La Psicologia Como Ciencia

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LA PSICOLOGIA COMO CIENCIA En la Unidad anterior conocimos lo que es una ciencia, la cual tiene un objeto de estudio definido y un metodo para estudiarla, pero que ocurre con la Psicología? El objeto de estudio de la Psicología es la conducta o comportamiento, ¿pero que debemos de entender como conducta?: "Conducta es toda aquella interacción establecida entre un organismo y su medio, físico, biológico y/o social, en y a través del tiempo" Dado que nuestro interés fundamental lo constituye la psicología, analizaremos la relación que guarda con sus dos continentes límite: la Biología y la Historia. La Psicología tiene por objeto el estudio del comportamiento individual, es decir, la interacción que establecen los organismos individuales con su medio ambiente y con otros organismos. Como tal la psicología es una ciencia que se desprende de la ciencia biológica (natural), pero en tanto que una parte fundamental de su ambiente lo constituyen otros organismos y en el caso del hombre se trata de un ambiente social construido, la Psicología queda en un nivel de ánalisis anterior o menos complejo a la ciencia "Historia". Se podría considerar que es una ciencia "puente" por naturaleza entre las llamadas Ciencias "Naturales" y las "Sociales". Si analizamos esta relación dual de la psicología, nos volveremos a encontrar con algunas “contradicciones”, pero no hay tal supuesto, la Psicología es en sí un área de estudio o modo de conocimiento de la realidad que posee las características necesarias para ser una Ciencia diferente, pero complementaria a las demás. Por un lado, la conducta es una dimensión funcional de los seres vivos y por ende, la biología se constituye en ciencia básica de la psicología. Sin embargo, los fenómenos biológicos no son idénticos a los psicológicos o conductuales y por consiguiente éstos últimos no son reducibles a proposiciones o datos de la biología. Es evidente, por ejemplo, que el lenguaje no puede reducirse a los movimientos de las articulaciones vocales y que la conducta de escribir no puede explicarse en términos de los simples Movimientos musculares que la componen. A una de las tendencias reduccionistas que explican la conducta en términos puramente biológicos, se le llama localizacionismo y es una herencia intelectual del mecanicismo de Descartes. Por otro lado, la conducta humana que no es el objeto único de estudio de la psicología, tiene una significación profundamente social. El comportamiento humano depende y se conforma con base en circunstancias sociales, que el propio hombre transforma a su vez creándolas y recreándolas. En este sentido la psicología no puede desvincularse de la historia y ciencias sociales, pero tampoco puede ser absorbida por ellas, por ser el comportamiento individual un dato molecular que no constituye el interés definitorio de dicho continente histórico. Las leyes que rigen un fenómeno molar, general y complejo no explican necesariamente sus componentes moleculares, aun cuando proporcionen un marco interpretativo para ello. Así -por ejemplo-, las características históricas particulares de una sociedad no pueden explicarnos las leyes que rigen el aprendizaje de los individuos, como tampoco el proceso de la digestión "explica" la composición química y propiedades de los ácidos interventores. A su vez, la psicología no puede dar cuenta de los fenómenos histórico sociales, por ser el comportamiento de las “estructuras” sociales, o mejor dicho de las masas que constituyen clases sociales, un fenómeno cuya complejidad rebasa en mucho a la de la simple conducta individual. El “psicologismo”, como se conoce a la interpretación psicológica de los fenómenos sociales, es una forma de reduccionismo explicativo, muy empleada por el psicoanálisis y la psicología social, disciplinas con una epistemología de dudoso origen. Cada ciencia tiene un nivel de análisis y explicación propios, de acuerdo a la molaridadmolecularidad del fenómeno de estudio. Aun cuando los fenómenos molares comparten propiedades de los fenómenos moleculares, las leyes y principios que explican a éstos últimos no son suficiente para dar cuenta del fenómeno complejo como tal. Asimismo, los principios que rigen los fenómenos complejos no pueden sustituir a los que determinan a los fenómenos mas simples o moleculares. Las áreas interdisciplinarias, como la físico-química, la bioquímica, la psicobiología y la psicología social no son más que campos que requieren de la

participación combinada de dos continentes científicos. Recordemos que el conocimiento científico subdivide o fragmenta la realidad con propósitos de análisis, pero que estas “fracturas” no rompen la continuidad de los fenómenos y procesos y mucho menos, la complementariedad de las ciencias que lo producen. En resumen, la psicología se constituye como ciencia en el momento en que se formula un objeto teórico propio, diferente al de las otras ciencias existentes. Esta formulación da especificidad a lo psicológico como un objeto del conocimiento científico, diferenciable de las demás ciencias: físico-químicas, biológicas y sociales, hecho que rompe con la dicotomía simplista entre ciencias naturales y sociales.

