Liberacion de la Personalidad

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LIBERACIÓN DE LA PERSONALIDAD

NESTOR CHAMORRO PESANTES

LIBERACIÓN DE LA PERSONALIDAD Derechos reservados de copia: 1999 por Néstor Chamorro Pesantes. E-mail: [email protected] Apartado aéreo: 6659 Consejo editorial: Ministerio Educativo Nacional Asociación Cruzada Estudiantil y Profesional de Colombia (Centro Colombiano de Teoterapia Integral) Carrera 26 No 5C-25, teléfono 5583670 (62) Cali, Colombia E-mail: [email protected] Composición y diagramación electrónica: Impresión digital: Este libro no podrás ser reproducido, en todo o en parte, por ningún medio impreso o de reproducción sin permiso escrito del editor. Impreso en Colombia Printed in Colombia A menos que se indique lo contrario, todas las citas bíblicas fueron tomadas de la Versión Reina Valera de 1960. Sociedades Bíblicas Unidas.

DEDICATORIA: A mi Papá Dios quien me enseñó a verme de una forma distinta; me enseñó lo que era ser verdadero hijo suyo. A los Misioneros de la A.C.E.P.C (Asociación Cruzada Estudiantil y Profesional de Colombia), a los coordinadores Paulinos, y a todos aquellos que estén soñando con dedicar sus vidas y talentos para ver crecer más y más la familia de Dios.

Contenido Prefacio del autor Introducción Capitulo I Cómo conocer a Dios Papá La Paternidad de Dios Removiendo las barreras Tres actitudes hacia los padres Jesús es el camino para conocer a Dios Papá Renovando el entendimiento Aplicación Teoterápica Cuestionario Teoterápico Personal Capitulo II Como Aceptarse a si Mismo como Hijo de Dios Nuestro autoconcepto Manifestaciones de la falta de autoaceptación Somos muy especiales Como aceptarse a si mismo como hijo de Dios Aplicación Teoterápica Cuestionario Teoterápico Personal Capitulo III Cómo recibir sanidad interior El alma: la dimensión sicológica El corazón: centro de la personalidad del ser humano Sanidad del corazón Sanidad interior Aplicación Teoterápica Cuestionario Teoterápico Personal Capitulo IV Cómo superar el impacto del rechazo El amor, la experiencia más benéfica y maravillosa El síndrome del rechazo El amor de Dios: antídoto para el rechazo Proceso Teoterápico en la sanidad del impacto del rechazo ¿Cómo nos ve Dios? Aplicación Teoterápica Cuestionario Teoterápico Personal

Capitulo V Como corregir la irritabilidad El encanto de una personalidad tierna y paciente ¿Cuándo aparece la irritabilidad? Reacciones incorrectas frente a las cosas que nos irritan ¿Cómo responder correctamente? Aplicación Teoterápica Cuestionario Teoterápico Personal Capitulo VI Como tener un espíritu perdonador Resultados negativos al no perdonar El ejemplo de Cristo Principios básicos para perdonar Aplicación Teoterápica Cuestionario Teoterápico Personal Capitulo VII Como tener una conciencia limpia Bendiciones de tener una conciencia limpia Consecuencias de no tener una conciencia limpia Hacia la libertad Pasos a seguir para tener una conciencia limpia Aplicación Teoterápica Cuestionario Teoterápico Personal Capítulo VIII Cómo ser libre de las ataduras El poder de una vida liberada La personalidad esclavizada Cristo nuestro libertador Proceso teoterápico para ser libre de las ataduras Pasos para reconstruir el área donde estaba la atadura Aplicación Teoterápica Cuestionario Teoterápico Personal Capítulo IX Cómo tener una vida sexual sana La sexualidad dentro del plan de Dios Algunas desviaciones sexuales La educación sexual Educando sexualmente al niño Educando sexualmente a los jóvenes La sexualidad en el matrimonio Cómo solucionar los conflictos sexuales Aplicación Teoterápica

Cuestionario Teoterápico Personal Capítulo X Cómo cultivar una vida familiar de éxito La bendición de una familia La crisis familiar La restauración familiar El rol del esposo El rol de la esposa El rol de los padres Las células de desarrollo familiar (CDF) Aplicación Teoterápica Cuestionario Teoterápico Personal

PREFACIO DEL AUTOR Como resultado de un desayuno que tuve una mañana cerca de la ciudad de Medellín, fue que me di cuenta de la importancia de tener clara la paternidad de Dios. Al estar sentado con un grupo de misioneros en un restaurante cerca de las montañas, comencé a explicarles una verdad que vengo predicando hace muchos años: la importancia de tener una comunión constante con Dios, una comunión no con el Dios que se encuentra ocupado de las cosas celestiales, sino con el Dios Padre que esta interesado en nuestras vidas. Curiosamente le estaba hablando a personas que llevan cinco, diez, o aún más años de vida cristiana, pero que a pesar del tiempo que llevaban caminando con Jesucristo, necesitaban entender lo que les compartía. En el libro de los Salmos, el capítulo 5, versículos del 1 al 3, hay una actitud que nunca puede faltar en todo cristiano y es el buscar a Dios cada mañana. Este buscar a Dios debería ser más que una obligación, una actitud normal de todo hijo que sabe que lo más importante en su diario vivir, es ponerse de acuerdo con su Padre, desde muy temprano. Además, a estos que estaban desayunando conmigo, les explicaba que si somos parte de una familia celestial, deberíamos buscar estar con el Padre y así recibir cada día su gran bendición. Les di el ejemplo de Jesucristo. El gran secreto de su éxito fue que Él disfrutaba de la compañía de su Padre. Según Juan 17:1a, Jesucristo siempre tenía su mirada dirigida hacia los cielos; buscaba a su Padre para ser ‘uno’ con Él. Esta unidad que Jesucristo buscaba en el Padre, lo llevaba a experimentar descanso, aliento, y nuevas fuerzas. En Juan 17 encontramos el proceso que todo cristiano que se identifica con Jesucristo debe seguir. Este proceso consiste en identificarse con la unidad del Padre y el Hijo (v. 11) y luego disfrutar de esta unidad: ser ‘uno’ en el Padre y el Hijo (vv. 20-21.) Una cosa es ser ‘uno’ como el Padre y el Hijo, y otra cosa es ser ‘uno’ en el Padre y el Hijo, es de esta manera que compartimos su naturaleza divina. La conclusión es muy evidente: lo más importante es estar como y en el Padre y el Hijo. Muchos de los que me escuchaban en aquella oportunidad sabían imitar el como, mas no el en, y por eso siempre necesitaremos que se nos recuerde la importancia de ver a Dios como Papá. Aquellos que están en Dios Padre e Hijo, son aquellos que se

levantan por encima de su naturaleza humana y pueden vivir la naturaleza divina, disfrutando a plenitud del amor de Dios (Juan 17:23.) En esto consiste la Liberación de la Personalidad, en dejar que a través de la verdadera identificación de Dios como mi Padre pueda entender lo que es ser verdadero hijo suyo, pueda vivir en Él, y así disfrutar del tratamiento integral que Él puede dar a todo nuestro ser.

INTRODUCCIÓN Una actitud muy común en la vida de muchas personas es el buscar éxitos exteriores sin antes lograr la conquista interior de su ser. Cuando se alcanzan grandes éxitos, sin antes definir claramente al ser humano, no se podrá llegar hacia la plenitud del individuo. Es decir, una persona no podrá alcanzar metas grandes y sentirse satisfecha con ellas, si antes no tiene claro su Paternidad celestial. Es cierto que en el mundo hay hombres y mujeres de éxito; personas con logros, títulos, bienes materiales, y muchas otras cosas; pero también es cierto que este mundo esta lleno de personas ‘pobres’ que solo tienen logros materiales de los cuales ni siquiera disfrutan. Esto ocurre porque su personalidad esta en conflicto, no disfrutan plenamente de su vida y sus logros, luchan con recuerdos que los deprimen, y arrastran huellas de rechazo desde su niñez. Los ‘pobres’ de nuestro tiempo no son aquellos que carecen de dinero, sino aquellos que carecen del conocimiento de Dios como su verdadero Padre. Solo cuando una persona se da cuenta que Dios Padre le ama y quiere darle una vida abundante, podrá entonces disfrutar de cualquier bendición y logro que obtenga. Solamente en este orden el ser humano podrá disfrutar plenamente de la vida y sus logros. El correcto desarrollo de la personalidad se inicia entonces con aclarar la posición del ser humano ante Dios “levantando los ojos al cielo” (Juan 17:1a), y así dejar que Dios con su ternura le transforme desde el interior hacia fuera. Fruto de éste encuentro con el Verdadero Padre, el ser humano es restaurado y es respuesta a su entorno familiar y social.

CAPÍTULO 1

CÓMO CONOCER A DIOS PAPÁ

De todas las enseñanzas que Dios me ha dado en mis casi cuarenta años de vida cristiana, hay una en particular que cambió mi vida definitivamente. Esta enseñanza fue el descubrir a Dios como mi verdadero Padre. El ser hijo de Dios es el regalo que Dios nos ha concedido en su Hijo Jesucristo, como está escrito “Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios...” (Juan 1:12) Yo entendí en la Biblia que nuestra vida tiene su origen en la eternidad, cuando Dios tuvo en su mente nuestra imagen. Conocer a Dios como Padre es el comienzo de nuestra vida en el amor, es encontrar el principio de salud integral. En los brazos de Dios Papá encontramos aceptación, seguridad y amor; fundamentos del éxito, al que todos hemos sido llamados. La Paternidad de Dios Alguna vez se han preguntado, ¿Por qué le llamamos a Dios papá?. Dios no nos ha dejado dudas en cuanto a lo que supone su paternidad, y el privilegio más grande, y una de las mayores necesidades para el cristiano, es conocer a Dios como Papá. Cuando conocemos y descubrimos en Dios un Padre amoroso, misericordioso y fiel, tenemos la libertad de acercarnos sin ningún temor, con la invariable seguridad de que Él se ocupará de nosotros como Verdadero Papá. Este conocimiento nos llevará a tributarle perfecta adoración y a rendir ante Él nuestra vida para que se cumplan sus propósitos. Dentro de lo que Dios me ha mostrado sobre su paternidad, comprendí que soy amado y elegido por Él para cosas grandes, para cosas mayores y de mucha bendición. ¿por qué nos cuesta tanto entender y disfrutar el amor de Dios Papá?. Quizá porque hemos estado acostumbrados a la incredulidad y la dureza; en interminable cadena hemos fallado y también nos han fallado. La verdad no es el común denominador del mundo que nos rodea; el amor aparece envuelto en la superficialidad y la mentira. Es por eso, que por amor se hiere, y por amor se frustran los más grandes propósitos. Cuando viene Papá Dios con su gran dádiva, con su gran ofrecimiento, nos turbamos pensando, ¿Cómo puede ser que alguien me ame de esta manera? Vienen a nuestra mente los recuerdos del amor humano, duelen las heridas, y empieza una lucha interna, para creer y aceptar el amor de Papá Dios, que desesperadamente estamos necesitando. No

creemos merecer tanto amor; es un banquete ostentoso para quien se acostumbró a recibir migajas. Lo más increíble, es que el amor de Dios permanece, sigue amando a pesar de la dureza, o de la esterilidad del terreno de nuestro corazón. El sobrenatural, el inconfundible y eterno amor de Dios, es lo único con peso suficiente para el desarrollo de la confianza y la fe. (Isaías 43:1-4, Jeremías 31:3) Este amor y escogencia están inseparablemente ligados. Somos especiales porque somos elegidos. La Trinidad entera, Padre, Hijo y Espíritu Santo, están involucrados en amar y cuidar a cada uno de los que le abren la puerta a su amor. Muchas veces luchamos incesantemente por el reconocimiento y aprobación de las personas, cuando desde la eternidad ya hemos sido amados y escogidos. No fue al azar, no fue casual, fue la ejecución de un plan establecido. Comprender esto trae seguridad y confianza. "Elegidos según la presciencia de Dios Padre en santificación del Espíritu, para obedecer y ser rociados con la sangre de Jesucristo: gracia y paz os sean multiplicadas" (I Pedro 1:2) Descubrir y aceptar que Dios nos ha elegido para ser santos nos llevará a una vida de genuina obediencia y a experimentar el perdón de Dios a través de su Hijo Jesucristo. Nuestras vidas estaban contaminadas y sufrimos las consecuencias del pecado. Una vez que conocemos el amor y celo de Dios Papá, nuestros afectos se apartan cada vez más para Él, ya no hay conformismo con el pecado, ni con el mundo. Los hijos de Dios hemos sido elegidos para la felicidad permanente, para ejecutar el bien, en contraposición a la anarquía y caos del mundo. El sello que identifica al hijo es la obediencia, que debe estar motivada en el amor y la seguridad que el Padre Celestial nos inspira. Es precisamente esta obediencia la que nos lleva a experimentar el perdón a través de su sangre que constantemente nos limpia. La sangre de Cristo es el arma jurídica que nos protege del mal y trae liberación y sanidad a nuestra vida. Removiendo las barreras

Para experimentar el pleno amor de Dios como padre, hay que dejar a un lado muchas cosas del pasado, hay que remover las barreras que nos impiden vivir como verdaderos hijos suyos. Cuando Dios creó al hombre le dio la oportunidad de ser padre, como una de sus funciones (Génesis 1:27-28.) A causa del pecado, el hombre perdió el patrón (modelo) perfecto de lo que es un padre. En la Biblia encontramos que la paternidad va ligada con la herencia espiritual, esto implica que los padres sean conscientes o no, afectan y marcan la vida espiritual de sus hijos, pues desde la más tierna edad asociamos la imagen de Dios con la imagen que tenemos de nuestros padres. Las situaciones dolorosas vividas en nuestros primeros años con nuestros padres nos condicionan negativamente hacia Dios como Padre, porque inconscientemente proyectamos nuestros resentimientos y decepciones hacia Él. Por eso, es necesario comprender que si bien es cierto que asociamos a Dios con la imagen paterna que hayamos tenido, Jesús estableció claramente la diferencia entre los padres físicos y el Padre Celestial (Lucas 11:11-13.) Permítame darle algunos ejemplos de padres humanos y sus errores más comunes: empecemos citando al padre ausente: El hijo crece con un vacío que siempre tratará de llenar, y siempre luchará con un callado resentimiento. Otro caso es el del padre ocupado, son tantas sus ocupaciones que sin darse cuenta dejan pasar el tiempo y no disfrutan esos preciosos momentos en familia; el hijo crece con esa sensación de vació que buscará llenar de cualquier forma. Los hijos interpretan la ocupación de sus padres como desinterés y desamor, crecen con un sentimiento de menosprecio y les cuesta aprender a valorarse y sentirse importantes. El padre exigente, en cambio levanta hijos inseguros y tímidos, que se vuelven perfeccionistas tratando de lograr aceptación. A esta lista también podemos añadir la del padre castigador, en este caso los castigos dejan cicatrices en la psiquis que difícilmente se borran. Los hijos crecen con un callado resentimiento que se prolongará por muchos años. En otros casos el padre es incumplido: por su inmadurez emocional, muchos padres se apresuran a prometer a sus hijos, cosas que nunca les cumplan y ellos crecen con el sabor de la decepción y el desengaño. Y por último citamos al padre Débil: este caso se presenta cuando los roles se invierten y ante el carácter débil del varón, la esposa asume la autoridad. Esta situación en la que prima la figura materna, trae confusión y decepción a los hijos de ambos sexos.

Todas estas situaciones nos condicionan negativamente. Estas barreras emocionales y raíces de amargura que yacen en nuestra alma, obran como cadenas que nos aprisionan en fríos lagos de incredulidad paralizando nuestra capacidad para recibir y dar amor. Nos llenamos de temores e inseguridades, que nos empujan a aferrarnos a muchos "ídolos" y falsas creencias, que no pueden de ninguna manera satisfacer nuestra necesidad de amor y aceptación total. Un caso que nos ilustra aun más el punto que estamos tratando es la vida del escritor norteamericano Ernest Hemingway. Cuando el escritor era niño su madre lo vestía como una niña. Su padre aunque era afectuoso, era un figura endeble y era la madre quien manejaba los asuntos de la casa. Finalmente su padre se suicidó. Estas situaciones llevaron a Hemingway a buscar reafirmar su virilidad en cuanta situación riesgosa se presentaba. En su vida íntima se rodeaba de mujeres a quienes trataba duramente, quizá revertiendo el resentimiento que albergaba por su madre, a quien culpaba de opacar a su padre y a quien vio extinguirse hasta el suicidio. En su vida se propuso redimir la de su padre, pero al igual que éste, terminó suicidándose sin poder desprenderse de los fantasmas de su niñez. Tres actitudes hacia los padres Ya vimos como un padre puede afectar a su hijo. Ahora quisiera hablarles de tres formas en que un hijo(a) puede tratar a sus padres. El hijo(a) puede no honrar, deshonrar y honrar. De estas tres, la última es la mejor opción. Déjenme ampliarles un poco más estos conceptos. La actitud de No honrar, implica indiferencia, y no darles el lugar que les corresponde como padre, esto es invalidar la palabra de Dios y aleja la bendición "Porque Moisés dijo: Honra a tu padre y a tu madre; y: El que maldiga al padre o a la madre, muera irremisiblemente. Pero vosotros decís: Basta que diga un hombre al padre o a la madre: Es Corbán (que quiere decir, mi ofrenda a Dios) todo aquello con que pudiera ayudarte, y no lo dejáis hacer más por us padre o por su madre, invalidando la palabra de Dios con vuestra tradición que habéis trasmitido". (Marcos 7:10-13.) Veamos un ejemplo para mayor comprensión del asunto. Cuando ustedes invitan a sus mejores amigos al restaurante más costoso y a sus padres a cualquier lugar insignificante, está dejando de honrarlos; esta poniendo por encima de ellos a sus amigos. Algunos argumentan que los padres se sentirían mal en un gran restaurante o con algún

regalo costoso, pero estas son sólo excusas. ¿Qué padres no se sentirían complacidos por la atención de sus hijos? La otra actitud es Deshonrar, esta se da cuando se les manifiesta odio, abierto resentimiento, y se lleva un estilo de vida y de conducta que les averguenza. La Biblia dice que ésta actitud acarrea maldición (Proverbios 20:20.) Por último está la actitud que la Biblia nos manada a cultivar: Honrar. Honrar a nuestros padres es amarlos, obedecerlos, respetarlos, y servirles. Al que honra a su padre y su madre, todo le sale bien y vivirá por largos años (Efesios 6:2-3.) Jesús es el camino para conocer a Dios Papá Jesús es el camino para conocer al Padre y nadie puede conocer al Padre sino aquel a quien Jesús se lo revela (Juan 14:6.) Nuestra identificación total con Jesús nos llevará a disfrutar de la Paternidad de Dios. Es nuestra unión con Cristo lo que nos permite identificarnos como hijos de Dios. En Jesús también encontramos el mejor modelo de hijo que haya existido en la humanidad. (Efesios 4:13.) Esto significa, que cuando recibimos a Jesucristo, se abre la puerta para conocer el amor de Dios Papá, aquel que nos formó con sus manos, que nos conoce íntimamente, que siempre ha cuidado de nosotros, aunque no le conocíamos. Es sobre la base de esta verdad que hoy podemos entregar nuestra confusión, y nuestra debilidad en sus manos, para que Él moldee nuestras vidas según sus planes y sus propósitos. La prueba más grande de nuestra identificación con el Señor Jesús, es compartir no sólo su relación con el Padre, sino también el amor con el cual es amado por el Padre (Juan 17:23.) Así como la ausencia de amor en la niñez nos pudo haber convertido en ‘paralíticos emocionales’, la gran donación del amor de Dios, debe inyectarnos vida, no solo para saciarnos, sino para volvernos "fuente" que brote también hacia otros. Renovando el entendimiento Si anhela ver su vida transformada por el amor de Dios Papá, entonces le recomiendo de nuevo que permita que Dios sane todas las heridas que pudo haber tenido en el pasado, para que de esta manera se restaure la relación que tiene con sus padres terrenales. Somos hoy, un resultado del ayer; somos una resultante de experiencias acumuladas en el correr de los años. Seamos conscientes o no, tenemos ya un concepto de "papá" en nuestra mente, por eso cuando nos hablan de Papá Dios, inmediatamente hacemos una asociación inconsciente. Si por ejemplo hemos tenido un padre dominante y hostil, asimilaremos

