La Modernidad

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1 REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA UNIVERSIDAD BICENTENARIA DE ARAGUA VICERRECTORADO ACADÉMICO DECANATO DE INVESTIGACIÓN, EXTENSIÓN Y POSTGRADO SAN JOAQUÍN DE TURMERO- ESTADO ARAGUA

Profesor:

Doctorandos:

Dra. Ana Díaz de Iparraguirre

Cedeño María Marrero Maite Meléndez Abimael Tovar Roberto Octubre, 2018

2 Índice Pág. INTRODUCCIÓN…………….………………………………………………………... 3 La Modernidad: definición y origen………………………………………………. 4 Pasos hacia la modernidad………………………………………………………… 7 Relación: escuela, sociedad y modernidad……………………………………… 11 Modernidad y sociología……………………………………………………………. 14 Funcionamiento de la escolaridad en la modernidad…………………………. 16 Sujeto de aprendizaje en la modernidad………………………………………… 19 Referencias……………………………………………………………………………. 22

3 Introducción Cuando se habla de lo moderno, se habla de un concepto meramente cronológico; se olvida que tiene, además, otras significaciones que dependen del contexto en que se sitúa; por ejemplo, no debe confundirse le “época moderna” con una “sociedad moderna”, ni con el “proceso de modernización”. Son tres conceptos distintos, cuya significación adquiere sentidos muy precisos. Hasta principios del siglo XX, “lo moderno” tenía una significación marcadamente subjetiva para contrastar costumbres, ideas, creencias, valores y técnicas del pasado, con actitudes y realidades surgidas en el tiempo y que podían considerarse como actuales o nuevas desde este punto de vista, lo moderno se identificaba con lo nuevo, con lo que era distinto de lo que se había hecho o conocido en épocas pasadas. En el presente, debido al desarrollo alcanzado por las ciencias sociales, el concepto de lo moderno se ha enriquecido notablemente. La amplitud de su significado permite sostener que se trata no solo de una apreciación subjetiva, sino también de todo un proceso real y complejo por el que ha atravesado la sociedad humana -por lo menos grandes segmentos de ella-, cambiando sus bases económicas, su estructura social, su organización política, su universo cultural y su ideología e innovando conocimientos científicos y procesos tecnológicos que se utilizan para aprovechar mejor los recursos que ofrece la naturaleza y para transformar la sociedad. La época moderna tiene un significado propio e inconfundible. Su carácter revolucionario se ha traducido en los cambios materiales y espirituales que han transformado tanto el orden colectivo de la vida humana como la existencia personal del individuo. La explicación e interpretación de las causas y consecuencias que produjeron esos cambios varían según los puntos de vista que sostienen los científicos sociales que proceden de distintas escuelas y tendencias; pero, a pesar de sus diferencias, queda el dato cierto y objetivo de que, a partir de esa época, el hombre se forma una nueva concepción del mundo.

4 La Modernidad: definición, origen e impacto social Sin una definición clara sobre el surgimiento de la modernidad, hay un consenso de que se inicia en el siglo de la Ilustración, ligado a las ideas racionales de transformación de la naturaleza y progreso social, mediante el desarrollo científico y tecnológico y su aplicación en la vida económica y social (Hargreaves, 1998). Hoy en día, la modernidad se pone en entredicho, se habla del fin de la modernidad o crisis de la modernidad. El dominio que el hombre logro sobre la naturaleza y su historia es la expresión de la modernidad en máximo desarrollo. En ese sentido, superar las antiguas formas de pensar por creencias que configuren un pensamiento moderno, es sin duda una forma de proyectar la trascendencia de lo tradicional. El hombre entonces es un sujeto dentro de la naturaleza y sociedad y no un objeto. La naturaleza y sociedad se transforman para el servicio del hombre, se asumen con un sentido instrumentalista, característico del pensamiento moderno. La modernidad entonces, es posible concebirla en un sentido de emancipación y dominio, así surge. Como un dominio racional sobre la naturaleza y la sociedad. Tal vez por ello se menciona que ha entrado en crisis. Asimismo, la degradación del ambiente frente al avance tecnológico e industrial así lo demuestra. Se observa una mayor tendencia hacia deshumanizar la labor del hombre en sus distintas manifestaciones. El campo educativo, es muestra de ello, al considerar a los docentes como problemas e instrumentos, y no como solución y propuesta. Esta dominación se expresa en forma liberal o autoritaria, pero en cualquiera de los casos, la intención es el sometimiento hacia la voluntad de otros, todo en nombre de la razón. Por lo cual, es válido citar a Touraine (1999) quien plantea que la idea de modernidad, es la afirmación de lo que el hombre hace y que esto debe ser ligado a la producción, organización de la sociedad y a la vida personal. En otras palabras, este tipo de relación expresa el triunfo de la razón, que establece una correspondencia entre la acción humana y el orden del mundo, entre la ciencia y