LA PSICOLOGIA COMO CIENCIA DE LA CONDUCTA Ya hemos mencionado anteriormente que muchos de los problemas que forman parte del campo empírico de la psicología, fueron estudiados desde la época de los griegos. Sin embargo, no es hasta el siglo XIX en que se configuran las circunstancias que permiten la delimitación progresiva de los que años después sería la nueva ciencia. Estas condiciones se conforman por el interés que otras ciencias e ingenierías derivadas muestran por fenómenos de la conducta, y es así que, aun cuando no fueron capaces de abordarles con una epistemología apropiada que permitiera su vinculación a un solo continente de conocimiento, sentaron las bases e inquietudes para que esto posteriormente ocurriera. Antes de pasar al examen de estos antecedentes de la nueva ciencia, sería pertinente aclarar la naturaleza de su objeto de estudio. Decíamos anteriormente que la psicología es la ciencia de la conducta o comportamiento, entendiendo por ésta a la actividad molar del organismo en interacción con su ambiente. Cuando se intenta profundizar en esta definición, hay conductas que parecen no tener circunscripción espacial precisa, por lo menos en referencia a nuestras categorías sobre el particular. Su ocurrencia muestra una dimensión temporal, pero no puede ubicárseles en un punto particular en el espacio, como es el caso de las llamadas imágenes, sentimientos, pensamientos, etc. Vamos definiendo una vez más que entendemos por conducta o comportamiento, es decir el objeto de estudio de la Psicología como Ciencia: Conducta es toda aquella interacción establecida entre un organismo y su medio físico, biológico y/o social, en y a través del tiempo. Aquí se presentan en realidad dos problemas diferentes, ambos de conceptualización. La conducta siempre tiene un marco de referencia espacial, no como locus concreto de ocurrencia sino como de interacción. El lenguaje encubierto que algunos autores identificaron con el pensamiento, parece no ocurrir en el espacio. Cuando me hablo a mí mismo, esta conducta no parece tener espacialidad. Sin embargo, si analizamos la situación con cuidado, observarás que se pueden registrar movimientos sutiles de las cuerdas vocales y los músculos asociados a la fonación. A la vez, se pueden identificar eventos ambientales anteriores y subsecuentes en la relación que se establece entre el organismo o un componente prominente del mismo y segmentos del ambiente, es decir, en el medio o relación de campo en que ocurre la conducta. El segundo problema radica en concebir a las conductas internas como eventos no materiales aislados del ambiente. Esta concepción ha plagado a la psicología de “explicaciones” espiritualistas, mecanicistas y metafísicas, que es necesario eliminar de principio. Un ejemplo prototípico de esta situación son las “imágenes”. La imagen, según esta concepción, es un evento interno no físico que se da como experiencia subjetiva. Esta experiencia constituye una reconstrucción visual del objeto percibido a través de la participación de las vías aferentes del sistema nervioso central, que “reproducen” en la retina una "imagen invertida a escala” del objeto (modelo de la cámara fotográfica), que es descompuesta en forma codificada y transmitida como impulsos nerviosos eléctricos y finalmente recompuesta y ¡experimentada! en el área 19 de la corteza cerebral. Aquí persiste un problema, adicional

al del complejo proceso de descodificación y recodificación de energía fóticas en energías nerviosas: el de la transformación de un evento neural en una experiencia interna consientesubjetiva. Problema irresoluble por estar mal planteado. En realidad la imagen del objeto es el objeto. No existe tal imagen interna sino más bien un objeto que refleja fóticamente parte de sus propiedades estructurales: forma, color, posición, etc., a través de un medio físico apropiado sobre un organismo que dispone de sistemas de respuestas especializados, sensibles a ciertas formas particulares de energía. Así por ejemplo, el ojo, responde siempre fóticamente a cualquier estimulación, sea fótica, mecánica o térmica; y lo mismo ocurre con otros tipos de tejido especializado. Al responder a la estimulación fótica, respuesta en la que participa todo el organismo y por consiguiente el sistema nervioso y tejidos especializados sensibles a dicha energía, se responde a las propiedades físicas del objeto externo y se da entonces la percepción o imagen de dicho objeto, es decir el objeto externo. Es inútil buscar imágenes incorpóreas dentro del organismo. La raíz de la confusión yace en la definición misma de la conducta. Revisemos brevemente este problema. Las palabras o conceptos tienen siempre un uso social determinado. Su significado radica en las condiciones que determinan y ejemplifican dicho uso, por lo que una palabra normalmente tiene acepciones múltiples que devienen de su empleo social. Así, la palabra no es la expresión o denotación de ideas a las que corresponde en forma biunívoca, sino la referencia a eventos relaciones físico sociales que constituyen su significado en tanto enmarcan su uso. De este modo, debe quedar claro que las palabras no son los eventos, sino que son provistas de significado por las relaciones sociales en que dichos eventos son referidos. Las palabras “animistas” o ”mentalistas” en su origen tuvieron un sentido referencial, y de ningún modo “significaban” ficciones. Recordemos cómo el mismo concepto de ánima o alma en Aristóteles se refería a formas diferentes de organización del movimiento de los seres vivos. El primer paso en toda ciencia es deshacerse de los conceptos "ficciónales". Este proceso se cumple en dos etapas. La primera, es identificar el posible uso referencial de dichos conceptos y la determinación de los diversos eventos que pueden encubriese bajo su empleo. La segunda etapa consiste en reanalizar los eventos, al margen de los conceptos ficciónales, y formular un lenguaje referencias adecuado a su estudio sistemático, de modo que los nuevos conceptos permitan penetrar con detenimiento en el conocimiento de dichos eventos, que el lenguaje cotidiano enmascara bajo el manto de complejas relaciones sociales que se constituyen en la ideología de un grupo determinado. Con esto se quiere decir que, incluso los conceptos mentalistas tienen una referencia conductual, no como traducción terminológica, sino como identificación de su uso social ordinario en un sentido referencias. En lo que respecta a los términos que tienen un referente conductual evidente, se puede clasificarles en dos grupos. Existen términos que describen la conducta, como morfologías de la actividad del organismo, irrespectivamente de la situación ambiente en que se realiza. Ejemplos de ellos son: comer, dormir, caminar, hablar, y la mayor parte de los verbos. Estos términos constituyen referencias a la conducta órgano-céntrica, es decir, a las actividades que realiza el organismo, y que son describibles prácticamente como movimientos del organismo respecto a un eje externo de coordenadas o tomándolo a él como su propio sistema. Son conductas que describen las propiedades físicas del (los) sistema(s) reactivos del organismo. Este grupo de términos derivan de una concepción no interactiva de la conducta, y conducen la más de las veces a concepciones reduccionistas y mecanicistas del comportamiento, centrados en el organismo como vértice del análisis. El otro grupo de términos concibe a la conducta como interacción, o interconducta, y por ende, requiere siempre de descripciones que involucren funciones en vez de morfologías. Las funciones son las circunstancias especiales en que el organismo exhibe en acción morfologías que entran en contacto con segmentos del ambiente que le anteceden y siguen. De este modo, las definiciones de conducta requieren de términos que describan interacciones entre el organismo y el ambiente. La conducta es la interacción, y no es reducible por consiguiente a solo lo que se observa que el organismo hace.

El organismo se encuentra en constante interacción con su medio, algunas interacciones ocurren con su propio medio biológico, por lo tanto no son susceptibles de ser observadas, pero debe de quedar claro que pensar en "algo", tener "ideas" u "ocurrencias", "imaginar" o ver un paisaje con los ojos cerrados, son simples interacciones que tienen su origen en experiencias previas de aprendizaje. ¿Podemos "imaginar" a un "Xtroduo"? No a menos que lo describamos como es, o que nos muestren a uno de ellos; por supuesto que todos sabemos que son animales de 10 cms de largo, identicos a una lagartija pero con 6 patas y dos cabezas, de esta manera, en base a anteriores experiencias de aprendizaje, los "Xtraduos" se convierten en algo real y los podemos visualizar.