constantemente el concepto de Papá Dios bajo este patrón, y se verá reflejado en nuestra relación con Él. Al orar le veremos distante, inalcanzable, estricto, castigador, etc. De pronto ustedes no lo sabían, pero nuestro primer encuentro con el amor, lo tenemos en la cuna; donde también podemos tener nuestra primera y gran frustración. Una paternidad sana debe proveer seguridad, ser ejemplo, ser plataforma de lanzamiento en la vida. Recuerden de nuevo que, cuando el padre está ausente, es cruel, borracho, o pusilánime, genera un gran conflicto y frustración en el alma ante el sonido de la palabra "papá", y la persona se acostumbra a vivir con una herida abierta, lo cual le conduce a herir igualmente, convirtiéndose en un ‘paralítico emocional’. Una paternidad mal concebida, genera resentimientos, odios, y acusaciones; el hijo levanta el dedo acusador hacia el padre, y lo peor inconscientemente levanta este mismo dedo acusador a Papá Dios, proyectando hacia Él el mismo callado dolor, la misma callada tolerancia, el mismo sentimiento de frustración. Pero, el amor de Papá Dios es diferente, su amor libera, es salud que opera desde nuestro espíritu, trayendo seguridad y liberación (I Corintios 13:4-8.) Descubrir el amor de Papá Dios, debe llevarnos a perdonar a nuestros padres en todo aquello en que se equivocaron con nosotros. La acusación a nuestros padres se debe convertir en honra. ¿Cómo acusar a nuestros padres, si ellos también fueron heridos? ¿Cómo no amar a quienes a pesar de su incapacidad quisieron para nosotros lo mejor? ¿Cómo no dar honra a aquellos que bien o mal, entregaron lo mejor de sí mismos? Nuestros padres también necesitan encontrar el amor de Papá Dios a través de nosotros, que ya lo conocemos. A esta altura, el mejor desafío que le puedo hacer a usted como hijo de Dios es que perdone a sus padres en todo lo que ellos se equivocaron. Muchos de nosotros tampoco dimos en el blanco como hijos, y necesitamos pedir perdón por nuestro corazón desagradecido, por la poca o ninguna honra que hemos dado, por la acusación inmisericorde; el perdón genuino generará sanidad tanto a nuestras vidas como a la vida de nuestros padres. (Mateo 18:18-19) Cuando esta gran barrera sea quitada, y el historial de pecado sea roto, empezará una “Terapia llamada Papá Dios”. Empezará el libre fluir de la salud sobre nuestro ser total, podremos obrar con libertad y Papá Dios será la sincera expresión de una gran realidad. Después de perdonar a nuestros padres, necesitamos comenzar a honrarlos. Honrar es sentirse orgulloso de una persona, es tener en

estima y tener por digno a alguien, es respetar y venerar. Todo esto es lo que Dios espera de nosotros hacia nuestros padres (Efesios 6:1-2.) Lo que sucede horizontalmente con nuestros padres terrenales en la tierra, altera y afecta nuestra relación personal con el Padre Eterno. El resultado de la intimidad con Papá Dios, es una profunda sanidad en la relación con el papá-autoridad en el hogar. Recuerdo un testimonio muy especial que ilustra la sanidad de Dios respecto a nuestros padres. Este hombre a quien llamaremos Carlos, era un ingeniero civil, quien nació en un hogar convulsionado e inestable. Era el quinto de seis hermanos. Su padre los abandonó, y fue prácticamente su madre la que siempre estuvo a a su lado. Carlos creció como un joven resentido, hostil e inquieto, siempre buscaba la aceptación y el reconocimiento de todas las personas que le rodeaban, especialmente entre las personas adultas. A través del ministerio de la Cruzada Estudiantil y Profesional de Colombia, Carlos, recibió a Jesucristo como su Señor y Salvador y se involucró en un programa de crecimiento espiritual. Sin embargo al relacionarse con Dios experimentaba una inmensa barrera, fruto de la mala imagen que tenía de su padre terrenal. Cuando su líder personal le compartió acerca de la terapia de Dios Papá, más por obediencia que por convencimiento, buscó a su padre. Después de una búsqueda insistente lo encontró. Sobreponiéndose a sus sentimientos le pidió perdón por no haberle honrado, por haberle juzgado y señalado y por la amargura que había guardado en su corazón. Desde ese momento su relación con Dios Papá cambio, como nunca pudo experimentar el amor y cuidado de Dios; experimentó cómo del cielo se desataron bendiciones sobre su vida, que antes no había conocido. Al sanar la relación terrenal con su padre, hubo libertad en la relación con su Padre Celestial. Aplicación Teoterápica Si el amor de Dios Papá es eterno, y si desde antes de fundar el mundo ya tenía nuestro nombre en su memoria, (Él actuó soberanamente en el momento de nuestra concepción; sus dedos nos diseñaron, y en el momento de nuestro nacimiento estuvo presente - Salmo 22:9-10), entonces, necesitamos conocer y experimentar personalmente este amor, pues solo este amor nos puede capacitar para amar a otros. Podremos amar a nuestros padres, independiente de sus errores, sin acusarlos por lo que ellos hicieron; pues todo esto fue producto de sus propias necesidades y conflictos sin resolver.

Cuando restauramos nuestra relación con los padres terrenales, por proyección se sana y fortalece nuestra relación con Dios. También aprendemos a tratarle íntimamente como el tierno Padre que es, que siempre ha querido manifestarse, pero que por nuestras rebeldías y heridas nos era desconocido. Así mismo una vez restaurados, Dios nos capacita para ser padres y llevar bendición a muchas gentes. En este momento le quiero invitar a que me acompañe en una oración teoterápica, exponiendo ante Dios su necesidad como hijo: “Padre Celestial a ti me acerco en este día con un anhelo profundo por conocerte y experimentarte como mi Verdadero Papá. Gracias Padre, porque tu pensaste en mi antes de fundar el mundo, tu me formaste en el vientre de mi madre, gracias por que mi embrión vieron tus ojos; ahora reconozco que siempre estuviste conmigo, aunque yo no te conocía. Inúndame de tu amor de Padre, quiero aprender a ser ’hijo’ contigo; llena todo vacío de amor con el que pude haber crecido; sana toda herida que puede recibir de mis padres. Hoy en tu nombre tomo la decisión de perdonarles por sus equivocaciones y sus errores. Gracias por los padres que me diste, porque son los que yo necesitaba. Toma mi vida Padre y guíame por el camino que Tu has preparado para mí. Cumple en mí el propósito para el cual me formaste. Amén.” Cuestionario Teoterápico Personal Para finalizar, quisiera que ustedes se pregunten y contesten lo siguiente: 1.

¿De qué manera la experiencia con nuestros padres terrenales afecta nuestra imagen de Dios y nuestra relación con Él?

2.

Según Mateo 18:18-19 ¿Dónde y cómo se inicia el proceso para experimentar la Teoterapia de Dios Papá?

3.

Lea Lucas 15:11-24 y diga, qué aprende de Dios como Padre en ésta parábola.

CAPITULO II DIOS

CÓMO ACEPTARSE A SÍ MISMO COMO HIJO DE

Como resultado de aceptar a Dios como Papá y como resultado de restaurar nuestra relación con nuestro padre terrenal, comenzamos a dar los primeros pasos hacia una vida llena de abundancia. Parte de esta vida abundante incluye el verse como Dios nos ve, es decir como su verdadero hijo. En la vida de todo hijo de Dios ha sido colocada una huella, una marca de bendición. Esta huella nos ha dado características propias y singulares que han sido diseñadas para que nuestras vidas transcurran en los caminos más altos. Hay además un palpitante sello de libertad que hace que nos rebelemos contra toda forma de esclavitud, pues fuimos diseñados para la libertad (Juan 8:32.) Cuando recibimos a Cristo, su Espíritu viene a morar en nuestra vida, y al entrar en ella, empieza un proceso de gran restauración. Esto es necesario pues los años vividos en la ceguera espiritual han dejado en el alma heridas que sangran. Estas profundas y dolorosas huellas del pecado, son las que han desfigurado la imagen de Dios en cada uno de nosotros. Nuestro auto concepto Todo el mundo tiene una imagen de sí mismo, buena o mala, pero cualquiera que sea esa imagen afectará su comportamiento, actitudes, productividad, y en última instancia, su éxito en la vida. Dos expresiones populares en el campo de la sicología sobre la auto-imagen ilustran esta tesis fundamental: “Somos lo que creemos ser” y “Lo que los demás piensan de mí, no es tan importante como lo que yo pienso de mí mismo”. Yo he creído siempre que, lo que creamos ser, en eso nos convertimos. Los pensamientos engendran sentimientos, y los sentimientos engendran acciones; por consiguiente, los pensamientos que nacen de nuestra auto-imagen afectan nuestras acciones, negativa o positivamente. El que tiene una imagen de confianza en sí mismo, rendirá al máximo de su capacidad; no así el inseguro, que carece de esa confianza. Esto explica porque algunos talentosos fracasan y triunfan algunos mediocres. Quiero citar un texto de un gran siervo de Dios y a quien personalmente conozco, el Dr. Tim LaHaye, “Dos de las mujeres más hermosas a quienes aconsejé, sufrían una grave crisis depresiva. Al mirar sus hermosos rostros, que tantas mujeres envidiarían, recordé que el aspecto exterior solamente no es lo que más importa, sino el aspecto que creamos tener. Ninguna de esas mujeres hermosas se consideraba atractiva. ¿Que importancia tenía entonces que lo fueran?”

Del anterior ejemplo aprendemos que, un auto concepto saludable es fundamental para tener bienestar emocional, para sentirnos cómodos con nosotros mismos y disfrutar de una paz interior duradera. Cuando se desarrolla un sano concepto de sí mismo, la persona lleva una vida útil y productiva, piensa con claridad para lograr mejor rendimiento y se concentra en metas definidas con la motivación suficiente para lograrlas. Cuando se tiene una auto imagen adecuada se enfrentan los problemas de la vida y hay dedicación para resolverlos. La persona no tiene que dividir sus esfuerzos entre atender sus ansiedades interiores, y enfrentar la circunstancia del momento. Podrá gozar los logros obtenidos sin presumir de ello; se desenvuelve competentemente en la vida porque sabe que ya ‘es’, no está tratando siempre de ‘llegar a ser’. Desafortunadamente hay muchos que no están en capacidad de aceptarse a si mismos. Especialmente en cuatro áreas que fundamentalmente no se pueden cambiar, y en las cuales la mayoría de la gente se rechaza: Nuestro aspecto o apariencia externa; nuestras capacidades, habilidades o talentos naturales; nuestro linaje, herencia o ancestro; y nuestra herencia social, ubicación social o medio ambiente. Ampliaré un poco más estas cuatro áreas inmodificables del ser. Hablemos de la primera área: la apariencia externa: Prácticamente todo el mundo está inconforme con su aspecto. El problema está en que nos comparamos muchas veces con artistas que son muy hermosos, bien atractivos y con mucho talento; al compararnos con ellos, nos damos cuenta que no somos tan atractivos, y naturalmente es muy fácil sentirse inferior a ellos. Hay dos versículos en al Biblia que nos ayudarán para entender esto de la apariencia externa El Salmo 139:15-16, nos dice que Dios nos ha hecho talentosamente: "No fue encubierto de ti mi cuerpo, bien que en oculto fui formado, y entretejido en lo más profundo de la tierra. Mi embrión vieron tus ojos, y en tu libro estaban escritas todas aquellas cosas que fueron luego formadas, sin faltar una de ellas". Este hermoso pasaje nos muestra cómo Dios Papá como perfecto Diseñador estuvo presente en el momento de nuestra concepción y atendió cada aspecto de nuestro cuerpo. En Isaías 45:9-10, Dios está representado como un "alfarero: que tiene el derecho a conformarnos como Él quiere, como vasos de barro en sus diestras manos. Podemos concluir entonces que somos la creación perfecta que Dios quiso que fuéramos.

La segunda área inmodificable de nuestra vida son las habilidades y talentos. En nuestra sociedad estamos rodeados de personas que siempre han sobresalido. Por lo tanto es fácil llegar a sentirse inferior. Esta evaluación que hacemos de nosotros mismos al compararnos con ellos es muy injusta, pues miramos lo mejor de los otros y lo comparamos con lo peor nuestro, y la resultante es un complejo de inferioridad. Hay muchas personas que no son excelentes jugadores de football, pero hacen de excelentes maestros, padres, y esposos. La tercera área hace referencia al linaje, o herencia ancestral, los que se averguenzan de sus padres, tendrán un serio problema de auto aprobación. Nada destruye tanto como la amargura, particularmente cuando va dirigida a los padres. Por lo tanto, debemos confesar estas actitudes erradas. La cuarta área es nuestra herencia social. La corriente del Determinismo enseña que el ambiente determina quienes somos. Si decidimos aceptar esta filosofía, nos llevará a pensar que si venimos de un nivel inferior, nunca podremos salir de allí, o que si nuestros padres hicieron mal, nosotros también tenemos que ser como ellos fueron. Parcialmente esto es cierto, Éxodo 20:5 dice que el pecado de nuestros padres puede llegar a repercutir hasta la tercera y cuarta generación, pero esto no lo podemos usar como una excusa, pues la Biblia también dice que un hijo puede ser correcto, aunque sus padres sean corruptos y que cada persona lleva la responsabilidad de su propio pecado (Ezequiel 18:1920.) Un ejemplo es Moisés, quien se levantó en un ambiente no temeroso de Dios, sin embargo Dios usó esa circunstancia de acuerdo a sus propósitos. Moisés prefirió sufrir con el pueblo de Dios, que gozar de los placeres de Egipto (Hebreos 11:24-25.) Manifestaciones de la falta de autoaceptación Una mala imagen de nosotros mismos por lo general nos lleva al pecado de la auto compasión, que es un túnel que desemboca en la depresión. Veamos, algunos problemas que son el resultado de tener una mala imagen de sí mismo: Una primera evidencia de falta de aceptación es una preocupación obsesiva por la apariencia externa. Mucha gente gasta tiempo tratando de ponerse el vestido adecuado, pues piensan que de todas maneras se van a ver un poco mal. Es muy común sobre todo en las damas verlas con frecuencia frente al espejo, desperdiciando un tiempo que podría ser empleado en otras actividades. A otras personas les cuesta valorarse en la justa medida o amarse a sí mismas, desarrollan

incredulidad con respecto al elogio que puedan recibir de otros. Son incapaces de enfrentar responsabilidades o desafíos en la vida. Otra manifestación de la falta de autoaceptación es la insensibilidad frente a las necesidades de otros en el ámbito matrimonial, familiar y social. Si no amamos a otros, estamos limitando nuestra efectividad como cristianos (Mateo 19:19.) Están también los que son perfeccionistas. Muchas veces las personas que no se aceptan a sí mismas se enfocan en perfeccionarse en áreas de su vida que no valen mucho para Dios. Como no se aceptan a sí mismas tratan de hacer las cosas perfectas, a fin de que los demás les puedan aceptar. La falta de auto aceptación también puede afectar nuestra confianza en Dios. Si no entendemos el propósito de Dios, creemos que Dios se ha equivocado con nosotros en una determinada área, ¿Cómo podré confiar en Él para otras áreas? Otro error en el que caen muchos es el compararse con los demás. Si decimos, “yo quisiera ser como fulanito de tal,” no nos estamos aceptando desde el punto de vista de Dios, ni desde la perspectiva que Dios tiene para nosotros. Finalmente, cuando una persona no acepta la autoridad de las demás personas, tampoco puede aceptar la autoridad de Dios. La meditación del corazón sería algo así: “Dios quien es la máxima autoridad me privó de ‘mis derechos’. Esto no es justo. Me resiento contra Él porque me debe mucho; otras autoridades también me restringen de la misma forma y por eso no me gusta aceptar la autoridad de los demás.” En este momento viene a mi memoria el caso de Adriana, una joven de 17 años quien participa de nuestro ministerio universitario. Todo el tiempo Adriana se consideró una mujer fea, aunque los que la conocen le expresan lo atractiva que es. Esta falta de aceptación la llevó incluso a pensar y planear su suicidio. Sumado a esto, rechazaba su apellido y a la familia de su padre, y consideraba vergonzoso ser parte de una familia caracterizada por el alcohol y una vida desordenada. En la medida en que Adriana conoció el amor de Dios Papá y descubrió que era Él quien la había hecho y había tenido cuidado de todos los aspectos de su vida incluyendo a su familia, aprendió a mirarse con nuevos ojos. Superó su depresión, aprendió a aceptarse, logró perdonar y hoy con una vida transformada comparte a otros acerca del amor que la restauró. Somos muy especiales Dios tenía una idea de cómo íbamos a ser, aún antes de haber nacido. Dios sabía lo que estaba haciendo cuando nos hizo, y lo hizo bien (Salmo 139:15-16, Isaías 45:9-10.) Pero, Dios todavía no nos ha formado

totalmente. Él no ha concluido su obra en nosotros, continúa todavía con su proceso de perfeccionamiento. Es injusto juzgar a un artista cuando todavía va en la mitad de la obra, Dios todavía continua realizando el plan que Él tiene para nuestra vida en particular. (Filipenses 1:6, Efesios 2:10.) En este punto es válido aclarar que el plan que Dios tiene para la vida de una persona no es el mismo que tiene para otra, por lo tanto no debemos compararnos con otras personas. Recordemos que Dios ha equipado a otros en áreas en las cuales no me ha equipado a mí, pues son dos planes diferentes. (II Corintios 10:12) En este proceso, Dios puede sacrificar la belleza externa, para desarrollar cualidades internas, porque son más importantes para Él. También, Dios puede permitir ciertas debilidades, con el propósito de manifestar su poder a través de ellas. Un ejemplo es el caso de personas que siendo ignorantes, fueron muy usados por Dios, y suplieron sus faltantes en Dios. 'Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo. Por lo cual, por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte:"; (II Corintios 12:9-10)

Finalmente, entendamos que Dios quiere usarnos, y por eso debemos aceptar que Él no va a colocar premeditadamente cosas en nuestras vidas que entorpezcan su plan con cada uno de nosotros. Cómo aceptarse a sí mismo como hijo de Dios Para aprender a aceptarnos a nosotros mismos necesitamos vernos y valorarnos desde el punto de vista de Dios y de lo que Él mismo nos ha declarado en su Palabra con respecto a lo que somos para Él en Cristo. (Colosenses 2:10.) En la medida que le demos más crédito a los pensamientos de Dios (Su Revelación) que a los nuestros con respecto de nosotros mismos y de todo aquello que nos rodea, podremos superar cualquier distorsión de nuestra auto imagen, ocasionada por nuestra naturaleza pecaminosa o

el trauma ocasionado por no haber construido una actitud apropiada frente a situaciones que nos sucedieron. "Dios pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que está entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de si con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno" (Romanos 12:3) Como dije anteriormente, Dios no tiene un mismo modelo para cada uno de nosotros en el aspecto físico, pero si tiene el mismo para nuestro aspecto interior: El carácter de Cristo. Dios quiere conformarnos a la imagen de Cristo y quiere desarrollar en nosotros el fruto del Espíritu Santo. Nuestro problema es que siempre miramos la parte externa, pero Dios mira el corazón (l Samuel 16:7.) No son las habilidades naturales, las que dan la felicidad, sino la forma como la imagen de Cristo llegue a desarrollarse en nosotros (Mateo 5 “Las Bienaventuranzas”.) De acuerdo a esto nuestra felicidad depende de nuestras actitudes y cualidades interiores. Viviremos inseguros si dependemos de lo externo, pues de un momento a otro puede suceder algo grave, como un accidente, y perder nuestro atractivo externo, y ese sería el final de nuestra felicidad. Aplicación Teoterápica Le invito a que medite respecto a lo estudiado. Si descubre algunas áreas de su vida en las que necesitan autoaceptarse, confiese a Dios la amargura que siente por no ser lo que quisiera ser. (I Juan l:9) Ore como el apóstol Pablo, si Dios no quita el aguijón, es porque éste juega un papel muy importante en el plan de Él para su vida. Alabe a Dios por sus debilidades, reconozca que todo contribuye a su propio bien. (Romanos 8:28) Puede ser que no podamos comprender por qué Dios puso ciertas áreas débiles en nuestra vida; puede que sea por algo que va a ocurrir mucho más allá del horizonte de lo que alcanzamos a visualizar en este momento. Lo importante es entender que la base de nuestra autoaceptación es la comprensión y aceptación de los valores de Dios y su propósito en nuestra vida. Le invito ahora a que haga un alto en el camino, ore conmigo de la siguiente forma:

“Señor quiero darte gracias por haberme dado la vida y por la forma como me diseñaste. Gracias por cada área de mi cuerpo, gracias por los talentos y dones con los que me dotaste y aún te puedo dar gracias por mis debilidades, porque es en ellas en donde puedo conocer y experimentar tu poder. Gracias por la familia que me diste, por los padres que tengo, gracias por mi apellido, por el lugar donde nací, por la formación y la cultura social en que me criaron, porque sé que nada de eso escapó de tus planes soberanos con mi vida y todas estas cosas las has usado y las usarás para mi propio bien. Hoy Señor comprendo y descubro que no soy producto de la casualidad, que mi vida no es un accidente, que tu planeaste que yo naciera, que tengo un lugar propio en la vida. Gracias porque el proceso aún no ha terminado, tu continúas formando mi vida y no me dejarás hasta que cumplas tu propósito en mi. Amén.” Cuestionario Teoterápico personal Le invito a qu medite y responda las siguientes preguntas: 1.

