Los Productos Forestales No Maderables de Mexico-29 Nov 2018

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LOS PRODUCTOS FORESTALES NO MADERABLES DE MÉXICO

Fascículo 1

Panorama General

Para otros fascículos de la serie ir a: http://red-pfnm.org.mx

AUTORES José Blancas Vázquez Universidad Autónoma del Estado de Morelos Centro de Investigación en Biodiversidad y Conservación [email protected]

Javier Caballero Nieto Universidad Nacional Autónoma de México Jardín Botánico - Instituto de Biología [email protected]

Leonardo Beltrán Rodríguez Colegio de Posgraduados Campus Montecillo [email protected]

Laura Cortés Zarraga Universidad Nacional Autónoma de México Jardín Botánico - Instituto de Biología [email protected]

Primera edición: Noviembre 2018 D.R.© Red Temática Productos Forestales No Maderables Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT) ISBN EN TRÁMITE Los Productos Forestales No Maderables de México. Fascículo 1. Panorama general fue financiado por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT), a través del proyecto Redes Temáticas Nº 293914. Portada: Recolector de corteza de cuachalalate (Amphipterygium adstringens) en Sierra de Huautla, Morelos. (Foto: Leonardo Beltrán Rodríguez). Hecho en México

ÍNDICE PRESENTACIÓN

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INTRODUCCIÓN

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METODOLOGÍA

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RESULTADOS Y DISCUSIÓN

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CONCLUSIONES Y PERSPECTIVAS

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AGRADECIMIENTOS

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REFERENCIAS

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PRESENTACIÓN En el 2016 bajo los auspicios del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT), un grupo amplio de académicos, estudiantes, miembros de ONG´s y productores rurales conformamos la Red Temática Productos Forestales No Maderables: aportes desde la etnobiología para su aprovechamiento sostenible. Nos propusimos abordar el estudio de los Productos Forestales No Maderables (PFNM) de forma multi, trans e interdisciplinaria, a fin de responder a uno de los retos más importantes de la sociedad actual: hacer compatible el aprovechamiento de los recursos biológicos de forma sostenible, mejorando los medios de vida de la población rural. Para que este objetivo pueda realizarse, requerimos de información científica, que nos permita elaborar un diagnóstico sobre cuáles son los grupos de organismos que constituyen los PFNM de México, el número de especies que son nativas y endémicas, qué ecosistemas aportan la mayor cantidad de recursos, qué usos como PFNM han sido reportados en la literatura, qué partes son aprovechadas, qué grupos culturales los usan, manejan y comercializan, qué formas de manejo se les procuran, y qué regiones geográficas de México han sido estudiadas con este enfoque, etc.

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Consideramos que responder estas preguntas nos permitirá formular algunas hipótesis, establecer líneas de investigación prioritarias, así como vincularnos de forma más eficiente con los diversos actores que están involucrados en el estudio, manejo y comercialización de los PFNM. El presente fascículo representa el primer esfuerzo para sistematizar la información existente acerca de las diversas especies que constituyen los Productos Forestales No Maderables de México. Esta información ha sido producto de muchos años de investigación de diversos grupos de trabajo, quienes hemos hecho del estudio de los Productos Forestales No Maderables una de nuestras principales actividades académicas. Con este fascículo iniciaremos una serie de publicaciones que pretenden dar a conocer no sólo las especies que constituyen los PFNM, sino abordar temas transversales como la normatividad asociada a estos recursos, aspectos ecológicos, aspectos históricos, de gobernanza, mercadeo y cadenas de comercialización de estos recursos, etc. Esperamos que esta serie inspire a otros grupos de la sociedad a integrarse a la Red PFNM, a fin de enriquecer el panorama de estos recursos en México. A su vez, aspira a impactar positivamente y en la generación de información sobre el panorama de los PFNM en Latinoamérica.

INTRODUCCIÓN ¿Qué son los productos Forestales No Maderables? A través de la historia la población humana ha utilizado la diversidad biológica para múltiples propósitos, lo que ha permitido su subsistencia y desarrollo como civilización. La base material de la que ha echado mano son los Productos Forestales No Maderables (PFNM); es decir, el espectro de recursos naturales que habita en los diversos ecosistemas del planeta (Shackleton et al., 2011a). De acuerdo con la FAO (2007), a nivel mundial se entiende como PFNM todos “los bienes de origen biológico cosechados en los bosques (plantas, hongos y tierra de monte) distintos a la madera, la leña y el carbón vegetal; así como los servicios brindados por los ecosistemas” (Figura 1). Actualmente existe una amplia variedad de definiciones de los PFNM, así como diversas propuestas de clasificación que incluyen o excluyen a los diferentes tipos de recursos que crecen y son aprovechados en el bosque (Belcher, 2003; Ahenkan y Boon, 2011). Esto ha generado controversia sobre qué puede o

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Figura 1. a) Extracción de copal (Bursera bipinnata) en el Ejido Los Sauces, Tepalcingo, Morelos, México (Foto: Fabiola Mena); b) Recolector de hongos comestibles en San Juan Chamula, Chiapas, México (Foto: Felipe Ruán); y c) Vendedor de orquídeas (Laelia sp.) en Tilzapotla, Puente de Ixtla, Morelos, México (Foto: Leonardo Beltrán).

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no ser considerado un PFNM, como es el caso de la madera no aserrada que se emplea como leña o para la elaboración de artesanías e instrumentos musicales en Latinoamérica (Hersch-Martínez et al., 2004; Purata et al., 2004) y África (Ijang, 2004; Omeja et al., 2004); o bien, la inclusión de algunos animales por su importancia alimenticia, medicinal y/o ritual (Doré y Bond, 2004; Nóbrega y Rosa, 2010). Este problema se incrementa debido a que en la literatura internacional sobre PFNM, las plantas, los hongos y sus derivados reciben la mayor atención académica (Kusters y Belcher, 2004; Shackleton et al., 2011b; Shackleton et al., 2015a), y solo en contados casos la fauna es considerada (Alexiades y Shanley, 2004; Sunderland y Ndoye, 2004). Generalmente se clasifica a los PFNM de acuerdo a su origen (plantas, hongos, líquenes y animales) o en función de su uso (medicinas, alimentos, en rituales o ceremonias, ornato, leña, construcción, venenos, ceras, artesanías, etc.). Pero quizá la definición más recurrente en la literatura es la que considera las partes o elementos que son aprovechados, como raíces, cortezas, hojas, flores, frutos, semillas, resinas, látex y fauna silvestre (carne, huesos, tendones, pieles, etc.) (Ahenkan y Boon, 2011; Shackleton et al., 2011a).

