LA SANGRE

LA SANGRE La sangre es tejido vivo formado por líquidos y sólidos. La parte líquida, llamada plasma, contiene agua, sale

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LA SANGRE La sangre es tejido vivo formado por líquidos y sólidos. La parte líquida, llamada plasma, contiene agua, sales y proteínas. Más de la mitad de la sangre es plasma. La parte sólida de la sangre contiene glóbulos rojos, glóbulos blancos y plaquetas. La sangre recorre el organismo, a través de los vasos sanguíneos que transporta las células necesarias para llevar a cabo las funciones vitales (respirar, formar sustancias, defenderse de agresiones). La cantidad de sangre de una persona está en relación con su edad, peso, sexo y altura. Una persona adulta tiene entre 4,5 y 6 litros de sangre, es decir, un 7% de su peso corporal. La sangre transporta los principios nutritivos desde el aparato digestivo hasta las células, donde se recogen también las sustancias de desecho para eliminarlas gracias a los riñones, el hígado y otros órganos de excreción. También es la encargada de regular el transporte de oxígeno y la eliminación del anhídrido carbónico. Tiene un papel importante en funciones como la coagulación, la inmunidad y el control de la temperatura corporal. Hay dos tipos de vasos sanguíneos que transportan la sangre a través del cuerpo. Las arterias llevan sangre oxigenada o “limpia” (sangre que ha recibido oxígeno al pasar por los pulmones) del corazón al resto del cuerpo. Las venas llevan la sangre “sucia” desde el resto del cuerpo hasta el corazón y los pulmones, donde se vuelve a oxigenar.

COMPOSICIÓN DE LA SANGRE PLASMA SANGUINEO Tiene el aspecto de un fluido claro, algo semejante a la clara de huevo, y el 90% está formado de agua. En él se hallan disueltas importantes sales minerales, como el cloruro sódico, el cloruro potásico y sales de calcio, escindidas en sus componentes. Su concentración oscila muy poco para que no se rompa su equilibrio con el líquido que baña los tejidos ni con el intracelular. Gracias a ellas pueden disolverse las proteínas en el plasma, para ser transportadas por la sangre, y la acidez de los líquidos del cuerpo se mantiene dentro de estrechos límites.

Las proteínas más importantes que se hallan disueltas en el plasma son el fibrinógeno y la protrombina, que intervienen en la coagulación sanguínea; las al búminas, que desempeñan un importante papel en el transporte y para mantener el volumen de plasma, y las globulinas, que son parte del sistema defensivo de nuestro cuerpo. Todas estas proteínas, a excepción de las últimas, se forman en el hígado. Además, en el plasma existen todas las sustancias transportadas por la sangre, como las partículas de alimento y los productos que son el resultado del metabolismo, y, como ya hemos mencionado, las hormonas. PLAQUETAS Las plaquetas, también denominadas trombocitos, son células diminutas de forma ovalada que se fabrican en la médula ósea. Participan en el proceso de coagulación. Cuando se rompe un vaso sanguíneo, las plaquetas se concentran en la zona afectada y ayudan a sellar la rotura para frenar el sangrado. Las plaquetas solamente sobreviven unos 9 días en el torrente sanguíneo y son sustituidas constantemente por nuevas células. La sangre también contiene unas proteínas denominadas factores de coagulación, que son cruciales en el proceso de coagulación. A pesar de que las plaquetas bastan para taponar pequeñas roturas de vasos sanguíneos y frenar temporalmente el sangrado, para que se forme un coágulo sólido y estable, es necesaria la participación de los factores de coagulación. Las plaquetas y los factores de coagulación trabajan conjuntamente para formar coágulos sólidos que permitan cerrar heridas, cortes y rasguños, así como impedir posibles hemorragias tanto en el interior como en la superficie del cuerpo. El proceso de coagulación es como un puzzle de múltiples piezas interconectadas. Cuando se coloca la última pieza en su sitio, se produce el coágulo -pero si falta alguna de las piezas, no podrá completarse el puzzle y el coágulo no se formarán correctamente. Cuando se lesionan (o cortan) vasos sanguíneos de gran tamaño, es posible que el cuerpo no sea capaz de “auto repararse” solo. En estos casos, se tienen que utilizar vendas, puntos o grapas para controlar la hemorragia. GLÓBULOS BLANCOS