EL NACIMIENTO DE LA PSICOLOGIA COMO CIENCIA Como ya se mencionó la psicología establece su objeto como ciencia con la publicación del "Manifiesto Conductista" por John B. Watson. En este sentido podemos afirmar que Psicología Científica y Conductismo son sinónimos. Todas las "corrientes" preconductistas no son más que filosofías psicológicas, o sea, ideologías sistemáticas precientíficas. Algunas otras aproximaciones como veremos posteriormente son reedificaciones de estas ideologías en lenguaje de la ciencia moderna, pero con sus mismos supuestos, solo que ahora implícitos. El conductismo, o sea la psicología, surge en circunstancias históricas maduras. Por un lado, la biología, bajo la influencia de las tesis evolucionistas de Lamarck y Darwin, establece la continuidad entre el hombre y los organismos inferiores, continuidad que subraya también con relación al comportamiento. Por otro lado, la fisiología del sistema nervioso descubre su unidad de análisis, el reflejo, y con la obra de Sechenov y Pavlov se hacen los primeros intentos sistemáticos de desarrollo de una teoría y metodología para el estudio del sistema nervioso y la conducta (actividad nerviosa superior). Estos dos avances de la biología fueron ­fundamentales para que una tradición experimentalista incipiente en la psicología (Thorndike, Hall, James, Wundt y Kulpe entre otros) cristalizara en un planteamiento correcto del objeto de la nueva ciencia. Ustedes se preguntarán ¿porqué se fija el nacimiento de la psicología con Watson, si oficialmente se habla de ello en ocasión de la fundación del primer laboratorio de psicología experimental en Leipzig por Wundt en 1879, y cuando autores como William James habían ya escrito sus “Principles of Psychology”? Por dos razones. La primera es que la psicología a la que hacían referencia los autores previos a Watson carecía de un objeto autónomo de estudio, y por consiguiente, eran más bien filosofías empíricas o de la experiencia y del lenguaje. La segunda, es que el propio Wundt, a quien erróneamente se le ha atribuido ser el padre de la psicología científica, adscribió el laboratorio de psicología experimental por el fundado a la Cátedra de Filosofía. Por esto mismo Pavlov, a pesar de que definía la actividad nerviosa superior como conducta: "Estas actividades nerviosas nunca se han considerado desde el mismo punto de vista que las de órganos, o incluso de otras partes del sistema nervioso central no se atrevió a enmarcar su trabajo como la piedra de toque de la nueva ciencia por llegar. De hecho todavía está abierto a discusión si la psicología es una ciencia natural, o si puede considerársele de modo alguno ciencia". (1926) El simple empleo del método científico no era razón suficiente para que la psicología existiese. Faltaba el otro ingrediente: la definición de su objeto. La aparición de Watson en el escenario de la historia no puede ser más contundente: "¿por qué no hacer de lo que podemos observar el verdadero campo de la psicología?... ¿qué es lo que podemos observar? Podemos observar la conducta lo que el organismo hace o dice y apresurémonos a señalar que hablar es hacer, esto es, comportarse".

Al definir a la psicología como la ciencia de la conducta, aportó además dos elementos fundamentales. El primero, un paradigma teórico y de experimentación, requisito indispensable para una ciencia. El segundo, la des-subjetivización de la disciplina. Aun cuando después volveremos a tratar estos problemas, nos detendremos de todas maneras a reflexionar acerca de ellos. Watson tenia que liberar a la psicología de la "mente" heredada por la filosofía metafísica v la fisiología mecanicista que le dieron origen. Para ello, debía encontrar un paradigma teórico que le permitiera el desarrollo de nuevas categorías de análisis, y tomó como base el paradigma del condicionamiento respondiente o del reflejo condicionado elaborado por Iván Pavlov. El paradigma definía las unidades básicas de análisis (el estímulo y la respuesta), la dimensión de ocurrencia de dichas unidades (el tiempo) y los parámetros que de ellos se derivaban. Así mismo, el paradigma señalaba la posibilidad de analizar los procesos complejos de la conducta humana (el segundo sistema de señales y el lenguaje). Por otra parte, su segunda tarea y quizá la más importante, fue des-subjetivizar a la psicología. La llamada psicología, como ya lo hemos señalado se preocupaba por la experiencia consciente subjetiva y la introspección resultaba ser el método de análisis primordial. Se procuraba descomponer a la experiencia en sus elementos básicos constitutivos (modelo químico), para lo que se adiestraba concienzudamente a los sujetos experimentales a reportar su propia experiencia en términos de "ideas", "sensaciones" y "afectos". Su exclusión terminológica como objeto de estudio por Watson, fue el primer paso requerido para su expulsión definitiva, y la separación de la psicología científica de la filosofía psicológica y demás productos híbridos derivados. Tocaría a Kantor y a Skinner unos cuantos años después, reafirmar esta des- subjetivización sobre bases más sólidas. Si bien con la definición de un objeto de estudio y la adopción de un paradigma teórico quedó constituida la psicología como una nueva ciencia, se heredaron preocupaciones y problemas, algunos legítimos y otros no, que determinaron, en gran medida, su curso posterior de desarrollo. Podemos demarcar estas influencias tomando en consideración las cuatro disciplinas que se constituyeron en fuente de origen de la psicología: la física experimental, la fisiología del sistema nervioso, la filosofía metafísica y la medicina. Cada disciplina contribuyó con una "herencia" definidas la física, con el problema de la medición la fisiología, con el método experimental; la filosofía, con la mente y el sujeto; y la medicina, con las aplicaciones y el método clínico. Procederemos a efectuar una ­breve reseña histórica de estos problemas y su desarrollo.