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En México, la normatividad ambiental considera como PFNM a las partes no leñosas de plantas (o plantas completas), además de incluir hongos y tierra de monte. Esta definición, en teoría, excluye todo tipo madera como PFNM, tanto madera en rollo y aserrada, como postería, leña y productos derivados como en el carbón. En este fascículo y para el caso de México, se entenderá como PFNM a todos aquellos recursos biológicos que son comercializados y/o intercambiados a distintas escalas (local, regional, nacional o global), y que proceden no solamente de la recolección silvestre, sino que también pueden ser cultivados, fomentados, tolerados y protegidos in-situ y ex-situ, sin ser domesticados. Estos recursos se derivan del manejo de los bosques y de las diversas comunidades vegetales en los que se distribuyen de manera natural o inducida. Pueden clasificarse de acuerdo a su origen (plantas, hongos, líquenes y animales), a las partes o elementos aprovechados (raíces, cortezas, hojas, flores, frutos, semillas, resinas y fauna silvestre), o en función de su uso (plantas medicinales, alimenticias, ceremoniales, leña, carne de monte); y en general, comprenden todos aquellos productos que pueden ser aprovechados más allá de la madera aserrada (Figura 2).

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Figura 2. a) Guarumbo (Cecropia sp.), planta medicinal recolectada en la selva mediana y comercializada en mercados regionales de la Sierra Norte de Puebla, México (Foto: Francisco Basurto); b) Confección de artesanías y utensilios con hojas de palma (Brahea dulcis) recolectada en el matorral xerófilo del Valle de Tehuacán, Puebla, México (Foto: Selene Rangel); c) Secado y peinado de fibras de maguey (Agave salmiana) en el Valle del Mezquital, Hidalgo, México (Foto: María Teresa Pulido Silva); y d) Recolección de hojas de laurel (Litsea glaucescens) en el bosque mesófilo de montaña en la Sierra Negra, Coyomeapan, Puebla, México (Foto: José Blancas).

La contribución de los PFNM en las economías rurales A nivel mundial se estima que entre 1.4-1.6 billones de personas utilizan diferentes PFNM para autoconsumo. Sin embargo, para alrededor de 60 millones de éstas, dichos recursos son esenciales para la subsistencia (Shackleton et al., 2011c). Esto se debe a que una porción significativa de los PFNM que se utilizan en diferentes comunidades como medios de vida, también se comercializan a diversas escalas y generan entre el 10-65% del total de ingresos de las familias rurales (Belecher et al., 2005; Shackleton et al., 2015b); cifra que alcanza incluso más del 80% en algunas regiones (Velded et al., 2007; Standley et al., 2012). No obstante, debido a que frecuentemente los ingresos promedio derivados del comercio de estos recursos son relativamente bajos (USD$5.62/día en África y hasta USD$10.25/día en Latinoamérica) y varían en función de la dinámica del mercado y la disponibilidad del recurso (Ruiz-Pérez et al., 2004;

Belcher et al., 2005), se ha argumentado que su contribución tiene un bajo impacto en la reducción de la pobreza y la seguridad familiar (Wilkie et al., 2001; Wunder, 2001). Pero, dada la multidimensionalidad de los PFNM (Alexiades y Shanley, 2004), los ingresos generados por su venta no deben ser percibidos en forma aislada de las otras actividades económicas que desarrollan sus usuarios, lo cual diversifica los medios de subsistencia, contribuyendo a la resiliencia familiar y a mitigar la intensificación de la pobreza (Shackleton et al., 2011c). En México un porcentaje importante de la población que habita en zonas rurales y urbanas usa, maneja y comercializa una gran cantidad de especies que son consideradas PFNM (Pulido et al., 2010). Estudios con distintos enfoques, pero principalmente etnobiológicos, han demostrado la importancia que tienen los PFNM para la economía de muchas comunidades rurales en el país; ya sea porque complementan o porque constituyen el único ingreso de miles de familias (Alexiades y Shanley, 2004; Marshall et al., 2006; López-Feldman et al., 2007).

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Por ejemplo, la recolección de la palma soyate (Brahea dulcis (Kunth) Mart.) en la región mixteca de la montaña de Guerrero, así como entre los hñähñu del Valle del Mezquital, Hidalgo, tiene importancia histórica y cultural por su uso en la elaboración de diferentes artículos del hogar (por ejemplo el techado de casas, escobas, canastos, sombreros, abanicos y petates), o por el consumo de sus flores y frutos; pero también genera ingresos por la venta de sus hojas y el comercio de hasta 20 diferentes productos (Illsley et al., 2006; Pulido y CoronelOrtega, 2015) (Figura 3).

Figura 3. Proceso de obtención, confección y

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comercialización de diversos productos hechos con hojas de palma soyate (Brahea dulcis); a) Hojas de palma puestas a secar en el Valle de Tehuacán, Puebla, México (Foto: Selene Rangel); b) Tejedor de palma en el Valle del Mezquital, Hidalgo, México (Foto: Yazmín Salazar); y c) Comercialización de objetos hechos con palma en el mercado de Ixmiquilpan, Hidalgo, México (Foto: María Teresa Pulido Silva).

En algunas comunidades nahuas del estado de Guerrero, entre el 80-100% de las familias se dedican a la recolección de la hoja , así como a su procesamiento para tejer cintas de palma, las cuales se utilizan posteriormente en la elaboración de sombreros (Blancas, 2001). Anualmente se cosechan de 500-800 toneladas de hojas de palma en toda la región, con una ganancia que fluctúa entre $3-5 pesos per cápita por cada 20 m de cinta (Illsley et al., 2006). En localidades hñähñu del estado de Hidalgo más del 90% de las personas dependen de este recurso en diferente medida y obtienen entre $35-90 pesos por la venta de ~125 hojas (Pavón et al., 2006). En otras regiones del mismo estado se pueden obtener desde $3 a $90 pesos por producto, con una inversión de 30 minutos en la manufactura de escobas, o de hasta siete días de trabajo para el tejido de sombreros (Pulido y Coronel-Ortega, 2015). Se podría pensar que los ingresos derivados por el aprovechamiento de B. dulcis son escasos en términos de subsistencia y abatimiento de la pobreza, pero si se toma en cuenta que las comunidades estudiadas están ubicadas en regiones donde más del 76% de la población rural vive con menos de $40 pesos per cápita al día, este PFNM es una alternativa económica evidente. En términos de Marshall et al. (2006), la recolección de B. dulcis en estos estudios de caso es exitosa debido a que representa una de las principales fuentes económicas familiares y permite un flujo constante de dinero a través del año; además de que se complementa con otras actividades productivas y es incluyente de todos los miembros de la familia.

su aprovechamiento sería viable en el tiempo sólo si la cosecha de especies fuese ecológicamente sostenible (Ticktin, 2004). También se asumía en diferentes sectores académicos y gubernamentales que debido a que el aprovechamiento de PFNM se había llevado a cabo durante generaciones por diversas comunidades rurales, la actividad extractiva no tendría un impacto negativo sobre las especies, poblaciones o comunidades forestales (Voeks, 1996). Sin embargo, el crecimiento poblacional y el incremento en la demanda de estos productos intensifican la cosecha para satisfacer los requerimientos del mercado (Alexiades y Shanley, 2004); lo que puede derivar en el agotamiento de los recursos, así como en la erosión de los conocimientos tradicionales asociados a éstos (Hamilton, 2004; Hersch-Martínez et al., 2004), o contrariamente, estimular la organización social y la generación de nuevas estrategias de manejo forestal (Ruíz-Pérez et al., 2004; Marshall et al., 2006).