Si tuvieran el poder de cambiar tres cosas en sus vidas, ¿cuáles cambiaría? (responda en 30 segundos) Si la respuesta está relacionada con algo que no se puede cambiar, es casi seguro que no se está aceptando a usted mismo. Debe aprender a alabar a Dios por sus faltantes. Si la respuesta está relacionada con cualidades, como amar a otros, ser conformado a la imagen de Dios, tiene un futuro de éxito.

2.

Estudie el Salmo 139: 13-17. Mencione mínimo tres verdades acerca de la forma en que fue hecho.

3.

Nombre las cuatro áreas inmodificables de conflicto en la autoaceptación.

4.

Enuncie algunas de los síntomas o manifestaciones que se dan en las personas que no se aceptan a sí mismas.

CAPITULO III

COMO RECIBIR SANIDAD INTERIOR

Lo que más me motiva a compartir con ustedes el contenido de éste libro, es el amor que he podido experimentar de mi Padre Dios. Ese amor que me llena y como corrientes de aguas frescas van sanando mi ser interior. Toda sanidad comienza con el conocimiento de Dios, de sí mismo y de los principios sobre los cuales se fundamenta la salud, consignados en la Palabra de Dios. En toda sanidad efectuada por el Señor, la razón principal de esa sanidad es Su Amor. "Jehová se manifestó a mí hace ya mucho tiempo, diciendo: Con amor eterno te he amado; por tanto, te prolongué mi misericordia" (Jeremías 31:3.) En el ministerio de la Teoterapia, aparecen la fe y el amor; ambos son necesarios pero el principal es el amor. La Teoterapia es un trabajo de amor para quien la ministra y una obra de fe para quien la recibe; pero aún la motivación para quien va a ser sanado no es, primeramente en la fe, sino en el amor que Dios le tiene; porque la fe nace de la impresión del amor de Dios en nuestro corazón (I Tesalonicenses 1:3.) Veamos entonces a la luz de la Biblia y la Teoterapia el concepto de alma, de corazón y el tratamiento integral de Dios. El alma: la dimensión sicológica El alma es el continente de la mente, las emociones y la voluntad. Es allí donde se encuentran los recuerdos buenos y malos. El alma sin Cristo, está oscurecida, sin la luz de la verdad, y cautiva por sus propios intereses; como resultado, terminará esclava de ella misma. Dios ha planeado que nuestras almas sean libres de todo yugo y esclavitud, obteniendo de ésta manera lucidez mental, madurez emocional y empuje volitivo. Nuestra alma no debe contener ‘antigüedades’, ni convertirla en un "museo" de la vieja vida. Si queremos ser sanos debemos permitir que el Espíritu Santo quite de nuestra alma todo yugo y toda atadura. Para esto debemos rendir nuestra voluntad a la de Dios, es imposible agradar a Dios y recibir su sanidad, mientras pretendamos caminar bajo nuestros parámetros humanos. El corazón: centro de la personalidad del ser humano

La Biblia enfatiza acerca del corazón del ser humano, no como el órgano físico sino como el verdadero ‘yo’, en él están nuestras verdaderas actitudes, las que por debajo de cuerda gobiernan nuestras acciones. Son las intenciones del corazón las que efectivamente motivan nuestras palabras y pensamientos. "....porque de la abundancia del corazón habla la boca. El hombre bueno, del buen tesoro del corazón saca buenas cosas; y el hombre malo, del mal tesoro saca malas cosas" (Mateo 12:34-35.) Dios diseñó al ser humano de tal manera que su espíritu debe ser quien lo dirige, y no el alma, porque éste está en contacto con Dios (comunión), y conoce sus pensamientos (intuición), y lo que ordena al alma es la voluntad de Dios (conciencia.) Sin embargo el ser humano es libre para decidir obedecer, o rechazar la voluntad de Dios; puede reconocer o dejar a un lado su espíritu. Es aquí donde el corazón ocupa su función más importante aceptar o rechazar lo que viene del espíritu (que viene de Dios.) El corazón es el mayordomo del espíritu, pues aunque éste siempre tiende hacia Dios, es el corazón el que le permite o le impide adorar, escuchar y obedecer a Dios.

Les explicaré un poco mas sobre el corazón. La mente es la encargada de interpretar (traducir), y hacer

comprensible la voz de la conciencia para nuestro yo. Pero entre estas dos está el corazón, que no solo es el nexo entre ellas, sino el filtro. Si el corazón es puro, pasará tal como viene del espíritu al alma; si no lo es, se resistirá y comenzará a razonar. Como lo decía anteriormente, el alma es el continente de los pensamientos, emociones y voluntad; el corazón es el intermediario entre el alma y el espíritu, por esto cuando hablamos de sanidad interior, lo primero que debe estar limpio y que debe ser sanado es el corazón. Según la Palabra de Dios, lo que por encima de cualquier cosa debe ser cuidado o guardado es precisamente el corazón.

"Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; porque de él mana la vida" (Proverbios 4:23) Lo que sale de Dios es lo que trae vida al ser humano, y por lo tanto medicina a su cuerpo, pero así como el corazón es el manantial de la vida de Dios, también de él sale el pecado que contamina a las personas. "Nada hay fuera del hombre que entre en él, que le pueda contaminar, pero lo que sale de él, eso es lo que contamina al hombre..........¿No entendéis que todo lo de fuera que entra en el hombre, no le puede contaminar, porque no entra en su corazón, sino en el vientre, y sale a la letrina?...pero lo que de el hombre sale, eso contamina al hombre. Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen los malos pensamientos....... (Marcos 7:15-21.) Por esto la primera sanidad no es la de los daños producidos por el medio ambiente, sino la de la limpieza de la contaminación que nosotros mismos nos producimos a través del corazón. Cuando este corazón esta contaminado, se dice que se tiene un corazón herido o un corazón duro. ¿Tiene usted un corazón duro?, de pronto usted ha sentido que su corazón parece de piedra. Esto se presenta cuando no podemos responder a las necesidades de otros, aunque la razón nos dice que debemos hacerlo. El corazón endurecido y herido necesita y puede ser sanado. No basta sanar los malos recuerdos; hay necesidad que ante todo el corazón sea sanado. ¿Cómo se manifiesta un corazón duro? Se sabe que se tiene un corazón duro cuando: la persona exige perfeccionamiento de sí, o de los demás, exige lo imposible; siente un miedo exagerado por el futuro, una sensación de soledad; no hay constante crecimiento espiritual (se siente estancado); los deseos y las actitudes están mal centrados (Santiago 4:1-10); nos cuesta creer y aceptar los milagros de Dios; renace la nociva ancestral, es decir todavía somos afectados por la herencia que traemos (II Crónicas 30:8); surge la soberbia; la persona se obstina en pecar y contagiar a otros (Salmo 1:1.) Para resumir, podemos decir que el fruto de un corazón duro entre otros es: egoísmo, autocompasión, ansiedad, orgullo, rechazo, soledad,

dureza, hipocresía, incertidumbre.

temor,

indiferencia,

pereza,

prejuicio,

e

Sanidad del corazón El corazón no está diseñado para dar órdenes, sino para acatarlas voluntariamente. Cuando el ser humano pecó, murió espiritualmente, y con su espíritu muerto ya no podía saber la voluntad de Dios. Cuando recibimos a Cristo, recibimos vida en nuestro espíritu que estaba muerto, recibimos un corazón nuevo, y por primera vez funcionamos conforme al diseño que fuimos creados (Ezequiel 36:26.) Tener un corazón nuevo, no es recibir una nueva capacidad para decidir (voluntad), sino una nueva oportunidad de elegir entre la carne (él mismo) y el Espíritu (Dios.) Un corazón nuevo es también un nuevo deseo, un anhelo de obedecer (Filipenses 2:13.) Un corazón nuevo no es algo ya completamente hecho, o que es hecho nuevo una sola vez y luego se envejece, sino que cada día lo debemos renovar y volverá a ser nuevo vez tras vez. Para esto es necesario vivir una vida de fe y obediencia, pues la vida de la lógica y pecado, daña el corazón y lo envejece. (Colosenses 3:9-10.) El corazón es el centro volitivo de nuestro ser, allí mora el Señor; por eso cuando el corazón queda sanado, toda nuestra persona queda sanada. Los siguientes puntos le ayudarán a aplicar el tratamiento de Dios para sanar su corazón. Primero, reconozca la necesidad de perdonar, el tratamiento se inicia cuando voluntariamente volvemos nuestro corazón a Dios, oímos y obedecemos su voz (Hebreos 3:15 y 4:7.). En segundo lugar, confiese las actitudes y sentimientos negativos (I Juan 1:9.) Perdone a los que le han herido, y pida perdón si ha hecho daño. Por último aprópiense del amor restaurador de Dios y de su perdón, viviendo día a día la identificación en Cristo Jesús (Efesios 2:59.) Sanidad interior El principio básico sobre el que se fundamenta la sanidad interior es éste: Jesucristo es el mismo ayer, hoy y por los siglos, Él puede tomar las memorias de nuestro pasado y sanarnos de las heridas que aún permanecen. El alivio vendrá cuando el pasado doloroso y frustrante sea lavado por la sangre de Cristo (Hebreos 13:8.) Dios puede y quiere sanarnos, Jesucristo en la cruz llevó nuestro sufrimiento, nuestras penas y cargó no solo con nuestro pecado, sino con el dolor que otros nos han causado. El amor de Dios puede

limpiarnos y liberarnos de las cosas que nos impiden experimentar la vida abundante. (Isaías 53:4, Lucas 4:18) Normalmente recomiendo ‘sanidad interior’ a las personas que se dan cuenta que están siendo hundidas de alguna manera por heridas del pasado, lo cual se manifiesta en temores y ansiedades que aunque la persona quiera, no puede controlarlas. Muchas personas con un auténtico deseo de agradar a Dios, frecuentemente se encuentran derrotadas, y afligidas con sentimientos de inutilidad, constantes estados de cólera, depresión, ansiedad, temores infundados, deseos sexuales compulsivos y otros problemas que quisieran cambiar, pero que con arrepentimiento, ni vida de devoción parece ser suficiente. Recuerdo un caso que me impresionó de una discípula de nuestro ministerio. Se trata de una madre angustiada quien buscaba ayuda para acercarse a su hijo adolescente, de sólo 14 años pues había descubierto que formaba parte de una banda de sicarios que funcionaba en uno de los barrios bajos de Medellín. Ella creció en un hogar destruido, desde joven conoció la droga, se casó, pero su esposo le advirtió que si quedaba embarazada la dejaba. Aunque tomó medidas, quedó embarazada e intentó abortar varias veces pero el miedo se lo impidió. Maldecía su embarazo, pues le implicó perder a su marido. Al fin nació el niño y su madre le ayudó a cuidarlo. Una vez que conoció a Cristo trató de acercarse a su hijo, y restaurar todo lo que había pasado. Ahora estaba aterrada había descubierto armas y objetos bélicos en la habitación de su hijo, también una lista de futuras víctimas, y quien encabezaba la lista era ella. Con frecuencia no nos damos cuenta de cuánto dolor, pena y sufrimiento tenemos escondidos en lo profundo de nuestra mente y corazón, las podemos reprimir por un tiempo, pero siempre seguirán allí. Estas memorias no se borran, al contrario de manera inconsciente influyen en nuestro presente. Ya que estamos hablando de las memorias, se ha preguntado, ¿Dónde empiezan los recuerdos? Una y otra vez se ha comprobado que los recuerdos empiezan desde el mismo momento de la concepción. El bebé en el vientre no sólo tiene vida física, sino también vida emotiva que esta ligada profundamente a las emociones de su madre. Los siquiatras y sicólogos dicen que todo lo que una persona vive antes de los 6 años, sienta la base de su futura personalidad. Siendo que el inconsciente nunca olvida nada, necesitamos dejar que el amor sanador de Dios toque cada parte de nuestra mente, inclusive nuestro periodo prenatal e infantil. Aplicación Teoterápica

Puesto que la sanidad es un proceso, una sola oración no resolverá todos los problemas de repente, pero sí se destruyen barreras que antes impedían experimentar salud y alivio, por esto se necesita que las personas reciban edificación espiritual continua. La sanidad interior ha sido completada cuando un suceso ya no tiene el poder de herirnos, cuando puede ser recordado sin sentir vergüenza, culpa o dolor. Necesitamos que estos recuerdos sean revestidos de un nuevo significado, permitir que el Espíritu Santo nos reprograme con actitudes nuevas, el objetivo no es simplemente el alivio de un dolor pasado o alcanzar un nivel de salud mental, sino el crecimiento a la imagen de Cristo y la madurez espiritual. La sanidad interior muchas veces no es inmediata, ni garantiza que las conductas erradas sean erradicadas instantáneamente. La acción del Espíritu Santo y el tiempo en un proceso continuado de edificación a través de un líder espiritual, se encargarán de quitar los viejos hábitos y formar nuevas disciplinas. La oración es clave en la sanidad interior, es en ella donde vemos iniciarse el milagro. Le podemos pedir a Jesús que camine hacia atrás, hacia el comienzo de nuestra vida y nos sane. En la oración el Espíritu Santo se encarga de quitar el dolor acumulado por años en los niveles más profundos de la mente, ayudándonos a descubrir el real problema. Por eso le invito a que ahí donde usted se encuentra, se acerque a Dios y haga esta Oración Teoterápica: “Señor Jesús gracias por estar aquí y por el privilegio de sentir tu poder y tu presencia. Señor camina hacia atrás a través de mi vida, hasta llegar al mismo momento en que fui concebido(a). Ayúdame Señor, aún en éste instante: limpia mi embrión y libérame de todo lo que pudo haber causado dificultades en el momento de mi concepción. Cuando era formado en el vientre de mi madre, tú estabas allí; libérame y sáname de cualquier atadura en mi espíritu que pudo haberse producido cuando era formado, o que pude heredar de mi madre, o por circunstancias de la vida de mis padres. Por esto te doy gracias. Te alabo Señor porque me estás sanando inclusive del trauma del nacimiento, y de todo lo que ocurrió en esos momentos. Te doy gracias porque tu estabas allí para recibirme en tus brazos y desde los primeros meses de mi vida tu has estado conmigo cuando más te he necesitado. En muchas ocasiones sentí la necesidad de tener cerca a mi madre, arrullándome, Señor llena ese vacío en lo más profundo de mi ser, déjame sentir esa abrumadora esencia de amor maternal. Así mismo Señor llena ahora aquella parte de mi ser con ese fuerte amor paternal

que me brinda amor, seguridad y confianza; te doy gracias Señor porque también lo estás haciendo. Ya lo he entendido y aceptado, pero alguna parte de mi ser realmente nunca se ha sentido completa y aceptada. Hoy te pido que me dejes saber que soy tu hijo(a), una persona importante en tu familia y una persona única a quien tu amas de manera especial. Alíviame Señor de las heridas que vinieron por las restricciones de familia, el hermano(a) que nunca me entendió o no me mostró amor. Déjame ahora devolverle con amor, dame el amor necesario para ese hermano(a) y que la próxima vez que lo vea, sienta que las cosas quedaron atrás. También Señor te entrego mi adolescencia, cuando llegue a ésta etapa empecé a experimentar cosas que me asustaban, me avergonzaban o me causaban sufrimiento. Te pido sanidad de todas las experiencias que tuve cuando era joven, por lo que hice y lo que me hicieron, saca de mi corazón todo lo que me causó sufrimiento vergüenza o deshonra. Permíteme entender a los otros jóvenes, porque yo también estuve en su situación. Señor, según salgo de este período y empiezo a crecer, dentro de la vocación a la cual me llamaste, he tenido dificultades en mi estado (casado, soltero, divorciado, viudo, padre de familia, etc.) te pido Señor que me sanes en el estado en que me encuentro hoy, y con todo aquello que ha significado el mundo que me rodea. Sáname hoy de toda decepción, frustración o herida que al presente esté afectando mi corazón. Señor úngeme con tu amor y con tu gozo, te doy gracias, porque sé que no hay poder en el cielo o en la tierra que me pueda separar de ti. Te alabo Señor por que sé que mientras me entrego a ti en acción de gracias y en alabanza, más recibiré del poder de tu presencia, gracias por la sanidad interior que has operado en mí. Amén.” Cuestionario Teoterápico personal Para finalizar medite y conteste las siguientes preguntas: 1.

¿Cuál es el significado del corazón en el contexto Bíblico?. Cite un versículo.

2.

Lea Santiago 4:1-10 y diga ¿Cuáles son las señales de un corazón duro?

3.

Según Ezequiel 36:26, ¿Cuándo y cómo empieza la sanidad del corazón?

4.

Nombre por lo menos 4 manifestaciones que se dan en una persona que necesita recibir sanidad interior.

5.

Trate en oración las situaciones de su pasado que en la actualidad le pueden estar afectando.

CAPITULO IV

COMO SUPERAR EL IMPACTO DEL RECHAZO

La necesidad más grande del ser humano es amar y ser amado, cuando no se suple ésta necesidad, se producen heridas emocionales y vacíos, que necesitan el tratamiento del amor de Dios. La imposibilidad de dar y recibir amor, es la característica que prevalece en casi todos los disturbios mentales y emocionales; casi siempre se atribuye a situaciones vividas en el hogar. La ausencia de amor en la niñez, convierte a las personas en ‘paralíticos’ emocionales. Ante esta realidad surge la Teoterapia planteando el amor de Dios como factor vital de salud; el amor incondicional y eterno de Dios es la alternativa para la salud integral y la restauración personal.

El amor, la experiencia más benéfica y maravillosa La necesidad más grande de todo ser humano es amar y ser amado. El sentirnos amados y aceptados es estar conscientes de que se nos quiere y acepta, que se preocupan por nosotros y disfrutan de nuestra compañía; todo esto es fundamental para un sano desenvolvimiento en la vida. El hecho de sentirse amado y aceptado se establece fundamentalmente durante la infancia, cuando los padres cariñosamente procuran satisfacer las necesidades de sus hijos. Al sentirse amado y aceptado el niño va desarrollando una confianza en la benignidad de la vida, en la confiabilidad de las personas y esto lo prepara para una mejor aceptación en los años futuros y para una vida más feliz.