LA FISICA EXPERIMENTAL Y EL PROBLEMA DE LA MEDICION La física experimental, de algún modo, procuró una doble problemática a la nueva ciencia. Por un lado, se hizo hincapié en la medición y cuantificación, aspecto fundamental para toda ciencia natural. Por el otro, se creó un problema pseudo-científico, al intentar establecer la correspondencia entre las propiedades físicas del estímulo y la apreciación subjetiva que de él se hacía, es decir, de la denominada "sensación". La importancia adquirida por este problema determinó incluso la creación de una área teórica y de investigación, denominada psico-física, que en la actualidad se ha reformulado conceptualmente como lo veremos en capítulos posteriores. El uso de observadores humanos para determinar el trayecto de los cuerpos celestes, mostró que se encontraban diferencias de registro entre dos observadores diferentes, o un mismo observador en momentos distintos, la llamada "ecuación personal". Aun cuando esto motivó el despido del primer observador en que se apreció la existencia del error de medición, repeticiones sistemáticas del efecto llevaron al desarrollo de la psicofísica.

La psicofísica, alcanza su punto culminante con los estudios de Weber y Fechner, quienes encontraron que existía una relación logarítmica entre el incremento en la intensidad de un estímulo y la sensación por él producida. Algunos autores modernos (vbgr. S.S. Stevens) continuaron el trabajo de estos pioneros, Interesándose por el problema del escalamiento de dimensiones de estimulación y la respuesta "sensorial" ante ellos dada. La psico-física animal moderna y la teoría de la detección de señales han mostrado que, a diferencia de lo que suponían los iniciadores de la psicofísica, no existe una simple relación lineal entre una dimensión o parámetro del estímulo y la respuesta de "reporte" de dicho estímulo, por lo que no puede encontrarse "la" función ideal de dicha relación. Los modernos estudios en ésta área han vinculado a la psicofísica tradicional con el control antecedente de la conducta como lo veremos posteriormente. Sin embargo, su influencia no se limitó a ésta área, sino que, junto con el trabajo de Galton sobre las diferencias individuales, dio lugar al surgimiento de la psicometría y la medición de las habilidades, capacidades y aptitudes.

LA FISIOLOGIA Y EL METODO EXPERIMENTAL Quizá la deuda más importante que tiene la psicología con las disciplinas que le precedieron, sea con la fisiología experimental. Sería muy prolijo describir el desarrollo gradual que sufrió la fisiología experimental, hasta culminar con el trabajo de Claudio Bernard e Iván Pavlov, pero si es conveniente señalar que el primero fundó la metodología experimental basada en el análisis controlado del fenómeno Individual, y que el segundo contribuyó con un método particular de estudio del comportamiento, que aun cuando superado en la actualidad, permitió el surgimiento de la psicología como ciencia experimental. Como es de todos conocido, Pavlov dedicaba al estudio de las secreciones gástricas durante la digestión, trabajo por el cual obtuvo el Premio Nóbel. Un día, en un perro con una fístula implantada en el estómago, observó que la simple presentación visual del alimento era condición suficiente para que segregara jugos gástricos, a lo que Pavlov denominó originalmente secreción psíquica. Esta observación casual le llevó a estudiar sistemáticamente el fenómeno, analizando con especial interés las relaciones temporales entre los eventos y el reflejo producido así como las características de "señal" que adquirían los estímulos. Basta decir que el método del reflejo condicionado, con su interés en las relaciones de contingencia o condicionalidad entre los estímulos y las respuestas (de ahí, el término de condicionamiento) sirvió como base de ataque experimental al estudio del comportamiento (y aún se sigue empleando) en los años que siguieron a la aparición de Watson en el escenario de la ciencia. Aun cuando la obra teórica de Pavlov se ha superado, el resultado de su trabajo experimental permanece incólume como fuente de problemas y nuevos caminos a seguir en la investigación. Su preocupación por el control experimental, por la medición y por la objetividad fue la mejor herencia que puedo haber recibido la ­psicología. Sus limitaciones teóricas y de procedimiento deben en tenderse en el contexto histórico de su época y de ningún modo, con la frivolidad superficial de lo que examinan, lo que parafraseando podríamos llamar, la psicología "de autor". No nos detendremos más en ente punto, pues Pavlov y su método serán revisados continuamente a lo largo de secciones y capítulos posteriores.

LA FILOSOFIA Y LA MENTE La filosofía metafísica plagó a la psicología de eventos internos de la experiencia, incorpóreos, agrupados todos bajo el concepto de la psique o mente. Estos eventos "mentales" se fueron constituyendo en especies de homúnculos, en hombres internos que explicaban el comportamiento, desplazando el interés del es­tudio científico hacia "entidades" verbales que substituían al conocimiento genuino de los determinantes de la conducta.

El estructuralismo, representado por Wundt, Kulpe, y Titchener, así como el funcionalismo, en el que destacaron James, Angell y Dewey, constituyeron más que una psicología científica, una metafísica experimental. Explicaremos el porqué. La mente, la conciencia y otras entidades mentales, aun cuando en su origen como palabras pudieron tener un referente objetivo, lo perdieron en el transcurso de la historia, codificándose. La filosofía metafísica consideraba a estas palabras como eventos reales, independientes solo asequibles al conocimiento por introspección, por su carácter experiencias e incorpóreo. El uso de la introspección y de algunos aparatos de medida proveían de un marco experimental que imprimía una atmósfera de objetividad a problemas que carecían de ella. Es por eso que el estructuralismo y el funcionalismo, a pesar del uso de la medición (que no debe confundirse con el método experimental que es observación sistemática producida) nunca pudieron abandonar el lastre de la metafísica, resultando ser en el mejor de los casos, filosofías empíricas o experimentales. Estas preocupaciones subjetivistas no han desaparecido de la psicología y son reintroducidas periódicamente, disfrazadas con un lenguaje más objetivo tomado de otras disciplinas (teoría de la información) o de nuevas "teorías" psicológicas (cognoscitivas y existencialistas) pero conservando sus fundamentos epistemológicos idealistas.