5 sus aplicaciones, entre vida social e individualidades. Frente a esto, existe el cuestionamiento de que si el progreso es en realidad la vía para lograr la abundancia, la felicidad y la libertad, planteamientos que constantemente han sido desmentidos por la historia. Es por ello, que se reconoce a la modernidad como producto histórico y resultado del desarrollo de la sociedad civil, el capitalismo y la industria, posteriores al renacimiento, que se muestran en una nueva organización social, que se expande hacia esferas culturales diversas. Llegado a este punto de análisis, se reconoce que el desarrollo siempre fue una obsesión de nuestras naciones para salir del atraso y la dependencia. Abrazaron distintos paradigmas que, al margen de sus diferencias, guardaron siempre una coincidencia: el mejoramiento económico y social. Es así que, la modernidad ofreció entonces, esta posibilidad de progreso continuo de la ciencia y la técnica, la división del trabajo industrial y la intensificación de la labor humana, así como la dominación de la naturaleza. La modernidad enfatizo la capacidad de los individuos de pensar críticamente, ejercer responsabilidad social en el mundo, con un afán de iluminación, razón y libertad. En esta perspectiva, Wallerstein (1998) afirma que el "ser moderno" era el presunto triunfo de la libertad humana contra las fuerzas del mal y la ignorancia. Era una trayectoria de progreso tan inevitable como la del avance tecnológico. Pero no era un triunfo de la humanidad sobre la naturaleza sino sobre sí misma. La modernidad de la liberación que se oponía a la modernidad de la tecnología, en suma una modernidad de realización humana. En la modernidad, la base era educar al adolescente desde la niñez, para que cuando llegara a ser adulto pudiera independizarse de los padres y participar en labores sociales. La época moderna, con sus manifestaciones aparentes y ocultas, es una época pedagógica en que las generaciones pasadas han aprendido a cambiar su concepción del mundo, y la sociedad moderna, penetrada por la ciencia y el desarrollo tecnológico, forma al hombre en la escuela del cambio a fin de que aprenda a producirlo y soportarlo.

6 Una época como la actual en que la economía, la política, la estructura social y la educación constituyen una totalidad abigarrada, no podrá ser comprendida con amplitud si no se tuviera en cuenta el intenso, a veces cruento, proceso de modernización por el cual han atravesado, o están atravesando, grandes sectores de la sociedad humana. Parecería que estos aspectos no tienen importancia en las tareas educativas comunes; sin embargo, su significación es cada vez mayor, pues las ciencias, las tecnologías y las disciplinas humanísticas que se imparten están profundamente arraigadas en la época moderna, cuya vigencia se extiende hasta nosotros a través de un proceso de modernización en que la educación desempeña un papel decisivo. La época de mayor impacto para la historia de la sociedad fue, indudablemente, la moderna, porque esta constituye el hito diferenciador de un pasado humano que se va haciendo cada vez más remoto, por mucho que algunas de sus formas pervivan todavía en determinadas sociedades al lado de formas surgidas del presente dinámico que avanza hacia un futuro desconocido, pero previsible. La Modernidad surge en el siglo XV después de que se provocaran cambios emblemáticos a nivel mundial como: el Descubrimiento de América por los europeos, el desarrollo de la imprenta, la Reforma Protestante, el Renacimiento y la Revolución Científica. En términos sociales e históricos, no se llega a la Modernidad con el final de la Edad Media en el siglo XV, sino tras la transformación de la sociedad preindustrial, rural, tradicional, en la sociedad industrial y urbana moderna que se produce con la Revolución industrial y el triunfo del capitalismo. La superación de la sociedad industrial por la sociedad postindustrial se ha dado en llamar posmodernidad. La crisis de la modernidad comenzó hacia el final de la Primera Guerra Mundial cambiando la mentalidad y las conciencias así como otros profundos cambios sociales que derivaron en cambios políticos.