Sostenibilidad de los procesos de aprovechamiento y comercialización de los PFNM

Generalmente existe asimetría económica en la cadena de comercialización de PFNM. Por ejemplo, en el caso de las plantas medicinales cosechadas y vendidas en diferentes mercados de México (HerschMartínez, 1995) y Benín (Vodouhê et al., 2008), los recolectores obtienen ± 10% de la ganancia total pagada por el consumidor, mientras que el resto de actores de la cadena mercantil (acopiadores, mayoristas principales y detallistas) reciben hasta 20 veces más ingresos que éstos. Esta situación genera un círculo vicioso, en donde el recolector debe intensificar la presión de cosecha para obtener mayores ganancias a costa de afectar su fuente de ingresos (el recurso) y el ecosistema (HerschMartínez, 1995); volviendo esta práctica insostenible.

El auge en la cosecha de diferentes PFNM en la década de los 80´s y los 90´s del siglo XX, particularmente en los países en desarrollo, fue motivado por la creencia de que su comercialización agregaría suficiente valor a estos productos como para contribuir a la conservación forestal y a la economía familiar (Neumann y Hirsch, 2000). Pero no se contemplaba que el beneficio económico generado a partir de

En términos generales, se ha planteado que las técnicas de cosecha pueden afectar negativamente la fisiología y las tasas vitales de los individuos, modificar patrones demográficos y genéticos, y alterar procesos a niveles de la comunidad o ecosistema (Ticktin, 2004). Pero también se ha demostrado que analizar la sostenibilidad ecológica en desconexión de otros factores culturales, económicos y políticos que

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permean la vida de los actores involucrados en el manejo y comercialización de los PFNM, conduce a interpretaciones sesgadas del fenómeno (Ticktin y Shackleton, 2011).

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De hecho, alrededor del 60% de los estudios ecológicos sobre PFNM generados entre 19902010, se centraron en analizar exclusivamente el impacto de la cosecha a nivel de individuos y poblaciones, sin considerar generalmente el resto de factores antes mencionados (Ticktin, 2004; Standley et al., 2012); por lo que el conocimiento para el manejo a otros niveles jerárquicos y del sistema socioecológico en su conjunto, dista aún de ser entendido. Además, esta focalización en un solo nivel, impide corroborar si en efecto la cosecha de PFNM es sostenible, dada su definición: “cuando permite la persistencia a largo plazo de las poblaciones cosechadas y no afecta negativamente a otras especies o funciones de la comunidad o del ecosistema” (Ticktin y Shackleton 2011). No obstante, 64 de 101 estudios de caso a nivel mundial indican que el aprovechamiento de diversos PFNM es ecológicamente sostenible, particularmente en Latinoamérica (Standley et al., Figura 4. Palma de guano (Sabal mexicana),

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un producto forestal no maderable de gran importancia en la Península de Yucatán, México. a) Extracción de hojas de guano en Quintana Roo, México (Foto: María Teresa Pulido Silva); b) Techado de casas y palapas con hojas de guano en Yucatán, México (Foto: Javier Caballero); y c) La palma de guano, una planta siempre presente en el paisaje de la Península de Yucatán, México (Foto: Javier Caballero).

2012). Esto concuerda con lo documentado por Marshall et al. (2006), quienes encontraron que tan solo en 16% (n=18) de las comunidades estudiadas en México y Bolivia hubo agotamiento del recurso, pero no debido a su sobreexplotación, sino a otros procesos como el cambio del uso de la tierra e infestaciones fitosanitarias. En los casos en los que se detectó una disminución inicial del recurso por efecto de su comercialización, esto estimuló su cultivo intensivo o el manejo mejorado (Marshall et al., 2006).

marmorata Roezl.), en donde el incremento en la demanda de esta bebida tradicional modifica las prácticas ancestrales de aprovechamiento para autoconsumo, lo que impacta negativamente en su dinámica poblacional al afectar tasas vitales como el crecimiento y la sobrevivencia, logrando sobrevivir por el aporte de la reproducción clonal (Jiménez-Valdéz et al., 2010). De igual modo, en poblaciones no manejadas de otra especie de agave mezcalero (A. potatorum Zucc.) con ciclo de vida corto y reproducción exclusivamente sexual, a pesar de que se encontraron tasas estables de crecimiento poblacional, los análisis prospectivos sugieren que tales poblaciones decrecerán del 30 al 90% en los siguientes 30 años (Torres et al., 2015) (Figura 5).

Particularmente en México, en algunos recursos como la palma de Guano (Sabal mexicana Mart.) utilizada para el techado de casas en la Península de Yucatán, la pérdida de los conocimientos tradicionales asociados a su manejo están vinculados con el cambio cultural de la población. De manera que, a medida que se incrementa el cambio cultural, la densidad y proporción de individuos cosechables, así como el número de prácticas de manejo que promueven su sobrevivencia y crecimiento tienden a disminuir. Esta situación pone en riesgo la sostenibilidad ecológica de este PFNM y de la industria económica que depende de su comercialización, pero también visibiliza la necesidad de incluir otros factores de análisis en los estudios demográficos para evaluar la sostenibilidad socioecológica de los PFNM (Martínez-Ballesté et al., 2006) (Figura 4).

Figura 5. Dos especies de agave de las cuales se extrae el mezcal, un importante producto forestal

Existen otros casos como el de los agaves mezcaleros (Agave

no maderable de las zonas rurales de México. a) Agave marmorata creciendo en el cardonal de Neobuxbaumia tetetzo en Zapotitlán Salinas, Puebla, México (Foto: José Blancas); b) Cocimiento de tallos de A. potatorum para producir mezcal en Santa María Ixcatlán, Oaxaca, México (Foto: Selene Rangel); y c) A. potatorum creciendo en San Luis Atolotitlán, Puebla, México (Foto: José Blancas).