LA MEDICINA Y LAS APLICACIONES CLINICAS Muchos identifican a la psicología con una de sus áreas de aplicación: la clínica. Ello, sin lugar a dudas, se debe a la influencia de Freud y muchos otros que le siguieron al desarrollar una técnica terapéutica, y después una teoría de la psique, conocida como psicoanálisis. Sigmund Freud, era un neurólogo viento interesado por algunos trastornos "psíquicos" frecuentes en su época (las histerias), quien, por su relación con Breuer, observó Podrían ser "curados" o modificados con el empleo de la hipnosis y procedimientos terapéuticos basados en la palabra. Su trabajo posterior le llevó a enfatizar aspectos "inconscientes" en la vida de los sujetos como los determinantes primarios de la anormalidad, y por ello desarrolló la asociación libre y la interpretación de los sueños como técnicas fundamentales de la terapia psicoanalítico. Construyó también una teoría que nunca tuvo correspondencia directa con la técnica empleada. La teoría postuló la existencia de un aparato intrapsíquico con energía psíquica (catexias), que permitían la explicación del conflicto, y las neurosis y psicosis. Freud, al elaborar su teoría se vio influido por el mecanicismo de la mecánica hidráulica y el idealismo imperante en las corrientes instintivitas y vitalistas de la biología. Es por ello que, a pesar de la agudeza de sus observaciones clínicas y su hincapié en el determinismo de los fenómenos "psíquicos", incluso los más "absurdos", su aportación no puede considerarse parte integral de la psicología científica, sino más bien un antecedente histórico de gran valor. La eficacia de la terapéutica por él creada, constituye un problema aparte que todavía es motivo de polémica y estudio. Sin lugar a dudas, la influencia de Freud en la nueva ciencia, se percibió en la tendencia a estudiar el comportamiento desde la perspectiva de los fenómenos clínicos y anormales, sin vínculos ostensibles con las aportaciones de la psicología experimental, divorcio que, afortunadamente se ha eliminado gradualmente a últimas fechas.

CONDUCTISMO METAFISICO, METODOLOGICO Y CONDUCTISMO: El inicio de una ciencia no implica que, súbitamente, desaparezcan los problemas originados por las concepciones precientíficas que le antecedieron. Así ha ocurrido en todas las ciencias, y la psicología no es la excepción. La comunidad de los científicos que posee una "filosofía espontánea de la ciencia", se desenvuelve con relación a los marcos de referencia ideológicos de un grupo social más amplio al que los conocimientos de la nueva ciencia le resultan, por definición, potencialmente atentatorios de su posición dominante. Esta ideología que comparte el científico, le hace en muchas ocasiones inmunes al nuevo conocimiento o a la definición de nuevos objetos de conocimiento, lo que resulta en la

convivencia de grupos paralelos, con prácticas de investigación semejantes, pero con objeto de estudio diferentes. Es decir, perviven grupos de científicos desarrollando prácticas precientíficas junto a grupos de científicos dedicados al cultivo del conocimiento del nuevo objeto de estudio. Y este fue el caso de la psicología, pues si bien con el pronunciamiento de Watson se sentaron las bases de su desarrollo científico, continuaron amparándose bajo el mismo nombre, prácticas heredadas de la filosofía metafísica y otras disciplinas altamente ideologizadas. Podríamos hacer una distinción o demarcación de estas dos tendencias, la científica y la precientífica, o mejor dicho, paracientìfica. A partir de la aparición del "conductismo", no se tardó en aceptar que la conducta era el objeto de estudio de la psicología. Lo que se argumentó fue: l) que no era el único objeto de estudio, ó 2) que el nivel explicativo del fenómeno residía en eventos no observables, "internos", lo que determinaba el uso de procedimientos indirectos de medición y la postulación de "constructos" inferidos. Estas dos mistificaciones del conductismo han recibido el nombre de conductismo metafísico y metodológico e incluyen a todas las "aproximaciones" a la psicología, ¡incluyendo aquéllas que se consideran no conductistas! (Teorías factoriales, teorías cognoscitivas, teorías conductistas estimulo-respuesta, teorías de la información, teorías psicobiológicas, etc.). Un ejemplo de esto, es el comentario de W. McDougall a Watson (La Batalla del conductismo): En tercer lugar, existe el Conductismo sano, ese tipo de psicología que utilizando todos los hechos o datos introspectivamente observables, no desprecia el examen de la conducta, no deja de utilizar con amplitud todos los hechos que constituyen los datos del conductismo Watsoniano... Los psicólogos por lo regular descuidaban indebidamente los hechos de la actividad humana o conducta e ignoraban la necesidad de una adecuada teoría de la conducta y el carácter (del cual el comportamiento o conducta es la expresión exterior). El conductismo formulado por Watson corresponde a lo que podríamos denominar conductismo metafísico, en el sentido de que, al eliminar los conceptos mentalistas y subjetivos, eliminó también, cuando menos parcialmente, los eventos objetivos que en su origen fueron referentes ordinario de dichos conceptos. El problema radica no en la negación de la existencia de los conceptos como cosas (vbg., "Si - puesto que no halla un testimonio objetivo de su existencia la psicología dejase de lado los términos 'mente' y 'conciencia' ... Watson, 1924, p. 33), sino en analizar el valor referencias de dichos conceptos como descriptores de condiciones generales o particulares cuando se les emplea en el lenguaje común. Al enterrar el uso de dichos conceptos, Watson sepultó también el interés por el análisis-descripción y explicación de eventos complejos de la conducta, centran do la problemática de la nueva ciencia en fenómenos reducibles a mo­vimientos. Esto tuvo como consecuencia que, paradójicamente, Watson permitiera que se consolidara el dualismo prevalente en la psicología, pues si se afirmaba que la nueva ciencia estudiaba la conducta como actividad observable, todo aquello que no era reductible a dicha definición, en tanto no se negaba su existencia (sino solo a los términos que tenían una connotación animista) debía ser el objeto de otra disciplina o bien, de un enfoque filosófico de la psicología diferente. Formalmente, el conductismo metafísico establece la existencia de la conducta como objeto de estudio de la psicología, pero también la existencia de algo más que no era conducta. Una segunda forma de conductismo surgió de la concepción de Watson: el conductismo metodológico, que aun cuando fundado en el dualismo formalizado por Tomás de Aquino y Descartes, tomó carta de naturalización científica a partir de este momento. El conductismo metodológico es ontológicamente monista, pero epistemológicamente dualista. Considera que la psicología estudia la conducta, pero que hay dos tipos de conducta: la manifiesta y la no observable. Dado que la ciencia solo puede estudiar eventos verificables o refutables, la psicología debería hacer a un lado aquellos eventos que por no ser asequibles directamente no pueden ser sometidos a prueba empírica. No obstante, la conducta manifiesta puede ser empleada como indicador o referente de los eventos no observables, y este puede llevarse a efecto de dos modos, que analizaremos enseguida con más detalle. Baste ahora señalar que en una de las formas, la verificación se realiza empíricamente en forma indirecta a través del anclaje empírico de la "variable interna" con operaciones de estimulo y de medición de respuesta (variables intervinientes). En la otra forma, se le da forma lógica al proceso, de modo que es útil en tanto presta consistencia interna a las hipótesis v es susceptible de ser