7 La idea de la relación entre educación y modernidad marcan un nuevo rumbo, el de la masificación y nuevas tendencias pedagógicas así como el nacimiento de la teoría dualista. La calidad de la educación empieza a ser un tema obligatorio, en vista de su trascendencia en el desarrollo de la sociedad. La manera de percibir la vida es otra y con ella comienzan las fracturas en el sistema educativo, causadas por el orden y el desorden dentro del marco social, dando lugar a cambios imprevisibles y originando nuevas formas de orden. El deterioro en la calidad educativa comienza así a dejar sus huellas, el agente modernizador por excelencia – el conocimiento se convierte de esta manera en estéril. Esta ineficacia del conocimiento escolar es un elemento crucial de la calidad de la educación puesto que lo transforma no solamente en inaplicable sino en un exiliado de la sociedad dentro del edificio escolar.

Pasos hacia la Modernidad “Thomas Hobbes” Thomas Hobbes (Westport, cerca de Malmesbury, 5 de abril de 1588 – Derbyshire, 4 de diciembre de 1679), es el padre fundador de la filosofía política moderna. Directa o indirectamente, ha fijado los términos del debate sobre los fundamentos de la vida política en nuestros tiempos. Pocos han querido su tesis, sobre los problemas que la vida política significan bajo un soberano irresponsable como su única autoridad política. Sin embargo, todavía vivimos en el mundo donde la autoridad humana es algo que requiere justificación, y es aceptada automáticamente por pocos; un mundo donde la desigualdad social y política también parece cuestionable; y un mundo donde la autoridad religiosa enfrenta una disputa significativa. Podemos plantear la cuestión en términos de la preocupación por la igualdad y los derechos que el pensamiento de Hobbes anunció: vivimos en un mundo donde todos los seres humanos se supone que tienen derechos, es decir, las reivindicaciones morales que protegen sus intereses básicos. Pero, ¿qué o quién determina cuáles son esos derechos? ¿Y quién los hará cumplir? En otras palabras, ¿quién ejercerá los poderes políticos más

8 importantes, cuando la suposición básica es que todos compartimos los mismos derechos? El aspecto más importante del relato de Hobbes sobre la naturaleza humana se centra en sus ideas sobre la motivación humana y, por lo tanto, este tema está en el centro de muchos debates sobre cómo comprender la filosofía de Hobbes. Muchos intérpretes han presentado al agente hobbesiano como un actor autointeresado y racionalmente calculador (esas ideas han sido importantes en la filosofía política moderna y en el pensamiento económico, especialmente en términos de teorías de la elección racional). Es cierto que algunos de los problemas a los que se enfrentan las personas de este modo ‒los egoístas racionales, como los llaman los filósofos‒ son similares a los problemas que Hobbes quiere resolver en su filosofía política. Y también es muy común que los lectores, por primera vez de Hobbes, tengan la impresión de que él cree que todos somos básicamente egoístas. A Hobbes le gusta hacer afirmaciones audaces e incluso chocantes para obtener su punto de vista. «He obtenido dos postulados absolutamente ciertos de la naturaleza humana», dice, «uno, el postulado de la codicia humana por la cual cada hombre insiste en su propio uso privado de la propiedad común, y el otro, el postulado de la razón natural, se esfuerza por evitar la muerte violenta». ¿Qué podría ser más claro? – Queremos todo lo que podemos conseguir, y ciertamente queremos evitar la muerte. Hay dos problemas con pensar que esta es la opinión considerada de Hobbes, sin embargo. Primero, sencillamente, representa una visión falsa de la naturaleza humana. La gente hace todo tipo de cosas altruistas que van en contra de sus intereses. También hacen todo tipo de cosas innecesariamente crueles que van en contra del egoísmo (piensa en las longitudes autodestructivas a las que puede llegar la venganza). Así que sería poco caritativo interpretar a Hobbes de esta manera, si podemos encontrar un relato más plausible en su obra. En segundo lugar, en cualquier caso Hobbes a menudo se basa en una visión más sofisticada de la naturaleza humana. Describe o incluso se basa en motivos que van más allá

