Crisis de la modernidad

Tovar Zavala Carlos Alberto Del entusiasmo al desencanto: crisis de la modernidad La efervescencia del pensamiento mode

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Tovar Zavala Carlos Alberto Del entusiasmo al desencanto: crisis de la modernidad

La efervescencia del pensamiento moderno se extendió por diversos rincones del planeta de la mano de los desarrollos tecnológicos de la época como la imprenta o los viajes intercontinentales a bordo de carabelas. Con una amplia consolidación en las regiones más desarrolladas y un avance significativo en las regiones conquistadas, el pensamiento moderno se ve inevitablemente confrontado por la realidad con base a su carácter racional instrumental, en lo que es posible describir como una crisis. Algunos de los elementos que distinguen la crisis general son: Crisis con la naturaleza Como resultado de la emancipación del hombre respecto del todo (su entorno natural) y consciente de su papel como agente transformador, al dominar la naturaleza la degrada a la dimensión de un objeto material cuya finalidad es definida y limitada por la razón, con el único fin de estar al servicio del hombre. Este contexto propicia la explotación con base a la codicia, creando un desequilibrio entre el hombre y su entorno, que pone en entredicho su capacidad de adaptabilidad a la naturaleza conforme la ha transformado a su antojo y capricho, arriesgando su relación simbiótica.

Crisis de la historia y el sentido del hombre La explotación de recursos naturales lleva entre otras cosas a replantear distintos procesos productivos apoyados en el desarrollo tecnológico. Este desarrollo a su vez, esta fundamentado en la idea del desarrollo histórico como una línea ascendente de progreso para la que la emancipación del hombre es un fin. A medida que los avances tecnológicos brindan mayores facilidades para el desplazamiento y producción agrícola industrializada, las relaciones sociales se van complejizando en función de términos de productividad para la satisfacción de las necesidades orientadas por la razón instrumental. Uno de los síntomas de la crisis de la modernidad

es la pérdida de sentido del hombre, que al dejar de verse inscrito en la naturaleza que ha transformado en grandes sociedades industriales, ve su voluntad supeditada como la de un engrane de la gran máquina que ha creado. Esta imagen del hombre que se ha convertido irónicamente en un instrumento de su razón puede ser lo mismo apreciada —con sus respectivos matices— en los sistemas totalitarios como los sistemas más abiertos y democráticos del siglo XX, en ambos casos desde la alienación.

Crisis de los Estados nacionales La conformación de Estados-Nación es un elemento de la era moderna. El expansionismo europeo dio lugar a múltiples colonias alrededor del mundo, que si bien, tras una serie de movimientos independentistas y consecuentes conflictos internos lograron construir una identidad nacional (en algunos casos solo un esbozo), sus fronteras habían sido el resultado fortuito de intereses ajenos a la diversidad de las poblaciones que habitaban la totalidad de sus territorios. La capacidad de adaptación de los Estados a la diversidad de su población al interior de sus fronteras, así como la complejidad de las problemáticas en el contexto de una mayor interdependencia entre naciones, son elementos distinguibles de la crisis que les atraviesa.

¿Qué sigue a la modernidad? En El pensamiento moderno, Villoro plantea tres actitudes resultado del desencanto de las ideas del pensamiento moderno: la revitalización de actitudes y creencias premodernas, el realismo escéptico y en contraposición a estas dos, el surgimiento de una nueva figura del mundo. Lo que resulta interesante es la analogía que plantea a propósito de la exploración espacial de la que brotaría la percepción en la especie humana como una unidad. Es aún más interesante si se considera que para el momento de la publicación el uso de tecnologías de información digital era prácticamente inexistente en el contexto cotidiano. Hoy en día resulta claro que estas tecnologías han revolucionado exponencialmente los límites de la telecomunicación instantánea. Lo que aún queda por resolver es el impacto a largo plazo que esta y otras tecnologías en desarrollo tendrán en el orden social, económico y en consecuencia político del mundo. En todo caso, la posmodernidad definida desde los

movimientos culturales y contraculturales del siglo XX se ha presentado en gran medida como una extensión de la modernidad en el sentido del desencanto y más recientemente por un enfoque transdisciplinar que homogeniza la revaloración de un ideal pasado con un imaginario digital-futurista.

¿Cómo afrontar el problema de la técnica al servicio de la naturaleza desde la técnica? Me llama mucho la atención cuando Villoro menciona que: “el remedio contra la degradación de la naturaleza no se encuentra en un retroceso en la historia, sino en un paso hacia adelante” (p.108). Es particularmente vigente el debate entorno al uso de tecnologías amigables con el medio ambiente y, sin embargo, los retos que plantea siguen estando paradójicamente ligados al entendimiento del concepto de tecnología amigable con el medio ambiente. En tanto su producción requiera de los procesos que dependen del mismo modelo de explotación y extracción de recursos naturales la amortiguación será mínima. Entiéndase por ejemplo los paneles solares que usan baterías de litio o plomo y demás componentes que requieren una variedad de recursos cuya obtención sigue degradando nuestro entorno. No es en definitiva una tarea sencilla, se trata de un salto para el que el modelo económico actual no pareciera estar listo.

¿Cuál es la importancia de los grupos que buscan reivindicar sus derechos en la sociedad contemporánea? Partiendo del individualismo exacerbado como una característica de la crisis de la modernidad, y la fundición de las voluntades singulares en una voluntad colectiva como respuesta, los grupos vulnerados y segregados históricamente juegan un papel primordial en la construcción del camino para el rumbo social y político del mañana. A considerar, la creación de mecanismos de visibilización de las dimensiones de la violencia sistémica antes normalizada es y sigue apuntando como un parteaguas en la lucha por los derechos humanos que solo en teoría, teníamos garantizados ya todos los seres humanos.

Bibliografía

Villoro, Luis, (1992).  El pensamiento moderno. Filosofía del Renacimiento. México, FCE/Colegio de México, 1992.  Cap. IX y X, pp. 92-119