falseado empíricamente por datos que sean contradictorios lógicamente con las propiedades inferenciales de los conceptos formulados. De este modo, la conducta manifiesta se convierte en un mero indicador periférico de los eventos no observables (supuestamente también conducta) que se estudian. Como se verá posteriormente, esta tradición de tomar a la conducta como método de análisis de otros eventos, ha llevado a posiciones no muy diferentes a las del conductismo metafísico, reafirmando un dualismo en el que lo que existe científicamente está supeditado a lo que se observa y a las reglas lógicas de refutación de su congruencia conceptual con los hechos. Hull, Spence y Tolman, entre otros representan esta línea de pensamiento. Finalmente, paralelo al conductismo metodológico se desarrolló el conductismo interactivo, llamado respectivamente interconductismo por Kantor y conductismo radical por Skinner. El conductismo interactivo es no dualista, tanto en lo ontológico (lo que es la conducta) como en lo epistemológico (lo que podemos conocer y como hacerlo). La base de esto estriba en considerar como conducta al proceso interactivo entre organismo y objetos y eventos del ambiente, de modo que la distinción interno-externo pierda relevancia, a la vez que se puede precisar la espacialidad de fenómenos complejos en términos de las coordenadas de la interacción. La distinción interno-externo queda fuera de lugar en tanto es todo el organismo el que constituye, en acción, uno de los componentes de la interacción que define a la conducta (o interconducta). Los eventos internos, si acaso, son referibles a los estados y procesos biológicos que son condición necesaria para que el organismo actúe y reactúe con respecto al medio ambiente, cuyos objetos y eventos, en tanto contextúan y entran en contacto con el organismo constituyen el otro componente de la interacción conductual. Pero queda claro que, bajo esta formulación, carece de sentido hablar de conductas internas o externas, en tanto que todo lo que hace el organismo es apenas parte de la conducta concebida como interacción. Por otra parte, la espacialidad de relaciones interactivas (como lo es toda la conducta psicológica) no requiere ubicarse en movimientos o procesos fisiológicos del organismo, sino que radica en las coordenadas espacio-temporales que enmarcan dichas interacciones. Es así que, cuando se habla de pensamiento, percepción, lenguaje y otras interacciones o procesos conductuales que parecen carecer de espacialidad, a menos que se les reduzca a movimientos (subvocales en el pensamiento, oculares en la percepción, etc.), en vez de buscar la espacialidad de la conducta dentro del sistema nervioso (que obviamente es uno de los elementos participantes), se ubica la conducta en el espacio comprendido por la relación de campo que cubre la interacción, es decir, el organismo, los objetos de estímulo, el medio de contacto y los demás factores situacionales que la contentan. Buscar un locus preciso y concreto, a la manera de los frenólogos (antiguos y modernos) lleva a codificar en elementos simples, conceptos que han sido siempre referidos a situaciones de complejidad diversa. Finalmente, dado que no pretende eliminar eventos a través de la eliminación de conceptos que connotan formulaciones rectificadas, el conductismo interactivo busca analizar las prácticas referenciales que enmarcan el uso cotidiano de dichas palabras y conceptos, para rescatar su función referencias y a partir de la identificación de los eventos referidos, iniciar su análisis conceptual y experimental correspondiente. Este análisis del uso referencial cotidiano de conceptos mentalistas no es una mera traducción de palabras no conductuales a términos conductuales. Busca la determinación de las circunstancias sociales que enmarcan su uso referencial, lo que constituye un primer paso para la identificación de eventos psicológicos susceptibles de ser analizados científicamente, al Reparar al evento de los conceptos deformados ideológicamente en su función denotativa. Mencionábamos antes que el punto de partida de la psicología científica fue la definición del nuevo objeto de estudio: La conducta y que esto implicó, como primer paso, la eliminación de todos aquellos términos y conceptos mentalistas que constituían ancestralmente, la problemática teórica y empírica de la disciplina. El abandono de conceptos tales como mente, instinto, conciencia y otros fue sólo el primer ataque contra la especulación metafísica. Había otras tareas importantes a realizar en el desarrollo de la nueva ciencia: l) proveer de un paradigma teórico y de investigación, y de los conceptos y definiciones iniciales requeridos; 2) Reubicar el problema de los eventos internos en el contexto de una ciencia; y