9 o contra el interés propio, como la compasión, el sentido del honor o el coraje, y así sucesivamente. Y frecuentemente enfatiza que nos resulta difícil juzgar o apreciar lo que nuestros intereses son de cualquier manera. El resultado es que Hobbes no cree que seamos confiablemente egoístas; y él no cree que seamos fundamentales o fiablemente racionales en nuestras ideas sobre lo que nuestros intereses son. Raramente se sorprende al encontrar a seres humanos haciendo cosas que van en contra de su propio interés. De hecho, muchos de los problemas que afectan a los seres humanos, según Hobbes, resultan que están demasiado ligados al interés propio. Demasiado a menudo, piensa, estamos demasiado preocupados por lo que otros piensan de nosotros, o inflamados por la doctrina religiosa, o llevados por las palabras inflamatorias de otros. Esta debilidad en cuanto a nuestro propio interés ha llevado incluso a algunos a pensar que Hobbes está defendiendo una teoría conocida como el egoísmo ético. Esto es para afirmar que Hobbes basa la moral en el interés propio, afirmando que debemos hacer lo que más nos interesa hacer. Pero veremos que esto simplificaría las conclusiones que Hobbes extrae de su relato de la naturaleza humana. Filosofía política Este es el cuadro de Hobbes de la naturaleza humana. Somos necesitados y vulnerables. Nos extraviamos fácilmente en nuestros intentos de conocer el mundo que nos rodea. Nuestra capacidad de razonar es tan frágil como nuestra capacidad de conocer; se basa en el lenguaje y es propenso al error y a la influencia indebida. Cuando actuamos, podemos hacerlo de manera egoísta, impulsiva o en la ignorancia, sobre la base de un razonamiento defectuoso, una mala teología o el discurso emotivo de otros. ¿Cuál es el destino político de esta criatura bien patética, es decir, de nosotros? Sin lugar a dudas, Hobbes piensa que se puede esperar poca felicidad de nuestras vidas. Lo mejor que podemos esperar es una vida pacífica bajo un soberano autoritario. Lo peor, según cuenta Hobbes, es lo que él llama la

10 «condición natural de la humanidad», un estado de violencia, inseguridad y amenaza constante. En líneas generales, el argumento de Hobbes es que la alternativa al gobierno es una situación que nadie podría razonablemente desear y que cualquier intento de hacer que el gobierno rinda cuentas al pueblo debe socavarlo, lo que amenaza la situación no gubernamental que todos debemos evitar. Nuestra única opción razonable, por lo tanto, es una autoridad «soberana» que es totalmente inexplicable para sus súbditos. Hobbes es un nominalista perfecto y absoluto, y como, por otro lado, es un lógico severo, toda su doctrina se resuelve en sensualismo materialista: en psicología, el hombre es un conjunto de facultades naturales, nutrición, movimiento, sensibilidad, razón, voluntad, las cuales no son más que fases y manifestaciones del organismo. El yo es la resultante del conjunto orgánico, y la conciencia se identifica con la sensación. En moral, el placer y el dolor lo son todo: se identifican con el bien y el mal, los cuales dependen también de los temperamentos, climas y opiniones. En política, todo depende y se explica por el interés y la fuerza. Thomas Hobbes ha sido considerado a lo largo de la historia del pensamiento como una persona oscura. De hecho, en 1666, en Inglaterra se quemaron sus libros luego de haber sido tachado de ateo. Posteriormente, tras su muerte, se vuelven a quemar públicamente sus obras. En vida, Hobbes tuvo dos grandes enemigos con los que mantuvo fuertes tensiones: la Iglesia de Inglaterra y la Universidad de Oxford. La obra de Hobbes, no obstante, es considerada como una de las fundamentales en la ruptura con la línea de la Edad Media y el inicio de la Modernidad. Sus descripciones de la realidad de la época son brutales. Más tarde diría respecto a su nacimiento: «El miedo y yo nacimos gemelos» La frase alude a que su madre dio a luz de forma prematura por el terror que infundía la Armada Invencible española, que se acercaba a las costas británicas. En octubre de 1679, Hobbes sufrió un trastorno de la vejiga y luego un ataque de

11 parálisis, de la que murió el 4 de diciembre de 1679, a los 91 años. Se dice que sus últimas palabras fueron: «Un gran salto en la oscuridad», pronunciado en sus momentos finales de consciencia. Su cuerpo fue enterrado en la iglesia de San Juan Bautista, Ault Hucknall, en Derbyshire. Relación: Escuela, Sociedad y Modernidad La escuela fue una institución funcional al establecimiento del orden como tarea de la modernidad. Podemos pensar en ella como el tiempo-espacio en el que las ambiciones normativas de los intelectuales modernos y las ambiciones ordenadoras del Estado se concretaron sin disfraces. Es por ellos, que la educación escolarizada representó un proyecto capaz de hacer de la formación de los individuos, responsabilidad exclusiva de la sociedad y, en especial, de los gobernantes. Eso, pues, es derecho y deber del Estado formar sus ciudadanos y garantir su conducta correcta, vale decir, el comportamiento en la dirección del proyecto racional y, encaminado a introducir orden en una realidad antes despojada de sus propios dispositivos de organización. Es así, que la escuela era la sede a partir de la cual se universalizaban los valores necesarios para la integración social. Los intelectuales (profesores y/o educadores) eran los únicos capaces de proporcionar la receta o fórmula a los incultos y vulgares de lo que sería una vida correcta y moral. La génesis de la escuela puede rastrearse en la historia y obedece a ciertas circunstancias y momentos históricos. Uno, está relacionado a la revolución francesa cuyos ideales de igualdad, fraternidad y libertad propugnaban el camino hacia un nuevo régimen político tras el cual se abandonaba la forma monárquica de gobierno para pasar a constituirse el gobierno del pueblo. Esto significaba el nacimiento de una nueva identidad política y social de los hombres, ya que dejaban de ser súbditos del rey para transformarse en los ciudadanos de una República. Para el sostenimiento de este nuevo orden político y social se