El síndrome del rechazo El rechazo se define como una conducta obvia o explícita que trasmite a una persona el mensaje de no ser amado o aceptado. Una persona que ha experimentado el rechazo sobre todo en su niñez, presentará a lo largo de su vida una serie de trastornos que podemos resumir bajo el nombre de “Síndrome del Rechazo”. El término rechazo está asociado con otras palabras que nos amplían su significado: negar, repeler, rehusar, desairar, rehuir, empequeñecer, despreciar, descuidar, y aborrecer. Hay dos diferentes tipos de rechazo; el evidente y el encubierto. El rechazo evidente ocurre cuando hubo carencia de amor y abiertamente el niño o la persona es despreciado con palabras, actitudes o conductas. El rechazo evidente se origina en la actitud egoísta de los padres de familia o en su incapacidad para amar y expresar ese amor. Hay diferentes formas de manifestar este rechazo. Una de las formas más comunes de rechazo es cuando los hijos no son deseados. Se da en aquellos padres que no querían hijos, porque estos interferían en su

estilo de vida, centrado en sí mismos. Para estos padres la presencia de los hijos, significa una limitación constante y por esto proyectan irritación y hostilidad hacia ellos. Otro forma son los padres muy ocupados. Aunque no se le dice al niño que no fue deseado, no le manifiestan afecto, o los padres no permanecen en casa el suficiente tiempo para hacerlo. Muchos padres se llenan de actividades fuera del hogar, descuidando su hogar y sus hijos y nunca están cuando sus hijos más los necesitan. También la disciplina inadecuada es otra forma de rechazo. La forma como algunos padres rechazan a sus hijos, es en algunas ocasiones inversamente proporcional a la forma en que ellos mismos fueron rechazados: Si en su niñez hubo exceso de disciplina, es probable que se vuelva indulgente con sus hijos. Si con él fueron indulgentes, puede caer en un exceso de disciplina. Mucha rigidez o demasiada indulgencia, pueden ser interpretadas por el hijo como falta de amor. La Palabra de Dios aconseja al padre, no provocar a ira a sus hijos, para que no se desalienten, ni se llenen de amargura (Efesios 6:4.) El rechazo encubierto, ocurre cuando el amor no es expresado de manera significativa. La sobreprotección es ejemplo común de este tipo de rechazo. El niño sobreprotegido es aquel a quien todo se lo hacen, impidiéndole ser persona. Ignorantemente le aman para que muera, y verdaderamente le destruyen. La persona que creció sobreprotegida no sabe dar ni recibir amor, sufre un doloroso vacío por el amor no expresado de manera adecuada. Los padres exigentes y perfeccionistas también manifiestan rechazo a sus hijos. Otro tipo de rechazo encubierto sucede cuando se niega el amor al hijo, porque este no alcanza los objetivos que el padre espera. Muchos padres exigen demasiado de sus hijos, colocándoles objetivos cada vez más altos y los hijos sienten que no dan la talla, en lo que se espera de ellos. Esto les lleva a buscar aceptación por lo que hacen y no por lo que son. Finalmente esta el rechazo a el Hijo(a) único(a) – Hijo(a) adoptado(a); estos factores algunas veces condicionan a que una persona experimente rechazo, pues se presta para que lo sobreprotejan y le comuniquen sentimiento de inferioridad frente a las circunstancias. Los adultos tienden a hacer todo por el niño(a), comunicándole tácitamente un mensaje: “eres demasiado débil y prefiero hacerlo por ti”; cuando este mensaje se comunica demasiado tiempo, finalmente deduce que es inferior, sintiendo que no puede hacer nada por sí mismo. El niño(a) a quien no se le permite ser persona, necesitará ‘muletas emocionales’ para sobrevivir, recurre a muchas cosas, creando dependencias insanas: dependencia de un ser querido, comportamientos infantiles, adición al alcohol, a la droga, etc.

Como se planteó anteriormente, el rechazo se puede manifestar en diferentes etapas del individuo. La Etapa Prenatal: esta es bien importante, pues los estudios han demostrado que el bebé en el vientre materno no solo tiene vida física, sino también vida emocional, la cual está íntimamente ligada a la vida emocional de la madre. Por estar el niño ligado a su madre, los recuerdos de él están conectados con las experiencias y reacciones de ella. Situaciones como rechazo al embarazo, intento de aborto, depresión profunda, enfermedad o maltrato físico de la madre, condicionan la vida emocional del niño aún antes de nacer. Los Primeros años: Todos los sicólogos coinciden en afirmar que las experiencias vividas en los primeros años de vida pueden afectar y condicionar nuestra manera de ser en la edad adulta. La imagen que se forma el niño(a) de sí mismo, es un reflejo de la manera como sus padres piensan de él(ella). Hay muchas experiencias que hieren emocionalmente a un niño(a) y que le condicionan negativamente: Maltrato físico y verbal, padres ausentes por divorcio o por muerte, padres dominantes y crueles, comparaciones entre hermanos, abuso físico y sexual, hermanos preferidos, maestros(as) crueles y exigentes. La Adolescencia: esta etapa se caracteriza por la búsqueda de identidad, sentido de independencia, cambios físicos y emocionales bruscos, temores, confusión, dependencia del grupo de amigos, etc. Si en la niñez vivió experiencias de rechazo, en la adolescencia buscará llenar sus propios vacíos y carencias afectivas, cayendo en experiencias que le pueden herir tales como: Relaciones sexuales desordenadas, aborto provocado, adicciones (drogas-alcohol), decepciones amorosas, relaciones emocionales neuróticas (dependencia), relaciones homosexuales, violencia sexual etc. Recuerdo el caso de una familia que recientemente llegó a mi oficina. El padre deseaba ardientemente un varón, pero, ¡sorpresa! . . . nacieron una, dos, tres, cuatro niñas seguidas. Al final nació el ansiado varón, pero a los 15 años el joven murió en un accidente automovilístico en una ciudad de la costa, mientras hacía una excursión del colegio. Las cuatro niñas recibieron el mensaje tácito: “esperábamos un varoncito... pero bueno que le vamos a hacer...” La frustración del padre por no tener un hijo varón, la trasmitió a cada una de sus hijas, quienes a su modo trataron de lograr la aprobación de su papá. ¿Las consecuencias? La mayor se esforzó por demostrarle a su papá que aunque no era hombre podía triunfar. Aunque estaba casada y con dos hijos, sacó adelante dos carreras, pero le costó el matrimonio, pues su esposo buscaba una compañera y no enfrentarse a una ‘competencia’. La siguiente hija desde la adolescencia se enredó en experiencias de

lesbianismo, canalizando de ésta manera su rechazo por los varones; la otra hija se le ve muy poco femenina en su porte y vestuario; la menor es la que mejor ha podido sortear la situación. Veamos ahora las consecuencias del impacto del rechazo, al identificarlas conoceremos la necesidad que tenemos del tratamiento de Dios. Ante todo la persona experimenta un sentimiento de indignidad, se menosprecia, no se valora, no se siente digno de ser amado, y puede llegar incluso a contemplar la posibilidad del suicidio. También se presenta sentimiento de inferioridad, la persona sabe que no es inferior pero se siente inferior, cuando niño lo compararon y aprendió a compararse. Otra consecuencia del rechazo es la incapacidad para expresar emociones, la persona rechazada guarda sus sentimientos y sus opiniones, porque teme ser rechazado, se aísla emocionalmente, y crea una barrera de protección. Hay temor a las personas y aún a Dios, su desconfianza le lleva a independizarse. Construye un muro a su alrededor para proteger sus sentimientos, prefiere cortar con otros y alejarse antes que ser nuevamente rechazado. También aparecen las culpas imaginarias, la persona se siente culpable por todo lo que pasa a su alrededor. Conoce el perdón de Dios, pero le cuesta experimentarlo; no se perdona así mismo, pues sus estándares son más altos que los de Dios. Estas culpas vienen de las experiencias de rechazo que le brindó el ambiente. El que ha sido rechazado vive por emociones, piensa con las emociones, tiene una vida emocional que fluctúa entre la euforia y la depresión. Puede experimentar periodos largos de tristeza y decaimiento sin una causa específica. Es inconstante en sus decisiones, empieza muchos proyectos pero le falta autodisciplina para terminarlos, no tiene empuje volitivo ni determinación para hacer las cosas. Además tiene la tendencia a ser perfeccionista, como un intento frustrado por ganar aprobación se vuelve perfeccionista. Necesita saber que Dios le ama y le acepta como es. También aparecen en la persona preocupaciones dudas y temores; constantemente duda de sí mismo, de su propio valor, de otros y hasta de Dios. Estas dudas le llevan a un estado de constante ansiedad. En su relación con otros la persona que ha sido rechazada está programada para generar rechazo e interpreta como rechazo toda situación y conversación. No sabe cómo manejar el amor y la aceptación que le brindan otros; genera un círculo vicioso, tratando de que los demás encajen en sus patrones de rechazo. Teme ser rechazada, y antes de ser rechazada provoca el rechazo ella misma; coloca a Dios

como agente de rechazo, sintiendo que no es aceptado por Él, no cree que Dios le ama incondicionalmente y se siente indigno y sin salvación. Tiene relaciones interpersonales frustrantes, es decir, aprecia las situaciones como ‘siente’ y no como realmente ‘son’; se rebeldiza contra toda forma de autoridad, inclusive contra Dios. El matrimonio es la relación más afectada, la persona no disfruta de su cónyuge debido a los sentimientos de ineptitud y de inferioridad que ha cultivado; finalmente, el rechazado manipula el cariño y es víctima de los celos, y por esta actitud posesiva tarde o temprano logrará que se rompa la relación. El amor de Dios: antídoto para el rechazo Fuimos diseñados para ser amados inmensamente, nuestra necesidad de amor trasciende los límites del tiempo, del espacio y la existencia; esta necesidad de amor fue colocada como una necesidad fundamental de nuestro yo, por nuestro Padre Celestial. Por tal motivo ninguna relación humana de amor, por grande que sea, dejará satisfecha el alma del ser humano, hasta que no se encuentre con el inconmensurable amor de Dios. El equilibrio, y la justa medida lo encontramos en éste amor que ilumina nuestro laberinto mental y nos señala el camino hacia la libertad. Y, ¿cómo es éste amor? "El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta". (I Corintios 13:4-8) El verdadero amor, el amor de Dios, nos hace que: experimentemos seguridad de salvación, entendiendo la salvación como ‘salud’ en las tres áreas de nuestra vida: espíritu, alma y cuerpo. Nos hace sentirnos seguros de ser amados y aceptados incondicionalmente; experimentamos seguridad de ser perdonados y por último, nos compromete con el Señorío de Cristo. Proceso Teoterápico en la sanidad del impacto del rechazo El proceso Teoterápico para ser sanos del impacto del rechazo incluye:. Reconocer la necesidad de sanidad: La separación de Dios es la principal causa de las heridas emocionales (Mateo 5:6.), reconocer nuestra necesidad es volver nuestro corazón a Dios y Confesar

actitudes y sentimientos negativos que hemos albergado por mucho tiempo: ira, dolor, frustraciones, temores, amarguras, resentimientos, deseos de venganza, etc. Papá Dios sanará todo el dolor guardado por tantos años y nos capacitará para perdonar a los que nos han herido. En la sanidad el perdón es un proceso largo hasta que el dolor desaparece y obra como “purificador” de todas las heridas (Mateo 6:1415.) El punto culminante en el proceso de sanidad es apropiarnos del amor restaurador de Dios, cuando confrontamos nuestros recuerdos del pasado con Su amor eterno. La terapia sucede cuando permitimos que Dios toque cada área de nuestra vida y cada recuerdo con su incondicional amor. Otro aspecto importante es también apropiarnos del perdón de Dios, recordando que la condenación no viene de Dios, sino de Satanás. De esta manera aprenderemos a amarnos y a perdonarnos a nosotros mismos. Ya no seguiremos revolcándonos en el lodo de la autoconmiseración y aprenderemos a vivir la identificación en Cristo Jesús. ¿el resultado? veremos nuestra vida con la óptica de Dios, como la nueva persona que somos en Cristo Jesús y que es totalmente aceptada por Dios. Nos veremos identificados en la muerte, resurrección y ascensión de Cristo, y ahora sentados en lugares celestiales. ¿Cómo nos ve Dios? "Para alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado" (Efesios 1:6) "......aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos), y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús". (Efesios 2:5-9) A lo largo de este proceso nuestra mente es renovada, pues las heridas del pasado nos programaron para el fracaso, pero al dejarnos reprogramar por Dios, en nuestra vida se verá el éxito y la victoria. Recuerde DIOS NO HACE BASURA, y es en la comunión diaria con el Espíritu Santo como usted vivirá la calidad de vida que Jesucristo vino a darle. Todos los días estamos expuestos a situaciones de rechazo, y las crisis y conflictos que creíamos ya resueltos regresan cuando Cristo deja de controlar nuestra vida.

Aplicación Teoterápica

Por muchos años nuestro ser ha estado sumergido en el caldo de cultivo del rechazo y nos acostumbramos a vivir de conflicto en conflicto. Cuando aceptamos a Jesucristo en nuestro corazón, nos involucramos en un proceso de desintoxicación, hasta que el alma se acostumbra a recibir amor. Este proceso de desintoxicación genera crisis, pero es una crisis para progreso y victoria. Se hace necesario el conocimiento de la Palabra de Dios, acompañado del ‘trato de Dios’, pues en este proceso el Espíritu Santo nos revela el amor y la aceptación de Dios y nos guía para conocer y vivir el plan de Dios para nuestra vida. Ahora lo quiero invitar a que me acompañe a la presencia de Dios, para exponer ante Él, toda situación de rechazo que usted haya vivido y que aún en el presente le esta afectando: “Amado Padre Celestial gracias te doy por mi vida, me entrego a ti, para que tu operes la sanidad que estoy necesitando. Tu conoces todas las situaciones de rechazo que he vivido a lo largo de mi vida, unge con tu bálsamo de amor cada herida de mi alma. Mientras me sanas permíteme experimentar como un torrente tu amor, tu maravilloso e incondicional amor, pues se que sólo ese amor es el antídoto para el dolor y las huellas del rechazo que aún quedan en mi corazón. Ayúdame a perdonar a las personas que de una u otra forma me han rechazado y herido, te pido perdón por todo el resentimiento que he albergado en mi corazón. Dame la oportunidad de reconciliarme con aquellos que me hicieron daño y aún de pedir perdón a los que también he herido. Gracias Señor por el tratamiento que estás aplicando a mi vida; gracias por restaurarme, por ungirme con poder y hacer de mi cada día la persona que tu quieres que sea. Gracias Señor. Amén.” Cuestionario Teoterápico personal Para finalizar, medite y conteste las siguientes preguntas: 1. Defina con sus propias palabras en qué consiste el “Síndrome del rechazo”. 2.

¿Qué tipos de rechazo hay? Explique.

3.

Dé un ejemplo de una persona que haya experimentado el impacto del rechazo, puede ser real o imaginario.

4.

Enumere cuatro síntomas que se evidencian en una persona que ha experimentado el Impacto del rechazo.

5.

En oración y comunión con el Espíritu Santo, evalúe en la actualidad qué situaciones de rechazo aún le afectan y cómo se evidencia en usted.

CAPÍTULO V

COMO CORREGIR LA IRRITABILIDAD

La irritabilidad es algo que nos afecta a todos por igual. Es un mal que llega a dividir familias y dejar amargas experiencias en la vida de una persona, y se refelja en escenas de la vida diaria. Para cuantos de nosotros es normal la escena en la calle de una madre iracunda gritándole a su niño menor en la calle, totalmente fuera de control, e inclusive usando palabras obscenas. Lo más dramático quizá es el llanto inconsolable del pequeño que desde ya esta siendo marcado por el carácter irascible de su progenitora. Nos hemos acostumbrado siempre a llevar una vida fácil, sin problemas, y libre de molestias e irritaciones. Cuando pasamos por experiencias suaves y fáciles, pensamos que estamos bien con Dios; pero, cuando vienen los problemas y dificultades no tenemos una perspectiva clara de cómo responder de una manera adecuada, y consecuentemente sentimos que nuestra vida espiritual está decayendo. El encanto de una personalidad tierna y paciente Debemos entender que siempre vamos a tener problemas y molestias en nuestra vida, y necesitamos aprender a reaccionar de una forma apropiada ante cada situación. Las personas que han sido más usadas por Dios siempre han pasado por grandes dificultades y situaciones molestas para ellos, pero han sabido responder desde la perspectiva espiritual, veamos algunos ejemplos: Moisés, como líder del pueblo de Israel tuvo que enfrentarse con la terquedad y rebelión de su pueblo por cuarenta años, pero fruto de esa experiencia llegó a ser el hombre más manso (tardo para airarse), que jamás se ha conocido (Números 12:3.) José, quien fuera engañado, vendido y puesto en la cárcel por sus hermanos, puso sus ojos en Dios, aprendió a depender de Él, y finalmente descubrió el maravilloso propósito de Dios con todas estas situaciones.. A través de José, todo el pueblo de Israel fue librado en tiempos de hambre (Génesis 41:46-48, 47:1-6.) David, siendo ya ungido como rey sobre Israel, fue perseguido por Saúl, quien muchas veces trató de matarlo; todo esto era necesario, para que David aprendiera a buscar a Dios y depender de Él, hasta llegar a ser “varón conforme al corazón de Dios” (Hechos 13:22)

El Señor Jesucristo, como ningún otro fue incomprendido, y aún sus discípulos le fallaron algunas veces, y por lo que padeció y tuvo que soportar aprendió a ser obediente (Hebreos 5:8-9.) Pablo, tenía un aguijón en la carne, y aunque pidió a Dios que se lo quitara, tuvo que aprender a vivir con él. Además pasó por naufragios, fue golpeado, y muchas veces su vida estuvo en peligro. Sin embargo fue él quien desde una cárcel escribió a los Filipenses “Regocijaos en el Señor siempre” (Filipenses 4:4) Esto no quiere decir que la vida cristiana es una vida de miseria, mas bien es una vida de libertad, porque sabemos que Dios no permitirá que vengan circunstancias que no podamos soportar, tal como lo expresa el apóstol Pablo: "No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar". (I Corintio 10:13). Aún cuando pasemos por dificultades, podemos estar seguros que Él está en el control y que está llevando todo para un buen fin en nuestra vida. ¿Cuándo aparece la irritabilidad? Para tener una adecuada perspectiva de la irritabilidad, necesitamos identificar de dónde provienen las irritaciones, y así estar mejor equipados para enfrentarnos a ellas. La irritabilidad puede venir de varias fuentes: en primer lugar de nosotros mismos, de nuestro ‘yo’, cuando nos molestan nuestros defectos, debilidades, cosas de nosotros mismos que nos causan desconcierto y nos irritan. De otras personas: La forma de ser de algunas personas nos puede irritar, a veces tenemos que soportar a alguien que es negativo, descortés o que simplemente tiene una idiosincrasia o forma de ser distinta a la nuestra. Del medio ambiente que nos rodea, a veces estamos preparados para soportar las molestias más grandes, pero nos desesperamos por las cosas más pequeñas, que logran irritarnos. Por ejemplo: nos irrita el frío, el calor, el polvo, la lluvia, etc. De Satanás: Nuestra lucha es espiritual y debemos estar preparados para enfrentar estas batallas con poder y fe (I Tesalonicenses 2:18.)

Reacciones incorrectas frente a la irritación Hay muchas maneras de reaccionar frente a las cosas que nos irritan, muchas de las cuales lejos de ayudarnos, nos afectan más: Defendernos a nosotros mismos: Por lo general cuando alguien nos acusa, nuestra primera reacción es defendernos, y buscar razones válidas que demuestren lo contrario. Echarle la culpa a otros: Esta reacción es muy antigua, fue usada por Adán en el jardín del Edén y desde entonces acusar a otros es parte de la naturaleza caída del ser humano. Guardar el enojo en el corazón: No es sabio guardar el enojo, pues lejos de desaparecer echa raíces hasta que se puede convertir en odio y amargura. El consejo que nos da la Biblia es ir a la persona que nos ha ofendido y hablar con ella. (Mateo 18:15) Otra forma es ignorar voluntariamente lo que está pasando: este es el procedimiento del avestruz, cuando se siente vencido esconde la cabeza entre la arena, buscando protegerse. Cuando la persona no mira la dificultad como tal, se imagina una bella realidad afuera, pero adentro, la situación es otra; no esta reconociendo el problema.