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Estos estudios de caso evidencian que el mercado puede marcar pautas e influir en las formas de manejo de un PFNM, pero también indican que el potencial para tolerar la cosecha depende de las características biológicas de cada especie y de la sensibilidad de la tasa de crecimiento poblacional ante cambios en los ciclos vitales, como se ha señalado con anterioridad (Ticktin, 2015). Por lo tanto, evaluar la sostenibilidad del aprovechamiento de los PFNM implica un análisis complejo, que va desde la parte de la planta cosechada; la temporada de cosecha; las características de la historia de vida de cada especie y la etapa de su ciclo de vida en que se cosecha; la frecuencia, intensidad y métodos de cosecha; el contexto socioeconómico, político y ecológico en el cual los productos son cosechados (Ticktin y Shackleton, 2011); hasta el conocimiento ecológico tradicional de los usuarios sobre el recurso (Ticktin, 2015).

La importancia de contar con un panorama general de los PFNM de México México es una región con una alta diversidad cultural y biológica producto de miles de años de interacción entre los grupos humanos que habitan este territorio con el entorno natural circundante. Esto ha dado como resultado una gran experiencia en formas de uso y manejo de los recursos naturales (Caballero y Cortés, 2001; Casas et al., 2016), y en particular de los recursos biológicos, como son los PFNM. Sin embargo, buena parte del sector académico, gubernamental y otros actores que pueden tener incidencia en las decisiones y en el diseño de las políticas de conservación, han pasado por alto la contribución de los conocimientos, creencias y prácticas; es decir, el conocimiento ecológico tradicional (CET) que las comunidades locales han desarrollado por generaciones para aprovechar y mantener los PFNM (Berkes et al., 2000; DelgadoLemus et al., 2016). Los PFNM resultan un sistema ideal para evaluar las diversas formas de gestión de los recursos

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naturales por parte de las comunidades tradicionales. Paradójicamente, a pesar de la importancia de México como precursor de estudios etnobiológicos a nivel mundial (Camou et al., 2016), hasta el momento no se tiene un panorama general sobre el espectro de recursos biológicos que constituyen los PFNM de México; y menos aún, que contenga información sobre los diferentes grupos biológicos (plantas vasculares e inferiores, hongos, líquenes, tierra de monte y animales) y culturales que se/los utilizan. La información existente es escasa y en muchos casos está dispersa.

Antecedentes para el estudio de los PFNM en México El primer estudio compilatorio sobre PFNM en México pertenece a Romahn de la Vega (1985), quien llevó a cabo una detallada revisión sobre los métodos de aprovechamiento, industrialización y utilización de 22 PFNM del país, con particular interés en recursos utilizados para la obtención-producción de resinas, látex, ceras, caucho, fibras, taninos, carbón y hormonas esteroideas. Otra publicación relevante es el “Catálogo de Recursos Forestales Maderables y No Maderables de México”, que proporciona información sobre el conocimiento, técnicas y tecnologías de producción para hacer eficiente la comercialización de 39 PFNM de climas árido, tropical y templado (SEMARNAT, 2009). También destaca el “Manual técnico para el aprovechamiento sustentable de los PFNM para climas templado-frío”, en donde se menciona que en los bosques templados de los estados de Chihuahua, Durango, Jalisco, Michoacán, Guerrero y Oaxaca se cosechan 1,293 PFNM (1,108 plantas y 185 hongos). Sin embargo, no proporcionan la identidad taxonómica de éstos y sólo incluye información para el manejo de 22 especies (SEMARNAT, 2008a). En cambio, en el manual generado para climas áridos y semiáridos, existe información técnica para el manejo de 14 especies, y se enfatiza que la producción en este ecosistema se concentra en los estados de Oaxaca, Puebla, Hidalgo, Edo. de México y Tamaulipas, con una producción total de 359,347 toneladas y una derrama

económica estimada en $24 millones de pesos para el 2005 (SEMARNAT, 2008b). Las estadísticas oficiales recientes indican que en México se cosechan alrededor de 1,000 PFNM procedentes de regiones templadas, áridas y tropicales; de los cuales 70 especies tienen importancia en el mercado, con una producción promedio anual de 68,000 ton (Torres-Rojo, 2004; SEMARNAT, 2013). De acuerdo con Tapia-Tapia y Reyes-Chilpa (2008), las especies que constituyen PFNM comercializados en México alcanza el orden de 100, con una producción promedio anual (1985-2003) de más del doble de la indicada por Torres-Rojo (2004). De hecho, estos autores estimaron que el total del valor de la producción nacional no maderable para el año 2003 fue de casi $500 millones de pesos, obtenidos del aprovechamiento de 259, 376 toneladas de PFNM (Tapia-Tapia y Reyes-Chilpa, 2008).

Existen otras fuentes de consulta derivadas del trabajo de campo en mercados y comunidades rurales ubicadas en regiones con elevada importancia biocultural en el país (Arellanes et al., 2013; Beltrán-Rodríguez et al., 2017; Casas et al., 2016b), que aunadas a la información disponible en la Base de Datos Etnobotánicos de Plantas de México (BADEPLAM, Caballero y Cortés 2015), hacen suponer que las cifras proporcionadas por las instancias gubernamentales podrían estar subestimadas. Además de las cifras, no existe evidencia (hasta nuestro conocimiento), sobre cuáles son las especies que conforman el universo de PFNM de México, las estructuras y volúmenes que se cosechan, las áreas de aprovechamiento y de venta, los precios, el conocimiento tradicional asociado a su manejo, etc. Con base en lo expuesto anteriormente, es evidente que aún existen vacíos de información sobre los PFNM en el país, ya que los datos referidos varían en función del autor consultado y el año de publicación. También destaca que el total de especies en cada trabajo sólo considera aquellos productos sujetos a un control oficial (principalmente plantas) y de importancia industrial,

omitiendo aquellos PFNM que se comercializan a escalas locales y regionales y que tienen un aporte considerable a la economía familiar. Por lo tanto, contar un inventario sistematizado sobre los PFNM de México servirá para conocer y analizar las formas biológicas mayormente usadas, las partes cosechadas, su importancia económica y cultural; así como la dinámica que han seguido producto de diversos cambios sociales, económicos, culturales y ecológicos. Representa, el primer paso para construir un marco de referencia sobre el estado de estos recursos y de los usuarios en nuestro país, y con base en esta información, planificar un aprovechamiento y comercialización sostenibles basado en los conocimientos tradicionales y en experiencias académicas de manejo, que abonen para lograr la conservación de los PFNM y el bienestar de las comunidades rurales de México.

El trabajo de la Red Temática PFNM para lograr estos propósitos En el año 2016 un grupo de académicos, estudiantes, profesionales independientes, integrantes de Organizaciones No Gubernamentales y miembros de comunidades rurales organizadas, apoyados por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT), decidimos crear la Red Temática Productos Forestales No Maderables: aportes desde la Etnobiología para su aprovechamiento sostenible (Red PFNM). El objetivo de la Red PFNM es promover el estudio integral y el aprovechamiento sostenible de los PFNM de México mediante la investigación interdisciplinaria y la colaboración con sociedades rurales organizadas. Entre las prioridades de la Red PFNM está contar con un sistema de información confiable, preciso, que abarque la mayoría de enfoques, recursos, entornos ecológicos y grupos culturales. Por lo que este primer fascículo pretende sintetizar los primeros esfuerzos de la Red a fin de proporcionar un panorama general sobre los PFNM de México, y de esta forma establecer futuras líneas de investigación y colaboración entre sectores.