12 necesitaba de una institución capaz de transmitir y controlar aquellos valores y principios que permitirían transformarla sociedad. El otro momento histórico corresponde al desarrollo del capitalismo, sistema económico social que gracias a la escuela pudo contar con mano de obra elementalmente instruida en función de los requerimientos de la producción industrial, y logró disciplinar a los obreros, apuntando a maximizar el producto de su trabajo. En este sentido, Frigerio y Otros (citados por Cortese y Ferrari 2003, p. 16) sostienen que “[…] cada institución se construye a partir de lo que puede llamarse un primer contrato o contrato fundacional” (p. 18). Es así que se fijan los derechos y obligaciones entre las partes. El pacto fundacional que hizo posible el nacimiento de la escuela, como un dispositivo masivo de educación, signó las relaciones entre escuela y familia. Se trató de un pacto mediante el cual las familias delegaron en el Estado, y este en la escuela, la responsabilidad de educar. Bajo el discurso de la modernidad, la escuela prometió a las familias, en nombre del Estado, transformarse en la herramienta que haría posible la inclusión y la movilidad social ascendente de sus hijos. Entendiendo el curriculum como proyecto político-educativo (de Alba, 1995), nos parece relevante tratar de comprender qué proyecto político-educativo se gestó mediante el proceso de escolarización masiva. El pacto fundacional que hizo posible el nacimiento de la escuela como un dispositivo masivo de educación se originó en un contexto caracterizado por: • La expansión del capitalismo (dimensión económico-social): La expansión industrial, característica del modo de producción capitalista, genera la necesidad de la formación de recursos humanos mínimamente calificados, para ser empleados en las fábricas. En este contexto socioeconómico, aparece el impulso a la educación pública. Dice Saviani (1991): “El enfoque que emana de los clásicos de la economía política burguesa […] es el de que una instrucción general elemental dispensada al conjunto de los trabajadores tiene efecto benéfico sobre

13 el proceso productivo siempre que no sobrepase los aspectos rudimentarios, lo que puede ser suplido en poco tiempo y a expensas del Poder Público […]” (p. 69). • La emergencia de los estados-nación (dimensión política): Ello implica un proceso de “comunalización”, es decir, de construcción de la identidad comunitaria. Brow y Geertz (1990, s/n) sostienen que este proceso de comunalización se construye sobre la base del “sentimiento de pertenencia” al que aludía Weber. El sentido de comunidad se asienta sobre la subjetividad de los actores, esa subjetividad es construida por la estructura social o, si se prefiere, por los sectores hegemónicos de la misma. Y para ello, existen mecanismos sociales que tienden a construir ese “sentimiento compartido”. • El discurso de la modernidad (dimensión ideológica): El discurso, que fue el sustento ideológico principal para la creación y consolidación de la escuela, podría caracterizarse por la noción de progreso, que apareció vinculada al concepto de evolución unilineal. Así como la idea de razón como opuesta al pensamiento religioso que se erigió —etnocéntricamente— desde un modelo de razón primitiva hacia un modelo de razón desarrollada (el modelo positivista de la ciencia), y por la nueva concepción de organización social (contrato social) que terminó sustituyendo a la aristocracia feudal por la burguesía industrial, como clase dominante. La escuela actual es la heredera del proyecto sarmientino, en el cual, como sostiene Santillán:

[…] era importante neutralizar al menos dos tipos de crianza que, según el pedagogo sanjuanino, actuaban en extremo. Se trataba tanto de la educación de la familia oligárquica como de la familia popular. De ahí que el proyecto de la escuela moderna intenta avanzar sobre la vida doméstica con una fuerte impronta ‘normalizadora’ y, progresivamente, a través del paradigma del positivismo y el higienismo (Puiggrós, 1990). La familia importaba por su incidencia en ‘la herencia’, la constitución de los niños ‘débiles’ y los buenos y malos hábitos. (Santillán, 2007, s/n)