Observe atentamente la ilustración, en la cual se nos muestra las diferentes maneras como podemos reaccionar ante las cosas que nos irritan, es nuestra responsabilidad escoger adecuadamente. Los

problemas y ocasiones que nos impacientan siempre vendrán, en la escuela de Dios, estas situaciones no están bajo nuestra elección, sino que son un requisito para todos. No hay caminos rápidos o cortos para obtener una madurez aceptable. Como lo muestra la anterior gráfica nuestra vida es como un diamante sin pulir, tiene el potencial de llegar a ser una bella joya; pero el artífice y el tallador deben dedicar tiempo para pulirla, y cortarla donde lo requiera. Si queremos que Dios forme el carácter que Él quiere desarrollar en nuestras vidas, tenemos que dejar que nos pase a través de un proceso de pulimento, para que Cristo pueda ser visto a través de nuestra vida, tal y como lo enseña la carta de Santiago, en el capítulo, versículos del 2 al 4: "Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia. Mas tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna" Me gusta mucho ilustrar la vida cristiana con la vida del águila imperial, quien siempre se levanta por encima de los vientos adversos, para remontarse a las alturas. Construye sus nidos grandes, hasta 6 metros de largo por 3 metros de ancho y llegan a pesar más de 50 kilos. Cuando los padres de los aguiluchos lo están construyendo, no solo ponen cosas suaves, sino también objetos puntiagudos (hay personas que han encontrado hasta clavos en los nidos de águilas), con el objeto de que cuando llegue el día en que el aguilucho aprenda a volar, el padre comienza a sacudir el nido, y naturalmente los objetos puntiagudos lo lastiman, y el aguilucho comienza a sacudir sus alas, hasta que logra salir del nido. Es algo muy molesto, pero es para su beneficio. Pasado algún tiempo el padre del aguilucho lo hace salir del nido y lo lanza al aire. El aguilucho comienza a mover las alas, se asusta, pero el padre al ver que el aguilucho no puede volar, y que se está precipitando al abismo, vuela debajo de él y lo recibe en sus alas. Otras veces lo lleva bien alto lo suelta y le deja que vuele, si no puede hacerlo, vuela debajo de él lo recibe y lo lleva al nido. Después de varios ensayos, por fin el aguilucho aprende a volar. (Deuteronomio 32:11) Es curioso, pues esto mismo nos sucede a nosotros, siempre tendemos a ser gente "de nido", pero Dios ha provisto ciertas circunstancias difíciles a fin de poder desarrollarnos. No podríamos aprender a vivir, a enfrentarnos a la vida, a menos que estas circunstancias sean puestas en nuestro camino. ¿Cómo responder correctamente?

Meditemos en cualquier situación diaria que nos causa molestia, ¿Cuál es nuestra primera reacción cuando se nos pincha una llanta del carro? o ¿Cuándo nos informan que le acaban de subir al arriendo?, o, ¿Cuándo no conseguimos tiquetes para viajar a tiempo? La Palabra de Dios nos anima a dar gracias a Dios por todo, pero para hacer esto ante todo necesitamos dedicar nuestra vida a Dios, de esta manera tendremos la seguridad de que estamos en sus manos y bajo su voluntad Dios es mucho más grande que cualquier problema que podamos tener y Él permite las situaciones molestas para nuestro propio bien, por lo tanto tenemos una base o razón para agradecerle (Romanos 8:28.) Es necesario que nos hagamos ésta pregunta: ¿Fui yo el causante de este asunto molesto por algo que hice o que olvidé hacer? En otras palabras: hemos hecho algo inapropiado o incorrecto que desencadenó la situación, si es así, tratar de corregirlo. Algunas molestias pueden ser eliminadas; pero hay molestias que nosotros no causamos, y que Dios las puede usar para formar en nosotros el carácter de Cristo. Por ejemplo, es fácil amar a alguien que nos ama, pero Dios quiere enseñarnos a amar aún a aquellas personas difíciles, pues de esta manera damos testimonio. Es a veces el propósito de Dios el poner a nuestro lado personas que nos cuesta amar, para que aprendamos lo que es el verdadero amor. De igual forma, Dios también quiere desarrollar en nosotros el gozo, pues cualquiera puede ser feliz, aunque no sea cristiano, cuando las circunstancias son fáciles; pero Dios permite en nuestra vida circunstancias incómodas o difíciles, para enseñarnos lo que es el gozo del Espíritu Santo. Finalmente, es muy fácil tener paz cuando nada malo ocurre, pero a través de las dificultades, Dios nos enseña a tener paz “a pesar de”. De esta manera Dios quiere desarrollar en nosotros el fruto del Espíritu Santo: "Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, tenplanza; contra tales cosas no hay ley." (Gálatas 5:22-23.) La irritabilidad fue lo que más afecto la vida de Gustavo, comerciante de cualquier ciudad del país. Por su mismo oficio, tenía que enfrentarse continuamente a situaciones desconcertantes que no esperaba. Cuando las cosas no salían como él quería, reaccionaba ofuscadamente, de tal manera que aún se vio afectado con quebrantos de salud. Su matrimonio se vio seriamente afectado, pues era allí donde descargaba toda su ira y frustración, a tal punto que su esposa aconsejada por su familia, estaba pensando seriamente en divorciarse. Al tratar hoy en día

con él nada parece quedar de ese hombre irritable y desesperado; fruto del tratamiento de Dios en su vida, hoy es un hombre manso y apacible, que aprendió a entregar su vida y sus dificultades a Dios y descansar en su soberanía, y sus propósitos de amor.

Aplicación Teoterápica Es indudable que habrá tiempos en nuestra vida cuando las dificultades aparentarán ser tan grandes, que parecerá que ya no sabemos que hacer con ellas; o posiblemente, sepamos qué hacer, pero no tengamos la capacidad para hacerlo. Tal como en la ilustración del ‘aguilucho’, cuando no podemos hacer algo por nosotros mismos, y estamos ya casi para caer al abismo, Dios Papá viene a nuestra vida, y como el padre del aguilucho desciende y nos recoge. Tenemos un Dios que nos ama y que tendrá cuidado de nuestra vida. Debemos aprender a reaccionar de manera adecuada ante las molestias que se nos presentan. Ante todo tener una actitud constante de alabanza y acción de gracias, buscar la posible causa y conociendo los propósitos de Dios, soportar la prueba pues sabemos que a la larga todo es para nuestro bien, y para que el carácter de Cristo sea formado en nosotros (I Pedro 2:19-21.) Acompáñeme en este momento a una sencilla oración, buscando de Dios sabiduría para ser más que vencedores en las situaciones que nos irritan: “Amado Señor gracias porque puedo acercarme a ti con la libertad que me da tu amor y tu aceptación. Señor muchas gracias por las situaciones molestas, incómodas y difíciles que he tenido que enfrentar, porque ha sido la forma como tú has formado mi carácter y desarrollado el fruto del Espíritu Santo en mi vida. En éste momento, quiero colocar delante de ti las situaciones que me están incomodando, las presiones, los obstáculos, algunas personas que me cuesta aceptar y tolerar, circunstancias que se escapan de mi control y aún las situaciones frustrantes y decepcionantes. Ayúdame a reaccionar correctamente, con una actitud de agradecimiento, sabiendo que nada escapa de tu control, buscando hacer las correcciones necesarias y esperando en tus propósitos. Gracias Señor porque en ti soy más que vencedor(a), me apropio de la victoria que tu ya ganaste en la cruz para mí. Tú eres especialista en tornarlo todo en bendición en la vida de aquellos que esperan en ti. Amén.” Cuestionario Teoterápico personal Para finalizar medite y conteste las siguientes preguntas: 1.

Nombre las cuatro fuentes de la irritación

2.

Enuncie algunas de las reacciones incorrectas que generalmente se tienen frente a las situaciones que nos irritan.

3.

Lea I Pedro 2:19-21 y diga ¿cuál es el consejo del apóstol Pedro para enfrentar las situaciones difíciles?.

4.

En una actitud de oración y pidiendo la guía del Espíritu Santo, evalúe cuáles y corrija las cosas o personas que fácilmente le irritan y que en este momento le están incomodando.

CAPITULO VI

COMO TENER UN ESPÍRITU PERDONADOR

La Palabra de Dios nos enseña que debemos perdonar a los que nos ofenden y el máximo ejemplo es el mismo Señor Jesucristo. Cuando un discípulo le preguntó si debía perdonar siete veces, Jesús le respondió que no solamente siete, sino setenta veces siete, queriéndole decir que el perdón debe ser una actitud constante en aquel que ha nacido de nuevo y tiene comunión con Dios. Cultivar un espíritu perdonador es algo tan importante que aún nuestras oraciones puede ser estorbadas, y no ser respondidas, cuando no perdonamos. El perdón es un acto de la voluntad, no es una emoción es una decisión, e implica olvidar el hecho completamente y nunca más recordarlo. Perdonar no es algo opcional, sino algo que indispensablemente debemos hacer para disfrutar la salud total que Dios quiere darnos, y disfrutar de total libertad. Si sabemos que Dios es amor, entonces podemos comprender mejor que el Espíritu de Dios no puede fluir cuando hay odio en el corazón. Dios quiere derramar Su Espíritu sobre nosotros, sanarnos y liberarnos, pero no puede hacerlo si guardamos amargura, resentimiento y sentimientos heridos acumulados a través de los años. Cuando perdonamos sinceramente, lo único que queda en nuestro corazón es el amor, y estamos mostrando a otros el amor de Jesucristo (Mateo 18:2335.) Una frase de Mirón Augsburger nos puede ilustrar mejor sobre el perdón. “Perdonar es costoso. Perdonar es llevar la ira que le causa el pecado de otros. El culpable queda libre, el que ha sido ofendido lo deja libre, mediante el recurso de cargar él mismo con su propia indignación y siguiendo el camino del amor. Dios perdona asumiendo Él mismo su propia ira por el pecado que hemos cometido contra Él... absorbe nuestra culpa y nos deja libres. El perdón pasa a través del pecado y llega hasta la libertad.” Resultados negativos al no perdonar Las consecuencias de no perdonar son funestas y se hacen notorias en nuestro ser integral: espíritu, alma y cuerpo. En nuestra vida espiritual, el no perdonar es un estorbo para alcanzar la gracia de Dios; nuestras oraciones no son respondidas hasta que no nos pongamos de acuerdo con la persona que nos ha ofendido, así lo expresa la Palabra de Dios:

"Mirad bien, no sea que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios; que brotando alguna raíz de amargura, os estorbe, y por ella muchos sean contaminados" (Hebreos 12:15.) El aborrecer a una persona, nos costará conocer y entender la voluntad de Dios, pues andamos en tinieblas, y estaremos tambaleándonos sin saber qué camino seguir; necesitamos renunciar a toda amargura y resentimiento, esto es imperativo para nuestra felicidad. "Si alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es mentiroso. Pues el que no ama a su hermano a quien ha visto. ¿cómo puede amar a Dios a quien no ha visto?. Y nosotros tenemos este mandamiento de él: El que ama a Dios, ame también a su hermano". (I Juan 4:20-21) La Biblia nos dice que debemos amar a Dios con todo nuestro corazón, alma, mente y fuerzas, pero si tenemos amargura en nuestro corazón no podremos estar en capacidad de cumplir este mandato. Consecuentemente vamos a ser menos efectivos en nuestro testimonio, si no perdonamos le estamos dando a Satanás la oportunidad de actuar y nos usará para sus planes malvados. No debemos reservarnos ninguna área de la vida para nosotros, pues estaremos expuestos al ataque del Enemigo. En nuestra vida emocional, muy pronto también se verán los resultados negativos. La primera actitud hacia la persona que no perdonamos es el menosprecio, y luego nos concentramos en lo que esa persona nos hizo, estas dos cosas traen resultados negativos pues vamos a ser el molde exacto del pensamiento negativo que hemos abrigado en nuestro corazón

Cuando no perdonamos, siempre vamos a estar viendo las faltas del otro de manera negativa (obsesión), hasta tal punto que nos cuesta concentrarnos en Dios y en su Palabra. El siguiente es un ejemplo:

Ofensa

Nuestras reacciones

Nuestras heridas

Me criticó injustamente.

1. 2. 3. 1. 2. 3.

1. 2. 3. 1. 2. 3.

Me golpeó.

Ira, resentimiento. Orgullo herido. Malas Palabras. Ira. Grite más fuerte. Odio

No me entendió. No me sentí amado. No me ayudó. Sentí rechazo. Sentí soledad. Sentí mucho miedo.

Así como pensamos de esa persona así actuamos, y si permanecemos en esa actitud nuestra vida se convierte de un momento a otro en una vida de constante amargura. (Proverbios 23:7.) Como resultado de esta amargura, nuestro cuerpo también puede ser afectado, pueden aparecer enfermedades psicosomáticas como úlceras, hipertensión, fatiga física, insomnio, artritis, etc. Esto quiere decir que nuestro cuerpo cargará con las consecuencias de nuestro pecado. El siguiente caso nos ayudará a comprender el efecto que el resentimiento puede tener en la vida de una persona: Elisa era una mujer de cuarenta años, quien buscó ayuda en uno de nuestros centros de Teoterapia, pues vivía una crisis de nervios permanente, a tal punto que tenía que tomar 20 pastillas tranquilizantes al día. Había visitado muchos doctores, pero no había hallado solución definitiva. Dialogando

con ella, se encontró la verdadera causa de su crisis nerviosa. Cuando tenía 8 años, su hermano mayor trató de abusar de ella sexualmente, desde entones lo odiaba con todas sus fuerzas. Cuando se le preguntó si estaba dispuesta a perdonarlo, comenzó a llorar desesperada. Se le guió en una oración donde renunciaba al odio y se apropiaba de la sangre de Cristo. Desde entonces comenzó a ser edificada en la Palabra de Dios y nunca más volvió a depender de los tranquilizantes. Los efectos de la falta de perdón también se sienten en el área social. Si alguien es ofendido y se resiente contará su situación a sus amigos y estos por solidaridad también reaccionarán. De esta manera se desencadenará una actitud de resentimiento, y odio hacia la persona que ofendió; todo esto porque una persona no perdonó. El ejemplo de Cristo Jesucristo es nuestro ejemplo por excelencia cuando hablamos del perdón. Para perdonar es necesario despojarnos de nuestros derechos, de lo contrario no podremos perdonar, y eso fue precisamente lo que Jesucristo hizo. Cuando Jesucristo vino a la tierra abandonó su derecho a la Omnipotencia. Como Dios del universo, naturalmente tenía el derecho de que otros le sirvieran; sin embargo Él no aprovechó este derecho, por el contrario se hizo siervo por amor a nosotros. Al menos tenía derecho a un juicio justo, pero no lo tuvo. Tenía derecho a seguir vivo, pues no había hecho nada que mereciera la muerte, y sin embargo sufrió una muerte vergonzosa. "Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló así mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz." (Filipenses 2:5-8) A pesar de todo esto Jesucristo no se resintió por lo que le hicieron, por el contrario oró al Padre por ellos: “Perdónalos porque no saben lo que hacen” (Lucas 23:34). Si Cristo no hubiera estado dispuesto a dejar sus derechos, no hubiera habido posibilidad de perdón, porque nunca hubiera muerto en la cruz. El propósito de Dios Padre era que Cristo abandonara sus derechos y nosotros como sus discípulos, debemos estar preparados a abandonar y negar nuestros derechos.

Cada vez que nos sentimos enojados o amargados contra Dios o contra alguna persona es porque hemos pensado que Dios o esa persona han impuesto otra voluntad por encima de nuestros derechos. La ira y el enojo son una evidencia externa de que nos estamos aferrando a un derecho que debiéramos negar. Debemos ser conscientes de que Dios cumple un propósito cuando nos ordena negar nuestros derechos. Tenemos el ejemplo de la vida de José: sus hermanos lo vendieron a Egipto, después fue acusado injustamente y fue a la cárcel, le violentaron sus derechos. Pero Dios usó esa dificultad para que llegara a ser gobernante en Egipto. Al final de su vida José les dijo a sus hermanos, que ellos intentaron hacerle mal, pero Dios lo usó todo para bien. Principios básicos para perdonar Hay cinco principios bíblicos que nos ayudan a desarrollar un espíritu perdonador: El primero es tener una respuesta de gozo ante la ofensa y cuando pasemos por circunstancias difíciles. Si respondemos negativamente, esa actitud va a impedir que se realice su propósito en nosotros (Santiago 1:1-2.) El segundo, es aprender a ver a través de la ofensa, la necesidad de la otra persona y de ésta manera tratar de ayudarla. Estamos llamados a responder a las necesidades de los demás, porque eso es amor (Proverbios 19:11.) El tercero principio es no admitir la venganza, al no perdonar reconocemos que la amargura y el resentimiento son una manera de vengarnos; y esto trae graves consecuencias en nuestra vida. El que se encarga de dar el pago es Dios y no nosotros (Romanos 12:17-19.) El cuarto principio es cooperar con Dios en ayudar al ofensor, si ya hemos conocido su necesidad, nos queda más fácil ayudarle (Mateo 6:14-15.) Y por último Si Dios nos ha perdonado tanto, debemos estar dispuestos a perdonar a otros; sus ofensas comparadas con las nuestras son pequeñas (Efesios 4:32.) Siempre recuerdo el caso de Daniel, un discípulo de nuestro ministerio, quien pudo comprobar en su vida los beneficios de perdonar. En una ocasión le robaron una gran cantidad de dinero, muy pronto descubrió quién era el ladrón, pues resultó ser alguien cercano y de aparente confianza. Al comienzo se propuso un plan para vengarse y cobrarle hasta el último centavo. Sin embargo fue en esa época cuando alguien le compartió acerca del Señor Jesucristo. Fruto de su nueva vida, y siguiendo el consejo de su líder personal, Daniel le escribió una carta a la persona que le había robado, diciéndole que le perdonaba porque había conocido a Cristo y que le gustaría hablar personalmente con él. El día menos pensado, el que le había robado el dinero se apareció en la

casa trayéndole un regalo. Daniel le dijo que no había necesidad, porque ya lo había perdonado. El hombre que había robado, dijo que desde el día que recibió la carta no había podido dormir, ni tener descanso, así que decidió visitarlo para tener paz. Se reconciliaron, y en poco tiempo le devolvió una suma superior a la que había robado. El perdón sana corazones. Aplicación Teoterápica Aunque no conozco la situación presente que usted esta viviendo, le quiero a que ponga en práctica el principio restaurador del perdón. Visualice las personas que le han ofendido, o contra las que usted tiene algo. Escriba. sus nombres en una hoja de papel escribiendo al frente la ofensa cometida. Pídale perdón a Dios por haber albergado amargura y resentimiento en el corazón. Tome hoy la decisión de perdonar de todo corazón, no importa lo que esté sintiendo y pídale al Señor que le permita percibir las necesidades que esa persona tiene y que se hacen evidentes por la forma en que le ofendió. Ahora acompáñeme con la siguiente oración: “Amado Padre Celestial, gracias por hacerme entender el daño que me causa el no perdonar. Reconozco que he guardado resentimiento y amargura contra algunas personas. Te pido en este momento que coloques en mi mente los nombres de aquellos a quienes necesito perdonar... (En la medida en que se le vienen nombres de personas, visualice a la persona y perdónela, hacer esto con cada persona) (Nombre de la persona), yo te perdono en el nombre de Jesús, así como Dios me perdonó sin merecerlo, yo también te perdono merézcalo o no. Gracias Señor por tu preciosa sangre con la cual has limpiado mi vida y por la cual también puedo perdonar a otros. Limpia mi corazón completamente y lléname de todo tu amor. Ahora Señor dame la oportunidad de poder acercarme a cada una de éstas personas y ayudarlas en sus necesidades, porque sé que así ellas también serán libres. En este momento me declaro totalmente libre de toda amargura, saturado de tu amor, y del Espíritu Santo que me inunda y me capacita para amar de una manera sobrenatural, como tú me amas. Amén.” Ahora rompa o queme la hoja de papel como señal de total liberación. Si es necesario y posible, hable con esa persona, manifestándole su perdón y el amor que ahora renace en su corazón, como fruto del Espíritu Santo. Cuestionario Teoterápico personal Para finalizar medite y conteste las siguientes preguntas:

1. ¿De qué manera dos personas que no se han perdonado, afectan el ambiente social en que se mueven? 2. Lea Santiago 2:1-2, ¿cuál es la reacción adecuada que debemos tener ante una ofensa? 3. Dé ejemplos de los resultados negativos que trae en el área emocional y física el hecho de no perdonar.