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METODOLOGÍA La mayor parte de la información que aquí se presenta proviene de la Base de Datos Etnobotánicos de Plantas Mexicanas (BADEPLAM) desarrollada y sistematizada por el Laboratorio de Etnobotánica Ecológica del Jardín Botánico - Instituto de Biología - UNAM (Caballero y Cortés 2015), pero también se consultó literatura reciente que incluye otros grupos de organismos como hongos y animales. Al mismo tiempo, cada uno de los grupos de investigación con que cuenta la Red PFNM proporcionó información, principalmente de estudios etnobiológicos, aunque también se consideraron otros enfoques (históricos, económicos, ecológicos, etc.).

RESULTADOS Y DISCUSIÓN Espectro de recursos biológicos que constituyen los PFNM de México En la base de datos se contabilizaron un total de 1,719 registros, correspondientes a 802 especies y subespecies. El 63.59% de las especies lo constituyen las plantas (510 spp.); 16.96% líquenes (136 spp.); 10.85% animales (88 spp.) y 8.6% hongos (68 spp.). Es notable la cantidad de plantas registradas, quizás por la naturaleza misma de la definición de los PFNM, que están mayormente asociados a este grupo de organismos (Crafter et al., 1997; Emery y McLain, 2001; Shackleton et al., 2011b; Tewari, 2015), pero también a diferentes enfoques y aproximaciones que excluyen a los animales como un PFNM y al sesgo en la información disponible. (Ver ANEXO 1. Base de Datos de PFNM de México, el cual se puede consultar en la página web de la Red (http://red-pfnm.org.mx).

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Las fuentes de información fueron colectas biológicas de campo, tesis, artículos científicos, informes técnicos, manuales e información no publicada generada por cada uno de los integrantes de la Red PFNM; y abarca un período de tiempo que va del año 1899 hasta el 2017. La base de datos comprende un total de 90 campos, pero para los propósitos de este fascículo sólo se consideraron 20 de ellos, los cuales incluyen tipo de recurso (planta, animal, hongo, etc.), familia, nombre común, parte aprovechada, entorno ecológico de procedencia, estado donde se registró, grupos culturales que lo manejan, etc. (ver ANEXO 1). Con esta información se está construyendo el Sistema de Información de PFNM de México, el cual está disponible en en la página web de la Red (http://red-pfnm.org.mx).

Las plantas como el grupo principal de los PFNM de México Las plantas son el grupo más importante de los recursos que constituyen los PFNM de México. Las especies de plantas registradas se agrupan en 143 familias botánicas, y por el número de especies que aportan destacan: Cactaceae, Asteraceae, Fabaceae, Ochidaceae, Bromeliaceae, Asparagaceae, Solanaceae, Euphorbiaceae y Lamiaceae (Figura 6; ANEXO 1). Esto coincide con lo encontrado por diversos autores que han abordado los patrones de uso de las plantas en México (Caballero 1998; Casas et al., 2014). Sin embargo, destaca el caso de la familia Cactaceae, ya que muchas de sus especies son comercializadas de forma principalmente ilegal como plantas ornamentales. Otra razón es porque poseen frutos comestibles, los cuales son comercializados en mercados locales y regionales. Por ejemplo, las tunas, xoconostles pitayas y garambullos pertenecen a esta familia, específicamente a los géneros Opuntia sp. (los dos primeros), Stenocereus sp. y Myrtillocactus sp., respectivamente (Casas et al., 1997; Casas et al., 1999; Blancas et al., 2009) (Figura 7).

Figura 6. Número especies por familia botánica que constituyen PFNM.

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b) Figura 7. Las pitayas son frutos de diversas especies de cactáceas del género Stenocereus que se comercializan ampliamente en México. a) (pág. 15) Frutos de Stenocereus stellatus comercializados en el mercado de La Purísima, Tehuacán, Puebla, México (Foto: José Blancas); y b) Plantación de pitayas (S. stellatus en el sureste de Morelos, México (Foto: José Blancas).

En cuanto a la forma de crecimiento de las plantas que constituyen los PFNM de México, el 30.39% son hierbas (203 spp.), 28.89% árboles (193 spp.); 17.51% arbustos (117 spp.), 10.63% rosetas (71 spp.); 4.19% epífitas (28 spp.); 3.89% bejucos (26 spp.), 1.95% lianas y trepadoras (13 spp.); 1.2% palmas (8 spp.), 1.2% musgos (8 spp.); y 0.15% parásitas (1 sp.)

(Figura 8). Esto patrón puede interpretarse como resultado de la habilidad competitiva y plasticidad ecológica de las hierbas, pero también a que un gran número de especies medicinales y ornamentales que se usan y comercializan resultan tener una forma de crecimiento herbáceo (Moerman y Estabrook, 2003).

Figura 8. Número de especies por forma de crecimiento de las plantas que son PFNM.

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Partes aprovechadas En el 23.97% de las especies se aprovecha toda la planta o la parte aérea (198 spp.); en 19.85% los frutos (164 spp.); 18.89% las ramas, hojas y peciolos (156 spp.); 12,23% los tallos o troncos (101 spp.); 9.56% las flores (79 spp); 5.69% raíces y rizomas (47 spp.); 4.24% semillas (35 spp.); 3.75% cortezas (31 spp.); y 1.82% fluidos (aceites, látex, exudados y resinas (15 spp.) (Figura 9). En general podemos advertir una tendencia coincidente con el patrón de usos encontrado en distintos trabajos sobre flora útil, esto es, que las

principales partes aprovechadas son los frutos y la planta completa (Caballero, 1998; Caballero y Cortés, 2001). Los frutos de muchas especies de plantas no sólo se consumen como alimento (Casas et al., 1999), sino que constituyen una fuente importante de recursos medicinales (Beltrán-Rodríguez et al., 2017). También las partes aéreas o la planta completa es un recurso forestal no maderable en muchos mercados regionales de México. Por ejemplo, se han documentado alrededor de 249 especies de plantas cuyas hojas y brotes son comestibles. De éstas, alrededor de 160 especies son hierbas y al menos 90 se comercializan a nivel local y regional (Basurto, 2011) (Figura 10).

Figura 9. Partes aprovechadas de las plantas que son PFNM.