14

Quizás por ello, la demanda que se hace desde la escuela, reclamando mayor participación de la familia en los procesos educativos, no encuentre la respuesta esperada. Especialmente cuando, como en estos tiempos “[…] el empobrecimiento de la población se da cita con el empobrecimiento de la educación pública” (Tenti Fanfani, 1997, p. 173). Modernidad y Sociología La aparición de nuevas clases sociales burguesía y proletariado abrirá un período de nuevos conflictos sociales y de teorías que, aunque en posiciones a veces contrapuestas, intentarán dar cuenta de la nueva situación. En el siglo XIX desde el positivismo de Saint Simon y Comte se dará una visión más centrada en el logro del consenso interpretando al conflicto de clases como realidad transitoria. Mientras que, pensadores como Karl Marx interpretarán el conflicto de clases como fenómeno estructural de la sociedad capitalista; la desaparición del conflicto, según el autor, sólo se producirá a partir de la revolución proletaria y el concomitante cambio en las relaciones de producción. Las tres grandes ciencias sociales: la sociología, la ciencia política y la economía no se presentaron como ciencias todas al mismo tiempo, se desarrollaron como tales en diferentes momentos de este devenir histórico. La primera en aparecer con objeto propio fue la ciencia política, luego la economía y ya en el siglo XIX con Comte la sociología. Portantiero (1987:10) describe así este período:

Esta anticipación de la teoría política sobre el resto de las otras disciplinas no se debe al azar. El origen y desarrollo de cada campo de conocimiento se vincula siempre con las preguntas que plantea el desenvolvimiento socia l. El surgimiento de las naciones y de los estados centralizados ponía en el centro del debate el tema de la organización del poder que, bajo el modo de producción capitalista entonces en expansión, no podía ser pensado sino como un contrato voluntario entre sujetos jurídicamente iguales: Hobbes, Locke;

15 Montesquie, Rousseau, son algunos de esos jalones en ese camino de constitución de un nuevo orden, más riguroso, sobre el sentido de las relaciones sociales entre los hombres. (s/p).

La Economía es el segundo campo que se constituye como saber independiente de la filosofía a partir del siglo XVIII con autores como Adam Smith, y David Ricardo. La Sociología es la tercera ciencia que a partir de la delimitación de lo social como objeto se desgaja de la filosofía y de la economía. Su desarrollo será consecuencia de la crisis política, económica y social que se genera a partir de la Revolución Industrial. Portantiero (op.cit.) lo plantea de la siguiente manera:

El estímulo para la aparición de la sociología es la llamada Revolución Industrial; mejor, la crisis social y política que dicha transformación económica genera. Con ella aparece un nuevo actor social, el proletariado de las fábricas, vindicador de un nuevo orden social, cuando todavía estaban calientes las ruinas del abatido por la Revolución Francesa. Para dar respuesta a las conmociones que esta presencia señala, en el plano de la teoría y de la práctica social, aparecerán dos vertientes antitéticas: una será la del socialismo- proyectado del plano de la utopía al de la ciencia por Karl Marx; la otra será la que configura la tradición sociológica clásica. (s/p).

De acuerdo a lo que venimos señalando el desarrollo de las disciplinas científicas y los cambios culturales están directamente relacionados con los procesos históricos y políticos que forman la base de los mismos. Desde el pensamiento vulgar tiende a pensarse en términos de una historia cultural y de la ciencia independiente de los fenómenos económicos y políticos. Partimos de una visión socio histórica holística y en este sentido se hace necesario dar cuenta del contexto histórico que acompañó y posibilitó el surgimiento de la sociología como ciencia para de esta manera ir aproximándonos a una primera comprensión de la realidad social. Esto es: lo social como fenómeno político, económico y cultural; fenómeno complejo, multideterminado.

16 Individuo y Sociedad son dos conceptos claves del pensamiento social moderno. Entre estos dos polos oscila todo el pensamiento social moderno. Hay momentos históricos en que uno predomina sobre otro. Pese a la tensión que adquieren estos términos, ambos tienen un mismo origen: los tiempos modernos y su aparición está en estrecha relación con los procesos históricos sucedidos a fines del feudalismo y a la consecuente separación entre las esferas pública y privada. Conviene recordar que durante el período precapitalista, lo social y lo político no estaban separados. Lo social era político, es decir carecía de independencia, no existía como tal. La concepción aristotélica que entendía a la política como una esfera que integraba Estado y Sociedad mantiene vigencia hasta bien entrado el siglo XIX. A partir de los cambios introducidos por el capitalismo se produce una separación entre lo social y lo político convirtiéndose en dos sistemas de acción diferenciados pero al mismo tiempo complementarios. En contraste con el orden medieval, la sociedad moderna se distingue precisamente por generar una progresiva afirmación de la individualidad, el “invento” del individuo, lleva la marca de la modernidad y es producto, entre otras cosas del resquebrajamiento de los lazos comunitarios. El Funcionamiento de la escolaridad en la Modernidad La escuela se origina como una institución de la modernidad y su promesa de progreso indefinido asociado a la ciencia. En la Latinoamérica