CAPITULO VII

COMO TENER UNA CONCIENCIA LIMPIA

Tener una conciencia limpia es disfrutar de libertad, saber que nadie puede acusarnos de equivocaciones, delitos u ofensas que hayamos cometido. Esta libertad la conseguimos cuando tenemos una seguridad interna de que todo está claro con Dios y con nuestros semejantes; es decir la libertad que da el Espíritu y que es necesaria para poder marchar adelante. Al pensar en lo que es una conciencia limpia, me atrevo a definirla como una conciencia nueva. Sí, una nueva conciencia en Cristo. Dice Gálatas 2:20 que en Cristo estoy crucificado y ahora vive Él en mi, esto significa espíritu, alma y cuerpo nuevos. Bendiciones de tener una conciencia limpia Una conciencia libre le permite a una persona ser osada para acercarse a Dios y para tener comunión perfecta con Él. Contrariamente, todos perdemos confianza cuando nuestra conciencia es turbia. “Amados, si nuestro corazón no nos reprende, confianza tenemos en Dios; y cualquier cosa que pidiéremos la recibiremos de él, porque guardamos sus mandamientos, y hacemos las cosas que son agradables delante de él.” (I Juan 3:21-22) Este es el secreto de la vida del apóstol Pablo. Se ejercitaba constantemente en tener una conciencia irreprensible ante Dios y ante las personas. Pablo no hace nada que objete su conciencia y no permite que quede en su vida nada que ésta le reproche; esto lo hacía osado ante Dios y ante los demás. Sólo una conciencia clara ante Dios y ante las personas hace posible un buen testimonio de vida. Una buena conciencia también nos capacita para recibir las promesas de Dios, pues ésta es inseparable de una gran fe. En el momento en que esa fe es ‘herida’, en ese mismo momento es debilitada. “... el propósito de este mandamiento es el amor nacido de corazón limpio, y de buena conciencia, y de fe no fingida...” (I Timoteo 1:5) Muchos son los beneficios de una conciencia limpia: Primero, seremos efectivos testigos de Cristo. Compartiremos nuestra fe con éxito, estaremos en capacidad de dar cualquier respuesta en relación con nuestra fe, sin sentirnos hipócritas.

"Sino santificad a Dios el Señor en vuestros corazones, y estad siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros; teniendo buena conciencia, para que en lo que murmuran de vosotros como de malhechores, sean avergonzados los que calumnian vuestra buena consucta ne Cristo" (l Pedro 3:15-16.) También seremos prosperados en todo. El que no reconoce sus errores no podrá prosperar, más el que los reconoce disfruta de la misericordia de Dios. Además , aconsejaremos sabiamente a otros, pues si ya hemos removido el leño que está en nuestro ojo podremos remover la basura del ojo ajeno (Mateo 7:3-5.) Tener una conciencia limpia trae sanidad física y emocional, pues cuando hay culpas, éstas pueden llegar a producir desequilibrio químico y físico en el organismo; nuestro cuerpo produce demasiadas hormonas y sobrevienen enfermedades emocionales y físicas (Salmo 32:3.) El gozo permanente es otra bendición de tener la conciencia limpia, este gozo es el resultado de estar libres del enojo y la culpa, y además nos motivará a cultivar una vida rica de oración. Podemos orar libremente, al tener nuestras cuentas saldadas con otros, no habrá estorbo para que nuestra oración llegue al trono de Dios (Isaías 57:15.) Todo esto nos llevará a ser unos cristianos estables, pues si estamos en paz con Dios y con otros, nuestra mente no estará dividida. En cambio si debemos arreglar una ofensa con alguien y pasa el tiempo y no lo hacemos, se inicia una lucha en la mente, y una mente dividida trae inestabilidad. Lo más satisfactorio de tener una conciencia limpia es que tendremos libertad para relacionarnos sin temores con las personas que nos rodean. Podremos hablar libremente de nuestra vida y nuestro pasado, sin temor a que descubran cosas desagradables Consecuencias de no tener una conciencia limpia ¿Cómo podremos reclamar las promesas de Dios con osadía si nuestra voz interior nos está acusando? ¿Puede alguno cuya conciencia no le dé testimonio de que está viviendo en la tierra en santidad, ser una persona de oración, capaz de pedir a Dios recompensas ilimitadas? ¿De qué sirve la oración si nuestro control interno nos reprocha cuando elevamos nuestras manos hacia Dios? Debemos tener entonces una

conciencia libre de acusación, no en el sentido de que somos mejores que antes o que hemos abandonado el mal, sino que estamos sin acusación y en plena confianza delante de Dios. He aquí algunas de las consecuencias de no tener una conciencia limpia: ### No seremos tan efectivos para ser usados por Dios. ### Si testificamos de Cristo no obtendremos los resultados esperados. ### No prosperamos en la medida que Dios quiere. ### Tendremos problemas al tratar de ayudar o aconsejar a otros. ### Después de un tiempo aparecerán enfermedades físicas y emocionales. ### Perdemos poder para orar, sanar, y liberar. ### Nos hacemos insensibles a las necesidades de otros. ### Se nos dificultará tener una actitud de gozo en el Señor. ### Se nos dificultarán las relaciones interpersonales con los más cercanos. Negarnos a practicar este principio es como decir que nos negamos a disfrutar la vida abundante que Cristo nos prometió y negarnos a ser usados al máximo de nuestra capacidad para Cristo. Hacia la libertad Es importante considerar que la conciencia está limitada por el conocimiento. A medida que crece el conocimiento de un cristiano, su conciencia aumenta su nivel de captación. La Biblia nos exhorta a que aumentemos nuestro conocimiento del bien y del mal, pues a mayor conocimiento mayores posibilidades de elevar nuestros patrones de vida; nuestras vidas se vuelven más santas a medida que la luz aumenta. Una conciencia limitada, condena sólo lo que sabe que es malo, deja intactas en nuestra vida numerosas cosas que no son conforme a la voluntad de Dios y como resultado seguimos andando por los caminos antiguos. Un conocimiento limitado falla en juzgar lo que debe ser juzgado, por esto debemos escudriñar las Escrituras conforme nos guíe el Espíritu Santo. Más grave que la ignorancia, es desobedecer los dictados de nuestra conciencia. Como resultado perderemos la paz y temporalmente se romperá nuestra comunión con Dios. Nuestra vida espiritual se ve grandemente impedida y bloqueada cada vez que no hacemos caso a los reproches de nuestra conciencia.

Como ya vimos la conciencia limpia y transparente se da en dos sentidos: Hacia Dios y hacia las personas. En primer lugar hacia Dios, debemos ejercitar la respiración espiritual, ponernos de acuerdo con Él, reconocer que la sangre de Cristo se derramó por nuestros pecados y luego por fe, aceptar la limpieza y la restauración del compañerismo que Él ha provisto para nosotros. En segundo lugar debemos acudir a las personas que hemos ofendido, pedirles perdón y hacer la restitución necesaria. Humanamente hablando hacer esto no es fácil, requiere que tengamos una actitud deliberada para hacerlo por fe, pero desde luego tendremos gran recompensa por hacerlo. Hay un caso que conozco de cerca y que ilustra la bendición de pedir perdón. Dos grandes amigas, cultivaron por mucho tiempo una edificante relación que se estrecho más cuando entre la hija de una y el hijo de la otra surgió un enamoramiento que culminó en matrimonio. Desafortunadamente surgieron problemas entre la pareja, esto afecto a las madres de ambos, por lo que hubo también contrariedades entre ellas. A raíz de estos problemas dejaron de hablarse por dos años. Una de ellas, había recibido a Cristo y le había confesado a Dios este asunto; pero no había ido a reconciliarse con su gran amiga. Como resultado de haber asistido a una conferencia Teoterápica, Dios le mostró que debía hacerlo y comenzó a intentarlo. La llamó por teléfono pero no la encontró, lo mismo hizo por tres veces consecutivas y concluyó: “Debe ser que Dios no quiere que hable con ella”. Dios le mostró que ese no era el método, volvió a intentarlo por cuarta vez; en esta oportunidad su amiga en persona le contestó, y cual sería su sorpresa que con solo escuchar su voz, ella comenzó a llorar, y agradecerle que le hubiera llamado. Hablaron, le compartió de su fe en Cristo. Hoy en día se restauró su amistad, asisten al mismo distrito de la Cruzada Estudiantil y Profesional de Colombia y ambas disfrutan de los excelentes resultados del perdón restaurador. Muchas personas tratan de liberar el peso de su conciencia imponiéndose disciplinas religiosas que solo conducen a derrota y frustración. No tenemos porque seguir luchando con las culpas, por medio de la fe podemos experimentar el perdón y la libertad a la que hemos sido llamados. Pasos a seguir para tener una conciencia limpia Como todo proceso de sanidad, la limpieza de la conciencia se da en la medida en que caminamos en fe y obediencia, más allá de lo que estemos sintiendo. En primer lugar necesitamos pedir al Espíritu Santo que nos muestre las personas a quienes hemos ofendido; de igual manera necesitamos perdonar a las personas que nos han ofendido.

Muchas personas no piden perdón, porque sienten que la otra persona, es la que tiene el mayor porcentaje de equivocación. La Biblia nos enseña a pedir perdón así pensemos que tenemos el mínimo porcentaje de culpa: "Por tanto, si traes tu ofrenda al altar, y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí tu ofrenda delante del altar, y anda, reconcilíate primero con tu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda". (Mateo 5:23-24.) También es importante en este proceso identificar la ofensa básica, es decir dar el nombre correcto a la ofensa: robo, cólera, ingratitud, mentira, injusticia, amargura, orgullo, pereza, desobediencia, calumnia, chisme, etc. Recordemos que el perdón tiene doble vía: Pedir perdón cuando hemos ofendido y perdonar cuando nos han ofendido, en ambos casos debemos reconocer la ofensa básica. Algo bien importante en este punto es escoger las palabras adecuadas, para no causar más heridas. Por ejemplo: “Reconozco que tenías razón, discúlpame si te ofendí, ¿ podrías perdonarme?”. “Te pido disculpas por lo que hablamos el otro día, de verdad, si te ofendí, perdóname. La amistad es más importante que este asunto.” Aplicación Teoterápica El resultado de una conciencia limpia es el amor y la fe no fingida. Para lograrlo debemos pedir a Dios que nos examine y nos limpie. Acerquémonos a la luz de Dios, preguntémosle al Espíritu Santo qué actitudes, pensamientos y acciones nuestras le ofenden, con arrepentimiento reconozcámoslo y apropiémonos de la sangre de Cristo. Así podremos amar, perdonar y disfrutar de la libertad a la que Dios nos llamó. No basta con pedir perdón a Dios, hay que buscar el reconciliarnos con la persona afectada, de ésta manera estamos contribuyendo para que la persona también se restaure. Con la libertad que tenemos en Cristo Jesús oremos con la certeza que ante su trono hallaremos gracia y oportuno socorro: “Señor gracias por la oportunidad que me das de estar delante de ti. Hoy te pido conforme lo decía el Salmista: Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; pruébame y conoce mis pensamientos; y ve si hay en mí camino de perversidad, y guíame en el camino eterno. Reconozco delante de ti que te he ofendido, te pido que me laves con tu sangre, me limpies, y me permitas experimentar tu Santa Presencia. Gracias Señor porque en ti hay perdón para todo aquel que se acerca en una actitud de humildad y

transparencia. Ahora Señor dame todo el valor necesario para acercarme a las personas que he ofendido y restituirlas en lo que sea necesario. Gracias porque mi pasado está bajo tu sangre bendita y con la seguridad de tu perdón y aceptación, hoy me levanto para caminar en pos de ti y hacer tu voluntad. Satúrame de tu Santo Espíritu, y guíame en tu verdad. Amén.” Cuestionario Teoterápico personal Para finalizar medite y conteste las siguientes preguntas: 1. Defina con sus propias palabras qué es tener una conciencia limpia. 2. Nombre mínimo cuatro bendiciones que vienen de cultivar una conciencia limpia. 3. ¿A qué se refiere cuando decimos que el perdón tiene una ‘doble vía’? 4.

En oración, pídale al Espíritu Santo que le examine y le muestre en qué ha ofendido a Dios y a otros. Haga la lista de personas a las que usted ha ofendido y dispónganse a hablar con ellas.

CAPITULO VIII

COMO SER LIBRE DE LAS ATADURAS

Siempre que hablo de las ataduras lo hago con mucho cariño pues es un tema fundamental para todo hijo de Dios que quiere prosperar y vivir una vida de victoria. Este tema me llama la atención, pues una persona libre de ataduras es como el árbol de la ilustración de Jeremías 17: 7-8: "Bendito el varón que confía en Jehová, y cuya confianza es Jehová. Porque será como el árbol plantado junto a las aguas, que junto a la corriente echará sus raíces, y no verá cuando viene el calor, sino que su hoja estará verde; y en el año de sequía no se fatigará, ni dejará de dar fruto" El hombre o la mujer libre, es un árbol plantado en aguas; es decir, depende plenamente de la Fuente de Vida (Dios) y no del pasado o los engaños del mundo. Este tema de las ataduras es muy importante para el cristiano que quiere crecer en la fe, pues la esclavitud del pecado en determinadas áreas de la vida, impiden el crecimiento espiritual. Las ataduras nos privan de conocer a Dios, el Enemigo trabaja para enceguecer a los hijos de Dios a fin de que no vean ni experimenten la bendición, prosperidad y libertad que tienen en Cristo Jesús. El poder de una vida liberada Jesús nos prometió, “... y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres.” (Juan 8:32) Dios desea no solo un cambio en la mente de sus hijos al tiempo de la conversión; desea también una mente renovada, transparente como el cristal; de ésta manera Satanás se verá impedido para cautivar la mente del cristiano. Con una mente libre y renovada, el hijo de Dios puede experimentar y conocer Su poder, la capacidad para concentrarse se vuelve más aguda y precisa, su comprensión más perceptiva, su memoria más alerta y su perspectiva más amplia. Además recibe el conocimiento espiritual con una mente abierta, capacitándose para hacer la obra de Dios y llevar responsabilidades mayores que las que podía llevar antes. Las siguientes son algunas características de una vida que disfruta la libertad en Cristo: ### Amor y respeto propio: Aprendemos a vernos como Dios nos ve y disfrutamos de su maravilloso perdón (Romanos 8:1.)

### Estabilidad y equilibrio personal: Aprendemos a ser trasparentes con Dios, con nosotros mismos y con los demás, las emociones ya no nos desestabilizan y aprendemos a tomar decisiones por lo que sabemos y no por lo que sentimos (Santiago 1:12.) ### Voluntad firme y dominio propio: Nuestra voluntad es ubicada bajo el control de nuestro espíritu, y es fortalecida y capacitada para hacer la voluntad de Dios (II Timoteo 1:7.) ### Vida de propósito y compromiso: Salimos de nuestro egocentrismo natural y aprendemos a interesarnos por las necesidades y problemas de los que están a nuestro alrededor (Mateo 4:19.) La personalidad esclavizada Muchos cristianos desean seguir al Señor y agradarle en todo, pero encuentran que los pecados del pasado todavía son una carga, y el peso del presente parece aplastarles. Permanentemente nuestra alma libra una batalla, pues trae hábitos y compulsiones que forman parte de nuestra vida. Si el hijo de Dios cede terreno, se encontrará impotente ante el ataque de espíritus malignos, que pueden ocupar su vida mental. Aparece la inquietud en vez de la calma, el malestar debido a los pensamientos que fluyen y rebosan sin control, incapacidad para concentrarse y recordar, confusión, trabajo sin fruto, ociosidad durante el día, sueños y visiones durante la noche, insomnio, dudas, temor irrazonable, etc. Todo esto se ha convertido en fortalezas y ataduras, que se deben derribar para disfrutar la vida abundante que Jesús nos vino a dar. Empezaré definiendo qué es una atadura. En mi concepto es una esclavitud de pecado en una determinada área de nuestra vida. La atadura se forma cuando la persona se somete a los deseos de la carne, cuando hablamos de ataduras, hablamos de áreas del cristiano en esclavitud, tal como lo describe le apóstol Pablo: "No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal, de modo que lo obedezcáis en sus concupiscencias; ni tampoco presentéis vuestros miembros al pecado como instrumentos de iniquidad, sino presentas vosotros mismos a Dios como instrumentos de justicia." (Romanos 6:12-13.) ¿Cómo se forma una atadura? La atadura se inicia cuando la persona se somete a los deseos de la carne, y se esclaviza en ciertas áreas. El área en la cual somos esclavos, se convierte en una atadura. El apóstol Pablo dice que nos podemos someter ya sea a la carne (el camino del diablo),

o a Dios. La palabra sometimiento, denota acción, lo mismo que libre albedrío. Las cadenas de la esclavitud comienzan a materializarse a partir de los primeros e imperceptibles sometimientos. Cada nuevo sometimiento se convierte en otro eslabón para formar una atadura. Ejemplo: Comienza con un ‘traguito’ mensual, luego una botella semanal, luego cada tercer día, hasta que finalmente se esclaviza al alcohol día tras día. Todas las ataduras están basadas en mentiras, en argumentos y razonamientos que se levantan contra Dios, y que son patrocinados por el Enemigo. Veamos un ejemplo de estas mentiras: “Esta mentira no es tan grave”, “todo el mundo lo hace”, “esta es la última vez”, etc. El apóstol Pablo por eso nos exhorta "Derribando argumentos y toda altives que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo".(II Corintios 10:5) En toda atadura se da un ciclo. Los seres humanos tenemos hábitos, que luego se vuelven un modo de vida y que son el resultado de un proceso de aprendizaje. Hay hábitos constructivos y beneficiosos, pero hay otros dañinos, que deterioran nuestra vida y es ahí donde debemos ganar la batalla. Toda atadura tiene un proceso en su formación: Pensamiento + deseo + emoción + hábito = atadura Empieza con un pensamiento, luego este pensamiento se vuelve deseo (emoción), luego la emoción se vuelve orden, luego el acto se repite y se vuelve hábito y finalmente, los hábitos se vuelven ataduras (modo de vida.) Ilustraré con un ejemplo: analicemos el caso de una persona esclavizada a la lascivia. Empieza sometiendo su mente a estos pensamientos y deseos, mientras más piensa en el sexo opuesto, más fuertes son sus sentimientos. Esto le lleva a actuar: busca revistas pornográficas, se masturba, etc. hasta que se vuelve forma de vida, y se manifiesta en conductas repetitivas sin control. En la siguiente lista he agrupado por áreas las ataduras más comunes: Amargura: Resentimiento, odio, venganza, violencia, homicidio. Rebeldía: Obstinación, terquedad, argumentación, contienda, disputa. Inseguridad: Inferioridad, incapacidad, timidez, vergüenza. Depresión: Desespero, autocompasión, soledad, suicidio, angustia. Flaquezas: Cigarrillo, alcoholismo, drogadicción, glotonería, gula, codicia, avaricia. Impurezas sexuales: Lascivia, masturbación, homosexualismo, adulterio, fornicación, lesbianismo, bisexualismo.

Ocultismo: Tablero Ouija, quiromancia, astrología, hechicería. Otras: Temores, engaño, orgullo, duda, egocentrismo, autocondenación etc. Para ganar la victoria sobre la atadura es necesario comprender cómo se formó, qué situaciones facilitaron que se formara, qué necesidad se pretende llenar o que pensamientos o creencias erróneas hay detrás de esa conducta. Los motivos reales de la atadura pueden estar relacionados con carencias en la niñez, experiencias traumáticas, heridas emocionales, sobre todo si sucedieron en la etapa de la niñez, edad en que se es más sensible a este tipo de experiencias. El siguiente es un ejemplo de vida que nos ilustra el origen de una atadura. Luisito, era un niño de tan solo 8 años de edad, su papá un hombre estricto y severo que siempre le está exigiendo excelencia en su desempeño escolar. Su madre tierna, cariñosa y un poco inhibida por el carácter severo de su esposo. Siempre aparece en casa Gustavo, el tío favorito, un profesional (ingeniero), soltero, atento a complacer a su sobrino del alma. Los padres nunca tienen objeción en que Luisito salga siempre que sea con su tío, de lo que nunca se enteraron es que Gustavo es un propagador del homosexualismo, que aprovechaba los paseos y salidas con Luisito para inducirlo en la práctica homosexual. Hoy la madre llora desconsolada, no sabe qué hacer con un adolescente homosexual, adicto a las drogas. El caldo de cultivo: una imagen paterna severa e inalcanzable, sumado al abuso físico simulado en regalos y muestras de afecto, ató a Luisito a las prácticas homosexuales. Cuántos ‘Gustavos’ van por el mundo haciendo daño, y cuantos ‘Luisitos’ víctimas de padres confiados que no han sabido estar cerca a sus hijos. Cristo nuestro libertador La persona que enfrenta nuestras necesidades en la Teoterapia no es un ser natural, es uno que opera en el terreno de lo sobrenatural: Jesucristo. Entre más clara sea la visión y revelación que tengamos de la persona de Jesucristo más sencillo y fácil será apropiarnos de lo que Él ya hizo por nosotros. La principal credencial de Jesús es su sensibilidad hacia la necesidad del ser humano, necesidades que suplió ejerciendo un ministerio integral, predicando, enseñando, sanando, liberando.