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a)

b) 18

c)

Con respecto a las especies que son aprovechadas por sus frutos, González y del Amo (2012) registran un total de 138 especies nativas para la región mesoamericana. Las familias más importantes que documentaron fueron Myrtaceae, Sapotaceae, Cactaceae y Fabaceae. Este número es muy cercano al que se obtuvo en la presente revisión, aunque habría que considerar que sólo se refieren a la región mesoamericana y descartar aquellos que sólo se usan para autoconsumo, ya que no cabrían en la definición de PFNM. Por otra parte, se advierte una tendencia de incremento en el uso de las flores como PFNM. Además de la comercialización de botones florales y flores de muchas especies como alimento (Mera et al., 2011), hay un conjunto amplio de especies ornamentales que recientemente han sido introducidas en muchos mercados a nivel regional (Arellanes et al., 2013) (Figura 11).

a)

b) Figura 11. Plantas ornamentales que recientemente han sido introducidas al cultivo en viveros. a) Echeveria laui, especie emblemática de región de la Cañada, Cuicatlán, Oaxaca, México (Foto: Ignacio Torres); b) Algunas cactáceas propagadas en viveros del Valle de Tehuacán, en primer plano Isolatocereus dumortieri, al fondo ejemplares juveniles de garambullo Myrtillocactus geometrizans.

Figura 10 (a la izquierda). Algunos ejemplos de partes aprovechadas en las plantas: a) Brotes florales de Mazitzi (Dasylirion serratifolium) comercializados en el mercado de Santa María Coyomeapan, Puebla, México (Foto: José Blancas); b) Extracción de corteza de Quina amarilla (Hintonia latiflora) en el sur de Morelos, México (Foto: Leonardo Beltrán); y c) Colecta de frutos de Bonete (Jacaratia mexicana) en el sur de Morelos, México (Foto: José Blancas).

Procedencia de las especies que constituyen los PFNM En cuanto al origen de las especies que constituyen PFNM, el 83.84% son nativas (623 spp.) y el 16.15% introducidas (120 spp.). De las nativas cabe resaltar que el 26.68% son endémicas a México (198 spp.), algunas de ellas en distintas categorías de riesgo (Figura 12). Este es el caso de

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Figura 12. Origen de las especies que constituyen PFNM.

muchas especies del género Agave spp., las cuales son aprovechadas para elaborar bebidas destiladas y cuyos productos se comercializan a escala global (Colunga et al., 2007). Las bebidas destiladas como el mezcal están viviendo un auge en los últimos años, lo cual ha llevado a una considerable disminución de sus poblaciones silvestres (Delgado-Lemus et al., 2014; Torres et al., 2015). Otras especies endémicas que se comercializan en diversos mercados de México para propósitos ornamentales son las orquídeas y bromelias (Figura

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13). Este es el caso de Catopsis compacta, Dichaea glauca, Laelia autumnalis y Encyclia michuacana. Por otra parte, la mayor cantidad de especies introducidas lo constituyen diversas especies ruderales, las cuales son recolectadas con propósitos medicinales. Por ejemplo, Aloe vera la cual puede naturalizarse en algunos ecosistemas. También es el caso de Schinus molle, árbol originario de Sudamérica, el cual se distribuye en ecosistemas semiáridos (Vibrans, 2016).

Figura 13. Especies de bromelias y orquídeas que se comercializan en algunas zonas de México. a) Tillandsia grandis en un huerto de San Luis Atolotitlán, Puebla, adquirida en el mercado de La Purísma, Tehuacán, Puebla, México (Foto: José Blancas); y b) Laelia autumnalis comercializada en el Tilzapotla, Puente de Ixtla, Morelos, México (Foto: Leonardo Beltrán).

Formas de manejo de los PFNM En cuanto a la forma de manejo el 51.86% de las especies son simplemente recolectadas del medio natural (321 spp.), 31% son cultivadas por diferentes medios (196 spp.), 8.08% son fomentadas (50 spp.), 7.27% son toleradas (45 spp.) y sólo el 1.13% son protegidas (7 spp.) (Figura 14).

Figura 14. Formas de manejo en las especies de plantas que son PFNM.

21

a)

Congruente con su condición de recurso forestal no maderable, el mayor número de especies son cosechadas de las poblaciones silvestres (tanto de la vegetación primaria como secundaria), aunque una proporción importante de ellas son manejadas en forma incipiente mediante prácticas de tolerancia y fomento. Llama la atención también la cantidad de especies que son cultivadas, ya sea en huertos, plantaciones y en otros espacios de cultivo. Esta tendencia parece ser una estrategia desarrollada para asegurar la disponibilidad espacial y temporal del recurso (Toledo et al., 2003; Casas et al., 2014) (Figura 15).

Figura 15. Algunos ejemplos de las formas de

b)

c) 22

manejo de distintos PFNM. a) Brahea nitida promovida y protegida en el matorral xerófilo de Santiago Nopala, Atexcal, Puebla, México (Foto: José Blancas); b) Plantas juveniles de Agave salmiana recolectadas y trasplantadas para construir cercos vivos en Santiago Nopala, Atexcal, Puebla, México (Foto: José Blancas); y c) Plantación de Madrecuishe (Agave karwinskii), cultivada por hijuelos en San Luis Amatlán, Oaxaca, México (Foto: Nancy Vázquez).

Categorías de uso de los PFNM Para muchas especies de plantas, de las cuales se obtienen diversos productos forestales no maderables, es importante distinguir los usos primarios de los secundarios. De esta forma se registraron 38 categorías de uso como PFNM, de las cuales las más importantes fueron: alimento 30.27% (316 spp.), medicinal 28.35% (296 spp.), ornamental 18.87% (197 spp.), forraje 3.74 (39 spp.) y combustible 3.26% (34 spp.). El resto corresponde a categorías menores como saborizante, ceremonial o para elaborar artesanías (Figura 16). A diferencia de los resultados encontrados en estudios sobre patrones de uso de la flora en México, para el caso de los No Maderables, resalta que el número de especies comestibles es mayor que el de las medicinales.

Esto puede deberse a que en los mercados locales los productos comestibles son una mayor fuente de ingresos que las plantas medicinales (Arellanes et al., 2013). Además, se advierte una tendencia al incremento de registros de la categoría ornamental como PFNM, lo cual indica que por mucho tiempo se pasó por alto esta categoría y se hacía más énfasis en las especies domesticadas. En la actualidad los estudios sobre comercio de plantas ornamentales silvestres han visibilizado esta tendencia, sobre todo en grupos de plantas muy carismáticas como las cactáceas, crasuláceas, bromelias y orquídeas (Olfield 1997, Casas y Barbera 2002).

Figura 16. Categorías de uso de los PFNM.