aparece

fuertemente ligada a la fundación del Estado en estos países. Testigo de ello es la educación laica y obligatoria, en tiempos en que se comenzó a consolidar el Estado donde es momento histórico.

imposible concebir a la escuela sin el capitalismo en este

17 La escuela nace para formar a la mano de obra, su mismo modo de funcionamiento lo atestigua: momentos de trabajo y ocio claramente pautados; acceso

al

conocimiento

graduado;

organización rígida del horario escolar. De hecho, una de las funciones de la “La escuela está en el centro de

escuela

los ideales de justicia, igualdad y

disciplinamiento. Para Michel Foucault,

distribución

“…la

del

proyecto

moderna disciplina

es

fabrica

el cuerpos

moderno de sociedad y política.

sometidos

No sólo resume esos principios,

‘dóciles’: aumenta

propósitos e impulsos; ella es la

cuerpo (en términos económicos de

institución

utilidad) y disminuye esas mismas

encargada

de

y

ejercitados,

cuerpos

las fuerzas del

transmitirlos, de generalizarlos,

fuerzas

de hacer que se tornen parte del

obediencia)…” (Foucault, 2003: 83).

sentido

común

y

de

la

sensibilidad popular. La escuela pública se confunde, así, con el propio

proyecto

Modernidad.

Es

la

de

la

institución

moderna por excelencia.” Tomaz Tadeuz da Silva, 1997: 273

(en

términos

políticos

de

La escuela ejercita la disciplina y un principio básico que sostiene es la jerarquía.

El

docente,

el

directivo

ordena y el alumno obedece, se somete a esa autoridad. Por lo tanto se puede decir que la escuela moderna es

portadora

progreso.

de

Pero

la para

promesa que

de

dicho

progreso sea posible, es necesaria e imprescindible la disciplina. Debido a esto en la actualidad la crisis de los sistemas educativos

se

caracteriza esta crisis de muy diferentes modos: como pérdida de significación social de los procesos que suceden al interior de la escuela; como desfasaje entre la cultura escolar y la cultura imperante en el conjunto de la sociedad; en relación a las dificultades de la escuela para proporcionar una formación acorde con las nuevas exigencias del mercado y de la ciudadanía.

18 En general, los diferentes diagnósticos señalan una grieta entre la escuela y la nueva condición de globalización y ahora conectivismo que tiene el orden mundial. Desde este punto de vista todo ha cambiado menos la escuela. Es ésta entonces la que debe ser sometida a un proceso de innovación que la ensamble al nuevo orden. Desde este punto de vista la situación del sistema educativo es compartida por una red de instituciones que conformaron el esqueleto propio que la modernidad dejó en legado

otorgándole a la sociedad los dispositivos de

regulación y control social que requería su dinámica para ese momento histórico pero que ahora representan un desafío para los protagonistas de los cambios en la postmodernidad. En este contexto, debemos comprender que la escuela surge como un esfuerzo deliberado del incipiente Estado-Nación de mediados del siglo XIX. Es en las ideas de la ilustración desde el Estado Social y los postulados modernos que se encuentran los aspectos subyacentes de la extensión de la enseñanza de masas y la necesidad de la institucionalización de la escuela, Ramírez y Boli (1999) fundamentan este postulado en cuatro puntos: 1) El individuo: en el siglo XIX se transformó en la unidad principal de acción y en la fuente fundamental de valor dentro de la sociedad (giro del theocentrismo al antropocentrismo). 2) La vitalidad nacional: conformada por los miembros de la sociedad requería de la revitalización del individuo. 3) La socialización de la infancia como clave para alcanzar la condición de adulto: la maleabilidad del individuo niño y la viabilidad de la intervención explícita en el desarrollo del niño, aludiendo al descubrimiento de la teoría de la socialización en el siglo XVIII.

