de la amplia educación humanística occidental, no ofrecen oportunidades para la potenciación personal y social en la sociedad en general. En oposición a lo que

definen

los

tradicionalistas,

los

críticos

izquierdistas

presentan

argumentos teóricos y pruebas empíricas que demuestran que las escuelas son de hecho agentes de reproducción social, económica y cultural. En el mejor de los casos, la enseñanza pública ofrece una movilidad individual limitada a miembros de la clase trabajadora y de otros grupos oprimidos, pero en sí misma es un poderoso instrumento para la reproducción de las relaciones capitalistas de producción y de las ideologías dominantes que pretenden legitimar y preservar a los grupos que están en el poder.

¿Cuál es su visión de la reforma Educativa? Debemos acercarnos a la reforma educativa como un asunto de liderazgo moral y político y no como un tema de administración. Debemos recordarnos a nosotros mismos en este momento en que predomina el individualismo que el consumismo no debería ser la única forma de ciudadanía ofrecida a nuestros niños y que las escuelas deberían funcionar para servir al bien público y no ser vistas como fuentes de ventajas particulares aisladas de la dinámica de poder y equidad.