"Y recorrió Jesús toda Galilea, enseñando en las sinagogas de ellos, y predicando el evangelio del reino, y sanando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo. Y se difundió su fama por toda Siria; y le trajeron todos los que tenían dolencias, los afligidos por diversas enfermedades y tormentos, los endemoniados, lunáticos y paralíticos; y los sanó" (Mateo 4:23-24) Predicando: Él es la Palabra de Dios revelada a los seres humanos. Enseñando: Él es la Luz que ilumina la mente entenebrecida de los seres humanos (Juan 7:45-49.) Sanando: Sanaba toda enfermedad y dolencia del pueblo, esto incluye sanidades físicas y del alma. Liberando: Tiene potestad y Señorío sobre las fuerzas espirituales que oprimen al ser humano (Mateo 8:28-32.) Proceso teoterápico para ser libre de las ataduras Primero, asegúrese de haber recibido a Cristo como Señor y Salvador. Esta seguridad es fundamental pues le evitará esfuerzos en la carne para derribar la atadura. En segundo lugar necesitamos entender que sólo el Señor con su poder puede derribar las ataduras. Nuestra parte es someternos a Él, la parte del Señor es desatarnos. "Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta. (Romanos 12:1-2) Dentro de este proceso necesitamos identificar la atadura, por lo que hemos de pedirle a Dios en oración que revele cuáles son, para esto deben ser honestos y evitar las clásicas disculpas: ‘Así soy yo’, ‘Dios me hizo así’, o ‘Yo no dije eso’, "ese es mi temperamento", etc. De igual manera es imprescindible que la persona confiese los pecados específicos que se relacionan con la atadura. La verdadera confesión implica arrepentimiento y apartarse del pecado. Es necesario dolernos por nuestro pecado y cambiar de actitud (Santiago 4:8-10). Recordemos que la verdadera confesión implica agradecer y alabar a Dios por su fidelidad en perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda culpa.

Una vez que renunciemos en el nombre de Jesús a cada atadura, debemos pedir la liberación de toda fuerza negativa (espíritus,) relacionadas con la atadura. Ordenar en el nombre de Jesús que nos dejen libres, apropiándonos de la victoria ganada por Cristo en la cruz: "Y a vosotros, estando muertos en pecados y en la incircuncisión de vuestra carne, os dio vida juntamente con él, perdonándoos los pecados, anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz, y despojando a los principados y a las potestades, los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz". (Colosenses 2:13-15) Por último y para coronar el proceso de liberación de las ataduras se debe hacer restitución si es necesario. Por ejemplo pedir perdón a quien haya ofendido, devolver lo robado, rectificar lo dicho, etc. Pasos para reconstruir el área donde estaba la atadura Luego de ser sanos, se necesita restaurar el área que fue afectada. No es suficiente descubrir la atadura y derribarla; es necesario tomar posesión de esa área, y sembrar los frutos apacibles de justicia. Por ejemplo, donde hubo odio debe brotar el amor y los pensamientos impuros deben ser cambiados por pensamientos santos. No es suficiente quitar las piedras y malezas de la tierra, es necesario abonarla y cultivarla. Para restaurar el área que estuvo afectada, ante todo necesitamos tener una actitud correcta hacia el pecado; rechazarlo y alejarse de él; esto puede implicar romper relaciones que tengan un efecto nocivo. Cada día seremos victorioso en la medida en que entreguemos todas nuestras áreas (espíritu, alma y cuerpo) completamente a Dios. Este es el único ‘sacrificio’ que hoy podemos hacer. Reconozcamos que la vieja naturaleza no tiene poder ni efecto, porque fue crucificada con Cristo en la cruz. Esta verdad se debe conocer y aplicar, reconociendo quiénes somos en Cristo. Un gran hombre de Dios decía, “la razón por la cual el hombre peca, es porque no conoce a Dios en esa área particular de su carácter”. Es necesario cultivar el hábito del estudio bíblico, sobre todo estudiando y consultando respecto de la atadura que ha violentado el carácter de Dios. Por ejemplo:

ATADURA

CARÁCTER DE DIOS

Impureza sexual. Odio, venganza. Orgullo. Temor, preocupación. Incredulidad, depresión. Culpa.

Dios Dios Dios Dios Dios Dios

es es es es es es

santo. amor. omnisciente, humilde. fiel. verdad. misericordioso y perdonador.

Necesitamos dejar a un lado la vieja persona, y revestirnos de la nueva; o sea reemplazar las costumbres pecaminosas por hábitos nuevos en Cristo Jesús (Gálatas 2:20.) Esto nos llevará a actuar con base a lo que sabemos y no a lo que se sentimos, de esta manera nuestras emociones están bajo control. Recordemos que nuestra mente influye mucho en la victoria sobre las ataduras. La mente es un campo de batalla, Satanás puede tirar dardos venenosos a la mente, pero no se tienen porque recibir, sino enfrentarlos con la Palabra de Dios. Los pensamientos son como aviones tratando de encontrar una pista para aterrizar, si no les damos pista llegará el momentoº en que se agota el combustible, y estallan. Resistamos los pensamientos que nos llevan a la esclavitud, atémolos y enviémolos a la cruz de Cristo y pidámosle que nos llene con Su Santo Espíritu y que tome esa área donde estaba la atadura (Santiago 4:7.) Este proceso debe ser continuo y es un proceso lento. Igual que con la tierra prometida cuando Dios le dijo a Josué que la conquistara poco a poco, y que él iría quitando a los enemigos para que tomaran posesión de la tierra; de igual manera poco a poco Dios irá liberando nuestra alma (Éxodo 23:29-30.) En este proceso la persona debe estar preparada para enfrentar la lucha espiritual. Cada vez que es tentado debe tomar una decisión: si se somete a Dios, se inicia un hábito de santidad y el fruto del Espíritu Santo se hará evidente. Si ante la tentación toma la actitud correcta, el resultado será una vida de santidad. "Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar; al cual resistid firmes en la fe.." (I Pedro 5:8-9) Aplicación Teoterápica Para tener victoria sobre las ataduras es necesario entregar nuestra voluntad a Dios, a fin de ser libres de la esclavitud del pecado y del

Enemigo. Hay victoria cuando independiente de los sentimientos se está dispuesto a luchar contra el pecado, sujetando el cuerpo al control del espíritu. Ante un hijo humillado y decidido, el Enemigo no tiene poder alguno. Pídale ahora mismo a Dios que le dé victoria en todas las áreas de su vida: “Padre Santo quiero alabarte y darte gracias por la libertad a la que tu me llamaste en Cristo Jesús. Quiero en este día exponer delante de ti cada área de mi vida y de manera muy especial las áreas de mi vida en las que no experimento aún libertad. Tu has conocido mi vida y tu sabes lo hoy todavía me ata, he intentado cambiar, he intentado dejar, pero no he podido. Reconozco que en ésta área (nombrar ataduras) te he ofendido y necesito depender de ti para poder vencer. En tu nombre Señor Jesucristo en este momento renuncio a (ataduras), y me declaro libre por el poder de tu sangre preciosa. Gracias porque en este momento experimento que tu me limpias, me lavas con agua limpia. Toma mi vida, te entrego el control de mis pensamientos, el control de mis emociones y te rindo mi voluntad. Unge mi vida con Tu Santo Espíritu y dame todo el poder que necesito para ser más que vencedor en ésta área. Amén.” Cuestionario Teoterápico Personal Para finalizar medite y conteste las siguientes preguntas: Para finalizar, quisiera que ustedes se pregunten y contesten lo siguiente: 1.

¿Qué es una atadura y cómo se forma?

2.

Enumere los pasos básicos para derribar una atadura.

3.

¿Por qué decimos que la victoria sobre las ataduras implica una batalla espiritual? ¿Cómo se debe enfrentar? (Santiago 4:5-10)

4.

En oración pídale a Dios que le permita reconocer sus propias ataduras, y ore a Dios para que le perdone, renuncie a ellas y pídale al Espíritu Santo que limpie y sane sus heridas.

CAPÍTULO IX

COMO TENER UNA VIDA SEXUAL SANA

Cuando Dios creó al hombre y a la mujer, los hizo con unas características muy definidas en su sexualidad; cuando Adán contempló a Eva, exclamó: “Esto es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne...”, y entre ellos no había vergüenza por sus cuerpos (Génesis 2:23b.) El acto matrimonial es la expresión de una unión orgánica de los sexos al establecerse el matrimonio como vínculo de la pareja (Mateo 19:1-5.) Cuando se desconoce a Dios y sus principios, se acarrea dolor y sufrimiento innecesario, llegando a conductas que aún van contra la naturaleza. Hoy en día estamos en medio de una influencia negativa contra los valores morales de aprobada eficacia. Nuestra generación está tirando por la borda toda moderación especialmente en el sexo. Los resultados desastrosos no solo son inminentes sino que ya están con nosotros "y Cambiaron la gloria del Dios incorruptible...... por lo cual también Dios los entregó a la inmundicia, en las concupiscencias de sus corazones, de modo que deshonraron entre sí sus propios cuerpos, ya que cambiaron la verdad de Dios por la mentira, .........Por esto Dios los entregó a pasiones vergonzosas; pues aun sus mujeres cambiaron el uso natural por el que es contra naturaleza, y de igual modo también los hombres, dejando el uso natural de la mujer, se encendieron en su lascivia unos con otros, cometiendo hechos vergonzosos hombres con hombres, y recibiendo en sí mismos la retribución debida a su extravío" (Romanos 1:23-27.) La sexualidad dentro del plan de Dios Dios creó al hombre y a la mujer con individualidad completa, cada uno con su propia responsabilidad, inteligente y libre. La masculinidad y feminidad son un diseño perfecto de Dios, creadas para una total unidad de mente y cuerpo en el acto matrimonial. El matrimonio es el marco perfecto para una libre y sana expresión sexual, pues la sexualidad no es algo simplemente físico, involucra la totalidad del ser: pensamientos, emociones e intenciones. Es necesario diferenciar genitalidad de sexualidad. La genitalidad se desarrolla según las etapas y la edad cronológica; implica la fisiología y anatomía humana. La sexualidad implica el involucramiento del área sicoemocional y espiritual. La sexualidad siempre implica la genitalidad, pero no siempre la genitalidad toma en cuenta la sexualidad. Cuando

ambas funciones no se dan como un todo, viene la frustración, la mujer se siente como un objeto y el hombre se siente incapaz de brindar satisfacción total. El noviazgo y el matrimonio se deben construir sobre un adecuado concepto de sexualidad, porque implica el conocimiento propio y del otro en todo su ser, no solo físico. Dios es el diseñador del sexo. Desde el punto de vista Bíblico el sexo solo puede expresarse con libertad dentro de los lazos matrimoniales, fuera de ellos es una ofensa al Diseñador (Hebreos 13:4.) El matrimonio es mucho más que una licencia para tener relaciones sexuales, ha sido creado para ayudarnos a experimentar nuestros sueños: La unidad de un amor totalmente comprendido. En este punto considero muy importante definir el verdadero concepto de amor. Para esto es necesario diferenciar entre pasión y verdadero amor. La pasión es ciega y sorda, no oye razones solo busca ser satisfecha egoístamente. El amor sabe esperar, desea lo mejor para el otro, aunque eso implica ir más allá de los propios deseos. El amor es una decisión, un compromiso, implica responsabilidad por el ser amado (I Corintios 13:4-8.) Algunas desviaciones sexuales Cuando el hombre no se somete al plan de Dios para su vida sexual cae en promiscuidad y desordenes sexuales, y lo que fue diseñado para su felicidad se puede convertir en una fuente de trauma y dolor. En la actualidad las estadísticas muestran el alarmante impacto de la promiscuidad sexual en nuestra sociedad y sus devastadoras consecuencias. Las siguientes son algunas de las desviaciones sexuales más comunes en nuestro medio social. Adulterio: Relaciones sexuales con un compañero voluntario que no es el legal. Es un término Bíblico que se refiere a relaciones sexuales fuera del matrimonio, ya sea entre compañeros ilícitos o entre casados (Mateo 5:27-28.) Fornicación: Inmoralidad sexual con el sexo opuesto; generalmente se refiere a relaciones entre solteros (Éxodo 22: 16.) Homosexualidad – Lesbianismo: Placer sexual derivado de relaciones con compañeros del mismo sexo. Puede ser latente, pasivo o activo (Romanos 1:24-28.) Exhibicionismo: Placer sexual derivado por medio de la demostración pública de las partes genitales. Incesto: Relación sexual entre parientes muy próximos (Levítico 18: 617.)

Masturbación: Placer sexual derivado de uno mismo, con frecuencia acompañado de culpabilidad y depresión (I Corintios 7:4.) La educación sexual Hoy más que nunca necesitamos ‘educar’ al niño y al joven respecto a la vida sexual, y ésta tarea corresponde a padres, maestros, y líderes espirituales por igual. Estos son algunos beneficios de una adecuada educación sexual: ### Elimina la curiosidad insana, aleja el misterio y elimina la necesidad de investigaciones secretas y experiencias desdichadas. ### Promueve un profundo respeto hacia Dios, hacia sí mismo y hacia los demás. ### Hace que el niño se sienta orgulloso de su sexo, y le ayuda a apreciar los atributos y cualidades del sexo opuesto. ### Capacita al niño y al joven para alcanzar la madurez. ### Ayuda al niño y al joven a proyectarse como hombre o mujer en su futuro papel de esposo o esposa. La Educación sexual básicamente la deben enfrentar los padres y no dejarla exclusivamente al Jardín Infantil y o al Colegio. Debe comenzar desde la más tierna infancia y continuar a lo largo de los años siguiendo una pauta de franqueza, sinceridad y claridad. El hogar es el mejor lugar para educar sexualmente, porque se puede hacer de manera individual, integrando la sexualidad a las demás experiencias de la vida. Los padres conocen a sus hijos mejor que cualquiera; conocen su grado de madurez y qué lenguaje comprenden. Los padres educan sexualmente con sus actitudes, conductas, lenguaje y con la manera como proyectan su propia sexualidad. Las inhibiciones sexuales de los padres, les dificulta educar sexualmente a sus hijos. En este caso los padres deben pedir orientación a su líder espiritual, antes de abordar éste tema con sus hijos. Educando sexualmente al niño Un aspecto importante de la educación sexual es entender y saber manejar la curiosidad infantil., la cual es influenciada desde la infancia por la curiosidad sexual. En los primeros años se da una etapa de autodescubrimiento; el niño descubre y conoce su propio cuerpo: se mira las manos, observa sus órganos sexuales, se interesa por las diferencias entre niños y niñas, pero aún no hay intención sexual, porque su cuerpo aún no se ha desarrollado. Estos momentos de

curiosidad infantil son importantes para formar adecuadas actitudes hacia el sexo. Los padres deben tomar la curiosidad infantil con mucha naturalidad, cuidando de no manifestar desaprobación, reproche, o censura, pues esto inhibirá a los niños y les hará sentir sucios y culpables, por algo que Dios les ha dado, su sexo. Las respuestas que los padres den a las preguntas ingenuas del niño son muy importantes. Se debe responder con un lenguaje adecuado a la edad, no darles excesiva información, que solo sirve para confundirlos. Responder sólo lo que preguntan. Educando sexualmente a los jóvenes Ahora me gustaría abordar un poco el tema de la educación sexual de los jóvenes. Comencemos por la pregunta común de los que han sido educados por principios cristianos. ¿Por qué Dios ordenó esperar hasta el matrimonio para tener relaciones sexuales? Porque cuida de nosotros. Él nos ama y sacrificó a su propio Hijo para redimirnos, quiere lo mejor para nosotros y no echaría a perder nuestro bienestar a propósito. Nuestra mejor guía de comportamiento es la Biblia, ella es muy franca en cuanto a relaciones sexuales. En ella no hay tapujos de ninguna clase; dedica un libro, el Cantar de los Cantares, a celebrar la sexualidad del amor en el marco del matrimonio. El sexo fuera del matrimonio, trae funestas e impredecibles consecuencias: Enfermedades venéreas, el SIDA, heridas emocionales, condicionamientos y finalmente aborto, prostitución, hijos abandonados, hogares destruidos, etc. (Proverbios 5:1-8) El consejo de Pablo al joven Timoteo es muy claro: "Huye también de las pasiones juveniles, y sigue la justicia, la fe, el amor y la paz, con los que de corazón limpio invocan al Señor" II Timoteo 2:22 ¿Cómo controlar los instintos sexuales? Dios no nos daría algo que no pudiéramos controlar, para esto nos dio dominio propio. Es importante ante todo guardar nuestras mentes, ¿Con qué la estamos alimentando? Cuando los pensamientos se vuelven incontrolables, las acciones se vuelven incontrolables. La clave del autocontrol está en el manejo de nuestros pensamientos. El soltero ya sea joven o adulto, necesita aprender a manejar su sexualidad, a través de vivir lleno y controlado por el Espíritu Santo. Nuestra vida sexual depende de cuanto hemos renovado nuestra mente de antiguos esquemas mentales, prejuicios y creencias erróneas.

"Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que s de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad". (Filipenses 4:8.) Por ejemplo, al hombre se le enseña la mentira, de que es bueno llegar al matrimonio con experiencia, pero la realidad es otra: A mayor número de experiencias sexuales, el hombre tiene menos fe en las mujeres, pues conoció por experiencia que no son fieles. Se predispone y va a desconfiar de su esposa. Los seres humanos desconfiamos de otros por lo que hemos hecho. En el caso del hombre, él separa amor y sexo, no así la mujer, quien siempre liga amor y sexo, y cuando se entrega tiene la esperanza que va a ser para toda la vida o para largo tiempo. Si la experiencia fue satisfactoria, más adelante va a establecer comparaciones. La actitud mental en el presente, y en el futuro, está influenciada por las experiencias del pasado, y cómo hemos sido afectados por estas. Mirando el pasado aparece el fantasma de la conciencia. Todo ser humano tiene un código de ética, que cuando lo viola, origina culpabilidad. Cuando hay libertad para amar y entregarse, cuando no hay nada porqué sentirnos culpables, cuando no hay con quien comparar, ni hay huellas en la psiquis, se están dando todos los factores para disfrutar con libertad la sexualidad. Cuan delicada es el área sexual y todo lo que se relaciona con ella, me atrevo a decir que quien no se toma en serio la sexualidad está hipotecando el futuro. La sexualidad en el matrimonio La familia se inicia en la unión de dos personas, hombre y mujer ante Dios y ante la sociedad. La familia ha sido establecida por Dios, en Génesis, el primer libro de la Biblia, descubrimos que los animales no eran compañeros adecuados para Adán, y es por eso que Dios instituye el matrimonio. Es dentro del matrimonio que el hombre y la mujer deben encontrar su total satisfacción sexual. (Génesis 2:18-25.) Es un mandamiento de Dios satisfacer la necesidad sexual del cónyuge. Es necesario tener en cuenta que la sexualidad no es prerrogativa del hombre, la mujer tiene una necesidad sexual al igual que él. En el matrimonio hay completa libertad para la expresión física del amor,

dentro del marco del respeto por los deseos del cónyuge. Al casarse se renuncia al derecho sobre el cuerpo y se pasa éste derecho al cónyuge. Ninguno de los dos debe buscar satisfacerse a sí mismo, sino cada uno satisfacer al otro, de esta manera se disfrutan mutuamente. La Biblia exhorta a los casados a no privar a su cónyuge de las relaciones sexuales habituales, a menos que sea por mutuo consentimiento y por corto tiempo, para evitar las tentaciones. "Pero a causa de las fornicaciones, cada uno tenga su propia mujer, y cada uno tenga su propio marido. El marido cumpla con la mujer el deber conyugal, y asimismo la mujer con le marido. La mujer no tiene potestad sobre su propio cuerpo, sino el marido, ni tampoco tiene el marido potestad sobre su propio cuerpo, sino la mujer. No os neguéis el uno al otro, a no ser por algún tiempo de mutuo consentimiento, para ocuparos sosegadamente en la oración; y volved a juntaros en uno, para que no os tiente Satanás a causa de vuestra incontinencia". (I Corintios 7:3-6) En el ajuste sexual es importante, la correcta actitud, tanto en el esposo como en la esposa. Los sicólogos Master y Johnson, trabajaron en investigaciones sobre las técnicas en la conducta sexual. Después de estudiar 11.000 casos concluyeron, que la clave no es desarrollar una adecuada técnica sino una adecuada actitud mental. El acto matrimonial fue planeado por Dios para el bien de las personas y es considerado la más sublime expresión de amor entre dos personas, siempre y cuando esté reducida a los ámbitos del matrimonio. Debido a los numerosos tabúes que rodean el acto matrimonial, y a las ideas preconcebidas y falsas, se forma a veces una asociación de culpa al realizar el acto. Todas estas actitudes y prejuicios son contrarios a la Biblia. (Hebreos 13:4) La adaptación física en el matrimonio puede ser correctamente comparada al afinado instrumental necesario para que una orquesta produzca una hermosa y armónica sinfonía. "Hacer lo que dicta la naturaleza’ según reza el dicho popular - no garantiza en forma automática la armonía física de la relación matrimonial. Los seres humanos son más complejos en su estructura emocional que los animales, su impulso sexual no puede ser tratado simplemente como una necesidad apremiante de apareamiento. Si el acto matrimonial (acto sexual) no está cimentado sobre el amor mutuo y rodeado de un clima de tiernas expresiones de consideración y cariño, nunca podrá ser la armónica sinfonía emocional que Dios quiere para las parejas casadas. La discordancia física llevará inevitablemente a la frustración para uno o ambos cónyuges.