Los glóbulos blancos, también denominados leucocitos, son una pieza clave del sistema de defensa del cuerpo contra las infecciones. Pueden entrar y salir del torrente sanguíneo para llegar a los tejidos infectados. La sangre contiene muchos menos glóbulos blancos que rojos, pero el cuerpo puede aumentar la producción de glóbulos blancos cuando contrae una infección. Hay diversos tipos de glóbulos blancos y pueden vivir de solo unos pocos días a varios meses. En la médula ósea se forman constantemente nuevas células. En la lucha contra las infecciones participan diversas células sanguíneas. Por los vasos sanguíneos circulan dos tipos de glóbulos blancos: los granulocitos y los agranulocitos. Ambos luchan contra gérmenes como las bacterias y los virus y también intentan destruir aquellas células que se han infectado o que han mutado transformándose en células cancerosas. Ciertos tipos de glóbulos blancos producen anticuerpos, unas proteínas especiales que reconocen los materiales o microorganismos extraños que entran en el cuerpo y ayudan a este último a destruirlos o neutralizarlos. Cuando una persona tiene una infección, su concentración de glóbulos blancos en sangre suele ser más elevada que cuando está sana porque su cuerpo produce una mayor cantidad de este tipo de células para combatir la infección. El grupo de los granulocitos, poseen unos gránulos en el citoplasma, mientras que otros, los agranulocitos, carecen de ellos. Los granulocitos se subdividen en neutrófilos, eosinófilos y basófilos, y los agranulocitos en monocitos y linfocitos.



Neutrófilos

Se originan en la médula ósea roja, donde gran proporción de ellos permanece hasta que son necesarios en la sangre. Constituyen el 70% del total de los granulocitos, y sus gránulos son pequeños y muy numerosos. El núcleo posee varios lóbulos, y el diámetro es de unas 10 micras. Su función es la fagocitosis, es decir, devorar los cuerpos extraños, después de lo cual el neutrófilo muere y es destruido, formándose partículas de pus. La vida media de estas células es de una semana. 

Eosinófilos

Originados de la misma forma que los neutrófilos, los eosinófilos constituyen el 3% del total de granulocitos y su núcleo presenta sólo dos nódulos ovalados. Sus gránulos son grandes y numerosos y su diámetro de unas 10 micras. Su función es la fagocitosis, al igual que la de los neutrófilos, y su número aumenta mucho durante las alergias y las enfermedades por parásitos. 

Basófilos

Los gránulos de los basófilos son gruesos pero escasos. Son células de unas 10 micras de diámetro y su núcleo tiene una forma que recuerda a una 5. Se originan en el mismo lugar que el resto de los granulocitos, y son los menos numerosos, ya que constituyen sólo el 0,5% del total. Su función no se conoce bien, pero parece que evitan la coagulación dentro de las arterias y las venas. 

Monocitos

Son los más grandes de entre los glóbulos blancos, con un tamaño que oscila entre las 15 y las 20 micras. Su núcleo tiene forma arriñonada y poseen gran cantidad de citoplasma, que no tiene gránulos. Constituyen el 5% de los glóbulos blancos, y se dedican a devorar partículas de un tamaño considerable. Por tanto, al igual que los tipos antes descritos, los monocitos viven muy poco tiempo, pues mueren destruidos después de fagocitar. Algunos de ellos se desplazan hasta donde los necesitan, pero también los hay fijos en el hígado, el bazo, los ganglios linfáticos y la médula. 

Linfocitos

Tienen el tamaño de un glóbulo rojo, y su núcleo es esférico y bastante grande, con una concavidad en uno de sus lados. Constituyen el 30% de todos linfocitos y se forman en la médula ósea roja. Sin embrago cuando salen de ella sufren un proceso de maduración por el cual se forman dos tipos: los linfocitos B, que pasan a los ganglios linfáticos, y los linfocitos T, que se albergan en el timo. Todos ellos viven unos cien días y se encargan del sistema de defensa específico, también llamado inmunitario, por el cual el linfocito distingue las sustancias que debe destruir de las que son propias del cuerpo. Para ello los linfocitos deben tener un cierto tipo de (98 fl) y microcíticas (VCM