3) jerarquizar los niveles de acción teórico y experimental en relación a los diferentes grados de complejidad presentados por la conducta animal y humana. La primera batalla se libró contra los conceptos mentalistas, y tan fuerte es la raigambre ideológica que los fundamenta que no han podido ser eliminados por completo. La psicología moderna continúa invadida por conceptos mentalistas, metáforas y otros más que plantean falsos problemas y provocan la confusión en la teoría y en la investigación. Veamos, sin embargo, como se ha planteado el problema. Decíamos antes que términos come mente y conciencia, en su origen, pudieron tener un referente, pero que su empleo en el con texto de una filosofía idealista los desvinculó del referente y los codificó, es decir, los volvió palabras cuyo inicio referente eran ellas mismas. Las palabras se tornaron entidades autónomasficciones existentes, que eran necesario explicar. Por eso fue decisivo, como paso inicial, descartar los términos como problemas de la psicología. Las palabras no son los eventos descritos y la existencia de palabras no significa de modo alguno la existencia de eventos referentes o referidos. Por eso fue importante deslindar que lo fundamental no era explicar o estudiar las palabras, pues por si mismas carecen de valor como objeto de conocimiento, sino que había que estudiar los eventos, si es que había alguna relación de referencia, a las que se aplicaban dichas palabras. La conciencia en sí no es un problema científico. Lo es el definir las condiciones y los eventos a los que se aplica el término, y analizar como desarrollar conceptos y definiciones, que permitan, en el contexto del paradigma teórico de la disciplina, analizar los determinantes del campo de fenómenos. Abandonar el término, por consiguiente, no significa eliminar el evento referido (si es que lo hay) del campo de estudio de la ciencia. Implica eliminar ficciones y sentar las bases para plantear el análisis teórico y experimental del problema. El conductismo metodológico, influido por algunas corrientes positivistas inglesas, descartó como objeto de estudio científico todo evento que no fuera observable, es decir, condicionó la existencia de la realidad significativa a nuestra posibilidad de observarla, y a la vez planteó la posibilidad de postular conceptos que no tuvieran un referente directo, como herramientas explicativas, siempre y cuando llenaran uno de los dos requerimientos que a continuación describiremos. El primer requisito era que el concepto tuviera la utilidad lógica de agrupar variables independientes diferentes con efectos semejantes. A este tipo de conceptos se les denominó variables intercurrentes o intervinientes, y son ejemplo de ellos, la pulsión, el incentivo, la frustración, etc. El peligro de tal postulación es doble. Por una parte, el concepto rara vez logra el propósito para el que se creó y desplaza la atención experimental hacia estudios diseñados específicamente para probar su utilidad. Cuando el concepto demuestra eficacia teórica, se vuelve innecesario pues de algún modo, corresponde a un parámetro general que es el que incluye a las variables independientes agrupadas, y la postulación de la variable interviniente se vuelve redundante respecto al concepto que el parámetro en cuestión define. Por otra, la variable interviniente, al postularse como un eslabón intermedio entre las variables ambientales y las conductuales, se interna liza como una variable del organismo, y se codifica, con los problemas que esta situación plantea (modelo de caja negra). El segundo requisito es que el concepto postulado tuviera una referencia empírica potencial. En este caso, se le denomina constructo hipotético. Como antecedente de esta posibilidad se cita el caso de la física y la biología, en las que los conceptos de átomo y de gene, respectivamente, se postularon antes de que se determinaran sus referentes empíricos. El problema radica en que en la psicología, esta correspondencia o "anclaje" empírico se lleva a efecto en el nivel neurofisiológico, lo que conduce inevitablemente a un reduccionismo explicativo que es estéril e incorrecto desde el punto de vista de los niveles teóricos de cada continente científico. De algún modo, estas diferencias se ven acompañadas y determinan la naturaleza del tipo de teoría que se considera modelo del quehacer científico. Podríamos hablar de dos grandes prototipos de teoría, en el sentido de la formulación de los conceptos y su función en la explicación y la investigación. Por un lado, tenemos la teoría postulativa en la que los conceptos definidos a priori desempeñan un papel lógico respecto al fenómeno, cuyos parámetros completos se desconocen, un papel heurístico en relación a la naturaleza de la

investigación por realizar (prueba de hipótesis) y un papel explicativo en términos de su potencia predictiva y formalizante. Por otro lado, tenemos la teoría organizativa, en donde existen tres clases de conceptos. Inicialmente, lo que llamaríamos conceptos tautológicos, empíricamente vacíos, que consisten en conjuntos de definiciones clasificatorias de la realidad y lógicamente exhaustivas. Un segundo tipo de conceptos son los que denominaríamos parametritos, y que surgen a partir de los datos experimentales. Su función es organizar la información de manera cuantitativa, paramétrica y sistemática, a la vez que señalar las condiciones bajo las cuales se cumplen ciertas relaciones y la apertura de nuevas dimensiones de investigación. Un tercer tipo de conceptos son los que hacen referencia a procesos como niveles de organización de los eventos independientemente de las operaciones empleadas para producirlos y medirlos. En otras palabras, en las teorías postulativas la naturaleza del concepto determina las propiedades de los eventos a estudiar, mientras que en las teorías organizativas son las propiedades de los eventos las que determinan la naturaleza del concepto a emplear. Hay un inconveniente común a la postulación de variables intervinientes y constructos hipotéticos: la internalización de las "causas" del comportamiento. Se olvida la función estrictamente lógica de los conceptos y se les convierte en entidades o procesos causales de la conducta, con lo que inevitablemente se cae en un mentalismo, sólo que ahora con un lenguaje fisicalista engañoso. ¿Cuál es entonces el status de los eventos internos? ¿Cómo se pueden considerar en una ciencia sin caer en posturas metafísicas? Erróneamente se ha igualado la dimensión objetivo-subjetivo con la dimensión publicoprivado. El conductismo metodológico ha considerado a los eventos privados como eventos no objetivos, es decir, no asequibles al conocimiento científico, aspecto en el que como ya hemos dicho, discrepa tajantemente del conductismo interactivo. Para este ultimo, la posibilidad de observación pública de un evento no determina su objetividad. El evento es objetivo en tanto ocurre, independientemente de su verificabilidad pública. En este sentido, no hay diferencia "ontológica" entre los eventos públicos y privados y por consiguiente, las mismas leyes se aplican a ambos tipos de eventos. La diferencia entre el evento público y el evento privado yace en la posibilidad de registrarlo por observadores independientes. El evento publico es susceptible de ser observado por un organismo o persona (en el caso del ser humano) distinto del organismo que protagoniza dicho evento. Por el contrario, el evento privado es sólo accesible al propio organismo. ¿Qué hacer con los eventos privados? La respuesta es múltiple. Primero, refinar cada vez más la definición de la relación de campo en que se da el evento. Segundo, adscribir teóricamente al evento privado las mismas propiedades que al evento público, y por consiguiente, englobarlo bajo las mismas leyes y principios que al evento publico. Tercero, mejorar los sistemas de instrumentación para detectar y medir sus propiedades como referente molecular de un campo. Y cuarto, analizar experimentalmente cómo un evento privado se vuelve publico y cómo la sociedad condiciona y es condicionada a describir y a responder al evento respectivamente. Es fundamental reiterar, sin embargo, que el evento privado hace sólo referencia a la autodescripción lingüística de un comportamiento o estado componente de una relación de campo interactiva, y que de ninguna manera, equivale a la postulación de eventos "internos" que tienen lugar exclusivamente en una concepción organocéntrica de la conducta. Lo que es inadmisible, es proceder como ha hecho el conductismo metodológico: negar la objetividad del evento privado, substituirlo por una ficción conceptual y codificar las palabras, convirtiéndolas en objeto de estudio o en "causas" del comportamiento. Para concluir con este punto, es conveniente hacer mención de la fuente de estos conceptos hipotéticos que substituyen a los eventos internos. Las ficciones explicativas tienen un doble origen. Por un lado, surgen del lenguaje vulgar o no científico. El lenguaje cotidiano se transforma en "cosa" u "objeto" y se recurre a él como elemento explicativo, desvinculando a la palabra de su origen referencial. Es así, como la psicología está plagada de conceptos tales como miedo, enojo, tristeza, etc. Estos términos, en el lenguaje cotidiano, se utilizaron (y se emplean parcialmente) corno descripciones de conductas que ocurren. Digo que alguien "está" triste cuando llora o está cabizbajo, y digo que alguien "tiene miedo", cuando se aleja o tiembla en una situación. Sin embargo, el "estar triste" o "tener miedo" (obsérvese la forma