Cómo solucionar los conflictos sexuales: ### En la solución de los conflictos sexuales, de nada vale sermonear o reprender. El factor más importante es la conversión espiritual y el dinámico crecimiento cristiano. La persona debe confesar a Dios y apropiarse del perdón que lo libera de la culpa y del sentimiento de indignidad (Proverbios 28:13.) ### En cada caso es necesario considerar las causas que han impulsado a las personas a éstas conductas; descubrir qué influencias del pasado le han guiado a tener esa conducta. ### Así mismo es necesario ayudarle a la persona a resolver antiguos sentimientos y esquemas mentales y guiarlo en la formación de actitudes nuevas, renovando la manera de pensar. (Reeducarle sexualmente.) ### Es necesario que la persona desarrolle un mejor concepto de sí mismo, y se sane emocionalmente de cualquier experiencia frustrante. ### En algunos casos de desviación sexual es necesaria la ayuda de un especialista del comportamiento humano, para descubrir y tratar trastornos básicos de la personalidad. Aplicación Teoterápica La orientación sobre una vida sexual sana tiene dos propósitos: Preventivo: Brindar instrucción sobre el manejo de nuestra sexualidad dentro de un marco de referencia individual, familiar y social, bajo los principios de Dios. Curativo: Brindar el tratamiento adecuado para cada caso en particular, a través de la ayuda Teoterápica en edificación personal. En ésta área como en todas, la felicidad de las personas depende de conocer y someterse al diseño de Dios. Si las personas siguen su propia lógica y sus propios deseos, encontrarán al final dolor y frustración. Le invito a que ahí donde se encuentra, cierre sus ojos y me acompañe a orar por esta importante área de nuestra vida: “Bendito Padre Celestial hoy quiero agradecerte por el diseño de mi cuerpo, gracias por haberme hecho hombre (o mujer), gracias porque ahora mi cuerpo es templo de tu Santo Espíritu y como tal debo cuidarlo y administrarlo. Señor quiero rendir y entregar el control de mi área sexual a ti, limpia mi mente y mis emociones de toda huella que me pudo haber dejado alguna experiencia anterior. Libérame de todo condicionamiento negativo, sana toda herida, quita toda sensación de

culpa y vergüenza y renueva mi mente para comenzar desde hoy a verme como tú me ves: una nueva criatura, limpio, santo, y vestido de la dignidad que tu me das por tu preciosa obra en la cruz. Así mismo Señor te pido perdón por el daño que pude haber causado a otras personas, para quienes en éste momento también pido completa sanidad y liberación. Gracias porque tu me has dado dominio propio a través de tu Santo Espíritu, para vivir en ésta área de mi vida conforme a tu voluntad, y ser vencedor sobre cualquier tentación. Amén.” Cuestionario Teoterápico personal: Para finalizar medite y conteste las siguientes preguntas: 1.

Lea los siguientes versículos y diga el propósito de Dios al crear al varón y a la mujer (Génesis 2:24, Génesis 4:1, Proverbios 5:1819.)

2.

¿Cómo se sentía el hombre y la mujer respecto a la manera en que Dios los había creado? (Génesis 2:25)

3.

¿Cuáles son las formas de expresión sexual que no son aceptables a los ojos de Dios? (I Corintios 6: 9-10)

4.

A la luz de lo estudiado, pídale al Espíritu Santo que le muestre qué actitudes o pensamientos necesita renovar en el área sexual, o de qué experiencias aún necesitan recibir sanidad.

CAPITULO X

COMO TENER UNA VIDA FAMILIAR DE EXITO

La familia es una institución natural que hoy está huérfana emocionalmente. Huérfana porque cada uno de sus miembros (esposos, padres, e hijos), al no ser suplidas sus necesidades en el hogar, buscan satisfacer sus demandas de amor y aceptación en otros lugares y otras actividades. Nunca como hoy la familia se encuentra deteriorada, necesitando más que nunca la acción de Dios para ser restaurada integralmente. Muchos son los problemas que la familia debe enfrentar: relaciones conflictivas, irresponsabilidad conyugal, problemas en la educación de los hijos, desajuste sexual, alcoholismo, droga, problemas financieros, etc. La bendición de una familia La familia es la célula básica de la sociedad, es el núcleo y fundamento de toda comunidad y como tal, se le debe dar la importancia que tiene. Es la institución natural en la que se crece y se muere como persona, el puerto de salida y el faro que ilumina el retorno. Es la empresa más importante que el ser humano pueda formar. La familia cumple un papel muy importante en la formación del carácter de una persona. Influye positiva o negativamente en la formación de valores morales, en la seguridad y confianza de sí mismo. La vida está llena de experiencias gratas y tristes, y la familia es el vínculo que permite sortear diferentes situaciones por difíciles que parezcan. "Entonces Jehová Dios hizo caer sueño profundo sobre Adán, y mientras éste dormía, tomó una de sus costillas, y cerró la carne en su lugar. Y de la costilla que Jehová Dios tomó del hombre, hizo una mujer, y la trajo al hombre. Dijo entonces Adán: Esto es ahora hueso de mi huesos y carne de mi carne; esta será llamada Varona, porque del varón fue tomada." (Génesis 2:21-23) La crisis familiar Dios es el Diseñador de la familia, Él estableció las pautas y los roles para que cada familia funcionara adecuadamente. Dejó en la Biblia (El Manual de Vida), instrucciones precisas, que nos dan luz para vivir. Al no seguir las instrucciones del Diseñador, viene la crisis interna de la familia, la cual sólo es el reflejo de la crisis personal de sus miembros, especialmente de los que representan la autoridad delegada por Dios: Los padres.

Permítanme ampliar un poco este concepto de la crisis en los integrantes de la familia. Dios diseñó el matrimonio, colocando al hombre como cabeza, y responsable final del hogar, y la mujer como su compañera, ayuda idónea en sujeción, a su lado, para complementarle como varón. Como consecuencia de profundas crisis personales, algunas veces los papeles son tergiversados y frente a un esposo débil y miedoso en su función de autoridad, surge una madre dominante, que asume el rol de dirección en el hogar. Esta situación trae crisis e inestabilidad al hogar y a los hijos, quienes se forman un concepto errado de lo que debe ser un hogar y lo que debe ser una mujer. Las marcas que traemos del hogar paterno, influyen inconscientemente en la proyección de nuestro propio hogar; veamos un ejemplo: El divorcio de los padres de Pedro ocurrió cuando él nació. Mientras estaba naciendo su padre estaba con otra mujer. Creció prácticamente solo sin el afecto de su padre. Como consecuencia de ésta situación, le costaba amar, era retraído y le costaba mucho acercarse a otras personas; hasta los 24 años no había tenido novia. Le echaba la culpa de todo lo que le sucedía a su padre, aunque hacía poco lo había conocido. Al fin se casó, estaba lleno de ilusiones, pero al poco tiempo comenzó la crisis matrimonial. Su esposa se quejaba del maltrato y violencia, inconscientemente volcaba sobre ella todo su dolor y amargura. Cuando estaba a punto de divorciarse, conoció a Cristo y escuchó la Teoterapia de Dios Papá, pudo enfrentar su pasado, perdonar a su padre y fruto de esta restauración personal, ahora junto con su esposa participa activamente en un ministerio de parejas. Las actitudes básicas hacia Dios, hacia la vida y todo lo que nos rodea, así como los valores morales y espirituales se aprenden y se adquieren en el seno del hogar. La formación integral de los hijos es indelegable y ningún colegio o sustituto por bueno que parezca, podrá reemplazar esta función (Proverbios 23:13-25.) Los padres son modelo para los hijos, estos aprenden por imitación e interiorizan los valores de sus padres. Es necesario que todo padre conozca cómo su propia vida esta afectando la formación integral de sus hijos, sea o no conscientes de ello. Muchas veces aunque los padres estén presentes físicamente, son distantes, pasivos, poco afectuosos, indiferentes o despreciativos con sus hijos. Este faltante deja cicatrices emocionales que pueden afectar más adelante a los hijos, cuando sean adultos en su vida personal y matrimonial. Desafortunadamente hoy día el padre, se ha limitado a ser

el proveedor material, pero es incapaz de comunicarse con su familia, pues se siente limitado por sus propios conflictos y busca sustitutos para realizarse como individuo. La madre, busca atender a su esposo y a sus hijos, pretendiendo encontrar aprobación de parte de éstos, pero ve como cada uno de ellos gira en torno a sus propios intereses, termina con el síndrome de ‘madre sufrida’ y frustrada en su papel.

La restauración familiar Ya que identificamos el problema, veamos ahora como la Teoterapia brinda respuesta integral. Dios como Diseñador de la familia humana estableció parámetros a fin de que cada miembro ocupe su lugar y cumpla su función como requisito para la armonía en el interior de la familia. El rol del esposo Veamos ahora los roles que nos indica la Biblia para los miembros de la familia (esposo, esposa, e hijos.) "Las casadas estén sujetas a sus propios maridos, como a Señor; porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia, la cual es su cuerpo, y él es su Salvador. Así que, como la iglesia está sujeta a Cristo, así también las casadas lo estén a sus maridos en todo, Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella, para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra" (Efesios 5:22-26) Como cabeza de la familia, el varón es quien da dirección a los de su casa, cumple sus funciones de protector y proveedor, además ejercita su liderazgo espiritual con su esposa e hijos bendiciendo y dando herencia a los suyos. Para que el varón ejerza adecuadamente su autoridad en el hogar, primero debe estar el mismo sujeto a la autoridad de Cristo Jesús, de quien emana toda autoridad. En la medida en que el varón se apropia de la posición dada por Dios en el hogar, y ejerce autoridad bajo la guía y respaldo del Señor, la esposa y los hijos experimentarán seguridad y protección. Como líder de su hogar, debe buscar en primer lugar agradar a Dios, y satisfacer las necesidades de los que están bajo su autoridad. Si los intereses de su familia no están por encima de sus propios intereses, es decir si no está dispuesto a sacrificar sus deseos personales, no está en condiciones de liderar una familia. Debe proveer un liderazgo amoroso a su esposa, sabiendo que la necesidad más grande de una esposa es

sentirse amada; este amor como mandato, debe ir más allá de un simple sentimiento, debe incluir si es necesario el sacrificio.(Salmo 128) Dios delegó en el varón la autoridad y responsabilidad de la familia, sus funciones como cabeza del hogar a la luz de la Biblia son: ### ### ### ###

Tener a Cristo como su cabeza (I Corintios 11:3.) Amar y cuidar a su esposa (Efesios 5:25, I Pedro 3:7.) Tener a sus hijos en sujeción (Tito 1:6.) No abandonar a su esposa (I Corintios 7:11.)

El rol de la esposa De la esposa se espera sujeción y obediencia a su esposo. Su esposo necesita que ella se someta y le reconozca como autoridad, ésta es una necesidad innata que Dios ha puesto en él. De la misma manera que ella necesita ser amada, él necesita ser respetado y admirado. Además los hijos necesitan que ella se someta para crecer con una orientación sexual normal y un ejemplo correcto respecto a los papeles de cada uno en el hogar. Ser sumisa no significa ser una esclava, o callar sus opiniones, tampoco significa ser inferior a su esposo. "Por que el varón no debe cubrirse la cabeza, pues él es imagen y gloria de Dios; pero la mujer es gloria del varón. Porque le varón no procede de la mujer, sino la mujer del varón, y tampoco el varón fue creado por causa de la mujer, sino la mujer por causa del varón... Pero en el Señor, ni el varón es sin la mujer, ni la mujer sin le varón; porque así como la mujer procede del varón, también el varón nace de la mujer; pero todo procede de Dios." (I Corintios 11:8-12) El sometimiento a la autoridad del varón se da por revelación de Dios, y es un acto de fe y confianza en que él es autoridad delegada de Dios y cuenta con Su respaldo. Cuando ella vive en sometimiento experimenta descanso y seguridad frente al futuro y todas las circunstancias que le rodean (I Pedro 3:1.) Ella como esposa debe: ### ### ### ### ###

Ser ayuda y apoyo incondicional (Génesis 2:18.) Estar sujeta a su esposo (Efesios 5:22.) Respetar a su marido (Efesios 5:33b.) Ser corona del marido (Proverbios 12:4.) No separarse de su esposo (I Corintios 7:10.)

El rol de los padres Dios delegó directa y exclusivamente a los padres la formación integral de los hijos. Esta función es indelegable y no hay institución educativa por buena que sea, que la pueda suplir. Los hijos son el reflejo de lo que esté viviendo la pareja dentro del matrimonio, pues a través del ejemplo constante de los padres es como los hijos aprenden los conceptos y los valores básicos de la vida: el concepto del amor, el concepto de lo que es un hombre, una mujer, el concepto de familia, etc. (Salmo 127:3) Cuando la relación de pareja es restaurada por la Teoterapia, esta sanidad trasciende a los hijos, porque crecen en un ambiente de amor y aceptación. Recordemos que, de los hijos cosecharemos lo que hayamos sembrado. Si han crecido en una atmósfera de amor, respeto y aceptación aprenderán el respeto por sí mismos, por sus padres y por los que le rodean. Padres pasivos y poco amorosos, indiferentes o despreciativos con sus hijos, los marcan emocionalmente y cuando adultos son afectados en su vida personal y matrimonial. El deber de los padres es muy claro en la Palabra de Dios: ### ### ### ###

Brindar amor y protección (Efesios 6:4.) Ser proveedores (I Timoteo 5:8.) Ser modelo y ejemplo (Ejemplo de Amasías, II Crónicas 26:4.) Corregir y disciplinar (Proverbios 22:15.)

Finalmente, mi recomendación a los hijos es que honren a sus padres. Los hijos deben ser olivos de paz y bendición de Dios para sus padres. Deben reconocer la autoridad de Dios delegada en sus padres. Este reconocimiento y esta honra se demuestra brindando amor, respeto, obediencia, servicio y gratitud. (Efesios 6:1-2) Las Células de Desarrollo Familiar (C.D.F.) Las Células de Desarrollo Familiar, son reuniones de la familia, donde los miembros se juntan para dialogar sobre sus vivencias, necesidades, problemas, intereses comunes, bajo la dirección del jefe del hogar, dejando que Dios intervenga en todos los asuntos familiares. La reunión familiar se realiza semanalmente en el día y hora elegidos por la familia, esta reunión debe ser dirigida por el jefe del hogar, el padre, y en ausencia de él, lo debe hacer la madre o un hermano mayor. El ambiente debe ser propicio para la integración familiar, de apertura a

todo tipo de intervención y diálogo, donde cada miembro de la familia se pueda expresar con libertad. El programa a seguir en esta reunión familiar, es muy sencillo: Comience en oración, luego comparta un tema corto, sencillo, basado en la Biblia, que lleve a la reflexión en familia, motive también a todos los miembros de la familia a interactuar en torno al tema expuesto. Después de sacar conclusiones y aplicaciones a la situación actual, termine este bonito tiempo familiar con una oración. Con la vida de célula se fomenta en la familia un genuino calor de hogar, se fortaleza la unidad, formándose así un ambiente propicio para la comunicación entre sus miembros. También se fomenta la unidad familiar; es el momento adecuado para tratar los problemas de la familia, se liman asperezas y se le cierra la puerta al egoísmo y al individualismo. También, en esta célula se restaurará la autoridad del varón, como cabeza del hogar, esto hará que dirija la familia con criterio y seguridad porque cuenta con el respaldo de su esposa y sus hijos. Aplicación Teoterápica El establecimiento de la familia se inicia por la unión de un hombre y una mujer. Esta unión debe ser seria y responsable, ya que somos criaturas sociales, dependientes unos de otros, de tal manera que la cadena de hogares destruidos, a la larga trae el desmoronamiento de la sociedad. Dios restaura las familias, a través de la restauración de cada uno de sus miembros, empezando desde luego por la cabeza del hogar y a partir de él a toda la familia. Cada uno de nosotros cualquiera que sea la posición que ocupemos dentro de la familia, podemos ser canales de bendición, en la medida en que permitimos que Dios nos trate personalmente y nos llene de Su Santo Espíritu. Solo de esta manera estaremos contribuyendo a la restauración de nuestro país, y veremos entonces renacer entre nosotros, la armonía, el gozo, el amor y el genuino calor de hogar. Acompáñeme a hacer una sencilla oración, pidiéndoles a Dios, para que él nos permita vivir el auténtico éxito al interior de nuestra familia. “Amado Padre, gracias te doy por el hogar que me has dado, porque es el mejor y el que yo necesitaba. Ayúdame a cumplir con mi función (padre, madre, esposo, esposa, hijo o hija.) Reconozco que me he equivocado, que no he dado todo lo que han esperado de mí. Sáname de toda herida y resentimiento, suple, llena todo vacío y habilítame por tu Santo Espíritu para aportar a mi familia lo que ellos están necesitando. Señor enséñame a brindar amor y cariño, tu sabes cuanto

amo a mi familia, pero a veces puede más el reproche, la exigencia, que mi amor. Así como tu me aceptas tal y como soy, necesito aceptar a cada uno de ellos, sin imponerles patrones, ni exigencias. Sólo la fuerza del amor me puede acercar a ellos, y ayudarles para que te conozcan como yo te he conocido. Hoy te suplico que bendigas mi hogar, que te muevas con poder en mi familia, que trates con cada uno de ellos de manera especial y cumplas en mi familia tu propósito. Amén.” Cuestionario Teoterápico Personal Para finalizar medite y conteste las siguientes preguntas: 1.

Hable de las tres crisis básicas que enfrenta la familia hoy en día.

2.

Según Efesios 5:22a, Efesios 6:4, ¿Cuál es la función básica de los esposos, esposas e hijos en el seno del hogar?

3. Describa en qué consiste la C.D.F. (Células de Desarrollo Familiar), como estrategia para fortalecer la vida familiar. 4.

Describa cómo es su familia, y cuántos y cuáles miembros la componen. Pídanle al Espíritu Santo que le muestre de qué manera usted puede contribuir para que su familia sea restaurada y experimente la bendición de Dios.