19 4) El Estado como protector de la nación y garante del progreso: con la idea de progreso se esperaba que los sistemas de educación de masas no sólo preservaran el orden social sino también que crearan la nueva sociedad nacional. Teniendo en cuenta estos puntos debemos considerar que el sistema universal de educación pública llegó a ser la estrategia más popular en el proceso de construcción de la nación, desarrollo de la ciudadanía y en la homogeneización de las masas. Desde la perspectiva de la modernidad se esperaba que el paso por el sistema educativo desarrolle las capacidades generales que conformen a ese sujeto en un ciudadano capaz de vivir en una sociedad y de ese modo incursionar en el mundo del trabajo, constituir una familia y en algunos casos, iniciar los estudios superiores. Si la escuela está en estas condiciones, entonces que hacer frente a esta realidad en ese sentido Tiramonti G. advierte “es claro que habitamos un espacio de derrumbe de las certezas conceptuales, de los mitos identitarios de la nación y de las instituciones con las que se tejió el entramado de la sociedad moderna” (2004:11)

Esta advertencia al respecto a la institución escolar

(desintitucionalización, transicionalidad y fragmentación) ubica muy cerca del quiebre de la finalidad de la misma. Sujeto de Aprendizaje en la Modernidad Durante la Modernidad se construyó un modo de entender al sujeto cuyo origen contextualizado e interesado quedó oculto bajo cierta representación de universalidad, naturalizándolo. Afirma Benigni (2011) que

esta concepción

repercutió en los modos en que se concibieron e instrumentaron la pedagogía, la didáctica y las políticas y prácticas educativas; especialmente para América Latina significó la asunción de discursos dominantes y matrices de pensamiento que propiciaron una imposibilidad de pensar el sujeto latinoamericano en sus particularidades.

20 Giacaglia M. y otros (2000), así como otros autores, sostienen que: el objetivo del proyecto Iluminista fue dar cuenta de la historia, del sujeto y de la sociedad, postulando la posibilidad de una sociedad cerrada, transparente, previsible y controlable, y un sujeto homogéneo, libre y autónomo, lo cual supone la concepción de identidades fijas. Ese proyecto aspiraba a conocer el pasado y el futuro suponiendo una historia lineal y progresiva regida por leyes naturales.( p. 57)

A pesar de las diferencias que pueden reconocerse entre los pensadores de la época, en todos ellos se expresa un modo similar de interpretar al sujeto vinculado a un modo de entender la ciencia naciente. Por ejemplo, Descartes hará referencia a un sujeto aislado, quien a través de la propia introspección llega a un conocimiento claro y distinto, lo hunde en un solipsismo del que logra salir gracias a la existencia de un dios bueno que es incapaz de engañarlo. Por otra parte, a partir de Marx, nos hallamos en presencia de un hombre que es el resultado del conjunto de sus relaciones sociales, entendidas éstas no como algo dado y estático sino como históricamente cambiantes: es en el juego recíproco entre el individuo y la sociedad en donde ambos se constituyen. En el contexto mundial la visión de Marx nos dice que el ser del hombre es histórico y su esencia depende de las condiciones concretas del trabajo. A través del estudio de la sociedad de su época, él concluye que el hombre está alienado, es decir, se encuentra “ajeno” a sí mismo, vive desconociendo su propia esencia. Por eso es a través del término sujeto se pretendió significar “lo que yace debajo”, remitiendo a la idea de fundamento. Fue precisamente con la ciencia moderna que el ser humano pasó a ser concebido como sujeto, fundamento capaz de reunir todo sobre sí. Poniendo en juego su racionalidad, ese ser humano devenido en sujeto, construye el objeto de conocimiento, al que se le adjudica el carácter de universalidad.

21 Desde esta concepción, cuando se trata de estudiar al ser humano, éste se convierte en objeto con las marcas de una relación hacia una cosa. Este modo de entender el sujeto que la modernidad europea instituyó tiene algunos efectos:

Figura 1 El Sujeto en la Modernidad

•Base de organización social • Despojo de los saberes de su experiencia cotidiana. •Reemplazo de estos saberes por el imperante posistivismo

La ciencia como único saber legítimo

La concepción moderna de sujeto

• Racionalidad instrumental • Desplazimiento de desarrollo de otras dimensiones

• Limitó la compresión sde lo real. • Intervención de los sujetos en la dinámica social. Interpretaciones acerca de la sociedad

Elaborado por los Autores basado Bauman Z. (2005)

Desde una perspectiva latinoamericana, interesa señalar la limitación no sólo del atrapamiento de las ciencias sociales en ciertas lógicas mecanicisistas en las cuales los sujetos quedan absorbidos por las estructuras, sino también los efectos, sociales y culturales, de aquel modo pretendidamente universal instaurado por la ciencia moderna.

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