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Tipos de vegetación de procedencia de los PFNM En cuanto a los tipos de vegetación en los cuales se extraen los PFNM, el 31% proviene de la Bosque Tropical Caducifolio, 22% del Bosque Mesófilo de Montaña, 21% de la Bosque Tropical Perennifolio,

14% del Bosque de Pino-Encino, 9% del Matorral xerófilo, 2% del Bosque de galería y el 1% del Bosque de Abies (Figura 17).

Figura 17. Tipos de vegetación de procedencia de los PFNM.

La importancia ecológica, la distribución extensión y conservación de los diferentes tipos de vegetación del país se refleja en la diferente proporción de especies de PFNM que contienen. Sin embargo, llama la atención la gran importancia del Bosque Tropical Caducifolio como fuente de PFNM, esto quizás esté relacionado con la extensión que tiene este tipo de vegetación en nuestro país, desde Sonora hasta Chiapas (Miranda y HernándezXolocotzi 2014; Rzedowski, 2006. También puede deberse a la gran cantidad de actividades extractivas que se realizan en este tipo de vegetación, como es

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el caso de la recolección de un conjunto amplio de especies de plantas medicinales (Beltrán-Rodríguez et al., 2017). Algunos ejemplos lo constituyen: el cuachalalate (Amphipterygium adstringens), el grangen (Randia sp.), el palo brasil (Haematoxylum brasiletto), la quina amarilla (Hintonia latiflora), la ciruela (Spondias spp.), el cuatecomate (Crescentia alata), el codo de fraile (Cascabela thevetioides), cacaloxóchitl (Plumeria rubra), el copal (Bursera spp.), linaloe (Bursera linanoe), y el espadín (Agave angustifolia), entre otros (Figura 18).

a)

b)

c)

Figura 18. Algunas especies de plantas medicinales que son aprovechadas del Bosque Tropical Caducifolio: a) cuachalalate (Amphipterygium adstringens) (Foto: Leonardo Beltrán); b) cuatecomate (Crescentia alata) (Foto: José Blancas); y c) palo brasil (Haematoxylum brasiletto) (Foto: Leonardo Beltrán).

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También resalta el Bosque Mesófilo de Montaña, en donde se aprovechan algunas especies de helechos arborescentes, bromelias y orquídeas, aunque en ambos casos la extracción ha llegado a ser destructiva. Sin embargo, a pesar de ser uno de los entornos más amenazados producto de la deforestación y otras actividades como la ganadería, alberga agroecosistemas que mantienen una gran cantidad de diversidad biológica (Toledo-Aceves et al., 2011; ToledoAceves et al., 2014). Este es el caso de los cafetales, los cuales también son espacios donde se recolectan, toleran y promueven diversas especies que constituyen PFNM (Bandeira et al., 2005). Algunos ejemplos son la pimienta gorda (Pimenta dioica), tepejilote (Chamadorea tepejilote), khun (Ceratozamia totonacorum), chamaque (Heliconia bihai) y el mototetl (Eugenia capulli) (Blancas et al., 2013; Escobar, 2016, Martínez-Domínguez et al., 2017) (Figura 19).

a)

b)

c)

Figura 19. Especies del Bosque Mesófilo de Montaña que constituyen PFNM: a) recolección de pimienta gorda (Pimenta dioica) en la Sierra Norte de Puebla, México (Foto: Francisco Basurto, b) árbol de mototetl (Eugenia capulli), el cual se comercializa a escala local y regional en la Sierra Negra y Valle de Tehuacán, Puebla, México (Foto: José Blancas); y c) helecho arborescente (Cyathea sp.) en la Sierra Norte de Puebla, México, el cual se aprovecha para elaborar macetas y generar sustrato para orquídeas de uso ornamental (Foto: Francisco Basurto).

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El Bosque Tropical Perennifolio, a pesar de la dramática reducción de su superficie en los últimos 50 años (Koleff et al., 2012), provee importantes PFNM (Ibarra-Manríquez et al., 1997). Algunos ejemplos son la pita (Achmea magdalenae), el

amate (Trema micrantha), el hule (Castilla elástica), el chinene (Persea chinene), el mamey (Pouteria sapota), yoloxóchitl (Magnolia mexicana), tequelite (Peperomia peltilimba), guarumbo (Cecropia obtusifolia), entre otros (Figura 20).

b)

a)

Figura 20. Especies del Bosque Tropical Perennifolio de la Sierra Norte de Puebla, México que constituyen PFNM: a) proceso de extracción del látex del hule (Castilla elástica) (Foto: Lintzy Vaylón); b) frutos de mamey (Pouteria sapota) (Foto: Francisco Basurto); y c) frutos de yoloxóchitl (Magnolia mexicana) (Foto: Francisco Basurto).

c) 27

El Bosque de Pino-Encino, aunque menos diverso en comparación con los anteriores tipos de vegetación (Villaseñor 2016), también aporta importantes recursos que son considerados PFNM (Blancas et al., 2013). Por ejemplo, la flor de tila (Tilia spp.), cinco

llagas (Tagetes lunulata), heno (Tillandsia usneoides), el nurite (Clinopodium macrostemum), valeriana (Valeriana edulis), el capulín (Prunus serotina), mora (Rubus spp.), hierba del sapo (Eryngium spp.), entre otras (Figura 21).

b)

a) Figura 21. Algunas especies del Bosque de Pino-Encino que son aprovechados como PFNM: a) Flor de tila (Tilia spp.) puesta a secar en Coyomeapan, Puebla, después de ser recolectada. Esta será comercializada en los mercados de Tehuacán, Puebla, México (Foto: José Blancas); b) heno (Tillandsia usneoides) creciendo en los bosques de encino de Michoacán, México (Foto: Selene Rangel); y c) recolección y acopio de capulín (Prunus serotina) en la Sierra Negra, Puebla, México (Foto: José Blancas).

c) 28

Finalmente, destaca el Matorral xerófilo, debido a que se han hecho diversas investigaciones documentado los PFNM e n a l g u n a s d e l a s zo n a s áridas y semiáridas del país, específicamente el Valle de Tehuacán-Cuicatlán en los estados de Puebla y Oaxaca (Casas et al., 2008). Algunas de las especies que son PFNM y que provienen de este tipo de vegetación son las pitayas (Stenocereus spp.), las tunas (Opuntia spp.), los chendes (Polaskia chende), los chichipes (Polaskia chichipe), el garambullo (Myrtillocactus spp.), la gobernadora (Larrea tridentata), el mezquite (Prosopis laevigata), la candelilla (Euphorbia antisyphilitica) y el orégano (Lippia graveolens) (Figura 22).

a)

b) 29

c)

d)

Figura 22. Especies del matorral xerófilo que constituyen PFNM: a) (pág. 29) Vendedora de pitayas (Stenocereus spp.) y chichipes (Polaskia chichipe) en el Valle de Tehuacán, Puebla, México (Foto: José Blancas); b) (pág. 29) el mezquite (Prosopis laevigata) es un importante recurso para leña o para elaborar carbón en Wirikuta, San Luis Potosí, México (Foto: José Blancas); c) la gobernadora (Larrea tridentata) es un arbusto usado en la medicina tradicional, así como en la herbolaria. La imagen corresponde al matorral xerófilo de Wirikuta, San Luis Potosí, México (Foto: José Blancas); y d) los cabuches son los botones florales que se usan como alimento y se recolectan de un tipo de biznaga (Ferocactus pilosus) que se distribuye en el desierto chihuahuense (Foto: José Blancas).