posesiva u orgánica del concepto vuelto ya objeto) no es una causa del llorar o el alejarse. ¡Es sinónimo de ellos!, pues ¿de qué otro modo podemos determinar que alguien tiene miedo o está triste? En realidad, aplicamos los términos en tanto que observamos los comportamientos correspondientes, y de ningún modo es válido transformar la descripción o lo descrito en su propia explicación. Esto de ningún modo significa que: 1) el alejarse o el llorar, como componentes de un segmento molar, sea toda la conducta a describir, en exclusión de eventos fisiológicos o externos adicionales, o que 2) estemos parafraseando una teoría parecida a la de James Lange sobre las emociones, en que se afirmaba que estamos tristes porque lloramos, pues en realidad decimos que estamos tristes en tanto lloramos. La tristeza es una categoría descriptiva de un evento complejo y de modo alguno es un "proceso" o entidad interna, causada o causante de otro evento. Las emociones son conductas complejas inherentes a muchos organismos, tienen su base y razón de ser en la naturaleza biológica, pero en el caso de los humanos, estas conductas "emocionales" o simplemente "emociones" como la Alegría, Tristeza, Euforia, Nostalgia, Coraje, etc., son en la mayoría de los casos conductas "aprendidas", en el sentido de que su ocurrencia se da bajo condiciones complejas no naturales. Por ejemplo, el llanto de una chica por una lesión sufrida es una respuesta biológica, no aprendida, mientras que el llanto de la misma chica ante la separación de su novio, es una conducta emocional "aprendida", en efecto es una respuesta de su organismo pero ante una situación establecida por experiencias previas de aprendizaje. La segunda fuente de conceptos ficcionales son otras disciplinas, normalmente abocadas al análisis de niveles menos molares de fenómenos. Se toman los cuerpos teóricos de otra disciplina como "modelos" descriptivos y de explicación del comportamiento, postura reduccionista por excelencia. Así, se inventan "energías", "potenciales", "memorias", "filtros", "procesadores de información", "traductores" y muchos otros "objetos" internos ficticios. El modelo lógico supone la carencia de un análisis experimental riguroso del fenómeno y la elección inadecuada de un objeto de estudio y del nivel explicativo y definicional correspondiente (modelo de la caja negra). Pasemos ahora a revisar brevemente el papel desempeñado por Kantor y Skinner en la consolidación de la Psicología científica al desarrollar el conductismo radical y/o psicología interconductual. En principio, podríamos separar los campos de contribución de cada uno de ellos. Kantor es el creador de un marco teórico general, mientras que Skinner es el investigador, diseñador de paradigmas y procedimientos experimentales y sistemas iniciales de definiciones. Aun cuando Kantor antecede históricamente a Skinner, analizaremos primero la aportación de este último, pues de algún modo las limitaciones naturales de sus contribuciones en el desarrollo de la nueva ciencia, señalaron la importancia de las demarcaciones teóricas expuestas inicialmente por Kantor. Skinner, fisiólogo de entrenamiento, entra al campo de la psicología, desfisiologizando la unidad de análisis empleada por Pavlov y propuesta por Watson como elemento conceptual básico: el paradigma del reflejo ESTIMULO-->RESPUESTA. Demuestra que el reflejo, en la propia biología, no es más que la referencia a una covariación de elementos y no una "entidad" neural almacenada. Toma el procedimiento del reflejo condicionado (o mejor dicho condicional) Pavloviano y lo amplia al caso del aprendizaje por ensayo y error estudiado por Thorndike, ahora llamado condicionamiento operante o instrumental. Sin embargo, el paradigma experimental heredado, aun cuando ampliado, posee tres graves limitaciones. La primera, es que conduce a un nivel teórico de explicación lineal (x =f(y)). La segunda es que discretizó, fragmentando en exceso, un fenómeno por naturaleza continuo: la conducta. La tercera, es que al restringirse al caso de la condicionalidad o contingencia (a pesar de que experimentalmente descubrió parámetros más generales), ocasionó problemas teóricos y empíricos todavía por resolver en nuestros días (la necesidad de usar unidades que se afectan así mismas, extrapolaciones de conceptos a niveles de complejidad que rebasan su definición original, contaminación experimental de las variables, indefinición de grupos de variables, etc.). Estos problemas se irán analizando con cuidado en cada caso. No obstante, es importante aclarar que las limitaciones a las que hacemos referencia no son atribuibles a

Skinner como persona dedicada a la ciencia, sino que son problemas naturales en el desarrollo de una ciencia en una etapa particular de su historia, muy especialmente en sus inicios, cuando existe más ruido que "señales" para emplear una metáfora. Kantor, es fundamentalmente un teórico, cuya aportación se integra al trabajo de Skinner y otros de manera limitada en un principio. Sin embargo, en el momento actual, la necesidad de revisar los fundamentos de nuestra ciencia para avanzar en el análisis del cada vez mayor y más complejo número de datos y problemas, ha tornado relevante la contribución de Kantor, quien genialmente anticipó en medio siglo, las soluciones teóricas generales requeridas por la psicología. Kantor insistió en las limitaciones del paradigma de condicionamiento para explicar conductas complejas, y en la necesidad de desarrollar una teoría de campo, y no esquemas lineales de explicación. Sistematizó conceptos y definiciones apenas apuntados por Skinner en el contexto de su trabajo experimental: la distinción entre objeto y función de estímulo, los factores disposicionales, la historia del organismo, el medio de contacto, etc. En capítulos posteriores abundaremos sobre estos problemas con detalle. Baste decir que, si hubiera que nombrar a las tres columnas sobre las que se erigió la nueva psicología científica, se tendría que hablar de J. B. Watson, J. R. Kantor y B. F. Skinner.

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