Número de especies que constituyen PFNM por regiones geográficas En cuanto al número de especies que son PFNM por regiones geográficas de México, el centro contabiliza el 37.65%, el sur 26.52, el norte 26.13% y el occidente con 9.7%. Esto parece estar más relacionado con los grupos de trabajo que se han dedicado a la investigación de los PFNM que con la biodiversidad asociada a cada una de estas regiones.

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Por ejemplo, la región geográfica que alberga a los estados más diversos en términos biológicos (Oaxaca y Chiapas) está por debajo de los del centro, en donde la investigación etnobiológica y etnobotánica ha sido particularmente intensa, como lo ilustran los trabajos realizados en la Sierra Norte de Puebla y el Valle de Tehuacán (Martínez-Alfaro et al., 1995; Casas et al., 2008; Casas et al., 2016b). Situación similar parece guardar la investigación en los estados del norte, porque a excepción de los

trabajos realizados en la Sierra Tarahumara (Bye 1986; LaRochelle y Berkes 2002), el enfoque de los PFNM en esta región geográfica es incipiente. Grupos culturales de México que manejan PFNM Como se mencionó anteriormente, los PFNM representan un aporte económico importante para miles de personas que se dedican temporal o permanentemente a su aprovechamiento. La mayor cantidad de personas que hace uso y manejo de estos recursos habita en áreas rurales y en algunos casos pertenece a una cultura local. De esta forma la mayor cantidad de registros se encuentran entre la población que se define como mestizos (59.64%), seguida por otros grupos culturales considerados como pueblos indígenas, destaca el Tzotsil (8.61%), Teenek (6.37%), Maya (4.82%), Nahua (4.13%), Ñahñú (4.04%), Rarámuri (2.5%), entre otros (Tabla 1). La gran cantidad de registros de especies entre pueblos mestizos puede deberse a que muchas de las investigaciones sobre PFNM no consideran la auto-adscripción cultural como un criterio, o también a que en las fuentes de información consultadas no se especificó este criterio (Boege, 2008). Por otra parte, aunque los grupos culturales que se autodefinen como pueblos indígenas están representados, al menos los que son vigentes por el número de hablantes (por ejemplo, nahuas y mayas), es importante mencionar que los registros son escasos para la mayoría de los 64 pueblos indígenas con que cuenta México (Toledo et al, 2001). En el caso de los mixtecos, zapotecos, mazatecos y purépecha, es notable la falta de registros de PFNM en las fuentes consultadas. Sobre todo, porque diversas fuentes etnográficas de otros campos disciplinarios constatan la gran cantidad de especies que son utilizadas como PFNM en estos pueblos (Malinowski y de la Fuente, 2005). De ahí que, en estudios posteriores, deberá registrarse la filiación cultural de aquellas personas que aprovechan la biodiversidad en forma de PFNM.

Tabla 1. Número de especies de plantas que son aprovechadas como PFNM en los distintos grupos culturales de México.

GRUPOS CULTURALES

Nº SPP.

Mestizos

693

Tzotzil

100

Teenek

74

Mayas

56

Nahuas

48

Ñahñú

47

Rarámuri

29

Kikapú

20

Mazahua

16

Tseltal

11

Totonaco

10

Lacandón

9

Zapoteco

9

Chinanteco

8

Tseltal

8

Mayo

7

Seri

5

Purépecha

5

Guarijío

1

Ixcateco

1

Mixe

1

Mixteco

1

Zoque

1

Pápago

1

Mazateco

1

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CONCLUSIONES Y PERSPECTIVAS Este primer fascículo de los Productos Forestales No Maderables de México representa un esfuerzo de síntesis, a fin de presentar de forma analítica algunas tendencias de diferentes recursos biológicos que se comercializan a distintas escalas. Se encontró que la mayor cantidad de registros corresponde a plantas, en parte por la naturaleza misma de la definición de los No Maderables, pero también debido a la poca atención que han recibido otros grupos biológicos muy importantes como son los animales, hongos y líquenes. Por lo anterior, en la Red PFNM se deberán hacer esfuerzos notables por documentar estos grupos de organismos. Sin embargo, la presente publicación representa ante todo un diagnóstico sobre el estado del arte de los Productos Forestales No Maderables de México. También existe un sesgo focalizado a la falta de estudios sobre no maderables a partir de la región centro del país en dirección al norte, asociado a la escasez de investigaciones con grupos originarios de estas regiones. De manera que el trabajo inmediato de la Red debería, no solo centrarse en documentar el uso y comercialización de otros PFNM diferentes a las plantas, sino también explorar otras regiones geográficas del país y estrechar lazos con los grupos culturales que ahí habitan para generar información al respecto.

sostenible de los Productos Forestales No Maderables de México, mediante la investigación interdisciplinaria en colaboración con sociedades rurales organizadas. Finalmente, esta contribución permitirá delinear líneas de investigación estratégicas sobre el estudio de los PFNM, tales como: estudios ecológicos, manejo y conservación, sistemas y procesos productivos, aspectos culturales del uso y manejo, valor económico y mercados, usos actuales y potenciales, políticas públicas, gobernanza e instituciones, así como aspectos históricos del manejo. Con ello estaremos contribuyendo para hacer compatible la conservación de la diversidad biológica, así como de los medios de vida de muchas personas en el medio rural.

AGRADECIMIENTOS Los autores de este fascículo agradecemos el financiamiento del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT), a través de los Proyectos Nº 271837, 280901 y 293914 de la Red Temática Productos Forestales No Maderables: Aportes desde la Etnobiología para su Aprovechamiento Sostenible. También deseamos agradecer a las diversas comunidades indígenas y mestizas del país, quienes han compartido su conocimiento, base de la presente contribución.

El trabajo que la Red PFNM ha puesto en esta publicación, expresa un ejercicio de confianza y colaboración entre los distintos grupos de investigación para compartir información, no sólo entre académicos, sino incorporando los conocimientos locales. Si bien es cierto que las fuentes de información lo constituyen estudios etnobiológicos, existen otras aproximaciones desde otras disciplinas que deberán ser consideradas en futuros análisis. Al mismo tiempo, este ejercicio sienta las bases para promover el estudio integral y el aprovechamiento

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